EL CIELO A GARABANDAL N. 6

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El Cielo a ilcieloagarabandal.wordpress.com G arabandal Descubrir y vivir los mensajes de María Revista on-line Año I — Número 6 — Noviembre-Diciembre 2014 Justo A. Lofeudo ¡VEN, SEñOR JESúS! LA MANIFESTACIóN ESCATOLóGICA DE SAN MIGUEL François Turner SACERDOTES Y GARABANDAL A LA SOMBRA DE LOS PINOS..... LA MARAVILLOSA HISTORIA DE LAS APARICIONES DE MARÍA EN GARABANDAL Sexta parte: El último Mensaje en los Pinos Las profecías de Garabandal

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Todas las profecías de Garabandal y mucho más.....

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El Cielo a

ilcieloagarabandal.wordpress.com

GarabandalDescubrir y vivir los mensajes de María

Revista on-line — Año I — Número 6 — Noviembre-Diciembre 2014

Justo A. Lofeudo¡Ven, Señor JeSúS!

La manifestaciónescatoLógica desan migueL

François Turnersacerdotes ygarabandaL

A LA SOMBRA DE LOS PINOS..... LA MARAVILLOSA HISTORIA DE LAS APARICIONES DE MARÍA EN GARABANDAL

Sexta parte: el último Mensaje en los Pinos

Las profecías de Garabandal

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SUMARIOnoviembre-diciembre 2014

El Cielo a GarabandalAño I - Número 6Noviembre-Diciembre 2014

http://ilcieloagarabandal.wordpress.com/email: [email protected]

Han colaborado:Anna Fusari, Santiago Lanús, Justo A. Lofeudo, Giovanni Lombardi, Tiziano Romito, Alberto Victoriano.

Realización: Anna Fusari

6Un joven sacerdoteve el futuroMilagro y muerede felicidadRedacción

28Se ha dicho“Ya solo quedantres Papas”para el final delos tiempos Redacción

CORAZÓN DE CRISTO

42Sacerdotes yGarabandalP. François Turner

SAN PIODE PIETRELCINA

34Padre Píoy lasaparicionesde GarabandalP. Joseph A. Pelletier

37Padre Píoy el Milagro

EDITORIAL

3¡Ven, Señor Jesús!P. Justo A. Lofeudo

EL MENSAJEDE MARÍA

22El Aviso, el Milagroy el CastigoprofetizadosRedacción

A LA SOMBRADE LOS PINOS

18El último Mensajerecibido en losPinos de GarabandalCapítulo VI

Anna Fusari

ARCÁNGELSAN MIGUEL

16La manifestación escatológica deSan MiguelP. Justo A. Lofeudo

ProximamenteDossier especial

“EL MENSAJE DE GARABANDAL Y SU DIMENSIÓN ESCATOLÓGICA”

Con la cronologíade las apariciones y eventos másimportantes

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La escatología trata acerca de las realidades últimas. Pero, ¿cuáles son los límites de tales realidades?, ¿a qué se llama últimas?

Generalmente el alcance escatológico se suele restringir a los Novísimos y al Juicio Universal o Final. Es decir donde termina la historia, sea ésta de la persona en su recorrido por la tierra cuando empieza la realidad del juicio particular y del desti-no final en el ingreso de la eternidad; o bien de la humanidad en el final de la historia, es decir el fin del mundo.

Sin embargo, hay quienes sostienen que hay más a considerar: también forma parte de la escatología el ámbito que concierne a las profecías no cumplidas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Son profecías acerca de un tiempo mesiánico de paz y concordia universal, cuando “al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor” y “de las espadas for-jarán arados y de las lanzas podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo” (Cf Is 2:2.4) y “el lobo y el cordero comerán juntos y en todo el monte santo no habrá nadie que haga daño ni destruya” (Cf Is 65:25).

Es decir, un tiempo de justicia y paz verdaderas, consolidadas, un tiempo donde la paz y la justicia que vienen de la cruz de Cristo impregnarán la creación. Se trata de un tiempo, no de la eterni-dad, y que Dios anunció por boca de sus profetas: “Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo pasado no habrá recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá gozo y alegría perpe-tua por lo que voy a crear; mirad, voy a transformar a Jerusalén en alegría y a su población en gozo;…ya no se oirán en ella gemidos ni llantos” (Is 65:17-19) “Reposará en la estepa la equidad, y la justicia morará en el vergel; el producto de la justicia será la paz, el fruto de la equidad, una seguridad perpetua. Y habitará mi pueblo en albergue de paz, en mora-das seguras y en posadas tranquilas” (Is 32:16-18)..

!VEN, SEÑOR JESúS!

El SEñor noS rEcomiEndaESTar SiEmPrE PrEParadoS:

vigilar y orar.

En ESTE TiEmPo Final dE marÍa, SEamoS SUS aPÓSTolES.

porP. Justo A. Lofeudo, MSE

PALABRAS CLAVE

NoVíSimoSÁrea de la teología que trata sobre las “cosas últimas”: muerte, juicio, purgatorio, cielo, infierno.

Ed

ito

rial

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Por eso, san Pedro pudo decir: “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pe 3:13). Y san Juan nos transmite su visión cuando en el Apocalipsis, o sea el Libro de la Revelación, nos dice: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar no existe más” (Ap 21:1) Y eso, para muchos estu-diosos, no va referido al final de finales sino al fin de los tiempos cuando el Señor venga y haga nuevas todas las cosas (Cf Ap 21:5).

Estas citas, entre tantísimas del mismo tenor, per-siguen el solo propósito de ofrecer un ejemplo del tiempo mesiánico profetizado y no cumplido. La ver-sión más común es que esas profecías correspon-den al Paraíso Celestial. Sin embargo, hay quienes sostienen que se trataría de un tiempo que no sería meta-histórico sino histórico, aquí en la tierra, y final en el sentido de restauración final, cuando Cristo recapitula todo en Él.

San Ireneo habla de la recapitulación de toda la creación en Cristo. Este principio teológico, en este Padre de la Iglesia, se basa sobre el hombre, que fue creado a imagen de Dios. Sólo en Cristo —dice Ireneo— está esa imagen de Dios y en la huma-nidad todo debe proceder hasta alcanzarla en su perfección. Por eso, Jesucristo es como un nuevo punto de partida de la creación en la historia. Punto de partida que aviene en la plenitud de los tiem-pos y que debe llegar a su máxima expresión en la misma historia. Por eso la Palabra Eterna de Dios asume la humanidad en Cristo, el nuevo Adán, que

ha de restaurar el Paraíso.

La Sagrada Escritura, refiriéndose a Jesucristo, dice “Porque por medio de él fueron creadas todas las cosas…todo fue creado por él y para él” (Col 1:16). Ese para él significa la creación al servicio del Señor, o sea reconociendo y viviendo bajo el único señorío de Cristo. No es necesario decir que lejos estamos de ello.

En la fiesta solemne de Cristo Rey, la oración diri-gida al Padre reza: “Señor todopoderoso y eterno, que quisiste fundar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, haz que toda la crea-ción, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin..” La oración está puesta en la esperanza, avalada por las Sagradas Escrituras, que la creación se verá libre del poder del mal y así podrá servir y alabar a Dios, estando sometida a Jesucristo, Rey del Universo, antes de su fin histórico.

Hay que reconocer que sobre este tema del tiempo mesiánico o lo que vendrá al final de los tiempos, existe un “tabú” que hace infructuosa toda mención porque enseguida se la desestima como cosa juz-gada y condenada. Me refiero al milenarismo. Sin embargo, la supuesta condena es sobre su forma política, crasa, interpretación literal de la venida de Cristo para instaurar un gobierno sobre la tierra. Empero existe lo que se llama milenarismo mitigado donde se dice que no se lo puede enseñar porque no hay certeza. Y luego están los llamados milena-rismo espiritual y alegórico.

Por tanto, la cuestión no se cierra ahí, sin más, impidiendo toda especulación teológica sino que queda abierta. Se entiende que es cuestión abier-ta al estudio (no a la fantasía). Porque sino, como se aduce, ¿qué sentido tendrían todas aquellas profecías si todo ocurre cuando este mundo termi-na? Además ¿cómo podrían interpretarse de otro modo? Sólo si final de los tiempos fuera lo mismo que fin del mundo, pero no lo es.

El final de los tiempos no coincide con fin del mun-do, sino que tiene un significado preciso en el cual algunos acontecimientos como la apostasía, la per-

PALABRAS CLAVE

ESCAtoLogíA(del griego éskhatos: ‘último’ y logos: ‘estudio’) es el conjunto de creencias religiosas sobre las realida-des últimas. Se divide en:• Escatología general. Se ocupa del destino final

de la humanidad y del destino final del universo.• Escatología particular. Se ocupa del esta-

do del ser humano después de su muerte (los Novísimos)

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secución a los cristianos, son signos que estamos ya viviendo.

El fin de los tiempos es el del juicio a las naciones, el del Anticristo y el abominio de la desolación, el de la iluminación de Israel, el de la gran tribulación y purificación que desemboca en un tiempo de abso-luta novedad, de transformación de alcance cós-mico, o sea en la tierra y en todo lo creado, donde Cristo es todo en todos.

Y la historia continúa hasta su desenlace final con el Juicio Universal, cuando la Iglesia entre en su gloria en la Pascua definitiva. Por eso se explica, también, la respuesta sencilla de aquella niña, Conchita, cuando aclara a su madre que después de los tres Papas que seguirían a Juan XXIII no vendría el fin del mundo sino el fin de los tiempos. La misma Vir-gen le había dicho que el fin de los tiempos no era el fin del mundo.

Pues, según Garabandal, ya estamos en ese final de los tiempos porque el tercer Papa es Benedicto XVI. Eso indica que entramos en la etapa final de persecución y de purificación, algo que por lo que estamos viendo no es descabellado sino realidad.

Saberlo, reconocer los signos de los tiempos es una exigencia que no nos debe atemorizar si estamos con Dios y por ello mismo, Él con nosotros, sino más bien, en razón de estas mismas razones esca-tológicas, debemos convertirnos diariamente a Dios y alzar la mirada con esperanza porque Cristo ven-drá, porque el Reino se establecerá sobre la tierra. Reino que intuimos (sólo eso, intuimos) se manifes-tará por medio de la Presencia en la Eucaristía de un modo que ahora está totalmente oculto.

Porque si bien hay una Presencia real, viva, total, substancial de Jesucristo en la Eucaristía, ella no es para nada evidente, sólo la fe descubre los velos eucarísticos para encontrar a Dios Todopoderoso que nos ama. Y si bien el Reino de los Cielos está ya aquí porque está ya en quienes viven en Cristo y Cristo en ellos, todavía no se ha extendido has-ta abarcarlo absolutamente todo. Es esa dualidad tensional del “ya” pero “no todavía”.

Por eso, también en un cierto modo estamos desde

la Encarnación de Dios, en el Hijo, en el final mesiá-nico cuando se alcanzó la plenitud de los tiempos, pero, igualmente, no hemos llegado al cumplimiento definitivo en razón de la oposición de las fuerzas del mal a las que se suma la rebelde autonomía del hombre hacia Dios.

Este es el momento histórico en el que entraríamos en el final de los tiempos, caracterizado por grandes acontecimientos de todo tipo y por la purificación hasta el triunfo del Inmaculado Corazón de María sobre el mal, exaltada como la Mujer que derrota a Satanás y rescata a sus hijos de las garras del Infierno.

La victoria ya había sido ganada por Jesucristo en la cruz, y de esa victoria participó de un modo ocul-to para los hombres pero no para Dios, la Madre del Señor. Su triunfo en éstas sus batallas finales es, en cierto modo, un nuevo triunfo de Cristo, que será reconocido universalmente como Rey y Señor, cuando Él sea todo en todos.

De todo esto se desprende que no debemos ser espectadores pasivos mientras se desarrolla el drama de nuestra salvación sino actores compro-metidos que seria y serenamente siguen un camino de conversión, confiando siempre en la Misericordia de Dios y en la Maternidad de María y que coope-ran activamente con sus Eucaristías, penitencias, oraciones, adoraciones, reparaciones, dolores a ese triunfo, que es el de la salvación de las almas.

La Santísima Virgen nos llama a ser sus apóstoles, aquellos apóstoles profetizados por san Luis María Grignion de Monfort, de los últimos tiempos: hijos que siguen a la Madre y se ofrecen generosamente para que aquellos que están lejos de Dios conozcan su amor y se acerquen al Salvador.

Y no olvidemos, además, de recuperar la tensión escatológica perdida, porque ella no hace sólo a la fe sino fundamentalmente a la esperanza.

Clamemos al Cielo, con voz renovada:

“¡VEN SEñoR JESúS!” “MaRaNa tHá”.

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E l 29 de julio 1961 llegaron a Garabandal los hermanos Andreu, Ramón María y Luis María, como tantísimas otras per-

sonas: más empujados por la curiosidad que por la esperanza de encontrarse con cosas realmente serias.

Conchita escribe en su diario: “Venían, como muchos, sin creer nada. Y un día de esos, tuvieron Loli y Jacinta una aparición, por el día, en los Pinos; y estaban allí estos Padres, y viéndolas a ellas en éxtasis, creyeron; pero no sólo con esto creyeron…”.

Los Padres Ramón María y Luis María pregun-

taron si aquella tarde habría algo: “Seguramente sí —les respondió alguien—; a eso de las siete tendre-mos éxtasis, pues ayer la Virgen, al despedirse, dijo a las niñas que volvería hoy”.

Habría por el pueblo, en aquel último sábado del mes de julio, como unos trescientos o cuatrocien-tos forasteros. Al acercarse la hora, ellos y muchos del pueblo andaban por aquí y por allá, con el movimiento nervioso de quienes esperan algo pero no saben muy bien ni qué ni dónde. Bastantes se dirigían ya a la “calleja”.

Aparece de pronto un niño que dice en un gru-

Entre los muchos sacerdotes que subieron a Garabandal a estudiar los acontecimientos, había un jesuita, el Padre Luis María Andreu.Era un joven brillante, profesor de Teología en la Facultad que la Compañía de Jesús tenía en la provincia de Burgos. Tenía reputación de santo.El P. Andreu se mostró muy escéptico en su primera visita, pero des-pués de estudiar a las niñas en éxtasis se dio cuenta de que algo muy serio estaba ocurriendo ahí.su historia, acontecida en el año 1961, está directamente relacio-nada con el Gran Milagro predicho por la Santísima Virgen en San Sebastián de Garabandal.

FUENTE:

www.virgENdEgarabaNdal.org

UN JOVEN SACERDOTEVE El fUTURO MilAgROy MUERE DE fEliCiDAD

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po de los que esperan: “Ya han tenido un aviso”. La noticia se propaga inmediatamente. El P. Ramón Ma-ría pregunta muy extrañado: “Y eso ¿qué es?” “Pues que las niñas, le explica alguien, reciben primero tres avisos y luego, ya viene”.

No mucho más tarde aparecieron Loli y Jacinta corriendo hacia “el cuadro”. El revuelo que se armó fue fenomenal. En la más desordenada avalancha se lanzaron todos hacia el punto indicado. El P. Ra-món María, por no atropellar a nadie y también por no ser atropellado, se apartó como pudo para dejar pasar aquella ola…, con lo que tuvo que resignarse a quedar en la periferia de los espectadores, sin poder seguir de cerca unos fenómenos que tanto tenían que interesarle. Para poder captar algo siquiera, se subió a uno de los pequeños muros de piedras sueltas que bordeaban la Calleja en aquel punto; pero con tan mala suerte que las piedras empezaron a correrse y a caer, con no pequeño ruido… La gente se volvió a mirar, protestando de aquel ruido que no dejaba entender nada de lo que decían las niñas en éxtasis. El pobre Padre se encogió cuanto pudo…

En esto estaba, cuando siente que por detrás alguien le agarra de los brazos: se vuelve y ve una especie de gigante —así, por lo menos, le pareció a él— que le levanta y empieza a empujarle a través de aquel compacto cerco de curiosos, hacia donde esta-ban las niñas, mientras va diciendo enérgicamente a unos y a otros: “paso a la autoridad eclesiástica”.

Gracias a tan providencial ayuda, el P. Ramón se encontró inesperadamente en el mejor punto de observación, pegadito a las videntes, y junto a su hermano, a quien descubrió allí, tomando concien-zudamente notas en un cuadernillo.

De pronto, las niñas, las dos a la vez, con absoluta simultaneidad, vuelven en sí y miran cándidamente a su alrededor. Don Valentín se acerca y les pregunta: “¿Qué, qué dice la Virgen?”.

—La Virgen dice que subamos a los Pinos nosotras, nuestros padres, los guardias, los sacerdotes y las mon-jas; y los demás, que se queden abajo.

Subieron todos hacia los Pinos y allí las niñas, con toda naturalidad, fueron señalando los sitios en que debían ponerse los diversos grupos.

Antes de llegar ahí, a mitad del camino hacia los Pinos, Loli se vuelve y señala con el dedo: “Que no pasen de ahí”, indicando una especie de sendero que cruzaba la ladera. No fue fácil hacer que todos, unas 500 personas, obedecieran en seguida, pero unos

agentes de la Guardia Civil se encargaban de hacer cumplir las órdenes.

Empezó el éxtasis y los espectadores más próximos pudieron apreciar que la cara de las videntes tomaba una expresión de profunda tristeza. La madre de una no pudo contenerse: “¡Están llorando!”.

Como no se lograba captar los diálogos, el párroco llamó a Mari Carmen, una niña, para preguntarle; la pequeña se fue acercando sin mucha prisa y, cuando oyó las preguntas del cura, contestó: “Le dicen a la Virgen que no les diga cosas malas”.

Comprendieron todos que aquella aparición no era una de tantas, que la Virgen explicaba cosas muy serias.

Por declaraciones o medias frases de las niñas, dadas posteriormente, se supo que ese día la Virgen les confió algún secreto y les completó el mensaje que habían de hacer público la noche del 18 de octubre.

Cuando vuelven a la normalidad, corremos hacia ellas y vemos que una tiene aún lágrimas. “¿Por qué lloras?” Nos quedamos sin respuesta.

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ARRIBALos dos hermanos Ramón María y Luis María Andreu, sacerdotes jesuitas.

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Cuando parte de la gente estaba hablando así con ellas, se produce allí mismo, en los Pinos, el tercer trance del día. Ahora se oye a las niñas con notable claridad.

La aparición ha venido con el Niño, pues ellas pre-guntan por los años que tiene, y piden que les deje su corona, y comentan que es pequeña…

La Virgen expresa a las niñas que está contenta del comportamiento de la gente, ya que han obedecido con docilidad a lo que se les dijo sobre su colocación. Encomienda una vez más que recen el rosario. Y que para ello pueden acudir a los Pinos.

Vueltas pronto a la normalidad Jacinta y Loli, se inicia allí mismo el rezo del rosario. En la quinta Avemaría del tercer misterio quedan las dos niñas en “… el Señor es contigo…”, sin acabar de pronunciar esta última palabra…

Y el éxtasis fue largo, cerca de una hora. Las niñas hablaban con la Virgen, les decían quienes habían venido, pedían a la Virgen que les enseñara el vesti-do, etc.

Uno de los dos jesuitas que habían subido “sin creer” el P. Ramón María Andreu, estaba tomando nota de todo lo que decían las niñas.

Escuchémosle a él, según la conversación que nos ofrece el editor francés del diario de Conchita, G. Du Pilier:

P. Ramón María: Como usted puede suponer, yo no pensaba en absoluto cuando subí ese día a Ga-rabandal, que estuvieran ocurriendo efectivamente allí unos fenómenos dignos de seria atención. La primera vez que me invitaron a subir, respondí que disponía de muy poco tiempo para poder perderlo en tales cosas. Y es que, de verdad, suelo estar bas-tante ocupado; si acepté fue solo por no desairar la insistencia de mis amigos, y también porque ya tenía necesidad de unos días de descanso después de las tandas de ejercicios que había dado seguidas.

—Su hermano, el P. Luis María, ¿ya creía en todo aquello?

—¡De ningún modo! Ni él ni yo teníamos pruebas, y creo que ninguna persona inteligente acepta esa clase de fenómenos sin una base de pruebas o razones.

—¿Cómo sucedió exactamente lo que Conchita escribe en su diario?

—Verá. Yo subía aquel día por primera vez a Ga-

rabandal; y aquel día fue pródigo en “sucesos” que nosotros pudimos ver.

A la caída de la tarde, nos encontrábamos en los Pinos. Loli y Jacinta entraron en éxtasis. No había en torno un excesivo número de curiosos, por lo que yo pude situarme cerquísima de ellas. Les oía perfec-tamente hablar con su visión, en esa voz baja, como con sordina, que caracteriza su hablar en éxtasis; pero no captaba todo, sino frases sueltas.

Después de ocho o diez minutos, se me ocurrió que aquello bien podía ser un caso de hipnotismo. Entonces empecé a mirar atentamente a las personas que estaban allí para descubrir al posible causante de la hipnosis. Había en todos los rostros una clarísima expresión como de sorpresa admirativa que descar-taba toda posibilidad de que actuasen como agentes hipnotizadores: estaban más para ser llevados que para llevar cualquier iniciativa.

En ratos anteriores, yo había visto ya a las niñas entrar y salir del éxtasis, pero siempre las dos a la vez, como si tuvieran una sola alma. Por eso, se me vino al pensamiento algo que tal vez no tuviera mucho sentido, pero que me pareció interesante: como prueba de la verdad de todo esto, que una de las dos vuelva en sí, mientras la otra continúa en éxtasis.

¡En el mismo instante, Loli, que era la más próxi-ma, salió del trance y se volvió a mi, mirándome con una sonrisa!

Como si no pasara nada, le pregunté: “Ya no ves a la Virgen” —No señor. “Y ¿por qué?” insistí yo. —Por-que se me ha ido. “Pues mira a Jacinta…”

La niña miró y sonrió ampliamente, pues era la primera vez que ella podía contemplar a una compa-ñera en éxtasis, estando ella fuera de ese estado.

—¿Qué te ha dicho la Virgen?, le pregunté

Abría la boca para responderme, cuando entró de nuevo en la visión, echando la cabeza hacia atrás. Me pegué más a ellas, y pude entender a Jacinta:

—Loli, ¿por qué te fuiste?

Ésta hablaba ya con la aparición y le decía —¿Por qué te retiraste de mí?... ¡Ah! ¿Entonces es por eso, para que él crea?

Me volví hacia mi hermano Luis y le dije:

—¡Mucho cuidado con lo que piensas, que aquí la transmisión del pensamiento es fulminante!

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—¿Te ha ocurrido algo?

—¡Desde luego! Ya te contaré.

Todo esto, ciertamente, llamó mucho mi atención, y me hizo pensar que no se trataba de ninguna come-dia, sino que había allí materia para estudiar a fondo.

De esto, a creer, hay todavía un buen paso que no se da así como así. ..

Así, en este 29 de julio de 1961, con un inicial escepticismo, que ya hemos visto cómo recibió su primer golpe, entraron en la historia de Garaban-dal dos hermanos, sacerdotes, religiosos, que tanto habían de suponer para el desarrollo o comprensión de la misma.

UNA JORNADA ESTElAREl día 8 de agosto de 1961 ha quedado muy espe-

cialmente señalado en la marcha de esta historia.

La madrugada de tal día, exactamente a las 5.45 salía de Aguilar de Campoo una caravana de varios automóviles y un jeep en dirección a Garabandal, llegando ya bien entrada la mañana. Entre ellos iba el P. Luis María Andreu, con algunos miembros de la familia Fontaneda.

Don Valentín Marichalar, el párroco, se alegró mucho de la llegada del P. Luis María, y le dijo: “Ha llegado usted muy oportunamente, pues yo tenía que ir hoy a Torrelavega. Le doy las llaves de la iglesia, y le confío además el cuidado de la parroquia durante mi ausencia”. El padre aceptó encantado y bromeaba con

Rafael Fontaneda:

—Vamos, amigo, que ahora soy yo el cura de Garabandal.

Resultaba evidente que para él era aquello un honor y un privilegio. El señor Fontaneda asegura que el P. Luis María estaba visiblemente interesado por todo lo de Garabandal

desde su primera visita…, aunque se reservaba su opinión; hablaba de las visiones en general… se le veía apasionado por el tema.

Actuando ya de cura, el P. Luis hizo que tocaran las campanas de la torre para la misa.

Y a pesar de ser un día laborable, acudió bastante gente: forasteros, del pueblo. Comulgaron unas vein-te personas, entre ellas Conchita, Jacinta y Mari Loli.

Asegura don Rafael Fontaneda:

—La misa que celebró el Padre fue extraordinaria-mente sentida. Emocionó a todos los asistentes”.

Del hecho no cabe duda, pues hay bastantes testi-monios. ¿A qué se debió?

Al principio, lo atribuyeron algunos a la presencia de las videntes. Después, se relacionó con el hecho de que aquella misa iba a ser la última del Padre… y tal vez tuviera algún extraño presentimiento…

Todo aquello, unido a la emoción de las aparicio-nes de la víspera y a la expectación por las que se es-peraban aquel día, pudo tener decisiva influencia en la devoción y fervor colectivo de aquella celebración. Lo cierto es que el público, a la salida de la iglesia, comentó el silencio, la piedad y la emoción de fe con que el celebrante y asistentes se unieron, en íntima comunión, ante el altar.

Todos estaban expectantes, pues las niñas habían anunciado aparición para poco después de comer, a las dos de la tarde.

A esa hora, ellas, acompañadas de mucha gente, entran en la iglesia. No falta ninguna de las cuatro.

IZQUIERDAGarabandal, 8 agosto 1961. El Padre Luis María Andreu celebrando la Santa Misa enla parroquia del pueblo.

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A las 14.11h quedan extáticas. Sonríen algo. Jacin-ta más. Mari Cruz, gesto de “encogida”, es lo primero que anota el P. Luis en su cuadernillo. Va poniendo después lo que logra captar de los diálogos.

El Padre, -escribe Rafael Fontaneda- estaba junto a las niñas, y como había hecho en las ocasiones ante-riores, anotaba atentamente todo lo que ellas hacían o decían. Pero en este éxtasis parecía extrañamente absorto, y los más próximos a él veían correr lágrimas silenciosas por sus mejillas.

No solamente tomaba notas el P. Luis; había allí otros dos espectadores que tampoco perdían ningún detalle: el seminarista Andrés Pardo y el ilustre P. dominico Antonio Royo Marín.

Por las notas de unos y otros, sabemos que Con-chita dijo a la visión, entre otras cosas: “¿Sabes lo que te digo? Que tienes que dar una prueba; que a… les des una prueba… A Lourdes y Fátima les diste una prueba… ¿Quieres que te enseñe todo lo que te traigo? (presenta rosarios y medallas). Los tienes que be-sar… ¿Qué te parezco con el pelo corto?... ¿Vienes a la tarde?... ¡Ay, qué gusto!... ¿Cuántos años tienes?... ¿Eh? Que me llevas tres? ¿Seis? ¡Ah, sí! Yo, doce: seis más, dieciocho. A Mari Cruz le llevas siete”.

No hablaba solo Conchita. Loli preguntó al prin-cipio por qué no venía el Ángel… e insistió después en la misma petición de una prueba. También Jacinta tomaba parte en la conversación.

Hablaron de los sacerdotes que estaban allí aquel día.

“Hoy vinieron dos sacerdotes; uno es jesuita, y ha dicho la misa muy bien… ¿Cómo se llama? Algo así como Andrés… El dominico… por Santander vi mu-chos dominicos…”.

El P. Luis fue anotando, minuto a minuto, las incidencias de aquel trance: “A las 14.19, Loli tiene un gesto fuerte de caída hacia delante. A las 14.24, Conchita llora. Pocos instantes después, Loli se cae y Mari Cruz la sostiene, sujetándola por la espalda. A las 14.35 caen las cuatro: “las intentamos recoger; quedan con la mirada en alto, sin pestañear”. A las 14.40 se enderezan y quedan arrodilladas. A las 14.43 van de espaldas hacia el altar de la Virgen del Rosa-rio… Caen derribadas ante él; y derribadas en el sue-lo comienzan a rezar el rosario. A las 14.47 se ende-rezan, y continúa el rosario de rodillas. Se les pasa la mano por los ojos y no pestañean; pestañean alguna vez por su cuenta, pero muy poco; se les nota cierta rigidez en la mandíbula… Terminan el rezo con un Padrenuestro al Ángel de la Guarda, una Salve a la Virgen del Carmen y un Credo al Sagrado Corazón de Jesús. Hacia las tres acaba todo el trance”.

Pero en él habían quedado citadas para el anoche-cer. Y la cosa no iba a ser ligera, pues se les oyó decir: “¿Cuánto vas a estar? ¿Dos horas?... ¿En dónde vamos a estar de rodillas?”.

“¡MILAGRO, MILAGRO, MILAGRO!”Poco después de las nueve de la noche empezó la

segunda sesión de aquel día inolvidable. Se reúnen otra vez en la iglesia las cuatro niñas, y ante el altar mayor caen en éxtasis. Respiran hondamente… luego ríen, excepto Conchita; es ella la que habla: “Sí, como Tú quieras, como Tú mandes… Lo mismo nos da ir a todos los lados. Como Tú digas… Pero no hemos dado ninguna prueba, y la gente no cree..”.

Hacia las 21.40 se levantan y salen de la iglesia en marcha extática. Se van parando en los sitios del pue-blo donde han tenido ya algún éxtasis, y allí rezan…

¡En Garabandal no se habían hecho nunca “estaciones” tan devotas!

Hacia el final del recorrido se las oyó decir: “¿Cuándo va a ser el próximo día que te veamos, para que la gente venga?... dice la gente que todo esto es una enfer-

IZQUIERDAGarabandal, 8 agosto 1961. El Padre Luis María Andreu, situado junto a las niñas, ve al Gran Milagro.

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medad nuestra, y los críos nos han tirado piedras… Bueno, si estás contenta con nosotras, a nosotras lo mismo nos da”.

Y cuando parecía que todo iba a concluir, se lanzan ellas a una subida a los Pinos, que todos los testigos han calificado de impresionante, tanto por el aspecto de las cuatro niñas, como por la velocidad e ingravidez de su marcha.

Al llegar arriba, Loli decía, hablando con la visión: “Sí, aquí es donde va a hacerse la capilla… Este es un buen sitio… ¿Nos ponemos así?” y se arrodillaron.

Cantaron el himno a San Miguel. Besaron luego en el aire…

Y fue en este momento cuando el P. Luis María Andreu… Oigamos el testimonio de Rafael Fontane-da:

“En los Pinos, el P. Luis inspeccionaba a las niñas con toda minuciosidad. Parecía como si no quisiera perder un solo detalle de lo que estaba sucediendo.

De pronto, observamos que una emoción especial le invadía, y por cuatro veces le escuchamos, en tono alto y visiblemente impresionado, la palabra ¡MILAGRO!

No sólo los espectadores pudieron observar el trance del P. Luis, sino también las niñas, arrebatadas al normal mundo de los sentidos, le pudieron ver. y fue ésta la primera y única vez que una persona extraña a las videntes entró de lleno en su campo de visión. “A la salida del rosario nos pusimos en éxtasis las cuatro… Y empezamos a caminar hacia los Pinos; y cuando llegamos allá, el P. Luis María dijo: ¡Milagro! ¡Milagro!, y se quedó mirando había arriba. Nosotras le veíamos, y en nuestros éxtasis nunca vemos a nadie salvo a la Virgen; y al P. Luis le vimos, y nos dijo la Virgen que él la estaba viendo a Ella, y el Milagro”.

No se trata de un milagro, sino del Milagro. Las videntes, muy especialmente Conchita, han hablado repetidamente de él. Es algo todavía por realizar, un importantísimo capítulo en la historia de Gara-bandal que todavía está pendiente. Lo que nos dice este episodio del P. Luis María Andreu es que él, en aquella noche del 8 de agosto de 1961 pudo contem-plar, anticipadamente, por singularísimo favor de la Virgen, lo que ni las videntes ni nadie han visto todavía, aunque para todos esté ya anunciado.

Días más tarde, el P. Ramón María, que no había estado en Garabandal el día 8, supo por las niñas algo más del trance de su hermano: “Estaba con ellas

de rodillas; gotas de sudor brillaban en su frente; y la Virgen le miraba… Parecía como si le estuviera diciendo: Dentro de muy poco estarás a mi lado”.

Eran alrededor de las diez de la noche.

El P. Luis volvió en sí, y las niñas iniciaron el des-censo diciendo, en éxtasis que iban a la iglesia. El P. Royo Marín avisó a los presentes para que corrieran a la iglesia pues, según su expresión, las niñas llevaban alas en los pies.

Efectivamente, si la subida había sido muy rápida, el descenso fue casi vertiginoso.

Nada extraño que las niñas perdieran dos rosarios de los que les habían confiado para darlos a besar. Uno de ellos, el del seminarista. Conchita, que era quien lo llevaba, se dio cuenta en la iglesia; la oyeron decir: “Perdí el rosario, era el del estudiante… ¡Qué disgusto tengo! ¿Me reñirá? ¡Eh?... ¿En dónde se me cayó?... ¿Allá arriba? ¿Más arriba de donde te vimos? ¡Ah!”.

El otro era del P. Luis. No se trataba de un rosario corriente, sino de uno de ésos que empezaron a utili-zarse por entonces, en forma casi de anillo, rematado por una cruz y con diez pequeños salientes para con-tar las Avemarías: se introduce en el dedo índice y se le hace girar con el pulgar. Al salir de la iglesia, Loli se dirigió al Padre: “He perdido su rosario, pero la Vir-gen me ha dicho dónde quedó, vamos a buscarlo”. Oyó esto Julia, la madre de la niña y se opuso: “No, ahora no, que ya es demasiado tarde. Aguarda a mañana, y cuando sea bien de día, lo irás a buscar”.

El P. Luis aprobó inmediatamente la sensata deci-sión de Julia; y poco después dijo a la niña: “Loli, yo voy a marchar esta noche; cuando encuentres el rosa-rio, no se lo des a nadie, sino a mi hermano Ramón: Si yo no vuelvo, él ciertamente volverá”.

No muchas horas más tarde, quedaría desvelado el oscuro alcance profético de estas palabras. el dimi-nuto rosario fue encontrado en el sitio preciso que había indicado la Virgen; pero su dueño ya no iba a necesitar de él.

AfiRMACiONES DE MUCHA MONTAAl salir de la iglesia, los que habían sido testigos de

los sucesos de aquella tarde y noche, se entretuvieron en comentarios sobre ellos… En un corro hablaba el P. Royo Marín: “Yo no soy infalible, pero sí especia-

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lista en estas cuestiones, y me parece que las visiones de las niñas son verdad. Yo he podido apreciar cuatro señales a favor, que no dejan lugar a dudas”.

Entonces, Rafael Fontaneda se le acercó y le dijo: “Padre, si la cosa en tan seria como dice, ¿por qué no se queda usted aquí unos días más, para estudiarla mejor? A lo que replicó él: “Ahora me es imposible quedar; pero esto está tan claro que no hay lugar a dudas”. Y téngase en cuenta que el P. Royo Marín había subido a Garabandal tan escéptico como el que más: la simplicidad infantil no suele ser característica de los clérigos que se saben graduados y documenta-dos.

Era ya muy de noche cuando los de la caravana que había salido con el alba empezaron el descenso de Garabandal: unos, a pie; otros, en jeep. Al P. Luis María, por deferencia, se le hizo bajar en dicho vehí-culo. durante el trayecto, todos pudieron observar que una felicidad muy interior le desbordaba… y él lo manifestaba de mil modos, al mismo tiempo que declaraba su absoluta certeza en cuanto a la verdad de lo que decían las videntes.

En Cosío hubo que esperar a los que bajaban andando. El P. Luis no se apeó del jeep; se estaba quedando casi dormido cuando llegó don Valentín Marichalar, el párroco, y entonces el Padre, con plena lucidez, y en tono de gravedad, le dijo:

—Don Valentín, lo que dicen las niñas es verdad; pero usted no repita por ahí esto que le digo ahora… la Iglesia tiene que usar de toda prudencia en estos asuntos.

Seguimos en este retorno desde Cosío con el relato de Rafael Fontaneda:

“En Cosío nos fuimos repar-tiendo por los diversos coches que formaban la expedición. Al P. Luis le reclamaban en el de mi hermano, pero él prefirió montar conmigo, ya que con-migo había hecho el viaje de ida. Tomó asiento delante, junto

al conductor; detrás íbamos mi esposa Carmen, mi hija Mari Carmen de ocho años y yo.

A lo largo del viaje íbamos comentando lo que habíamos visto en aquel día… El P. Luis María nos dijo que había cambiado impresiones con el P. Royo Marín, y que estaban de acuerdo en todo.

Tanto mi esposa como yo, y lo mismo José Salceda (el conductor), nos sentíamos impresionados por la profunda e intensa alegría del padre, así como por su seguridad. Él hablaba sin prisas y repetía mu-chas veces estas frases: “¡Qué contento estoy!... Me siento pleno de dicha… ¡Qué regalo me ha hecho la Virgen!... Yo no puedo tener la menor duda sobre la verdad de lo que ocurre a las niñas…”.

En Torrelavega alcanzamos al jeep que nos había subido de Cosío a Garabandal; estaba parado, con gente de Aguilar de Campoo. Nuestro conductor se acercó a ver si necesitaban algo, y él y el P. Luis estu-vieron hablando unos minutos con los pasajeros.

Al reemprender la marcha, yo le dije al Padre: “Padre, ¿por qué no trata de dormir un rato?”. Aceptó la sugerencia, y estuvo durmiendo durante casi una hora, hasta poco antes de llegar a Reinosa. Entonces despertó y dijo: “¡Vaya sueño más profundo el que he tenido! Me encuentro estupendamente. Ni siquiera estoy cansado”.

Todos los demás estábamos bien cargados de sueño, pues eran las cuatro de la mañana. Nos detu-vimos en una fuente, para beber y refrescarnos. El P. Luis preguntó después al conductor si él también había bebido, y éste le contestó que había dado agua a sus ojos, que eran los que tenían mayor necesidad…

Nuevamente en marcha, el padre volvió a sus

DERECHAEntierro del Padre Luis María Andreu, en el pueblo de oña, provincia de Burgos.

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EL CIELO A GARABANDAL 13

desahogos: “Me siento verdaderamente lleno de alegría, de felicidad. ¡Qué regalo me ha hecho la Virgen! ¡Vaya suerte tener una Madre así en el cielo!... No debemos tener ningún miedo a la vida sobrenatural… Hemos de aprender a tratar a la Virgen como lo hacen las niñas. ¡Ellas nos han dado ejemplo!... Yo no puedo tener la menor duda sobre la verdad de sus visiones… ¿Por qué nos habrá escogido la Santísima Virgen?... HOY ES EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA”.

cesó de hablar con esta última frase. Enton-ces yo le pregunté algo y, al no tener respuesta, le dije: “Padre, ¿le pasa algo?” “no, nada. Sueño”. E inclinó la cabeza, al mismo tiempo que emitía un ligero ruido como de carraspeo. José Salceda volvió la cabeza hacia él y, al observar sus ojos, exclamó: “¡El Padre está muy mal!”. Rápidamente mi esposa le tomó por la muñeca para comprobar su pulso, y gritó: “Para, para, que no tiene pulso. Aquí tenemos una clínica: hay que llevarle inmediatamente”.

Yo creía que se trababa sólo de un mareo, y al parar el coche, me puse a abrir la puerta mientras le decía: “No se preocupe Padre, que no es nada; se le pasará en seguida con un poco de aire”. Pero mi esposa insistía: “Hay que llevarle inmediatamente a la clínica”. “No digas tonterías”. “Pero, ¡si está sin conocimiento!...”

Le llevamos a la clínica, que estaba a muy pocos metros, y la enfermera que nos abrió, nos dijo inme-diatamente que estaba muerto. Le replicó mi mujer que no podía ser… que había que hacer algo. La en-fermera le puso una inyección mientras José Salceda corría a llamar a un médico y a un sacerdote. El mé-dico llegó a los diez minutos, pero sólo pudo consta-tar que era efectivamente cadáver. Inmediatamente llegó el párroco y le administró la Santa Unción.

Pasados los primeros instantes de total descon-cierto y nerviosismo, empezamos a hacer algo: llamé por teléfono a su hermano el P. Ramón, que estaba en Valladolid, dando los ejercicios espirituales a una co-munidad de religiosas. Me comuniqué también con Aguilar de Campoo, y horas más tarde fueron llegan-do mis hermanos y mi cuñado. Felizmente, también llegó a Reinosa el P. Royo Marín que nos acompañó y consoló, y hacia media mañana se presentó el P. Ramón María Andreu”.

Podemos imaginarnos la impresión de este últi-mo al encontrarse con el cadáver de aquel hermano menor, de treinta y seis años… ¿Cómo esperar una

Del diario de Conchita, páginas 46-47:“Al día siguiente, a las ocho o nueve de la noche, se nos apareció la Virgen muy sonriente, como siempre, y nos dijo a las cuatro: Ven-drá ahora y os hablará el P. Luis. Y al poco rato vino y nos llamó una por una; pero nosotras no le veíamos, nada más que le oíamos: su voz. Era exactamente igual que cuando hablaba en la tierra. Y cuando ya habló un rato, dándonos consejos, nos dijo también alguna cosa para su hermano el P. Ramón; y nos enseñaba pala-bras en francés, y a rezar en griego. También nos enseñó palabras en alemán y en inglés.Y al cabo de un rato, ya no sentíamos su voz, y nos hablaba la Vir-gen y estuvo un momento más y se marchó”.

cosa así? Nunca le había visto enfermo, ni había oído nunca que tuviese alguna afección cardíaca y tenía buenas razones para creerle lleno de vitalidad, pues hacía deporte con frecuencia. Pero los designios de Dios son inescrutables.

El P. Ramón María, después de cumplir piado-samente con su hermano, fue recogiendo las pocas cosillas de su pertenencia, entre ellas un cuadernillo que llevaba en el bolso de su sotana: el cuadernillo número 3, donde había apuntado muy sumariamente las incidencias del día anterior en Garabandal.

Leemos precisamente las notas del P. Ramón de aquellos momentos: “Acabados los funerales del P. Luis en Oña, y después de acompañar unos días a mi madre (residente en Bilbao), yo me fui para Garaban-dal el 14 de agosto. Al entrar en el pueblo me salieron a saludar las cuatro niñas, porque me habían visto subir el trayecto final.

Me dijeron que cuando les habían dicho que el P. Luis había muerto, que gritaron de pena… Que la Virgen les había hablado también de la muerte de mi hermano, y que ellas le preguntaron entonces dón-de estaba, y la Virgen respondió con sonrisas; que entonces ellas le habían dicho: “¿Para qué nos lo vas a decir, si ya lo sabemos?” Decían las niñas: “La Virgen se reía ¡Cuánto!”, y hacían gestos expresivos.

Loli me entregó después el rosario de decena que había recibido de mi hermano para darlo a besar a la Virgen, y que luego había perdido: “La Virgen me dijo tan claro dónde estaba, que lo encontré en seguida, nada más levantar unas piedras”.

Lo grato de este primer encuentro se le enturbió pronto al P. Andreu. Él lo cuenta al editor francés del diario de Conchita:

“Era el día 14 de agosto. Venía de enterrar a mi

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hermano Luis y acababa de llegar a Garabandal. Un muchacho de Burgos se acercó para decirme: “He-mos oído a las niñas durante su éxtasis: “¡Ay, que bien! Entonces, ¿vamos a hablar con el P. Luis?”.

Aquello me dejó totalmente decepcionado. Quise marcharme inmediatamente de Garabandal”.

Sin embargo, debido a que sus acompañantes no tenían la misma prisa que él, el P. Ramón se quedó: “Me fui donde las niñas en éxtasis, y me puse a escu-char sus conversaciones con o sobre el P. Luis… Al cabo de unos minutos, ya no sabía qué pensar. Estaba verdaderamente estupefacto, pues las niñas al repetir las palabras de su visión, iban dando cuenta de la muerte de mi hermano y del desarrollo de sus fune-rales, con detalles muy precisos sobre los ritos espe-ciales del entierro de un sacerdote. Hasta sabían que en el del P. Luis había habido ciertas excepciones a las reglas tradicionales sobre la manera de amor-tajar el cadáver; por ejemplo, no se le había puesto el bonete en la cabeza, y en lugar de cáliz se le había colocado un crucifijo entre las manos. Las pequeñas daban incluso la razón de estas variantes.

en otra ocasión les escuché que mi hermano ha-bía muerto sin haber hecho su profesión, como así era verdad. Hablaron también de mí y de mis votos ¡conocían exactamente la fecha, el lugar donde yo los había pronunciado y el nombre del jesuita que los había hecho conmigo!

Comprenderéis mi asombro, mi estupefacción, ante una sarta tal de detalles rigurosamente exactos, que las niñas no habían podido conocer de ningún modo por conductos humanos…”

Efectivamente, a partir de esta fecha, no pocas ve-ces sintieron las niñas la presencia del P. Luis en sus éxtasis y escucharon su voz, manteniendo diálogo cn él, aunque sin ver su figura.

Hay testigos de toda solvencia que oyeron a las niñas pronunciar más de una vez, en sus éxtasis, palabras o frases en lenguas que les eran totalmente desconocidas.

El P. Ramón llegó a declarar: “Ciertamente, las niñas han hablado más de una vez en lenguas extran-jeras. yo mismo he escuchado a una de ellas recitar el avemaría en griego. Tengo en mi poder una carta de Conchita de la que quisiera repetiros íntegramen-te varios párrafos, en los que me da cuenta de las cosas que aprendió en francés, por habérselas oído, en éxtasis, a mi hermano”.

Las relaciones del fallecido P. Luis con el fenómeno de Garabandal no acabaron en estos días de agosto, y hay muchos testimonios de las niñas que lo confir-man.

Pero quizá lo más sorprendente sea esto que escribía Conchita al P. Ramón en una carta del 2 de agosto de 1964: “El día 18 de julio —fiesta de San Sebastián de Garabandal— he tenido una locución, y en esta locución se me ha dicho que al día siguiente del Milagro, se sacará a su hermano de la tumba, y se encontrará su cuerpo intacto”.

Recientemente, en 1976, se corrió por todas partes la noticia de que los restos del P. Luis María Andreu habían sido exhumados, como los de otros muchos jesuitas sepultados en Oña durante el tiempo en que aquello había sido Facultad Teológica de la Compa-ñía (ya no lo es); que se habían abierto los ataúdes, y “todos los cadáveres estaban descompuestos”.

Sin embargo, el P. alejandro andreu, hermano del difunto ha afirmado posteriormente que en Oña habían sido desenterrados efectivamente todos los cadáveres y llevados a Loyola; que habían destapado todas las cajas a excepción de la del P. Luis, por or-den del Provincial de los Jesuitas. Así, pues, efectua-ron el traslado de los restos del P. Luis sin saber su estado; los demás, sí estaban descompuestos.

+

Los restos del P. Luis María Andreu descan-san actualmente en el cementerio jesuita del Santuario de San Ignacio de Loyola, en Azpei-tia (Guipúzcoa, España), junto a los de sus hermanos Ramón (+11.11.2004) y Marcelino (+17.6.1998), testigos y apóstoles de las apa-riciones de Garabandal.

ProfecÍa de La Virgen marÍa“El día siguiente al Milagro,

el cuerpo del P. Luis María Andreu será sacado incorrupto

de su sepulcro…”

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EL CIELO A GARABANDAL 15

El P. Luis María Andreu había nacido en el seno de una familia religiosa el 3 de julio de 1923 en Bilbao (Espa-ña.) Tres de sus cinco hermanos llegaron a ser misioneros jesuitas: Alejandro en Sudamérica, Ramón María en California y Marcelino en China.

Como sus hermanos, el P. Luis María había presentado su candi-datura como misionero voluntario y le habían destinado a China con Marcelino. Pero un jesuita amigo de la familia, viendo que la madre de los Andreu se vería así separada de todos sus hijos, intercedió ante el Superior Jesuita y obtuvo que Luis se quedara en Europa, de modo que su madre tuviera al menos un hijo cerca. Esto permitió que el P. Luis María llegara a ser parte integrante de los hechos de Garabandal.

Su muerte repentina había sobre-cogido tanto a su madre por haber gozado él de salud excelente. El día de su muerte ella estaba prepara-da con las maletas, esperando su regreso para partir ambos de viaje a Alemania. Pero en vez de verle llegar con su gran sonrisa habitual, recibió la noticia de su fallecimiento.

Así, para consolarla, él le mandó por medio de las niñas el siguiente men-saje: “tranquilízate y alégrate, pues estoy en el Cielo y te veo cada día”.

Poco tiempo después, su madre realizó un proyecto que maduraba desde hacía tiempo: entró en el con-vento de la Visitación en San Sebas-tián (España).

PROMESAS DE SAntIDADRecuerda el P. Marcelino un detalle memorable del día en que el P. Luis hizo sus primeros votos, en 1944. Estaban ambos hermanos paseando por los jardines de Loyola con su ma-dre y llegaron a una pequeña venta-na de la capilla de la Conversión de

San Ignacio, por la que podía verse el altar del Santísimo Sacramento. Allí la madre les dijo de nuevo a ambos cuál era su mayor deseo con respecto a ellos y era que prometie-ran sinceramente al Señor ante el Santísimo Sacramento dedicar sus vidas a alcanzar verdadera santidad. El P. Luis María, con la mano en el corazón y los ojos cerrados, mantuvo un momento de silencio como en profunda oración y el P. Marcelino, que lo observaba, estaba seguro de que su hermano estaba repitiendo precisamente la promesa pedida por su madre, de dedicar su vida a alcanzar la santidad.

Cuando el P. Marcelino hizo sus primeros votos en 1946 y se prepa-raba a proseguir sus estudios, el P. Luis María obtuvo licencia para pasar algunos días con él a fin de iniciarlo personalmente a una vida de per-fecta dedicación. Dos cosas recalcó especialmente, que dejaron su mar-ca en la mente de Marcelino. Una era que, aunque el gran progreso en los estudios es importante, más importante es la práctica de la virtud y el empeño de alcanzar la santidad. La otra es rezar el Rosario, y cómo rezarlo bien.

SU últIMA CARtACuenta el P. Marcelino que en su última carta el P. Luis María escribe de sus sufrimientos, de cómo en el año transcurrido todo pareció ir en sentido exactamente opuesto a lo

que él esperaba, de que nunca había sufrido tanto. Y sin embargo, en ese último año, los que le rodeaban nunca vieron señal alguna de sus padecimientos, ya que él se mantuvo en todo momento alegre, de buena compañía, siempre dispuesto a ayu-dar y dispuesto a la broma.

El P. Luis María era excepcional-mente inteligente y fue mandado a estudiar a Innsbruck, Roma, Ginebra y París. Además de su español nati-vo, hablaba alemán, francés, italiano, latín, griego e inglés.

Fue ordenado sacerdote en oña, el 30 de julio de 1955, por el arzobispo Melendro de Anqing (China.) Celebró su primera misa en la fiesta de San Ignacio en la capilla de Loyola.

Un poco más tarde, cuando recibió su doctorado en teología, el P. Luis María se incorporó al personal do-cente de oña como profesor de teo-logía, y ésa era su posición cuando oyó por primera vez de las aparicio-nes de Garabandal. Su gran amor por la Virgen le impulsó a visitar el pueblo e investigar los hechos.

Fue por primera vez a finales de julio de 1961 y observó el éxtasis de las cuatro niñas, tomando notas de cuanto veía y oía. Se fue fuertemen-te impresionado.

Una semana más tarde quiso volver para observar más. Lo hizo el 8 de agosto, sin prever lo que le había preparado Nuestra Señora para ese día decisivo.

Un SACERDOtE SAntO

Fuente: www.mensagemdegarabandal.com EL CIELO A GARABANDAL 15

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S egún las Sagradas Escrituras tres son los santos arcángeles de quienes conocemos el nombre. Dos aparecen en ambos Testamentos, Miguel

y Gabriel, y el otro, Rafael, sólo en el Antiguo, en el libro de Tobías.

En Garabandal san Miguel es el Arcángel, quien precedido de un estremecedor trueno —símbolo de su poder— se manifiesta a las niñas en aquella tarde del 18 de junio de 1961. Su venida prepara la de la Virgen que se producirá dos semanas después. También es él quien cerrará las apariciones exactamente cuatro años más tarde, el 18 de junio de 1965, con el mensaje que la Santísima Virgen nos daba por medio de él. Garabandal se extendía así en un arco de tiempo paralelo al Concilio Vaticano II.

San Miguel es el Ángel protector de Israel y del Nuevo Israel, la Iglesia Universal. Por tanto ya en este hecho, que aparezca en ese tiempo de gran cambio en la Iglesia, posee un sentido que a primera vista se nos puede esca-par. El azar no es compatible con las realidades divinas, por tanto habría que encontrar el vínculo entre el Conci-lio —cuya recepción después de 50 años está aún lejos de completarse, en virtud de las interpretaciones opues-

tas que se hacen del mismo— y el hecho que Garabandal esté, por así decirlo, en el paréntesis temporal que abre y cierra el Santo Ángel Protector de la Iglesia.

Si miramos más de cerca veremos que los mensajes de Garabandal se focalizan en la Eucaristía, misterio central de nuestra fe, “fuente y culmen de toda la vida espiritual de la Iglesia”. Sabemos qué vino después del Concilio (no por el Concilio en sí sino por lo que se esgri-mió como excusa de cualquier herejía apelando “al espí-ritu del Concilio”), es lo que el Cardenal Ratzinger llamó “la devastación litúrgica”. Tal devastación provocó el de-caimiento de la fe y que a la Eucaristía se le diera cada vez menos importancia (como advertía nuestra Santísi-ma Madre en su segundo mensaje). En la Eucaristía está encerrada la misma tensión escatológica de quien ya está presente entre nosotros pero también esperamos venga en su gloria. Por eso, cuando el sacerdote dice “Misterio de la Fe”, al concluir la consagración de las dos especies, los fieles responden, en la fe, anunciando y proclamando la muerte y Resurrección del Señor “en la espera de Tu Venida” o bien exclamando “¡Ven Señor Jesús!”.

Es decir, que el vínculo temporal de las apariciones y el Concilio va, en primer lugar, referido a la liturgia, par-

Arc

ánge

l San

Mig

uel

La manifestación escatológicade San Miguelen Garabandal

hay una lucha sin trEgua que Se eStá eNtablaNdoeNtre la mujer y el dragóN.

marÍa adVIerte a SuS HIjoS,y el CIelo NoS SoCorrepor medIo del arCáNgel SaN mIguel.

por elP. Justo A. Lofeudo, MSE

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EL CIELO A GARABANDAL 17

ticularmente la Eucaristía y al final de los tiempos. Esto último debe ser profundizado y es aquí donde resalta la figura de san Miguel Arcángel. Veamos porqué. Es inne-gable, aunque a veces no aparezca como evidente, que el Cielo viene a recordarnos el sacrificio redentor de Cristo en la Eucaristía y su presencia viva, real, substancial. Significativamente, también en Fátima la Virgen fue pre-cedida en su venida por el ángel que se dará a conocer como Ángel de la Paz y también como Ángel de Portugal, y en Fátima análogamente aparece la Eucaristía, y su adoración en intercesión y reparación, como mensajes fundamentales. Por otra parte, en ambas apariciones, es el ángel quien en ciertas ocasiones dará la comunión a los niños. Si consideramos que tanto Fátima como Gara-bandal son serias advertencias ante la pérdida de la fe y la pérdida de las almas y que el mismo Señor se pregun-tó: “Cuando el Hijo del hombre venga ¿hallará fe en la tierra?” (Lc 18:8), y en Mt 24:15 retoma la pro-fecía de Daniel sobre el abominio de la desolación, o sea cuando sea suprimido el sacrificio (eucarístico) diario, vemos que el final de los tiempos, cuando se desatan las mayores calamidades, está muy próximo.

Si lo pusiéramos en forma de ecuación sería:

Pérdida de la fe en la presencia real de la Euca-ristía y en el sacrificio de la Misa = devastación litúrgica = Misas y Comuniones sacrílegas = abo-minación de la desolación = Fin de los Tiempos.

Por eso, porque según las Sagradas Escrituras la manifestación de san Miguel es de índole escatológica, deberíamos entender su presencia en Garabandal como signo del próximo ingreso a esos tiempos finales de los que la Santísima Virgen vino no sólo a advertirnos sino a rescatar a sus hijos de las garras satánicas. Precisamente, la década de los 60 fue la que dio comienzo al desenfre-no moral y al colapso de la fe. En cuanto a san Miguel y la escatología, en el Libro de Daniel, en el capítulo 12, versículo 1 leemos: “En aquel tiempo surgirá Miguel, el gran Príncipe que defiende a los hijos de tu pueblo. Será aquel un tiempo de angustia como no habrá habido has-ta entonces otro desde que existen las naciones. En aquel tiempo se salvará tu pueblo, todos los que estén inscritos en el Libro”. Se habla claramente del tiempo de la gran tribulación. Tiempos rodeados del misterio de la ini-quidad y del momento histórico en el que acontecerán, porque nadie sabe ni el día ni la hora, ni los ángeles del Cielo (Cf Mt 24:36). ”Y tú, Daniel, guarda en secreto estas

palabras y sella el libro hasta el tiempo del Fin. Muchos andarán errantes acá y allá, y la iniquidad aumentará” (Dan 12:4).

Pues pareciera que estamos también viviendo el tiempo en que el sello se abre, y lo abre el único que tiene el poder de hacerlo: Jesucristo. Por eso, ahora podemos atrevernos a vincular esos pasajes y los acon-tecimientos de Garabandal con el Libro de la Revelación, donde en el capítulo 12 aparece nuevamente Miguel combatiendo contra Satanás. Es aquí mismo donde Juan tiene la visión de la Mujer coronada de doce estrellas, vestida de sol y con la luna a sus pies. Es la gran señal del cielo, señal que con justa razón atribuimos a la Santísi-ma Virgen, que sufre los dolores del parto de los nuevos hijos que son seducidos y esclavizados por la Serpiente Antigua. La lucha está entablada, es el drama que corre ante nuestros ojos. La Santísima Virgen contra Satanás, y éste, llamado también el Dragón, y sus ángeles rebel-des contra Miguel y sus ángeles. Las señales anticipa-torias de los grandes acontecimientos –participación de san Miguel en las apariciones, los mensajes sobre la Eucaristía y los ejemplos de cómo recibirla durante las apariciones, la revelación de la Virgen sobre los últimos Papas antes del final de los tiempos, la gran apostasía en la que está no sólo sumergido el mundo sino la misma Iglesia, los muchos prelados y sacerdotes que van por el camino de la perdición arrastrando muchas almas- están ya todas dadas. Esta lucha no la podemos entablar solos, por eso el Cielo viene a socorrernos. Es la lucha contra la potencia de los espíritus del mal. Por eso viene san Mi-guel en nuestra ayuda. Pero, esa ayuda debemos implo-rarla. Es el momento de reflotar la oración del Papa León XIII dirigida a san Miguel Arcángel, que redactó después de una terrible visión, justamente sobre estos tiempos. Oración que se recitaba después de la Misa, práctica que, lamentablemente, se dejó de lado después del Concilio.

Las niñas vieron a san Miguel como un niño, dotado de muchísimo poder. Es quizás un modo simbólico para hacernos entender que él siempre es poderoso pero que debe crecer ante nosotros su figura y lo hará en la medi-da que lo invoquemos.

No olvidemos que es el Príncipe de las Milicias Celes-tes. Es el Arcángel de las últimas batallas.

“ArcángEL SAn MiguEL, DEFiénDEnoS En EL DíA DE LA bAtALLA”.

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18 EL CIELO A GARABANDAL

El último Mensaje recibidoen los Pinos de garabandal

Capítulo VI

Adaptación deAnna Fusari

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Adaptación deAnna Fusari

El 13 de noviembre de 1965 Conchita tuvo la última aparición de la Virgen con el Niño en los Pinos. La Virgen le dijo que no la vería más pero que estaría con ella y con todos sus hijos siempre.Posiblemente aquel día Conchita no se apresuraría a bajar de los Pinos una vez acabada la visión, sino que se quedaría un rato allí, a solas con sus emo-ciones, mirando desde arriba su pueblo, San Sebastián de Garabandal. ¡El pequeño pueblo que durante cuatro años inolvidables parecía haber sido el pueblo de la Virgen! Porque Ella lo había visitado y recorrido todo, en paso de sonrisas y misericordias: sus pobres casas, las tortuosas callejuelas, sus innumerables rincones, la pequeña y acogedora iglesia, el cementerio, que a todos acogía para el último descanso…¡Cómo se había familiarizado la Virgen con todo aquello! Como Madre para la que nada de sus hijos carece de interés. “Se interesaba por todo, recorda-ría Conchita más tarde, hasta por nuestras vacas”.Bien ha podido decirse, como afirmó el beato Papa Pablo VI: “Es la historia más hermosa de la humanidad desde los tiempos de Cristo. Ha sido como una segunda vida de la Virgen en la tierra, y no hay palabras para agradecerlo”.A partir de aquella despedida bajo la lluvia, empezaba todo aquello a ser historia.

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EL CIELO A GARABANDAL 19

E l nuevo episodio que merece destacarse es-pecialmente es el que se

refiere al tercer y último mensaje de la Virgen en los Pinos, última aparición “pública” de la Virgen que tuvo lugar el 13 de noviembre de 1965.

El P. Pesquera señala que unos días antes, el 30 de octubre —últi-mo sábado del mes del Rosario—, Conchita tuvo un paréntesis de claridad celestial. Había ido a la iglesia a hacer su visita a Jesús Sa-cramentado, y de pronto sintió en su interior la comunicación de la Virgen, que no sólo la consoló en su pena de no poder ir todavía al convento, sino que la dejó citada para un nuevo encuentro.

Conchita escribió entonces varias cartas, una de ellas dirigida al P. Gustavo Morelos, con fecha 8 de noviembre:

“Reverendo y querido P. Morelos: Ya ve, sin recibir contestación suya, le vuelvo a escribir, y es para decirle que he tenido una locución de la Virgen y me ha dicho: El sábado, día 13 de noviembre, ven a los Pinos, y allí me verás. Y me traes muchos objetos reli-giosos y Yo todos los besaré, para que tú los repartas: mi Hijo, por medio de ellos, hará prodigios…

Pida muchísimo por mí, para que me vaya muy pronto al convento y sea buena. En unión de oraciones”.

El anuncio se cumplió. La relación de lo ocurrido será mejor dejársela a la misma Conchita, transcribien-do a continuación la carta donde la vidente explica todo lo ocurrido en aquella última aparición, pues lo que sí continuaron viviendo fueron frecuentes locuciones, a

las que tanto Conchita como sus compañeras le dan mucha más importancia, quizás por ser más íntimas y a la vez más personales.

“El sábado, día 13 de noviembre, tenía anunciada por la Virgen, en una locución que recibí en la iglesia, que la vería en los Pinos: es-pecial aparición para besar objetos religiosos y repartirlos después, ya que tienen gran importancia.

Yo estaba con grandes deseos de que llegase ese día, para volver a ver a quien había sembrado en mí la felicidad de Dios: a la Virgen con el Niño Jesús en sus brazos.

Estaba lloviendo, pero a mí no me importó. Subí a los pinos y lleva-ba conmigo muchos Rosarios que hacía poco me los habían regalado para repartirlos, y yo, como me ha-bía dicho la Virgen en la locución, los llevé para que los besara.

Subiendo sola a los Pinos iba di-ciéndome, como muy arrepentida de mis defectos, que yo no caería más en ellos, porque me daba apu-ro presentarme delante de la Madre

de Dios sin quitarlos.

Cuando llegué a los Pinos empecé a sacar los Rosarios que llevaba y estándolos sacando, oí una voz muy dulce, la de la Virgen, que se distin-gue entre todas, y me llamaba por mi nombre. Yo le he contestado:

—¿Qué…?.

Y en ese momento la he visto con el Niño Jesús en brazos. Venía vestida como siempre y sonriente. Yo le he dicho:

—Ya he venido a traerte los Rosa-rios para que los beses. Y Ella me ha dicho:

—Ya lo veo.

Yo traía masticando un chicle, pero cuando la estaba viendo dejé de masticarlo y lo puse en una muela. Y Ella se conoce que ha notado que lo traía y me ha dicho:

—Conchita, ¿por qué no dejas tu chicle y lo ofreces como un sacrificio por la Gloria de mi Hijo?.

Y yo, con vergüenza, me lo he saca-do y lo he tirado en el suelo.

Noticias del 13 de Noviembre 1965

Mientras Conchita, sola en los Pinos, recibía la visita de la Virgen, un camión que subía por el duro repecho que une Cosío con Garabandal, se precipitó por un barranco quedando apara-tosamente destrozado. En el camión regresaba un grupo numeroso del pueblo, que habían sa-lido por la mañana hacia el mercado de Puen-tenansa. No hubo ningún herido. Todos ellos salieron ilesos del espectacular accidente.

Extraído de Sánchez-Ventura y Pascual

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20 EL CIELO A GARABANDAL

Después me ha dicho:

—¿Te acuerdas de lo que te dije el día de tu santo, de que sufrirías mucho en la tierra?... Pues te lo vuelvo a decir. Ten confianza en Nosotros y lo ofrecerás con gusto a nuestros corazones, por el bien de tus hermanos, por-que así estarás más unida a Nosotros.

Yo le he dicho:

—Qué indigna soy, oh Madre Nuestra, de tantas gracias recibidas por Vos y todavía has venido hoy a mí para ayudarme a sobrellevar la pequeña cruz que ahora tengo. Y Ella me ha dicho:

—Conchita, no vengo sólo por ti, sino que vengo por todos mis hijos, con el deseo de acercarlos a nuestros corazones.

Y me ha pedido:

—Dámelos, para que pueda besar todo lo que traes. Y se lo he dado todo. Llevaba conmigo una cruz y la ha besado y después me ha dicho:

—Pásalas por las manos del Niño Jesús, y yo lo he hecho y Él no ha dicho nada. Yo le he dicho:

—Esta cruz la llevaré conmigo al convento, pero no me ha dicho nada. Después de besarlo todo me ha dicho:

—Mi Hijo, por medio de este beso que Yo he dado aquí, hará prodigios. Repártelo a los demás….

—Claro, así lo haré.

Después de esto me ha pedido le diga las peticiones para los demás que me había encomendado. Y yo se las he hecho. Y me ha dicho:

—Dime Conchita, dime cosas de mis hijos. A todos los tengo bajo mi Manto.

—Es muy pequeño y no cogemos todos.

Y Ella se ha sonreído.

—¿Sabes, Conchita, porque no he venido Yo el 18 de junio a darte el mensaje para el mun-do…? Porque me daba pena decíroslo Yo, pero os lo tengo que decir para bien vuestro y gloria de Dios si lo cumplís. Os quiero mucho y deseo vuestra salvación, para reuniros en torno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¿Verdad, Conchita, que tú me responderás?”

—Si estuviese siempre viéndote, sí, pero si no, no lo

sé, porque soy muy mala…

—Tú pon de tu parte todo y Nosotros te ayu-daremos, como también a mis hijas Loli, Jacinta y Mari Cruz. Luego me dijo:

—Será la última vez que me veas aquí, pero estaré siempre contigo y con todos mis hijos. Después añadió:

—Conchita, ¿por qué no vas a menudo a visitar a mi Hijo al Santísimo?, ¿Por qué te dejas llevar de la pereza, no yendo a visitarle cuando os está esperando de día y de noche?.

Como ya he escrito estaba lloviendo mucho y la Virgen y el Niño Jesús no se mojaban nada. Yo, cuando los estaba viendo no me daba cuenta de que llovía, pero cuando dejé de verlos estaba mojada. Yo le he dicho:

—Ay que feliz soy cuando os veo. ¿Por qué no me llevas contigo ahora? Y me ha contestado:

—Acuérdate de lo que te dije el día de tu santo, que al presentarte delante de Dios tie-nes que mostrarle tus manos llenas de obras hechas por ti en favor de tus hermanos y para Gloria de Dios y ahora las tienes vacía.

Y nada más. Se ha pasado este feliz rato que estuve con mi Mamá del cielo y mi mejor Amiga y con el Niño Jesús. Los he dejado de ver, pero no de sentirlos. De nuevo han sembrado en mi ánimo una paz y una ale-gría y unos grandes deseos de vencer mis defectos para conseguir amar, con todas mis fuerzas, a los Corazones de Jesús y de María que tanto nos quieren.

Anteriormente la Virgen me ha dicho que Jesús no mandaba el castigo para fastidiarnos sino para repren-dernos de que no le hacemos caso y para ayudarnos. Y el Aviso nos lo manda para purificarnos, para hacer-nos ver el milagro con el cual nos muestra claramente el amor que nos tiene y por eso el deseo de que cumpla-mos el mensaje.

Debemos de poner de nosotros todo por la Gloria de Dios y Nuestra Bendita Madre.

Esta es la aparición del 13 de noviembre, sábado, a Conchita González.

Posdata. No es ningún secreto”.

La carta es admirable desde el principio hasta el fin: el detalle, tan ingenuo como infantil de lo ocurrido con el chicle; la afirmación de la Señora, de que no

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viene por las niñas sino por la humanidad, contes-tando siempre con una sonrisa y sin darle demasiada importancia a los problemas personales de las viden-tes, circunstancia a favor de la sobrenaturalidad de los hechos que historiamos, concretamente en este caso su deseo de llevar la cruz besada por el Niño al convento, con cuya frase Conchita quería sacarle, habilidosamente, a la Virgen, el tema que entonces constituía su cruz y su preocupación; la expresión de la vidente, ante el interés de la Virgen por sus hijos, a los que tiene bajo su Manto, frase que da pie para que Conchita alegre, con un comentario infantil, el rostro de la Señora; la cariñosa explicación de la Madre que se excusa de habernos dado el mensaje del 18 de junio a través del Arcángel San Miguel como inter-mediario, explicación que revela todo el amor y la delicadeza con que trata a sus hijos; el temor de Con-chita de “no responder a las gracias que recibe”, si no tiene la suerte de seguir viéndola, porque se conside-ra “mal“; la promesa de la Señora de estar pendiente de todos sus hijos; la afirmación de que Jesús nos está esperando de día y de noche en el Sagrario; y la revelación importantísima de que ésta es la última aparición para Conchita en Garabandal, frase que in-dica que seguirá la Virgen en contacto con la vidente pero fuera de todo lo que hasta ahora ha constituido el escenario de tan excepcional manifestación.

La Virgen no quiso “llevarse” a Conchita, porque

está con las manos vacías de buenas obras: que todos meditemos esta frase y el Cielo nos conceda también la gracia de llenar nuestras manos y permanecer en la tierra hasta reunir los méritos que nos permitan de-jar este mundo con la satisfacción y alegría del deber cumplido. “La Madre y mejor Amiga de Conchita”, como ésta le llama, le dejó llena de paz, de alegría y de santos deseos de perfección.

Para animarnos en nuestra lucha diaria pensemos que si Conchita, después de ver a la Virgen tantas veces, tiene el temor de caer en sus imperfecciones al faltarle la continuidad de sus visiones y asistencia, ¿cómo no va a estar justificado este temor en quienes no hemos tenido la suerte de vivir como ella la reali-dad del mundo sobrenatural?

Pero la Virgen lo ha repetido muchas veces: viene para toda la humanidad, para todos sus hijos y a todos nos tiene bajo su Manto; a todos “nos quiere mucho y desea nuestra salvación”. Porque el aviso lo envía Dios para que nadie dude del Milagro y éste tenga la máxima asistencia de público posible; el milagro ha de ser como un último esfuerzo para convertir a los pecadores y evitar así, en lo posible, el castigo del cielo.

Leamos una y mil veces la carta de Conchita y saque-mos de ella los sorprendentes frutos espirituales que encierra.

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22 EL CIELO A GARABANDAL

El Aviso, el Milagro y el Castigo profetizados

EL AVISOEn una aparición del 1 de enero de 1965,

anterior por tanto al segundo Mensaje público de la Virgen (octubre 1965), estando Conchita sola en los Pinos, la Virgen María le habló del AVISO que va a venir.

En una carta de la vidente, fechada 2 de junio de 1965 se lee: “Antes del Milagro, me ha dicho la Virgen el día 1 de Enero, habrá un aviso para que el mundo se vaya enmendando. Y ese aviso es como un castigo. Es muy temeroso, para buenos y para malos. Para los buenos para acercarlos más a Dios. Y para los malos para avisarles que viene el fin de los tiempos. Y que son los últimos avisos. Es muy largo, no se puede decir por carta. Esto ya

Adaptado de textos del P. José Ramón García de la Riva, P. Eusebio García de Pesquera y Rafael Jardón

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para que NoS CoNVIrtamoS,y la VIrgeN Ha dICHo que ya eStamoS eN loS últImoS aVISoS,

aNteS del CaStIgo aNuNCIado eN la noChE dE los gritos Se Verá eN garabaNdal y SuS alrededoreS uN graN mIlagro,

el mayor que jeSúS Haya HeCHo para el muNdo.

pero el mIlagro No VeNdrá SIN uN adVertImIeNto del CIelo; aNteS del mIlagro, Habrá uN aVISo.

aSÍ, la SeCueNCIa de aCoNteCImIeNtoS proFetIzadoS eN garabaNdal por la SaNtÍSIma VIrgeN eS: aVISo-mIlagro-CaStIgo.

no lo quita nadie de que venga. Es seguro. No sé el día ni nada de fecha”.

En fechas posteriores, tanto Conchita, como Mari Loli y Jacinta han revelado lo que les está permitido decir acerca del futuro, ofreciendo una imagen más completa sobre la secuencia de acontecimientos futuros.

El 14 de septiembre de 1965, Conchita realizó las siguientes afirmaciones en el transcurso de una entrevista:

➢ El Aviso es algo que viene directamente de Dios y podrá verse en todo el mundo, dondequiera que uno esté.

➢ Será como una revelación de nuestros

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EL CIELO A GARABANDAL 23

pecados, y será visto y experimentado tanto por creyentes como por no creyentes y por personas de todas las religiones.

➢ Es como una purificación para prepararse para el Milagro. Es también una especie de catás-trofe. Hará que pensemos en los muertos, es decir, que preferiremos estar muertos antes que experi-mentar la vivencia del Aviso.

En 1968, Conchita señala: “El Aviso es algo so-brenatural que la ciencia no podrá explicar. Podrá verse y sentirse”. “Será la corrección de la concien-cia del mundo”.

Cabe preguntarse sobre la comprensión del evento que tendrán las personas que no cono-cen a Cristo. En ese caso: “Los que no conocen a Cristo, creerán que es un Aviso de Dios”.

En otra entrevista de 1973 concedida a la revista “Garabandal”, ante la pregunta de “qué ocurrirá el día del Aviso”, Conchita afirmó: “Lo más importante de ese día es que todas las perso-nas del mundo verán una señal, una gracia o un castigo en el interior de sí mismas, en otras pala-bras, un Aviso. Se hallarán completamente solos en el mundo en ese momento, independientemen-te de donde estén, a solas con su conciencia y ante Dios. Verán entonces todos sus pecados y lo que sus pecados han provocado”.

Según la vidente, todos lo sentiremos al mis-mo tiempo pero no de la misma manera: “Todos lo sentiremos de distinto modo porque dependerá de la conciencia de cada uno. El Aviso será muy personal, por ello todos reaccionaremos de distin-to modo. Lo más importante ha de ser reconocer nuestros propios pecados y sus funestas conse-cuencias. Tendrás una visión del Aviso distinta de la mía, porque tus pecados son distintos de los míos”.

El Aviso no causará daños físicos sino que “Será sólo para ver las consecuencias de nuestros pecados. Será también como una purificación an-tes del Milagro, para ver si con el Aviso y el Mila-gro nos convertimos”.

En esa entrevista, Conchita afirmó no saber en qué fecha ocurriría.

En Julio de 1975, Mari Loli, la única vidente que sabía la fecha del Aviso indicó que no podía revelarlo y, aunque la Virgen no le había prohibi-do hablar de ello, la vidente dijo: “…como el Avi-so y el Milagro ocurrirán el mismo año, “el mismo año” significa un período de doce meses, creo en mi interior que es mejor no decir nada”. La fecha le fue revelada por la Santísima Virgen durante una aparición.

El Aviso duraría “sólo unos pocos minutos” y durante ese lapso de tiempo todo se quedaría pa-rado. Afirmó tener miedo como todo el mundo, y que el Aviso le mostraría sus defectos y faltas.

En 1977, respecto a la relación entre Aviso-Fi-nal de los Tiempos, Conchita dijo: “La Virgen nos dijo que el Aviso y el Milagro serán las últimas

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advertencias o acontecimientos públicos que nos dará Dios. Por ello creo que después nos encontra-remos cerca del fin de los tiempos”.

En la misma fecha, Mari Loli declaró no ha-ber hablado nunca con Conchita sobre la fecha del Aviso (que Mari Loli conocía) y del Milagro.

En septiembre de 1978, Mari Loli dijo: “Todos lo experimentarán, dondequiera que estén y cual-quiera que sea su condición o su conocimiento de Dios... Será una experiencia personal e interior. Parecerá como si el mundo se hubiera detenido... pero nadie será consciente de eso porque todos estarán completamente ensimismados y vivien-do su propia experiencia”. Sentiremos el Aviso “como un sentimiento interno de pena y dolor por haber ofendido a Dios. Dios nos ayudará a ver claramente el daño que le causamos a Él y todas nuestras malas acciones. Nos ayudará a sentir este dolor interior porque muchas veces cuando hace-mos algo malo, nos limitamos a pedir Su perdón de boca para afuera, pero ahora, gracias al Aviso, nos ayudará a sentir físicamente ese profundo dolor”.

En 1979, Jacinta describe la “gran tribulación” causada por el Comunismo antes del Aviso: “era una invasión, bueno, algo que me pareció como una invasión; algo muy malo en lo que el comu-nismo jugaba un papel muy importante, pero ya no recuerdo qué países o regiones se veían afecta-das. La Santísima Virgen insistió en que rezára-mos. Estos graves acontecimientos tendrán lugar antes del Aviso, que ocurrirá cuando la situación esté en su peor momento”.

La situación del mundo que precedería el Avi-so es también explicada por Mari Loli en 1982: “Parecerá que los comunistas se han apoderado del mundo entero y será muy difícil practicar la religión, que los sacerdotes puedan decir misa o que el pueblo pueda abrir las puertas de las igle-sias”. La situación no sería distinta para el Santo Padre: “…el Papa tampoco podría estar en Roma abiertamente, ¿me entiende usted? A él también se le perseguiría y tendría que esconderse como todos los demás”.

Mari Loli dijo que, tal como lo vio entonces, el Aviso “era más bien como un enorme silencio, como una sensación de vacío. Todo estaba muy silencioso”.

EN BREVE

EL AVISOllegará después de una expansión co-munista en el mundo. la práctica de la religión será abiertamente obstaculizada.

Será preCedIdo por un un fenómeno celeste, como el choque de dos astros y luego lo percibiremos como una revela-ción de nuestra conciencia, conoceremos el estado de nuestra alma ante dios.

todo el mundo lo vivirá desde donde esté. Nadie tendrá duda alguna de que viene directamente de dios.

Por unos minutos el mundo quedará pa-ralizado y ningún motor o máquina fun-cionará. Habrá un enorme silencio.

al final nos invadirá un estado de felici-dad al saber lo mucho que dios nos ama.

cuando esto suceda el milagro está próximo (dentro de un año).

mARíA SimmA, Sonntag (Austria)

“Garabandal es un pueblo de montana en españa donde nuestra madre se apareció a unos niños en los años 60. de allí proviene la siguiente adverten-cia, que esencialmente es esta: llegará un momento en que cada persona de la tierra verá la condición de su propia alma; muchos morirán de espanto al verla. es lo mismo que le sucede a cada uno durante el proceso de muerte, pero entonces les pasará a todos al mismo tiempo. “Vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos”.

(“¡¡sáquennos de aquí!!”, nicky eltz, 2002)

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EL MILAGROLa Santísima Virgen nunca le habló a Jacinta

del Milagro. Dice que cada vez que le pregunta-ba a Nuestra Señora al respecto, sencillamente respondía: “Todos creerán”.

A Mari Loli, la Virgen dijo que el Milagro ocurriría “dentro de un año a partir del Aviso”.

Conchita, la principal vidente de los aconte-cimientos de Garabandal ha sido quien ha apor-tado la mayor cantidad de información sobre el Milagro. De nuevo, volvemos a la primera entre-vista concedida para recoger sus declaraciones sobre el Milagro:

➢ (La Virgen) Me dijo que Dios iba a hacer un gran Milagro y que no habría ninguna duda de que fuera un Milagro. Vendrá directamente de Dios, sin intervención humana. El día llegará y la Virgen me dijo el día, mes y año, así que sé la fecha exacta.

➢ Llegará pronto, pero no puedo revelarlo hasta ocho días antes de la fecha.

➢ No me está permitido decir exactamente lo que va a suceder. Lo que sí puedo revelar es que la Virgen dijo que todos los que estuvieran presentes allí, en Garabandal, ese día, lo verán. Los enfer-mos que estén allí quedarán curados, cualesquiera sea el mal que padezcan o la religión que profesen. Pero tendrán que estar allí.

➢ La Virgen dijo que todos los que estuvieren presentes creerán. Verán que viene directamente de Dios. Todos los pecadores que estén presentes se convertirán. Además, desde ese momento quedará grabada una señal permanente en los pinos que todos podrán ver y tocar pero no sentir. No puedo explicarlo.

➢ El día del Milagro habrá una señal ex-traordinaria (no hecha por el hombre) … y esa señal perdurará hasta la consumación de los siglos.

➢ (La señal) Será como el humo, que se pue-de tocar sin palparlo.

En Febrero de 1974, Conchita dijo que el Mi-lagro coincidiría con un gran acontecimiento en el seno de la Iglesia: “Sí, yo sé en qué consiste el acontecimiento. Es un hecho singular en la Iglesia que ocurre en contadas ocasiones y que nunca ha sucedido en mi vida. No es nada nuevo ni ex-traordinario, sencillamente es algo raro, como la definición de un dogma, algo que afectará a toda la Iglesia. Ocurrirá el mismo día que el Milagro, pero no como consecuencia de éste sino como coincidencia”.

Conchita dijo los meses en los que podíamos esperar el Milagro, los días y la hora.

EN BREVE

EL MILAGROdespués del aviso viene un gran milagro. ocurrirá en garabandal. Será anunciado ocho días antes por conchita por mandato de la Virgen. Viene directamente de dios. Será un jueves entre los meses de marzo a mayo, entre los días 8 y 16, a las 20.30h y coincidirá con un gran acontecimiento de la Iglesia.

los pecadores se convertirán y los enfer-mos que en ese día suban a Garabandal sanarán. Será el mayor milagro que dios haya hecho después de la eucaristía.

el papa lo verá desde donde esté. Quedará una señal permanente en los pinos, que será una señal visible del amor de dios. Será como una última gran ayuda antes de la purificación universal, ya que si el mundo con esto no cambia Dios permiti-rá una gran tribulación, el Castigo.

la misma Virgen maría pidió a dios venir a Garabandal como último remedio para evitar o atenuar el Castigo.

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La SeñalLa Virgen dijo que después del Milagro que-

dará una señal permanente en los Pinos como prueba del Amor inmenso de Dios hacia la hu-manidad. Se podrá ver, fotografiar, filmar, pero su sustancia será de naturaleza desconocida ya que es obra de Dios.

El hecho trascendente es que esta señal, al modo de la que guió al pueblo judío por el de-sierto, indica que también los cristianos del Fin de los Tiempos tendrán el auxilio Divino hasta el Fin del mundo. Uno de los hechos mas notables será la unión de las Iglesias, así lo dijo la Virgen en Garabandal.

Después de la gran purificación se cumplirán las profecías tales como la predicación universal del Evangelio y la conversión del Pueblo Judío. Una gran paz reinará por un tiempo sobre toda la tierra. La Iglesia y el mundo cambiarán tanto respecto a como los conocemos ahora que no lo podemos imaginar. Esto es el preludio de los tiempos escatológicos.

EL CASTIGOSi finalmente los hombres no se convierten,

habrá un Castigo para la humanidad, como reve-lado en el primer Mensaje de Garabandal, castigo de magnitud desconocida en la historia.

Cuenta Conchita en uno de sus escritos: “El castigo está condicionado a que la humanidad haga caso o no de los Mensajes de la Virgen y al Milagro. En caso de que suceda, yo sé en qué va a consistir, porque he visto el castigo; sí puedo asegurar que si viene es peor que si estuviéramos envueltos en fuego; peor que si tuviéramos lumbre por arriba y lumbre por abajo. No sé el tiempo que pasará para que Dios lo envíe, después de hecho el Milagro”.

El castigo profetizado en Garabandal busca res-tablecer el camino recto para la humanidad. Para unos será un callejón sin salida y su condenación eterna; para otros, la invitación a “volver” a Dios.

Es importante darse cuenta que la Santísima Virgen en Garabandal no vino a predecir un cas-tigo, sino a darnos los medios para evitarlo: “No quiero vuestra condenación”, dijo en su Mensaje. Pero, si rehusamos obedecer la llamada de Dios a la conversión, si mantenemos nuestra voluntad de rechazo, se nos cerrará la remisión y la cólera de Dios caerá sobre nosotros… y esto será el Castigo anunciado.

El castigo fue visto por las niñas en éxtasis en las llamadas “Noches de los gritos” que tuvieron lugar en Garabandal el 19 y 20 de junio 1962 (ver revista “El Cielo a Garabandal” número 4).

Como resultado de lo que vieron la primera noche, las niñas dieron gritos impresionantes que asustaron a todo el pueblo que asistía a cierta distancia al éxtasis.

Para la siguiente noche las niñas indicaron que todos debían quedar lejos de ellas de modo que no se las viera, aunque ellas estarían en el

ViRgEN DE AKitAa Sor Agnes Sasagawa (Japón)

“Si los hombres no se arrepienten y no mejoran, el Padre mandará un terrible castigo a toda la huma-nidad. Será un castigo más grave que el diluvio, como jamás ha habido otro; caerá fuego del cielo y aniquilará una gran parte de la humanidad, tanto malos como buenos; no perdonando a fieles ni a sacerdotes. los sobrevivientes se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos. la única arma que nos quedará entonces será el rosario. Con el rosario rogad por el papa, los obis- pos y los sacerdotes.la acción del diablo se infiltrará hasta en la Iglesia, de modo que se verá cardenales oponerse a carde- nales, obispos contra obispos.los sacerdotes que me veneren serán desprecia- dos y combatidos por sus mismos compañeros; las iglesias y los altares serán saqueados, la iglesia se llenará de quienes aceptan componendas, y el de- monio empujará a muchos sacerdotes y religiosos a abandonar el servicio del Señor...”

13.X.1973

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EL CIELO A GARABANDAL 27

Cuadro. Entre lo que se alcanzaba a oír se es-cuchaba: ¡Oh, permitid que los niños pequeños mueran antes de que esto suceda; dad tiempo a que la gente se pueda confesar antes de que suce-da… ¡Espera! ¡Espera!...¡Que se confiesen todos!... ¡Ay!... ¡Ay!... Los asistentes empezaron a pedir y pedirse perdón públicamente.

Entre los asistentes aquella noche en Garaban-dal estaba el Padre Larrazábal, que había llegado para ayudar en la festividad del Corpus Christi. Durante el éxtasis, el sacerdote rezaba muy emo-cionado en alta voz y todos le seguían. Cuando cesaba un momento, las niñas, de la manera más angustiosa, volvían a llorar y a gritar, aplacán-dose de nuevo cuando proseguía el rezo de los asistentes.

La madre de Jacinta, una de las cuatro niñas videntes, recuerda que las oía llorar con tales voces y tal horror, que quiso correr hacia su hija, para ver qué pasaba, pero la echaron hacia atrás.

La impresionante aparición acabó hacia las dos de la madrugada. Al volver a la normalidad, dijeron las niñas que se quedaban allí, todo el resto de la noche, en oración. Todos quedaron rezando con ellas hasta las seis de la mañana. A esa hora, el sacerdote se fue para la iglesia. Le siguió y se confesó todo el pueblo.

Días más tarde escribieron algunas líneas so-bre lo que habían visto: “La Virgen nos ha dicho que no esperamos el Castigo, pero sin esperarlo vendrá; porque el mundo no ha cambiado y ya lo ha dicho con ésta dos veces y no la atendemos, porque el mundo está peor y hay que cambiar mu-cho y no ha cambiado nada. Preparaos, confesar, que el Castigo pronto vendrá, y el mundo sigue igual. Lo digo: que el mundo sigue igual. ¡Qué pena que no cambie! Pronto vendrá el Castigo muy grande, si no cambia”.

Maximina, tía y madrina de Conchita recuer-da las declaraciones de la niña en aquellos días:

“Me dijo que íbamos a sufrir cualquier día un desastre horrible en todas las partes del mundo. De esto ya no nos salva nada. Los buenos para

acercarlos mas a Dios. Los malos para que se enmienden. Dice que es preferible morirse a sufrir cinco minutos solo esto que nos va a venir. Dice que es horrible, que es cosa claramente del Cielo. Lo sufrirán en todas la partes del mundo. También le dijo la Virgen que cuando suframos este castigo que no lo sintamos por nuestros dolores y penas, sino que lo suframos todo por amor a su Hijo por lo muy ofendido que le tenemos, porque no nos figuramos lo ofendido que tenemos al Señor.

!Qué horrorosísimo tiene que ser, si yo lo pu-diera decir como Conchita me lo dijo que, si no supiera del Castigo, qué mayor castigo que este.”

Recordando años después el texto que es-cribieron, Mari Loli añadió algunos detalles: “Aquello era horrible de ver. Nosotras estábamos totalmente espantadas... y yo no encuentro pala-bras para explicar aquello...Veíamos ríos que se convertían en sangre... fuego que caía del cielo... Y algo mucho peor aún, que yo no puedo revelar ahora”.

En cualquier caso la Virgen dijo a Conchita que el Castigo no es una guerra, sino algo que viene de Dios.

EN BREVE

EL CASTIGOla finalidad del Castigo es la de restable-cer el camino recto para la humanidad.

llegará de improviso y será como si el fuego cayese del cielo.

eliminará una gran parte de la humani-dad, tanto los buenos como los malos.

los que sobrevivan se encontrarán tan desolados que envidiarán a los muertos.

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SE HA dicHo

“Ya solo quedantres PaPas”

pArA El finAl dE loS tiEmpoS

AL EMPEZAR EL MES DE JUNIO DEL AÑO 1963, TODO EL MUNDO ESTABA PEN-DIENTE DE LO QUE FUERA A PASAR EN LA ALCOBA PAPAL DEL VATICANO.

ALLÍ LUCHABA CON SUS POSTRERAS AGONÍAS QUIEN SE HABÍA CAPTADO, MÁS RÁPIDA Y AMPLIAMENTE QUE NADIE, LA ADMIRACIÓN DE CASI TODOS, EL AFECTO DE MUCHÍSIMOS.

EL ÚLTIMO CREPÚSCULO ESTABA CAYENDO INEXORABLEMENTE SOBRE EL PAPA JUAN XXIII. CONMOVIDO, EL MUNDO SEGUÍA AQUEL DOLOROSO EXTINGUIRSE.

EL 3 DE JUNIO LLEGÓ LA NOTICIA DE QUE AL FIN SE HABÍA APAGADO DEFINITIVAMENTE LA LLAMA. ¡EL PAPA HA MUERTO!

LAS POBRES CAMPANAS DE LA PARROQUIA DE SAN SEBASTIÁN DE GARABAN-DAL TOCARON A MUERTO POR ÉL. COMO LAS DE TANTÍSIMOS OTROS LUGARES…

pero bajo el SoN de laS CampaNaS de garabaNdal, Hubo algo que No Se dIo eN NINgúN otro SItIo…

28 EL CIELO A GARABANDAL

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EL CIELO A GARABANDAL 29

No llegan ruidos a la pobre cocina donde la viuda Aniceta González y su hija Conchita pasan la tarde. No están ellas mano sobre mano: las apremiadas mujeres de aldea saben tan poco de ociosidad como de diversiones.

—Escuche: ¡Tocan las campanas!- exclama de pronto la hija

—Será por el papa- dice la madre

—Seguramente… Pues, ¡ya no quedan más que tres!

Aniceta levanta sorprendida la cabeza:

—¿Qué es lo que estás diciendo?—Lo que oye. Que ya sólo quedan

tres Papas.—¿Y de dónde sacas tú eso?—No lo he sacado yo; me lo ha

dicho la Virgen.Puede ser que la Virgen le ha-

blara de esto en varias ocasiones; pero sabemos gracias a las notas de Francisco Clapes Maymó, que fue en la madrugada del 20 de diciembre de 1962 cuando por pri-mera vez se le oyó a Conchita este sorprendente anuncio.

Aniceta reacciona con lógica:—Entonces, ¿quiere decir que

viene ya el fin del mundo?—La Virgen no me dijo fin del

mundo, sino “fin de los tiempos”.—¿No es lo mismo?—Pues no lo sé.Por aquellos días estaba en el

pueblo la esposa del doctor Or-tiz, Paquina. Una mañana se iba a tener en la parroquia misa de funeral por el Papa fallecido, y las campanas empezaron a tocar a buena hora.

Doña Paquina, Maximina, otra

mujer y Conchita, después de haber rezado el Rosario en la Ca-lleja se dirigen a la iglesia; y por el camino van hablando de la noticia del día…

—Quizá con la muerte del Papa se acabe también el Concilio, pues…

—Otro Papa vendrá y el Concilio seguirá-responde Conchita

—Bueno, que venga otro Papa no se discute; pero en cuanto al Concilio… Quizá el Papa que venga no piense como Juan XXIII.

—Otro Papa vendrá y el Concilio seguirá.

—Muy segura pareces estar de eso; pero yo no lo veo tan seguro, bien puede ocurrir de otra manera.

—Os digo y repito, que otro Papa vendrá y el Concilio seguirá; y os digo también que ya sólo quedan tres Papas.

La señora de Ortiz se repuso pronto de la sorpresa y replicó a Conchita:

—Bueno, eso lo dices por la profecía de San Malaquías…

—¿San Malaquías? A mi fue la Virgen quien me lo dijo: “Después de este Papa ( Juan XXIII), ya sólo quedan tres; y después, el fin de los tiempos”.

—¿Quieres decir que viene ya el fin del mundo?

—A mí la Virgen me dijo “fin de los tiempos”.

—¿No es lo mismo?—Pues no lo sé.La anécdota es rigurosamente

histórica, y no se puede tomar lo dicho por Conchita como una simple salida u ocurrencia de ocasión, pues lo ha repetido ella posteriormente con toda seriedad

y con las mismas palabras.De vuelta a casa, Aniceta inte-

rrogó a su hija a solas:—¿De donde sabes que sola-

mente quedan tres Papas?”—De la Santísima Virgen. En

realidad me dijo que aún vendrían cuatro Papas pero que Ella no conta-ba uno de ellos.

—Pero entonces, ¿por qué no tener en cuenta uno?

—Ella no lo dijo, solo me dijo que uno no le tenía en cuenta. Sin embargo me dijo que gobernaría la Iglesia por muy poco tiempo.

A la pregunta de si no lo cuenta por ese motivo, Conchita dice:

—No lo sé.—¿Y qué viene después?—Ella no lo dijo.Queda claro así que la Virgen

dijo que, después de Juan XXIII, habría cuatro Papas pero que uno de ellos no lo tenía en cuanta. Los cuatro Papas después de Juan XXIII son: Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. El que la Virgen no cuenta es el que reinaría poco tiempo, el Papa Juan Pablo I, cuyo papado duró sola-mente 33 días.

Una vez el eminente profesor de la Universidad Pontificia de Co-millas, Padre Lucio Rodrigo, en ocasión de una visita de Conchita y su madre, preguntó a la joven si de verdad había dicho eso; Con-chita le dijo:

—Sí, padre, es verdad. Me lo dijo la Virgen, que después de Juan XXIII ya sólo quedaban tres Papas, y éste (estaba ya Pablo VI) es el primero de los tres.

En octubre de 1966, Conchita ingresaba como interna en el co-legio que las Concepcionistas Mi-

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sioneras de la Enseñanza tienen en Burgos; el día 1 de noviembre, fiesta de Todos los Santos, ella hablaba confidencialmente con la directora del centro, Madre Nieves García, y entre otras cosas le dijo esto, que la religiosa anotó con todo cuidado:

—“Yo le dije un día a la Virgen: “¿Será dentro del tiempo de esos acontecimientos el final del mundo? Y Ella me dijo: “No, el final de los tiempos”. Los Papas, después de Pablo VI, no serán más que dos ( Juan Pablo II y Benedicto XVI); y después, ya viene el final de los tiempos”.

Según las palabras de Conchita, y de acuerdo también a la pro-fecía de San Malaquías, a partir de Benedicto XVI estaríamos de lleno en el “fin de los tiempos”. Cabe preguntarse si después de su renuncia o tras su muerte.

El fin de los tiempos no viene definido con una fecha precisa pero es evidente que ya estamos entrando en esa etapa. Además de los mensajes de la Virgen María dados en Garabandal primero y en Akita después —por citar sólo algunas entre las principales apa-riciones— hay signos claros como el decaimiento moral en que está sumido el mundo, el renacer del Islam crudo, violento; está la mis-ma renuncia del Papa Benedicto, hecho insólito en la historia de la Iglesia con un único precedente en el siglo XIII; y, finalmente, pode-mos ver como en el reciente Síno-do sobre la Familia se ha puesto entre los temas a debatir algo que ya es doctrina cierta y que no de-bería ser objeto de discusión.

Tenemos entonces que por una parte Benedicto XVI es el último de la profecía de Garabandal y renuncia al gobierno de la Iglesia,

pero sin dejar de ser Papa, ya que conserva ese título aunque como emérito, y por otra es también el último de la profecía de San Malaquías antes de la persecución, y lleva como lema Gloria Olivae (véase el artículo que sigue). Todo eso hace que, pese a su aleja-miento, adquiera protagonismo. Además, la elección de su nombre tiene que ver con estos tiempos. En efecto, se vincula también a San Benito.

En primer lugar, se observa que el Papa Celestino V (el único Papa que en el año 1294 “renun-ció” al papado, además del actual Papa emérito) pertenecía a la orden de los benedictinos y el mismo Benedicto XVI ha siem-pre manifestado un gran amor y aprecio hacia la orden benedictina y su fundador, hasta el punto de elegir el nombre del patriarca de los monjes de Occidente tras su elección al Pontificado.

En sus años de seminario, Joseph Ratzinger visitaba regular-mente el monasterio benedictino alemán de Scheyern, en Baviera. Ya instalado en Roma, solía fre-cuentar a menudo el monasterio de las monjas benedictinas de Ro-sano (Florencia, Italia), para dis-frutar de algunos días de descanso y recogimiento espiritual. Y cada año, con ocasión de la festividad del Corpus Christi, se desplazaba al monasterio para participar en la liturgia y presidir personalmente la procesión del Corpus.

Benedicto XVI explica así el ori-gen de su devoción a San Benito: “(…) La progresiva expansión de la Orden Benedictina fundada por él (San Benito de Nursia) ha ejercido un influjo enorme en la difusión del Cristianismo en todo el continente. San Benito es por ello muy vene-

rado en Alemania y, en particular, en Baviera, mi tierra de origen. Constituye un fundamental punto de referencia para la unidad de Europa y un fuerte reclamo a las irrenuncia-bles raíces cristianas de su cultura y de su civilización”.

En segundo lugar, otro hecho que parece vincular a Benedicto XVI con el final de los tiempos proviene de una profecía que reci-bió Santa Hildegarda de Bingen, monja benedictina. Vino a decir que los hijos de San Benito serían de gran ayuda a la Iglesia al llegar los ultimos tiempos, o el fin de los tiempos que la Virgen dijo a Conchita. Benedicto XVI ha mos-trado a menudo una predilección por la figura de Santa Hildegarda, proclamándola “doctora de la Igle-sia” en 2012, un título atribuido a santos que han sido iluminadores para la doctrina católica.

Con Benedicto XVI entramos de lleno en el final de los tiem-pos como comprobamos en la parte final de la profecía de San Malaquías que cita, después de Benedicto, a Pedro Romano como último Papa de la Iglesia en la gran tribulación.

El gran Castigo purificaría la tierra de los “obradores de iniqui-dad” (Is 13,9), cerraría el fin de los tiempos y abriría las puertas a la Segunda Venida de Cristo para instaurar su Reino de Amor, de Justicia y de Paz.

Así pues, la revelación de Gara-bandal nos advierte sobre el grave momento en que nos encontra-mos, el final de los tiempos, y se une a la profecía de San Mala-quías para decirnos con claridad que el Señor está a las puertas y nos llama (Ap 3,20) a ser apósto-les de la Conversión.

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LA PROFECÍA SOBRE LOS PAPASDE SAN MALAQUÍASla hoy tan célebre profecía salió a la luz en los últimos años del siglo xVi, concretamente el año 1595. el belga Arnold de Wion, monje benedicti-no, publicó entonces una valiosa obra con el título de “Lignum Vitae” (Árbol de la Vida), una especie de biografía general de los grandes monjes de su orden que llegaron a la dignidad episcopal, entre ellos San malaquías. el autor dedicó el libro al entonces rey de españa Felipe II.

en esa obra metió una serie de ciento once divi-sas o lemas en latín, que él da como procedentes de un santo irlandés del siglo XII, San malaquías, arzobispo de armagh, Irlanda (1094-1148).

dios había otorgado a San malaquías el don de profecía. Se dice que en 1140, al final de una peregrinación a roma, en la que descubre una gran corrupción, recibió del cielo una lista de 111 lemas o divisas en latín, descriptivos en forma

alegórica y correspondientes a los 111 Papas que gobernarían la iglesia católica, desde celestino II (1143-1144) —contemporáneo de San mala-quías— hasta un supuesto Pedro romano, que sería el número 112, incluyendo a los antipapas.

Sin embargo, que sepamos, en el siglo XII esta profecía no se dio a conocer, apareciendo por pri-mera vez en la obra de arnold de Wyon de 1595. de Wyon termina la referencia a San malaquías incluyendo las profecías a que nos referimos: de Wyon dice:

“Escribió varios opúsculos. hasta el día de hoy no he tenido ocasión de ver ninguna, exceptuando una profecía relacionada con los soberanos Pon-tífices.Puestoqueesmuybreve,yqueyosepano ha sido dada a imprimir todavía, y dado que a muchos les complacería conocerla, copio a conti-nuación su contenido”.

Parece ser que el texto original habría sido custo-diado durante esos cuatro siglos en el Archivo Se-creto del Vaticano. asombra el acierto profético de esos lemas a lo largo de los 871 años de vigencia. recordemos los últimos:

• el papa número 106, “Pastor Angelicus” co-rrespondió a Pío xii, que tenía en su escudo un Ángel, y es considerado como el más angélico de todos los papas.

• el número 107, “Pastor et Nauta” (Pastor y na-vegante), correspondió a juan XXIII, cuyo tema preferido era el “buen pastor” y fue patriarca de Venecia, la ciudad sobre las aguas.

• el número 108, “Flos Florum” (Flor de las Flores), Pablo Vi, que tiene en su escudo de armas el lirio, la “flor de las flores”.

• el número 109, “De mediate Luna” (De la me-dia luna), Juan Pablo i, que fue elegido en una media luna y falleció en la siguiente media luna.

• el número 110, “De Labore Solis” (Del trabajo

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del Sol), juan pablo II. las obras de Juan Pablo II justifican este lema: su pontificado de 26 años fue el tercero más extenso, después de San pedro y pío IX. Ha sido el papa más viajero –visitó 129 países- tratando de llevar (como el Sol de justicia, Cristo) la luz del evangelio a los cinco continentes. Hablaba numerosos idiomas: italiano, francés, alemán, inglés, español, portugués, ucraniano, ruso, croata, esperanto, griego antiguo y latín, además del polaco. detuvo la expansión del Comunismo… beatificó a 1.340 personas y canonizó a 483 santos, lo que supone una cantidad mayor que la llevada a cabo por sus predecesores a lo largo de los últimos cinco siglos.

Santa Faustina Kowalska recibió una revela-ción del Señor mientras rezaba por polonia escuchando: “HE AMADO A POLONIA DE MODO ESPECIAL Y SI OBEDECE MI VOLUNTAD, LA ENALTECERÉ EN PODER Y EN SANTIDAD. DE ELLA SALDRÁ UNA CHISPA QUE PREPARARÁ EL MUNDO PARA MI ÚLTIMA VENIDA” (diario, p. 1732).

IZQUIERDAEl Patriarca de Venecia, futuro Papa Juan XXIII.Como patriarca de Venecia solía navegar por los canales de la ciudad sin la vestimenta de cardenal y dete-nerse para hablar con la gente y escuchar sus problemas.

JUAN PABLo ii, PiEZA “CLAVE” PARA FRENAR LA EXPANSiÓN ComUNiStA

Nacido en 1917 con la revolución rusa, el comunismo soviético se había ampliamente difundido en 1945 en nombre de la “victoria sobre el nazismo”. la llama comu-nista no sólo no se apagó a la muerte de Stalin en 1953, sino que convirtió en “guerra fría” el choque entre este y oeste, en ese momento dos grandes bloques irrecon-ciliables. Hasta mediados de los años setenta, la urSS gozaba de una imagen positiva en el mundo y su influen-cia no había cesado de extenderse a los cuatro ángulos del planeta. en aquella época el Kremlin influenciaba la Somalia (1969), la etiopía (noviembre 1974), la Camboya (abril 1975), el Vietnam (abril 1975), mozambique (junio 1975), angola (noviembre 1975), laos (diciembre 1975) y afganistán (abril 1988). en el mapa mundial la “mancha roja” se expandía rápidamente.

pero en octubre de 1978 un evento inesperado cambia el giro de los acontecimientos. en roma el Cónclave elige como cabeza de la iglesia católica al arzobispo de craco-via, el cardenal Karol Wojtyla, número dos de la Iglesia po-laca. Cuando juan pablo II, recién elegido, lanza su grito: “no tengais miedo!”, todas las comunidades cristianas en el este de europa se ponen en alerta.

en 1979, cuando juan pablo II viaja a polonia, millones de polacos vuelven a confiar en su propio destino. y los veci-nos checos, eslavos, húngaros, ucranianos o lituanos, ven por primera vez un papa que afirma que el comunismo no es más que un paréntesis en la historia y que europa volverá a estar unida.

Comienza la “revolución social” de polonia, estrangulada en 1981 por el general jaruzelski. juan pablo II pide ince-santemente el diálogo entre el estado, la iglesia y el pue-blo. el prestigio de la urSS se deteriora y, en un intento de renovación, en 1985 viene elegido como presidente ruso mikhail gorbachov que establece la perestroika (profunda reforma de las estructuras del país), la glasnost (libertad de expresión) y un nuevo pensamiento tendiente a crear lazos entre este y oeste.

esa bocanada de aire fresco en el comunismo soviético llegará a derribar el muro de berlín en 1989. dos meses después de aquel histórico acontecimiento, gorbachov declara: “nada de cuanto ha ocurrido en Europa del Este hubiera podido suceder sin este Papa”.

el 1 de diciembre de 1989, el mundo es testigo del en-cuentro entre juan pablo II y gorbachov que presentará sus dimisiones en poco menos de dos años.

Fuente: http://www.tempi.it/caduta-muro-berlino-gorbaciov-pa-pa-europa-est#.VHr-lb7Kbd0

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• el número 111, “De gloria olivae” (De la gloria del olivo), benedicto XVI. el olivo generalmente implica una referencia a la paz. benedicto XVI mismo lo ha explicado refiriendo que su elec-ción se basó en el papa benedicto XV que guió a la iglesia en un periodo atormentado por el primer conflicto mundial. por otro lado la orden benedictina recibe el apelativo tradicional de “olivetana” y su lema es “pax”. benedicto XVI eligió su nombre papal como referencia espe-cifica a San benito de Nursia.

Sin embargo, la referencia más evidente al lema es que el Cardenal ratzinger fue durante muchos años prefecto del Santo oficio, el orga-nismo encargado de guardar la pureza de la fe católica, cuyo escudo tiene una rama de olivo, una cruz y una espada. la espada significaría la actitud a tomar con los que atacan la Fe (“extirpad el mal de entre vosotros mismos”, 1Cor, 5, 9-13); la rama de olivo sería la recon-ciliación que se ofrece a los que vuelven.

Nació un Sábado de gloria, sábado después de Semana Santa con el que se conmemora la resurrección de Jesucristo (se abre la “gloria” = resurrección del Señor). la Semana Santa inicia el domingo de ramos (de olivo).

• Después del número 111, aparece este lema: in prosecutione extrema s.r.E sedebit Petrus Romanus, qui pascet oves in multis tribula-tionibus: quibus transactis civitas septicollis diruetur, et iudex tremedus iudicabit populum suum. Finis. (Durante la última persecución de la Santa Iglesia romana reinará pedro el romano, quien apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones; tras lo cual, la ciudad de las siete colinas será destruida y el tremen-do juez juzgará a su pueblo. Fin.)

la profecía, de tono abiertamente apocalíptico, re-vela de manera sorprendente como esas “divisas” se han venido ajustando a los papas a quienes correspondían.

el único texto canónico que la iglesia católica de-clara oficialmente como inspirado por dios sobre el fin del mundo es el apocalipsis de san juan. no obstante, algunos santos católicos como san malaquías han afirmado tener visiones proféticas después de este escrito. la Iglesia Católica no se ha pronunciado sobre la veracidad de estas profecías.

ARRIBAEncuentro entre el Papa Juan Pablo II y el entonces Prefecto del Santo oficio, el Cardenal alemán Joseph Ratzinger.

DERECHAEscudo de armas del Santo oficio, institución creada en 1542 en Roma ante la ame-naza del protestantismo y re-formada en 1965 por el Papa Pablo VI, que la denominó Congregación para la Doctrina de la Fe.

A DEStACAR DE LA PRoFECíASegún san malaquías, después de Juan xxiii tiene que haber aún cuatro Papas antes de la gran per-secución en la que figura pedro romano guiando la Iglesia.

Según lo dicho por la Santísima Virgen a Conchita, a partir de Juan XXiii quedaban tres Papas y luego veníaelfinaldelostiempos,pero—agregaba— habíaunoquenocontabaporquesupontificadosería muy breve.

Por tanto, si se lo contara serían cuatro los Papas antes del final de los tiempos y el cuarto es bene-dicto XVI. asombra entonces la coincidencia que después de él, identificado en malaquías como de gloria olivae, viene la persecución final y ese es un signo incontrastable del final de los tiempos.

la incógnita que quedaría por develar sería si el “después” de benedicto va referido a su renuncia o a su muerte. y también quién será ese misterio-so Pedro Romano, que en toda la serie de Papas (Papa Francisco sería el número 266) sería el único que llevaría el nombre del primero.

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Padre Píoy lasaparicionesde Garabandal

San

Pio

de P

ietr

elci

na

H e frecuentado el Primer Seminario Interna-cional del Ejército Azul en Fátima en julio de 1968 y me asombré al escuchar que un

cierto número de asistentes decían que Padre Pío no era favorable a Garabandal.

Antes de abandonar el Seminario, pasé algo de tiem-po con Joey Lomangino, el gran apóstol americano de Garabandal, y éste me aseguró que Padre Pío creía en las apariciones que tuvieron lugar en la monta-ña cántabra desde 1961 a 1965. Joey tenía buenas razones para afirmar que Padre Pío aceptaba estas apariciones como auténticas.

En 1963 Joey fue a Europa con un amigo. Quería ver a Padre Pío y su amigo estaba interesado en Gara-bandal. Decidieron pasar una semana en cada lugar.

La estancia de Joey en San Giovanni Rotondo se

convirtió en un punto crucial de su vida. Quince años antes de aquella visita, Joey había perdido la vista y el sentido del olfato a causa de un accidente. Por medio de Padre Pío recobró el sentido del olfato.

Cuando la semana de visita en San Giovanni acabó, Joey se sentía tan feliz que no se quería marchar. No solamente había sido curado de un mal corporal, sino que su alma había sido espiritualmente refrescada de un modo tal que nunca hubiera imaginado posible. No quería desperdiciar la perla preciosa que había encontrado ahí por algo sin sentido, en aquel tiempo, como Garabandal.

Pero el amigo de Joey insistía en que respetase el acuerdo y fuesen a Garabandal. Al final, lo sometie-ron al criterio de Padre Pío:

—¿Es verdad que la Bendita Virgen está aparecién-

EN VIDA, PADrE PÍo fuE objETo DE MuChA CoNTroVErsIA.TAMbIÉN Lo fuEroN sus oPINIoNEs sobrE GArAbANDAL.

ALGuNAs PErsoNAs sEñALAN quE EL sANTo APoyAbA LAs APArICIoNEs.

oTrAs DICEN quE No.

¿Cuál ES la VErdad En TOdO ESTE aSunTO?

por elP. JosePh A. Pelletier, AA

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EL CIELO A GARABANDAL 35

dose en España a cuatro niñas?, le preguntaron.

—Sí, respondió el fraile.

—¿Piensa que deberíamos ir a Garabandal?, insistie-ron. De nuevo, la misma respuesta:

—Sí.

Así Joey y su amigo fueron a Garabandal. Era la pri-mera vez que Joey iba allí. Descubrió que Conchita tenía un profundo afecto hacia Padre Pío.

Cuando volvió a Garabandal en 1964, le llevó a Conchita unos cuadros del capuchino estigmatizado y Rosarios que el Santo había bendecido para él.

Mi primer viaje a Garabandal fue en 1968. La ma-dre de Conchita me contó entonces que ella y su hija fueron a ver a Padre Pío en febrero de 1966, en el transcurso de su viaje a Roma en el que Conchita se entrevistó tanto con el Cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio como con el Papa Pablo VI.

Aniceta (su madre) insistió que Padre Pío había sido muy simpático y me mostró también como el Santo había dado a Conchita un golpecito cariñoso en un lado del cuello justo por debajo de la oreja.

Conchita dijo a Joey Lomangino que durante su visita al capuchino, ella llevaba consigo un crucifijo que ha-bía sido besado por Nuestra Señora durante una de las apariciones en Garabandal. Comentó que Padre Pío tomó el crucifijo y la mano de ella y mantuvo ambos en su propia mano.

Joey, que ha estado en Garabandal unas veinte veces y cuando va allí se hospeda en casa de Conchita, conoce Conchita como pocos y ha afirmado que Padre Pío es el único místico de nuestros días que ella siempre ha aceptado sin hesitar como auténtico.

UNA CARTA IMPORTANTEMientras escribo este artículo, tengo delante de mí una fotocopia de la carta original en italiano enviada por el padre Bernardino Cénnamo, O.F.M. amigo de Padre Pío, a un caballero del cual no facilito el nom-bre ya que no es relevante. Esta carta, escrita el 4 de julio 1969 ha sido traducida al inglés, con el permiso del propietario, y hecha circular hasta el punto que me siento libre de citarla:

“Mientras vivía, el mismo Padre Pío garantizaba la autenticidad de las apariciones de la Bendita Vir-gen. Encontró a Conchita en San Giovanni Ro-tondo. Incluso durante sus últimos días de vida, él hablaba de esto a sus hermanos de vida religiosa y dejó un mensaje personal para el personaje princi-pal de las apariciones. Este mensaje, que había sido confiado a su hermano religioso, el padre Pellegrino, fue enviado a Conchita a Lourdes en octubre del año pasado (1968), en mi presencia”.

El padre Pellegrino fue uno de los franciscanos que cuidaron personalmente a Padre Pío durante sus últimos días. Se encontraba en la habitación de Padre Pío durante la noche en que este murió, en la madru-gada del 23 de septiembre de 1968.

He hablado con un caballero canadiense que estaba en San Giovanni Rotondo cuando Padre Pío murió y me dijo que el fraile fue expuesto en la iglesia sobre las ocho de la mañana en la que murió. Fue expuesto en un sarcófago abierto. La gente quería tocar su ros-tro y esto creó tantos problemas que, alrededor de las veinte horas del mismo día, un sencillo velo blanco fue puesto sobre su rostro. Ahí se quedó durante unas cuatro horas. El día siguiente, una cubierta de cristal tapó el sarcófago. Es, por tanto, muy significativo que este velo blanco que cubría el rostro de Padre Pío fallecido fuese entregado a Conchita. Esto demuestra

que las personas cercanas al Padre conocían el vínculo de éste con Conchita, ya que deci-dieron que ella era la persona a la que Padre Pío hubiera querido entregar ese objeto.

IZQUIERDAJoey con Padre Pío en San Giovanni Rotondo (1963) .

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LA CENSURA SOBRE PADRE PÍOPara que tengamos una perspectiva adecuada sobre los pronunciamientos realizados sobre algunos órga-nos de la Iglesia, sería oportuno saber que el Santo Oficio emanó cinco decretos contra Padre Pío entre el 31 de marzo 1923 y el 22 de mayo 1931.

De manera deliberada y maliciosa se hicieron circu-lar unos rumores sobre el hecho que no había nada de sobrenatural en los estigmas de Padre Pío o en el perfume que emanaba de ellos. Se decía que todo eso venía producido de manera artificial. Un obispo ha-bría observado, debajo de la cama de Padre Pío, unas botellas de ácido nítrico con las que el fraile provo-caría sus estigmas, y botellas de agua de Colonia con las que los perfumaría. Una investigación realizada por los obispos capuchinos demostró la falsedad de estas afirmaciones cuya pista derivó hasta el Arzobis-po de Manfredonia que fue depuesto bajo cargos de inmoralidad y conducta escandalosa.

El 13 de julio de 1933, el Papa Pío XI anuló los decretos contra Padre Pío que había emitido el Santo Oficio. Pero mientras tanto, durante un período de diez años, a Padre Pío no le fue permitido recibir ninguna visita. No podía decir Misa en público y no podía siquiera escribir a aquellos que pedían su consejo y dirección espiritual.

Cuando Padre Pío supo del primer decreto emitido contra él por el Santo Oficio, lloró en presencia de un joven que le era muy devoto, quien intentó consolar-le. Padre Pío le dijo: “Debes entender, que no lloro por mí, por que tendré menos trabajo y más mérito. Lloro por todas aquellas almas que serán privadas de mi testimonio por aquellos que deberían defenderlo”.

Padre Pío era humilde y obediente y se sometió a la autoridad sin criticar a nadie. Pero esa humildad no lo cegaba a la autenticidad y utilidad de su misión y al daño hecho a las almas por la prohibición que pesaba sobre él. En esto podemos ver una lección tremenda para todos nosotros. Sencillamente, los caminos de Dios no son los nuestros. Él permite que se tomen decisiones erróneas y dañinas por parte de las autoridades de la Iglesia. Durante diez años la oscuridad y el silencio fueron impuestos a un hombre ¡cuyo carisma tanto necesitaba la Iglesia!

PERSONALMENTE ÉL CREÍAA pesar de que Padre Pío personalmente creyera en Garabandal, y no temía expresar su creencia priva-damente entre sus hermanos religiosos y sus amigos, tenía cuidado de no tomar una postura pública al respecto.

Sabía que le miraban como una especie de profeta, y que muchas personas tenían una fe implícita en él. Por eso no consideraba oportuno hablar pública-mente sobre Garabandal. Eso explica por qué sus superiores edecidieron que Padre Pío no debería ser citado en favor de Garabandal. El fraile creía perso-nalmente en estas apariciones. Pero no pensaba que era adecuado declararlo públicamente.

La causa de Padre Pío finalizó en 2002 con su canoni-zación por otro gran santo, Karol Wojtila, aquel joven sacerdote que Padre Pío “veía” como futuro Papa cuando le conoció en San Giovanni Rotondo.

San Padre Pío fue un signo de contradicción, marca-do por el signo de la cruz, como son todas las autén-ticas obras de Dios.

DEBAJO23. IX. 1968. A la izquierda, cuerpo de San Padre Pío, expuesto en la Iglesia-santuario de Santa María de las Gracias a San Giovanni Rotondo, pocas horas después de su muerte, sin velo. A la derecha, podemos observar el fino velo blanco que cubre su rostro, colocado por los frailes capuchinos.Ese día y el día siguiente, desfilaron ante el sarcófago más de cien mil personas, para darle el último saludo y

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EL CIELO A GARABANDAL 37

ARRIBAPadre Pellegrino Funicelli y San Pío de Pietrelcina. P. Pellegrino fue nombrado asistente personal de Padre Pío en los útlimos tres años de vida del Santo, en el turno de noche, una tarea que el mismo P. Pellegrino definió con estas palabras: “daba vértigo”.

Una de las profecías de Nuestra Seño-ra en Garabandal en relación con el Milagro fue que el Santo Padre lo verá

desde cualquier sitio donde esté, y que el Pa-dre Pío lo vería también. Al morir el Padre Pío en 1968, Conchita quedó perpleja, pregun-tándose por qué la profecía aparentemente no se había cumplido. Un mes más tarde fue tranquilizada, recibiendo además un regalo precioso.

El 16 de octubre de 1968, Conchita recibió un telegrama de Lourdes, proveniente de una mujer de Roma a quien Conchita conocía. El telegrama pedía a Conchita ir a Lourdes a recibir una carta del Padre Pío dirigida a ella. El Padre Alfred Combe y Bernard L’Huillier de Francia estaban en ese momento en el pueblo y accedieron a llevar a Conchita y a su madre a Lourdes. Partieron esa misma noche.

En Lourdes se entrevistaron con los emi-sarios del Padre Pío de Italia, entre los cuales estaba el Padre Bernardino Cennamo, O.F.M. El Padre Cennamo no era realmente de San Giovanni Rotondo, sino que pertenecía a otro monasterio. Era, sin embargo, bien conocido por el Padre Pío y por el Padre Pellegrino; éste último fue quien cuidó al Padre Pío du-rante sus últimos años y quien transcribió la nota para Conchita dictada por el Padre Pío.

El Padre Cennamo dijo a Conchita que

no había creído en las apariciones de Gara-bandal hasta que el Padre Pío le pidió darle el velo que cubriría su cara después de su muerte. El velo y la carta fueron entregados a Conchita, quien preguntó al Padre Cennamo: «¿Por qué la Virgen me dijo que el Padre Pío iba a ver el Milagro y él ha muerto?» . El Padre le respondió:

«El vió el Milagro antes de morir. Me lo dijo él mismo.»Al regresar a casa Conchita decidió escribir sobre el incidente a un amigo en Madrid. De nuevo nos referimos a lo dicho por Conchita en la entrevista de NEEDLES de 1975:

“... Tenia el velo ante mis ojos mientras escri-bía cuando, de repente, toda la habitación se llenó con una fragancia. Había oído sobre las fragancias del Padre Pío, pero nunca les había dado mayor importancia. El cuarto entero olía con un perfume tan fuerte que comencé a llorar. Era la primera vez que experimentaba esto. Ocurrió después de su muerte”.

PADRE Pío Y EL miLAgRo

FUENTE: www.oUrlady.ca

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38 EL CIELO A GARABANDAL

“SACERDOTES YGARABANDAL”

Por el P. François Turner, O.P.

Cora

zón

de C

rist

o

el eminente teólogo francés p. François turner(1915-1995), fue uno de los favoritos del papa benedicto XVI por el gran trabajo teológico reali-zado sobre las apariciones de garabandal.

llegó a la conclusión, junto con el profesor jac-ques Serre, un profesor de la universidad de la Sorbona en parís, que garabandal es una obra prodigiosa de dios, una manifestación indiscuti-ble de su omnipotencia.

el Padre turner nació en París de padres esta-dounidenses residentes en Francia. Fue bauti-zado y educado en la Iglesia episcopal. a los 14 años perdió la fe hasta que escuchó un sermón de un sacerdote católico sobre los fundamentos de la doctrina católica en su totalidad. un ser-món profundo que le llevó a pensar que si había una religión verdadera, era la religión católica.

“desde mi ventana, viendo el crecimiento de un grupo de árboles me preguntaba cual sería la causa del crecimiento, que mueve todos los procesos físicos y químicos,... ¿no había alguien que lo hiciera? si fuera así, podía oír mis oracio-nes y súplicas.

Fue la oración del creyente que busca la ver-dad. le pregunté a esa Persona si realmente me escuchaba. Y esa Persona me escuchó: fui invadido por una profunda paz y todo mi ser sentía su presencia. ¡dios se manifestó a mí! Empecé mi formación religiosa católica, y un

año más tarde, mientras caminaba por una calle cercana a mi casa en París, sentí la pre-sencia de nuestro señor Jesucristo, quien me dijo con toda claridad:

—VEN, SÍGUEME.Estas palabras las oí dentro de mí. las oí a la perfección mucho más que con los oídos y la llamada era clara.

no dije nada a nadie excepto a un sacerdote jesuita. Para mí fue una llamada clara al sacerdocio”.

con ese sentimiento, turner completó su licen-ciatura en física en Harvard dos años más hasta que fue llamado al ejército durante la Segunda guerra mundial.

acabada la guerra, entró en la orden de los Do-minicos, siendo ordenado sacerdote en 1946.

“tuve varios destinos: la misión en irak, ser capellán de los grupos juveniles, grupos de estudio bíblico y los inmigrantes españoles. En 1966, mientras pasaba unos días en el semi-nario de tarragona, en España, sucedió que mientras desayunaba con un grupo de maes-tros me llamó la atención un folleto sobre las apariciones de garabandal.

aquello me llevaría a vivir la historia más her-mosa de mi vida”.

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Según Conchita, Nuestra Señora insistió particu-larmente en “la devoción

al Santísimo Sacramento y la oración por los sacerdotes.” Hay una correlación intrínseca en-tre la Eucaristía, el sacerdocio y los mensajes de Garabandal.

El Concilio enseña que la fun-ción esencial del sacerdote es el ministerio eucarístico (decreto Presbyterorum Ordinis, p. 2 y 5)

La bendita Virgen hablaba a menudo de los sacerdotes a las videntes. Les decía que si llegaban a encontrarse con un ángel y un sacerdote, deberían saludar primero y con atención especial al sacerdote, porque él consagra, no así el ángel.

Los sacerdotes son también responsables de la instrucción, y por eso les dijo que les pre-guntaran a ellos el significado de la palabra “sacrificio”, que las niñas no comprendían bien. Esto sugiere que la Virgen podía estar insinuando que los buenos sacerdotes son sacrifi-cados, consagrados, “consumi-dos”, diría el Párroco de Ars, San Juan Bautista Vianney. En tal caso es comprensible que la Virgen hablara tan a me-nudo de ellos y alentara a las niñas a rezar frecuentemente por ellos. Ella expresaba un cuidado especial por los sacer-dotes, sobre todo en el segun-do Mensaje, porque si no dan buen ejemplo o no se muestran buenos dirigentes, parte de los fieles pueden dejarse tentar por “el camino a la perdición.” La tarea de los sacerdotes es ayudarnos a llevar vidas de

santificación, cada uno en su estado y vocación. Este cui-dado de la Virgen, y del Señor que la mandó, es enteramen-te positivo. El 20 de julio de 1963, Nuestro Señor le dijo a Conchita: “¡Puedan los sa-cerdotes hacerme conocer de los que Me desconocen, y hacerme amar por los que Me conocen y no Me aman!”

El segundo Mensaje encomien-da a todos rezar por los sacer-dotes, obispos y cardenales.

Es bien sabido que la Virgen confirió a las videntes la facul-tad de reconocer a los sacerdo-tes aunque estuvieran vestidos de civil o en uniforme militar, lo que nos recuerda que los sacerdotes están marcados por el carácter (ordinariamen-te invisible) impreso por el sacramento de la orden, como enseña la teología católica.

Podemos comprender enton-ces por qué las videntes trata-ban a los sacerdotes con una deferencia especial y pensaban a veces que otros los trataban incorrectamente, o los interro-gaban indiscretamente. Las niñas pedían a la Virgen toda clase de aclaraciones e instrucciones al respecto, con una preocupación mayor que acerca de cualquier otro tema que no fuera su propia voca-ción. Conchita al fin inquirió de la Virgen si todos los sa-cerdotes eran buenos, y quedó muy sorprendida al recibir una respuesta negativa.

Mari Loli rezaba con frecuen-cia por ellos, en especial por los que añoran la vida laica.

Una vez pidió a la Virgen una cruz que pudiera llevar por los sacerdotes. ¿De dónde le venían esos sentimientos? A un sacerdote le contestó: “La bendita Virgen me dijo de hacer sacrificios por los sacerdotes, porque si hay muchos sacerdo-tes santos habrá mucho más almas encaminadas al Cristo y al amor de Dios. Me dijo de rezar especialmente por los que desean dejar el sacerdocio, para que continúen al menos celebrando la misa, ya que son sacerdotes para siempre.” Nos encontramos de nuevo con el carácter impreso por la orden sagrada.

El primer confidente de Con-chita en lo concierne al mila-gro de la Hostia, fue un sacer-dote piadoso y ascético cuyo nombre anotó en su diario: P. José Ramón García de la Riva. Otro sacerdote de rumoreada santidad fue el P. Luis María Andreu, quien vió a la bendita Virgen en Garabandal; sola-mente él y el P. Pio vieron el Gran Milagro por adelantado.

Durante las apariciones, los del pueblo solían contar a los sacerdotes presentes y obser-var el hábito de los frailes. Sus visitantes preferidos eran los sacerdotes. Muchos venían de los pueblos de la zona. Al prin-cipio, Pepe Diez (el albañil del pueblo) llegó a contar cincuen-ta. Discutían acaloradamente los hechos y estaban lejos de coincidir en su interpretación.

Las niñas eran sensibles a su manera de decir la misa y apreciaban particularmente la

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lo que ante todo quiere la bendita Virgen del sacerdote es su santificación.que cumpla con sus votos por amor a dios y encamine hacia Él a muchas almas por el ejemplo y la oración, ya que hoy día es difícil de otra manera.¡que el sacerdote se sacrifique por amor a las almas en Cristo!Que se retire periódicamente en el silencio para escuchar a Dios que le habla conti-nuamente.que los sacerdotes piensen mucho en la pasión de jesús a fin de unirse más al

Cristo-sacerdote y así inviten a las almas a la penitencia y al sacrificio, lo que les hará más lleva-dera la cruz que a todos nos manda jesús.que hablen de maría, la que más seguramente nos llevará al Cristo, y que también hablen del Cielo y logren convencer a la gente de que existe, y de que también existe un infierno.esto es lo que creo que el Cielo espera de los sacerdotes.

Conchita

En Burgos escribió Conchita: “Oremos por los sacerdotes, que son la sal de la tierra y amados de Cristo. Conchita Gonzalez, 15 noviembre 1967.”

Un año más tarde, en octubre de 1968, un teólo-go preguntó a Conchita si aún creía que “muchos sacerdotes iban en camino de la perdición”. Con-testó que sí, y que a ellos diría: “Imitad a Cristo en la Eucaristía”. Esto es teológicamente excelen-te, ya que Jesús en la Hostia está perfectamente consagrado a dios y es enteramente consumido por los hombres.

De todas las cosas que les dijo la Virgen, Jacinta recuerda más vívidamente sus palabras sobre los sacerdotes: “Creo que fue lo que más me impresio-nó, y me dejó en el alma una estima y veneración por los sacerdotes que no puedo explicar.”

El 21 de noviembre de 1968, había un grupo de visitantes despidiéndose de Mari Loli. Le dijeron que iban a rezar por ella en los Pinos. Ella protes-tó, respondiendo: “¡Recen por los sacerdotes!”

En diciembre de 1968 Conchita, anestesiada para una operación de apendicitis, fue oída murmuran-do: “Debemos rezar por los sacerdotes…oremos por los sacerdotes…¡Tenemos que rezar por los sa-cerdotes!” Se veía que era su mayor preocupación.

En el otoño de 1969, en respuesta a una pregun-ta que alguien le envió, Conchita contestó que Nuestra Señora les había pedido a las videntes que rezaran por los sacerdotes… porque los fieles seguirían el ejemplo que ellos daban.

En 1970 Mari Loli escribió a un autor de libros sobre Garabandal: “Le pediré a la Virgen Santísi-ma que usted sea un sacerdote santo.”

Las visitas frecuentes de la Virgen a Conchita, los numerosos retiros de ésta, su vida de oración, su profunda intuición y tal vez un don carismático particular, la capacitaron para emitir respuestas penetrantes y juiciosas. Cuando el Sr. Walter Kushion, con un grupo de visitantes irlandeses, le preguntó, el 13 de septiembre de 1970, por qué

manera de celebrarla de los hermanos Andreu.

Después del período de apariciones se notó lo bien que las niñas había asimilado la lección sobre los sacerdotes.

En Burgos en 1966/67 Conchita habló a menu-do de ellos y solía rezar por que hubiera mu-chos sacerdotes santos.

Durante un descanso en Garabandal el 29 de julio de 1967, ella perfiló para un sacerdote de Melun (localidad próxima a París, Francia) lo que consideraba una pauta para los sacerdotes de nuestro tiempo. No se trata de una revela-ción divina, sino del fruto de sus reflexiones sobre el sacerdocio. Hela aquí:

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había tantos sacerdotes que se alejaban de la Igle-sia, ella respondió: “porque no tienen amor por la bendita Virgen. Quienquiera ame fielmente a María amará fielmente a Su Hijo y a la Iglesia que Él ama” (Ef. 5:25.) Conchita considera que somos todos responsables. “Oremos por los sacerdotes. Tenemos la culpa de que haya muchos en camino hacia la perdición, porque no rezamos bastante por ellos, porque no nos sacrificamos nosotros mis-mos, y también porque debiéramos dar ejemplo a los sacerdotes consagrados a la Virgen, a quienes debemos alentar para que se levanten y prosigan su camino” (7 de agosto de 1971).

Estas oraciones por los sacerdotes se volvie-ron contagiosas particularmente en el pueblo. La madre de Mari Loli ya no dejó pasar día sin rezar por ellos, aunque fuera mientras ordeñaba las vacas o llevaba los animales al pastoreo. Por su oración sacerdotal (cap. 17 Evangelio de San Juan) Jesús se propuso consagrar a sus discípulos a un sacerdocio ministerial: “Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envié a ellos al mundo, y yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados de verdad.”

Así los apóstoles estaban plenamente conforma-dos a Jesús, sacerdote y víctima del nuevo culto de la Nueva Alianza “en la Verdad”, es decir, en conformidad con la revelación divina enunciada por Jesús, por obra del “Espíritu de Verdad, que os guiará hacia la verdad completa.”

Esta consagración de los apóstoles al sacerdocio ministerial recibe su complemento al final del evangelio: “Como me envió mi Padre, así os envío yo.” Diciendo esto, sopló y les dijo: “Reci-bid el Espíritu Santo; a quien perdonareis los pecados, le serán perdonados; a quie-nes se los retuviereis les serán retenidos.”

Estos sacerdotes ministeriales tendrán sucesores que recibirán de Dios un carisma por la imposi-ción de las manos del Colegio de Ancianos.

“Que el estudio, la predicación y la instrucción sean tu cuidado constante” escribe San Pablo a Ti-moteo. “No desdeñes el don que tienes dentro, que te fue dado por profecía en la imposición de manos

de los presbíteros… Continúa con estas cosas, pues así salvarás tanto a ti mismo como a aquellos que te escuchen”. (I Tim. 4:13-16.)

Los sacerdotes son “ministros de Jesucristo entre los gentiles, encargados de un ministerio sagrado en el Evangelio de Dios, para procurar que la obla-ción de los gentiles sea aceptada, santificada por el Espíritu Santo.” (Rom. 15:16). Este versículo indica el objeto, la finalidad del ministerio en la Nueva Alianza.

Así enseña el Concilio: “Dios… quería… consa-grar sacerdotes que compartirían el sacerdocio de Cristo de una manera especial… En la cele-bración de la misa, ofrecen sacramentalmente el sacrificio de Cristo.” (Presb. Ordinis, p. 3)

Este sacerdocio ministerial difiere en esencia, no sólo en grado, del sacerdocio común de los fieles (Lumen Gentium, p. 10).

oRACiÓN PoR LA SANtiDADDE LoS SACERDotES

compuesta por Benedicto XVI

Señor jesucristo, eterno Sumo Sacerdotetu que te ofreciste al padre en el altar de la Cruzy por la efusión del espíritule dio a su pueblo sacerdotaluna participación en tu sacrificio redentor,

escuchanuestraoraciónporlasantificacióndenuestros sacerdotes.

concede a todos los que han sido ordenadosal ministerio sacerdotal que sean cada vez más conforme a ti, divino maestro,que enseñen el evangelio con el corazón puroy la conciencia clara.

Que sean pastores de acuerdocon tu proprio corazón, una sola mente en el servicio a ti y a tu Iglesiay ejemplos luminosos de una vida santa, sencilla y alegre.

a través de las oraciones de la beata Virgen maría tu madre y nuestra,atrae a todos los sacerdotes y fieles a su cargoa la plenitud de la vida eterna donde vives y reinas con el padre y el espíritu Santo,un Dios por los siglos de los siglos,

amen.

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Sancta Maria, Mater Dei,

ora pro nobis peccatoribus,

nunc et in ora mortis nostrae.

Ave Maria, gratia plena,

Dominus tecum

benedicta tu in mulieribus

et benedictus fructus ventris tui, Iesus.

Anno I - Numero 1Año I - N. 6

Noviembre-Diciembre 2014

El Cielo a Garabandal

ilcieloagarabandal.wordpress.com

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