Dionisio_ Mito y culto - Walter F. Otto.pdf

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    Traduccin deCristina Garca Ohlrich

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    1." cdicin: Iebrero de 19972.' cdicin: nlarzo dc tooll.' cdicir: abril dc :00(,

    i Ul.lAM; BiLIOTECA CENTRAL

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    Esre lilro ha recilido una ayudaa la traduccin por parte de Inter Nationes

    Ttulo original: Dionysos. Ml,thos und KultusEn cubierta: Dioniso romano, esrilo arcaizanre

    Cole:cin dirigida por Victoria Cirlot yAmador Vega (de esre rulo, con Jacobo Stuart)

    Diseo gr[ico: Gloria CaugcrVittorio Klosrermann GmbH Frankfurr am Main, l960

    O De l rraduccin, Crisrina Grca OhlrichO Ediciones Siruela, S. A., 1997, 2006

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    Prinred and nrade in Sain

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    ndice

    Prefacio

    I)ionisoI. MITO Y CULTOII. DIONISO1. Advertencia2. La patria del culto dionisaco3- El hijo de Zeus y Smele4. Los mitos de su epifania5. El dios que viene6. El smbolo de la mscara7. Algaraba y silencio8. El mundo encantado9. La locura sombria10. Teoras modernas11. El dios demente72. La vid13. La manifestacin de Dioniso

    en la natunaleza vegetativa14. Dioniso y el elemento hmedo15. Dioniso y las mujeres16. Ariadna17. El destino de Dionrso18. Dioniso y Apolo19. Observacin final sobre la tragediaAbreviaturasNotasndice analtico

    13434344535963677l73789099

    t07

    113118126133138147151

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  • Prefacio

    Dioniso, personaje que hube de omitir en mi obra sobre Is diosesgriegos (1929) ya que no pertenece al crculo de los verdaderos Olmpicos,, quienes se dedicaba, se convierte ahora en objeto de.un libro'

    El modo eir Qe se contemplan aqu las cosas difreie de forma signifi* .cativa de la concepcin usual. t'o. lo g.rr..rl se espera de una investigacidel culto a los dioses antiguos que ofrezca una iristoria de su evolucin apartir de sus orgenes ms primitivos y que concluya con el brillo y laiigr"a"a de hs figuras clasicas. Aqu, en cambio, se sirua al comienzo la ge-nialidad decisiva, anteponindoia a la destreza de poetas y artistas indivi-duales cuyos logros no son irnaginables sin este enorme impulso. Y, frentea est creacin originaria, los rasgos primeros que adornan su imagen, porrnuy significativos que puedan ser, han de aparecer como algo secundario.euien considere que esra nocin es ahistrica reduce la nocin de lo his-trico mediante el prejuicio de que en todo lo grande no es su origen ycomienzo lo decisivo y memorable, sino su evolucin, que resaltara lo ca-rente ,ic cspritu, surgido por mera necesidad, y lentamente le conferiasentido y espritu. T1 supuesto est en conr.radiccin con el testimoniounnime y la conciencia que de s tienen todas las religiones. Pero no esslo eso: es irreconciliable con la esencia y el destino de lo creativo en ge-ueral, sea cual sea el 1sg y el modo en que surja en el mundo' Todo ellopermite colegir en qu medida el estudio de las deidades preca una baseenteramente nueva. Por ello, este libro comienza refirindose al probiemadel mito y del culto en general, y slo a partir de ah se ocupa de Dioniso'

    Soy consciente del arevimiento que supone hablar del dios griego cu-yo nombre han venerado, cual smbolo insondable, nuestros espritus msinsignes. Confio en que las pginas de este libro' que dedico a ests gran-des figuras, no sean indignas de su memoria. .\. E Otto

    Francfort del Meno, agosto de i933

  • Dioniso

  • l. Mito y culto

    1

    En lo que atae a la comprensin de la alr,igua r-eligi'4 g1ega, hoY,..,rf...rta., dos escuelas, de las cuales una es considerada.etnogrfica' yla segunda filolgica. Ambas traan de adentrarse en lgs comienzos de lac.eencia religiosa paa comprender io que clnaa de tales orgenes'

    Los adeplos de la corriente etnogrfica estn convencidos de que elco.tenido triginario de esta creencia equivale a las ingenuas ideas quean hoy se encuentran o. se cree encontrar entre los pueblos primitivos yen algurias rmotas regiones campesinas de Europa' En algn momento'," dic., lay1lees bsicas de todos los pueblgs d9,bier1n de estar determi-,r..lrs po.icesidades simples y por el sentido comn' Esta era tempra-ria, de la que suponen dan cuenta las culturas primitivas, les sirve para ras-trear las ieas religiosas de los griegos. De ah quc se busque el sentido.,.igila.io d. rod^s 1as divinidades en los mbitos de 1as necesidades rrseiementales de la vida y que se conformen con atribuir a una de e1las lacaracterizaci ds dios de la vegetacin-

    Frente a estos tericos que exrraen sus principios de la antropologa yia psicoetnografia, tenemos a los fillogos. Su lema es atenerse.a los grie-gos y reflexionar en griego sobre lo griego' As io formul reciente-H.rl" Wit"-owitz, quien se ha convertido en su portavoz con su admi-rable y ltima obra, Der claube der Hellenen. En muchas ocasiones se ha.*p..i.C. con dreza, si no con acrc sarcasmo' contra los principios ymtodos de la corriente opuesta, de modo que caba esperar encontrar ensu propia aportacin una respuesta muy diversa a los asuntos fi;ndamen-t.1... P.ro ha defraudado estas expectativas, pues hemos visto que la es-cuela fiiolgica, en cuyc representante se haba erigido, coincide coll surival en todas las cuestiones esenciales. Y, as, ambas aplican de idnticomodo el concepto de evolucin derivado de la bioloa'- Y si ia biologa s" ierrta autorizada a presuponer que hay una inea

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  • .\ , 'evoiutiva progresiva que lleva de los organismos ms bajos a ios ms cle-vados, ta.rbin ellos col
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    glosa, no son nlas que conceptos muertos. cmo podr-an saiisfacer lasegencias de la devocin, elevar el espritu y producir ritos tan podero-sos? De un concepto no surge la vida y, si aspiramos a entender histri-camente las grandes figuras de los dioses, que fueron capaces de poner enmovimiento el espritu creador de u.a cultura genial, no cabe imaginarplanteamiento ms estril que ste.

    El propio culto, en cuyos tesrimonios confimos, podra ensear,os quela fertilidad y la muerte no ocupaban mbitos separados en el universo deIas creencias de la Antigedad. Quie. persiga estos rasrros debea descu-brir tambin definitivamente los amplios crculos de existencia desde iosque lo divino se diriga a la creencia va. pero para ello sera preciso ele-var y ampliar nuestras ideas,.en lugar de limitarse a lo ms msero descen-diendo a su nivel. Pues nuestra forma de pensar'fragmentaria y mecanicis-ta na sabe ya de semejantes mbitos del Ser y su unidad. Cmo podraentonces aprehender su carcter divino? con una ingenuidad que produ-ce.un asombro inagotable, se adentra en la creencia divina y separa sus for-mas para volver a reunirlas artificialmente de acuerdo con un esquema dic-tado por los procesos histricos. La confonza que ello requiere ia facilita lapsicologa etnogrfica, con una teoa segn ra cual sea la pobre nocinde 1o poderoso, la que imperara en las visiones del munrit primitivas,adoptando nombres como manr, oorenda, etctera. Encomendaremos al-iuicio futuro de ia et,ografia esta mentalidad supuestamente primitiva, queya invalida -por no hablar de otros rasgos- su sospechoso parecido con elcarcter de nuestro pensamiento din*co. pero, sea cual sea su veredicto,ningn ser pensante debea ignorar que de esas nfuerzas -ya las d.enonri-nemos

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    vicio 1, cr,ilto divinos de las actittlcles de las que stlrsierorl v de las carac-testicas dc 1as fuerzas a ls que se dedicaban. Ntestro plopio sentir, secree, y Lrn po.o de reflexin, ms la ayuda de las :inalogias que nos ofre-cen las culturas primitivas, nos pernlitirn desctrbrir fcilmcnte el sgntidoorip;inario de actos qrie de cualquier nrodo debieron responder a una fi-nalidad prctica. El objeto del culto, con todas sus prcticas, afirma Wi-laniorvjtz3, es entrar en contacto con el dios y ejercer cierto influjo so-bre 1. Esto tiene dos vertientes, o bien se llevan a cabo para ganarse lasimpata ,ri ia benevolencia del dios, o bien para conjurar su ira. Otrosaaden que en un principio la intencin era obligar ai dios a otorgar loque se deseaba mediante el rito, e incluso que se adscriba al acto comotal e1 poder rirgico que en una poca posterior slo surgira.de Ia bene-volcnci.r del dios. No lo cometarenros aql. F.n lo que todos parecen es-tar de ac'uerdo es en que las acciones de culto slo podan servir origina-riamentt para procurar al hombre algn efecto benfico.

    Y as, rnediante qng premisa extraorclinarianlenle sirnple, el espritunroderno ha logrado adecuar uno de los fenmenos n1s excelsos de lahistoria nrundial a su propia mentalidad y a su estiio de vida. Y, sin eni-bargo, las aLciones realizadas durante el oficio divino que todava influ-ven en rlllestra propia existencia haban debido servirle de advertencia.Pues ningn observaclor serio puede sustraerse a la impresin cie que, detodo aqueilo que resulta ajeno al moderno senriniento vital, el cuito eslo nrs :rjeno; el sentido de utilidad y el deseo de ganancia seran por 1otanto los factores menos apropiados para rvnlicar los autnticos ritos.

    Curiosamente, los representantes de la tesis dt la urriidad no advier-ten 1as colrradicciones en las que incurren. Los droses estn aqu!, ex-clama V/ilamorvitz, e incluso llega a hablar de percepciones que habranllevado al hombre a exclamar: esto es Dios*. Pero, en el preciso instan-te en que todo su sentido debeia aflorar, se olvida la exclamacin. Si loshonl.res han lleqado a expresarse de este modo -honrbres a 1os cuales elnombrt: de dios an les traa ese eco conmovedor que luego perdi de-bido a 1a cl,octrina y a la costumbre-, sea razonable que su primer im-pulso 1i-ier:a rir.,alizar por obtener los favores de aquello tan grande que leslrace esfrerueccrse? Para qu?, nos peguntalnos, para qu e-qe esfuerzotic nra-jcst,-rosidad en la economa de1 todo, si deber.nos creer que 1os hom-bres qtrt lleeaba.n verdaderamente a tropezarse con 1o grande se mostra-brtrr el-, cste encuentro tan insignificantes como si se 1as tuvieran qlle ver

    co, meros be.efactores susceptibles a los halagos, promesas y regalos?L) bien hay que rc',unciar a afirrnar qi-re cr ho,rbre lregara a creer jamse, ti, dios que nrereciera tal nombre, o deberemo, ,.:.prr. q*; f" p.i_,rera reaccin a la que se vea imperido ante su aparicin debi de ser x_rasis, reverencia, *neracin y arabanza. y acaso los conenzos del curto nodan tesrimonio de ello? sin duda. En iuanto se admite que no tbdo res-ponda a las necesidades ms irr*edrtas, poco queda del optimisnlo conel que se penrrt " p:a.i entenderlo , ^ir^rcon escaso esfuerzo hasta el,reollo de la creencia que ro a,raia. jEs enronces factible la hrea de fijar-norexclu|va1t"tt ." .r .ulto y .ro'g.perar jlustracin alguna del r,ito?j3I9 .t miro, se dice, es niera poes.

    Qu se qiere decir n e.iti Tar vez que surge de un capricho, creun fantasa? Eso no puede crers.io nrdi.. La aututica poesa nunca esarbitraria. y el fillogo sabe muy bien que l91f_9-9g .'f, ^"r,*u.Orainvocaban a los dioses para que los arumLrasen con el espritu de la ver-dad. Pero esta verdad no h, i. ser la de ia fe religiosa, sino una supuestaverdld arstica, a la que.slo las grandes p.rror"iidrdes poticas h"b.i"r,conferido un sentido ,,'. s serio g.a.ia, , ,o p.opi* ideas. No es nuestraintencin ahondar en ra nocin ro r.trti.o, J;r;;r^r*... n"-ce tiempo que empaa la comprensin del mito griego. Se piense 1o quese piense de la esencia de la creacin potica, y sea cuar fuere el nmerode individuos que han poetizado er mito de forma fehaciente o faisa, espreciso_ e-_ntende r clar,i:::-,:- -=.,.,_r1:---.;;;1ame.n_te que esras grgqqlqqes i-qdividuales presuponenla exlstencra de una inlasen del nrundo nrrica como ,, frnd^_ro. 1,que este..miro primigenio no puecle ex,li65s a su vez .r.lurirr*"rrr"por medio de aquello que denonrinrn,o, npo.rr,- r;;d. *ir,r"*,r.exlge, y con razn, que se constate en primer rugar que 10s dioses estnaqu, ello significa, rr1s. una reflexin L, porrr.., orizada, que el mitoest aqu. Pues si elos llegan a serslo ..rrrrdo tienen rrrr.rr.,.rr, ro 1.,puede faltar un cr'cter. y con e,o nos encontramos ya en er universodel mito. Y quin osara decidi r a priori qu r,edida a. .iqr.r" , _""r_nilento han de adscribirse , .rr, fig.,.r, .n ,r, ,o.gi. primero?Pero tambin el culto, r..rr..rri", fueren l.r.iig..r.irs por las cualesse haya lormado -'concreto. presupone .n g.r.,. ;;;; ;, ;,;;;.itcntc. La grandeza. que esraba llanrado , h;;;;;;r;.'.il.,ir..;;;_rnente: un ser sagrado, es decir, u, todo ransiclo de realidad. y ,rr"_vo helnos de decirncF , , j )s que no es competencia de ningurra reflexin o[ , C\;, " \ \ , :

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    teoa general afirmar a priori cun polifactica y rica sea' en su concep-to' tal ese,ci' .;-^" i-,r,,,r.k1amanre r ' .culoMycllos iq3!,e- dilings induda!1e1;nte. antiguos mues-tta! un vlnevidente con aconteceres mticos. En*Elegsis se representaba el destino deDemter y sus hijos en forma de actos de culto. Las mujeres que sirven aDioniso se identifican, en sus actos y en sus sufrimientos, con las com-paeras que en el mito se encuentran irremisiblemente ligadas a l- As.o.rro rt", fueron cruelmente perseguidas en 1a. leyenda de Licurgo' queconocenlos de 7a llada -y otros muchos mitos que nos hablan de su mi-seria y sri padecer-, tambin en l9::g"tg:ig-f*!,4gq;.-e-9-c*o-lgarrros lapcr-,..,r.i., y el maltrato infllg.ia;";Tas ujeres. La religin dionisaca, a laque'se dedica la.'presente disertacin, ofrebe mchos ejemplos, y muy re-le,rrrrt"r, c1e tal coincidencia. Pero tambin en el mbito de otros diosescoristatenros a nlenudo trna siryilitud-tan grande entre mito y culto gueparece que uno sea, reflejo del otro.

    lJna-nocin ingenua; que.encontramos incluso en la Antig.9rdl,u.en las prcticas de cyfto de ta ndole. el reflejo, es decir, un4 ir-pitacin'del miio. Las investiaciones ms recientes rechazan decididamente taiidea y explican, en cambio, la narracin mtica corno una fantasa susci-rada por nreclio de las prcticas del culto. Su verdadero sentido a 1enu-do ya est olvidado en el momento en que aqulla surge. Este aserto pa-rece verse refrenclado por cierto gnero de narraciones legendarias cuyainvencili responde abiertamente al deseo de aclarar nombres y usos yaincorlprensibles, y que por el1o pueden considerarse etiolgicos. Pero ca-ba decir que tales invenciones no pueden ocultar jams su intencionali-dad, y que se distinguen de las grandes creaciones antiguas, en las que elobservador desprevenido no deicubre jams nada tendencioso. I)e hecho,.,i"gr" ier razonable puede creer que hayan sido creadas por un proce-dimiento ten racional. Ms bien han de ser una traslacin de procesos deiritual divino a la forma de acontecimientos sagrados pretritos, la trans-formacin potica de un acto de culto en una narracin en la que los dio-

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    ses y ios hroes asulnan los papeles q. representaban de hecho los hom-bres en ei rito. Pero basta imaginar el devenir de esta supuesta traslacinpara saber con certeza que a ning1 participar-rte en el culto podra ocu-rrrselc ttl cos:r si ese universo intico, cuyos procci,rs han de representar-si cn t l [oro, rro hubicra rstado ya all.

    Nt; lry r'lucia de que ambos bandos tienen ruzn,y carecen a1 tiempo

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    ,lc cllai?[.ulio t"gt gracias al ruito' nirr:rt lrr de' extraer sus ltimas consectcl lc l:ls'

    cell por fuerza al absurdo'

    el mito se deriva de]c1l,o;nlambos razonamientos condu-

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    La explicacin un tanto infantii cle que el rulto se conformaa segnel rito ,ro hr.., desde luego, justicia a su significado' La teoria modernaio i,, ..brjrdo y malinterpttttao ms an que todas las especulaciones eidelizaciones anteriores'

    ^Tot'l'""tt dominada y cegada pr la autosu-i,.i.rr.l, de la civilizacin racional y tcnica de su tiempo, no ha sido ca-.ez de reconocer la sor'prendente grandeza del culto como ial' y slo ha

    Ii*"^" a comprendti dt 'o existencia 1o que un espritu nicamente

    ,ft*r. t f, utlhd;d es capaz de conrprender de la existencia de uria cate-drl.Ascomo,antesdttttt'"tt'osadentrarnosensusentido'debera-rlros empezar por maravillinos dei fenmeno de la creacin artstica

    en

    .i .rro . qo. perdiramos alguna vez tal nocin' e| f.enmen.o Ot1 :-:1.,o, q,r. d. i..ho hemos perdido a excepcin de ciertos'vestlgros antl:guos, ha de despertar t'-' "o'ot'o' ante todo un

    profundsimo asombro''

    B.l q:l!g-.omo un todo pertenece a la :1".g"{" delas ueaciones monu-,tentales del espritu h.r*r.ro. Para dilucidarlo desde la perspectiva ade-.:u..lr, hry q,r" .it.,".lo al lado de la arquitectura' las artes plsticas' la poe-si. y li rrrri"r, artes que un da estuvieron al servicio de 1o

  • El ms excelso de estos grandes lenguajqg es el del culto. Su origen esmuy renroto. Y seguramente lto debe sorprender:ros que precisar-nente seasu lengua la qtre nos resulte nrs ajena que ctralquier otra._lues-atestiguatal Lercdna de lo excelso que el propio*bqnre, entregandosu-.propia p,9l-Sona, tuvo que convertirse en esa figura.expresiva gu-e. -Otras-lenguas plas-,r"ror, colt una distancia mayor, mediante elemento- como.p.iedras, co-lores, sonidcs y palabias. Por ello tambin iiy, tr.r la desaparicin de laproximidad divina, se nos parecen con una fuerza mayor, mientras que el.rlto ,. petrific lentamente. Pero an la acornpa durante siglos, e in-cluso en pocas posteriores algunas de sus formas tuvieron suficiente fuer-za pata contrrinar 1o divino, cuya presehcia-en su da suscitaron'

    Esto-no es bicepara que a la diviniad.se le ofrezca en el cult.algoque la regocije y que posea cierto valor para ella, y que a ello se le unael natural deseo de recibir los parabienes de su benevolencia. Tambin alldonde los seres humanos se unen mediante el amor y el respeto, ese pri-mer impulso de veneracin y obequlo responde a la necesida{ de dar

    . riend suelta a un sentimiento grande; y, si atisbamos cierto egosmo, noconsidc;amos que la i[clinacin del que lo hace sea despreciable, o queei respeto 11o sea merecido. Acaso han de darnos las tendencias y prc-ticas ms comLlnes de 1os hombres la pauta de la relacin de la humani-dad con 1os clioses? Entonces habr que dejar de ernplear palabras tan ve-nerables .orr u....ncia y oracin; dejemos de hablar de vivencias, yno lanchemos ei nonrbre de la religin convirtindola en designacin deun ensueo supersticioso y su aprovechamiento egosta. Quien se atrevea hablar de 1o grande, ha de saber que su signo distintivo ms seguro esque ha de corresponder a grandes sentimientos.;- *lfas formas del culto vienen determinadas por la proximidad de la di-

    l vinidad. De ah que muchas de el1as revistan el carcter de una relacindirecta con ella. El sacrificio se aparece como un don que recibe, una co-mida en la que debe participar; la oracin es salutacin, alabanza o rue-go. Pero la postura y dctitud de1 orante son sin duda ms antiguos quesus paiabras, y expresin originaria del sentimiento que despierta 1a pre-ser-rcia divina, cuya vehemencia no tiene parangn con la exaitacin quecs cap:Iz de experimentar hoy el hombre. Lo que ms tarde plasm enpicclra en honor del dios, aquello cle 1o que an hoy nos hablan las cate-tllrrlcs, Frtc en su da 1 rnismo, que, con los brazos aizados hacia e1 cieio,sc cle",alrr corl1o una coluilna, de pie o hincado de rodillas. Y aunque el

    scrltiLlo infinito de esta actittld no hubier podido llegarnos en el trans-

    (urso cle 1os aos sino ese pequeo resto del ruego' no se trata ms qu'e

    rlc rtn ejemplo del nrisnro t'lpobttti''icnto que han padecid

  • producirse. Su mito exista como prctica de culto, y su esencia y hacerse plasmaba en sus actos. Antes de q los creyerites se fornlasen una ima-g.., d. su dios y aprehendiera,n su vida y su obra en palabras, estuvo tan-prxitno a ellos que su espritu, tocado por su hlito, fue impulsado a lacreacin sagrada. Con su propio cuerpo.crearon su imagelt' Y su ser vi-vo se refl.ej en la ceremoniosidad de los movimientos, urucho antes rleque ese mito siiente o parco en palabras se convirtiera en uno explcito oincluso potico.

    La gran poca de e*9 ryllo e-n leltido. estr.icto slo comenz cuandoel clto empez a perdqt su frecur1 or,iginaria y ii' fueiza creadora, y s-epetii6c. HuLo'tambin grandes esc_ultores cuyas greaciones surgieron deii mirln,

  • \i Si los cuos y mitos no an strrgido cor.o prcticas con u,a frnalidad.J a.,.r*nr,l, o .o"'o fabtrlas irresponsables' sino conlo creacio*es tlc rt-( ;;i" ,;" nlonurnenral como ciertas pinturas o edificaciones, e.ronces 6a-{ ;; q". jozgar el proceso cle su creacin como lo requieren los procesosI creativos.i- Los artistas siempre han sido conscientes de que el acto de crear ha de

    serinstigadopo."lgoquenoestenlamanodelhombre.Ycuantonlspoaa."tl ., ,, f*.r,, creativa, mayor es su creencia en el ser esencial y enj, -.grrlfi..ncia de tal impulso. Incluso los sucesores ms modestos de losgrr.r,ies maestros no fueron capaces de sustraerse a la idea de la inspira-fir. Lrrr.rrtablemente, la ciencia ha evitado honrar fenmeno tan sea-irJ.- ti" d,.rda ha reconociclo la grancJ'eza del acto por'el cual se cra al-go vivo, 1, algo capaz de crear vida a su vez' pero se conforma con Juzgar1 p.opio p.o..ro sin tener en cuenta las experiencias de aquellos que es-,.r,ri..o, impiicados en dicho fenmeno con todo su ser. Lo que se co-,r... d"i no.*Ur", de ese hombre tal y como nos 1o pr'esenta la sociedad .burguesa, un horbre que dispone de deterlninadas capacidades prcticasy' .ognitiu.s y que las ua para su propio provecho' y que en ciertas ocasio-nes se deja transportar a un estado de exaltacin por ciertas obras cultascreaclas hace rienrpo, estc conocimiento. con sil correspondientc lll.lgni-ficacin, basra a su erltender para explicar lo ms poderoso jams creado-y esta estrechez de miras slo se ha superado en apariencia gracias alestudio dc las culturrs prinritivas' pues no es nis qrle un preuicio supo-ner que 1as opiniones y cualidades que suele encontrar uno en e1las pue-dan expiicar el surgimiento de sus instituciones estatales ancestrales y suscultos.

    El fenmeno creativo ha de dar cuenta de s mismo. Y este testimoniono puecle significar ms que el espritu humano tlo cfea nicamente a par-tir de sus ppi$ fuerzas, ni siquiera en las circunstancias ms favorables,sino que r,...rit. el roc.e.y'la inspir4cin

  • -#:,.*5iffi.,.j.s*;:

    l.a crt,cin del culto posee la singularidad de que carece de esa dis-t,,,,iil'-El ir-tfgrai; a un imperioso sctttido de cercarya-fufu.:lbY:'yq"orluc ei honrbre se ve arrastmA6-o:su-prditi6=l acto de la confrgrrra-.i,, ..."dora. Si los artistas y creadores de toda ndole saben de inspi-rci6n e iluminacio-ues, con mayor veneracin honrarn, cuantd msgir"l ."", el misterio que pesa sobre eilas; del rnismo modo, el cultoL f. a. b _ryaulfestacin de lo divino. En el centro de todas las religioneses la presencia de lo divino. Que ha uenido, que est presente, es lo queda sentido y vida a todas sus formas primigenias. Con ello nos topamoscon un acontecimiento primaro que no cabe concebir ya como meroproducto del pensamieqto. humano, de su configurcin o sus circuns-irrr.ias viali, sin ge ionstuye la pre.risa mism-de tds ellos. Anteesto, Ia cuestin de si ocurre algo en la realidad exterir, o si no ser msbien una idea la que se ha adueado del hombre, carece de sentido- Laalternativa es slo aparente- Pues; aun cuando dijramos idea, debemosatenernos al hecho de Que nos las estamos viendo con algo irt'eductible,coir el detonador y gua de un trabajo conceptual, no con'uno de sus r-sultados.

    L.a nueva ciencia ha considerado su principal tarea derivar este hechoprintario de las conocidas leyes del pensamiento y el sentimiento, y' cuan-o stos resultabaii insu{icientes, ha antepuesto otras categoas mentales-as, por ejemplo, Ernst cassirer- que haban aportado a la constitucinde ,rr",a imagen mtica del universo 1o que las nuestras han aportado a laconsrii.in de nuestro mundo de experiencias. tmpoco el resto de lashipresis, en gran medida artificiales, rienen en consideracin el fenme-no bsico de 1o religicso, incluso parecen aducirse nicamente para evi-ur del mejor modo posible su reconocimiento.

    Mas de qu r,:.1e la referencia a ias leyes del enteudirniento si no sereconoce aquello que ha propiciado la tarea y orientacin del pensa-niiento racional? De qu vale apelar a las necesidades, deseos y formasdc vida humanas, si son precisamcnte stos los que precisan con nrayorinrperiosidad una explicacin? Habra que admitir que no tiene sentidojustiircar las formas bsicas de la creencia en los dioses con un cmuio det.ige ,res, necesiciades e ideales previarnente determinados. Pues, aunqueparrccl corresponder a ciertas circunstancias del mundo exterior e inte-rtirr, ellos nrismos n"cesitln una referencia giobai que los convierta en 10(il.t: oTl. La razn de que no se recooorca radica en nLrestra manera frag-

    rrrentaria de consiclerar las cosas. Nos fijamos en determinadas necesida-

    des y requisito., n,ott'o' ;;";;l*' dttJo'' objetivos e ideales' sin consi-derarlos en su conjunto' No se trata rns que de formas aisladas

    de un es-

    tilo general de vida c'ya tteacir' '"qt'ittt, un milagro lrrayor que las

    obras de los fundadort' f t""dotts nrs celebrados',Y con.ello volvemosde nuevo al tema d.r g.", acto creador. A se se refiere rodq. EI

    es quien

    nrarca la pauta de todt' l" formas' ya se denominen obras' necesidades cconvicciones.

    En eletro- de todo 1o signifi-cativo y de todo establecimiento,d ob-

    jetivos hay14 imaggn del hmb-e+1sn'o' la forma en la que qulere re-

    conocerse. Es una necedad dtcit q-t ha tomado prestada esta- imagen de

    1o ms excelso. y o";;i 'utgit las fguras de los dioses de todos los

    pueblos. Pri419,-ra q9 r. ,pt"tig "tlonr!.'r-q t''' t-"-doiniad $99cr dc que -

    tuera capaz 49--Ygt-*-i*it*;' ag1lgSl-o- 9-1-di* ante l' Su imagen an-

    .de t imasen iirr.-r"t'. ; ;AU fo;mt t ios r''rodos huma-:X;;Jffi;;';' ;';-il"p*";i el hombre a la vista de la manires-tacin e lo divino'

    La sublime epifana, ante cuya contemplacin el hombre fue cons-

    ciente de su propia ;;, i'radiab' "imi'n'o ese todo mvil que he-

    mos denominado eI estilo general de la vida. Al prncipio sietnpre est el

    rlos. Slo con r se cre ei objetivo y er camino, y rambin Ia necesidad,

    1". f. modular. El dios no se aprece porque el hombre lo desease' pa-

    ra ofrendarle la plenitud: tambin las necesiades y los deseos emanaban'

    como su cumplimiento, de la esencia de la 'livinidad'Durante mucho ;;pc, nos hernos esforzado intilmente por derivar

    1o eficaz de Io impotente' Nada en el mundo ha prolado= lfler la mismap.o.r.t*ia"a qr.-la imaget 4e lo-divrlo Persuadmonos

    de una vez por

    tods de que no ,*'t"ii;a-i+r lo productivo de lo no productivo'de deseo., temores' nostaigias; las ideas vivas que han hecho

    posible el

    pensamiento racional, dt p"rott'o' del entendimiento; el reconocimientode 1o esencial, q,";; t'pacio y direccin para la tensin que aspira aun fin. del sentido de utiiicia

  • dividuales de esa cultura, sino que les ha dado carcte y, con ellc, l vida.Le:que llamamo;-ceu-ltu@-depnde en todas sus fortlras de un mito

    i,,,plir.. i,,e"t.icabl"m.rrte-ligrdo a lo divino. Col la crea-cin de eseffil-conscituye la cultura y la esencia de un pueblo; antesno existen siquiera. Naturalmente, ello no quiere decir que toda la ri-queza de las consideraciones mticas irrumpiera sbitamente en el mun-do. Lo vivo que cre el gran acto poda y deba crear siernpre de nuevo;

    --y!e nuevo y, sin embargo, siempre lo mismo.'\ Y as, si la experiencia de una presencia sublime, cuyo testimonio msI p o d " ro ro ; i,' prr. ti caSeJgIP;-c gl$g,.g..I Friht i pillEruzl qu icrf ii,,., de evolucin viva, e-s-deer-t li.no[-riedxpliii-e-media;tenirrgu-f . ,.,o de les fenmenos subsidiarios, sino ;;G- n@@G eni justificacin de toda conQm19in ulterii, debemos entonc.g*Tignr-

    1a ,omo frtrme:no primigealijy habremo de reconL-ei g"r-ii n riiiifun' clc la rliuinirlai. de la que emana-to-dal'li\-l;as mera locurilino loms real de entre 1o real. Pues entre sus eGctos se-ient tod I

  • dll-p qr.,S 1119 "-te._9__{Cr-.* h"qfo_gq 1?U99&q?s no es una esen-

    r i;rlidad completanlente irreconocible e irrepresentable, que se limita a( ()rlmover al alma que ha vuelto la espalda al mundo, sino e,l*mundo ns-rro en forma divina, como plenitud de formas divinas. Tales son las pre-scii fmigenias que se sita., al comienzo de toclo sentido elevado delhacer y del actuar humanos. Crean de la horda la comunidad, de las co-munidadese1pueblo,ycontinanimpregnandolascreacionesdetodaslas formas bsicas de la existencia humana. Por ello, ninguna de las insti- -ttucionesyactividadeSquetocanelacervoesencia1deunpueblopuededesgajarse enteramente del culto. Ms bien poda decirse que, en laspocas de crecimiento ms vivo, todas ellas, por muy pragmticas y ob-'jetivas.que sean, constituyen a un tiempo actos de culto, lo que equivale ila decir que son exp_resiones o imttaqigrs de la magnificencia,-d.el Ser gu " 'aparecieron en ei comienzo y que, con lu= aparicin, fundaron la cultura.

    La veracidad del aserto de que la mayor fuerza creadora ser aqrellaque alcanzase.'la configuracin misma de la vida humana se desarrolla aquhasta llegar al ieconqcimiento de qe, para que tal cre'cin sugiese y re-sultase iuctfera, se requiri la aparicin de realidades superiores que ensu globalidad no eran otra cosa que el rostro divino del mundo, tal y co-mo un determjnado pueblo estaba llamado a verlo y a ser atrapado por 1.

    7Lo que convierte a ios actos de culto en fenmenos tan extraos y aje-

    nos ai sentir moderno no es, como suele pensarse, la aplicacin de me-dios poco usuales para la consecucin de un objetivo perGctamente na-tural, la falta, por tanto, de adecuacin de los medios. Su rasgo principalno viene determinado por el hecho de que sgprimeros_ejecutores qui-sieran solicitar algo deseable, sino por su posesin previa de lo lus dss,ea-lJlorla prox@(!g!!g! dios.

    Que a una ac-ci'p iurgida de tal plenitud se aliase la confianza en unbien fumro, no es sino ,rt,r.rl y justo. Desde siempre, el hombre ha as-pla . .q"ip".rir*in los g."ra., fenmenos y eccnrecimientos deluniverso. lJna profunda intuicin le ense a imitar, en su propio hacer,sus formas y movir-nientos: el curso del so1, al volverse hacia 1a derecha,las particiones en tres elementos, o en cuatro, del espacio terrqueo y si-derai, y la divisin por estaciones, encontr:rron equivalencias en los orde-namientos a que someta su propia existencia, etctera. Pero que fuese el

    entendimiento prctico el que le diera pie a ello' y no la 'recesidad de.O.t.r. y entregarse a lo Grande, es un prejuicio cuya persistencia desdei,,"ro ,to ,. pi.de explicar por una actitud-propia del hombre Toltt:o'- d.uio a este prejuicio caba achacar al juicio del hombre de ia An-tigedadlascosasmsabsurdas:laideadequeciertasaccionesmeramen-,.""rq.,.-ticas actan sobre objetos siu enrrar en contacto cop ellos' Uncrcu1o descrito en torno a un lugar en peligro conminaba fuerzas queJ.b.r, proteger lo que contena; verter el agua de una cuba deba con-ro.rrl"r.rri"dalluvia...ytodaclasedefenmenosafines'Porciertoquea esas acciones, a las qu slo su apariencia externa vinculaba a aquello

    ;;"-;;...rr,1i, bt.r,., tot' t11"' se les atribua un poder muy eficaz'"ro "*no hoy en da cualquier

    persona razonable sabe que nada se pue-c1e alcanzar con ellas, ,. pl-tt' l' "ttt de reconstruir.una

    mentalidad o

    llbltanschauungp^r^lacualtalesprocesosmentalesconstituyanalgonatu-ral.Aesoselellama

  • ,, trfIrii

    ta l)aracelso y srls sucesores. Es evidente que esta actitud espiritual re-quiere tin taltnto particular. Pero, aunque haya habido comunidades do-irrrd., por esta actitud, no cabe duda de que no puede contarse entreelias la q,r. .rtrb" destinada a vivir en el universo dcl culto y del mito. La,r,"gi, i"p.,-,cle del informe re1n9,{9 !a profundidades del alma' de un;a ;n"ii-o-x9!-84-9-i.rZrt -itiJriot^, "ii"' que g].-qlls v e-lmitestnUC!:e{.,._,r._-Ualrr-1gleSqldq-FJleca-r1as--estr-ellas.- D! :"lra;gi, ".taJ.1., cuya valiclez no poudremos en entredichoen Td1gu.t, to,,,, preitado el nombre y el aura ese sistema de prc-ticas absurdas que se supone ms primigenio que los cultos y los mitos.I)e otro nrodo, ciertas prcticas de ios primitivos (y de los campesinos 'noreuropeos) haban suscitado nraycires sospechas. Se habra percibido.or, *.io, nitidez el equvoco de la supuesta relacin de los actos festi-vos con ias imgenes que se supone les dieron pie, aunque en ocasioneslos propios prticipantes hayan dado pbulo a que se produjera' Quienrrgo.^r, circter desprovisto.de prejuicios tendr forzosamente la im-ir" de que deben 3u existencia nicamente a una podrosa emocin', ,r.r. "p.rionada exaltacin. Y semejallte exaitacin slo puede

    desper-

    tar gracias a un rostro mstico que proviene del espritu humano' Sea cualfuere el modo de este mito -ya reveiase la forma originaria de1 animal, oel drama de1 despertar de la fuerza gencratriz, la historia del curso de1 sol,e1 espritu de la lucha armada. etc.-, deba irrumpir en la realidad en tan-,o q.,. accin. Tal era la forrta que adoptaba entre los hombres su exis-,.rrii", se plasr,ase o no cil el relato. Pero cuando la vida de ese mito seapagaba, y .l ".to era transmitido, desprovisto ya de a1ma, de generacinen leneracin, fantasmas imaginarios aniCaban en el vaco armazn; en-tonles la propia cultura empobrecida y denigrada l1ega a creer que el cu-rioso articio .UiO de emanar de ciert:s necesidades prcticas, las nicasque an alcanza a entender. Y la ciencia considera entonces que su solamisin es preguntar cmo poda configurarse una mentalidad capaz deatribuir efectos tan poderosos a formas carentes de tcdo contenido- Noanalizaremos aqu en qu medida es cierto que los usos de los actuaiesprirnitivos son tan poco mticos y mecnicos como 1o quiere la teoa'.b..o no cabe cludar de que ese pensaniento mgico que hoy arr'ihuirnosa los ogenes de la cultura no es en realidad, all donde surja, ms queun producto del declive y e1 emoobrecimiento. S1o cuando 1 grandezag-enciai cu1,'o mito confeia significado al culto e extingua de la 99n{e

    r"r-los pobres-adeptes {e- tradicionet'"tt1":'11t^:Ii,:: ?::*':.i:l:;""**'a;i ..'..-q"9 !q' p1rlT acclones Po-l:lT"::l l::1' :t:::;:##;t;;"iiri" r";""'tli'.' '''o radica' Cio nsen Tvlor' en que..--:.^.:,.1^"1-" ^ fen92n VailfJ* a lo desechado ' pt'"t de que sus premisas.ideales,": *"1":-L1' n su da surgi de una granvlidez, sino en que un comportalrnento que el . : - r--ridea se adapte , .rr-r" .r.,..,"^lidad ms prosaica y se ponga al,servicio delpropio inters. ri_^"- rn l' t-, *.in de utilidad, Por muy temPrananlente que se ligase con el".,,r%ffiffi-Jr. es secunda'-ia y no eyuda a la

    comprensin de su""- -- - ' --' --;ffie]nrs se aleja su praxis del cspritu con queorigen. cuanto ms Predorrune' ruas tt 1.-'J" "T r'"^'',".- -;:" :-r^i-,se recibi; y all donde se imponga aqulla' el acto de culto se habr

    sa-

    cri{icdo a la meraexterioiidad' Este proceso' tan natural' ha sido inver-

    tido por la teora cientfica' 't' h" t

  • mo sentido prctico del que surgen todos los procedimientos por ios cua-les el hombre sigue hoy purificando su cuerpo y su entorno de toda su-ciedad. De modo que se habra credo que lo sospechoso y 1o peligrosose adhera a la existencia humana en forma de suciedad externa, y que,as, podra destruirse gracias a un medio sencillo, similar a nuestras ablu-ciones. El frmaco era paseado por toda la ciudad para absorber todoslos miasmas, y a continuacin se lo mataba o se incineraba o se llevabams all de las fronteras del pas, como se limpia una mesa sucia con unaesponja y luego se desecha la esponja... 'fodo ello resulta muy primitivoy comprensible.e Y es que al moderno investigador le resulta compren-sible una celebracin de la Antigedad en cuanto cree reconocer en ellalos rasgos equivalentes a la actitud que gua nuestr hacer cotidiano. Eneste caso, el malentendido entrc la propia prctica y el fin que se Ie atri-buye es tan craso que casi nos resulta ms sorprendente la ingenua auto-suficiencia del espritu moderno que la presunta superchera de los pri-ruitivosr.

    A pesar de 1o fragmentario de la documentacin que poseemos' staan nos permite reconocer con suficiente ciaridad la magnificencia delacto originario. El elegido era azotado con ramas, como para bcndecir-1o, y conducido entre melodas entonadas por flautas. Se le vesta, comose dice textualmente en una ocasin, con ropajes sagrados y 1o adorna-ban con hierbas sagradas. Tambin le oirecan previamente alimentos pu-ros a cargo de la comunidad. La prctica se realizaba a veces con notivode un hecho en particular, como la llegada de una epidemia, o bien re-gularrnente, coincidiendo con la poca en que 1os frutos de los camposestaban a punto de madurar. Sera pretencioso querer interprerar cadauno de 1os detalles dei rito. Lo esencial no radica ah, y los eruditos quedisputan sobre ellos han perdido de vista ei proceso en su totalidad y sugrandeza. Aqu se viste y se adorna a un ser humano con gran pompa y,con acomPaamiento musical. se Ie conduce delantd de ttdas lrs vivien-das. Finalmente se le mata, se le arroja desde una roca o se le empareda,todo ello para purificacin y pervivencia de la cot,*rrtidad en su conjun-to. La suciedad se limpiaba entonces, como hoy, con baratas sustanciaslimpiadoras. La sobrecogedora pompa de esta tragedia, en cambio, re-quiere como contrapartida algo monstruoso, una grandeza siniestra a cu-ya presencia la comunidad responda con seriedad tan pavorosa. No po-den:ros dar nombre a esta oscura esencia cuya gigantesca sombra caa

    sibre las viviendas de 1os irombres. Lo que nuestro ron"Io y prosalco en-,e,.,dimiento considera alllenaza e irnpurezl material ha dado pie a lasqrlndes estirpes de la Antigtiedad a crear una pltora de formas' no por-qu" 1", concibiesen en tonos ms superficiales y mecanicistas que noso-,rn, ,rirrrror, sino porque se ergua ante ellos cual figura colosafinevita-ble, y los instaba a expresar su emocin con un acto grandioso y terrible.Yrrrsconcretenlente:Suactofestivoylamanistacindelcolosoeranuna misma cosa. Y 1o sobrehumano no los haba sobrecogido tanto co-,1o p.o.bm sus obras si la idea de utilidad se hubiera mezclado en su ha-f.r. rr. adoptaba un papel secundario, como ocurre con cualquier actocreador. Pero tantbin intervena con una necesidad naturalsima. comocl arrista que confiere expresin y lengua al espritu de un grandioso rles*

    tino en la imagen aterraora precisamente para liberarse i mismo de ella,u pr." ,r1rr. I todo. aque[s a los que sobrecoja su obra' tambin 1orrlonstruoso era con;urado tras convertirse en forma en el culto' La citl-tlad expiaba zus faltas, recobraba la libertad y la salud' Tambin la devo-cin cn Ia que el coro mudo se presenta bajo el fulgor de lo excelso de-bi de enlazarse con la confianza en el pertin, incluso con la concesinde determinaclos favores. Pero cuanto msle afirmaban fin y-utilidad' msse--9]lugbeeia ql9-o-q!9Ili{o- d-!":4tos:feIl]gl V, all donde aqullos im-!..:;il"." p",ri.-tl, p"i ;a;r;r; y-moii' Por un extrao error' losevolucionistas han tomado siempre este estado por el originario. Su in-terpretacin dei acto de expiacin parta enteramente de la idea de utiii-dr hgada a il, como si fuera evidente que slo gracias a eila se revela elsentid; originario c1u >us componentes' Lo que les pareca primitivo ycon,prensible, era lo secundario: la atencin a1 bienestar material, que,or io dems pronto ganara en importancia enlre los epgonos menosimportantes, qr. aq.t, como en cualquier otro caso' estaban llamados :lct',nvertir una prctica sagrada en un acto de sentido comn' aunqrre lasantiguas fo.rnr, perdurasen como residuos altamente paradjicos' Y a,r.r.rr., poca 1e estara reservado descubrirlos precisamente como testi-qos de una mentalidad calculadoral Muy distintos sou los sacrificios deseres humanos o animales sobre ios que pesa toda la carga de culpa de laomuniJadensuct,rnjurito.Conocemostalesactosporlascrtlruraspri-mitivas,o. Tampoco stos tienen nada que ver con la mennlidad materie-lista y nrecanicista que sc nos antoja t'rn natural' Pero lo que los distinguetlelosactosdecultopropianrentedichosesunaideaquehadeparecer

    t:),l':{

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    36

  • tan absurda al espritu cientfico de nuestros das como todoculto : la nlonstrllos.l nocin --delaedenein nlediante una

    lo relativo alvida que ha

    to,rrriold6-s la culp de todos.-Estos siniestros usos se contraponenA los rs a.legres que expresan la

    idea de lq ayu{1_prg,slldlpo. un dios. En Thnagra exista la iostumb?-deque, en la fresta de Hernres, el joven ms hermoso del lugar se paseasepor la ciudad con un carnero sobre los hombros. El propio dios, se de-ca, habra salvado a la ciudad de una epidemia mediante una aparicinsemejante, y 1a festividad se instaur en memoria de ello". Pero en estecaso la ciencia moderna no slo ignora el mito, sino el mismo carcter dela prctica de culto y especula por cuenta propia al atenerse exclusiva-mente a la supuesta utilidad v a la hiptesis que ha acuado sobre la men*talidad prin-ririva. El carnero era paseado por la ciudad para absorber losmiasmas. De modo que el sentido de la costumbre est claro. Como to*dos los ritos de expiacin de esta ndole, tambin ste se debe origina-riamente a un fin egosta. En este caso se liga a Hgrmes porque el jovenque carga con 1 reproduce exactamente la imagen.del dios pastor.r't Pe-ro. si se trata de 1, el animal que lievaba a hombros no puede haber te-nido la funcin que aqu se le atribuye. Sin duda Flermes no ilevaba elcarnero sobre los hombros para que absorbiera bacilos contagiosos. 1,como cualquiera que lleve a un anirnal de este modo, lo ha recogido pa-ra trasladarlo inclume ai lugar al que pertenece. As hacen los pastores.Y que Hermes, el pastor, se pasease protector por 1a ciudad, parece real-mente nrs sensato que imaginar que ei animal, lo lleve quien io ileve, de*ba absorber como una esponja los efluvios infecciosos. Aun atribuyendoseriamente seme-jante dislate al hornbre antiguo, habra que exigir que elfin qr-ie deba perseguir el joven se expresase en su actitud, con 1o que s-ta no sera la del afanado pastor. Y por ltimo, qu sentido poda tenerelegir para cometido tan trivial al joven mejor pa."cido? nicarnente latradicin que vincula ia fiesta al mito de1 dios que te pasea hace justiciaa su carcter. Si no se hubiera conservado, deberamos inventar algo equi-valente. Sin duda en alguna ocasin, en tiempos de penuria, los habi-tantes de la ciudad habrn credo ver pasearse por su ciudad a1 dios, tanconmiserativo con los animales, y habrn credo dcber su salvacin a suproteccin. A esta epifana deban responder con un acto de culto. i e.ael monumento vivo del sobrecogeCcr acontecimiento. Crno habra po-dido perm:rnecer lnudo e inmvii el hombre tocado por la divinidad si

    tocl revelacin real despierta un soplo creador? El rostro quc contenlpll

    I

    r:", f"l; ranagreses distabe mucho de ser una alucinacin: lt" }1::-11t1; I,ln ,,rr,i.o [.r.-9.1g.i-a:t-obrar fonna mediante un cuerpo hurnano

    en un I

    rc.t festivolY 9o.r .U U irr.- abI*lleia d lo divino' N.o 1i;;;r';ril; l. .onf,,n" tn qut se realizabr algo benfrco' como lo que Ilii,r.o,. dios les haba aportado c()n supasco' Pero clprovccfro'" "?:l I,,rirrrer v autntico nrotivo cicl acto y. desde ltiego, eI sentido de su .for- Il;,: ;;,;;;;;;" 1. Sin el mir., de He.nes. el paseo habra constitur- Ido una empresa vana' No cabe basarse en la idea de que los animales

    dcs- ]

    tinados al sacrificio eran paseados para bendecir a la con-runidad' como

    ocurre por ejemplo en los itlico s lustrum y amburbium' Pues estamos muy

    iO., . poa.. t"n

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    gresaban con ia noticia de que haba buscado refugio entre las Musu'Todo intento ,iS .lpll.gl Sg-p-11cticas indep-endiente-mgntg del luto

    deseirbci 11-".,l^ elneculacin. iilinujeres que son salvajemente per-seguiclas' r e1 sacerdte no son utra cosa qtte remedos de las frenticas

    "corrrpr"rrtes del Dioniso del mito'

    ponderante al ser q.-91 ,o,ggqlp3le-ffirran en el da de la fiesta a. .,,,-"_"-r-_----_

    -;t;.na, no hacen con elio sino rylqgj1,J 1o que hacen'ilas divinas nodrizas que cran al joven dios y que, 9gg-d-9*!q!9 S]S1ry" l" ,-

    que serva a la presencia divina- sirnpiemente natLlral' Mas las investiga-.i.rr., rccierltcs tairitin han inverticlo aqu arbitrarian-rente el procesonatural.

    A 1o largo clel presente estudio volveremos a encontrar otros e.lemplosde esta sigrrificativa coincidencia de culto y mito'

    Y. por ltimo, mencionaremos tambin de pasada que ciertas prcticas,^g.rd"s de los llamados primitivos, que hasta hoy suelen invocarse cG-,* testigos de ias hiptesis racionalistas, a menudo traslucen un autnticoconteni

  • :i.iItI

    Il. Dioniso

    1. AdvertenciaToda la Antigedad ha stejado a Dionisc como el "drsfe1f,1.del

    ui.or. p..o ,"*ti., se le conoca 6616 el fr-entico cuya presencla en-

    loquece a los huinanos y los ileva a cometer actos salvajes' incluso san-

    qrrinarios. Era el aliado j to*p'tto de ios espritt'i de los mucrtos' los:;,;. ;; iniciacin *' t'ot'itos lo consideraban su rnaestro' Y a su ser-vicio divino Ie corresponda el drama actuado que

    ha- entiqueci'do al

    rrlrndo con oo ''iiag"o ms dei esirritu-' Tambin las flores primavera-

    i.f;;; ,.J1nl,lio ."li f" hiedra, ia pia

  • nrre sealen la existencia de uno ms amplio, sino tan slo hiptesis. YH;;; el rico ,rorivo de que se desea rcducir la sospcthos:r crcencia:.:";;; err ciertas fuentes griegas al concepto rns si,rple Y' as' el con-"r. " los rasgos.ms sealados que conforman el carcter de Dionisono estaian necesartamente ligados a su esencia, sino que habran sido co-i-,,r^. debido a un cmu10 de coincidencias externas.''"';; explicacin constituye en realidad una renuncia del entendimien-to. Sienta como pr:emisa un concePto predeterminado de 1as deidades de

    |^ n^,u,.,a y pasa de largo ante todo lo que es esencial al dios griego.En esta monstruosa lmagen del dios frentico no es capaz de ver rns que

    io que y conocemos' o creemos conocer' de ottas reiigiones' La posg-sin de tr, ,-,"'39'q' 9!1n}gt: de1 vino' la proxin;'dad. de lt.t"EfA,;lrta*;t;do e,'o t otros elementos clave del crrlto y del nrito noi":&lU-";a;. Mienrras no cifre su tarea en reconocer en estas '*anifes-;;;., susranciales la revelacin de la esencia del dios llarriado L)ionisu,""^n"tn decirse

    qu9 hlVa 9o11nza{o siquiera el estudio de la religin

    rrrar desde Frigia o Lidia' Por ltimo' Nilsson lig ambas hiptesis': L)io-

    niso clebi de arribar a la patria griega tanto esde Tracia como desde

    Frigia, en un caso t'-' "' 'p"'itt'cia veterotracia' y en el segundo en una

    tornra alterada por la i"g*t"i' de las religiones vecinas de Asia Menor'

    Pero no es eso todo' C;;" tercera fuento del movimiento dionisaco se

    cita ahora, .'-' to"tt'at"tJi' t.," f' opinir'r predominante hasta la fecha'

    la propia patria griega' Pues el gran movimiento que origih all lr-lle-

    eada de Dionigq t"t*'9 tasio. al nue*vq despertalde un cultogt-

    iilro. s. da por h"h;";;;;q* l"s idt"' v ritos ligadosli-nornbreif;" .*irtido ya entre la poblacin pregrrega'

    Si nos preguntamos pot tl molento en que el forastero se habrabierto paso entre r"' il'* griegos'

    .Wilamowitz'aduce quelg-!'abti'poclido ser antes aa tgit l"'iti."l 9':cia y que su triunfo sobre

    la fe

    irrtodoxa n podra n;%ti""S del zoO' Los griegos asiticos'"'n"!1t,1"conocido ncon anteriridad' como es natural'

    pero' concluye' la socre-

    clad desde ia cual y para la que habla Flomero quea sabet tan poco de 1

    como ms adelante la Fllade' hasta que se vio

  • !crnpo inuemorial, sea cual sea la opini1 gue le ,l::-1-:1t Ptplo p:o_*trr y a str crculo de oYentts'- En el rrtcleo del culto y los mitos dionisacos se encuentra la figuradel dios frentico y las de las mujeres arrastradas en su delirio, que aco-gen y cran al recin nacido y que, por ello, se consideran sus nodrizas.,., .i..tr. fiestas se organizan persecuciones que pueden tener un finalsangriento, y la idea de una muerte violenta aparece claramente en variasleyendas y costumbres. Estos elementos de la religin dionisaca se reco-

    i *." en la llada hasta el punto de que los representa en sus ms nimiosr detalles.*-- En el libro sexto de la llada (130-ss.), Diomedes habla del sino queaguarda'a todos los que liichn contra los dioses;.y.al hacerlo se refiere alfuerte Licurgo que persigui a ls ayas del frentico (p.at'vp,evos) Dio-niso por el santo Nrwrycov de modo que, tocadas por su terrible arma,-de--jaron caer al suelo sus r)o.tra y el propio Dioniso tuvo que huir al mar,io1d9 Teris acogi amo{osa al temtloroso fugitiv.o. Las acompaantei dEDioniso no son aqu descritas explcitamente.como presas del delirio. Pe-ro hay un verso que delata la familiaridad del poeta y de su crculo ccnla figura de la Mnade y su.nombre: se trata de aquel donde se comParaa la as,stada Andrmaca que huye, fuerr de s, con una Mnade (p'ar'v6ti.oq, Ilada 22,461). Es posible, como afirma'Wilamowitzu, que e1 poetano quisiera referirse con ello sino a que asemejaba a una ioca? Su com-paracin, como cualquier otra, solo tiene sentido si remite a una figurabien conocida. Mes la frentica, cuya imagen deba de ser bien conoci-da de todos, no puede ser otra que la.Bacante;:ya se-la.den-mine, comoaqu, con el sustantivo lldLuds, o con el verbo, como eola llada (6, 389),corno lldLvopvq. Lo que Flomero quiere decir aqu se refleja amplia-mente en e1 himno a Demter, donde (386) la sobresaltada Demter escomparada con una ivlnade que corre frentica por el frondoso mon-te. La aposdila exelule cualquier confusin, aunque para los oyentes deHomero tampoco p'acvs admita ningn equvoco-r;- El frentico Dioniso y sus frenticas acompaantes constituyen poritar:to figuras fanliares para Flomero. YcHiosdel'vino? Es posible que,fectivamente, Flomero no supiera nada de i? Arfstrr-c-o, ha-o-lservado re-firirrdose ala Odsea (9, 198) que e1 poeta, que tantas veces cita el vinoen ambos poemas picos, jams llega a nombrar a Dioniso como su pro-oiciador. Tmbin 1o menciona expresamente K. O. Mller en su co-

    lnentarioe sobre la obra de l' FI' Vossl"' y desde entonces se da por senta-

    do que el vino ,rr' tittt" t"t 1"1 con la neturaleza originaria de l)ioni-

    so, sino que ms tarde se puso bajo su Pote1in' En ta1 caso habra que

    restar importancia al "Lit'ot"" el nfota de oro' que' segn la Odisea

    ;:;;t, bt"niso regala a Tetis' a pesar de que el propio K' o' Mller era

    de la opinin de que poda invocarse para refutar la validez de su tesis'

    Tampoco queremos basar nuestro aserto en el hecho de {ue el padre de

    ese sacerdote d" Ap"l;, ;;-' qoit" Ulises agradece el vino con elque emborracha a los i;fcl;',,' " ["n'"" F.vantes' es decir'

    que lleve

    un nombre qrr. "ol"t"o' " ""to'''tttr en la ffiatt p,tglio ?t^Ti" "de uno de sus hijos' Tampoco recordaremos a Hesodo'"

    que considera

    al susg,{icho,Maron descerrdi..r.. de Dioniso' "l '.Eip:d:t'" n:: lii^::^clanra abiertamente hijo suyo' Pero el punto dc la flada

    (que por crerto

    tanto Aristfe.r", to*'o Ati't"tto tot"idttt" incongruente) en el que el

    hijo de Zeus y at f" itt"'" Smele es calificado de bendicin de loshonrbres (X&pt o ppo'"n''"' lliada 14' 325)' designa sin duda alguna

    al

    dispensador dl vino' Pues' as como Hicules es llamado en los versos

    precedntes et de Ia ;;;;;;i" !. 3,,,"1' (parepEpaz)' tales palabras

    habran de designar at hijo de Smele y "o sig"ifitaran otra cosa que 1o

    que dice Hesodo .,"tio, en.el mismo tgofuol io,[1*" elp1eno degracias (nokryll0ils)''; tal es el epteto que idesodo dedica

    en otro pun-

    to a Dioniso .o'rro dio' del vino''' K' O' Milr consider concluyenteOrr. frorrt..o nombrase ei don del pan como

    el regalo de Demter' y que

    en cambio ,ro ,. "fiti"'" """t^ a 1a relacin de Dioniso con el vino' Pe-

    ro no podemos olvidar que en los versos que se re{ieren a la propia De-

    nter (llada 14,326; Oi'os' 125) no aparece mencin alguna de su d-diva, y que son rlrt'i t""" las- ocasiones en las que se liga la bendicinde Ios campo, , "' ornbte' El heroico poeta

    no es' por nnto' menos re-

    catado con Dioniso ;;; tcl" Demter' Y ouien conoce a los dioses querigcn su mundo, conoce el significado dt """jt"tt re-cato' Calla

    quiz

    muchas cosas ajenas al espritu de su mundo' y a menudo.desvela sus co-

    nocimientos *tai"it o"" 'ot' palabra' Qu podra resuiurle ms ajeno

    que el dios frentico? De modo que Dioniiso' el dios del vino' no poda

    ..,,,It,.i. menos fanliar que la diosa del trigo, Demter'La pica homrica prueba tener conoci'o]t"to cabal de Ia vinculacin

    de Dioruso con otras deidades que concemos de ia'madicin mitoigi-

    ca o de la historia J. i* ..rt,or.-pa.ticu1", importancia reviste su amistad

    j,.n

  • ir, rcon Tetis. Se arroja en sus brazos en su huida del j{i\r_l4f Licurgo', yla otilffi con l-f're*ro-ro-n-+-$le-l-rde se guardarn lbs res-.tos de Aquiles''. Este mito homrico pone de relieve lo que atestiguanmuchos otros cultos y leyendas: que Dioniso no es ajeno a las profundi-dades acuticas. Que el nfora de oro que regala a Tetis sea denominadaobra de Hefesto puede considerarse indicio de su famosa amistad conHefesto; en Nono", Afrodita le regala una crtera confeccionada por He-festo. 'Ianrbin es digno de resear que la Nkyia de la Odisea (11,325)lo muestre vinculado a Ariadna, reina del squito dionisaco. La bella hi-ja de Minos, ,.-i.. all, fue raptada en Creta por Teseo, que quera con-ducirla a Atenas, pero antes de que llegara a hacerlo rtemis la mat porindicacin de t)ioniso. El dios deba de tener algn derecho sobre Ariad-n1trygr el relato se corresponde eterlrrente con la historia d la mier-te*dlornide'', que tambin fue abatida por rternis, esta vez por con-sejo de Apcrio, por haber engaado al dios con un amante mortal. Comose sabe, rtemis es la diosa que tra la muerte a las rnujeres de parto. Co-rnide muere antes de dar a luz a'Esculapio, mas de Ariadna cuenta la le-yen
  • tnlacor" el con'rbate de Licurgo contra Diorriso en una Nisa rabe' si la r'

    saga original se refra on 'e["itlad r una Nisa tracia?

    Como ya se ha dicho, hace poco ha cal^do la idea de que Dioniso no

    procede clirectamente de Tracia, sino que debi de llegar a suelo griego

    a travs del rnar Egeo desde Frigia' con los tracios emigrados a Asia Me-

    nor. 'W.ilamowrtz considera impiobable su llegada por tierra desde la mis-

    ma Traciat' por el sencillo ,rlo,i'o de que en Tesalia' que el dios tendra

    ln" fr"U.. ,t.rr.r.do primero, se encuentran escasas huellas de l' Segunel autor, eseeuro q9q!q! C4go-s cibigg3 su Dioniso desde Asia Me-nor. Lo atestiguara t;;;b;l;i u"t"' "-i'l* remrte I conocido'ilto dc las An:esterias. Las ltias dudas al respecto quedaran despeja-das por el descubrimi..tto dt que Srg\:-gs ei nombre frigio de la diosaTierra, y l3aco ei eq,ri,,lentt UiJt oigllilV;ti'Gtffisi?e;do 1o que el coro bquico de Eupidei y 1 tmolos' como monte dio-nisaco, habran drdo " entender

    desde siempie. A io largo de nuestro es-

    tudio probarenlos el valor de sus observaciones' Pero algunas de ellaspueder-rS()l]leterseyaaunanlisisnrsdetaliado.Enlasinscripciorresli_dias la raz akl- (es dect, Baxyos) sirve pa'a nombir al prpi dios' pa-.. a.rigt r. el tnes consagrado a- 1 y finalmente' io.que reviste especial in-r..r, !.." forrnar el nomfre d perso.a Bakiva, que en grlego setranscribira conto ArcnxrxX?e'' L' to"tl"'in de que Baco deba de seruna palabra lidia (c una voz adoptada por el lidio a partir del frigio) fueapuntada con crerta vacilacin por el propio Littman' y por Wilamo'uvitzt'con total seguridadt'. Pero no puede ecirse que sea obligada' Pues al rne-

    nos tambin cabe pensar q.," tl '''-o'-''tb1q de Bac*q haba pasado en tiem-

    pos r-e]n9tos 491 gr"go a1 frigio y al iidio' conservndose' por razones que

    irr-dr.orl-q...rr, r, .t tli"' Pero parece ms plausible suponer que es;;i;il'J. t. pot t".in pregrieg' ldt t'y" lengua da fe asimisnro elnonrbre de} Parnaso, .t Ino,-,,. o'1de se desarroilan 1s orgas dionisacas-Y que en:l!d!t*::-iqnserv -como principal designacin de Dioniso' Se-ra, por tanto, muy a..i.,g'o torlai 1 hallazgo lidio por una pruebairrefutabie

  • Menor parece que haya habido localidad alguna con este nombre. Pueslas noticias cie una Nisa tracia se remiten aparenteIente al verso yx co-rnentado
  • tegieron del calor que abras a la maclre' Y l mismo ocup su puesto'Jogia al retoo, atn inmaduro, en su cuerpo' y cuando se cumpli el,r.rr..o de lunas, 1o trajo al mundo'

    As, el dios nacido -do'

    "ttt".parece elevarse sobre todo 1o humano

    antes aun cle su irrupcin en el mundo y de haberse transformado enJor, ., el dios de1 embriagado delirio. Y, sin embargo, al propiciador deflr...., le estaban destin,ios padecimientos y muerte' los padecimi-e^n- ''io, y l, muerte de un clios! Y sobre su casa materna' sobre la que se cier- "i''ne la magnificencia de1 cielo, no trajo nicameirte bendiciones, sino su- l,'frimientJ, persecucin y muerte' Pero a la madre' Smele' que sucumbe r:"alasllamase.'suu,,inconeldios'deltrueno,leesdadoalzarsedesdeisu trmba p.r, '".r,ri.rJ;'ilft; "ti;"'' '

    ' ' '' 'iirEra una de l.as cuatro hijas del rey Cadmo " r"u.,. Peleo y C,d*o,,'''i,i}

    dice Pndaro1, eran los humanos ms dichosos, pues en su boda cantaronlas Musas, los dioses se deleitaban en su mesa' al hijo real'de Cronos loven senlado en siila de oro y reciban ddivas de 1":'Pero lleg' el tiq+r 'po eh que tres de las hijas amargaron las alegas de.Cadmo' mas a'la cuar-ta, ,1"ieil" Tione, la visit Zeus en el lecho del amor' Y' en otro pun-to: oGrandes fueron las desgracias de las hijas de Cadmo; pero la pesadezdel dolor huye ante 1a desesuta de las bendiciones' Smele' la tocadapor el rayo, vl\/e en el crcu1o de los Olmpicos' y Palas y el Padre Zeusla aman cle todo cortz6o,y la ama su llrjo, e1 adornado con hiedra; y tam-irinsedicequealnolefueconcedidovivireternamenteenelmar'en-tre las hiias de Nereor'.

    Delascuatroh5asdeCadmotsloestasdos'Smeleelno'tienenre-levancia como figuras mitolgicas' Las otras, g*"t y Autnoe' aparecennicamenre en calidad d. -.., de Penteo y Acten, cuyo terrible sino-ambossondespedazadoscualanimalessalvajes-estligadoalmitodeI)ioniso. Y sin embargo, como atestigua el culto'' el nmero cuatro esrr.o de los elemento, , ..r".,.sticos de1 ancigutr mito. Pues, as co-nro en Pndaroo Smele es contrapuesta como amante de Zeus a las otras'tres hijas rle Cadmo, mmbin er is ltnai de Tecrito'Ino' Autnoe ysr"e conducen cada una un flaso o cortejo al monte en la fiesta de Dio-tlist' v erigen all doce altares, tres para Smele, nueve para Dicniso' Esosrrtisrrto:; liaso-s de Autnoe, Ino y gave aparecen tambin en ei informetlcl rncrnsajero de ias Bacantes de Eupidesu. Segn la famosa inscripcintlc lvlerncsia en Meandro', se sola convocar all en tiempos, por consejo

    r.lc Delfbs, a tres Mnades de Tebas pertenecientes a la estirpe de Ino pa-r instaurar el culto a Dioniso, y cada una de ellas compona uno de losrres fiasos. El culto a Smele, vinculado a Dioniso, al que sirven los trescoros de rnujeres, sc corresponde por tanto con el mito de le novia ce-lestial Smele y sus tres hermanas. Todava en la dedicatoria de colonia'se cita, junto con Smele, a sus divinas hermanas'''

    .a;J se rindiera culto a Smele Io prueban numerosos-testimonios' Y

    to ,rrirlrro que para la madre, vale para.lno' la nodriza del dios' La vi-n'i.r-rd" derruida de Smele, cuyas ruinas an ve arder el Dioniso de Eu-rpides tras el regreso a su ciudad natal de Tebas" era mosffada a los sor-

    p."ndidos extrarrjeros an en'siglos posterioresr'' Se encontraba cerca delsantuario de Dioniso C,a*to,I tt'y. i-pot"t'tia slo pudo'donstatarse '

    '

    ;;;;;, a una inscripcinldatada en'ei siglo rrr a. C. pefteneciente al teso-io d" lo, tebanos en Delfos"' En esta inscripcin se designa el mbito sa-g."do d. Smele como oqrs, exactamente como en Eurpidest'' Deirodo que. aqu se foment el culto a ]a;m?r -dre de'Dioniso' Pero

    tambin

    eraveneradaenotroslugares.Sushitosfundamentaleseranlafiestadelaeparicin de Dioniso v l*a celebracin de la ascensin de la madre del rei-rrt> de los muertos g.,ti" al hijo divino' Cuando se invocaba a Dionisoclurante las Lcneas ticas, se le llarnaba hijo de Smele' (IepeMus)''' EnlaisladeMiconos,Smelerecib;reneltranscursodelamismafiestaunsacrificio el undcimo da del mes, mientras que e1 propio Dionis

  • su insigne hijo. Ya resuenan las voces de las canciones acompaadas de :flrrtrr]y" ..J.r.rtr., los coros de Smele, adornada de coronas'' se dice enios ditirambos pindricos dedicados a las Dionisias atenienses2" ' Las ltnaide fecrito'', en las que se representa la fiesta dionisaca secreta de las treshijas de cadmo y el terrible destino del atrevido Penteo, culminan con1a salutacirr no slo de Dioniso, sino tambin de Smele y sus herma- .nas. Para Dioniso y Smele, rezala dedicatoria de uno de los altares de ''.Magnesia". . - l't

    ias investigaciones ms recientes han desmembrado este venerable 'i,'mito, invirtiendo por completo su sentido. Smele, se dice, sea una dio- '..sa des"de el pri.ncipio; y es merced a un P.oeta, qlt."tgil Wilamowitz f9 ..lihaba podido ....., influencia alguna.antes dl 700'a' C', como !".,..*tltra.rsfo.iada errhija de Cadmo. Este pota, por tanto, ha6a inventdopor su propia cuenta un mito cuyo sentido ltimo capta cualquier perso-,-r. desprej.ri ciada, y pbr motivos derivados de la actualidad, sin intuir quela'naturaleza humana de la madre de. Dioniscj podra resultar relevante al-"'gn da.

    paul Kretschmer ha probado hace ya nis de cuarenta aos, en un es-tudio notabler., que el nombre de Smele poda entenderse lingstica-mente como denominacin de la diosa Tierra derivada dei tracio-frigio,y guardar cierta relacin con las palabras griegas y&otv, y&ap"a)"s' etc-,",yqueeStadiosaTierrat.,.io-f'igi"aparecaefectivamenteeniasfr--rrlm i*p..cativas de 1as tumbas frigias de la poca imperial' comoEep,).q,j,-,rto ,1 dios del cielo s (o erh)' Mienrras que para Kretsch- -;:mer la derivacin del nombre de Dioniso del tracio con el significado de .hijo de Zeus resulta poco probable. A1 faltar en este caso cualquier prue-ba documental, su interp..cin del nombre de Smele goz de 1a apro-bacin general y ha siJo adoptada recientemente por Nilsson" y Wrla- 'f,.mowitz; para fundamenhr la teoa del origen tracio' o ms bie, frigio,dei culto a Dioniso. El propio Krerschmer poda aducir que en 1a Anti- .gedad al menos Apoloiororu equipara a Smele con Ge, as como Dio- ':doro,,refiereunateorasegn1acua]secreeVertantoenTionecomoenSmele a la diosa Tierra. P-o. t".rto, la madre de Dioniso aparecea en ca-si todas estas nuevas versiones como la madre Tierra tracio-frigia, queslo ms rarde, merced al arbitrio de un poeta, habra sido degradada al ipapcl de una mortal, hija de Cadmo.

    Pero pedir que demos crCito a esto es pedir demasiado. Las inscrip-

    ciones frigias nos ensean que dicha diosa an gozaba de la estima gene-

    ral hacia ei 200 o 300 d. c. icoet ,ro sea su importancia, enronces, 1.000

    aos antes! Y clebemos suponer que en esa-epoca alguien co'nvirti. por

    srr cuenta y riesgo .,, tstotit, tan cerc"" a Frigia' a la gran diosa Tierra

    ;;; ." i, a."c,ato? Y que ni en el mito ni en su culto se conser-va rastro alguno a" ,""'go origin'rio? Resulta dif;cil de aceptar' y la su-nuesta analoga con otros casos' que tambin requerian'una

    aclaracin'

    ;;il*; ;o.j* L incongruencia de semejante hiptesis'Pero no es esto todo' Al Lito' t"l y como aparece en nuestra tradicin'

    se lo somete con ello a una enorme violencia' Y es que no slo nos pre-

    senta ste a Smele como una mortal,.sino que subraya- con 'particular n-

    fasis qe no se trat de una diosa 'y qu':-o l'!l' !-e etto' o a)111i ::-Ot"tya en la lli.ttda sei, Ur-. T.brri', y gesodo- no e conforma con de-signarla como hija de Cadmo' sino que aade exp'resamen:e

    que haba

    dado a luz, como h.-b;; mo'iol (Ni'arov ftvrr)' a un hijo itttoal'Yesta idea; la del oretoo'del padre.suprenro l la hembra cadmeide'' comoafirma Pndaro (I'i ?;';;ttt ;t' l" u'icin miiogrfica' La moita-

    .' '

    lidad de la madre deba de pertenecer por tant'a las lneas bsicas irre-

    nunciables de1 mito dionnaco' Y que tl tto*btt de Smele' que origi-nariar.uente haba designado a una o"' ftt entendido en toCo momentocomo nombr. ,ro""l,io prueba el segundo epteto de la madre de Dio-r-riso. Pues tambin ,t '*t Tione' Las fuentes nos revelan el autntico sig-nificado de este ttu10 honoifico. cierro que pndaro- designa,en unaocasin a Smelet" to''o Tio'lt en su calida de novia de Zeus- Pero alldonde se citan ambos nombres' Tione aparece con otro rango'

    ya libera-

    da por su hijo del reino de los muertos' rnaCre coronada con la inmotta-

    iidad.,. Smele, llamada Tione, se dice en el himno homrico en su

    transcripcin moscovita' Como tambin conocemos e1 nombre de Tio-

    ne como nombre at b""""' y el propio Dioniso es llamado'Iionida (He-siquio), no cabe duda cle que el nuevo nombre da fe de su admisin

    en

    el crculo del squito divinc de Dioniso' La madre de Dioniso era llama-

    da por tanto Tione e' la mediCt en que haba ingresado en la categoacle los inmortales' I)ebi de renunciar al nombre de Smele' o al

    menos

    completarlo ccn uno segundo' al convertirse en diosa' Cabe pensar en-

    tonces que, a pesar t o' un nombre que con txnta^certeza se consi-

    dera humano haya podido pasar por divino? En Tebas' Smele se venera-

    ba en calidad d" 'i"tt'; ti t'p"tio dedicado a ella en el recinto sagrado

    5657

  • de Dioniso en la Acrpolis tebana era un oqxq\'. El denominado Him-no rfico ,tr4, que habla de los honores que se le rinden en la fiesta deDioniso, subraya que deba agradecrselos a Persfone.

    La hiptesis moderna no omite nicarnentc los testimonios del mitoanriguo, sino que no tiene reparos en transformar lo que ste anuncia co-mo hecho ms adnrirable en una correccin arbitraria de su contenidoprimigenio. Y con ello destruye a la ligera todo el mito del nacimiento deDioniso. Pues la extraa narracin de urt segundo nacimiento pierde to-do sentido si la madre no es mortal. Cuando Smele arde, como dice lalevenda. Zeus arranca al seismesino de las llamas y se 1o cose al muslo pa-ra que.madure en el celestial cuerpo y s convierta en diostt. Se ha.afir-.mado que este rnito debi de surgir Ce la lig4zn de dos visiories por qorn- "pleto distintas. Segn una, Dioniso haba surgido del matrimonio deSmele con el dios del cielo, mientras que la otra le hace emanar nica-mente del padre, como se cuenta de Atenea. Pero con ello no se hace msque atribuir al mito otro despropsito.'Pues, as corro parece azonable.la .imagen de que la diosa del Consejo, y de la uerza victoriosa, la masc-lina Atenea, surgiese dela cabeza del ncosejero Zeus sin intervencin fe-nrenina, no parece serlo la de que el femenino Dioniso, siempre rodeadode nrujeres, sus confidentes, desciencia nicamente de varn. S1o comoha sido relerido en todos los tiempos tiene sentido el mito. El nacimien-to del cuerpo paterno presupone el trgico fracaso de la madre, 1' slo ensu unin son capaces ambos acontecimientos de conformar un mito au-tntico y complci-.

    Smele era una human que concibi a su hijo en brazos de1 dios delcieio. Pero la mortal amante no pudo sopo!:tar la relampagueante majes-rad del dios. En la tormenta que le trajo a ella la muerte, pari prematu-ramente a un nio que haba de convertirse en un gran dios. Y por ello,porque como humana haba sido demasido dbi1, tuvo que apiadarse elpadre del hijo y completar la obra de la madre fallecida mediante un se-sundo nacimiento-

    l-a imagen de una diosa Tierra que arde en brazos del dios del cieior,'sttltara. como ya ha afirmado O. Gruppe, completamente incompren-rrl l,.

    ;(]tri' razonesjustifican entonces que en el caso de todos los seres su*l)("ri()rcs cuc, segn el testimonio del mito. un da fueron hombres, ex-lrltlttc'irtos su drvinidad como 1o originario? No sea mejor examinar si

    tales mitos no habran podido tener un significado antes de atribll su

    creocin a un llamado p'ott' qt" lig lo dispar mediante torpes manejos?

    irmbir, lno, la nodriza del cliost', de la que conocenlos varios santua-

    rios, concretamente en la costa laconia"' pasa en el mito de ser mortal a

    diosa, y como tal -como una de las diosas marinas (Aeuo8ol')"'- recibe

    el nombre de Leuctea' As como enla Tbogonade Hesodo se resalta ex-

    rlrermente la antigua mortalidad de Sr:rele' lt Odisea" retrata a Ino conestas palabras: la hija Jt C"'llo' lno' Leuctea' antao hembra mortal'que ahora goza de ho*tt' divinos en las ondas marinas' La pertenenciade Ino a Dioniso, q"t t'-UiC" atestiguan los ritostn' es sin duda algunaantiqusima. Como lo" ia hmedJelernento se la relaciona por afini-dad con su crtulo, to*o p'ob"ernos ms,adelante' Tamhirt volvemo

    a

    encontrar ms tarde "r,,tlh'Nereidas a las otras hermanas

  • j .jrldl:,.,,-!i'

    ''i:;';: a:':r,.:', i".

    siguen sufrinrientos, miseria y una [Iuerte violenta para todo el que se"^l*a" del muchacho, conlenzando por l*u:an*.fn ryd=, -Ing' que

    "'n .r, "tr"rque dc-locura se arroja al mar con su p-ropio vistaso en bra-r-_*-#-1--

    zos. y ast, ramblell r, iplfrn, e-fa-ios c""ertido en hombre'suscita unaterrible excitacin, indignacin y oposicin entre los hombres' Las hijasde Minias se niegan a acudir a su llamada, y con buenas razones' pues s-,^ ^rr^rrr^ a

    las posedas tfel decoro conyugal y las aboca a los misterios yal desentreno del nocturno delirio; ellas en carnbio desean ser fieles a losd.b.,.,delamadecasayesperaraSusesposos...'hastaqueDionisolases-fol", .o., el agurjn ms agudo de su frenes' El rey Penteo se alza y quie-ie impe.li. q.r. tm mujeres romPan el vnculo- del pudor.para,ir bailar.or, "i dios fuiibundo.

    penteo de Argos s enfrenta armad a'1. La mis-m intaqen se repite una y otra vc en el nrito con distintos ropajes'

    Ei sentido d. di.hN sagas, sobre las que ms tarde volveremos' se harnalinrerpretado por completo en los ltimos tiempos. Se las tomaba porecos de acontecinLientos histricos y se recurra a ellas regularrrientecuanrl -se trataba de demostrar que el culto a Dibniso haba irrurnpido

    "r, C...i" desde el extranjero, imponindose sio ffas superar un violen-

    ro rechazo. cierto que welcker slo quiso aceptar esta interpretacin pa-raparte de las sagas discutidasr, y tambin Rohde pidi prudencia al es-..iti., toclo es,to son leyendas qlle pertenecen a la clase de mitos tpicos,con los que se trata de aclarar y justificar -elevndolos a la categoa der1litos y recurrieudo para ello a un episodio iegendario que se suponeacaecido l]istricarnente- algunos momentos de culto'. Pero tambin esverdad que opinaba qr.. u..t todos estos reiatos existe un germen de au-renricid;d hisrrica, pues la idea cle que este culto se hubiera tropezadocon urla terca oposicin en muchos lugares, 1o que no haba ocurridocon r1ingn otro, no poda de ningn modo basarse en una simple in-vc,rcin-potica, sobre todo porque su premisa, es decir' que el culto al)ioniso hubiera pcrerradc er. G..cia desdc c1 extianjero, )' conlc ilil:Prlctica extraa, se corresponda obviamente con la verdad histrica.

    Sirr c-luda, estos mitos flo son simples invenciones poticas. Al con-lr,irl(), firl cor)tenido real es mucho mayor que si refrriesen 1o que ocurriutt tl.r Nt> son testimonios de algo pasado, sino de lo permanente, al.u,ri rlr.rc eflrnra Saiustioj de los mitos de Atis: Esto no ocurri nunca,i.r"ti c*it."rttirrr, (rana 6 yvero p,iu oi6rore, ort 6t de). Ofrecen:. r :r*:t!-!!!r1q!:rqEl:t ", del qar&tqr q1g,i1o v tqnbE lry"]t' 3

    lo

  • hirtoria dc su culto. Es posible que esto no pua1'll'-flti" g--l' ltrtlt- iil,jr rlrt *qg_,f*r =trt

    se-enft rt alilo aldiil a las hen.rbras -.-'''|;r;;oln,, y que, segn los tesrimo,ios que nos han llep-j.rJ, 1.r'r..oa al insonclable lago de Lerna? Si 1a persecucin' e incluso el]r.r,".r", d. las mujtres diomsacas eran elements propios de las prcti- '.r, ,ii"rr., de las Agrionias, y hasta se anunciaba, en el transcurso de los.agrados usos, la desaparicin del dios", no puede haber duda de que la;;,.iriUl. gravedad de este culto se corresponde con la representacin del {s*'sobrehumano acontecimiento al que puso palabras el mito' .:

    i, ^ri, ambos, e1 mito y el.cultq nos presentan a u1 Diomso 1uliente '

    , moribundo. Pero.esn sombra figura se solapa con la ldininosa del joven .il..ncedor. Dioniso'apalece victorios en el mundo..Abate a ls Gigahtes

    :

    .|,,i;;;;il;. con los tirsos de sus Mnades pone en fuga a ho- r"'''

    .S ..r.rn, de hombres armados. Victorioso, penetra en los pases ms le- ': '

    Janos y se convierte en divino modelo de todos los triunfadores. Este Dio-

    '"'r., O;" auniaimplacble es aquel de cuyos modos i*p.::"qto: y epina'habla'ms de ,rrr" ly.r" que en un extrao malentendido se ha tomado "f ," ,;rri;"nio de luchas reales entre el culto dionisaco que trata de abri- '," p"ro y los defensores de la vieja religin' Ya Welcker apuut con mu- :',l-r) ,^rnt'que histricamente no es probable que, como se dice, en al-gunas ciudae, se opuriera a esta religin resistencia por parte de las,rro.idades contra ei pueblo o una de sus tribus 1o hiciera contra otra; msbien aqu1ia se plasmara en un intento por modificarla o atemperarla-

    co-o los mitos del nacimiento, tambin los mitos de Ia aparicin dei)ioniso nos revelan muchas cosas sobre su esencia'

    Ensuconcepcin,loterrenalrecibielreflejodelfulgordeldivino.cielo. Pero en la unin de lo celestial con 1o terrenal, que se expresa en.Lry,la d-ql dob,!9-:a?-91rrrit"1?, no se anularon las penalidades de la vidah u mana, slno. que se-ionseivarg.'9+.dura- o-p osiciq a [maqqL!r-991g1soElliqqran;. fl qu. as naie ho es nicarrente el que grita de gozo y';,1;. l;rlegai, tarnbin es el dios que padece y muere, el-dios de laugica paradoja. Y la fuerza interio,: de este ser dplice es tan p-dEsa,,,. .,p"il*tre los hombres como una tormenta y los conmociona'vrncicnclo su resistencia con el azote de la locura. 'lodo 1o usual y 1o or-ilcrii1 clcl-e ser reventado. I a qxistencia Se convierte repentinamente en

    !!,'1 t., : -{.tl rie-4-Pli.gr q::, _"9 -!l9l {" -!: :1"'

    '';.-&i:llrr '..

    5. El dios que vieneLas prcticas dt tutto *' d"'-' p"'ltt"l noticia de la violertcia

    de su

    ,r.rr.tat"' O"e agita al mito de un,modo tan apasionado' Lo muestran co-

    ,rr,r, ,l qu, llega, el tJios de la epifana' cuya aparicin es mucho ms impe-

    ,ru y'..rUy.tgadora que la, de cualquier :':cl-.ltt'"" arui" i.rlp"ttidt, y de pronto estar aqu de nuevo'Tambin otto' tiio""';;i"j;;; regresan de nuevo' como Apolo'

    Pe-

    ro nicamente D-r9ni-9 d9s.1t4r9!e l-tlqgr4rc! ryt-4{ty9-{9.f iot

    \.yos o se luldgg]^,;f'!4'd'1" GLrytl-r'-q*'J* in*^dacomo su llegada tt 'u dt;;;t'n' D"lttt

    ftt ngti""ias de Queronea las

    nrujeres 1o buscaban, p'o"tg"'"t fil"Ft"t: corila noticia de que haba

    encontrado ,,ilo t"ttt-li ^o'"tt'

    Al decir de los rgivos' se haba hun-

    clic1o en el 14go t f-tt"l' Eto tlg*ifittl'a asimismo caer en el submundo'

    n*"e, r' n""t Ot '.'I& "na vffiaf"aG?EFo'qLre:grlediaba-gsllt;'fl'rn-b-"ttt"[email protected] a dicho f'gcl;' U" himno rhco dice que tras

    su partida des-

    Y se supone o"t';;;;i"tlt1o dt la turbia mirada y la turbadorasonrisa deba aparecet-;t ;;"""' o surgir de la oscuridacl' en la

    forna de

    un toro salvaje' -:^^ )^ ^^,,-llrc rLe aguardaban ios coros de mujeres' fieles reflejos

    de aquellas crlatu-

    rrs superiore, ott ";:;; ;t";;,adondequiera que,vlya' tt-:liot to

    ,'l gnrpo de 1' 1d9i'is mujeres" las lu lit*'U^' al dios con ias pala-

    bras: Nob1e toro, ;;:"**; Diomso' al.templ puro,de'o-t t^T:t' "t"con ias Crites saltando con la pezua taurina!'

    De modo que sabran que

    et que habia d. ,p;;;;"a un r'*=ql'X**:1,1^::-;:i*lr: el aliento con su djalift{9[,:,t19os1dad' En Atenas

    se re con

    -; i; .;i, ;. ill" ; ;;; ffi r:-:: l:,di.|j:,:? il il::cle frenticas servidoras de Dioniso' parlentnades, o contoqtriera que se las llame'' Elias

    tban de serlas que' al igual

    que las diecisis *olttt" de hdt' -convocaban al dios' il-lamad al

    diosl, se o,^ t*tt^"tJ 'i 't"fto' en la fiesta noct;lna' y ios congrega-

    dos respondan: laco, hijo de Srnele' dispensador de riquezas!6' As

    qr.riz le llamasen umbin las catorce t"ot"' ateniensesT que portaban el

    ttuio de gerarav;;';;i;*.t: d;las Antesterias' deban ejecutarlos ritos secretos t" tl "t"t'"' io v AL'r'vat's

    con 1a esposa del arconte ba-

    siieo'. Lo llamaban con grandes alharacas' instndole a aparecer'' En Ar-

    f;ii,

    63

  • ..;' E..i .:.. &:l.:i,

    .i igos sonaban las trompetas ocuitas bajo las hojas de los tirsos cuando se leconminaba a saiir del lago de Lerna y se haca desaparecer en las mis-teriosx profundidades de ste una oveja destinada al cancerbero QrulaoXos)que deba liberarlo'''.

    Y sobre todo 1o iiamaban los coros de las Tades dlficas y ticas eninvierno desde las cimas del Parnaso para que se levantase, se uniese a ellasy las precediese en sus correas por aqulias. Lo despertaban como likn- :,les, como nio en la cuna". De modo que acababa de nacer, y an no,t.rirhaba despertado a la consciencia. Eso ocurri en el lugar donde se su- ,;:pona que Dioniso bailaba y se entregaba al desenfreno con las ninfas. A-ti -as exclalna el coro en \a Antgona sofocleat', te vieron arriba.en la ,ldoble cumb.. .ntr. turbio lulgoi Ce antrchas, donde

    ^veryzan nins o--

    ricas, bacantes. De estas ninfas habla tambin la sacerdotisa en el prlo-''go a 1as Eumnides de Esquilo: Honro a las ninfas de la gruta abierta enla roca de Coricia, sede de espritus divinos; Dioniso se ha adueado deliugar.:,'t. Eran ninfas,.las ninfas de Nis -y en.el Parnaso debi de.haber.una Nisa"*, las que acogen en su seno.y cuidan amorosamente del recinnacido Dioniso. Tl afirma el Himno homrico 26. Cuando nos clataque, tra5 haberlo criado, estas mismas diosas conrponen su fi'entica es-colta, y que con 1, el adornado de hiedra y laurel, recoiicn 1os bosques,vemos que las nodrizas y las bailarinas de1 dios son una nrlsrna cosa -yaen Hon:rero se denomina a las acompaantes de1 frentico Dioniso no-drizas-, y es evidente que los coros de las Tades, que, como el1as, seocupan del nio Dioniso y que, cor:r" "as, recorren bailando las alturas,desempean el papel de mujeres divinas y representan en ei culto su com-portamiento en parte maternal, en parte exttico, siempre vincrilado a lanaturaleza. Llaman al recin nacido, que, como dice un himno rflco",ha descansado durante un largo periodo en la morada

  • La prueba ms clara del poder y el triunfo de su llegada es 1a uninmatrimori:rl que celebr en Atenas -ta1 vez el mismo da de las Anteste_rias en que aparece como nrarino25- con la esposa del arconte basileo.Aristtelest" describe este acto con palabras que expresan una unin ma_trimonial propiamente dicha (r) op.p.e$t s xal b y&p.os), mienrras que elcompilador de 7a Nereida slo habla de boda (fe68q ,e AnvlwpWf). Jams sabremos lo que ocurri rcalmente. Que el novio celestial1o representase el basile.s, el esposo legal de la baslinna,,, no es nica-mente poco plausible, sino que los documentos que nos sirven de re_frencia io descartan. Pero no hry duda de que se pensaba y se senta lapresencia de Dioniso con imponente certeza. 1, ,l qu. sirven las muje-res, acompaado siempre de una ernante, traspasaba el-umbral de la casaterrenal y se apropiaba de la seora de la misma. La vi,-icnda en la que secelebraba 1a sagrada boda, el bouklion, era, segn Aristteles, la antiguacasa oficial del arconte basleo. Y Aristteles saba lo que deca. De modoque el dios penetraba en la.casa del alto funqionario que hba heredadoel ttulo de los antiguos reyes para exigir para g a la esposa de aquI. Es-to es algo muy distinto a ias bodas sagradas de un dios y una diosa quc seconmemoran en el culto. Y tampoco cabe compararlo con lo que refie-re Herdotot'de1 templo cie Baal en Babilonia, del templo de Zeus de laTebas egipcia, o del orculo de Apolo en la licia Patara, como afirrna.V/i-lamowitz"'. El dios babilonio y el egipcio exigen la compaa de una mu-jer cuando deciden descansar en sus santurios; sus compaeras de lechono pueden tener relacin con otros hombres. Cuando en patara habla elorculo, es decir, cuando Apolo rrrora en el santuario, la sacerdotisa ha depernoctar en ei templo, la profetisa se une al dios, cuyo saber supremoest llamada a comunicar. La baslnna ateniense en cambio no pertenecea Dioniso de ese modo. No es una mujer que ei dios haya elegido comoesposa, como ocurra en Ilabilonia segn el testimonio expreso de los cal-deos recogido por Herdoto. Es la esposa del alto dignatario que tl:r.,.ranrey. Y no rinde honores al dios en su templo, sino que l se aproxima aella, a la casa de su esposo, para, con su abrazo, convertirla en uno de lossuyos. Que mediante este acto en cierto modo toda la comunidad pasaa gozar de la proteccin de su divino compaero3, es una suposicin tanarbitraria como vana. Y no mucho mejor es ro que afirman otros cuan-do dicen que su fin era traer fertilidad al pas. Dioniso ocupa el lugar del..,rr. 1, el conficiente cle las nrujeres, 1, cuya magnificencia culmina con

    66 67

    l beoda contemplacin de ia rns bella, afirma en Atenas, a su llegada,sLrs derechos sobre lr reina. Thl proceder reviste tarnaa ir.nportancia querrccesariantente habra de haberle precedido una procesin pblica deqrandes proporciones, y si la procesin con el carro-barco tenl lugar, co-nro parece probable, el da de las Cos, cabe suDoner que la visita a) bou-k,\iion y la iroda se realizaran ese mismo da.

    As como los cortejos de Diorso se distinguen en general de los deotros dioses por urra inmediatez de los sentidos, tambin e] rito de la c-pula con la reina carece de precedentes en la historia de los cultos. Estavisita nos 1o muestra verdaderamente como el quc llega. En ningn otrocto de su epifana se revela con.tl vehemencia su proximidad, la proxi-ruidad del que toma posesin. '

    6. El smbolo de la mscaraLa sobrecogedora irrupcin del dios y su inevitable presencia han en-

    contrado un smbolo an ms expresivo que los ritos que.se han comen-rdo hasta ahora, una imagen que.entrai el.compleo enigma de su am-bigedad y, con 1, la locura. Se trata de la mscara.

    El la ceremonia de la mezcla de vinos que seguramente realizaban lasinujeres a su servicio el da de las Cos', l mismo est presente en forrnade mscara. Conocemos los detalles de este acto sagrado por una serie deiurgenes de vasos que ha compilado y comentado Frickenhaust. La grannrscara del dios penda de una columna de madera, y e1 vino no slo severta y mezclaba delante de ella, sino que se le ofreca primero para su de-qustacin3. Bajo la cabeza barbada cae un laruo sayo (o sayo doble), lo quecre; la impresin de un dolo perfecto. Ramas de hiedra envuelven cualcorona la mscara, se enredan en torno a la columna de madera o surgena sus pies, o incluso trepan, cual ramas de rbol, desde la propia vestidu-ra de1 dios. Frickenhaus crey errneamente que se trataba dc la imita-cin de una columna envuelta en l,i.Jra del santuario de la tebana Cad-mea', cuyas ramas deban proteger del fuego al nio Dioniso recinnacido. Pero nuestros documentos nada refieren de una mscara en la co-lumna tebana. Y aqu la mscara es lo ms relevante. A veces es tan gran-de que llega a cubrir gran parte de la columnat. E inciuso, ia mayoa delas imgencs en negro muestran nicanrente la mscara -o dos mscaras-sin ropaje6. Tmpoco es cierto que la columna debiera ofrecer con sus ra-rnas crecidas entre las zonas libres, o las ramas que se alzan, o la corona

    F

  • er1 torno a ia mscara, la irnagen de un rbol, corrro se aduce refirindo-se a los rboles de mayo u otros similares. Cierto que tenenlos noticia deun Dioniso-rbol ("Ev6eu6pos, Aevipirrs) del que Plutarco afirma?que se venereba en casi toda Grecia'. Aqu, er cambio, la columna des-taca claranlente como tal, con su base y su capitel, y las ramas que apare*cen en ella y que a menudo forman una especie de ccrcna sobre la ms-cara no la ct-nvierten en rbol, sino que acompaan la epit-ana del ospresente en la mscara, cuya planta predilecta es la hiedra.

    Y, as, es el propio Dioniso el que se aparece en la mscara. Ningunacolumna de piedra, ninguna basta talla al estilo antiguo da fe de su presen-cia sagrada, sino nicamente la mera sperficie externa de una cara de$i-nrda al prrecer a cubrir un rostro ..,i1r6, cs el'q{eto de disfrazarse,.y que,sin embargo, aqu sencillamente representa al dios- Qu signific, .ttoi'

    Sabemos de otros cultos griegos donde aparece la mscara. Del san-tuario de rtemis Ortia, en Esparta, se han conservado un buen nme-ro de mscaras, err parte muy giotescas. En el Feneo arcdico se guarda-ba la mscara de Demter Kidaria en un nicho situado sobre la santaPetronra, durante la llamada fiesta de iniciacin grande el sacerdote se lapona delante de la cara, golpeando a los del submundo, como se de-ca, con paios'. tmbin son famosas las mscaras de Gorgo, de los sile-ns y de Aqueloo'0. Mas Dioniso es el dios de la mscara por antonoma-sia. En Metimna, en Lesbos, se veneraba la rnscara de Dioniso Faleno,hecha de madera de olivo, que, segn se deca, unos pescadores habanencontrado en el marrr. Tmbin haba en Naxos mscaras de DionisoBquico y Mlico hechas de pmpanos y ramas de higuera,,. En Atenasse menciona una, muy conocidal3.

    S1o de las mscaras de Dioniso se sabe que deban representar nica-mente al dios en su epifana. Eran ccnfeccionadas en formato grande, conmateriales resistentes, y an se conserva un buen nmero de ellas,n. IJna.,de mrmol, de tamao mayor que el natural, provista d corona de hiedra,data de la segunda mitaci del siglo VI a. C. y perteneca al santuario de Dio-niso de la ttca Icaria, que an hoy se 1lama Dionyso. Aparentemente, ser-va para las prcticas rituales que conocemos gracias a ciertas pinturas devasos't. Debido a su formato. en ocasiones colosal, estas mscaras, o sus po-sibles modelos confeccionados en un material ms ligero, jams debieronde ser portadas por hombres. Por muy extrao que nos pareLea, consti-tuan verdaderas imgenes del dios. Pero es precisamente este extrao he-

    cho el que puede indicarnos el carnino hacia los misterios dionisacos.No cualquie 53 56rchuntilno se presenta con mscara, sino slo los

    que pertenecen al reino n:rtural, al terrenal (cf. Wrede B9). Para honrar-los se organizaban asimisnlo nunlerosas y lnuy diversas danzas ejecutadaspor humanos cubiertos dc mscaras. Muy popular es la mscara en el ca-,n d. la aparicin de espritus y fantasmas terrorficos desde las profundi-Jades, coStumbre que, corno se sabe, se cunserva en los usos carnavales-cos desde la Edad Media hasta la Era Moderna'o. Pero cmo se introducela mscara precisamente en el crculo de los espritus y divinidades terr-queos? La rnagia, que hntas veces se aduce en los modernos intentos deerplicar ciertos fenmenos, no puede ayudarnos a reflexionar seriamen-re sobre este hecho. Pues;de qu sirve asegurar que en todos los tienlposse haban empleado las mscaras de espritus terrquecs a fin de conju-rr ei firal o for-rentar el crecimiento vegetal, para as transmutarse, o hur-rarse a su poder? Dificilrnente habra ocurrido tal cosa si no se hubieracredo ver encarnados en la mscara como"ta-l, inclqso sin que