Entrevista 6 grados Luciana Lasus
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[Por Patricia Madrid][Fotos Magdalena Haretche]
Una forma inteligente y práctica de pensar cómo y qué se lleva a la mesa es lo que propone Luciana Lasus
Luciana Lasus
Pregonera del SMART EATING
ENTREVISTA
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ENTREVISTA
L ic. en Nutrición, emprendedora independiente, creativa, obsesiva, feliz, ¡mamá de Emi y Teo!Así se presenta Luciana Lasus en su cuenta de
Twitter (@lucianalasus), y esos pocos carac-
teres son un per-
fecto resumen que
sirven de antesala
para descubrir a esta
mujer, madre y pro-
fesional, al momento de estar frente
a ella. Como licenciada en Nutrición
trabajó para compañías multinacionales
de la industria alimenticia instaladas
en Uruguay, que la llevaron a descu-
brir su gusto por comunicar. Le dio
un giro a su carrera, se transformó
en una emprendedora y dio origen
a un nuevo concepto: el marketing
nutricional. Entre los clientes a los
que asesora en la materia figuran las
marcas Ricard, Bimbo, Frigorífico
Centenario y Pepsico, aunque también
se dirige al público en general, que
recibe su guía vía medios escritos y
radio. Tiene entre manos la idea de
publicar un libro el próximo año, en
el que transmitir lo que ella llama el
smar teating, una “forma inteligente
de pensar” antes de sentarse frente a
un plato de comida, y así “bajar con-
ceptos técnicos a cuestiones prácticas,
a situaciones cotidianas que todos
vivimos a diario”.
¿Qué te impulsó a realizar la
carrera de nutrición?
Estaba entre nutrición y bioquímica,
pero bioquímica era como demasiado
volada y entonces decidí bajar a tierra
con algo más concreto. No quería
hacer una carrera de 10 años, sino que
quería insertarme en el mercado laboral. Estuve en la Escuela de
Nutrición, hice la carrera de cinco años, y en paralelo trabajaba
en dos lados: en la farmacia familiar y en un jardín de infantes
dando inglés.
¿Cuál fue el camino que reco-
rriste para llegar al concepto de
lo que hacés hoy, el marketing
nutricional?
Mientras estudiaba la carrera, con 19
años, empecé a trabajar en la farma-
cia de mi familia. Ahí empecé a ver
la parte de ventas, y de marketing y
comunicación en el punto de venta,
y me di cuenta de que me fascinaba.
Cuando terminé la carrera de grado,
resolví hacer un posgrado en Marketing.
En su momento solo lo aplicaba en la
empresa.
Siempre tuve claro que no me gustaba la
parte clínica y mucho menos el paciente
internado. Lo hice un año y lo padecí. Me
cuesta muchos separar las situaciones
de la gente, me amargaba, no me hacía
bien. No tengo esa entereza emocional
para ver esas situaciones y que me sean
indiferentes. Después también tuve la
experiencia de hacer dos años de estética;
lo que ocurría era que le ponía la vida
a cada paciente y me di cuenta de que
me sacaba mucha energía. Hice todo
ese camino, viendo en qué me podía
desempeñar, y con la idea de que no
era lo que más me gustaba. Siempre
me gustó saber más de los alimentos
y de la química, y estar del lado del
consumidor. Empecé a trabajar para
empresas como Johnson & Johnson,
Kraft Foods, y simultáneamente hacía
talleres en jardines. De ahí surge la
posibilidad de estar en el programa
“Creo que una empresa que subestima al consumidor en su
comunicación, le está errando”
“El uruguayo está más consciente y más
preocupado por lo que lleva a su mesa”
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Caleidoscopio (canal 10). Después me contrató Nestlé para hacer
un micro para canal 12, y me quedé ahí durante cinco años.
La idea de marketing nutricional no estaba presente
en las empresas nacionales dedicadas a la fabricación
de alimentos… ¿Cómo hiciste para empezar a trabajar
sobre esa línea?
Cuando entré a Nestlé en 2005 la empresa no tenía nutricionista
ni una unidad de nutrición. En ese año se reguló el rotulado de
alimentos en Uruguay, y las empresas tuvieron que empezar a hacer
las cosas más profesionalmente. Yo entré para cubrir un minirrol,
y eso se fue incrementando y se transformó en un Departamento
de Nutrición, Salud y Bienestar. Ahí empezó a bajar todo lo que
estaba en mi “disco duro” pero que nunca se había juntado: saber
de nutrición, conocer las normativas internacionales, y a su vez
saber cómo está bueno que un producto lo diga, lo muestre y
alcance con un mensaje definido al público al que quiere llegar.
En ese momento se fusionaron todas las disciplinas. A fines de
2010, el departamento había crecido enormemente, y el requeri-
miento era que estuviera mucho más de lo que ya estaba, y evalué
la posibilidad de cerrar esa etapa, porque además era madre de
dos hijos chicos (Emilia de 5 años y Mateo de 9). Y me fui para
mi casa sin tener idea de qué iba a hacer. Me tomé unos días de
descanso y dije: “¿Qué es lo que mejor sé hacer?”. Y me di cuenta
de que era esto: bajar y ponerle contenido de nutrición –científico,
comprobado, confiable– a palabras entendibles, atractivas… y ese
es el marketing nutricional.
Armé esta empresa en enero de 2011. Empecé con los contactos que
tenía: agencias, clientes que ya conocía y ante otros me fui presen-
tando. Me valí mucho de las redes sociales para presentarlo; armé
una muy buena fan page y aprendí a gerenciarla. Y esa red fue lo que
me permitió que el proyecto fuera tomando forma. Si hubiera llevado
adelante este emprendimiento hace cinco años, no hubiera durado.
Hoy creo que es una necesidad, y cuanta más regulación haya en la
región y el país, más profesionales se van a precisar.
Los empresarios que solicitan tu asesoramiento, ¿qué
buscan? ¿Entienden el concepto de marketing nutricional
o se lanzan y dicen: “Vamos a ver qué resulta”?
Te pongo un ejemplo: llega un cliente, que tiene una pyme dedi-
cada a la producción de aceite de oliva y me dice: “Quiero que
me conozcan, tengo poco presupuesto, tengo un producto que
nutricionalmente es muy valioso… ¿qué estrategias proponés?”.
O en el caso de un cliente que va a realizar un nuevo pack, se le
orienta hasta dónde lee el consumidor para que se lea lo que el
cliente quiere que se lea, de forma responsable, ética, seria y sin
engañar al consumidor. De ahí que pensamos qué tipo de estrategia
se aplica más, y veo si lo llevo adelante sola o pido ayuda a otros
colaboradores. Y de a poco vas armando el puzle.
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SEÑAS PERSONALES
Si bien su lengua materna es el castellano, maneja otros cinco idiomas: inglés, alemán, hebreo, portugués y francés. En la terraza de su apartamento en Pocitos tiene una huerta en la que planta hierbas. “Es una forma de que mis hijos tengan algo de contacto con la naturaleza entre tanto cemento”, dice.
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Con presencia multimediaAdemás de tener su web personal (marketingdealimentos.com),
Luciana tiene su blog de coaching nutricional en el sitio web del
diario El Observador. Escribe para el portal 180, revista Bla y
tiene una columna en el programa Abre palabra en Océano FM.
¿No pensaste estudiar comunicación?
Ahora que lo hago, digo: “Yo tendría que haber estudiado comu-
nicación”. Ya no hago cursos de nutrición, ahora estoy estudiando
fotografía, voy a cursos de digital y estoy tratando de aprender lo
que no tuve en la carrera. La radio me parece fabulosa. Hice tele
muchos años, y escribir me gusta mucho también, pero disfruto
más que nada la radio. Lo que hago yo es
traducir a palabras más sencillas conceptos
que pueden sonarle como chino básico a
la gente, para que no se le tenga miedo
y siga siendo un disfrute el comer, pero
sabiendo qué se está llevando a la mesa.
Y, sobre todo, cómo se está educando a
quienes tienen a su cargo. El punto para
mí está ahí, por eso me gusta trabajar con
padres y maestras. Hoy en día, dentro
del programa de Huerta Orgánica de la
Fundación Logros, realizamos talleres de
educación nutricional para trabajar con
las maestras y los niños.
¿Y qué te llama la atención de las
consultas de quienes te escuchan o
te leen?
Es increíble cómo se dispara la cantidad de
entradas en el blog según el tema. Cuanto
más tangible es lo que se está contando, mayor el interés. Las pre-
guntas han variado: ya la gente sabe dónde está la sal, dónde está
el azúcar, que la leche entera y descremada es lo mismo respecto
al calcio y las proteínas. O sea, las preguntas no son tan básicas, la
gente afina más: “¿Qué opinas sobre el aceite alto oleico?”. ¡Antes
era impensable esa pregunta! Te decían que sabían que el aceite
de oliva era bueno, y nada más.
¿Se percibe un mayor cuidado en los uruguayos a la hora
de alimentarse?
Creo que hay mucha desinformación, y cuando no hay informa-
ción vos elegís por indulgencia o por precio. El rubro alimentos
en una casa en Uruguay es altísimo. Y es difícil el pienso –cómo
armar comidas que queden ricas y variadas– y el ejecuto. La
gente creo que no sabe todo lo bueno que puede comprar, y si
sabe o puede comprarlo, después no lo puede usar porque se le
pudre todo en la heladera. Entonces hay como un mix que lleva
a que no comamos tan bien. Los uruguayos comemos calorías
en exceso, pero en detrimento de la buena calidad nutricional.
¿Qué quiere decir? Comemos papa, pasta, arroz, carne, lácteos
(en algunas poblaciones menos de lo que deberíamos) pero nos
falta comer fruta, verdura y pescado, cuando la disponibilidad
está. Mis abuelos y bisabuelos, nutricionalmente no comían
adecuadamente; en aquella época no había demasiada tecnolo-
gía detrás de los alimentos y no había el
estrés con el que se vive hoy. En el medio
surgieron los supermercados, los delivery,
restaurantes, comida rápida, y agarró a
la generación de mis padres, que es una
generación con cero conocimiento nutri-
cional, que jamás te decían: “No comas
esto porque te hace mal, o comé tal fruta
porque es necesaria”. Lo único que decían
era: “Con la comida no se juega”. Ese es el
recuerdo de mi infancia. Esa generación es
la que nos crió a nosotros, y hoy en día los
que estamos criando hijos sí tenemos más
posibilidades de transmitir conocimiento
y deberíamos ser más responsables. A ver,
vos podés darle a tu hijo unos nuggets
porque te sacan de un apuro, lo que no
podés es dárselos todos los días. Ahora
se pasa de la chatarra total, y todo tiene
que ser verde y orgánico. Yo no estoy de
acuerdo. Primero enseñémosle al niño a comer una manzana
todos los días, y después vemos si es orgánico… y, si lo es, fan-
tástico. Ese paso todavía falta, y creo que no hay que ponerse
tan fundamentalistas.
¿No resulta difícil comer bien, rico y barato en Uruguay?
Absolutamente. Yo rescataría el volver a comer comida de casa,
a cocinar simple. Creo que tenemos que usar el concepto de
smartshopping y de smartcooking. ¿Qué es? Planifiquemos,
pongámosle un poco de cabeza. Hay que programar la compra de
la semana, del mes, y así no es necesario cocinar todos los días,
menos si tenés un freezer.