Educar para la Convivencia Actividad de Integración, Módulo1
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Curso de Actualización Docente
Modalidad / A Distancia
“Educar para la Convivencia”.
Actividad de Integración.
Modulo 1
Rolón, Mónica Patricia. D.N.I. Nº
26.487.746
Fecha de Entrega: …………………………………………..
La devolución del trabajo a: [email protected]
“Educar para la Convivencia”.
ACTIVIDAD DE INTEGRACIÓN – MODULO 1
Trabajo Práctico N° 1.
Utilizando lo expuesto en el modulo 1, encuadre dentro de un marco
teórico la estructura de su Institución Educativa, narrando y
justificando si se dan los distintos procesos de construcción de
Convivencia. Tener en cuenta la programación para la concreción de
las normas y las medidas de prevención que se toman.
La extensión del documento no debe ser menor de cinco (5) carillas.
Formato papel A4, letra tahoma tamaño 12, espaciado anterior y
posterior cero, interlineado 1 o 1,5.
Cuestiones referidas al compromiso social de la escuela.
La escuela, como institución educativa, es una formación social en
dos sentidos: está formada a partir de la sociedad y a la vez expresa
a la sociedad. Lo que se habla en cada escuela, es el lenguaje
particular de la sociedad. Por tal motivo, no es ajena a la profunda
crisis socio política en la que estamos inmersos y que como
ciudadanos nos afecta.
En este contexto, la escuela en general, está seriamente cuestionada
porque no responde a las demandas, no prepara para este nuevo
orden, no asegura mejoras. No obstante esto, y aún con estas fallas y
carencias, es la institución social que sigue nucleando a un
significativo número de niños, adolescentes y jóvenes. Por ser una
institución pública, está sometida y padece los efectos producidos por
la crisis social que la atraviesa, e incide tanto en la singularidad de
cada uno de los actores como también en el colectivo institucional
que conforman, y se pone de manifiesto en problemáticas concretas y
observables: el miedo a un futuro incierto, el temor a estar cada vez
peor, la vivencia de desolación, el debilitamiento de vínculos de
solidaridad y amistad, la pérdida de relaciones institucionales, de
grupos sociales de pertenencia y referencia; en realidad se trata de
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“Educar para la Convivencia”.
una progresiva pérdida del sentido de la vida. Estas pérdidas son
carencias que afectan, limitan y someten a los niños, adolescentes y
jóvenes, como sujetos de derecho en su condición y dignidad
humana.
Siendo conscientes de esta realidad adversa, que se impone a
nuestros alumnos, especialmente a aquellos con más limitaciones que
posibilidades, con más carencias que logros, es fundamental que el
tiempo que transcurren en la escuela durante su niñez y
adolescencia, sea considerado por ellos, como un tiempo y un espacio
valorizado, un tiempo de crecimiento, de creatividad, que favorezca
la construcción de su subjetividad. Para ello la escuela debe generar,
facilitar y promover tiempos y espacios para que pueda circular la
palabra y no los silencios, el diálogo y la discusión y no la sumisión y
acatamiento, el análisis y la reflexión sobre las acciones impulsivas y
las actuaciones violentas.
La función socializadora de la escuela se manifiesta en las
interrelaciones cotidianas, en las actividades habituales; también se
hacen explícitas en las charlas espontáneas o en discusiones y
diálogos planificados para reflexionar sobre esas interrelaciones, para
reconocer los acuerdos, las diferencias, las formas de alcanzar el
consenso, de aceptar el disenso. Sólo de esta manera se aprende a
convivir mejor. Una escuela que intenta responder a su cometido de
ser formadora de ciudadanas y ciudadanos, comprometidos crítica y
activamente con su época y mundo, permite el aprendizaje y la
práctica de valores democráticos: la promoción de la solidaridad, la
paz, la justicia, la responsabilidad individual y social. Estos se
traducen en las acciones cotidianas que transcurren en el aula, en la
actitud comprensiva y educadora de los adultos que son los
responsables de la formación de las jóvenes generaciones, por eso, el
desafío de toda institución educativa es convertirse en propulsora de
procesos de democratización y participación. Sin lugar a dudas si la
escuela puede hacer ésto - de hecho muchas de las escuelas lo hacen
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“Educar para la Convivencia”.
y lo hacen bien - está dando respuesta a una de las demandas más
requeridas por la sociedad.
En Argentina, este requerimiento hoy es más imperioso que nunca,
pues mi país está inmerso en la crisis más profunda, aguda y
generalizada de su historia, y nos afecta (socioeconómica, política,
educativa y culturalmente) a todos. Las necesidades cada día son
mayores, en tanto que los recursos son cada día más exiguos. En
medio de este clima de catástrofe, docentes (adultos responsables), y
alumnos (niños, adolescentes y jóvenes) se encuentran diariamente
en muchas de las escuelas para construir una convivencia que
produzca un lazo social solidario.
Cuestiones referidas a la convivencia escolar y los aspectos
pedagógicos:
La convivencia escolar, desde este ángulo, alude, fundamentalmente,
a uno de los temas básicos de la pedagogía: el aprendizaje, es
decir, el proceso por el cual un sujeto adquiere o desarrolla una nueva
conciencia y conocimiento, que le proporcionan nuevos significados.
A partir de esta idea, surgen algunas preguntas:
¿es posible un adecuado aprendizaje sin una adecuada
convivencia?
¿se puede lograr una buena convivencia sin aprendizaje?
¿qué significa aprendizaje de la convivencia?
¿qué función, qué lugar le corresponde a la escuela en relación
a convivencia y aprendizaje?
Para que el aprendizaje sea posible, los intercambios entre todos los
actores de la institución (alumnos, docentes y padres, ¿por qué no?)
que comparten la actividad en la escuela y que conforman esa red de
vínculos interpersonales que denominamos CONVIVENCIA deben
construirse cotidianamente, mantenerse y renovarse cada día, según
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“Educar para la Convivencia”.
determinados valores. Sólo cuando en una institución escolar se
privilegian la comunicación, el respeto mutuo, el diálogo, la
participación, recién entonces se genera el clima adecuado para
posibilitar el aprendizaje.
Convivencia y aprendizaje, pues, se condicionan mutuamente. La
causalidad circular permite comprender la interrelación entre ambos:
cada uno es condición necesaria (aunque no suficiente por sí solo)
para que se dé el otro.
Para comprender mejor esto, pensemos en algunas de las escenas
escolares: una clase en la que el profesor trasmite conocimientos
desactualizados, o sobreabunda en detalles, o se va por las ramas, o
utiliza una metodología inadecuada (o todo esto junto),y además
explica los experimentos, no los hace, "lee y dicta" apuntes y/o "toma
lección en el frente", genera desinterés, abulia, apatía - que
generalmente termina en indisciplina , primero pasiva pero luego es
activísima e incontrolable. Estos tipos de actitud, no permiten la
apropiación de los conocimientos, es más operan en contra.
Si seguimos con ejemplos, hay otro tipo de clases en la que los
alumnos están activos, pero en actividades dispares y ajenas a la
clase. Esta hiperactividad, resultado del desinterés de los alumnos,
reforzados por la falta de autoridad del docente, genera un clima de
confusión, de caos, que no permite el proceso de enseñanza -
aprendizaje. En ambos casos, además de no "apropiarse de
contenidos curriculares", la interrelación docente - alumno está
severamente perturbada, los vínculos estrechamente ligados a la
tarea no se consolidan, esto incide negativamente en la convivencia,
la debilita seriamente. Es decir el proceso de enseñanza - aprendizaje
está empobrecido - y en muchos casos ausente - tanto en lo que se
refiere a contenidos curriculares como aspectos vinculares, pues lo
vincular se aprende y se aprehende vivencialmente a través de la
tarea. De lo expresado, concluimos que: los procesos pedagógicos
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“Educar para la Convivencia”.
y la convivencia institucional están indisolublemente
vinculados entre sí.
También se considera aprendizaje significativo, a todas aquellas
otras acciones no académicas, que son propias del quehacer de la
escuela y están estrechamente ligadas al proceso de socialización: la
comunicación, el diálogo, el respeto mutuo, la participación, el
compromiso. Todas ellas serán palabras carentes de significado,
vacías de contenido, si no se las reconoce en actos, si no se las
vivencia. Para que cada uno pueda apropiarse de estos "contenidos
para la vida" hay que probarlos, ensayarlos, ejercitarlos, practicarlos,
repetirlos, es decir, vivirlos en el quehacer cotidiano de la vida
escolar.
¿Cómo se aprende a dialogar?
Sin lugar a dudas la respuesta es: dialogando. Y aquí es fundamental
la tarea del docente adulto, cuya función es acompañar, es
escuchar, nada más y nada menos que eso: acompañar y
escuchar comprensivamente al otro, con mayor o menor grado
de especificidad, según la función que se desempeña en la institución
educativa, para que el alumno, niño, adolescente o joven, vaya
transitando y descubriendo el camino, su camino.
Acompañar y escuchar, es presencia, presencia que implica,
según el educador brasileño Antonio Gomes Da Costa,
receptividad, apertura hacia el alumno, estar dispuesto a
conocerlo y comprenderlo respetando su intimidad, su
privacidad.
reciprocidad no basta con estar expectante, sino también en
responder con actitudes, con palabras, con gestos,
compromiso que es la responsabilidad que se asume en
relación con el otro, en este caso con el alumno.
De esta manera se aprende a dialogar, y a generar vínculos no sólo
con quiénes comparto gustos e ideas, sino también con aquellos cuya
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“Educar para la Convivencia”.
postura ante la vida es distinta, quizá opuesta a la mía y con quien
tengo que convivir cotidianamente y muchas veces compartir tareas.
Esto nos remite a la solidaridad: otro "contenido fundamental", que
también se aprende y ejercita en la escuela en general y en la
secundaria en especial. En pocas etapas de la vida se es tan solidario
como cuando se es adolescente. La solidaridad es lo que me
compromete como SUJETO con el “OTRO” también SUJETO. Pero para
llegar a ser solidario se sigue un proceso; en el que hay momentos
en los que el niño / adolescente suele homologar solidaridad con
complicidad, pero esto es una etapa, un momento de ese proceso en
la vida de nuestros jóvenes estudiantes. Considerar y analizar estas
situaciones facilitada mediante, el diálogo y la reflexión con la
intervención del adulto responsable, permite pasar de la complicidad
(indiscriminación y anomia) a la solidaridad (compartir con otro u
otros conformando una red, un colectivo) cuyo objetivo es el bien
común.
¿Cuántas veces en pro de lo que como adultos consideramos justos
ideales, les pedimos su solidaridad para con nosotros; los
arengamos , los persuadimos seductora o carismáticamente para que
digan la verdad en relación a algún incidente con sus compañeros,
aún cuando esa verdad sea una delación?. Pero hay que decir la
verdad, ahora, aquí y porque yo lo digo. ¿Esta actitud tiene algo que
ver con el concepto de verdad? ¿qué lo liga a la idea de solidaridad?
Esto también lo enseñamos (y lo aprendemos) en la escuela por estar
en relación con otros. Es muy interesante lo que dice al respecto
Humberto Maturana: "Educar se constituye en el proceso por el cual
el niño, el joven o el adulto convive con otro y al convivir con el otro
se transforma espontáneamente, de manera que su modo de vivir se
hace progresivamente más congruente con el otro en el espacio de
convivencia. Si el niño, joven o adulto no puede aceptarse y
respetarse a sí mismo, no aceptará ni respetará al otro. Temerá,
envidiará o despreciará al otro, pero no lo aceptará ni lo respetará y
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“Educar para la Convivencia”.
sin aceptación y respeto por el otro como un legítimo otro en la
convivencia no hay fenómeno social”.
Obviamente, hoy, la escuela no desconoce estos hechos y, por esto,
se ocupa de que quienes ingresan a ella permanezcan el tiempo
necesario allí. Pero si esta retención e integración a la comunidad
escolar no está mediada por el encuentro con el conocimiento y la
aventura del saber, la escuela no cumple con el cometido para el que
fue creada y se convierte en una instancia, ya no de retención, sino
de detención del proceso de crecimiento y de socialización, que
permite el tránsito y la transformación del cachorro humano en sujeto
de derechos y responsabilidad (es construcción de la ciudadanía).
¿Qué significa aprendizaje de la convivencia?
En realidad, se trata de un doble aprendizaje. En primer lugar, la
convivencia se aprende. Es más, es un duro y prolongado -hasta
podríamos decir, interminable- aprendizaje en la vida de todo sujeto,
pues:
sólo se aprende a partir de la experiencia.
sólo se aprende si se convierte en una necesidad.
sólo se aprende si se logran cambios duraderos en la conducta,
que permitan hacer una adaptación activa al entorno personal y
social de cada uno.
Por otra parte, la convivencia enseña. De ella se aprenden
contenidos actitudinales, disposiciones frente a la vida y al mundo
que posibilitan el aprendizaje de otros contenidos conceptuales y
procedimentales.
Los principales determinantes de las actitudes se entienden en
términos de influencias sociales. Las actitudes se trasmiten a través
de la expresión verbal y no verbal. La institución educativa, aún
cuando no se lo proponga, no se limita a enseñar conocimientos,
habilidades y métodos. Va más allá. La escuela contribuye a generar
los valores básicos de la sociedad en la que está inserta. Los valores
de la escuela influyen sobre los alumnos. Muchos de ellos están
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“Educar para la Convivencia”.
claramente explicitados en el ideario institucional, en tanto que otros
están íntimamente ligados a la identidad institucional, y son los que
vivencian diariamente; sobre estos principios se construye y consolida
la convivencia.
Los valores constituyen un proyecto compartido que da sentido y
orienta la formación de actitudes en la escuela. La escuela espera de
sus actores una serie de comportamientos adecuados a los valores
que inspiran el proyecto educativo. Para ello deben incorporarse
normas. La meta máxima será que éstas sean aceptadas por todos
los actores como reglas básicas del funcionamiento institucional, que
se comprenda que son necesarios para organizar la vida colectiva. Si
esto se logra, se logró la interiorización de las normas.
¿Cómo se aprende la convivencia?
Para aprender a convivir deben cumplirse determinadas procesos,
que por ser constitutivos de toda convivencia democrática, su
ausencia dificulta (y obstruye) su construcción; simplemente las
enumero, pues serán desarrolladas más adelante.
Interactuar (intercambiar acciones con otro /s)),
interrelacionarse; (establecer vínculos que implican
reciprocidad)
dialogar (fundamentalmente ESCUCHAR, también hablar con
otro /s)
participar (actuar con otro /s)
comprometerse (asumir responsablemente las acciones con
otro /s)
compartir propuestas.
discutir (intercambiar ideas y opiniones diferentes con otro /s)
disentir (aceptar que mis ideas – o las del otro /s pueden ser
diferentes)
acordar ( encontrar los aspectos comunes, implica pérdida y
ganancia)
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“Educar para la Convivencia”.
reflexionar (volver sobre lo actuado, lo sucedido. “Producir
Pensamiento” – conceptualizar sobre las acciones e ideas.)
Todas estas condiciones en la escuela se conjugan y se transforman
en práctica cotidiana a través de proyectos institucionales que
resulten convocantes y significativos para los actores institucionales,
y también respondan a necesidades y demandas institucionales.
Estos proyectos incluyen y exceden los contenidos singulares de las
asignaturas, la tarea nuclea a los distintos actores y como
consecuencia de ello, las relaciones cotidianas y rutinarias se
modifican, varían los roles y cada integrante asume nuevas
responsabilidades, se incrementa el protagonismo de todos los
participantes. La actividad tiene sentido y significado para quienes la
ejecutan, pero también la tiene para sus destinatarios; alcanzar las
metas propuestas es el cometido compartido, se incrementa la
responsabilidad y el sentido de pertenencia. Esta propuesta impregna
a toda la institución que, sin "trabajar específicamente la
convivencia", aprende "a convivir, conviviendo".
Confirma lo enunciado en esta presentación la experiencia de muchas
escuelas, que en distintos lugares - algunos muy distantes y solitarios
- desarrollan distintos tipos de proyectos. En dichas escuelas "los
problemas de convivencia" no existen como obstáculos sino que se
transforman en un desafío a la creatividad, entendiendo que ser
creativo es dar respuestas variadas, diferentes y diversas a
situaciones habituales y reiteradas que necesitamos modificar,
mejorar. De esta manera la energía requerida para “solucionar el
problema” se canaliza constructivamente no sólo para la realización
personal sino para el logro del bien común.
La convivencia escolar:
Consideraciones para su construcción cotidiana
En los últimos años comenzaron a cuestionarse los regímenes
disciplinarios escolares indiscutidos durante mucho tiempo, por su
desactualización, por su rigidez burocrática, por su
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“Educar para la Convivencia”.
despersonalización, pues no reconocían a los niños, adolescentes y
jóvenes - los alumnos - como sujetos de derecho y responsabilidad.
Sin lugar a dudas tuvo una marcada influencia en estos cambios de
modelo, los principios enunciados y proclamados por la Declaración
de los Derechos del Niño adoptada por la Asamblea General de las
Naciones Unidas (1959) y posteriormente la Convención Internacional
sobre los Derechos del Niño ( 1989), en el que el niño ( y adolescente)
dejaron de ser considerados como un “objetos de cuidado y
protección” para “ser sujetos de derecho y responsabilidad”.
Como consecuencia de ello, numerosas instituciones educativas han
reformulado su propuesta pedagógica, incluidos los aspectos
relacionados con la convivencia escolar protagonizada por sus
actores: docentes (adultos) y alumnos (niños, adolescentes y jóvenes)
y les ha exigido encontrar alternativas distintas a las convencionales,
pues las existentes ya no resultaban útiles, y no respondían a las
demandas formuladas. Además y conjuntamente con esto, quiénes
trabajamos en instituciones educativas, somos testigos y a veces,
protagonistas, de innumerables situaciones que desconocemos, que
nos sorprenden, nos desconciertan, nos superan, y también, nos
asustan. Problemáticas que durante mucho tiempo eran ajenas al
ámbito escolar o incidían indirectamente en la vida institucional, hoy,
repercuten directamente en la convivencia y constituyen su principal
preocupación.
Por esto mi interés en abordar estos temas acuciantes referidos
directamente a la construcción de un sistema de convivencia escolar,
que influyen en la dinámica institucional, repercuten en las
interrelaciones de los actores, afectan los vínculos personales e
inciden en los procesos de subjetivación / socialización de los
alumnos, enmarcados en una nueva concepción jurídica del niño y
adolescente como sujeto, como ciudadano.
Hay algunas ideas y conceptos que deseo explicitar como punto de
partida:
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“Educar para la Convivencia”.
En la escuela siempre han convivido niños, adolescentes y
jóvenes entre sí y con adultos; este proceso constituye la
socialización (que es progresivo control de los impulsos
individuales que posibilitan acceder a las interrelaciones
sociales).
La convivencia escolar no es un concepto nuevo; lo que ha
variado es la relación entre los actores institucionales: todos
son considerados sujetos de derecho y responsabilidad, tanto
los niños, adolescentes y jóvenes, - los alumnos - como los
adultos - los docentes. Merece aclarase que por las funciones
organizacionales que les compete a cada grupo, la mayor
responsabilidad siempre recae en los adultos.
Por lo antedicho, la convivencia es un intento de equilibrio entre
lo individual y lo colectivo, entre el deseo y la ley. Esto implica
renunciamiento de los sujetos en pro del bien común, del
colectivo institucional: estos renunciamientos necesarios para la
construcción de la convivencia escolar, provocan malestar. La
convivencia no se puede separar del conflicto (institucional,
grupal, singular).
En la escuela, el encuentro entre docentes (adultos) y alumnos
(niños/ adolescentes / jóvenes- se produce en relación con el
saber, con el conocimiento.
Características que deben considerarse en la construcción -
diseño y funcionamiento - de un sistema de convivencia en la
escuela:
Requiere de un trabajo compartido para elaborarlo y
sostenerlo en su aplicación.
La propuesta inicial de construir un sistema de convivencia en la
escuela, puede surgir como iniciativa de cualquier actor y/o grupo
institucional. Pero la responsabilidad de instaurarlo en primera
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“Educar para la Convivencia”.
instancia, es de la conducción (equipo directivo / consejo asesor /
etc.). Seguidamente esta propuesta se comparte con el resto de los
adultos - docentes - y posteriormente con los alumnos. Se podrá
constituir una comisión o consejo - por elección y/o delegación - con
representantes de los distintos sectores, que será el responsable de
planificar las diferentes acciones.
Cuando en una escuela se convoca a participar a todos para mejorar
los vínculos y la vida institucional en general, se produce una gran
movilización que se expresa a través de proyectos, actividades,
diálogo, que obligan a concretarlo. Es ésta, una responsabilidad de la
conducción de la escuela si desea emprender la construcción de un
sistema de convivencia institucional.
Demanda tiempo para su diseño, para su aplicación, para
pruebas y adecuaciones.
Esta tarea requiere de un plan previo, elaborado por el equipo
directivo y el consejo asesor en primer lugar. Dicho plan debe dar
respuesta a las necesidades institucionales. Habitualmente algunos
actores institucionales (alumnos, docentes, auxiliares, padres) en
forma individual o pequeños grupos, hacen propuestas o expresan
inquietudes personales, aisladas. Estos "emergentes" pueden (en
realidad deben) ser tomados en cuenta por las autoridades para
realizar una consulta institucional y tener un diagnóstico de situación
(expectativas, frustraciones, quejas, propuestas, etc.)
Realizado el diagnóstico situacional institucional, se elabora un plan
de trabajo general (por período de uno o dos años). Para elaborar este
plan se sugiere:
Convocar a quienes pueden, saben o desean aprender, y
quieren trabajar en la construcción del sistema de convivencia.
Pensar y planificar las acciones con todos los actores que
participarán en la tarea.
Detallar las etapas que se irán cumpliendo.
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“Educar para la Convivencia”.
Este programa se pone en conocimiento de la comunidad educativa,
asegurando que la información llegue a todos los actores. Informar es
condición necesaria, para poder contar con la colaboración y
compromiso de los distintos actores en la implementación del
programa
Es función de los directivos o quienes cumplen funciones de
conducción:
realizar el control de gestión:
favorecer la comunicación entre las partes intervinientes.
buscar y brindar la máxima información sobre el asunto a tratar
trabajar con acuerdos en lo que se refiere a:
o las actividades a desarrollar
o anticipación de logros y riesgos; considerar sus
implicancias en la institución;
o dejar constancia de los aspectos en los que no hubo
acuerdo, pues pueden ser alternativas posibles en otro
momento.
Es conveniente tener en cuenta que aún tomando todos estos
recaudos, y considerando que participan los distintos actores
institucionales en la construcción e implementación del sistema de
convivencia, las singularidades de cada uno de los sujetos estarán
presentes a través de las opiniones, las creencias, las dudas
personales, entremezclados con emociones y sentimientos; esto en
parte favorecerá y en parte entorpecerá el desarrollo de las
actividades y acciones previstas. Pero solamente de esta manera, con
marchas y contramarchas, con avances y retrocesos, con entusiasmo
y desaliento se puede construir un sistema de convivencia: trabajar
así posibilita la participación; implica esfuerzo y desgaste de los
actores intervinientes, que se ponen de manifiesto en el compromiso
de cada uno en particular y del colectivo institucional.
Lo expresado anteriormente implica que uno solo, - directivo, docente
o alumno- no puede proponerse por sí solo, asumir esta tarea, que es
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“Educar para la Convivencia”.
eminentemente participativa y abarcadora de todos o la mayor
cantidad posible de miembros de la institución educativa.
Se construye día a día, es decir, que siempre está a prueba y
nunca está terminado
Es conveniente y necesario planificar las distintas acciones, pero
tener en cuenta que al llevarlas a la práctica podrán surgir
variaciones, modificaciones, omisiones y alteraciones. Algunas
imprevistas otras acordadas. Por eso es conveniente y necesario
disponer de un tiempo para el seguimiento y la evaluación del
desarrollo, que permita hacer las adecuaciones necesarias a las
propuestas originales.
No hay recetas infalibles. Sólo se pueden hacer sugerencias y
propuestas.
Las características de cada institución, su historia, sus integrantes, los
recursos, los obstáculos, los modos en que circula la comunicación o
se juega el poder, son ingredientes que, a la hora de poner en
práctica las distintas acciones van a variar por completo el resultado
del proyecto original. Lo verdaderamente "emocionante" de la
propuesta es que cada experiencia es única e irrepetible, con la
satisfacción de sus logros y la incertidumbre de sus riegos.
Hay que generar distintos momentos de encuentro y
participación entre los actores institucionales, que permitan
el diálogo, la reflexión, el debate.
Quizá sea éste uno de los aspectos más problemáticos, para resolver.
Dado que en realidad son muy pocas las escuelas que cuentan con un
"tiempo institucional" para dedicar al sistema de convivencia, será
necesario considerar:
las características de cada institución educativa (cantidad de
alumnos, de docentes, turnos de funcionamiento, etc.),
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“Educar para la Convivencia”.
la existencia, adecuación y/o creación de los tiempos
institucionales (no es lo mismo contar con la existencia de
horas extraclase o tener que hacer la adecuación de los
horarios de clase habituales, etc.),
la disponibilidad horaria de los actores en particular para
compartir encuentros entre sí.
la disponibilidad y uso de los espacios existentes (escuelas que
cuentan con salón de actos y/ o patios cubiertos, escuelas que
sólo cuentan con algún Salón de Usos Múltiples). Esto incluye
también los tiempos en que los mismos pueden ser utilizados.
Conviene aclarar que también hay un tiempo que cada institución
necesita para ir haciéndose cargo de los “movimientos” que se han
ido generando durante la construcción de su sistema de convivencia
escolar; este tiempo no es el que consigna el calendario, sino una
consecuencia del estilo o carácter institucional, que surge de la
interrelación de los distintos aspectos señalados anteriormente.
Condiciones a tener en cuenta en la construcción de un
sistema de convivencia en la escuela:
Responder a necesidades institucionales.
Con esto deseo expresar, que tendrá mayor adhesión de los actores
todo proyecto, programa o actividad que atienda las necesidades
reconocidas por la comunidad escolar en su conjunto.
Proponer actividades y acciones factibles de realización según
las condiciones (posibilidades y límites) de cada escuela.
Muchas propuestas fracasan, pues no se toman en cuenta los
recursos necesarios para afrontarlos, o caso contrario, porque no se
consideran los recursos que se poseen.
Organizar en detalle las distintas actividades.
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“Educar para la Convivencia”.
Esto suena como "obvio o ya dicho", de hecho lo es, pero cuando se
organizan distintas acciones se tienden a dar por "sobrentendido" una
serie de cuestiones, que, al no quedar explicitadas arruinan la
actividad
Organización, se refiere no sólo a espacios, muebles y materiales,
sino también a las tareas (funciones y responsabilidades) que deben
cumplirse para un adecuado desarrollo. A posteriori, designar los
actores que serán responsables de cumplimentar estas tareas.
Elaborar las normas de procedimiento:
Muchas situaciones conflictivas que interfieren y afectan el
funcionamiento del sistema de convivencia institucional, se generan o
se agravan cuando se interrumpen, alteran o no se cumplen los
procedimientos adecuados. El sistema como tal está estructurado
como una "organización", en la que cada parte está ligada al todo y
cualquier alteración, en una de ellas, afecta a las demás.
Todo programa que se implementa presenta inconvenientes; en tanto
puedan ser reconocidos y trabajados, generarán aprendizaje. Para
ello es conveniente incluir, entre los procedimientos, períodos de
prueba que cuenten con espacios y tiempos para realizar las
evaluaciones y adecuaciones necesarias.
El aula: espacio institucional privilegiado para construir la
convivencia de la escuela
Los alumnos estaban en clase con el docente. De pronto comenzaron
a escucharse ruidos extraños y gritos que fueron aumentando
estrepitosamente. El docente trataba de apaciguarlos, sin lograrlo.
Como cada vez el desorden era mayor, y la situación se tornaba
insostenible, alguien avisó en la dirección. El director fue a la clase,
y ...
De los posibles finales que puede tener esta historia, elegí algunos
que tienen como protagonista a los distintos actores:
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“Educar para la Convivencia”.
Final 1: ... dijo: - Esto no puede ser, se quedan en silencio, pues así,
no se puede continuar. Inmediatamente los alumnos quedaron
tranquilos y el profesor retomó su explicación. Volvió a la normalidad.
Final 2: .... y le pidió al docente que se esforzara por mantener la
clase en orden, que era su responsabilidad lograrlo. Se dio media
vuelta y se fue.
Final 3: ... y se quedó parado, sin decir nada. Poco a poco los
alumnos se callaron.
Final 4: ... se acercó al docente, le preguntó en qué estaban
trabajando; le preguntó si tenía inconveniente que él se quedara en la
clase. Seguidamente se dirigió al alumnado comentándoles que se
quedaría con ellos un rato; se sentó en un asiento libre. El docente
retomó la clase, los alumnos continuaron participando, sin hacer
tanto lío. Cuando finalizó la hora el director y el profesor salieron
juntos conversando..
Los primeros tres finales tienen algo en común: las acciones para
restablecer el orden, las realiza el director sólo: - impone silencio al
alumnado (1); - le pide al docente que cumpla con sus
responsabilidades (2); controla la situación silenciosamente (3).
El cuarto final, es diferente, pues el director se presenta e interviene
de otra forma. Respeta el ámbito que es la clase a cargo de un
docente: se acerca a él y le pregunta sobre la situación, luego habla
con los alumnos informando que permanecerá con ellos. Se retira
cuando concluye la clase, junto con el docente.
Considerando este tipo de intervención que nos muestra otra forma
de relación entre adultos y adolescentes (en este último caso),
podemos también suponer que con posterioridad, esta situación fue
analizada entre los distintos actores:
el profesor y el director conversaron;
el profesor dialogó con sus alumnos;
los alumnos seguramente también charlaron entre ellos sobre lo
vivido;
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“Educar para la Convivencia”.
es posible que en otro momento, también el director se haya
acercado a tratar esta situación con el grupo de alumnos.
Seguramente, para cada uno este incidente tuvo distintas
significaciones. Pero merecen destacarse como significativos, los
siguientes aspectos:
Los adultos - docente y directivo -, consideraron a los alumnos
como sujetos, encontraron una solución respetuosa.
Los actores alumnos pudieron reencauzar su comportamiento
inadecuado, con la presencia de adultos, que pusieron "límite"
al descontrol, sin agravios ni amenazas.
Es el resultado de un trabajo previo, en el aula y en la escuela
Los primeros tres finales responden básicamente a una posición
ligada a la disciplina, Esta posición se basa en:
transformar a los alumnos en "cuerpos dóciles", que deben
obedecer / acatar / cumplir las normas existentes (objetos de
cuidado y protección)
la prevalencia de la idea de que los alumnos son menores -
menor como desposeído, de derecho y responsabilidad - que
requieren del control de " un otro" externo, que es mayor y
adulto, que sabe y decide qué está bien y qué está mal, qué le
conviene. Su función es hacer cumplir las normas vigentes,
pues así está establecido. Es decir, no se considera al alumno –
niños, adolescente, joven - como sujeto sino como objeto.
El cuarto final, es una posición ligada a la convivencia. Esta posición:
no es una propuesta o concepto nuevo: la humanidad en
general y en la escuela en particular, siempre se ha convivido
(con - vivir / vivir con otro/s). Lo que ha variado es la relación
entre los actores institucionales: todos son considerados
sujetos. Corresponde aclarar que por las funciones
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“Educar para la Convivencia”.
organizacionales que les compete a cada grupo, la mayor
responsabilidad siempre recae en los adultos.
considera al alumno de acuerdo a lo establecido en los
principios de la Convención Internacional de los Derechos del
Niño: lo reconoce como sujeto de derecho y responsabilidad. "
No se trata de confundir esta etapa del infantil sujeto... con
incapacidad y menos con cosificación del niño, de modo que al
negar su condición de sujeto, se instauran cultural y
jurídicamente sistemas de tutelajes arbitrarios, que para nada
lo toman en cuenta como individuo singular"
es un intento de equilibrio entre lo individual y lo colectivo,
entre el deseo y la ley. Esto implica renunciamiento de los
sujetos en pro del bien común, del colectivo institucional: estos
renunciamientos necesarios para la construcción de la
convivencia escolar, provocan malestar. La convivencia no se
puede separar del conflicto (institucional, grupal, singular).
promueve, favorece, genera y aprovecha los tiempos/ espacios
de encuentro entre los diferentes actores institucionales para
propiciar y facilitar el diálogo, la participación, el compromiso.
Algunas ideas que muestran que la convivencia se construye en el
aula, y que sólo a partir de considerar lo que acontece en el aula,
podemos pensar en la convivencia de la escuela:
El aula es:
El primer espacio de vida pública de los niños, adolescentes y
jóvenes.
Es el lugar donde transcurre la mayor parte del tiempo escolar de los
alumnos, es el espacio de la escuela donde se desarrollan las
actividades fundamentales; constituye la unidad de pertenencia y
referencia de los alumnos
El espacio para construir las relaciones sociales.
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“Educar para la Convivencia”.
En este lugar se habla, se escucha, se dialoga, se discute, se
reflexiona, se enseña, se aprende, se juega, se permanece en
silencio, se participa, se está aburrido, se razona, se memoriza, se
repite, etc., etc., etc. En el aula se vive la realidad de la escuela. La
construcción y conocimiento de la escuela como totalidad se
construye a partir de las experiencias vividas en ese ámbito.
El lugar en que el alumno desde su ingreso aprende gestos y
rituales
Desde el inicio de su escolaridad, el niño aprende distintas
actividades que se realizan cotidianamente y regulan las
interrelaciones con sus pares y adultos: algunas son espontáneas,
otras están permitidas, otras deben ser autorizadas, en tanto otras,
están prohibidas. Esto se manifiesta en las distintas formas de
comunicación, los saludos, los silencios, los permisos para
desplazarse por el aula o por la escuela, las autorizaciones para el uso
de objetos comunes, etc. Estas acciones “pautadas” regulan la
interrelación cotidiana, son elementos constitutivos de la convivencia.
Es fundamental que los alumnos conozcan la razón de ser de estos
actos, comprendan su sentido para que la convivencia pueda
construirse como contenido significativo, considerando que lo que se
hace (acciones) prevalece sobre lo que se dice (palabras).
El ámbito en el que se convive, se habla y se aprende sobre
convivencia.
La convivencia se va construyendo día a día. Podremos decir que la
convivencia es más o menos armónica, más o menos placentera, con
todos esos más y/o menos, los actores institucionales siempre están
en relación unos con otros: con pares y con no-pares.
La función socializadora se manifiesta en las interrelaciones
cotidianas, en las actividades habituales; también se hacen explícitas
en los charlas espontáneas o en discusiones y diálogos planificados
para reflexionar sobre esas interrelaciones, para reconocer los
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“Educar para la Convivencia”.
acuerdos, las diferencias, las formas de alcanzar el consenso, de
aceptar el disenso. Sólo de esta manera se aprende a convivir mejor.
El lugar para trasmitir, ejercitar, incorporar formas de
convivencia ligadas a la práctica de la vida democrática.
Una escuela que intenta responder a su cometido de ser formadora
de ciudadanas y ciudadanos, comprometidos crítica y activamente
con su época y mundo; permite el aprendizaje y la práctica de valores
democráticos. Estos se traducen en las acciones habituales que
transcurren en el aula, en la actitud comprensiva y educadora de los
adultos, responsables de la formación de las jóvenes generaciones,
por eso:
El desafío de la escuela es convertirse en propulsora de
procesos de democratización y participación, sólo será posible
si el aula es la unidad operativa donde además de las
acciones propias se gestionan las acciones institucionales.
Organismos institucionales para tratar la convivencia escolar.
Los cuerpos colegiados y representativos
Lo formulado hasta aquí nos permite concluir que diseñar, articular y
poner en funcionamiento un Sistema de Convivencia Escolar no es
una tarea sencilla por varias razones:
Requiere de un trabajo compartido para elaborarlo y sostenerlo
en su aplicación.
Demanda tiempo para diseñarlo, para aplicarlo, para probarlo,
para adecuarlo.
Se construye día a día, es decir, que siempre está a prueba.
No hay recetas infalibles. Sólo se pueden hacer sugerencias y
propuestas.
Hay que generar distintos momentos de encuentro y
participación entre los actores institucionales, que permitan el
diálogo, la reflexión, el debate.
Hay que considerar:
o las características de cada institución educativa,
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“Educar para la Convivencia”.
o la existencia, adecuación y/o creación de los tiempos
institucionales (no es lo mismo contar con la existencia de
horas extraclase o tener que hacer la adecuación de los
horarios de clase habituales, etc.),
o la disponibilidad y uso de los espacios disponibles
(escuelas que cuentan con salón de actos y/ o patios
cubiertos, escuelas que sólo cuentan con algún Salón de
Usos Múltiples).
Tomando en cuenta estas consideraciones se pueden llevar a cabo
distintas actividades, pero éstas deben mantener una continuidad
que quedará instituida si se conforman distintos organismos/
cuerpos de participación institucional, que posibiliten y
garanticen a todos los actores institucionales:
la consulta y elaboración de propuestas de distintas actividades
institucionales;
la consulta sobre problemáticas institucionales;
el seguimiento y control del cumplimiento de los acuerdos
institucionales;
el asesoramiento sobre las sanciones, cuando se transgredan
las normas establecidas.
Se presentan algunas de estas instancias de participación, cuyas
funciones esenciales están referidas y relacionadas con la
convivencia institucional.
Un primer agrupamiento está referido a la cantidad de actores:
Instancias de participación amplia (encuentros, asambleas) su
funcionamiento se desarrolla con la participación de todos los
integrantes de la institución educativa o de algunos sectores en
particular (curso, turno, especialidad, ciclo).
Cuerpos colegiados de representantes: (consejos, centros, etc.)
participan en ellos los representantes de los distintos sectores /
estamentos de la comunidad educativa
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“Educar para la Convivencia”.
Entre los más conocidos y de funcionamiento frecuente, se pueden
mencionar:
Asamblea de Curso o Aula:
Está integrada por todos los alumnos de un curso o aula, el preceptor,
el profesor consejero, y profesores referentes. En circunstancias
especiales, pueden participar autoridades.
Tareas de la Asamblea de Curso o Aula:
Atiende las situaciones del curso en general y de los integrantes en
particular. Pueden mencionarse:
i. Conocimiento de los miembros del curso.
ii. Análisis y reflexión de situaciones cotidianas del curso, de
grupos o de algunos integrantes.
iii. Acordar normas de convivencia y funcionamiento en el curso.
iv. Enunciar conductas permitidas y sancionables.
v. Análisis y tratamiento de situaciones de conflicto entre los
integrantes del curso (alumnos, docentes, autoridades, etc.).
vi. Propuesta y desarrollo de actividades complementarias (salidas,
actividades solidarias, etc.).
Funcionamiento:
Reuniones regulares: Asignar un tiempo periódico para la realización
de distintas actividades. La frecuencia de encuentros variará de
acuerdo a la edad de los alumnos (mayor, en los primeros cursos) y
época del año escolar (mayor, al iniciar la actividad), por ejemplo, una
hora cátedra semanal y luego, una hora quincenal).
Reuniones especiales: ante situaciones críticas que requieran ser
tratadas con urgencia, se destinará un tiempo para ello.
El equipo de conducción, establecerá las pautas de funcionamiento
institucional, tiempo asignado, frecuencia, horarios, los temas
necesarios.
Consejo de Curso o Aula:
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“Educar para la Convivencia”.
Está integrado por distintos representantes de un curso: el
preceptor /a y profesor tutor /consejero - en las escuelas que cuentan
con ellos -, un alumno titular y uno suplente, elegidos
democráticamente entre sus pares. De no existir tutores, los alumnos
elegirán un profesor referente. En los dos casos se elegirá un profesor
suplente, por si el tutor /consejero o el profesor designado estuviere
ausente o involucrado en la problemática. El Subjefe / Jefe de
Preceptores reemplazará al preceptor en caso de ausencia o estar
involucrado en la problemática.
Tarea del Consejo de Aula:
Funcionará ante situaciones de trasgresión de normas y/o de
conflicto.
Funcionamiento:
Citará a las partes involucradas en el conflicto.
Escuchará las exposiciones de cada parte.
Analizará y reflexionará sobre la situación con las partes.
Analizará y reflexionará sobre la situación, sin la presencia de
los afectados.
Llegará a conclusiones que resulten lo más satisfactorias y
beneficiosas posibles para cada una de las partes y el curso en
general.
Informará de las conclusiones:
o a las partes involucradas
o al curso en general.
Se dejará constancia escrita, firmada por los integrantes del Consejo
y las partes involucradas.
En caso de no llegar a acuerdo, o que el mismo no fuere aceptado por
las partes involucradas o una de ellas, presentará la situación a las
autoridades y/o al Consejo de Convivencia de la Escuela).
Consejo de Año (escuelas con varias divisiones de un mismo
año
Consejo de ciclo (básico- superior)
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“Educar para la Convivencia”.
Consejo de turno (escuelas con más de un turno mañana,
tarde, noche)
Consejo de Especialidad / Modalidad (escuelas con
problemáticas propias en la especialidad/ modalidad :
Es una instancia intermedia entre el Consejo de Curso y el de
Convivencia de la escuela. La razón de la existencia de estos
Consejos Intermedios: de año, de turno, de ciclo, de teoría/ taller, etc.,
es atender adecuada, puntual y eficazmente en tiempo y forma,
distintas cuestiones propias de los distintos sectores de la escuela, y
que están referidos a la convivencia del sector. Debe abordar el
análisis y tratamiento de las cuestiones planteadas y aplicar la
normativa institucional siempre que corresponda una resolución
sectorial.
Podrán funcionar regularmente, o constituirse para atender
situaciones especiales. Los encuentros serán esporádicos: mensuales
o a convenir de acuerdo a la temática.
Estarán integrados por alumnos delegados de los distintos cursos, y
por docentes - profesores, maestros de taller y preceptores -
representantes de sus pares.
A su vez, algunos de los integrantes de estos Consejos deberían ser
miembros del Consejo de Convivencia de la Escuela.
Como en los Consejos de Curso, será responsabilidad del equipo de
conducción, establecer las pautas de funcionamiento institucional.
Consejo de Convivencia:
Es el cuerpo cuya función esencial está referido a la convivencia
institucional. Este consejo puede estar integrado por miembros
permanentes (un representante del equipo directivo, representantes
del cuerpo docente, del cuerpo de preceptores, de los alumnos, de los
padres, etc.) y miembros transitorios compañeros del curso del
alumno /s afectado /s, profesor tutor o profesor referente del curso, el
docente implicado en la situación, etc.)
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“Educar para la Convivencia”.
1. Sistematizar las normas de convivencia institucional, a partir de
las propuestas y sugerencias de los consejos de curso, o
resultado de Jornadas de Convivencia, enmarcándolas en la
normativa vigente.
2. Intervenir analizando, evaluando y brindando asesoramiento a
las autoridades de la escuela o centro escolar en situaciones
que afectan la convivencia institucional en general y en
situaciones de conflicto institucional en particular.
3. Brindar asesoramiento sobre las sanciones que correspondieren
ante faltas y transgresiones.
4. Participar asesorando o coordinando acciones en situaciones
que requieran la aplicación de soluciones alternativas
(mediación, negociación, etc.)
El Consejo de Convivencia, es un cuerpo de asesoramiento, de
consulta y de elaboración de propuestas, para situaciones que
afectan la convivencia institucional:
1. por su complejidad - en el hecho están involucrados miembros
de distintos estamentos y/o turnos -;
2. por su gravedad - el hecho alteró o perturbó en forma
ostensible a grupos o a la escuela en su totalidad -;
3. por sus consecuencias - el hecho repercute en el
funcionamiento normal de otras actividades alterando su
desarrollo; es decir, aquellos hechos que no pueden ser
resueltos satisfactoria y constructivamente de acuerdo a
los procedimientos regulares.
Considerando el tipo de situaciones sobre las que debe intervenir en
el Consejo, es fundamental la operatividad de su funcionamiento y de
sus resoluciones.
Cada escuela establecerá las normas de funcionamiento y
procedimiento de los Consejos de Convivencia, especialmente en lo
que se refiere a frecuencia de encuentros, funciones específicas,
duración y renovación de sus integrantes, etc.
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“Educar para la Convivencia”.
Consejo de escuela:
Es la instancia de participación e intercambio de toda la comunidad
educativa. El Consejo de Escuela es el cuerpo colegiado que está
integrado por representantes de todos los estamentos (alumnos,
docentes, auxiliares, padres) y/o cuerpos colegiados (Consejo Asesor,
Centro de Estudiantes, Equipo Docente, Cuerpo de Preceptores, etc.).
Su función primordial es asegurar que la escuela cumpla con su
función esencial: transmisión - apropiación de conocimientos
significativos, en un clima institucional propicio. Para ello
deberá organizar - interrelacionar - integrar los distintos proyectos de
la escuela - académicos y complementarios -, evaluar su
implementación y hacer los ajustes correspondientes, atender
aspectos referidos a la organización y funcionamiento de la escuela, y
coordinar la relación con otras organizaciones de la comunidad.
Para consolidar y legitimar institucionalmente, la acción y gestión de
estos cuerpos y organismos es fundamental que quede constancia
escrita (registro) de todas las actividades y situaciones que en ellos
se traten, consignando especialmente las conclusiones y
recomendaciones a las que se arribó.
La validez de dichos registros quedará avalada y legitimada, al estar
firmados por los participantes, tanto por los miembros estables, los
miembros ocasionales como también los actores cuya situación es
tratada.
El posterior análisis de dichos registros permitirá evaluar su
funcionamiento, establecer acuerdos sobre los principios y criterios
de los procedimientos, realizar las adecuaciones de normas
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