DON GABRIELITO

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GABRIEL L GARCÍA-PEÑA SANCHEZ 2010

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BIOGRAFÍA Y RELATOS

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GABRIEL L GARCÍA-PEÑA SANCHEZ

2010

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He aquí éste ensayo, autoría de Gabriel Lorenzo

García-Peña Sánchez, relacionado con su entrañable padre, “Don Gabrielito”, a quien así cariñosamente, acostumbraban referirse a él, quienes le conocieron y compartieron durante sus 84 años de vida, los que supo vivir, como paradigma de familia, y ejemplo de moral cristiana.

DON GABRIELITO

BIOGRAFIA- crónicas Y RELATOS DE SU VIDA

Gabriel Lorenzo García-peña Sánchez

2010

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A GUISA DE EXORDIO. Con éstas memorias, que a manera de ensayo biográfico, éste autor, - su hijo homónimo -, pretende describir o reseñar como enaltecer, los mejores y más importantes momentos de la valiosa vida de quien fuera siempre admirado y muy querido por sus propios, cuanto por sus amistades todas. De éstas recibió siempre un trato preferencial, como persona de incalculable bondad. Disfrutó del estimado aprecio de todos quienes le rodearon y de él dependieron durante su andar laboral diverso. Y no fueron pocos quienes a sus deferencias le dispensaron gratitud y el favor de la amistad que él supo merecer. Como ese personaje, pocos se cuentan hoy. Así fue Don Gabriel García Peña. Don Gabrielito. De éste modo, ha querido su autor, rendirle un póstumo cuanto afectuoso homenaje, queriendo enmarcar su biografía y pensamiento, la del insigne “Don Gabrielito”, destacándolo dentro de un entorno o contexto histórico. Huelga decirse, traslucir su vida a través de ciertos acaecimientos o sucesos importantes que durante sus años de transitar mundano, - desde muy breve tiempo antes de finalizar el siglo XIX hasta 1983, cuando ocurre su lamentable fallecimiento -, y que marcaron en el alma de nuestro protagonista, hitos y dejaron huella indeleble. Hechos estos que sobresalieron, así en el orden mundial, como en el ámbito nacional colombiano.

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Al protagonista de nuestra obra, atribuimos, el haber sido individuo en quien los muchos acaeceres del desarrollo histórico le influenciaron y le marcaron siempre un interés de especial relevancia. Fueron las ciencias sociales, bien la historia de los hechos sobresalientes ocurridos en el mundo, ora los del entorno nacional sus dominios predilectos. Así en disciplinas como la geografía, todo un experto y maestro, amén de la geometría con la que experimentaba en sus ratos de ocio. Descripciones y disertaciones gozaba en hacerlas con especial acierto y donosura. En ello actuaba como todo un experto e ilustrado y se ejercitaba en veraces relatos acerca de los más significativos e importantes hechos de la historia del mundo y de su patria querida. De ahí que, nos hayamos esforzado cuidadosamente, de brindar a los diversos y variados pasajes de su vida, y criterio, ambientarlos, bajo el auspicio de los más señalados como destacados sucesos o episodios del discurrir histórico de la República. Tales fueron, por ejemplo: Guerra de los Mil días, triunfo del liberalismo en 1930, masacre de las bananeras, Guerra Civil Española, La Gran depresión Económica, Golpe de Pasto, Nueve de abril, y las dictaduras de Ospina Pérez, Laureano Gómez, Urdaneta Arbeláez, y Gustavo Rojas Pinilla, así como el Frente Nacional, entre otros momentos. Y acerca de los cuales siempre supo, el benemérito patriarca familiar, desenvolverse, no sin haber discurrido o compenetrado, por algunas de sus vicisitudes más sentidas. Solía también recrear el tema de las dos guerras mundiales, respecto de las cuales sus causas y desarrollos, conocía plenamente. Como atinado historiador, valoraba las figuras de Bolívar y Santander. Empero, no sin razón, - en nuestro sentir modesto -, tuvo como vocación preferencial la

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personalidad y obra del General Francisco de Paula Santander, sin demérito desde luego, de la cimera del Libertador. Admiraba más al granadino que al hijo de la “infeliz Caracas”. Puesto que, del hacedor de la patria civil, muchos valores de él resaltaba, en emulación con el pensamiento y perfil del Venezolano. Por ello quizá, bien vienen a colación estas autorizadas expresiones, tratadas por el historiador Germán Arciniegas, acerca del hombre de las leyes, y de quien éste exaltara más, Don Gabrielito: “… Santander había creado la hacienda pública sobre bases radicalmente nuevas, traído misiones científicas, creado el sistema escolar, incluyendo universidades. Lo mismo en Nueva Granada que en Venezuela y el antiguo reino de Quito, obrando como un maestro sobre el congreso en la expedición de leyes. Comenzó su vida pública como guerrero. Pero al asumir la presidencia colocó la espada bajo el texto de la Constitución y, para asombro y desconcierto de los militares que empezaban a querer saltar de los cuarteles a la presidencia, dijo estas palabras que hoy se repiten en el mundo con admiración: "Si las armas os han dado independencia, las leyes os darán libertad”. De paso queda incluido en esta formula el primer principio de la nación colombiana convertida en republica por las armas de Bolívar y las leyes de Santander.” A Don Gabrielito, seguramente, no le faltaba razón, respecto de su especial vocación y admiración por Santander, ya lo vimos, era sin duda alguna, todo un santanderista ortodoxo. Pues, además es célebre aquella frase pronunciada por el mismo Libertador, antes de morir: “…el no habernos arreglado con Santander nos ha perjudicado a todos…” Germán Arciniegas, páginas 149 y 150, Bolívar y Santander, Vidas

Paralelas, Planeta, Bogotá 1995.

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UN PROPÓSITO INCONCLUSO Quien esto escribe, quiso recoger de la vida y obra de su padre, Don Gabrielito, todas aquellas anécdotas y rasgos más sobresalientes de su interesante paso por el mundo de los mortales, en especial aquellos que a su gusto lo distinguieron, y que como recuerdos de su vida quería él quedaran como herencia y patrimonio moral e intelectual de los suyos. En efecto, deseaba este autor, conformar a partir de sus interesantísimas narrativas, como sus ejemplares hazañas y trayectorias, así de su pensamiento, hacerse depositario de todos esos episodios y avatares, los de Don Gabrielito. Pero con tan mala suerte, para éste propósito, que lo que bien comenzó a iniciativa del infrascrito, como fuera la reconstrucción de sus memorias y crónicas, las del enaltecido personaje, cuando a poco de iniciados sus relatos o recuerdos y que, a viva voz suya iba entregándonos, le sobrevino – a sus 84 años -, una penosa dolencia coronaria, impidiéndonos irremediablemente, continuar nuestro arduo trabajo. Lamentablemente, así quedó trunca nuestra encomiable tarea que, con singular entusiasmo habíamos emprendido, para ver de cumplir éste prístino cuanto ansiado anhelo. Gabriel García-Peña Sánchez Bogotá, D.C. año diez del siglo XXI

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EL LIBANO

Hacienda campestre donde discurre la infancia de los García Peña Burbano. Vieron allí la luz: Mario, Gabriel, Marietta, Jorge, Carola y el pequeño, Roberto que a cargo de su tía Enriqueta afrontó la temprana orfandad en Bucaramanga y Bogotá. Morada rural, en la que siendo muy tiernos niños, entre 1899 y 1900, sirvió de asentamiento y albergue transitorio, de tropas rebeldes liberales, como quiera que el jefe del hogar, Don Tirso, fungía su calidad de “Intendente de la guerra” del nuevo y fugaz gobierno revolucionario, bajo la presidencia del General Gabriel Vargas Santos (Supremo Director de la Guerra y Presidente Provisorio de la República). Finca cafetera, en la que a muy temprana edad aprendieron y se entrenaron los hijos mayores del "Jefe rebelde", en las faenas del cultivo y comercio del café. Estancia ubicada en lo alto de una hermosa Colina, de camino hacia la población de Rionegro, su jurisdicción, y no muy lejos de la meseta del cerro de Palonegro. Se puede decir, enclavada en inmediaciones de una espesa

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vegetación que hacía agradable y tranquila la vida rural para la familia liberal de fines y principios de siglo. LA GUERRA DE LOS MIL DÍAS

Se vislumbraba la guerra, la de los Mil Días. Discurría el año 1899, y al filo de culminar la centuria que daría término al siglo XIX, caracterizado por haber sido el de las frecuentes contiendas políticas, que siempre se materializaron, como guerras civiles en Colombia. No fueron éstas pocas. No bien concluida como inútil, para los liberales radicales, la guerra de 1885, durante la segunda administración de Rafael Núñez, enfrentamiento bélico, cuyo triunfo sirvió al Regenerador, para declarar muerta la Constitución federal de 1863, y convocar la constituyente de delegatarios que daría nacimiento a la exitosa Carta Fundamental de 1886, y contienda en que también participó activamente, el tío Fernando, hermano mayor de Don Tirso, cuando ya, éste y contra la voluntad de aquel, se enlistaba, para luchar contra las tropas gobiernistas durante las administraciones: Sanclemente y Marroquín. Enfrentamiento que daría desarrollo a la más cruenta y

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devastadora de todas las guerras domésticas. Estaba por desatarse, o emprenderse, la bien denominada Guerra de los "Mil Días". Gesta bélica en la que se distinguirían notables y cimeras figuras políticas de nuestro suelo patrio. Llega el Segundo Vástago de la Familia. Mediaba el penúltimo año de la centuria, cuando al hogar ambientado con aire rural y bucólico de la comarca rionegrina, y formado por don Tirso García Burbano y Carolina Peña Martínez, - sobrina del General y varias veces (tres administraciones) Gobernador, Don Alejandro Peña Solano, y enemigo político de Don Tirso -, advino un nuevo heredero, que bautizarían con el nombre arcangélico de Gabriel. El hogar se hallaba entrenado con los retozos del primogénito, niño de tres años de edad por éstas calendas, y éste no podía ser otro, que Mario, quien más tarde, se convertiría en el compañero de Gabriel, como su entrañable de aventuras y angustias cuanto de singulares penalidades, en especial, a partir del momento en que huérfanos de madre tuvieron que afrontar serias angustias y difíciles trances económicos. Mario, su hermano mayor, con Gabriel, discurrieron sus primeras letras en la escuela pública en Bucaramanga, y más tarde en el afamado y tradicional claustro jesuítico, Colegio San Pedro Claver. También fue aprovechado discípulo del Colegió Boyacá, en la "noble y leal" ciudad que fuera residencia, del “poderoso Zaque de Hunsa, Quemuenchatocha”, casi cuatro siglos supra, Tunja, la fundada por Gonzalo Suárez Rendón. De éste plantel, - Colegio Boyacá-, se recibió como bachiller, Mario Garcia Peña B. Al Colegio San Pedro

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Claver, claustro de la Compañía de Jesús, iban a estudiar los muchachos hijos de las familias "bien" o, de la sociedad bumanguesa de alcurnia. Gabriel, quien posara de aventajado como aprovechado estudiante, supo orientarse, con éxito por las disciplinas matemáticas. Pero, su deseo o anhelo de llegar a ser ingeniero, pronto se vio frustrado, dadas las penurias económicas que aquejaban a la numerosa familia Garcia Peña Burbano. Y presto tuvo que abandonar, contra su voluntad, los estudios de bachillerato, -el que cursó tan solo hasta el cuarto grado.

El Llamado de su Padre.

TIRSO GARCIA BURBANO

Abandonaría Gabriel, de manera temprana sus estudios de bachillerato, para ver de atender el llamado que su padre le exigiera. Su padre le urgía de su eficaz ayuda. Pero, éste terrible paso dado por el frustrado bachiller, le obligó asumir, con los exiguos estipendios que percibía de sus primeros trabajos formales, contribuir al sostenimiento familiar. Pues, la familia había crecido, como quiera que las nuevas nupcias de Tirso, al quedar viudo de su amada Carola Peña Martínez, optó por casar con su cuñada Ana Joaquina, (hermana de la finada Carola), que por su parte aportó, de su anterior

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matrimonio del que también enviudó, dos nuevas hijas y un varón, - Joaquín, de inclinaciones poéticas -. Darían vuelco, repentinamente, a sus vidas, las de Gabriel y Mario, el nuevo matrimonio de su progenitor. Eran ellas, las señoritas Beltrán Peña: Carmelita y Paz, oriundas de la provincia boyacense de Santa Rosa de Viterbo, y hermano de las mismas, Joaquín. Dominas acostumbradas a vivir de lujos y de los honores cómodos de la "encumbrada elite" o sociedad “boyacacuna santarroseña”, de donde las elegantes damas provenían. Esta familia que por entonces se agregó, derivó exigencias y atenciones que dispensarles, (pagarles estipendios a preceptores de clases de música o piano y otros caprichos menores) así como cuidados especiales a ultranza de la sociedad de la que provenían o estaban habituadas y cuyas erogaciones que las mismas demandaban, el nuevo padre, Don Tirso, no "arriscaba" sufragar, no, por supuesto, sin la ayuda que a Gabriel y Mario correspondió, por entonces erogar. Claro, en aras del sacrificio escolar, que al segundo de los hermanos mayores García Peña Burbano, le tocó dispensar, para coadyuvar con la economía doméstica de las dos familias convertidas ya en una.

SU PADRE EN EL LIBANO - GABRIEL EN WILCHES

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En Bucaramanga, los García Peña Burbano

CONVERSATORIOS DE SOBREMESA Gozó siempre Don Gabrielito, de referir a sus hijos, diletantes narraciones acerca de los episodios más sobresalientes de la Guerra de los Mil Días, así como experiencias surtidas de los periplos emprendidos por el exterior y otros temas históricos que eran del dominio del jefe de hogar. Lo hacía siempre de sobremesa, luego de paladear exquisitas como abundantes viandas que preparaba, para la numerosa familia, su amantísima esposa, Doña Aracely. Ella, que fuera toda poseedora de la más avezada como experta culinaria. Don Gabrielito, a la manera de un paterfamilias, y con notable emoción y prolijos detalles describía –encabezando la mesa -, las más famosas batallas que se libraron durante la referida contienda, como la que más, cruel cuanto cruenta, y que dejó un saldo de ochenta mil muertos, a lo largo y ancho de la república. Marcó a don Gabrielito especialmente, ésta prolongada lucha armada entre bandos partidistas antagónicos: los infaltables liberales radicales y los conservadores históricos. Al mando estos últimos de la dirección del Estado. Desavenencias políticas entre estas dos fracciones partidistas, originaron no pocas dificultades de

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índole económica cuanto prolongadas penurias. Penurias que se suscitaron, a causa de las coercitivas medidas emprendidas durante los gobiernos conservadores de Caro, Sanclemente y Marroquín. Si no, recuérdese, para ésta época, durante el mandato de Miguel Antonio Caro, la denominada “Ley de los caballos” *, por ejemplo. Célebre medida que regulaba, entre otros aspectos, de manera draconiana, la avenencia de los feligreses, sin excepción a la religión católica, a cargo de la policía confesional, instituía por el propio gobierno, y la imposición obligatoria, en todos los establecimientos educativos de la enseñanza de ésta religión, bajo severas sanciones. Así mismo, la dura represión contra la prensa de oposición.

* “… Se faculta de forma extraordinaria al Presidente de la República para

prevenir y reprimir administrativamente los delitos y culpas en contra del Estado que afecten el orden público, pudiendo imponer, según el caso, las penas de confinamiento, expulsión del territorio, prisión o pérdida de derechos políticos por el tiempo que sea necesario… Ley 61 de 1.888 “

*(…) Así, se presenta la reacción a la represión ejercida por el gobierno

regenerador especialmente en lo que tiene que ver con los artículos transitorios de la Constitución de 1886, que generaron una serie de resistencias, específicamente contra el Artículo K, que facultaba al gobierno "para prevenir y reprimir los abusos de la prensa" y cuya prolongación fue la llamada "Ley de los Caballos" de 1888, la cual se constituiría en una clara censura a la prensa de oposición. Producto de estas disposiciones los periódicos de oposición fueron algunos de ellos suspendidos, clausurados, y sus directores obligados a pagar importantes multas o sufrir encarcelamiento (…)”

PERIÓDICOS SANTANDEREANOS DE OPOSICIÓN A LA REGENERACIÓN 1889 – 1899, Esther Parra Ramírez.

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DE CÓMO INFLUYO LA GUERRA EN EL NIÑO GABRIEL

Posiblemente, éste trascendental trance histórico, influyó en grado sumo en el párvulo Gabriel. Quizás, por cuanto la principal y definitiva batalla, que fuera librada, por causa de las luchas partidistas, acaeciera, en lo que pudiéramos decir, sin duda alguna, en los propios patios o proximidades de su Hacienda “El Líbano. Allí, donde sus primeros llantos se sintieron, tal vez, ahogados por el eco potente del fragor de las armas combatientes, de los dos feroces enemigos enfrentados. Refería el inolvidable Don Gabrielito, aludiendo a ésta renombrada batalla, la de Palonegro, y sin dejar de ostentar su estilo y figura patriarcal, la misma que, a sus años postreros así lo perfilaban, y en lo que significaría, como curioso chascarrillo de su infancia a él ocurrida, lo siguiente: Siendo él muy niño, y en ocasión de una de sus múltiples travesías por el país, y estando de visita en la instancia de sus padres, “El Líbano”, el General Don Rafael Uribe Uribe, quizá, animado de cariñoso gesto, le sostuvo en sus brazos y de cómo el ilustre personaje, en un involuntario descuido, con su tabaco apretado por sus labios, laceró levemente la frente del tierno infante, dejándole imperecedera huella, por el resto de su existencia. El General Rafael Uribe Uribe, fue asesinado vilmente, en las escalinatas del Capitolio Nacional, el 15 de octubre de 1914. Se le atribuyó por la época, a éste execrable crimen, connotación de magnicidio. A Don Gabrielito, que tan solo contaba con 15 años de edad, le mortificó de manera significativa, la inesperada pérdida de ésta figura liberal, a quien tanto admiró con perfiles de héroe dentro de su partido. De Uribe Uribe, se predicaba también su

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oratoria fogosa en el parlamento colombiano. Por ejemplo, son memorables los debates que con sabiduría incomparable, sostenía con otra figura eximia del Congreso, y quien fuera el no menos intelectual y filósofo conservador, Marco Fidel Suarez. Este criticaba acerbamente y con el argumento ad hominem, al héroe de los Mil Días, por los estragos que ésta guerra produjo, a lo largo y ancho del País. Posiblemente, Don Gabrielito, si bien fuera un fervoroso cultor del General Uribe Uribe, no lo creemos así igual respecto del anticlericalismo de éste. Recordemos, que el radicalismo liberal del decimonono, se distinguió precisamente por ser anticlerical. BATALLA DE PALONEGRO Entre sus temas de preferencia que gustaba narrar, nunca se escapaba el de las batallas. Se detenía él, larga y prolijamente en reseñar, - en esas inolvidables tenidas-, las tristemente célebres batallas de “Palonegro que duraría 15 días (mayo 11 al 26 de 1900) y Peralonso (diciembre 15 al 17 de 1899)”. En esta última supo distinguirse victorioso, con aire de heroica hazaña, el celebérrimo General Don Rafael Uribe Uribe, quien parecía haberle cumplido a su propia y famosa frase: “O nos dais la libertad o nos la tomamos”, cuando así sentenciaba éste, desde el parlamento, durante los gobiernos conservadores, posteriores al del nacionalista, “Regenerador”, el ilustre Don Rafael Núñez. Don Gabrielito, aludía al nombre del caudillo liberal, -General Uribe Uribe -, con inusitada pasión de convencido amante de las ideas liberales, las mismas que le supieron distinguir siempre con orgullo sumo. No sin razón, desde luego. Citaba con ahínco los nombres de los generales Benjamín Herrera, Foción Soto y Justo L Duran, y el no

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menos importante el “generalísimo de los ejércitos liberales, Don Gabriel Vargas Santos, entre otros, y sin escatimar, en citar al comandante en jefe del ejército del norte, el conservador, Don Prospero Pinzón (ostentaba el aparato represivo del Estado), y al mando de las fuerzas del Gobierno, presidido entonces, por el anciano Presidente de 86 años, Don Manuel Antonio Sanclemente (gobierno efímero y reemplazado después, por el golpista José Manuel Marroquín, en julio 31 de 1900). No hay que olvidar, que en Santander, fue unas de las regiones donde con mayor agudeza se vivían los problemas sociales y económicos por los que atravesaba la Republica. La Guerra, se inicia aquí, en 17 de octubre de 1899. Respecto de la famosa batalla de Palonegro, como todo un estratega militar, Gabriel la narraba a pie juntillas, con erudición y sin dejar de referirse a sus más destacados detalles y de cómo este feroz acontecimiento, enfrentó fuerzas del gobierno por una parte, controladas a la sazón por el General Gobernador de los ejércitos, Don Alejandro Peña Solano – Tío de Doña, Carolina Peña Martínez, y madre de Don Gabrielito, y de la otra, entre los rebeldes liberales, radicales, actuando su propio padre, Don Tirso, como quiera que se le designase Intendente de Guerra. Relataba, no sin asumir compostura casi académica, y con exactitud que solo sus conocimientos le otorgaban, los distintos flancos y la exacta cuanto estratégica ubicación de las tropas de uno y otro bando contendiente. Así el número en que éstas y aquellas se comprendían, y enumeraba los nombres de sus comandantes en jefes, con memoria nemotécnica de la cual era él dotado. Fechas y nombres conocidos que guardó en su haber, a lo largo de su vida, y nunca olvidó.

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Ejército conservador en vísperas de la Batalla de

Palonegro. 1901 DATOS HISTÓRICOS DE CÓMO SE DIO LA BATALLA DE PALONEGRO. “Sobre los hombres que se alinearon en cada bando, el desacuerdo es grande. Según el coronel Leónidas Álvarez Flórez, quien consultó los archivos del Ministerio de Guerra, la cifra es de 18.875 conservadores y de 7000 liberales, y según Enrique Arboleda fue de 11.443 conservadores y de 14.000 liberales (como es obvio, estas cifras son el resultado de observar el caso con lupas partidistas de diferentes colores.) En la larga batalla habrían muerto 1500 liberales y 1000 conservadores, quedando todos los sobrevivientes extenuados por el diurno y nocturno combatir, presos (sic) del hambre, asfixiados por la podredumbre de los centenares de muertos insepultos, sofocados por el calor, atacados por epidemias e infecciones, y con la moral destruida por los constantes yerros en la dirección. Por fin ya cuando el hedor era insoportable y las epidemias tenían postrados a los pocos combatientes que aún conservaban fuerzas para levantar el machete, el 26 de

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mayo la dirección liberal decide abandonar el campo de batalla. Sin embargo, para mayor desgracia de los vencidos, la ruta escogida para la retirada fue la peor de todas las existentes, la selva de Torcoroma. Allí, el liberalismo le dejó a las fieras y a las fiebres los restos de la Heroica fuerza que había triunfado en Peralonso”.* *La Guerra de los Mil Días, Gran Enciclopedia de Colombia, Círculos de Lectores, Tomo 2.

MAPA DE LA BATALLA DE PALONEGRO.

Firma del tratado de paz del “Wisconsin” el 21 de noviembre de 1902

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Consecuencias de la Guerra para la Familia. Acerca de ésta feroz conflagración bélica (Guerra de los Mil Días), comentaba de cómo, la misma arrostró a su familia a la desgracia. Así en sus propias palabras se expresaba, el viejo Gabriel: “- Año de 1899, en el Líbano. Ocurría la Guerra de los Mil días, mi padre, participó y contribuyó a la revolución con dinero, producto de su esfuerzo de trabajo. Durante el desarrollo de la contienda, padeció, persecuciones, cárcel, mal trato con grillos, -instrumentos de tortura durante 15 años -. Mi Madre, como consecuencia de todas estas angustias, tuvo que afrontar pesados trabajos. Era mujer fuerte y activa, casi varonil, curtida por las privaciones de la guerra. Muere en 1909.

CAROLA PEÑA MARTINEZ

Y agregaba Don Gabrielito: - A partir de éste triste episodio, comenzó para la familia, la desgracia económica, que llevó a la ruina al viejo Tirso. En el Líbano, la familia permaneció hasta 1906, para radicarse en Bucaramanga, con Mario, Gabriel y Jorge. Mi madre, estableció un pequeño negocio que atendía personalmente, hasta que se presentó la enfermedad, que padeció con muchos sufrimientos, sin ayuda médica adecuada. Muerta mi madre, se agudizan los problemas, hasta 1918, (1ª Guerra Mundial). Desde entonces, vinieron alternadamente, por diversas circunstancias,

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viajes de Santa Rosa (Boyacá) a Bucaramanga y viceversa (entre 1910 y 1915), lo que se originó con las segundas nupcias de Tirso, que casó con Ana Joaquina con tres hijos y dos sobrinos, que el nuevo matrimonio acogió. La fusión de ésas familias, provocando las naturales fricciones que hicieron poco grata la vida para Gabriel y sus hermanos, pues eran adolescentes y comenzaba a orientarse la vida para estos. - Arruinado el padre, no tuvo más recurso que aceptar un puesto público en Puerto Wilches, que deparó para la familia una triste vida, sin esperanza para los hijos. Siendo su vida llena de sinsabores y bajo la férula de su padre, amargado les infligía a sus hijos pesados trabajos. En la nómina del Ferrocarril, figuraba Gabriel como frenero del tren, cuyo producto de su trabajo, iba para atender las necesidades de su padre y la exigente familia que residía en Bucaramanga. Naturalmente esa vida era insoportable para Gabriel, quien se rebeló y pidió a su padre le ofreciera unas vacaciones para ir a la costa. En la costa, se situó Gabriel en Barranquilla a fines de 1919.- De éste modo concluía sus conmovedores relatos acerca del triste final de su queridísima progenitora y de cómo su vida y la de sus hermanos se torno difícil y áspera. Y bien, respecto de lo afirmado por don Gabrielito, a propósito de aquello de que: “La fusión de ésas familias, provocaba las naturales fricciones…”, las que se daban entre los hijos de Ana Joaquina y de Tirso, en edades adolescentes, vale decir, entre los hijos de las dos familias, unidas en una y en matrimonio, y de la cual hubo un hijo común - Fernando -, es digno mencionar aquella anecdótica y célebre frase que, en boca de los de su generación, expresaban los dos viudos padres entre sí: “Mis hijos, y tus hijas, pelean con nuestro hijo”.

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PESQUISAS EN POS DE LOS ANCESTROS Desde Ortún Velásquez de Velasco, llegado al suelo de los dominios españoles en 1545, y quien con Pedro de Ursúa, fundarían a poco andar el tiempo, la muy noble y muy leal ciudad de Pamplona en 1549, Don Gabrielito, se empeñó y esmeró por entero, a indagar por el interminable camino de su pasado remoto. Días, meses y años entregó en ingentes jornadas, con miras a establecer la genealogía de los antepasados "García". Casas curales, templos parroquiales de índole diversa, no escatimó en incursionar, por todo punto o rincón comarcano de la geografía santandereana. Estos no pasaron inadvertidos nunca y los mismos fueron objeto de sus visitas y de su infatigable e ingente tarea que así mismo se había impuesto, en procura de hallazgos que su invencible interés le procuraba en la búsqueda de la información necesaria para enriquecer su obra monumental. Fuente inagotable de datos y la no menos importante intuición y ubicación histórica de la que, precisamente no carecía, le permitieron siempre, y ayudado de una envidiable y brillante memoria, conseguir lo que con tanto acierto lograba. Fruto todo ello, a partir de los libros y partidas eclesiásticas sentadas en aquellas casas parroquiales, principalmente de las iglesias y templos irrigados por la vieja Bucaramanga, villa de Sotomayor, – la fundada por Don Andrés Páez de Sotomayor en 1622 -, sirvieron de escenario para sus fructificas pesquisas y obtener de éste modo, interesante acervo de información. Supra se anotó, Viajó Don Gabrielito a la muy noble y muy hidalga ciudad de Pamplona *, la fundada por su lejano antepasado, Don Ortún Velasco de Velásquez, el

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1o de noviembre de 1549. Así como a la entrañable Villa de San Juan de los Caballeros de Girón. Transitó en su largo andar, seguramente, y en procura de conseguir mediante sus acertadas indagaciones, el pequeño valle, del “Río Pamplonita, el mismo que arrullara en sus ondas las cunas salvajes y pobres de sus moradores los Chitareros, los Muiscas, Cacheguas, Suratáes, Uchamas, Babichas y otros.” ** Asentamientos coloniales, nunca imaginados como depositarios del trasegar atávico familiar y en donde se guardaban, seguramente, tantos secretos de bondadosos cuanto crueles conquistadores, adelantados y oidores, quienes por varios siglos, hollaron estas latitudes y vinieron a "sentar riales" -como bien solía afirmar Don Gabrielito-. Dominios que correspondieron por conquista a la Corona Española, primero la de Carlos V, y más tarde denominase, Virreinato de la Nueva Granada, (mayo 27 de 1717- octubre 1723) y el 20 de agosto 1739, bajo el reinado de Felipe V, en forma definitiva instaurado. Pintorescas regiones fueron recorridas y visitadas siglos después, por el inquieto estudioso del ancestro García. La parroquia de San Juan de Girón, -centro histórico colonial por excelencia y fundada el 15 de enero de 1631, y refundada en 1636, por Don Francisco Mantilla de los Ríos -, le permitió desentrañar rica y pertinente cosecha de información que a la postre, no sin éxito, consiguió concluir, como su laboriosa y meritoria obra genealógica. *Título otorgado por Carlos V del Imperio Romano Germánico, y I de España. **Referencia de Wikipedia.

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ARBOL GENEALÓGICO De ésta manera vio así por fin luz, el Árbol Genealógico de la flamante familia García de la Sierra. Meritorio trabajo que hoy podríamos sintetizar del modo siguiente: (1545) Fecha más remota del origen familiar, con la presencia de Don Ortún Velásquez de Velasco, quien casa con Luisa Montalvo de Lugo. Hijos que fueron: Juan de Velasco-casa con Francisca de Monsalve: Pedro de Velasco y Monsalve, casa en Pamplona en 1617, con Antonina Fernández de Peñaloza de Cuellar, hijos que fueron: Ortún, Isabel, y Pedro de Velasco y Monsalve. Lorenzo García de la Sierra (Quintanar de la Sierra), casa en Bucaramanga, en 1640 con Paula de Velasco y Fernández, hijos que fueron: Lorenzo, Juana, Pedro, Lorenzo (matrimonio 4), y Petronila (matrimonio 4) García de la Sierra Lorenzo, casa con Paula de Velasco y Fernández. Hijo que engendran: Lorenzo García de la Sierra, que casa, en Vélez en 1667 con Francisca Sarmiento de Olivera. Hijos que fueron: José, Lorenzo 3º, Francisco Juan García de la Sierra. José García de Sierra, casa en 1639 en Girón, con Paula Rodríguez de Silva. Hijos que fueron: Vicente, María, Ignacio, Pedro y Juan Garcia de la Sierra. Vicente García de la Sierra, casa en Girón, en 1710, con Rosa Gutiérrez Lazo. Hijos que fueron: Narciso, Teresa, Anastasia, Nicolasa, Juana y Javier García de la Sierra. Narciso García de la Sierra, casa en 1780 en Bucaramanga con Josefa de las Cuadras. Hijos que fueron: Fernando, José Antonio, Felisa, Hernando, Marcos y Josefa García de la Sierra. Fernando García de la Sierra, casa en 1832 en Bucaramanga con, Trina Ordoñez Navarro. Hijos que fueron: Gabriel García de la Sierra, quien casa, en Pasto, en 1855 con Eudoxia Burbano Lanchazo

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(¿Lanchego?). Hijos que fueron: Tirso (1864 Popayán), Fernando (1860), Enriqueta (1875), Mercedes (1857), Ezequiel (1856) y Gabriel (1866). Tirso García de la Sierra y Burbano, que casa con Carolina Peña Martínez, en Santa Rosa, en 1889. Hijos que fueron: Gabriel, Rionegro (1899), Mario, Rionegro (1896), Roberto (1908), Luis Jorge (1903), Marietta (1901) y Carolina (1894), García de la Sierra y Burbano. Gabriel García de la Sierra y Burbano, casa en Ocaña, 1928, con Aracely Sánchez Quintana (1908). Hijos que fueron: Carolina, Mireya, Tirso, Francisco Mario, Aracely, María Dolores, Gabriel Lorenzo, Marcos Eduardo José y José Gerardo, García de la Sierra y Sánchez. SU HABER POLIGLOTA. Cabe recordar, que Don Gabrielito fue siempre un amante de las lecturas de historia, y de algunos clásicos, libros tomados de la biblioteca de su Padre, con los que se deleitaba, alternándolas, con sus faenas de hacendoso niño, allá en la solariega Hacienda del Líbano. Tiempo después, dedícase al estudio de idiomas, que lo ameritaron con ser un destacado cuanto admirado autodidacta en conocimiento de algunas lenguas vivas. Hablaba el inglés y el francés, y algo platicaba el alemán, lo hacía también con el italiano. Se distinguió por fungir como brillante académico y profesor. Como más tarde, algunos de sus discípulos no olvidarían gratamente en recordarlo. Del francés, habla que dominó, obtuvo sus

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primeros conocimientos, a partir de sus contactos directos, con los operarios e ingenieros, que al país vinieron, en calidad de contratistas de obras públicas, como quiera fuera la construcción del cable Wilches-Gamarra, obra en la que nuestro querido personaje, participó en calidad de empleado. TENOR FRUSTRADO Don Gabrielito, fue poseedor innegable de una voz de tenor, de la que quizá, con propio estilo musical lo dotara la naturaleza, en sus “mocedades”, -como él mismo predicaba -, conocía e interpretaba algunas áreas de las más famosas y clásicas operas, del variado índice del “bel canto”. Seguramente, fue avezado conocedor de las composiciones liricas, de Rossini, Puccini, Bellini, Donizetti, como de Verdi, y otros. Gustaba hacerlo, en las orillas del Rio de la Magdalena, al estilo de los pintorescos bogas, ejercitar sus cuerdas vocales, interpretando viejas y nostálgicas melodías del repertorio de la época, como aquella cuya letra con deleite, siempre recordaba: “¡maniií, manicero de maaaniiiii…! Nos deleitaba, con sus relatos a quienes tuvimos el honor y placer de escucharlo, siendo hoy sus hijos para dar fe y testimonio a la posteridad, de aquellos simpáticos y curiosos pasajes del discurrir por su vida, la de nuestro esclarecido progenitor. Sus dotes de cantante, lamentablemente no fueron cultivadas, y por otra parte, avatares diversos que por su devenir se cruzaron, no le permitieron coronar ésta carrera con la cual, no dudamos, hubiera cosechado triunfos muchos.

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EL NEGOCIO DEL CAFE Y TABACO. Aquí tomamos, de la revista de Historia Credencial, ésta interesante descripción ilustrativa de lo que significó este pujante negocio en la Bucaramanga, la del entorno en el que se movía el joven Gabriel con sus hermanos Mario y Jorge. "Estos proyectos se hicieron posibles gracias a la prosperidad económica de la ciudad que, hacia finales del siglo XIX, se soportaba en la economía cafetera de los pujantes municipios de Rionegro y Lebrija, riquezas canalizadas por Bucaramanga gracias a su condición de centro mercantil, donde abundaban las transacciones producto de un medio circulante abundante, donde la moneda de oro, según un observador de la época, era la más común en los negocios." EL SERVICIO MILITAR

GABRIEL CON SUS COMPAÑEROS DE ARMAS -1917

El joven Gabriel aún adolescente, resuelve atender el llamado patrio, y sin dudarlo, se enlista en el ejército, y como buen colombiano, presta un año su servicio militar,

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en las unidades acantonadas en Bucaramanga. Esto ocurre durante, el gobierno conservador de José Vicente Concha Ferreira. Fue Don Gabrielito, orgulloso siempre de su conscripción al servicio de su país. Obligación patria que cumplió entre los 16 o 18 años de edad, antes de emprender sus periplos a lejanas latitudes, que por entonces, tal era Norteamérica y en donde cumplió después su sueño finalmente. PRIMERA GUERRA MUNDIAL. Recién arribaba a sus quince años, Don Gabrielito, cuando estalla la primera guerra mundial. Y los viajes continuos de su padre a Santa Rosa no cesaban. No escapaba el tema en él, para entusiasmarse sí, narrándonos, acerca de éste terrible acontecimiento mundial. Aludía a ésta con prolijos detalles y especial versación y nos instruía comentándonos: De cómo la primera de las guerras del siglo XX, ésta tuvo como origen o casus belli, el asesinato del Archiduque, Francisco Fernando de Austria (junio 28 de 1914); con duración desde el 28 de julio del mentado año 14 (declaración de guerra austriaca a Serbia, y movilización rusa contra Austria), hasta el 11 de noviembre de 1918, y con la victoria aliada de muchos naciones a la cabeza de Gran Bretaña EE.UU, Japón, Canadá y otros. Nos contaba que, como consecuencia de dicha guerra, se consiguió la disolución de los imperios: Alemán, Austrohúngaro, Otomano y Ruso. Decía, que las noticias acerca de los aconteceres de ésta conflagración bélica, se conocían, muy esporádicamente y de forma tardía, a través de los medios escritos de la época que circulaban en Bucaramanga.

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BALBUCEOS PERIODÍSTICOS DE MARIO Mario García Peña, se inició en las lides periodísticas, en Bucaramanga, a muy temprana edad, con la edición de un medio, que se conoció en su época como “Diario de Santander”. A juzgar por la nota publicada, en “Vanguardia Liberal”, sección “Hoy hace 75 años”, del 29 de octubre del año 2000, Mario, fundó con el Dr. Alcibíades Arguello, el primer diario aparecido en la capital santandereana. Esta referencia al ilustre hermano mayor de Don Gabrielito, da cuenta así de éste paso “Hoy Hace 75 Años. Miércoles, octubre 29 de 1925. Mario Garcia Peña.- Después de larga ausencia regresa a esta ciudad el muy distinguido caballero e intelectual bumangués don Mario García Peña. Afiliado desde edad temprana a las ásperas disciplinas del periodismo, pudo recoger en esa brega frutos que hoy han madurado plenamente. Fue García Peña con el Dr. Alcibíades Arguello el fundador del primer diario aparecido en la capital santandereana en época que parecía impropia para tales faenas. Cuando ellas empezaban a crear un ambiente favorable para el diarismo, cuando su espíritu Juvenil hubiera podido obtener la más bella victoria dentro de su tierra natal, tuvo que abandonarla nuestro amigo y partir a la metrópoli neoyorkina. Allí, en el gran país del hierro y del esfuerzo, en esa gran universidad de la sana ambición que son los Estados Unidos, ha hecho García Peña el aprendizaje de una organización técnica que, aplicada al diario moderno, con todos sus anexos de corresponsalías y de avisos

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comerciales, constituye una de las más prósperas actividades. Hoy es García Peña presidente de una honorable y fuerte casa representante de varios periódicos americanos instalada en New York, la AlI-American Newspapers Representatives. Inc. Al dar un cordial abrazo de bienvenida al caballeroso y dilecto amigo, queremos significarle que esta casa que ha sido siempre suya, se enorgullece de sus éxitos y se alegra con su regreso.”

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VIAJE POR EL CARIBE Y ESTADOS UNIDOS DEL JOVEN GABRIEL.

Emprende desde la lejana por entonces Bucaramanga, de los años veintes, Don Gabrielito, el que iría ser su periplo hacia la tierra prometida o paraíso Americano, en donde se encontraría, con su hermano mayor, Mario. Ahorros de varios años y fruto de una vida calmada y ordenada, y de trabajos penosos, le permitirían a Don Gabrielito, iniciar su viaje, al que más adelante, en Barranquilla, se uniría su hermano medio, el poeta, Joaquín Beltrán. Persona no muy afecta del trabajo material o, al menos del que sí habituaba Gabriel cultivar, pero de notable inclinación por la buena pluma periodística, carrera que parecía haber escogido éste, pero que nunca le deparó fortuna. El encuentro con su hermano por afinidad, no fue, por supuesto para Gabriel, muy feliz, como quiera que Joaquín se le uniera, en calidad de compañero de viaje. Decisión que tomó éste, al ver frustrada su carrera como periodista en la entonces,

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pujante ciudad caribeña de Barranquilla. Observó Gabriel, que sus ahorros de años de ingentes esfuerzos laborales, se verían menguados, dada la penurica situación en que se hallaba en dicha ciudad, su hermano medio. En Esta capital, el Señor Beltrán, nunca encontró el buen recibo para desempeñarse como periodista de “El Heraldo”, diario al que aspiraba incorporarse como novel escritor. Pero, dejemos que en sus propias palabras, sea Don Gabrielito, quien relate apartes de su interesante inicio de periplo: ASÍ INICIA SU VIAJE AL EXTRANJERO - En el hotel de Barranquilla, la primera persona conocida que encontré, fue Joaquín Beltrán, quien había viajado una semana antes para vincularse al Heraldo, como redactor. Sin embargo, el propósito de Beltrán era ir a Cuba, cosa que no había podido ejecutar. Puesto que si bien, no hizo nada en Barranquilla, mucho menos lograr viaje a la Isla. - ¿Porqué del viaje a Cuba? Porque su amigo, Carlos Augusto, condiscípulo suyo, había emigrado a dicho país, años antes y residía en Cienfuegos. Allí le ofreció la posibilidad de conectarse con el periódico "Eco de las Villas", propiedad de un antiguo amigo de nombre Pedro de Atuesta. "Al hablarme Beltrán del viaje a Cuba, yo me entusiasmé, y le dije que podría ser su compañía en ese viaje ya que yo contaba con recursos suficientes. Él, en cambio no poseía medios para el viaje y que su proyecto no pasaba de ser mera ilusión. Inmediatamente acogió mi idea y aceptó. Le manifesté que yo contaba con recursos para atender el viaje de los dos. Él carecía de los mismos, supuesto el fracaso de su vinculación al Heraldo, que nunca resultó. En efecto, ante la posibilidad de

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marcharnos juntos a ese país, -Cuba-, comenzamos a diligenciar las visas necesarias y las respectivas compras de pasajes. Como no había conexión directa de viajes Barranquilla - Cuba, había que hacer escala en Kingston. - Compañía United Fruit Company. Las visas requeridas, había que tramitarlas ante el Consulado de Gran Bretaña, como quiera que Jamaica, era posesión Británica. - El pasaje lo compramos para el buque "Albangares", que partió de Puerto Colombia, con escala en Cristóbal, y con destino a Kinston en la noche del 22 de diciembre de 1919, previo aviso que le di a mi padre a quien le manifesté: "Resuelto definitivamente viaje Cuba, abrázale, volveré Dios mediante"”. - Era mi propósito volver algún día, no sabía cuando, pues deseaba establecerme en el exterior y adquirir conocimientos, alguna profesión. Idiomas, por ejemplo. - Nuestra escala después de Puerto Colombia, fue Santa Marta. Allí el buque tomaría un gran cargamento de bananas. La demora en éste puerto dio lugar para conocer la ciudad. En Santa Marta estuvimos 24 horas. La noche del 23 de diciembre, zarpó el "Albangarez", con destino a Cristóbal. Esa noche, después de una o dos horas de navegación, entramos en un mar sumamente embravecido, causándonos una impresión tremenda tanto a Joaquín como a mí. PENOSA TAREA Nosotros veníamos de las breñas santandereanas y de la altiplanicie boyacense, de regiones lejanas del mar y vernos de un momento a otro a bordo de un buque mecido violentamente por las olas del mar Caribe que se presenta, especialmente proceloso, !unas olas bravías y

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tremendas! No obstante acepté de uno de los tripulantes del buque, reemplazarlo en su faena del lavado de platos (como jornalero). El hombre quería descansar y me propuso que lo reemplazara, a cambio de 20 dólares (que era mucha plata), pero la labor me resultó supremamente difícil de desempeñar, debido a la enorme cantidad de vajilla que despachaban de los comedores la cual me fue difícil lavar como era lo indicado -falta de práctica-. - Esa deferencia de mi parte ocasiono el disgusto del mayordomo del buque. La situación originó en mi contra, una fuerte reprimenda y la notificación de que abandonara el trabajo, llamando al titular de la labor, para que asumiera sus funciones a quien le aplicaron una fuerte multa por su irresponsable conducta. - Este hecho significó para mí, la primera aventura, por cuanto, la reprimenda se me hizo en inglés, idioma, que hasta ese momento ignoraba completamente. El hombre a quien yo reemplazaba, me dijo en tono de reclamo, que si ignoraba tanto trabajo, un individuo sin ninguna práctica no podía responder adecuadamente, y fui reemplazado naturalmente por el titular. - Abandoné así el lugar de trabajo y me encaminé a cubierta, a donde estaba mi compañero de viaje, con quien compartimos un lugar debajo de una escalerilla de buque que conducía de cubierta al puente. Tales eran las condiciones que ofrecía la Compañía de navegación al pasajero de tercera, para viajar por los puertos del Caribe. - No ofrecía la empresa, ninguna comodidad. Gracias a que yo llevaba un paquete que nos sirvió de cama durante todo el viaje hasta Kingston, expuesto por el lugar a la brisa marítima, especialmente de noche. Gracias a sociedad y compañerismo que establecimos, con varios compañeros de tercera, (pasajeros comerciantes que se

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dirigían a la zona del canal). Cantidades de gente iban cargadas de muchas variadas mercancías. Gracias a ellas la travesía se hizo más o menos agradable. Compartíamos comida que el buque no ofrecía porque ni agua daba, si mucho era un favor que le hacía a la gente. Así estuvimos dos días con sus noches, tiempo de travesía entre Santa Marta y Colón. - En Colón, puerto en que se desembarcó todo el personal de tercera procedente de puertos de Colombia. Ese personal fue reemplazado por trabajadores jamaicanos que cumplían contratos en la Zona del Canal y que regresaban a su país. Ello explica la clase de gente, y su cultura. Con ésta gente, la travesía en todo momento se hizo más agradable, lo cual sucedió durante tres días con sus respectivas noches. Tiempo que transcurrió entre los puertos de Colón y Kingston. Es de mencionar, que también hicimos amistades con la tripulación que era toda integrada por españoles. TRAVESÍA COLON-KINGSTON - Diciembre 27 de 1919, Bahía Kingston. Los pasajeros del "Albangarez", son advertidos de que deben desembarcar a barcazas que los conducirían a tierra ya que el buque no acoderó en los muelles. El viaje consistía de cerca de cien o más pasajeros, todos los que regresaban de la Zona del Canal a su país de origen. - Las barcazas se colmaron y nosotros por no comprender la orden que habían impartido de que saliéramos los pasajeros, no desembarcamos ahí, o no trasbordamos y por esta razón estuvimos a punto de que zarpara la embarcación sin nosotros, a no ser que cierta persona nos llamó la atención y así advertido el capitán del buque, de cómo algunos pasajeros que íbamos a Kingston no habíamos desembarcado, con palabras soeces, que mas

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o menos, comprendimos nos obligó a empellones a salir por la escala que conducía a las barcazas. - A las seis de la tarde de ése mismo día, es decir, ya entrada la noche, desembarcamos en el puerto de Kingston, sin tener conocimiento a donde podernos dirigir, en busca de alojamiento. De repente, inesperadamente, nos vimos solos, sin poder comunicarnos con nadie, sin saber de algún refugio para pernoctar con nuestras valijas. Ante ésta situación, nos aventuramos a echar andar por las calles de la ciudad, con la esperanza de hallar a alguien que nos comprendiera y nos indicara algún albergue. En estas condiciones anduvimos cerca de 20 cuadras, a lo largo de la calle denominada "Kingtreet". Alguien, quien por fin, nos oyó hablar español se acercó, a preguntarnos qué nos pasaba. Tal era el grado de desorientación en que estábamos que se conmovió y le dimos cuenta de nuestra angustiosa situación. - Pretendíamos dirigirnos al Consulado de Colombia, en esa época a cargo del Dr. David Mckornic, médico bumangués y amigo de mi padre. Sin embargo, no fue necesario irnos al consulado, pues la persona que nos auxilió, nos indicó una fonda, a pocas cuadras, y allí nos dirigimos. INJUSTA DETENCION - Admirados de vernos en una gran ciudad, que jamás habíamos imaginado, ciudad que nos sorprendió por su gran movimiento e intenso tráfico y habitada absolutamente por gente de raza negra. Nuestra permanencia de algo más de una semana en Kingston, dio lugar a episodios, los unos pintorescos, y otros trágicos. Entre éstos últimos: La captura que hizo la policía de nuestras personas, que nos obligó a ir a una

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estación de la misma, acusados por sospechosos, como autores de ilícitos de que dio cuenta un órgano de la prensa local, cometido por dos jóvenes de raza blanca. Por supuesto esto nos causó tremenda confusión e hilaridad. Pues éramos conscientes de nuestra inocencia. En el despacho de las autoridades, ignorando el idioma para expresarnos, nos vimos en grandes dificultades para convencerlos de nuestra inocencia, hasta que el mismo funcionario se procuró el concurso de una persona de habla española que nos sirvió de intérprete, y quien después de una larga discusión logró convencer al encargado de la autoridad, de nuestra inocencia, ante lo cual procedió a ordenar nuestra libertad. Este episodio tuvo su razón de ser, por el hecho de que nuestro alojamiento lo logramos en un hospedaje frecuentado por gentes de mal vivir, especialmente, extranjeros perniciosos. Fue tal nuestro aturdimiento por el insuceso, que omitimos hacer valer la circunstancia de ser conocidos personales del Cónsul, lo que nos hubiera evitado pasar rato, tan angustioso y peligroso, y lo que era peor, que hubiéramos terminado como vulgares pillos en cárcel de país extraño. RUMBO A CUBA - En el curso de la semana en que estuvimos en Kingston, teníamos que lograr la visa para emigrar a Cuba, nuestro destino final. Con tal objeto, uno de esos días, pretendimos ponernos en contacto con el Cónsul cubano, donde después de larga espera, en las oficinas de éste consulado, y debido a la enorme cantidad de solicitudes de ingreso de trabajadores jamaiquinos, nos llegó el turno de hablar con el funcionario consular, individuo altamente desagradable que, nos recibió de la manera más desapacible y descortés. Increpándonos la incapacidad de trabajo al ver nuestra juventud e inexperiencia en menesteres de naturaleza que requerían las centrales

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azucareros, en zafra a la sazón. El dependiente, sin duda, gozaba de razón, pero su condición de hombre mal educado y despótico, no encontró la manera amistosa de disuadirnos en nuestro empeño de viajar a su país. Pero mi compañero Joaquín en su afán de conseguir la visa que nos proponíamos, logró persuadir al malhumorado cónsul, aduciendo que él iba con destino a la ciudad de Cienfuegos, donde se editaba el periódico "El Eco De las Villas", con el ánimo de ingresar a su cuerpo de redactores, y para lo cual mostró su calidad de periodista, exhibiendo un ejemplar del "Heraldo de Barranquilla". En éste número del periódico aludido, aparecía una nota de despedida del escritor "Jobelín", Joaquín Beltrán Peña, quien era solicitado por la dirección de periódico "El Eco de la Villas". Con todo, quedaba pendiente la razón de mi ingreso a Cuba. Afortunadamente, por ésa época, actuaba como Ministro plenipotenciario, ante el gobierno de Cuba, el Doctor Eusebio García Benítez, Caballero bumangués, inclusive emparentado con mi familia. - El cónsul de Cuba en Kingston, manifestó que se dirigiría a su superior en la Habana, dando cuenta de que se me concedía la entrada a Cuba, habida razón de mis vínculos familiares con el Plenipotenciario, ante lo cual me otorgó la ansiada visa. Es de notar, ante tal circunstancia, que el cónsul modificó radicalmente su actitud, al ver que los solicitantes de la visa, no éramos unos aventureros indeseables ante el Gobierno de la isla, pues éramos gentes de bien, dignos del ingreso a su país. - Enero 4 de 1920. Comenzamos nuestras diligencias, para el viaje de Kingston a un puerto cualquiera de Cuba y se nos informó que dada la fuerte afluencia de trabajadores jamaiquinos con destino a la zafra cubana, en esos meses, la empresa de navegación. "The Lucinda Stean Company", despachaba dos veces por semana, una embarcación, con rumbo a Santiago de Cuba.

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Cuestionamos sobre la clase de embarcación que se ofrecía para ese transporte y sin que se nos indicara acerca de la clase y magnitud de ésta. No obstante, ya en las oficinas de la Empresa, se nos invitó a trasladarnos al muelle, con el objeto de conocerla. Cuál sería nuestra sorpresa, a la vista de tal embarcación, que sentimos temor de emprender un viaje que se nos decía, tendría una duración de 20 horas. Era tan pequeño éste buquecito, yate motovelero, en el que se viajaba ordinariamente hasta con doscientos pasajeros a bordo, hacinados en condiciones infrahumanas. Era increíble la tolerancia de las autoridades marítimas internacionales que permitieren sistema de transporte para pasajeros semejante, para prologadas travesías. - Enero 6 - 7 p. m. Hermosa noche de Luna llena, ingresamos a bordo, cuando ya una multitud ocupaba todo el espacio sobre cubierta. Sitio incómodo por demás, que era destinado a la estancia de los pasajeros durante el viaje. - 9 p. m. - Zarpa "El Lucinda", atravesando primero la enorme bahía de Kingston, para luego hacerse a la mar abierta hacia las once de la noche. Es fácilmente comprensible la incomodidad de un viaje en las condiciones descritas: Cerca de doscientos pasajeros amontonados sin espacio, sin espacio vital y ningunas condiciones higiénicas. Los meses de diciembre a marzo en el mar Caribe, reina un estado de turbulencia, que hace desagradable el viaje en embarcaciones pequeñas, dado el fuerte oleaje que produce. Olas hasta de diez metros de altura. Después de un sueño pesado de unas dos horas, me despertaron los tremendos bandazos de la nave, que me daba la impresión, cada momento, de irnos a los abismos marítimos, pues el buque, después de ser levantado por una enorme ola se precipitaba hacia el espacio, dejado por ésta, dando la sensación de irse a

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pique, en presencia de cada ola, las cuales se sucedían minuto a minuto. - Este estado cosas, se prolongó por el resto de la noche de 6 de enero y durante las veinticuatro horas del día siete. Ya se podrá comprender la angustia de semejante situación para unos desconocedores de las furias del mar. Solo en unos escasos momentos de relativa calma, nos permitieron ver, cerca de nosotros, un enorme crucero acorazado británico, que parecía escoltarnos y tal vez con el ánimo de ofrecernos protección en caso de una difícil eventualidad, ya que portaba como nosotros el Union Yack. Este crucero se nos perdió de vista, alejándose, tal vez, enterada su tripulación, de que el peligro había desaparecido, como en efecto sucedió en la madrugada de ocho de enero, ya a la vista de las costas cubanas, en medio de las tribulaciones concernientes a un viaje tan pletórico de incómodos incidentes, para nosotros, provenientes de la fusión del humor humano, en tan reducido espacio. - Enero 8, 7 a. m. Entra "El Lucinda", en la bahía en espera de la presencia de las autoridades del puerto. Era tal el estado de desgracia física - impropia siquiera de estercoleros -, que, las autoridades sanitarias se resistieron a permitirnos, el desembarque imponiendo, al comando del buque a conducirnos de regreso a Kingston. - Fueron amargos momentos, pues las condiciones de esas latitudes influidas por los vientos helados provenientes del invierno boreal, nos hacían tan insoportable el clima que, ateridos del frío, Joaquín Beltrán, extrajo de su maleta de viaje, un sacolevita, con el objeto de abrigarse. Semejante indumentaria presentó un aspecto tan ridículo que, el funcionario se imaginó que, se trataba de un demente, a quien por añadidura, le había crecido la barba, dándole sórdido aspecto y condiciones

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de abandono personal, hasta el punto de conmover a la autoridad sanitaria para insistir en que se nos devolviera al puerto de origen. - Allí también funcionó en nuestro favor, la lectura que hizo el inspector sanitario de la nota aparecida en "El Heraldo" de Barranquilla. Siendo menos deplorable mi presentación personal y en vista de la visa, con las recomendaciones del Cónsul cubano en Kingston, no tuve dificultad para mi entrada al país. Y así fuimos trasladados en una pequeña embarcación que, nos condujo del centro de la bahía, hasta los muelles del puerto. No obstante, la serie de percances de nuestro viaje, nos alejamos del "Lucinda", con cierta nostalgia que nos dejó un recuerdo imperecedero de nuestra experiencia. - Ese mismo día, ya en tierra cubana, en ambiente latino, pudimos encaminarnos a un hospedaje conveniente, donde reposamos hasta entrada la noche de esa fecha, cuando tomamos el tren que nos condujo a lo largo de toda la Isla, con destino a la ciudad de Santa Clara. TREMENDA CONFUSIÓN - En Santa Clara, sitio de transferencia, para el viaje a Cienfuegos, al comprar el tiquete, acudió a mi mente, el recuerdo de una equivocación que tuve al presentar mi examen de geografía, en el Colegio Boyacá de Tunja, cuando, como tesis de la evaluación académica, me correspondió describir, las ciudades cubanas, y al querer mencionar la ciudad de Cienfuegos, me referí, a la ciudad de “Cienfósforos”, produciéndose un estallido de hilaridad entre mis compañeros y examinadores. En ésta misma equivocación incurrí, al mencionar en la venta de tiquetes, de Santa Clara, la ciudad de nuestro destino. Así fue que mencioné, una vez más a "Cienfósforos", lo cual suscitó

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de parte, del dependiente, expresión grosera, increpándome mi ignorancia y aclarándome que, en Cuba, no había sitio con semejante nombre y que el destino del tren era Cienfuegos. - A la media noche del ocho de enero, al tomar el tren con destino a Santa Clara..." AQUÍ SU DECESO TRUNCA LOS RELATOS. Aquí, infortunadamente, se agotan los relatos directos que Don Gabrielito, había iniciado, con entusiasmo sumo. Pero el inexorable paso del tiempo, que a su vida ya postrera marcan los años, o días finales de su existencia, nos impiden continuar haciéndonos depositarios del solemne compromiso que éste autor había adquirido con su admirado progenitor, consistente en albergar sus memorias para el legado histórico del haber familiar de los García y así ofrecer un mejor conocimiento a las nuevas generaciones, respecto de quienes fueron sus “mayores”, así como sus valores y ejecutorias dignas de imitar, cuanto de admirar. Y evitar así, que los vientos del tiempo, borren las huellas o esfumen la memoria de aquellas personas de valía por sus trayectorias y principios, y hacer que su grato recuerdo permanezca por siempre vivo. Lamentablemente, el peso de los años se le vino encima a nuestro ilustre protagonista de éstas narrativas que, como un breve ensayo literario nos propusimos realizar. La muerte le sobreviene y trunca nos deja la labor que con tanto fervor ya habíamos comenzado. Empece hoy,

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apelamos a nuestra flaca memoria en pos de conseguir plasmar y ver de concluir su interesante trasegar, por el largo tránsito de la ejemplar vida, la de quien fuera hombre de bien y paradigma de bondad, humildad y abnegación. DIVIDEN SUS DESTINOS En efecto, Don Gabrielito y Joaquín, jóvenes inexpertos y oriundos, de las comarcas santandereana y boyacense, respectivamente, hallándose una vez en tierras de la caribeña isla de Cuba, donde permanecen algunos meses, seguramente vinculados a la zafra, en donde se emplean, y posteriormente, dividen sus destinos. Joaquín llega México. Al México, - “del sangrante y agonizante México, del que han llegado los agraristas engañados…, y los revolucionarios frustrados…”- . País al que así refiriera, el inolvidable Jorge Zalamea, en su famoso “Sueño de las Escalinatas”, y territorio donde algunos años después, muriera el que otrora fuera el compañero de viaje de Don Gabrielito. Joaquín Beltrán Peña. Allí muere en medio de extrema y conmovedora pobreza y de llevar una vida bohemia, quizá la misma que su vocación de literato sin duda, le deparó irremisiblemente. Muy posiblemente, la vida y cultura del país Azteca, se acomodaba mejor a los anhelos del frustrado vate. Nación ésta que aún se hallaba en plena revolución, (la Revolución Mexicana 1910-1924), y que dio fin al llamado y largo periodo del Porfiriato. Período así denominado por haber sido gobernado, durante 30 años, bajo el dominio del general Porfirio Diaz, en forma intermitente desde 1876.

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DE VIAJE HACIA EL GRAN IMPERIO

En el entretanto, Gabriel, que ha incursionado y probado suerte en menesteres de la navegación, experiencias que le habilitan en aquel oficio, busca otro porvenir. Y de ahí dirige su marcha hacia las americanas tierras de los Estados Unidos, ingresando a ésta gran nación, desde el Golfo de México, y arribando a New Orleans, luego de haber trascurrido algún tiempo en la Habana. A la sazón gobernaba, el “imperio del capitalismo”, el demócrata Woodrow Wilson (marzo 4 de 1913-marzo 4 de 1921), a quien sucede en el mando, el republicano Warren G Harding (marzo 4 de 1921-agosto 2 1923). Don Gabrielito hace un extenso peregrinar desde el sur de los Estados Unidos, para finalmente concluir su aventurado viaje, con un destino específico. Llega a la gran urbe o metrópoli de New York, en donde acude al encuentro de su hermano mayor, Mario, y vinculándose a actividades diversas, unas colaborándole a éste, y otras, en menesteres independientes y múltiples, que le permiten el dominio del idioma inglés, el mismo que le depararía una mejor suerte futura en su propio país, cuando a su regreso, luego de cinco años de estancia en el coloso del norte y sumado a sus conocimientos en los asuntos de navegación, llegaría a ocupar importantes cargos técnicos, en un principio, en los Ferrocarriles Nacionales de Colombia y posteriormente, en la Flota Mercante Grancolombiana, así como en la Dirección General de Aduanas de Colombia. El coloso del norte, era por entonces gobernado por el republicano Calvin Coolidge (agosto 2 de 1923- marzo 4 de 1929), es cuando regresa a su país de origen Don

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Gabrielito, a fin de atender el llamado de su enfermo padre, quien urgía de la presencia de su hijo. Él presto, acude a atender su clamor. Brinda el debido auxilio a su anciano Padre, llevándolo a Panamá, donde fuera intervenido por expertos médicos, que le atendieron un presunto cáncer prostático al parecer. Más tarde a su regreso a El Líbano, Tirso García Burbano, deja de existir, y Don Gabrielito, asume las funciones y responsabilidades del cargo de Sub Jefe de Estación del Ferrocarril de Puerto Wilches, destino público que ocupara su padre, y siendo su Jefe Don Luis Enrique Pieschacón, quien más tarde se convertiría a su vez, en su entrañable concuñado, como quiera que éste personaje de marras, uniera su vida en matrimonio con Doña Paulina Sánchez Quintana, hermana mayor que fuera de la inolvidable y nunca bien ponderada, Doña Aracely. “Ara”, cariñosamente para propios y amigos.

RATOS DE SOLAZ CON SU PADRE EN EL LIBANO

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MUERTE DEL PADRE Después de cinco años de estancia en los Estados Unidos de América, ante el urgente llamado que su viejo padre le hiciera, y quien enfermo y abandonado se encontraba en su lejana Bucaramanga, obligó a Gabriel, emprender retorno a Colombia no sin el ánimo que le asistía de volver al paraíso americano. Circunstancia ésta que nunca se cumplió. El regreso a Wilches de Don Gabrielito, se da en el año de 1927. Y el 3 de enero de 1928 acaece el fallecimiento de Don Tirso, se iba así, el veterano soldado que en tiempos de la revolución de los Mil Días, sirviera a la causa liberal radical, como Intendente de la Guerra. El reemplazo de Don Tirso en el empleo de los Ferrocarriles Nacionales en el puerto de Wilches, por una curiosa coincidencia, corresponde ocuparlo a su propio hijo, Don Gabrielito. En una corta estadía durante el año 26, en la capital de la República, el insigne protagonista de nuestros relatos, tiene oportunidad de conocer a una desparpajada como espigada bogotana, de cuyo nombre siempre recordara, con especial orgullo, Don Gabrielito. Esta dama llamada, Fanny Bravo. No sería ella, por supuesto, la fiel compañera de su vida. Seguramente, por aquellos avatares que nos depara el destino.

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LA DAMA OCAÑERA

Aracely Sánchez Quintana

Don Gabrielito, a la edad de veintinueve años, - junio 25 de 1928 - , casó con la distinguida y esclarecida dama ocañera, Señorita Aracely Sánchez Quintana, agraciada hija del matrimonio formado por Don Cupertino Sánchez, y Rosalina Quintana. Quien iría ser pronto su prometida, la conoció en un viaje de turismo que ella realizó a Wilches, donde se encontraba su hermana mayor Paulina y por invitación especial que le hiciera Luis Enrique Pieschacón, Jefe de Don Gabrielito. Todo un acontecimiento familiar significó la boda, para la muy linajuda sociedad de Ocaña, castellana ciudad *, que tuvo – un siglo antes -, por sede o lugar, la histórica Convención de Ocaña de 1828, convocada por el Libertador Presidente, Simón Bolívar. * Fundada por Francisco Fernández de Contreras (1524-1528). Ciudad

diseñada bajo el modelo castellano de cuadrícula en torno a una plaza mayor o de armas donde se sitúa la Catedral o la iglesia principal, el cabildo y las casas de notables, según así se ordenaba fundar, bajo las ordenanzas, promulgadas por Felipe II de España.

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Al magno evento social, acudió a “curiosear” el matrimonio”, toda la ciudadanía de estirpe diversa. Al convite y como invitados especiales, concurrieron en número copioso, personalidades de linaje y provenientes de las provincias distintas, donde la familia Sánchez Quintana, contaba con conocidos y amigos de prosapia. Entre sus padrinos, figuró, el muy notable personaje de la época, Don Luis Enrique Pieschacón, enlazado en matrimonio con Doña Paulina Sánchez Quintana, hermana mayor de la núbil Ara, como cariñosamente, le trataban sus íntimos y amistades.

Ocaña, el día del enlace matrimonial García-Sánchez Fijaron los jóvenes esposos, su primer hogar, en la cálida ciudad de Puerto Wilches. El asiento laboral del recién casado, era éste puerto sobre el Rio Magdalena. Por entonces, Gabriel, laboraba para la compañía constructora del Ferrocarril de Puerto Wilches- Bucaramanga. Al poco tiempo “sentarían riales”, los esposos García Sánchez, en la próspera ciudad de Bucaramanga, cuna que fuera de toda la familia García. Al hogar bumangués, llegan en su orden, a partir del año 30, los primeros vástagos: Carolina, Mireya, Tirso, francisco y Aracely. Años más tarde, en diversidad de

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localidades patrias vividas, se completa la numerosa familia. En los desplazamientos por los departamentos de Santander, Boyacá, y Cundinamarca, ven la luz: Dolores, Gabriel, Marcos y Gerardo. El elenco García Sánchez se completaría así, en 1952, en Bogotá.

Los García Sánchez, antaño y hogaño.

EL TRASEGAR POR MEDIA REPÚBLICA El matrimonio, con la esclarecida dama ocañera, Doña Aracely Sánchez Quintana, le permite a Don Gabrielito, iniciarse en su nueva vida, como funcionario público inicialmente. Fue su formación de la escuela de la vida que le confirió fecundo bagaje intelectual, y sólida formación en diversos oficios experimentados en el extranjero. Sus amplios conocimientos en navegación e idiomas, como experiencia en diversidad de oficios, adquiridos durante más de cinco años, en los Estados Unidos de América, le confieren, seguramente las necesarias capacidades en provecho del manejo de la cosa pública, como en efecto ocurrió por algún tiempo, dadas sus ocupaciones en tal materia en los Ferrocarriles Nacionales de Colombia y en el Ministerio de Obras Públicas. Del propio modo, y por poseer amplio dominio del idioma inglés, cuanto experto e idóneo en asuntos de tráfico y tarifas aduaneras, son utilizados sus servicios, más tarde, por la empresa

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privada, vale decirse, con su vinculación a la Flota Mercante Grancolombiana, desde cuya Gerencia y desde su fundación fuera llamado a ejercer un cargo de altísima responsabilidad. Cargo el cual desempeñara con lujo y competencia, por cerca de 20 años y como bien así fuera reconocido al retiro del mismo, por el propio Gerente General, de la importante empresa, Don Álvaro Diaz. Triunfo del partido liberal colombiano. Año de 1930, el partido liberal, el de sus ancestros, llega al poder, con el triunfo de su indiscutible líder, el Doctor Enrique Olaya Herrera. Ello ocurre, luego de un transcurrir para la República de Colombia, de 44 años de oscura hegemonía conservadora, aunque con algunos períodos de relativa paz. Ideología azul que pierde el mando del Estado, como consecuencia de la división del partido de Caro, (el de José Eusebio) en dos fracciones: valencistas y vasquistas, (el del poeta Guillermo Valencia y Alfredo Vázquez Cobo). “Correspondió al partido conservador, como partido de gobierno, enfrentar tal conjunto de transformaciones, sufriendo un enorme desgaste de su prestigio, en razón principalmente del tratamiento represivo con el que pretendió acallar el surgimiento del movimiento obrero y la aparición de nuevas corrientes políticas, como el socialismo revolucionario, depositario de las influencias iniciales de acontecimientos que sucedían en el viejo continente, como lo fue la revolución bolchevique de 1917 en Rusia. Otras circunstancias han sido expuestas por diversos investigadores para explicar el declive de la hegemonía conservadora, entre ellas podríamos señalar la desconfianza sobre la pulcritud de los certámenes electorales, la excesiva intervención de la jerarquía eclesiástica en la vida política, la creciente inmoralidad en la administración pública, las restricciones frecuentes a

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las libertades ciudadanas y el desconocimiento de los

derechos de la oposición liberal.” *

Una de las causas de la caída del conservatismo La última administración de la hegemonía conservadora, se destacó también, por su persecución en contra de las clases obreras, bajo el pretexto de acallar, las corrientes socialistas que los dirigentes obreros de la época enarbolaban. Es el caso del célebre episodio, de la masacre de las bananeras. Hecho que mereció el general repudio de las gentes de bien en todo el país y el cual contribuyo, de manera decisiva, para el desplome del partido conservador, durante el mandato de Abadía Méndez. Don Gabrielito, tuvo muy cercana oportunidad de vivenciar tan reprochable acontecimiento, y respecto del cual, con relativa frecuencia y para aludir a las “desgracias” perpetradas por los conservadores de la época, se refería con especial mención a tan amargo episodio. Empero, ¿en qué consistió éste ominoso hecho? Dejemos, qué nos dice al respecto la Revista Credencial de Historia, en su número 117 de septiembre de 1999: “Masacre de las bananeras Diciembre 6 de 1928. Por: Mauricio Archila. Tal vez no exista en la historia del país un hecho tan doloroso y al mismo tiempo tan sometido a los vaivenes de la ficción como lo ocurrido en la noche entre el 5 y 6 de diciembre de 1928 en Ciénaga, Magdalena.

GRAN ENCICLOPEDIA DE COLOMBIA, CIRCULO DE LECTORES *

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Después de casi un mes de huelga de los diez mil trabajadores de la United Fruit Company, corrió el rumor de que el gobernador del Magdalena se entrevistaría con ellos en la estación del tren de Ciénaga. Era un alivio para los huelguistas, pues no habían recibido del gobierno conservador sino amenazas y ninguna respuesta positiva de la multinacional. Ésta, que había llegado a Colombia en 1899, utilizaba el sistema de subcontratistas, por lo que se lavaba las manos ante las peticiones obreras, como había ocurrido en ocasiones anteriores. Los nueve puntos del pliego petitorio reflejaban, más que un programa revolucionario, la escasa legislación laboral vigente. Con todo, fueron ignorados, salvo en el momento simbólico de escoger el número de muertos reconocidos oficialmente: nueve. El clima en la zona bananera estuvo más cálido que de costumbre desde el 11 de noviembre en que se lanzó la huelga, la segunda luego de un intento cuatro años antes. Desde el principio hubo brotes de violencia de todos los lados (obreros, agentes de la United y fuerzas armadas), pero no pasaban de escaramuzas aisladas. Por eso los huelguistas acudieron en masa a la estación de Ciénaga al encuentro con el primer funcionario gubernamental que se dignaba hablar con ellos. Como no llegaba, los ánimos se fueron exacerbando, tanto entre manifestantes como entre soldados emplazados en el sitio. Es en este punto del recuento cuando la ficción reemplaza los vacíos de la memoria: que los soldados estaban bebidos, que los trabajadores también; que algunos gritaron consignas patriotas; que no, que vociferaron agresivamente abajos a la multinacional y al gobierno; que desconocieron la orden de desalojo; que nunca la hubo; que la primera bala no la dispararon los militares; que murieron muchos, no sólo nueve; que fueron cientos, cuando no miles; que los llevaban en trenes al mar; en fin, que fue una masacre preparada; no, que fue resultado de las circunstancias...

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Lo ocurrido luego también sigue sumido en las brumas del recuerdo, pero las proyecciones históricas son más claras. Ante la respuesta brutal de un gobierno que los trabajadores imaginaban protector de los derechos laborales, se produce la desbandada y una rápida negociación que incluso recorta por mitad los salarios. La indignación obrera se estrelló contra una doble muralla que le impidió sacar frutos de la aciaga experiencia: de una parte, el temor anticomunista del gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930) que veía la revolución bolchevique a la vuelta de la esquina; y, su contraparte, la tozuda fe insurreccional heredada de las guerras civiles del siglo pasado y alimentada por las nuevas ideologías de izquierda. El resultado es que ni hubo la temida revolución, ni tampoco cuajó la ansiada insurrección. El aparente empate fue resuelto por un liberalismo reformista que tomó en sus manos el poder para intentar, sin mucho éxito, atemperar los espíritus e institucionalizar el conflicto laboral que era imposible soslayar. De no ser por el poder de la imaginación, el sacrificio de los obreros bananeros hubiera quedado en el olvido. Las demoledoras caricaturas de Ricardo Rendón, las vehementes denuncias de Jorge Eliécer Gaitán en el parlamento, y luego las magistrales piezas literarias de Alvaro Cepeda Samudio (La casa grande) y Gabriel García Márquez (Cien años de soledad), junto con la perdida escultura del maestro Rodrigo Arenas Betancourt, son lo más destacada de ese recuerdo. Pero nada de esto sobreviviría sin las historias que aún circulan por la zona bananera. Como dijo el mismo García Márquez en 1986, "La peligrosa memoria de nuestros pueblos [...] es una energía capaz de mover el mundo".

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TRANCE ANECDÓTICO Don Gabrielito, hombre y cultor que fue siempre de la fe católica (de camándula y escapulario), la que profesó con especial convencimiento y profundo respeto, y no obstante su acendrado clericalismo, fungió cargos públicos, durante la hegemonía liberal, que recién empezaba a gobernar. El liberalismo colombiano, de los 30s posaba de doctrina influenciada por la masonería de la época, y por supuesto, ello hacía pensar que fuera contraria al confesionalismo religioso. Al menos así le tildaban los conservadores. Y ello muy posiblemente, se infería, por causa que influyera en aquel partido, los postulados de estirpe ideológica racionalista que arrastraba como atavismo desde siglo anterior, y que no eran otros que el influjo del individualismo en especial, y del utilitarismo de Jeremías Bentham (benthamismo político), y John Stuart Mill. Doctrinas éstas que tanta acogida tuvieron en el pensamiento radical colombiano del siglo XIX. Y desde mucho antes, cuando Santander, el gran impulsor de la Educación en Colombia, cuando introdujo nueva moral política en la enseñanza universitaria con los textos de Bentham y Tracy. * * “La teoría de la legislación del jurista inglés, filósofo del

utilitarismo, JEREMÍAS BENTHAM, es la primera concepción del Estado y la primera filosofía política sistemática que se enseñó con carácter oficial en las universidades de la Nueva Granada, pocos años después de proclamada la Independencia, y el primer cuerpo coherente de doctrinas emparentadas con la concepción liberal moderna del Estado, con que las clases cultas colombianas intentarían remplazar las enseñanzas jurídicas y políticas de la universidad colonial. Un decreto del general SANTANDER instituyó su Tratado de legislación como obra de estudio

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obligatorio en las facultades de jurisprudencia, y las polémicas suscitadas por sus ideas llenaron medio siglo de la historia espiritual de Colombia, puesto que todavía en 1870 se haría el último intento por mantenerlas como base de la enseñanza del derecho, en las Universidades, y de la ética en los establecimientos de enseñanza medial. La popularidad de BENTHAM entre los hombres que formaron la generación de la Independencia y entre la juventud universitaria de comienzos del siglo, tenía causas muy variadas. En primer lugar, surgía como resultado de la creciente influencia inglesa en el continente y como fruto de la admiración que por entonces se profesaba a todo lo anglosajón, y hasta puede creerse que tuvo alguna influencia la penuria de libros y la no muy amplia cultura de los maestros de aquel entonces, quienes ante la necesidad de tener un libro de texto acudían al que les era más accesible (…) Cfr: El Pensamiento Colombiano en el Siglo XIX. PÁGINAS 178 y 179. Jaime Jaramillo Uribe.

Empleos modestos que, ocupara en un principio, Don Gabrielito, si bien inicialmente los mismos, no fueran muy destacados, sí le permitieron sobrevivir y llevar la pesada carga de su numerosa familia, pese a intervalos, como desempleado. Por ejemplo, aquella vez, en que laborando como empleado del Departamento de Santander, o Ministerio de Obras Públicas, fue despedido, por habérsele visto, llevando el palio en una solemne procesión del Corpus Cristi, en Bucaramanga, siendo Gobernador, por entonces, el patricio liberal, Don Alejandro Galvis Galvis, caracterizado masón por antonomasia.

Ahora bien, si se consideran, los alcances que acerca de la masonería o francmasonería se tenían, observamos hoy, y a partir del Catecismo de los Tres Primeros Grados de la Masonería Simbólica o, del Verdadero Francmason, (Edición Burdeos, Imprenta de Dn P. Beaume 1825), nada en absoluto, se opone aquella con ideas religiosas o de costumbres morales, como erradamente se pudiera haber pensado en aquellos

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tiempos. Por el Contrario, “Una Logia es una reunión de hombres virtuosos, y por consiguiente respetables”. “La superstición, el fanatismo y la impostura han sido en todo tiempo los acérrimos enemigos de la sociedad de los masones”. Por otra parte, creemos no equivocarnos, cuando afirmamos que, nuestro excelso Precursor, Don Antonio Nariño y Álvarez, muy posiblemente, sin su Arcano Sublime de la Filantropía (Exclusivo círculo intelectual que a finales de 1788, Don Antonio, inicio “en el salón de su casa, previamente preparado y adornado”), no le hubiera sido factible conocer Los Derecho del Hombre. Precisamente, El Arcano Sublime de la Filantropía, en manera alguna fue ajeno a la masonería a la que perteneció el Precursor, así como lo fueron otros, sinnúmero de prohombres de la historia. Resulta oportuno, acerca de éste crucial momento político por el que atravesaba la República, y su incidencia en Santander, traer a colación el siguiente episodio, expresado por el insigne patricio liberal, Don Alejandro Galvis Galvis, cuando quiera fuera nombrado en 1930, primer gobernador liberal, por designación del Presidente Olaya Herrera, su amigo personal, desde vieja data. Galvis Galvis, quien sucedió en el primer cargo del Departamento de Santander a Don Alfredo García Cadena, así en sus memorias, nos relata: “No había gobernador liberal en Santander desde cuando en 1885 el General Solón Wilches se retiró de la presidencia del entonces Estado Soberano de Santander y asumió el cargo el señor Narciso González Lineros. El prolongado lapso de 45 años que estuvo el conservatismo en el poder, sin que durante él hubiera habido oportunidad ni para un presidente de la República ni para

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un gobernador de filiación distinta, había creado entre los conservadores la convicción de que solo ellos tenían derecho a gobernar, y los liberales solo el deber de obedecer y someterse a sus regímenes, fuesen legalistas o arbitrarios. De modo que para el primer gobernador que habría de nombrar el presidente Olaya el ambiente era hostil, y tratar de contrarrestarlo una empresa por demás

ardua y más que difícil, azarosa.” * Con todo, del incidente que dimos cuenta y que le acaeciera a Don Gabrielito, con los supuestos masones, en Santander, se podría hacer coincidir el mismo, con relación a la siguiente referencia aludida por Galvis Galvis. Esta expresa: - El gobernador Alfredo García Cadena, que había hecho una excelente administración, de amplio criterio santandereanista y garantías para todos, y que había dado un gran impulso a las obras de carreteras para tratar de desembotellar al departamento, me urgía para que tomara posesión. Por agotamiento de dineros había suspendido trabajos en algunas obras; terminados los de la carretera de Bucaramanga a la estación del ferrocarril en Bocas de Rionegro quedaron cesantes centenares de trabajadores, que unidos a aquellos otros se congregaron en la ciudad en manifestaciones públicas inquietantes, que alarmaron al gobernador. Mientras de otro lado había una situación tirante con el jefe de la policía, Señor Pablo Serrano Plata, a quien no miraba bien la ciudadanía y que había promovido un serio incidente con el clero. Pues sucedió que siendo Secretario de Gobierno el doctor Manuel Serrano Blanco hizo sacar con la, policía a un sacerdote que se acercaba a la urna a consignar su voto en el edificio de la gobernación, observándole que ya había sufragado, y este hecho, puesto en conocimiento de la Curia levantó su protesta y la suspensión de ceremonias religiosas como las procesiones de semana

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santa. Que fue comentada en declaraciones impertinentes del jefe de la policía que acabaron por enemistar al clero con el gobierno departamental. Ya de la Secretaría de Gobierno se había retirado el doctor Serrano Blanco, pero quedaba en su puesto el señor Serrano Plata y el gobernador resolvió sustituirlo. Como faltaran pocos días para mi posesión me pidió candidato, y yo le indiqué entre varios nombres el del señor Eduardo Arenas Valenzuela, que había sido Personero municipal de Bucaramanga, donde se ganó el aplauso de las gentes por su admirable labor allí realizada en beneficio de la ciudad, y estaba actuando en el gobierno del señor García Cadena como eficaz y dinámico administrador de los trabajos de la carretera la estación del ferrocarril en Bocas de Rionegro”.* *Galvis Galvis, Alejandro. Memorias de un Político Centenarita

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DIEZ AÑOS POR LAS ARISCAS BREÑAS DE SANTANDER

Luego de su salida del caluroso y nada salubre Puerto de Wilches, Don Gabrielito, arriba a la otrora ciudad de los parques, la de Don Andrés Páez de Sotomayor, donde fundan su hogar, el “dulce hogar”, con su fiel e inseparable compañera, Ara, quien habría de estar siempre a su lado por el resto de sus vidas, y en dónde los primeros hijos llegarían para alegrar el discurrir de la cristiana familia. Así empieza una primera etapa de solo recorrer, por los departamentos de Santander, Boyacá y Cundinamarca. Etapa de su vida que perduraría por lapso aproximado de diez años, cuando por fin en octubre de 1949, sienta su residencia definitiva en la Capital de la República. Después de ansiada espera, al hogar García Sánchez, llega una hermosísima niña, que bautizarían con el homónimo nombre de su tía y abuela: Carolina. GRAN DEPRESION ECONOMICA Transcurre el año 30 del siglo XX, y aún se sentían los devastadores efectos económicos de la denominada como Gran Depresión, que se prolongó durante toda la década anterior a la Segunda Guerra Mundial. Se caracterizó por ser la de mayor profundidad y afectó a gran número de países. La elección, como presidente de Franklin Delano Roosevelt y el establecimiento de sus políticas intervencionistas del New Deal, en 1932, y el Keynesianismo, que introdujo la idea del mayor gasto gubernamental, para mejorar la economía, sirvieron de atenuante. Estos pasos, permitieron marcar, el inicio del final de la crisis en los Estados Unidos.

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Así registra Wikipedia, la enciclopedia libre de Internet, las causas del fenómeno económico: “El fenómeno se inició en Estados Unidos, tras una década de crecimiento económico, incremento del endeudamiento y especulación bursátil, con beneficios rápidos y fáciles. Habitualmente se señala como primer síntoma claro, o como detonante, de la Depresión el denominado Jueves Negro (24 de octubre de 1929), con el desplome de la Bolsa de Nueva York y la pérdida vertiginosa del valor de las acciones allí cotizadas, aunque la contracción de la economía había comenzado en el primer semestre de 1929. El desplome del precio de las acciones fue extraordinariamente intenso, alcanzando tintes dramáticos. Gran número de inversionistas vieron cómo su dinero, en muchos casos tomado a crédito, se volatilizaba en cuestión de días. El crash bursátil motivó una reacción en cadena en el sistema financiero, con numerosos bancos que empezaron a tener problemas de solvencia y de liquidez al acentuarse la desconfianza en su capacidad de reembolsar a los depositantes. Aumento constante del precio de las acciones de Wall Street: La crisis se da por una prosperidad falsa que al principio las ganancias en acciones eran muy rápidas pero no con bases reales.” Es de notar de cómo la Gran Depresión, sirve de coadyuvante para la iniciación de la guerra, la Segunda Guerra Mundial, como quiera aquella fraguara en Alemania el caldo de cultivo necesario para el triunfo de Adolf Hitler, en 1932, con su gobierno totalitario, pues “el ascenso de los políticos y las ideologías extremistas así lo favorecieron. La reducción general de los salarios, a partir de las medidas draconianas por parte del canciller Heinrich Bruning, produjo efectos contrarios, generando niveles históricos de desempleo, y destruyendo el consumo. Las medidas establecidas por el canciller

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predecesor del Hitler, para combatir la desbocada inflación, de nada sirvieron para conjurar la crisis alemana de los 30s. Imaginamos al ilustre protagonista de éstas memorias, las preocupaciones que durante el tránsito de tan difícil época, le abatieron. Pues él se iniciaba por entonces asumiendo las responsabilidades que su hogar le deparaba. Guerra Civil Española No menos ocupó sus desvelos, los de don Gabrielito, la Guerra Civil Española (17 de julio de 1936 – 1º de abril de 1939). Denigró siempre del régimen franquista e hizo singulares amistades con personas ilustres, varias de la cuales habían sufrido persecuciones y vejámenes de terror, víctimas de la dictadura del líder del falangismo español, y quienes encontraron generoso asilo o refugio político en Colombia. Algunos de ellos fueron asiduos colaboradores de EL Tiempo, por ejemplo. Se mostró de continuo atento en el discurrir de éste nefando episodio de la historia de Europa y la siguió con repudio por el totalitarismo que el régimen del Caudillo encarnó, durante tantos años, hasta 1975. Oprobiaba y hablaba con detenimiento de los regímenes fascistas europeos (Alemania e Italia) y censuraba con especial acerbidad, los gobiernos de Portugal e Irlanda, que apoyaron desde un principio a los militares españoles sublevados. Don Gabrielito, profesó de continuo vocación especial por la suerte de la madre patria. Al punto que no vaciló en ver con buenos ojos, el compromiso en matrimonio, de una de sus hijas, con un ciudadano andaluz. Al efecto aupó una larga y epistolar relación con el español, Pedro

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Rodero Dávalos. Se ocupó, personalmente, Don Gabrielito, de adelantar todas las gestiones formales y demás protocolos consulares y eclesiásticos para ver de lograr que el matrimonio se efectuara con las debidas regularidades legales, como realmente ocurrió. Constituyó éste “enlace internacional”, en todo un hito histórico familiar, por las singularidades que mediaron en su realización, comportándose Don Gabrielito, en todo un “hacedor exitoso”, del vínculo que ligaría a los dos cónyuges de diferente nacionalidad, y sin duda alguna, contando con el infaltable beneplácito y empeño de los contrayentes, quienes inicialmente, establecieron su hogar en lejanas tierras cariocas. UNICA HERENCIA ECONÓMICA DE SU PADRE. Del empleo heredado del padre, el mismo que ocupara desde 1928 en Wilches, hasta el año de 1938, cuando para atender otro destino público, en la misma estatal empresa de los ferrocarriles, arriba a la Bucaramanga de sus ancestros, Don Gabrielito. Toma como casa para su vivienda familiar, la acogedora hacienda, “Quinta Larsen”, ubicada sobre la muy nombrada Avenida Camacho. Allí conviven, el hogar formado por la familia García Sánchez Quintana y otros allegados parientes con quienes se compartió, vivienda común, hasta el año de 1939. Y en julio de dicho año, ya cercanos los albores de la Segunda Guerra Mundial (invasión alemana a Polonia), y continuando sus servicios al Estado, en los Ferrocarriles Nacionales, es nombrado Jefe de Estación en la localidad santandereana de Barbosa. Por estas calendas ocurre la invasión por tropas de Hitler, a Dinamarca y Noruega, abril 9 de 1940. Desde ésta población hacía otras tierras o destinos laborales, se inicia su peregrinar, el de Don Gabrielito,

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con su ya crecida familia, -como en la audiencia de Zalamea Borda-. En el ínterin, se conocen – ya en plena II Guerra Mundial -“Intensos bombardeos que los alemanes realizaron sobre ciudades británicas en el denominado Blitz. Estos ataques aéreos, que se prolongaron desde agosto de 1940 hasta mediados de mayo de 1941, pretendieron destruir recursos y estructuras, y preparar así el terreno a una invasión alemana. En septiembre, Alemania había fracasado, por lo que abandonó su plan de invadir Reino Unido. A partir de entonces, estas incursiones se mantuvieron únicamente con el objetivo de aterrorizar y desmoralizar a la población británica.” BARBOSA Y DUITAMA Inicia, Don Gabrielito, después de su instancia en Barbosa, como Jefe de estación ferroviaria en tal localidad, nueva y azarosa vida en el municipio de Duitama, la del Cacique Boyacá, en cuyas heladas y paramosas provincias rurales nuestro personaje, ejerció por poco tiempo, labores de Inspector Agrario, y al servicio de la otrora Caja de Crédito Industrial y Minero, bajo el mandato del Presidente liberal Eduardo Santos. Entidad crediticia, que estructurara más tarde, el gobierno conservador de Ospina Pérez. Frías y solitarias campiñas en las cuales muchos años atrás, - más de un siglo - sentidas bajas sufriera, el “hijo de la infeliz Caracas”, en su dura travesía por los mismos páramos, que la heroica Campaña Libertadora recorriera. No sin dejarle gratísima impresión, al forzado viajante, Don Gabrielito, aquellos hermosos paisajes que a su vista se ofrecían majestuosos, tales eran, la Sierra Nevada del Cocuy, el denominado Sendero la Zarza, así

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como la Laguna del Pan de Azúcar, y el Paramo de la Rusia. Y no fue prolongada la estancia laboral, de la que pronto “abdicara”, Don Gabrielito, puesto que obligado a efectuar forzosos recorridos bajo condiciones de climas inadecuados como extremas temperaturas, y de tener que realizar agotadoras jornadas, usando escarchadas capas de hule, como aquella que tuvo que lucir, de colores negro y verdes a cuadros, la misma de la que no podía despojarse, como abrigo imprescindible, durante sus extenuantes correrías por aquellas gélidas tierras del otrora reino muisca y del Cacique Boyacá. Estas tan adversas circunstancias del territorio de trabajo, llevaron en breve, irreductiblemente a enfermar a Don Gabrielito. Haciendo su camino al andar, por lodosos pantanos y solitarios senderos, propios de aquellos entornos y cercados que tiempos pretéritos fueran posesiones o territorios del Cacique Aquiminzaque, y no sin dejar de protegerse siempre, con sus encauchadas botas, - quizás las mismas de usanza guerrillera hogaño -, impusieron, a Don Gabrielito, las condiciones propicias para ver de obligarse a abandonar sus funciones rurales encomendadas. Las mismas que no tardarían en sobrevenirle al laborioso personaje, padecimientos y serios quebrantos que minarían su salud, ya como consecuencia de sus necesarias salidas a los campos, ora por sus irresistibles visitas a zonas rurales de la región. Estas inclemencias e inhóspitas circunstancias, le obligaron, más pronto que antes, abandonar su empleo de servidor público, en plenitud de una terrible época de angustiosas penurias, por las que atravesaba el País, a consecuencia de la espantosa y voraz Guerra Mundial. Incidencias de ésta Guerra, que imponía todo tipo de escaseces, como la falta del caucho, combustibles, hierro, u otros insumos necesarios que permitieran abastecer la

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existencia de vehículos y medios de transporte adecuados. A ésta deprimente situación, se agregaban las agobiantes y aterradoras noticias que de la Guerra le llegaban a través de su radiorreceptor a base de tubos. Aquel de la famosa marca General Electric, y a partir del cual, y con el que por muchos años siempre le acompañó, escuchaba los angustiantes cables que sobre la contienda bélica leían, desde la BBC de Londres, sus avezados locutores, con sus templadas voces. Europa, se consumía en llamas, bajo los retumbantes cañonazos, de los “panzer del Furer Hitler”. Situación que el benemérito Jefe de hogar, ya sin empleo y con el cual poder subvenir a las apremiantes necesidades familiares, tuvo que acogerse al amparo del generoso y siempre atento a sus cuitas y clamores, la de su hermano Mario, quien desde luego, no dudó en dispensarle constante auxilio económico, durante dos largos y angustiosos años. Ayuda y gesto de filantropía que su beneficiario, no dejo de reconocerle agradecimiento secular. TUNJA Y CHIA Posteriormente, Don Gabrielito con su numerosa familia, se desplaza a la colonial e hispánica ciudad de Tunja. Estancia allí que no superaría mayor tiempo. Luego viaja y radica domicilio, hasta la tierra o reino de la diosa Chía, dominios que otrora fueran del Cacique Saquesaxigua o Sagipa, sucesor de Tisquesusa. Allí, lo espera, breves años después, como su víctima, la violencia conservadora, la misma, promovida o tolerada por el dictador Ospina Pérez, contra todo bastión liberal de la república.

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Consecuencia de ello, se ve Don Gabrielito, por entonces, precisado a fincar reales, en la moderna ciudad capital de la República, cuando ya ocupaba empleo, en la próspera y pujante Flota Mercante Grancolombiana. Empresa semiestatal, que le permitió a Don Gabrielito, un radical vuelco a su vida laboral, como quiera se diera en él, un mejor estar de trabajo, por virtud e importancia, como responsabilidad que el nuevo empleo en dicha empresa le comportaba. Cabe anotar que ésta importantísima empresa, cuyo giro comercial, privara como de economía privada y de perfil multinacional, fue fundada bajo el gobierno liberal del primer mandato de Alberto Lleras Camargo, y con el auspicio económico de la Federación Colombiana de Cafeteros, y los Estados de de Venezuela y Ecuador. Separándose años más tarde, estos países. Primero lo hizo Venezuela. Algo semejante a lo que ocurriera en el siglo XIX, con la nunca bien lamentada disolución de la Gran Colombia, por parte de nuestro insigne Libertador, y auspiciada por la ingratitud militar de venezolanos y quiteños. Léase, José Antonio Páez. Chía, que entre 1944 y 1949, sirviera de domicilio permanente a Don Gabrielito y su numerosa familia, constituíase por la época, en sabanera población que distaba de la capital de la República, por sinuosa carretera, dos horas. Fue ésta pintoresca ruta vial, el obligado y diario viaje hacia su centro de operaciones, el de Don Gabrielito. Las noticias de la Guerra continuaban llegando: Pearl Harbor, Mar del Coral, Guadalcanal, Caída de Singapur, Midway, Douglas MacArthur, Yamamoto Isoriko, nombres estos todos de estirpe bélica, que ya se hacen

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familiares al dominio del discurrir de Don Gabrielito, y que marcarían honda huella en su privilegiada memoria. GOLPE DE PASTO Años de 1941 a 1944. Llega al poder, por segunda vez, el legendario patricio liberal, Alfonso López Pumarejo, y el 10 de julio del año 44, logra superar el golpe militar y su apresamiento transitorio en la ciudad de Pasto, por una reducida camarilla de militares de bajo rango, cuando, el Jefe de Estado, se aprestaba a concurrir a una ceremonia preparada por el ejército, en dicha ciudad. Villa ésta que consintió, - casi siglo y medio antes -, la injusta y dolorosa reclusión del precursor de la independencia, Don Antonio Nariño y Álvarez. Y lugar donde el abuelo de Don Gabrielito, contrae matrimonio con dama oriunda de ésta importante ciudad: Gabriel García de la Sierra y Ordoñez y Eudoxia Burbano Lanchego, en 1855. Durante el desarrollo de éste vergonzoso hecho histórico, es inmolado, en Bucaramanga, el General Guarín, oficial que por permanecer leal al gobierno, fuera vilmente sacrificado. Actitud heroica de éste militar, que le mereció, ocupar un lugar prominente en el sitial patrio. Este importante y sobresaliente hecho, impactó en grado sumo a Don Gabrielito, que investido de apasionado pensamiento liberal, lamentó siempre y que además amargó y contrarió a muchos de sus coterráneos y jefes del liberalismo de la época. El Golpe, fue rápidamente, conjurado, gracias a la acción de tropas leales al gobierno, y a la intrépida acción del primer designado, el jurista Darío Escandía, quien en combinación con el Ministro de Gobierno a la sazón, Alberto Lleras Camargo, supieron sortearlo oportuna y debidamente. Años posteriores a aquel evento histórico, y por aquellas coincidencias que el devenir de la vida nos presenta,

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hubimos de toparnos, como residentes de nuestra vecindad, en la ciudad de Bogotá, quienes fueran hermanas del héroe de nuestra historia en Santander. Estas damas, conservaban todos los uniformes y aparejos de armas, de quien como póstumo homenaje, el Gobierno liberal, le ascendiera a General de la República. Disfrutaron las señoritas Guarín de la amable y deferente amistad de mi padre, Don Gabrielito. DE UN PROTAGONISTA DEL EPISODIO ESCUCHAMOS

Cabe como anécdota vivencial y ocurrida al autor de estas memorias, y a propósito de los acontecimientos de Pasto del año 44, de cómo a ellos, se refería, uno de sus principales protagonistas, que lo fuera, el Doctor, Adán Arriaga Andrade. Fue él, siendo Ministro de Trabajo, del Presidente López, y quien le acompañara en Pasto aquel señalado día, al que también le apresaran los militares rebeldes. Nos platicaba el personaje en mención, acerca del episodio a él acaecido, cuando tuvimos la fortuna de contarlo como compañero de comisión, muchos años después, y con ocasión del estudio de las reformas laborales de los años 81 y 82, para el cual nos había designado formalmente y por mandato de ley expresa, el Presidente Turbay Ayala, y su Ministro de asuntos laborales, por entonces, Rodrigo Marín Bernal. Ahora bien, y por revestir importancia suma para la vida del nuestro personaje central, Don Gabrielito, ofrece el autor de éstas crónicas, el siguiente aparte, y acerca del cual se alude en precisos términos, al mencionado episodio, que tomado del la Revista Credencial del septiembre de 1999, nos cuenta así el insuceso: “Titulo: El golpe de Pasto. Julio 10 de 1944 Autor: Vicente Pérez Silva Edición original: 2005-06-23 Publicado: Biblioteca Virtual del Banco de la República

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Uno de los acontecimientos de singular gravedad y repercusión, que señala un hito histórico de la nación, es el relacionado con el golpe militar contra el presidente de la República, ocurrido en Pasto el 10 de julio de 1944. Por esa época se debían efectuar en el departamento de Nariño las maniobras militares que, según el ministro de Guerra, general Domingo Espinel, "obedecían al tradicional entrenamiento de las fuerzas armadas". Para desvirtuar las conjeturas que circulaban en el público, se vio en la necesidad de emitir un comunicado mediante el cual, al anunciar la realización de dichas maniobras, declaraba que ellas "carecían de todo propósito distinto al de practicar con nuevos equipos adquiridos por el gobierno, y que, en consecuencia, toda versión diferente, era de origen insidioso". En el ámbito político se libraba una fuerte oposición contra el gobierno del reelegido presidente Alfonso López Pumarejo, y en el ejército no se ocultaban manifestaciones de deslealtad. Parecía que soplaban vientos de conspiración. El 8 de julio de manera sorpresiva, el presidente López viajó al sur, con el propósito de presenciar el evento militar. Al día siguiente, entrada la noche, el mandatario hizo su arribo a Pasto y fue recibido con muestras de una agresiva hostilidad. Grupos de reservistas y particulares gritaban vivas al ejército y abajos al presidente de la República. El gobernador de Nariño, Manuel María Montenegro, le informó que en la ciudad había mucha agitación; que los reservistas estaban insubordinados y borrachos muchos de ellos, y que los oficiales habían tratado inútilmente de encerrarlos. Para evitar enfrentamientos, la policía había sido acuartelada. Ante esta situación, la recepción que se le había preparado fue cancelada. Con posterioridad, el presidente declaró que "desde el momento en que había pisado Pasto se había sentido prisionero".

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Al frente de las operaciones militares estaba el coronel Diógenes Gil, comandante de la VII Brigada. En la madrugada del 10 de julio, el coronel Luis F. Agudelo y el capitán Olegario Camacho acudieron a la habitación del Hotel Niza donde se alojaba el presidente López, con el fin de comunicarle que los militares habían tomado posesión de la guarnición de Pasto y ordenado su detención. Con el anuncio de que se trataba de un movimiento en todo el país, le hicieron entrega de un documento contentivo de su dimisión y entrega del gobierno a los militares rebeldes. Mediante un boletín, el coronel Gil advirtió que este hecho era el resultado de un propósito general del ejército largamente madurado y acogido por la mayoría de los oficiales del país... En el curso de la mañana, el presidente López fue trasladado a la hacienda Consacá, donde fue recibido por sus propietarios José Dolores y Medardo Bucheli quienes, por lo demás, le proporcionaron toda suerte de atenciones. Entre tanto, en Pasto, el doctor Enrique Coral Velasco, secretario general de la Presidencia, con la colaboración del coronel Julio Londoño, desplegaba importantes labores de "enlace" y comunicación con la capital de la República. Tan pronto como tuvo conocimiento, el designado Darío Echandía asumió la Presidencia, declaró turbado el orden público y en estado de sitio todo el territorio nacional. La gestión del ministro de Gobierno Alberto Lleras Camargo fue definitiva para el restablecimiento de las instituciones. Fracasada la insurrección militar, el 11 de julio el presidente emprendió viaje a Ipiales, y al día siguiente retornó a Bogotá. A su llegada se dirigió al pueblo agolpado frente al Palacio presidencial de la Carrera: "Mis primeras palabras -dijo- son para felicitar al pueblo por la pronta solución que ha tenido esta alocada aventura en que se ha comprometido un grupo de oficiales

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irresponsables..." Ciertamente, como lo ratificó el ministro Adán Arriaga en un reportaje, "el conato subversivo había sido lo que tenía que ser: el insuceso total de la ciega aventura de unos oficiales irresponsables". El coronel Gil se entregó, y el golpe de Pasto no pasó de ser una aventura tragicómica que apenas tuvo repercusión en Bucaramanga e Ibagué.” PROSEGUÍA LA GUERRA MUNDIAL Por su parte y en el ámbito mundial, así ocurrían otros hechos y desarrollos atinentes con la Segunda Guerra, que resultaban, sin duda, de relevancia para el interés de Don Gabrielito. Informes que daba cuenta de cómo: … “La guerra en el Pacífico comenzó tras el ataque japonés contra la base naval estadounidense de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Esto proporcionó a las fuerzas japonesas la oportunidad de atacar y ocupar los territorios coloniales de Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos en el Sureste asiático y el océano Pacífico para crear la que Japón denominó Esfera de Coprosperidad en la Gran Asia Oriental. Los sorprendentes éxitos militares que Japón logró en un primer momento le permitieron multiplicar sus recursos, pero las batallas del Mar del Coral y de Midway pusieron de manifiesto el avance estadounidense en el Pacífico. Aún así, los progresos aliados fueron lentos y tuvieron un elevado coste humano. La guerra solo llegó a su fin tras el lanzamiento de bombas atómicas, en agosto de 1945, sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.” DE COMO SIGUIÓ LA GUERRA DON GABRIELITO. En tierra muy querida de Bucaramanga, llevando a cuestas la pesada carga de una ya crecida familia, cuyo

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hogar integraban los hermanos mayores de quien aquí escribe ahora, es cuando se inicia la más devastadora guerra del siglo XX. La segunda Guerra Mundial. Los hogares en la ciudad, disfrutaban del privilegio de contar con un curioso adminiculo, el receptor de sonido eléctrico a base de tubos de filamento, o radio. Todos prestos acercan su atención y oídos a fin de enterarse de las noticias, que provenían de las agencias de prensa de la época, y desde la BBC de Londres, (fuente noticiosa que siempre gozó de la atenta escucha de Don Gabrielito), llegaban al conocimiento de los aldeanos de la comarca bumanguesa, fragmentarias informaciones o primicias, acerca de los aconteceres de la guerra. Singular mención merece, aludirse al radio receptor de la afamada marca, General Electric en que nuestro personaje de marras, se iba enterando en detalle, de todos los pormenores y acontecimientos noticiosos, acerca de ésta cruentísima guerra, narrados a través de autorizadas y sonoras voces, que caracterizaron siempre a los locutores de una de las más importantes e informadas radiodifusoras del mundo, tal fuera la londinense BBC. En efecto, discurre el año de 1939, 1º de septiembre, Alemania invade a Polonia, el mundo se encrespa, la humanidad toda se aterra. Hasta 1945, el dos de septiembre se concluye ésta guerra con la rendición total del Japón, pues Alemania había ya sucumbido meses antes, en abril del mismo año. Compromete ésta guerra a Europa entera, África del Norte, Extremo Oriente, Atlántico Norte, y Océano Pacífico. Pero por fin, se da la victoria completa de los países aliados, con la rendición incondicional de todas las potencias del Eje.

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BBC, transmitía entre otras, acerca de batallas como la del Paso de Kasserine (1943), la de Madagascar; la de Midway; Guadalcanal; Stalingrado; las campañas de Africa Oriental y Occidental; de las Ardenas; la formación del Gobierno colaboracionista de la Francia de Vichy; El Ejercito Panzer; La Guerra del Pacifico (1937-1945); El Imperio de Hirohito; el Commonwealt; Pearl Harbor; las fuerzas estadounidenses y filipinas, bajo el mando del General Douglas MacArthur; la gran Conferencia de Yalta (febrero de 1945): Roosevelt, Churchill y Stalin, Conferencia de Potsdam, con Harry S Truman (julio 17 a 2 de agosto 1945); Bomba atómica, disparada el 6 de agosto de 1945 desde el “Enola Gay”, destruyendo la ciudad nipona de Hiroshima y el nueve del mismo mes, la segunda sobre la portuaria Nagasaki; el rendimiento del Japón el 14 de agosto de 1945. Hacía especial referencia en sus alocuciones sobre ésta espantosa Guerra, acerca de la denominada Línea Maginot (fortificación y defensa construida por Francia a lo largo de su frontera con Alemania e Italia, después del fin de la Primera Guerra Mundial). En fin, tantos e interminables datos históricos acerca de ésta terrible cuanto horrorífica e inhumana conflagración, en la que perdieron la vida cerca de 62 millones de seres, aprendidos a través de la radio mundial, que tanto aficionaba a don Gabrielito, escuchar. Un nuevo orden mundial, traería la finalización de la II Guerra Mundial. Muy importante acontecimiento, del cual nos comentaba siempre Don Gabrielito, constituyó, en 1945, la creación de la Organización de las Naciones Unidas, con la firma de la Carta de las Naciones Unidas, y que vino a reemplazar a la antigua Sociedad de Naciones, fundada en 1919.

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CAIDA DEL PARTIDO LIBERAL - AÑO DE 1946. Sensible como el que más, Don Gabrielito, y quizás debido principalmente, a los elevados méritos de sus hermanos, Mario y Roberto, comprometidos ellos, de una u otra manera, en los asuntos de la alta política partidista, ésta le afectaba en gran manera. Además, su formación así como la influencia marcada de su padre y tíos, que lo fueron en el siglo XIX, todo aquello que tuviera relación con el “glorioso partido liberal”, le comprometía sensiblemente sus sentimientos. Por ejemplo, decíamos supra, de cómo Don Gabrielito, guardaba una fuerte preferencia por el General Santander, frente a su homólogo el Libertador Simón Bolívar. Siempre dejó notar ésta indeclinable preferencia, puesto que si establecemos el porqué de la ruptura de los dos grandes generales de la Independencia, no dudamos en entender y justificar, de dónde le provenía tanto a él, como a su padre y tíos la pasión por el liberalismo, del que, a no dudarlo, abrevaban con ahínco y pasión. La explicación o justificación a ésta postura y pensamiento de Don Gabrielito, quizá la encontremos de manera inconcusa, en las autorizadas voces de Germán Arciniegas, quien al efecto así afirmaba de los dos grandes próceres de la Independencia: “La ruptura entre Bolívar y Santander no es un enfrentamiento personal, no es un duelo por apoderarse del gobierno. Se trataba de un apasionado debate entre dos concepciones políticas: la una, fundada en los principios de democracia representativa proclamados en Cúcuta; la otra, en la presidencia vitalicia del cesarismo democrático. Santander sostenía el sistema que le había permitido echar las bases de un estado moderno, Bolívar el que le había servido en las campañas de la guerra. Tal

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fue el forcejeo entre quienes sostenían la Constitución de Cúcuta del 21, y quienes pensaban en otra calcada sobre la escrita para Bolivia. Santander y Mosquera se identificaron al sostener el orden civil americano. Como los dos sobrevivieron años al Libertador, alcanzaron a ver muchas cosas de las que fueron surgiendo con las experiencias de la republica. Por ejemplo, pudieron ver que el trato con los ingleses no iba a ser esa luna de miel que soñaba Bolívar cuando apremiaba a través de Santander a todo el gobierno para que la Gran Colombia pasara a ser protectorado ingles. Un incidente ocurrido en Panamá, en 1836 pinto de cuerpo entero el imperio de Londres. (…)

"Las armas os han dado la independencia; las leyes os darán la libertad". Esa libertad vaciló cuando Bolívar proclamó la dictadura. Santander iba hacia la democracia ilustrada. Bolívar se veía empujado hacia un gobierno fuerte por la presión de sus mismos generales. Entonces vino el choque que les distanció definitivamente. Los partidarios de Santander, contra su expresa voluntad, se empeñaron en una conspiración de la cual milagrosamente escapó con vida el Libertador. Pero Santander fue la víctima elegida por los bolivarianos, y poco faltó para que pagara con su vida la adhesión a las leyes. En las cárceles que habían construido los españoles en Cartagena, bóvedas en cuyas paredes revienta el golpe de las olas, pasó meses el prisionero, mientras se le confinaba al destierro en Europa. (…) El choque entre Santander y Bolívar, que no debe atenuar al hacer el relato de aquellos días, constituye una de esas contradicciones esenciales a todo instante creador. Era preciso mediar todas las posibles hipótesis de gobierno

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en un duelo apasionado, sin temor de la vida, para pulsar la capacidad democrática del pueblo. Lo admirable en el caso de Bolívar y Santander es que hubieran henchido la hora de sus propias pasiones, sin economía, sin calculo, para luego, con el oído atento al acompasado fluir de la vida, pronunciar palabras de conciliación y fervoroso amor al pueblo colombiano, cuya vibración no se ha extinguido. Cuando Bolívar hace su testamento político dice: "Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión yo bajare tranquilo al sepulcro". Santander, cuando ve que la muerte del Libertador deja indiferentes y aun satisface a quienes de él se habían distanciado en la política, exclama: "En América solo los miserables pueden alegrarse de la muerte de Bolívar". Los dos hombres que, hombro a hombro, habían luchado en la guerra, tienen su luz propia en la historia, y después de apartarse en la lucha de los partidos, llegan a esos términos de grandeza que arrancan de una vida consagrada a cimentar la independencia de América y afirmar en ella principios liberales. Si en la historia de Colombia Bolívar representa el héroe, si es su espada la que conduce unas tropas de campesinos y aldeanos a los campos en donde quedo vencido el ejercito de España, y si su fe electrizaba a las muchedumbres cuando decía: "La victoria marcha delante de nosotros", Santander, casi diez años más joven que Bolívar, simboliza un precoz apego a los principios civiles que habían de iniciar a los pueblos independientes en la vida de los pueblos libres. Es la encarnación de un tipo tenaz que le imprimió su rumbo definitivo a América. Por los senderos que él abrió en la maraña de una republica virginal, todavía, y mientras tengamos amor a la libertad, seguimos y seguiremos encaminando nuestros pasos. (La Prensa, Buenos Aires, mayo de 1940).(Hojas Universitarias, Revista

de la Universidad Central,Volumen IV, No. 35, junio de 1990).*

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De ahí, que mucho mortificara a Don Gabrielito, la división de su partido, con motivo de los comicios para presidente de la república, en el año de 1946. División, que protagonizaran, las dos corrientes presididas por el médico Gabriel Turbay Abunader y el destacado jurista Jorge Eliecer Gaitán, hecho que inevitablemente llevó a la pérdida del poder en manos del partido liberal, entonces, y que trajo irreparables consecuencias, de índole múltiple para la nación. La rivalidad, así planteada de los dos líderes, y la consecuente pérdida del poder del liberalismo, cambió el rumbo de la historia del país. No lo dudamos. Don Gabrielito, siempre fue aliado incondicional, de su coterráneo Gabriel Turbay. Por quien lamentó siempre el fracaso de su proyecto político. Sería el gobierno conservador de Mariano Ospina Pérez, el que asumiría el mando del poder y el desenlace y el recrudecimiento de la violencia partidista. Corriendo con el lastre de ésta, los partidarios del “trapo rojo”, porque ni las corbatas de éste color eran respetadas, puesto que quien se atreviera lucir ésta elegante prenda, era objeto de vejámenes e insultos, cuando no expuesto a que la cercenaran, aún puesta en el cuello de su víctima.

* Germán Arciniegas, Bolívar y Santander, Vidas Paralelas. Planeta

Bogotá 1995.

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NUEVE DE ABRIL DE 1948 Pudiera afirmarse, sin temor a equivocarnos, de cómo aún sin acabar de escucharse, los retumbantes fragores de la Segunda Guerra Mundial, cuando en nuestro entorno doméstico, se sucede, un inesperado hecho político de funestas y trascendentes repercusiones sociales. El magnicidio del dirigente político de extrema izquierda, Jorge Eliecer Gaitán. A la sazón se aprestaban a reunirse por éstas fechas, en Bogotá, los delegados oficiales, de la Unión Panamericana, que darían fundación a la Organización de los Estados Americanos, OEA, (Abril 30 de 1948), y mediante la cual se adoptó la Carta que daría origen a dicha Organización. Aquella mañana muy al alba, de ese malhadado 9 de abril, cuando y como de costumbre, Don Gabrielito, con puntualidad de gentleman inglés, y luego de despedirse de su hacendosa Aracely e hijos, y sin saber qué le deparaba ese nuevo y lluvioso día viernes, parte para cumplir su cotidiana tarea de oficinista cualquiera de la bulliciosa Bogotá del año 48. Para entonces era la pacífica y casi bucólica Chía. Toma su acostumbrado bicolor automotor, rojo con amarillo, y matrícula perteneciente a la célebre, para los moradores de aquel todavía villorrio, Flota Chía. Departe, como es consuetudinario hacerlo, durante el largo y tedioso viaje, con conocidos y amigos, que también en su calidad de obligados pasajeros, se dirigen a atender sus labores al centro de la capital. La misma que horas más tarde, pasado el meridiano, sería escenario de un terrible insuceso: el asesinato aleve y cobarde del líder de las masas populares liberales, Jorge Eliecer Gaitán.

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Hecho éste que desata, todo orden de desmanes, saqueos, incendios, disparos de francotiradores y muertes por doquier. Don Gabrielito, se ve presa de ésta desesperante como incontrolada situación, a cargo de las enfurecidas turbas que a su paso todo arrasaban, incluyendo vidas de inermes ciudadanos. Él se disponía cumplir hacía las horas del medio día, con un compromiso de duelo. Había acaecido el día anterior, la muerte de una muy queridísima parienta, la agraciada Merci o Mercedes García Cadena, esposa que fuera de un entrañable primo suyo, Luis García Cadena. Ante tales desmanes y su imposibilidad de encontrar un regreso normal a su casa, Don Gabrielito, totalmente desconcertado por lo que ocurría en su entorno, decide a como diera lugar y por supuesto de cristiana suerte y manera, servir de pasajero de todo tipo de carruajes improvisados, así como burros, caballos o mulas, para ver de conseguir su regreso sano y salvo a su dulce hogar, en la lejana Chía, asiento de su amada familia, que nada sabía de su incierto como inseguro destino, que ansiosos lo esperaban con un pronto retorno a casa. Pero el paso de las horas, hacía que la desesperanza y angustias, fueran mayores. Y a juzgar por las funestas y fragmentarias noticias que la radio emitía sin cesar, acerca de los desarrollos propiciados, desmedidamente por cuenta de la revuelta humana, y a la que se había unido la fuerza pública que a la sazón militaba en política, tornaba aún más tensa la situación que era literalmente dominada o en poder de las enardecidas turbas. A esta terrible desazón familiar, se agregó el hecho coincidente y consistente en que el radiorreceptor General Electric, desde el cual breves años antes, Don Gabrielito, hubo de seguir todos los acaeceres de la Segunda Guerra Mundial, se había echado a perder por causa de un fallo técnico.

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Ante tal carencia sirvió sí de fuente informativa para los inconsolables vástagos de Don Gabrielito, y acerca de las desesperanzadoras cuanto aterradoras nuevas, las que generosamente, transmitían y daban a conocer, allegados, parientes y vecinos del hogar, García Sánchez. Horas interminables de angustioso sufrimiento padecíamos, todos los hijos de Don Gabrielito, rezos, oraciones, veladoras, promesas todas etc., de estirpe religiosa católica fueron pocas, a ruego de conseguir el amparo providencial por la vida de nuestro progenitor y amantísimo cónyuge de Doña Aracely. Cuando por fin, bien entrada la noche, hace milagrosa aparición aquel personaje, por quien tanto, no pocos clamaran, al Supremo, le preservara su vida y lo retornara sano y salvo. A SALVO EN BOGOTA, AÑO DE 1949. El aciago 9 de abril de 1948, dio origen a una inestabilidad política como social, en todo el territorio de la república. El Régimen conservador del presidente Mariano Ospina Pérez, no supo nunca controlar las secuelas que los acontecimientos del mentado episodio arrojaron para la paz y tranquilidad de los colombianos de bien. Especialmente, aquellas personas que militaban en el “glorioso partido liberal”. Sufren con más rigor, toda clase de persecuciones y amenazas de muerte, incendios de sus viviendas, expropiaciones y todo género de expoliaciones, cuando no desapariciones, siendo víctimas aquellos quienes se atrevieran a confesarse liberales. Es decir, se desata una total violencia partidista a lo largo y ancho de la Nación, y se emprende, sin contemplaciones especialmente, contra todo exponente del partido contrario al del Gobierno. Siendo más marcada, en aquellos poblados de vida comarcana y caracterizados

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asentamientos de distinguidas familias liberales. Ello da pie, para que todo jefe de hogar que se rotulase como liberal o “cachiporro”, - como solía despectivamente denominársele -, emprendiera viaje o desplazamiento, con todos sus enseres, hacia las ciudades capitales, en busca de un seguro refugio político y un tranquilo vivir para sus familias. AVISO URGENTE Y OPORTUNO El domicilio de Don Gabrielito, en la localidad de Chía, fue abusivamente allanado, por agentes del régimen, que sin mediar orden judicial, y de manera intimidante, ingresaron a todas las instalaciones de la casa, sin escatimar rincón posible, para revisar y ver de evidenciar, supuesto “cargamento de armas”, que allí de manera clandestina seguramente se ocultaba. Como quiera que el Jefe de hogar, trabajaba para una compañía importadora (Flota Mercante Grancolombiana). Armas que, imaginariamente, se emplearían para ejecutar atentados contra el gobierno. Los llamados “policías chulavitas”, debieron pasar algún falso informe de su visita, a sus superiores en tal sentido, pues lo cierto es que Don Gabrielito, por boca de alguna persona afiliada al partido conservador, que bien conocía de su honorabilidad, le advirtió de inmediato, que en cuanto pudiera, saliera con su familia de la población, pues se fraguaba en su contra algo temible o que hiciera temer por su vida y la de su familia. Fue así como, Don Gabrielito con toda su prole, y en su calidad de liberal, y en particular por ser hermano de Don Roberto García Peña, Director del influyente matutino liberal El Tiempo, busca afanosamente y de modo repentino un buen día del mes de octubre de 1949, (domingo), un seguro refugio en la Capital de la

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República. Para tal efecto contó con la ayuda y amparo incondicional de sus pudientes hermanos, residentes entonces en la tranquila Bogotá. Del propio modo, cientos de familias emigran, por aquella época de igual manera a las capitales y provenientes de las provincias caracterizadamente liberales. De ahí, de cómo estas urbes se convertirían en fortines del liberalismo patrio. Era tanta la persecución contra los liberales, que las directivas responsables del partido, y ante la manifiesta falta de garantías por cuenta del Estado, que optaron por no participar en las elecciones, y recomendaron a sus con militantes, abstenerse de postular candidato suyo a los comicios, del año 49. - De similar modo, en el año 34, los conservadores laurianistas habían procedido -. Esta abstención del liberalismo, condujo al consecuente y seguro triunfo del partido conservador, - el partido de gobierno -. Así llega al poder, el 7 de agosto de 1950, el temido “monstruo” Laureano Gómez, que con su primer Designado, Roberto Urdaneta Arbeláez (el titular había enfermado), gobiernan, en condiciones aún peores para los exponentes y seguidores del partido liberal. UN PERFIL OSCURANTISTA De Laureano Gómez, Carlos Mario Perea Restrepo, (Gran Enciclopedia de Colombia), hace éste somero perfil: “Desde los años 30, cuando asumió el ataque' abierto contra el liberalismo, Gómez fue el símbolo del sectarismo que atravesaba radicalmente el enfrentamiento entre los partidos políticos. Para los unos, los conservadores, aparecía como la materialización viva de un espíritu de cruzada destinado a redimir al país de los males que le aquejaban. Imagen mesiánica que él mismo contribuyó a elaborar y que nunca ocultó como justificación última de los actos de su vida pública. En el discurso de posesión

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presidencial, que se anunciaba como su gran tarea, afirmaba: «Preciso es limpiar la mente popular de las punzadoras malezas del materialismo histórico [...] pero esta redentora tarea de regeneración de los sentimientos íntimos del pueblo no puede ser acometida con éxito sino por aquellos ministros que Dios diputó». A la vez, y de manera opuesta, para los otros, los liberales, Gómez era la encarnación de un engendro sobrevivido a los tiempos oscuros del Medioevo y tras de quien sólo era posible el oscurantismo. Y la encarnación simbólica de Laureano Gómez resulta comprensible en de la vida política de mediados de siglo. (…) No sólo las condenas de sus adversarios y del liberalismo le granjearon la imagen sectaria. Su lógica y sus razonamientos sofísticos, muy frecuentes en sus alocuciones y escritos, terminaban por definir la imposibilidad de trabar un diálogo con Gómez. Sus enrevesadas comparaciones históricas y el endurecimiento, desde el 9 de abril, de sus tesis de la conspiración exterior, del peligro inminente que para la estabilidad del país representaban los judíos, los masones y el comunismo, se sumaban igualmente a esta dificultad de entendimiento con el líder conservador. (…)” EL TEMA DE LA VIOLENCIA Revistió señalada importancia para Don Gabrielito, el tema de la violencia, que tanto a él mortificara y temiera, y como quiera que muchos fueran los padecimientos que sufrieron todas las gentes de su generación. Por ello, nos parece pertinente y en lo relacionado con el controvertido tema de los inicios de la violencia en Colombia de los años 47 a 53, el siguiente extracto, del escrito de Carlos Mario Perea Restrepo, (Gran Enciclopedia de Colombia):

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“A pesar de las dificultades que para la memoria colectiva representa el intento de fijar una fecha o un evento de comienzo de la Violencia, hay un acuerdo generalizado en que ella tuvo su inicio hacia el año de 1946, con los enfrentamientos que por ese entonces comenzaron a protagonizarse en los departamentos de Boyacá, Cundinamarca y Nariño, extendiéndose luego a otras regiones de la geografía nacional a partir de abril de 1948, cuando cae asesinado Jorge Eliécer Gaitán. El último fragmento del mandato de Mariano Ospina y el comienzo de la vigencia presidencial de Gómez, durante 1950, conocerán el pico más alto en las estadísticas de las vidas sacrificadas.” El mayor porcentaje de muertos por la violencia, se registra en 1950. Durante éste año, y por tal causa las víctimas suman 50.253. Algo del pensamiento de Gómez, de quien si bien, algunos historiadores y estudiosos de su ideario, sostienen que el dirigente conservador, no constituyó ni así lo pretendió, establecer un régimen totalitario, sí al menos autoritario. Resulta muy diciente, cuáles fueron sus intenciones en tal sentido, a juzgar por lo expresado en el siguiente aparte, y respecto de la reforma constitucional que se proponía conseguir: “Los rasgos claramente autoritarios están presentes en toda la vida pública de Gómez. La propuesta constitucional no es la excepción. Hay libertad de agremiación pero «el legislador establecerá las salvedades necesarias en relación con el sindicalismo de empresa ». «La prensa hablada deberá someterse a un régimen de censura previa» (…)

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La materialización del proyecto políticosocial de Laureano Gómez, inspirado en la visión conservadora, tendría lugar mediante la adopción de una reforma constitucional emitida por una Asamblea Nacional Constituyente, convocada a sus sesiones ordinarias, justo en el momento en que su gobierno es derrocado: el 13 de junio de 1953 Gómez va al Palacio de la Carrera, a la sazón el palacio presidencial, a exigir que Urdaneta expida la resolución de destitución del comandante de las Fuerzas Armadas, el general Rojas Pinilla. El presidente encargado se niega a hacerlo solicitando a Gómez que reasuma el cargo presidencial. En la tarde, El Espectador, periódico de emisión matinal, edita el telegrama enviado a los gobernadores anunciando que el presidente titular reasume el mando. Pero ese mismo día, recién entrada la noche, se declara la destitución de Laureano Gómez como presidente de la República y se anuncia que Rojas asume el poder. (…) Es así, como aquel memorable día, Colombia, llegó a tener tres presidentes. Tremenda noticia que en boca de Don Gabrielito, nos atemorizó, en especial a quienes a la sazón no éramos aún adolescentes. EL RÉGIMEN DE GURROPIN Este atroz régimen político, no tardó en ser objeto de un incruento golpe de estado, el mismo que encabezaran y auparan con el apoyo de las buenas gentes de Colombia, las directivas disidentes de los dos partidos y el incondicional aplauso de los gremios todos del sector privado. Así surge el 13 de junio de 1953 y hasta el 10 de mayo de 1957, el régimen del Burundún-Burundá, del que aludiera en su Sueño de las Escalinatas, Zalamea Borda: El régimen de la “bestia militar, que tuvo tantas estrellas

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como pezuñas”, y que no tardaría también en ser derrocado del poder. Quien fue Rojas Pinilla. Alberto Donadío, en su colaboración para la Gran Enciclopedia de Colombia, en algunos de sus apartes, se expresa acerca de éste personaje y del golpe, en los siguientes términos: “Gustavo Rojas Pinilla, general del Ejército, político conservador y presidente colombiano, nació en Tunja (Boyacá), el 12marzo de 1900, y murió en Melgar (Tolima) el17 de enero de 1975. Llegó a la presidencia de la República en 1953, en medio de una incontrolable violencia bipartidista y en un momento de anarquía general y de descrédito del gobierno elegido. Inicialmente fue aclamado como salvador de la patria en un gobierno de transición que prometió elecciones. Posteriormente, se aposentó en el poder y lanzó su propio proyecto de gobierno, con lo cual fue perdiendo popularidad, especialmente entre los poderes establecidos -los partidos liberal y conservador-, que finalmente promovieron su derrocamiento en 1957, cuando el general había anunciado que se aferraría al poder. (…) GOLPE DE ESTADO El 13 de junio de 1953, con el respaldo del partido liberal, del ala del conservatismo que lideraba el ex presidente

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Ospina Pérez, y con el beneplácito de la gran mayoría de colombianos (industriales, comerciantes, asociaciones sindicales, campesinos, la Iglesia católica y hasta de los guerrilleros) que ansiaba el retorno de la paz, el teniente general Gustavo Rojas Pinilla derrocó al presidente Laureano Gómez, que abandonó el país rumbo a Nueva York y después a España. La prensa de ambos partidos, con excepción del diario El Siglo, cuyo propietario era el presidente derrocado, saludaron con entusiasmo al nuevo régimen. El "Segundo Libertador", lo llamaron. El teniente general, por su parte, anunció que su gobierno sería el gobierno de las Fuerzas Armadas y que los lemas de su mandato serían la paz, la justicia y la libertad. Fueron promesas que la nación recibió con gran regocijo, pero que poco a poco el propio gobierno fue desconociendo. Para comenzar, el país continuó bajo el régimen del estado de sitio, no se reinstaló el Congreso de la República que había sido clausurado por el presidente Mariano Ospina Pérez, sino que se inauguró la Asamblea Nacional Constituyente (ANAC), preparada por Laureano Gómez con el fin de dictar una nueva Constitución. Paradójicamente, a la ANAC le correspondió legitimar al general Rojas como presidente de la República, el 15 de junio de 1953, para terminar el período del mandatario derrocado y luego, en 1954, reelegirlo para el período siguiente. Y aún, para un período más, pues cuando el general Rojas cayó del poder, el 10 de mayo de 1957, acababa de ser elegido el día anterior presidente de Colombia hasta 1962.” Al derrocamiento del Rojas, asume la dirección del mando del Estado, una junta compuesta por cinco militares. Su gobierno es transitorio, mientras el establecimiento constitucional se reanuda, a partir del 7 de agosto de

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1958, a partir de la consulta plebiscitaria, con la posesión del presidente Alberto Lleras Camargo, y una nueva vida institucional para el país comienza con el Frente Nacional. Esto alegró en grado especial, a Don Gabrielito. Y así prosiguen 16 años de alternación de los partidos en el poder. Cediendo el turno, al partido conservador, con Guillermo León Valencia; luego corresponde el siguiente período, al liberal Carlos Lleras Restrepo, y el último, antes del desmonte de éste sistema, con el conservador, Misael Pastrana Borrero. Conformaron la Junta Militar (10 de mayo de 1957 - 7 de agosto de 1958): Mayor General Gabriel París G; Mayor General Deogracias Fonseca E; Contraalmirante Rubén Piedrahíta A; Brigadier General Rafael Navas Pardo y el Brigadier General Luis E Ordóñez C. La explosión de Cali En 1956, otro grave hecho ocupa la atención del pueblo de Colombia y del mundo entero. Se trata de una gigantesca explosión en la ciudad de Cali. La madrugada de aquel trágico día, Don Gabrielito, nos despierta a todos, anunciándonos el infernal acontecimiento. Él siempre, poseedor de la primicia. Apelamos a una autorizada fuente para ilustrar al lector atento, respecto de éstos hechos: “La explosión de Cali Agosto 7 de 1956. Por: César Ayala Diago.

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Desde las horas de la mañana del 6 de agosto de 1956 una caravana de diez camiones al mando de unidades del ejército nacional se desplazaba por la vía Buenaventura-Cali, cargados de 1.053 cajas de dinamita que tenían como destino las obras públicas que se adelantaban en Bogotá. Al llegar a Cali, en las horas de la tarde, siete de los diez camiones fueron estacionados en las inmediaciones del Batallón Codazzi. Horas después, en la madrugada del día 7, una estruendosa explosión despertó a la ciudad. Cuadras enteras quedaron convertidas en cenizas. "Fue como si el cementerio hubiera saltado al aire", relató un aviador que en el momento de la explosión sobrevolaba la ciudad. La catástrofe dejó más de 1.300 muertos, cuatro mil heridos y destrucciones por cien millones de pesos. Las edificaciones donde se alojaba el Batallón Codazzi, la Policía Militar y la Tercera Brigada desaparecieron por completo. Ocho manzanas quedaron completamente destruidas y tres más fueron averiadas por la onda explosiva. Era la tragedia más grande ocurrida en Colombia y no se tenía noticia de algo similar en el mundo. No obstante su magnitud, Colombia pudo manejar la tragedia (por lo menos en su primera etapa). A ello contribuyeron varios factores. En primer lugar, la presencia en el país de la Secretaría de Acción Social y Protección Infantil, SENDAS, institución de cobertura nacional con una infraestructura material y humana capacitada para afrontar la situación. Dirigida por María Eugenia Rojas, hija del presidente de la República e inspirada en la labor de Eva Perón en la Argentina, SENDAS estaba en funcionamiento desde 1954, y su experiencia en la pacificación de los Llanos Orientales, lo mismo que su atención a niños huérfanos y desvalidos en otras zonas rehabilitadas de la violencia, garantizaron la centralización y canalización de las ayudas. En segundo lugar, el papel del clero fue también importante. La Acción Católica

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organizó los primeros auxilios y después se desempeñó en la defensa de los damnificados, en la consecución de dineros y en las propuestas para solucionar sus calamidades. En tercer lugar, coadyuvó a sortear la situación el hecho de estar militares al frente de los gobiernos local y nacional. Esto facilitó el control militar de la situación, evitándose así los desmanes propios de tales circunstancias. Y en cuarto lugar, la participación de los colombianos en las campañas solidarias fue también ejemplar: en las ciudades colombianas se conformaron comités pro-damnificados y en poco tiempo se logró una suma alta en donaciones y provisiones. Entre las causas de la tragedia, se hablo de recalentamiento de los camiones que transportaban la dinamita y de manipulación de proyectiles para las salvas de la fiesta patria del 7 de agosto. Sin embargo, la formulada por el presidente de la República fue la más contundente: un "sabotaje político" de la oposición y en particular de quienes habían firmado el Pacto de Benidorm, el 24 de julio: Alberto Lleras y Laureano Gómez. La coyuntura que vivía el país hizo que la catástrofe adquiriera justificado matiz político. El mismo día de la explosión se cumplía un año del cierre de El Tiempo. La del presidente había sido una salida en falso e inoportuna, y es posible que el temor ante el fortalecimiento de la oposición lo haya ofuscado. A la altura de agosto de 1956, el país estaba de nuevo polarizado y el gobernante había aceptado el reto de la confrontación. En junio de 1956, en medio de un despampanante despliegue publicitario, proclamó su nuevo proyecto político, la Tercera Fuerza. El Frente Civil optó definitivamente por el derrocamiento del régimen.

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Culpar de la catástrofe a la oposición fortaleció a ésta. Capitaneado por una élite sobrada en experiencia, el Frente Civil no desaprovechó la oportunidad que el régimen le servía en bandeja. Una protesta de Alberto Lleras por la inculpación que se le hacía circuló por todo el país en hojas volantes: "Al dolor inenarrable que me produce la tragedia de Cali se suma en mi tribulación el espanto de estar gobernado de esta forma". Realmente fue la oposición quien mejor explotó la catástrofe. Su habilidad para hacer de la tragedia un factor político no cesó. Enrique Santos Montejo, Caliban, en carta desde París publicada en El Universo de Guayaquil (septiembre 4) autodenominándose "interprete de la opinión pública colombiana por más de cuarenta años", le demandaba al gobernante su separación del poder por considerarla una "apremiante necesidad colombiana". Sin embargo, el 10 de mayo de 1957, nueve meses después de la tragedia, cuando Rojas abandonó el país, los problemas de los damnificados subsistían sin solución de fondo. Pero su papel como actor estelar en el drama del derrumbe del régimen militar había concluido con éxito.”

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CAE ROJAS PINILLA. Este momento de la historia política de Colombia, es registrado y a manera de resumen, por la Revista Credencial así: “Caída de Rojas Pinilla 10 de mayo de 1957. Por: Mario Aguilera Peña. El gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla terminó el 10 de mayo de 1957, cuando se vio obligado a entregar el poder a una Junta Militar compuesta por los mayores generales Gabriel París y Deogracias Fonseca, el contraalmirante Rubén Piedrahita y los brigadieres generales Rafael Navas Pardo y Luis E. Ordóñez. La crisis de la dictadura comenzó en 1956 con el retiro del apoyo que le habían brindado los dirigentes de los dos partidos tradicionales, debido al empeño del general Rojas por lograr cierta autonomía tratando de crear una base social propia a través de la conformación de lo que se llamó la Tercera Fuerza, es decir, un nuevo movimiento político que aspiraba a colocarse por encima de las dos grandes colectividades partidistas tradicionales. La oposición al gobierno se hace intensa desde comienzos de 1957 cuando Rojas Pinilla empieza a gestionar su reelección para el período 1958-1962 por una Asamblea Nacional Constituyente (ANAC) que anteriormente había legitimado su gobierno y lo había elegido para el período 1954-1958. Al malestar público agravado por la difícil situación económica y estimulado por la Iglesia y los partidos se acrecentó con ocasión del arresto domiciliario de

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Guillermo León Valencia, candidato del llamado Frente Civil, el cual aglutinaba a los sectores opuestos al gobierno. Los primeros en movilizarse fueron los estudiantes universitarios que se declararon en huelga en los primeros días de mayo. El día 5, por iniciativa de sus directores, dejaron de circular los principales diarios del país. El 6, los bancos cerraron sus puertas, desencadenando la huelga general del comercio capitalino. El 7 de mayo se inicia la parálisis industrial en Medellín y Bogotá. El 8 de mayo, el paro económico se extiende a Cali y parcialmente a Barranquilla, Manizales y otras ciudades. Mientras el gobierno anunciaba sanciones a los bancos, hubo manifestaciones de estudiantes y de señoras enlutadas en Bogotá, Popayán, Palmira y Buenaventura. El día 9, los víveres escaseaban en la capital, se desarrollaron nuevas manifestaciones en Cali y Bogotá y se conocía la condena del cardenal Crisanto Luque al régimen, por "asesinato, por profanación sacrílega de las iglesias y por faltar a la promesa de no buscar la reelección". En la noche de ese día los altos mandos militares y los dirigentes del Frente Civil comenzaron a decidir la suerte del general Rojas. A las tres y media de la madrugada del 10 de mayo se llegó al acuerdo final: renuncia del general, designación de una Junta Militar, constitución de un gabinete paritario, liquidación de la Asamblea Nacional Constituyente, convocatoria a elecciones y compromiso conjunto de retorno a la normalidad. Una hora después, y antes del anuncio oficial, comenzaron las celebraciones desbordantes en los principales centros urbanos del país; sin embargo, algunas de ellas no terminaron pacíficamente, debido a los ataques contra edificios públicos y contra miembros del depuesto gobierno.”

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Gran Alborozo por la Caída del Régimen. Tal fuera la alegría que embargara a Don Gabrielito, la caída del régimen militar de Rojas Pinilla, quien como buen aficionado y radioescucha de la seria y afamada radio extranjera, esto es, de la importancia que revestían sus noticias emitidas durante la noche, que estando absorto escuchándolas, como era su hábito hacerlo, se entera aquella madrugada del 10 de mayo de 1957, de la caída del régimen despótico del General Rojas Pinilla. Era inminente que esto de un momento a otro ocurriera así, y al enterarse de los acontecimientos que ocurrían en el mundo entero, le sorprende la gran noticia, trasmitida en francés. Se referían a la Caída del General Rojas Pinilla. Fue tanta la emoción y el entusiasmo de Don Gabrielito, por dar a conocer la buena y no menos anhelada nueva, que no tuvo inconveniente, en subirse peligrosamente, en la inmensa piedra del lavadero de ropa de su casa, y desde su alto, perifonear a toda y viva voz, la máxima que le permitieran su antes callada garganta y pulmones, - los que no fueron para ello escasos -, para dar buena cuenta a todos sus vecinos, acerca del feliz acontecimiento. La sonora voz, que antaño fuera de tenor frustrado, se hizo sentir, a gran distancia y hasta cuantas cuadras a su alrededor le fuera posible oírse. No pudieron el temor ni el reato por el silencio circundante, propio de las dos o cuatro de la madrugada, de aquel memorable día, para hacer sentir, como rayo y trueno seguido, su estridente y reiterativo grito, con vocación de alarido, aquella ansiada frase que sirvió de grandes titulares a la prensa nacional e internacional: - ¡Cayó Rojas Pinilla…! ¡Cayó el Dictador…! ¡Viva Colombia libre…!

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Años más tarde, luego del largo juicio que el Senado de la República le siguiera a Rojas, proceso que terminó, declarando al exdictador, como indigno de haber ejercido la presidencia de Colombia, y de rehabilitarle después sus derechos ciudadanos, se funda el partido político de la ANAPO. Vino a constituirse éste partido como el resurgir de sus cenizas, de la trayectoria populista que como herencia dejara en sus hijos y parientes el tirano militar. Don Gabrielito, se mostraba muy preocupado del ascenso y fuerza que adquiría esta temible corriente política, por lo que representaba, y recordamos cómo él que siempre la repudió, la vio como amenaza para la paz. Por supuesto, sus fundados temores no tardaron en reflejar clara evidencia al confirmarse los mismos, hasta el punto de casi obtener, el Ex general, el triunfo en las elecciones presidenciales del 19 de abril de 1970, y los desmanes que en adelante se sucederían patrocinados por éste partido. ¡Manes de la democracia! La historia reciente señala este episodio así: “Conocidos los primeros y reñidos resultados electorales, caracterizados por una abstención del 43%, Rojas Pinilla se autoproclamó vencedor en la noche del 19 de abril de 1970, incitando a la revuelta callejera ante el inminente desconocimiento de su victoria, lo que obligó al presidente Lleras Restrepo a declarar el estado de sitio y el arresto domiciliario de Rojas y su hija María Eugenia, su lugarteniente de partido. El 22 de abril siguiente, la Corte Electoral confirmó, por un escaso margen de 63.557 votos, la victoria de Pastrana. Consecuencia de dicha impugnación fue la formación del movimiento guerrillero pro-anapista, denominado M-19.”

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FRENTE NACIONAL Vendría como efecto consecuente, a la caída del régimen militar, la célebre y oportuna en su monumento, fórmula política del Frente Nacional. Ideada por cuenta de las dos cabezas visibles de los partidos tradicionales: el Liberal y Conservador, respectivamente representados por sus dos caracterizados lideres: Alberto Lleras Camargo y Laureano Gómez. Consistió esta “salomónica” solución, la misma que daría término a la encarnizada rivalidad política existente entre las dos ideologías centenarias, en alternarse, cada cuatro años el poder, haciéndolo durante 16 años. Y conformado, cada gobierno a su turno, de manera paritaria. Esta salida política, que fuera refrendada, por el plebiscito de 1957, fue incorporada en la Constitución Política, mediante reforma al efecto sujeta a los comicios del caso. Se pretendía acabar de éste modo, con la violencia partidista que tanto daño y por tantos años, había asolado a Colombia. Gustó y apoyó Don Gabrielito de ésta solución política, la misma que aupara, desde sus columnas editoriales, del diario liberal El Tiempo, su liberalísimo hermano, Don Roberto García Peña. Y desde luego que, ello no sería de otra manera, dado que éste personaje, Don Roberto, figurara, entre aquellas personas, que más impulsó desde el exilio primero y después desde el propio diario que él dirigiera, la caída del régimen, como quiera que fuera una de sus principales víctimas propiciatorias, del para la época, calificado como déspota Rojas Pinilla. El mismo que mantuvo censurado el periódico, con el ánimo de acallar toda noticia e información verdadera que pretendiera publicar y que se refiriera al mal gobierno presidido por el “supremo, teniente general”.

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Fue Don Roberto García Peña, el respetado y admirado hermano de Don Gabrielito, víctima de continúas persecuciones y amenazas de muerte, promovidas todas por el tirano dictador Rojas. Detectives, al servicio del régimen vigilaban y custodiaban su residencia en el barrio Teusaquillo, de la capital de la República, no para protegerlo, sino para amedrentarlo como acosarlo, para ver de lograr que se exiliase en el exterior. En alguna ocasión, un infame atentado fue perpetrado en las instalaciones locativas de su propia residencia, que destruyó gran parte de la misma. Hecho éste que quedó, por obra y gracia del régimen, totalmente impune. Pues, se trataba, a como diera lugar, de acallar la voz cantante de la opinión pública, la misma que se encargaba de dar buena cuenta de las “fechorías” propias del régimen militar imperante. Estos hechos adversos a su querido hermano Roberto, causaron en Don Gabrielito, las naturales zozobras y angustias, temiendo siempre por la vida de su ilustre colateral. De estas constantes preocupaciones por la suerte de su eximio hermano, hacía Don Gabrielito partícipes a toda su familia. Y muchas horas de desvelos e incertidumbre padecíamos quienes testificamos acerca de estos amargos momentos por los que atravesaba la Nación toda. Por causa del régimen del sátrapa, o la “bestia militar, de más pezuñas que estrellas”. CLAUSURA DEL EL TIEMPO POR LA DICTADURA

Vienen a la memoria, aquellos sufrimientos que afectaron tanto a Don Gabrielito, ante y por los cuales fuera víctima implacable el veterano periodista Don Roberto García Peña. Y es aquel episodio que motivó el cierre definitivo del Diario El Tiempo, al que no bastó para mantenerlo en circulación, la férrea censura de prensa que decretara, el régimen dictatorial de Rojas, por un largo período.

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El hecho ocurrido fue del siguiente tenor: “Después de haber superado el incendio de 1951, el 4 de agosto de 1955, en tiempos de la dictadura militar, el periódico fue clausurado. Así lo vivió García-Peña: «Yo fui llamado por el Estado Mayor a que rectificara una versión sobre el asesinato de los Correa, cerca a Pereira, que había sido publicado en El Comercio, del Ecuador, estando de visita en Quito el dictador Rojas Pinilla. En vista de que yo me negara a hacer la rectificación que me exigía el comando del Estado Mayor, se me notificó que si no aceptaba lo que se me proponía por la fuerza, se verían obligados a cerrar El Tiempo indefinidamente. Yo manifesté entonces que de ninguna manera aceptaba la rectificación que me pedían y así fue como el 4 de agosto fue clausurado El Tiempo».* *Tomado de la reseña biográfica, escrita por Juan Lozano, y publicación de la

Biblioteca Luis Ángel Arango.

Alberto Lleras Camargo, por su parte, se ocupaba del tema en los siguientes términos, a través de un discurso y con motivo del inaudito cierre del medio de prensa, y con su sonora como elocuente voz, se dirige a un entusiasmado público así: “Se cierra El Tiempo, empresa privada y lícita, y lo cierra por alocución, por discurso y confirma el acto por resolución. Lo cierra de acuerdo con la primera y la última, por una publicación que no se había hecho en el país, pero en el discurso se presenta el acto como una calculada determinación de libertar a Colombia de la dictadura de su influencia y al gobierno de un competidor clandestino. Lo cierra además, porque no quiso publicar como suya, una declaración que hubiera arrojado infamia sobre el director del periódico, y que de contera y de

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acuerdo otra vez con la legalidad marcial, lo hubiera llevado a confesar su participación en actos delictuosos. Estos son precisamente, los hechos que hacen aparecer, no ya ante una conciencia jurídica, sino ante una simple conciencia humana. Este caso como el más grave en la

cadena de represiones a la libertad de opinar.” * *Tomado de la banda sonora de la Universidad de Antioquia. Emisora Cultural. Fonoteca.

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EL OCASO DE LA POLÍTICA PARA DON GABRIELITO Una vez, los avatares políticos que siguieron a la culminación del Frente Nacional, y el desmonte que del mismo sistema se dio, vinieron los gobiernos de Alfonso López Michelsen (1974-1978); Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y Belisario Betancurt Cuartas (1982-1986). Estos períodos presidenciales, ya en años postreros de la vida de Don Gabrielito, representan para él relativa tranquilidad, cuando durante la vigencia del último mandato mencionado, le sorprende su muerte. LA FLOTA MERCANTE - AÑOS DE 1947-1966 Se puede resumir el paso de Don Gabrielito, durante 19 años de servicio a ésta importantísima multinacional naviera, la Flota Mercante Grancolombiana, y en la que ocupó un alto cargo de responsabilidad administrativa, con las muy sentidas expresiones de Su Gerente General, Don Álvaro Díaz, quien al responder a su carta de renuncia, manifestó:

Señor Don Gabriel García Peña, LA CIUDAD Bogotá, Abril 11 de 1. 966 Muy estimado Don Gabriel:

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Con pena recibí su carta del 6 de Abril en la cual me dice que ha tomado la determinación de retirarse de la Empresa y me presenta, con carácter de irrevocable, renuncia del cargo que ha venido desempeñando como Jefe de la Sección de Tráfico y Tarifas de la Empresa. Quiero manifestarle que para mí, su retiro de la Flota constituye una pérdida muy grande, porque Usted ha venido desempeñando tan alta posición no solo con una gran capacidad, asiduidad y amor al trabajo, sino con la más alta lealtad y honestidad hacia la Empresa. Tanto para la Gerencia General, como para sus compañeros de trabajo, su retiro constituye una gran pérdida, pues además de sus relevantes condiciones de hombre de trabajo, supo Usted captarse por su don de gentes, simpatía e integridad, el cariño de todos sus compañeros. Como su renuncia es irrevocable, no tengo otra alternativa que aceptarla, dejando eso sí al hacerlo, las constancias anteriores. Tenga Usted la seguridad de que la Empresa siempre guardará de Usted un recuerdo muy grato y que nada nos será más placentero que poderlo ayudar en cualquier cosa en que Usted considere podemos serie de utilidad. Con sentimientos de la más alta consideración y aprecio, me es grato saludarlo y reiterarle las seguridades de mi amistad y aprecio personal. Afectísimo amigo. FLOTA MERCANTE GRANCOLOMBIANA ALVARO DIAZ S. Gerente General”

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EN LA ADUANA NACIONAL Una vez retirado Don Gabrielito, del servicio privado del que fuera tan merecidamente enaltecido, durante su importante paso por la Flota Mercante Grancolombiana, y proveniente de la pluma de quien de tal modo de él se expresara, como la máxima cabeza que la regentaba, ingresó, el venerable personaje, como funcionario público dependiente de la Dirección General de Aduanas de Colombia. A su retiro de ésta, y para obtener su pensión estatal, se dio a conocer, por parte del Director General de Aduanas, de la época, Señor Félix J. Liévano B., la siguiente como valiosa misiva privada, dirigida por éste, a Don Roberto García Peña. Director de El Tiempo. En efecto, el alto funcionario en mención así se expresaba de su apreciado exservidor, Don Gabriel García Peña: “Bogotá, D. E. Abril 15 de 1. 969 Señor doctor ROBERTO GARCIA PEÑA L. C. Estimado Roberto: Estas líneas te llevan mi agradecimiento por tu atenta nota del 9 del presente mes relativo a tu hermano don Gabriel. Me es grato manifestarte que la eficiencia en el servicio, la escrupulosa honestidad y la caballerosidad de tu hermano mucho han contribuido al buen nombre de la Dirección General de Aduanas y particularmente a la División de Investigaciones Especiales que, como tú sabes, es una de las dependencias neurálgicas de la Institución. Por todo lo expuesto el agradecido con la

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presencia de tu hermano en la Dirección de Aduanas, obviamente soy yo. Recibe mi cordial abrazo y mis fervientes votos porque sigas triunfando en la inteligente y prolongada labor en esa verdadera tribuna de opinión pública.” EMPLEADO DE EL TIEMPO Jubilado de la Nación, (ello en virtud y en gracia de sus muchos años de infatigable y constante trabajar, triplemente pensionado: Nación, servicio privado a una sola empresa Flota Mercante Grancolombiana, 19 años de servicio) y ya en el ocaso de sus días, logra obtener el reconocimiento pensional del ISS). Luego ingresa como empleado del Diario El Tiempo, al que sirve cerca de 15 años, cuando la muerte le sorprende, después de padecer serias afecciones hepáticas, que le originan más tarde un infarto del miocardio, en 1983. ACERCA DE MARIO Con sus hermanos, Don Gabrielito, tuvo una especial deferencia que siempre fue muy bien correspondida. Ejemplo admirable de respeto y casi veneración se profesaban, en especial en sus años de madurez adulta. Con Roberto, Director del El diario El Tiempo, por varias décadas, quien no cejó nunca de velar por sus intereses económicos y continua ayuda que no disminuyó o menguó en dispensarle con desinterés digno del mejor encomio. Mario, el mayor, de recio carácter, le brindó también su inquebrantable generosidad fraterna. De Mario, se ocupó de exaltarlo, en un mensaje epistolar, dirigido a cierta e influyente como destacada personalidad santandereana.

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En efecto, las siguientes manifestaciones o rasgos de su vida, la de Mario, que por lo demás, lo reputaron como sobresaliente en el ámbito nacional cuanto internacional, subraya de él, Don Gabrielito: “Bogotá, 23 de mayo de 1969 Sr. Dr. ROBERTO HARKER VALDIVIESO Apartado Aéreo Nro. 515 Bucaramanga Estimadísimo Señor: Es con inmenso gusto que complazco sus deseos de allegar algunos datos relacionados con mi difunto e inolvidable hermano MARIO GARCIA PEÑA. Ante la distinción que quiere Ud. hacer en homenaje a ese coterráneo suyo, que entre otros muchos tuvo el merito de ser un "self-mademan", - como alguien lo llamo alguna vez -, no puedo yo, su hermano, que estuvo a su lado en muchas de sus luchas, menos de complacer a Ud. dándole algunos datos de la vida de ese ejemplar humano tan digno de un recuerdo cariñoso, como será el que Ud. quiere rendir en su obsequio en un libro que proyecta editar. Haciendo sobrehumanos esfuerzos de memoria, pues a estas horas el reloj de la vida que dio todo lo que pudo, flaquea, inexorablemente. Sin embargo, con el propósito que Ud. Persigue le cuento a usted las cosas así: MARIO GARCIA PEÑA, nació el 10 de mayo de 1896 en le hacienda cafetera de el Líbano, en el municipio de Rionegro, del Departamento de Santander. Fueron sus padres Tirso García Burbano, de hondas raíces santandereanas y Carolina Peña-Solano de García, de origen boyacense. En la nombrada hacienda Mario vivió

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hasta alcanzar la edad escolar, luego su familia se traslado a Bucaramanga y en nuestra ciudad ingresó a una escuela pública dirigida por la institutora doña Elena Rincón. Sus estudios de secundaria los inició en un instituto privado regentado por el educador santandereano, don Guillermo Otero Wilches y luego en el Colegio de San Pedro Claver, para terminar luego su bachillerato en el Colegio de Boyacá, en Tunja. Trasladado a Bogotá fue alumno de la llamada Universidad Republicana durante dos años, ingresando luego a las actividades periodistas e integrándose al cuerpo de redactores, o cronistas en los diarios El Espectador y El Tiempo. - En el año de 1919 regresó a Bucaramanga con el propósito de fundar el primer periódico, diario en nuestro departamento y al efecto, en asocio con el Dr. Alcibíades Arguello, fundó el DIARIO DE SANTANDER, que tuvo fervorosa acogida en todas las capas sociales y en los círculos intelectuales de nuestra ciudad. - En el año de 1920 por don Víctor Manuel Ogliastri fue llamado a ocupar un alto cargo en la Compañía Colombiana de Mutualidad y como Secretario General de esa institución, viajó con el Señor Ogliastri a los Estados Unidos. Mario, atraído por las grandes oportunidades de prosperidad que ha brindado siempre ese país maravilloso a los espíritus inquietos y decididos, prefirió no regresar a Colombia y se radicó en Nueva York. En aquella metrópoli se asoció a una empresa comercial que gerenciaba don Pedro Chambón Pérez, caballero cucuteño que había residido en Bucaramanga, y más tarde, inclinado siempre a su orientación periodista fundó la firma ALL AMERICA NEWS PAPER REPRESENTATIVES, entidad que se ofreció a los mayores rotativos de la América Latina como su representante o agente para el envío de materiales y noticias de interés general para publicarse en los diarios de los pises latinos.

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Esta labor la adelantó por el término de diez y ocho años, lapso en el cual tuvo la oportunidad de vincularse a grandes empresas de publicidad norteamericanas y actividad que le dio así mismo la oportunidad de realizar repetidos viajes por todos los países del nuevo y viejo mundo y aún del Asia, y fue de los pocos colombianos que en aquellos años visitó Rusia, Japón, China. Amasado un capital a golpes de inteligencia, audacia y constancia, creyó llegada la hora del retorno a Colombia, ideal que realizó en el año de 1939 con su esposa, la dama costarricense Doña Dora Fernández y con su pequeña Claudia. En Bogotá fundó la empresa de publicidad “PROPAGANDA EPOCA LIMITADA”, única en su género de trabajo entonces en el país. Esta empresa tuvo gran prosperidad y proporcionó a García Peña los medios adecuados para establecer en los Llanos Orientales una empresa agrícola y pecuaria de amplias dimensiones que infortunadamente no tuvo un coronamiento satisfactorio, por cuanto el natural desarrollo que logró se frustró, pues coincidió con él, la tempestad de violencia política que se desató en los Llanos Orientales en época de vergonzoso y doloroso recuerdo. En el año de 1962, García Peña quien, pese a su edad, desplegaba una dinámica desconcertante, vio declinar sus energías por causa de las molestias cardíacas, originadas principalmente por los continuos cambios de altitud que le imponían sus permanentes viajes a sus propiedades en los Llanos. Y el 10 de julio de aquel año, en la tierra a que entregó todo el fruto de su lucha cayó vencido y yace allí mismo, sepultado bajo una tumba blanca y una tosca cruz de madera en medio de la inmensa llanura. Estos son los rasgos más notables de la vida inquieta de ese su coterráneo a quien usted quiere rendir un

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homenaje de recordación, que sus hermanos agradecemos con el sentimiento más efusivo, máxime viniendo de quien viene, de usted, vástago ilustre del clan Harker, que tan cerca está de nuestro corazón, como del clan García, núcleo de recios varones que dejaron hondos surcos labrados en las ásperas y amadas breñas nuestras. Tuvo con los Harker, vínculos poderosos de sincera amistad. Su abuelo Don Simón y mi padre Don Tirso García Burbano, fueron en su adolescencia y en su juventud camaradas inseparables. Su padre de usted y el que estas líneas escribe fueron condiscípulos desde las primeras letras y compañeros a través del servicio militar. También le cuento, que sus padres Francisco y Elvia, concertaron su matrimonio, a la sombra del techo de mi casa, por allá en los años de 1926 o 27. Que lo digan ellos. La producción periodística de Mario García Peña fue copiosísima, pero infortunadamente por tener ése carácter, de artículos de periódico, no se acumuló cuidadosamente y me duele declararlo. Yo no conservo nada de sus producciones. Recuerdo que en el año de de 1925, se publicó en los más importantes diarios de Sur América, el artículo que produjo una conmoción sentimental profunda. Fue la crónica, que también se publicó en varios periódicos nuestros, escrita con lujo de detalles y patetismo, que relataba una ejecución en la silla eléctrica a un ciudadano delincuente. Esta gracia de poder presenciar hecho tan doloroso y aún macabro, la obtuvo Mario, después de espera de años, para que el Gobernador del Estado de New York, le concediera personalmente el permiso de trasladarse una noche a las prisiones de O Sining, para ser testigo de aquella acción de la justicia que conmovió tanto a mi hermano, que manifestó haberse arrepentido de haber procurado aquel espectáculo.

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Como colombiano profundamente amante de su patria quisiera yo que no pasara ignorada, una actuación brillante suya en el año de 1933. En momentos de angustia patria, nuestro gobierno buscaba afanosamente en las fábricas de material de guerra, la provisión de elementos con qué hacer frente dignamente al agresor peruano, con motivo del conflicto de Leticia. Cuando las comisiones de compras acudían a los fabricantes, ya los militares peruanos habían puesto en juego sus in fluencias para trastornar los planes de Colombia en la adquisición de armas y aviones. García Peña, ya muy conectado con gentes de prestancia en el mundo de los negocios, puso todo su empeño en conjurar ese peligro, y así fue como en algunos casos, se negoció con éxito la compra de armas y aeroplanos que salvaron el prestigio del país, y que luego puso a la Nación en condiciones de gran ventaja para negociar la paz. Más tarde, cuando en Rio de Janeiro, se discutía el protocolo llamado de “Rio”, García Peña, motu proprio, se trasladó a aquella ciudad Brasilera, con el propósito de cubrir las incidencias de aquella conferencia, la que siguió paso a paso, instante por instante, a fin de mantener al País y a sus gentes informados oportunamente del curso de aquellas deliberaciones, de las que dependían definitivamente la tranquilidad patria. Impresionó mucho por aquellos días, la forma arrogante y antipática, como se presentaron los delegados peruanos, presididos por un sujeto de nombre Maurtúa, quien en todo momento, mostró la más deplorable intransigencia, demostrándola, incluso con fuertes golpes de sus puños, descargados sobre la mesa como para intimidar a la contra parte que, poseída de sus derechos, se acercaba respetuosa a dialogar, lo que acabó por imponer compostura al agresor. Todos estos incidentes, los describió García Peña, para la prensa de nuestro país con gran habilidad

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que encantaba a las gentes henchidas de fervor patrio en aquellos días. Este fue, mi querido Dr. Harker, Mario García Peña. Reciba un cariñoso saludo de su desconocido amigo y admirador. Gabriel García Peña Calle 95 No 34 A 55 Bogotá D.E.”

LE PREOCUPABA DE MANERA ESPECIAL LA SUERTE DE ROBERTO, SU HERMANO

También desveló los sueños de Don Gabrielito, como quiera que testigos fuimos de ello, el interés constante por la suerte de su queridísimo hermano, Don Roberto. El que siempre bien ponderado como hombre bueno, frente a los avatares y vaivenes, que a éste, la política nacional le deparaba, por ser quien, desde la dirección del diario más importante de la nación, “El Tiempo” orientara a la opinión nacional, con innegable acierto. Prestigio que supo capotear, Don Roberto, ora con merecidos honores, y otras afrontando, serias persecuciones propias del acaecer político durante distintas épocas, no pocas difíciles y prolongadas. Cerca de medio siglo, Don Roberto hombre de innegables como acendradas ideas liberales, fue admirado y reconocido, por más de una decena de presidentes de la república en ejercicio, quienes atendieron desde sus columnas su consejo oportuno y pertinente. Este que fuera el queridísimo Don Roberto, hermano menor de Don Gabrielito, y de quien le solía además recibir su sabio y fraternal consejo, se

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constituyó en personaje de perfil internacional, por espacio de más de cuarenta años. A su fallecimiento, ya retirado del Periódico, se le reconoció, como emérito director del más prestigioso medio de Colombia y uno de los más destacados de Suramérica. MEMORABLE FRASE DEL DIRECTOR DE EL TIEMPO

Con orgullo de familia, damos campo, a propósito de Don Roberto García Peña, hermano querido que fuera de Don Gabrielito, a este aparte que de su biografía, escribiera, para la Biblioteca Luis Ángel Arango, Don Juan Lozano: “Entre otras, sus páginas fueron recogidas en una publicación de 1970 del Instituto Colombiano de Cultura Hispánica titulada como su columna, y en el libro Medio siglo sobre El Tiempo, que en 1978 recogió sus artículos y notas editoriales publicadas a partir de 1938. Una de sus más célebres frases recoge su testimonio en el Club de Prensa en Washington: «El pueblo es responsable y atiende a su responsabilidad cuando está informado, cuando puede crearse una conciencia de los problemas, cuando sabe que su opinión decide. Es decir, cuando gobierna».

QUIEN FUE JORGE GARCIA PEÑA

Acerca de la trayectoria de Don Jorge, hermano menor de Don Gabrielito, de él, nos ofrece Jaime uno de sus hijos, la siguiente breve semblanza: “Nació en Bucaramanga el 17 de marzo de 1903. Hijo de Tirso García Burbano, - quien fuera secretario del General Uribe Uribe, durante la Guerra de los Mil Días -, y Carolina Peña Martínez, sobrina del General Peña Solano, Gobernador de Santander por la misma época. Don Jorge realizó sus estudios en el Colegio San Pedro Claver de

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Bucaramanga. Contrajo matrimonio con la señorita María Ordoñez Ordóñez. De este matrimonio hubo seis hijos, Jorge, Marieta, Álvaro, Yolanda, Roberto y Jaime. Fue fundador de la Aduanilla de Bucaramanga, empresa bodeguera y transportadora que más tarde se convirtió en la Empresa de Transportes Copetrán. Director de la Policía Departamental de Santander, durante el Gobierno del Doctor Alfonso López Pumarejo. Alcalde de Bucaramanga en el Gobierno del Doctor Eduardo Santos y Gobernación de Benjamín García Cadena. En 1943 creó en Bogotá y Bucaramanga, una empresa de importación de artículos de ferretería, exportación de café y representación de los cigarrillos Lucky y Chesterfield, por lo cual se trasladó a la ciudad de Bogotá hasta el año de 1946. Más tarde fue Director de Rentas de Santander y finalmente Director de Aduanas de Bucaramanga. Perteneció al partido Liberal Colombiano, el cual influyó en sus ideas, su filosofía de vida y su conducta. Podría definirse como un digno caballero liberal del centenario. Impulsó el plan vial de Bucaramanga, iniciando la construcción de la Avenida 33, que permitió el desarrollo del oriente de la ciudad, comienzo de la Bucaramanga moderna. Murió en su ciudad el 14 de febrero de 1986.”

MARIO, JORGE, MARIETTA, CAROLA y ROBERTO, GARCIA PEÑA

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LAS HERMANAS QUERIDAS En tanto, los hijos varones del matrimonio, García Peña Burbano, emprendían caminos diferentes, las damas: Marietta, ingresaba al convento de clausura, y Carolina se unía en matrimonio con Francisco Ordoñez y sin hijos, enviudó al poco tiempo. Profesó Don Gabrielito, un especialísimo afecto por sus hermanas. De Carola, cuyo fallecimiento se dio a muy temprana edad, siempre de ella se refería con entrañable recuerdo y no escatimaba elogios de admiración y respecto fraternal. Don Gabrielito, con su queridísima Marietta, tuvo una permanente comunicación epistolar, luego de su retiro del convento, y de haberse radicado ella en la ciudad de Medellín, donde vivió largos años, en compañía de su afectuosísima amiga Julita. Los últimos meses de vida de Marietta, transcurrieron bajo el cobijo y cuidado constante de la familia de Don Gabrielito, la que le dispensó y prodigó merecido alivio, ante su penosísima enfermedad terminal, que tanto la abatió hasta su fallecimiento en Bogotá. Por su parte, el hermano Jorge, quien casó con María Ordoñez Ordoñez, y de cuyo matrimonio, nacieron: Jorge, Álvaro, Marietta, Yolanda, Roberto y Jaime. Realizó su vida siempre en combinación con los negocios comerciales y algunos empleos públicos, entre otros el haber ejercido el cargo de Alcalde de Bucaramanga, nunca emigró de la comarca santandereana, salvo en transitoria oportunidad que lo hizo a Bogotá, como sí lo hicieron sus hermanos. Fernando, hermano medio de Don Gabrielito, tomó rumbos diversos, era persona muy inteligente y divertida así como repentista. Se unió en matrimonio con Fanny Guzmán, enlace que permaneció breve término, por

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incompatibilidad de caracteres. Ante cuyo fracaso matrimonial, unió su vida con otra distinguida Dama bogotana, con la cual tuvo varios hijos. Murió en la ciudad de Caracas.

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MUERE DON GABRIELITO

Bonhomía y Gran Corazón

El 4 de agosto de 1983, Don Gabrielito, el patriarca de su numerosa familia, deja de existir, después de sobrevivirle por más de ochos años a su amantísima Aracely, virtuosa dama Ocañera, fallecida el 23 de marzo de 1975, a la edad de 67 años. Fue de él su Compañera inseparable por cerca de medio siglo. El Tiempo, en nota necrológica, dijo:

“Falleció ayer Don Gabriel García-Peña. La muerte de Don Gabriel García-Peña, ocurrida ayer después de brevísima enfermedad que obligo su hospitalización en la Clínica Shaio, nos golpea el alma. En El Tiempo se había hecho entrañablemente familiar su venerable figura, erguida en sus 84 años de una vida tan fecunda como discreta, pues durante los últimos lustros desempeñó en esta casa delicadas labores administrativas con celosa dignidad y puntual eficiencia. Ligado estrechamente al patrimonio moral e intelectual del periódico que a prendió a querer desde la infancia de sus amadas breñas santandereanas, orgulloso de su estirpe liberal y devoto practicante de ideas y principios que entallecen la condición humana, acompaño siempre con afecto sin

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limitaciones a su hermano menor, Don Roberto, Director del Diario por más de 40 años, y se identificó con las causas de las cuales éste fue su abanderado, porque interpretaba cabalmente su propio sentimiento de demócrata integral. Una larga vida como fue la suya, escanciada en lentos sorbos con amorosa delectación, le dio ocasión de forjar el carácter y acrisolar el espíritu, para dejar huella fecunda. Huérfano muy joven, quedó al frente de la familia y por ella luchó con el valor y la inteligencia de un recio paladín. Los Ferrocarriles Nacionales, la Caja Agraria, la Aduana Nacional, la Flota Mercante Grancolombiana, antes de EL TIEMPO, fueron empresas que contaron por largo lapso con su leal colaboración. En todas dejó la impronta de su personalidad inquieta y dinámica, a la par inteligente y discreta, y el ejemplo de su generosidad y su hidalguía, sin que su laboriosidad le restara tiempo para el cuidadoso cultivo intelectual, como que era hombre de vastas lecturas, amante de la buena música y conocedor de cinco idiomas, que hablaba con propiedad. Pero fueron singularmente sus atributos personales, su temperamento jovial y su trato caballeroso, la espontánea generosidad con que compartía sus inagotables valores de la inteligencia y el espíritu, la gallardía y la franqueza de su raza comunera, su concepto insobornable de la conducta ética y de la ideología liberal, su amor por la familia y su devoción' por la amistad, las condiciones que sobresalieron en él y enaltecieron su vida. Al registrar su muerte, no podemos menos de solidarizarnos con el dolor de su hermano Roberto García-Peña, Director emérito del El Tiempo, de su señora Doña Aracely Sánchez de García-Peña, de su hermano Jorge, de sus hijos Carolina, Tirso, Francisco Mario, Mireya, Aracely, Gabriel, Marcos Eduardo y Luz Mery – nuestra compañera de redacción -, y de sus nietos Rafael y Camilo, así como de los miembros de las familias Posada García-Peña, Pardo

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García-Peña y García-Peña Jaramillo, a todos los cuales acompañamos en su duelo.” Por su parte el matutino, El Espectador de Bogotá, publicó la siguiente nota de obituario:

“Falleció en Bogotá Don Gabriel García Peña El jueves pasado, falleció en esta ciudad, don Gabriel García Peña, hermano del director emérito de El Tiempo, don Roberto García Peña. Murió con edad avanzada pero dentro de una actividad constante y amplio dinamismo. Sufrió un infarto cardiaco el pasado domingo a cuya consecuencia falleció. Don Gabriel García Peña fue alto funcionario de la Flota Mercante Grancolombiana y se vinculó a la naviera desde sus comienzos como jefe de tarifas, materia en la cual era un experto. Dominaba la cuestión de fletes, pues había conseguido larga experiencia como empleado que fue de compañías marítimas internacionales tanto en Colombia, como en Panamá y otros países. Estuvo vinculado a los Ferrocarriles Nacionales, al Ministerio de Obras de El Públicas, al Ministerio de Salud y en los últimos años a El Tiempo. Hace varios años se retiró de la Flota Mercante Grancolombiana para hacer uso de su derecho de jubilación. Don Gabriel García Peña era un santandereano gentil, caballeroso y de una personalidad sencilla y cordial. Hablaba cinco idiomas y era un estudioso de los problemas nacionales y las arduas áreas de su especialidad en tarifas marítimas. Fue un excelente miembro de familia e inculcó en sus hijos los dones de la nobleza y la sencillez. En las entidades y empresas donde

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trabajó con singular eficacia fue muy apreciado por todos, sin distingos.” Al año de su fallecimiento, el matutino El Tiempo de Bogotá, publicó la siguiente nota de condolencia: “Gabriel García-Peña Hoy hace un año falleció don Gabriel García-Peña, perteneciente a distinguidas familias de Santander. Había nacido en el hogar formado por don Tirso García Burbano y señora Carolina Peña de García. Al morir su padre y en plena juventud tuvo que abandonar sus estudios y asumir el sostenimiento de su familia. Ello lo llevó inicialmente a vincularse a los Ferrocarriles Nacionales. Posteriormente ingresó a la Aduana Nacional y más tarde a la Flota Mercante Grancolombiana. Esta última circunstancia le permitió viajar por todo el mundo y convertirse en un estudioso autodidacta. Aprendió varios idiomas y logró extensos conocimientos en geografía, historia y costumbres de los pueblos. Tales experiencias hicieron de don Gabriel un ameno e ilustrado conversador para sus amigos y un maestro para sus hijos y nietos. En los últimos doce años de su vida estuvo vinculado a esta casa editorial, en la cual, como le ocurrió en todas partes, se ganó la simpatía y el respeto de sus compañeros y superiores, quienes recuerdan su figura amable, su sencillo e inalterable don de gente, su afán de servicio y su consejo oportuno. Al lado de Aracely Sánchez Quintana, su compañera durante cuarenta años (ya fallecida), formó un hogar ejemplar donde prevalecieron las virtudes y enseñanzas cristianas, transmitidas a sus hijos Tirso, Francisco, Carola, Dolores, Mireya, Aracely, Gabriel, Marcos y José Gerardo.

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Al conmemorar este primer aniversario renovamos nuestras manifestaciones de condolencia a sus hermanos Don Roberto García-Peña, director emérito de EL TIEMPO, a sus hijos Jorge García-Peña, señora e hijos; a sus hijos Tirso García-Peña Sánchez y señora Ana Bustos de García-Peña; Gabriel García-Peña Sánchez y señora Nohra Gómezese de García-Peña; Marcos García-Peña Sánchez y señora Margarita Rico de García-Peña, José Gerardo García Peña Sánchez y señora Luz Mary García de García-Peña; Pedro Rodero y señora Dolores García-Peña de Rodero; Francisco, Carola, Mireya y Aracely García-Peña Sánchez, a sus nietos, bisnietos y demás familiares.”

TODA UNA VIDA JUNTOS

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A MANERA DE COLOFON: Insertamos, algunas breves y simpáticas anécdotas que a Don Gabrielito, le ocurrieron a lo largo de su vida, y que nuestra, no muy buena memoria, como de la que él sí disfrutara, nos permiten ahora acotar. Muchas fueron, por supuesto, sus variados chascarrillos. Como quiera fuera él hombre devoto y católico por excelencia, - de comunión y misa diaria -, una ocasión en que hallándose de hinojos en la colonial iglesia de San Francisco de Bogotá, a la que solía acudir solícito, y frente al altar mayor de dicho templo, depositó su sombrero que a la usanza de la época, obligaba llevar y lucirse, infaltablemente, todo elegante caballero de la capital que así se preciara. Cuando a su lado y en reemplazo del suyo otro sombrero fuera también depositado, en la misma banca donde se hallaba. Sombrero que creyendo ser el suyo, al sembrarlo en su calva y cana testa, resultó de un blanco o ceniciento color impregnado de cal, y propiedad seguramente, de otro pero falso devoto de la iglesia, como ladrón de sombreros que fuera. La constante pérdida de sus sombreros, que al parecer, con la misma modalidad del hurtado en el mencionado templo, y por causa de sus continuas visitas a sus queridas iglesias, pronto lo obligaron a abandonar el uso de la elegante prenda.

…. Esto le ocurría, en uno de los tantos automotores en el que obligadamente y a diario, tenía que transportarse, desde y hacia su trabajo. Alguien, en un momento de descuido, le sustrajo del bolsillo, su preciada cartera o billetera. Al notar, Don Gabrielito, que su efecto personal le faltara, a viva voz, no tuvo inconveniente de reclamarle al “caco capitalino”, le entregase el producto del hurto. Lo

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hizo, apelando a sus muy buenas maneras, e increpándole así: ¡Señor ladrón, tenga la bondad, de devolverme la cartera que me robó, por favor…! Por su puesto nunca, Don Gabrielito, fue recompensado por el amable reclamo al ladronzuelo de marras, su ocasional compañero de viaje.

….. Acostumbraba, en las referencias anecdóticas sobre sus viajes, Don Gabrielito, relatarnos, de cómo él se convirtió, en un curioso como llamativo personaje, cuando como extranjero arribó a tierra cubana. Comentaba, por ejemplo, que para atender a los gastos de estadía, y como trueque de pagos en hoteles y restaurantes, por primera vez, intentó hacer uso de los esforzados ahorros, producto de su trabajo en el lejano Wilches, con una reluciente como pesada moneda de oro, cuya cotización representaba por entonces, un valor de 20 dólares. Se trataba nada más y nada menos, que de la célebre morrocota. Su porte y exhibición por donde quiera que la enseñara, por ser tan exótica como escasa, causaba tremenda curiosidad de todas las personas que la observaban.

….

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GABRIEL LORENZO GARCIA-PEÑA SANCHEZ EL AUTOR

Abril 16 2010

EDICIÓN DIGITAL: gabrielgarp

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Origen: Es el apellido más frecuente de España. Las primeras referencias de este apellido se remontan al año 843, en Navarra.

Como ocurre con todos los patronímicos, no se puede establecer un

linaje de origen común.

Significado: Patronímico del mismo nombre. De origen ibérico,

significaba "príncipe de vista agraciada".

Escudo: En campo de plata una garza de sable con el pecho rajado.

Bordura de gules con el lema en letras de oro: "De García arriba,

nadie diga".

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INDICE DE CAPITULOS A GUISA DE EXORDIO UN PROPÓSITO INCONCLUSO EL LIBANO LA GUERRA DE LOS MIL DÍAS Llega el Segundo Vástago de la Familia El Llamado de su Padre CONVERSATORIOS DE SOBREMESA DE CÓMO INFLUYO LA GUERRA EN EL NIÑO GABRIEL

BATALLA DE PALONEGRO DATOS HISTÓRICOS DE CÓMO SE DIO LA BATALLA DE PALONEGRO

Consecuencias de la Guerra para la Familia PESQUISAS EN POS DE LOS ANCESTROS ARBOL GENEALÓGICO SU HABER POLIGLOTA TENOR FRUSTRADO EL NEGOCIO DEL CAFE Y TABACO EL SERVICIO MILITAR PRIMERA GUERRA MUNDIAL

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BALBUCEOS PERIODÍSTICOS DE MARIO VIAJE POR EL CARIBE Y ESTADOS UNIDOS DEL JOVEN GABRIEL ASÍ INICIA SU VIAJE AL EXTRANJERO PENOSA TAREA TRAVESÍA COLON-KINGSTON INJUSTA DETENCION RUMBO A CUBA TREMENDA CONFUSIÓN AQUÍ SU DECESO TRUNCA LOS DIVIDEN SUS DESTINOS DE VIAJE HACIA EL GRAN IMPERIO MUERTE DEL PADRE LA DAMA OCAÑERA EL TRASEGAR POR MEDIA REPÚBLICA Triunfo del partido liberal colombiano Una de las causas de la caída del conservatismo TRANCE ANECDÓTICO DIEZ AÑOS POR LAS ARISCAS BREÑAS DE SANTANDER

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GRAN DEPRESION ECONOMICA Guerra Civil Española UNICA HERENCIA ECONÓMICA DE SU PADRE BARBOSA Y DUITAMA TUNJA Y CHIA GOLPE DE PASTO DE UN PROTAGONISTA DEL EPISODIO ESCUCHAMOS

PROSEGUÍA LA GUERRA MUNDIAL DE COMO SIGUIÓ LA GUERRA DON GABRIELITO CAIDA DEL PARTIDO LIBERAL - AÑO DE 1946 NUEVE DE ABRIL A SALVO EN BOGOTA, AÑO DE 1949 AVISO URGENTE Y OPORTUNO UN PERFIL OSCURANTISTA EL TEMA DE LA VIOLENCIA EL RÉGIMEN DE GURROPIN Quien fue Rojas Pinilla. GOLPE DE ESTADO La explosión de Cali

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CAE ROJAS PINILLA Gran Alborozo por la Caída del Régimen FRENTE NACIONAL CLAUSURA DEL EL TIEMPO POR LA DICTADURA

EL OCASO DE LA POLÍTICA PARA DON GABRIELITO LA FLOTA MERCANTE - AÑOS DE 1947-1966 EN LA ADUANA NACIONAL EMPLEADO DE EL TIEMPO ACERCA DE MARIO LE PREOCUPABA DE MANERA ESPECIAL LA SUERTE DE ROBERTO SU HERMANO MEMORABLE FRASE DEL DIRECTOR DE EL TIEMPO

QUIEN FUE JORGE GARCIA PEÑA

LAS HERMANAS QUERIDAS

MUERE DON GABRIELITO

A MANERA DE COLOFON ESCUDO INDICE DE CAPITULOS

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