Discurso Presidencial p o s t m o d e r n i s m o, p r o t e s t A

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Capítulo 11 D I S C U R S O P R E S I D E N C I A L, 1 9 9 2 P O S T M O D E R N I S M O, P R O T E S T A Y L O S N U E V O S M O V I M I E N T O S S O C I A L E S JOEL F. HANDLER El tema del que me ocupo es política postmoderna y Derecho, protesta desde abajo y los “nuevos” movimientos sociales. El interrogante que me inquieta es el valor del postmodernismo para la política del cambio social. Académicos dedicados a las luchas de grupos subordinados han hecho énfasis desde hace largo tiempo en la protesta desde abajo. Recuentos de la oposición de negros y de pobres cobraron prominencia en la década de 1960. Esta tradición, a la que se unieron feministas, homosexuales y lesbianas, así como otros grupos, continuó en la década de 1980. Los nuevos movimientos sociales son, a grandes rasgos, ambientales, antinucleares, por la paz, feministas, homosexuales y lesbianas. Si estos amplios movimientos son “nuevos” o variantes de movimientos anteriores es objeto de gran controversia. Para nuestros propósitos, los incluimos en la Este ensayo es una versión ampliada del discurso presidencial que pronuncié en la Reunión anual de Law & Society Association, realizada del 27 al 31 de mayo de 1992 en Filadelfia, PA. Deseo agradecer a William Forbath, Austin Sarat, Susan Silbey, Lucie White y al Coloquio de la Facultad de UCLA. 1

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Captulo 11

Captulo 11D I S C U R S O P R E S I D E N C I A L, 1 9 9 2

P O S T M O D E R N I S M O, P R O T E S T A Y

L O S N U E V O S M O V I M I E N T O S S O C I A L E S

JOEL F. HANDLER(El tema del que me ocupo es poltica postmoderna y Derecho, protesta desde abajo y los nuevos movimientos sociales. El interrogante que me inquieta es el valor del postmodernismo para la poltica del cambio social.

Acadmicos dedicados a las luchas de grupos subordinados han hecho nfasis desde hace largo tiempo en la protesta desde abajo. Recuentos de la oposicin de negros y de pobres cobraron prominencia en la dcada de 1960. Esta tradicin, a la que se unieron feministas, homosexuales y lesbianas, as como otros grupos, continu en la dcada de 1980. Los nuevos movimientos sociales son, a grandes rasgos, ambientales, antinucleares, por la paz, feministas, homosexuales y lesbianas. Si estos amplios movimientos son nuevos o variantes de movimientos anteriores es objeto de gran controversia. Para nuestros propsitos, los incluimos en la medida en que se oponen al materialismo, al Estado, y a la burocracia; buscan atravesar las lneas de clase tradicionales a favor de unos valores humanistas, interpersonales y comunitarios.

Los oprimidos han organizado siempre movimientos de protesta y luchas. Qu relacin guarda esto con el postmodernismo? Y qu tiene que ver el postmodernismo con la poltica y el Derecho? El tema principal del postmodernismo sobre el que quiero hacer nfasis es la subversin, el compromiso de debilitar el discurso dominante. El tema de la subversin descrito como deconstruccin, indeterminacin radical, anti esencialismo o anti fundacionalismo bien sea en el arte, la arquitectura, la literatura o la filosofa busca demostrar la inestabilidad inherente de estructuras aparentemente hegemnicas, que el poder se esparce por toda la sociedad, y que hay mltiples posibilidades de oposicin por parte de los oprimidos. La concepcin postmoderna de la subversin es una parte clave de las explicaciones y de los compromisos ideolgicos de los tericos contemporneos de la protesta desde abajo y de los nuevos movimientos sociales.

Primero describo la teora de la subversin del postmodernismo dentro de la cultura en sentido ms amplio. El punto de partida es la deconstruccin. La deconstruccin, desarrollada inicialmente en la teora literaria y luego aplicada al arte, la arquitectura y la filosofa, busca desestabilizar las interpretaciones dominantes o privilegiadas. Luego discuto la deconstruccin o subversin en las teoras postmodernas polticas y jurdicas. El objetivo de las polticas postmodernas, por ejemplo, es una democracia radical y pluralista. Una de las principales crticas a la poltica postmoderna es que la deconstruccin equivale al relativismo o la indeterminacin radical que, en el mejor de los casos, tiene como consecuencia una poltica pasiva del status quo y, en el peor de los casos, no consigue defender a la sociedad contra el fascismo y el terrorismo. Los tericos polticos postmodernos se basan en el pragmatismo norteamericano para enfrentar la acusacin de relativismo.

El postmodernismo cubre, desde luego, un amplio territorio. Para tratar de evaluar lo que significa la poltica postmoderna, recurro a acadmicos de la protesta desde abajo de la dcada de 1960 y comparo sus escritos con los relatos contemporneos sobre la protesta desde abajo que, en mi opinin, se inscriben dentro de la tradicin postmoderna. Aun cuando ambos conjuntos de acadmicos se ocupan de las luchas de los oprimidos, narran relatos muy diferentes.El carcter comn de la lucha y la visin social de la dcada de los sesentas desaparece del mensaje contemporneo. Hay algunas excepciones, y utilizo a algunos de los autores contemporneos que se ocupan del feminismo y de las minoras para contrastar la tradicin estructuralista. Considero los nuevos movimientos sociales, y reseo las razones para su falta de xito. Argumento que la clave para comprender el carcter distintivo de las polticas postmodernas reside en la deconstruccin. Mi tesis es que la deconstruccin, como forma de poltica es, en ltima instancia, invalidante.En la ltima seccin, especulo acerca de las razones que explican la atraccin de la poltica de la deconstruccin.

Las grandes teoras de la izquierda se han derrumbado. El lado humano de la Ilustracin est siendo atacado. No obstante, pongo en duda el valor del postmodernismo como poltica para el cambio.

I. Teora postmoderna

Deconstruccin como subversin

El concepto postmoderno de subversin se desarroll inicialmente en el lenguaje y en la teora literaria, el arte, la arquitectura y luego se extendi a la poltica y al Derecho. La deconstruccin, que puede considerarse como el origen del postmodernismo, comienza con la afirmacin de Wittgenstein, segn la cual no hay una correspondencia lgica entre el lenguaje y el mundo objetivo. No hay conceptos lgicos explicativos claros; ms bien, existen muchos usos, gramticas, o convenciones habilitadoras tan diversas en su naturaleza como las tareas que se requieren de ellas. Si aceptamos tal idea que, aun cuando no podemos prescindir del lenguaje, no hay una conexin lgica, necesaria, entre el uso del lenguaje y lo que pretende describir se sigue entonces que no hay una verdad que se garantice a s misma ni un mtodo o razn independiente del lenguaje. Aplicada a la literatura, no hay una lectura o significado autntico de un texto determinado; aplicada a la filosofa, las pretensiones de la razn pura se encontraran anlogamente sometidas al cuestionamiento retrico a la deconstruccin (Norris 1991:18-21. 129).

Sin embargo, leemos, interpretamos y formulamos pretensiones acerca del mundo. Qu gramtica estamos utilizando? Aqu interviene la segunda idea, que es probablemente el concepto fundacional de la deconstruccin: es la crtica que ofrece Derrida de la identidad segn la cual toda identidad suprime necesariamente una identidad alternativa. Cuando definimos algo cualquier cosa excluimos o reprimimos necesariamente otra cosa. As, todo significado tiene un excedente, que se reprime junto con aquello que se articula. Todo significado est, entonces, diferido; nunca hay una clausura conceptual, porque el lenguaje no puede ofrecer nunca un acceso total e inmediato a los pensamientos que ocasionaron su expresin (ibid., pp. 46,64).

Pero, por qu es esto una deconstruccin? La deconstruccin consiste en tomar un tema reprimido o subyugado... seguir sus diversas ramificaciones textuales, y mostrar cmo stas subvierten el orden mismo que se esfuerza por mantenerlas bajo control (ibid., p. 39).

No obstante, aun cuando la identidad reprime un significado alternativo, qu sucede si la interpretacin articulada es privilegiada, esto es, aparentemente preferida (normativamente), predominantemente o totalizadora? Los postmodernistas niegan que el significado dominante o el suprimido deban ser privilegiados. El objetivo mismo de la deconstruccin, se insiste, es negar, subvertir, los discursos privilegiados. La deconstruccin destroza un texto, revela sus contradicciones y presuposiciones; su intencin, sin embargo, no es mejorar, revisar ni ofrecer una mejor versin del texto (Rosenau 1992:xi). En el arte postmoderno, las formas populares se mezclan libremente con las bellas artes como un mtodo de crtica interna, para descanonizar las bellas artes (Wicke 1991). No obstante, aun cuando el significado suprimido o alternativo (el arte popular) subvierta o reordene las prioridades dominantes, es tambin cmplice de la forma dominante al aprovecharse de ella (Deutsche 1991:21; Thomas 1991:4).

En la arquitectura, los postmodernistas se rebelaron contra el modernismo. El modernismo estaba obsesionado con la forma; ms an, con una forma dictada por la funcin. Los postmodernistas consideraron la relacin entre la funcin y la forma como trgica o como una falsa necesidad otra idea clave que limita, confina y distorsiona innecesariamente la plenitud de la experiencia humana. Sin embargo, la arquitectura postmoderna no rechaza totalmente la arquitectura moderna; esto tambin sera un intento intil por establecer un significado privilegiado, totalizador. Ms bien, la arquitectura postmoderna desafa a la tradicin moderna al utilizar tal tradicin y cuestionarla simultneamente. Tal vez el ms famoso ejemplo de ello sea el edificio de AT&T de Philip Johnson. El significado reprimido es este caso, el frontn decorativo est colocado encima del elegante rascacielos modernista clsico en irnica yuxtaposicin. La yuxtaposicin irnica es utilizada por los postmodernistas para aclarar simultneamente el significado y el significado suprimido de la forma modernista (Boyle 1991).

Polticas postmodernas

La crtica de Derrida a la identidad describe la organizacin misma de la sociedad. La constitucin de una identidad social es un acto de poder. De acuerdo con esto, los postmodernistas consideran el fundacionalismo o esencialismo bien sea el capitalismo liberal o el marxismo como un obstculo fundamental para la profundizacin y extensin de la democracia en la sociedad civil (Laclau & Mouffe 1985:19; Thomas 1991). La deconstruccin, por el contrario, remite a la contingencia, al determinante contextual de todo significado.

El rechazo de las teoras fundacionalistas se basa en dos ideas claves: el sujeto descentralizado y una nueva conceptualizacin de la teora de la hegemona (Hunt 1990). El sujeto postmoderno no est definido por valores particulares, tales como el individualismo posesivo, como tampoco por su clase, raza, etnia o gnero. No hay una esencia unificada. El sujeto postmoderno es, ms bien, una pluralidad de relaciones contingentes sociales, polticas y epistmicas. Ms an, tales relaciones estn sometidas constantemente a una nueva articulacin. Dado que no hay relaciones a priori basadas en prcticas hegemnicas, los agentes slo se alan de manera contingente en acuerdos ms o menos estables (Deutsche 1991:21; Laclau & Mouffe 1985:27, 28; Thomas 1991:2, 4).

Las estructuras hegemnicas esto es, los procesos dirigidos a movilizar el consentimiento son tambin contingentes. Las relaciones sociales se construyen y transforman a travs de discursos y articulaciones que nunca son completos, nunca totalizadores, aun cuando no sean controvertidos. A diferencia de la Escuela de Frankfurt, los postmodernos creen que la hegemona nunca es estable. La gente nunca se encuentra meramente subordinada pasivamente, nunca est totalmente manipulada. La oposicin es siempre posible dentro de prcticas, estructuras y espacios alternativos (Deutsche 1991:20; Grossberg 1988:52, 53; Laclau & Mouffe 1985:30).

Los postmodernistas creen que el potencial actual para la lucha subversiva es especialmente propicio debido al descrdito del marxismo, la inestabilidad del capitalismo tardo, y las contradicciones del Estado burocrtico de bienestar. Los postmodernistas ven estos efectos negativos como una fuente de oposicin y libertad (Laclau & Mouffe 1985:36, 37).

El cambio ocurrir a travs de una transformacin a pequea escala. Al aumentar la plasticidad de las estructuras sociales, el Estado mismo pasar de ser una fuente de estabilidad a ser una fuente de cambio (Boyle 1985). El cambio tendr una orientacin democrtica. El discurso sobre la igualdad y los derechos desempea un papel fundamental en la reconstruccin de las identidades colectivas. Cuando la gente acepta la legitimidad del principio de igualdad en un mbito, intentar extenderlo a otros (Laclau & Mouffe 1985:39). De esta manera, las contradicciones e inestabilidades del capitalismo tardo sern subvertidas desde dentro (Thomas 1991:2). La subversin desde dentro significa habitualmente desde abajo. Abajo incluira comunidades geogrficamente situadas, tales como fbricas, oficinas, vecindarios o comunidades intencionales (Aronowitz 1988:47).

Los elementos tericos de la filosofa postmoderna se vinculan entre s para formar la base de una teora poltica postmoderna: a travs de la deconstruccin, se desestabilizan las estructuras hegemnicas, haciendo que la oposicin sea siempre posible. La ideologa de la igualdad transforma las relaciones subordinadas en opresin y luego en oposicin. No obstante, aun cuando los grupos subversivos necesitan una concepcin del orden social, los postmodernistas, a diferencia de ellos, insisten en que esta concepcin debe ser siempre inestable, controvertida y abierta. La tarea es institucionalizar la discontinuidad discursiva (Laclau & Mouffe 1985:30).

Cul es, entonces, el proyecto? Los objetivos de la poltica postmoderna se formulan en trminos de una democracia radical y pluralista. El Estado contemporneo, que refleja la lgica de la modernidad, se caracteriza por sus tendencias extremadamente centralizadoras; es colonizador, totalizador, burocrtico. El Estado postmoderno, por el contrario, sera minimalista porque la democracia radical depende de la proliferacin de espacios pblicos en los cuales los agentes sociales sern cada vez ms capaces de manejarse a s mismos (Aronowitz 1988:45). Los objetivos postmodernos son la extensa participacin de la ciudadana en sociedades democrticas libres e igualitarias.

Del concepto de contingencia radical se sigue un pluralismo democrtico. En lugar de posiciones privilegiadas, hay slo una serie discontinua de formaciones sociales. La lucha slo puede surgir de una diversidad de prcticas proveniente de una diversidad de espacios polticos. Esto ser un pluralismo radical, porque no hay conexiones necesarias entre diversos intereses; no hay un sujeto unitario y, por consiguiente, tampoco un discurso comn o totalizador (clase, por ejemplo). Ms bien, los vnculos entre los diversos intereses deben ser articulados de un momento al otro (Laclau & Mouffe 1985:22; Thomas 1991:5). La poltica postmoderna no permitira la dominacin entre grupos. Debe haber, ms bien, una equivalencia democrtica por cuanto las exigencias debern articularse en una nueva equivalencia de sentido comn entre las exigencias rivales. La articulacin de diferentes exigencias de acuerdo con las equivalencias democrticas no significa solamente crear alianzas, sino modificar realmente la identidad misma de estas fuerzas. El principio tico de defender la libertad individual resulta entonces ms importante que nunca, pero la libertad no es el individualismo posesivo burgus. Los postmodernistas consideran ms bien la libertad y los derechos individuales como relacionales, como ejercidos colectivamente, lo cual significa reconocer los derechos de los dems (Mouffe 1985:45).

Los crticos de esta visin poltica del postmodernismo han argumentado que sin fundacionalismo, es imposible hacer los juicios morales, y la poltica progresista resulta imposible. En lugar de extender la democracia, el pluralismo radical del postmodernismo se reduce a un relativismo incontrolado; la poltica se convierte en algo pasivo o regresivo, o bien no ofrece defensa alguna contra el fascismo y el terrorismo (Harvey 1989). Aun cuando muchos postmodernistas admiten que la deconstruccin no conduce necesariamente a resultados benficos, se utilizan dos estrategias para evitar un giro perjudicial. Una de ellas consiste en adherir a los valores humanistas de la Ilustracin sin adoptar su parte trascendental. La otra es adoptar el pragmatismo norteamericano de James y Dewey.

Pragmatismo

El pragmatismo resulta atractivo para los postmodernistas por una serie de razones. Rechaza el fundacionalismo; todo conocimiento, incluyendo la ciencia, es histrico, contextual, dependiente del lenguaje y, por lo tanto, radicalmente contingente (Grey 1989: West 1989:192). La prueba del conocimiento es la eficacia, si funciona de acuerdo con objetivos y aspiraciones humanas. La investigacin es prctica en dos sentidos. Primero, el pensamiento est siempre contextualizado y situado; siempre est encarnado en hbitos, en prcticas de percibir y concebir. Y, debido a la importancia crucial del lenguaje, esto hbitos se desarrollan colectivamente. Los pragmatistas rechazan el individualismo metodolgico (Grey 1989). Segundo, el pensamiento es instrumental, adaptativo, funcional, dirigido a la solucin de problemas (West 1989:5).

Importante para el atractivo del pragmatismo es su formulacin normativa, progresista. Los pragmatistas creen en el carcter nico de los individuos, en la democracia colectiva, y en la posibilidad de obtener bondad y grandeza a travs de la aplicacin de la inteligencia humana (Greu 1989; West 1989; Westbrook 1991). Les preocupa la relacin que existe entre conocimiento, poder y organizacin econmica, y las maneras como los discursos, bien sean en la ciencia, la poltica o la tica, estn vinculados con estructuras de dominacin (Grey 1989). El nfasis que hace Dewey sobre el papel de la inteligencia crtica es inseparable de su promocin de la democracia creativa (Putnam 1991; Westbrook 1991). Crea que el conflicto social poda resolverse a travs del consenso y que la democracia creativa poda propiciarse a travs de la educacin y la discusin. Su visin fue la de una democracia radical en la que la creacin de s y la participacin comunitaria pudiesen florecer dentro de la diversidad y el pluralismo (West 1989:103). El renacimiento y la reinterpretacin contempornea del pragmatismo norteamericano para buscar el cumplimento de objetivos progresistas, emancipativos y democrticos se ilustra bien en el pragmatismo proftico de Cornel West (p. 223), donde se hace nfasis en el papel central de la accin humana.

Los pragmatistas niegan que su oposicin al fundacionalismo equivalga necesariamente al relativismo. Las hiptesis, el pensamiento sistemtico, la evidencia y la inferencia se toman en serio. Todas las principales figuras del pragmatismo aceptaron y afirmaron la importancia de los principios generales y el pensamiento sistemtico; insistieron nicamente en que la prueba de la abstraccin debe ser su utilidad para la accin y la investigacin concreta (Grey 1989:824). Por otra parte, no privilegiaran ningn procedimiento como aquel que da acceso a la verdad o a la realidad, incluyendo el de la ciencia. Aun cuando la verdad es contingente y est sujeta a revisin, las mejores verdades disponibles estn garantizadas y son aceptables (West 1989:67).

Los postmodernistas utilizan el pragmatismo para negar que la contingencia sea equivalente a la indeterminacin. Slo porque no pueda establecerse un motivo racional para una decisin, esto no significa que la decisin no sea razonable (Laclau & Mouffe 1985:35).Cmo decidimos qu es razonable? El proceso es esencialmente abierto. Se llega a un consenso a travs de prcticas discursivas y argumentativas. Los juicios evitan los falsos dilemas entre criterios universales y arbitrariedad. Las opiniones razonables puede formarse dentro de una tradicin dada. La democracia liberal es la principal tradicin de nuestras sociedades (ibid., p. 39; Mouffe 1988:42). El postmodernismo, al tolerar racionalidades alternativas contingentes, slo parece irracionalista cuando se lo compara con una racionalidad universal que pretende legitimar verdades.

Pero qu tipo de poltica ofrecen los pragmatistas? La actitud experimental del pragmatismo significa cuestionar las estructuras existentes de poder, gnero, raza, etnia y nacionalidad. Es una posicin crtica ms bien que pasiva o complaciente (Grey 1989:814; Minow & Spelman 1990:1647-51; Singer 1989). Significa cuestionar las concepciones de los ms poderosos, de aquellos que han estructurado silenciosamente la agenda y los trminos del debate. Los pragmatistas crticos contemporneos aplicaran la misma posicin a lo que consideran como un peligro del pragmatismo. Al hacer nfasis en el sentido comn, el pragmatista corre el peligro de aceptar el status quo (Singer 1989, 1990; Radin 1990; West 1989). Lo que se necesita es el reconocimiento de que hay mltiples puntos de vista o sentidos comunes que incluso se contradicen entre s. Cuando los pragmatistas (o cualquier persona) preguntan si una prctica determinada funciona, debemos preguntarnos, funciona para quin? Quin se beneficia y quin pierde de las estructuras polticas, econmicas y jurdicas existentes? (Singer 1990:1841). El pragmatismo es una forma de crtica cultural y ubica la poltica dentro de la experiencia cotidiana de la gente comn (West 1989:213).

El atractivo del pragmatismo para la poltica postmoderna es evidente el rechazo de meta-narrativas o fundacionalismo, la importancia que concede al lenguaje, al poder y al contexto, su experimentalismo y su progresivismo. No obstante, el postmodernismo es selectivo en el uso que hace del pragmatismo. Lo que opta por enfatizar y lo que opta por ignorar sern discutidos en las secciones sobre la protesta desde abajo y los nuevos movimientos sociales.

Derecho postmoderno

El fracaso del capitalismo burocrtico contemporneo se traduce en la crisis de legitimacin en el Derecho postmoderno. Se argumenta que el moderno Estado regulador se ha convertido en algo disfuncional, bien porque coloniza otros mundos de la vida (Habermas 1987), o porque ha interferido inadecuadamente en el funcionamiento de otros subsistemas (Luhmann 1985; Teubner 1986). Como resultado de ello, se dan ineficiencias en el manejo de los problemas econmicos y sociales, y una distorsin de las relaciones humanas (A. Scott 1990:70-75).

La alternativa postmoderna combina el pluralismo jurdico con las concepciones postmodernas de la difusin del poder. El Estado no es la nica fuente de las normas jurdicas. La gente acta en varios mbitos simultneamente en el mercado, en el trabajo, en la familia, como consumidora; por lo tanto, hay una mezcla inestable y no sincrnica de tipos de normas, algunas de las cuales pueden conferir poder, mientras que otras son opresivas. No obstante, las leyes del Estado, aun cuando no son exclusivas, son todava un factor poltico decisivo, dominante y explotador (Santos 1990; Hunt 1990:315; Hutchinson 1989:586).

Santos (1990) argumenta que la idea moderna de racionalidad global se ha desintegrado en una multitud de mini-racionalidades incontrolables e irracionales. Lo que se necesita es reinventar estas mini-racionalidades para que conformen una nueva totalidad. La lucha postmoderna de mini-racionalidades ser diferente de la de la modernidad debido a la naturaleza del conocimiento postmoderno. El conocimiento postmoderno es situacional, emptico y participativo en lugar de distanciado objetivamente; es local, pero al ser local, es tambin total. La teora crtica postmoderna es diferente de la teora crtica moderna por cuanto surge de prcticas emancipativas cotidianas. La poltica y el Derecho en la transicin postmoderna son el surgimiento de un nuevo minimalismo jurdico y de prcticas micro-revolucionarias. Debido a que nos encontramos en un red cada vez ms compleja de subjetividades, surgir una proliferacin de comunidades interpretativas polticas y jurdicas en la lucha contra los monopolios de la interpretacin. Estas comunidades postmodernas, basadas en un nuevo sentido comn poltico (conocimiento local) representan la nica manera de defender las realizaciones de la modernidad una distribucin ms justa de los recursos econmicos, y una democratizacin significativa del sistema poltico. La agenda poltica har nfasis en bienes postmaterialistas (por ejemplo, la ecologa y la paz), y en la democracia participativa, para impedir la desaparicin de la democracia representativa. A medida que se expone la dominacin del capitalismo burocrtico, se conferir poder a los grupos que han sido vctimas de opresin. El Derecho ser descanonizado cuando demuestre ser ineficiente, abriendo una brecha en la imaginacin social. Se dar el cambio social en cuanto subjetividades autnomas... se liberen de los prejuicios del fetichismo jurdico.

Feminismo

Los ideales as como las tensiones del postmodernismo pueden ilustrarse en aspectos seleccionados de las teoras feministas y raciales.

Existe ya una amplia gama de teoras y de jurisprudencia feminista. Las feministas de los derechos de la mujer seran anlogas a la concepcin jurdica liberal. Las feministas comunitarias, quienes sostienen que las mujeres son ontolgicamente diferentes de los hombres porque estn conectadas epistemolgica y moralmente a la vida desde el principio, han sido criticadas por su esencialismo (Radin 1990:1707 n.20).

La concepcin postmoderna del feminismo argumenta que no hay algo como una mujer genrica (Spelman 1988). Este tipo de discurso enmascara la heterogeneidad de las mujeres y perpeta la posicin privilegiada y de dominacin de las feministas blancas de clase media. Hay una diferencia entre sexo y gnero, y es un error centrarse en el gnero aparte de la identidad. La identidad es construida por raza, etnia, clase, comunidad, nacin; es a la vez mltiple e inestable.

Margaret Radin (1990) traza las conexiones que existen entre el pragmatismo contemporneo y su propia concepcin del feminismo. Argumenta que el compromiso feminista con el aprendizaje mediante la elevacin del nivel de conciencia su metodologa concreta se encuentra en el centro de la tradicin pragmatista. Segn los pragmatistas para que exista en general la conciencia, debe haber significados compartidos que surgen de interacciones compartidas con el mundo... El tratamiento de Dewey est teido por la interrelacin entre comunicacin, significado y experiencia de grupo compartida (p. 1708). Ms an, argumenta Radin, es la metodologa de elevar el nivel de conciencia lo que ofrece la dimensin crtica distintiva del feminismo al pragmatismo, porque no puede haber comunicacin all donde hay opresin (p. 1708).

Por otra parte, algunas prominentes feministas cuestionan el valor de la poltica postmoderna para el feminismo. Mientras que Nancy Fraser y Linda Nicholson (1988) aplauden la crtica al fundacionalismo y al esencialismo, encuentran que la concepcin postmoderna de la crtica social es anmica. En lugar de hablar de una teora general de la justicia, los tericos postmodernos (Lyotard, por ejemplo), hablan de una justicia de multiplicidades (p. 87, citando a Lyotard). Dado que Lyotard rechaza la idea de una conciencia comn o identidad social, excluye el tipo de teora social crtica que utiliza categoras generales tales como gnero, raza, y clase por considerarlas excesivamente reductivas (pp. 88-89). En lugar de estas, hay narrativas pequeas, localizadas. Por lo tanto, de acuerdo con los postmodernistas, no hay problemas sistmicos, a gran escala, que se resistan a iniciativas locales, ad hoc, de mejoramiento (p. 89).

Frase y Nicholson afirman que no se puede captar la plena dimensin de la subordinacin de la mujer sin

grandes narrativas acerca de cambios en la organizacin social y en la ideologa, anlisis empricos y terico-sociales de macro-estructuras e instituciones, anlisis interaccionistas de las micro-polticas de la vida cotidiana, anlisis crtico-hermenuticos e institucionales de la produccin cultural, sociologas de gnero histrica y culturalmente especficas... La lista podra continuar (pp. 90-91).

Muchos de estos enfoques son esenciales para la crtica feminista, pero no significan un regreso al fundacionalismo. Exigen teoras ms fuertes de crtica social que seran ms tiles para la prctica poltica feminista contempornea (p. 100).

Teora crtica de raza

Los problemas suscitados por Fraser y Nicholson acerca de la utilidad de la teora poltica postmoderna para el feminismo han sido una de las principales preocupaciones de los tericos crticos de la raza. Como sucede con la teora feminista, hay una amplia bibliografa acadmica sobre raza y etnia. Hay importantes influencias postmodernas en la teora crtica de la raza. No obstante, al menos en el campo del Derecho y la poltica, los tericos de la raza, aun cuando evitan esencialismos, tales como la biologa, se muestran bastante firmes en su rechazo de la poltica deconstructivista (para la teora literaria, ver Fuss 1989).

En la Conferencia de Critical Legal Studies de 1987, acadmicos que trabajan sobre las minoras presentaron su crtica a la poltica de la deconstruccin. La conferencia tuvo lugar durante la poca de este movimiento en la que el rgimen de derechos humanos era sometido a un fulminante ataque. Los miembros de CLS argumentaban que los derechos eran maleables y manipuladores, que en la prctica servan para aislar y para marginar y no para conferir poder y conectar a la gente, y que los progresistas deban hacer nfasis en las necesidades, la informalidad y la conexin ms bien que en los derechos. Los miembros de este movimiento (con algunas notables excepciones) evitaban los programas constructivos, argumentando ms bien que las estructuras represivas del capitalismo liberal deban ser expuestas y desmanteladas antes de que pudiera comenzar un trabajo progresista constructivo (Dalton 1987).

Si bien recuerdo, prcticamente todos los acadmicos que trabajaban sobre las minoras presentaron serias crticas contra la posicin sostenida por CLS. Patricia Williams (1991) dijo que los blancos comprendan equivocadamente la experiencia afronorteamericana. Aun cuando los negro no abrigaban ilusiones acerca de la eficacia de los derechos, la mayor parte de ellos no se haban apartado de buscar la narrativa gobernante de los derechos o del metalenguaje acerca de la importancia de los derechos, que es muy diferente para los blancos y para los negros. Para los negros, la afirmacin de los derechos ofrece al menos un mnimo de proteccin. Afirmar que los negros nunca creyeron plenamente en los derechos es verdad. No obstante, tambin es verdad que los blancos creyeron en ellos tanto y con tanta fuerza que les dimos vida all donde antes no la haba... fue la resurreccin de la vida a partir de cenizas que tenan cuatrocientos aos (p. 163). Este fue el producto de una nacin entera y del despertar de varias generaciones (p. 163). El concepto de derechos, tanto positivo como negativo, es la marca de nuestra ciudadana, de nuestra relacin con los dems (p. 164). En lugar de deconstruir el mito de los derechos, Williams considera que tal deconstruccin pone en peligro el frgil poder conferido a los negros. Por lo tanto, la retrica de los derechos ha sido y contina siendo una forma efectiva de discurso para los negros. Aun cuando los derechos pueden aislar o ser invalidantes para los blancos, para los negros, la experiencia de la afirmacin de los derechos ha sido a la vez de solidaridad y de libertad, de poder de un tipo interior y muy personal; ha sido un proceso de encontrarse a s mismos. Estas diferencias entre los blancos y los negros, afirma Williams, son diferencias firmemente arraigadas en la raza y en la falta de conciencia del racismo. Llama a la diferencia entre la izquierda radical y los histricamente oprimidos una diferencia esencial. Los blancos... deben aprender a apreciar la comunin de los negros en ms que un cuerpo, como ms que la perpetua maternidad no madre neoetnizada. Deben reconocernos como hermanos.

Dentro de la tradicin postmoderna, Williams reconoce la riqueza de la diversidad tnica y poltica; sin embargo, no creo... que el simple hecho del color de la piel afecte tan profundamente la manera como somos tratados, moldee de manera tan radical lo que nos permite pensar y sentir acerca de esta sociedad, que la decisin de generalizar con base en esta idea sea vlida. El trmino negro... acenta el monolitismo sin matices del color mismo como fuerza social.

Harlon Dalton (1987) expres temas similares. Una de las diferencias fundamentales que tiene la gente de color con CLS est arraigada en la biografa, en la historia especfica. Los miembros de CLS, seala, fueron organizados por hombres blancos a partir de su experiencia de la dcada de 1960. Y con la expresin hombres blancos quiero captar el significado que tiene hacer parte de la raza dominante, y que se sigue de ser uno de aquellos para cuyo beneficio existe el patriarcado. Ms an, los miembros de CLS pertenecen a las elites intelectuales blancas; su mundo es el mundo de los libros y de las ideas. Compara a estos miembros de CLS con la biografa de los negros, marrn, rojos y amarillos.

Sin importar cun inteligentes o intelectuales seamos, no podemos apartarnos de las visiones, sonidos y olores de las comunidades de las que provenimos. Aprendimos de la vida tanto como de los libros. Aprendimos acerca de la injusticia, la crueldad social, la hipocresa poltica y el terrorismo sancionado de la boca de nuestras madres y padres, y de nuestras muy propias experiencias.

Aprendimos que nuestro destino y el de todas las personas de matices similares estaban inseparablemente entrelazados. Esta conexin fundamental, junto con nuestras subculturas distintivas, nos alimentaron y apoyaron, crearon en nosotros un sentido inquebrantable de comunidad. Una completa familiaridad con Foucault, Derrida, Habermas y Gramsci no nos salvar de la mirada sospechosa en el bus.

Dalton dice que es esta diferencia entre los miembros clsicos de CLS y nosotros, los impostores, lo que contribuye a explicar por qu los patriarcas (de nuevo, con notables excepciones) de CLS no sienten la necesidad de articular programas especficos, mientras que la gente de color contina la bsqueda, y por qu la crtica deconstructiva de los derechos es ajena a los intereses de la gente de color y potencialmente perjudicial para ellos.

Para Dalton, una diferencia clave entre la gente de color y los blancos es el papel que desempea la comunidad. La comunidad es una fuente de fortaleza, un recurso para la gente de color. Es tambin una fuente de opresin racial. Pero para la gente de color no hay opcin. No podemos elegir hacer parte de la comunidad; no podemos elegir no hacer parte de la comunidad.

Williams hace nfasis en la importancia de los derechos para la gente de color, y Dalton en la necesidad de programas dirigidos a problemas inmediatos tanto como a problemas a largo plazo. Estos autores (al igual que muchos otros), son claramente conscientes de los desarrollos intelectuales postmodernos. Son sensibles al contexto, a la diversidad de influencias, a las mltiples dimensiones de la experiencia. Como lo veremos luego, usan la narrativa. Sin embargo, su metodologa bsica y sus prescripciones polticas son claramente no postmodernas. En trminos anlogos a los de Fraser y Nicholson, niegan que la experiencia de la gente de color pueda ser comprendida sin discutir las grandes narrativas del racismo social en sus plenas manifestaciones estructurales histricas y ubicuas. Hablan de las profundas experiencias comunes de la gente de color, fuertemente arraigadas. Y proponen remedios de amplia base, impuestos por el Estado (por ejemplo, Delgado et. Al. 1985).

II. Protesta desde abajo

Quiero ilustrar las tensiones que existen dentro de la poltica postmoderna recurriendo primero a relatos de protesta desde abajo, y luego a un recuento de los nuevos movimientos sociales. Aqu comparo los relatos contemporneos de protestas desde abajo con obras escritas dentro de una tradicin ms estructuralista. Los autores narran estos relatos para afirmar algn punto. Al hacerlo, escriben a la vez a favor y en contra de algo; sugieren que las interpretaciones anteriores estn equivocadas, desorientan o son incompletas. Ambos conjuntos de autores escriben acerca de las luchas de los oprimidos pero, como lo veremos a continuacin, narran historias muy diferentes. Al comparar estos dos conjuntos de autores, espero ilustrar los aspectos distintivos de la poltica postmoderna. Creo que esto arrojar luz sobre los problemas de los nuevos movimientos sociales y sobre el potencial transformador de la poltica postmoderna.

Historias que anteceden al postmodernismo

Las dcadas de 1950 y 1960 fueron pocas de protesta y de movimientos sociales. El surgimiento de las naciones africanas y del panafricanismo ejerci una profunda influencia sobre la conciencia afronorteamericana. Hubo enormes emigraciones negras. Junto con el surgimiento de la poltica electoral negra, hubo un aumento de la pobreza y del crimen, los disturbios urbanos de los aos sesentas, y un aumento de los beneficiarios del bienestar social. El pas experiment una revolucin en los derechos legales a favor de las minoras, los pobres, las mujeres, los nios y los discapacitados.

Dos de los asuntos fundamentales de aquella poca fueron la identidad de los afronorteamericanos y el papel de la protesta. A riesgo de simplificar excesivamente, sugiero que el enfoque dominante de la lucha por los derechos civiles ha sido el de integracin y asimilacin. Al mismo tiempo, los afronorteamericanos han luchado siempre por preservar y mejorar su identidad separada. Las tensiones y ambigedades de las aspiraciones y polticas de los afronorteamericanos se reflejaron en los diferentes papel de liderazgo asumidos por Martn Luther King Jr. y por Malcolm X. Este fue el contexto general dentro del cual escribieron Eugene Genovese (1972), Carol Stack (1974) y Piven y Cloward (1977).

Los estudios histricos sobre la esclavitud en Estados Unidos haba desarrollado dos lneas argumentativas los apologistas del sur y los integracionistas liberales, quienes crean en la fundamental irrelevancia de la raza (Oliver 1976). Genovese (1972) encontr insatisfactorias ambas lneas de pensamiento. Busc establecer que los afronorteamericanos, a pesar de los horrores de la esclavitud, fueron capaces de preservar y de forjar su propia identidad en oposicin a los esclavistas.

El argumento bsico de Genovese es que el sistema hegemnico de los esclavistas no fue completo. Dej un espacio, as fuese fragmentario y diminuto, para la oposicin. De muchas maneras, los esclavos pudieron reinterpretar el cdigo de sus amos para afirmar su identidad, para constituirse en contrapeso como seres humanos autnomos. Podan eludir, manejar o negarse de otras maneras, as fuesen secundarias, el trabajo. Encontraron siempre maneras de aprender a leer, de visitar, de cuidarse unos a otros.

Los esclavos hicieron ms que resistir. Sentaron las bases de una identidad colectiva. Los esclavos consiguieron adaptar el Cristianismo a su propia versin del Cristianismo negro. El amor cristiano y la dignidad humana, el valor moral individual, la libertad espiritual y la igualdad, y un sentido de comunidad negaban todos el cdigo esclavista. La intensa lucha por la alfabetizacin se bas, en su mayor parte, en la religin. La religin afronorteamericana sent las bases para construir una nacin dentro de una nacin, la creacin de una conciencia negra protonacional, una identidad y un orgullo colectivos (p. 168).

Adicionalmente, los esclavos desarrollaron su propio idioma. Su versin simplificada del ingls o ingls negro fue su forma nica de comunicacin, diferente de la del amo. El lenguaje de los esclavos fue ms que una forma de resistencia; cre lazos de identidad, construy su comunidad. Por otra parte, estaba la fuerza de la familia. Los esclavos, contra grandes obstculos, construyeron poderosas normas para la vida familiar y lucharon por mantener a sus familias.

En cierto sentido, el recuento de Genovese anticipa la versin postmoderna de la protesta desde abajo. A pesar de los esfuerzos de los esclavistas, la opresin nunca fue completa; el sistema hegemnico, que manifestaba la dialctica de la acomodacin y la resistencia, reflejaba profundas contradicciones. En estos espacios, los esclavos fueron capaces de desarrollar un sentido del valor moral al afirmar sus derechos, rechazando as la esclavitud misma (p. 658). Por otra parte, el anlisis de Genovese se aleja decididamente del postmodernismo. A pesar de la gran diversidad entre los esclavos y entre los afronorteamericanos libres, l hace nfasis en sus aspectos comunes especialmente en el desarrollo de la religin y de la lengua. El nfasis en la construccin de una nacin dentro de la nacin contrasta con la idea postmoderna de que el sujeto est compuesto por muchas influencias que se encuentran en flujo constante y en que las alianzas son siempre transitorias. El mensaje de Genovese es diferente: los afronorteamericanos crearon una comunidad nica de experiencias compartidas, forjada en una gran lucha. Los afronorteamericanos tienen una identidad comn; son una nacin dentro de una nacin.

Carol Stack (1974), en su estudio sobre los afronorteamericanos en una ciudad del oeste medio en la dcada de 1960, estaba escribiendo en contra de la literatura de la cultura de la pobreza, que caracterizaba los cambios dentro de la familia afronorteamericana como la transmisin generacional de valores y conductas desadaptados. El argumento de Stack es que, por el contrario, se trataba de una comunidad altamente adaptable que luchaba por sobrevivir en un entorno extremadamente hostil. Encontr una extensa red de cooperacin y de ayuda mutua como estrategias para enfrentar la extrema pobreza que constitua un elemento subyacente de la identidad negra en la comunidad.

Piven y Cloward (1977) estudiaron conflictos ms abiertos y directos entre los oprimidos y el Estado. Los movimientos de protesta surgen cuando hay una transformacin de la conciencia y del comportamiento, cuando la gente cree que ha sido tratada injustamente y desarrolla un sentido de eficacia. El desafo se expresa colectivamente y no individualmente. El principal ejemplo ofrecido por Piven y Cloward es el movimientos de los pobres en los aos sesentas. La Organizacin Nacional de los Derechos de Bienestar (NWRO) se desarroll con base en las actividades de la Guerra contra la Pobreza en los centros de servicio de los vecindarios: grupos de beneficiarios del bienestar afronorteamericanos se reunan en estos centros, se ayudaban unos a otros, trabajaban con voluntarios y profesionales activistas en el diseo de estrategias, y se comprometan en acciones directas. Aun cuando la NWRO atrajo activistas de los derechos civiles, profesionales, lderes religiosos y organizadores de clase media, su fortaleza bsica y su impulso provino de los beneficiarios del bienestar afronorteamericanos; fue una campaa desarrollada por mujeres pobres pertenecientes a una minora (Katz 1986:253).

Historias de la poca postmoderna

Los recuentos de protesta desde abajo escritas durante la poca postmoderna narran una historia diferente.

Linda Gordon (1988, 1990), con base en su estudio sobre la violencia familiar en Boston de 1870 a 1960, dice que las madres urbanas pobres no fueron siempre vctimas del control social; a menudo utilizaron a las agencias de control social para defender los derechos de sus hijos, especialmente en contra de esposos y padres abusadores. Los clientes fueron negociadores activos en las negociaciones complejas. Desde luego, las mujeres pagaron un precio por buscar la ayuda de las agencias; no necesariamente reciban lo que necesitaban, sino ms bien lo que los profesionales interpretaban como sus necesidades. El punto importante, sin embargo, es que las polticas fueron el resultado de la contienda, no slo entre fuerzas polticas organizadas, sino tambin entre individuos al nivel de los encuentros de trabajo social (Gordon 1990:5).

Lucie White (1990) narra la historia de la seora G., su cliente, una beneficiaria del bienestar en un pequeo pueblo de Carolina del Norte. La seora G recibi una suma de dinero como pago por una lesin personal. La persona que se ocupaba de su caso le dijo que poda gastar el dinero sin que se le dedujera de su cheque de bienestar. Luego el departamento de bienestar decidi que este consejo estaba equivocado. La suma recibida deba ser descontada del dinero que reciba del bienestar y, por lo tanto, la seora G Haba recibido excedentes. El departamento de bienestar le envi una nota de rutina indicndole que le haban pagado en exceso e indicndole que deba acercarse al departamento para firmar un contrato de pago con el investigador de fraudes del condado. La seora G estaba muy enfadada. White, con base en su experiencia en estos casos, le aconsej que no asistiera a la reunin ni firmara el contrato. Sin embargo, la seora G hizo ambas cosas. Se decidi que la seora G todava poda apelar. White le expuso dos opciones. Poda alegar impedimento por parte del departamento; esto exigira que cambiara su asesora. O bien, poda alegar necesidades los cargos adicionales no se imputaran si de hecho el cliente haba gastado el dinero en elementos necesarios. Esta opcin exigira que la seora G pidiera clemencia.

En la audiencia, la seora G, para sorpresa de White, se neg a confrontar a su asesora. S describi las necesidades en las que haba gastado el dinero pero, sin advertencia previa, dijo de manera desafiante que haba gastado parte del dinero en zapatos domingueros para que sus hijos pudieran ir a la iglesia. El condado gan. Despus de la apelacin, sin ofrecer ninguna explicacin, el Estado cambi de parecer y a la seora G no se le cobraron excedentes.

White interpreta estos acontecimientos como oposicin desde abajo. Por qu? Aun cuando la seora G saba que su nico medio de proteccin resida en hablar como mujer... reflejar lo que ella senta que el Otro el Hombre quera que dijera, sin embargo, la seora G abandon el papel del suplicante... Exigi una participacin significativa en la audiencia y el derecho a definir sus necesidades. La interpretacin de White: Aun cuando los grupos dominantes pueden controlar las instituciones sociales que regulan estos lenguajes, estos grupos no pueden controlar la capacidad de hablar de la gente subordinada (p. 50). No obstante, White reconoce que la seora G continu siendo una mujer afronorteamericana empobrecida que dependa del bienestar pobre, dependiente, despreciada (p. 52).

White concluye explorando las posibilidad de apoyar tan frgiles momentos de dignidad. Se pregunta, podremos crear instituciones postburocrticas? Podemos imaginar de nuevo la economa como una red de deliberaciones frente a frente, entre ciudadanos, acerca de la produccin y asignacin de la riqueza social? White es cautelosa. Advierte acerca de las suposiciones ideolgicas al decidir el futuro, y de saltos mal orientados. Para un postmoderno, dice, ms bien, la reubicacin del gobierno burocratizado en instituciones participativas debe proceder con cautela, experimentalmente, guiada por el conocimiento local y no por un diseo grandioso... La forma de las instituciones postburocrticas vendr... de las diversas actividades localizadas de construccin institucional que las mujeres negras solas con nios ciudadanos realicen por s mismas, en su propio terreno (pp. 57-58).

Ewick y Silbey (1992) relatan una historia similar. Millie Simpson (un pseudnimo), una mujer afronorteamericana de mediana edad que trabajaba de criada, fue acusada errneamente de una infraccin de trfico. Simpson va al juzgado; all se dan los habituales contratiempos burocrticos; el defensor pblico llega demasiado tarde; a Simpson se le impone una multa, pierde temporalmente su licencia de conducir y se le ordena realizar 15 horas de servicio comunitario. Resulta que la iglesia seleccionada para este efecto (a sugerencia suya) era, sin que el tribunal lo supiera, una iglesia donde realizaba ya trabajo voluntario. Poco despus, su empleador se entera de sus desventuras. El abogado de la familia consigue que el caso sea abierto de nuevo, se aclara el malentendido, se devuelve la multa y se desestima el caso.

Ewick y Silbey estn preocupados por la conciencia jurdica las maneras como la gente corriente experimenta y comprende la ley cuando optan por invocarla, evitarla u oponerse a ella (p. 11). Dentro de la tradicin postmoderna, argumentan, la conciencia jurdica es local, contextual, contingente y contradictoria.

En la historia de Simpson hay aquiescencia, resistencia y oposicin. La conciencia jurdica vara de acuerdo con ellas. Durante la primera fase aquiescencia hay acatamiento del Estado y una perplejidad ms o menos pasiva acerca del proceso. Durante la etapa final -- oposicin hay retirada; Simpson es apenas un sujeto cuando las elites deciden su suerte. Los autores hacen nfasis en la oposicin. Al organizar el servicio comunitario, Simpson insinu con xito su vida en el espacio de la ley e... invirti por un momento la trayectoria del poder (p. 26). As, con su astucia, consigui, donde haba fracasado antes, infiltrar el texto dominante (p. 27).

Los autores admiten que, en un sentido, nada ha cambiado las leyes y las prcticas para formular las sentencias permanecen intactas. No obstante, el acto de oposicin no fue intrascendente. Por qu? Siimpson sinti un inmenso placer; se vea triunfante en su victoria privada, ganada dentro de los intersticios de la institucin. Es un error, afirman los autores, desdear estas victorias como algo trivial y desprovisto de importancia poltica . Pueden tener un potencial transformador que puede prefigurar desafos ms formidables y estratgicos al poder (p. 33).

Austin Sarat (1990) explora la diversidad de la conciencia jurdica entre los beneficiarios pobres del bienestar. Aun cuando los beneficiarios pobres del bienestar estn rodeados y atrapados por normas jurdicas, as como por funcionarios e instituciones que se atribuyen la autoridad para decidir cul es la ley y qu significan las normas, hay maneras en las que quienes se encuentran en lo ms bajo encuentran espacios y oportunidades para oponerse. Algunos usaron abogados que prestan servicios jurdicos. Al acudir a los servicios jurdicos, algunos sintieron que ya no controlaban su propio destino ms que cuando trataban con la burocracia del bienestar. Muchos sufrieron humillaciones y abusos adicionales en otra oficina pblica. Pero acudieron porque haban agotado otras posibilidades y se encontraban en el extremo. La conciencia y el sentido de eficacia varan. Algunos rogaron; otros trataron de encontrar las fallas o de derrotar al sistema en su propio juego (p. 373). Sin embargo, debido a que los pobres del bienestar se encuentran en una situacin de dependencia continuada, deben comprometerse con una lucha cuesta arriba para hacer escuchar sus voces y para que su comprensin del Derecho y de la justicia haga parte del orden jurdico. No estn paralizados; luchan por oponerse a la definicin oficial de su subjetividad, pero tambin tienen pocas probabilidades de xito (pp. 377-79).

Todos estos autores hace dos dcada y ahora celebran los actos de resistencia de parte de las personas ms marginadas de la sociedad. Sin embargo, no puede dejar de impactarnos la diferencia de tono. Los autores de las dcadas de los sesentas y los setentas hablan de solidaridad y de lucha con un optimismo que refleja los sueos de aquella poca. A diferencia de ellos, Gordon (1988) dice, La mayor parte de este libro es triste. La mayora de las historias individuales tienen un final infeliz. Gordon y White (1990) hablan vagamente sobre las inquietudes comunes de los pobres, de las mujeres, y de la gente de color. Sarat (1990) se muestra pesimista acerca de los beneficiarios pobres del bienestar; es una lucha cuesta arriba para hacer escuchar sus voces; tienen pocas probabilidades de xito. Y Ewin y Silber (1992) slo insinan que estos actos pueden ser importantes para el cambio social.

Los relatos que eligieron narrar Genovese, Stack y Piven y Cloward son acerca de grupos, comunidades y movimientos. Aun cuando prestan considerable atencin al contexto y a la identidad individual, estas historias se refieren a la identidad colectiva y a la fuerza colectiva.

En contraste con lo anterior, los hroes de los autores contemporneos estn aislados. Las interacciones son jerrquicas y no laterales. Esto resulta irnico, enigmtico. El pragmatismo interpret la importancia del lenguaje y de la identidad como un acto colectivo; rechaz el individualismo metodolgico. La democracia emancipativa se basa en la comunicacin. Radin (1991), en su interpretacin del feminismo y el pragmatismo, hace nfasis en la experiencia de grupo compartida. Sin embargo, en los relatos de los autores contemporneos, los aspectos comunes estn nicamente en la mente del narrador.

Nancy Fraser (1989), quien cuestiona el rechazo de las grandes narrativas, relata historias diferentes, historias de grupos y de movimientos sociales. Sus ejemplo incluyen la lucha poltica para transformar el golpear a la esposa en maltrato femenino, la resistencia de las adolescentes negras embarazadas a las normas de terapia de planeacin familiar, y las campaas por los derechos al bienestar de la dcada de los aos sesentas. Fraser hace nfasis en los esfuerzos colectivos. La insistencia feminista en la nueva expresin maltrato femenino, invoca no slo la ley penal, sino tambin la idea de que este es un problema pblico sistemtico y difundido que refleja la subordinacin social de la mujer. Los activistas se comprometieron con elevar el nivel de conciencia, establecer resguardos y consejeras; se forjaron vnculos que contribuyeron a la identificacin poltica (Fraser 1989:213-14).

En el ejemplo de la consejera sobre planeacin familiar, las afronorteamericanas pudieron oponerse a lo que consideraron como normas blancas de clase media. Resentan el enfoque teraputico, la aparente falta de sinceridad de los trabajadores sociales y su neutralidad moral, y lo que consideraban preguntas excesivamente personales cuando ellas no podan a su vez preguntar. Fueron capaces de resistir a travs de desafos directos, humor y comprendiendo erradamente cuasi-deliberadamente las preguntas de la trabajadora social. Las mujeres afronorteamericanas pudieron usar aquellos aspecto del programa de servicio de salud que consideraron apropiados para sus necesidades tal como ellas las definieron, mientras que evitaron otros aspectos. La respuesta de las adolescentes negras no es tanto un rechazo de la moral convencional, como un ejemplo de adaptacin al estrs generado por la extrema pobreza. Sin perspectivas significativas de casarse o de obtener un empleo fijo hasta despus de los veinte aos, las jvenes afronorteamericanas tienen pronto sus hijos, usan a sus madres y a otros parientes para que cuiden a los nios mientras completan su educacin, y luego ingresan al mercado laboral cuando los costos del cuidado de los nios son mucho ms reducidos. Anlogamente a lo que encontr Stack (1974) en los aos setentas, optaron por un curso de vida alternativo (Testa 1992).

Historias de los acadmicos que se ocupan de las minoras

Entre las historias contemporneas afronorteamericanas de lucha, dos de las ms prominentes son las crnicas de Derrick Bell (1987, 1992), y Alchemy of Race and Rights (1991) de Patricia Williams.

Bell narra una serie de cuentos metafricos que cubren las principales batallas jurdico-polticas a favor de los derechos civiles (1987). Comienza con el marco de la Constitucin y procede a travs de varios problemas relacionados con las campaas a favor de los derechos civiles (por ejemplo, derecho al sufragio, educacin, reparaciones, empleo), y pasa a asuntos que enfrenta la comunidad negra (relaciones entre hombres y mujeres, auto ayuda). Cuestiona el uso de las estrategias jurdicas convencionales. En algunos aspectos, Bell refleja el postmodernismo: su exposicin es narrativa. Utiliza la alegora, la fantasa, la metfora y la irona ms bien que abstracciones jurdicas. Presentas mltiples caminos hacia la verdad. Es un observador astuto de la diversidad del poder cultural y poltico blanco tal como se manifiesta en los procesos sutiles e informales de la vida cotidiana. Hace nfasis en la experiencia del Derecho ms que en la doctrina. La maleabilidad de la doctrina y de la ideologa es uno de los elementos claves en la interpretacin que ofrece Bell de la historia de los negros, as como en su programa para el futuro. Al urgir por una Tercera Va, segn la cual los negros continan buscando una sociedad justa a pesar de sus repetidos fracasos, propone la idea significativa de que as como los negros fueron capaces de usar la Biblia cristiana para su salvacin, es posible tambin que utilicen los valores de la Constitucin en su lucha continuada.

No obstante, aun cuando estos son elementos postmodernos, las historias de Bell en su primera coleccin And We Are Not Saved se refieren a las luchas colectivas de los negros. Si bien reconoce diferencias entre los negros, su nfasis recae en los aspectos comunes de la identidad negra. Bell prosigue con estos temas en su ltima coleccin de ensayor, Faces at the Bottom of the Well (1992), con otra serie de relatos alegricos. A pesar de los fracasos y derrotas, el tono es optimista. De nuevo hace nfasis en los elementos comunes la historia, la identidad, la lucha y la esperanza de libertad. En busca de Afrolntica, los negros... no dependieron de un solo lder ni buscaron la liberacin a travs de una nica organizacin. Ms bien, trabajaron juntos en comunidades (p. 44). La bsqueda fracasada no condujo a la desesperacin. Por el contrario, el milagro de Afrolntica fue sustituido por un milagro ms grande. Los negros descubrieron que ellos mismos posean en realidad las cualidades de liberacin que haban esperado realizar en su nueva patria... El sentir esto fue... una liberacin no del lugar, sino de la mente (pp. 45-46). El captulo final de Bell, titulado Ms all de la desesperacin, invoca una lucha sin tregua, que no deja lugar a la capitulacin. Todos somos parte de esta historia, y se est desarrollando todava (p. 200=.

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Patricia Williams (1991) usa tambin tcnicas postmodernas la narrativa, los mltiples usos del lenguaje, la yuxtaposicin en capas de relatos con irona, paradojas, parbolas y contradicciones que obligan al lector a participar en la construccin del significado y, a la vez, a ser conciente de este proceso (pp. 7-8). Los temas que trata son las relaciones de poder, dominacin y sumisin, deferencia. Sus relatos, sin embargo, se refieren a ser negro, a ser negro en los Estados Unidos de hoy. Significativamente, Williams comienza con su tatarabuela cmo fue vendida a los 11 aos, violada por un esclavista (un pederasta centrado en s mismo) y con el nacimiento de la bisabuela de Williams, y contina con las carreras de sus hijos y de sus nietos mientras luchaban por sobrevivir. Sus relatos comienzan a menudo con personas individuales por ejemplo, un joven dependiente blanco en una tienda elegante que, despus de mirar detenidamente a Williams, se niega a oprimir el botn de entrada, y sus sentimientos de alienacin como profesora de Derecho negra pero se refieren a la experiencia comn del racismo a cmo los negros son humillados en tiendas, restaurantes, por la polica, fsicamente atacados y asesinados por blancos cuando se atreven a aventurarse en vecindarios blancos (Howard Beach), la justificacin estereotipada de la violencia (Bernard Gotees, Eleanor Bumpers), el padecimiento de las indignidades raciales de la vida cotidiana. Williams cree que el color de la piel afecta tan profundamente las vidas de la gente que las generalizaciones son vlidas.

Los otros autores que se ocupan de las minoras Dalton (1987), Delgado et. al. (1985), Lawrence (1987, 1990), Matsuda (1989), Torres (1991), y muchos otros utilizan tambin la narrativa para ilustrar el dolor de la discriminacin. Pero hacen nfasis en temas que se encuentran en autores anteriores a la poca postmoderna los aspectos comunes, la lucha para resistir y sobrevivir como pueblo, los lazos de solidaridad. Aun cuando los relatos mismos con frecuencia se refieren a personas individuales que padecen actos especficos de discriminacin, su punto ms importante es negar el individualismo. Los actos de racismo no son aberraciones individuales; por el contrario, son manifestaciones de las principales caractersticas estructurales de nuestra sociedad. Las vctimas del racismo son ms que individuos. Como lo dice Dalton, estn inextricablemente arraigadas en sus comunidades, que son a la vez fuentes de opresin y fuentes de fortaleza.

Regina Austin desarrolla estos temas en una notable afirmacin del carcter fundamental de la comunidad para los afronorteamericanos (1992a, 1992b). Sin romanticismos, Austin considera la variedad y gama de las violaciones de la ley por parte de los negros, no slo en trminos de lucha y oposicin (los oprimidos necesitan saber cundo acatar la ley y cundo desconocerla; 1992b:1799), sino tambin en trminos de solidaridad y de identificacin. Propone la creacin de puentes entre la gente convencional y la gente de la calle para propiciar la comprensin de un equilibrio apropiado de los modos y costumbres de cada uno (ibid.). Austin habla acerca de compartir los beneficios y ganancias de la economa informal en trminos semejantes a como lo hizo Stack (1974) tanto por su importancia econmica como social. La poltica de identificacin de Austin se fundamenta en la idea de que los negros de diferentes clases sociales tienen talentos y fortalezas que contribuir a una comunidad negra revitalizada, y se requiere una agenda jurdica atada a una poltica de identificacin que haga ms sensible el sistema jurdico a la conexin social que vincula a la comunidad y a los infractores de la ley que pertenecen a ella, y que afecta la evaluacin negra de la criminalidad negra (p. 1815). Austin reconoce la gran variedad de negros, y que las diferencias de gnero, clase, ubicacin geogrfica y poltica los mantienen separados. Sin embargo, hacer parte de una comunidad negra real requiere ir a Casa cada cierto tiempo e interactuar con los parientes (p. 1817).

Al tratar de definir cmo sera una agenda social crtica, Fraser y Nicholson (1988) y los acadmicos que se ocupan de las minoras recurren a narrativas ms amplias, tanto para describir la difcil situacin de los oprimidos como para enmarcar una agenda de lucha. Esto nos lleva a los nuevos movimientos sociales, y hacen nfasis tambin en la solidaridad y la lucha comn. Al mismo tiempo, estn imbuidos de los valores de la poltica postmoderna se oponen al fundacionalismo, al materialismo, a la burocracia, al Estado. Rechaza la hegemona burguesa. Hacen nfasis en una democracia arraigada, la experimentacin y el cambio social al nivel local. Hasta qu punto son los nuevos movimientos sociales vehculos para una poltica de cambio?

III. Los nuevos movimientos sociales

Se dice que los orgenes de los nuevos movimientos sociales surgen del movimiento estudiantil de la dcada de 1960, que se extendi desde Berkeley a Pars y a Berln. Este movimiento seal el comienzo de una ola ms amplia de protesta social ambiental, feminista, homosexual y lesbiana, de los consumidores, antinuclear y a favor de la paz y de cambio, que afect prcticamente a todas las democracias industrializadas avanzadas (Tarrow 1989).

Los nuevos movimientos sociales pueden ser considerados como la forma arquetpica de la poltica postmoderna races, protesta desde abajo, solidaridad, identidad colectiva, procesos afectivos todo en la lucha contra el orden establecido por fuera de los canales normales (A. Scott 1990; Tarrow, 1989).

Estos movimientos propenden por una nueva forma de poltica ciudadana basada en accin directa, toma de decisiones participativa, estructuras descentralizadas y oposicin a la burocracia. Defienden una mayor atencin a problemas culturales y relativos a la calidad de vida en lugar del bienestar material. Defienden mayores oportunidades de participar en las decisiones que afectan nuestras vidas, bien sea a travs de la democracia directa, o dependiendo en mayor medida de grupos de auto ayuda y de estilos cooperativos de organizacin social. Apelan a divisiones basadas en valores y problemas en lugar de divisiones basadas en grupos o problemas de los grupos de inters. Aun cuando los nuevos movimientos contemplan una sociedad mejor para todos, no hay en ellos la inclinacin a retirarse a un refugio espiritual. Estn decididos a luchar por un mundo mejor aqu y ahora. Aun cuando el componente humanista no es nuevo ha habido crticas reiteradas de la modernizacin la disposicin de desafiar el orden existente de maneras prcticas que pretenden representar a la poblacin en general los distancia de sus predecesores histricos (Dalton et. al. 1990; Offe 1990).

Por otra parte, no proponen un plan grandioso para una sociedad mejor. Estos movimientos critican los patrones institucionalizados de racionalidad de la modernidad. Rechazan tanto la tradicin liberal como la marxista. Su concepto de una sociedad futura se define en buena parte negativamente. Saben qu es lo que no quieren, pero se muestran inseguros e inconsistentes acerca de lo que quieren en detalle. Aun cuando se oponen a la modernidad, no proponen el regreso a una versin idealizada de las instituciones tradicionales, tales como la familia, los valores religiosos o la nacin. Se diferencian claramente de las formas reaccionarias de protesta social; representan ms bien una crtica universal a la modernidad y a la modernizacin al cuestionar patrones institucionalizados de racionalidad tcnica, econmica, poltica y cultura. Estos movimientos se distinguen tambin de las tradiciones liberal y marxista por la ausencia de una visin totalizadora y de una teora institucional para una nueva sociedad. El enemigono es una clase social, sino ms bien un tipo de racionalidad dominante. Debido a la ausencia de una doctrina estricta, estos movimientos han sido llamados post-ideolgicos, lo cual es, tal vez, la razn principal por la que merecen ser llamados nuevos (Kuechler & Dalton 1990; Offe 1990).

Aun cuando estas caractersticas post-ideolgicas son distintivas, Claus Offe (1990) cree que hacen extremadamente difcil que los nuevos movimientos sociales desarrollen las formas institucionales necesarias para conseguir sus exigencias. Debido a la ausencia de una visin totalizadora o del diseo institucional de una nueva sociedad, los nuevos movimientos sociales son incapaces de usar el lenguaje de las tradiciones liberal y socialista. El disperso conjunto de problemas, quejas y exigencias de que se ocupan no constituye una fuerza o visin unificadas. En lugar de una clase social u otra categora esencialista, el enemigo es una racionalidad dominante de ndole ms abstracta. No existe la idea de una clase universal que, al establecer sus propias instituciones, desempeara una misin civilizadora y liberadora para la sociedad. Carecen del diseo general de un orden justo como el resultado necesario y deseable del cambio revolucionario o reformista. Bajo tales condiciones, la ausencia de una alternativa bsica y global no es slo un asunto relativo al fracaso de la imaginacin intelectual y de la visin poltica; es, ms bien, el resultado de sustanciales dificultades que no llevan a estrategias viables y atractivas de transformacin.

Basado en la experiencia del Partido Verde en Alemania, Offe (1990) describe los dilemas que enfrentan los movimientos sociales cuando comienza a marchitarse el estallido inicial de entusiasmo. El uso de las instituciones polticas de la democracia representativa liberal pareca ser algo racional. En 1989, los pragmatistas obtuvieron el control del movimiento y condujeron a los Verdes a una coalicin oficial con los socialdemcratas en Berln. A pesar de muchas condiciones todas las cuales fueron abandonadas rpidamente diseadas para diferenciar a los parlamentarios Verdes de los miembros regulares del parlamento los representantes Verdes rpida y eficazmente sustituyeron todos los elementos esenciales del discurso parlamentario por buena parte del discurso de la poltica de los movimientos anti-institucionalistas y gradualmente abandonaron su promesa original de ser un tipo nuevo de partido. Aun cuando se afirma que los Verdes son el nico partido de movimientos que ha obtenido un xito significativo, no ha producido ninguna reestructuracin importante de la poltica alemana. Por el contrario, las exigencias de la poltica de coalicin han generado divisiones dentro de los Verdes de proporciones suicidas (pp. 248-49).

El punto de Offe es que la transformacin del movimiento ocurri debido a su rechazo deliberado de una crtica revolucionaria global. No haba una visin de relaciones alternativas de produccin ni de la autoridad poltica. Bajo estas circunstancias, la acomodacin a las instituciones polticas de la democracia liberal parece atractiva desde el punto de vista pragmtico, porque no parece haber nada ms. Enfrentados a estos dilemas, los movimientos a menudo actan en incmodas coaliciones con partidos tradicionales. El resultado es, con frecuencia, en el mejor de los casos, la reforma parcial, decepcionante, incremental (Tarrow 1990:267-68).

Carl Boggs 81986) ofrece un anlisis similar respecto al nuevo populismo en los Estados Unidos. El centro de estos movimientos se encuentra al nivel local vecindarios, comunidades locales, gobiernos locales para comenzar el proceso de compromiso popular en el lugar de trabajo, la comunidad y el sistema poltico. Los populistas se consideran actualmente los herederos de los aos sesentas. Pero en lugar de continuar con la lucha tradicional entre trabajo y capital, anticipan el cambio social a travs de un amplio movimiento ciudadano una revolucin de las bases que se opondr a la dominacin de la elite. Tal movimiento ocupara el vaco dejado por la erosin del liberalismo corporativo y la marginacin de la izquierda marxista.

Nuevo movimientos sociales han ganado importantes victorias locales. Como lo narra Boggs (1986), en Santa Mnica, California, una organizacin amplia de arrendatarios, SMRR, eligi al alcalde y a la mayora del Consejo Municipal. Adicionalmente al control de los alquileres, SMRR defendi un desarrollo a escala humana en una ciudad dominada desde haca largo tiempo por intereses conservadores de desarrollo en la finca raz. Para propiciar y mantener una democracia de base, SMRR propuso una red de consejos de los vecindarios. En su ao inicial, hubo un gran entusiasmo y un alud de reformas. El Consejo Municipal aprob e implement, en efecto, una ley radical de control de los alquileres, impuso lmites a los desarrollos de torres de apartamentos y a la conversin de condominios, y estableci un grupo de trabajo especial que propusiera una serie de proyectos, incluyendo la creacin de los consejos de los vecindarios. Pero ninguno de estos proyectos se materializ porque, ms all del problema de los derechos de los arrendatarios, la nueva agenda populista careca de coherencia. En lugar de una teora o programa general, haba nicamente proclamaciones visionarias. Una vez ganada la lucha por el control de los alquileres, el inters popular se desvaneci, la marcha hacia adelante se hizo ms lenta, y tres aos ms tarde, el movimiento SMRR, incluyendo al alcalde, perdi el poder.

Boggs atribuye la decadencia de los populistas de Santa Mnica a la imposibilidad de resolver tres dilemas de reforma democrtica: (1) la poltica, (2) la burocracia, y (3) el lugar de trabajo. Hay una disyuncin entre la visin populista de los problemas postmodernos y su teora de reforma estructural. Los nuevos populistas ven la gama total de poder y de dominacin en la economa, la comunidad y la familia, tanto como en el Estado y, por lo tanto, concluyen acertadamente que todas estas estructuras deben ser democratizadas, pero no cuentan con las estrategias necesarias para perseguir estos objetivos. Hasta ahora, los populistas slo se han comprometido con la poltica tradicional cortejando a las elites, construyendo alianzas y trabajando con las burocracias o circundndolas. En lugar de tratar de debilitar las instituciones existentes, los populistas colaboran con ellas. El acceso y la influencia significan inevitablemente integracin y no oposicin (Boggs 1986:148).

Anlogos dilemas se aplican a la burocracia y al lugar de trabajo, En ausencia de alternativas democrticas concretas, la promesa de organizaciones sociales no burocrticas sigue sin cumplirse. En ausencia de alternativas al control del trabajo asalariado por parte del capital, las cooperativas y las empresas de propiedad de los trabajadores sern siempre marginales. No hay nada que distinga a los actuales esfuerzos basados en la comunidad de aquellos que han fracasado o que han sido asimilados en el pasado. Hasta ahora, los nuevos populistas no slo no han ofrecido una poltica alternativa, sino que, debido a que comparten las reglas pluralistas tradicionales, es posible que incluso contribuyan al status quo (ibid., p. 153).

En la opinin de Boggs, la experiencia de Santa Mnica (as como otros ejemplos que presenta), demuestra que la democracia econmica y conferir poder a los ciudadanos requiere ms que ingeniera social y reformas legislativas; para transformar la sociedad; lo que se necesita ms bien son creencias, valores y estilos de vida reconstituidos. No basta con desafiar a la hegemona burguesa; la Izquierda debe crear una contra hegemona o una hegemona alternativa; de lo contrario, siempre habra asimilacin y cooptacin. Boggs desdea una versin popular del nuevos populismo ni a la izquierda ni a la derecha. El uso de este lema sin sentido evita los problemas de la acumulacin de capital y de poder poltico, y busca una solucin ilusoria relacionada con la realidad limitada de las comunidades a pequea escala. El nuevo populismo busca eludir los dilemas que suscitan los asuntos internacionales al comprometerse con una estrategia esencialmente localista. Pero ni siquiera el poder local puede ser confrontado sin un plan poltico y econmico global.

IV. Conclusin

Las historias contemporneas no son felices. Sin embargo, tal vez sea demasiado pronto para decirlo. Este siglo termina con una poca de gran incertidumbre. Puesto que el pasado es todava parte de nosotros en muchos sentidos, los esfuerzos por conseguir un cambio social importante son necesariamente frgiles y a menudo estn condenados al fracaso. No podremos deshacer con facilidad los lazos del capitalismo liberal, el Estado, el racismo y el patriarcado.

Por otra parte, en las transiciones, el futuro es, por naturaleza, nublado. No es claro hacia dnde se dirige la sociedad, qu orientaciones surgirn. Los postmodernistas son los primeros en admitir que el futuro puede depararnos despotismo tanto como libertad. Parece haber contra movimientos muy fuertes ecologa, feminismo, tal vez paz. Por otra parte, el curso del racismo y de la homofobia en los Estados Unidos, y ahora las matanzas tnicas a nivel mundial son, por decir lo menos, aleccionadores.

Pero son ms profundos los problemas del postmodernismo? Es la poltica postmoderna una gua confiable para una poltica de cambio?

Tanto Offe (1990) como Boggs (1986) argumentan que los dilemas de los nuevos movimientos sociales surgen de las creencias bsicas de oposicin al Estado, a la burocracia y al poder, as como de su rechazo de teoras sociales a gran escala. No obstante, tales creencias son consideradas fundamentales para el proyecto postmoderno. Ernesto Laclau y Chantal Mouffe considerados por muchos como los ms prominentes de los tericos polticos postmodernos (Thomas 1991) rechazan la posibilidad de que pueda basarse una poltica coherente en la clase social o en movimientos sociales (Laclau y Mouffe 1985). Rechazan el capitalismo debido a las relaciones inherentemente coercitivas entre el capital y el trabajo. Rechazan el socialismo argumentando que es esencialmente teleolgico. Proponen que hay, ms bien, diversos conflictos sociales, ninguno ms vlido que otro; no hay manera de predeterminar el resultado de estas luchas (A. Scott 1990). Consideremos la descripcin que ofrece Rosenau (1992:144) de los postmodernistas afirmativos (por oposicin a los postmodernistas escpticos):

Coinciden en varias dimensiones polticamente relevantes; un rechazo de la ciencia moderna, un cuestionamiento de la idea moderna de progreso, el rechazo a afiliarse con cualquier movimiento poltico tradicional, institucionalizado, que tenga lo que ellos consideran una ideologa totalizadora, y un abandono de los proyectos fundacionalistas logocntricos que proponen soluciones globales sean stos liberales, de centro o conservadores... Son post-proletarios, post-industriales, post-socialistas, post-marxistas y post-distribucionistas.

La concepcin que tienen Laclau y Mouffe de una democracia radical, pluralista, al igual que la situacin ideal del discurso de Habermas (1987), es puramente formal; no dice nada acerca de los resultados positivos de la lucha histrica. Para Laclau y Mouffe, esta vaguedad es precisamente su atractivo (A. Scott 1990). Proponen , en su lugar una teora del discurso. Pero la teora del discurso no es realmente una teora. Es ms bien un mtodo o procedimiento para formular preguntas y criticar las presuposiciones de la teora. Es una especie de teora que se opone a la teora (A. Scott 1990:103-5; Rosenau 1992:176).

La teora del discurso nos lleva de nuevo al punto de partida la importancia de la deconstruccin para la poltica postmoderna. Allan Hutchinson (1988:288), en su libro sobre la poltica de la deconstruccin, formula bien este punto: El lenguaje es un acto de poder, una forma de accin social. Adquirir y practicar un lenguaje es comprometerse en el ms profundo de los actos polticos; nombrar el mundo es controlarlo. Es a travs del dilogo democrtico que se comprometen los desposedos. El dilogo democrtico niega la clausura. Por lo tanto, la democracia es el complemento institucional apropiado para la deconstruccin, As como la deconstruccin subvierte la cultura opresiva de la racionalidad, la democracia se opone a los estilos tradicionales de teora y prctica poltica (p. 290). Ambas van juntas.

La poltica postmoderna es la poltica del discurso. Los actores se liberan de las restricciones institucionales. La oposicin al institucionalismo es una condicin necesaria de la teora poltica postmoderna. No obstante, sin una teora positiva de las instituciones, el postmodernismo no puede enfrentar al poder basado en las instituciones. Y este, segn Offe y Boggs, es el problema ms fundamental.

Consideremos de nuevos las historias de protesta desde abajo y los nuevos movimientos sociales. Qu nos dicen acerca de la explicacin postmoderna de la lucha y la produccin del conocimiento? Las historias contemporneas se refieren a individuos, en los espacios ms marginados, que se comprometen en pequeos actos de desafo y, en la mayor parte de los casos, no pasa nada o casi nada. Los autores, en el mejor de los casos, son extremadamente reticentes a establecer conexiones comunes, a hablar acerca de las posibilidades de la accin colectiva de una manera concreta, e incluso a sugerir reformas de nivel medio, mucho menos reformas al nivel de la sociedad. Los relatos contemporneos son relatos de resistencia, pero tambin de desesperacin (Rosenau 1992:11). Cuando nos volvemos hacia los nuevos movimientos sociales, encontramos a los Verdes internamente divididos y a la coalicin de Santa Mnica difunta.

Qu explica, entonces, la diferencia entre las historias escritas hoy y las que fueron escritas hace dos dcadas? De dnde proviene la atraccin de la teora del discurso o de la poltica de la deconstruccin?

Siempre es peligros intentar explicar el surgimiento de grandes influencias culturales, pero permtaseme sugerir dos razones. La primera es el colapso del socialismo europeo, y la segunda el impasse intelectual de la modernidad.

El espacio de que dispongo no me permite una discusin detallada, pero consideremos tres ejemplos. En Suecia, la social democracia present una alternativa viable al neoliberalismo un alto nivel de vida, una comunidad liberal, una tasa de desempleo de menos del 2%. Pero se trataba de un Estado corporativista la anttesis del postmodernismo: de arriba hacia abajo, burocrtico, tcnico, racional, planificado. El modelo sueco est siendo abandonada ahora, tanto por los Social Demcratas como por los conservadores, a favor del capitalismo liberal (Pontusson, en prensa). La poca del colectivismo ha llegado ahora a su fin afirma el nuevo Primer Ministro sueco (Fisher 1992).

Otro ejemplo es, desde luego, Francia. El giro hacia la derecha por parte de los Socialistas a comienzos de la dcada de 1980 es bien conocido. Recientemente, en un desesperado esfuerzo por salvar el partido Socialista, el presidente francs Mitterand nombr como primer ministro a un socialista de larga data quien, como Ministro de Finanzas, gozaba de tal prestigio entre la comunidad financiera que la Bolsa de Pars salt (Riding 1992).

Luego est Inglaterra. A pesar del giro hacia la derecha del partido Laborista, su modelo continental de democracia social era obsoleto. Por primera vez desde la Revolucin Francesa, no hay una visin social plausible por parte de la izquierda (Jenkins 1992). En los Estados Unidos est Bill Clinton y, por un momento Ross Perot.

En sntesis, desde fines de la dcada de 1970, la visin Occidental alternativa de la sociedad bien sea socialista o corporativista de bienestar social ha desaparecido, dejando el campo libre al capitalismo liberal.

La conexin entre el colapso de la Izquierda y la atraccin de la poltica de la deconstruccin me vino a la mente cuando le el fascinante libro de Susan Handelman, The Slayers of Moses: The Emergence of Rabbinic Interpretation in Modern Literary Theory (1982). Su argumento es que la teora y la prctica de la teora literaria postmoderna tiene profundas y sorprendentes afinidades estructurales con la tradicin interpretativa rabnica del Talmud (p. xv, nfasis en el original). Aun cuando la concentracin de los judos en el Tor tuvo un largo desarrollo, que comenz con la destruccin del Primer Templo (586 a.C.), se hizo coextensiva con el judasmo despus de la destruccin del Segundo Templo, cuando el Estado judo dej de existir en la antigedad y el judasmo ya no fue una religin nacional en un sentido fsico. Despus de 135, la normatividad [del Tor] se hizo total, porque ya no quedaba nada ms (Johnson 1987:147).

No deseamos llevar la analoga demasiado lejos, pero es curioso que el surgimiento de la deconstruccin, como amplio movimiento cultural, coincidiera con la muerte de Marx y el surgimiento de Thatcher y de Reagan. Habra un paralelo en el giro hacia el texto?

La analoga se rompe porque el judasmo rabnico, aun cuando interpreta el texto, s tiene una visin coherente, lo cual me lleva a mi segunda sugerencia el impasse intelectual de la modernidad.

Anthony Giddens (1990) argumenta que el surgimiento de la oposicin al fundacionalismo no es el postmodernismo sino en realidad la realizacin de la modernidad. El rasgo epistemolgico distintivo de la modernidad es la reflexividad. Todas las pretensiones cognoscitivas son, en principio, revisables. La razn ya no es cierta. Se ha institucionalizado la duda. La modernidad est abierta indefinidamente. No hay mundo social estable que podamos conocer. Nos hemos quedado con las preguntas all donde antes haba respuestas. Sin embargo, la modernidad no nos ha trado paz; el siglo XX es el siglo de la guerra. Hemos perdido nuestra fe en el progreso. Hemos perdido la fe en el conocimiento.

La reflexividad es la marca distintiva del postmodernismo. Los intelectuales y acadmicos postmodernos se centran en el lenguaje. Creen en el poder inherente del lenguaje nombrar el mundo es controlarlo, afirman. Pero, al mismo tiempo, el lenguaje es inherentemente maleable. Cmo podemos controlar el mundo si nuestra construccin es inestable?

La lucha se refiere al poder y a la poltica. Sin embargo, la concepcin postmoderna del lenguaje establece una oposicin entre el discurso y la accin. Se nos advierte en contra de las presuposiciones ideolgicas y los saltos descaminados. El postmodernismo, dice Rosenau, cuestiona la causalidad, el determinismo, el igualitarismo, el humanismo, la democracia liberal, la necesidad, la objetividad, la racionalidad, la responsabilidad y la verdad... Hace que cualquier creencia en la idea de progreso o la fe en el futuro parezcan cuestionables (1992:ix, 5). La reflexividad resulta invalidante.

Las consecuencias de la poltica de la deconstruccin son graves. El postmodernismo celebra su ausencia de visin global. Los postmodernistas defienden su visin afirmando, Pero no hay Grandes Narrativas. No obstante, la oposicin no juega este juego. Cree en sistemas, meta-narrativas y permite teoras del poder, de la accin.

Cuando miramos a nuestro alrededor, todo el mundo acta como si hubiera Grandes Narrativas. En Occidente, vemos la amplia influencia ideolgica y poltica del capitalismo liberal. Buena parte del mundo adhiere al fundamentalismo religioso. Las principales potencias econmicas son sociedades comunales, autoritarias. Presenciamos el surgimiento del nacionalismo tico.

Sin entrar en los detalles de las causas de estos cambios, s quisiera mencionar dos consecuencias aparentemente inevitables de ellos. En la Europa Occidental y en los Estados Unidos, se ha desarrollado una gran clase permanente de ciudadanos desempleados y de ciudadanos marginalmente empleados. Esto tiene consecuencias particularmente graves para los jvenes, las mujeres, los discapacitados, para la gente de color y otras etnias que se consideran intrusos. La gente que no puede establecer una conexin significativa con el mercado laboral no slo padecen una miseria absoluta, sino que se ven excluidos de la comunidad (Dahrendorf 1988). Sin embargo, este desarrollo se enfrenta con ecuanimidad es el precio que tenemos que pagar en un mercado mundial. Considero que esta es una tragedia de incalculables proporciones. Esta es la gente marginada.

Cul es la respuesta de los nuevos movimientos sociales? Para citar a Rosenau:

Los movimientos sociales postmodernos no estn interesados en hablar a nombre de la clase trabajadora, a la que consideran reaccionaria u obsoleta. Las polticas de la redistribucin no hacen parte de su programa. Tampoco luchan por obtener los beneficios sociales que eran fundamentales para la antigua izquierda, tales como el bienestar o el seguro de desempleo. Tales beneficios, sostienen los postmodernistas, slo crean problemas. Buscan nuevas formas de poltica que van ms all de la emancipacin porque los enemigos, si existen, ya no son la burguesa o el jefe, sino la burocracia, el gobierno centralizado y los representantes democrticamente elegidos (Rosenau 1992:146; citas omitidas).

La segunda consecuencia es el racismo institucionalizado o estructural. El veredicto de Rodney King y los disturbios de Los ngeles slo han expuesto lo que ha sido endmico durante siglos, como nos lo han recordado los acadmicos crticos que se ocupan de la raza. Sin embargo, la Gran Narrativa individualista del capitalismo liberal contina enmascarando las bases institucionales del racismo.

Me parece que si el postmodernismo ha de desafiar seriamente la hegemona del capitalismo liberal, debe proponer una visin alternativa, una visin de la economa y de la poltica que complemente su visin de la comunidad. Allan Hutchinson titula su libro postmoderno Dwelling on the Threshold (1988). Esto concede el campo.

James Scott (1990), en su libro sobre la protesta desde abajo, comienza con un proverbio etope: Cuando el gran seor pasa, el campesino se inclina profundamente y se echa un pedo en silencio. Las fuerzas progresistas necesitan trompetas, no pedos. Tiene que actuar como si los muros se derrumbarn. Los postmodernos estn dispuestos a creer en el lado humano de la Ilustracin. Aun cuando lo admitan o no, esto es una meta-narrativa una construccin de la naturaleza humana que trasciende el contexto. Ahora deben creer en una economa poltica. Los enemigos de los pobres y de los que sufren discriminacin no dependen de un conocimiento localizado en miniracionalidades.

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