Elmar Altvater. ¿Existe un marxismo ecológico?

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    EN ESTE ESCRITO pretendo mostrar que las aseveraciones marxistassobre las relaciones sociales del hombre con la naturaleza pueden serempleadas para una mejor comprensin de los problemas ecolgicoscontemporneos.

    El mismo Marx es ambivalente con respecto a la concepcin de lanaturaleza en su crtica a la economa poltica. Por un lado, su teora estrelacionada con los enfoques tradicionales de la economa y la teora po-ltica; Marx no abandona el campo terico argumentativo tradicionalde la economa poltica para abrir un nuevo campo. Sigue las seales dela ilustracin racional y una lgica que no tiene en cuenta los lmites dela naturaleza. El argumento principal es el siguiente: el hombre cons-truye su historia al transformar la sociedad, la naturaleza y a s mismo,pero no existen lmites impuestos por la naturaleza. Por consiguiente,la naturaleza es concebida como un conjunto de recursos que puedenser utilizados. Esta concepcin podemos encontrarla ya en las ideas deBacon, en la derivacin de John Locke de los derechos de propiedad(de la capacidad del trabajo humano de apropiarse de los frutos de latierra), as como tambin en el concepto de divisin del trabajo de Adam

    Elmar Altvater*

    Existe un marxismo ecolgico?**

    * Catedrtico de Economa Poltica, Universidad Libre de Berln, Alemania.

    ** Traduccin de Brbara Schijman. Revisin de Atilio A. Boron.

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    Smith como fuente constantemente creciente de productividad y, porende, de riqueza para las naciones. Este campo terico tambin incluyela concepcin de David Ricardo sobre la tierra como factor limitante dela acumulacin capitalista debido a los efectos que tiene la existencia de

    tierra de menor calidad y fertilidad sobre la reproduccin de los costosdel trabajo que llevan a una tasa de ganancia decreciente.

    La idea de Marx resulta ser un progreso en comparacin con lade Ricardo porque presenta la interpretacin fundamental de las leyesde movimiento de la acumulacin capitalista como moldeadas por lascontradicciones sociales y no por los lmites impuestos por la naturale-za. Aquellas que Marx llamaba interpretaciones vulgares de la diver-gencia entre la oferta de recursos naturales y la demanda del hombre deproductos de la naturaleza, particularmente acentuadas en la teora de

    Thomas Malthus, exhiben un naturalismo inhumano, que Marx recha-zaba ya en sus primeros trabajos en contra del idealismo alemn.En las interpretaciones clsicas, y sobre todo en las neoclsicas,

    de la relacin hombre-naturaleza, la racionalidad individual en la tomade decisiones con relacin a los recursos escasos es el punto central,contrariamente a lo que ocurre con el pensamiento malthusiano en elque elexceso de demanda es la categora decisiva. En las teoras clsicay neoclsica, la categora de escasez aparece como la pieza central delrazonamiento econmico. El individualismo metodolgico (Schum-

    peter, 1908) ha nacido; y con l, una racionalidad que separa en un pri-mer momento recursos naturales de otras partes no valiosas de la natu-raleza, que no sirven como fuentes de valorizacin capitalista, y que enun siguiente paso separa un recurso natural del otro. De otra manera,una toma de decisin racional no sera posible bajo las precondicionesdel individualismo metodolgico.

    Por ende, la totalidad holstica de la naturaleza o su respectivaintegridad se disuelven en un conjunto de recursos naturales individua-les y en un resto que no puede ser valorizado o validado. La naturalezaes de este modo transformada de una entidad ecolgica en una enti-dad econmica; ms all de esto, la naturaleza permanece externa aldiscurso econmico y su racionalidad. En la corriente dominante den-tro de la economa, este supuesto tiene, por un lado, la ventaja de serapropiado para la aplicacin de modelos altamente formalizados. Porotro, un razonamiento terico de este tipo tiene que tener en cuenta laexistencia de externalidades, como por ejemplo las fallas de mercado.As es como la teora de economas y deseconomas externas ha sidodesarrollada por autores desde A. Marshall (1964) hasta A. C. Pigou(1960) y R. Coase (1960). La economa de los recursos (Hotelling, 1931)prometa proveer reglas sobre cmo lidiar con recursos naturales es-casos sin daar a la naturaleza, por ejemplo, sin producir excesos dedemanda. Paradjicamente, las reglas sobre cmo lidiar con la esca-

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    sez son concebidas como un remedio para evitar excesos de deman-da (Altvater, 1993). Hoy, la aplicacin de reglas racionales de decisinbajo condiciones de escasez como forma de sobrellevar una situacinde real exceso de demanda es altamente dudosa dados los lmites al

    crecimiento, el agotamiento de recursos y los conflictos militares sobrerecursos (nuevas guerras sobre recursos) en frica, Amrica Latina yMedio Oriente. Varias guerras han sido declaradas por la dominacinde territorios donde abunda el petrleo y por la influencia sobre losprecios del mismo. Estos eventos muestran claramente los lmites dela economa pura para explicar la realidad, y la necesidad de adoptarun enfoque poltico econmico para comprender las contradiccionesde nuestro tiempo. Jean-Paul Delage concluye: Moverse ms all delos lmites [] adoptando la postura de la totalidad es la nica opcin

    metodolgica que puede servir como una base slida para el anlisis dela relacin entre la sociedad y la naturaleza (Delage, 1989: 15).

    La disolucin de la naturaleza entera en una aglomeracin derecursos naturales individuales, y luego la aplicacin de un conjuntode instrumentos analticos basados en el individualismo metodolgi-co para as guiar racionalmente el manejo de los recursos, es ajena alconcepto marxista de economa ecolgica. La principal y fundamentalrazn es el concepto muy diferente de socializacin (vergesellschaftung).Los individuos atomsticos, llamadoshomines oeconomici, que operan

    fuera del tiempo y el espacio, y por ende en un mundo caracterizado porel individualismo racional no natural, son una construccin idealista sinrelevancia social. Su construccin es un resultado del individualismometodolgico de la economa moderna. En cambio, los individuos so-ciales se encuentran insertos en un sistema social histrico y dependende la naturaleza y sus fronteras. Por ende, la racionalidad slo puede seruna racionalidad restringida por lo social, y la perspectiva es la totalidadsociedad-hombre-naturaleza. Las categoras bsicas de la crtica marxis-ta de la economa poltica con respecto a la relacin de la sociedad con la

    naturaleza estn orientadas hacia la comprensin del metabolismo, estoes, de las transformaciones de la materia y la energa, el rol crucial delas necesidades humanas, el carcter dual del trabajo y la produccin, ladinmica de las crisis econmicas y sociales, la valorizacin del capital,la acumulacin y expansin (globalizacin), la entropa y la irreversibi-lidad. En las siguientes pginas analizo estas categoras antes de arribara una conclusin en relacin con la utilidad de la ecologa marxista paraentender los problemas ambientales contemporneos.

    METABOLISMO, NECESIDADESYELCARCTERDUALDELTRABAJOYa en sus primeros trabajos, Marx entenda la prctica humana comoparte de un metabolismo hombre-naturaleza. Los seres humanos tienen

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    que satisfacer sus necesidades y lo hacen de manera social, de forma talque las necesidades de unos son satisfechas por el trabajo de otros y, vi-ceversa, las necesidades de estos otros por el trabajo y la produccin delos primeros. El concepto de necesidades es una categora central en el

    pensamiento marxista que seala el carcter mutuo de las actividadesde produccin y consumo del hombre en una sociedad determinada.EnLaideologa alemana (Marx y Engels, 1974), or, ver, sentir, querer,amar, todos estos rganos de la individualidad humana son entendi-dos como apropiacin, y hasta la conciencia es producida socialmen-te. Las necesidades y las formas de satisfacer esas necesidades son labase de la divisin del trabajo, que tambin tiene como prerrequisito,el mutuo reconocimiento de los individuos sociales como tales. En losGrundrisse, Marx dice que es necesario tener en cuenta el sistema de

    necesidades y el sistema de trabajo, pero no est seguro respecto dednde ubicar una discusin acerca de ellos (Marx, 1974: 427). Dada sumutualidad, el concepto de necesidad debe distinguirse claramente delde avaricia, que es necesidad sin mutualidad, un esfuerzo individualistaque presenta una alta potencialidad para la autodestruccin de la so-ciedad. Para Marx, la razn de la avaricia es la existencia de propiedadprivada. Y esto debido a que la propiedad privada ha convertido a loshombres en individuos tan estpidos y sesgados que slo ven a un obje-to como suyo cuando lo poseen, cuando existe para ellos como capital

    (Marx y Engels, 1974). El dinero es introducido como mediador entreel productor y el hombre con necesidades. El dinero es el vnculo entreel trabajador y las necesidades individuales, entre las necesidades y losobjetos, entre la vida y los medios de vida, es decir, el alimento (Lebenund Lebensmittel). El dinero es, al mismo tiempo, deidad y prostituta(Marx y Engels, 1974).

    El trabajo tiene un doble carcter: produce valores de uso, que sa-tisfacen las necesidades de otros, y produce valor (de cambio), que estbasado en el intercambio de mercancas en el mercado en una sociedadmonetaria o capitalista. Aqu, nuevamente, las necesidades entran en elhorizonte del razonamiento, porque el trabajo es socialmente til y ne-cesario solamente en la medida en que satisface necesidades. El trabajosocial no est solamente determinado por su capacidad de producir valo-res de intercambio, sino que tambin debe producir valores de uso, estoes, productos que satisfagan necesidades sociales. El carcter social deltrabajo puede ser slo conceptualizado como una unidad de produccinde valor de cambio y valor de uso. Como las necesidades humanas per-tenecen a la existencia de los seres humanos como individuos sociales ynaturales, el proceso de produccin de valor puede ser solamente enten-dido al mismo tiempo como moldeado por y moldeando a la relacin dela sociedad con la naturaleza. Mientras Marx, en sus primeros trabajos,y siguiendo la tradicin hegeliana, toma en cuenta las necesidades, en

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    trabajos subsiguientes, empezando por los Manuscritos de 1844, el autordetecta la nocin del trabajo y la manera en que este est organizado enuna sociedad capitalista. La razn es bastante clara: debemos entendercmo el trabajo no slo produce valor sino tambin plusvala, y de esta

    forma reproduce el capital y la explotacin del trabajo como una rela-cin social a niveles cada vez ms altos. La produccin y reproduccincapitalista es un proceso (interrumpido por crisis peridicas) de creci-miento en espiral que avanza en el dominio sobre la naturaleza comoMarx la llama de forma cada vez ms expansiva.

    Hay muchas preguntas envueltas en el proceso de produccin devalores. El valor es siempre una relacin social entre los propietariosy sus mercancas. La relacin social mercancas-propietarios no con-tiene porcin alguna de naturaleza; la naturaleza est completamente

    excluida de esa relacin social. Hasta el dinero, que Marx concibe comodinero dorado, representa solamente una relacin social. El carctermetlico del oro es completamente irrelevante para el oro en su formade dinero. Es decir, es posible sustituir dinero papel y, en nuestro tiem-po, bits y bytes electrnicos por dinero metlico en la forma de oro yplata. Es importante entender el carcter inmaterial y antinatural de larelacin social del intercambio, aunque el intercambio de mercancastiene una cualidad material y energtica. Esta dualidad es tambin elorigen del fetichismo de la mercanca, que Marx describe al final del

    primer captulo del primer volumen de El Capital (1986). El mensajees muy claro: no es fcil entender las relaciones sociales entre los hom-bres, y entre los hombres y la naturaleza, porque tal tarea requiere deun trabajo intelectual que permita sobrellevar el inherente fetichismo.

    La figura analtica del doble carcter o de la dualidad del trabajoen el anlisis de Marx del proceso de produccin capitalista lo lleva adistinguir entre la produccin, por un lado, como un proceso de trabajoy, por el otro, como un proceso de produccin de valores (valorizacin).El proceso de trabajo puede ser entendido de mejor manera como unatransformacin de materia natural y energa en valores de uso que sir- ven para satisfacer necesidades humanas. Hay tres advertencias quedeben ser introducidas aqu.

    La primera se refiere a cierto antropocentrismo en el anlisis delcarcter metablico del proceso de produccin, debido a que este estrelacionado con las necesidades humanas; otros efectos del metabolis-mo, en cambio, suelen ser a menudo ignorados. En consecuencia, des-de el punto de vista del anlisis de la energa, el proceso de produccines concebido de manera muy diferente, en comparacin con el puntode vista del anlisis de la mercanca y el valor. Con respecto a las dife-rentes perspectivas, Juan Martinez-Alier afirma: La productividad dela agricultura no se ha incrementado, sino que ha decrecido, desde elpunto de vista del anlisis de la energa (1987: 3); pero en trminos de

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    la produccin mercantil de la agricultura, y en trminos del retorno delcapital invertido, la productividad ha crecido.

    La segunda advertencia tiene que ver con un cierto trabajo-cen-trismo en el concepto y un sistemtico olvido de la naturaleza. Algunos

    ecologistas le reprochan a Marx una cierta desatencin del valor de lanaturaleza en el proceso de generacin de valores (por ejemplo, Immlery Schmied-Kowarzik, 1984; Bunker, 1985; Delage, 1989). Pero estacrtica es solamente relevante con respecto al proceso de trabajo. Porsupuesto, la naturaleza es tan importante como el trabajo a la hora deconvertir materia y energa en valores de uso necesarios. Aqu, las leyesde la termodinmica son vlidas, y los inputs y outputs no son cuanti-tativamente diferentes respecto de las unidades de energa y materia;sin embargo, en el aspecto cualitativo son transformados en valores, por

    un lado, y en deshechos, por el otro. En el curso del proceso de input aoutput, el hombre y la naturaleza trabajan juntos; ambos son igualmenteimportantes. Pero en tanto proceso de produccin de valor de intercam-bio es slo el trabajo el que crea valor y plusvala. La razn que suele sermalentendida por los crticos del concepto marxista de naturaleza es lasiguiente: la naturaleza es maravillosamente productiva; la evolucin delas especies en la historia del planeta y su tremenda diversidad y variedadlo demuestran. Pero la naturaleza no produce mercancas para vender enel mercado. No hay mercado en la naturaleza. El mercado es una cons-

    truccin social y econmica. El ms hermoso de los pjaros o un viejorbol en una selva tropical o el hierro en una mina no son mercancas;slo se convierten en mercancas a travs de un proceso de valorizacin(Inwertsetzung; mise en valeur). No es el trabajo en s mismo, el trabajosans phrase, el que logra la metamorfosis de la naturaleza en mercanca,sino la fuerza de trabajo consumida bajo la forma social del capitalismo ybajo la condicin social de estar subyugada al proceso capitalista de pro-duccin de valor y plusvala (Altvater, 1992: 25; Burkett, 1996: 64).

    La tercera advertencia es la siguiente: en una sociedad de merca-do capitalista, las necesidades humanas son slo relevantes si aparecencomo demanda monetaria en el mercado. Es obvio que en una sociedadcapitalista las necesidades se transforman en poder adquisitivo mone-tario; de no ser as, no son reconocidas. Porque el dinero constituye,como dijera Marx sarcsticamente, la real y verdadera comunidad. Eldinero es quien sirve como nexo en las relaciones sociales y, concomi-tantemente, en la relacin de la sociedad con la naturaleza.

    El mecanismo de mercado tiene que colmar un vaco entre eltrabajo y las necesidades, y un anlisis de las necesidades debe tomarlas dinmicas capitalistas en consideracin. La forma social est siem-pre presente, incluso en procesos que parecen exclusivamente natura-les. Sin embargo, las condiciones naturales del proceso de trabajo sontransformadas por el trabajo. Marx sostiene que:

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    Como creador de valores de uso, es decir como trabajo til, el tra-bajo es, por tanto, condicin de vida del hombre, y condicin inde-pendiente de todas las formas de sociedad, una necesidad perenney natural sin la que no se concebira el intercambio orgnico entre

    el hombre y la naturaleza ni, por consiguiente, la vida humana []En su produccin, el hombre slo puede proceder como procede lamisma naturaleza, es decir,haciendo que la materia cambie de forma(Marx, 1986: 10, Tomo I; nfasis en el original).

    Marx, con estas palabras, le responde al economista poltico Pietro Ve-rri, quien en 1773 escribiera:

    Los fenmenos del universo, ya los provoque la mano del hombre,ya se hallen regidos por las leyes generales de la naturaleza, no re-

    presentan nunca una verdadera creacin de la nada, sino una simpletransformacin de la materia. Cuando el espritu humano analiza laidea de reproduccin, se encuentra siempre, constantemente, comonicos elementos, con las operaciones de asociacin y disociacin;exactamente lo mismo acontece con la reproduccin del valor []y de la riqueza, cuando la tierra, el aire y el agua se transforman entrigo sobre el campo o cuando, bajo la mano del hombre, la secre-cin viscosa de un insecto se convierte en seda o unas cuantas piezasde metal se ensamblan para formar un reloj de repeticin (citado en

    Marx, 1986: 10, Tomo I).La dinmica capitalista puede describirse como sujeta a las leyes dela naturaleza y a los lmites impuestos por la naturalezavis--vis cual-quier actividad humana. Esta es la razn por la cual Marx concluye queel trabajo no es, pues, la fuente nica y exclusiva de los valores de usoque produce, de la riqueza material. El trabajo es, como lo ha dichoWilliam Petty, el padre de la riqueza, y la tierra la madre (Marx, 1986:10, Tomo I).

    Pero, al aplicar las leyes de la naturaleza al proceso de traba-jo, el hombre transforma la naturaleza en una naturaleza hecha por elhombre, humanizada, que al principio de cada proceso productivo esutilizada y que, terminado el consumo del producto, recibe los desper-dicios producidos.

    La otra cara del proceso de produccin, sin embargo, es la creacinde valor y plusvala, esto es, la acumulacin capitalista y el crecimientoeconmico. Debido al carcter autorreferencial del capital, esta cara delproceso productivo no conoce ni acepta lmites externos a su dinmica. Laidea de crecimiento sin lmites es una consecuencia directa de la inmanen-cia del fetichismo en las formas sociales que manejan las relaciones socia-les de los hombres. Un buen ejemplo de este fetichismo del crecimiento esel libro Growth Triumphant de Richard A. Easterlin (1998). La contradic-

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    cin entre una naturaleza limitada que convive con necesidades limi-tadas (Marx suele referirse al entendimiento aristotlico de las necesi-dades como reflejando la medida humana) y la ilimitada acumulacinde capital est inscripta en la relacin dinero, dado que el metal-dinero,

    aparentemente natural, muy pronto encuentra lmites naturales encomparacin con la demanda econmica. El oro circulante en una de-terminada economa es cuantitativamente insuficiente para la crecientedemanda del comercio y para las intervenciones de los bancos centralesen su funcin de prestamistas de ltima instancia. De esta manera, eslgico sustituir meros smbolos de dinero (papel) como relacin socialentre comprador-vendedor y entre acreedor-deudor por oro como caranatural del dinero. El dinero-papel o dinero inmaterial bajo la formade bits y bytes puede ser creado en cantidades necesarias para la cir-

    culacin de la moneda en el mercado mundial. El oro es natural, peroel oro en tanto dinero es social. En esta funcin puede ser reemplaza-do por meros smbolos. Este es un aspecto del desacople de la esferaeconmica respecto de los lmites sociales y naturales (Polanyi, 1978;Altvater y Mahnkopf, 2002).

    El proceso del trabajo muestra al mismo tiempo efectos produc-tivos y destructivos; o, para interpretarlo en las categoras de la ter-modinmica: dada la dualidad del proceso productivo en el cual noslo se producen valores de cambio y plusvala, sino que tambin se

    transforman materia y energa, la entropa necesariamente crece. Enla interpretacin de Ilya Prigogine, un crecimiento de la entropa esla expresin inevitable de la transformacin de materia y energa enel proceso de la evolucin natural y deberamos agregar social (Pri-gogine y Stenger, 1986). Marx interpretaba el desarrollo de las fuerzasproductivas como positivo para la humanidad, porque constituyen labase de una sociedad comunista en la cual el principio reinante es: acada uno de acuerdo a sus necesidades. La limitada restriccin en estasociedad no es la valorizacin autorreferencial del capital, sino la me-dida humana en una sociedad humanizada. Dado que los hombres ysus necesidades son parte del ciclo de reproduccin natural, la nuevaformacin social que distribuye riqueza de acuerdo con las necesidadeshumanas es tambin pensada como una sociedad de reconciliacin delhombre con la naturaleza.

    El proceso de produccin de entropa, sin embargo, es destruc-tivo porque socava los medios de autorreproduccin social y natural.Al producir valores de uso que potencialmente satisfacen necesidadeshumanas, produce tambin, inevitablemente, deshechos. Cada procesoproductivo est ligado a outputs necesarios, como as tambin a otros in-necesarios o incluso perjudiciales. Es fsicamente imposible transformarmateria y energa sin producir desperdicios y, en consecuencia, externa-lidades. Marx es muy consciente del poder de destruccin producido

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    por la acumulacin capitalista. Al final del largo captulo XIII del primertomo deEl Capital sobre la Gran Industria, Marx tambin menciona latendencia de la industrializacin de la agricultura, al concluir que, en unsistema agrcola sujeto al rgimen de racionalidad industrial,

    cada paso que se da en la intensificacin de la fertilidad del suelo den-tro de un perodo de tiempo determinado, es a la vez un paso dado enel agotamiento de las fuentes perennes que alimentan dicha fertilidad.Este proceso de aniquilacin es tanto ms rpido cuanto ms se apoyaun pas, como ocurre por ejemplo con Estados Unidos, sobre la gran in-dustria, como base de su desarrollo. Por tanto, la produccin capitalistaslo sabe desarrollar la tcnica y la combinacin del proceso social deproduccin socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales detoda riqueza: la tierra y el hombre (Marx, 1986: 423-424, Tomo I).

    La sustitucin de ciclos y regmenes de tiempo-espacio naturales porciclos y regmenes de tiempo-espacio industriales en agricultura tieneun impacto perjudicial sobre el medio ambiente, el natural al igual queel construido, y sobre el sistema social. Este es un factor fundamentalpara el agravamiento de la crisis ecolgica del capitalismo y para laintensificacin de los movimientos en su contra.

    CRISIS

    Hay varios efectos indirectos sobre la naturaleza de la produccin ca-pitalista de valores, dado que la acumulacin capitalista es un procesoimpulsado por procesos de crisis. Marx analiza las crisis peridicas de sutiempo, en primer lugar con respecto a sus efectos sobre las condicionesde vida y de trabajo de la clase trabajadora. En su poca, las crisis eco-nmicas cclicas eran una experiencia nueva, mencionadas por primera vez por Sismondi a comienzos del siglo XIX. Situaciones de extremaemergencia, como las hambrunas causadas por una mala cosecha o unacatstrofe natural, estaban profundamente grabadas en la memoria delos pueblos. Siempre haba estado claro que las causas de estas crisis es-tn ms all de la influencia humana, aunque en tiempos precapitalistasy preindustriales estas crisis haban sido, en alguna medida, causadaspor acciones humanas, tales como el uso excesivo de la tierra y los re-cursos naturales (la extincin de bosques europeos en la Edad Media)o las guerras. Pero, desde el nacimiento del capitalismo industrial, lascrisis econmicas comenzaron a surgir peridicamente, aumentando lainseguridad de amplios sectores de la poblacin debido a la prdida depuestos de trabajo e ingresos. Marx observaba muy cuidadosamente eldesarrollo de ciclos de crisis desde mediados del siglo XIX, esperandoque la inestabilidad social y econmica durante dichas crisis provocaraagitacin social y cambio poltico revolucionario. Pero Marx saba que

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    las crisis capitalistas operan como fuentes de la juventud en donde elsistema capitalista encuentra remedios para su recreacin y estabiliza-cin, y nuevas dinmicas en un renovado vaivn positivo de la economa:destruccin creadora, como la llamar Schumpeter ms adelante. Ms

    tarde, Antonio Gramsci analizara la crisis como un proceso de transi-cin que permita estabilizar la hegemona de la burguesa.

    En nuestro tiempo tenemos que tener en cuenta el carcter globalde las crisis. Ms que nunca en la historia, las crisis toman hoy la formade un colapso financiero, antes de afectar a los sistemas poltico, socialy econmico. En tanto, crisis financieras tienen alcance global, porquelos mercados financieros estn liberalizados y desregulados, propagn-dose de un lugar a otro. La primera razn es el efecto manada. Los in-versores extranjeros quitan sus crditos y venden sus activos para cam-

    biarlos por monedas ms seguras. Luego aparece el efecto contagio:la crisis de una moneda afecta a otras. En su forma econmica, la crisisafecta necesariamente a reas regionales o nacionales y, en este sentido,es usual que se la denomine segn el pas ms afectado: por ejemplo, lacrisis mexicana, brasilea, argentina. Esto parece convertir a la crisisfinanciera en un evento remoto. Sin embargo, estas crisis econmicaslocales no slo tienen el nombre del pas al que afectan en una primerainstancia y con mayor intensidad, sino que tambin conllevan efectosmuy concretos en la economa y la sociedad real. Por su aparente ca-

    lidad virtual, las crisis tambin parecen no tener efectos realmente per-judiciales sobre la naturaleza. Por qu, entonces, hablar de la crisis delcapitalismo? En el pensamiento posmoderno, esto no tiene sentido. En-tendida slo como una crisis real, esta tiene consecuencias visibles queson interpretadas como el resultado de errores polticos de gobiernosirresponsables, que nada tienen que ver con el funcionamiento de losmercados globales. El enfoque marxista, contrario a estos supuestos,tiene siempre presente que el dinero y el capital aparecen como entida-des autorreferenciales, pero que, en realidad, la autonoma de la esferafinanciera global

    vis--visla esfera real es ficticia. La quiebra pone fin

    a esta ficcin y da inicio a la realidad de la destruccin de la riqueza.De ms est decir que, conforme transcurren estas crisis financieras, lapobreza avanza en Asia, frica, Rusia y Amrica Latina.

    Sin embargo, la riqueza tambin crece porque la expropiacinde deudores es la otra cara de la muchas veces despiadada apropiacinde riqueza por parte de los acreedores. En repetidas oportunidades, losecologistas suelen decir que la pobreza es una de las principales causasde la destruccin ecolgica, y el Banco Mundial en particular trabajacon este supuesto. Pero no es cierto. La desigualdad y la injusticia sonlas que resultan perjudiciales no slo para la cohesin social sino tam-bin para la naturaleza. Los pobres son relegados a la satisfaccin delas llamadas necesidades bsicas, mientras que los ricos han acumula-

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    do tantos reclamos sobre la naturaleza que pueden expandir codicio-samente el medio ambiente que dominan y excluir a otros de su usoordenado, por lo que desarrollan prcticas destructivas de uso excesivode los recursos que estn a su disposicin. La huella ecolgica de los

    ricos es mucho mayor que la de los pobres. La emisin promedio dedixido de carbono (CO

    2) de un ciudadano de EE.UU. en 1999 era de

    20,2 toneladas, cifra que contrasta con la emisin de un ciudadano bra-sileo que slo alcanza a contaminar la atmsfera con 1,8 toneladas delmismo gas. Estudios empricos realizados en varias partes del mundoexhiben la colusin perjudicial de la pobreza y la riqueza en el procesode destruccin de la naturaleza. En la selva amaznica, por ejemplo, lospobres pobladores hacen uso excesivo de su pedazo de tierra porque losterratenientes ricos utilizan la tierra como un objeto de especulacin.

    Una vez ms, nos encontramos cara a cara con las consecuencias de laruptura entre el trabajo y las necesidades debido al poder de la codiciaindividualista. Esta situacin es destructiva tanto para la cohesin so-cial como para la relacin con la naturaleza, es decir, para la sustenta-cin de las relaciones sociales y ambientales.

    La naturaleza humanizada de la que Marx habla enfticamenteen sus primeras obras puede ser tambin entendida como una natura-leza hecha por el hombre. Nos referimos tambin al medio ambienteconstruido, es decir, las calles, los puentes, los puertos, los aeropuertos,

    las ciudades, los parques y la agricultura, todo lo cual cubre casi el100% de la superficie terrestre. Incluso los ocanos estn cada vez msy ms humanizados, es decir, son cada vez ms un producto del hom-bre: la contaminacin cambia la calidad del agua, la pesca en excesoproduce daos irreparables en la fauna y flora martimas, y un ruidopermanente interrumpe el silencio del mar. En primer lugar, es la na-turaleza hecha por el hombre la que produce la totalidad de los efectosexternos. La mayora de las naturalezas construidas deben considerarsecomo deseconomas externas negativas, y slo unas pocas como eco-nomas externas que proveen beneficios sociales. Los efectos externosson una concomitancia inevitable de la transformacin de materia yenerga. Demuestran que la naturaleza es ms que una mera coleccinde recursos ms o menos tiles, es una totalidad extremadamente com-pleja de relaciones naturaleza-hombre, como ya sostena Marx en sustrabajos iniciales. El concepto de efectos externos refleja slo en partela naturaleza sistmica de la dupla naturaleza-hombre. Sin embargo,exhibe los lmites de las teoras del mercado libre y el supuesto de laexistencia de actores racionales de mercado. Peor incluso, su raciona-lidad individual se transforma en irracionalidad y en decisiones que norespetan las condiciones de la reproduccin natural.

    La naturaleza funciona como un medio de intercambio de exter-nalidades que llevan el nombre de externas porque no pueden ser regu-

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    ladas por los mecanismos de mercado. Esta apora fundamental de lasteoras clsica y neoclsica slo puede superarse excluyendo el tiempo yel espacio, es decir, la dimensin de la naturaleza, de su cuerpo terico(Altvater, 1989). Es necesario concebir a la economa como un empren-

    dimiento ms all del tiempo y del espacio histricos1, porque de otramanera la teora debe admitir que las transformaciones econmicas (elconsumo de energa y materia) tienen un efecto irreversible en la natura-leza, ya sea que las externalidades sean internalizadas o no. La internali-zacin es slo relevante para clculos econmicos y para quienes tomandecisiones, pero no para el sistema natural. El enfoque marxista no tieneestos problemas porque, primero, el tiempo y el espacio son categorascentrales en la crtica de la economa poltica (tiempo de circulacin;transporte en espacio). Segundo, porque la naturaleza como naturale-

    za humanizada, es decir, como naturaleza producida, es parte de lascondiciones generales de produccin. La violacin de su integridad pormedio de la degradacin o incluso de la destruccin de las condicionesnaturales de produccin y reproduccin no es, por tanto, algo externoa la economa, sino que pertenece a su desarrollo contradictorio. Losefectos negativos de la contaminacin del aire y el agua, de la violacinde las leyes de seguridad alimentaria o del uso excesivo de los ocanosy la erosin de la tierra tienen una repercusin directa (negativa) sobrelos costos de reproduccin y la capacidad productiva de la fuerza de

    trabajo y, en consecuencia, sobre el proceso de produccin de plusvala.El costo del aire limpio y el agua limpia pertenece al gasto del capitaly, por consiguiente, incrementa el monto de capital fijo constante en elproceso de produccin, generando el efecto de un aumento en la com-posicin orgnica del capital. Por lo tanto, la tasa de ganancia caer (porsupuesto,ceteris paribus). Los efectos negativos slo pueden ser ignora-dos bajo el supuesto de que la naturaleza tiene una capacidad infinita deabsorberlos. Sin embargo, el proceso de acumulacin capitalista tiendea transgredir el lmite de las condiciones naturales de reproduccin y,

    consecuentemente, la teora tiene que tomar a la naturaleza en consi-deracin. Aparentemente, esto era innecesario mientras se desconocanlos lmites del crecimiento o los problemas del medio ambiente y, porlo tanto, estos no eran tema en el discurso poltico o cientfico.

    El medio ambiente aparece mayoritariamente como el medioambiente construido, producido por el hombre. Es concebido comola provisin de bienes pblicos, que incluyen no slo los bienes cultu-rales y naturales sino tambin la infraestructura material e inmaterialproducida. Con respecto a la produccin y el consumo, David Harvey

    explica:

    1 Para la distincin entre tiempo y espacio histrico y fsico ver Georgescu-Roegen, 1971).

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    Podemos [] realizar una distincin til entre el capital fijo inclui-do en el proceso de produccin (por ejemplo, los instrumentos deproduccin) y el capital fijo que funciona como marco fsico de laproduccin (por ejemplo: fbricas). A este ltimo, lo llamo el medio

    ambiente construido para la produccin. Por el lado del consumotenemos una estructura paralela. El fondo de consumo est forma-do por mercancas que funcionan como ayudas ms que como in-sumos directos del consumo. Algunos artculos estn directamenteincluidos en el proceso de consumo (por ejemplo: artculos durablescomo cocinas, lavadoras, etc.), en tanto que otros funcionan comoestructuras fsicas para el consumo (casas, caminos, etc.). A estos l-timos los denomino el medio ambiente construido para el consumo(Harvey, 1989: 64).

    Lo que Harvey llama medio ambiente construido hoy es discutido bajoel rtulo ms extenso y abarcativo de bienes pblicos. No es adecuadoprofundizar aqu en los detalles de los discursos sobre bienes pblicos(Kaul et al., 2003; Altvater, 2003; Brunnengrber, 2003). En la teora deMarx, el medio ambiente construido es tratado como las condicionesgenerales de produccin que, como regla, tienen que ser provistas porel estado, al menos mientras el sistema de derechos de propiedad noest suficientemente desarrollado como para ofrecer activos seguros alos inversores privados (Marx, 1974: 422-432). David Harvey resalta laimportancia de la dupla espacio temporal en el curso de la acumula-cin del capital porque esta no es un sector menor de la economa y escapaz de absorber cantidades masivas de capital y trabajo, particular-mente bajo condiciones de rpida expansin e intensificacin geogr-fica (Harvey, 2004: 63). Ms an, si los gastos en el medio ambienteconstruido o en el progreso social demuestran no ser productivos nilucrativos, la sobreacumulacin de valores en el medio ambiente cons-truido o en educacin puede volverse evidente con la devaluacin deesos activos (viviendas, oficinas, parques industriales, aeropuertos, etc.)o con dificultades para pagar deudas estatales en infraestructuras fsi-cas o sociales (Harvey, 2004: 65). El medio ambiente construido, porlo tanto, no es slo parte pasiva del ciclo-crisis, sino la esfera-ncleo dela acumulacin y, consecuentemente, una causa importante de la din-mica y la crisis de la acumulacin capitalista. Dada esta importancia,Harvey critica esas descripciones de la dinmica capitalista de acu-mulacin que o bien ignoran completamente estos temas, o los tratancomo un epifenmeno (Harvey, 2004: 65).

    Consecuentemente, la categora del medio ambiente construidoes capaz de relacionar la dinmica de la acumulacin capitalista con elpapel del medio ambiente. Esta es la razn por la cual James OConnor(1988), en un artculo seminal, desarrolla la propuesta para fundar un

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    marxismo ecolgico en un entendimiento doble de la crisis capitalis-ta. Primero, la crisis es interpretada en categoras clsicas de la teoramarxista. En trminos generales y un poco simplificados, la dialcticade las fuerzas de produccin y las relaciones de produccin dispara un

    proceso cclico de negocios que incluye una crisis ms o menos pro-funda. El mismo Marx desarroll su argumento paso a paso. Primero,demostr la posibilidad de una crisis implcita en la produccin y cir-culacin de mercancas. Luego, comprob la necesidad de la crisis enel curso contradictorio de los procesos de produccin y acumulacin,especialmente debido a la peridica y tendencial cada de la tasa deganancia. Tercero, describi y analiz la realidad concreta de las crisiscon todos los aspectos concretos que diferan de caso en caso, en eltiempo, y de pas en pas, en el espacio. James OConnor no est in-

    teresado en este enfoque brevemente delineado. l apunta hacia otraserie de contradicciones que surgen en las condiciones de produccincomo resultado de los efectos del desarrollo del capitalismo, es decir,en otros trminos, dentro del medio ambiente construido. No se refiereexplcitamente al discurso tradicional que abarca desde Adam Smithhasta David Hume, quienes eran conscientes de que el sistema capi-talista slo puede sobrevivir si el soberano provee de bienes pblicos;de lo contrario, la seguridad comercial no est garantizada y la insegu-ridad hace que el comercio sea muy caro o, incluso, imposible. Marx

    tambin escribi sobre las condiciones generales de la produccin deuna manera diferente que Adam Smith. Aquel supona que las condi-ciones generales de produccin son slo momentneamente provistasbajo la responsabilidad del gobierno, dado que el capitalismo privadono est lo suficientemente desarrollado como para convertir los bienespblicos en exclusivos, establecer los derechos de propiedad privaday transformarlos en bienes privados que puedan ser financiados porinversiones en activos. Consecuentemente, la financiacin de los bienespblicos con las ganancias del estado es innecesaria; las condiciones

    generales de produccin, entonces, pueden ser tanto bienes pblicoscomo privados, segn Marx. Todo depende del estado de desarrollo enque se encuentre el sistema capitalista en cuestin (Marx, 1974).

    El discurso sobre las condiciones generales de produccin, esdecir, sobre los bienes pblicos, es un tema de carcter politizado, enesencia porque el estado, el sistema poltico y la estructura de poderde una determinada sociedad estn involucrados desde su comienzo.James OConnor es muy claro con respecto a la politizacin de los dis-cursos sobre las condiciones generales de produccin:

    Precisamente porque ellos [los bienes pblicos] no son producidos oreproducidos en forma capitalista, pero dado que son comprados y

    vendidos y utilizados como si fueran mercancas, las condiciones de

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    suministro (cantidad y calidad, lugar y tiempo) deben ser reguladaspor el estado o por los actores capitalistas como si ellos fueran elestado. Aunque la capitalizacin de la naturaleza implica el aumentode la penetracin del capital en las condiciones de produccin (por

    ejemplo: los rboles de las plantaciones, las especies genticamentealteradas, los servicios postales privados, el voucher educativo, etc.),el estado se instala entre el capital y la naturaleza, o media entre elcapital y la naturaleza, con el resultado inmediato de que las condi-ciones de produccin capitalistas se politizan (OConnor, 1988: 23).

    Los actores que politizan el tema econmico de la provisin de bienespblicos o de las condiciones generales de produccin son, respecti-vamente, en primer lugar, el estado representado por el gobierno, lospartidos polticos, la administracin, etc.; segundo, los capitalistas y los

    representantes de corporaciones o asociaciones de empleados; tercero,los gremios; y, cuarto, las ONGs y los nuevos movimientos sociales. Losconflictos sociales y las luchas discursivas se centran no slo alrededorde la estructura de clases, el conflicto de clases y los intereses de lasclases en una sociedad capitalista, sino tambin en torno a la relacinsocial entre hombre y naturaleza, el medio ambiente construido, lascondiciones generales de produccin, y el tema de la calidad y cantidadde la provisin de bienes pblicos:

    La mayora de los problemas de los ambientes naturales y socialesson an ms acuciantes para los pobres, incluidos los trabajadoresocupados, que para los empleados de cuello blanco y los ricos. Enotras palabras, los temas relativos a las condiciones de produccinson temas de clase, si bien ellos son ms que cuestiones de clase(OConnor, 1988: 37).

    La segunda contradiccin, en consecuencia, desencadena la accin denuevos movimientos sociales (ver tambin Leff, 1998); la crisis de lascondiciones de produccin, o relativa a la provisin de bienes pbli-

    cos, se politiza (ver tambin Kaul et al., 2003). Otro aspecto tambinimportante en la postura de OConnor se evidencia cuando el autor con-cluye que la acumulacin capitalista est perjudicando o destruyen-do las condiciones mismas del capital, amenazando de esta forma suspropias ganancias y su capacidad de producir y acumular ms capital(OConnor, 1988: 25). Brinda algunos ejemplos que ya hemos mencio-nado anteriormente como efectos negativos externos:

    El calentamiento de la atmsfera inevitablemente destruir gente, lu-gares, beneficios, por no decir otras especies de vida. La lluvia cidacontamina bosques y lagos y edificios y utilidades de la misma mane-ra. La salinizacin del agua, los residuos txicos, la erosin del suelo,etc. [] daan la naturaleza y la rentabilidad. Los tratamientos con

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    pesticidas destruyen los beneficios as como la naturaleza. El capitalurbano daa sus propias condiciones de rentabilidad, en principio

    ventajosas, por ejemplo: los costos de la congestin de trfico, el au-mento de las rentas, etc. El estado decrpito de la infraestructura en

    este pas [Estados Unidos] puede ser mencionado como un ejemplo.Existe tambin una rutina similar sobre la cual corre el capital en losmbitos de la educacin, del bienestar, de la tecnologa, del cuidadode la salud, etc. (OConnor, 1988).

    OConnor describe la degradacin de las condiciones generales de pro-duccin como una crisis de subproduccin. Y agrega: podemos sinriesgo alguno introducir escasez en la teora de crisis econmicas demanera marxista y no neo-malthusiana. Podemos introducir tambinla posibilidad de una subproduccin de capital una vez que sumemoslos costos crecientes de la reproduccin de las condiciones (OConnor,1988: 26; para una crtica ver Altvater, 1993). Finalmente, entonces, po-demos establecer una crisis de sobreproduccin o sobreacumulacinen trminos del marxismo clsico, y una crisis de subproduccin deacuerdo con el marxismo ecolgico, respectivamente.

    Esta distincin, sin embargo, no es completamente convincente.La categora de subproduccin est basada en el supuesto de una repro-ducibilidad de las condiciones naturales de produccin, y significa nadams ni nada menos que la degradacin ecolgica y el costo (social) quederivan de la restauracin del medio ambiente construido:

    Los ejemplos incluyen los costos de la salud requeridos por el trabajocapitalista y las relaciones familiares; los costos de medicamentosy los tratamientos por rehabilitacin en adicciones; de las grandessumas gastadas como resultado del deterioro del medio ambientesocial (la cuenta de la polica y los divorcios); de los enormes ingre-sos invertidos en evitar mayor destruccin ambiental y en limpiar oreparar la destruccin ecolgica pasada; del dinero requerido para

    inventar, desarrollar y producir sustitutos sintticos como mediosy objetos de produccin y consumo; las enormes sumas requeridaspara pagar a las compaas de petrleo y energa [] los gastos porrecolocacin de basura; los costos extra derivados de la conges-tin del espacio urbano; los costos que caen sobre los gobiernos,los campesinos y trabajadores del Tercer Mundo como resultado deuna crisis gemela de la ecologa y el desarrollo. Y as sucesivamente(OConnor, 1988: 26).

    Muchos de estos ejemplos son mencionados y analizados por K. WilliamKapp en su famoso libro sobre los costos sociales del emprendimientoprivado (Kapp, 1958). De este modo, los hechos no son nuevos, pero eldiscurso sobre los hechos s lo es. Sin embargo, es bastante dudoso si

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    interminable de todas aquellas partes de la naturaleza que antes estabanafuera de la lgica de valorizacin del sistema capitalista. La tendenciaexpansionista en el espacio y el tiempo es un tema importante en losGrundrisse (Marx, 1974: 415-435). Ha sido descripta por teoras clsicas

    del imperialismo que abarcan de Luxemburgo a Lenin, pasando por Bu-jarin y Kautsky. Pero la valorizacin no puede ser solamente entendidacomo un proceso de conquista territorial. Los espacios a descubrir, in-cursionar, conquistar e integrar en el sistema capitalista de produccinde valor incluyen tambin los cascos polares, el suelo del fondo de losocanos, las zonas de jungla ms remotas de las selvas tropicales, el es-pacio exterior y, ms importante aun, los nanoespacios de los genes delas plantas, los animales y los seres humanos. El capitalismo es un sis-tema expansionista en el que todo es interpretado como materia prima

    para el proceso de produccin de valor y plusvala. Si no es til, y en lamedida en que no pueda satisfacer esta necesidad, la materia prima serconsiderada intil, sin valor y, por lo tanto, un objeto inadecuado parala valorizacin capitalista. Al separar los recursos que poseen valor deaquellos que son intiles, la integridad de la naturaleza ser inevitable-mente desintegrada; proceso que anticipa su destruccin.

    La valorizacin es en principio un proceso infinito, que nuncatermina, excepto que el capitalismo alcance una barrera insuperable. Elaspecto ms destructivo de la valorizacin es la seleccin entre recursos

    valorables y no valorables. Por ejemplo, en la selva amaznica puedeverse que la valorizacin de la madera de la selva como ecosistema esdestructiva. Al final no hay ms madera, porque se impide la reproduc-cin de la selva. Este es obviamente un caso de subproduccin en elsentido de James OConnor. La consecuencia es que la selva, una vezdestruida debido a la sobreexplotacin de madera, no puede reprodu-cirse en un tiempo semejante al que le toma a los seres humanos explo-tar y destruir el ecosistema. Al menos esto es lo que sucede en las selvastropicales, donde la recreacin de un ecosistema degradado est llevan-

    do ms tiempo que su destruccin. La explotacin es frecuentementeuna cuestin de das, mientras que la recreacin es una cuestin de d-cadas o siglos. La desigualdad del rgimen de tiempos en una sociedaddada es una de las principales razones de la destruccin ecolgica, de lasubproduccin, en el sentido de OConnor.

    ENTROPA

    Efectivamente, la irreversibilidad es una categora decisiva para com-prender el desarrollo de la naturaleza. Dado que el capital obedece auna lgica de circularidad, lo natural y el rgimen del tiempo capitalistano son compatibles. El capital debe apropiarse de la plusvala e invertir-la nuevamente en el proceso de produccin que al final resultar nueva-

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    mente en la apropiacin de una plusvala mayor. La compulsin haciala plusvala es inevitable si los procesos de produccin fueron financia-dos con crditos e intereses que deben ser pagados. Los indicadores deperformance del capital sealan muy claramente la circularidad y la

    reversibilidad del flujo del capital dentro de la relacin entre resultadosy gasto. La ganancia, la eficiencia marginal del capital, el retorno delcapital, la rentabilidad y otros indicadores demuestran claramente quela racionalidad est basada en una comparacin entre medios, es decir,inversin, y objetivos, o sea, ganancia o plusvala.

    Por el contrario, tanto los procesos naturales de transformacinde materia y energa como el proceso natural de crecimiento de seresvivientes tales como las plantas y los animales se caracterizan por no re-sultar reversibles. Esto se deduce, ltimamente, de la ley de entropa. Al

    final del proceso hay algo cualitativamente nuevo (en la racionalidad dela reversibilidad, la calidad se mantiene igual mientras que la cantidadde la misma calidad cambia). Este producto cualitativamente nuevo nopuede ser reproducido con la misma energa o materia; por lo tanto,los stocks de energa y materia son usados hasta su agotamiento, sal-vo que el sistema sea abierto y nueva energa y materia sean provistaspara transformarse en valores de uso. Pero, nuevamente aqu, el proble-ma es que cada proceso de produccin es produccin encadenada. Deacuerdo con Herman Daly, no slo existe el proceso directo de entradas

    y salidas sino tambin la produccin de productos intermedios (Daly,1991). Es ley natural que es imposible transformar el 100% de la entra-da de energa y materia en productos diseados para la satisfaccin delas necesidades humanas. Por lo tanto, disfrutamos de nuestras vidas(Georgescu-Roegen, 1971) incrementando la entropa de todo el siste-ma. Marx era totalmente consciente de esta tendencia de doble faz. Porun lado, est la transformacin antropocntrica de materia y energade la naturaleza viviente y no viviente en esas cosas, las mercancas,que son capaces de satisfacer nuestras necesidades sociales e indivi-duales. Por otro lado, est la consecuencia amarga del deterioro y ladegradacin de la naturaleza, precisamente porque la satisfaccin denecesidades est garantizada o porque las necesidades de la valoriza-cin capitalista son satisfechas.

    Nicholas Georgescu-Roegen introdujo el concepto de revolucinprometeica en su razonamiento para demostrar que el aumento de laentropa depende terminantemente del rgimen de energa. Tanto larevolucin industrial como la revolucin neoltica cambiaron el rgimende energa; la primera, desarrollando dispositivos que capturan la energasolar y la transforman en energa til para el hombre (principalmente,comestibles). La segunda, sustituyendo la energa de los fsiles al trans-formarlos en energa til por medio de una serie de infraestructuras in-dustriales para lograr la transformacin de energa solar, principalmen-

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    te, en el sistema agrcola. No sorprende que Eric Hobsbawm enLa era delos extremos (1994) detecte slo una revolucin en el curso del siglo XX:esa primera vez en la historia de la humanidad en que, a comienzos delos aos cincuenta, el nmero de personas que viven en el campo y traba-

    jan como granjeros es menor que el nmero de personas que dependende la industria urbana. La transicin de una relacin social agrcola conla naturaleza a una relacin industrial presenta un cambio radical, unarevolucin que slo tiene una perspectiva corta de vida.

    La revolucin neoltica ha utilizado el eterno flujo de la energasolar y, por lo tanto, el modo de produccin agrcola no conoce lmi-tes energticos, aunque hay lmites relativos a la fertilidad del suelo, eluso de ciertas tcnicas agrcolas, etc. La revolucin fsil e industrial,sin embargo, est basada en el consumo del stock limitado de fsiles

    energticos. Primero, estos se agotarn en unas pocas dcadas y, segun-do, su combustin est produciendo tal cantidad de emisiones dainaspara el clima que las condiciones de vida en la tierra cambiarn conconsecuencias que nadie puede predecir, excepto por el hecho innega-ble de que son perjudiciales para la vida en la tierra. En trminos de laeconoma termodinmica, la transicin a sistemas capitalistas indus-triales basados en combustibles fsiles significa que el planeta Tierra,en primer lugar, es globalizado y, en segundo lugar, es tratado comoun sistema cerrado porque la energa solar almacenada a lo largo de mi-

    llones de aos en pozos de petrleo y minas de carbn es sustituida porla radiacin solar del presente. La Tierra es un planeta limitado y, por lotanto, un sistema de energa sustentable slo si se basa en la apertura desu sistema de energa a la radiacin solar (Geourgescu-Roegen, 1971;Daly, 1991; Altvater, 1995). La combustin incrementa inevitablementela entropa global y, al tratar de evitar este resultado desagradable, nue-vas partes del planeta (que hace cientos de aos todava eran partes vr-genes del planeta) han sido incluidas en las estructuras de valorizacincapitalistas. Esta es la razn ecolgica por la cual hoy la Tierra est glo-

    balizada y nosotros debemos lidiar con problemas globales del medioambiente, y no principalmente con problemas locales o regionales.

    CONCLUSIN

    El concepto marxista de relacin naturaleza-hombre es mucho msapropiado que otros conceptos para comprender las contradiccionesy la dinmica de la relacin social entre ser humano y naturaleza, esdecir, de la relacin entre la economa, la sociedad y el medio ambiente.La principal razn consiste en que dicho concepto permite concebir alser humano trabajador como alguien que transforma la naturaleza y,por lo tanto, est incluido en un metabolismo de naturaleza-hombreque, por un lado, obedece a leyes de la naturaleza cuasi-eternas y, por

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    el otro, est regulado por la dinmica de la formacin social capitalista.La formacin representa el conjunto de formas sociales, comenzandopor la forma mercanca, la forma dinero, la forma poltica, incluso laforma del crdito moderno. La acumulacin capitalista tambin obede-

    ce a la lgica de desencaje que Karl Polanyi describe tan convincente-mente enLa gran transformacin (Polanyi, 1978; ver tambin Altvater yMahnkopf, 2002). Esto ha sido demostrado en este artculo cuando noshemos referido al dinero metlico y simblico, es decir, dinero con-creto, basado en un material natural, y dinero abstracto, aquel queslo representa una forma social. El proceso de desencaje, sin embargo,exhibe tambin el aspecto extremadamente importante de transforma-cin del sistema de energa, desde energas biticas hasta el rgimende energas fsiles. Las sociedades capitalistas buscan volverse inde-

    pendientes del flujo de energa solar porque pueden utilizar los stocksde energa fsil. Para la relacin social capitalista con la naturaleza,esta transicin ofrece muchas ventajas. El sistema contemporneo deenerga es independiente a nivel espacial y temporal porque la energafsil es transportable y puede ser concentrada y almacenada donde seanecesario. Por eso, esta energa es homloga a un sistema capitalistadinmico. Esta es la razn por la cual es tan difcil reducir el consumode energa fsil en las sociedades capitalistas modernas, y por la cual laeco-regulacin (Burkett, 1996) o una economa sustentable son tan

    difciles de lograr. Bajo la presin de ser competitivo localmente en elespacio global, una reduccin del consumo de energa fsil no sucede-r voluntariamente, sino slo como resultado de una accin colectiva.Tal como las discusiones sobre el protocolo de Kyoto lo demuestranclaramente, una accin colectiva con una superpotencia poderosa, confree-riders y con estados dbiles, es de difcil ocurrencia.

    Como los recursos fsiles seguramente se agotarn en un par dedcadas, las guerras sobre la distribucin de recursos escasos ya hancomenzado. La guerra de EE.UU. contra Irak puede ser interpretadacomo unaouverture del advenimiento de los conflictos sobre el recursodel petrleo en el mundo. En este punto del razonamiento queda claroque la cuestin ecolgica relacionada a la capacidad de transporte a es-cala mundial incluye un asunto adicional no menos importante: cmodistribuir de un modo justo los recursos escasos de una manera pacfi-ca, y cmo organizar la transicin a un rgimen sustentable de energa.La teora marxista puede servir de ayuda para comprender la dinmicade las relaciones sociales con la naturaleza en el capitalismo moderno.Pero la cuestin tambin marca la transicin de consideraciones teor-ticas a prcticas polticas.

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