Entre La Luz y La Sombra

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 Entre la luz y la sombra Cuando se ha hablado insistentemente sobre la muerte del arte, parece que hoy se vuelve a tomar conciencia de cómo detrás de una mirada existen otras percepciones que ocultan un trasfondo certero: la imagen sirve, en muchos casos, de pretexto para explicar con elementos desconcertantes lo que no es más que un acto de sinceridad. La ambigüedad, la ironía y la plasmación de conflictos  son, de hecho, herramientas que me sirven para hacer frente a la pérdida p aulatina de referentes. En este sentido, mi obra recurre a la metáfora para articular todo su pensamiento y argumentar, desde una postura con tintes moralista, una búsqueda de la verdad más allá de la propia realidad: reflexiono través de imágenes inquietantes y seductora s, sobre la g randeza y la mezquindad de nuestra existencia. A lo largo d e mi trayect oria artística, siempre he sostenido que el acto de crear sobrepasa a los objetos e influye de manera determinante en nuestro entorno. El simulacro, la contraposición de imágenes, la relación incierta entre la iconografía y su significado, la pintura entendida como artilugio que nos obliga a pensar o las permutas lingüísticas, al margen de otras cuestiones, implican que el artista acota un espacio asignado e introduce los elementos  perturbadores  precisos que no son ni neutros ni neutrales  para sentir y juzgar. Mis imágenes suscitan no sólo el deseo de conocer sino la creación de contornos nuevos variables  que conducen a lecturas muy dispares; escenas que debemos ligar, como ha apuntado en alguna ocasión, Óscar Alonso Molina, a reminiscencias metafísicas. De aquella reconstrucción de imágenes contrastadas sobre un fondo neutro, de aquel espacio inmóvil y silencioso, de no querer reflejar el artificio, de un tímido acercamiento al pensamiento plástico contemporáneo…he pasado a dejarme seducir por una fantasía que podemos tachar de irónica. Y lo he hecho recurriendo a materiales modestos, a un trabajo metódico, lejos de grandilocuencias y

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  • Entre la luz y la sombra

    Cuando se ha hablado insistentemente sobre la muerte del arte,

    parece que hoy se vuelve a tomar conciencia de cmo detrs de una

    mirada existen otras percepciones que ocultan un trasfondo certero:

    la imagen sirve, en muchos casos, de pretexto para explicar con

    elementos desconcertantes lo que no es ms que un acto de

    sinceridad. La ambigedad, la irona y la plasmacin de conflictos

    son, de hecho, herramientas que me sirven para hacer frente a la

    prdida paulatina de referentes. En este sentido, mi obra recurre a

    la metfora para articular todo su pensamiento y argumentar, desde

    una postura con tintes moralista, una bsqueda de la verdad ms

    all de la propia realidad: reflexiono travs de imgenes

    inquietantes y seductoras, sobre la grandeza y la mezquindad de

    nuestra existencia.

    A lo largo de mi trayectoria artstica, siempre he sostenido que el

    acto de crear sobrepasa a los objetos e influye de manera

    determinante en nuestro entorno. El simulacro, la contraposicin de

    imgenes, la relacin incierta entre la iconografa y su significado, la

    pintura entendida como artilugio que nos obliga a pensar o las

    permutas lingsticas, al margen de otras cuestiones, implican que el

    artista acota un espacio asignado e introduce los elementos

    perturbadores precisos que no son ni neutros ni neutrales para

    sentir y juzgar.

    Mis imgenes suscitan no slo el deseo de conocer sino la creacin de

    contornos nuevos variables que conducen a lecturas muy

    dispares; escenas que debemos ligar, como ha apuntado en alguna

    ocasin, scar Alonso Molina, a reminiscencias metafsicas. De

    aquella reconstruccin de imgenes contrastadas sobre un fondo

    neutro, de aquel espacio inmvil y silencioso, de no querer reflejar el

    artificio, de un tmido acercamiento al pensamiento plstico

    contemporneohe pasado a dejarme seducir por una fantasa que

    podemos tachar de irnica. Y lo he hecho recurriendo a materiales

    modestos, a un trabajo metdico, lejos de grandilocuencias y

  • artificios irrelevantes, para centrar mi visin del mundo en esa doble

    mirada que se despliego en las ltimas obras.

    Esta doble visin no hace ms que provocar un enfrentamiento

    directo entre la dispersin que se vive hoy y el pensamiento nico.

    Estamos bajo el signo de la dispersin y sus obras as lo reflejan. No

    hay centro en estas composiciones, todo parece estar fuera de juego,

    como si la sombra proyectada fuese la figura verdadera, la

    protagonista de las escenas. Los cambios de escala o las

    disposiciones de perspectivas son inhabituales y la simulacin es un

    hecho: los trampantojos crean un mundo de ilusiones entre el

    espacio real y la imagen de lo fotografiado. Y a ello aado la sombra.

    Dos mundos iguales y distintos a la vez se superponen para causar

    aquel impacto, del que tanto gustaron los surrealistas, en nuestro

    subconsciente.