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ANO XVI - VOLUMEN LXIV - ENERO 1967 - NUM. ISG ESTUDIOS Efectos fundamentales del psicodrama aplicado a la televisión (II) JESUS GARCIA JIMENEZ Director de prob ramas culturales de TVE Una de las conclusiones más terminantes y fecundas que debemos a las investigaciones de J. L. Moreno, brillante y original personalidad contemporánea en el campo de la sociometría y de la psicoterapia de grupo, ha sido sin duda la afirmación de que uno de los males endémicos que aquejan a nuestra «cultura de masas» ha sido la muerte de la espontaneidad en el acto creador humano. Haría falta radicalizar numerosas tendencias que afectan a nuestro estilo cultural en el si- glo xvin, momento histórico en el que se produce un interesante conflicto. La ilustración de los filósofos, siguiendo doctrinas de Lessing y Son- nenfels especialmente, trajo, como consecuencia, la disecación de los últimos brotes del espíritu popular de improvisación. Era una nueva mani- festación de esa que se ha llamado modernamen- te «recurrencia histórica» de los fenómenos cul- turales. El proceso se había cumplido ya, sin em- bargo, con muchos siglos de anterioridad, cuando las obras dionisiacas, absolutamente improvisadas por el pueblo en Grecia y en la India sobre todo, hablan acabado en el engolamiento y la presun- ción de un teatro dogmático. Pero la sentencia de muerte de la cultura, en- tendida como tenso y permanente espíritu de creación espontánea, se firma en el momento en que la cultura de clérigos, erigida ya en contra- punto dialéctico con la cultura de campesinos, es utilizada y monopolizada en Europa por la fac- ción liberal de la burguesía. El término de «cul- tura» es sustituido por el de «instrucción»; es de- cir: la cultura comienza a ser un producto aca- bado, o como ha dicho Moreno, un «producto de conserva». Ya es posible entender a la cultura como un pan que se reparte entre el pueblo, como una noticia que se difunde o como una bendición que se imparte. Ha muerto la cultura porque se la ha constituido en víctima propiciatoria de una estratificación social, cuyas consecuenólasAda- vía estamos pagando bien caras. La reacción arcaizante de los region la reacción ingenuamente optimista de la uriliVesi- dad y la actitud revolucionaria se une al prof itin- do cambio operado en el orden sial (dos .gue- rras mundiales, progresos en antr011ivia. teorías de la relatividad, descubrimiento del subconscien- te, progresos de orden técnico, etc.) resolviendo en parte la crisis con la aceptación de la relati- vidad histórica de la cultura. Pero esta convicción no ha pasado más allá de los ensayos acerca del nuevo humanismo. Las expresiones «vulgarización», «populariza- ción», «difusión» de la cultura no tienen sentido ya en un momento histórico que deberá aceptar indefectiblemente el declive de formas periclita- das e inoperantes por parte de un tipo de cultura que se muestra minoritario, individualista, abs- tracto, interesado, utilitario, arbitrario y proclive a las contraposiciones fáciles. La democracia li- beral, la experimentación científica y el indus- trialismo nos han sumido en nuevas formas de vida que reclaman una cultura colectiva, comu- nitaria. concreta, desinteresada, estética, plura- lista. universal, generosa y capaz de hacer com- patible su naturaleza con múltiples matizaciones accidentales, sobre esquemas no dialécticos. En una palabra: es para mi el verdadero concepto de cultura popular.

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ANO XVI - VOLUMEN LXIV - ENERO 1967 - NUM. ISG

ESTUDIOS

Efectos fundamentalesdel psicodrama aplicadoa la televisión (II)JESUS GARCIA JIMENEZ

Director de prob ramas culturales de TVE

Una de las conclusiones más terminantes yfecundas que debemos a las investigaciones deJ. L. Moreno, brillante y original personalidadcontemporánea en el campo de la sociometría yde la psicoterapia de grupo, ha sido sin duda laafirmación de que uno de los males endémicosque aquejan a nuestra «cultura de masas» hasido la muerte de la espontaneidad en el actocreador humano.

Haría falta radicalizar numerosas tendenciasque afectan a nuestro estilo cultural en el si-glo xvin, momento histórico en el que se produceun interesante conflicto. La ilustración de losfilósofos, siguiendo doctrinas de Lessing y Son-nenfels especialmente, trajo, como consecuencia,la disecación de los últimos brotes del espíritupopular de improvisación. Era una nueva mani-festación de esa que se ha llamado modernamen-te «recurrencia histórica» de los fenómenos cul-turales. El proceso se había cumplido ya, sin em-bargo, con muchos siglos de anterioridad, cuandolas obras dionisiacas, absolutamente improvisadaspor el pueblo en Grecia y en la India sobre todo,hablan acabado en el engolamiento y la presun-ción de un teatro dogmático.

Pero la sentencia de muerte de la cultura, en-tendida como tenso y permanente espíritu decreación espontánea, se firma en el momento enque la cultura de clérigos, erigida ya en contra-punto dialéctico con la cultura de campesinos, esutilizada y monopolizada en Europa por la fac-ción liberal de la burguesía. El término de «cul-tura» es sustituido por el de «instrucción»; es de-cir: la cultura comienza a ser un producto aca-bado, o como ha dicho Moreno, un «producto de

conserva». Ya es posible entender a la culturacomo un pan que se reparte entre el pueblo, comouna noticia que se difunde o como una bendiciónque se imparte. Ha muerto la cultura porque sela ha constituido en víctima propiciatoria de unaestratificación social, cuyas consecuenólasAda-vía estamos pagando bien caras.

La reacción arcaizante de los region lareacción ingenuamente optimista de la uriliVesi-dad y la actitud revolucionaria se une al prof itin-do cambio operado en el orden sial (dos .gue-rras mundiales, progresos en antr011ivia. teoríasde la relatividad, descubrimiento del subconscien-te, progresos de orden técnico, etc.) resolviendoen parte la crisis con la aceptación de la relati-vidad histórica de la cultura. Pero esta convicciónno ha pasado más allá de los ensayos acercadel nuevo humanismo.

Las expresiones «vulgarización», «populariza-ción», «difusión» de la cultura no tienen sentidoya en un momento histórico que deberá aceptarindefectiblemente el declive de formas periclita-das e inoperantes por parte de un tipo de culturaque se muestra minoritario, individualista, abs-tracto, interesado, utilitario, arbitrario y proclivea las contraposiciones fáciles. La democracia li-beral, la experimentación científica y el indus-trialismo nos han sumido en nuevas formas devida que reclaman una cultura colectiva, comu-nitaria. concreta, desinteresada, estética, plura-lista. universal, generosa y capaz de hacer com-patible su naturaleza con múltiples matizacionesaccidentales, sobre esquemas no dialécticos. Enuna palabra: es para mi el verdadero conceptode cultura popular.

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La razón por la que considero fecunda laaportación de Moreno, con su teoría del psico-drama, es precisamente el entender que la notaespecífica de la cultura popular con respecto ala cultura tradicional de los tres últimos sigloses precisamente su interna y natural posibilidadde recuperar la espontaneidad del acto creadorhumano, que es justamente el objetivo funda-mental y directo del psicodrama.

La televisión representa en el campo de lacomunicación humana el último y más espec-tacular avance de la técnica. Seria esta, quizá.la técnica, el primero de los grandes enemigosque impiden la recuperación del acto creador.Pero conviene diferenciar desde el primer mo-mento dos aspectos bien diferentes del hechotécnico, aplicado a la televisión.

A propósito de la natural interf unción delhombre y de la técnica en el futuro de la cul-tura. he llegado a hablar del mecanismo de latécnica. En efecto; por el hecho de serio, todatécnica hace referencia a un sentido proyectivode la existencia. Sólo así resulta posible la re-velación de aspectos decisivos y grandiosos de laautenticidad humana: el afán de conquista. elsentido del riesgo, la voluntad de superación, laaceptación de la sorpresa, la inclinación entu-siasta hacia lo desconocido, etc. El hombre haradicalizado de buen grado sus posibilidades ener-géticas, hundiéndolas en la materia, precisatnen-te porque el hecho técnico le permite gozar almismo tiempo de la autoconciencia de una ca-pacidad inventiva inagotable. Ya ven ustedescómo nadie podría afirmar con razones, que elhecho técnico, en sí mismo, ofrezca resistenciaspara la recuperación del acto creador.

Este concepto proyectivo de la existencia. pa-tente en el hecho técnico, evoca las condicionesnaturales de una comunidad humana que viveel drama interior de la expectación mesiánica,entre la angustia y la esperanza. Nuestra socie-•ad tecnocrática proyectada hacia un futuro in-cierto, siente como un nuevo Israel la necesidaddel advenimiento del «hombre», en el que ha ci-frado la clave de su propia redención.

Si se me permite invocar analogías entre elmundo del pensamiento y el mundo de los fenóme-nos, yo diré que la televisión asume en el proble-ma de la configuración del nuevo humanismo dela era tecnológica una radical responsabilidad. so-lamente comparable a la que tocó en suerte ala sofística, el recalentar con su hoguera gigan-tesca la frialdad del nihilismo presocrático, ha-ciendo posible el humanismo clásico. Si la sofís-tica supuso la llegada del hombre regenerandoy dando sentido trascendente a una concepciónatomística del «cosmos», la llegada de la tele-visión en la era de la técnica y en la sociedadde masas representa potencialmente la segundavenida. La sociología y, en general. todo el plexode las ciencias semánticas se encuentran ya hoyen condiciones de poder afirmar si se ha pro-ducido en los dilatados siglos de la historia dela especie humana un hecho técnico, cuyas con-

secuencias previsibles, desde el punto de vista dela comunicación, sean comparables a las que cabeesperar de un ulterior perfeccionamiento de latécnica televisiva.

El radical efecto que la llegada de la nuevatécnica está produciendo en el comportamientodel ser humano, considerado individual y social-mente, no afecta exclusivamente a los aspectoscuantitativos de la comunicación audiovisual. Yodiría que su efecto más fundamental y trascen-dente hace referencia a los aspectos cualitativos.

Considero importante y esperanzador el poderafirmar, en un encuentro internacional de ex-pertos de televisión, que estos efectos a los queme vengo refiriendo se prodecen inexorablemen-te. Para bien o para mal.

El vertiginoso despliegue de la técnica no hadejado excesivas opciones para la preparaciónadecuada del personal de televisión.

Podríamos afirmar que la técnica nos ha co-gido desprevenidos. El mundo del pensamientoestá sometido a un ritmo pendular, más profun-do y permanente si se quiere, pero, desde luego.más lento que el mundo de los fenómenos inme-diatos, elaborados a base de la experiencia. Losintelectuales tardaron veinte años en tomar cla-ra conciencia de las consecuencias del fenómenocinematográfico. Podríamos afirmar que en elcaso de la televisión es ahora, prácticamente. decinco años a esta parte, cuando se nota una cre-ciente preocupación.

Para mí, una de las claves que explica estaespecie de desfasamiento entre la técnica y elhombre viene dada precisamente por la mismatemática que ha inspirado a Moreno su teoriadel psicodrama. En efecto, la televisión se havisto forzada premiosamente a surtirse de pre-vias experiencias a los restantes medios de comu-nicación, afines, por su propia naturaleza, a suspropias peculiaridades: fundamentalmente, elcine y la radio, y más aquél que ésta.

Tengo la convicción, sin embargo, de que latelevisión no nació para llevar el cine a domicilio(esto sería demasiado poco). La televisión naciópara determinar un cambio fundamental en lascomunicaciones, sobre la base de una omnipre-sencialidad humana de carácter estimativo. A juz-gar por su independencia de la materia —el lla-mado «soporte» por la cibernética—, podríamosafirmar que la imagen televisada es una imagennatural, directa e inmediata. bien distinta de laimagen simbólica que utilizan los sistemas con-vencionales del lenguaje y de la expresión grá-fica. La imagen simbólica revela un entendimien-to de la realidad del ser que no puede sustraersea factores externos a él. a pesar de ser al mis-mo tiempo la más radicada en contexto. La im-portancia de la imagen simbólica es de tal rangoy de tal profundidad, que el hombre la ha acep-tado como «documento» que hace fe histórica.Pero esta dignidad «documental» de la imagencobra valor y riesgo en el caso de la que podría-mos llamar imagen artificial o técnica (sería elcaso de la fotografía o el film). El valor nace

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del vínculo mismo que une al objeto con su re-presentación icónica. En este caso, el vínculo esnatural y necesario en su origen, aunque no ensu interpretación. La imagen que hemos dado enllamar artificial o técnica, para distinguirla dela simbólica o convencional, no puede darnos sinoun entendimiento del ser objetivado, parcial ymediato. El riesgo que añade la imagen técnicaa la imagen convencional es el de confundir ma-yor «objetivación» con mayor «objetividad».

Se da, por fin, en la vinculación del objeto consu imagen, una máxima aproximación estimativaen el caso de que o bien el objeto está presenterealmente, o su presencia es técnicamente reduc-tible, engendrando en el sujeto no sólo la con-ciencia de ser destinatario de un mensaje o «en-grama», sino objeto de una viva y testifical pre-sencialidad. Este sería el caso de la imagen en unteleobjetivo o en un espejo. En la informaciónsuministrada por estas imágenes, más que de«documento», cabe hablar ya de «testimonio».

En la medida en que disminuye la objetivaciónde la materia o el soporte informativo, en esamisma medida, cobra nuevo interés su propia se-mántica y aumenta su objetividad.

Si —a juzgar por la independencia del soporte—la comunicación televisada en las retransmisio-nes en directo parece utilizar imágenes natura-les, directas e inmediatas, sin embargo, entre elser en sí mismo (en este caso, el suceso noti-ciable) y la imagen percibida por el telespectadormedia un largo proceso técnico.

Pero cabe, con todo, poner atención a los efec-tos psicológicos de la percepción en este tipo deimágenes. El sujeto destinatario de la comunica-ción toma clara conciencia de estar presente enel ritmo mismo del acontecer histórico. Esta pre-sencialidad visual y estimativa es un fenómenoabsolutamente original y propio de la técnica dela televisión, que la diferencia de cualquiera delos restantes medios de comunicación humana.

Estética y psicológicamente, la televisión quí-micamente pura aparece ligada al instante, comocondición indispensable del acto creador humano.

«El descubrimiento del momento y de su rela-ción con la técnica del acto creador —afirma Mo-reno en su obra Psicodrama— tuvo lugar en nues-tra época como un paso tardío en la civilizaciónhumana. Un creador es como un corredor, paraquien en el acto mismo de correr equivalen cua-litativamente la parte del camino que ya ha pa-sado y la parte que todavía tiene ante si. La pri-mera propiedad del acto creador es la esponta-neidad; la segunda. la sorpresa.»

La televisión estaba llamada, entre todas lastécnicas de imagen, a redimir a éstas de las di-versas inculpaciones de que han venido siendoobjeto por parte de algunos sociólogos, historia-dores y humanistas, en el sentido que la llegadade la imagen acarrearía la muerte inevitable dela cultura humanística tradicional, basada en lapalabra hablada o escrita. Aduce esta opinión elerror evidente de confundir a una cultura con supropia metodología.

Pero, en cualquier caso, la evolución de la téc-nica ha venido tornando a la televisión paulati-namente, infiel a su propia vocación.

La invención de las bandas magnéticas parael registro de imagen y sonido, al propio tiem-po que ha provocado suspiros de alivio entre losproductores y realizadores, ha consagrado un mé-todo de trabajo bien distante, por cierto, del cul-tivo de la espontaneidad.

La televisión se ha constituido con exceso entributaria del teatro. el cine y las artes escé-nicas tradicionales. No es que de este modo nocumpla una relevante función cultural. Lo gravedel problema es el riesgo proporcional de ir per-diendo, a trueque de este servicio a los monu-mentos y soportes tradicionales de la cultura, supropia fisonomía específica.

El psicodrama supone una revisión a fondo delas técnicas y contenidos de las artes escénicastradicionales. De las técnicas, en cuanto que eli-mina la totalidad de los riesgos a que se hallban sometidas las tendencias más progresdesde el propio Stanislavski. Stanislavski era.cidido partidario de las conservas dramaticakdrama de Shakespeare, Racine, Molière y Che.j ." - spero vió al mismo tiempo la necesidad de libeNuocah.rar al actor de ciertos clisés, fomentando el actó-'-`7"7-'creador mediante ciertas dosis de improvisación.El resultado fue, sin embargo, contraproducente,.debido al hondo conflicto psicológico en el quelos actores se vieron sumidos por la necesidadde trabajar sobre las dimensiones dialécticas: ladel recuerdo y la del momento.

Yo me atrevería a afirmar que el terreno per-dido en el campo de la creación y especificaciónde las formas expresivas originales de la televi-sión solamente será posible recuperarlo medianteuna educación de la espontaneidad.

Estos dos conceptos —educación y espontanei-

dad—se muestran, inicialmente, a los esquemasmentales con los que habitualmente operamoscomo dos términos contradictorios. Rousseau esel responsable de que hayamos entendido a laespontaneidad como algo exclusivamente instin-tivo, que debe mantenerse intacto y dormido, sininterferencias de las técnicas de la razón.

Esta opinión persiste, a lo largo de todo el si-glo xix, devotamente custodiada por los líderesde la escuela romántica. Creo que es urgenteseguir el proceso de revisión iniciado por Freud.La personalidad humana, veladamente respon-sabilizada en el mundo del subconsciente, no halogrado en Freud las condiciones naturales paraun cultivo ideal de la espontaneidad. El psicodra-ma sitúa al hombre, en expresión de Moreno, in

statu nascendi, completando el proceso iniciado,por su maestro. La educación de la espontanei-dad. tal como la entiende Moreno, conduce auna forma de aprendizaje que se propone unamayor unidad y energía de la personalidad quelas conseguidas hasta hoy por otros métodos edu-cativos. La diferencia que media entre ambos esque en éste el objetivo primario no es el aprendí-

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zaje de contenidos, sino el adiestramiento en es-tados espontáneos.

Llegamos con esto a dos efectos fundamenta-les aplicados a la televisión: el hallazgo de sufisonomía expresiva y el hallazgo de su metodo-logía cultural.

Supuesta como condición indispensable del que-hacer televisivo, la imagen al servicio de la es-pontaneidad humana abre nuevas y ricas pers-pectivas profesionales. Moreno, preocupado conexceso por los problemas de la psicoterapia degrupo, muestra una visión parcial, excesivamen-te técnica y exenta de toda otra profesionalidadque no sea la suya, al tratar de aplicar la tele-visión a sus experiencias de psicodrama.

A mi modo de ver, la aplicación debe ser in-versa. Un estudio a fondo del problema podríaarrojar conclusiones esclarecedoras con vistas ala formulación y desarrollo de una docena detests proyectivos, de extraordinaria utilidad enlos cursillos de formación de productores y rea-lizadores de televisión.

Por lo que toca a su metodología cultural, latelevisión, capaz de fundar una «cultura» de«analfabetos», debe comprender que el adveni-miento de una verdadera cultura en nuestra so-ciedad de masas no puede, en manera alguna,desentenderse de la metodología del cambio cul-tural.

Esta incluye como factores básicos: la necesi-dad de una verdadera promoción; el cambio cul-tural implica un compromiso humano y unarespuesta en bloque de la sociedad; una meto-dología válida reclama apertura a la sincretiza-ción (es decir, no puede aceptarse el prejuiciocomo método); la nueva cultura no podrá ab-jurar de ninguno de los valores culturales, por-que no es aceptable ni admisible que los autén-ticos valores pierdan su vigencia; el cambio exigeuna tensión permanente y continua; el espírituhumano está llamado a tomar posiciones antecada uno de los cambios ae nuestra era tecnocrá-tica para incorporarlos al «nomos» vital de lacultura.

«Un aspecto de nuestra educación está conce-bido como si hubiera en nuestra vida, lo mismoque en un escenario, un número determinado depapeles y de símbolos en un número determinadode estructuras situacionales», ha dicho Moreno.Pero la vida es fluidez, y si la vida es fluidez, lastécnicas de la vida tienen que ser las técnicasde la espontaneidad.

En esta encrucijada, como signo de contradic-ción, y de cara a la posibilidad de un nuevo hu-manismo, la televisión aguarda la respuesta quenosotros, profesionales de la nueva técnica, sea-mos capaces de arbitrar para nuestra sociedaddel fututro.

(Continuará.)

Educación cívicaJOSE ANTONIO PEREZ-RIOJA

Doctor en Filosofía y Letras,bibliotecario,director de la Casa de la Cultura de Soria

Con otros temas de los que me vengo ocupan-do en esta revista —aspecto social de la lectura,educación del ocio, educación de adultos, etc.— serelaciona estrechamente el que hoy da título aestas páginas.

Por otra parte, la complicación creciente de lasobligaciones ciudadanas y su repercusión en lavida individual y social del hombre hacen im-prescindible el planteamiento de la urgente ne-cesidad de una educación cívica más extensa e'intensa.

CULTURA Y EDUCACION

Por muy conocidos o repetidos que se nos apa-rezcan, conviene precisar una vez más, y siquierasea brevemente— los conceptos cultura y edu-dación.

Mientras la naturaleza es aquello que existesin que el hombre lo transforme o lo modifique,la cultura es, en su más amplio sentido, cuantoel hombre hace. conforma o crea. La existenciahumana —desde los tiempos más remotos— su-