Discurso Carolina Abrusci en Homenaje a Rómulo Betancourt
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Caracas, 28 de Septiembre de 2012
Homenaje a Rómulo Betancourt en el 71 Aniversario de
Acción Democrática
Discurso pronunciado por Carolina Isabel Abrusci Quijada
Sub Secretaria Juvenil Nacional de Acción Democrática
Conciudadanos, compañeros de lucha, compañeros de partido.
Una noble emoción me domina en esta conmemoración de la desaparición física
del padre de la democracia venezolana.
Quisiera hablar desde la experiencia del testimonio de mi generación. Una
generación está viviendo tiempos difíciles, tiempos muy duros para Venezuela. Y
precisamente allí tenemos algo en común con la generación de Rómulo. Ese
Rómulo joven, el Rómulo de la generación del 28, no es más que un ejemplo a
seguir y la esperanza y motivación necesaria para tener absoluta certeza de que,
con pasión, entereza, fortaleza, compromiso, templanza y garra, sacaremos a
Venezuela adelante, tal como lo hizo él junto a los suyos en su momento. Como lo
dijo en una oportunidad:
“la patria no es artificial creación humana, sino producto de la historia en la
sucesiva labor de generaciones ligadas por un común destino”.
Esta generación no tuvo el privilegio de conocer en persona a Rómulo, pero
somos unos grandes privilegiados al recibir su legado y puede tener la certeza de
que efectivamente nos liga un común destino. Allí nuestro compromiso partidista
pero sobre todo, patriota, para reconstruir ese tesoro del que Betancourt es y
será siempre padre: la democracia venezolana.
También quiero referirme al contexto que hoy presenciamos y para ello quiero
rescatar un documento con fecha 2 de Noviembre de 1956: una Carta de
Betancourt a Rafael Caldera. Rómulo describía en breves líneas un mensaje que
debemos dedicarnos hoy en día a nosotros mismos, con el fin de mantener la
esperanza que se requiere pero sobre todo, la energía que se amerita. En dicho
texto, Betancourt manifestó:
“Nunca había caído tan bajo Venezuela como en estos ominosos tiempos. Ni lo de
Gómez admite comparación con esa orgía de crímenes políticos, persecuciones a
la ciudadanía y ausencia total de limpieza en el manejo de los dineros públicos, y
si algo faltare para completar el cuadro de irresponsabilidad administrativa, el
paso ya se dio: la entrega de buena parte de las reservas nacionales de petróleo
en condiciones onerosas para Venezuela, sin público debate, sin Congreso idóneo
que apruebe esos contratos. Creo que una oportunidad está en perspectiva para
ponerle cese a una gestión de gobierno que amenaza a las bases mismas de la
nación. Me refiero al proceso electoral anunciado. Creo que (…) ese proceso (…)
dependerá de las fuerzas políticas nacionales, de ustedes, (…), de nosotros.”
Y efectivamente: el proceso electoral venidero pero sobre todo, el proceso de
reconstrucción del país, está en nuestras manos, tal como lo advirtió Rómulo en
aquel contexto que pareciera idéntico al de hoy según describe. Entendamos que
los tiempos actuales permiten retomar sus palabras y hacerlas nuestras hoy en
día. Y para afianzar ese deber acciondemocratista y patriota que mencionó
Betancourt en la carta a Caldera, es útil citar un fragmento de un histórico
discurso que todos conocemos y que tuvo lugar en el año de nuestro nacimiento,
1941. Allí, Betancourt desarrolla un preocupante diagnóstico de la Venezuela de
la época advirtiendo que:
“Ante este panorama desolado, muchos, por egoísmo o cobardía, alzan los
hombros, y se limitan a decir:
"Este país está perdido".
Nosotros, los hombres (y mujeres) de Acción Democrática, comprendemos los
peligros que entraña esa frase. (…) Nosotros, los hombres (y mujeres) de Acción
Democrática, partido afirmativo y con fe en las reservas de la nacionalidad,
decimos que Venezuela no está perdida. Puede salvarse, debe salvarse y se
salvará. Su situación difícil será corregida, si en los hombres y en las mujeres de
este país -los que están en el gobierno y los que estamos en la oposición- se
afirma el sentido de la responsabilidad hacia la tierra donde nacimos, y nos
empeñamos todos en hacerla tramontar la crisis (…) que la agobia, y la ayudamos
a salir de ella fortalecida”
Con mucha esperanza y fe en el trabajo que estamos haciendo hoy, a 9 días de
una fecha histórica para el país, recuerdo una frase que me da luces para
comprender este proceso que estamos viviendo. Ante un gobierno que atenta
contra las libertades y que ha dado un golpe letal a la democracia, quiero rescatar
una frase de Betancourt que tuvo lugar un día después del atentado a su persona
en el Paseo Los Ilustres. Dice:
“No me cabe la menor duda de que en el atentado de ayer tiene metida su mano
ensangrentada la dictadura dominicana. Pero esa dictadura vive su hora pre
agónica, son los postreros coletazos de un animal prehistórico incompatible con el
siglo XX”. Y así como Rómulo presenció en esa oportunidad los postreros
coletazos, no de uno, sino de varios animales incompatibles con el siglo XX,
nosotros hemos presenciado la confirmación de que la lesión a la democracia no
es apta para el siglo XXI bajo el gobierno de un mismo hombre por más de una
década. A quienes han atentado contra la democracia los observamos hoy, como
en aquel entonces observó Rómulo a aquellos, dar postreros coletazos de lo que
es sin duda, su hora, en este caso, ya agónica. Pero debemos estar atentos. Y para
ello, sigamos el consejo que Rómulo dio en 1973 cuando advirtió:
“Nada de excesiva confianza triunfalista. Vamos a triunfar en los comicios (…),
pero actuemos como si tuviéramos miedo de perder. (…) Ni achinchorrarse, ni
empantuflarse. A trabajar mañana mismo, como si las elecciones fueran a
realizarse pasado mañana; a ganar las elecciones, pero a ganarlas mediante un
esfuerzo continuado y sostenido. A paso de vencedores”
La petición de Betancourt está clara. Su historia es el testimonio de la entrega de
su vida a la causa en la que siempre creyó. Su nombre para nosotros representa
demasiado: el líder fundador del partido, el padre de la democracia, el padre de la
concepción del poder político civil en Venezuela, un manantial de principios, una
amalgama de sólidos valores que resultan indispensables para el ejercicio de la
política, un ejemplo de lucha, perseverancia y constancia, la capacidad de
conciliación y negociación, la responsabilidad de gobernar, la organización
disciplinada, la pasión por sumar voluntades, el gran esfuerzo que sembró la
semilla de la Venezuela democrática que hoy se encuentra lesionada.
Es precisamente en este momento histórico que nos corresponde a nosotros
demostrar que efectivamente somos los hijos de Acción Democrática. Los hijos de
Rómulo hoy estamos dolidos por la situación que vive el país en general y
particularmente tristes por la desaparición de un compañero en el estado Táchira.
Este tipo de episodios, lamentablemente, es frecuente en una Venezuela marcada
por la inseguridad, la violencia y por la agresión.
Aún con la preocupación consecuencia de las aberraciones que presenciamos en
este momento que atraviesa el país tenemos que estar unidos y ser fuertes, pues
portamos el escudo de Acción Democrática con honor e hidalguía en el pecho, y
con nuestra voz mantenemos vivo el mensaje que bien resume nuestro himno.
Estamos en la obligación de demostrar que efectivamente somos hijos de
Betancourt, el país así lo demanda, e igualmente lo demanda el partido. Su
torrente combativo de fervor revolucionario inyecta a mi generación, en la cual
muchos hemos egresado de aulas universitarias, vistiendo las mismas boinas
azules del 28 con una fuerza juvenil preparada que el partido, celosamente, viene
haciendo suya. Hoy, ante Rómulo Betancourt, nos sentimos destinatarios de un
compromiso que sabremos honrar porque el partido nos ha preparado para
hacerlo y sobre todo, porque la historia del país así lo exige. Recordemos una
valiosa reflexión que nos dejó Rómulo en Marzo de 1981 cuando expresó:
“Voy retirándome de la política como me retiré de la candidatura a la presidencia
de la República, porque creo que los organismos colectivos deben renovarse con
el aporte de nuevas generaciones. Pero a los hombres de las nuevas generaciones
les digo que no es credencial sólo exhibir el almanaque. El liderazgo político se
obtiene mediante una acción desvelada, constante, sin desmayo, sin pausa, a
favor de un pueblo y de una causa.” Dicho esto, compañeros, asumamos esta
lección y tengamos claras dos cosas: combatamos no sólo caudillos sino al
caudillismo, y comprendamos que la juventud es una condición, no un mérito.
También quisiera mencionar un aspecto vinculado a la ética que tiene impacto en
nuestro obrar como políticos y como ciudadanos. En sus últimos escritos, Rómulo
manifestó preocupación por algunos vicios que parecían invadir la política. Desde
su gran visión de estadista pudo prever y diagnosticar algunos desaciertos, no del
partido, sino de algunos conductores que no estuvieron a la altura de su
circunstancia. Esta desviación hizo que AD quedara sacudida en su trayectoria,
mas no derrumbada, pues la fortaleza de los principios con la que fue construida
hace que sea imposible que cualquier atentado estremezca su esencia. Rómulo
sentenció al respecto:
“Cuando nosotros en Venezuela veamos en una misma cárcel, y lo vamos a ver,
en celdas colindantes, al alto funcionario público que se vendió y al industrial
millonario que lo compró, cumpliendo ambos 10 años de cárcel, en el país
tenderemos una fe profunda en nuestro gobierno (…) Los venezolanos
responsables vamos a educar a la gente joven del país para que repudie y ponga
cese a la tolerancia colectiva con los traficantes de los bienes públicos (…)
Cuando (en) Venezuela se pueda decir que no (…) “es la nuestra una sociedad de
cómplices”. Cuando en Venezuela el ladrón de los dineros públicos esté asediado
por el desprecio colectivo, nuestro país se habrá enrumbado por la vía de la
grandeza auténtica.”
Por esta razón debemos ser implacables con esos flagelos carentes de ética que
atentan contra el país y que fueron advertidos por Rómulo, pues conociendo este
legado de Betancourt, cualquier acto que contradiga las anteriores líneas resulta
simplemente inaceptable para un verdadero acciondemocratista.
Dicho esto, debo decir en nombre de la juventud de AD, algo de lo que nosotros
tenemos que estar conscientes: somos herederos del legado de este histórico
partido, y por lo tanto, somos hijos de Rómulo Betancourt. Nos inspira su
generación, llena de hombres y mujeres luchadores que asumieron un papel
protagónico en la construcción de la Venezuela democrática, haciendo de sus
vidas un digno ejemplo a seguir. Somos sus hijos porque a pesar de no llevar la
misma sangre, hemos heredado sus luchas y con honor y por convicción hemos
levantado sus banderas para no permitir que sean vulneradas por nada ni por
nadie.
Esperamos que nuestras acciones estén guiadas siempre por la antorcha de su
legado, y que nuestra trayectoria se impregne constantemente de la templanza
que exigen situaciones tan adversas como el exilio o la clandestinidad para que
con trabajo, igualdad, justicia y libertad, podamos garantizar que un “we will
come back” será, sin que quepa la menor duda, una contundente realidad.
Adelante, conciudadanos. Adelante a luchar milicianos. Compañero Betancourt:
doy gracias a la vida por permitirme decir, en nombre de la juventud
acciondemocratista y venezolana, que conmemoramos su desaparición física,
pero jamás su muerte, porque en nosotros aún vive y vivirá por siempre. Y así, por
encima de las tumbas, adelante siempre.
(Al finalizar la lectura del documento, se realizó un llamado a la Juventud de AD presente en el
evento para dejarlo junto a la ofrenda floral como demostración del compromiso sincero de la
juventud acciondemocratista con el rescate del país, siguiendo el ejemplo de Rómulo
Betancourt)