Eliseo Diego 122
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ELISEO DIEGO
Seleccin y nota de
ALBERTO PAREDES
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
COORDINACIN DE DIFUSIN CULTURALDIRECCIN DE LITERATURA
MXICO,2012
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NDICE
NOTA INTRODUCTORIA 3
EN LA CALZADA DE JESS DEL MONTEEL SITIO EN QUE TAN BIEN SE EST 6LA QUINTA 12
POR LOS EXTRAOS PUEBLOSEL COLOR ROJO 14LOS TRENES 14PONTE LA VIEJA CAMISA QUE SABE 15LAS ROPAS 15
EL OSCURO ESPLENDORCALMA 17
AVISOS 17
VERSIONESEL TALLER DEL ZAPATERO 19LAS DOS MANOS 19PANTOMIMA 20EL PEZ 20AL FIN DEL JUEGO 20
MUESTRARIO DEL MUNDOPARASO 22HERALDO 22
LOS DAS DE TU VIDATIEMPO DE LA SIESTA 23EN MEDIO DE LA NOCHE 24ODA A LA JOVEN LUZ 24INSCRIPCIN 25
A TRAVS DE MI ESPEJOFRENTE AL ESPEJO 27UN RATO MS 27CABALLOS 27
TRANSFIGURACIN 28EL CIRCO EN TIERRA EXTRAA 28CARRUSEL 29
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NOTA INTRODUCTORIA
Empezar a hablar de Eliseo Diego es aproximarse adescribir su tono: creo que ningn lector es ajeno a
una cierta sensacin de lectura amable y benigna enrelacin a este poeta... Y hablo sobre el poeta y nosobre el tono de la obra, pues nuestra impresin delectura no se constrie al poema particular que este-mos gozando, sino que se trata de una verdadera mo-dulacin que proviene del nima. Hay un modo deser, una forma que da cuerpo, suponemos, al cubano,y, claramente a su produccin de casi cuatro dcadas.En el desglose, conviene adelantarse a distinguir locotidiano de lo coloquial. Diego se entrega a la recu-peracin de los ecos y tonos generosos de las calles
de su ciudad, es la intencin de nombrar las cosas desu mbito diario; lo cotidiano tiene cita, pero comoaurade ah la tentacin de hablar de magia en estaobrano como atestiguamiento estricto de las vocescoloquiales. Ciertamente es un testimonio, pero ento-nado a lo celeste, no a lo callejero: la extraa conci-liacin de los das de la semana con la eternidad Podemos hablar tambin de la transfiguracin comooperacin sustancial en este mundo; pero conviene denueva cuenta precisar un distingo. Usualmente Leza-ma Lima es aludido y entrometido cada vez que seatiende a cualquier otro miembro del Grupo Orge-nes. Lo transfigurativo en Lezama convoca un estra-to a la vez geolgico y teofnico, un camino propioque l conoci y camin. En Diego, su amigo y com-paero, la transfiguracin podra decirse sucedein situ: nunca se trasciende el espacio cotidiano, nopretende ser abolido; la magia cotidiana consiste,precisando un poco, en una delicada operacin poti-ca de despojamiento de lo accesorio; una purificacindonde lo coloquial, lo pesaroso, la polis como fcilgrandilocuencia, se evitan para rescatar desnudamentelo cotidianosu jbilo, su melancolacomo la ma-teria del poema: la ciudad, La Habana prodigiosa, se
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transfigura en s misma y es, ya, el espacio dichosode la fiesta.
Tal tono de amable milagrera es lo que enseoreaesta obra. El delgado hilo de la palabra benigno reco-rre la produccin de Diego y brilla con el peso de su
moneda. Uno supone que es caracterstica de la obraporque es cualidad del hombre, pero no se trata de untono homogneo, excesivo. Hay al menos, dos va-riantes, dos accidentes. Por un lado, los poemas ini-ciales de En la Calzada de Jess del Monte (primerlibro, 1949) muestran cmo el autor batall por abrir-se camino hacia su estado generoso que despus locaracterizara. Tales poemas iniciales (los Discursos,Voy a nombrar las cosas, El Paso de Agua Dul-ce) dan cuenta de la prdida ms que de la transfigu-racin: lo cotidiano se dice aques lo que muere
y nos huye da a da. Todo es desolacin sin desga-rradura, eso sy el poema debe atestiguarlo: Re-hacen las materias el canto llano de su pesadumbre;el calendario tiene un tiempo y no es el mejor para elhombre, tiempo de cuando las nubes rezagadas enmala sombra nos sepultan. Sin embargo, por algunaCalzada de Jess del Monte asciende el nima depoeta de Diego pues el libro gana hasta El sitio enque tan bien se est, de entre todos mi favorito, claromagisterio de sus mejores recursos y testimonios dela cualidad humana.
El segundo accidente al que aluda es la cuenta porpagar a la exigida verosimilitud del mundo externo.No todo, lo sabemos, se deja ordenar por el generosoimperio del viejo ebanista: el tiempo, la muerte, elahogo de la tristeza, en fin, todas las formas de dis-cordar el tono que he procurado describir, aparecenen su danza de muerte. Versiones (1970) da espacioamplio al ltimo vals: Pineme usted como nunca,seor, dice la muerte, pineme usted como nunca./ Y con grosera reciedumbre la muerte rompe a rer.
Ante esto, es sobremanera ilustrativa la diada queforman dos poemas de A travs de mi espejo (1981).El espejo del tiempo que fluye y se detiene por uninstante: Diego atisba la fluencia infinita y capta,
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borgianamente, las lneas de su rostro y el ruiseorque canta a un ocaso y su memoria: Frente al espe-jo y Un rato ms, que aqu reproducimos, son hazy envs de la mejor escritura de Diego, de su percep-cin de un mundo suave y fugaz, melanclico y jubi-
loso.He mencionado a Borges y no considero inconve-niente sugerir al lector la lectura conjunta del clebreAdrogu(El Hacedor, 1960) y La Quinta(En laCalzada de Jess del Monte, 1949). Qu distintasmaneras de modular la misma noble evocacin delreino perdido! Formas diversas y hermanas en que lacasa familiar de las afueras se transfigura en cifrarotunda de lo que se ha vivido dentro de lo sagrado ycuyo acceso ahora nos est vedado. Queda entonces,como siempre, el poeta para simultneamente ate-
sorar y perder con sus palabras aquellas fuentes cie-gas, y las acequias hondas por las fragantes tardespaseadas.
Obra entonces de la unidad y lo fragmentario. Launidad del reino evocado, purificado por tan amablepotica; el hecho de poder mentarlo gracias a losfragmentos privilegiados. Y los fragmentos que ya-cen dispersos a la vera del ro que los ha abolido. Elpoeta, el ebanista, recoge los melanclicos derelic-tos... Un poema no es ms/ que la felicidad, que unaconversacin/ en la penumbra, de todo/ cuanto se haido, y ya/ es silencio.
ALBERTO PAREDES
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EN LA CALZADA DE JESS DEL MONTE
EL SITIO EN QUE TAN BIEN SE EST
IEl sitio donde gustamos las costumbres,las distracciones y demoras de la suerte,y el sabor breve por ms que sea denso,difcil de cruzarlo como fragancia de madera,el nocturno caf,bueno para decir esto es la vida,confndanse la tarde y el gusto,no pase nada, todo sealento y paladeable como espesa noche
si alguien pregunta dganleaqu no pasa nada, no es ms que la vida,y usted tendr la culpa como un lo de trapossi luego nos dijeran qu se hizo la tarde,qu secreto perdimos que ya no sabe,que ya no sabe nada.
II
Y hablando de la suerte sean los espejospor un ejemplo comprobacin de los difuntos,y hablando y trabajandoen las reparaciones imprescindibles del invierno,sean los honorables como fardos de linoy al ms pesado trbelouna florida cuerda y sea presidente,que todo lo compone,el hgado morado de mi abuela y su entierroque nunca hicimos como quiso porque llova tanto.
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III
Ella siemprelo dijo: tpenmebien los espejos,
que la muerte presume.Mi abuela, siemprelo dijo: guardenel pan,para que hayacon qu alumbrar la casa.Mi abuela, que no tiene,la pobre, casaya,ni cara.
IV
Los domingos en paz me descansala finca de los fieles difuntos,cuyo gesto tan propio,el silencioso pasen dignsimome conmueve y extraacomo palabra de otra lengua.En avenidas los crepsculospara el que, cansado, sin prisase vuelve por su pecho adentrohacia los das de dulces nombres,jueves, viernes, domingo de antes.No hay aqu ms que las tardesen orden bajo los graves lamos.(Las maanas, en otra parte,las noches, puede que por la costa.)Vengo de gala negra, saludo,escojo, al azar, alguna,vuelvo, despacio, crujiendo hojasde mi ao mejor, el noventa.Y en paz descanso estas memorias,que todo es una misma copay un solo sorbo la vida sta.
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Qu fiel tu cario, recinto,vaso dorado, buen amigo.
V
Un sorbo de caf a la madrugada,de caf solo, casi amargo,he aqu el reposo mayor, mi buen amigo,la confortable arcilla donde bien estamos.Alta la noche de los flancos largosy pelo de mojado algodn ceniciento,en el estrecho patio rezasus pobres cuentas de vidrio fervorosas,en beneficio del tranquilo,que todo lo soporta en buena calma y cruza
sobre su pecho las manos como bestias mansas.Qu parecido!, ha dicho, vago bho,su gran reloj de mesa,y la comadre cruje sus leos junto a la mamparasi en soledad la dejan,como anciana que duerme sus angustiascon el murmullo confortador del viento.De nuevo la salmodia de la lluvia cayendo,lentos pasos nocturnos, que se han ido,lentos pasos del alba, que vuelvepara echarnos, despacio, su cenizaen los ojos, su sueo,y entonces slo un sorbo de caf nos amigaen su dulzura con la tierra.
VI
Y hablando del pasado y la penuria,de lo que cuesta hoy una esperanza,del interior y la penumbra,de la Divina Comedia, Dante: mi seudnimo,que fatigosamente compongo cuando llueve,verso con verso y sombra y sombray el olor de las hojas mojadas: la pobreza,
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y el rado jardn y las hormigas que muerencuando tocaban ya los muros del puerto,el olor de la sombray del agua y la tierray el tedio y el papel de la Divina Comedia,
y hablando y trabajandoen estos alegatos de socavar miserias,giro por giro hasta ganar la pompa,contra el vaco, el oro y las volutas,la elocuencia embistiendo los miedos,contra la lluvia la Repblica,contra el paludismo quin sino la Repblicaa favor de las viudasy la Rural contra toda suerte de fantasmas:no tenga miedo, seor, somos nosotros, duerma,no tenga miedo de morirse,
contra la nada estar la Repblica,en tanto el caf como la noche nos acoja,con todo eso, seor, con todo eso,trabajoso levanto a travs de la lluvia,con el terror y mi pobreza,giro por giro hasta ganar la pompa,la Divina Comedia, mi Comedia.
VII
Tendr que vercmo mi padre lo deca:la Repblica.
En el tranva amarillo:la Repblica, era,lleno el pecho, comodecir la suave,amplia, sagradamujer que le dio hijos.
En el caf morado:
la Repblica, luegode cierta pausa, comoquien pone su bastn
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de granadillo, su alma,su ofrendada justicia,sobre la mesa fra.
Como si fuese una materia,el alma, la camisa,las dos manos,una parte cualquierade su vida.
Yo, que no sdecirlo: la Repblica.
VIII
Y hablando y trabajandoen las reparaciones imprescindibles del recuerdo,de la tristeza y la palomay el vals sobre las olasy el color de la luna, mi bien amada,tu misterioso color de luna entre hojas,y las volutas doradas ascendiendopor las consolas que nublan las penumbras,giro por giro hasta ganar la noche,y el General sobre la mesa erguidocon su abrigo de hieles,siempre derecho, siempre:
si aquel invierno ya muerto cmo nos enfra!pero tu delicada msica,oh mi seora de las cintas teidas en la niebla,vuelve si cantan los gorriones sombros en las tapias,a la hora del sueo y de la soledad, los constructores,cuando me daban tanta pena los muertosy bastara que callen los sirvientes,en los bajos oscuros, para que ruedede mi mano la ltima esfera de vidrioal suelo de madera sonando sordoen la penumbra como deshabitado sueo.
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IX
Tenas el portalancho, franco, segn se manda,como una generosa
palabra: pasenreposada.Se te colmabala espaciosa frente, comode buenos pensamientos,de palomas.
Qu regazo el tuyode piedra, fresco, paralas hojas!
Qu corazn el tuyo,qu abrigada prpura,silenciosa!
Deshabitada,tu familiadispersa, ciegastus vidrieras,qu sola te quedaste,mi madre, con tus huesos,que tengo que soarte, tan despacio,por tu arrasada tierra.
X
Y hablando de los sueosen este sitio donde gustamos lo nocturnoespeso y lento, lujoso de promesas,el pardo confortable,si me callase de repente,bien miradas las heces,los enlodados fondos y las mrgenes,las volutas del humo, su demorada filtracingiro por giro hasta llenar el aire,
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aqu no pasa nada, no es ms que la vidapasando de la noche a los espejosarreciados en oro, en espirales,y en los espejos una mscaralo ms ornada que podamos pensarla,
y esta mscara gustadulcemente su sombra en una tazalo ms ornada que podamos soarla,su pastosa penuria, su esperanza.Y un cuidadoso giroazul que dibujamos soplando lento.
LA QUINTA
En un tiempo mis padres socavaron el tedio voraz del[color blanco
valindose de grgolas lunticas que prodigaban por[juego las tinieblas,
y aquellos hipogrifos de cemento que lograron a fuerza[de paciencia consagradora ptina
callando conseguan disimular sus bromas y extender[la penumbra con un vago terror hacia la noche.
Ms importante an era el negrito a quien haca tanta[gracia la nada
sentado junto a las escaleras que siempre pretendieron[ser unos saltos de agua
y a quien acompaaba no s si por su gusto el silencioso[gato sobre la tapia intenso, contra la tarde rojo,
[enigma pobre, conmovedor qu ser de mi barrio.Las japonesas cuevas, escasas y profundas con la
[profundidad de una noche pintada en una tabla,y aquellas fuentes ciegas, y las acequias hondas por
[las fragantes tardes paseadas.Escribo todo esto con la melancola de quien redacta un
[documento.Como quien ve la ruina, la intemperie funesta
[contemplando el rado interior del griego.Digo cmo deban ser el ocio tan suave y el paso regio
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[y la ternura graciosa del paseocuando volvan a la casa despacio entre las aguas limpias de[la fuente, mirados por las criaturas extticas del parque,cuando la noche no siempre comenzaba en la cada, sino
[que tambin era la tiniebla lustrosa del intil recodo
socavando el tedio de la cal, el horror de la pared como[vaco deslumbrante.Aquel negrito, aquellos hipogrifos que gustaban
[magistralmente de la lluviasaboreando las gotas y el color gris como si el fro fuese
[de veras parte de sus almas,y el nombre de la quinta, que las filosas enredaderas
[trenzaban con variadas flores de reluciente hierro,los gobernados arroyuelos de piedra por donde navegaban
[los bergantines dorados de las hojassin saber el tamao menudo y deleitoso de su aventura
[ni el agradable olvido de aquel sombro puerto,el jardn de la quinta donde termina la Calzada y comienza[el nacimiento silencioso del campo y de la noche,
rado por el sol lo miro, melanclicamente desolado como[el feo pensamiento de un idiota.
Digo estas cosas con la tristeza de quien a solas dice[cuntos aos
y deja caer la intil mano sobre la frescura del mimbre[y en su comodidad encuentra algn consuelo.
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POR LOS EXTRAOS PUEBLOS
EL COLOR ROJO
El color rojo de los pueblos, antiguo,fervoroso y tenaz en la memoriadel almacn nocturno ardecomo borroso puo y escriturasagrada y gil mscara de fiebre,de tal forma que nuncapodremos descifrarel angustiado parlamento,el discurso veraz y las noticiasseniles de la fiesta que acab muy tarde,
cuando el color rojode los pueblos surgaen las cenizas del alba como el silencioen la intemperie del andn ltimo, que mirael desolado sueo y la inquietud de la secay el color rojode los muros finales, speros,el color rojo, el cansado colorque nunca pierden, casi como razn de fe,como la piel amarga,como la fe sedienta de los pueblos.
LOS TRENES
Adnde han ido los trenesllenos de fama y poder,cuya elocuencia fue ayerla gloria de los andenes?Cuando por la tarde vienescruzando el ao perdido,cmo extraas el silbidoanhelante, noticioso,
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que desdeaba el reposoy majestad del olvido!
PONTE LA VIEJA CAMISA QUE SABE
Ponte la vieja camisa que sabedel ao rumoroso y del tranquiloao inocente de sucesos gravescomo tela de ciegos, azulados hilos.
Ponte el sombrero de ilusin cadaque te alegraba con su tosca nieve.Ponte el chaleco de las bienvenidas
y la corbata ilustre de las nueve.Porque es seguro que vengan esta tarde,porque es seguro que vengan a decirtealgo importante como un noble alarde
que te bastara para no morirte.Pero mira la noche, ya es muy tarde,y apenas esperabas, debes irte.
LAS ROPAS
Y cmo eran las ropas,las obstinadas, fieles ropasdel abuelo? Su saco
de fervorosa pana,cmo era? Su chalecode ureo relumbre, su corbata
de litrgico lazo, y aquel cuellonevado desde siempre?
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Y cmo para iral nocturno Liceo, y cmopara la vasta misa?
Y para el fausto melanclicode la prudente cena,y para estarse inmvil?
Y cmo el imposible,absurdo peso de aquel pao,fue la costumbre de sus das,
si ya, cegado espejode la quinta, se vuelve,con la mgica lluvia,
misterio ya del sueo,lienzo de la locura?
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EL OSCURO ESPLENDOR
CALMA
Este silencio,blanco, ilimitado,
este silenciodel mar tranquilo, inmvil,
que de prontorompen los leves caracolespor un impulso de la calma,
se extiende acaso
de la tarde a la noche, se remansatal vez por la arenillade fuego,
la infinitaplaya desierta,
de manera
que no acaba,quizs,
este silencio,
nunca?
AVISOS
En este jueves dcimo y tranquilodel clarsimo mes, descubres
nuevas seales y prodigios nuevosde la humedad en la pared.
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Que ya no son fiestas ni son misteriossino materia de estupor:
el joven ama el ruido de la muertepero el viejo teme su olor.
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VERSIONES
EL TALLER DEL ZAPATERO
En toda ciudad existe una calle en la cual, si estuno atento, hallar cierta tienda muy antigua. El recin-to es pequeo, y tan oscuro que su techo se hunde ensombras. En una de las paredes habr una litografacasi indescifrable un almanaque tal vez, o algunaestampa sagrada.
Cerca del umbral hay siempre un mostrador muybajo en mi ciudad, y en el pueblo donde vivo, estpintado de ail; y sobre l se ve la fatiga, se ve la ma-
teria, se ven los aos de las cosas en que all trafican.Y en una puertecilla que hay al fondo, si est uno
atento, podr ver al dueo, soportando su delantalenorme, en una mano el martillo esbelto, y eternamen-te velado su rostro en la penumbra.
LAS DOS MANOS
Las dos manos, como dos perros muy fieles, condu-cen giles las irritadas cosas.
Cuando el mayor se cansa viene el otro, el segundode las fiestas continuas, y juega. La indiferencia que lorecibe algn rencor esconde, que orgullo y cario di-simulan.
Las dos manos trabajan siempre. Son como dos bes-tias de las que figuran en el Apocalipsis, materiales yanglicas. Su misterioso afn, su oficio prodigioso aqu podramos compararlo.
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Cuando su dueo muere se le tienden sobre el pechono quisieran ya dejarlo.
PANTOMIMA
Viene la muerte, en figura de General de Brigada.El Escribiente la recibe con excesos.
Se sirven pasteles, granizados, almendras. Lamuerte participa de todo con gustosa gravedad. ElEscribiente habla y habla.
Luego la muerte, en figura de General de Brigada,
toma al Escribiente del brazo y lo conduce en silencioa la puerta.
EL PEZ
Un pez de fuego atraviesa el tumulto de las nubes yla ira de las tinieblasun pez de fuego, semejante a losque en su inocencia cruzaron el obstinado furor delDiluvio.
Un pez, un pez radiante que atraviesa la locura delespacio enorme, tan suavemente como la flecha erizael lvido reino de la luna.
AL FIN DEL JUEGO
Al fin del juego se barajan las cartas, y el que ibatranquilo delante, adnde ir a parar?
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Adnde el rey a dnde el caballero y los dems a dnde.
Aire y tierra y fuego y agua: fe y barajar.
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MUESTRARIO DEL MUNDO O LIBRO DELAS MARAVILLAS DE BOLOA
PARASO
Ir con las nias de la manopor un aire tan puro que iluminasu sola transparencia los desganosde quien no ms se lo imagina.
Y estar donde el estar es la manerade ser en que se cumple todo,los castos rboles y la quimeratal como son y nunca de otro modo.
HERALDO
Hacia el bosque galopa, precedidopor el eco remoto de la trompa.Qu noticia traerla capa al vientocapaz de conmover las soledades?
Quin lo manda o a quinno lo sabemosni de dnde vendr. Pero nos bastaver que cruza los pramos vacosun heraldo veloz hacia la sombra.
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LOS DAS DE TU VIDA
TIEMPO DE LA SIESTA
Asurbanipal en su palacioest leyendo un libro de aventurasmientras dibuja entre los airesun halcn su crculo de gritosy pasa el tiempo, con la guardia, afuera.
Siente Asurbanipal que alguien lo mira,ya vuelve la cabeza, el sol le cortaen dos la barba, en dos tambin el mantoy en dos el libro de aventuras mientras
Nnive truena, con el tiempo, afuera.Pero antes de mirar a quien lo miradeben pasar los das de aquel ao,los aos de su vida ms las vidasde Ciro y Alejandro y Empdocles y Cristoy el tiempo con las nubes, a toda prisa, afuera.
Al fondo de la estancia los leonesen naranja perpetan su bostezo:las baldosas siguen tan desnudas,tan regias, tan asirias como siempre,anticipando el tiempo y el desierto afuera.
Asurbanipal no ha visto a quien lo miradesde un enjambre de islas increadasy en una identidad de sol y tedio.Temblando vuelve a su libro de aventurasmientras el tiempo, cauto, se ensombrece afuera.
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EN MEDIO DE LA NOCHE
el fuego salvaje
que quema millones de nios
Che Lan Vien
De pronto, en medio de la noche, sientesun terror que no entiendes. Y esel hambre en vilo de los lobosaullando silenciosamentebajo una luna ya abolidaen lo profundo de tu sangre.
O bien
el estupor ante el murmullo ajenode un ro indiferente: no se acabael destierro jams bajo los muros
de eternos azulejos? Babiloniabrama en lo oculto de tu corazncomo una res agnica. Y el cientode lo perdido se renueva
en medio de tu sangre, y crecejunto a las novedades del horror.
ODA A LA JOVEN LUZ
En mi pas la luzes mucho ms que el tiempo, se demoracon extraa delicia en los contornosmilitares de todo, en las reliquiasescuetas del diluvio.
La luzen mi pas resiste a la memoriacomo el oro al sudor de la codicia,
perdura entre s misma, nos ignoradesde su ajeno ser, su transparencia.
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Quien corteje a la luz con cintas y tamboresinclinndose aqu y all segn astuciade una sensualidad arcaica, incalculable,pierde su tiempo, arguye con las olasmientras la luz, ensimismada, duerme.
Pues no mira la luz en mi paslas modestas victorias del sentidoni los finos desastres de la suerte,sino que se entretiene con hojas, pajarillos,caracoles, relumbres, hondos verdes.
Y es que ciega la luz en mi pas deslumbrasu propio corazn inviolablesin saber de ganancias ni de prdidas.Pura como la sal, intacta, erguida,
la casta, demente luz deshoja el tiempo.
INSCRIPCIN
Virgilio, claro poeta romano,t que no olvidaste nombrar a la humilde arveja
junto a los vastos dioses impvidos,ensanos a mirar las cosas,
la quebradiza corteza y la sombraque apenas roza el agua;
t que descendiste al revs del silencio, dinoscmo conjurar a las vanas imgenes,
para que siendono se nos huyan como el humo,
ni con el fro daen a los nuestros;
aydanos,condcenos al arduo trabajo, ensanos
el rumor que ahuyenta a los pjaros salvajes,y cmo desarraigar a la estril avena,y los diversos sacramentales de las aguas;
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y qu signos ocultan las veloces nubes,y las pacficas noches qu repentinos presagios, y cules
la penumbra de la patria;
de modo que sea nuestra
tu lcida vigilia, nuestrostu coraje y tu paciencia, y la obracomo un inmaculado sacrificio que se ofrece, as
como t ofrendaste la Eneida a las llamas.
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A TRAVS DE MIESPEJO
FRENTE AL ESPEJO
En un abrir y cerrar de ojosya no estars en donde estabas:un triste viejo est mirndotecon qu terror desde tu cara.
Mirndote vido y mirndotemientras la luz te da en su cara:en un abrir y cerrar de ojos,ni t, ni l, ni nada.
UN RATO MS
Qu bueno verotro da, tener
maana y tarde por delante,sol y color y puede ser!
Un rato ms,a espaldas de jams,
para el delirio de las cosas,la fiesta en llamas de su paz!
CABALLOS
Yo he visto a los caballos,yo vi la gloriadel viento y de los rayosy de la serensima victoriacuando vi a los caballos.
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Cuando vi su miradaque no responde nada a nada,que no es sino mirada,entonces fue que en un momento
me hund en su eternidad ensimismada,descubr en su quietud la gloria puradel esplendor del vientoy de los rayos,
la figuradel simple movimientoen su magnificencia oscura
naciendo de los mgicos caballos.
TRANSFIGURACIN
Aquellos cmicos horrendosque eran escndalo del alma,qu extrao que,
de pronto,no sean ya ms que la nostalgia!
Cmo sus tretas burdas, toscas,sus pobres burlas desdichadas,trnanse leves,
trmulas,como una luz en la distancia!
EL CIRCO EN TIERRA EXTRAA
Amiga ma, tengo miedode todo en esta noche.T ests muy lejos, y no puedo
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recordar cmo miras, esta noche.
Los enanos caen como bolosen la pista del circo. Sus trompetasme calan de fro. Estoy solo
ya en la sala repleta.Tengo terror de que no vayasa ser a la luz del dams que una linda historia. Callasdentro de m. La msica es sombra.
Desaparecen los enanosidos en sueo. Asumoel pleno horror de la vigilia. Vanoya todo. Tus ojos son de humo.
CARRUSEL
La msica da vueltastras de los reyes que se van volando,tras de los ciervos,los bosques y caadas,todo este mundo tan veloz girando.
La dicha de los niostras los corceles que se fueron cuandovolvan las cascadasy rpidos bajelestras de los ciervos que se van callando.
Y as la tarde huyetras de los nios y su raudo bandoy a poco ya no quedasino el rumor extraode la memoria que los va soando.
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Eliseo Diego, Material de Lectura, seriePoesa Moderna, nm. 122 de la Coordinacin
de Difusin Cultural de la UNAM.
Editor: Alejandro Toledo