El Tren Nocturno de La via Lactea - Kenji Miyazawa

8/13/2019 El Tren Nocturno de La via Lactea - Kenji Miyazawa

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El tren nocturno de la Va

Lcteaha sido comparado

desde su publicacin en

1934, un ao despus dea muerte de su autor, con

El principito de SaintExupry. Esta breve

novela ha cautivado a

generaciones de

aponeses que han

elevado a Miyazawa la


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categora de hroe

cultural. Llevada a la gran

pantalla en numerosasocasiones, la historia de

Giovanni y Campanellaforma ya parte de

maginario colectivo

apons.

El tren nocturno de la Va

Lctea narra el sueo de

un nio en pos de la

amistad y la felicidad; un


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viaje onrico e inicitico

gracias al cual e

protagonista comprendera dura realidad de la vida

de una manera positiva yenriquecedora. Las

historias de Miyazawa se

desarrollan en un mundo

mezcla de realidad y

fantasa en el que loselementos naturales

nteractan de manera tan


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nverosmil como

encantadora, y los

personajes, a menudoanimales o elementos

bsicos como la Tierra o eViento, estn en perfecta

conjuncin con la

naturaleza. En estarecopilacin se incluyen

tambin Matasaburo, egenio del viento y Gauche

el violoncelista.


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Kenji Miyazawa

El trennocturno de


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la Va Lctea

ePub r1.0

Daruma

06.12.13


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Ttulo original:(Ginga tetsud no yoru),

(Kaze noatasabur),

(Sero hiki no

Gauche)Kenji Miyazawa, 1934Traduccin y prlogo: Montse

WatkinsDiseo de portada: Daruma

Editor digital: DarumaePub base r1.0


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PROLOGO

Miyazawa Kenji es un autoclsico en Japn, aunque

todava poco conocido enOccidente, pese a que ya hasido traducido a catorce

idiomas. Estas pginas estndestinadas a los lectore

deseosos de comprende


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mejor la obra de este escritorque contiene smbolos y

referencias a costumbres ytradiciones difciles de

entender para el extranjeroSin embargo, las diferenciasculturales no son obstculo

para disfrutar de los escritode Miyazawa, que se deben

leer con los ojos del almapara dejarse transportar a sumundo mgico con el espritu


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ligero y abierto.Para la interpretacin de

los textos he consultado aexpertos en el escritor y

conversado largamente consu hermano menor, SeirokuQuisiera compartir e

resultado de este trabajo conel lector, adulto o nio, e

invitarlo a la lectura de estorelatos para alejarse de larealidad por unas horas y


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volver a ella con el coraznalegre.

Pero quin fueMiyazawa Kenji? Este

escritor, que acapara laatencin y el reconocimientodel pblico nipn a

cumplirse el centenario de sunacimiento[1], vino al mundo

el 27 de agosto de 1896 en lapequea ciudad deHanamaki, en la provincia de


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Iwate, unos 500 kilmetros anorte de Tokio.

Aunque su familia era decomerciantes acomodados

creci en una sociedadempobrecida por la guerraruso-japonesa, que comenz

en 1904, as como por lafrecuentes heladas e

inundaciones que causabanhambre endmica entre loagricultores de esa fra


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regin nortea. Estacircunstancias, adems de

haber sido educado en unbudismo ferviente que le

inculc la idea deautosacrificio por ebienestar de los meno

favorecidos, impulsaron aMiyazawa a ayudar a lo

campesinos locales a travde su profesin de ingenieroagrnomo.


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Miyazawa empez aescribir desde joven. A los 21

aos public cuentoingenuos y humorsticos en

los peridicos locales, perono fue hasta cinco aos mtarde, tras la muerte potuberculosis de su hermanamenor, Toshiko, que entr en

una activa etapa deproduccin literaria. Entrelos atormentados poemas y


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enigmticas historias de esteperiodo destaca su obra m

representativa, El trennocturno de la Va Lctea

que reescribi en cuatroocasiones durante diez aos yfinalmente dej inconclusa

Otros relatos del autor sonLas bellotas y el gato

montes, El restaurante conmuchos encargos y Viajepor la nieve, muy conocido


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por los lectores japonesesunto a abundantes cuento

cortos y poemas, entre loque destaca Sin dejarse

vencer por la lluvia, dada suenorme fuerza y sencillez.Adems de aconsejar a

los agricultores locales encuestiones tcnicas y

escribir, Miyazawa se uni aun grupo de jveneprogresistas con los que


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discuta los problemas de lacomunidad y escuchaba

msica clsica egramfono y la coleccin de

discos de Beethoven todavase conservan en el MuseoKenji Miyazawa, en

Hanamaki. Sin embargo, ecreciente militarismo de

Japn en los aos veintecaus una ola de atentadoanarquistas contra los que e


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Gobierno reaccionprohibiendo cualquier tipo de

reuniones, de modo quefinalizaron estas actividades.

A los 32 aos, Miyazawaenferm de tuberculosis ytuvo que abandonar su

trabajo de ingeniero, perocontinu escribiendo hasta

que muri, cinco aos mtarde, en septiembre de 1933De este periodo data e


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ltimo manuscrito de Etren nocturno de la Va

Lctea, que no fuepublicado hasta tres dcada

ms tarde, cuando un equipoen el que particip suhermano Seiroku edit la

obra en base a los cuatromanuscritos existentes, todo

sin terminar. En la versinaponesa existen an alguno

puntos de ruptura, marcado


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con la indicacin de que sehan perdido las pginas de

original, que en estatraduccin me he permitido

suavizar con la supresin dealguna frase suelta.La idea que pudo inspira

a Miyazawa El trennocturno de la Va Lctea

todava es un asuntocontrovertido entre locrticos nipones, aunque la


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teora ms aceptada es laseparacin entre el autor y su

hermana Toshiko, fallecida alos 25 aos. Otra influencia

en este relato, en especial ecaptulo del naufragio, fue lanovela Cuore, del italiano

Edmondo De Amicis. SegnSeiroku, de esta obra eligi

los nombres protagonistas Giovanni y Campanellapor creer que contribuiran a


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dar un ambiente mimaginario al relato.

El tren nocturno de laVa Lctea combina

elementos espirituales ycientficos, y realiza unacuriosa mezcla entre e

cristianismo y el budismoMientras que la descripcin

del viaje, que empieza en laconstelacin de la Cruz de

orte y termina en la de la


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Cruz del Sur, as como la dealgunos personajes son

claramente cristianas, econcepto de cruzar la Va

Lctea para alcanzar eparaso es una analoga dero Sanzu, que separa este

mundo del ms all, segn ladoctrina budista. Tambin la

Columna de los Deseosuna columna atravesada pouna anilla de hierro giratoria


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exista antao como uninstrumento de plegaria

budista.Giovanni, un nio pobre y

solitario, quiere marcharsemuy lejos de su pueblo. Derepente, se encuentra

viajando por el espacio en unextrao tren que conduce a

ms all a los espritus de lomuertos y donde viajatambin su amigo


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Campanella; pero no sabeque es el nico viajero con

billete de vuelta que lepermitir regresar al mundo

de los vivos. Su ansiedad podisfrutar de la amistad conCampanella y su evolucin

hasta superar el egosmo ydesear la felicidad para

todos, incluso a costa deautosacrificio, constituyen eritmo del relato.


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Miyazawa se inspir en ecampo de su tierra natal para

los paisajes de este relatomientras que para la Fiesta

de las estrellas lo hizo en latradicional celebracin deTanabata, que tiene lugar enJapn durante el mes deulio. Segn la leyenda

Tanabata marca el da deao en que una doncellahilandera y un pastor


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representados por laestrellas Vega y Altair,

cruzan la Va Lctea y seencuentran. La costumbre de

echar a flotar farolillos al roo al mar para recibir a loespritus de los difuntos que

vuelven a este mundo todavase conserva en mucha

regiones. Durante estafiestas se decoran las callecon largos tallos de bamb


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adornados con figuras yguirnaldas multicolores de

papel, los nios lanzanfuegos artificiales, compran

ciervos volantes o peces decolores y todos salen a paseapor las calles iluminadas. En

una noche as muereCampanella ahogado en el ro

y Giovanni, que se habaquedado dormido al pie de laColumna de los Deseos


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logra hacer un mgico viajeen el tren de la Va Lctea.

Otro de los cuentos m

populares de Miyazawa eMatasaburo, el genio deviento, escrito a los 28 aosen 1924. El ttulo de esterelato hace referencia a

viento que sopla desde Japncentral a la isla de Hokkaido

sobre la regin de Tohoku, a


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principios de septiembrecuando antao se celebraba la

Fiesta del Dios del Viento.Este relato muestra con

gracia y dinamismo la vidadiaria de unos colegiales enuna pequea aldea en Tohoku

cuya rutina resultainterrumpida por la llegada

de un extrao compaero. Latensin sumergidacaracterstica de la


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narraciones de Miyazawaaflora espordicamente

mientras que la ambiguarelacin entre el mundo rea

y el imaginario crea el ritmode la historia.En el protagonista se

unen dos personajes: SaburoTakada, un colegial algo

tmido e inseguro, yMatasaburo, el genio deviento. Cul existe en


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realidad es una incgnita quepermanece hasta el fin.

Desde que Saburoaparece en la escuela un da

de fuerte viento, sucompaeros lo consideran unextrao que viste ropa

occidentales, calza zapatos yno se comporta como ellos

pero su imaginacin parainventar juegos despierta lacuriosidad de los nios, que


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comparten de buen grado etiempo libre despus de la

escuela. Las discusionesobre la naturaleza de

forastero se suceden durantetodo el relato hasta la escenafinal, donde la confrontacin

entre realidad y fantasaalcanza la mayor intensidad.

La ltima obra, Gauche, e

violoncelista, apena


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precisa de comentarios. Setrata de un cuento de ritmo

vivo, repleto de situacionehumorsticas y

enternecedoras, en el que edestino se sirve deimportunas visitas nocturna

de pequeos animales paraconvertir a Gauche, un

msico mediocre, en unvioloncelista que realiza unabrillante representacin


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consiguiendo arrancar unentusiasmo desbordante entre

el pblico de su pueblo.Con esta narracin

despedimos por el momentoa Miyazawa Kenji que, desdems all de las estrellas, no

invita a recorrer su mundomgico y a vivir con m

imaginacin y libertad.


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Montse WatkinKamakura, agosto de 1996


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NOTA AL

TEXTO

La traduccin de este libro

fue realizada a partir deoriginal japons de lo

re la tos Ginga tetsudo nooru, (1927)aze no Matasaburo,


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(1924), Sero hiki noGshu,

(publicado pstumamente en1934), por la espaola

Montse Watkins (1955-2000). La primera versin deeste libro fue publicada en

1994 y reeditada en 1996 pola editorial Luna Books

fundada en Japn por MontseWatkins para difundir laliteratura japonesa en lengua


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espaola. Esta edicin estdedicada a su memoria.

La trascripcin de lotrminos japoneses sigue e

sistema Hepburn, el mempleado en la literaturaorientalista, y segn el cua

las consonantes sepronuncian como en ingls y

las vocales casi igual que enespaol. Se han eliminado losignos diacrticos sobre la


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vocales largas de las palabrasy homnimos japonese

cuando tal simplificacinortogrfica no afecta e

significado.Todas las notas al pie sonde la traductora.


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EL TREN

NOCTURNODE LA VALCTEA


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Captulo 1

LA CLASE DE

LA TARDE

Se dice que parece un rotambin el rastro dejado pouna corriente de leche. Peroeste objeto borroso y blanco

sabis qu es en realidad?


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El maestro formul lapregunta a la clase mientra

sealaba un gran mapacolgado sobre la pizarra en e

que aparecan las estrellasobre un fondo negro y unazona blanca y difusa parecidaa una galaxia.

Campanella levant la

mano. Enseguida cuatro ocinco nios ms hicieron lo

mismo. Giovanni tambin iba


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a levantarla, pero cambi deopinin a toda prisa. Sin

duda, todo eso eran estrellasalguna vez lo haba ledo en

una revista. Peroltimamente a Giovanni cadada le entraba el sueo en

clase y, como no le llegaba etiempo para leer ni tampoco

tena libros, le daba laimpresin de que nocomprenda nada bien.


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El maestro se dio cuenta:Giovanni, ha

entendido la pregunta?Giovanni se levant con

decisin, pero una vez queestuvo de pie, no supo cmoresponder. Zanelli, sentadodelante de l, volvi lacabeza y, mirndolo, se rio

en su cara. Giovanni, rojo debochorno, se qued en lamisma postura lleno de


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confusin.El maestro habl de

nuevo:Si observis la Va

Lctea con un telescopiopotente, en qu consiste mo menos?

Aunque Giovanni pensque, desde luego, eran

estrellas, tampoco esta vezpudo contestar.

El maestro pareci


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preocupado un momentopero enseguida dirigi la

vista hacia Campanella y lepregunt:

Y bien, Campanella?Pero Campanella, quehaba alzado la mano con

tanto entusiasmo, se levantvacilante y tampoco

respondi. Extraado, emaestro observ aCampanella un instante y


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entonces, con un apresuradoBueno, muy bien, seal e

mapa de estrellas.Si miris la borrosa y

plida Va Lctea con unpotente telescopio, veris queest formada por mucha

pequeas estrellas, no es asGiovanni?

Giovanni asintisonrojndose de nuevo. Peroen algn momento se le


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haban llenado los ojos delgrimas.

Claro, s lo saba pens. Y Campanella, por

supuesto, tambin. Lo lemouna vez en su casa, en unarevista de su padre, que e

doctor. No tan solo eso sinoque Campanella, al verlas

fue enseguida al despacho desu padre y trajo un gruesolibro. Lo abri en el luga


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donde pona Va Lctea yestuvimos mirando mucho

rato aquella hermosafotografa de innumerable

puntos blancos sobre lapgina negra como el carbno es posible que lo haya

olvidado. Y, sin embargo, noha contestado. ltimamente

tengo que trabajar duramentepor la maana temprano ypor la tarde. Aunque venga a


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la escuela, no tengo ganas deugar con los dems n

tampoco charlo conCampanella como sola hace

antes. l se ha dado cuenta yse ha quedado callado apropsito. Cuando lo pienso

me da mucha pena.El maestro habl de

nuevo:Por lo tanto, si pensi

que la Va Lctea es como un


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ro de verdad, cada una de lapequeas estrellas que la

forman correspondera a laarena y los guijarros de su

lecho. Y si pensis que escomo una corriente de lechetodava se le parece ms. E

decir, que las estrellas seranlas pequeas gotas de grasa

que flotan en ella. De estemodo, si nos preguntamos aqu correspondera el agua de


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este ro, la respuesta es evaco que transmite la luz a

cierta velocidad y en el quepor supuesto, tambin flotan

el Sol y la Tierra. O sea, quenosotros vivimos dentro deagua de la Va Lctea. Y si

desde dentro del agua de estero celeste, miramos en toda

las direcciones, del mismomodo que ocurre con laverdad, que cuanto m


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profunda, ms azul se ve, a lolejos, en la profundidad de la

Va Lctea, podemoobservar una infinidad de

estrellas juntas, lo que lahace parecer blanquecina yborrosa. Observad este

modelo.El maestro seal hacia

una gran lente convexa dedos caras que contenamuchos granos brillantes de


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arena.La forma de la Va

Lctea se parece mucho aesto. Podemos pensar que

cada uno de estos granos sonestrellas que brillan por smismas, igual que nuestro

Sol. Imaginad que el Sol esten el centro y la Tierra muy

cerca de l, y que si por lanoche miris a travs de lalente en todas la


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direcciones, es como sestuvieseis de pie dentro de

ella. Por este lado, la lente edelgada, por lo que no podi

ver ms que unos pocogranos brillantes de arena, edecir, estrellas, no es cierto?

Pero donde el cristal egrueso, veris muchos grano

de arena y los ms alejadoaparecern como una masablanquecina y borrosa. En


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resumen, esto es laexplicacin de la Va Lctea

que hemos visto en el mapaComo ya se nos ha terminado

el tiempo, hablaremos en laprxima clase de Cienciadel tamao de esta lente y de

las distintas estrellas que seencuentran en ella. Hoy es la

Fiesta de las Estrellas; asalir fuera, mirad bien ecielo. La clase ha terminado


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Captulo 2

LA IMPRENTA

Cuando Giovanni se diriga ala puerta de la escuela, se diocuenta de que siete u ocho de

sus compaeros, en lugar devolver directamente a casase haban reunido alrededo


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de Campanella en unaesquina del patio junto a

cerezo. Pareca que estabanhaciendo planes para ir a

recoger calabazas de culebraa fin de hacer farolillos quecon una luz azul dentro

echaran a flotar al ro esanoche de la Fiesta de la

Estrellas.Al pasar junto a ellos

Giovanni los salud con un


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gesto enrgico de la mano yse march a toda prisa. A

salir a la calle, vio que lacasas estaban adornadas con

bolas de ramas de tejo; locipreses, con lucecitas; y quela gente del pueblo haba

hecho toda clase depreparativos para la fiesta.

En vez de volver a casaGiovanni sigui caminandoy, tras doblar tres esquinas


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lleg a una imprentaDespus de dejar los zapato

en la entrada, abri la granpuerta que daba a un pasillo

A pesar de ser an de da, lasluces estaban encendidasMuchas prensas rotativa

giraban y giraban conincesante golpeteo e

incontables empleadosataviados con badanas yviseras, lean y contaban con


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un sonsonete.Giovanni se acerc a un

hombre sentado frente a unalto escritorio, el tercero

desde la entrada, y lo saludEntonces, el hombre busc enuna estantera.

Podrs terminar estopara hoy? dijo

entregndole un pedazo depapel.

Giovanni recogi una


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pequea caja plana queestaba al pie del escritorio, se

la llev a una esquina bieniluminada por una bombilla

colgada de la pared y, encuclillas, comenz a sacacon unas pequeas pinzas lo

caracteres, tan diminutocomo granos de mijo.

Eh, hola, maestro dela lupa! dijo un hombrecon un delantal azul al pasa


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la hoja de papel que sostenaen la mano, llev la caja a

hombre de antes, quiensegua sentado frente a

escritorio y la recibi ensilencio, asintiendolevemente. Tras despedirse

Giovanni abri una puerta yse dirigi hacia la caja, donde

alguien vestido con una batablanca le entreg unapequea moneda de plata sin


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decir palabra.A Giovanni se le ilumin

la cara. Contento, recogi sucartera de debajo de

mostrador y se precipithacia fuera. Luego, silbandoalegremente, se acerc a la

panadera, donde compr unabarra de pan y una bolsa de

terrones de azcar, y salicorriendo a toda velocidad.


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Captulo 3

EN CASA

El lugar al que volvi tanalegre era una callesecundaria. De las tre

entradas alineadas, la de sucasa era la situada ms a laizquierda. Junto a ella haba


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coles rizadas y esprragoplantados en viejas cajas de

madera. Las dos pequeaventanas todava tenan lo

toldos desplegados.Mam, ya estoy aqudijo Giovanni, sacndose

los zapatos en la entradaCmo te encuentras?

Ah, Giovanni! Estarcansado, no? Hoy ha hechofresco y me he sentido bien


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todo el da.En la habitacin contigua

a la entrada, su madre estabareposando con la cabeza

cubierta por una cofia blancaGiovanni entr y abri laventana.

Mam, he compradoterrones de azcar. Haba

pensado ponrtelos luego enla leche.

Primero descansa un


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poco. A m todava no meapetece tomar nada.

Cundo ha vuelto mhermana?

A eso de las tres. Ya hahecho todas las tareas de lacasa.

An no han trado laleche, verdad? Ah, e

cierto! Parece que no.Entonces, voy a

buscarla.


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No corre prisadescansa antes. Tu hermana

ha preparado algo con tomatey lo ha dejado all.

Bueno, pues voy acomer.Giovanni tom el plato

del antepecho de la ventanay, acompaado de un pedazo

de pan, se lo comi todo conavidez.

Sabes, mam? Creo


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que pap va a volver.Ah, yo tambin lo

creo! Pero, dime, por qu lopiensas?

Pues porque estamaana he ledo en eperidico que la pesca ha

sido muy buena en el norteeste ao.

Pero quiz tu pap noest pescando

Seguro que s. No ha


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hecho nada malo como parair a la crcel. La ltima vez

que volvi trajo de regalo ala escuela un enorme

caparazn de cangrejo y unocuernos de reno. Todavaestn guardados en la sala de

Ciencias. El maestro amenudo los utiliza para la

clase de sexto.Tu pap dijo que la

prxima vez te traera una


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chaqueta de piel de nutriate acuerdas?

S Cuando me ventodos me dicen lo mismo

burlndose de mSe burlan de ti?S, pero Campanella

nunca lo hace. Cuando lootros me dicen estas cosas

parece que le d lstima.Tu pap y el de

Campanella, igual que


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vosotros dos, eran buenoamigos de pequeos.

Claro, por eso pap mellevaba a su casa. Eran

buenos tiempos entonces. Aveces, en el camino de vueltade la escuela, no

acercbamos un rato. Tenaun tren que funcionaba con

alcohol. Juntando siete rielese poda formar un crculoTambin haba postes


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elctricos y semforos que seponan verdes solo cuando

pasaba el tren. Una vez quese termin el alcohol, usamo

petrleo y la locomotora sellen de holln.Ah, s?

Todava les llevo eperidico cada maana. Pero

a esa hora la casa siempreest en silencio.

Claro, porque e


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temprano.Tienen un perro que se

llama Sauer. Su cola pareceuna escoba. Cuando voy para

all, suele olfatearme. Mesigue hasta la esquina, aveces incluso ms lejos

Esta noche todos irn al ropara echar a flotar lo

farolillos y seguro que eperro los acompaar.

Ah, es cierto! Esta


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noche es la Fiesta de laEstrellas.

S. Cuando vaya abuscar la leche, me acercar

un rato para ver.Bien, anda. Pero no temetas en el ro.

No. Solo mirar desdela orilla. Volver antes de

una hora.Qudate jugando un

rato ms. Si ests con


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Campanella, no me preocupoClaro que estaremo

untos. Quieres que cierre laventana, mam?

S, ser mejor. Ya harefrescado.Giovanni se levant y

cerr la ventana. Despurecogi su plato y la bolsa

del pan.Vuelvo dentro de una

hora y media! dijo feliz


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desde la entrada mientras sepona los zapatos.

Y sali por el portal yaenvuelto en la oscuridad.


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Captulo 4

LA NOCHE DE

LA FIESTA DELAS

ESTRELLAS

La expresin de Giovanni se

haba vuelto triste y solitaria


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mientras bajaba hacia epueblo por la cuesta bordeada

de negros cipreses. Al finade la pendiente haba una

farola que brillaba con unahermosa luz plida. Poco apoco se fue acercando a ellaSu sombra, que hasta ahoralo haba seguido, larga y

borrosa como un fantasma, sefue haciendo ms oscura y

definida. Levantando la


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Justo despus de dejar atrla farola, apareci por una

callejuela y se cruz en sucamino el Zanelli de aquella

maana, vestido con unacamisa nueva de cuellopuntiagudo.

Zanelli, vas al ro aechar farolillos? iba a

preguntarle cuando el otronio le solt:

Giovanni, ya llega la


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chaqueta de nutria!Se qued paralizado

como si un sonidoensordecedor hubiera llenado

el aire. Aunque de inmediatocontest a gritos:Atrvete a repetirlo

Zanelli!Pero este ya haba

desaparecido dentro de unacasa rodeada por una verja decipreses.


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Por qu Zanelli medice esas cosas si yo no le he

hecho nada? se quedpensando Giovanni

Cuando sale corriendo pareceuna rata Es tonto pofastidiarme as, sin motivo.

Absorto en estopensamientos iba caminando

por la calle, esplndidamenteadornada con luces decolores y ramas verdes. La


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relojera estaba iluminadapor una brillante luz de nen

En el escaparate haba unbho de piedra cuyos ojos se

movan de derecha aizquierda marcando losegundos. Sobre el aparado

de vidrio de color del marunas joyas giraban

lentamente como si fueranestrellas. Desde el otro ladodel aparador, se vea un


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centauro de cobre girando yacercndose a Giovanni. Y

usto en el centro deescaparate haba un

planisferio, redondo y negroadornado con hojas verdes deesprrago.

Giovanni se olvid detodo, ensimismado en la

contemplacin de aqueplanisferio. Aunque eramucho menor que el mapa


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una pequea explosin yflotara una nube de vapor.

Al fondo destacaba elustre amarillento de un

pequeo telescopio montadosobre un trpode y detrcolgaba un gran mapa con

todas las galaxiasrepresentadas con formas de

animales extraos, comoserpientes, tortugas y muchoms. Se pregunt si el cielo


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estara en realidad lleno degalaxias como el Escorpin

el Cazador y pensandoAh, cmo me gustara

viajar entre ellas parasiempre!, dej vagar suimaginacin.

De repente, se acord dela leche para su madre y se

puso en camino, alejndosede aquella tienda. A pesar deque la chaqueta ya le


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empezaba a quedar pequea yle apretaba los hombros, hizo

un esfuerzo por sacar pechoy, balanceando los brazos

vigorosamente, continucaminando a travs depueblo. Por las calles, el aire

corra transparente como eagua. Frente a las tiendas, la

farolas estaban adornadacon verdes ramas de abeto yroble. Los seis pltano


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alineados ante el edificio dela compaa elctrica estaban

cubiertos de luces, de modoque el lugar pareca el reino

de las sirenas.Todos los nios, con susropas bien planchadas

silbaban la cancin de laestrellas y gritaban

Centauro, haz caer eroco!, a la par que corran yencendan fuegos artificiale


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azules de magnesio. Parecanestar pasndolo muy bien.

Giovanni, con la cabezagacha de nuevo, muy lejos de

la algaraba reinante, seapresur hacia la lecheraAntes de darse cuenta, ya

haba llegado a las afueradel pueblo donde

innumerables lamos serecortaban contra el cieloestrellado, como s


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estuvieran flotando en lEntr por la oscura puerta de

la lechera y, de pie, frente ala cocina que ola a vaca, se

sac el sombrero y saludcon un decidido Buenanoches!. Pero la casa estaba

en completo silencio, comosi no hubiera nadie. Volvi

llamar de pie y bien erguido:Buenas noches! Hay

alguien en casa?


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Al cabo de un momentouna anciana con aspecto de

no encontrarse muy bien se leacerc despacio

murmurando algo entredientes.Hoy no han llevado la

leche a casa, por eso hevenido a buscarla dijo

Giovanni.Ahora no hay nadie

Vuelve maana respondi


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la anciana, mirndolomientras se frotaba los ojo

enrojecidos.Mi madre est enferma

y necesitamos la leche estanoche.Bueno, entonces vuelve

dentro de un rato dijo ellaantes de regresar por donde

haba venido.Ah, s? Mucha

gracias! respondi


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Giovanni y, tras despedirsesali de la cocina.

Al doblar la esquina deun cruce, a la altura de la

tienda de comestiblecercana al puente, vio que seacercaban, en una confusin

de sombras negras y tenuecamisas blancas, seis o siete

colegiales silbando y riendoCada uno llevaba un farolilloEstas risas y canciones le


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resultaban familiares: eranlas de sus compaeros de

clase. Giovannisobresaltado, se dispona a

dar media vuelta, perocambi de idea y continu sucamino con paso decidido

Aunque senta un ligero nudoen la garganta, estaba a punto

de preguntarles si iban al rocuando Zanelli le volvi agritar:


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te enfadas, verdad?. PeroGiovanni evit su mirada y

dej atrs la alta figura de sucompaero. Entonces, todo

se pusieron a silbar, cada unopor su lado.Antes de doblar la calle

Giovanni se volvi y se diocuenta de que Zanelli haba

hecho lo mismo. Campanellaque se haba puesto de nuevoa silbar muy alto, sali


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corriendo en direccin apuente, ya envuelto por la

niebla.Sintindose

indescriptiblemente soloGiovanni tambin ech acorrer. Unos nios pequeos

que saltaban a la pata cojatapndose las orejas con la

manos lo siguieron un trechogritando, pues crean que tambin estaba jugando


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Continu corriendo sin pararpero, en lugar de subir recto

por la colina hacia su casa, sedirigi hacia el norte, a la

afueras del pueblo. Unpequeo puente con unadelgada barandilla de hierro

cruzaba un riachuelo quediscurra entre las orilla

blanquecinas y borrosas. Sedetuvo en el medio y, con larespiracin acelerada, se


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Captulo 5

LA COLUMNA

DE LOSDESEOS

Detrs de la granja, lapendiente de la colina sesuavizaba. Sobre la oscura y


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las estrellas. Entre el herbajeunos insectos mostraban su

brillo azulado y algunahojas se vean de un verde

translcido. Le recordaronlos farolillos que antehaban llevado su

compaeros al ro.Tras cruzar el oscuro

bosque de pinos y roblesapareci el cielo abierto y enl, la Va Lctea, que se


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extenda blanquecina de sur anorte. En la cima de la colina

se alzaba la Columna de loDeseos, rodeada de

campanillas y crisantemosilvestres que exhalaban superfume como en un sueo

Un pjaro pas cantandoGiovanni subi hasta la cima

y ech su cuerpo cansadosobre la hierba fresca al piede la columna.


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Las luces del pueblo, allabajo, en medio de la

oscuridad, parecan las de unpalacio en el fondo del mar

De vez en cuando seescuchaban dbilmente lacanciones, silbidos y risas delos nios. La hierba de lacolina se balanceaba

suavemente bajo el vientoque soplaba desde algnlugar lejano. Giovanni, con la


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camisa empapada de sudorcomenz a sentir fresco.

El sonido de un tren llegdesde la llanura. Se vea la

hilera de ventanillaspequeas y rojizas, a travde las cuales muchos viajero

pelaban manzanas yconversaban animadamente

Intentando imaginar lo queestara haciendo aquellagente, se sinti de nuevo


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dividirse en tres o cuatropuntos brillantes, sus brazo

parecan extenderse yencogerse, adoptando la

forma alargada de hongoIncluso el pueblo empez atomar el aspecto de un

borroso grupo de estrellas ode una gran nube de humo.


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Captulo 6

LA ESTACIN

DE LA VALCTEA

Giovanni vio que a suespalda la Columna de loDeseos se haba convertido


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en una baliza de agrimensuraque se encendi y apag uno

instantes como unalucirnaga. Poco a poco fue

tomando una forma mdefinida hasta que al final serecort clara e inmvil contra

el cielo azul oscurosemejante a una hoja de

metal recin fundido.Entonces, de alguna parte

lleg una extraa voz que


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deca: Estacin de la VaLctea. Estacin de la Va

Lctea. En ese precisomomento, todo se ilumin

como si la luz de un nmeroinfinito de calamarelucirnaga[2] se fijara en e

fondo del cielo o como si uncomerciante de diamantes

pretextando escasez paraevitar la bajada de precioshubiese ocultado una gran


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cantidad y, al volcarse de suescondite, centellearan con

todo su esplendor. Aturdidose frot varias veces los ojos

Cuando volvi en s, yahaca rato que el pequeotren traqueteaba. Y all

estaba sentado l, mirandopor la ventana de este tren

nocturno, con los vagoneiluminados por una luzamarillenta. Los asiento


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tapizados de terciopelo azuestaban casi todo

desocupados y, en la paredopuesta pintada de gris

resplandecan dos botones delatn.Giovanni observ en e

asiento de delante a un nioalto, vestido con una

chaqueta negra que brillabacomo si estuviera mojadaHaba sacado la cabeza por la


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ventanilla y estaba mirandohacia fuera. Algo le resultaba

familiar en su aspecto, por loque quiso saber a toda costa

de quin se trataba. Iba aasomarse, cuando el otropasajero volvi el rostro

hacia l. Era CampanellaGiovanni estaba a punto de

preguntarle: Campanellacundo te has subido?, y enese instante, este se le


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adelant y le dijo:Todos se apresuraron

mucho, pero llegaron tardeTampoco Zanelli, a pesar de

haber corrido con todas sufuerzas, alcanz a tomar etren.

Ah, claro! Tenamosque haber viajado juntos

pens Giovanni y propuso:Podemos esperarlos en

alguna parte, no?


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Ya no es necesarioZanelli volvi a su casa. Su

padre lo vino a buscar contest empalideciendo un

poco, como si algnpensamiento lo hubieraentristecido de repente.

Giovanni, con la extraasensacin de que no entenda

nada, se qued callado. Sinembargo, Campanella prontose recuper y, mirando por la


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ventanilla, exclam muyanimado:

Anda, he olvidado lacantimplora! Y tambin e

cuaderno de dibujo! Pero noimporta. Pronto estaremos enla Estacin de los Cisnes. Me

muero de ganas de verlosSeguro que si vuelan all a lo

lejos sobre el ro, lepodremos echar una ojeada.

Campanella consultaba


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un mapa en forma de tablaredonda que giraba sin cesar

En l apareca la va del trenque corra por la orilla

izquierda de la Va Lcteahacia el sur. Pero lofantstico de este mapa era

que todas las paradas ybalizas, todos los ros, lago

y bosques se destacabansobre el fondo, negro como lanoche, en forma de luce


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incrustadas de colores azulanaranjado o verde.

Dnde has compradoese mapa? pregunt

Giovanni. Esta hecho defeldespato, no?Me lo han dado en la

Estacin de la Va LcteaT no tienes uno?

No estoy seguro dehaber pasado por allEstamos aqu ahora?


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pregunt Giovanni sealandoun punto al norte de la

Estacin de los Cisnes.As es. Mira! Ser la

luna que ilumina el lecho dero?La orilla de la Va Lctea

que resplandeca con una luzplida, estaba cubierta de

caizos que susurraban y sebalanceaban con el vientoformando olas plateadas.


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No es la luz de la lunaBrilla as porque es la Va

Lctea.Mientras deca esto

Giovanni poda haber saltadode alegra. Zapateando ysacando la cabeza por laventanilla, silbaba muy, muyalto la cancin de la

estrellas, estirndose cuanlargo era para ver toda eagua de la Va Lctea. A


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balizas iluminadas por unahermosa luz fosforescente

Las lejanas se veanpequeas; las cercanas

grandes; aquellas, definidade colores; estas, plidas yalgo borrosas. Algunas eran

triangulares; otrasrectangulares, en forma de

zigzag o de cadena. Amirarlas, Giovanni senta quele daba vueltas la cabeza


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Pareca que las luces azules oanaranjadas y las distinta

balizas, que parpadeaban y sebalanceaban, hubieran

tomado vida.Estoy realmente en lallanura celestial! exclam

y, sacando la mano izquierdapor la ventanilla, mientra

miraba a lo lejos, pregunt: A propsito, parece que

este tren no funciona con


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carbn, verdad?Funcionar con alcoho

o electricidad aventurCampanella.

Entonces, a modo derespuesta, de algn lugar lelleg una voz resonante como

un violoncelo:Este tren no funciona

ni con vapor ni conelectricidad. Se mueveporque debe hacerlo


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Vosotros pensis quetraquetea como un tren, pero

es solo porque hasta ahoraestabais acostumbrados a

trenes con ese sonido.Esta voz la he odoantes en alguna parte.

Yo tambin, en ebosque y en la orilla del ro.

El pequeo trencontinuaba su marcha entrelos caizos que se


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balanceaban al viento, juntoal agua de la Va Lctea y e

brillo plido de las balizasavanzando sin parar

Mira, las gencianas yahan florecido! Estamos enpleno otoo dijo

Campanella, sealando atravs de la ventanilla.

Entre la corta hierba quebordeaba la va, estas floreaparecan de un esplndido


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color violeta plido, como shubieran sido talladas en

aguamarina.Quieres ver cmo

bajo, cojo algunas y vuelvo asubir? dijo Giovanni, llenode entusiasmo.

Demasiado tarde! Yalas hemos dejado atrs.

Apenas Campanellatermin de decir estapalabras, ya haban pasado


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otro macizo de magnficaflores. Ms y ms gencianas

con el fondo del clizamarillo, cruzaron ante su

ojos como una lluviamientras que las hileras debalizas, algunas borrosas

otras definidas, brillabancada vez con mayo

intensidad.


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Captulo 7

LA CRUZ DEL

NORTE Y LACOSTA DELPLEOCENO

Me perdonar mi madre?

dijo de repente


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Campanella, tartamudeandoun poco en su precipitacin.

Giovanni pens: Ah! Lama est cerca de aquella

baliza anaranjada que se ve alo lejos, pequea como unamota de polvo, y seguro quese acordar de m. Sinresponder, se ensimism ms

en sus pensamientos.De verdad que hara

cualquier cosa para contenta


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a mi madre. Pero qu podrahacerla verdaderamente

feliz?Mientras deca esto

Campanella se esforzaba pocontener las lgrimas.Pero a tu madre no le

ha pasado nada, no ecierto? exclam Giovann

sorprendido, sin comprendea qu se refera su amigo.

No lo s. Aunque todo


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el mundo, cuando hace algobueno, se siente feliz

verdad? Por eso creo que meperdonar concluy

decidido Campanella.Inesperadamente, einterior del vagn se ilumin

con una luz blanca. En elecho de la Va Lctea, que

transcurra sin sonido nforma, resplandeciente comosi se hubiera sumado el brillo


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de los diamantes al del rococado en la hierba, se poda

ver una isla rodeada de unaaureola plida. Sobre la

suave cima se levantaba unamagnfica cruz, tan blancacomo si estuviera tallada en

una nube helada del Poloorte, rodeada de un halo

dorado que giraba en silencioeterno.

Aleluya, aleluya! se


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oan las voces procedentes detodas direcciones.

Al mirar a su alrededovieron que otros viajeros se

haban puesto de pieAtaviados con tnicas derectos pliegues, rezaban con

fervor sosteniendo una Biblianegra contra el pecho y un

rosario de cristal entre sumanos unidas. Sin darsecuenta, ambos tambin se


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levantaron. Las mejillas deCampanella relucan roja

como una manzana madura.Poco a poco, la isla y la

cruz quedaron atrs. En laorilla opuesta, iluminadocon una luz difusa y plida

los caizos que ondeaban aviento parecan empaarse un

instante. Las abundantegencianas se escondan entrela hierba y volvan a aparece


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como delicados fuegofatuos.

La Isla de los Cisnesoculta por los caizos que

crecan entre el ro y el trense pudo ver brevemente unpar de veces, pero pronto

qued muy atrs, pequeacomo una pintura, y se perdi

de vista entre las susurrantehierbas.

Una monja catlica, alta


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y cubierta con un velo negrohaba subido al tren en algn

momento y se haba sentadodetrs de Giovanni. En

silencio, con las pupilaredondas y verdes, mirandofijamente al frente, pareca

escuchar directamentepalabras lejanas. Los viajero

ya haban vuelto a suasientos sin hacer ruidoGiovanni y Campanella se


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pusieron a conversar en vozbaja, con el corazn lleno de

una nueva y extraasensacin.

Pronto llegaremos a laEstacin de los Cisnesverdad?

S, a las once en punto.Las luces verdes de la

seales y los postes, blancoy borrosos, pasabanrpidamente ante la


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ventanilla. Luego, tambinlas luces de las agujas de

maniobras, dbiles eimprecisas, brillaron como

llamas de azufre. El tren fuereduciendo su velocidad yenseguida aparecieron la

hermosas farolas de laestacin, perfectamente

alineadas, que se hicieroncada vez ms grandes amedida que se distanciaban


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unas de otras. Cuando el trense detuvo, ambos se quedaron

usto frente al gran reloj de laestacin. En su esfera se

reflejaba la luz del fresco daotoal y las agujas metlicaazuladas marcaban las once

en punto. Todos se apearon yel tren qued vaco. Parada

de veinte minutos, indicabaun letrero bajo el reloj.

Bajemos nosotro


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tambin! dijo Giovanni.S, vamos!

Se levantaron de un saltocruzaron la puerta a toda

velocidad y fueron corriendohacia la garita del revisordonde brillaba una luz

violeta. Pero no haba nadiePor ms que miraban, no

haba ni rastro de los mozoni del jefe de estacin.

Frente a la estacin haba


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una pequea plaza rodeada derboles deginkgo[3] que

parecan tallados en cristal deroca. Un ancho camino parta

recto hacia la plida luz de laVa Lctea. La gente quehaba bajado antes del tren ya

haba desaparecido.Giovanni y Campanella

avanzaron hombro conhombro por el camino. Susombras fueron tomando


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distintas formas, como las dedos columnas en una

habitacin con ventanales enlas cuatro direcciones, o

como los mltiples radios dedos ruedas. Al poco ratollegaron al hermoso lecho de

ro que haban visto desde etren. Campanella tom un

pellizco de brillante arena yextendindola sobre la palmade la mano, la hizo crujir con


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el dedo.Esta arena es de crista

de roca dijo como entresueos. Parece que dentro

de cada granito chispeara unpunto de fuego.Ah, es cierto

contest distradamenteGiovanni, preguntndose

dnde habra aprendido todaesas cosas.

Todos los guijarros de la


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orilla eran transparentes, sinduda, de cristal de roca y de

topacio. Los pliegues de loestratos se haban hecho

visibles y en sus borderesplandecieron plidamentelas amatistas.

Giovanni corri hasta eagua y sumergi sus manos

Esa misteriosa agua de la VaLctea era ms transparenteque el hidrgeno, pero era


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evidente que circulaba, yaque tom un ligero colo

mercurio y sobre susuperficie se formaron

pequeas olas que chocaroncontra las muecas deGiovanni, mientras brillaban

con una atractiva luzfosforescente y parecan

arder.Ms arriba, al pie de un

barranco cubierto de caizos


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haba una roca blanca, planacomo un campo de deportes

que se extenda paralela aro. All se distinguan las

siluetas de cinco o seipersonas. Pareca queenterraran o desenterraran

algo, porque se levantaban yagachaban sin cesar y, de vez

en cuando, algunaherramienta lanzaba undestello.


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Vamos a ver? gritaron al unsono Giovann

y Campanella y se dirigieronhaca all corriendo.

En la entrada del lugadonde se encontraba la rocablanca, un lustroso letrero decermica deca Playa dePleoceno. Bordeando la

playa se levantaba una finabarandilla metlica y hababonitos bancos de madera.


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Mira qu cosas mraras! dijo Campanella

mientras se agachaba pararecoger algo que pareca una

nuez negra con el extremoafilado.Es una nuez. Hay

montones. Y no las haarrastrado la corriente; estn

dentro de la roca.Qu grandes! Abultan

el doble que las normales


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Mira, est intacta. Vamosrpido hacia all. Seguro que

estn desenterrando algo.Llevndose las negras y

rugosas nueces continuaronacercndose hacia aquelugar. A su izquierda, en la

playa, las olas ardandelicadamente como

pequeos relmpagos y, a suderecha, en el barranco, locaizos, que parecan de


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plata y ncar, se balanceabanal viento.

Al aproximarse vieron aun hombre alto, con gruesa

gafas de miope y botas, quetena aspecto de cientficoEstaba enfrascado, tomando

notas en su cuaderno y dandoinstrucciones a tres hombres

sin duda sus ayudantes, quetrabajaban con azadas ypalas.


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Utilizad las palas demodo que no rompis este

saliente. Esas palas! Mlejos, cavad un poco m

lejos! No, as no! Por quno ponis ms cuidado?Dentro de aquella blanda

piedra blanca se encontrabanlos huesos blanquecinos de

un animal muy, muy grandeque haba sido desenterradohasta la mitad. Pareca que se


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encontrado muchas nueces ono? Tienen casi un milln

doscientos mil aos y no sonde las ms antiguas. En ese

periodo, es decir, al final dela Era Terciaria, este lugarera costa, por lo que aqu

debajo tambin se encuentranconchas. En el mismo luga

por el que ahora corre el roen aquellos tiempos suban ybajaban las mareas de agua


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muchas pruebas, este es ungrueso y magnfico estrato de

un milln doscientos miaos aproximadamente, pero

otros expertos no opinan lomismo. Quiz se convenzansi presentamos esta

evidencias, o aun as, semantengan en su teora de

que se ha convertido en unterreno baldo por la accindel viento y del agua


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Habis entendido? PeroEh, eh, all tampoco utilici

las palas! No os dais cuentade que justo debajo pueden

estar enterradas las costillas?El cientfico salidisparado en direccin a lo

hombres.Ya es hora. Vmonos

dijo Campanella tracomparar el mapa con sureloj de pulsera.


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Ah, es ciertoTenemos que volver dijo

Giovanni y se despidicortsmente.

Ya tenis queregresar? Bueno, entonceshasta la vista dijo ecientfico mientras se movade un lado a otro repartiendo

instrucciones.Los muchachos corrieron

con todas sus fuerzas sobre la


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hacia ms y ms grande. Apoco rato ya estaban sentado

en el vagn, mirando por laventanilla en la direccin po

la que haban regresado.


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Captulo 8

EL

ATRAPAPJA

Os importa que me sienteaqu?

Una voz de personamayor, spera pero amable

les lleg desde atrs. Se


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trataba de un hombre vestidocon un abrigo marrn un

poco rado, de espaldaencorvada y barba rojiza, que

llevaba al hombro un fardoenvuelto en tela blancadividido en dos mitades.

En absoluto, por favodijo Giovanni al tiempo

que encoga los hombros amodo de saludo.

El recin llegado coloc


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con calma su paquete en lared de equipajes, mostrando

una leve sonrisa a travs dela barba.

Giovanni se senta solo ytriste sin saber por quContemplaba en silencio e

reloj cuando oy un sonidoparecido al de una flauta de

cristal que llegaba de algnlugar al frente. El tren sepuso en marcha despacio


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Campanella recorra con lavista el techo del vagn

sobre una de las luces estabaparado un ciervo volante

cuya enorme sombra serecortaba contra el techo. Ehombre de la barba rojiza

observaba lo que hacan lonios con una sonrisa

nostlgica. El tren tomvelocidad; a travs de laventanilla se vea brillar un


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momento el ro y al otro, locaizos.

Adnde vaivosotros? pregunt e

hombre de la barba roja concierta timidez.Hacia delante, para

siempre repuso Giovannen un tono que evidenciaba

sus pocas ganas de conversarNo est mal. Justo

igual que este tren.


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acab riendo con los dems.Yo voy a bajar

enseguida. Mi trabajo ecazar pjaros contest un

poco nervioso, aunque nopareca enfadado.Qu clase de pjaros?

Garzas y patosalvajes. Tambin grullas y

cisnes.Hay muchas grullas?S, en abundancia. Ya


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hace rato que se oyenPodis orlas?

No.Todava se oyen

Escuchad con atencin.Ambos levantaron lavista y aguzaron los odos. A

traqueteo del tren se aadael sonido del viento a trav

de los caizos, por lo que tansolo les lleg algo parecidoal borboteo del agua


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No, no. Para comerlaspor supuesto.

Qu raro! dijoCampanella, doblando e

cuello con extraeza.No hay nada de raroMirad el hombre selevant, baj su fardo de lared de equipajes y lo desat

con movimientos rpidosEstn recin cazadas.

Anda, son de verdad


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gritaron lo muchachos sindarse cuenta.

Unas diez grullas, tanblancas y brillantes como la

Cruz del Norte que habanvisto un momento antesestaban alineadas con e

cuerpo un poco aplanado ylas patas negras encogidas

de modo que parecan unrelieve.

Mira, tienen los ojo


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cerrados dijo Campanellatocando con delicadeza lo

blancos prpados en forma demedia luna. Las plumas de la

cresta, tambin blancassobresalan como pequealanzas.

Qu os parecen? dijo el atrapapjaros

volviendo a atar el fardo conun cordel.

Son sabrosas la


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grullas? se interesGiovanni, preguntndose

quin las comera poaquellos lugares.

S. Cada da me hacenpedidos. Pero an se vendenmejor los patos salvajes. No

solo tienen un plumaje mvistoso, sino tambin, y esto

es lo ms importante, no dannada de trabajo. Mirad.

El atrapapjaros abri e


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otro paquete. Contena varioPatos salvajes con su dibujo

lustroso de motas amarillas yblanquecinas. Igual que la

grullas, estaban alineadocon sus cuerpos un pocoaplanados y los picos juntos.

Estos se pueden comeenseguida. Queri

probarlos? mientrahablaba, tir con suavidad deuna pata amarilla que, como


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si fuera de chocolate, sedesprendi fcilmente

Vamos, probad un poco invit el atrapapjaros y

partiendo la pata en dosofreci un pedazo a cada unoEh! Es ms sabroso

que el chocolate. Cmo eposible que puedan vola

estos patos? Seguro que estehombre tiene una confiteracerca de aqu. Pero ahora me


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da pena comer sus dulcedespus de haberme burlado

de l consider Giovanniaunque continu comiendo

con deleite.Comed un poco ms ofreci de nuevo el hombre

sacando el fardo.No, no, muchas gracia

declin Giovanni conprudencia, aunque hubieracomido ms de buena gana.


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Entonces, el hombre de labarba rojiza le ofreci

tambin al hombre de la llaveque estaba sentado al otro

lado del pasillo.Gracias, pero me dareparo aceptar; los vendepara ganarse la vida dijoeste descubrindose con

cortesa.De nada, por favor

Tome, tome. A propsito


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cmo van este ao las cosacon las aves migratorias?

Esplndidamente.Anteayer, en el segundo

turno, en el faro, mellovieron las llamadatelefnicas de aqu y all

preguntando si haba algunaavera. Les contest que no

era culpa nuestra, que setrataba de una nube de avemigratorias cruzando ante e


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faro y que no haba nada quehacer. Mejor que os vayis a

quejar a esos tipos de la capaal viento, con pico y pata

largas y flacas. Eso lesdije! se rio el farero.Al dejar atrs los caizos

les llegaron los rayos de luzdel campo abierto.

Por qu las grullacuestan ms trabajo? pregunt por fin Campanella


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tras pensar un rato.Para que se puedan

comer comenz el hombrevolvindose hacia l, se

tienen que colgar durantediez das a la luz de la VaLctea y si no, enterrarse tre

o cuatro das en la arena, demodo que se evapore todo e

mercurio.Estos no son pjaros de

verdad. Solo son dulces


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verdad? se decidi apreguntar Campanella, que

al igual que Giovanni, habaestado dndole vueltas a la

idea.De repente, eatrapapjaros pareci tene

mucha prisa:Eh As es Yo

tengo que bajar aqu.Y mientras pronunciaba

estas palabras, se levant


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tom su fardo y, antes de quepudieran darse cuenta, ya lo

haban perdido de vista.A dnde habr ido?

se preguntaron ambomirndose.El farero sonri a sola

con picarda y, estirndosemir por la ventanilla. A

volver la vista all, sobre lasiemprevivas que cubran laorilla y brillaban con una


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hermosa luz fosforescente decolor amarillo plido, vieron

al atrapapjaros de pie, con laexpresin seria, los brazo

abiertos y los ojos fijos en ecielo.Mira, all esta! Qu

extrao, no? Seguro que vaa coger pjaros de nuevo

Espero que bajen prontoantes de que el tren se pongaen marcha.


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Apenas haba dicho estocuando del cielo azul violeta

empezaron a caer planeandocomo si de nieve se tratase y

con gran algaraba, grullaidnticas a las que habanvisto antes. Entonces, eatrapapjaros, con las piernaabiertas y la mirada

satisfecha, fue atrapando conambas manos las negrapatas encogidas de las aves y


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un soldado alcanzado por unabala. En un abrir y cerrar de

ojos haba desaparecidoEntonces Giovanni pudo o

una voz conocida a su lado.Ah, qu satisfaccino hay nada como trabaja

solo lo necesario para vivir.Al volver la cabeza, vio

que el atrapapjaros ya habaordenado y amontonadocuidadosamente las grulla


196/729

atrapadas.Cmo lo ha hecho

para volver tan rpido? pregunt Giovanni sin sabe

qu pensar.Cmo? Muy simplecuando quise volver, lo hice

Y vosotros, de dnde vens?Giovanni iba a contestar

pero no poda recordar poms que lo intentara. ACampanella le pasaba lo


197/729

mismo.De muy lejos, no?

dijo simplemente eatrapapjaros, asintiendo

como si hubieracomprendido.


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Captulo 9

EL BILLETE

DE GIOVANNI

Aqu se ha terminado lazona de los cisnes. Miradeste es el famosoobservatorio de Albileo.

A travs de la ventanilla


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en medio de la Va Lcteaque pareca cubierta de

fuegos artificiales, se veancuatro grandes edificio

negros. En el tejado de unode ellos dos enormes esferatransparentes, un zafiro y untopacio de asombrosabelleza, giraban lentamente

La amarilla se fue alejandola azul, acercando, y pronto

se superpusieron dando luga


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a una hermosa lente convexaverde cuyo centro se

expandi hasta que el zafiroms pequeo, dej ver e

topacio formando un centroverde con un crculo amarilloa su alrededor. Luego, e

zafiro se alej y se repiti laforma de la lente anterior a la

inversa. Finalmente sesepararon, alejndose ezafiro y acercndose e


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202/729

haba comenzado suexplicacin, cuando oyeron

una voz que deca: Subilletes, por favor. E

revisor, un hombre alto conuna gorra roja, estaba de pieunto a sus asientos. E

atrapapjaros, en silenciosac un pedacito de papel. E

revisor le ech una breveojeada y despus, dirigiendola vista hacia Giovanni y


203/729

Campanella, extendi sumano moviendo los dedo

como si dijera: Y dndeestn los vuestros?.

Campanella, con todanaturalidad, sac un pequeobillete de color gris

Giovanni, apurado, serevolvi en su asiento y

busc en el bolsillo por sencontraba alguna cosaEntonces, descubri un


204/729

pedazo grande de papedoblado. Pensando: De

dnde habr salido?, lo saca toda prisa y vio que era m

o menos del tamao de unatarjeta postal y estabadoblado en cuatro. El reviso

continuaba con la manoextendida, por lo que, como

ltimo recurso, Giovanni selo entreg.

Al verlo, el hombre se


205/729

enderez y, tras desdoblarlocuidadosamente, se puso a

examinarlo. Mientras lohaca, se arreglaba lo

botones de la chaquetaTambin el farero desde suasiento observaba con

inters; Giovanniconvencido de que se trataba

de un salvoconducto o algoparecido, respir aliviado.

Lo ha trado de


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Espacio Tridimensional? pregunt el revisor.

No tengo ni idea dednde ha salido contest

Giovanni levantando la vistahacia l y rindosedespreocupadamente.

Todo en orden, muchasgracias. Llegaremos a la Cruz

del Sur aproximadamente ala tercera hora dijodevolvindole el billete y


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alejndose.Enseguida Campanella

que haba estado esperando laoportunidad, ech una ojeada

al pedazo de papel. TambinGiovanni estaba impacientepor verlo. No obstante, e

billete tan solo estabacubierto con unos dibujo

negros parecidos a arabescosobre los cuales habaimpresos unos caractere


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cruciformes. Mientras loexaminaban en silencio, a

Giovanni le dio la impresinde que iban a ser succionado

por ellos.El atrapapjaros, echandouna rpida ojeada, exclam:

Esto eextraordinario! Con este

billete puedes ir hasta emismsimo Cielo. No solohasta el Cielo, sino tambin


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hasta cualquier lugar quepuedas desear. Con l puedes

viajar sin fin en este tren dela Va Lctea, ms all de la

incompleta fantasa de lacuarta dimensin. Qumaravilla!

No entiendo nada contest Giovanni

sonrojndose. Volvi adoblar el billete y se loguard en el bolsillo.


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Se encontraba incmodoy se puso a mirar por la

ventana junto conCampanella, aunque poda

seguir las miradas deadmiracin del atrapapjarosPronto llegaremos a la

Estacin de las guilas dijo Campanella mientra

comparaba tres pequeabalizas plidas alineadas enla orilla opuesta con el mapa


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De repente, Giovanni, sinsaber por qu, sinti mucha

lstima por ese hombresentado a su lado. E

atrapapjaros, que atrapabagarzas y se senta tansatisfecho con su captura, laenvolva en su fardo blancoechaba miradas de sorpresa

al billete de los otropasajeros y mostrabarpidamente su admiracin


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Giovanni quiso darle todo loque llevaba, su comida, todo

Si solo pudiera hacerlo felizcon gusto estara de pie en e

lecho de la brillante VaLctea, aunque fuera cienaos, cazando pjaros para l

Ya no poda permanecer mstiempo en silencio. Quera

preguntarle qu deseaba, peropens que sera demasiadorepentino. Mientra


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reflexionaba en cmohacerlo, mir a su alrededor

pero el atrapapjaros yahaba desaparecido con lo

blancos fardos que antedescansaban sobre la red deequipajes.

Pensando en que todavalo encontrara fuera, bien

plantado, mirando haciaarriba y preparado paraatrapar garzas, Giovanni se


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apresur a echar una ojeadapor la ventanilla, pero tan

solo vio la hermosa arena ylos caizos ondeando a

viento. Las anchas espaldas yel sombrero puntiagudo deatrapapjaros ya no se

vislumbraban por ningunaparte.

Adnde habr ido? pregunt Campanella conaire distrado.


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S, adnde? Mepregunto cundo lo

volveremos a ver. Por quno habr sido ms amable

con l?Eso mismo pienso yo.Me pareca que aque

hombre era un fastidio, peroahora me da pena.

Giovanni pens que era laprimera vez que se senta tanraro y deca algo as.


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Captulo 10

LOS NIOS

DELNAUFRAGIO

Eh? Aqu huele amanzanas. No ser porqueahora estaba pensando en


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manzanas? preguntCampanella mirando

extraado a su alrededor.Es cierto que huele a

manzanas. Y tambin a rosassilvestres dijo Giovannihaciendo lo mismo. Sin duda

este olor entraba por laventana, aunque no era

posible que oliera a rosasilvestres en otoo.

De repente, apareci un


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nio de unos seis aos, debrillante pelo negro, vestido

con una chaqueta rojadesabrochada. Pareca muy

asustado; all estaba, de pietemblando violentamente. Asu lado, un joven bien vestido

con un traje negro y easpecto de un olmo azotado

por el viento le tomaba lamano con fuerza.

Dnde estamos? Qu


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Hemos sido llamados poDios dijo a los nios e

oven vestido de negroradiante de alegra.

Pero, por algn motivosu frente se cubri de surcoy pareci muy cansado

Esforzndose por sonrerhizo sentar al pequeo al lado

de Giovanni. Luego ofrecicon delicadeza el asientosituado junto a Campanella a


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la nia y esta dcilmente, sesent cruzando las manos con

pulcritud.Quiero ir adonde estn

mi hermana y mi padre protest el nio, con unaexpresin extraa

dirigindose al joven, queacababa de sentarse frente a

farero.Con indescriptible

tristeza y sin decir nada, e


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oven mir el rostro del nioenmarcado en rizos negros

De repente, la niacubrindose la cara con la

manos, se puso a llorar ensilencio.Tu padre y tu hermana

Kikuyo todava tienen cosaque hacer, aunque no

tardarn en venir. Pero haspensado en tu madre y encunto tiempo habr estado


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esperando? Qu cancinestar cantando mi querido

Tadashi? En una maananevada jugar cogido de la

mano de sus amigos, dandovueltas entre los arbustos deardn?. Seguro que se hace

estas preguntas. Vamosrpido, no la hagas espera

ms.Muy bien, aunque

pienso que ojal no


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hubiramos tomado aquebarco.

Es cierto, pero, miraves este esplndido ro? Te

acuerdas de cuando enverano, antes de ir a dormircantabas Brilla, brilla

estrellita y veas por laventana algo que

resplandeca con una luzplida? Pues es aqu. Miraqu hermoso.


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Su hermana, que todavaestaba llorando, se sec lo

ojos con un pauelo y mirhacia fuera.

Para nosotros ya se hanterminado las penas. Prontoal final de este viajellegaremos a la presencia deDios. Aquel es un lugar muy

luminoso, lleno de exquisitoolores y buena gente. Sinduda, todos los que lograron


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tomar el bote, cuandonosotros no pudimos, estarn

ahora a salvo y se podrnreunir con sus familias que

los esperan preocupadasosotros tambin, enseguidallegaremos, por lo que

venga, levantemos el nimo ycantemos alguna cancin.

Mientras acariciaba ebrillante pelo negro del nioy consolaba a los do


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hermanos, el rostro del jovenpoco a poco se fue

iluminando.De dnde vens? Qu

os ha ocurrido? pregunt efarero como si hubieseempezado a comprender.

El joven sonrilevemente.

Estbamos en un barcoque se hundi al chocacontra un iceberg. Hace dos


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meses, el padre de estonios tuvo que volver antes a

nuestro pas por un asuntourgente. Yo estaba

estudiando en la universidady me haban contratado comotutor. Pero a los doce das de

viaje, creo que hoy o ayer, ebarco choc contra e

iceberg, en un instante seescor y empez a zozobrarLa luna brillaba plidamente


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en alguna parte, pero laniebla era muy espesa. La

mitad de los botes a babor sehaban perdido y no haba

suficientes para todos. Ebarco iba a hundirse encualquier momento, por lo

que yo, desesperado, gritabaque dejasen subir a los nios

La gente a nuestroalrededor pronto abri paso yse puso a rezar por ellos


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la presencia de Dios. Pero yopecador, volv a intentar de

todas maneras salvarlos y nofui capaz.

En los botes tan solohaba nios. Y al ver a lasmadres lanzndoles beso

como locas y a los padrebien erguidos, tratando de

contener su pena, se meparta el alma. Mientras ebarco se hunda rpidamente


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nos apiamos todosresignados a lo peor. Yo

abrac a estos niosesperando tan solo a que se

acabara de hundir y decididoa mantenerlos a flote hastaque fuera posible. Alguien

lanz un salvavidas, perocuando lo iba a alcanzar, se

me resbal de las manos y loperd. Con todas mis fuerzasarranqu una rejilla de


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puente y nos agarramos a ellafrenticamente. De repente

en alguna parte, se oy esalmo 306 y enseguida todos

en distintas lenguas, nopusimos a cantar a coroEntonces se escuch un gran

rugido y camos al aguaPensando que nos estaba

tragando el remolino, abraccon fuerza a estos dos nioscuya madre haba muerto e


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ao pasado. Y sin darnoscuenta, nos encontramo

aqu. Sin duda, la gente debote se ha salvado. Con

aquellos veteranos marineroa los remos, se habrn podidoalejar rpidamente del barco.

Alrededor del joven, lopasajeros del tren suspiraban

o rezaban en voz bajaGiovanni y Campanella, conlos ojos empaados


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recordaron como entresueos cosas que hasta

entonces haban tenidoolvidadas.

Ah! Este ocano noera el Pacfico? En algnlugar en su extremo norte

donde los icebergs van a laderiva, en un barco pequeo

luchando contra el viento, eagua helada y el fro intensohay gente que est trabajando


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con todas sus fuerzasCuando pienso en ellos, me

da mucha pena. Qu podrahacer para su felicidad?

Giovanni baj la cabeza yse hundi en un sombroestado de nimo.

Y qu es la felicidad?dijo el farero para

consolarlo. Por duro quesea, si seguimos el caminorecto, ya sea cuesta arriba o


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zapatos de suave piel blanca.Traqueteando, el tren

continu avanzando por eborde del brillante ro

fosforescente. Al mirar por laventanilla hacia la orillaopuesta, la llanura pareca la

proyeccin de unadiapositiva. Haba cien, mi

balizas de todos los tamaosque se levantaban aqu y alllas ms altas con banderas de


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agrimensura en su partesuperior. En el lugar ms

alejado de la llanura, unsinnmero de ellas brillaba

como una plida niebla. Allo todava ms lejos an, pomomentos se poda ver algo

parecido a seales de humode diversas formas que, ahora

aqu, ahora all, selevantaban hacia el cielo azuvioleta. El viento, limpio y


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claro, estaba impregnado deolor a rosas.

Os apetece unamanzana? Seguro que es la

primera vez que veis unaparecidas.El farero, sentado en e

asiento al otro lado depasillo, haba sacado una

grandes manzanas dehermoso color amarillo yrojo, y las sostena con


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ambas manos sobre surodillas para que no se

cayeran.Caramba! De dnde

han salido? Son magnficasSe cultivan por aqu? exclam el joven, realmente

sor-Prendido, mientrascontemplaba ensimismado e

montn de manzanas sobrelas rodillas del farero con loojos entrecerrados y el cuello


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Campanella le dio lagracias. Entonces, el joven

tom una manzana para cadauno y se las llev. Giovann

se levant tambin y le diolas gracias. El farero, por fincon los brazos desocupados

se levant y coloc una sobreel regazo de cada uno de lo

hermanos, que estabandormidos.

Muchas gracias dijo


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el joven, observando la frutacon atencin. Dnde se

cultivan estas magnficamanzanas?

Por aqu, desde luegoAunque existe la promesa deque se dan buenas cosecha

casi sin esfuerzo. De hechola agricultura no es nada

complicada. Tan solo consembrar las semilladeseadas, las plantas van


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creciendo por su cuenta. Poejemplo, el arroz no tiene

cascara, como el que secultiva en el rea de

Pacfico, el grano es diezveces mayor y desprende unagradable aroma. Sin

embargo, en e lugar adondevais vosotros ya no existe la

agricultura. Ni las manzanani los dulces dejan ningnresiduo. Tan solo se


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dispersan a travs de loporos en forma de una tenue

fragancia, distinta en cadapersona.

De repente, el nio abrimucho los ojos.Ah, acabo de soa

con mam! dijo. Estabaen un lugar precioso, lleno de

estanteras y libros ysonriendo, extenda su manohacia m. Al decirle: Mam


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quieres que te traiga unamanzana?, me he

despertado. Estamos en etren de antes, verdad?

S, y aqu tienes estamanzana. Te la ha regaladoeste seor dijo el joven.

Muchas gracias, seorAnda, Kaoru todava est

dormida! La voy a despertarKaoru, mira qu manzana

nos han regalado! Vamos


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despierta!Su hermana se despert

sonriendo, se llev las manoa los ojos como deslumbrada

y mir la fruta. El nio yaestaba comiendo la suya condeleite. La hermosa piel, que

haba sido pelada con esmeroy tomado forma de

sacacorchos, brill de cologris por un instante y seevapor antes de caer a


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suelo. Giovanni yCampanella guardaron con

cuidado las suyas en ebolsillo.


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Captulo 11

EL BOSQUE

MISTERIOSO

Corriendo abajo, en la orillaopuesta, apareci un bosquegrande y frondoso. Las ramade los rboles estaban

cargadas de abundantes


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frutas redondas que brillabanmaduras y rojas. En medio de

este bosque haba una balizamuy, muy alta y entre los

rboles surga una msicaindescriptiblemente hermosaen la que se mezclaban notade carilln y xilfono. Labrisa la arrastraba, emotiva y

penetrante. El joven seestremeci y tembl de pies a

cabeza.

El Tren Nocturno de La via Lactea - Kenji Miyazawa

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