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¿En qué afecta la Ley Monsanto a la producción orgánica y agroecológica? La consolidación de la industria semillera aumentará los riesgos de contaminación genética y química, y de pérdida de mercados para la agricultura orgánica, muy importante en las regiones del BioBio, Maule, Los Ríos y Chiloé. Esta es una actividad económica en expansión, que según ODEPA cuenta con más de 110.000 ha. certificadas, con exportacio- nes en crecimiento. Además, las prácticas agroecológicas, requieren semillas li- bres de plaguicidas y transgénicos. La producción agroeco- lógica se apoya en la biodiversidad para encarar los desafíos provenientes del cambio climático y otras dificultades. Asi- mismo, la práctica del intercambio de semillas y el estable- cimiento de huertos urbanos y comunidades agroecológicas hoy se ha extendido a lo largo del país como una forma de vida saludable y de resistencia de colectivos y comunidades conscientes. ¿En qué países hay cultivos transgénicos (CT) y cuántas hectáreas se han sembrado? El cultivo comercial de transgénicos comenzó en EE.UU. en 1996. Los principales cultivos corresponden a soya, maíz, algodón y raps (canola o colza). En 2014, de 196 países del mundo, sólo 27 tienen siembras transgénicas, que ocupan 175 millones de hectáreas (ha), un 11% de la superficie cul- tivable del mundo. Se concentran en ocho países, la mayo- ría del Tercer Mundo: Estados Unidos (70,1 millones de ha, Brasil (40,3 millones), Argentina (24,4 millones), India (11,0 millones), Canadá (10,8 millones), China (4,2 millones), Pa- raguay (3,6 millones) y Sudáfrica (2,1 millones). (Fuente: ISAAA, 2014). ¿Se alimenta el mundo de transgénicos? Son tres los principales CT: el maíz, la soya (forraje prin- cipalmente) y el algodón. Los cultivos no transgénicos en cambio son miles de especies y millones de variedades lo- cales desarrolladas por los campesinos. La mayoría de los pequeños agricultores no usa químicos y produce el 70% de los alimentos del mundo. Quienes cultivan transgénicos constituyen menos del 1% de los 2.600.000.000 millones de agricultores del mundo. Monsanto produce el 91% de las semillas transgénicas, más caras por estar registradas con una patente, aumentando sus ingresos al vender también in- sumos agroquímicos y apuntando al control de los pueblos a través de la alimentación. ¿Cuál es la situación en Chile? En nuestro país aún estamos a tiempo para detener los CT. Ocupan menos de un 2% de la superficie total cultivable. En la temporada 2013/2014 los CT de exportación cubren 23.916,09 hectáreas según cifras de SAG a julio de 2014. El maíz es el princi- pal cultivo (19.533,46 ha), seguido por el raps o canola (2.838,32 ha) y la soya (1.542,89 ha). Los otros CT son tomate, vid, zapa- llo y arroz. Las regiones con mayores CT son Maule (10.848,17 ha), O’Higgins (6.538,09 ha), Metropolitana (3.567,69) y Biobío (2004,56 ha). La región más contaminada por maíz transgénico es la del Maule, con 9.920,50 ha, luego están la región de O’Higgins con 5.931,95 ha y la Metropolitana con 3.346,73 ha. El raps o canola se concentra en las regiones del Maule (340 ha) y Biobío (1.705,21 ha). La región de Arica y Parinacota tiene 50 ha de maíz transgénico. En esta región se han instalado Maraseed, Syngenta, Pioneer, Tuniche, Massai y Monsanto y la producción aumentará en centenares de hectáreas en Pampa Concordia. Con fines de control social, los ciudadanos podemos consultar por transparencia al SAG la ubicación exacta de estos cultivos gra- cias a una sentencia emitida por el Consejo para la Transparencia en 2012, en respuesta a una solicitud de la Alianza por una Mejor Calidad de Vida (RAP-Chile). Se logró así romper con décadas de secreto impuesto por las compañías semilleras que aún obstaculi- zan la oportuna entrega de información. ¿Qué dicen los científicos? La Carta Abierta de Científicos del Mundo a Todos los Gobiernos llama a “la suspensión inmediata de toda liberación ambiental de cosechas y productos GM, ya sea comercialmente y en pruebas de campo abierto, por al menos 5 años y a revocar y prohibir las patentes sobre organismos, tejidos celulares y seres vivos”. El Institute of Science in Society hizo el llamado suscrito a mayo de 2014 por más de 800 destacados científicos de 84 países, inclui- dos los doctores David Bellamy y Brian Hursey, del Reino Unido; David Ehrenfeld y Jonathan King, de USA, Tewolde Egziabher de Etiopía, David Susuki de Canada, Vandana Shiva de India, y Gilles Seralini de Francia. ¿Existen estudios que prueben los daños de los CT? Gilles Séralini y su equipo de Criigen, Universidad de Caen, Francia realizaron el primer estudio de toxicidad a largo plazo de ratas alimentadas por dos años con maíz GM NK603 de Monsanto y agua contaminada con el herbicida Roundup (Long term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant genetically modified maize), publicado por Food Chem. Toxicol. (2012). El estudio fue retirado de la revista un año después por presión de la industria ante el gran impacto que tuvo, y republicado en 2014 luego de una nueva revisión de pares en la revista Environmental Scien- ces Europ (2014). La investigación encontró daños en pulmones e hígado de los machos, y desórdenes hormonales en ratas. Las altas tasas de tumores de gran tamaño y la mortalidad prematura en la mayoría de los grupos alimentados con transgénicos fueron hallazgos adicionales inesperados. Las posibles causas eran alte- ración endocrina ligada al Roundup y la acción del transgen sobre el metabolismo. El gobierno de Austria demostró en un estudio que la alimentación con transgénicos dañó seriamente la fertilidad de ratas alimentadas con maíz transgénico, las cuales tuvieron menos descendencia en la tercera y cuarta generación. Puztai demostró tempranamente que las toxinas de la papa transgénica permanecen en el tracto digestivo de las ratas generando efectos negativos a nivel celular. ¿Cuál es el impacto de los plaguicidas que se usan en CT? El problema de los CT también está relacionado con los agrotóxicos usados, por ej., el glifosato. Este herbicida, además de dañar la biodiversidad, fomentar la aparición de malezas resistentes y la ex- pansión de las tolerantes, está vinculado con el aumento de cánce- res y malformaciones en comunidades cercanas a las plantaciones donde es aplicado. En Argentina el doctor Andrés Carrasco, de la Universidad de Buenos Aires, recientemente fallecido, constató que el glifosato produce alteraciones en el embrión de anfibios, que ori- ginan malformaciones congénitas. El puso estos hallazgos a dispo- sición de las madres que en los pueblos sojeros vivían esa durísima realidad, erigiéndose en ejemplo de la ciencia independiente. ¿Cómo detener la invasión de los CT? Construyendo soberanía alimentaria desde nuestras comunida- des, recuperando las tecnologías tradicionales, conservando la biodiversidad y respetando la diversidad productiva y cultural. Generando a nivel local, regional y nacional propuestas de polí- ticas públicas de protección de la semilla campesina y las prác- ticas agroecológicas. ¿Qué puedo hacer yo? ¡Correr la voz y distribuir este folleto! Sembrar, e intercambiar semilla campesina. Unirse a la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile por la moratoria a esos cultivos. Exigir el etiquetado obligatorio de alimentos procesados que contengan transgénicos y no consumirlos. Hacer acciones de autoetiquetado. Tejer redes de consumidores y productores agroecológicos. Permanecer alerta y movilizarse si se activa la tramitación de las leyes pro UPOV 91 y transgénicos. EN DEFENSA DE LA SEMILLA NATIVA Y DE UN CHILE LIBRE DE PATENTES, TRANSGÉNICOS Y PLAGUICIDAS MORATORIA A LA INTRODUCCIÓN DE TRANSGÉNICOS ALIANZA POR UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA (RAP-CHILE) Alonso de Ovalle N° 1618 / oficina A Santiago Centro, Chile Teléfono: (56 – 2) 2 6997375 e-mail: [email protected] www.rap-al.org, www.rap-chile.com 2014 Esta publicación fue financiada por la FRL con fondos del BMZ

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¿En qué afecta la Ley Monsanto a la producción orgánica y agroecológica?

La consolidación de la industria semillera aumentará los riesgos de contaminación genética y química, y de pérdida de mercados para la agricultura orgánica, muy importante en las regiones del BioBio, Maule, Los Ríos y Chiloé. Esta es una actividad económica en expansión, que según ODEPA cuenta con más de 110.000 ha. certificadas, con exportacio-nes en crecimiento. Además, las prácticas agroecológicas, requieren semillas li-bres de plaguicidas y transgénicos. La producción agroeco-lógica se apoya en la biodiversidad para encarar los desafíos provenientes del cambio climático y otras dificultades. Asi-mismo, la práctica del intercambio de semillas y el estable-cimiento de huertos urbanos y comunidades agroecológicas hoy se ha extendido a lo largo del país como una forma de vida saludable y de resistencia de colectivos y comunidades conscientes.

¿En qué países hay cultivos transgénicos (CT) y cuántas hectáreas se han sembrado?

El cultivo comercial de transgénicos comenzó en EE.UU. en 1996. Los principales cultivos corresponden a soya, maíz, algodón y raps (canola o colza). En 2014, de 196 países del mundo, sólo 27 tienen siembras transgénicas, que ocupan 175 millones de hectáreas (ha), un 11% de la superficie cul-tivable del mundo. Se concentran en ocho países, la mayo-ría del Tercer Mundo: Estados Unidos (70,1 millones de ha, Brasil (40,3 millones), Argentina (24,4 millones), India (11,0 millones), Canadá (10,8 millones), China (4,2 millones), Pa-raguay (3,6 millones) y Sudáfrica (2,1 millones). (Fuente: ISAAA, 2014).

¿Se alimenta el mundo de transgénicos?

Son tres los principales CT: el maíz, la soya (forraje prin-cipalmente) y el algodón. Los cultivos no transgénicos en cambio son miles de especies y millones de variedades lo-cales desarrolladas por los campesinos. La mayoría de los pequeños agricultores no usa químicos y produce el 70% de los alimentos del mundo. Quienes cultivan transgénicos constituyen menos del 1% de los 2.600.000.000 millones de agricultores del mundo. Monsanto produce el 91% de las semillas transgénicas, más caras por estar registradas con una patente, aumentando sus ingresos al vender también in-sumos agroquímicos y apuntando al control de los pueblos a través de la alimentación.

¿Cuál es la situación en Chile?

En nuestro país aún estamos a tiempo para detener los CT. Ocupan menos de un 2% de la superficie total cultivable. En

la temporada 2013/2014 los CT de exportación cubren 23.916,09 hectáreas según cifras de SAG a julio de 2014. El maíz es el princi-pal cultivo (19.533,46 ha), seguido por el raps o canola (2.838,32 ha) y la soya (1.542,89 ha). Los otros CT son tomate, vid, zapa-llo y arroz. Las regiones con mayores CT son Maule (10.848,17 ha), O’Higgins (6.538,09 ha), Metropolitana (3.567,69) y Biobío (2004,56 ha). La región más contaminada por maíz transgénico es la del Maule, con 9.920,50 ha, luego están la región de O’Higgins con 5.931,95 ha y la Metropolitana con 3.346,73 ha. El raps o canola se concentra en las regiones del Maule (340 ha) y Biobío (1.705,21 ha). La región de Arica y Parinacota tiene 50 ha de maíz transgénico. En esta región se han instalado Maraseed, Syngenta, Pioneer, Tuniche, Massai y Monsanto y la producción aumentará en centenares de hectáreas en Pampa Concordia. Con fines de control social, los ciudadanos podemos consultar por transparencia al SAG la ubicación exacta de estos cultivos gra-cias a una sentencia emitida por el Consejo para la Transparencia en 2012, en respuesta a una solicitud de la Alianza por una Mejor Calidad de Vida (RAP-Chile). Se logró así romper con décadas de secreto impuesto por las compañías semilleras que aún obstaculi-zan la oportuna entrega de información.

¿Qué dicen los científicos?

La Carta Abierta de Científicos del Mundo a Todos los Gobiernos llama a “la suspensión inmediata de toda liberación ambiental de cosechas y productos GM, ya sea comercialmente y en pruebas de campo abierto, por al menos 5 años y a revocar y prohibir las patentes sobre organismos, tejidos celulares y seres vivos”. El Institute of Science in Society hizo el llamado suscrito a mayo de 2014 por más de 800 destacados científicos de 84 países, inclui-dos los doctores David Bellamy y Brian Hursey, del Reino Unido; David Ehrenfeld y Jonathan King, de USA, Tewolde Egziabher de Etiopía, David Susuki de Canada, Vandana Shiva de India, y Gilles Seralini de Francia.

¿Existen estudios que prueben los daños de los CT?

Gilles Séralini y su equipo de Criigen, Universidad de Caen, Francia realizaron el primer estudio de toxicidad a largo plazo de ratas alimentadas por dos años con maíz GM NK603 de Monsanto y agua contaminada con el herbicida Roundup (Long term toxicity of a Roundup herbicide and a Roundup-tolerant genetically modified maize), publicado por Food Chem. Toxicol. (2012). El estudio fue retirado de la revista un año después por presión de la industria ante el gran impacto que tuvo, y republicado en 2014 luego de una nueva revisión de pares en la revista Environmental Scien-ces Europ (2014). La investigación encontró daños en pulmones e hígado de los machos, y desórdenes hormonales en ratas. Las altas tasas de tumores de gran tamaño y la mortalidad prematura en la mayoría de los grupos alimentados con transgénicos fueron hallazgos adicionales inesperados. Las posibles causas eran alte-ración endocrina ligada al Roundup y la acción del transgen sobre el metabolismo.

El gobierno de Austria demostró en un estudio que la alimentación con transgénicos dañó seriamente la fertilidad de ratas alimentadas con maíz transgénico, las cuales tuvieron menos descendencia en la tercera y cuarta generación. Puztai demostró tempranamente que las toxinas de la papa transgénica permanecen en el tracto digestivo de las ratas generando efectos negativos a nivel celular.

¿Cuál es el impacto de los plaguicidas que se usan en CT?

El problema de los CT también está relacionado con los agrotóxicos usados, por ej., el glifosato. Este herbicida, además de dañar la biodiversidad, fomentar la aparición de malezas resistentes y la ex-pansión de las tolerantes, está vinculado con el aumento de cánce-res y malformaciones en comunidades cercanas a las plantaciones donde es aplicado. En Argentina el doctor Andrés Carrasco, de la Universidad de Buenos Aires, recientemente fallecido, constató que el glifosato produce alteraciones en el embrión de anfibios, que ori-ginan malformaciones congénitas. El puso estos hallazgos a dispo-sición de las madres que en los pueblos sojeros vivían esa durísima realidad, erigiéndose en ejemplo de la ciencia independiente. ¿Cómo detener la invasión de los CT?

Construyendo soberanía alimentaria desde nuestras comunida-des, recuperando las tecnologías tradicionales, conservando la biodiversidad y respetando la diversidad productiva y cultural.

Generando a nivel local, regional y nacional propuestas de polí-

ticas públicas de protección de la semilla campesina y las prác-ticas agroecológicas.

¿Qué puedo hacer yo?

¡Correr la voz y distribuir este folleto! Sembrar, e intercambiar semilla campesina. Unirse a la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile por la

moratoria a esos cultivos. Exigir el etiquetado obligatorio de alimentos procesados que

contengan transgénicos y no consumirlos. Hacer acciones de autoetiquetado.

Tejer redes de consumidores y productores agroecológicos. Permanecer alerta y movilizarse si se activa la tramitación de las

leyes pro UPOV 91 y transgénicos.

EN DEFENSA DE LA SEMILLA NATIVAY DE UN CHILE LIBRE DE PATENTES, TRANSGÉNICOS Y PLAGUICIDASMORATORIA A LA INTRODUCCIÓN DE TRANSGÉNICOS

ALIANZA POR UNA MEJOR CALIDAD DE VIDA (RAP-CHILE)

Alonso de Ovalle N° 1618 / oficina A Santiago Centro, ChileTeléfono: (56 – 2) 2 6997375e-mail: [email protected], www.rap-chile.com

2014

Esta publicación fue financiada por la FRL con fondos del BMZ

La semilla criolla y campesina, corazón de la pequeña agricultura, es invisible como sus guardadoras (cuidadoras), la mayoría de las veces mujeres indígenas. Encierra el comienzo y el fin del ciclo de la vida y está asociada al respeto a la naturaleza y al conocimiento tradicional, la historia y la cultura comunitaria.

¿Qué es la soberanía alimentaria?

Es el derecho que tienen los pueblos para decidir libremente qué, cómo y dónde producir sus alimentos según su cultura, tradición y necesidades. Para ejercerla se necesitan semillas, agua y tierra que permitan producir alimentos sin plaguicidas ni transgénicos. ¿Qué semillas producen alimentos sanos?Las semillas nativas son las originarias de Chile, como el canelo, el boldo, la frutilla, el poroto, la papa, el tomate que también han tenido una evolución a partir de quienes las han cultivado y se-leccionado ancestralmente. Las variedades antiguas o tradicionales son aquellas introducidas de otros continentes (manzanilla, arroz) y adaptadas a nuestro clima por el trabajo de muchas generaciones de campesinos e indígenas, los primeros “obtentores”. Su aclima-tación constituye una suerte de “biotecnología doméstica” y apro-piación colectiva, en un proceso ininterrumpido hasta hoy. Finalmente, las variedades estándares o corrientes son variedades locales no híbridas, económicas, desarrolladas el siglo pasado por empresas semilleras y que producen descendencia viable. Al-gunas, como el ají cristal, el tomate calace, el melón Dew Green Flesh, con los años se han hecho locales en el norte. Las variedades nativas, las tradicionales y las estándares tienen un mejor desem-peño frente al cambio climático, en comparación con los híbridos. Las variedades nativas, las antiguas y las estándares son patrimo-nio de los pueblos campesinos e indígenas y de quienes aman la vida. El Estado no promueve su uso. Por eso hoy son semillas en resistencia.

¿Qué son los trafkintu o intercambio de semillas?

Son espacios sociales y comunitarios utilizados para intercambiar semillas, saberes y sabores, en defensa del conocimiento tradicio-nal, la biodiversidad y la soberanía alimentaria, sin intervención del dinero, basados en la reciprocidad, la cooperación. Florecen en todo el territorio nacional.

¿Cuáles son las semillas que tienen dueño?

Las semillas privatizadas son las variedades “mejoradas” o “cer-tificadas” que se registran para lograr una mejor comercialización, de alto precio, utilizadas por la agroindustria, tales como el maíz Dekalb o el tomate bobcat. Su cultivo está ligado al uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes, bajo el señuelo de ahorrar mano de obra y asegurar rendimiento. INDAP distribuye este paquete tec-nológico a la pequeña agricultura. La mayoría de las variedades registradas son tratadas con fungicidas o insecticidas y degenera al reproducirse. Están registradas (patentadas) en el SAG según lo estipulado por la actual Ley de Semillas y el Convenio UPOV 78, firmado por Chile en 1996. Entre los obtentores que lucran con la

semilla patentada están la transnacional Monsanto, Bayer, Dupont/Pio-neer y diversas empresas transnacionales y nacionales como el clan al que pertenece la senadora Ena von Baer. Quien privatice toda la semilla, controlará la alimentación de los pueblos.

¿Qué son las semillas transgénicas?

Las variedades transgénicas o “eventos” se obtienen en laboratorio mediante la inserción en el gen de una semilla, de genes foráneos, pro-venientes de virus, bacterias o animales, con el fin (entre otros) de conferirle rasgos como la tolerancia al herbicida Roundup y/o al 2,4 D, o para convertir la semilla en una planta insecticida, a través de la incorporación de genes de una bacteria (bacilus thuringensis, bt) que actúa contra ciertas plagas. Estas alteraciones, que no ocurren por sí solas en la naturaleza, rompen las barreras naturales entre reinos y provocan diversos daños en la salud humana y en los ecosistemas. Pueden alterar de manera inesperada y distinta la estructura genética, influir en los genes contiguos, afectar los genes modificadores; y/o al-terar el efecto de la suma de genes.En los últimos años la industria ha desarrollado transgénicos con más rasgos, llamados eventos apilados, en respuesta al fracaso de los transgénicos ante la aparición de insectos y malezas resistentes al herbicida Roundup y otros. Monsanto desarrolló en Argentina la soya Intacta RR2 PRO que actúa contra orugas produciendo la proteína Cr-y1Ac, también es tolerante al Roundup (glifosato) y promete aumentar el rendimiento. Dow espera la aprobación de soya tolerante a 2,4 D - un herbicida con efectos neurotóxicos comprobados - y a otros dos herbi-cidas, glufosinato de amonio y glifosato.

¿Cuál es el rol de los semilleros transgénicos?

En Chile, la actual normativa no permite cultivar transgénicos para el mercado interno pero incentiva su exportación, con escasa fiscali-zación de sus riesgos. Monsanto, Dupont/Pioneer y otras empresas agrupadas en ANPROS (Asociación Nacional de Exportadores de Se-millas) proveen de semillas transgénicas a Estados Unidos y Canadá, entre otros grandes productores de cultivos transgénicos (CT). Expor-tan semillas transgénicas de maíz, raps y soya y tomate, reproducidas

mediante el cruzamiento del transgénico original resistente a uno o más plaguicidas, con semillas híbridas que le confieren sus caracte-rísticas de tamaño, color y rendimiento.

¿Por qué está en peligro la semilla campesina?

Hay tres iniciativas legales que permiten a las multinacionales la pri-vatización y el control del patrimonio genético de todos nosotros, po-niendo en peligro la semilla y pavimentando el camino a la expansión de los transgénicos. La primera es el Convenio internacional UPOV 91 de propiedad intelectual de la semilla, aprobado por el Senado pero no promulgado. La segunda, es el proyecto de ley de Obten-tores Vegetales – Ley Monsanto-von Baer– que deroga la Ley de Se-millas para permitir la aprobación del UPOV 91. Su tramitación fue detenida en 2014 gracias a un amplio movimiento social de rechazo. En tercer lugar está el proyecto de ley de Bioseguridad/Transgénicos (boletín Nº 4690-01) que el gobierno actual pretende reactivar para que se cultiven transgénicos para el mercado interno. La aprobación del convenio UPOV 91 sigue siendo una meta de la Presidenta Ba-chelet. El Convenio UPOV 91 y la “Ley Monsanto” son prácticamente iguales, puesto que el proyecto de ley se basa en las disposiciones de este convenio sobre propiedad intelectual.

¿Quiénes ganan con el UPOV 91 y el proyecto de ley sobre Derechos de Obtentores Vegetales?

Los beneficiados por estas iniciativas legales que la movilización so-cial mantiene detenidas a julio de 2014, son las corporaciones trans-nacionales semilleras y agroquímicas y sus socios chilenos, que po-drán registrar cualquier variedad de una planta “creada o descubierta” por el obtentor, siempre que sea nueva, distinta, homogénea, estable. Fácil, porque “nueva” es que no haya sido vendida por ellos, y las va-riedades locales son homogéneas y estables. Los “descubrimientos” son actos de piratería y apropiación del trabajo de generaciones de campesinos e indígenas sobre la semilla. Ningún biólogo o transna-cional ha creado jamás un gen, una célula, una nueva forma de vida, solo han manipulado lo existente.

¿Cuál es la situación de los obtentores hoy?

La actual ley de semillas y el convenio UPOV 78 ya les dan enormes ganancias a las empresas por sus variedades “mejoradas”. Pero la industria no tolera que haya campesinos que aún guarden la semilla y usen variedades locales. Los precios de la semilla registrada son escandalosos: entre un 2.000% y un 7.000% más caros que los de las semillas corrientes o estándar. Las variedades cuyo registro vence, desaparecen. Cada año los obtentores registran centenares de nuevas variedades que desplazan las variedades locales, con grave pérdida de la biodiversidad. INIA, el Instituto Nacional de Investigación Agraria, apenas tiene 10 obtenciones, del total de 741 que hay en el registro SAG. Empresas extranjeras controlan el suministro de variedades de trigo, maíz y papa. Los pequeños productores rurales dependen del mercado y de organismos públicos como INDAP, PRODESAL y los PDTI (Progra-mas de Desarrollo Territorial Indígena), que a través de créditos y

subsidios les entregan generalmente semilla “patentada”.

¿Quiénes saldrían perdiendo con este paquete legal?

Con estas iniciativas pierden las comunidades campesinas e indígenas que producen alimentos para el mercado local (ferias libres), y los pequeños productores. Este proyecto los despo-ja de sus derechos y hace a la agricultura familiar campesina dependiente de la industria. Los productores no podrían ven-der, intercambiar ni sembrar más semilla de su cosecha que el equivalente de lo sembrado. El artículo 48 de la “Ley Monsanto” da derecho a guardar semillas de sólo algunas especies, como las papas, y permite la requisa judicial de cosechas en caso de denuncia de infracciones. Los hortaliceros deberán comprar la semilla año tras año o verán confiscados sus cultivos por uso ilegal de la semilla. La criminalización de los infractores es una garantía para las transnacionales que buscan negocios seguros, con royalties legales. La emigración campo-ciudad aumentará porque muchos no tendrán alternativa cuando el mercado imponga la semilla pa-tentada. El resultado será el alza desmedida del precio de los alimentos, que todos tendríamos que comprar sólo en los su-permercados.

¿En qué afecta a los pueblos indígenas el UPOV 91 y la Ley Monsanto?

Los pueblos indígenas -en especial las mujeres- atesoran el conocimiento y uso de semillas nativas y locales, y por siglos han investigado, cuidado, guardado y mejorado la semilla, tra-bajo que han compartido abierta y libremente. Esta ley, que avala la usurpación, contraviene la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Su opinión no ha sido consultada como establecen el convenio 169, y el fallo del Tribunal Constitucional sobre el convenio UPOV 91. Criminalizar la práctica del intercambio de semillas por los pueblos mapuche (trafkintu) y aymara (aynis) y dificultar el ejercicio de la medicina tradicional por las machis, generará nuevos conflictos con el Estado y las empresas, así como denuncias internacionales.

¿Qué relación tiene la Ley Monsanto con los transgénicos?

Las tierras de la pequeña agricultura son requeridas para expan-dir los agronegocios: plantaciones de pino y eucaliptus trans-génicos, y variedades “biorreactoras generadoras de vacunas, proteínas de interés terapéutico y biomateriales” promociona-das en la introducción de la Ley Monsanto, sin decir su nombre: farmacultivos transgénicos. Este tipo de CT a campo abierto está prohibido en la mayor parte de los países del mundo por el riesgo de que contaminen los cultivos de la misma variedad ali-mentaria. En Chile el Departamento de Ciencias Biológicas de la UC experimenta con tomate transgénico como vacuna contra la hepatitis y el cólera que se patentarían de aprobarse estas leyes.