Ene menos una...inflexible y personifica una ley que ni los mismos dioses se atreven a transgredir....

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MANEL QUERALT

Ene menos una

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© Manel Queralt i UtrillaEdita: emboscall

www.emboscall.comISBN: 84-96443-51-5Primera edición: Editorial Columna, 1992Primera edición bilingüe: noviembre de 2005Primera dición digital: noviembre de 2013Segunda edición digital: abril de 2015

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Prólogo

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A menudo el aliento le apestaba a pus y losdías en la cama languidecían —entonces, el tiem-po, tan solo a él le pertenecía lila1 . Construía enla sobrecama ciudades con esos recortables quetanto le gustaban. Podría —pensaba— imaginaruna ciudad entrelazada con las casas, un ambien-te físico para una especie que la recorrería. Tam-bién podría diseñar cómo serían sus transeúntesy cuánto tiempo vivirían («Las Moiras son la perso-nificación del destino de cada uno, de la suerteque le corresponde en este mundo. La Moira esinflexible y personifica una ley que ni los mismosdioses se atreven a transgredir. Las Moiras regu-lan la duración —el hilo— de la vida, desde el na-cimiento hasta la muerte: Átropos la hila, Cloto ladevana y Láquesis, cuando quiere, la corta.»)

Podría imponer las normas de un juego paraque determinasen su conducta (“Juego popular in-fantil en el que N jugadores tienen que ocupar N-1esquinas2 y tienen que ir cambiando rápidamentede lado, procurando no quedarse en medio de lacalle sin donde esconderse, ya que quedarían eli-minados.»).

1 La palabra sánscrita lila significa gratuidad absoluta según elVedanta, creación del mundo por diversión divina. (ref. Ese malditoyo de E.M. Cioran)2 Su origen no está demasiado claro, pero según una información

que he encontrado, a mediados del siglo XIV tenía tantapopularidad entre los ingleses que, según los cronistas, EduardoIII se vio obligado a prohibirlo en los jardines de palacio deWestminster porque distraía los debates parlamentarios. Pero,per qué me vienen a la cabeza esta multitud de alimañas (sic) ysus tejemanejes (sic) populares, que se llevan a cabo en el parquede la Ciudadela?

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Normas también que mantuvieran el equili-brio del ecosistema («Un sistema de N componen-tes tiene seguridad N-1, si se puede garantizar queel sistema continuará funcionando aunque falleuno de ellos. Es necesario reponer el elementoaveriado para que el sistema recupere su estadonormal.»)

Podría, por ejemplo, regalar a los transeún-tes la debilidad de la incomunicación como excu-sa para justificar su incapacidad de amarse («Cadauno ve la ciudad a su manera, según sus miedos ysus deseos, y nunca coincide con la imagen queotros tienen. Nos pasamos el tiempo luchando con-tra todos y todo para que escuchen nuestros mo-nólogos, para que se adapten a nuestras ciuda-des. Y así corremos —huimos— buscando amoren las esquinas que, una vez alcanzadas, encon-tramos siempre vacías.»).

Y regalar también, la muerte como premio deconsolación de un juego que nadie gana («En elCafé van a parar seres de todo tipo, extraño pasti-che que se me aparece cómo la antesala de lamuerte.»)

Finalmente, el niño enfermo podría inclusocreerse lo que estaba haciendo, aunque casi siem-pre —aburrido— se dormiría.

En la ciudad, el juego y los chillidos conti-núan.

M.Q.

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(CLOTO)

Debíais haberos quedado en casa,sin mover el culo de la silla...

BOHUMIL HRABAL, Trenes rigurosamente vigilados

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(Un niño enfermizo recortaba edificiosenganchaba deseos imperfectosy escondía miedos tras las esquinas,construía una ciudad con recortablesy sembraba transeúntes: polvo de muñecas.Montones y montones de cartulinasesperaban para ser recortadas,largas colas de muñecas enfilaban,con los ojos cerrados, estantes, paredes y mueblesy ambicionaban ser colocadas.)

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(Escondía las muñecas dentro de bolsasoscuras preñadas de agua y las dejabaaquí y allá, entre edificios altos.Se dormían contra las esquinasy mientras esperaban, inquietas,sentían la duración del silencio:entre latido y latido, una pausa,entre una pausa y otra, roeduras:latidos en las esquinas, tijeras que recortan.«Antes tenéis que leer las instrucciones»)

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(“«Recortad por los contornos marcadoscon líneas continuas, doblad las pestañaspor los puntos suspensivos y dejad caergotitas de cola mientras con la puntade los dedos extendéis una fina película,no olvidéis encajar las esquinascon esmero para que queden perfectasy no desistáis por torpeza en el intentosi tenéis que enganchar la última pestañay no la podéis apretar desde dentro.»”)

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(No paraba de repartir más muñecasde encolar pestañas de cartulinaque no encajan y ensucian los dedos,la droga escala paredes y tejados.Las manos atadas a las tijeraslos roces se mezclan con la fiebre,niños enfermizos compran recortablespara pasar el rato y después se van:legan nidos de muñecas bajo los edificiospor calles tendidas hacia donde muere la luz.)

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(Fijadas en la vagina del tiempo,después ya no volverían a sentirel peso del silencio sobre las sienes,ni el ritmo acelerado de las roedurascuando aquella inquietud les removiólas entrañas y la bofetada del azarles clavó un alma en el culo: llantos y chillidosdesesperados rasgaban las membranasde la voz y los párpados se reavivabancon la luz y las primeras imágenes.)

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(Asustadas, giraban la cabezaa un lado y a otro y tan sólo habíaesquinas, miles. Deseaban empezara correr, sin saber por qué, correr, huir...Si se les pregunta, no lo recuerdan.Encerradas, erraban sonámbulas,colgaban de hilos de amor ilusorioscómo meros títeres que insistieranen mantenerse derechos y en crecercon el indeciso colgado entre las juntas.)

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(Avanzaban con movimientos torpestambaleándose y cayendo porqueles pesaba el culo, pero se empeñaban,costara lo que costara, en conseguiresquinas donde los platos o se encontrabanllenos y se dejaban medio vacíos, o estaban mediovacíos y se abandonaban llenos. La bocacompletamente abierta: tragar o vomitarla comida caliente: la muerte escaldada,empezar a sentir su peso en el vientre.)

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(Y bajo el pecho dos agujerosque absorbían y escupían esputos:sorbos de sangre que repartían pulsohasta la punta de los dedos, miles de hilosestiraban los límites de los sentidosy aferraban los despojos de un cuerpoempeñado en crecer —pesado lastre.Les surgían espinas entre la carney enfurecidas se arrancaban el tiempoen escamas, reseco sobre la piel.)

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(«...No paréis de recortar y colocarcasas y muñecas y cumplid las normas:“Un juego popular donde ene jugadoreselegidos todos a azar, ambicionanocupar ene menos una esquinas.Es necesario que cada participante cambierápidamente de esquina procurandono quedar en medio de la calle ya quequedaría eliminado. Transmutarla ciudad después de cada jugada.”»)

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(El riesgo de encontrarse en medioy ver que las esquinas se escapandel alcance de la mano —instantes de miedoocultos bajo risas y aspavientos—ciudades que cambian ya sin retornoy muñecas de ojos grandes, inciertos...«“...Y excluid al jugador eliminadoy, para poder mantener niveladala fiesta, dejad que un nuevo transeúntecomience— no penséis dónde van las eliminadas.”»)3

3 «La empresa distribuidora de los recortables que, por otrolado, dispone de los derechos exclusivos, deriva toda respon-sabilidad al constructor por el posible desengaño —y sus con-secuencias— debido al mal uso del material y/o al incum-plimiento de las normas.»

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(LÁQUESIS)

...me atormenta la melancolía, porqué soyun ser que es necesario llenar, que se debellenar, pero: hay demasiados rostros quese imaginan que pueden participar, siem-pre hay demasiados rostros...

THOMAS BERNHARD

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(Recorro una nueva ciudad y dejoque me crezca ajustada, precisa,que me abrace con todos sus detallessin los cuales nunca sería completa.De las esquinas aparecen muñecasque se escapan de mi imaginario.Sus ojos me atraen con insistenciahacia otras calles, otros intereses:«Ven conmigo, ven, sígueme y verás!»¿Por qué me pides que rompa mi sueño?)

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(Las rompo y las construyo de nuevo,vanidad, porque siento que me reclamantranseúntes de otras ciudades, las mismasque superpuestas no encajarán nunca.En los espacios que compartimos a mediasno coincidimos: rechazo sin contemplacionesde lo que no se ajusta a nuestro rasero,ni deseos: muros entre los chillidos del tiempo,cuervos marinos que se ríen de la pescafallida y del infortunio de los intentos.)

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(Atrapados en medio de todo, recortes de cieloenvuelven los miedos, la angustiapesa y baja y la droga extiende superfume entre los habitantes que rehuyenel preludio, siempre desde el primerdía, más viejos, del premio que se aplaza.«¿Por qué te querría en mi ciudadsi no es para hacerla más tolerable?»Incisiva, la soledad no me matapero me irrita su dolor acostumbrado.)

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(Y persigo afecto por ciudadesque nunca son las mías, me imaginany me reclaman como un préstamo más.Cuando las creo, también quiero que sus rostrosreaparezcan de entre mis calles,pero siempre se pierden y siempre me pierdo.Desde las esquinas, tanto tiempo tras los ojos,no amo a nadie más allá de los iris.La cabeza como dentro de una bolsa que se quedasin aire: el plástico aplastado contra los labios.)

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(De aquí a aquí, no hay mucho. De aquí a allí,tampoco. De aquí al más allá, es muy fácil.Pero, de aquí a ti, es imposible.Quizá esté en paz conmigo mismo y mi entorno,quizá también pueda tener cubiertaslas cenizas bajo las hojas del bosque.Pero tú, tú que andas delante de míy me miras, te escabulles detrás de mis esquinasy no vuelves, ¿por qué, si tu deseoy la ciudad conviven dentro de mí, no vuelves?)

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(Hay días en los que no hablas con nadiey en la boca cerrada tanto tiempose pasta la saliva y el aliento hiede.Hay días en los que tampoco hablas solo,quizá, porque nunca te has atrevido a hablarsolo por miedo a palpar —después de una catafugaz y escondida, vergüenza de loco—la muerte que a menudo se reseca en tus labios.Reniegas porque la costra te molesta:«¡Maldito y perseverante monólogo!»)

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(Hay días que el escudo es más pesadoque de costumbre y no puedo soportarel peso de las gafas sobre mi nariz.Y quizá llegarías a pensarque seria posible levantártelasy con un gesto provocado y claro, dejarque las imágenes del mundo te llegaranlimpias, que el nervio se tensara y absorbieratodas las esquinas y las ciudadesque tuvieran cabida en la mente.)

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(Absorbería la luz y después el airey detrás del aire, el polvo y los grumosque se desgranan, entonces el barro y el aguay el río que quiere la sal y el fondo del mary la tierra que esconde y, dentro de la tierra,el fuego que en la cabeza todo lo abrasa.Hay días que el tiempo es muy denso,más que de costumbre y no puedo soportarel peso del escudo sobre mi nariz:guardo las gafas y me arranco los ojos.)

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(Mezcla de mil sueños perdidos en el fondode ciudades hambrientas, andamos por hilosde calles, serpentinas de papellanzadas al silencio y a la aventura,ovillos trenzados que no crecen ni se reducencalles que existen en el intríngulis:transeúntes y caprichos que se estirany se encogen con los deseos... calles.«¿No sientes como el desengaño de encontrarsiempre las esquinas llenas te acorta la vida?»)

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(ÁTROPOS)

Era como una herida triste, la calle que noacababa nunca, con nosotros al fondo, deun lado a otro, de una pena a otra, hacia elfin que no se ve nunca, el fin de todas lascalles del mundo.

L.F. CÉLINE

por la galería oscura de los bulevares, en las afuerasde la ciudad, frecuentada per les almas

perdidas, crucificados inmundos sin espinasP.P. PASOLINI

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(Las gordas divas refriegan sus enormessenos por encima de las miradasque desean los pezones finos y erectosque esconden las ceñidas muselinas,recogen babas con ojos despectivosy untan los sexos con indiferencia,pasan y repasan deseos con gruesosdedos y arrean puntapiés a rostrosque ahogan grititos entre piernas carnosas.Sabemos que nunca oiremos cantatas.)

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(Jóvenes tenores refriegan su sexoendurecido por encima de las miradasque en secreto suspiran por el cuerpo erectoque esconden las ajustadas calcillas.Las caderas piden placer a lenguasextrañas para que su aliento mantengacálido y húmedo el glande hinchado de la fiesta.Los muñones se entrelazan solidariosen busca de actos compasivos, magnánimos.Sabemos que nunca seguiremos las arias.)

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(Los coros trenzan las cuerdas y calientanla garganta con la sangre de muñecas vírgenes,el sexo extiende la noche roja al fondo de bocasávidas y los labios sorben los restosy la lengua lame los pliegues más íntimos.Las voces hacen gárgaras, se agrupan, cantany cada una de ellas afina el infortunioy de reojo, envidiosas, se sonríen.El canon de la ciudad se descompasaporque cada cual sueña con su solo.)

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(Y el resto somos claque, titís huérfanosentrenados para aplaudir y mover el culoy esperar voluptuosidad de las batutas.La medida del tiempo ya no nos pertenece,los directores nos quitan los relojessólo entramos y nos someten a susmetrónomos: ningún compás donde aferrarsedurante la caída al pozo del silencio,quizá el aire en el rostro y el vértigo.En el café no se estrenarán óperas.)

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(“«...Anexos a las instrucciones: Premiosde consolación para los perdedores...» ”Los cafés están llenos y fuera hacen cola,se esperan y dentro la realidadrueda entre cuerpos y afanes consumidosen las esquinas: odios y tristezas.«Mira quién entra. El ambiente y las mesasllenas las atrae hacia el espectáculo».Las muñecas que han perdido todo deseo vienenen sillas de ruedas, sin piernas.)

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(Tropieza con el escalón de la entraday sale proyectada, un vuelo corto y rápido,ojos desconcertados, embobada,y va a romper con los dientes contra la barray después cae, magnífico aterrizaje,cerca de una borracha que gritaa sus fantasmas: «¡...sangre, sudor y hierro!»No dejan de recitar sus monólogossólo callan cuando hay estas entradasdivertidas... saben que el tiempo se escapa.)

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(Se arrastra y quiere volver a la silla,al último contacto con el exterior,pero una sonrisa maliciosa se escurrepor la sala y se reemprenden los monólogossuspendidos. Recuento de dientes perdidos,con la mirada rellena de cristales,cortaría a trocitos todos esos cuerpos:«Odio fresco que viene de las esquinas »De los sexos sorben restos de amor,ya nadie se agachará a besarlas.)

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(Gritan, gritan para acallar monólogosy atraer la atención de aquellos seresennegrecidos que posan sobre los púlpitos.A ras de suelo, irritan las numerosasbravatas: ronquera de las sillascuando se arrastran entre los años.Las muñecas piden favores bajo las mesas,gotea la falsa cera de los candelabros4

y en la pared damitas pintadas:muchachitos disfrazados que ríen y bailan.)

4 «Los cirios gotean lentamente en el silencio, PEROGOTEAN...» de la poesía Camno vía o paso, en el libro Lostentáculos (1945) de Manuel de Pedrolo.

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(Un rumor puede nacer suave, ganarla incertidumbre, crecer y extendersede golpe desde y por todas las esquinasde la sala, envuelve, avisa, cose nudosen los intestinos, gritos de batalla: «¡Vacante!».Con la oportunidad te quedas sin aire—la carpa se deshincha muy despacio,existe la muerte entre la lona y los labios—si no la aprovechas, te arrastrarás siempre.«Y después de huir tanto, ¿dudarías?»)

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(Por todas partes un ruido uniformenace bajo el laberinto de las mesas,muchas muñecas fuera de sí, aparecende entre un bosque de patas, otra vez codician,no existen alternativas, se precipitan.«Deprisa he subido a una silla,no tenía base: cuatro arcos de maderay en la ojiva una lanza con punta de sierra.»El anzuelo es de entrada suave y de retrocesohorrible. Ensartadas por el culo, se miran.)

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(Están en la sombra, detrás de la luz blancaque desprenden esas mesas de mármol,esconden cuerpos de piel ceniza y tristepero no las voces que crujen y chasquean:monólogos grotescos de sobremesa.«¿Qué les pasa, por qué sacan una lenguatan larga y la mueven a ambos ladosy repasan, y me repasan la cara?Y con la puntita de la lengua llamana mis oídos, piden que las escuche.»)

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(Los monólogos lanzan las envanecidaslenguas que entrelazadas discutena muerte para ganar el turno de la palabra:«...entonces, como iba diciendo, cuando yo estabaen las esquinas hacía esto y aquello otro...»Lentamente, de tristeza se les dobla el cuerpo,pliegues y rincones desaparecen bajoel hollín que se acumula en los viejos fetos,la piel se encoge hasta ganar los huesos:ojos grandes y redondos, yertos, no parpadean.)

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(Los ventiladores del techo se parani sus grandes ejes descienden lentamentehasta tocar las cabezas secas de las muñecas.La nafta pastosa de las espátulasconsigue pescarlas por los pelosy de nuevo empieza a girar la feria:«¡Fiesta! Golpead las bolsas hasta que callen.Esparcid por doquier sus restos. ¡Divertíos! »En el suelo, una lengua-serpentinasale de un último pliegue, lucha, se menea...)

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(Epíteto)

...mujeres cruzaban las cabezas, primerodel lado izquierdo, luego del lado derecho,y besaban, al aire, al vacío, tal vez a algúncabello suelto, de manera que ambas sin-tieran el efluvio de los besos pero no sucalor. «Nunca vi un muerto semejante, telo prometo...»

Cinco horas con MarioMIGUEL DELIBES

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(¿Acompañado, echado en la cama de las nocheselegidas de entre las que aún me quedande nuevo para hacer el amor con las sombrasy acercarme a los cuerpos que cada díapasan más lejos de todos mis sentidos?Tanteo y no me arriesgo con ningún amorporque temo el desencanto del despuéscuando con la pasión ya relajadacrece abismo entre las miradas vacías.¿Es real que hemos llegado a estar juntos?

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(Hoy no te entregas del todo, no sabesbien por qué te invade el desaliento.Le dices que estás cansado que prefieresdormir y que mañana será otro día.Miras al techo vacío y te hundesbajo la cama, te hundes bajo la casae intentas escapar hacia las cloacas.El insomnio tiene granitos de arenamolestos entre los labios y las encías:conversaciones de la noche y sus objetos.)

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(Proscribes el oído en un gulag voluntario:tapones de cera para no escucharen la noche los otros duetos de amor.Con los ojos cerrados, sólo el zumbidodel silencio da vueltas, monótono,y su fricción no te deja dormir.Te angustia el roce de la aguja sobreel vinilo desgrabado que mudo gira:sangre viva en las sienes y certezade que tú y tu muerte estáis muy solos.)

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Esta edición digital de Ene menos una,obra original de Manel Queralt,

se ha hecho en Barcelonaen abril de 2015.