EL PERDÓN COMO PRÁCTICA LIBERADORA FRENTE A LA...
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El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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ÍNDICE
1. MOTIVACIÓN……………………………………………………………………………………..3
2. EL SISTEMA DE PENSAMIENTO DEL EGO Y SUS TRAMPAS………………………….5
¿Qué es el ego?
Separación, culpa y miedo
Negación y Proyección
Juicio
El ciclo de ataque-defensa
El origen del sufrimiento: la creencia en el ego
3. EL MUNDO DE LAS RELACIONES…………………………………………………………..14
4. EL PERDÓN……………………………………………………………………………………..18
5. MI PRÁCTICA DEL PERDÓN………………………………………………………………....21
6. CONCLUSIÓN…………………………………………………………………………………. 24
7. FUENTES E INSPIRACIÓN………………….………………………………………………..26
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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1. MOTIVACIÓN
Cuando pensé sobre el tema que me gustaría hacer este trabajo, lo tuve muy claro desde el
principio: La Proyección y el Perdón
¿Por qué? me preguntó mi tutor.
Creo que la comprensión que me ha aportado entender cómo funciona la Proyección ha sido
clave para mi práctica del Perdón Verdadero. Cuando hablo de comprender, no me refiero a
una comprensión intelectual sino algo que va más allá, es una certeza profunda que no se
puede explicar sino experimentar, es un recuerdo que me dice que es verdad.
Y esto es un ciclo, cuanto más práctico, más comprendo y cuanto más comprendo más
motivada estoy en mi práctica y más confío en ella.
Básicamente, creo que es muy útil comprender exactamente cuál es la lógica del sistema de
pensamiento del ego, es decir, darnos cuenta cómo funciona la mente ordinaria y así poder
reconocer en nosotros su modo operandis.
En este curso de terapia transpersonal hemos escuchando y aprendido cosas como que:
“Nuestra vida es el efecto de nuestra forma de pensar, de nuestros pensamientos”.
Si supiésemos que somos nosotros mismos los que nos lo estamos haciendo todo, pero sin
embargo la causa parece estar afuera, en el mundo.
Y es que llega un momento en nuestras vidas, y esto yo creo que todos, en mayor o menor
medida lo hemos experimentado alguna vez, en el que nos planteamos “que tiene que haber
otra manera de vivir, que tiene que haber un camino mejor, que hay algo que no anda bien,
ya está bien de crear sufrimiento para nosotros mismos o los demás. Y hemos intentado
cambiar las circunstancias de nuestra vida, hemos cambiado de trabajo, de amistades, de
pareja y al final siempre la insatisfacción y el sufrimiento aparecen.
Yo no entré en este mundo, a través de un gran sufrimiento, o un problema que surgiera en
mi vida, como le suele ocurrir a muchas personas, sino, que en mi caso, a pesar de tenerlo
todo, aparentemente un trabajo estupendo, un marido y unos hijos maravillosos, mi familia
muy unida, una buena situación económica, sin embargo, siempre había una constante
insatisfacción en mi vida, que se repetía cada cierto tiempo, y no entendía de donde venía,
qué pasaba, el caso es que eso me llevaba a buscar cosas que llenaran ese vacío, a buscar
culpables fuera por mi insatisfacción, por mi infelicidad y eso a su vez me generaba cada
vez más conflicto con mi entorno, con mis compañeros de trabajo, con mi marido, etc.
Hasta que me di cuenta que lo que yo estaba viviendo nacía de mí y no de la situación que
yo estaba viviendo. Fuese al lugar que fuese, esta, la mente, siempre iba conmigo.
Comprendí que no reaccionaba a nada directamente, las cosas son neutras, sino a mi
propia interpretación de ello, a la historia que hemos creado en torno a esa situación, al
significado que le he dado a todo, condicionado por mis creencias y limitaciones. Y en este
descubrimiento tuvo mucho que ver Eckhart Tolle y todos sus libros, que me sirvieron
muchísimo para descubrir cómo funciona la mente y el ego.
Tal y como he hecho a lo largo del curso y puesto que me gusta mucho, en este trabajo
utilizaré frases e imágenes las cuales en pocas palabras expresan tanta sabiduría.
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Antes de empezar a desarrollar algunas de las claves que me han llevado a comprender el
sistema de pensamiento del ego, me gustaría, resumirlas con esta frase de Eckhart Tolle, al
cual, como decía antes, estoy muy agradecida, porque fue a través de sus libros que mi
mente empezó a abrirse y a ver la vida de otra manera. Y además fue a través de sus libros
que pude llegar al que fue para mí el mayor regalo y descubrimiento en este camino, “Un
Curso de Milagros” ya que como posteriormente he sabido, E. Tolle fue durante muchos
años maestro de Un Curso de Milagros, y por esta razón aparece referenciado tantas veces
en sus libros.
"Imagine un rayo de sol que ha olvidado que es una parte inseparable de él y se engaña a sí
mismo creyendo que tiene que luchar para sobrevivir y crear y aferrarse a una identidad
diferente de la del sol. ¿No sería increíblemente liberadora la muerte de ese engaño?"
Eckhart Tolle
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2. EL SISTEMA DE PENSAMIENTO DEL EGO Y SUS TRAMPAS
“No eres el ego, así que cuando descubres el ego en ti, eso no significa que has encontrado
quién eres sino que has encontrado lo que no eres y es a través del saber lo que no eres
que puedes acercarte a saber quién eres en realidad”
(Eckhart Tolle)
Como decía anteriormente voy a intentar aproximarme al funcionamiento de la mente y por
lo tanto voy a intentar desenmascarar o identificar al ego y comentar algunas de sus
trampas para poder darnos cuenta a través de qué sistema de pensamiento nos guiamos.
¿Qué es el ego?
En primer lugar tengo que decir que intentar explicar lo qué es el ego desde el sistema de
pensamiento del ego es complicado si no imposible. Como decía Einstein: “Ningún problema
puede ser resuelto con la misma mente que fue creado”.
Sin embargo, intentaré aproximarme a las ideas que han aportado otros como Gary Renard
y Kenneth Wapnick dentro del mensaje de “Un Curso de Milagros”, Ramana Maharsi,
Nisargadata, Ramesh Balsekar dentro de la filosofía Vedanta Advaita, Eckhart Tolle y en
general el mensaje de las metafísicas no-dualistas puras, con las cuales he resonado
profundamente.
Según estas metafísicas, el ego, es solo una creencia, el ego no es nada, pero se manifiesta
de tal forma que parece ser algo. Es la creencia de que estoy separado del Todo.
Una de las primeras trampas es creer que el ego es nuestra verdadera Identidad, el ego no
es más que una confusión con respecto a nuestra identidad. Es un falso sustituto de lo que
realmente somos.
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El ego es la fábrica de pensamientos que hemos hecho realidad; con la que nos
identificamos, la voz en la cabeza, la cual duda que exista algo más en nosotros aparte de
ella misma, es el personaje que sostenemos mediante el pensamiento. Literalmente, ha
tomado el control de todo lo que la mayoría de nosotros pensamos, sentimos y creemos.
Algunos maestros dicen que el ego es la prisión más grande que se ha inventado hasta
ahora.
Buda decía que el ego es uno disfrazado de muchos.
Podríamos resumirlo diciendo que el ego es un pensamiento que hemos convertido en una
creencia inconsciente y hemos proyectado como nuestra realidad.
Hay tres ideas clave para comprender el sistema de pensamiento del ego. Son las piedras
angulares y son la separación, la culpa y el miedo.
Separación, culpa y miedo
Como acabo de comentar, el inicio del ego es la creencia en la separación, la creencia de
que estamos separados unos de otros y separados de nuestra Fuente, del Todo, de Dios,
del Amor, como queramos llamarlo, y hemos establecido un yo que está separado de
nuestro verdadero Ser o nuestra verdadera Identidad y como consecuencia nos vemos
separados de todos los demás.
Tanto las grandes tradiciones como el hinduismo y budismo, el advaita-vedanta, el taoismo,
la metafísica de UCDM, así como los grandes maestros y místicos espirituales, nos hablan
de que todos los seres somos Uno, que estamos conectados y formamos parte de la misma
Mente, incluso la Física Cuántica, apunta a que la realidad es una totalidad unificada donde
todas las cosas están entrelazadas, donde nada existe en y por sí mismo. Sin embargo, el
pensamiento de separación en el que creímos y por el cual nos experimentamos separados
es el origen del Ego y la causa del sueño de sufrimiento que experimentamos. El
pensamiento fragmenta la realidad, la corta en pedazos y en fragmentos conceptuales.
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Creemos que hemos establecido un ser (con minúscula) el cual es nuestra verdadera
identidad y este ser es autónomo de nuestro Ser real o Dios o Identidad esencial. Al creer
esto, creemos que hemos cometido una maldad, lo que tradicionalmente se ha llamado por
las religiones judeo-cristianas, el pecado original, es decir, al creer que la separación es
real, psicológicamente es inevitable que nos sintamos culpables de lo que creemos que
hemos hecho. La culpa se puede, entender en este contexto, como todos nuestros
sentimientos, creencias y experiencias negativas sobre nosotros mismos. Puede ser
cualquier forma de odio o rechazo a uno mismo; sentimientos de incompetencia, fracaso,
vacío; sentimientos de que nos falta algo o carecemos de algo o de que algo está
incompleto.
La mayor parte de esta culpa es inconsciente; podemos compararlo con un iceberg, las
experiencias conscientes de culpa son sólo la punta del iceberg, sin embargo la mayor parte
de la culpa es inconsciente. La mayoría de las experiencias de cuán horribles creemos que
somos están debajo de la superficie de nuestra mente consciente y por lo tanto las hace
virtualmente inaccesibles para nosotros.
El sentirnos culpables conlleva implícita la idea de que seremos castigados por las cosas
terribles que creemos haber hecho y lo horribles y malvados que creemos que somos. La
culpa siempre exigirá castigo, psicológicamente no hay forma de evitar esto. Así es como
surge el miedo. De manera que todo miedo, no importa cuál nos parezca que es su causa
en el mundo, surge de la creencia de que debo ser castigado por lo que he hecho.
Como creemos que hemos hecho algo malo contra nuestra Fuente, Esencia, Dios, también
tenemos que creer que Dios nos castigará (hemos proyectado nuestra culpa hacia Él). Lo
que hemos hecho es que al tenerle miedo a Dios hemos cambiado al Dios de Amor por un
Dios de miedo, un Dios de odio, castigo y venganza. Y esto es justamente lo que el ego
quiere que hagamos, hemos convertido a Dios en nuestro enemigo. Este es el origen de las
creencias que se encuentran en la Biblia, o en cualquier otro lugar, de un Dios castigador.
Creer que Él lo es, es atribuirle las mismas cualidades del ego que tenemos. Como dijo
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Voltaire, “Dios creó al hombre a Su propia imagen y luego el hombre le devolvió el
cumplido”. El Dios que creamos es realmente la imagen de nuestro propio ego.
No podríamos vivir en este mundo con tal nivel de miedo y terror, ni con ese grado de auto-
odio y culpa en nuestra mente consciente, nos devastaría.
Puesto que hemos convertido a Dios en enemigo, el único recurso disponible que tenemos
para salir adelante es el ego mismo. Esta ayuda llega de dos formas, y aquí, es realmente,
donde se pueden comprender y apreciar verdaderamente las contribuciones hechas por
Freud.
Negación y Proyección
Freud describió de forma muy sistemática y lógica cómo funciona el ego, aunque, en este
trabajo, yo me refiero al ego como el total de la psiquis freudiana, de forma equivalente a
cómo se usa en la filosofía Vedanta Advaita.
Cuando recurrimos al ego para que nos auxilie, según Freud, encontramos dos cosas que
nos ayudarán mucho. La primera es la negación o represión. Es decir, lo que hacemos con
el sentimiento de culpa y con todo el terror que sentimos, es simular que no está allí. Lo
empujamos fuera de nuestra consciencia y ese empujar es lo que se conoce como represión
o negación. Negamos una parte de nuestra mente y la excluimos, la hacemos inconsciente.
Simplemente negamos su existencia, como cuando tenemos el suelo del salón sucio y
metemos la basura debajo de la alfombra simulando que ya no está ahí. Si seguimos
barriendo bajo la alfombra, esta se llenará de basura y llegará el momento en que
tropezaremos con ella.
En cierto nivel sabemos que nuestra culpa está ahí, así que necesitamos algo más para
liberarnos de ella, y es cuando recurrimos a la Proyección, que tan bien trató Freud.
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Comprender esta idea, para mí ha sido clave para entender cómo funciona el ego y cómo el
perdón deshace el ego, es decir, la creencia en la separación, la culpa y el miedo.
Proyección simplemente significa que tomamos algo de nuestro interior y decimos que
realmente no está ahí, sino que está fuera, en alguna otra persona. Tomamos la culpa que
creemos está dentro de nosotros y la vemos fuera, en otro. Ya no somos culpables, otro es
el culpable. No somos responsables de lo miserables e infelices que somos; el otro es el
culpable. Desde el punto de vista del ego no importa quién sea el otro.
Al ego no le importa sobre quien proyecte mientras encuentre a alguien sobre quien
descargar su culpa. Así es como el ego nos enseña a escaparnos de la culpa. Hay dos
formas de hacer esto. Una es separarnos físicamente de la otra persona; la otra es hacerlo
psicológicamente. La separación psicológica es la más devastadora y también la más sutil.
La forma como nos separamos de alguien, a quien le hemos adjudicado nuestra culpa, es
atacándolo o poniéndonos furiosos con él. Cualquier expresión de ira, ya sea una leve
molestia o una intensa furia (no hay diferencia) es siempre un esfuerzo para justificar la
proyección de nuestra culpa, no importa cuál parezca ser la causa de nuestra ira. Esta
necesidad de proyectar nuestra culpa es la causa básica de toda ira. No es necesario estar
de acuerdo con lo que dice o hace otra gente, pero en el momento en que experimentamos
una respuesta personal de ira, juicio o crítica, siempre se debe a que hemos visto en la otra
persona algo que hemos negado en nosotros. En otras palabras, estamos proyectando
nuestra culpa en esa persona, atacándolo ya sea de acto o de pensamiento, y poniendo lo
más lejos como sea posible de nosotros nuestra culpa y sentimientos de odio.
El famoso dicho “No te preocupes de la paja en el ojo de tu hermano, preocúpate de la viga
en el tuyo”, apunta en este sentido.
La fuente de nuestra culpa (odio hacia nosotros mismos), no está fuera sino dentro. Pero la
proyección busca hacernos ver nuestra culpa fuera de nosotros y luego tratar de resolverlo
allí fuera, donde no está realmente, por lo tanto nunca vemos el problema que está adentro.
Hay una lección en UCDM que me encanta y creo que resume muy bien nuestra percepción
de las situaciones “Nunca estoy disgustado por la razón que creo”, la razón verdadera está
enterrada en el inconsciente.
De esta manera desviamos sobre los otros nuestra responsabilidad por la separación. De
ahí la famosa frase “la proyección hace la percepción”, lo que vemos internamente
determina lo que vemos fuera de nuestras mentes, nuestro estado interno determina el
mundo que vemos o dicho de otra forma, lo que percibimos es el testigo de un estado
interno, de lo que hay dentro de nosotros, inconsciente o consciente, todo es un truco.
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La razón fundamental del ego para que neguemos y proyectemos se basa en lo siguiente: el
ego no es más que una creencia en la realidad de la separación. Como decía anteriormente,
el ego es el falso ser que aparentemente surgió cuando creímos en la separación de nuestra
Fuente. Por lo tanto mientras creamos que la separación es real, el ego está a sus anchas.
Una vez creamos que no hay separación el ego está terminado. El ego no es nada
realmente, sin embargo la culpa es la que nos enseña que la separación es real, y mientras
creamos que la separación es real, nos sentiremos culpables, ya sea que veamos la culpa
en nosotros o en otra persona. Así que el ego tiene absoluto interés en mantenernos
culpables, aunque la estrategia parezca ser liberarnos de la culpa. Y la forma como lo hace
es negando su presencia en nosotros, verla en alguien más y luego atacar a esa persona.
Así estaremos libres de culpa. Sin embargo el ataque es la mejor forma de mantenernos
culpables. Hay un axioma psicológico que dice que cuando atacas a alguien, ya sea mental
o directamente, te sentirás culpable. No hay manera de hacer daño a alguien, ya sea en
pensamiento o en obra, sin que te sientas culpable.
Así lo que el ego hace es establecer un ciclo de culpa y ataque, según el cual mientras más
culpables nos sintamos mayor es nuestra necesidad de negarlo en nosotros y de atacar a
otra persona. Pero mientras más ataquemos a alguien, mayor será nuestra culpa por lo que
hemos hecho, porque en algún nivel reconoceremos que hemos atacado falsamente a esa
persona. Eso sólo nos hará sentir culpables, y esto mantendrá el ciclo repitiéndose una vez
tras otra. Es este ciclo de culpa y ataque lo que hace funcionar este mundo; no es el amor, y
esta es la dinámica que está tan presente en nuestras vidas, tanto individualmente como
colectivamente.
Juicio
El Ego no puede sobrevivir sin hacer juicios, vive a base de comparaciones y condenas
mediante las cuales separa a la gente entre los que deben “odiarse” y los que deben
"amarse", un juicio que siempre se basa en el pasado, las llamadas relaciones de odio
especial y de amor especial. Y todo está montado para asegurar que juzgaremos y
condenaremos y así mantendremos en marcha el circulo vicioso por debajo de la superficie.
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Así es como sobrevive el ego mediante la proyección de la culpabilidad inconsciente. Nunca
es culpa nuestra que no nos sintamos felices y pacíficos, es culpa de otros.
Es esencial para el ego que haya enemigos, relaciones de odio especial sobre quienes
podamos proyectar nuestro odio y nuestra culpa y posteriormente atacarlos y así culpar de
la desgracia y la infelicidad que es nuestra propia responsabilidad. Esto origina un mundo de
buenos y malos; víctimas/victimarios; nosotros/ellos; inocentes/culpables. Mientras tanto
nuestra culpa sombría permanece escondida en nuestro inconsciente.
A través de las relaciones de amor especial el ego intenta mantener alejada de nuestra
conciencia la culpa y el odio hacia nosotros mismos y evitar de este modo el agudo dolor
que dicha conciencia ocasionaría.
El tema de las relaciones, creo que es fundamental y por ello lo trataré más extensamente
posteriormente.
El ciclo de ataque-defensa
Puesto que hemos juzgado que somos diferentes (inocentes) de aquel sobre el que
proyectamos, ahora vemos la culpabilidad fuera de nosotros, y por lo tanto para defendernos
de los culpables, tenemos que contraatacar, lo cual simplemente refuerza nuestra sensación
de vulnerabilidad y de miedo, y establece un círculo vicioso de miedo y defensa.
De manera, que un ciclo secundario que se establece es el ciclo de ataque-defensa: una
vez que creemos que somos culpables, lo negamos en nosotros y lo proyectamos sobre
otros. Echarle la culpa a otros, da igual la forma que sea, siempre conlleva un ataque. En
algún lugar dentro de nosotros, sabemos que estamos atacando falsamente pues el
verdadero problema no radica en los demás sino en nosotros mismos. Al atacar, nos
sentiremos más culpables y creeremos que merecemos que nos ataquen. Ya sea que nos
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ataquen o no, no importa, creeremos que lo van a hacer debido a nuestra culpa. Al creer
que nos van a atacar, tendremos que defendernos del ataque. Y puesto que estamos
tratando de negar el hecho de que somos culpables, sentiremos que el ataque contra
nosotros no está justificado.
De manera que en el momento que atacamos, nuestro miedo inconsciente es a que el otro
me vaya a atacar en respuesta y lo mejor será prepararnos para eso. Así que tenemos que
preparar una defensa contra el ataque. Todo esto nos causará más miedo y entonces
llegaremos a un ciclo de manera que mientras más ataquemos, más se tienen que defender
contra nosotros y devolvernos el ataque y nosotros tendremos que defendernos contra el
otro y atacarle nuevamente. Y así iremos de un lado a otro en un ciclo interminable.
Esta dinámica, desde luego, es lo que explica la locura de la carrera armamentística y que
es aplicable a todos. Cuanto más grande sea nuestra necesidad de defendernos, más
estamos reforzando el hecho mismo de que somos culpables. El propósito de todas las
defensas es proteger o defendernos contra nuestro propio miedo. Si no tuviéramos miedo no
tendríamos que tener una defensa, pero el hecho mismo de que necesitamos defendernos
nos dice que debemos tener miedo, porque si no tuviéramos miedo, no tendríamos que
molestarnos en defendernos. El hecho de estar defendiéndonos está reforzando el hecho de
que debemos tener miedo y debemos tener miedo porque somos culpables. Así que aquello
de lo cual se supone que nuestras defensas nos protegen, nuestro miedo, en realidad lo
están reforzando.
El ego nos convence de que tenemos que defendernos, pero mientras más lo hagamos,
más culpables nos sentimos. La misma protección que nos ofrece refuerza la culpa.
Sin embargo “En mi indefensión radica mi seguridad” (UCDM), tengo que aprender que en
verdad estoy seguro y mi verdadera protección yace oculta dentro de mí, ocultada por
capas y capas de culpa.
Cuando verdaderamente conocemos quienes somos, nuestra verdadera identidad, no
tenemos que protegernos porque la verdad no necesita defensa.
Sin embargo dentro del sistema del ego sentiremos que necesitamos protección y siempre
estaremos defendiéndonos. De este modo actúan realmente estos dos ciclos para mantener
funcionando la dinámica del ego. Mientras más culpables nos sintamos, más atacaremos.
Mientras más ataquemos, más culpables nos sentiremos. Mientras más ataquemos, más
sentiremos la necesidad de defendernos del castigo esperado o del contra-ataque que es en
sí mismo un ataque.
Nuestra ira justifica la proyección de nuestra culpa hacia otros. Es importante reconocer
cuán fuerte es la inversión que tiene el mundo y cada uno de nosotros como parte del
mundo en justificar el hecho de que estamos furiosos, porque todos necesitamos tener un
enemigo. Todos en algún nivel le atribuimos al mundo propiedades de bueno o malo, a
través del juicio, como veíamos antes. Y así separamos al mundo y ponemos algunos en la
categoría de buenos, y a otros en la de malos. Esto se debe a nuestra tremenda necesidad
de tener a alguien sobre quien podamos proyectar nuestra culpa. Necesitamos por lo menos
una persona, o una idea o un grupo, que podamos convertir en el malo, en el chivo
expiatorio. Esta es la fuente de todo prejuicio y discriminación. Esta es la tremenda
necesidad que tenemos, la cual es generalmente inconsciente, de encontrar a alguien que
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podamos convertir en chivo expiatorio de modo que podamos escapar de la carga de
nuestra culpa. Este ha sido el caso desde el comienzo de la historia, siempre se ha
predicado sobre la base de buenos y malos. Esto explica por qué en el cine, todo el mundo
aplaude al final cuando el bueno gana y el malo pierde. Compartimos la misma inversión en
ver al malo castigado, porque en ese punto creemos que nos hemos escapado de nuestra
maldad (culpa por la separación).
Al hacer esto de manera inconsciente, tratamos de mantener fuera de nuestra consciencia
el hecho de que nos hemos atacado a nosotros mismos, y así nos imaginamos que nos
hemos puesto a salvo.
El plan del ego para intentar perpetuar el conflicto (culpa), aunque parezca encontrar
situaciones para mitigarlo, se basa en abrigar resentimientos. Mantiene que si tal persona
actuara o hablara de otra manera, o si tal o cual acontecimiento o circunstancia externa
cambiasen, yo sería feliz y así la fuente de mi felicidad se percibe como algo externo a mí.
El origen del Sufrimiento: la creencia en el Ego
De manera esquemática, este el fundamento y la dinámica del sistema de pensamiento del
ego
Es la falsa identidad que hemos creado como una mente colectiva, es la creencia de que
estamos separados de todo, que hacen que surja la culpa, el miedo, el juicio y el ataque
como sus testigos favoritos, utilizando como mecanismo la dinámica de la negación-
proyección.
El Ego es el símbolo de la Separación y la Culpabilidad (símbolo del ataque contra el Amor).
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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“Sólo la creencia en la Separación le permite a un ser poder atacar a otro” (UCDM).
“¿Quién enviaría mensajes de ataque y odio si entendiese que se los está enviando a sí
mismo?” (UCDM)
Todo esto surgió en nuestra mente, lo hemos hecho inconsciente, y de esta manera el Ego
puede sobrevivir puesto que no somos conscientes de lo que hemos creado o mejor dicho
fabricado. Sin embargo, como la mente es holográfica, la experiencia de la verdad también
permanece enterrada allí (teoría de Bohrn, El Universo y la mente holográfica), debajo de la
culpa, tal y como veíamos en la imagen del iceberg. Aunque está oculto por el ego, hay un
pensamiento que nos recuerda nuestro verdadero Ser, el recuerdo de lo que somos es lo
que hemos llamado el maestro interno, nuestro guía, la respuesta, nuestra esencia, espíritu
santo, etc., son diferentes nombres para la parte de nuestra mente separada que recuerda
la verdad, la cual sólo ve el Amor que somos.
El ego lo podemos representar como una cebolla formada por capas y capas de complejidad
que hay que ir deshaciendo para llegar a la verdad que hay debajo. Pero, como decía antes,
no podemos deshacer algo con la misma mente que fue creado. Necesitamos buscar dentro
de nosotros el recuerdo de la verdad para que nos muestre con su luz el error y pueda ser
corregido.
3. EL MUNDO DE LAS RELACIONES
Como decíamos anteriormente, la proyección de la culpa del ego tiene dos formas
primordiales: relaciones de odio especial y relaciones de amor especial. La dinámica básica
permanece igual en ambas relaciones, pero las formas de expresión son bien distintas. El
principio básico es que tratamos de liberarnos de nuestra culpa viéndola en alguna otra
persona.Lo que hemos comentado en el apartado anterior se refiere a las relaciones de odio
especial, en las que la responsabilidad de la miseria e infelicidad de uno se transfiere a otra
persona. Esto, como hemos dicho, se hace a través de nuestra ira o resentimiento, el cual
es un intento de justificar la proyección de nuestra culpa. Es decir, encontramos a alguien a
quien hacemos objeto de nuestro odio para poder escapar del verdadero objeto de ese odio,
nosotros mismos.
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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“La ira siempre conlleva la proyección de la separación, lo cual tenemos que aceptar, en
última instancia, como nuestra propia responsabilidad, en vez de culpar a otros por ello. No
te puedes enfadar a no ser que creas que has sido atacado, que está justificado
contraatacar y que no eres responsable de ello en absoluto” (UCDM)
La segunda forma son las relaciones de amor, estas son las más poderosas y sutiles, pues
parecen ser algo que no es, al ocultar lo que verdaderamente ofrecen. Básicamente sigue
los mismos principios del odio especial pero lo hace en forma diferente. El odio, es sólo un
intento de odiar a alguien para no tener que experimentar el verdadero odio que sentimos
por nosotros mismos.
Al principio de este trabajo, he comentado que algunas de las características de la culpa
incluyen la creencia de que hay algo carente en nosotros que jamás podrá satisfacerse, un
estar incompleto que permanecerá para siempre más allá de toda esperanza de plenitud.
Toda la dinámica del amor especial se sustenta en el principio de escasez, la creencia de
que nos falta algo, que tenemos cierta carencia. En realidad creemos estar separados de
nuestra realidad, del Ser, de lo que es Todo, para experimentarnos como una parte, que
inevitablemente percibirá que le falta algo. Debido a esta carencia tenemos ciertas
necesidades. Y puesto que creemos que no podemos hacer nada para cambiar esta
carencia inherente en nosotros, nos embarcamos en una búsqueda interminable de plenitud
y satisfacción externa a nosotros para compensar lo que nos falta, y alcanzar la felicidad.
Básicamente, el amor especial dice que tenemos ciertas necesidades especiales que
nuestra Fuente, Dios, el Amor, no puede atender porque inconscientemente hemos hecho
de Dios un enemigo. Así que cuando encontramos a una persona especial, con ciertos
atributos o cualidades especiales, decidimos que esa persona llenará mis percibidas
necesidades especiales. Estas necesidades serán satisfechas por ciertas cualidades
especiales del otro, lo cual le hace una persona especial. Y en la medida que el otro
satisfaga esas necesidades que hemos determinado, en esta misma medida lo amaremos.
Y entonces cuando el otro tenga ciertas necesidades especiales que nosotros podamos
llenar, nos amará. En el otro encontramos nuestra compleción, y su amor, apoyo y
aprobación nos prueban que somos valiosos y no las criaturas despreciables que
inconscientemente creemos ser.
Por lo tanto, lo que el mundo llama amor, es realmente especialismo o dependencia.
Dependemos de los otros para que atiendan nuestras necesidades y haremos dependientes
a los otros para atender las suyas. Mientras hagamos esto todo irá bien. Su propósito es
compensar la carencia que percibimos en nosotros utilizando a alguien para que llene el
vacío. Esto lo hacemos muy clara y destructivamente con la gente. Sin embargo, también lo
podemos hacer con substancias y cosas. Por ejemplo, un alcohólico está tratando de llenar
su vacío a través de una relación especial con la bebida. Las personas que comen en
exceso hacen lo mismo, o gente que tiene alguna manía como comprar mucha ropa, hacer
mucho dinero, comprar cosas o tener un status o poder en el mundo, todo es lo mismo. Es
un esfuerzo por compensar lo mal que nos sentimos con nosotros mismos haciendo algo
externo que nos haga sentir bien.
Cuando buscamos fuera de nosotros siempre estamos buscando un substituto de nuestro
verdadero Ser, pero sólo nuestro Ser puede satisfacer esa necesidad. Por lo tanto el
propósito del ego con las relaciones de amor especial, es aparentar que nos protege de
nuestra culpa, cuando lo que hace todo el tiempo es reafirmarla de diferentes maneras.
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La primera forma es que tenemos esta necesidad y alguien se presenta y nos la satisface,
entonces lo que hacemos es convertirlo en el símbolo de nuestra culpa. Por lo tanto,
mientras que en el nivel consciente los hemos convertido en un símbolo del amor, en el nivel
inconsciente lo que realmente hemos hecho es convertirlo en el símbolo de nuestra culpa. El
hecho de que tengamos esta necesidad del otro, me está recordando, inconscientemente,
que realmente soy culpable. Así es como el amor especial refuerza la misma culpa contra la
cual está tratando de defenderse; mientras más importante sea esa persona para nosotros,
más nos recordará que el propósito real que cumple es protegernos de nuestra culpa, lo cual
reforzará el hecho de que somos culpables.
Podemos imaginar a nuestra mente como una botella dentro de la cual está nuestra culpa.
Lo que más queremos en este mundo es mantener esta culpa segura dentro de la botella sin
saber nada de ella. Cuando buscamos una relación especial, estamos buscando a alguien
que sirva de tapón para esta botella. Queremos que ese tapón esté herméticamente
cerrado. Mientras el tapón permanezca bien apretado, nuestra culpa no podrá salir a la
mente consciente y por lo tanto no sabremos nada de ella; permanece en nuestro
inconsciente. El hecho de que necesitemos que esa persona sea el tapón de nuestra botella
nos recuerda que hay algo terrible en la botella que no queremos que se escape o salga, es
decir, nos recuerda, inconscientemente, que tenemos toda esa culpa.
La segunda forma como el amor especial refuerza la culpa es cuando esa persona que ha
surgido para satisfacer nuestras necesidades, de repente, empieza a cambiar y ya no las
satisface igual que al principio. Los seres humanos tienen la cualidad de cambiar y a medida
que empiezan a cambiar, quizás ya no nos necesite de la misma manera que al principio,
entonces el tapón de la botella empezará a aflojarse. Nuestras necesidades ya no serán
atendidas como habíamos exigido y a medida que el tapón empiece a aflojarse, nuestra
culpa amenaza con salir a la superficie y escapar. El escape de la culpa significaría
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hacernos conscientes de lo terrible que creemos que somos. Haríamos cualquier cosa para
evitar esa experiencia y evitar todos esos sentimientos terribles acerca de nosotros mismos.
De manera que nuestra meta es sencilla: volver a apretar el tapón lo más pronto posible.
Esto significa que la otra persona tiene que volver a ser como antes. No hay forma más
poderosa en este mundo para hacer que alguien haga lo que queremos que hacerle sentir
culpable. Si queremos que alguien haga algo, hacemos que se sienta culpable y hará lo que
queramos. A nadie le gusta sentirse culpable. Y de nuevo el tapón se ajustará y lo
amaremos como antes. Si no lo hace, y no sigue nuestro juego, nos pondremos furiosos y
nuestro amor se convertirá en odio (lo que era en realidad todo el tiempo). Siempre odiamos
a aquel de quién dependemos porque la persona de quien tanto dependemos nos está
recordando nuestra culpa, la cual odiamos. De manera que cuando ya no satisfagan
nuestras necesidades como queremos, empezaremos a odiarle y la razón es que no
toleramos bregar con nuestra culpa. Esto es lo que se conoce como el fin de la luna de miel.
Cuando las necesidades especiales ya no se atienden como se atendían antes, el amor se
convierte en odio.
Lo que ocurre cuando la otra persona no está dispuesta a ser más la tapa de la botella, es
que busco a otra personal. Entonces simplemente trasladamos la dinámica de una persona
a otra. Podemos hacer esto repetidamente, una vez tras otra, hasta tanto no hagamos algo
con nuestro verdadero problema, nuestra propia culpa.
Cuando realmente soltemos esa culpa estaremos preparados para una relación que será
diferente. Esto será verdadero amor, pero en tanto no lo hagamos y nuestra meta sea
mantener nuestra culpa oculta, entonces simplemente buscamos otros tapones para la
botella.
La tercera forma, es cuando utilizamos a las personas como un medio para satisfacer
nuestras necesidades, manipulándolas. No las estamos viendo como realmente son, sino
como una forma particular de oscuridad que corresponde a la nuestra. Realmente las
estamos atacando, y el ataque siempre es odio, por lo tanto siempre que ataquemos nos
sentiremos culpables.
Estas tres formas son la manera en la que el ego reforzará la culpa, aun cuándo parezca
que está haciendo otra cosa. Así el amor especial aparenta ser lo que no es. Cuando el
amor surge por primera vez, parece ser algo maravilloso, sin embargo cuan rápidamente
puede cambiar, a menos que seamos capaces de ir más allá de lo que parece ser hasta
llegar al problema básico que es nuestra culpa.
Existe otra cualidad que nos indica si nuestra relación es especial, si es exclusiva. No habrá
cabida en ella para nadie más. Si me estás salvando de la culpa y empiezas a tener un
interés que no sea yo, bien sea otra persona u otra actividad, no me prestarás el 100% de tu
atención. Esto significa que el tapón de mi botella empezará a aflojarse. Esta es la fuente de
todos los celos, la gente siente que sus necesidades especiales ya no son atendidas o
satisfechas como deberían serlo. Por lo tanto, si amas a alguna otra persona además de mí,
eso significa que voy a recibir menos amor. Para el ego, el amor es cuantitativo, sólo existe
una cantidad disponible, así que si amo a este, no puedo amar a aquel otro en la misma
medida.
Una relación verdadera significa que cuando amas a alguien no excluye el que ames a
alguien más; no se hace a expensas de otro. El amor especial siempre será a expensas de
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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otro. Siempre será un amor comparativo donde comparas a ciertas personas con otras;
encontramos a algunas deficientes y a otras aceptables.
4. EL PERDÓN
Tal y como he comentado anteriormente, es necesario entender cómo funciona la culpa y la
proyección a través de la dinámica del ego para comprender como está deshaciéndose la
culpa a través del Perdón Verdadero, para distinguirlo del perdón de las religiones o del
perdón social. Como he comentado anteriormente, en nuestra mente sigue vivo el recuerdo
de nuestra Verdadera Identidad, de nuestro Ser, lo que hemos llamado Maestro Interno o
Presencia (según Eckhart Tolle) esperando que nos hagamos conscientes de su ayuda.
Esta ayuda utiliza la misma dinámica de proyección que ha utilizado el ego para
mantenernos en la prisión de la culpa y la invierte.
Imaginemos la dinámica de la proyección como un proyector de cine (nosotros) donde
siempre estamos pasando nuestra propia película de culpa. Esto significa que proyectamos
nuestra propia culpa sobre toda la gente de nuestro mundo. Proyectamos la culpa de
nuestra película hacia las pantallas de estas personas y vemos nuestro propio odio y culpa
en todos los demás. Y hago esto siguiendo la lógica del ego para liberarme de mi culpa.
Sin embargo, la estrategia que el ego utiliza para atacarnos y reforzar nuestra culpa con la
apariencia de que la suelta, este mismo mecanismo de ubicar nuestra culpa fuera de
nosotros, nos da la oportunidad de soltarla. Ver en el otro la culpa a la cual no podemos
enfrentarnos, nos da la oportunidad de soltarla. Y eso es el Perdón, deshacer la proyección
de la culpa.
De manera que proyectar la culpa que no podemos manejar y soltarla hacia la pantalla, los
otros, nos da la oportunidad de mirarla y decir, ahora puedo ver de otra manera. La culpa y
la maldad que ahora pasamos por alto y perdonamos en el otro, son realmente la misma
maldad y culpa de la cual nos sentimos responsables. Al perdonarlo en el otro, lo que
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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estamos haciendo, en efecto, es perdonándolo en nosotros. Esta es la idea clave,
proyectamos nuestra culpa hacia otras personas, así que cuando escogemos mirar a esa
persona, a través de la visión de nuestro Amigo (Guía), eso nos permite cambiar nuestro
pensamiento sobre nosotros mismos.
Lo que hacemos es proyectar nuestra propia obscuridad en el otro para obscurecer la luz de
su Ser. Al tomar la decisión de no ver al otro en la oscuridad, sino en la luz, estamos
tomando la misma decisión acerca de nosotros. La luz brilla no sólo en el otro sino también
en nosotros y en realidad es la misma luz. Esto es el perdón.
Entonces, en realidad, esto significa que debemos estar agradecidos a cada persona en
nuestras vidas, especialmente aquellas con quienes tenemos más problemas. Las que más
odiamos, las que encontramos más desagradables, con quienes nos sentimos más
incómodos, son aquellas, que si no hubieran estado en la película y en la pantalla de
nuestras vidas, no sabríamos que esta culpa está verdaderamente en nosotros y no
tendríamos la oportunidad de soltarla. La única oportunidad que tenemos de perdonar
nuestra culpa y de liberarnos de ella es viéndola en alguien más y perdonándola allí. Al
perdonarla en esa otra persona la estamos perdonando en nosotros mismos.
El perdón se puede resumir en tres pasos básicos. El primer paso consiste en reconocer
que el problema no está afuera en la pantalla. El problema está dentro, en mi película y
apunta a que nuestra ira no está justificada, aun cuando siempre me dice que el problema
está fuera de mí, en el otro, y debe cambiar él para que yo no tenga que cambiar. Así el
primer paso apunta a que el problema no está fuera, sino dentro de mí. Sin embargo,
también la Respuesta al problema de la separación está dentro de nosotros. Al mantener
que el problema está fuera de nosotros, a través la proyección, estamos manteniendo el
problema lejos de la Respuesta; esto es exactamente lo que quiere el ego, porque si el
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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problema del ego lo resuelve nuestro maestro interno, nuestro Ser, entonces no hay más
ego.
El ego es muy sutil al hacernos creer que el problema está fuera de nosotros, bien sea en
otra persona, nuestros padres, maestros, amigos, parejas, hijos, el presidente, o en la bolsa
de valores, el clima, hasta Dios mismo. Somos muy buenos para ver el problema donde no
está, de manera que su solución se mantenga alejada. De hecho el slogan del ego, como
veíamos en una imagen anterior es: “Busca pero no encuentres”.
El segundo paso, el más difícil, consiste en manejar esta película, nuestra propia culpa.
Esta es la razón por la que tenemos una inversión tan fuerte en justificar y nutrir esta ira y
ataque y en ver al mundo dividido en buenos y malos. Mientras hagamos eso no tendremos
que manejar este segundo paso, que es mirar nuestra propia culpa y todos los sentimientos
de odio que tenemos hacia nosotros mismos.
En el primer paso asumo que mi ira es una decisión que tomé para proyectar mi culpa.
Ahora en el segundo, asumo que esta misma culpa también representa una decisión.
Representa la decisión de verme culpable en vez de libre de culpa. Más bien, debo
reconocer que mi identidad no está basada en el ego sino en mi verdadero Ser. No
podemos hacer esto hasta que miremos nuestra culpa y admitamos que esto no es lo que
realmente somos. No podemos decir esto mientras no miremos a alguien más y veamos que
esa persona no es lo que nosotros hicimos de ella, sino un Ser completo e inocente.
Nadie puede soltar al ego sin manejar su culpa y su miedo, porque eso es el ego. Tenemos
que estar dispuestos a mirar nuestra culpa y admitir que nosotros la creamos, nuestra
decisión de vernos como hijos de la culpa en lugar de como hijos del Amor. Y debido a que
nosotros creamos la culpa, no somos nosotros quien la podemos deshacer. Necesitamos
ayuda externa al ego para poder deshacerla, pero esa ayuda está esperando dentro de
nosotros a que nos hagamos conscientes de ella y la usemos.
El tercer paso viene de esta ayuda o maestro interno, y sólo tenemos que aceptarla.
Resumiendo, los tres pasos del perdón son: el primer paso deshace la ira proyectada al
admitir que el problema no está fuera de mi; el problema está dentro de mí. El segundo paso
dice que el problema que está dentro de mí es uno que yo forjé y que ya no quiero. El tercer
paso se toma cuando se lo entregamos al Maestro Interno, nuestro Amigo, y Él se hace
cargo.
Es trabajo de toda una vida deshacer nuestra culpa y la razón es que la culpa es tan enorme
que si nos enfrentamos a ella de una vez sería tan abrumadora que no podríamos con ella.
Por lo tanto tenemos que manejarla por partes. Las distintas experiencias y situaciones que
comprenden nuestras vidas se pueden utilizar como parte del plan de nuestro verdadero Ser
para llevarnos de la culpa a la Inocencia.
La meta no es que lleguemos a estar libres de problemas sino que lleguemos a reconocer lo
que son y que luego reconozcamos dentro de nosotros mismos los medios para
deshacerlos.
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
21
5. MI PRÁCTICA DEL PERDÓN
Tras varios años comprometida conmigo misma, a través de mi práctica en la Atención
Plena (Mindfulness) y la práctica del Perdón, como decía al principio, es un ciclo que se
retroalimenta a sí mismo. Cuanto más práctico, más confío en el proceso y cuanto más
confío, más práctico. Y poco a poco esta práctica se está integrando en mi vida diaria. Lo
que puedo decir, es que mi percepción de las cosas, de la vida, del mundo, se va
transformando poco a poco. Compruebo cómo situaciones que antes me hubieran
provocado un gran conflicto, eso va reduciéndose progresivamente, hasta el punto, que
puedo ir viendo las circunstancias de mi vida, de otra manera, con una comprensión distinta,
desde un espacio interno de sosiego, empatía y alegría. Observo como la confianza en la
Vida, en mí y en Todo va incrementándose cada día. Cada vez veo más claro mi camino y
en ese sentido tengo una profunda sensación de estar siendo guiada hacia mí misma, hacia
la Verdad, hacia el Amor. Y siento un profundo agradecimiento por la Vida.
Ahora, cada circunstancia en mi vida, la veo como una oportunidad para sanar una parte de
mi mente inconsciente que está saliendo a la superficie. Y por lo tanto, cuando me doy
cuenta de esto, le estoy muy agradecida a esa persona, que aunque al principio parezca
hacerme sufrir o hacerme daño, finalmente me está dando la oportunidad de elegir de
nuevo, de permitir que mi Maestro o Amigo como a mí me gusta llamarlo, sane la culpa
enterrada y poder así ver a esa persona inocente y por lo tanto verme a mí misma inocente.
Voy a intentar ilustrar con un ejemplo lo que ocurre ante una situación de conflicto que se
nos presente en una situación de nuestra vida. Imaginemos que llego al trabajo por la
mañana, y un compañero molesto conmigo llega y me insulta. Asumo que sí creo estar en
esta experiencia física, es porque creo que soy un ego. Me siento temerosa y culpable y
estoy desconectada de mi Verdad, de mi Ser. Entra a mi despacho un compañero y empieza
a gritarme, muy furioso conmigo y acusándome de todo tipo de cosas. En cierto nivel,
puesto que creo que soy culpable, creeré que su ataque contra mi está justificado y no tiene
nada ver con lo que diga o no diga o si lo que está diciendo es verdad. El hecho de que ya
me crea culpable demanda que yo crea que debo ser castigada y atacada. Entonces entra el
compañero y hace justo lo que yo creo que me merezco (en un nivel inconsciente). Su
ataque refuerza toda la culpa que ya siento y también refuerza su culpa, porque no me
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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atacaría si no se sintiera culpable. En circunstancias normales, haría una de dos cosas, las
cuales son lo mismo.
Una consiste en hacerte ver lo mal que me has hecho sentir, que veas todo el sufrimiento
que me has ocasionado y lo miserable que me siento y por lo tanto deberías sentirte
responsable de ello. El mensaje que le estoy enviando es que debido al daño que me ha
hecho ahora me siento tan mal y estoy sufriendo. Es la manera que tengo de decirle que
debería sentirse bien culpable por lo que ha hecho.
La otra manera de hacer lo mismo es contra-atacando, lo insultaré y le diré que a qué viene
insultarme de esa forma, que es muy mala persona, etc.
Estas dos formas de defenderme son realmente formas de hacer que se sienta culpable por
lo que me ha hecho. Y el hacerte esto, ya en sí, constituye un ataque del cual me siento
culpable. Y el hecho mismo de hacerle culpable, cuando ya estaba sintiéndose culpable, lo
que va a hacer es reforzar su culpa. Así que lo está sucediendo, es que ambos estamos
reforzando la culpa el uno en el otro y por lo tanto nos estamos condenando aún más a la
prisión de la culpa en la cual vivimos.
Vamos a asumir ahora, que yo estoy comprometida conmigo y misma y a través de mi
práctica diaria del perdón, me hago responsable de mis pensamientos y mis emociones. Sé
que sólo mis pensamientos pueden hacerme daño si se lo permito y confío en que dentro de
mí está toda la ayuda que necesito en cualquier momento. No importa lo que el otro me
haga, sé que soy invulnerable, estoy a salvo y segura. Sé que no importa lo que diga, aun
cuando pueda ser verdad en un nivel, a un nivel más profundo no puede ser verdad porque
sé que soy Uno con el Todo, con la Divinidad al igual que el otro. Si cuando el otro entra en
mi despacho, yo estoy en ese estado de paz y confianza, entonces soy libre de mirar de
forma distinta lo que me ha hecho. Desde ese estado de paz y amor es imposible tratar de
hacer daño a otra persona. Simplemente no lo puedes hacer. Y en consecuencia, cada
ataque, es un pedido de ayuda, un pedido de amor, porque si la persona sintiera amor
nunca podría atacar (esa persona está en su estado de ego, se siente amenazado y
culpable, y la única forma de manejar esa culpa es atacando). De manera que la forma
específica como yo responda al ataque depende mi guía interna, observaré cómo me siento
en ese momento y pediré ayuda a mi Amigo y El me mostrará cómo responder. La forma
como yo actúe no importa, estos son los efectos de una causa (nuestros pensamientos,
nuestra mente) y al cambiar nuestros pensamientos, los efectos cambiarán. Un Curso de
Milagros dice “No trates de cambiar al mundo, sino elige más bien cambiar tu parecer acerca
de él”. Si estamos en conexión con nuestro Ser, nuestro maestro, todo lo que hagamos será
correcto. San Agustín dijo “Ama y haz lo que quieras”, si el Amor está en nuestro corazón,
todo lo que hagamos será correcto, si no está en nuestro corazón todo lo que hagamos
estará equivocado, no importa lo que sea. Por lo tanto mi interés, cuando alguien me ataca
por ejemplo, está en cómo puedo estar en estado de atención plena, de observación, de
modo que pueda conectar con mi Verdad interna para que me ayude a ver el ataque como
un pedido de amor, me ayude a deshacer la culpa que pueda proyectar en ese momento y
desde ese estado de no-culpa, surgirá la respuesta más adecuada para el momento.
Solo existen dos juicios que podemos hacer acerca de alguien o de algo en este mundo. O
es una expresión de amor o es una petición de amor, entonces siempre reaccionaremos con
amor. Entender esto, hace el vivir en este mundo, algo muy sencillo. La complejidad es cosa
del ámbito del ego.
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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El perdón es mirar más allá de la oscuridad de nuestro ataque y verlo como una petición de
amor. De manera que podemos aprovechar toda situación como una oportunidad para
ayudarnos a vernos sin culpa. La forma en la que vemos a las personas en nuestras vidas
es la forma cómo nos vemos a nosotros mismos. Por lo tanto, aquellas personas que son las
más difíciles y problemáticas son en realidad los mejores regalos, porque si podemos sanar
nuestra relación con ellos, en verdad estamos sanando nuestra relación con nuestro
verdadero Ser, con Dios.
Cada problema que vemos en el otro, es realmente el deseo secreto de excluir de nosotros
mismos alguna parte de nuestra culpa y así no tener que soltarla.
Lo que escogemos en términos de perdonar a alguien es lo mismo que escogemos en
términos de perdonarnos a nosotros mismos. No hay diferencia entre lo interno y lo externo;
todo es una proyección de lo que sentimos internamente. Si sentimos culpa internamente,
entonces eso es lo que proyectaremos hacia fuera. Si sentimos el Amor que somos dentro,
entonces eso es lo que extenderemos hacia fuera. Cada persona y circunstancia en
nuestras vidas nos ofrece la oportunidad de ver lo que está dentro del proyector de nuestras
propias mentes; nos ofrece la oportunidad de escoger otra vez, de elegir de nuevo.
Resumiendo mi práctica consiste en lo siguiente: El primer paso es darme cuenta del sentir
y el sentir es el indicador de cómo estoy viendo la situación, si siento la más leve
incomodidad y me doy cuenta de ello, el primer paso es celebrarlo, ¡¡bien, me di cuenta, la
he visto!!.... ahora, puedo verlo, mirarlo, aunque no me guste mucho, pero voy a descubrir
algo sobre mí, algo que necesito saber sobre mis identificaciones y que me está llevando a
sentirme mal, a ser infeliz, a no sentirme en Paz. La ayuda para mirarlo está dentro de mí,
pero hay que verlo, porque si lo ocultamos, lo negamos o lo evitamos, ¿a dónde va?, al
inconsciente y luego lo proyectamos fuera y la situación vuelve una y otra vez hasta que
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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esté dispuesta a sanarla completamente. Y esto es un proceso, no ocurre de la noche a la
mañana normalmente, sino que funciona de manera natural, poco a poco.
Tenemos que tener en cuenta que no somos responsables de lo que pasa en el mundo,
(puesto que la Proyección funciona igual a nivel colectivo), sino de cómo percibo lo que veo,
cómo interpreto lo que ocurre y esto depende de mis creencias, condicionamientos, etc., la
mayoría inconscientes. Por lo tanto, es con esto con lo que tengo que trabajar, y me hago
responsable de lo que veo y percibo, como primer paso para poder transformarlo. Así, el
poder para cambiar lo que veo y siento, lo tengo yo y ya no soy una víctima del mundo, sino
que me empodero, recupero mi poder, me hago responsable de mí.
Ser responsable no significa ser culpable, la culpa demanda castigo, y siempre proviene del
ego, el error demanda corrección, pero esta corrección no la podemos hacer nosotros,
puesto que fuimos nosotros los que hicimos que fuera necesaria. Sin embargo, esta ayuda
está dentro de todos nosotros, y sólo con la voluntad de querer ver las cosas de otra
manera, esa ayuda nos llega, sólo hay que estar atentos.
Hay que estar muy alertas con respecto a la culpa, porque ahora que sabemos cómo
funciona la proyección, cada vez que veamos un culpable fuera, nos vamos a sentir
culpables por ver un culpable fuera, y después nos sentiremos culpables por sentirnos
culpables de ver culpables y así el ciclo continúa. Y siempre está nuestro ego detrás.
Por lo tanto, cada vez que veamos culpa, fuera o dentro, alegrémonos por haberla visto, es
el primer paso. Y esto requiere de un entrenamiento mental, de confianza, de voluntad y de
compromiso. Es el estado de conciencia plena llevado a cada instante de nuestro día a día,
porque es a través de nuestras relaciones cotidianas, que tenemos las mejores
oportunidades para practicar y sanar lo que estamos viendo. De nada sirve, meditar todos
los días una hora, si luego me paso el resto del día indignado, triste, resentido, o con fuertes
subidas y bajadas, con cualquier circunstancia que se me presente.
La meditación, me va a dar el entrenamiento mental, para poner atención plena en cada vez
más momentos de mí día a día. Y en cada situación, puedo practicar esto:Si no me siento
bien con lo que estoy interpretando (juzgando), ELIJO DE NUEVO, probablemente lo estaba
viendo con el Ego (pero no me siento culpable por ello), tengo el poder de elegir verlo de
otra manera y mi práctica consiste en elegir el PERDÓN y perdonar aquí significa reconocer
que no sé nada de nada, que no veo el cuadro completo, y que estoy dispuesta a que se me
muestre la Verdad, a que se me enseñe, en realidad perdono siempre mi proyección (no
puedo perdonar si sigo viendo culpabilidad, es imposible, no funciona, y este es el perdón
del mundo, el que hemos aprendido).
El perdón como práctica liberadora frente a la proyección del ego
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6. CONCLUSIÓN
Para concluir este trabajo, me gustaría resumir, muy brevemente las ideas que he expuesto
en este trabajo y que tan útiles me están siendo en la transformación de mi manera de ver la
vida y de experimentarla.
Nuestra primera inclinación es adjudicar la culpa de nuestras condiciones a otra gente, al
sistema o incluso a Dios. Y cuando no lo hacemos así, entonces usualmente nos culpamos
a nosotros mismos, pero, aun así, siempre nos sentimos tentados a responsabilizar a
alguien más, incluso por culparnos a nosotros mismos. Así que una vez que reconocemos
como funciona el sistema de pensamiento del ego en nosotros, podemos ir más allá de la
culpa y perdonar nuestras proyecciones.
Cualquier tipo de molestia, desde una leve incomodidad hasta una explosión de ira, es una
señal de aviso. Nos dice que nuestra culpa oculta está surgiendo de los recesos de nuestra
mente inconsciente y saliendo a la superficie. Podemos pensar en esa molestia como la
culpa que tiene que ser liberada perdonando el símbolo que asociamos con ella. El ego está
intentando hacernos ver que la culpa está fuera de nosotros proyectando su causa en una
imagen ilusoria.
El sistema de pensamiento del ego está tratando de poner algo de distancia entre nosotros y
la culpa, y cualquier objeto o persona propicios que pasen por allí son suficientes.
La proyección siempre sigue a la negación. De manera que o bien proyectamos la culpa
reprimida en otros, o la perdonamos correctamente. Ésas son las únicas dos opciones
disponibles, por más complejo que pueda parecer el mundo. Si queremos superar al ego y
dar la vuelta a la situación, tenemos que mantenernos alerta a las señales de advertencia,
como la incomodidad o la ira, y después dejar de reaccionar y empezar a perdonar.
Como he comentado a lo largo del proyecto, el objetivo del perdón es la sanación de
nuestras mentes del pensamiento de separación. El proceso por el cual esto se alcanza es
mediante el perdón de cada pensamiento y creencia que abriguemos que lo refuerce. Son
perdonados primeramente volviéndonos conscientes de ellos, a través de una atención,
observación o conciencia plena y, entonces, estando dispuesto a entregarlos a la parte de
nuestra mente que recuerda lo que somos en verdad, de tal forma que puedan ser
transformados. De manera, que la práctica consiste en volvernos conscientes de nuestros
pensamientos, sentimientos y creencias a lo largo del día. Es mediante esta toma de
consciencia, del perdón y de la transformación de esos pensamientos y creencias como nos
encontraremos a nosotros mismos. Para ello, tenemos que estar dispuestos a cuestionar el
sistema de pensamiento del ego con el que nos hemos identificado, con la disposición de
dejarlo ir.
Me gustaría terminar este trabajo, tal y como lo empecé, con una frase:
“Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada, afirma lo siguiente: no
conozco el significado de nada incluido esto. No sé, por lo tanto, como responder a ello. No
me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora.”
Por lo tanto, cada vez que mi paz se vea amenazada, ELIJO DE NUEVO!!!!
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7. FUENTES E INSPIRACIÓN
Fundación para la Paz Interior: “Un Curso de Milagros”
Eckhart Tolle: “El Poder del Ahora”, “Un Nuevo Mundo Ahora”
Kenneth Wapnick: “El Perdón y Jesús”, “Una Introducción a un curso de
milagros”, “Preguntas y Respuestas más frecuentes” y toda su obras.
Gary Renard: “La desaparición del Universo”, “Tu realidad inmortal”
Ramesh S. Balsekar: “Pecado y culpa”, “Advaita, buda y la totalidad”
Ramana Maharshi: “Conversaciones con Sri Ramana Maharshi”
Material del curso de Terapia Transpersonal de la Escuela Española de
Desarrollo Transpersonal.