El Caballero Tembleque de Dick King-Smith r1.1

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  • Se supone que los caballeros tienen que ser valientes, montar a caballo, luchar contra los dragones y salvar a las damas.Pero el caballero Tembleque es un tanto especial Se supone que los caballeros tienen que ser valientes, montar a caballo,luchar contra los dragones y salvar a las damas. Pero el caballero Tembleque es un tanto especial.

  • Dick King-Smith

    El caballero TemblequeSer i e Naranja - 87 (El b arco d e vapo r)

    e Pub r1.1

    Ti ve r 17.08.13

  • Ttulo original: TumbleweedDick King-Smith, 1987Traduccin: Asun BalzolaIlustraciones: Asun Balzola

    Editor digital: Tiver

    Primer editor: Staky (EPG)Correccin de erratas: El TempranilloePub base r1.0

  • Captulo 1UN ruido brusco rompi el silencio del bosque.Era como si alguien pidiera auxilio desde el interior de una lata de sardinas. El caballero

    Tembleque se encontraba en apuros una vez ms.Tembleque era un hidalgo pelirrojo, alto y delgado, con unos bigotes muy largos que se curvaban

    tristemente hacia abajo. Se trataba del hidalgo ms propenso a los desastres que uno podaencontrarse en toda la alegre Inglaterra. Adems, era un manojo de nervios, el pobre, y tena terror alos caballos. stos eran tan grandes tenan que serlo, claro est, para llevar encima caballeros depesadas armaduras que, una vez que consegua sentarse all arriba, se vea lejsimos del suelo y,como tena miedo a las alturas, se agarraba con tanta fuerza al cuello del animal con sus brazosmetlicos que los caballos se asustaban, echaban a correr y, hala!, Tembleque sala despedido porlos aires.

    Lo malo era que, una vez en el suelo, le resultaba imposible volver a montar. As que cantidad deveces se quedaba horas y horas tirado en el suelo, gritando socorro desde lo ms profundo de suyelmo.

    La vez que nos ocupa, Tembleque fue ms afortunado. Justamente cuando acababa de chillarsocorro por tercera vez, mir hacia arriba y vio que una sombra se ergua sobre l.

    Vesta completamente de negro, desde el sombrero hasta la larga capa. Tambin era negro el gatoque se arrimaba a sus pies, y una especie de pauelo que ocultaba completamente su rostro. Todo loms que dejaba entrever eran un par de ojos grises que miraban fijamente.

    Una bruja!, pens Tembleque, y se dio perfecta cuenta de que las brujas le aterrorizaban,aunque no hubiera visto ninguna hasta aquel preciso instante.

    El caballero Tembleque, tumbado en el suelo cuan largo era, se qued rgido de miedo, convencidode que la bruja le convertira en una rana.

    A lo mejor sera ms interesante ser una rana pens. Por lo menos no tendra que ponermeesta horrible armadura o montar en mi horrible caballo, ni hacer ninguna de las horribles cosas quetengo que hacer, como luchar en las justas, matar dragones o rescatar a damiselas en apuros. Hala,venga! Atrvete! Para lo que me importa!

    Reljate, querido le dijo entonces la bruja. No lo har.Curiosamente, y a pesar de que el caballero Tembleque estaba convencido de que era

    espantosamente fea, su voz tena un tono bajo la mar de agradable, en vez del chirrido que se suponedeben de tener las brujas.

    Que no hars el qu? pregunt.Que no pienso convertirte en una rana.Me lees el pensamiento! exclam Tembleque jadeando de miedo.Es una de las cosas que las brujas espantosamente feas sabemos hacer.Tembleque se puso colorado como un pimiento.Supongo que conocers mi nombre.S, caballero Tembleque.Y supongo que sabes que nunca he conseguido rescatar a una damisela del peligro ni

    enfrentarme a un dragn, porque soy demasiado nervioso, y que tampoco he llegado a cruzar mi

  • lanza con otro caballero, pues me caigo de la montura mucho antes de llegar a l.S respondi la bruja. Ya s todo eso. Y s tambin que necesitas ayuda, puesto que la has

    pedido. Por cierto, por qu no empiezas por ayudarte a ti mismo?Cmo?Primero, qutate el yelmo.Despus de luchar por unos minutos con la visera que se le cerraba sin previo aviso, con lo cual

    casi pierde la nariz en el empeo, el caballero Tembleque consigui liberarse del casco.Ahhhh! suspir aliviado. Me quito un peso de encima.Ahora, los guanteletes.El hidalgo se deshizo de sus guantes metlicos.Y la cota.Fuera la cota tambin.Y ahora, la coraza y las mallas.Obedientemente, Tembleque se liber de la pesada coraza y de las mallas que opriman sus

    huesudas piernas.Bueno, muy bien. Ahora, uno dos y hopla!El caballero Tembleque se encontr de pie en un santiamn, en jubn y calzones, al lado de la

    bruja.Qu, te encuentras mejor as? pregunt a continuacin.Oh, s! Gracias! grit Tembleque y, acto seguido, se abalanz sobre su caballo, que

    pastaba apaciblemente por all. Puso el pie en el estribo y subi sobre la montura con tal mpetu quecay al otro lado. El caballo desapareci galopando sin parar.

    Djalo marchar! dijo la bruja. Ese bicho tan torpe no te sirve para nada.Pero cmo voy a ser un valiente caballero sin caballo ni armadura?Cmo vas a ser un valiente caballero de todas formas?

  • El hidalgo suspir y las puntas de sus rojos bigotes se curvaron todava ms hacia abajo.Tienes razn asinti, sombro. Creo que soy un miedoso. De hecho, casi todo me da

    miedo. sa es la verdad y volvi a mirar los ojos grises de la bruja, que eran lo nico que vea de sucara. Pero t ya lo sabes

    Djame que te pregunte algo le dijo la bruja. T crees que no tener miedo a nada significaser un valiente?

    S.Te equivocas, caballero Tembleque. Ser valiente es sentir miedo, pero ser capaz de superarlo.

    Ahora, dime, supongamos que tuvieras que hacer frente a un len: cmo te sentiras?Aterrado contest el pobre hidalgo sin pensrselo dos veces.Qu haras, pues?Correr como un desesperado y Tembleque tuvo un temblor. Gracias al cielo que no hay

    leones por estos andurriales. Slo con que lo menciones, se me ponen los pelos de punta. Prefieroenfrentarme con un gato. As, del tamao del tuyo, por ejemplo y se inclin para acariciar alanimal, pero el bicho agach las orejas, curv el lomo, abri las fauces en una terrible mueca y elevsu cola, con lo que el caballero retrocedi nerviosamente. Despus se dio cuenta de que el gato no lemiraba a l. El gato miraba a alguien o algo que estaba detrs de l.

    Un temblor helado le recorri el espinazo. Se volvi y se encontr cara a cara con un len de buentamao.

  • Captulo 2EL corazn del caballero Tembleque se qued parado. El len, tambin; slo mova la lengua,

    relamindose.Despacito, despacito, el hidalgo retrocedi un paso y otro, y un tercero. Entonces sinti la mano

    de la bruja en su espalda.No te conviene escapar, querido le susurr ella al odo. Est demasiado cerca. Qudate

    donde ests y desafalo. Es una gran oportunidad para demostrar tu valenta. Despus de todo, no esms que una pobre bestia

    Una bestia la mar de grande tartamude Tembleque. No podras convertirlo en una rana?Creo que sera capaz de desafiar a una rana.

    En ese preciso momento, el len dio un paso al frente y abri las fauces, mostrando un sinfn dedientes afilados como navajas.

    GRRRRRRRR! rugi.GRRRRRRRRRRRR! respondi el caballero Tembleque, totalmente aterrorizado. Al orle,

    el len se qued mudo y le mir ansiosamente.Lo has dejado preocupado observ la bruja. Por qu no pruebas otra vez?GRRRRRRRRRRRR! chill el hidalgo, que segua aterrorizado, y esta vez el len dio un

    paso atrs.Ahora, chalo! le conmin la bruja, al mismo tiempo que le empujaba violentamente hacia el

    animal.Tembleque perdi el equilibrio, se pis a s mismo y casi se fue al suelo. Movi los brazos como

    pudo en el desesperado intento de no acabar por tierra y el len, al ver la extraa y desgalichadafigura que se le vena encima con aquellos brazos como aspas de molino, se dio la vuelta y ech acorrer con el rabo entre las patas.

    Mira t por dnde! exclam la bruja. Crea que habas dicho que eras un cobarde.Lo soy, lo soy le contest Tembleque, secndose el sudor de la frente.Pues parece que no temes a los leones. Has dicho que echaras a correr si veas uno y mira lo

    que ha pasado: no solamente no has huido, sino que lo has desafiado.S, peroNada de peros! Te hemos visto en accin. Verdad, Grim?El gato negro maull y se frot contra las piernas del caballero.Te hemos visto. A ti, un desvalido caballero sin armadura, frente a un enorme len, que se ha

    visto obligado a huir ante tu feroz presencia.Vers, es que murmur Tembleque.Veo y veo muy bien le respondi la bruja. Veo, delante de mis narices, no slo a un

    caballero, no slo a un valiente, sino al caballero ms valiente de toda Inglaterra.Le ves?Pues claro que le veo. Nadie habra hecho lo que t.Nadie?Esa frialdad, esa presencia de nimo frente al peligro Ese feroz alarido Y tu rapidez en el

    ataque Nunca he visto cosa igual.

  • Nunca?Nunca, y eso que dices conocer el miedoYa lo creo!Bueno, pues lo has superado!S?De pura satisfaccin, la cara de Tembleque pas de la ms blanca palidez a un sano y agradable

    color rosa. Dej de temblar y hasta las puntas de sus bigotes se irguieron algo.Lo he conseguido! grit entonces. Lo he conseguido! y dio unos pasos al frente

    inflando los pulmones para sacar pecho. Sabes? Me encuentro genial. Casi, casi no me importaraque ese bicho volviera. Ya le enseara yo quin es el amo!

    Lo siento mucho dijo tras l una voz muy, muy profunda.El caballero Tembleque se dio media vuelta y se encontr con que el len haba vuelto,

    ciertamente, y yaca a sus pies, con la cabeza sobre las patas y una mirada llena de arrepentimiento.No deba haber rugido de aquel modo. Una falta de consideracin por mi parte. Lo siento

    dijo el len.Lo sientes, eh? Ahora lo sientes! Lo sientes porque me temes!Oh, s, mi seor!Bueno, est bien que me reconozcas como tu superior.Oh, s, mi seor!Este bicho se ha aficionado a ti! coment la bruja.Qu? chill Tembleque. Oh, ah! Quieres decir Bueno, no es tan mala bestia, no?Bueno, a lo mejor te sirve como un perrito.Pues es una idea estupenda! Piensa que cantidad de gente le tendr miedo, aunque yo no se lo

    tenga.Tembleque se volvi hacia el len.Eh, chico! Acrcate a m!S, mi seor obedeci el animal sin vacilar.Cmo te llamas?Arturo, mi seor.Buen chico, Arturo y el caballero acarici la tupida melena del animal.Me parece que en el futuro no vas a necesitar armadura le dijo la bruja. Por lo menos, no

    mientras Arturo ande cerca, pero como no es cuestin de que dejemos estos bellos parajes hechosuna porquera, ve y recoge un poco, anda.

    Esper a que el caballero Tembleque desapareciera de su vista y entonces se dirigicariosamente al len:

    Has estado perfecto, Arturo, hijo.Qu pelota! maull Grim. S, mi seor. No, mi seor. He estado a punto de soltar la

    carcajada!No me habr pasado, no? pregunt el len un tanto preocupado.No le contest la bruja mientras le acariciaba las orejas. Has estado en tu punto. Gracias a

    ti, ese caballero, que no era otra cosa ms que un pobre manojo de nervios, se siente ahora msvaliente que un len.

  • Captulo 3EL caballero Tembleque volvi tambalendose bajo el peso de la armadura y la dej caer a sus

    pies con un gran ruido metlico.Y lo que pesa la condenada! En invierno te hielas dentro y en verano sudas como un poseso.

    Qu haremos con ella?Cuenta hasta diez con los ojos cerrados le dijo la bruja, y, efectivamente, cuando Tembleque

    los abri de nuevo no quedaba casi nada de toda aquella morralla. Slo la espada. El resto, yelmo,cota, guanteletes, mallas, haba desaparecido.

    He pensado que a lo mejor no te viene mal la espada, por si las moscas. Y te la he afilado, porcierto, que la tenas hecha una pena. Prubala, a ver si corta.

    En dnde?En ese rbol le dijo sealando un arce con un tronco que meda ms de un pie de ancho.Me tomas el pelo! le contest Tembleque; pero, en fin, medio en broma, fue y le asest un

    golpe con todas sus fuerzas, que eran bastante escasas.Ante su sorpresa, el corte fue tan limpio como si hubiera cortado un trozo de mantequilla, y el

    rbol se vino abajo con un ruido impresionante.Vaya, esto s que no me lo esperaba! exclam emocionado.Fuerte como un len, adems! dijo la bruja. Ningn caballero se te resistir.El caballero Tembleque pareci preocuparse.Mujer! No es que me chifle andar por ah hiriendo a la gente! Te dir lo que s me gustara

    hacer.El qu? pregunt el gato.Cuntanos, mi seor dijo el len.Pues siempre me hubiera encantado vencer en un torneo. Eso de descabalgar a los dems

    contrincantes, uno tras otro. Sera estupendo. Pero, claro, jams lo he conseguido. No me dabatiempo; siempre acababa en el suelo. Y bueno, ahora, de todos modos, como no tengo ni lanza nicaballo

    Qu ms te gustara hacer? le pregunt la bruja. Matar a un dragn? Para eso tienes laespada, no?

    Un corte limpio y chaf! maull Grim, encantado de la vida.Y fuera la cabeza! rugi Arturo.No estara mal! asinti Tembleque. Sobre todo suponiendo que el dragn hubiera tenido a

    alguien prisionero.Qu clase de prisionero? le pregunt la bruja.Err Tembleque pareci avergonzarse un poquito. Pues, hombre Una damisela. Una

    damisela en apuros especific.Los grises ojos de la bruja lanzaban chispas por la ranura que quedaba entre el borde de su negro

    sombrero y el borde de su negra bufanda.Te gustara rescatar a una damisela, eh?Oh, s!Vaya! Conque te gustan las chicas, eh?

  • Tembleque se sonroj una vez ms.Bueno, s, lo que pasa es que a ellas les gustan ms los tipos musculosos. A m no me hacen

    mucho caso porque soy poca cosa.Y dime, querido: cmo te gustara que fuera la dama en cuestin?El caballero Tembleque se mes los rojos bigotes pensativamente.Me gustara que fuera alta, porque como soy tan larguirucho, si fuera bajita haramos una

    pareja ridcula.Cmo de alta?Pues como t, ms o menos contest Tembleque, y aadi galantemente: Y los ojos del

    mismo color de los tuyos pero en su interior pens que su damisela tena que ser muy, muy guapa,faltara ms.

    Y, por supuesto, tendra que ser muy, muy guapa, imagino dijo la bruja, y algo haba en suvoz que hizo que el caballero se enterneciera un tanto.

    Bueno, no s. Es mucho ms importante la simpata que la belleza, me parece. T eres muysimptica, por cierto.

    Gracias le contest la bruja con sequedad. Bueno, y qu haras con la tal damisela, alta,guapa y de ojos grises, una vez rescatada?

    Casarme con ella, por supuesto Tembleque volvi a atusarse el bigote. Y viviramosfelices para siempre tuvo un ligero escalofro. En el caso de que ella accediera a casarse conmigo,claro est. Que no soy ningn primor.

    Pero eres valiente, mi seor le susurr Arturo con devocin.S, verdad?Y dentro de nada acabars con un dragn! Chaf! dijo el gato.Verdad que s?Y si participaras en un torneo y ganaras a todos, ella no se te resistira.No, eh? dijo Tembleque todo contento, pero luego se entristeci. El problema es que soy

    un psimo caballero. Aunque seguramente me sentir ms a gusto al montar sin toda esa cacharrera,pero es que son tan robustos y tan altos esos caballos Preferira mucho ms montar un caballopequeo y poder tocar el suelo con los pies, si me diera la gana.

    Eso puede arreglarse dijo la bruja.Y esas lanzas tan gigantescas Siempre he pensado que una lanza pequea hara el mismo

    servicio, si la utilizas en el sitio exacto.Eso puede arreglarse repiti la bruja.Creo que, entonces, con un caballo pequeo y una lanza pequea, hasta sera capaz de ensartar

    a unos cuantosUn caballo pequeo, una lanza pequea repeta la bruja, pensativa. No te recuerda a algo,

    Arturo? y le gui el ojo que ms lejos quedaba de la vista del hidalgo.Cmo? dijo el len. Ah, ya! Quieres decir a unBueno le cort la bruja con brusquedad. Quiero decir que me tengo que marchar; tengo un

    montn de cosas que hacer y Grim tiene que cenar, que ya va siendo hora. Por qu no das un paseopor el bosque con Arturo, caballero?

    Buena idea. Necesito estirar las piernas. Ven, chico, ven.

  • S, mi seor respondi el len con mansedumbre.A mi lado, amigo. A mi lado y volvindose hacia la bruja, Tembleque le dijo: Nunca se

    sabe con quin va uno a encontrarse, verdad?Yo, desde luego, no tengo ni la menor idea le contest la bruja.

  • Captulo 4EL caballero y el len paseaban amigablemente por la espesura. Tembleque daba largos pasos y,

    junto a l, Arturo se bamboleaba, majestuoso como todos los de su especie, moviendo a un lado y aotro la pesada cabezota.

    Tembleque era feliz. Daba gusto lo bien que se estaba sin aquella pesada armadura encima.Adems, si tropezaba en un desnivel, lo que le suceda a menudo, no tena ms que agarrarse a lamelena leonina que tena a su lado. Ningn otro hidalgo posea tal fortuna! No tena nada que temercon Arturo all y empuando una espada tan afilada como la suya. Nada que temer de ningn modo,pens, puesto que ya no tena miedo de nada. En ese mismo momento, un pjaro sali volando de unarbusto y Tembleque, de puro susto, dio un salto en el aire, acompaado de un gritillo atemorizado.

    Qu te sucede, mi seor? le pregunt Arturo.Oh! Nada, nada! Estoy practicando saltos para mantenerme en forma! Tembleque,

    agarrando la espada, peg unos golpes en el aire. Los caballeros andantes debemos estar siempreprontos a la lucha y sigui dando mandobles. En guardia! Toma, ya te tengo! hasta que porfin dio un tremendo revs a un arbusto, no acert y cay sobre la hierba cuan largo era.

    Al levantarse del suelo, se fij en unas huellas que le resultaron muy familiares. No en vano sehaba pasado la vida entre caballos. Bueno, cayndose de ellos ms bien.

    Mira, Arturo! Pezuas de caballo! Y no muy grandes; debe de ser un caballo pequeo.Cierto, mi seor y el len olisque las huellas. Estn frescas. Podramos seguirlo, no

    crees? No lleva montura, pues las huellas no son muy profundas. Debe de ser un caballo enano. Justolo que necesitamos.

    S, pero cmo hacernos con l?No te preocupes por eso, mi seor. Ya me encargar yo.Al caballero le cruz un pensamiento terrible por la cabeza.Oye, Arturo. Nada de carniceras, que se supone que la criatura es para que yo la monte, no

    para que t te la comas, eh?Pero Arturo haba desaparecido ya.Esprame! grit, y ech a correr tras l con sus largos pasos de cigea, tropezando sin

    cesar con sus propios pies. Jadeante, se detuvo al ver al len que le esperaba, tumbado junto a undesnivel.

    Ya lo he encontrado, mi seor dijo Arturo con voz queda. Aqu mismo est. chate juntoa m y lo vers.

    Tembleque le obedeci y sus mandbulas se abrieron de par en par del asombro.Tena ante sus narices un caballo no muy grande, blanco como la leche, con las crines y la larga

    cola de color crema. Era un caballo bonito como el que ms y, sin embargo, completamente distinto,pues en mitad de la frente tena un afilado cuerno.

    Un unicornio! exclam Tembleque patidifuso, y dio un salto de la emocin. El unicornio, alorle, solt un bufido, pate el suelo y agach la cabeza dirigiendo su blanco cuerno hacia l, igual,igual que si estuviera en un torneo.

    Un caballo pequeo y una lanza pequea, le vinieron a la mente sus propias palabras.Estupendo. Seguro que con un caballo as ganara fcilmente cualquier torneo. Cmo persuadirlo de

  • que fuera su montura?El unicornio se adelant trotando hacia l y solt un bufido. La valenta del caballero se

    desvaneci al fin y al cabo, era cosa muy reciente slo de pensar en el agujero que podraproducir aquel cuerno tan afilado en su cuerpecillo enclenque.

    Tembleque retrocedi al instante, buscando refugio tras la mole de Arturo.Qu haremos, chico?Pues puedes hacerle la pelota, mi seor le contest el len. A todos nos gusta que nos

    hagan la pelota, y a los unicornios ms an. Dile lo preciossimo que es.El caballero Tembleque se aclar la garganta.Ejem! Excsame, me pregunto si te han dicho jams que eres una criatura preciosa.El unicornio par de resoplar y de patear y levant la cabeza, con lo que su cuerno dej de

    dirigirse al estmago del pobre Tembleque.Desde luego que s. Faltara ms. De todos modos, no tengo inconveniente en orlo otra vez.

    Puedes repetrmelo.Pues s. Eres una preciosidad.Ms bonito que ese len?El caballero Tembleque no quera herir los sentimientos de Arturo, pero ste le susurr al odo:Dile que s, hombre!S, claro. Desde luego respondi Tembleque entonces.Dile que no soy ms que huesos y pellejo continu el len.El viejo Arturo no es ms que un montn de huesos y pellejo, en cambio t Qu elegancia,

    qu belleza Cmo se nota que eres de buena cuna! Qu clase!El unicornio solt un relincho de contento, echando hacia atrs la preciosa cabeza coronada.Sigue as, mi seor gru Arturo por lo bajo.Ninguna duda de que tus pasos son firmesFirmes como los de los gatos, por supuesto se jaleaba el unicornio.Y giles, sin duda algunaComo los de las cabras montesas.Seguro que sabes saltarIgual o mejor que un ciervo.Y que galopasMs deprisa que el mismo viento. Puedo ir en crculo, a galope tendido, alrededor de cualquiera

    de esos percherones torpes que montan las gentes como t.Apuesto a que s puedes le contest Tembleque, y por lo que se refiere a ese cuerno

    soberbio que portas sobre la cabeza, bueno, apuesto a que con l podras descabalgar a cualquierjinete en un segundo.

    Anda, claro!Pero conmigo encima no podras hacerlo, verdad? Supongo que peso demasiado.Demasiado? Un tronco flacucho como t? contest el unicornio con desdn. Por

    supuesto que puedo.S que podra, mi seor dijo Arturo.Pero pero lo haras? le pregunt el caballero, estupefacto. T, el animal ms original y

  • bello de la creacin, te dejaras montar por alguien tan tan vulgar como yo?A lo mejor. Sobre todo, si continas tratndome con el debido respetoPor supuesto! contest el hidalgo. Por cierto, mi nombre es Tembleque, y el suyo,

    Arturo. Podra tener el privilegio de saber cmo te llamas?Mi nombre es Punta de Lanza, y no esperes que te llame mi seor como el pardillo ese, sino

    que sers t el que me obedezca a m; y, para empezar, vas y me traes un puado de esas hierbasdulces que crecen all lejos. Estn de vicio!

    No faltaba ms! respondi el caballero Tembleque alegremente, y se march a paso decigea.

    Arturo esper a que se hubiera alejado y, cuando Tembleque ya no poda orle, le dijo alunicornio:

    Has estado genial, Punta de Lanza.Lo dices de verdad? No me habr pasado? le pregunt el unicornio un tanto preocupado.Si es que no se entera. No, hombre, has estado muy bien. Al final, entre todos haremos de l un

    hroe, ya vers.

  • Captulo 5PARA, Punta de Lanza! grit el caballero Tembleque. Bueno, ejem Si te parece bien,

    noble entre los nobles se corrigi con presteza, y cuando el unicornio se detuvo, descabalg contodo el cuidado que le permita su torpeza habitual. Es decir: puso los pies en el suelo para que lablanca montura pudiera liberarse de su peso.

    Qu pasa, mi seor? le pregunt Arturo.Pues pasa Eso pasa! y Tembleque seal un carteln que colgaba de un rbol junto al

    sendero. Lo que esperaba hace tiempo.Tembleque, Arturo y Punta de Lanza llevaban ya unas cuantas semanas rondando los bosques. El

    unicornio se alimentaba de hierba dulce, el caballero Tembleque recoga nueces, fruta, miel y fresassalvajes, y Arturo devoraba venados como si tal cosa. Al len le gustaba la carne de ciervo tal cual, osea cruda; en cambio, Tembleque la prefera a la brasa, en su punto, y a ser posible con setas y finashierbas para acompaarla.

    Pues bien, durante todo ese tiempo el caballero Tembleque tena tres cosas en la cabeza, y laprimera era evitar que le vieran. No tena ninguna intencin de dar a conocer la existencia de susamigos.

    La segunda era practicar el arte de montar en el unicornio. La postura obligada era llevar lasrodillas dobladas para no tocar el suelo, y aferrarse a las crines. Se haba convertido en un experto, esdecir, se mantena en la silla, que al fin y al cabo era todo lo que tena que hacer.

    La tercera era participar en un torneo. Supona que la bruja le dira adonde ir, pero no la habavuelto a ver, y mira t por donde, ah estaban las noticias que tanto haba esperado!

    HABR UNA JUSTA ENTRE CABALLEROS DE AQUA UNA SEMANA

    GRAN TORNEO EN EL PRADO GRANDE JUNTO AL RO,EN EL PUENTE DE SAN EDELGARDO

    SOLAMENTE PARA HIDALGOS DE NOBLE CUNA

    QUIEN CONSIGA DESCABALGAR A TODOSSUS OPONENTES, SER NOMBRADO CAMPEN

    DE INGLATERRA

    TRES JUSTAS AL DA PARA CADA CUAL

    ENTRADAS

    DAMAS Y CABALLEROS: UN DUCADOSEORES, LIBERTOS, SIERVOS Y DEMS GENTES

  • DEL VULGO: UN MARAVEDNIOS: MITAD DE PRECIO

    BUEY ASADO, BOCADILLOS Y CERVEZAATRACCIONES PARALELAS

    ABSTENERSE LADRONES

    De aqu a una semana? pregunt Arturo. Pero cundo es aqu?Y dnde est el puente de San Edelgardo, si puede saberse? pregunt el unicornio.Seguro que a unas cuantas leguas contest Tembleque. Habr que darse prisa. Puedes

    seguirnos, Arturo?No puedo seguir al rayo que tienes por montura, pero cuando os pierda, utilizar mi olfato

    para encontraros, descuida.El caballero encaj sus largas piernas sobre el lomo del unicornio y, agarrndose a sus doradas

    crines, orden:Bien, Punta de Lanza, vamos, pues!Pero el unicornio no hizo ni caso.Adelante! grit Tembleque, un poco nervioso.Punta de Lanza pate el suelo con sus elegantes patas y movi la cabeza coronada por el afilado

    cuerno.Ohhh, perdn! dijo Tembleque. Andaba yo un tanto distrado! Si me hicieras el favor,

    encantador Punta de Lanza! El ms noble entre los nobles! El ms fuerte, ms listo y ms rpido detodos los animales!

    Y emprendieron el camino.Arriba, arriba, por las alturas, un guila grande y veloz mir hacia abajo y con su aguda vista vio a

    un jinete que cabalgaba sobre una blanca montura y a un len que trotaba tras ellos, en la linde delbosque. Los rboles acababan al borde de un valle y un ro serpenteaba por sus faldas. Ms lejostodava, el ro describa una curva y junto a ella haba un viejo puente de piedra y un prado de grantamao, lleno de gente y tiendas de colores.

    Cuando el jinete se adentr en la espesura y el guila le perdi de vista, dej de interesarse por ly se fue volando.

    Al salir del bosque, en lo alto del valle, Arturo vio todo aquel bullicio y dijo:Vaya suerte, mi seor! Llegamos a tiempo, verdad?En ese mismo momento, se oyeron unas trompetas y nuestros amigos vieron a un heraldo que

    cabalgaba hasta detenerse en medio del campo.Justo, justo! exclam Tembleque. Escucha!Od, od, buenas gentes! grit el heraldo indicando una tienda azul, no muy grande. Ahora

    tendr lugar la primera justa entre el caballero Toms el Terrible, a mi derecha, en el rincn azul dela tiendecilla sali un hidalgo armado de punta en blanco, que montaba un poderoso perchern.Levant su lanza en el aire y todo el pueblo se puso a aplaudir, y el caballero Federico elEspantoso, a mi izquierda, en el rincn rojo.

    De una tienda roja, no muy grande, sali un segundo hidalgo, a cuya vista el vulgo solt un no

  • menos ensordecedor alarido.Quien caiga ser el perdedor! Rincn azul, el caballero Toms! Rincn rojo, el caballero

    Federico! Adelante los valientes!Los caballeros se movieron lentamente al principio, porque tanto jinete como montura pesaban lo

    suyo, pero fueron cogiendo marcha al cabo de poco. Sostenan las lanzas con su derecha por encimadel lomo del caballo para golpear a su contrario por el lado izquierdo, cuando pasaran el uno junto alotro.

    Tembleque y los suyos oyeron el ruido del encontronazo, que sobrepas el estruendo de loscaballos y el gritero de las gentes. Los contrincantes se haban encontrado en la mitad del campo yuno haba descabalgado al otro, que cay al suelo sobre su metlico trasero.

    Justa tras justa, fueron viendo cmo los caballeros se daban de golpes, salan disparados de susmonturas, caan estruendosamente a tierra, ganaban y perdan. Eran unos tipos realmente robustos: elcaballero Martn el Horroroso, el caballero Cols el Impo, el caballero Heriberto el Despiadado,etctera etctera Nombres todos ellos que inculcaban el ms santo temor en quienes los oan,por valientes que fueran, as que, a cada minuto que pasaba, el coraje de Tembleque disminua unpoco ms.

    Y pens que la idea de batirse en duelo era francamente estpida y que no deba de ser idea suya,sino de la bruja, pero que como probablemente no le volvera a ver el pelo, pues se esperara a que eltorneo acabara y a casita, sin chistar!

    Mir de reojo a sus colegas: el len contemplaba la liza con la cabeza sobre las patas; el unicorniotambin, slo que con tanta atencin que pareca una estatua de mrmol. Ninguno de los dos sepreocupaba por l.

    Se oy de nuevo el sonido de la trompeta y otra vez apareci el heraldo, flanqueado por dosimponentes guerreros montados en unos caballos que ms parecan elefantes, el uno castao y el otroa manchas.

    Damas y caballeros, seoras y seores! grit. ste ser el combate final de los pesospesados del reino, los nicos hidalgos que no han sido vencidos todava. Os presento al magnfico,poderoso e impar DONATO EL ROMPEHUESOS, SEOR DE NORTHUMBRIA, con unatonelada y pico de peso!

    Se levant un estruendoso aplauso en la plaza.Y a mi derecha, con una tonelada y media de peso, el temible, el fabuloso, el espantoso, EL

    FIERO BASILIO, SEOR DE WESSEX!El heraldo esper a que el clamor del vulgo se apagara para decir:El primero que descabalgue a su contrario, ser declarado campen. A vuestros puestos,

    caballeros! A la liza, y que gane el mejor!Las gentes guardaron silencio, los finalistas se alinearon en sus puestos y, agarrando con fiereza

    sus lanzas y escudos, cerraron la visera de sus yelmos con un sonoro golpe. Al sonar la trompeta,ambos espolearon sus caballos hacia el adversario.

  • Apuesto por el caballo manchado! dijo Punta de Lanza.Y yo por el marrn! dijo Arturo.No le veo la gracia pens Tembleque para sus adentros. Hay poca diferencia entre pesar

    una tonelada y pico y pesar una tonelada y media. Total, el golpe ser mortal igualmente.Y el caballero cerr los ojos para no verlo.Cuando los volvi a abrir, Donato el Rompehuesos yaca por tierra boca arriba y el fiero Basilio

    galopaba triunfante por la pista. Al cabo de un rato, aclamado por el vulgo, Basilio, con su grancorpachn sobre el peludo perchern, se detuvo, levant la visera descubriendo su gorda cara de vacay grit:

    Yo soy el campen!Tembleque solt un suspiro de alivio.Qu bien! exclam. Ya se ha acabado! Nos vamos, verdad?Arturo no contest, pero Punta de Lanza dijo:S, claro. Monta, pues y se situ junto a Tembleque, pero en cuanto ste se hubo

    encontrado sobre su silla, el unicornio dej atrs la linde del bosque, cruz el gran prado junto al ro,pas al lado del puente de San Edelgardo y se coloc justo en mitad de la pista frente a un pblicoestupefacto.

    Para! Oh, para, Punta de Lanza, por favor! grit Tembleque agarrndose a la rubia melenadel animal, pero, ante su horror, los pasos del unicornio se transformaron en un trote que desembocen un galope que los llev derechos a donde se encontraba el caballero Basilio.

  • Captulo 6JUSTO cuando pareca que iba a chocar con Basilio, el unicornio hizo una espectacular parada en

    seco. Luego se levant sobre sus cuartos traseros al tiempo que Tembleque se agarrabadesesperadamente a las crines para no caerse, manote con sus pequeas pezuas en las propiasnarices del campen y solt un desafiante relincho.

    Se hizo un silencio mortal, y slo al cabo de unos instantes pudo el fiero Basilio recuperar suvoz, que son ms bien como un mugido, pues no estaba nada contento con que le estropearan sugran momento de gloria.

    Retrocede! grit. Fuera!Tembleque no respondi. Primero porque no se le ocurra nada que decir, y segundo porque le

    hubiera encantado desaparecer de all; cada vez le pareca menos divertido aquello de batirse en duelo.Tir de la crin del unicornio, pero ste no le hizo ni caso, ocupado como estaba en patear el suelo ycabecear constantemente.

    Ests sordo? grit Basilio de nuevo, y la chusma solt la carcajada.Para su sorpresa, el caballero Tembleque se empez a enfadar.Pues no. No lo estoy. De modo que no es necesario que grites contest con dignidad.Un escalofro de excitacin recorri al gento. Las carcajadas se apagaron de inmediato.Quin era el osado que se atreva con la bestia de Basilio? Quin era aquella extraa y

    larguirucha criatura, con un penacho de pelo rojo y un bigote alicado, que no llevaba armadura nisiquiera y para colmo montaba un caballo enano?

    Seguro que Basilio le hara tragar su insolencia.Te har tragar tu insolencia! grit en ese momento Basilio. No eres ms que un vulgar

    payaso!Volvi a reinar el silencio entre las masas, que aumentaban por momentos, pues todos queran

    presenciar aquel inusual desafo. Los palafreneros abandonaban las tiendas, los hidalgosdescabalgaban de sus caballos, los criados dejaban a sus seores y unos y otros venan corriendodesde todas partes para ver el lance, mientras que los rateros se aprovechaban de la ocasin comomejor podan, claro est.

    Escondida entre el tumulto, se mova una figura alta envuelta en una larga capa negra y tocada conun gran sombrero negro. Entre sus pies se deslizaba un gato, negro tambin. Un par de ojos grises quebrillaban entre el filo del sombrero y el borde de la capa chispearon al or las siguientes palabras deTembleque:

    Me confundes con otro, mi seor. No soy un payaso, sino un caballero y su voz, aunquecontenida, se oy a muchas leguas de distancia.

    El campen se ri con todas sus fuerzas.T un caballero? Un caballero pasado por agua! el pblico rugi. Dime tu nombre, pues.Tembleque! contest el extrao ser.La chusma rugi de alegra.Lo que vas a temblar bajo la espada del fiero Basilio! fue el comentario general.Tembleque decidi dejar de lado su habitual prudencia, al ver cmo unos y otros se mofaban de

    l, as que esper a que las carcajadas se apagaran y despus dijo con voz estentrea:

  • Y te reto en combate!Permaneci callado unos segundos la chusma, ni respirar, y luego aadi:Cara gorda!Cmo osas retarme a m? Ests loco! grit Basilio tartamudeando de la ira.El loco lo sers t! Tembleque se meti los pulgares en las orejas, movi los dedos en el

    aire, sac la lengua y comenz a canturrear: Chivato, acusica, la rabia te pica!Mientras, la masa que los rodeaba soltaba alaridos de emocin, lo que impidi or otro alarido

    cuyo sonido llegaba desde la linde del cercano bosque.

    * * *

    UNA VEZ DENTRO de la pequea tienda roja, Tembleque, un tanto nervioso, pregunt a Puntade Lanza:

    No me habr pasado, no?No. Le has puesto tan fuera de s, que no ser un gran rival, francamente.Y qu har yo?Nada, te sientas y el resto ser cosa ma.Fuera de la tienda, las gentes discutan sobre el extraordinario combate que iban a ver.No s cmo se atreve a arrojarle el guante al fiero Basilio!Pero si no tiene ni guantes!Ni lanza!Ni una armadura como es debido!Y monta un caballo as de pequeo!Con un cuerno en la testuz!Nunca he visto caballo igual!Ni tampoco caballero!Pero a fe ma que tiene coraje!Y cuando el heraldo hizo las presentaciones y Tembleque ocup su lugar en el campo, muchas

    gentes le vitorearon, pues, como buenos ingleses, saban apreciar a un valiente, aunque fuera unperdedor.

    Buena suerte! Te procuraremos un funeral decente! le gritaban con simpata.El unicornio sali a galope tendido al son de la trompeta. Su velocidad era tal, que ya estaba

    encima del caballero Basilio cuando ste y su pesada montura todava no se haban empezado amover.

    Tembleque agach la cabeza y la lanza de su contrario le pas por encima sin tocarle un pelo.Con la agilidad de un gato monts, el unicornio se volvi sobre sus pasos lanzado en persecucin

    del gordo y, cuando le tuvo a tiro, coloc su cuernecillo puntiagudo en el trasero del caballo, que selevant sobre sus patas delanteras.

    El fiero Basilio sali despedido por encima de la cabeza del animal y cay a tierra, con un ruidosimilar al que haran setenta pucheros al chocar contra el suelo empedrado.

    Punta de Lanza se detuvo junto al cuerpo cado y Tembleque descabalg, desenvainando laespada. Despus se inclin hacia Basilio, le levant la visera del yelmo y dijo:

  • Di que lo sientes!El qu? chill Basilio con estupor.Haber dicho que soy un caballero pasado por agua.Ni lo pienses siquiera contest el gordo haciendo vanos esfuerzos por ponerse en pie.Vale. Pues ahora vers le arrebat la espada y, con un mandoble, la cort limpiamente en

    dos. Despus, le cuarte el escudo y le redujo la lanza a ocho pedazos.Bueno, bueno, bueno dijo acto seguido. Ahora podra cortarte en no menos de diecisis

    piezas, grande y gordo como eres. Por dnde quieres que empiece? Por una pierna? Por un brazo?O quiz sea mejor empezar por tu cabeza?

    Ohhh, no! Lo siento, lo siento mucho! tartamude, aterrado, Basilio.Estoy loco, pues?Oh, no, no lo ests!Soy un payaso, por ventura?No, no, no!Qu es lo que soy, entonces? pregunt Tembleque.El fiero Basilio se atragant y respondi:Glup! Un hidalgo, sin duda!Mi nombre?El caballero Tembleque.Mi ttulo?Campen de Inglaterra.El caballero Tembleque hizo gestos a las gentes para que se callaran y dijo:Reptelo para que todos puedan orte!Basilio solt un suspiro de infelicidad y repiti:Eres el caballero Tembleque, campen de Inglaterra!Tembleque envain la espada.Bueno, eso est mejor se agach junto a su contrincante y le cerr la visera de un golpazo.

    Y ahora olvdame!

  • Captulo 7EL nuevo campen dio una vuelta completa al prado, sintindose la mar de satisfecho consigo

    mismo y saludando a la chusma enfervorecida que le vitoreaba sin cesar.Qu divertido!, verdad? le coment a Punta de Lanza. Todos me aclaman.No todos le respondi el unicornio. Mira!Efectivamente. Tembleque mir en la direccin que le sealaba el unicornio, hacia donde

    terminaba la pista, y vio a un grupo de caballeros que, armados hasta los dientes, se dirigan hacia lmuy despacio. Slo por nombrar a unos cuantos, diremos que entre ellos reconoci nada menos que aCols el Cruel, al impo Martn, a Toms el Terrible, a Federico el Horroroso, a Heriberto elEspantoso y a Donato el Rompehuesos.

    Huy, si son los dems contrincantes! exclam.S contest Punta de Lanza.Que vendrn a darme la enhorabuena, no es as?No.Tembleque los observ con ms atencin. No llevaban lanza, sino armas ms pesadas:

    afiladsimos espadones, poderosas mazas, hachas sanguinariasOh! Quieres decir queQuiero decir dijo el unicornio que esos caballeros no deben de estar muy satisfechos del

    resultado del torneo o de la manera en que hemos vencido. Quiz consideren que no hemos respetadolas reglas. A lo peor vienen a quejarse.

    Pues son treinta o cuarenta le contest Tembleque un tanto pensativo. A lo mejorpodramos

    El qu?Echar a correr? pregunt Tembleque esperanzado.Punta de Lanza relinch con desprecio.Y t, t que eres el campen de Inglaterra, el ms valiente entre los valientes, t retrocedes

    ante el enemigo? Cmo podras llevar la frente alta jams en la vida? Qu vergenza!Tembleque mir a los guerreros, que, a todo esto, estaban a tiro de piedra.Si no lo hago, mi vida no durar ms que unos minutos, con lo cual no me quedar frente que

    llevar, por alta o baja que est, as que me da igual respondi y, acto seguido, desenvain suespada.

    El grupo de jinetes se par en seco. Un par de ellos se levantaron la visera del yelmo para vermejor y sus caras reflejaban no ya enfado, sino una honda preocupacin.

    A todo esto, la masa empez a disolverse. Los espectadores cruzaban el puente de San Edelgardorpidamente y desaparecan tan deprisa como sus piernas se lo permitan.

    Slo la figura vestida de negro permaneci en el prado y desde su escondrijo, tras una tienda, fuela nica que vio cmo los caballeros se daban media vuelta y escapaban a toda prisa tras los aterradosespectadores. Tembleque se qued de una pieza al ver la explanada vaca.

    Vaya, quin lo hubiera credo! Desenvaino y ese hatajo de valientes sale corriendodespavorido! No ha podido ser otra cosa que el que haya desenvainado! Verdad?

    Desde luego, mi seor le contest un profundo rugido a sus espaldas. No ha podido ser

  • otra cosa.

  • AS FUE COMO LA FAMA del caballero Tembleque se extendi por todo el pas. De la mismamanera que crece un incendio, a medida que pasaba el tiempo, su fama iba agrandndose ms y ms.

    Las gentes contaban de un caballero gigantesco, alto como un rbol, que haba mantenido unsingular combate en el prado grande, montado en una bestia blanca y alada, rpida como una flecha.

    El aguerrido hidalgo haba descabalgado al caballero Basilio y luego lo haba cortado en pedacitoscon un solo toque de su dedo meique. Y se saba que despus, cuando cien, no, ms bien doscientoshidalgos se haban atrevido a enfrentarse con l, haba acudido en su ayuda un voraz len, comedor dehombres y tambin de gigantesco porte.

    As que cuando la gente vea pasar a Tembleque y a sus colegas, las ovaciones eran estruendosas.La sola vista del valiente guerrero espantaba tanto a los campesinos que se escondan en sus

    cabaas en un abrir y cerrar de ojos como a los seores, que desaparecan aterrados ante lapresencia del terrible tro.

    Todos estos hechos hicieron mella en el caballero Tembleque. Su victoria en el gran torneo y elhaber asustado a los caballeros que le amenazaban cosas que ahora se atribua a s mismo, en vezde atriburselas a sus colegas, sumados al temor que sin duda alguna provocaba en quienes le vean,se le subieron a la cabeza completamente y comenz a comportarse de una manera muy difcil deaguantar.

    En cuanto poda, insultaba a los desprevenidos hidalgos con nombres como caballero tripagorda o caballero culn, y cuando stos huan, despavoridos ante su legendaria fama, chillaba asus espaldas: Miedicas, miedicas, la rabia os pica!, y sandeces similares, mientras su cara, anteslnguida, ahora resplandeca de satisfaccin. Incluso su bigote haba cambiado, porque ahora se locepillaba con las puntas hacia arriba, lo que daba a su cara un aspecto mucho ms fiero.

    Arturo y Punta de Lanza lo tenan claro: o le bajaban los humos, o Tembleque se iba a convertiren un ser insufrible.

    Una noche, mientras el hidalgo dorma, ambos tuvieron una conversacin sobre el asunto:Necesita espabilar. Que le den un buen susto dijo el unicornio.Temer por su vida le contest el len.Sin ayuda por nuestra parte.Claro. Tiene que enfrentarse a un enemigo aterrador.Como, por ejemplo, un dragn.Bastara con uno que tuviera grandes fauces humeantes.Y poderosas alas.Con una cola larga y fuerte.Unas garras terribles.Una horrorosa dentadura.De acuerdo! As ser! exclam Punta de Lanza.Aprender a no tirarse faroles! dijo Arturo.Y se quedaron tan contentos.El silencio de la noche era total, a excepcin de los ronquidos de Tembleque y de unos extraos

    ruidillos que se oan por all cerca.Como si alguien estuviera rascando la corteza de un rbol con las uas.Bueno, pues no nos queda ms que una cosa concluy Punta de Lanza.

  • Encontrar a un dragn terrible acab Arturo.Eso puede arreglarse dijo una voz baja y agradable que se oy en medio de la negrura de la

    noche, entre el ulular del viento.

  • Captulo 8DE modo que ni Punta de Lanza ni Arturo se sobresaltaron lo ms mnimo al encontrarse con un

    dragn a la maana siguiente.El caballero se levant muy satisfecho consigo mismo. Haba tenido un sueo encantador sobre

    una encantadora damisela en apuros, a la cual haba rescatado sin ningn problema. Estaba tancontento que, al emprender el camino, rompi a cantar.

    Sus cnticos eran un tormento para el len y el unicornio, no slo porque desafinaba, sino porquerepeta todo el rato lo mismo: una cancioncilla que l mismo haba inventado.

    Quin es el ms valiente caballero?Quin, el mejor de los guerreros?

    Quin sostiene la poderosa espada?Quin no teme nada de nada?

    De quin, el podero que nadie osa combatir?De quin, el coraje en cualquier lid?

    Y despus, el coro:

    Oh, caballero Tembleque!Bravo entre los bravos!

    Oh, caballero Tembleque!Siempre el ms amado!

    Cuando se aproximaban a un estrecho barranco rocoso, Tembleque volva a la carga por cuartavez.

    Punta de Lanza se detuvo sobre sus pasos y olfate el aire con los belfos levantados. Tras l, ellen levant la poderosa cabeza para hacer lo mismo. Ambos reconocieron el olor que flotaba en elambiente.

    Era un olor muy penetrante: en parte ola a caballera, en parte a pjaro y en parte a pescado. Eracomo un revoltijo de olores; como pasar junto a una pescadera, un gallinero y una pocilga en unclido da de verano, amn de un ligero toque a humo.

    Qu sucede? pregunt Tembleque, al ver que los animales se detenan y que Punta deLanza, nervioso, golpeaba la hierba con las pezuas.

    Peligro, mi seor contest Arturo con un gruido suave.Peligro? pregunt el caballero ms valiente de Inglaterra. Qu bobada! Peligros a m!

    y se acarici las puntas de su bigote con una mano, desenvainando la espada con la otra, al tiempoque se ergua y echaba la cabeza hacia atrs, con noble ademn, para mirar al frente.

    Aquella mirada dejaba entrever su conviccin de que era un hombre cuyo poder nadie osaradesafiar.

    Adelante! grit, pero el unicornio no se dio por enterado.

  • Bueno, venga, por favor, anda! insisti el hidalgo.El unicornio no cedi un palmo.Arturo, s buen chico y vete a ver qu hay por ah pero el len tampoco le hizo caso y se

    limit a mover la cola con aire apesadumbrado.El caballero Tembleque baj de su montura.Vaya pareja de miedicas! rezong. Tendr que vrmelas yo con el peligro, que no ser

    otra cosa que algn feroz conejo, me supongo yo y se acerc al borde del barranco.Volvi la cabeza para ver si sus compaeros le miraban admirativamente, pero no vio ni rastro de

    ellos.Cobardes, pens, y volvi a empezar su cancioncilla.En ese momento fue cuando tambin l percibi el olor del ambiente, y era tan amenazador que

    pens que sera mejor un poco de discrecin, as que par de cantar, desenvain la espada, se puso acuatro patas y gate hacia delante para ver qu haba por all.

    Al llegar al borde del barranco, ech cautelosas ojeadas arriba y abajo, y dio la casualidad de queexactamente bajo el lugar donde se encontraba estaba tumbado un dragn enorme.

    Tembleque nunca haba visto un dragn, aunque ltimamente hubiera soado con uno, que en susueo era ms bien pequeo y ms bien cobarde, pero ni en la peor de sus pesadillas haba imaginadoalgo as.

    Para empezar, este dragn era mayor que tres leones juntos puestos en fila, y todo en l alas,cola, garras, dientes era tan enorme que no le tranquiliz nada.

    Su piel, parecida a la de los lagartos, era roja, pero no del alegre color zanahoria que tenan el peloy los bigotes de Tembleque, sino del rojo de la sangre fresca, y cuando respiraba salan chorros dehumo de sus narices, que parecan dos crteres volcnicos.

    Lo nico que le pareci bien fue que el monstruo tena los ojos cerrados, como si durmiera unprofundo sueo.

    Dejemos que los dragones duerman pens Tembleque. Les dir a los otros que me heencontrado con uno que estaba muerto.

    Y retrocedi sobre sus pasos, pero como era muy patoso, movi una piedra con tan mala fortunaque rod hasta el borde del barranco y cay sobre las narices del durmiente.

    La erupcin volcnica que se produjo fue terrorfica.Con sorprendente agilidad, la criatura se levant sobre sus cuatro extremidades, despleg las alas,

    estir la cola y abri ojos y fauces, de las que salieron chorros de llamas color naranja.Dichas llamas le pasaron a Tembleque justo por encima de la cabeza, con lo cual, a los olores

    anteriores, se uni el de su pelo chamuscado.Se hizo un silencio, interrumpido slo por el ruidillo de unos arbustos que chisporroteaban, y,

    acto seguido, el dragn dijo:Oye, t! O te acercaz enzeguida o te fro vivo!Su voz era un tanto cantarina y ceceante, pero el caballero estaba demasiado alterado para

    percibir tales minucias; sus negros pensamientos eran un torbellino.Ay, qu estpido he sido! pens. Voy a acabar mis das tostado al fuego en una sartn!

    Me est bien empleado por ser tan cretino! Echar de menos al viejo Arturo y al joven Punta deLanza. Incluso a la bruja, mira por dnde. Y ya no podr rescatar a una damisela en peligro, ni

  • casarme con ella para que seamos felices y comamos perdices, sino que voy a morir.Gracias a estas reflexiones, se tranquiliz y decidi que, si tena que morir, lo hara como un

    hombre. Mir hacia abajo y, engordando la voz todo lo que pudo, dijo:Escchame, que tengo un consejo que darte.El dragn le mir con los ojos muy abiertos, mientras segua echando humo.Un consejo? Qu cara ms dura! Y qu tipo de consejo, si puede saberse?Deja de fumar, que es mortal para la salud, hombre.

  • Captulo 9MORTAL para mi zalud, eh? Te contar algo. Mz bien zer mortal para la tuya, porque a la

    prxima te chamuzcar algo mz que loz bigotez! le contest el dragn.Tembleque se llev la mano a los mismos y comprob que los tena mucho ms cortos que antes,

    lo que le enfad muchsimo. Le haba llevado mucho tiempo dejrselos crecer y, ltimamente, muchotrabajo tambin, por lo de peinrselos con las puntas hacia arriba. Se le olvid, incluso, que podaacabar como una tostada y baj rpidamente a reunirse con el bicho.

    A todo esto, el len y el unicornio no le perdan de vista, escondidos detrs de unas matas.Furioso y nerviossimo, Tembleque se enfrent al dragn con los brazos en jarras.Mira, comotellamesJonez contest el dragn.Mira, JonesZer zeor Jonez, zi no te importa.Vale, seor Jones, pues. Hazme el favor de decirme por qu diablos me has quemado los

    bigotes.Porque me eztabaz tirando piedrazNo, seor. Te estaba mirando y me deca a m mismo: Mejor serQu? darse la vuelta.Huir, querraz decir!Bueno, marchar en direccin opuesta.Zerz cobarde!Arturo y Punta de Lanza se miraron.Pues, francamente, s lo soy. Por lo menos, a veces dijo Tembleque.Vaya! exclam el unicornio desde su puesto de observacin. Por lo menos tiene la

    nobleza de admitirlo!Y eso que est frente a uno de los mayores dragones del pas! corrobor Arturo.Puez tiene gracia continu diciendo el dragn. Me ha parecido orte cantar algo como

    el guerrero mz valiente o algo az?Pero si estabas dormido! dijo Tembleque.

  • No lo eztaba. Eztaba dizimulando le contest el dragn. Eztaba ezcuchando. Tengo muybuen odo y me chifla la mzica. Tengo voz de tenor y, por cierto, he odo mejorez vocez que latuya, zabez? Dezafinaz un montn, la verdad. Tembleque te llaman, no?

    Caballero Tembleque.Ah! Perdona! Ez que no lo parecez. Loz caballeroz zuelen ir enlatadoz. Ez mz fcil para

    cocinarloz. Y ahora t, zin la lata. Tendr que andarme con ojo o te achicharro. No tienez muchacarne. A decir verdad, no z zi vale la pena encender el fuego para comerme un puado de huezozcomo t.

    Quieres decir que no me vas a matar?Z, pero con una condicin.Cul?Que no vuelvaz a cantar. Me zienta como un tiro.Resulta que a Tembleque se le pas el enfado de golpe y empez a soltar unas risitas, pues de

    pronto el dragn, con su ceceo, le resultaba muy cmico. Las risas fueron a ms y a ms, hastaconvertirse en sonoras carcajadas.

    Pero qu paza? le pregunt el dragn enarcando las cejas. Qu ez lo que te hace tantagracia?

    Me haces gracia t. Tienes mucha gracia. Adems, nunca se ha visto un dragn que se llameJones, qu bobada! le contest Tembleque, y como no poda parar de rer, se tuvo que tirar alsuelo y revolcarse de risa all tumbado.

    Entonces, Arturo y Punta de Lanza bajaron tambin y se presentaron al dragn.Encantado de conoceroz les dijo el dragn. Ella ya me dijo que estaraiz por aqu con l.

    Mirad, le ha dado como un ataque o algo az.A sus pies, Tembleque segua retorcindose de risa y le caan lgrimas por las mejillas.No me habr pazado? les pregunt el dragn a sus nuevos amigos, un tanto preocupado.No. Has hecho justo lo que queramos le contest el unicornio. Le has obligado a

    reconocer que no es tan valiente como se imaginaba.S, lo hemos odo todo dijo Arturo.Y has logrado que deje de cantar.Qu gusto!El dragn rojo movi la cabeza.Es curiozo dijo. Ahora ze muere de la riza. Ezt medio atontado.Est enamorado explic el len. Bueno, en realidad anda buscando a una damisela en

    peligro para poderla rescatar y amar y casarse con ella, esas cosasNo conocers a alguna chica del lugar que est encerrada en un castillo, no? le pregunt

    Punta de Lanza. Preferiblemente defendida por algn dragn de poca monta, eh?Y que no fume aadi Arturo.Esta zona tiene tantos rboles que no se encuentran castillos con damiselas tan fcilmente se

    lament el unicornio.Creo que puedo ofreceroz lo que necezitiz: un reconocimiento areo dijo Jones. Zoy

    vueztro hombre. Mirad!El len y el unicornio observaron cmo desplegaba sus alas y emprenda el vuelo con suavidad.

  • Una vez arriba, con las alas ya totalmente abiertas, les dijo:Sabis cmo me llaman en casa?No, cmo? le contestaron a gritos.Jones el jet y el dragn solt uno de sus chorros llameantes mientras volaba marcha atrs.

  • Captulo 10JONES pas muchos das con sus correspondientes noches buscando damiselas por la campia

    inglesa.La fuerza de uno cualquiera de sus chorros de vapor le bastaba para recorrer largas distancias y,

    mientras volaba, no paraba de cantar.Ms de un pastor huy aterrado al ver pasar sobre su cabeza, a ras de los rboles, aquella extraa

    forma alada que canturreaba. Rebaos de ovejas y manadas de vacas salan despavoridos en todasdirecciones, pues tras las canciones sonaban los tremendos rugidos de las llamaradas y los chorros devapor.

    De vez en cuando, al ver huir a los animales, Jones recordaba que deba llenar el estmago.Entonces, bajaba y se zampaba un toro o media docena de corderitos.

    Claro que una cosa eran los aldeanos desprevenidos, y otra los nobles en sus fortalezas: cuandosobrevolaba un castillo, Jones encontraba a sus ocupantes bien preparados para la defensa. Losanimales, encerrados en el castillo; el puente levadizo, subido; las rejas, bajadas, y todos los hombres,armados de pies a cabeza. Si Jones se acercaba demasiado, lo reciban con una lluvia de flechas, cosaque, por otro lado, no le importaba mucho, pues tena la piel muy gruesa.

    Pasaban los das y Jones segua buscando a la ansiada damisela, a la que estaba seguro de que ibaa encontrar en el cuarto ms escondido de la torre ms alta de algn castillo perdido, haciendo seascon su pauelo.

    Un da crey ver algo as, pero al acercarse descubri que se trataba de una fornida moza quehaca las tareas domsticas con un trapo en la mano.

    Fuera, pajarraco! le chill, demostrando no ser una damisela en apuros y tener poca vistaadems.

    Mientras Jones continuaba su bsqueda por el aire, Tembleque y los dems lo hacan por tierra,ya que, castillos aparte, siempre podan encontrarse con una doncella llorosa atada a un rbol,prisionera en una cueva o abandonada en un islote del ro.

    Pero aunque no tuvieron esa suerte, estaban muy contentos. No tenan prisa, haca buen tiempoy, a cada minuto, la amistad entre los tres se haca ms y ms estrecha, cosa que se deba en parte a laconversacin que sostuvieron una noche, despus de un da agotador pero no por ello desagradable.

    Tembleque se haba sentado a la sombra de un rbol, lleno de pajaritos que piaban felices, y losdos animales estaban tumbados a su lado. El atardecer era soleado y el hidalgo se sentaestupendamente all con ambos amigos.

    Uno me lleva en su lomo, otro me defiende y ninguno de los dos se queja, pens, y palmecariosamente el blanco lomo del unicornio.

    No estars demasiado cansado, verdad? le pregunt. Aunque t eres fuerte y vital.El unicornio volvi la cabeza hacia l, mientras los ltimos rayos de sol sacaban chispas a su

    blanca testuz.Creo que ya es hora de que dejes de darme coba. Nos conocemos bien, no crees?Cierto que nos conocemos bien contest el caballero, y te dir que ahora me conozco

    mejor a m mismo tambin. Creo que me puse insufrible cuando t ganaste el torneo y cuando, actoseguido, Arturo asust a mis enemigos sigui diciendo Tembleque mientras acariciaba la melena del

  • len. Creo que haberme topado con ese dragn tan gracioso y comprobar que sigo ponindomecomo un flan a la primera de cambio, me ha devuelto a mis cabales. Un to majo, el tal Jones. Hetenido suerte de dar con un dragn tan decente como l.

    Y que lo digas, mi seor dijo Arturo.Otra cosa, no me llames seor. No soy tu seor. Somos compaeros.Cmo te llamo, entonces? le pregunt Arturo.Cmo te llamaban los amigos? aadi Punta de Lanza.Los amigos?Los amigos que tenas entre los caballeros.No tena amigos. Unos se rean de m porque soy un patoso y otros se enfadaban porque no

    controlo mis nervios.Bueno, pues cmo te llamaban tus padres cuando eras pequeo?El caballero pareci avergonzarse, pero respondi:Mam me llamaba Lequeleque.Muy bonito comentaron los otros dos.En serio? Pues llamadme as, si os gusta realmente exclam Tembleque encantado de la

    vida, y de ah en adelante, as lo llamaron.Al da siguiente, se despertaron al or un cntico que vena de lo alto. Dicho cntico no proceda

    de ningn pjaro, sino de una dulce voz de tenor que dijo as:

    Buzco al valiente Tembleque,zingular y leal guerrero.

    Habeiz vizto al caballero?Hombre ordinario no ez zte,

    zino hidalgo flaco y altoque vizte mediaz y jubn

    y dezdea la armadurapor zer zta de latn.

    Los tres amigos salieron de debajo del rbol apresuradamente y vieron al dragn, que volandocerca de ellos, cantaba una segunda estrofa:

    Zi alguno le ve pazar,decidle zin dilacin,

    no ze oz olvide, por favor,que Jonez, el dragn,

    buenaz nuevaz le dar.

    Cuando Jones acab de cantar, ya se haba aproximado lo bastante a ellos como para or el jaleoque metan con el fin de atraer su atencin. Los gritos de Tembleque, los relinchos del unicornio y losgruidos del len le hicieron detenerse. Al verlos, lanz un chorro de fuego para desbrozar las copasde los rboles vecinos e hizo un aterrizaje de primera.

  • Por fin oz encuentro! Eztaba harto de cantar una y otra vez la mizma tabarra! Zi no fueraporque mi garganta ez incombuztible, me habra quedado ronco!

    Tembleque se alegr muchsimo de verlo, a pesar de lo mal que ola.Y las buenas noticias? Has encontrado a la damisela de mis sueos?Z, por cierto.Y est en apuros mi dama?Por zupuezto. All eztaba en la ventana de una torrecilla y gritaba y haca zeaz con zu

    pauelito.Y qu es lo que gritaba?Zocorro y Zalvadme. Te parece raro, o qu?Tembleque se aclar la garganta.Y cul es el peligro del que tengo que salvarla?Puez no lo z. Era noche de luna, pero eztaba ozcuro. Zupongo que de algn dragn, algn

    pariente mo, que no eztar mal, aunque yo zea mucho mejor, dezde luego.No te preocupes, Lequeleque. T puedes con lo que sea le dijo Punta de Lanza.Un golpe de espada y te casas con la dama gru Arturo.Era hermosa, verdad?Podra decrtelo zi hubiera zido de da. Ademz, yo entiendo de dragonez y puedo decir cul

    ezt bien, como yo, pero vozotroz loz humanoz zoiz todoz igualez. Bueno, algunoz con mz pelozque otroz. A propzito, y tuz bigotez?, han crecido?

    El caballero se acarici los bigotes con orgullo. Desde que Jones se los haba chamuscado, lehaban crecido una barbaridad. As tena una pinta de lo ms fiera.

    Me crecen estupendamente. Gracias, seor Jones le respondi.El dragn acerc su cabeza a la del hidalgo para verle mejor. Por suerte, el aliento no le ola mal,

    pero en lo que se refiere a la temperatura, en cuanto empez a hablar, Tembleque sinti como si lehubieran abierto la puerta de un horno en las narices.

    Oye, no hace falta que me llamez zeor, que miz colegaz me llaman Tufi.Tembleque sinti un calorcillo por dentro que igualaba al que senta por fuera.Oh, gracias Tufi! le contest agradecido.No hay por qu darlaz, Lequeleque.Y todos se echaron a rer.

  • Captulo 11EL tro de amigos iba siguiendo el rastro de maleza chamuscada que dejaba el dragn al volar.La noche anterior, Tembleque le haba preguntado si el castillo en cuestin quedaba muy lejos.Hombre, volando quedar a una horita mz o menoz le contest Jones.Bueno, eso equivaldr a unos cuantos das para nosotros dijo el caballero.Claro, Lequeleque, pero te moztrar cmo ir en lnea recta, o zea, la diztancia mz corta entre

    doz puntoz.Y te vas a poner a andar?Oh, cieloz, no! Andar me cuezta mucho, porque eztoy muy gordo. Demaziada carne. Debera

    ponerme a rgimen un da de eztoz. No, lo que digo ez que te dejar un raztro.Qu quieres decir?Que volar muy bajo, como un zaltamontez, y a cada cien yardaz o mz, zi eztoy en campo

    abierto, voy y zuelto la ignicin. Azi, a la vez que vuelo, te chamuzco el terreno para dejarte unraztro, entiendez? Veraz la hierba negruzca o loz rbolez un tanto toztadoz y zabrz que tienez quezeguir derecho. Pero abre bien loz ojoz, zlo dejar pequeaz zealez, no zea que ze queme elbozque. Ezo no, por favor.

    Fantstico! dijo Tembleque. Empezamos maana?Cuanto antez, mejor; no zea que la rezcate otro contest Jones.As que todo sigui su curso.Arturo iba el primero: su poderoso olfato le llevaba a descubrir sin ningn esfuerzo las hojas

    quemadas y las ramas ennegrecidas. El caballero, montado en Punta de Lanza, lo segua.Subieron valles y bajaron colinas, sin dejar de ir en lnea recta, siguiendo el rastro de Jones.Durante todo el trayecto, Tembleque no par de pensar en la damisela de sus sueos. Se la

    imaginaba perfectamente: sera alta, con los ojos grises, como le haba dicho a la bruja, pero tambincon otras cualidades que no se haba atrevido a mencionar ante una persona tan fea, porque era muyeducado.

    La damisela tendra el cabello dorado, muy largo y suave. La nariz recta o quiz aguilea. Unanariz noble.

    Su boca sera como un capullo de rosa, y sus mejillas, de una exquisita palidez, comocorresponda a una dama de alcurnia que debe protegerse la piel, tanto del sol excesivo como de loscrudos vientos del invierno.

    Tan absorto andaba en sus propios pensamientos, que no paraba de darse golpes con las ramasde los rboles, pero no le importaba gran cosa.

    A saber lo qu estars pensando le deca el unicornio, pero Tembleque no soltaba prenda.Ms de una semana estuvieron en camino hasta que, por fin, llegaron al castillo.El caballero iba con la mirada perdida, como de costumbre, cuando Punta de Lanza se par en

    seco al bajar una escarpada colina, obligando a Tembleque a agarrarse a su cuerno para no salirdespedido.

    Mientras se enderezaba de nuevo, pudo ver cmo el len volva sobre sus pasos.Creo que hemos llegado, Lequeleque. All abajo est el castillo, y he odo con claridad una voz

    dando gritos le dijo.

  • Una voz femenina?S.Que grita Socorro y Ayudadme?Exactamente.Oh, cielos! Qu dicha la ma! exclam Tembleque, emocionado.Siguieron al len hasta abajo, justo donde se vea el ltimo redondel de tierra chamuscada. Algo

    ms lejos, se vislumbraba lo que pareca ser un castillo. Efectivamente, de una torre muy alta, queperfilaba su negrura contra el cielo, llegaban unos gritos que pedan auxilio.

    Todava quedaba luz suficiente como para reconocer la forma que se encontraba situada frente alas puertas del castillo, dndoles la espalda. La brisa de la noche les hizo llegar un olor familiar.

    Hombre! Si es el viejo Jones esperndonos! exclam el hidalgo, al tiempo quedescabalgaba.

    Punta de Lanza empez a mordisquear la hierba de alrededor y a Tembleque, al verlo, le entrhambre.

    Oye, por qu no te haces con algo para cenar y le pedimos a Jones que nos lo pase por elhorno? Se lo digo. Qu te parece?

    Al acercarse al dragn, pens en darle un susto, as que se aproxim a su cola sin hacer ruido,sac la espada, le dio un golpecito y dijo:

    Ujuj!Sin embargo, la reaccin de Jones no fue volcnica como la vez anterior, sino que se levant muy,

    muy despacio y se dio la vuelta para verle mejor, tambin con gran lentitud.Hola, Tufi! Soy Lequeleque. Ya hemos llegado, y pensaba que te apetecera cenar algo con

    nosotros.La voz que le respondi rasgando las tinieblas no ceceaba lo ms mnimo.Algo, ah, para cenar? Me parece, ah, que mi cena la tengo delante de las narices.

  • Captulo 12EL primer pensamiento de Tembleque fue echar a correr, pero, antes de que empezara a hacerlo,

    oy un grito de alguien que peda auxilio desde la torre. Entre el grito y la certeza de que, si echaba acorrer, no se librara esta vez de acabar frito, decidi quedarse quieto.

    Pens que aquel dragn, por lo despacio que hablaba y se mova, no deba de ser muy listo. Tenaque ganar tiempo como fuera.

    Ah, s? le dijo en tono frvolo, como si no pasara nada. Conque te comes a la gente, no?Debe de ser fatal para tu salud.

    Se hizo un silencio. La luna sali de entre las nubes e ilumin la escena con su luz plateada.Tembleque pudo ver que aquel dragn se pareca muchsimo a su amigo Jones, salvo por el color,

    pues era verde y no rojo.El dragn pareca confundido.Por qu ahhh dices eso?Estropea la dentadura y se te pondr mal aliento le contest el caballero.El dragn verde se qued pensativo.Slo me como a los ahhh mejores.A su alrededor haba pruebas de ello. En torno a l se amontonaban armaduras, lanzas, mazas y

    espadas, yelmos emplumados y escudos con blasones. Eran los despojos metlicos de muchoscaballeros digeridos haca tiempo.

    Los mejores son los peores para tus dientes. Masticando todas esas armaduras, vas a acabarcon tu dentadura le dijo Tembleque.

    Con ms ahh razn puedo comerte, entonces. Como ahh t no llevas armadura le contest el dragn, abriendo sus fauces de par en par.

    Cuando ms tarde recordaba esos momentos, Tembleque no se lo poda creer: cmo l, caballerocon los nervios a flor de piel, haba actuado con tal frialdad, decisin y rapidez? Pues s. El caballeroTembleque encontr la valenta que tanto haba deseado, sin la ayuda de nadie y en los umbrales de lamuerte.

    Olvidando su torpeza, se movi como un rayo para agarrar una de las lanzas cadas y la introdujoen la boca del bicho, con lo que la lanza qued clavada entre sus mandbulas. Por si esto fuera poco,despus le encaj un escudo en plena garganta. El dragn, metiendo un ruido terrible, dirigi unabocanada de fuego hacia el crculo de hierro y ste pas de un rojo oscuro a un rojo brillante.Realmente pretenda que las llamaradas alcanzaran a Tembleque, pero no pudo conseguirlo porque elescudo protega al caballero.

    Al cabo de unos instantes, el pequeo cerebro del dragn registr, por fin, qu era lo que leobstrua dolorosamente la garganta y, dndose la vuelta con torpes movimientos, hundi la cabezotaen el agua del riachuelo que rodeaba el castillo.

    La suerte es de los valientes, dice el refrn, y es verdad que Tembleque tuvo suerte, pues antesall no haba ningn puente y, sin embargo, ahora tena uno para cruzar el riachuelo.

    Camin con agilidad por el lomo del bicho y salt atlticamente el espacio que le separaba delpuente levadizo, se agarr a la hiedra de la pared y, con la destreza de un consumado gimnasta, seaferr al extremo superior del puente. Despus, mir hacia abajo y vio cmo el dragn alzaba hacia l

  • su cabezota chorreante de agua.El animal haba conseguido deshacerse de la lanza y del escudo y le miraba con los ojos llenos de

    odio.Alguien ah va a morir dijo, muy despacio, con su profundo vozarrn.Tembleque desenvain la espada y le contest:A fe ma que sers t quien muera! y de un solo golpe cort la pesada cadena que sostena

    uno de los lados del puente. Despus, como si fuera un funmbulo, cruz al otro lado, repiti laoperacin y salt fuera de peligro.

    El puente, sin nada que lo sostuviera, chirri bambolendose sobre el enorme dragn verde, einmediatamente despus, con un crujido espantoso, la inmensa y pesada mole se venci sobre elanimal.

    Cuando el eco de lo sucedido se hubo apagado, Tembleque ech un vistazo y no vio nada msque un pedacito de la cola de su adversario asomando por el extremo del puente cado.

    Lo que quedaba de la cola se movi una, dos y tres veces, y despus, se qued quieta.

  • Captulo 13TEMBLEQUE sigui su camino. Tena que superar la reja que le cerraba la entrada, pero con

    unos golpes de espada consigui abrir un espacio lo suficientemente desahogado como para quepasara su cuerpo. Accedi as al patio del castillo, dispuesto a enfrentarse con el enemigo que fuera.

    Slo que all no haba nadie. Los castellanos, despus de cerrar las rejas y subir el puente, ohaban huido o se los haba merendado el dragn.

    En todo el castillo slo se oan los gritos de socorro de alguien en peligro.Tembleque tuvo claro que la voz vena de una torrecilla que se alzaba en la parte ms protegida

    del patio. Efectivamente, cuando mir hacia el extremo de la torre distingui, a la luz de la luna, unamano diminuta que agitaba un pauelo en el aire de la noche.

    Salvadme, oh, salvadme! gritaba la voz. Quin vendr en mi rescate?Yo! chill Tembleque. No desesperes, noble dama! Estar contigo en unos segundos!

    y sali corriendo en aquella direccin.La puerta de la torre estaba construida para resistir al ms fuerte invasor, pero el caballero la sac

    del quicio con un solo golpe de su espada y subi de tres en tres las escaleras de caracol.Tembleque era feliz. Por fin se cumpla su destino. Haba ganado un torneo, haba acabado con un

    dragn y, en unos instantes, liberara a una damisela en apuros. Lo que es ms: la damisela encuestin estaba seguro sera la chica de sus sueos.

    Casi, casi se puso a cantar su cancioncilla, pero se abstuvo al acordarse de la promesa que le habahecho a Jones y, adems, porque le faltaba el aliento. Se detuvo, jadeando, al llegar al final de laescalera. All pudo ver, a la luz de la luna que se filtraba por un ventanuco de la torre, otra puerta, ypor una rejilla de la misma, un par de ojos que le observaban detenidamente.

    Ojos grises pens. Mi color favorito, y adems la doncella es alta, porque si no, no llegara ala rejilla. Me apuesto lo que sea a que es como la imaginaba: mejillas, nariz, boca, cabellos dorados ytodo.

    Aprtate de la puerta, noble seora, que voy a echarla abajo! grit.Ahorra tus fuerzas, noble seor le contest una agradable voz, baja y suave, que le son

    familiar. Esta puerta est cerrada con un cerrojo.Cmo sabes que soy un caballero, si no llevo armadura? le pregunt l asombrado.En ese momento, la puerta se abri de par en par y Tembleque vio la celda que brillaba bajo la luz

    lunar y una figura que se destacaba sobre el fondo de la habitacin.Vesta enteramente de negro: llevaba un sombrero negro, se envolva en una capa negra y a sus

    pies tena un gato, negro tambin. Un pauelo negro le tapaba la cara.T! grit Tembleque.Yo contest la bruja.Pero t no eres una damisela!Claro que lo soy! Una damisela es una mujer joven y que no est casada! Yo soy joven y no

    tengo marido, as quePero no ests en apuros.Claro que lo estoy, y desde que nac adems! Desde mi bautizo!Oh, no! exclam el caballero. No irs a decirme que en tu bautizo te maldijo tu madrina,

  • que era muy mala, verdad?Pues s contest la bruja. Me maldijo.Y cul fue la maldicin?sta! y, con una mano, la bruja se desembaraz del pauelo que le tapaba la cara y, con la

    otra, del sombrero que la cubra.Todo el mundo sabe cmo son las brujas. Todo el mundo sabe lo de la piel arrugada de la cara, el

    cabello desgreado, los labios prietos, la nariz que se curva hasta tocar la barbilla puntiaguda. Bueno,pues su cara era exactamente as, y Tembleque no pudo remediar un escalofro de horror, aunqueintentara disimularlo.

    Qu te parezco?Una bruja le contest Tembleque, pues no supo qu otra cosa poda decir.Exactamente. En una bruja me transform en cuanto dej de ser nia, y, como comprenders,

    con esta cara no tuve ms remedio que aprender magia y convertirme en una bruja de verdad.As fue como hiciste desaparecer mi armadura y como afilaste mi espada?S, y puedo hacer mucho ms; pero por mucho que haga, hay algo que no puedo hacer.En los cuentos siempre sale un hada que deshace el hechizo, verdad? le pregunt

    Tembleque.Y en mi vida, tambin. El hada dijo que algn da aparecera un caballero que me devolvera la

    belleza. Un noble caballero, gentil y valiente. El ms valiente entre los valientes. Y lo he encontrado.Te refieres a m? le pregunt el hidalgo.Me refiero a ti, caballero Tembleque, campen de Inglaterra, vencedor del gran dragn verde.

    T puedes salvarme del maleficio con un acto de coraje, si quieres.Claro que quiero! grit Tembleque. Qu he de hacer?Tienes que darme algo.Algo? El qu? Lo que sea!Un beso.

    * * *

    PAS UN LARGO RATO hasta que uno de los dos habl. Mientras, slo se oyeron losronroneos del gato que se frotaba contra el borde de la capa de la bruja. Al hidalgo el cerebro le dabams vueltas que una peonza, y pens que hubiera preferido acabar con una docena de dragones o condoscientos caballeros antes que besar a aquel adefesio.

    La bruja se adelant un paso.Un corazn cobarde no vencer le susurr, y levant su horrible rostro hacia l. Por favor

    suplic a continuacin.Era una splica que la cortesa del caballero no poda desor, as que se inclin hacia la bruja

    cerrando los ojos y bes una de sus mejillas, sin poder evitar una mueca de disgusto al rozar suspera piel; pero en ese mismo instante, esa misma piel adquiri la suavidad y la tersura delmelocotn maduro.

    Tembleque retrocedi y abri los ojos.Frente a l, vestida con una tnica de seda azul del color de las nomeolvides, una capa amarilla del

  • color de las prmulas y chinelas blancas como campnulas, se alzaba una doncella.No era la damisela de sus sueos, pues su pelo no era dorado, sino castao, y no lo llevaba largo,

    sino corto. Adems, no tena la nariz aguilea. Era chata y su boca era ancha y sonriente, no como uncapullo de rosa. Para terminar, sus mejillas no eran plidas tampoco, sino que tenan un aspecto muysano, propio de una persona acostumbrada a pasear al sol o bajo la nieve.

    Al instante, la imagen de sus sueos, la damisela rubia y fra, desapareci sin dejar rastro y parano volver nunca ms.

    Oh! Qu bonita eres! Eres como un ramillete de flores, como un puado de margaritas recincortado! exclam emocionado.

    As me llamars? pregunt la doncella.As? Cmo? le pregunt Tembleque.Margarita. Tengo que tener un nombre, entiendes? le respondi ella.Margarita. S, te va ese nombre. Mi seora Margarita.Slo si me caso con un caballero.Tembleque se atragant.Supongo que no te apetecer casarte con un caballero que no es ms que un manojo de nervios,

    no?No le contest Margarita, pero s me apetece casarme contigo, querido Lequeleque.

  • Captulo 14JONES reapareci al da siguiente.Luca el sol, no se vea ninguna nube en el horizonte y los pjaros piaban como unos descosidos.Cuando Tufi se aproxim, pudo ver a sus amigos en la verde explanada que haba frente al

    castillo.El unicornio estaba pastando y el len Arturo y el gato Grim contemplaban a sus seores.Lequeleque y Margarita bailaban, y la verdad es que lo hacan de primera.Que la dama Margarita fuera una experta bailarina, nadie lo hubiera dudado; pero era difcil

    reconocer en el consumado y sonriente bailarn que danzaba a su lado a aquel primitivo caballero,patoso y desgarbado.

    Tufi se dirigi hacia ellos con un potente chorro de fuego y, al orlo llegar, los bailarines dejaronde bailar y levantaron sus miradas hacia l.

    Le oyeron cantar mientras planeaba para aproximarse a ellos y, aunque no lo entendan, estabamuy claro que la cancin era de lo ms alegre. Como les hizo mucha ilusin volverlo a ver, no seinmutaron a pesar de su estruendoso aterrizaje.

    Tufi, grandes noticias! le grit Tembleque.No me digaz! Deja que lo adivine! respondi el dragn. Te haz cargado a uno de miz

    primoz!Oh, cielos! No pens que fuerais de la misma familia!No lo pienzez mz le tranquiliz Tufi echando una mirada al pedacito de cola verde que

    sobresala por debajo del puente levadizo. Lo reconozco, zabez? Era el mz tonto de miz primoz,te lo azeguro.

    Bueno, pero no era eso lo que quera decirte.El dragn encarnado mir a la feliz pareja y su ancha faz se abri en una mueca sonriente.Oh, qu bien! dijo con dulzura. Y vaiz a cazaroz como me llamo Jones!

    * * *

    Y, EFECTIVAMENTE, se casaron al cabo de unos das.Fue una boda muy sencilla. Haba poca gente, quiz por el olor que despeda uno de los

    invitados.Margarita lleg montada sobre el unicornio, que iba profusamente engalanado, y cuando

    descabalg y ech a andar, con el gato Grim a su lado, a Tembleque le pareci que era un sueo hechorealidad, y eso es lo que era, claro.

    Despus de la boda, se celebr un banquete. Decidieron que fuera al aire libre, junto a unriachuelo cercano y bajo la sombra de los rboles.

    Margarita, a pesar de lo guapa que ahora era, haba conservado todos sus poderes mgicos, y conslo chasquear los dedos hizo aparecer ante los comensales una mesa redonda repleta de los msexquisitos manjares.

    Para Punta de Lanza, como era vegetariano, haba centeno, zanahorias tiernas y hierbas frescas.Para Arturo y Tufi, filetes de buey, patas de cerdo y chuletillas de cordero, y para Grim, una fuente

  • llena de pescado.Frente a los novios, un gran pastel de bodas, que Tembleque cort con exquisito cuidado para no

    estropear la decoracin de la punta. Era un castillo de azcar cande en miniatura, perfecto en todossus detalles, incluso con una torrecilla que tena una ventana por la que apareca una mano diminutacon un pauelo minsculo.

    Los novios brindaron en sus cristalinas copas de vino blanco, pero bebieran lo que bebieran,jams bajaba el nivel del lquido dorado.

    Qu da, mi seora! exclam el caballero con un suspiro cuando las primeras sombras de lanoche aparecieron en el cielo.

    Qu da, mi seor! corrobor Margarita.Se cogieron de la mano para observar la puesta del sol mientras todo el cortejo dorma a su

    alrededor.Son muy buenos compaeros dijo Tembleque. Si algn da tenemos un hijo, me gustara

    llamarleNo podremos llamarle Punta de Lanza, verdad?Ni Grim.Ni Tufi.Pero Arturo s dijo Tembleque. A que es bonito? No suena bien? Con una madre como

    t, bien podra ser un gran hombre.Margarita mir cariosamente con sus bellos ojos grises al hidalgo pelirrojo, cuyos bigotes ahora

    se erguan orgullosos.Con un padre como t, nuestro hijo bien podra ser el mejor de los caballeros. Podra ser rey,

    incluso.El caballero Tembleque se atragant con el burbujeante vino.El rey Arturo! No me hagas rer! y se ri a grandes y sonoras carcajadas.Tanto se ri que el unicornio, el len, el dragn y el gato despertaron de su sueo.Jones bostez ruidosamente.Qu mozca te ha picado? le pregunt.Nada, amigo, nada. Y hablando de picar, por qu no nos acabamos el pastel?Y as lo hicieron.

  • DICK KING-SMITH. Escritor britnico. 1922-2011. Naci en Bitton, Gloucestershire. Granjerodurante aos, luego se hizo maestro en Bristol. Despus de publicar relatos cortos en Punch, escribisu primer libro, Gallinas supergallinas, en 1978, para entretener a sus nietos.

    Las historias sobre animales de King-Smith se sitan en la tradicin de autores como E. B.WHITE y Meindert DEJONG.

    Es destacable su peculiar mezcla de realidad y fantasa, su capacidad de observacin, y su modode contar sencillo y eficaz, con el que logra presentar con verosimilitud y sentido del humor lasescenas de las relaciones entre animales. Sus personajes humanos estn bien dibujados pero la accinsiempre se centra en los animales, que nunca hacen cosas raras salvo hablar entre s, podramosdecir que como cabra esperar de las psicologas que adivinamos al verlos actuar. Sin moralizar, lasobras de King-Smith transmiten aprecio hacia los animales, y tienen una intencin satrica y didcticacomo las viejas fbulas, pues resaltan cualidades como la paciencia, la comprensin, el respeto a lasdiferentes cualidades ajenas.

    El Caballero TemblequeCaptulo 1Captulo 2Captulo 3Captulo 4Captulo 5Captulo 6Captulo 7Captulo 8Captulo 9Captulo 10Captulo 11Captulo 12Captulo 13Captulo 14Autor