El Arte Adulterado_Diana Duhalde

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271 Resumen: Las diferencias en el modo de producción de imágenes pictóricas y fo- tográficas, nos hace naturalizar su pertenencia a campos propios claramente deli- mitados. En el caso de retratos pictóricos y fotográficos en el siglo XIX chileno, la diferencia se veía acentuada por la cualidad de objeto mercenario que se le asignaba al retrato fotográfico en contraste con las cualidades de artisticidad del retrato pictórico. Si bien se aceptaba que el artista realizara retratos de encargo como medio de sobre- vivencia, ellos pertenecían a un ámbito privado y han permanecido en el anonimato. En la discusión pública el comentario especializado rechazaba el uso de la fotografía como modelo para la pintura y en el caso del retrato no mostró dudas en su juicio al referirse a los que consideraba verdaderos retratos - siempre pictóricos - y capaces en consecuencia de evidenciar el ser intimo del sujeto retratado, lo que le estaba impedido al retrato fotográfico por el carácter mecánicamente reproductivo de su origen. Pero un análisis formal comparativo de retratos fotográficos y pictóricos del período nos ha entregado fuertes indicios de que el tránsito desde el retrato fotográfico al retrato pictórico fue mucho más recurrente de lo que creíamos, que ha permanecido hasta hoy en gran medida invisible o mencionado anecdóticamente y del que desconocemos los procedimientos técnicos que se utilizaron. Esto es posible de ver en el caso de personalidades políticas y culturales relevantes cuyos retratos permanecen en los museos y circulan hasta hoy en estampillas, monedas, libros de texto e internet. Introducción El arte adulterado: la foto pintura. Retratos políticos en la segunda mitad del siglo XIX chileno Diana Duhalde La última exposición en la Quinta Normal de Agricultura, nos demostró, casi en su totalidad, cuadros al óleo que no eran otra cosa que fotografías iluminadas, sin que sus autores revelaran el menor gusto para la composición. Las figuras del cuadro de “Valdivia” 1 comprada por el Gobierno en cuatro mil pesos ($4.000) no podían ser más ríjidas ni más anti-artísticas. Puede que su autor no las haya fotografiado en la tela; pero en todo caso, ellas dicen bien alto que el señor Lira es pintor fotógrafo i nada más, pues ignora en absoluto las reglas de la composición, tan indispensables en un cuadro histórico, donde la imaginación del artista unida al sentimiento esté- tico nada tienen que ver con el cliché que solo produce lo que se le presenta. (...) 1 Pedro de Valdivia elige desde las alturas del Huelén, el llano en que ha de edificarse la ciudad de Santiago de Chile; PPedro Lira gana un primer premio en la Exposición de 1888 con esta pintura, primer premio que comparte con una joven pintora, Alvina Elguin, discípula de Cosme San Martín, con la obra Pregunten por mí.

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    Resumen: Las diferencias en el modo de produccin de imgenes pictricas y fo-togrficas, nos hace naturalizar su pertenencia a campos propios claramente deli-mitados. En el caso de retratos pictricos y fotogrficos en el siglo XIX chileno, la diferencia se vea acentuada por la cualidad de objeto mercenario que se le asignaba al retrato fotogrfico en contraste con las cualidades de artisticidad del retrato pictrico. Si bien se aceptaba que el artista realizara retratos de encargo como medio de sobre-vivencia, ellos pertenecan a un mbito privado y han permanecido en el anonimato. En la discusin pblica el comentario especializado rechazaba el uso de la fotografa como modelo para la pintura y en el caso del retrato no mostr dudas en su juicio al referirse a los que consideraba verdaderos retratos - siempre pictricos - y capaces en consecuencia de evidenciar el ser intimo del sujeto retratado, lo que le estaba impedido al retrato fotogrfico por el carcter mecnicamente reproductivo de su origen. Pero un anlisis formal comparativo de retratos fotogrficos y pictricos del perodo nos ha entregado fuertes indicios de que el trnsito desde el retrato fotogrfico al retrato pictrico fue mucho ms recurrente de lo que creamos, que ha permanecido hasta hoy en gran medida invisible o mencionado anecdticamente y del que desconocemos los procedimientos tcnicos que se utilizaron. Esto es posible de ver en el caso de personalidades polticas y culturales relevantes cuyos retratos permanecen en los museos y circulan hasta hoy en estampillas, monedas, libros de texto e internet.

    Introduccin

    El arte adulterado: la foto pintura. Retratos polticosen la segunda mitad del siglo XIX chileno

    Diana Duhalde

    La ltima exposicin en la Quinta Normal de Agricultura, nos demostr, casi en su totalidad, cuadros al leo que no eran otra cosa que fotografas iluminadas, sin que sus autores revelaran el menor gusto para la composicin. Las figuras del cuadro de Valdivia1 comprada por el Gobierno en cuatro mil pesos ($4.000) no podan ser ms rjidas ni ms anti-artsticas. Puede que su autor no las haya fotografiado en la tela; pero en todo caso, ellas dicen bien alto que el seor Lira es pintor fotgrafo i nada ms, pues ignora en absoluto las reglas de la composicin, tan indispensables en un cuadro histrico, donde la imaginacin del artista unida al sentimiento est-tico nada tienen que ver con el clich que solo produce lo que se le presenta. (...)

    1 Pedro de Valdivia elige desde las alturas del Hueln, el llano en que ha de edificarse la ciudad de Santiago de Chile; PPedro Lira gana un primer premio en la Exposicin de 1888 con esta pintura, primer premio que comparte con una joven pintora, Alvina Elguin, discpula de Cosme San Martn, con la obra Pregunten por m.

    ACERResaltado

    ACERNota adhesivaPedro SACAR UNA P

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    Para nosotros (y con perdn del seor Cassagne) la fotografa no debe emplearla ni el maestro, ni el principiante porque ella es un perjuicio para ambos. Dejemos su uso para los pintores de pacotilla o para aquellos que hacen del arte un indigno co-mercio.2 La cita anterior es una recapitulacin de una serie de crnicas que public el es-cultor Jos Miguel Blanco3 en el ltimo nmero de El Taller Ilustrado, a propsito del Saln de 1888. No es nuestra intencin profundizar en la llamativa insinuacin de que Pedro Lira, el padre de la pintura chilena, usara en ocasiones fotografas como base para sus pinturas; pero si nos detendremos a considerar el hecho de que haya sido posible realizar una afirmacin de este tipo, a solo poco ms de 40 aos de la introduccin al pas del daguerrotipo.4 Blanco, en una de sus crnicas sobre el Saln y utilizando el recurso estilsti-co de reproducir una conversacin oda al pasar hace incluso decir a un presunto espectador: La fotografa amigo, es la salvacin de ciertos pintores. () Suprimir la fotografa, sera disminuir en un 90% el nmero de los pintores, porque estos no sabran como dibujar sus pinturas.5

    La existencia y extensin que Blanco adjudica al uso de la fotografa en la pintura, nos permite vislumbrar un campo de transferencias de la fotografa a la pintura poco explorado en sus prcticas y consecuencias tericas. Las modalidades de traspaso de fotografas a pinturas por medios pticos y manuales es parte de un campo mayor que tiene que hacer con los entrecruces entre ambos medios; influencias y relaciones que adoptaron formas muy diversas. Como el caso del retrato fotogrfico por ejem-plo, que imit fielmente las convenciones pictricas de pose y encuadre. Este trabajo se ocupa slo del uso directo de fotografas como modelo para obras pictricas, en el contexto de un par de conocidas polmicas del perodo, que apuntan tanto a la instalacin de la fotografa en el pas y la definicin de su status y naturaleza en el campo artstico, como a su uso por pintores del perodo. Presentaremos tam-bin algunos casos de retratos pictricos comparados con las fotografas que creemos les sirvieron de base y/o modelo. Debemos indicar el uso tentativo de los conceptos de base y modelo en esta etapa de la investigacin, en que carecemos de conocimientos precisos sobre los procedi-mientos usados para reproducir estas imgenes fotogrficas. Pero considerando los tamaos de las fotografas en relacin con las pinturas, si podemos tener certeza so-bre la existencia en todos los casos de un proceso de ampliacin. Esto poda realizar-se por medios pticos, verdaderas proyecciones sobre la tela, o manuales por medio

    2 Jos Miguel Blanco, La fotografa en la pintura al leo, El Taller Ilustrado, 1 de Julio de 1889, Ao IV, nm. 182.3 Jos Miguel Blanco, 1839-1897, escultor chileno. Dueo y director de El Taller Ilustrado, publicacin semanal dedicada exclusivamente a las Bellas Artes. El Taller se public en forma ininterrumpida desde el 6 de Julio de 1885 hasta el 1 de Julio de 1889.4 El daguerrotipo, despus de un par de experiencias fracasadas, se introduce exitosamente en Chile alrededor de 1842.5 J. M. Blanco, En la Exposicin Nacional: Lo que se oye, El Taller Ilustrado, Santiago, diciembre 17 de 1888, ao IV, nm. 159.

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    de cuadrculas que guiaran el ojo y la mano. En este ltimo caso nos referimos a la fotografa como modelo y tambin lo usaremos en un sentido amplio, que incluya el concepto menos habitual de fotografa como base que refiere al uso de proyeccio-nes.

    De las diferencias entre la fotografa y la pintura en el debate localLa querella Renard versus Ovalle y Ca.6

    En septiembre de 1864, Carlos Renard, dueo del establecimiento fotogrfico Mythos, present a los Tribunales de Justicia una querella por Falsificacin de retra-tos en su calidad de artista autor y propietario de un retrato fotogrfico de Manuel Montt, reproducido y puesto a la venta por Ovalle y Ca. y por la Librera Chilena e Imprenta sucursal del Mercurio, solicitando el castigo contemplado por la Ley a los infractores.

    Renard invocaba el artculo 1 de la lei de 1834 sobre propiedad intelectual en las Bellas Artes y Letras, la que conceda a los artistas el privilegio exclusivo de vender, hacer vender o distribuir en Chile sus obras.

    ...se ha vendido en el establecimiento del seor Ovalle un trabajo fotogrfico que acompao bajo el No 2 y en el cual aparece copiado, en menor escala , el original mo referido bajo el No 1, asimismo , en la Librera Chilena e Imprenta sucursal del Mercurio, se ha vendido a (...) un trabajo fotogrfico que acompao bajo el No 3 en el cual aparece copiado tambin en menor escala mi referido original No 1 al que, en esta ocasin, se le ha suplantado un fondo claro en lugar del oscuro primi-tivo. Estos hechos, que claramente palpitan de evidencia, son los previstos en la lei 24 de Julio de 1834 sobre propiedad de Letras y Bellas Artes...7

    Lmina 1. Prueba no 1 presentada por Carlos Re-nard como original del retrato de Manuel Montt.

    Lmina 2. Prueba no 2, presentada por Carlos Renard como prueba de la copia realizada por Ovalle.

    6 Todas las citas y lminas referidas a la querella estn tomadas del Archivo Judicial de Santiago. Causas criminales. Legajo 1623.7 En la documentacin original se conservan solo las pruebas presentadas como No 1 y No 2 correspondientes al retrato de Carlos Renard y la reproduccin realizada por Ovalle.

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    Su querella, considerada en primera instancia como una causa civil, logr ser ad-mitida y juzgada como una causa criminal. Ovalle, quin al comienzo desestim la demanda no firm las citaciones ni asisti a los comparendos se vio obligado a defenderse, lo que hizo por medio de dos extensos escritos:

    En un segundo escrito y refirindose a la ley de 1834 invocada por Renard, Ovalle ampli su argumentacin:

    La opinin de Ovalle sobre la fotografa vari de acuerdo a las necesidades de su argumentacin, pero no es casual el cmo vara. En el primer escrito la considera un arte nuevo no amparado por la legislacin sobre propiedad intelectual; y en el segundo la caracteriza como una industria muy difcil de hacer caber dentro de los lmites de la lei patria de 1834. En el primer escrito declara que probara ante las au-toridades que al Seor Mythos no hai ley que le favorezca, ni para impedirnos tomar copia de las fotografas que haga, ni para cobrarnos perjuicios por las que podramos haberle reproducido. Al transcurrir el tiempo de la dilatada querella que recin se vino a juzgar a fines de 1868 declar primero no darle ninguna importancia porque

    ....admitiendo que el seor Renard pueda salir a juicio en persecucin de supuestos agravios inferidos a Mythos, vamos a manifestar que US, no es juez competente para fallar en el asunto de que se trata. Puede decirse criminal el acto de reproducir por medio de la fotografa un retrato, un paisaje o un cuadro cualquiera? Se necesi-tara llevar la susceptibilidad del crimen hasta el ridculo para contestar afirmativa-mente a la pregunta. La fotografa es un arte moderno que no ha recibido todava el bautizo de la legislacin. Tal como existe entre nosotros y principalmente como lo ejerce Mythos es apenas un oficio, que consiste en sacar retratos, operacin en la cual todo es obra de la mquina. Siendo as i an cuando no lo fuese, a nadie se le ha podido ocurrir que comete delito el que toma un cuadro al leo orijinal, o un gravado u otra fotografa para reproducirla.Se comprende que una obra de inteligencia pertenezca al autor, porque es fruto de la elaboracin del injenio propio, pero la simple copia de la efijie de una persona o de un objeto cualquiera no es propiedad de nadie.

    ...el espritu de la disposicin se refiere a las obras producto del injenio i de la inventiva del autor, es decir, obras propiamente originales. Si en aquella fecha se hubiera conocido la fotografa, tal como existe entre nosotros, es muy dudoso que lo hubieran colocado entre las composiciones de msica, de pintura, dibujo i escritura. Efectivamente, los productos de todas estas artes suponen una poderosa iniciativa en la ejecucin, una fuerza de injenio en la idea i una originalidad instinti-va en el modo de realizarla. En la fotografa, sobre todo tal como se la desempea en Santiago, no hai nada de esto, pues se reduce a copiar la naturaleza, consistiendo el mrito de la obra de mano en los materiales de que el artista ha dispuesto i en la luz de que le ha sido posible usar en su establecimiento.- Es pues muy difcil hacer caber la industria fotogrfica en los lmites de la lei patria de 1834.

    6 Todas las citas y lminas referidas a la querella estn tomadas del Archivo Judicial de Santiago. Causas criminales. Legajo 1623.7 En la documentacin original se conservan solo las pruebas presentadas como No 1 y No 2 correspondientes al retrato de Carlos Renard y la reproduccin realizada por Ovalle.

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    ...descendiendo a los hechos que forman parte de esta querella, protestamos a US: que no somos reos de la reproduccin que se nos atribuye. El retrato de Seor Don Manuel Montt lo tomamos de una reproduccin del fotgrafo Reiso que es el que acompaamos bajo el No 1 i de otro ejemplar sacado hace tiempo por Don Clodo-miro Sol de un clich que le prest Don Ignacio Bezanilla, ejemplar que acompaa-mos bajo el No 2. Por consiguiente, si ha habido delito en la reproduccin de ese retrato, el delito no ha sido cometido por nosotros.

    jams se nos probar que directa o intencionalmente hayamos reproducido un retrato tomado por Mythos, para concluir al final argumentando que de existir algn delito, este delito no habra sido cometido por ellos.

    Qu puede explicar el viraje argumentativo de Ovalle? La duracin del juicio, la presentacin de testigos juramentados por parte de Renard (el pintor Francisco Desmadryl y el fotgrafo Toms Helsby) y probablemente el conocimiento de la participacin francesa en el Convenio de Berna que reglament la proteccin de los derechos de autor de las obras literarias y artsticas8. Escribe Ovalle en su lti-mo alegato: Recientemente hemos sabido que en Francia e Inglaterra se prohbe la reproduccin de las obras de fotografa, pero no es posible que por mera imitacin aumenten en nuestro pas la nomenclatura de los actos ilcitos. Pero el ncleo de la defensa de Ovalle se mantiene: el espritu de la ley es proteger la propiedad de obras producto del ingenio, la inventiva, la iniciativa de un autor que produce obras originales. La fotografa no cumple con estos requisitos: apenas un oficio cuando se trata de realizar retratos operacin en la que todo es obra de una mquina. En estos alegatos de Ovalle tan tempranos - encontramos muchos de los tpicos que referirn las diferencias entre pintura y fotografa en adelante.

    Original versus copia Invencin versus imitacin Autor versus mquina.

    Veinte aos despus, una polmica entre el pintor Juan Francisco Gonzlez con-siderado uno de los pintores ms importantes del perodo - y un crtico hoy descono-cido del diario La Unin de Valparaso; proporciona elementos que amplan nuestra comprensin tanto del status en el perodo de la fotografa, como de las prcticas en uso del retrato fotogrfico como base para el retrato pictrico. Desde que la evolucin de los procedimientos fotogrficos consagrara al negativo como el punto cero u origen de la imagen fotogrfica, se instal en nuestro lenguaje un modo de referirla que la emparenta diferencindola - con la tradicin pictrica. El paso del negativo al positivo - una transposicin tonal invertida recibi el nom-bre de copia y desde los sentidos que construye el lenguaje, toda fotografa es una

    8 El primer texto del Convenio internacional de Berna, fue firmado en 1886 y en un anexo explicita que la fotografa como produccin intelectual, tiene derecho a similar proteccin.

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    copia. La pintura tambin copia, copia del natural, de la naturaleza, de otras copias, pero no reconoce a la copia como su naturaleza. La pintura parte de la copia, pero una copia realizada por la mano del hombre, lo que le agrega idea, imaginacin, genia-lidad, sentimiento. Los nfasis variaron con el transcurrir de la historia, pero lo que no vari fue la necesidad de ese algo ms que en el caso de la pintura la arranc del mbito de la artesana y la hizo entrar al sagrado reino del arte por decirlo en lenguaje del siglo XIX chileno. La posibilidad de entrada de la imagen fotogrfica en el campo artstico fue primero resistida y despus negada. Pero la historiografa est jalonada de alusiones al uso de diferentes maneras de retratos fotogrficos o imgenes pticas en la realizacin de retratos pictricos. La abrumadora capacidad mimtica del nuevo medio pareca proporcionar al retrato su cualidad ms ambicionada: el parecido fiel. El retrato como gnero desde su gnesis haba experimentado una creciente exigencia de verdad en la reproduccin del sujeto individual. Pero cmo debe entenderse el sentido de esa aspiracin tan reiterada por la verdad y porque esta verdad no coincide con la verdad del retrato fotogrfico? Hasta avanzado el siglo XIX chileno, ese algo ms del retrato era su parecido con el modelo, su verosimilitud, su capacidad de hablarnos. El surgimiento his-trico de esta especie de atencin obediente a lo real, como el ojo lo ve, parece ser lo que diferencia el retrato como gnero pictrico occidental de todas las variantes retratisticas anteriores. El retrato moderno, como nosotros lo entendemos, desarrolla sus rasgos ms distintivos con los pintores flamencos, los que realizaron retratos mar-cados por un realismo individualizador que los diferencia significativamente -como afirma T. Tzvetan del idealismo generalizador de los italianos. Un ejemplo es la reaccin que tuvieron los primeros espectadores del Retrato de Juan Pareja9: Se quedaban mirando el retrato pintado y a el original, con admira-cin y asombro, sin saber con quin haban de hablar o quin les haba de responder. [...]. Todo lo dems pareca pintura, pero este, solo verdad10. El modo de acentuar la verosimilitud de este retrato evidencia una aspiracin/exigencia que iba ms all de la similitud fsica entre el cuadro y el sujeto de la representacin. El retrato de Juan Pareja logr, de una manera indita para ese momento de Espaa y para esos espec-tadores, hacerlos vivir la experiencia de acceder a la verdad del sujeto en la pintura, la verdad de su ser ntimo. En ese ncleo se resume la verdad a que aspiraba el retrato como gnero pictrico y que no podemos confundir con el tipo de verdad realista que la poca le asign a la fotografa. Nunca un retrato dar cuenta del verdadero individuo, (en el caso de que exista el verdadero individuo) pero este siempre se pre-supondr en algn lugar del discurso pictrico11. El crtico y escritor Augusto de DHalmar expresa claramente el sentido de la aspi-racin por la verdad que recorre estos discursos, al referirse a los retratos de Alfredo Valenzuela Puelma:

    9 Diego Velsquez, Retrato de Don Juan Pareja, 1655.10 Francisco Pacheco, El arte de la pintura, Ctedra, Madrid, p.538; citado en Rosa Martnez- Artero: El Retrato: del sujeto en el retrato, Ediciones de Intervencin Cultural, Madrid, 2004, p. 43.11 Rosa Martnez Montero, Op. cit, p.22.

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    La querella que entabl Carlos Renard contra Ovalle y Ca., confronta a un fot-grafo que se identifica a s mismo como un artista que defiende la propiedad de una obra de creacin frente a un colega que lo roba y niega Renard dice que el anda persiguiendo un principio i como hai principios de tan nimia importancia de que no vale la pena de que se ande una cuadra en su persecucin, nosotros lo dejaremos solo en esa ingrata tarea. La contraparte, Ovalle, defiende una visin pragmtica y co-mercial del retrato fotogrfico al que rechaza asignarle cualidades de artisticidad, (lo que habra perjudicado su negocio) La duracin de la querella, su aceptacin como una causa criminal y la notoriedad que alcanz, indican la poca claridad incluso en el mbito legal, en que se encontraba la fotografa en ese momento. Los trminos de la polmica que enfrenta 20 aos ms tarde al pintor Juan Francisco Gonzlez con un crtico de La Unin de Valparaso, son muy diferentes y evidencian el convencimien-to de que las imgenes producidas por el medio fotogrfico, no son equiparables a las obras pictricas de creacin y en definitiva, no son susceptibles de ingresar al campo artstico, ni siquiera como base para la obra pictrica.

    Este artculo, publicado el ao 1887 en el diario La Unin de Valparaso, desat una respuesta airada del pintor nacional Juan Francisco Gonzlez15, en las pginas de El Heraldo:

    ... ha hecho retratos admirables de vida y carcter; acaso no existe en el Museo el del pintor Mochi? [....] Nadie como l ha sabido estampar en la tela el parecido perfecto unido al movimiento ms animado; l, como un dios, infunde el soplo vital a los inanimados personajes que surgen del pincel, les comunica el calor y la viveza que arde en su imaginacin, y de modelos muertos, slo preocupados de pozzar y de parecer bien, hace artsticos retratos, interesantes cabezas que hablan en la ex-presin y piensan en los ojos; poderosos retratos muy humanos y muy espirituales, como si latiese en ellos la existencia y palpitase verdaderamente la razn12.

    12 Augusto G. Thomson, Los 21, estudios sobre artistas: Alfredo Valenzuela Palma, Instantneas de Luz y Sombra, ao II, 21 de abril de 1901, n 57.13 El almacn de los Srs. Kirsinger era un lugar habitual de exhibicin de los pintores nacionales. Ah se mostraron retratos de Alfredo Valenzuela Puelma.14 Wenceslao Daz, La polmica de la fotopintura, en Juan Francisco Gonzlez: Cartas y otros documentos de su poca, RIL Editores, Santiago, 2004, p. 145. La negrita es nuestra.15 Juan Francisco Gonzlez (Santiago, 1853 Santiago 1933), forma parte de la llamada generacin de los Grandes Maestros de la Pintura Chilena junto a Pedro Lira, Alfredo Valenzuela Puelma y Alberto Valenzuela Llanos.

    La fotopintura o el falso pictrico.El caso del pintor ingls Wilfredo H. Walton.Obras de Arte.- En las vidrieras del almacn de los Srs. Kirsinger y Ca.13 se exhibe un retrato del Sr. D. Remigio Salas, hecho por el distinguido artista D. W. H. Walton.Los que han conocido al Sr. Salas pueden admirar en esta hermosa tela aquel parecido sorprendente que el Sr. Walton sabe dar a sus obras. No le falta mas que hablar, segn la expresiva y pintoresca crtica popular, cuando se siente dominada delante de una obra de arte, por el vigor, la vida y la verdad que hay en ella14.

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    Este es el centro desnudo de la argumentacin de Gonzlez: existen pintores que ha-cen pasar por arte lo que no es sino una adulteracin vergonzosa del arte verdadero. La respuesta de La Unin es marcadamente despreciativa.

    El tono del artculo hace comprensible la respuesta amarga de Gonzlez:

    Una obra de arte.- de tal puede calificarse un generoso artculo de crnica de La Unin del 24 ltimo y en que un no menos generoso escritor endilga su laudatorio de pacotilla al autor de dos retratos de fotopintura que merced a nuestra indolencia se exhiben sin escndalo en una de las vidrieras de la calle de Esmeralda. (...)Y no menos anchas de tragaderas que el pblico deben ser los susodichos cronistas para dejarse embaucar por estos pordioseros de alabanza, que para lograr reputacin asaltan la imprentas sin perdonar ocasin cada vez que han hecho la hazaa de iluminar en tela la fotografa agrandada con la cmara solar, con cuya superchera y con la desvergenza en que les ayudan los cronistas, le pegan al pblico pasndole por arte lo que no es sino la adulteracin industrial de la fotografa y la falsificacin ms injuriosa que se puede hacer del arte de Velsquez y de Rafael16.

    Qu se han hecho los Valenzuela, los Lira, los Jarpas, los Ortega y tantos otros que en porfiada lucha han alcanzado la sancin de jurados europeos y nacionales? (...)En qu escondite comen arrinconados el duro, negro y mezquino pan de este diminuto Chile y que a duras penas deben merecer, desde que no hacen un figurn grande de una fotografa pequea a modo de resurreccin y con la mirada tranquila y en la mano un cigarrillo?18.

    16 Wenceslao Daz, Op. cit., p.14517 Wenceslao Daz, Op.cit., p.146. Se supone que el otro artista atacado por La Unin era Alfredo Helsby.18 Ibid., p.145. Continuacin del artculo anterior aludiendo a la descripcin del retrato del seor Salas realizado por el cronista de La Unin. La cursiva es nuestra.

    Arte y artistas.- agan por ah, a falta de ocupacin, dos o tres bohemios que se llaman pintores y adems pintores impresionistas, pero que no sienten ni mani-fiestan otras impresiones que las del despecho, cada vez que la crtica elogia las obras de los verdaderos artistas.Llaman mamarrachero a Somerscales, pintor de oleografa a Antonio Smith, manejadores de cmaras oscuras a retratistas como Walton y Caro, y no pueden tolerar que el pblico, que se encoge de hombros delante de los borrones sin sentido comn del impresionismo, aplauda y compre las obras de esos artistas de verdad.Uno de esos tipos nos embiste desde el ltimo rincn de El Heraldo; y nos revela claramente qu clase de impresiones son las que le dominan. A que dis-cutir con esos manacos? Puesto que el pblico da a sus esperpentos la sancin que merecen, sera crueldad excusada repetirles que en vez de embadurnar telas de que nadie hace caso, deberan dedicarse a pintar puertas y ventanas.(...) Un pelotn de pintura arrojado sobre una tela, y decorado por un impre-sionista con el nombre de rbol, de retrato o de cualquier otra cosa, no es arte; y un remitido publicado en un diario para dar desahogo al despecho, no es juicio crtico 17.

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    Lmina 3. Manuel Antonio Caro, retrato de Jos Francisco Vergara.

    La enumeracin que realiza Gonzlez de los artistas no reconocidos por esa prensa, coincide con pintores que conservan su relevancia hasta hoy en la historiografa nacional; el acepta con sorna el lugar marginal en que se los ubica, la condicin de vagabundos embadurnadores de cartones, y en un ltimo artculo desde El Heraldo, explica con irona su posicin:

    Vengamos, pues, al rin del asunto que ha motivado una tan larga y peliaguda contienda. (Hemos dicho)...que esto que ustedes llaman arte verdadero se le llama en todas partes fotopintura y a los que la hacen, fotopintores o ilumina-dores19 a convencin.tem ms; y esto no lo sostenemos solo nosotros sino todos los que han viajado por el viejo mundo y es que dicha industria subsiste en casi todos los estableci-mientos fotogrficos de Europa y Amrica, siendo raros los que no hayan visto en la rue de Rivoli, rue Viviene, Regent Street y en casi todas las principales calles de las ciudades europeas y en donde se espenden a 25 y 50 francos y a gusto del consumidor.Eso s que no con tan buenos marcos como los que pagan los Cresos de ac.Tambin hemos dicho y en eso no han andado nuestros adversarios, ms co-medidos en desmentirnos, que tanto los retratos como los paisajes y marinas etc., que hayan sido hechos por fotografas, no son considerados en el rango de la pintura y que por tanto no tiene cabida en exposiciones, crculos o en salones artsticos, oficiales ni particulares ni siquiera para llenar murallas como nuestros borroneados cartones20.(...) Araucano.

    19 Se llamaba iluminadores a los encargados en los talleres fotogrficos de pintar y/ retocar las fotografas. J.F.G. hace extensivo el trmino a los pintores que usaban fotografas en sus cuadros.20 Wenceslao Daz, Op.cit., p.149.

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    La polmica continu despus en las pginas de El Taller Ilustrado, al que Gon-zlez envi dos artculos que fueron publicados con el ttulo de El pintor Walton y la prensa portea. En el segundo de ellos, no solo describe los requisitos del retrato pictrico, sino tambin explicita las prcticas en uso para el traslado de la fotografa a la pintura; a causa del carcter nico de este documento, transcribimos extensos prrafos .

    En cumplimiento con lo prometido en el nmero anterior voi a tratar de probar con una serie de demostraciones irrefutables por su sencillez i claridad la dis-tancia a que estn del verdadero arte las obras del llamado pintor ingls Walton.No pretendo que las teoras que voi a exhibir sean de mi cosecha, pues que son tomadas de la elaboracin concienzuda de los que entienden el arte segn sus verdaderas leyes. (...)El retrato para que tenga alguna importancia es necesario que envuelva algn nteres. Que dure algo mas que el parecido que solo puede interesar a la familia, pues este valor pasa i es puramente domestico.Pero aun dado este caso, veamos en que condiciones debe ejecutarse el retrato para que llene su objeto.La primera condicin del retrato es que sea copiado del natural pues que de otra manera el pintor tiene que inventar el colorido i esta sola condicion basta para hacerlo falso.El retrato adems tiene que ser trabajado con reposo a fin de estudiar la ndole, si es posible i las condiciones caractersticas del sujeto, fsica i moralmente.Adems el retrato, al contrario de lo que el pblico cree jeneralmente, ha de ser verdadero, es decir, la expresin fiel, sincera, injenua, i hasta caracteristica de la persona.I un retrato copiado de fotografa no puede ser jams un verdadero retrato ni mucho menos una obra de arte.Primero porque la fotografa copia al sujeto en condiciones anormales de su carcter.La fotografa en los retratos es para la persona algo como la buena ropa. Que-res ver buen mozo a fulano? Pues, vedle en fotografa, sta tendr siempre un parecido adulador i una figura ficticia, una posicin falsa i una expresin convencional. Ese sujeto sentado esta rijido a causa del fierro en que apoya la cabeza, atento al ademn del operador que le hace mirar donde no tiene volun-tad de mirar, lo obliga, por fin, a que adopte una actitud las mas veces finchada, muchas veces ridicula y nunca verdadera.El falso pintor se apodera de esta efijie, busca en la fotografa la plancha, la hace agrandar por medio de la cmara solar, la traslada con un calco a la tela cuando no nitrata la tela i obtiene as mas pronto la imajen que ilumina en seguida.[...]Un retrato de estos, si con algun jnero literario hubiramos de comparrsele, es con esas biografas adulonas que hacen los literatos de pacotilla, con el de-signio bien claro de puro negocio.Ciertos escritores, para escribir una biografa, le pedirn a usted datos i usted se los dar con toda modestia, tal vez por una segunda mano.Un pintor de estos le pedira a usted una fotografa.Desprecian el natural.No hai dos granos de arena iguales, ni iguales dos cabezas, pues que cada mi-lmetro cuadrado en ellas es de diferente color, ste tiene que convenir a las

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    distintas rejiones huesosas, sanguneas, nerviosas, de la cara i otras mil causas, que hacen de nuestro colorido el conjunto mas caprichoso i al parecer mas variado. El color de la frente no puede jamas contener una sola pincelada del de los ojos, ni el color hmedo de esta rejion se parece en nada al de la boca i barba. Siendo por fin que el color es en todos diferentes i que, slo merced a una prctica de muchos aos se aprende a copiar mezquinamente, cmo es que la figura que hai que estudiar tanto, a fin de representar con ella un carcter o una idea, cmo es, repetimos, que en las condiciones apuntadas es posible considerar en el rango de la pintura a esto que no es sino una industria, una manufactura?21

    La falsedad de la pose fotogrfica, causada por los largos tiempos de exposicin, y la incapacidad de reproducir el color imposibilitaran a la fotografa lograr la verdad del retrato pictrico. Son objeciones que el desarrollo tcnico elimin: lo que subsiste de la crtica de Gonzlez es la expresin de un juicio ya profundamente arraigado a fines del siglo diecinueve: la imposibilidad de la fotografa y en este caso del retrato fotogrfico - de revelar la singularidad ntima, la verdad de un sujeto, por ser imgenes producidas por una industria, una manufactura. Un retrato pictrico que reproduce un retrato fotogrfico estar marcado irrenediablemente por la adul-teracin de su origen. En el mismo ao de las cartas de Gonzlez, se publicaron durante varios meses artculos traducidos del francs de un autor no identificado y que recorre el desarrollo del arte en la historia. El annimo crtico explicita la postura que subyace detrs del discurso de J. F. Gonzlez: Las artes tienen la misin, no el imitar la naturaleza, sino expresar el alma humana.

    . Gonzlez proporciona adems datos concretos sobre los mtodos utilizados para realizar pinturas que son transcripciones de fotografas: la ampliacin de la fotografa con cmaras solares, su calco y posterior pintura para entregar retratos al leo a la exhibicin pblica o al cliente. Menciona adems un dato fundamental para investi-gaciones futuras: a partir de la fotografa ampliada sobre la tela, se puede calcarla o nitratarla una sensibilizacin de la tela que se podra quizs rastrear con an-lisis qumicos apropiados. Jos Miguel Blanco, comentando Los Canteros de Pedro Lira, menciona otro mtodo: la escena est fotografiada del natural y copiada en

    21 El Taller Ilustrado, El Pintor Walton: Sus retratos i la prensa portea, febrero, 1887, nm.72. Las negritas son nuestras.22 La imitacin en el arte, arreglado del francs para El Taller Ilustrado por Anjela Uribe de Alcalde, ao II, 16 de Junio de 1887, nm. 87.

    En consecuencia, todas las artes nacidas en el espiritu del hombre o en su corazn son en tal grado elevadas sobre la naturaleza que cuando mas quieren copiarla literalmente, servilmente i bajo todos los puntos de vista, tanto ms tienden a degradarse i a destruirse. Las artes en su mas alta dignidad, no son tanto arte de imitacin como arte de espresin. La fotografa es una invencin maravillosa, pero no es un arte porque en su indiferencia lo imita todo i no espresa nada. Luego, pues, donde no hai espresin no hai arte22.

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    seguida por medio de cuadrculas.23 No existe todava una investigacin sistemtica de estas prcticas en general omitidas por la historiografa, y que fueron tambin en gran medida desconocidas por sus contemporneos. La conocida defensa que Benjamn Vicua Mackenna hace de los retratos de este mismo Walton en la Exposicin Nacional de 1884, refuerza los indicios de la invisi-bilidad de estos mtodos pictricos, incluso para el pblico especializado de la poca: A los retratos de Walton, el mejor fisonomista del pas a cuyas imjenes de la vida como semejanza y verdad de colorido son la vida misma, se les ha acusado tambin de trascender a cromo y a fotografa cuando precisamente traicionan de busto y de medio cuerpo (Carlos Brown y Jos Francisco Vergara) la existencia fsica que palpita en el asiento del taller bajo la tnica y el alma.

    A los retratos de Walton, el mejor fisonomista del pas a cuyas imjenes de la vida como semejanza y verdad de colorido son la vida misma, se les ha acusado tambin de trascender a cromo y a fotografa cuando precisamente traicionan de busto y de medio cuerpo (Carlos Brown y Jos Francisco Vergara) la exis-tencia fsica que palpita en el asiento del taller bajo la tnica y el alma24.

    Lmina 4. W.H. Walton. Retrato de David Luis Beard, fotografa, 1891 y leo recortado.

    23 J. M. Blanco, En la Exposicin: lo que se oye, El Taller Ilustrado, diciembre 17 de 1888, N 159.24 Benjamn Vicua Mackenna, El Arte Nacional: I su estadstica ante la exposicin de 1884, en la Revista de Artes y Letras, Santiago de Chile, ao 1, 15 de nov. de 1884, N 9, Tomo II., p.446.

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    Prcticas desconocidas para el pblico y ciertos crticos, pero no para los artistas. El mismo Blanco, refiriendose a las dificultades a que se ven enfrentados para sobre-vivir denuncia

    Alguien ignora por ventura, que muchas personas pudientes, envan una fotogra-fa a Pars o Roma para que un pintor que suponen siempre el ms distinguido les haga un retrato, i que despus se ven a veces obligados a buscar a un artista nacional para arreglarlo segn el parecido del originalPero debemos disculparlos; es tan na-tural que halague su vanidad en mostrar un cuadro o una escultura (aunque no tengan la menor idea de su mrito) con la firma de un Mark, Meisounner, Pradilla, Fortuna, Carriex-Belleuse, Jonfroi, Dubois etc., etc., tal como muestran un mueble salido de la mejor fbrica de Pars.25 El artista nacional no solo arreglar los retratos realizados en Francia a partir de fotografas, en el pas tambin la realizacin de retratos con fotografas como mode-lo, se haba constituido rpidamente en una prctica habitual como medio de subsis-tencia. En un artculo sobre el pintor Pascual Ortega, reflexiona sobre las alturas que podra alcanzar su arte si no estuviera obligado a perder su tiempo haciendo retratos tomados de fotografas o haciendo clases de dibujos a seoritas. Un destino comn para la mayora: Ortega, San Martin, Campos, Valenzuela y dems. Compaeros que han ido a perfeccionar sus estudios en las mejores academias europeas, deben sufrir la ms triste de las decepciones.A su regreso a la patria no se les encarga cuadros de nuestra historia nacional, ni alegricos ni de costumbres. Las obras de Caro las compran comerciantes extranjeros. Y despus se lo critica: Mil veces hemos odo decir a personas pudientes que nuestro amigo Caro se ha metalizado, que no pinta ms que retratos en vez de aquellos cuadritos de costumbres que hicieron tan popular su nombre26 Estos comentarios no deben hacernos pensar que se despreciaba el retrato como gnero pictrico. Si bien la pintura de historia se consideraba la cumbre ms alta a que poda aspirar un pintor obstaculizado en el caso chileno ya por la ausencia de recursos para emprender una obra de largo aliento consumidora de tiempo y gran cantidad de materiales, ya por la falta de los conocimientos necesarios para realizarla - se apreciaba y dedicaba grandes elogios al retrato realizado directamente del natural capaz de expresar la interioridad del personaje retratado. Es el retrato comercial y

    I que han hecho los particulares en beneficio del arte? En lugar de proteger-lo, pareceran haber sido animados de un espritu hostil, al ver que prefieren ser tributarios del extranjero en artes, letras e industrias, pero sabemos que en ellos ha entrado mucho la moda, las preocupaciones aristocrticas, i tambin por creer que en Chile no hai artistas capaces de hacer un buen retrato o una estatua.

    25 . D. Silva, El arte i la crtica en El Taller Ilustrado, Santiago, febrero de 1886, nm. 26. N 159.26 J.M. Blanco, El artista pintor, Don Manuel Ortega, El Taller Ilustrado, Santiago, Julio de 1886, N 46.

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    que circula en mbitos privados - hecho a partir de fotografas el que es objeto de desprecio o resignada aceptacin como medio subsidiario de subsistencia. El olvido en que cayo Walton en la historiografa oficial y la aparente modestia del lugar donde se mostraron los retratos objeto de la polemica las vidrieras de un almacn no deben oscurecernos el hecho de que estas eran un lugar habitual de exhibicin de muchos pintores reconocidos del perodo. El mismo cronista de la plemica acusa a Gonzlez por calificar injustamente como manejadores de cmara oscura a los retratistas Walton y Caro27, lo que indica la simetra de su valoracin como artistas en la poca. Sobre un retrato de Caro presentado en el mismo almacn, El Taller lo comenta as:

    En esta cita aparece un elemento nuevo: el parecido admirable del retrato ya no se considera su rasgo ms sobresaliente. La importancia del parecido, fuertemente li-gado al valor emocional del retrato como imagen de un ser querido, se ve desplazado por un nuevo valor ligado al mbito de lo pictrico: su valor es el de una obra de arte independizada de su funcin. Pero lo significativo en relacin a esta incipiente invesi-tigacin, cul habra sido el tono de esta crtica si se hubiera sabido que Caro usaba fotografa como modelos en retratos que salan del mbito de lo privado y circulaban en los circuitos artsticos oficiales? Las lminas que presentaremos muestran una serie de retratos pictricos oficiales que comparamos con los retratos fotogrficos que podran haber sido sus modelos. La mayora de estos originales pictricos cuelgan en museos histricos y sus repro-ducciones se pueden encontrar en Internet en todo tipo de encuadres y tonalidades cromticas. Ilustran sitios educativos, libros escolares y biografas de wikipedia. Como dibujos adornan los muros de escuelas pblicas; como retratos de busto,circulan en estampillas y billetes. Podemos notar en ellos las similitudes bsicas, pero tambin lo que los diferencia, en el traspaso de fotografa a pintura, tanto se simplifica como se agregan elementos. Tambin se pueden observar leves giros de postura y cambios en

    Desde hace das llama la atencin de los aficionados un retrato espuesto en las vidrieras del almacn de Kirsinger, as por la simpata u estimacin que nuestra sociedad profesaba a la persona reproducida, la seora Carmela Vergara de Espie, como por la artstica concepcin i raro mrito de la obra.La firma lo esplica todo: lleva a pi el nombre de Caro. Indudablemente esta vez el artista se ha sobrepujado a todo lo que ha sido.El parecido admirable es tal vez el rasgo menos sobresaliente del cuadro; mu-chos no conocieron a la distinguida joven, i sin embargo la pintura les atrae por completo, porque hai en ella tanta naturalidad, tan vigoroso colorido i tal maestra en la ejecucin del minucioso detalle, que hasta el ms lego, descubre all una excelente obra de arte28.

    27 Manuel Antonio Caro, 1835-1903, costumbrista y retratista, su obra La Zamacueca es considerada un icono de la identidad nacional.26 Un nuevo cuadro del seor Caro, El Taller Ilustrado, No 39, Julio de 1888.

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    Conclusin

    El juicio que consideramos asentado en el perodo de esta polemica, sobre la diferencia radical entre la imagen pictrica y la imagen tcnica, se habra sustentado en sus condiciones de produccin. En esa diferencia residira la causa de su ajenidad ontologica; y esto sucede independientemente de como las imgenes se ven. Los casos anteriores creemos que sealan claramente en esa direccin, la lectura que se haca de ellas variaba segn el conocimiento que se tena de sus condiciones de pro-duccin, o dicho de otra manera, su pertenencia a uno u otro campo estaba determi-nado por las condiciones de produccin que se le suponian en la epoca, pertenencia que subsiste hasta hoy. El posible y/o efectivo origen fotogrfico de retratos realizados por pintores cannicos como Alfredo Valenzuela Puelma permanece en la oscuridad, la misma oscuridad que sumi la obra del pobre pintor Ingls W.H.Walton, probablemente ig-norado por una historiografa atenta a la voz de otro de sus consagrados: J. Francisco Gonzlez, cuarto padre tutelar de la pintura chilena.

    Lmina 5.

    la direccin de la mirada (Lminas 3 y 10). Y todos ellos tienen en comn el cambio de dimensin y la adicin del color. Hemos buscado hasta donde nos fue posible, las fotografas originales, pero tanto las fotografas como las pinturas circulan perdido en la mayora de los casos toda mencin a su origen, tanto porductivo como autoral.

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    Lmina 6.

    Lmina 7.

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    Lmina 8.

    Lmina 9.

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    Archivos

    Archivo Judicial de Santiago. Causas criminales. Legajo 1623.

    Bibliografa

    El Taller Ilustrado, director Jos Miguel Blanco, peridico semanal, publicado desde el 6 de Julio de 1885 hasta el 1 de Julio de 1889.

    Thomson, Augusto G..1901 Los 21, estudios sobre artistas: Alfredo Valenzuela Palma. En: Instantneas de Luz y Sombra 57.

    Vicua Mackenna, Benjamn.1885 El Arte Nacional: I su estadstica ante la exposicin de 1884, 1858-1884. En: Revista de Artes y Letras: II, 9: 446.

    Daz, Wenceslao.2004 La polmica de la fotopintura. En: Juan Francisco Gonzlez: Cartas y otros documentos de su poca. RIL , Santiago.

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