EDITORIAL - lamariposacubana.files.wordpress.com fileLA CALLE DEL MEDIO CRÓNICA 2 Las ciudades...

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NÚMERO • ISSN: 1999-8090 • $1.00 • ESTIMADOS LECTORES: ¿Quién lo ha- bría dicho? ¡El Cosmos en La Haba- na! Junio, al parecer, no pierde la ca- pacidad de sorprendernos. Remedios cumple 500 años y luce renovada y ai- rosa. Por otro lado, la citadina Habana da un vuelco a su vida con la XII Bie- nal. ¿Habrá sido la ciudad tomada por el arte o el arte se dejó tomar por las • JUNIO 2015 • EDITORIAL habitantes de la ciudad? Desde Matan- zas, El Kimbo, un buen cubano de a pie, se convierte en líder, y Rey Mon- talvo, otro coterráneo irreverente, a rit- mo de guitarra deviene cronista social. Los rebeldes de la telenovela brasileña Dos Caras , merecen un análisis desde un discurso agudo para adentrarnos en las realidades que nos muestran en la pantalla sobre el Gigante Sudame- ricano. ¡Todavía parece ayer la expe- riencia de los primeros becarios cuba- nos en países socialistas y ya han pasa- do más de cincuenta años! Pero el re- cuerdo es joven, y así lo demostramos en una crónica. No olvide estar atento a los resultados de los cubanos en To- ronto. Reciba al verano viendo los jue- gos transmitidos por la tv y degustan- do una exótica mermelada de calabaza que LA CALLE DEL MEDIO le propone. CM 86 © yuris nórido © archivo © giusette león garcía © ismael francisco © archivo © ismael francisco las quinientas fabulaciones de Remedios la bella crónica «rey» y «ángel» disfrutan de la habana desde el cosmos neoyorkino deporte dos caras: los rebeldes de la novela opinión pág. pág. pág. pág. pág. 7 14 2 15 13 El Kimbo, un líder de la sociedad civil cubana Internet y la Bomba 6 10 la ciudad tomada por el arte fotorreportaje a toronto para refrendar nuestro legado deporte

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NÚMERO

• ISSN: 1999-8090 • $1.00 •

ESTIMADOS LECTORES: ¿Quién lo ha-bría dicho? ¡El Cosmos en La Haba-na! Junio, al parecer, no pierde la ca-pacidad de sorprendernos. Remedios cumple 500 años y luce renovada y ai-rosa. Por otro lado, la citadina Habana da un vuelco a su vida con la XII Bie-nal. ¿Habrá sido la ciudad tomada por el arte o el arte se dejó tomar por las

• JUNIO 2015 •

E D I T O R I A Lhabitantes de la ciudad? Desde Matan-zas, El Kimbo, un buen cubano de a pie, se convierte en líder, y Rey Mon-talvo, otro coterráneo irreverente, a rit-mo de guitarra deviene cronista social. Los rebeldes de la telenovela brasileña

Dos Caras, merecen un análisis desde un discurso agudo para adentrarnos en las realidades que nos muestran en la pantalla sobre el Gigante Sudame-ricano. ¡Todavía parece ayer la expe-riencia de los primeros becarios cuba-

nos en países socialistas y ya han pasa-do más de cincuenta años! Pero el re-cuerdo es joven, y así lo demostramos en una crónica. No olvide estar atento a los resultados de los cubanos en To-ronto. Reciba al verano viendo los jue-gos transmitidos por la tv y degustan-do una exótica mermelada de calabaza que LA CALLE DEL MEDIO le propone. CM

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2 Las ciudades perdidas son prolíferas en años. Cumplen edades, pero no envejecen. Remedios, por ejemplo, conserva un rostro de muchacha campesina con aires de poetisa.

LAS QUINIENTAS FABULACIONES

MAURICIO ESCUELAtomado del blog LETRA IRREVERENTE

UNA CUALIDAD de las ciudades antiguas es su extraña relación con el tiempo. Se mientan fechas como si fuesen los nombres de las calles y las personas, pero pocos recuerdan el primer gesto o el sonido que atravesó la nada.

Sin embargo, en la plaza Isabel II de Remedios, las con-versaciones transcurren entre oquedades y luces. La impreci-sa fundación, las luchas contra los piratas, los demonios y sus maldiciones, las ciudades ene-migas y las trabas que tanto impulsaron a los antepasados. Los nombres de los santos y los magos se mezclan con los alcal-des, los artistas, los patriotas. Alguien habla de mitomanía y

de Remedios la bella

oriundos y foráneos. El agua re-mediana alberga enormes ser-pientes, embruja y enamora a quienes la beben. Las noches ro-cían las casas con la sangre de conquistadores y bucaneros, así somos miembros de alguna tripu-lación del pirata Olonés o parro-quianos de la taberna El Caballo Blanco, de donde partieran tantas expediciones reales o fantásticas. Cuando le decimos de su perenne belleza, Remedios evoca la fuente de la eterna juventud hallada por Vasco Porcallo en sus correrías por la península de Florida.

Dos iglesias se erigieron con-tra los demonios que acechaban las edades de Remedios. Una mayor y dorada, señorial, nos re-cuerda las familias fundaciona-les y el espíritu culto de la ciudad. La otra, menor, resulta plebeya y

pintoresca, auténtica y mitológi-ca (allí nació la primera luz que dio en llamarse Virgen del Buen Viaje). Ambas hieren la tarde con sus agujas y forman la fisonomía indiscutible de la ciudad. En tiem-pos de parrandas los templos se incendian y renacen como espe-jismos. Remedios bautiza a sus hijos con apodos infinitos, los ecos de la muchacha recorren la calle del Paradero y resuenan en la plaza del mercado, regresan a través de los callejones y vuelven en alud hasta la Iglesia Mayor, madre de toda fabulación.

Solo una vez queda trunca esa extraña relación entre Re-medios y el tiempo: cuando se le quiere situar una fecha de naci-miento. Entonces los magos y las serpientes desaparecen y los espejismos de las iglesias se re-

menciona a Lino Lobatón y su jungla casera, a Lucía y sus fan-tasías silenciosas, al parrande-ro cuyo nombre aún mientan las viejas de la calle Olleras.

Las ciudades perdidas son prolíferas en años. Cumplen eda-des, pero no envejecen. Reme-dios, por ejemplo, conserva un rostro de muchacha campesina con aires de poetisa. Ella tiene un sitio tan impreciso como único entre sus hermanas: es la Octava Villa pero sostiene su amistad con el pasado. Se asoma a los balcones o va a misa para celebrar su qui-nientos cumpleaños. La juventud colma los vacíos del tiempo.

En una extraña relación con los años, Remedios la Bella se destaca por una magia cíclica. Los hechos históricos y las mitologías se reite-ran en una telaraña que atrapa a ©

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fugian en las aguas subterrá-neas. La ciudad queda como una huella solo visible para quienes conjeturan exactitudes. La muchacha prefiere lo impre-ciso y se oculta tras los arbustos de La Bajada, junto al Güije Bueno y la Madre de Agua. Cantan una balada dedicada al tiempo, el novio furtivo de La Bella.

Nadie sabe si Remedios es una ciudad o una muchacha, si su relación con el pasado es de luz o de sombras. Ahora cum-ple quinientos años y viene a la fiesta con todo el atavío de los siglos, pero advierte que su edad resulta cosa secundaria, prefiere la alegría de la Plaza Isabel II. La vemos llegar y queda-mos prendados. Sonríe y habla como una campesina con aires de poetisa.CM

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Pedro López Cerviño

La mezcLa oh! La mezcLa prodigiosa

Si tal como nos enseñaron:los aborígenes eran atrasadosy los españoles cobardesy los africanos animalesy los franchutes especialmente amaneradosy los árabes usureros ambulantes y los chinos de penes ostensiblemente cortos…¿de dónde si no vienen entonces las virtudes /que pretendemos tener?

de Las buenas costumbres habrá que habLar un día

La verdad es el ardid:bajío de las culpaspatadafarallón del horizontemapa del laberintolimo en el brocalespiral truncamataderodesnudez del cadávergrieta en el huesopie en el cadalsoparapetoámbarcuchilla puerta traseramantissurtidor de la yugularbálsamo suma de las aparienciashaz hoz mago de Ozantigualla:La mentira es el ardid.

Y así sucesivamente.

discurso

Moralmente, en estos tiempos,ya no se sabe bien que puede ser mejor:si tener dos moraleso ninguna.

eLogio de La trampa

Pequeñas brazas al azarindóciles fauces que acechan al incautoingenuas zancadillasde la autoinmolacióndramas frugalessonajeros ocultos.

Así eran tus miradas.

A.G.G.

CON UNA POESÍA que participa de una fuerte con-flictividad marcada por claras referencias contextua-les, que tiene entre sus ganancias, precisamente, el modo en que consigue, sin eludirlos, desdibujar los vivos trazos del entorno y estructurar un discurso de sutiles matices filosóficos, llega a nuestra sección Pedro López Cerviño (Santiago de Cuba, 1955). Poeta, guio-nista de radio y televisión y promotor cultural de larga y fecunda ejecutoria, Cerviño es miembro del Comité Organizador del Festival Internacional de Poesía de La Habana y del Consejo Editorial de la Colección IN

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Sur, y labora como especialista en el equipo de reali-zación de la revista Amnios. Tiene publicados los li-bros Otra Historia de Abril (Ed. Oriente, 1989, en coau-toría con Oscar Ruíz), No se puede matar al timonel (Ed. Extramuros, 2002), Oreja de Campesino (Ed. San-tiago, 2005), A la espera del juicio (Ed. Casa del Caribe, 2007), Poesía Contemporánea de Santiago (Ed. Ángeles de fie-rro, República Dominicana, 2007, en coautoría con León Estrada), Trazados en el mapa (Ed. Oriente, 2008) y Conver-saciones con Enrique Bonne (Ed. Oriente, 2015, en coauto-ría con José Aquiles).CM

poema de sexo

Si Dios se acerca a donde estamosserá porque alumbramosy Él querrá sabercuál nueva estrella habrá nacidosin su consentimiento.

Mas no sabe –todavía–que alumbramos por el fuego del infiernoque provoca la estampida de demoniosque somoscuando hacemos el amor.

Y en ese casoserá mejor que no se acerque muchoa no ser que no le importecorrer el riesgode meterse en la cama con nosotros.

FábuLa

A Teresa Melo

A la luz de las suposicionesse te advierte iridiscenterefractaria, opalina, suerte de ambivalenciaen que te sumes cuando callas.

El filo de tus ojos entornadosdeja escapar quizás algún mensaje en clavey yo con tu mudezno sé qué hacerpues no descifro lo que quieres deciren ese instante–sépase que es un instante tal vez irrepetible–

Mas quizás aquello que supongonada tiene que ver con lo que piensasensimismada como estásen tus suposiciones.

Por eso,es mejor dejar las cosas como están.Tú, con tus suposiciones.Yo, con las mías.

ni con argucias ni cebos ni carnadas

A Marino Wilson Jay

La juventudperita en enajenacionesrecoge sus bártulos un día tras otro y sin aviso, deja vacía la celda de oro donde estuvo.

No imaginamos nuncacuánta luz deja de habertras su partida.

Y cualquier díaen un traspiés de la memoria

o detrás de la arruga diminutaveríamos la huellade su huídasin saber que después de fugarsede esa formajamás la tendríamos de vueltani con argucias ni cebos ni carnadas.

Ella,la juventud,se fuga un día.

JuLius Fucik

Al pie del cadalsoconfesabahaber amado a los hombres.No se tratabaprecisamente de su orientación sexual–no lo condenaron por eso–

Él quiso decirque amóa la humanidad.

Masde todas formas lo mataron.«…Estad alertas…»

existencias

Roger Machado y Baudelaire en dos fotos /distantes como ellosasumen el gesto del pequeño Corsoguardando la derecha mano en las entretelas /de la gabardina.Justo sobre el tercer ojal esconden ambas diestrascomo el animal de María Ramos tras lanzar la piedra.No remedaban al emperador, tan solo, un dolorcillo /de tripaspor perder un juego, el unoy una flor del mal, el otro.

Ninguno de los dos supo jamás que cada cual /en su emporionos recordaba a Napoleón. Ellos, tan solo unidos por esas fotos tontasdonde sus manos se cortan a la vista de todossin que medieuna gota de sangre en este asunto.

Tan solo un gesto en ambas existencias.

crítica obJetiva

Más que la luzla oscuridad es perfecta porque jamás podremosver sus faltas.

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Este texto quiere ser tam-bién una expresión de gratitud hacia las muchas personas, ale-manes en mi caso, que más allá de ideologías y credos, lengua-jes y culturas, nos comprendie-ron y ayudaron, haciendo cierta una vez más en su amplia ri-queza de significado el axioma de José Martí de que «Patria es Humanidad».

Punto de partidaEn 1959 ya yo vivía en La

Habana desde hacía muchos años, porque mis padres ha-bían emigrado a la capital. Para mí, que jamás había encontra-do un trabajo digno, se había iniciado una nueva vida cuando en el mismo mes de enero del ‘59 comencé por primera vez a trabajar de manera estable y se-gura. Los estudios de Derecho que había seguido en la Univer-sidad de La Habana se habían interrumpido a fines de 1956 por los sucesos revolucionarios y nunca los retomé.

A fines de 1960 trabajaba en el recién fundado Instituto Cu-bano de Amistad con los Pueblos (ICAP). Una noche me encon-traba en el teatro de los sindica-tos (CTC) acompañando a un grupo de invitados extranjeros, recuerdo que estábamos en la tribuna, a pocos metros de don-de el líder de la Revolución, Fi-del Castro, pronunciaba uno de sus célebres discursos, cuando alguien del ICAP se me acercó y pidió hablar conmigo aparte. Brevemente me informó que se estaba organizando un grupo de jóvenes para ir a cursar estu-dios de economía en la ahora inexistente República Democrá-tica Alemana (RDA) y me pre-guntó si estaba de acuerdo en sumarme. Sin pensarlo un se-gundo dije que sí, lleno de entu-siasmo. ¡Aquel diálogo que debe

haber durado menos de tres mi-nutos cambió definitivamente el curso de mi vida!

El grupo de jóvenes que par-timos éramos, en general, de procedencia urbana y con deter-minado nivel de formación, en general bachilleres cuyos estudios universitarios se habían interrum-pido por los sucesos revoluciona-rios de los años 1956-1958. Tenía-mos también una demostrada identificación con el proceso que iniciaba profundas transforma-ciones en el país.

En pocas semanas, como de-mandaba la urgencia de aquellos tiempos, estábamos volando rum-bo a Europa.

Bienvenida con carne cruda

Tras escalas en Bermudas, Islas Azores y Checoslovaquia (otro país que ya no existe) des-cendimos en un pequeño aero-puerto. Ni el clima ni nada en el entorno recordaba nuestro me-dio tropical y caribeño. No ha-bía nieve, pero la temperatura era baja y el viento gélido. El sol casi ni se veía, los colores eran apagados, las ropas de las per-sonas eran gruesas y de colores severos, hablaban bajito y en una lengua que nos sonaba ra-rísima. Nos sentíamos como si hubiéramos llegado al Polo Norte.

Junto a la pista, sin embar-go, nos esperaban varias perso-nas que se esforzaban por ser amables. Eran representantes de la Escuela Superior de Eco-nomía de Berlín que habían acudido a darnos la bienvenida. Si no recuerdo mal estaba la se-ñora Poldi Winke, que había si-do designada para ocuparse de los singulares recién llegados y que en adelante habría de des-empeñar un papel importante en nuestras vidas. Dije singula-

res porque éramos toda una no-vedad: los primeros cubanos que llegaban de la recién estre-nada Revolución en el remoto mar Caribe para vivir y estu-diar en la capital de la RDA.

Muy cortésmente y con la característica formalidad ale-mana, nos hicieron pasar a un austero y sobrio saloncito donde nos explicaron cómo iba a ser todo. Ya aquí empezamos a co-nocer lo que después sería una constante: ¡los alemanes habían pensado en todo! Cronograma en ristre nos pintaron nuestro futuro inmediato sin dejar el más mínimo espacio a la impro-visación. Palabras de saludo y después, naturalmente, un refri-gerio. Y con él una sorpresa: bis-tec tártaro, un plato frío a base de carne cruda que nunca ha-bíamos visto, olido y mucho me-nos gustado, pero que heroica-mente deglutimos. Aquel fue nuestro primer e inolvidable contacto con el mundo alemán.

Habíamos arribado en ple-no invierno. Por ello no era sor-prendente que nuestra primera imagen del territorio que atra-vesamos en viejos autos negros de antes de la guerra fuera la de un paisaje semiurbano, desam-parado e inhóspito.

Así llegamos a la barriada berlinesa en que estaba situado lo que habría de ser nuestro há-bitat de los próximos años. Karlshorst (para nosotros en aleñol (alemán-español) Caljór o cuando mucho Caljórs) era un barrio que podía exhibir el mé-rito histórico de que allí se ha-bía producido la capitulación de los fascistas alemanes ante los soviéticos al final de la Se-gunda Guerra Mundial. Dentro de él había una amplia zona en que estaban radicadas tropas soviéticas. A veces se veían ofi-ciales «bolos» circular por sus

CARLOS MANUEL MENÉNDEZ LARA

EN 1960 el Comandante Ernes-to Che Guevara, durante un re-corrido por los entonces países socialistas, acordó el otorga-miento de un gran número de becas paras cursar estudios uni-versitarios. Eso era parte de una política de formación de profe-sionales que ha continuado a lo largo de los años. Hoy en día se reconoce el enorme caudal de especialistas de nivel superior, considerados una de las más im-portantes fortalezas de la na-ción. Pero entonces aquello solo comenzaba.

Miles de jóvenes arribamos en corto plazo a países remotos, con culturas poco conocidas, un clima hostil para nosotros, sin conocer los idiomas o con un co-nocimiento rudimentario. Éra-mos grupos heterogéneos, de diversas provincias y orígenes, llenos de la gran pasión revolu-cionaria de aquellos tiempos fundacionales y de grandes ilu-siones personales.

Pocos años después regre-samos a casa con un título en el bolsillo, ilusiones intactas (o ca-si), dominio de un idioma, una visión del mundo más cosmo-polita, y a veces hasta con esposas e hijos. Estoy convencido de que en general regresamos mucho mejores de lo que fuimos.

A lo largo de cincuenta años hemos sido exitosos o no tanto, científicos, docentes y expertos en las más variadas materias. Hoy algunos han fallecido o emigrado, otros ya mayorcitos seguimos activos, y quiero ha-cerme la ilusión de que por esta vía quizás motive a algunos a contar sus historias. Aquella fue la primera gran apertura masi-va de los cubanos a un mundo ancho y ajeno. La pequeña gran aventura de los becados.

calles o frecuentar sus estable-cimientos.

Así llegamos a la Escuela Superior de Economía, que pa-ra nosotros se identificó para siempre en aleñol con la expre-sión «La Jogchule». Avistamos un conjunto de edificios que percibimos como moles grises y sombrías.

¿Alemán en seis meses?Se presentaba un conflicto.

Nosotros no sabíamos alemán. Por lo tanto, en septiembre, cuando, como cada año, comenzaran las clases, no entenderíamos ni una palabra. Eso nos ponía ante dos alternativas. La primera, ir a la ciudad de Leipzig para apren-der el idioma durante un año en un instituto especializado, pero las clases allí también comenza-ban en septiembre, por lo que no empezaríamos los estudios para los que habíamos venido hasta al menos dieciocho meses después de la llegada. Eso nos parecía un tiempo enorme.

«La Jogchule» nos ofreció una segunda alternativa: apren-der alemán allí mismo. Pondrían profesores para nosotros solos. Las clases serían intensivas, to-dos los días, todas las horas nece-sarias. Prácticamente no tendría-mos vacaciones de verano. Dis-poníamos de unos pocos meses, casi de semanas. Nos dejaron la decisión. Parecía una locura, pe-ro eso fue precisamente lo que decidimos y de inmediato co-menzó la carrera contra el tiem-po para aprender alemán en seis meses. Lo logramos, aunque con defectos, lagunas gramaticales y disparates incluidos. Pero lo lo-gramos y eso nos ganó cierto prestigio allí.

Desde el primer momento su-pimos que no estudiaríamos eco-nomía en general, sino que sería-mos asignados a diferentes espe-

LA AVENTURA DE LOS PRIMEROS BECADOS

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cialidades. A mí me tocó la de Co-mercio Exterior.

Por primera vez en LeipzigEn marzo visitamos la ciu-

dad de Leipzig. Allí vi nevar por primera vez en mi vida. Era marzo y bajó a tres grados bajo cero. Cuando me dijeron que ese era el primer día de la pri-mavera apenas podía creerlo.

Finalmente en aquel primer viaje conocimos la taberna en la que, según Goethe, Fausto se encontró con el Diablo; el colo-sal Monumento a la Batalla de los Pueblos (contra Napoleón); la iglesia en la que Lutero predi-có y Bach tocó el órgano (espe-ro que no al mismo tiempo); y la gigantesca estación central del ferrocarril y otras maravillas.

Estuvimos también en la muy conocida Feria de Leipzig, un evento comercial internacio-nal que con el correr de los años llegué a visitar en más de veinte ocasiones, como estudiante pri-mero, y luego como diplomático y comerciante. Aún conservo una medalla y diploma de esa feria que me dieron en 1978, quién sabe por qué supuesta va-liosa contribución. Aquella visita coincidió con la primera partici-pación de Cuba en el evento.

Girón en la distanciaUna noche nos encontrába-

mos en el Mensa (comedor es-tudiantil) disfrutando de una fiesta, cuando comenzaron a llegar las primeras noticias alarmantes: aviones que bom-bardeaban a La Habana, una invasión, se combatía. Las in-formaciones que llegaban eran pocas y confusas. La solidari-dad que recibimos fue muy im-portante, tanto la oficial de las autoridades, como la más ínti-ma de las personas que nos ro-deaban. Se escuchaba por todas partes la consigna «Hände weg von Kuba!» (¡Manos fuera de Cu-ba!). En el Audi Max (equivalen-te discreto de nuestra solemne Aula Magna) se organizó un ac-to de apoyo y nos hicieron subir al escenario. Finalmente, con la confirmación de la victoria el alma que nos volvió al cuerpo.

Algo muy similar nos ocurrió en 1962 con la Crisis de Octubre.

El 13 de agosto y el muro de Berlín

En aquellos primeros meses fuimos testigos involuntarios de un acontecimiento histórico: el cierre de la frontera entre la capi-tal de la RDA y Berlín Occiden-

tal, es decir, entre las dos partes en que estaba dividida la vieja ca-pital de la nación alemana.

Una mañana de domingo, en aquellos pocos días de vacacio-nes que tuvimos en aquel vera-no, nos dirigíamos a los lagos cercanos a la ciudad con la espe-ranza de disfrutar de algo lo más parecido posible a un día de pla-ya. Al llegar a la estación del tren urbano nos encontramos las pa-redes llenas de nuevos avisos y a los ciudadanos leyéndolos con rostros muy serios. Después al-guien nos explicó que se había cerrado la frontera entre Berlín Occidental y la RDA y que hasta entonces el enemigo había podi-do entrar y salir libremente y aprovechaban para sabotear la economía del país. Socavaban al país y así no se podía continuar. Para mí, que venía fresquito de los enfrentamientos en Cuba, de las medidas y contramedidas económicas y de otro tipo, aque-llo me pareció claro. Era parte de la lucha entre los dos concep-tos, entre los dos sistemas. Había que defenderse.

Lo cierto es que a partir de aquel momento comenzó a cons-truirse el muro que llegaría a ser tan famoso y que duraría casi treinta años. Para los ciudada-nos de ese país aquello fue un hecho profundamente traumáti-co. Pero para mí todo parecía cla-ro: de un lado aquellos alemanes que tan bien nos estaban tratan-do, que con tanto afecto se refe-rían a mi país; del otro, los aliados de nuestros enemigos. La reali-dad es que había sido testigo cer-cano de un hecho histórico tras-cendental que yo no podía (¿có-mo hubiera podido?) percibir en todo su alcance.

Las clasesLas clases estaban organi-

zadas de la forma siguiente: los alumnos estábamos agrupados en seminarios integrados por quince o veinte estudiantes. Aquí ya cada cubano quedó se-parado e integrado en su semi-nario. Las conferencias eran impartidas por profesores titu-lares y se recibían en conjunto. Los seminarios dirigidos por auxiliares eran mucho más ac-tivos, se celebraban en aulas más pequeñas y en ellos era donde el grupo se hacía sentir y se conocía.

Cada uno estaba en su grupo con sus compañeros alemanes, con los que debía

compartir tanto en las clases como en el Mensa y en la vida del internado. Ellos fueron nuestros guías en la vida y cos-tumbres alemanas, los que rá-pidamente nos ayudaron en la adaptación. Y debo decir que lo hicieron con gran cariño y no-bleza, sin malcriarnos o con-sentirnos, pero también sin subestimarnos ni dejarse irri-tar por nuestras costumbres di-ferentes, que para ellos deben haber sido rarezas.

Algo de lo más valioso para mí de aquella época fue el con-tacto con un método de estu-dios que para mí era nuevo: los seminarios y la participación activa. Eso no era así ni en el co-legio católico de curas en que yo había estudiado ni en la Facul-tad de Derecho de la Universi-dad de La Habana, donde el mé-todo era muy pasivo: ilustres profesores dictaban geniales conferencias y los alumnos qui-zás tomaban notas. Se suponía que luego uno se aprendiera aquello de memoria y lo repitie-ra en los exámenes al final del curso. No sé para los demás, se-guramente para los alemanes no era nada nuevo y supongo que ya hoy en Cuba no es así.

Yo participaba activamente. A veces discutía planteando el punto de vista de países y per-sonas del Tercer Mundo, que con frecuencia no era tomado en cuenta por los jóvenes do-centes conductores de los semi-narios y, por supuesto, era des-conocido para los estudiantes. Creo que esto era bueno para ellos y para mí, enriquecía las clases. También adquirí buenos métodos para desarrollar el tra-bajo científico, acopiar la infor-mación primaria, ordenarla y utilizarla de forma sistemática.

Entre los maestros a quien más admiré y respeté fue al pro-fesor Gunther Kohlmey, porque a su gran talento como catedráti-co de Comercio Internacional unía cultura general y coraje cí-vico. En mi opinión todo eso in-fluyó mucho en que yo pasara de ser un estudiante mediocre, muy desinteresado en las materias durante mi estancia en la UH, a uno bastante bueno y activo.

Aprendiendo a comerUna de las cuestiones prin-

cipales para nosotros en aquellos primeros tiempos fue la de adaptarnos a las cos-

tumbre alimenticias locales, y yo creo que lo logramos esplén-didamente.

En primer lugar estaba la papa, la omnipresente kartoffel, que constituía el equivalente de nuestro arroz, es decir, el com-ponente principal de toda comi-da, infaltable en una mesa que se respetara. Otra cosa eran el café y los dulces. En aquella época no había allí el café fuer-te y cortico a lo cubano, tipo ex-preso. Consumían grandes ta-zones de café con mucha agua y café flojo. Por las tardes lo inge-rían acompañado de grandes porciones de infinitas varieda-des de dulces conocidos con el nombre genérico de kuchen. Y a esto sí que valía la pena acos-tumbrarse. Recuerdo con es-pecial cariño el modesto Eierkuchen y en Navidades las Weihnachtstorten.

Además de la carne cruda, an-tes mencionada, había otras espe-cialidades recordables, como infi-nitas variedades de embutidos, so-pa y carne Gulasch o el lacón con papas y col agria al estilo berlinés.

En la cosecha de la papaUna experiencia única para

nosotros fue la de participar en la cosecha de la papa en el otoño de 1961. Era una práctica de aquellos años enviar a los estu-diantes para que ayudaran a re-coger las cosechas de este pro-ducto esencial, de manera que la vida académica se interrum-pía durante algunas semanas y nos trasladaban a zonas rura-les. A mí me tocó en un lugar bastante apartado, el trabajo era duro y las condiciones de vi-da también. Abundaban ciertos pequeños animalitos que se en-sañaban en los forasteros y pi-caban bien duro. Aquí los cono-cemos como chinches. Sin em-bargo, la vida allí tenía sus compensaciones. Por las no-ches nos sentábamos en un kneipe (taberna) a ingerir cerve-za en grandes jarras, mientras mis amigos alemanes cantaban a coro.

Aquello fue como un antici-po de las muchísimas moviliza-ciones a las zafras de la caña y a otras tareas de la agricultura que nos esperaban en Cuba y que nos ocuparon durante largos años. Parece que es un rasgo ca-racterístico de cierta etapa y mo-delo del socialismo.

Personajes y paisajes. Tino y Quevedo

Dos personajes inolvidables de nuestros años estudiantiles. Ambos habían combatido al lado de la República en la Guerra Ci-vil de España, fueron a parar a

Francia al finalizar esa guerra y desde allí fueron deportados a Alemania cuando los nazis inva-dieron aquel país. Habían pasado toda la Segunda Guerra Mundial como trabajadores forzados en las fábricas de la guerra, se ha-bían casado con alemanas, for-maron familias y se quedaron.

A Quevedo, profesor no muy bueno de alemán, persona excelente, aviador en la Guerra Civil, le encantaba la idea de ser escritor y llegó a publicar varios libros. Cuando le conocimos te-nía un hijo muy pequeño y una hija ya adulta que trabajaba co-mo artista plástica. Me regaló un precioso torito de lidia que todavía adorna la sala de mi ca-sa. No había podido regresar a España, donde aún se mantenía el régimen franquista.

Celestino, el sorprendente Tino, era camagüeyano, vetera-no también de la Guerra de Es-paña, y a través de nosotros vol-vió a contactar con su patria de nacimiento veinticinco años después. Hablaba como un cu-bano de la década del treinta del siglo XX. Varias veces vi co-mo se le saltaban las lágrimas conversando con nosotros.

EntornoMuy cerca de la Jogchule había

tres sitios imprescindibles de nuestra vida estudiantil. Eran los tres bares/cafés de la Avenida Treskow: Scharfe Ecke (La esqui-na caliente), justo frente al inter-nado; Texas Bar, saliendo a la iz-quierda camino al zoológico y el Café Karlshorst, rumbo al tren ur-bano (S-Bahn).

A lo largo de los años siguien-tes nuevos grupos de estudiantes cubanos se incorporaron a la Jog-chule. Nuestra promoción ter-minó en 1965 con buenos result-ados y en diciembre de ese año regresé a La Habana. Casi de in-mediato, en enero de 1966, co-mencé a trabajar en el comercio exterior y se inició una etapa de trabajo que se extendió por más de cuarenta y cinco años, siemp-re marcada por aquella etapa inicial formadora. Pero esa es otra his toria. CM

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ticamente metido adentro de lo que era el Proyecto de La Mari-na. En ese taller se empezaron a definir ámbitos, deportivos, de familia, tradiciones; comenzó el organopónico y yo me quedé con el ámbito de tradiciones. Ahí estaba también mi esposa, nos metimos en el barrio a ha-cer un diagnóstico participativo a ver qué era lo que quería el ba-rrio, y una de las primeras cosas es que ellos añoraban la com-parsa de Las Imalianas, una de las más viejas que hay aquí en la provincia de Matanzas, del año 1942.

La Comparsa volvió a la calle y se ha mantenido, con premios in-cluso, en las fiestas populares. Ade-más, el Proyecto rescató las cele-braciones del San Juan en Matan-zas, entre otros espacios tradicio-nales del barrio.  ¿Qué ganas con todo ese trabajo?

Con este trabajo yo no gano nada, al menos nada material, lo que se gana es corazón, gente que llega a tu casa y si tienes hambre te brindan el plato de comida. Hace unos días me sen-tí mal y más de cuarenta o cin-cuenta personas pasaron por mi casa porque se enteraron de que me había dado un dolor en la pierna. Eso es lo que yo gano, pero dinero no, nunca me han pagado en estos proyectos, lo que gano es eso; gente también como el Reverendo Raúl Suárez y su hijo, que me han ayudado cuando lo he necesitado.

¿Pero a quién te subordinas: al gobierno, a alguna organización cubana o extranjera…?

Yo trabajo para el barrio, hoy por hoy te digo que yo res-peto más al barrio que a cual-quier institución, por arriba de la palabra del barrio no me voy. Hace años viajé a México a un evento de líderes donde expuse mi ponencia y me presentaron como líder latinoamericano,

cuando llegué a aquí le pregun-to a Raúl Suárez y a Joel: ¿Esto qué cosa es?  Y me responden: «Ya usted es un líder latinoame-ricano, porque has defendido los intereses de este país y lo has hecho en un barrio humilde, y eres de pueblo».

Mantengo mi relación con el barrio, ese es mi gran apoyo y mi compromiso. En La Mari-na, que hoy por hoy para mí es la escuela de la verdad, me ayu-daron mucho los pobladores, que siempre han dicho que es un barrio malo, y en realidad no tiene nada de malo, es un barrio humilde, eso sí, pero de trabajadores, porque en La Ma-rina hay doctores, ingenieros, hay policías, hay de todo…

En esa oportunidad que saliste de Cuba ¿por qué regresaste?

Te digo por qué. Primera-mente porque había un compro-miso en el barrio, llegar al barrio con las herramientas que pude traer de esa experiencia en Mé-xico, además hice el compromi-so allá de sacar mi doce grado… Todos reían, porque en el barrio nadie me esperaba, decían «él no va a venir». Y yo regresé calladi-to, estuve cuarenta y cinco días fuera de Cuba, regresé y aquí estoy…Yo estoy orgulloso de ha-ber nacido en Cuba y quiero morirme aquí. Me tocó una ju-ventud muy amarga dentro de mi seno familiar, desde los die-ciséis años yo me encaminé y empecé solo, tengo una familia, una hija de veinticuatro años, un hijo de trece y una nieta de dos. Yo te digo que ya conocí el capi-talismo, siempre mi sueño fue conocerlo, lo conocí y he dado mucho consejo, porque eso no tiene nada que ver con Cuba, en lo absoluto tiene que ver con nuestro país.

Aquí hay muchos proble-mas, pero yo vi allá miles de ni-ños y niñas en la calle, que los

cogían tanto mujeres como hombres y los utilizaban por un plato de comida, niños trabajan-do, que no tienen para ir a un hospital, no tienen para ir a una escuela; con eso hay que tener mucho cuidado, sobre todo con pensar en algún día en un capi-talismo en Cuba. Si pensamos en un capitalismo en Cuba eso va a ser una cosa muy, muy, muy dura, porque en Cuba no hay analfabetos; primeramente aquí la educación es gratuita y hay que ir obligatoriamente a la es-cuela; yo me atrevo a decir que Cuba es uno de los países más inteligentes del mundo, porque el cubano piensa desde que se levanta, sabe qué está bien y qué está mal, aquí a nadie se le va a a ocurrir dar doscientos pesos pa-ra que maten a otro, eso aquí no existe, eso lo vi yo en México, que por dinero matan a un tipo, y muchas cosas más. Cuando tú ves, de un capitalismo a un so-cialismo va mucho.

Además del rescate de tradicio-nes ¿qué otro impacto ha tenido el trabajo en La Marina?

Antes de que yo naciera mucho se hablaba del barrio de La Marina, que era un barrio de prostitución, de negocios, de marihuana, de drogas; ya no es así, fíjate que en el índice de pe-ligrosidad hoy por hoy en la ciudad prácticamente no apa-rece. De cómo era a como es ahora hay un trecho, y lo sé porque siempre estoy al tanto y hablo mucho con los delegados: cómo anda La Marina, cómo está, cómo se encuentra, en qué nivel está, cómo anda el alcoho-lismo, la prostitución; porque no es estar en un barrio por es-tar, se trata de trabajar con el ser humano, porque tienes que ser prácticamente para ellos la misma familia, entregarles a ellos tu corazón, que ellos te entregan el suyo.

Hoy por hoy para mí es un orgullo ver La Marina como es-taba en el año 1999 a como está en el 2015, como todos los habi-tantes han buscado la forma de tener su fachada arregladita, de vivir un poco más amplios dentro de su ciudadela; con el Gobier-no y con el Partido hicimos un trabajo muy bueno con respec-to al alumbrado, al problema del muro del malecón, etc.

Te he escuchado decir varias veces que tu papá es Fidel ¿cómo es eso?

Así mismo, yo siempre le di-go a la gente cuando no entien-de las cosas que queremos lo-grar en el barrio o se ponen con burocratismo o no les inte-resa: «Mira, yo voy a tener que hablar con mi papá, porque yo estoy haciendo lo que mi papá me dijo. ¿Tú sabes quién es mi papá? Fidel». Ante todo yo lo di-go, soy fidelista, y digo que los contrarrevolucionarios y los traidores son los incapaces, no-sotros lo que estamos haciendo es un trabajo social para el pue-blo. Hay quien dice que si uno está loco; no, locos están los que no piensan en el pueblo y no hacen por el pueblo, esos son los que le hacen daño a esta Revolución.

El Kimbo cumplió su com-promiso con el Reverendo Raúl Suárez: terminó su doce gra-do… y sobre cumplió, se hizo promotor cultural. En estos momentos anda y desanda de La Marina a Simpson movili-zando voluntades, juntando a los vecinos para transformar sus propias vidas. No es dele-gado de circunscripción, ni presidente de los CDR, ni fun-cionario de ningún organismo, ni mercenario a sueldo de na-die, es la viva estampa de esa sociedad civil que existe en Cu-ba, aunque algunos, muchos, no quieran verla.CM

texto y fotos GIUSETTE LEÓN GARCÍAtomado de CUBASÍ

Hace poco, conversando sobre la sociedad civil en Cuba y el buen negocio que han hecho muchos fin-giendo serlo, mi vecino, el Kimbo, un negro abakkuá y santero que lleva alrededor de quince años tra-bajando para rescatar tradiciones y abrir oportunidades a su barrio, me dio una clase magistral sobre el tema, más ilustrativa que las defi-niciones de cualquier diccionario: «A mí me ha llevado a donde estoy el pueblo que me ha seguido. Un ca-nadiense y un norteamericano me preguntaron hace poco en un even-to que si en Cuba existía una escue-la para ser líder y que cómo yo me había hecho líder; y les respondí que escuela para ser líder no existe en Cuba, y cómo yo me hice líder… Bueno, me entero ahora que soy lí-der, ¿a qué ustedes le llaman líder?, ¿a ser humilde y entregar su cora-zón?, ¿a trabajar para el pueblo? Yo no sé qué cosa es ser líder. Ahora, el respeto gana respeto, que fue lo que siempre aprendí en ese barrio hu-milde, de un nivel bajo, pero lo que aprendí de ellos fue a respetarlos para que ellos me respeten a mí.»

El Kimbo es miembro del grupo coordinador del Proyecto Identidad y Barrio, de la comunidad matance-ra de La Marina, pero su trayectoria como líder popular comenzó con un trabajo anterior, acompañado por el Centro Memorial Martin Luther King y gestionado desde la propia co-munidad. Raúl Domínguez, el Kim-bo,  nos contó su historia.

¿Quién era el Kimbo antes del proyecto de La Marina?

Yo era un simple jinetero de la calle, en el sentido de que ji-neteaba en el parque con los extranjeros llevándolos a una paladar, a una casa particular, haciendo de guía turístico den-tro de Matanzas y cada cinco minutos estaba la policía detrás de uno…

¿Y cómo te incorporaste al pro-yecto?

Yo jugaba pelota desde chi-quitico y un buen día hicieron en el barrio un equipo y faltaba el short stop. Yo jugaba esa posi-ción, entonces me fueron a buscar y cuando llego me encuentro que había una reunión, estaba Samuel, de la iglesia bautista, Laydis y Magaly, que eran edu-cadoras populares, y un grupo de gente de La Marina: Héctor Julio, Taimí, Alexis, Juan Car-los, Boris… Yo voy y en la reu-nión me dicen: mira, esto es un proyecto comunitario, están la gente de la iglesia etc. Yo prime-ro pensé qué tiene que ver la gente de la iglesia con nosotros, no-sotros no creemos en eso, somos de otras ramas, pero bueno, va-mos para allá, para jugar pelota.

Después empezaron a hacer talleres y debates, me invitaron para uno de género, y yo no sa-bía ni qué cosa era género, otros de familia, de comunicación, de educación popular, y realmente eso no estaba en mí, pero le cogí el juego y empecé a participar. Ahí empezamos a hacer un ta-ller que llamamos «Mirándonos para el 2000». Ya yo estaba prác-

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E ELKIMBO,un líder de la sociedadcivil cubana

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texto y fotos: YURIS NÓRIDO

COMO SE HA HECHO TRADICIÓN, algunas de las piezas emplaza-das en la XII Bienal de La Habana integrarán a partir de ahora la gran colección de la ciudad, esa que se prodiga en parques, plazas y galerías. Pero el espíritu de la fiesta es único, no hay manera de ex-tenderlo más allá de las fechas en las que tiene lugar la mayor cita de las artes plásticas en Cuba.

Fueron días intensos en los que la capital cambió de alguna manera sus rutinas. La Bienal de La Habana, históricamente, no si-gue las lógicas de otras citas de este tipo en el mundo. De hecho, el componente meramente comercial es aquí secundario. Esta ciu-dad no es uno de los grandes mercados del arte universal.

De lo que sí puede enorgullecerse nuestra Bienal es de llegar al gran público, involucrarlo en los procesos creativos hasta el punto de que a veces se rompen las fronteras entre el hecho artístico y las prácticas cotidianas. Durante la Bienal, La Habana es —y ojalá que siga siendo edición tras edición— la mayor galería del mundo. El arte puede sorprender en cualquier esquina. CM

LA CIUDAD TOMADAPOR EL ARTE

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EL MUNDO PROPIO SIEMPRE ES EL MEJOR

SILVIO RODRIGUEZ

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Marcin Bondarowicz, Polonia

Shaun Tan, Australia

Un dibujo del maestro Jean Giraud Moevius, tomado de «40 días en el desierto»

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A CARGO DE ARES Y ZARDOYAS

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EN EL MEDIODE LA CALLE

Marcin Bondarowicz, Polonia

Naranjo, Mexico

Un dibujo del maestro Jean Giraud Moevius, tomado de «40 días en el desierto»

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INTERNET y LA BOMBA

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nueva intimidad en el exterior, como a un órgano del propio cuerpo del que el cuerpo, a su vez, es solo un órgano, nos co-necta a la humanidad más vieja o, si se quiere, a todas las hu-manidades «primitivas» que damos alegremente por supe-radas o desaparecidas. Internet es un basurero activo, en fer-mentación, de lo que el viejo marxismo llamaba «supervi-vencias» o «residuos» de otros medios de producción, mitos feu-dales, añoranzas de esclavitud, desechos contaminantes de re-ligiones muertas. La postmo-dernidad no es la superación de la modernidad sino la resu-rrección tecnológica promis-cua de todas las pre-moderni-dades. Pensemos, por ejemplo, en las miles de páginas que di-funden el yihadismo, la parap-sicología, la cienciología, el evangelismo, la anti-vacuna-ción, los contactos extraterres-tres o, en términos más psico-patológicos, las más delirantes teorías conspiratorias. El acce-so virtualmente universal a una red «racional» de inter-cambios generalizados no ha reducido los fanatismos reli-giosos ni las nostalgias reaccio-narias: nos ha vuelto, si se quie-re, más rápidamente supersti-ciosos, más pluralmente irracio-nales. No hay una sola creencia

absurda que no encuentre adep-tos y pruebas en internet. Las nuevas tecnologías —digamos la verdad— no han frenado si-no multiplicado la riqueza mi-tológica y chismosa de la hu-manidad.

Volvamos a Marx y a sus re-flexiones sobre la tecnología. En 1879, cuatro años antes de su muerte, el autor de El Capital se reunió con Sir Grant Duff, al que la hija de la reina Victoria había pedido información sobre el monstruo barbudo que ame-nazaba el orden secular de In-glaterra. En esa reunión —de la que el aristócrata inglés salió complacido y admirado— Marx anunció un futuro inminente de revoluciones, empezando por Rusia y Alemania, y contrarió todas las esperanzas de su interlo-cutor en un desarme consensua-do entre las grandes potencias: «La competencia y los progresos científicos en el arte de la des-trucción», dijo, «empeorarían cada vez más la situación». Los gobiernos «dedicarían cada año más dinero y más material a la industria bélica», alimentando de ese manera «un círculo vicio-so inevitable» y sin más salida que la guerra misma.

Este, como vemos, es otro de los pronósticos de Marx que se han cumplido con trágica fi-delidad. Todos los avances mé-

dicos, todos los grandes descu-brimientos científicos, todos los progresos tecnológicos en favor de la vida humana se han visto compensados hasta casi el equilibrio por el desarrollo pa-ralelo de las «fuerzas destructi-vas». Desde la muerte de Marx, la tecnología de la guerra ha multiplicado sus muertos como la tecnología de la comunica-ción ha multiplicado los mitos. La importancia que nuestra ci-vilización ilustrada da a la gue-rra se puede medir por el he-cho de que los países más de-mocráticos del mundo desti-nan mucho más dinero del pre-supuesto al desarrollo de nuevas máquinas de destruc-ción que a la educación o la sa-nidad: en 2014, EEUU gastó 574.000 millones de dólares; China, 148.000 millones; Rusia, 78.000; Inglaterra, 55.000; India, 44.000. El conjunto del gasto militar del mundo ascendió a 1.547 billones —¡billones!— en 2014, mientras que bastarían 6000 millones de dólares para curar la malaria que mata a un millón de personas todos los años. La multiplicación tecno-lógica aplicada a la destrucción nos hace pensar siempre en los campos de concentración nazis, donde la racionalidad indus-trial aumentó la velocidad del exterminio a través de las cá-maras de gas, que permitían —«progreso» indudable— ma-tar entre 5 mil y 10 mil perso-nas cada día. Pero es el marco

armamentístico general, y en particular el uso de la aviación, el que ha marcado un profun-do cambio antropológico en la re-lación de los humanos con la guerra. La velocidad del «pro-greso» se traduce en un aumen-to exponencial del número de muertos y en un desplazamien-to de la condición de los mismos: hasta la 1ra. Guerra Mundial la guerra implicaba solo a milita-res machos. El siglo xx, en cambio, multiplicó y «democratizó» la destrucción, que ahora afecta sobre todo a civiles, mujeres y niños. Veamos: en la sangrienta guerra franco-prusiana de 1870-1871, que Marx vivió con horror, murieron 700 mil per-sonas, de las que 200 mil (sobre todo por asedio o enfermedad) eran civiles. En la 1ra Guerra Mundial (1914-1918), punto de inflexión en las normas y las prácticas de la guerra, murie-ron cerca de 18 millones de se-res humanos, la mitad eran ci-viles. En la 2da Guerra Mundial el número de muertos ascendió a unos 70 millones, las dos terce-ras partes fueron civiles; y solo en los bombardeos de Tokio e Hiroshima murieron en pocas horas 250 mil personas. Desde entonces no ha habido un solo día sin guerra o bombardeos, prácticas mansamente acepta-das a pesar del compromiso ju-rídico internacional y que sus-penden de hecho todas las ga-rantías procesales del derecho. En el año 2002, antes de la inva-sión a Iraq y de la guerra en Si-ria, habían muerto ya más de 40 millones de seres humanos a causa de la guerra y el 85% eran civiles completamente aje-nos a los conflictos que los ma-taron. Yemen y Libia lubrican ahora aún más este floreciente mercado que parasita el dolor y la muerte de los humanos para obtener crecientes beneficios.

Marx tenía más razón cuan-do pensaba en la tecnología como fuerza conservadora (de mitos humanos) y destructora (de vi-das humanas) que cuando la concebía como un soporte neutro o un vector de liberación. Da mucho miedo pensar en un mundo en el que la múltiple irra-cionalidad resucitada y el círculo vicioso de los avances bélicos se dan la mano y se alimentan recí-procamente. A la Internacional de la «conciencia proletaria» ha seguido una Internacional de las Supersticiones, que se provee de armas de destrucción masiva en el mercado capitalista global. Si mercado capitalista, tecnolo-gía de la destrucción y fanatis-mo primitivo se acomodan, como así parece, y se alimentan mutua-mente, la posibilidad de que una Humanidad razonable tome las riendas de la economía y de las máquinas se aleja como una in-alcanzable quimera. Pensar juntas y cómplices a la humani-dad de Internet y a la inhumani-dad de la bomba atómica inclina poco al optimismo. Pero es con-tra eso, mucho me temo, contra lo que tenemos que luchar. CM

SANTIAGO ALBA RICO

MARX, QUE EN 1857 había con-fiado de un modo un poco me-cánico en la potencia ilustrada y desalienante de la tecnología (los antiguos mitos griegos, decía, dejaban de ser creíbles gracias al telégrafo y el ferrocarril), se mostraba mucho menos opti-mista en una carta que dirigió a su amigo Kugelmann en 1871: «Hasta ahora se había creído», escribía, «que la emergencia de los mitos cristianos durante el imperio romano había sido po-sible solo porque todavía no se había inventado la imprenta. Pero es precisamente lo contrario. La prensa diaria y el telégrafo, que en un momento propaga sus in-ventos por toda la tierra, fabri-can más mitos en un día de los que en el pasado se creaban en un siglo».

Esta reflexión —de un hom-bre que experimentó en propia carne la levadura tecnológica de las habladurías y las calum-nias— es tanto más actual si se piensa en las absurdas esperan-zas depositadas en las nuevas tecnologías de la comunicación. En 1980, por ejemplo, Alvin Toffler, en su ya clásico La terce-ra ola, concebía el ordenador como «un antídoto contra la cul-tura fragmentada» y lo asociaba al establecimiento de un «medio ambiente inteligente» que cam-biaría el cerebro de los huma-nos, volviéndolos también «más inteligentes». Es muy pro-bable que el ordenador esté in-troduciendo cambios antropo-lógicos decisivos, pero no es fá-cil relacionar dulcemente el nuevo paradigma con un au-mento de la inteligencia o, al menos, de la racionalidad. El ordenador conectado a la red, como a una

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JORGE WEJEBE COBO

EN PLENA SEGUNDA GUERRA Mundial una red de la inteli-gencia soviética neutralizó en el desierto iraní un desembarco de paracaidistas alemanes, quienes tenían la misión de asesinar a los principales líderes de los aliados durante la reunión en Teherán, llevada a cabo del 28 de noviembre al 1ro de diciem-bre de 1943.

El encuentro resultó un éxi-to histórico en la integración del frente antifascista, bajo la direc-ción del Primer Secretario del Partido Comunista de la URSS, José Stalin, el presidente esta-dounidense, Franklin D. Roose-velt, y el primer ministro inglés Winston Churchill, quienes acor-daron el rumbo estratégico de la guerra y la colaboración bélica y política para derrotar a las po-tencias del eje, Alemania, Italia y Japón, y a otros aliados menores.

Pero, paradójicamente, en el continente americano el aconteci-miento sirvió de justificación para la disolución del Partido Comu-nista de Estados Unidos, promo-vida por su máximo dirigente, Earl Browder, lo que afectó al mo-vimiento revolucionario en toda el área al final de la contienda.

Para entonces, los Partidos Comunistas de EE.UU. y de casi todos los países del mundo habían asumido la estrategia de hacer coa-liciones o frentes amplios con otras fuerzas democráticas para cerrar el camino al poder de esas

tendencias totalitarias en el mun-do, siguiendo la línea de la Terce-ra Internacional, organización fundada por Lenin, y que dirigi-ría el movimiento comunista desde Moscú.

El Partido Comunista nor-teamericano apoyó a la adminis-tración del presidente Franklin D. Roosevelt y la política de su Partido Demócrata, de corte so-cial, del llamado New Deal, y restableció relaciones con la URSS y no ocultó su crítica ha-cia el fascismo, aunque mantu-vo la neutralidad hasta el ata-que japonés a Pearl Harbor y alió a la nación a Inglaterra y la URSS. Entonces el apoyo de los comunistas a su presidente se hizo más patente.

Poco antes de Teherán, la III Internacional Comunista fue di-suelta por haber desempeñado ya su papel, según explicaron sus dirigentes de Moscú, aunque las relaciones de los partidos con la URSS se mantuvieron hasta su desaparición en 1991.

Earl Browder interpretó los resultados de la Conferencia de Teherán como el establecimien-to permanente de una alianza duradera de coexistencia pací-fica entre el socialismo de la URSS y el desarrollado capita-lismo, representado por los Es-tados Unidos e Inglaterra, que se extendería en la posguerra y en la que ambos sistemas cola-borarían juntos en el fortaleci-miento de la democracia bur-guesa durante la reconstrucción

De todas formas, Menén-dez, apoyado por su partido, viajó a Washington y acordó que el precio del azúcar estu-viera en correspondencia con el de los productos de primera necesidad que se importaban de EE.UU, el llamado «dife-rencial azucarero», que benefi-ció a grandes sectores de la clase obrera y también a em-presarios nacionales.

En solo siete años (1940-1947), gracias a su gestión, logró arrancarle a la oligarquía domi-nante y a los intereses nortea-mericanos 631 millones de dóla-res a favor de los trabajadores de la industria azucarera, y tam-bién derechos sociales.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en 1945, los capitales norteamericanos presionaron al gobierno del Presidente Ra-món Grau San Martin para re-nunciar al diferencial azucare-ro. Menéndez y el PSP se opu-sieron y este, en plena moviliza-ción obrera, fue asesinado a sangre fría en la estación del ferrocarril de Manzanillo, el 22 de enero de 1948, por un capitán de la Guardia Rural que respondía a intereses imperia-listas.

También otros dirigentes co-munistas, los líderes campesino y portuario Sabino Pupo y Ara-celio Iglesias, respectivamente, pagarían con la vida sus posicio-nes ideológicas en los primeros años de la posguerra.

Cuando la aventura de Earl Browder por cambiar la historia parecía agua pasada, el Buró Fe-deral de Investigaciones (FBI), en la década de 1990, desclasificó do-cumentos secretos sobre una ope-ración de la contrainteligencia lle-vada a cabo durante los años de la Segunda Guerra Mundial sobre las acciones de la inteligencia soviética en México y Estados Unidos, y presentaron supues-tos mensajes descodificados de los soviéticos desde su embaja-da en tierra azteca que vincula-ban a Earl Browder como agente de la inteligencia soviética encar-gado de facilitar el reclutamiento de otros norteamericanos.

En 1950 el ex dirigente fue llamado a declarar ante el co-mité de actividades antinor-teamericanas durante pleno macarthismo y negó cualquier vinculación con actividades de espionaje, y según se dijo en la prensa, tampoco delató a sus antiguos compañeros del Par-tido. Browder no fue sometido a ningún proceso judicial a pesar de las informaciones desclasi-ficadas en los ‘90.

Es probable que para el FBI fuera más importante que las tesis de Browder siguieran confundiendo a partidos co-munistas y contribuyendo al desmontaje del antimperialis-mo en Latinoamérica, que llevar tras las rejas a un presunto agente soviético, asumiendo que sean auténticas las infor-maciones desclasificadas.

Earl Browder murió en 1973, a los ochenta y dos años, sin abjurar de sus posiciones políticas de entonces.CM

El Partido Socialista Popu-lar (PSP) –comunista– en Cuba publicó las tesis de Browder contenidas en su libro Después de Teherán en una edición de 21 mil ejemplares, y su pronósti-co para la posguerra fue toma-do como una esperanza para muchos de sus dirigentes y mi-litantes, aunque no se siguió el ejemplo de disolver el partido.

En abril de 1945, un peso pesado del movimiento comu-nista internacional, Jacques Duclos, líder del Partido Co-munista Francés, hizo una ex-tensa carta abierta en la que abordó críticamente las ideas y acciones de Browder y las ca-lificó de revisionistas y de re-nuncia a los principios mar-xistas–leninistas.

La carta provocó un amplio y profundo debate en la direc-ción y las filas del PSP, sobre to-do en la asamblea del Partido de enero del ‘46, en la cual Blas Roca y Juan Marinello, su secretario y presidente respectivamente, re-conocieron que cometieron gra-ves errores al confiar en la su-puesta mayor capacidad de aná-lisis e información de la direc-ción del Partido norteamericano sobre la situación internacional.

Además, aceptaron haber exagerado las esperanzas sobre la Conferencia de Teherán, pe-ro rechazaron que la organi-zación siguiera todas las ideas de Browder, como lo llegó a afirmar el propio Duclos en su carta, lo que consideraron era resultado de su falta de infor-mación sobre la línea del PSP en el país.

Browder fue expulsado del movimiento comunista en su nación y una nueva dirección rehízo el Partido e internacio-nalmente se negaron sus tesis que, además, no sobrevivieron a la realidad del inicio de la Guerra Fría.

Pero poco tiempo después una tragedia demostraría los equivocados vaticinios de Brow-der y, sobre todo, que su teoría no había afectado los principios fundamentales del PSP en cuan-to la defensa de los intereses de la clase obrera en la Isla.

Jesús Menéndez, líder comu-nista, Secretario de la Federación Nacional de Trabajadores Azuca-reros (FNTA) de Cuba y represen-tante a la Cámara por el Partido Unión Revolucionaria Comunis-ta –nombre que tomó el Partido Comunista cuando estableció una polémica alianza con un grupo de partidos burgueses en-cabezados por el General Ful-gencio Batista, agrupación con la que este ganó las elecciones de 1940-44–, era, además de líder obrero, un hábil negociador fren-te a los monopolios norteameri-canos y su gobierno sobre los precios del azúcar cubano du-rante la Segunda Guerra Mun-dial en contra de las tesis de Browder, que propugnaban sa-crificar las demandas económi-cas y salariales y los movimiento de agitación obrera ante las em-presas de su país para ayudar al esfuerzo bélico norteamericano.

de los países destruidos por la guerra y en pos del desarrollo económico del llamado Tercer Mundo.

Según esa doctrina, Estados Unidos transformaría su condi-ción de nación imperialista y pasaría a desempeñar un rol ex-cepcional al ayudar a América Latina a mejorar el poder adqui-sitivo y nivel de vida, pues este era su mercado más cercano y la vía directa para alcanzar las metas socialistas, según el lema: «El comunismo es el americanismo del siglo xx».

Browder consideró además que la lucha de clases debería ser sustituida por «la colabora-ción de clases» y los partidos co-munistas se regirían de acuerdo con la democracia burguesa. Con este fin, en 1944, disolvió el Partido Comunista de su país, no sin oposición de algunos de sus dirigentes y miembros, y creó la llamada Asociación Polí-tica Comunista, una especie de institución de estudio y análisis dedicada principalmente a la di-vulgación y representación de esas teorías.

En estas ideas se aprecia la prefiguración de algunos as-pectos de la llamada «Teoría del Fin de la Historia» de la dé-cada de ‘90 que, después de la desaparición del Socialismo so-viético y de sus aliados, exaltó la victoria definitiva del capita-lismo liberal y la democracia burguesa como vía definitiva del desarrollo de la humanidad

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AELIZABETH BELLO EXPÓSITO

DICE QUE LA CULPA de todo la tienen sus padres. Creció escu-chando música y su diversión era jugar a ser artista; todavía lo hace, «porque la creación tiene mucho de esparcimiento, de lo contrario no fluye».

A primera impresión parece muy tímido, sin embargo, al escu-char sus canciones, compartir una descarga o al escucharlo arrollar en el escenario, guitarra en mano, se descubre como un alma fuerte, re-belde, cuestionadora y profunda. Con solo veintiséis años, Reynaldo Armando Montalvo Vasallo (Rey Montalvo), joven trovador, apasio-nado escritor y bloguero por hobby, ya ha compartido escenario con importantes figura de la música nacional como Silvio Rodríguez, Marta Valdés, Vicente Feliú, Elia-des Ochoa, Augusto Blanca, Ge-rardo Alfonso, Eduardo Sosa, Raúl Torres, Los Muñequitos de Matan-zas, Emilio Vega, y también con creadores foráneos como la argen-tina Liliana Herrero, la venezola-na Cecilia Todd, el paraguayo Ri-cardo Flecha, entre otros.

Hoy el joven músico, miembro de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) y uno de los delegados del proyecto iberoamericano «Canto de Todos», que coordina el trovador Vicente Feliú, prepara sus primeras presentaciones en algunos países de Latinoamérica, que comenzarán por Argentina, además, trabaja en la edición del CD-DVD Los Hijos de Homero, grabado en vivo en el es-pacio «A Guitarra Limpia» del Centro Cultural Pablo de la To-rriente Brau en La Habana, y en la elaboración de su primer video clip y de su segunda producción disco-gráfica en estudio.

Dicen que a los tres años toca-bas las claves en un trío de trova tradicional...

Mis padres fueron los pri-meros cómplices: mi madre me llevaba a los teatros a ver de todo, y mi padre dirigía un trío de mú-sicos que se divertían ponién-dome a tocar las claves y las maracas. Más adelante hice ra-dio, teatro y televisión, y ade-más pasé varios cursos en la es-pecialidad de piano en la Escue-la Vocacional de Arte de Matan-zas. En el preuniversitario me acerqué a la guitarra para expe-rimentar, aprendía acordes y los acoplaba en una canción, los textos salían con más facili-dad, porque también había ju-gado a ser poeta y novelista. Antes del Servicio Militar no cantaba en público, porque to-do aquello era mi intimidad y compartirla me parecía algo más serio.

¿Qué ha significado para ti la peña «Suerte de Cangrejos» y Tony Ávila?

Cárdenas es una ciudad que siempre tiene algo bueno y nuevo para darte. A «Suerte de Cangrejos», proyecto para los amantes de la trova, llegué con mis canciones inocentes y me dieron el espacio para compar-tirlas. Se reunía mucho público en el Museo de la Batalla de Ideas para escuchar el trabajo

lo mismo de Santiago Feliú que de un muchacho como yo. Allí me aplaudieron por primera vez. Cárdenas es mi primera novia, así la recuerdo.

A Tony Ávila lo conocía de mucho antes, y por su empuje me atreví a enfrentar al públi-co. Es un hermano mayor de le-yenda, el primero que me llamó trovador.

¿Te ha servido tu formación como sociólogo en tu carrera artística? ¿Cómo?

Dicen los que saben que el trovador es un cronista social; el pescador sale al mar, el leña-dor al bosque, el ama de casa a la cocina y él cuenta la historia. El sociólogo aprende a obser-var las causas y los efectos de cada acción, y con visión holís-tica y sin prejuicio, forma sus criterios. Cada trovador tiene un poco de sociólogo, aún sin sa-berlo; imagínate si te enseñan las herramientas para traducir con rigor las cosas que suceden vi-viendo en sociedad.

Involuntariamente mi canción es mi sociología, salvo aquellas, quizás, donde le canto a una mujer, porque los sociólogos y los trova-dores somos seres humanos.

La peña «Trovadores y Punto» ¿Cómo y por qué surge?

Cuando me gradué de la Universidad de La Habana re-gresé a Matanzas para cantar; me ofrecieron un espacio en la Casa de Cultura Bonifacio Byrne, el segundo viernes de cada mes, y lo convertí en la casa de mis

canciones y amigos. La peña forma parte del proyecto ibe-roamericano «Canto de Todos», que coordina Vicente Feliú y del que soy parte; es un espacio para compartir mi trabajo y el arte que considero valioso.

Llevamos casi dos años acti-vos. Cada mes tiene su particu-laridad pero sobre una misma línea conceptual: invito a un tro-vador matancero y a otro forá-neo, leemos textos de poetas, presentamos libros. Intento que no sea una noche vulgar, hay secciones donde el público par-ticipa. Por allí pasan con regula-ridad, entre otros, el propio Vi-cente Feliú, Gerardo Alfonso, Pe-pe Ordaz, Eduardo Sosa, Carlos Ruiz de la Tejera, Augusto Blan-ca, Marta Campos, Los Muñe-quitos de Matanzas; han venido a presentar libros Víctor Casaus, Enrique Ubieta, Manuel Hernán-dez… Es el espacio libre donde los amigos vienen, unos a entre-gar su arte y otros a recibirlo co-mo el mejor de los regalos. En «Trovadores y punto» a veces hay artes plásticas, danza y tea-tro. Solo allí estreno canciones, es la casa.

En tu joven carrera ya has pu-blicado un cancionero, Postal de Peces, grabaste un CD, Lares, y tu trabajo ha sido reconocido por los principales cantautores del movi-miento de la Nueva Trova, con los que también has compartido esce-nario. ¿Cuál es el próximo paso? ¿Por qué el empeño de continuar trovando desde tu terruño?

El día que trabaje pensando en los pasos será el último. Lo que ha pasado en mi carrera tiene demasiado de suerte como para creerme significativo. El can-cionero fue un regalo tremen-do de Ediciones Vigía, una sor-presa, y el CD una voluntad de Silvio Rodríguez porque la tro-va joven siga adelante.

En cortos años de trabajo, si algo he aprendido, es a no perse-guir otra cosa sino a la canción misma. Soy feliz cuando subo a un escenario y descubro el pú-blico atento y respetuoso; entre otras cosas, por eso sigo en Ma-tanzas, porque ahí lo encontré.

¿Lo comercial contra lo autén-tico...?

Lo importante del arte es que sea sincero. En el caso de un trovador, por ejemplo, si eres consecuente con tus prin-cipios en la canción, todo está bien. La dicotomía entre lo co-mercial y lo auténtico creo que es más antigua que los propios términos. A veces lo auténtico es comercial, el error está en pros-tituir tu música en pos de ganar popularidad, eso sí es peligroso. Paulatinamente descubres las fórmulas para la canción fugaz, esa que llega al boom antes de caer en el escabroso olvido, terminas persiguiendo la cima constante mediante el facilis-mo y eso ya no es noble, por consiguiente, tampoco arte.

Has dicho que el CD Lares mar-ca el cierre de una etapa ¿Qué lo distingue?

Es un disco producido por Silvio Rodríguez y los Estudios Ojalá, recoge canciones de mis veinte años, y tiene toda la inge-nuidad de esa edad. El propio Silvio lo bautizó como el «disco

de presentación». Cada CD completa un ciclo, lleva al pú-blico el trabajo que venías ha-ciendo hasta el momento, tiene el propósito noble de entregar a la gente tu canción; a la vez, abre otra etapa de estudio, com-posiciones que espero logren cerrar en una próxima produc-ción discográfica.

En tus creaciones se percibe también una sagaz crítica social

El cubano es genéticamente un crítico de lo que conoce o no; he visto a taxistas y bodegueros en las más profundas discusiones filosóficas. Yo aprendí a tocar la guitarra y medio a cantar, ¿cómo no voy a aprovechar eso también para criticar? No sería tan buen cubano.

¿Los momentos más gratos con la guitarra en mano? ¿Los menos?

Indiscutiblemente el momen-to más grato junto a la guitarra es cuando descubrimos juntos una nueva canción. Quizás si me pre-guntas, el momento más grato como trovador sería otro: aque-lla vez que salí a cantar después de Silvio, frente a demasiadas personas para contar.

El menos grato se repite de-masiado: cuando nos sentamos frente a un público y nos igno-ra. A todos les pasó en algún momento, y me han contado que se cura cantando.

Trovador de academia o empí-rico. En tu opinión ¿qué es mejor?

Yo soy un guitarrero y cantor empírico, y todos los días me arrepiento de no haber tenido paciencia en mi niñez para es-tudiar música. Sin embargo, y esta conclusión me reconforta, hoy no existirían estas cancio-nes nacidas de la experimenta-ción. No hay «lo uno o lo otro», porque no existen academias para formar trovadores, y a la vez todos sabemos que la supe-ración tiene que ser constante.

¿Hay trovadores VIP?El tema de trovadores VIP o

no VIP lo escuché por primera vez en Holguín, y más que todo me provocó sorpresa. Nunca quisiera el poder para clasifi-car entre «personas muy im-portantes» o no, es una potes-tad absurda. Ningún trovador que conozco (y soy categórica-mente absoluto) entraría a con-ciencia en clasificaciones seme-jantes, en todo caso, estas listas las fabrican personas con pre-tensiones sospechosas que des-conocen el significado de la pa-labra respeto.

¿Cómo o qué es lo que hace a un trovador?

En mi tesis de diploma para graduarme de sociólogo intenté conceptualizar al trovador. En-trevisté a muchos y en algo coin-cidieron: «Ser trovador es una forma de vida, comprometerse con su tiempo, estar dispuesto a cantarlo todo». Yo soy trovador porque soy irreverente ante lo mal hecho, porque me enamora la vida y no puedo apartar la guitarra de mi cotidianidad, por-que crecí escuchando a Sindo, Matamoros, Silvio, Noel, Santia-go… y muchas noches soñé ser como ellos. CM

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LOS REBELDESDE LA NOVELA

DOS CARAS:YISELL RODRÍGUEZ MILÁN

NO. NO QUIERO escribir de manera general sobre Dos Caras. Hay consenso entre la población en que es atractiva y logra –como casi todas las telenovelas brasileñas– sentar a las familias tres veces por semana frente a la pantalla chica. Quiero reflexionar sobre algunos de sus símbolos y, en especial, sobre Rudolf Stenzel, el estudiante de ojos verdes y pelo revuelto que en los primeros capítulos de esta producción se ganó la fama de «alborotador» e «impertinente».

Escribiré, en resumen, sobre quien parece ser el rebelde de la novela, el progresista, el ¿de izquier-da?, y los estereotipos que rondan la construcción de un personaje cuyas acciones poseen una impor-tante lectura social, sobre todo si valoramos que la Rede Globo, cuando se publicita, lo hace anuncian-do que en Brasil «las telenovelas revelan más que las noticias de televisión».

La construcción del personaje de Rudolf, de quien casi nadie en Cuba suele recordar el nombre porque es poco más que un extra, nunca fue la de un universitario con intereses políticos sinceros. De acuerdo con el sitio web Celebridades.uol.com.br, está concebido como un «activista estudiantil aburri-do» del cual, les adelanto, sorprenderá saber que tiene mucho dinero y que sus demandas son una fa-chada más en medio de una novela cuyo eje central son los dobleces.

Pero hay dobleces y dobleces. Hay engaños matrimoniales, cirugías estéticas, esquizofrénicos cambios de carácter, interesados ocultamientos, dualidades en quienes ejercen el poder y

hasta en los que en algún momento parecen ser los típicos buenos… Y, en medio de to-das las críticas sociales que emergen de esos giros dramáticos, también coge lo suyo el estudiantado.

Nadie espera una recreación militante del contexto, mas no deben despreciarse las lecturas sociales sobre estas producciones y menos acerca de este caso, donde la rebeldía estudiantil carece de lógica y deja una sola lección: andar metido en política no trae nada bueno.

Veamos por qué: el chico apuesta por la violencia que conlleva a una manifesta-ción en la Universidad Pessoa de Moraes, está contra la privatización de la enseñanza pero es aliado del grupo más egoísta de profesores y es oportunista, pues aprove-cha que el rector lo llamó zombi para acusarlo de racismo. En la medida en que avancen los capítulos se descubrirá, además, que es astuto y deshonesto.

En un artículo titulado «Dos Caras a unas mismas palabras: la oda al conservadu-rismo», publicado por el Centro de Prensa de Brasil, se citaba a una líder estudiantil de la Unicamp que comentó: «Después de la novela, era imposible convencer a mi madre de que la política estudiantil no trae sino disturbios».

Por su parte Diogo Almeida, actor que interpreta a Rudolf, tenía veinticua-tro años de edad cuando en 2008 se emitió la novela. En ese entonces comentó sobre los temas (discriminación racial, protagonismo estudiantil, etc…) que mal defiende su personaje: «Cuando los rollos me perjudican finjo que no en-tiendo, pero también creo que la discriminación llegada a una situación ex-trema debe ser denunciada». Según algunos medios brasileños, lo que tras-cendió por allá del personaje fueron sus ojos verdes (que son lentes) y el aburrimiento por su conducta repetitiva, altisonante y consignera.

No queda dudas por tanto de que, en esta parte de la trama, el joven agita-dor es un obstáculo y el fin es controlarlo. Lo necesitan los guionistas para que avance la novela, y lo quieren los televidentes, porque les aburre. Hay que lograr la obediencia acrítica y despolitizada que caracteriza a los estudian-tes de la Universidad Pessoa de Moraes. ¿O no?

El encargado de tales propósitos es, increíblemente, el otro rebelde de la novela. Se trata de Francisco Macieira (José Wilker), rector de la universidad privada donde estudia Rudolf.

Macieira tiene un historial de lujo como izquierdista. El guión lo construye como un revolucionario exiliado durante la dictadura mi-

litar en París, donde permaneció hasta que Blanca María Barreto (Su-sana Vieira), dueña de la Universidad Pessoa de Moraes, le pide que se convierta en rector. Él regresa a Brasil, llega como un reformador avan-zado, a cambiarlo todo… Bueno, no todo, porque la universidad conti-núa siendo para quienes pueden pagarla. Como un plus en esta labor trasformadora, lidia con el revoltoso que tiene a la dueña a punto de come-

ter una injusticia: expulsar al alumno por su activismo, un activismo que –co-mo ya establecimos– es nocivo e inútil según Dos Caras.

Macieira tiene todo para ganar en la confrontación con Rudolf. A través de un discurso serio, creíble y coherente, justifica sus acciones y desarticula a su oponen-

te, destruyendo así el poco prestigio del líder impertinente. Al final todo queda entre rebeldes, una jugada inteligente por parte del guionis-

ta. Nadie podrá acusarlo de validar una posición derechista a partir de este enfrenta-miento, aun cuando Macieira —con todo y su espíritu e historial transformador— re-

presente la privatización de la enseñanza.El guionista de Dos Caras, Aguinaldo Silva, es un agudo creador. Roque Santeiro, Vale todo,

Te odio, mi amor, Señora del Destino, y Fina estampa, muestran su pericia al abordar los conflic-tos del Gigante Sudamericano, pero lo mejor siempre es que, independientemente de sus

creadores, seamos los televidentes quienes decidamos qué tanto nos dejamos llevar por las tele-novelas y hasta dónde creerles. CM ©

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H. ROMO SIGLER

Parece que fue ayer que presen-ciamos orgullosos la actuación cubana en Guadalajara, ratifican-do con hidalguía el escaño que, desde Cali en 1971, nos pertenece a escala regional. Han transcurrido, sin embargo, cuatro años de la proeza en tierras tapatías y, otra vez, una nutrida embajada atlética está a punto de comenzar a hilvanar desempeños de renombre que nos catapulten a la vanguardia he-misférica.

La cita que acogerá entre el 10 y el 26 de julio próximo la ciudad canadiense de Toronto se presenta, desde todos los án-gulos, como una de las más di-fíciles que hayamos enfrentado en cualquier época. Las razo-nes son múltiples, entre ellas el hecho de que los anfitriones, tradicionalmente quienes nos escoltan en el medallero, parti-ciparán en todas las pruebas convocadas, a lo que se sumará el lógico incremento en su co-secha asociada a la condición de locales.

De hecho, en los últimos die-ciséis años, coincidiendo con el período más complejo para el de-porte cubano, por motivos harto conocidos, hemos tenido que competir teniendo como esce-narios a varias de las naciones potencias, las cuales invariable-mente vieron en ello acicate para coronar sus propósitos de des-bancarnos del segundo peldaño histórico.

Algunas, incluso, confesa-ron públicamente que superaría a Cuba pero, sin que pudieran encontrar explicación racional a sus pronósticos fallidos, nues-tros representantes se crecie-

ron dentro del ruedo y mantu-vieron el sitial conquistado ha-ce más de cuarenta años, que constituye reflejo nítido de la obra inconmensurable edifica-da por la Revolución en la esfe-ra deportiva.

La pasión contagiosa intrín-seca a estos eventos múltiples volverá a apoderarse de los afi-cionados cubanos, que no perde-remos pie ni pisada a las incur-siones de nuestros deportistas en cada una de las magníficas insta-laciones acondicionadas para las competiciones.

Deleite posible por el ex-traordinario esfuerzo que reali-zará el Instituto Cubano de Ra-dio y Televisión (ICRT) y todo el sistema de la prensa plana na-cional para garantizar que, con inmediatez, nos sintamos coau-tores desde nuestros hogares de la epopeya que escriba cada compatriota desde suelo cana-diense. Es una práctica que, desde décadas atrás, ha hecho posible que accedamos a los principales certámenes que acontecen en to-do el orbe. Ahora mismo la Copa América es un ejemplo de esta vo-luntad política, como lo será segu-ramente en agosto el Mundial de Atletismo en el Nido de Pájaro de Beijing.

El verdadero protagonismo recaerá en los 459 deportistas (231 mujeres y 228 hombres) procedentes de catorce provin-cias y el municipio especial Isla de la Juventud. En esta ocasión no tenderemos exponentes de Mayabeque, lo que no quiere decir que no contemos con fi-guras descollantes en esa pro-vincia. Pensemos, por ejemplo, que si el ajedrez formará parte

cuya edad promedio no rebasa los veinticinco años. Pocas nacio-nes en el mundo pueden presu-mir, sanamente, de que su desta-camento ostente el segundo año de escolaridad universitaria, lo que evidencia el crecimiento ex-perimentado desde 1959 en un sector que hasta ese momento estaba absolutamente separado de los espacios donde se accede a los conocimientos.

En el plano de las principa-les posibilidades de engrosar el medallero varias modalidades vuelven a tener la voz cantante. Atletismo, judo, boxeo, lucha, taekwondo, ciclismo y pesas se-guirán siendo ejes sobre los que construyamos nuestro estrella-to, empeño al que debe sumarse la gimnasia artística, especial-mente de la mano del santiague-ro Manrique Larduet, quien re-toma el espíritu del fenomenal Erick López, máximo ganador de preseas doradas en estas li-des desde su arrancada en Bue-nos Aires en 1951.

Mención especial acaparan determinadas figuras, como el bicampeón olímpico y cinco veces mandamás mundial, Mijaín López, en la máxima división del estilo grecorromano; los in-tegrantes del conjunto que por estos dirimirá la medalla de oro frente a los kazajos en la Serie Mundial de Boxeo, o Pedro Pa-blo Pichardo, convertido en cin-tillo de prensa para los grandes rotativos en las últimas sema-nas por sus brincos felinos que lo han llevado a estirarse en dos ocasiones por encima de las 18 m, algo inconcebible en el panorama de dicha especiali-dad en cualquier período. Se encuentra en un estado tal de gracia el santiaguero Pichardo, que a nadie le extrañaría que, en Toronto o la capital china, acabe el primado de 18,29 m del «canguro» británico Jonathan Edwards. Como tampoco debe asombrarnos de que esa condi-ción la alcancen Christian Tay lor o Teddy Tamgho, ya que ambos tienen como cota máxima 18,04 m. El norteamericano Taylor la alcanzó en Doha, en el inicio de

de los juegos, nuestro Leinier Domínguez, el «Ídolo de Güines», sería el principal candidato al tí-tulo en discusión. Repárese además en el hecho inaudito de que contemos con un mayor número de féminas que hom-bres, testimonio elocuente del empoderamiento de la mujer en todos los ámbitos sociales de nuestro país.

la Liga de Diamantes, pero tu-vo que conformarse con la plata pues esa noche Pichardo «voló» hasta 18,06 m, mientras que el francés Tamgho la archiva des-de la final del Mundial de Mos-cú en el 2013, lo que le valió ce-ñirse la corona por delante de Pichardo precisamente que, apenas salido de los juveniles, dio una clarinada de por qué había que contar con él para cualquier proyección futura.

En los deportes colectivos el corazón late junto a la novena de béisbol que comandará el avileño Roger Machado, al igual que con los representantes del baloncesto, voleibol, o balonmano. Aquí las chicas del DT Alberto Zabala, en los encestes desde la zona pintada y más allá del períme-tro, y las balonmanistas que acaban de darle un gran partido a las campeonas mundiales brasileñas en la Copa Paname-ricana efectuada hace unos días en la Sala Kid Chocolate, se nos antojan con fuerza real para batirse por subir a lo más alto del podio.

Lo verdaderamente trascen-dente al final, como siempre han declarado las autoridades deportivas de casa, es que cada uno de los que lleve el uniforme de las cuatro letras se entregue sin reservas, a sabiendas de que, en la retaguardia, sus compatrio-tas saltamos, lanzamos, corre-mos o nadamos junto a ellos. Podrá ganarse una medalla de uno u otro color, o incluso que-dar a las puertas de conseguirlo, pero lo esencial será ratificar en cada acción el compromiso con-traído con el pueblo que está en-rolado en compromisos produc-tivos y sociales decisivos.

Estamos seguros que con las «manos arriba» —como reza el pegajoso estribillo de la pieza preparada para la cita por el maestro César «Pupy» Pedro-so— y el pecho henchido, los atle-tas cubanos harán sonar en Toron-to, en innumerables ocasiones, el himno nacional, refrendando así un legado que es también parte de la gloriosa historia escrita en todos estos años.CM

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Podrá ganarse una medalla de uno u otro color, o incluso quedar a las puertas de conseguirlo, pero lo esencial será ratificar en cada acción el compromiso contraído con el pueblo que está enrolado en compromisos productivos y sociales decisivos.

Al igual que en las convocato-rias precedentes, acudimos con una delegación llena de jóvenes,

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AHMED PÉREZ MOREJÓN

EL MARTES 2 DE JUNIO del 2015 fue un día histórico para las re-laciones deportivas entre Esta-dos Unidos y Cuba. Poco des-pués de las 5 pm la afición local abarrotó el estadio Pedro Marre-ro para presenciar el choque amistoso entre el Club Cosmos, de Nueva York, y la selección an-tillana de mayores.

Fue tal la expectativa que generó la visita de la mítica agrupación balompédica neo-yorquina, que ni siquiera la llu-via tórrida impidió que el gra-derío se desbordara de jóvenes entusiastas que disfrutaron, minuto a minuto, el espectácu-lo sui géneris de observar en unas instalación de casa a con-tendientes atléticos de ambas naciones.

Todo esto aderezado con dos noticias que se regaron como pólvora y concitaron la movili-zación de un público que crece por día en cultura futbolística. Edson Arantes do Nacimento, o simplemente el «Rey» Pelé, pisa-ría al fin un cancha cubana, justo en el momento en que también lo haría otro emblemático atleta de la presente centuria, Raúl González Blanco, el «Ángel» del Real Madrid, para deleite de los seguidores que crecieron ad-mirando a los «galácticos» ma-dridistas, en cuya formación el marcado con el dorsal 7 fue siempre un hombre imprescin-dible.

Poco puede escribirse, que no haya sido dicho antes, sobre el que es catalogado como el mejor jugador del mundo en el

siglo anterior, distinción que la mayoría de los expertos y de los fanáticos le otorga a Pelé junto a Diego Armando Maradona. Des-de comienzos de este mes los cubanos ya podemos decir que ambos —el «Pelusa» en múlti-ples ocasiones desde la primera vez en que nos visitó luego de su éxito en México ’86— han es-tado entre nosotros.

El brasileño se endosó tres Copas del Mundo, con las vic-torias de su canarinha en Sue-cia ‘58, Chile ‘62 y México ‘70, tejiendo así una leyenda de en-sueño que se acrecienta con el paso del tiempo. A nivel de clu-bes igualmente lo ganó todo con el Santos, en una época que no estaba signada, como la ac-tual, por el éxodo casi total de las estrellas de cualquier lati-tud a las ligas europeas. Esto explica que la incursión del 10 verde amarelo con el conjunto de la Babel de Hierro, entre 1975 y 1977, fuera en el ocaso de su ca-rrera, aunque allí, como en to-dos los pastos donde compitió,

en el Santiago Bernabéu, en el que uno de sus hijos le pregun-taba únicamente si en realidad él conocía a Cristiano Ronaldo. Precisamente fueron la estrella de Islas Madeira y Leonel Mes-si, la genial «pulga» rosarina, quienes sobrepasaron reciente-mente a Raúl como máximo goleador histórico de la UEFA Champions League.

La comitiva visitante también la integró otro jugador renom-brado, el brasileño nacionaliza-do español Marco Senna, mo-narca con los ibéricos en la Eu-rocopa del 2008, bajo las riendas del desaparecido Luis Aragonés, curiosamente el primer gran triunfo de la «Furia Roja» desde que en 1964 se alzaran como monarcas del viejo continente, teniendo al propio Aragonés co-mo uno de sus puntales.

Nunca entenderé por qué di-cho director, primero, y luego el «bigotón» Vicente del Bosque, marginaron a Raúl de las convo-catorias a las escuadras españo-las que concurrieron al citado evento, al mundial de Sudáfrica en el 2010 y a la Euro del 2012. Muchos lo consideramos el ju-gador símbolo de esa genera-ción, plenamente capacitado pa-ra aportar a su conjunto desde cualquier responsabilidad.

Los detractores de esta idea dirán que, al igual que sucedió con la decisión de Luis Felipe Scolari al conformar la selec-ción brasileña a la Copa Mun-dial de Korea-Japón en el 2002 dejando fuera a Romario, a los timoneles peninsulares les sa-lió bien la jugada. No lo niego, pero creeré siempre que el de-

hizo gala de belleza en cada disparo a puerta, «fabricando» goles que dejaron atónitos a ri-vales y seguidores. Hizo tantos en cada grama donde expuso su arte refinado, que sobrepasó el millar de perforaciones a las cabañas oponentes. Por cierto, en la última temporada de Pelé en los predios del Empire State Building llegó a la ciudad Frank el «Kaisser» Bekembawer, otro íco-no mundial, campeón en 1974 en la final disputada frente a la «naranja mecánica» de los tuli-panes de Joan Cruyff.

La historia está llena de sím-bolos, y el más universal de los deportes no es la excepción. Por eso casi al mismo tiempo en que el mayor icono atlético del gigante sudamericano de-cía adiós a su excepcional tra-yectoria, precisamente dentro del once de la cosmopolita urbe estadounidense, nacía Raúl en la península ibérica, exacta-mente el 27 de junio de 1977, asumido por la exigente fanatica-da merengue como inspiración de aquella nómina estratosférica que también integraban Ronal-do, Zidane, Roberto Carlos, Figo y Beckham. Luego de ganarlo todo con el elenco de sus amo-res marchó al Shalke 04 ale-mán, para de ahí saltar al Me-dio Oriente, antes de su arribo al Cosmos.

Suelo citar, como expresión de lo que significa la moderni-dad para la mayoría de las per-sonas —en detrimento desafor-tunado de la historia que nos precede— la anécdota contada por Raúl acerca del partido de homenaje que le organizaron

lantero, que ahora se paseó brevemente por nuestras calles, mereció tener esas oportunida-des históricas.

Como expresión de que nuestro país está produciendo una especie de «encantamien-to» en todos los ámbitos, tam-bién tocó suelo antillano en los últimos días el otrora estelarí-simo delantero holandés del Barcelona, Patrick la «Pantera» Kluivert, ahora en el puesto de conductor de Curazao, al tiempo que se anuncia la llegada del central español, campeón mun-dial cinco años atrás, Sergio Ramos, en su condición de Em-bajador de la UNICEF.

Todo esto tiene como telón de fondo el escándalo que sacu-de a la FIFA, por un lado, y la disputada Copa América del otro. Sobre lo primero única-mente apuntaré que la corrup-ción imperante en la cúpula que maneja los destinos del fút-bol planetario era un secreto a voces que pocos se atrevían a de-nunciar públicamente.

Fue justamente Maradona, el «Pibe de Oro», quien, sin pelos en la lengua, arremetió desde ha-ce tiempo contra muchas de las arbitrariedades que hace unos días salieron a la superficie. En lo inmediato, además de los asuntos que vayan sumándose como resultado de la investiga-ción en curso, debe sobrevenir una nueva telenovela con la elección que se convoque para suceder al suizo Joseph Blatter, en la que al parecer volverán a estar entre los favoritos el prín-cipe jordano Alí al bin al Hus-sein y el ex Balón de Oro portu-gués Luis el «Tiburón» Figo, sin descartar al francés Michel Plattini, preferido de muchos por su trabajo encabezando la UEFA. Maradona, poniéndole picante extra al tema, ha decla-rado que optaría por la vicepre-sidencia, de ser electo como ti-tular el miembro de la familia real de Jordania.

De la Copa América, torneo de selecciones más longevo del globo terráqueo, comentare-mos en la próxima edición de LA CALLE, pero mantengo el vati-cinio de apreciar a la albiceleste de Messi y compañía levantan-do el trofeo de monarcas.

Otra vez se desvanece la ilu-sión con nuestro equipo, al su-cumbir ante el Curazao de Klui-vert, por el hecho de que los goles de visitantes valen doble. Ya en el partido ante el Cosmos volvimos a comprobar las falencias en el pensamiento táctico de los convo-cados, cometiendo errores imper-donables dentro de una disciplina que con razón Pelé consideró, des-de las tribunas del Pedro Marrero, como «la mayor familia del mun-do». Afortuna damente los cuba-nos también hemos hecho nuestro este deporte, con independencia de no conseguir resultados rele-vantes. Consolémonos, mientras tanto, en apoyar a los elencos de nuestra preferencia que, hasta el venidero 4 de julio, converti-rán a Chile en epicentro conti-nental. CM

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«REY» Y «ÁNGEL» DISFRUTAN DE LA HABANA DESDE EL COSMOS NEOYORQUINO

MERMELADA DE CALABAZA A LA ALBAHACA

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NÚMERO directorenrique ubieta gómez

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ENSALADA DE POLLO CASERA

LAS HIERBAS Y ESPECIAS EN LA COCINA (I)

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PROPUESTASMUSICALES

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MADELAINE VÁZQUEZ GÁLVEZ

LAS PLANTAS AROMÁTICAS represen-tan la base de la cocina de cualquier país. En el caso de Cuba, las bases de su sazón se deben al uso de cebolla, ajo, ají y tomate, junto a especias secas como el orégano, el comino y el laurel. Sin duda, esta combinación confiere sabores y aromas muy particulares que distin-guen la manera de cocinar del cubano.

Desde que el ser humano empezó a cocinar, utilizó las plantas y especias para diversos fines. Generalmente eran usadas para enmascarar el sabor rancio de los ali-mentos en épocas en que no existía la re-frigeración, y su uso ayudaba a mantener las propiedades higiénico-sanitarias de estos, pues sus aceites esenciales poseían características antisépticas.

Se conoce su gran capacidad para po-tenciar el sabor de los alimentos con can-tidades muy pequeñas. Por lo general, no presentan notables aportes nutriciona-les, salvo algunas excepciones, como por ejemplo el apio y el perejil, que aportan determinados minerales (calcio y hierro). Su efecto sobre el apetito es muy reconoci-do, al constituir la base de sabor y aroma de las preparaciones culinarias.

Además de su uso en la cocina, las hierbas y especias han sido grandes aliadas de la medicina y de los curan-deros por su empleo en diversos ritua-les religiosos. La medicina tradicional ha prestigiado su uso, y en la actuali-dad muchas personas prefieren curar-se con hierbas, que generalmente no poseen efectos secundarios.

HistoriaYa en los años 3500 a.n.e. los anti-

guos egipcios usaban especias para con-dimentar sus alimentos, como cosméti-cos y en sus lociones para embalsamar a sus muertos. Sabemos también que la enorme riqueza del rey Salomón se debía al tráfico de los mercaderes de es-pecias y a los regalos en forma de espe-cias que se acumulaban en sus arcas pa-laciegas.

Los romanos y lo griegos dejaron una valiosa información sobre el uso y valor de las hierbas y especias. El pri-mero de ellos, y el más renombrado, es El Dioscórides, que debe el nombre a su autor, el médico Dioscórides. En este libro, fechado en el siglo I, se encuentran da-tos muy precisos sobre el uso que los griegos y romanos hacían de algunas especias. En la obra también se refieren las plantas que se cultivaban de manera autóctona y su uso en la cocina por la mayoría de sus habitantes, tal es el caso de la mostaza, la mejorana, el cilantro, el tomillo, el anís y el azafrán, entre otras.

Otro gran pueblo mediterráneo que se destacó en el uso y conocimien-to de las especias fue el árabe. Los guisos árabes a base de pimienta, ga-langa, nuez moscada o clavo han con-tribuido a conformar la deleitable cos-movisión actual sobre los fastuosos palacios califales. El tráfico de espe-cias fue controlado por los árabes du-

rante al menos cinco mil años, y por su notable escasez llegaron a ser tan valiosas como el oro y la plata.

Como resultado de las Cruzadas y por el auge comercial experimentado durante la Edad Media, las especias dejaron de ser un manjar exclusivo para estar al alcance de mayor canti-dad de personas, sobre todo entre los siglos xii y xix, en los que fue muy co-mún su uso en casi todas las cocinas medievales. Durante esa época creció la práctica de su uso en la conservación de alimentos, así como el empleo de es-pecias de fuerte sabor como la pimien-ta, el jengibre y el azafrán para obtener nuevas sensaciones gustativas. Se co-noce la salsa carmelina, surgida en la época medieval, elaborada a base de pimienta, canela, clavo y macis básica-mente. El desplazamiento de Asia a Eu-ropa de las especias se produce con el monopolio de ciertos comerciantes eu-ropeos (fundamentalmente italianos), que distribuían la mercancía traída por las caravanas.

El descubrimiento de América hizo que el comercio de especias fluyera más libremente, por lo que su consumo ulte-rior se fue convirtiendo en una práctica más habitual. Comienzan algunas mani-festaciones interesantes como es el caso del uso de canela, azafrán y clavo en la repostería y pastelería con una evidente influencia árabe. También en el conti-nente americano se encontraron nuevas especias como los chiles, la vainilla y mu-chas otras, que se fueron incorporando a la cocina internacional, lográndose el empleo universal de los condimentos en un gradual proceso de transculturación.

En la actualidad, las especias más consumidas en el mundo son por este orden: pimienta, pimentón, chile (so-bre todo en América), cardamomo, clavo, macis, casia, nuez moscada y canela; las más caras son el azafrán, el carda-momo y la vainilla (que ha perdido terre-no ante la vainillina, una imitación sintética).

En el próximo artículo citaremos algunas de las más representativas.CM

VA

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S

TEMA: SIR QUINTANAautor: JOAQUÍN BETANCOURTintérpretes: HÉCTOR QUINTANACD: DACTILARPRODUCCIONES COLIBRÍ, 2014

PROPUESTASMUSICALES

A cargo de AILER PÉREZ, IJORKI MORALES y CARMEN SOUTO

TEMA: CUANDO EL AMOR SE VAautor: PATRICIO AMARO Y RUBÉN SANTIAGO intérprete: PATRICIO AMARO FT. LA CHINACD: MÁS DE LO QUE TÚ ME DASBIS MUSIC, 2014

TEMA: CONFIESAautor: IVÁN VERAintérprete: ZEUSCD: LA VERDAD PROHIBIDAPRODUCCIONES COLIBRÍ, 2014

TEMA: DICES QUE SOYautor:JUAN ALMEIDA BOSQUEintérprete: JG FT. KELVIS OCHOACD: QUE NO ME CONTROLENAHÍ NAMÁ MUSIC, 2014

TE

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TEMA: NO ME DIGAS QUE NOintérprete: RAÚL PAZ FT. EL MICHAdir.: ERMITIS BLANCO

VIDEO CLIP

DIS

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CD: SENDEROSintérprete: SANTIAGO FELIÚPRODUCCIONES COLIBRÍ, 2014ESPACIO

PEÑA DE ALAIN DANIEL, todos los domingos de mes, 10 pm, en La Cecilia (Avenida 5ta. entre 110 y 112, Playa)

COMER EN CASA

PolloLechuga

TomateAjo

Pan integralAceite

SalPimienta

MayonesaZumo de limón

VinagreApio

Queso

2 cuartos

1 unidad

3 unidades medianas

4 dientes

6 rebanadas

3 cucharadas

½ cucharadita

¼ cucharadita

2 cucharadas

1 cucharada

2 cucharadas

1 cucharada

1 lonja gruesa

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a s e i s r a c i o n e s :

· e l a b o r a c i ó n ·¶ Deshuesar los cuartos de pollo y cortarlos en cuadros. ¶ Picar la lechuga con las manos y los tomates en gajos; cortar fino el ajo. Reservar. ¶ Cortar el pan en dados grandes. ¶ Saltear el pollo en una cucharada de aceite, dorar y coci-nar hasta que ablande. Salpimentar. ¶ Dorar los costrones de pan en una cucharada de acei-te con un diente de ajo. ¶ Preparar el aderezo con la mayonesa, el jugo de limón, el vinagre, el ajo, el apio y el resto del aceite; mezclar bien. ¶ Colocar en una ensaladera la lechuga y los tomates, añadir el pollo y los costrones de pan; mezclar con suavidad. ¶ Servir con el aliño por encima y el queso rallado.

JUNIO 2015

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CalabazaPlátano burro

maduroAgua

AlbahacaAzúcar moreno

¾ unidad mediana

2 unidades medianas

2 tazas

2 ramitas

1 taza

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a c u a t r o r a c i o n e s

· e l a b o r a c i ó n ·¶ Pelar la calabaza, quitarle las semillas y co-cinarla en el agua indicada con una ramita de albahaca hasta que se ablande. ¶ Agregar los plátanos y cocinar durante cinco minutos más. ¶ Refrescar y pasar por la batidora. ¶ Unir con el azúcar y cocinar con baja intensi-dad de calor revolviendo a intervalos hasta que la mermelada adquiera punto. ¶ Servirla fría y decorar con una ramita de albahaca.

TEMA: PA’LANTE PA’LANTE autor: ALEXANDER TERRY Y JORDANKY MANRIQUE intérprete: RUMBÁVILACD: DEFENDIENDO MIS RAÍCESPRODUCCIONES ABDALA, 2014