Territorios en Movimiento. Dinámicas Territoriales Rurales en ...
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DINÁMICAS TERRITORIALES SOBRE LOS MÁRGENES DE LA VÍA FÉRREA: EL
CASO DEL BARRIO LOS PINOS EN EL MUNICIPIO DE MARIQUITA-TOLIMA
JHON ERIGSON CRUZ TRUJILLO
Trabajo de grado como requisito parcial para optar al título de
Magister en Territorio, Conflicto y Cultura
Director
ORLANDO PAEZ CORREAU
Magister en Territorio, Conflicto y Cultura
UNIVERSIDAD DEL TOLIMA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y ARTES
MAESTRÍA EN TERRITORIO, CONFLICTO Y CULTURA
IBAGUÉ – TOLIMA
2021
4
DEDICATORIA
A mi sublime hija Mary Rose porque
con su existencia, ilumina la senda
que debo recorrer en cada territorio
de la vida.
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AGRADECIMIENTOS
Deseo agradecer de manera especial el acompañamiento generado en este proceso
académico, a los maestros Orlando Páez Courreau y Jorge Luis González Calle por su
amistad y compromiso; a mi esposa, Julieth Buriticá Buriticá por todo el apoyo, cariño y
motivación; por último, a la comunidad del barrio Los Pinos por la gran colaboración,
solidaridad y atención prestada a lo largo de esta experiencia.
6
CONTENIDO
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 12
1. OBJETIVOS .............................................................................................................. 16
1.1 OBJETIVO GENERAL............................................................................................. 16
1.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS ................................................................................... 16
2. METODOLOGÍA ....................................................................................................... 17
3. MARCO TEÓRICO.................................................................................................... 27
4. CONFIGURACIÓN TERRITORIAL DEL ASENTAMIENTO INFORMAL ................. 44
4.1 UBICACIÓN DEL ASENTAMIENTO LOS PINOS ................................................... 46
4.2 DESARROLLO HISTÓRICO DEL ASENTAMIENTO INFORMAL .......................... 48
4.3 SEGUNDO MOMENTO DE POBLAMIENTO .......................................................... 59
4.4 CONFORMACIÓN DE LA JUNTA DE ACCIÓN COMUNAL DEL BARRIO ............ 63
4.5 LA APARICIÓN DEL LOTEO EN EL BARRIO LOS PINOS .................................... 68
4.6 TERCER MOMENTO DE POBLAMIENTO ............................................................. 71
5. EXPRESIONES DE TERRITORIALIDAD EN EL ASENTAMIENTO ........................ 77
5.1 LA VÍA FÉRREA COMO UN ESPACIO DE NEGOCIACIÓN Y CONFLICTO ......... 80
5.2 LOS FACTORES QUE EVIDENCIAN LA TERRITORIALIDAD ............................... 98
6. CONCLUSIONES ................................................................................................... 103
RECOMENDACIONES ............................................................................................... 106
REFERENCIAS ........................................................................................................... 108
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LISTA DE FIGURAS
Figura 1. Encuesta Diligenciada ................................................................................... 21
Figura 2. Entrevista Semiestructurada ......................................................................... 22
Figura 3. Entrevista Estructurada ................................................................................. 24
Figura 4. Entrevista Estructurada - Territorio ................................................................ 25
Figura 5. La alternativa ................................................................................................. 45
Figura 6. Plano urbano ................................................................................................. 46
Figura 7. Límites del asentamiento ............................................................................... 47
Figura 8. Lógica de poblamiento .................................................................................. 51
Figura 9. Crecimiento del barrio sobre el margen derecho ........................................... 53
Figura 10. Elementos de la vivienda informal ............................................................... 55
Figura 11. Características del habitáculo...................................................................... 61
Figura 12. Presencia de los Embera Chamí en el barrio .............................................. 62
Figura 13. Anexo Resolución No. 688 .......................................................................... 65
Figura 14. Lote libre para vender (antes)...................................................................... 69
Figura 15. Nueva vivienda informal (después) ............................................................. 70
Figura 16. Límite físico sobre el margen izquierdo ....................................................... 72
Figura 17. Límites físicos del asentamiento en la parte nororiental .............................. 73
Figura 18. Juego de territorialidades ............................................................................ 75
Figura 19. Dominio territorial entre los destechados y el parqueadero. ........................ 78
Figura 20. Abandono de las vías férreas ...................................................................... 81
Figura 21. Anexo respuesta de INVIAS ........................................................................ 87
Figura 22. Anexo: Visita ocular ..................................................................................... 92
Figura 23. Anexo: Respuestas ..................................................................................... 93
Figura 24. Antiguo espacio recreacional del asentamiento .......................................... 94
Figura 25. Desterritorialización ..................................................................................... 95
Figura 26. Yuxtaposición de territorialidades ................................................................ 96
Figura 27. Límite fijo con Terpel ................................................................................... 97
Figura 28. Territorialización .......................................................................................... 99
8
Figura 29. Diálogo entre vecinos al interior de la unidad urbana ................................ 101
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RESUMEN
La investigación se desarrolla a partir de la aproximación al concepto de territorio, no con
el ánimo de crear una pretensión totalizadora de este, sino con el objeto de rescatar su
facultad como un producto social que permite significar, valorar y caracterizar el proceso
de configuración territorial de la unidad urbana Los Pinos en San Sebastián de Mariquita
Tolima. En este sentido, el primer momento consiste en formular un marco conceptual
que estableciera la pertinencia categórica del territorio en el proceso investigativo, la
territorialidad del asentamiento para identificar el control y dominio de la gente sobre el
espacio humanizado y la importancia del paisaje urbano; en aras de crear lecturas
ajustadas a la realidad de sus pobladores. Asimismo, se relaciona de manera descriptiva
el conjunto de prácticas y técnicas cotidianas, utilizadas por la comunidad en los
procesos de apropiación del lugar y la significación del espacio territorializado. El
segundo escenario, plantea la descripción de las causas sociales que motivaron la
ocupación de los márgenes férreos y la reacción de las autoridades competentes
respecto a la invasión del espacio público. Un ejercicio caracterizado en la interpretación
de la configuración territorial del asentamiento.
El tercer momento de la investigación, documenta el desarrollo del asentamiento
informal, haciendo referencia a la dinámica de autogestión del lugar y expresiones de
territorialidad gestados por los destechados1 para inscribirse vivencialmente a las lógicas
de la vida urbana en la ciudad.
Por último, se hace énfasis en el conjunto de conflictos presentados entre los residentes
de la unidad urbana y algunos actores sociales, políticos y económicos, con intereses
estratégicos sobre el territorio controlado por el asentamiento; buscando posibles
alternativas para solucionar la problemática habitacional de la comunidad.
1 Expresión coloquial utilizada en diversos momentos por los líderes del sector para referirse a la comunidad asentada
en el barrio.
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Palabras Clave: Territorio, Territorialidad, Asentamiento informal, Paisaje urbano, Límite
urbano.
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ABSTRACT
The investigation is developed from the approach to the concept of territory, not to create
a totalizing pretension, but to rescue its faculty as a social product that allows signifying,
value, and characterize the territorial configuration process of the urban unit Los Pinos in
San Sebastián de Mariquita, Tolima. In that regard, the first moment consists in
developing a conceptual framework that establishes the categorical relevance of territory
in the investigatory process, the territoriality of the settlement to identify the control and
dominance of people over the humanized space, and the importance of the urban space;
to create adjusted readings to the reality of its habitants. Similarly, the set of daily
practices and techniques practiced by the community in the appropriation processes of
the place and the signification of the territorialized space is descriptively related.
The second scenario proposes the description of the set of social causes that prompted
the occupation processes of the railroad margins and the reaction of the competent
authorities regarding the invasion of the public space. An exercise characterized within
the settlement territorial configuration process.
The third moment of the investigation, documents the development of the informal
settlement, referring to the self-management dynamics of the place and territoriality
expressions carried out by the roofless2 to register themselves experientially to the logics
of urban life in the city.
Finally, emphasis is placed on the set conflicts presented between the residents of the
urban unit and some social, political, and economic actors, with strategic interests over
the territory controlled by the settlement; looking for possible alternatives to solve the
community's housing problem.
Key Words: Territory, Territoriality, Informal settlement, Urban landscape, Limits.
2 Colloquial expression used at various times by local leaders to refer to the community settled in the neighborhood.
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INTRODUCCIÓN
En Colombia desde la segunda mitad del siglo XX y con gran fuerza en las tres últimas
décadas, se han dado cinco procesos sociales determinantes en la configuración
territorial que se tiene actualmente. En primer lugar, se han impulsado propuestas de
desarrollo, basadas en las misiones norteamericanas de modernización para el territorio,
según las cuales el país debía crecer a partir de un gran epicentrismo urbano,
determinando el desarrollo industrial de las ciudades y la representación del progreso
para sus habitantes.
Para este caso, la mayoría de la población se debía ubicar en las principales ciudades
del país con mayor concentración de avance industrial, absorbiendo grandes cantidades
de trabajadores en la producción de mercancías, empoderando a las ciudades como
centros ordenadores económicos y políticos de la nación; al tiempo que el campo con
menor densidad poblacional, convendría estar sometido funcionalmente a las diversas
actividades de tecnificación con el objetivo de hacerlo ampliamente productivo.
En segunda instancia, a partir de esta misma época el conflicto armado interno, que se
venía desplegando con gran fuerza en las zonas rurales, conocido posteriormente como
La Violencia con sus diversas oleadas, forjó una permanente migración poblacional del
campo a la ciudad; convirtiendo a los centros urbanos con mayor desarrollo industrial, en
los principales receptores de población desplazada a nivel nacional. Situación que
densificó rápidamente las áreas residenciales de orden regular, obligando a las víctimas
a buscar espacios de menor costo para sobrevivir en el contexto de la ciudad; pues esta
no poseía capacidad de respuesta ante las nuevas demandas habitacionales.
El conjunto de los nuevos pobladores urbanos se asentó de manera improvisada en los
diferentes espacios de la ciudad, especialmente en sus periferias, las cuales carecían de
vigilancia y control por parte de propietarios y autoridades competentes, tornándose
vulnerables a prácticas de invasión y loteo. La presencia territorial de los sin casa y sin
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papales, desdibujó los usos planificados del suelo urbano en las áreas circundantes,
fragmentando de manera problemática su destinación específica y exigiendo la puesta
en escena de nuevas categorías para interpretar la realidad del poblamiento informal,
desarrollada al margen de lo clasificado como formal-legal. Dinámicas territoriales que
se contextualizan en los fenómenos sociales de suburbanización, periurbanización y
conurbación, poniendo en debate la tradicional dicotomía entre lo urbano y lo rural,
adquiriendo matices alternos de expresión que trasgreden las formas hegemónicas de
hacer lecturas sobre el accionar de la sociedad en los espacios de transición de la ciudad.
Los hechos señalados llevaron a que durante la segunda mitad del siglo XX, la
concentración de habitantes se hiciera cada vez más evidente en los cascos urbanos,
configurando nuevos territorios para la ciudad en una dinámica urbana-rural que exigía
anexar terrenos del campo, vinculándolos a actividades de habitabilidad y producción
industrial; en contraposición de las áreas rurales del país donde se observó un abandono
paulatino, revirtiendo el predominio rural, que aún se evidenciaba en los censos
nacionales de los años treinta y cuarenta del siglo pasado (Torres, 2007). Ante la crisis
de alojamiento y fracasos de las políticas oficiales, surgieron como respuesta desde
finales de la década del cuarenta (40) hasta mediados de los setenta (70), un conjunto
de movimientos urbanos populares enfocados a exigir el derecho al espacio residencial
y vivienda digna al interior de las urbes; caracterizados por promover las tomas y
ocupaciones de terrenos, compras colectivas y movilizaciones de la gente para acceder
a servicios básicos, buscando suplir de manera solidaria las necesidades territoriales de
los destechados en la ciudad (Mosquera, 1984).
Sumado a esto, en los años ochenta (80) se observó la agudización de la crisis del sector
ferroviario colombiano, debido a la disminución de recursos públicos para el
mantenimiento de los bienes de infraestructura del sector, a causa de la situación
económica experimentada y la corrupción institucional; lo que condujo a un periodo de
dificultades al sistema de transporte público férreo, promoviendo su proceso de
restructuración por medio de la Ley 21 de 1988, y posterior liquidación mediante el
Decreto 1586 del 18 de julio de 1989. Tal hecho histórico, condujo al abandono paulatino
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de la red e infraestructura férrea en diferentes lugares del país, en especial la localizada
en el Alto Magdalena, los cuales en pocos casos fueron incorporados a las lógicas del
crecimiento planificado de la trama urbana; no obstante, otros espacios del margen férreo
con poca vigilancia y control por parte de los entes territoriales, fueron invadidos por
diferentes actores, particularmente por familias de escasos recursos.
Otro hecho importante en este periodo histórico, hace referencia a la erupción del volcán
nevado del Ruiz que destruyó la ciudad San Lorenzo de Armero en 1985, estimulando la
expulsión de grandes cantidades de población hacia diferentes centros urbanos del país,
particularmente a localidades cercanas como Ibagué, Venadillo, Lérida, Guayabal,
Mariquita y Honda; municipios donde una parte de los damnificados fue beneficiada con
programas de reubicación por parte de organismos institucionales y actores económicos
de orden nacional e internacional, quienes financiaron con capitales la construcción de
los nuevos armeros. Con las nuevas unidades urbanas se incentivó la dinámica de
crecimiento habitacional, permitiendo la compactación de la traza que permanecía
dispersa al interior de las localidades; sin embargo, no todos los damnificados fueron
focalizados por ese tipo de programas, convirtiéndose en una población flotante relegada
a gestionar su situación habitacional en los cinturones de miseria de las localidades.
En este contexto, la presente tesis pretende describir algunas dinámicas territoriales
desarrolladas sobre los márgenes férreos del barrio Los Pinos, fomentadas por el
poblamiento irregular del espacio público; demostrando como un conjunto familias sin
techo en severo grado de pobreza multidimensional, construyeron en dicho espacio
alternativo un asentamiento humano de carácter informal, marcado por la ilegalidad en
cuanto a la posesión y titulación del suelo, la irregularidad frente a las conexiones de
servicios públicos y cambio trascendental en las formas de organización espacial y social
en la periferia nororiental del municipio de Marquita Tolima.
En lo referente a la metodología de la investigación el método escogido fue el cualitativo,
porque permitió formular diversas aproximaciones al complejo mundo de la experiencia
vivida por la gente en su contexto territorial. En esa lógica, el enfoque aplicado ha sido
el etnográfico, debido a la versatilidad que otorga para relacionar diferentes herramientas
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de investigación, suministrando una base amplia de información del tema, que posibilita
reconocer su historicidad y perspectiva de los protagonistas.
Esta tesis de investigación titulada Dinámicas Territoriales sobre los Márgenes de la Vía
Férrea: El Caso del Barrio los Pinos en el Municipio de Mariquita –Tolima, es el producto
de un trabajo académico que inicio en el Seminario de Estudios Urbanos cuando cursaba
el Pregrado en Ciencias Sociales, participando con el proyecto de investigación
“Asentamientos Informales en los Márgenes de la Vía Férrea: El Caso del Barrio Los
Pinos en Mariquita y La Zona del Libertador en Honda Tolima”, con resultados
importantes, pero planteando la necesidad de profundizar en otros interrogantes de gran
importancia para los estudios territoriales. Asimismo, se concretó como el fruto de una
vinculación al Grupo de Estudios Urbano-Territoriales de la Universidad del Tolima, y los
debates académicos desarrollados con los docentes, estudiantes de pregrado y
compañeros de la maestría. Es de resaltar, la existencia de otros antecedentes
académicos, que han permitido darle cuerpo a la investigación, como son el trabajo
“Dinámicas Territoriales en el Rio Magdalena: Estudio del Borde Urbano en Honda
Tolima”, realizado por Motato (2015), ligado exclusivamente a comprender aquellos
procesos diferenciales de lo urbano en su complejidad, exigiendo nuevas lecturas a los
cambios del espacio y el territorio; la tesis “Modos de habitar en asentamientos
informales. Caracterización del barrio Villa Yaneth en Mariquita Tolima”, centrada en
realizar un diagnóstico de la situación actual de la comunidad asentada de manera
informal dentro de una reserva forestal del municipio, ocasionando contradicciones en el
ámbito administrativo y graves consecuencias ambientales para el territorio. Por último,
la investigación “Ciudad de Territorialidades” formulada por Echeverría y Rincón (2000),
que otorga una gran base teórica para abordar de manera crítica la construcción del
territorio en la ciudad, partiendo del análisis de las relaciones centro-periferia, sus
integraciones, territorialidades y fragmentación, en aras de mostrar la escasa
significación que tienen los límites político-administrativos frente a las dinámicas
sociales.
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1. OBJETIVOS
1.1 OBJETIVO GENERAL
Comprender las dinámicas territoriales que se desarrollan sobre los márgenes de la vía
férrea en el barrio Los Pinos en el municipio de Mariquita-Tolima.
1.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Describir las etapas de desarrollo del asentamiento informal ubicado en el barrio Los
Pinos en el municipio de Mariquita-Tolima.
Caracterizar las manifestaciones de informalidad que se expresan en el
asentamiento.
Determinar los procesos de territorialidad que se gestan al interior del asentamiento
informal.
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2. METODOLOGÍA
El trabajo investigativo realizado en el asentamiento informal del barrio Los Pinos del
municipio San Sebastián de Mariquita, involucró uso del método cualitativo, poniendo en
primer plano las cotidianidades de la gente, resaltando el agregado de prácticas
realizadas por la comunidad sobre este borde de la ciudad y otorgando particular
importancia al sistema de acciones sociales en un contexto territorial dinámico y
complejo, con unas connotaciones históricas que relatan desde la otredad, una lucha
constante por la autogestión del hábitat.
En este orden, la investigación cualitativa desarrollada otorga fundamental trascendencia
al sujeto (individual o colectivo), reconociendo y valorando al interior del poblamiento “sus
prácticas sociales, sus palabras y discursos, sus memorias y sus olvidos, sus propósitos
de cambio, resistencia o sometimiento” con la intención de rescatar, la esencia de los
diferentes procesos sociales gestados en una urdimbre de territorialidades; que trajo
consigo un orden lógico para poder realizar interpretaciones desde dentro de los sujetos
mismos, reconociendo en lecturas intersubjetivas las maneras de pensar, vivir y sentir
de los destechados a partir de sus nichos territoriales, haciendo énfasis en sus dinámicas
de antropización del espacio, historicidad, relaciones de poder y sociabilidad. (Galeano,
2007, p. 11).
El enfoque aplicado fue el etnográfico, pues posibilitó involucrar varias estrategias y
herramientas en la investigación, delineando construcciones teórico-prácticas,
encaminadas a establecer diálogos constantes con las personas residentes en el
asentamiento humano, relacionando múltiples finalidades como “la descripción de los
contextos, la interpretación de los mismos para llegar a su comprensión…”, por medio
de la interacción del investigador con los actores sociales en su espacio vivencial.
(Álvarez, 2008, párr. 15).
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Un enfoque vinculante que permitió establecer una relación adecuada entre la
investigación documental y la observación participante y no participante; las cuales
fueron estrategias utilizadas de manera preeminente al interior de la investigación, con
el ánimo de establecer congruencia en las técnicas de recolección y análisis de
información aplicadas a la población en el espacio territorializado.
La pertinencia entre el ámbito cualitativo, el enfoque etnográfico, las estrategias de
investigación e instrumentos, se puntualizaron “en la medida en que el tema y los
objetivos de la investigación” los fueron demandando; tratando de poner en escena su
funcionalidad en el rescate de la voz de la periferia. (Galeano, 2007, p.23). El proceso
investigativo incorporó cuatro momentos en su desarrollo, de los cuales tres, se sujetaron
a establecer un contacto directo con los actores sociales y políticos por medio de salidas
de campo; y uno esencial que ha estado presente de forma transversal en el trabajo,
como es el caso del análisis documental, registro e interpretación de la información,
construcción teórica y producción del texto escrito.
Para conocer la problemática fue fundamental realizar una lectura activa y crítica de las
investigaciones relacionadas con el tema de configuración territorial al interior de la
ciudad actual, reconociendo sus categorías interpretativas para identificar las dinámicas
sociales dentro de la ciudad informal. En ese orden, el rastreo de la extensa bibliografía
permitió documentar el tema, darle un contexto afianzado en otras experiencias
científicas y relacionar en alguna medida, las características de los asentamientos
humanos clasificados como informales al interior de las urbes. Una práctica de
investigación documental aplicada a lo largo de la producción intelectual de la tesis,
fundamental para poder interpretar a la luz de la teoría, la realidad social forjada por los
destechados.
El segundo momento involucró la primera salida de campo realizada en el asentamiento,
que fue para el caso la más extensa y no sólo de carácter exploratorio, desarrollada a
partir de caminatas en el espacio territorializado por la gente, aplicando inicialmente la
estrategia investigativa de observación participante y no participante; reconocida como
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instrumento primordial para la búsqueda del conocimiento, cuya utilización se generó con
la funcionalidad de recolectar y clasificar información en contexto, entablando un puente
para acceder al escenario territorial y percibir de manera descriptiva el paisaje urbano
forjado por los actores sociales. Las observaciones realizadas en el lugar fueron
conscientes y con total intencionalidad, una situación que en palabras de Adler y Adler
(1994), se entienden como “dirigidas al logro de un objetivo de investigación, se
relacionan con proposiciones más generales y están sujetas a comprobaciones y
controles de fiabilidad y validez”, haciendo de esta, un eje articulador entre el investigador
y significados reales del trabajo de campo (Citado por Galeano, 2007, p.29).
Asumir el papel de un observador marginal al inicio y tener que trasegar obligatoriamente
al papel participante, implico un compromiso ético para entablar una relación sincera con
el grupo en estudio, mediada por el dialogo y solicitudes de consentimiento informado de
modo permanente frente a la población en general; pero en especial, respecto a los
principales actores políticos y familias fundadoras del barrio, porque su aceptación
otorgaba mayor libertad y movilidad en los territorios permitidos y vedados del
asentamiento informal.
Con la aprobación de la comunidad, se procedió a reconocer la ubicación del barrio al
interior del ente territorial por medio de un análisis cartográfico en planos urbanos,
identificando los elementos espaciales característicos: sus límites, sendas (regulares e
informales) y mojones; en aras de comprender los elementos espacializados que avivan
las lógicas de la ciudad informal, haciendo imprescindible la construcción de un registro
fotográfico y audiovisual para capturar los trozos de historia que han configurado el
paisaje urbano de la zona.
Asimismo, la necesidad de hacer énfasis en las subjetividades de los investigados para
conocer sus vivencias en el espacio semantizado, demandó la aplicación de un conjunto
de entrevistas cualitativas de orden informal o abiertas, sin seguir algún formulario
preestablecido; marcando la necesidad de crear una conversación amplia y armoniosa,
rica en información y con el potencial de socializar aspectos claves del proceso de
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poblamiento, sus sinergias, relaciones de poder y experiencias de vida. Al respecto,
Vargas (2012), nos informa que “En este tipo de entrevista se trata de entender el
comportamiento complejo de los miembros de una sociedad sin imponer a priori ninguna
categorización que pueda limitar el campo de investigación” (p.127). Con la entrevista se
logró el objetivo del enfoque cualitativo trazado epistémicamente, haciendo énfasis en
los valores y motivaciones que han estructurado esta realidad social, la cual se ha
caracterizado por inscribir toda una urdimbre de significantes y significados en el
escenario territorial.
El tercer momento del estudio, se asoció con la segunda salida de campo realizada al
interior del asentamiento humano, donde se puso en escena una actividad de
focalización para contextualizar, centrar y relacionar las categorías seleccionadas al
interior del marco conceptual frente a la realidad vivencial de la gente; buscando perfilar
con lógica las interpretaciones realizadas hasta el momento. En este ámbito, se procedió
a establecer tipologías, patrones y relaciones de los procesos de territorialidad, partiendo
de los registros consignados en el diario de campo, los esquemas mentales
espacializados, las observaciones desarrolladas y el prisma teórico formulado hasta el
momento a la luz de la praxis. Además, se tomó una muestra de la población y se aplicó
un conjunto de técnicas como la encuesta y la entrevista semiestructurada, evidenciadas
a continuación en las imágenes uno (1) y dos (2). Frente a la primera, el interés se centró
en registrar datos relacionados con la autogestión del hábitat y algunos aspectos
demográficos de la gente. La segunda, incluyó un encuentro individual con cada uno de
los entrevistados, manteniendo un guion flexible en el orden de las preguntas, que fueron
formuladas de manera coherente con los objetivos específicos del proyecto de
investigación; en aras de obtener del entrevistado, una relación de conocimientos
sentipensantes sobre la forma como se permanece y vive al interior del asentamiento
humano. En este sentido, Tonon (2008), opina que:
En el caso de la entrevista semiestructurada, se pretende mediante la recolección
de un conjunto de saberes privados, la construcción del sentido social de la
conducta individual o del grupo de referencia del sujeto entrevistado; y de esta
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manera, permitir la entrada en un lugar comunicativo de la realidad, donde la
palabra es el vector vehiculizante principal de una experiencia personalizada,
biográfica e intransferible. (p.48)
Figura 1. Encuesta Diligenciada
Fuente: Autor
23
En contexto, la entrevista semiestructurada se convirtió en el instrumento capaz de
adaptarse a las diversas personalidades de cada sujeto, abriendo la puerta para que el
entrevistado pudiera expresar su forma de ser y estar al interior del territorio, en una
interacción generadora de confianza.
El último momento, configuró la tercera salida de campo desarrollada en el asentamiento
humano, con la intención de realizar una profundización en los propósitos y valores,
identificados en el sistema de acciones desarrolladas por los destechados en su espacio
significado, generándose un razonamiento interpretativo de las experiencias abordadas
en el escenario planteado por la investigación.
Para el caso, se ejecutó una entrevista estructurada con preguntas dirigidas,
puntualizando temas categóricos de interés para los objetivos del estudio, referenciada
en la imagen número tres (3) y cuatro (4). Al respecto se decidió interactuar con fuentes
confiables contactadas por los dos informantes que contribuyeron en este proceso,
quienes, de manera voluntaria, decidieron ayudar a resolver los interrogantes con mayor
precisión en comparación a las otras fuentes, llevando a cabo conversaciones
organizadas sin contratiempo alguno.
La entrevista desarrollada planteó un grado de formalidad y sistematización en los
enunciados de pregunta formulados a los entrevistados, con el fin de encauzar sus
respuestas en temas que debían ser profundizados dentro de la interpretación teórica de
la realidad. En esta lógica, Rincón et al., (1995) definen la entrevista estructurada, como
aquella que “se refiere a una situación en la que un entrevistador pregunta a cada
entrevistado una serie de interrogantes preestablecidos con una serie limitada de
categorías de respuesta” (Citado por Vargas, 2012, p.126). Con el ánimo de contribuir a
la producción de un discurso dialógico, continuo y argumentado a través de un
cuestionario precodificado, enmarcado en los objetivos propuestos al interior del marco
de la investigación.
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Es de anotar, que el desarrollo de la investigación no estuvo marcado por una linealidad
estándar, fija e inquebrantable en su ejecución; por el contrario, mantuvo una dinámica
procíclica en su proceso investigativo, tratando al máximo de realizar lecturas constantes
en los diversos momentos de encuentro, tanto de reflexión teórica como en las salidas
de campo, debido a la complejidad del universo simbólico construido por la población al
interior de su territorio. Lo que demandó la utilización congruente de diferentes
estrategias e instrumentos de investigación flexibles, abiertos y estructurados para leer
la realidad social de manera particular; valorando su especificidad y facilitando la
exploración, contextualización y profundización de las dinámicas territoriales apreciadas
al interior de la unidad urbana.
En síntesis, los avances generados en cada momento de la investigación fueron
sometidos a la confrontación con otras fuentes y técnicas de investigación, con la
intencionalidad de clasificar su pertinencia y validez frente a la descripción objetiva de
los hechos. De manera que, las diferentes percepciones y lógicas registradas, pudieran
ser evaluadas y trianguladas, para determinar su consistencia y coherencia en la
estructuración del trabajo; camino al proceso cognoscitivo de la categorización y
representación académica de la realidad.
27
3. MARCO TEÓRICO
La dinámica territorial en Colombia se ha caracterizado, entre otros factores, por un fuerte
crecimiento urbano. Este fenómeno se incrementó desde la segunda mitad del siglo XX,
debido a los procesos de migración masiva de habitantes rurales hacia la ciudad por
hechos coyunturales en el desarrollo del país, tales como: la modernización e
industrialización de las ciudades, el conflicto armado interno con sus consecuencias, la
crisis económica y social del campo en la década de los ochenta y en últimas, el
mejoramiento de las condiciones de vida en los centros urbanos en contraposición de las
áreas rurales.
Estos acontecimientos promovieron diversos procesos en el crecimiento urbano de las
ciudades. Unos, basados en las grandes construcciones de infraestructura que se
ejecutaron al interior del país; inspiradas en los modelos desarrollistas e implementadas
para todos los países de la región, y otros, en la dinámica de urbanización espontánea,
vinculando a un agregado de población migrante (rural y urbana) que acudía a las
ciudades con el objetivo de mejorar su calidad de vida. Aunque la experiencia del
asentamiento involucrara varios riesgos, pues los espacios aptos para habitar en zonas
planificadas dentro de las urbes eran limitados, determinando que los nuevos habitantes
urbanos se convirtieran en urbanizadores de sus propios hogares, autoproduciendo su
hábitat y entorno social, al margen de lo formal-legal.3
Los nuevos migrantes en su mayoría rurales, fueron atraídos en primera instancia por la
necesidad imprescindible de salvaguardar sus vidas y la de su prole, huyendo de la
violencia presente en el campo, y en un segundo aspecto, por la posibilidad de encontrar
un puesto de trabajo en la naciente industria nacional, para subsistir en el contexto
3 Frente a la afirmación realizada, algunos autores como Safford y Palacios (2002) reconocen que en Colombia
después de 1945 se produjeron grandes cambios, expresados en el “vertiginoso aumento y redistribución geográfica
de la población; urbanización sustancial; industrialización, relativamente débil y tardía, y despegue de la agricultura
capitalista en algunas áreas del país”. (p. 429)
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urbano. El problema radicó en que llegaron a una ciudad sin capacidad para hacer frente
a las demandas habitacionales en sus espacios regulares, debido a la carencia de
políticas públicas, quedando ligados individualmente a sus esfuerzos y saberes
populares para asentarse territorialmente, autogestionar su hábitat y construir desde la
otredad, una unidad urbana emergente que fragmentaría la clásica imagen de la cuidad
regular, involucrando toda una territorialidad desde los destechados, permitiendo
resignificar y valorar el espacio apropiado tanto de manera simbólica como material.4
Estas prácticas dieron lugar a los procesos de urbanización informal en los territorios de
bajo costo, circundantes o en intersticios de la ciudad; creando una nueva lógica de
poblamiento al margen de lo formal-legal, que se convirtió en una constante en el
crecimiento de las ciudades colombianas, y la cual se dinamizó mediante la autogestión
del hábitat por parte de la población.
En este sentido, Duhau (1998) define la urbanización popular como “la solución
habitacional masiva al alcance de los sectores populares [que] ha consistido en las
últimas décadas y consiste actualmente en el acceso al suelo a través de los procesos
de urbanización irregular y la autoproducción de vivienda” (Citado por Torres, 2007, p.
58).
Una dinámica que ha tomado sentido con la estructuración de los asentamientos
humanos de carácter informal, los cuales han modelado el desarrollo urbano de la ciudad
colombiana, alterando la finalidad establecida frente al ordenamiento territorial, el uso
adecuado del suelo, el debido acceso a los equipamientos urbanos y los parámetros
arquitectónicos permitidos en el quehacer histórico de la trama urbana regular;
produciendo un conflicto con la territorialidad areolar, enmarcada en la base legal y
operatividad de las autoridades competentes de planificación territorial. Lo que en
4 Al Respecto algunos autores como González (2006) y Mosquera (1984), describen de forma crítica que ante la falta
de posibilidades de los inmigrantes campesinos y limitada respuesta de las autoridades, los nuevos pobladores
urbanos se vieron obligados a invadir las zonas más frágiles de la ciudad, intensificándose los procesos de
urbanización informal.
29
palabras de Monnet (2013), “se llamará la territorialidad jurídica, es decir, la capacidad
de un actor para ejercer jurisdicción sobre una cierta superficie” (p. 4), acreditada por el
marco jurídico institucional, en oposición a la urbanización popular desarrollada al
margen del interés de la política central, que involucra patrones constructivos al interior
de la ciudad, los cuales se encuentran signados por el aumento de las condiciones de
vulnerabilidad (socioeconómica), el acceso a los servicios públicos, el mercado del suelo
con sus trabas, la legalización de títulos de propiedad, el deterioro de las condiciones de
habitabilidad al interior de las unidades, la segregación espacial y la resignificación del
espacio antropizado.
Ambos procesos de urbanización de la ciudad terminaron estableciendo una dualidad
entre lo urbano formal y lo urbano informal, donde el primero se enmarca en la ciudad
construida a partir de lo legitimado por la normatividad dentro de la lógica del derecho, la
planeación territorial y los patrones arquitectónicos modernos; y el segundo, a lo que se
escapa de ellos, vulnerando estrictamente la dimensión fija del marco jurídico, la
institución protocolaria respecto a la consolidación de los límites de la trama urbana y el
enfoque dominante frente a la relación espacial centro-periferia.
La ciudad informal connota un conjunto de dimensiones que van desde: la exclusión
social, la cual evidencia una carente participación de segmentos de población en la vida
cultural, económica y social dentro de la ciudad; la autoproducción del hábitat,
identificada como estrategia adaptativa que permite la transformación del espacio,
llevando consigo interacciones sociales con la intención de establecer permanencia,
bienestar y seguridad en la unidad urbana; la segregación espacial, referente a la
fragmentación de los procesos de desarrollo de los individuos por la ausencia de un
proyecto integrador de ciudad, y los bordes fragmentarios del territorio; reflejados en las
diversas territorialidades que vulneran el significado de los límites político-
administrativos. En este contexto, Saldarriaga (2002) sostiene que la ciudad informal:
No está hecha por los organismos oficiales o por empresas o entidades que hacen
parte de la formalidad como estructura básica de una sociedad. Es también una
30
expresión que trae consigo la connotación de problema en lo social, en lo
económico y en lo físico. En su conjunto, es el albergue de la población de
menores recursos en la ciudad; está formada por asentamientos deficientes en lo
que se refiere a servicios públicos, equipamiento comunal y espacio urbano y
habitacional. (Citado por Hernández, 2006, p. 31)
Lo que significa que, para los pobladores de estos asentamientos humanos construir no
es un lujo, sino una necesidad apremiante que se distancia del enfoque arquitectónico
disciplinar del discurso burocrático. Una forma de urbanización no inspirada en las
oficinas de planificación territorial, sino por el contrario, desde el pueblo en una constante
interacción entre los actores sociales, sus discursos de contrapoder y la significación del
espacio vivencial por diversos medios.
Una realidad en los barrios de invasión o piratas, los cuales vulneran los principios de
ciudad delineada desde una perspectiva oficial y por ende, se catalogan como una
respuesta al déficit habitacional de la población al interior de la ciudad y su necesidad
fundamental de territorializar un lugar para desarrollar su habitabilidad. Al tiempo que es
visto como un problema social que imprime nuevos desafíos a los administradores
locales, por el cúmulo de exigencias requeridas a la luz de un enfoque de derecho.
Un tipo de poblamiento que marca la configuración territorial de la ciudad, el cual ha
estado sujeto a diversas intervenciones por medio programas estratégicos de orden
institucional, con el propósito de enfrentar de manera focalizada las dificultades que
coexisten en estas áreas habitadas. Respecto a este panorama, Múnera y Sánchez
(1991), señalan que, en el Estado colombiano, tratando de contrarrestar el déficit
habitacional del país, se “implementaron políticas estatales encaminadas a disminuir
dicho déficit, a través de instituciones como el Banco Central Hipotecario (BCH), el
Instituto de Crédito Territorial (ICT) y las Corporaciones de Ahorro y Vivienda” (p. 91).
Esfuerzos que se promovieron bajo los lineamientos de una política nacional con el
objetivo de impulsar la construcción de vivienda financiada a ciertos sectores del país y
la regularización de asentamientos humanos de hábitat precario.
31
No obstante, con resultados parciales porque las acciones tomadas carecían de una
dimensión universal para enfrentar bajo un enfoque de derecho, la realidad estructural
del problema habitacional, generando efectos que aún continúan “…acentuando la ya
enorme estratificación y segregación social y económica, dando como resultado
soluciones que institucionalizan la miseria y le dan vida a diseños, materiales, sistemas
y programas para pobres”. (Mosquera, 1989, p. 18)
Este debate pone de manifiesto el problema habitacional a nivel nacional, la falta de
gobernabilidad en el territorio y la búsqueda de la dignificación del derecho a la ciudad,
donde la toma de decisiones en torno a ello, trae consigo serios desafíos y altos costos
para las administraciones públicas, las cuales deben diseñar e implementar mecanismos
de intervención social para estos sectores populares; pretendiendo hipotéticamente la
integración física, espacial y social de esas territorialidades emergentes.
Asentamientos humanos representados en un sistema de objetos y acciones sociales,
desarrolladas por los pobladores urbanos en un determinado tiempo y espacio
significado, reivindicando a partir de su posesión, construcción, relaciones sociales de
marcaje y consolidación de la unidad urbana; una inscripción territorial del individuo a un
determinado lugar en la ciudad. En esta lógica, Carrasco (2004), sustenta que “el predio
y su edificación es la expresión de este proceso, simboliza su pertenencia a un lugar
urbano y muestra como el barrio es un ambiente estable que genera seguridad para el
cambio social” (p. 59). Porque lo importante es estar vinculado en alguna medida a sus
dinámicas urbanas, restando relevancia a la ubicación del lugar habitado; perspectiva
que hace de la ciudad un atractor social pues en esta, pese a todos los inconvenientes
se encuentran múltiples posibilidades de adquirir algún beneficio laboral dentro de la
agrupación de empresas instauradas en su perímetro, un margen de estabilidad
habitacional, gestión de iniciativas colectivas de orden político y gozo de los
equipamientos urbanos ofertados en materia de salud, educación y espacio público.
32
En este ámbito, los argumentos de Capel (2002), describen las ventajas comparativas
que otorga la ciudad respecto a otros territorios, señalando que:
La ciudad aparece como lugar de progreso, de creatividad y de la innovación, de
vida intelectual intensa, de la ciencia y la cultura, de la libertad, de la educación,
de la mayor capacidad de interacción, de la movilidad social y posibilidades de
mejorar las condiciones de vida. (p. 16)
Un conjunto de factores que influyeron en el proceso de urbanización y crecimiento de la
ciudad colombiana, estimulando el desarrollo de dinámicas territoriales plasmadas en el
crecimiento económico, el acelerado poblamiento y la compactación de la trama urbana;
tanto por la lógica de los actores institucionales, como por la actuación e injerencia de la
gente en sus territorios; lo que para este último caso, desembocó en un proceso
descontrolado de urbanización espontánea, ofreciendo en su momento, alternativas para
poder acceder al suelo urbano por medio de la consolidación de asentamientos
informales bajo la forma de barrios de invasión y piratas. El resultado de esta lógica de
hacer ciudad, fue la aparición de extensos tramos emergentes en su contexto, los cuales
modificaron los espacios planificados para su potencial expansión, los usos del suelo con
destinación específica, la fragmentación del paisaje urbano en las fronteras de la
localidad y la puesta en escena de nuevas territorialidades en sus áreas periurbanas.
Escenario de territorialidades donde la urbanización informal de la ciudad, se diferencia
de manera tajante respecto a la visión areolar del territorio, por el hecho de otorgar mayor
fuerza a la interacción social forjada por la gente, reconociendo en su actuar un quehacer
constante por el hábitat, llenando de contenido un espacio reticulado que evidencia una
cadena de lugares apropiados tanto de manera física como simbólica-cultural al interior
del territorio.5
5 Parafraseando a Monnet (1999), la territorialidad areolar se apoya "en la geometría euclidiana de la superficie y se
manifiesta en la realidad geográfica mediante formas canónicas de la propiedad (privada) y del Estado-Nación”,
vinculada al enfoque jurídico que define las áreas de soberanía y competencia de una autoridad. A diferencia de ello,
33
En este sentido, cualquier terreno carente de vigilancia y control es considerado como
baldío y potencialmente libre, susceptible de ser ocupado, socializado y habitado, por
medio de la autogestión social de sus residentes, en aras de satisfacer puntualmente la
necesidad cultural de refugio. De esta manera, los espacios de laderas, márgenes
fluviales, basureros, márgenes férreos y algunos corredores viales son apreciados como
áreas alternativas que pueden ser antropizadas en una dinámica de significación del
espacio por medio de acciones conscientes.
El asentamiento incorpora de forma compleja dos manifestaciones de la realidad social
de los destechados al interior de la ciudad. Una que lo resalta como área urbana producto
de la urbanización informal a partir de la autoconstrucción de sus residentes con toda
una puesta en escena de territorialidades; y la otra, que lo establece como el escenario
donde se padece un acervo de problemáticas sociales de la población asentada, entre
ellas, el fenómeno de la exclusión social y sus consecuencias, la cual engloba de forma
estructural las dimensiones de marginalidad y pobreza (social, económica y educativa).
Al respecto, Blanco (2005), argumenta que la exclusión social es:
…Una doble innovación respecto a la perspectiva tradicional de la pobreza […]:
primero, supone reconocer el carácter multidimensional de las situaciones de
desventaja social, insistiendo en que este tipo de situaciones ya no puede leerse,
en exclusiva, a partir de la falta de recursos económicos, sino que requiere
entender la acumulación de factores (laborales, educativos, sanitarios,
relacionales...) que llevan a las personas y a los colectivos a perder sus vínculos
de integración social; segundo, supone reconocer el carácter dinámico de esos
procesos de fractura social, enfatizando en la ampliación de los riesgos y
vulnerabilidades sociales … (p. 3).
el espacio reticulado aparece como “una modalidad fundamental y ordinaria de nuestra relación con el espacio y los
lugares”, mediante la experiencia directa de la gente con los territorios. (p. 2)
34
Una problemática social que interrumpe el desarrollo integral de las personas por las
privaciones que implica respecto a la satisfacción de las necesidades humanas
fundamentales, entre estas: techo, abrigo, seguridad alimenticia, salud, educación y
sociabilidad; provocando en la gente, la pérdida de vínculos de integración social con el
colectivo, quedando limitados a solucionar de manera aislada e individual las diferentes
dificultades que padecen en la ciudad, a las cuales responden con lo que tienen a la
mano, con lo que han aprendido en la vida; en otras palabras con sus conocimientos,
sinergias y representaciones culturales.
Para esta población, una de sus prioridades es contrarrestar de manera directa la
carencia de vivienda, poder tener una “casa”, que les brinde algún tipo de seguridad,
tanto al individuo como a su núcleo familiar frente a las inclemencias del clima, al
ambiente y entorno social; buscando la satisfacción de habitar algo “propio”, un espacio
territorializado producto de su trabajo y cotidianidad, el cual en el imaginario social, es
uno de los medios que permite inscribirse territorialmente a un lugar de sociabilidad en
la urbe, en busca de generar un margen de dignificación a su existencia.
Estas prácticas de cambio, apropiación y nuevos usos del territorio, se realizan en áreas
periféricas e intersticios de las zonas urbanas, los cuales no han sido pensados como
espacios residenciales para sectores populares de escasos recursos, porque en la
mayoría de ocasiones, se encuentran signados para otras destinaciones específicas al
servicio del capital. Los asentamientos surgen de manera emergente, fragmentado la
territorialidad jurídica inmersa en el ordenamiento territorial, al margen de estructuras
urbanas formalizadas; creando todo un ejercicio de poder sobre el espacio resignificado,
compartiendo sus difusas fronteras con las unidades urbanas reconocidas como legales.
Las familias residentes en los asentamientos informales, se encuentran vinculadas
residualmente a los equipamientos urbanos, lo que motiva un proceso de autogestión del
hábitat para subsanar esas necesidades, tornándose problemático respecto a las
unidades residenciales cercanas, empresas prestadoras de servicios públicos y entes
35
gubernamentales; por el debate que plantea y los conflictos involucrados. Un ejercicio de
territorialidad que parte desde la relación de las familias con su entorno social, en aras
de gestionar una rebelde solución, mediante la construcción de toda una red de
conexiones irregulares, encaminadas a estabilizar la pervivencia en el barrio, creando
mínimas condiciones de habitabilidad.
En efecto, González (2007), expresa que “los barrios más pobres se ubican en zonas
que las nuevas normativas de ordenamiento urbano dejan sin control” (p. 36). Áreas que
por su aparente abandono y bajo costo, son invadidas y adquiridas por personas de
escasos recursos; quienes observan en estos espacios marginales la oportunidad de
construir su casa y vincularse a una comunidad que posee una situación similar.
Espacios vivenciales que permiten la difusión de los comportamientos urbanos y el
crecimiento discontinuo de la huella territorial de la ciudad en los espacios de transición
(zonas de potencial crecimiento con destinación específica) configurando de manera
pragmática terrenos de la ruralidad; con el objeto de mantenerse ligados en cierta medida
a la organización espacial y social de la urbe, por razones como: la forma de vida que se
desarrolla en su interior, el conjunto de equipamientos a los cuales se puede acceder
para mejorar las condiciones de habitabilidad y los beneficios que prospectivamente se
pueden gestionar por medio de la organización comunitaria desde el asentamiento.
Tales dinámicas de ocupación informal se realizan por actividades de loteo (venta de
terrenos de manera ilegal) e invasión (ocupación de los suelos por medidas de hecho),
las cuales se instituyen como dos maneras de acceder al suelo urbano, que se escapan
de los parámetros convencionales; pero que, dentro del contexto de la informalidad,
recrean otra lógica de configuración territorial, permitiendo a la población asentada
desarrollar su ser, su morar y habitar en un espacio periurbano de la ciudad.
A propósito, Torres (2007), distingue dos tipos de ocupación informal, como son:
36
Los piratas y los de invasión: los barrios piratas son aquellos en los cuales los
moradores han hecho una transacción de compra-venta en los lotes que ocupan.
Los de invasión, por el contrario, son aquellos que surgen de la ocupación de
hecho de un predio ajeno, público o privado. Los barrios piratas se localizan
generalmente en zonas periféricas de la ciudad, en muchos casos fuera del
perímetro urbano y sanitario. Las invasiones pueden ocurrir en terrenos centrales,
preferentemente propiedad estatal, que por alguna razón no han sido
desarrollados o constituyen áreas de reserva o protección. (p. 71)
Un ejemplo de esta clasificación, se puede observar en la realidad social y territorial que
se abre paso en el barrio Los Pinos de la ciudad San Sebastián de Mariquita, lugar que
en la actualidad, incorpora una dinámica de poblamiento al margen de la vía férrea;
producto de diversas prácticas de invasión en una etapa temprana del asentamiento y,
de loteo en su fase de densificación, realizadas a partir de la falta de uso de la red
ferroviaria que se encontraba en un estado de abandono.
En este marco, la estructuración de la unidad urbana se desarrolla sobre los márgenes
de un corredor vial, inscrito al perímetro de la cabecera municipal, cuya importancia
permaneció ligada al avance económico e industrial que tuvo esta localidad en el pasado,
pues la trama ferroviaria, se consagró como una de las principales vías de movilidad,
tránsito y transporte de mercancías en todo el país a mediados del siglo XX;
posicionándola como un espacio transversal donde la ciudad y pueblos cercanos, se
convirtieron en pasos obligados en red, por ser un entramado de líneas que
necesariamente tenían que brindar conectividad a los centros urbanos con mayor
desarrollo comercial.
Sin embargo, actualmente la valorización simbólica e instrumental de algunos espacios
pertenecientes a la vía férrea en ese lugar, no obedece a una dinámica de transporte
comercial e innovación industrial, sino a procesos de territorialidad marcados por la
presencia de diversos asentamientos humanos en sus márgenes, redefiniendo el
37
significado de estos escenarios estratégicos, catalogados como públicos y de interés
nacional.
En este contexto, la apropiación del margen férreo involucra una dualidad en su
definición: la primera, que hace referencia a una construcción social forjada por las
personas a través del tiempo, consolidando un espacio semantizado donde se han
inscrito un sistema de lenguajes plausibles y entendibles para quienes convergen en él,
posibilitando la relación, significación, defensa e identificación de la gente con el lugar
habitado. En consecuencia, un territorio que en palabras de Giménez (1999), se puede
interpretar como “el espacio apropiado y valorizado – simbólica o instrumentalmente -
por los grupos humanos” que en él residen. Estableciéndolo como el principal escenario
de las relaciones sociales que permiten la producción de un espacio socializado e
interiorizado por sus habitantes. (p.27)
El territorio del asentamiento es producto de diversas dinámicas de apropiación social y
transformación cultural del espacio, el cual ha sido significado con el propósito de
convertirlo en el soporte vital donde la gente pueda desarrollar las funciones básicas del
habitar, sobreviviendo a la segregación socioespacial en la ciudad. Un espacio
socializado, que se dinamiza como un activo de las comunidades, lleno de contenido
social y simbólico, permitiéndoles crear en las áreas territorializadas, todo un proceso de
lucha y negociación, como promotores de la urbanización popular, cargados de prácticas
territoriales adaptativas a lo urbano, que generan rupturas a los esquemas
convencionales de la ciudad normalizada.
La segunda aproximación, se refiere al margen como borde o interfase, entendida “como
aquella franja territorial que denota una transición de los aspectos urbanos
predominantes: densidad de ocupación, morfología, usos urbanos, dinámicas
socioculturales, etc.…” hacia el campo, incorporando territorios de orden rural a la huella
urbana de la ciudad de manera pragmática y funcional. En una dinámica territorial, que
fragmenta los límites de orden político-administrativos, desbordando la relación
hegemónica centro-periferia, delineada de manera histórica por los organismos
38
planeación territorial, permitiendo así, la integración de áreas peri-urbanas, donde el
borde se visualiza como un territorio hibrido, caracterizado por un palimpsesto de
procesos sociales, económicos, tecnológicos y urbanísticos. (Toro, 2005, p.58)
En esta lógica, Echeverría y Rincón (2000), interpretan el borde urbano “como la
‘transición’ entre dos o más formas de territorialidad, que son a su vez dos formas
culturales distintas, o, en otras palabras, como la separación entre dos percepciones
distintas de la realidad”, donde se pueden presentar todo un conjunto de intercambios y
contrastes culturales sobre un contenedor social que engrana dinámicas de diferente
índole (p. 26).
Los bordes visualizados en el barrio Los Pinos, se evidencian imprecisos frente al
sistema de objetos espacializados que configuran el entorno del asentamiento, los cuales
integran la trama urbana regular en una zona periférica de la ciudad. En esta lógica, la
significación del margen férreo se establece como un “territorio de forma lineal” que cruza
todo un conjunto de “bordes fragmentarios” marcados de manera prominente por la
segmentación territorial, cambios abruptos en el paisaje urbano y discursos de poder,
que estructuran en el sector diferentes procesos de sociabilidad. (Lynch, 1998, p. 79)
Un contexto heterogéneo donde se aprecia por parte de los diversos actores presentes
en el territorio, un cúmulo de tensiones que reflejan sus intereses, motivaciones y
territorialidad; las cuales se observan como un palimpsesto de acciones realizadas sobre
el soporte físico del espacio y la producción social derivada de la actividad humana.
Expresando todo un sistema de lógicas de apropiación del soporte vital, sus mecanismos
de protección, defensa y dotación de sentido.
De modo que, la territorialidad expresada en esta forma poblamiento, concuerda con los
argumentos enunciados por Echeverria y Rincón (2000), quienes la definen:
Como los actos de protección, de ratificación de la propiedad o de defensa de un
lugar, y si bien puede incorporar dichas acciones, la territorialidad se origina es en
39
las expresiones de alguien o de algo (acaecer o fenómeno) al marcar el espacio
y el tiempo (de manera tanto tangible como sensible) y al generar o alterar el
ambiente, la atmósfera o el clima social, cultural o político. (p.15)
De esta manera, en el asentamiento informal del barrio Los Pinos se genera una
sumatoria de territorialidades, las cuales adquieren sentido en el sistema de acciones
desarrolladas por la gente en el lugar antropizado, con el propósito de forjar procesos
intencionales de apropiación y dominio del lugar habitado; manteniendo un control social,
económico y territorial de los márgenes férreos al servicio de la otredad, e inscribiendo
prácticas activas de identificación, posesión y representación al interior del barrio, en un
escenario que vincula la presencia de distintos actores, yuxtaponiendo sus lealtades e
intereses frente al espacio público resignificado.
Parafraseando a García (1976), una idea de dominio y defensa que toma sentido frente
a la relación de exclusividad de la comunidad en lo referente a la espacialidad de sus
actos y al ámbito comportamental, que le permite crear una gama en sus múltiples
maneras de proceder al interior del espacio socializado y culturizado, adquiriendo un
conocimiento completo del territorio semantizado.
Estas acciones al interior del asentamiento describen la manera como los residentes a
partir de sus lógicas, han tratado de suplir las necesidades habitacionales que poseen,
aunque ello implique faltas frente a lo instituido de manera legal por las autoridades
competentes. Estas dinámicas territoriales son:
La primera, nos remite a las normas relacionadas con los derechos de propiedad sobre
suelo urbano ocupado y el sitio donde se construye el predio, el cual debe estar
autorizado por la oficina local de Planeación Territorial, la respectiva oficina de
Instrumentos Públicos y la Tesorería Municipal, quienes, para el caso concreto, certifican
la legalidad del suelo, su disponibilidad, estado tributario y uso planificado según el EOT
(Esquema de Ordenamiento Territorial) del municipio. En relación, la ocupación y
privatización del suelo urbano que se ejerce en este contexto territorial, se puede
40
catalogar como una afrenta a la normatividad, porque trasgrede los parámetros de uso,
destino y funcionalidad del espacio público, alterando su naturaleza. Al respecto, el
Consejo de Estado en el fallo 4701 de 2004, reconoció el espacio público como:
El concepto de espacio público ya no es el mismo de antaño, limitado a los bienes
de uso público (calles, plazas, puentes y caminos), según la legislación civil, sino
que es mucho más comprensivo, en el sentido de que comprende en general la
destinación de todo inmueble bien sea público o privado al uso o a la utilización
colectiva, convirtiéndose de este modo en un bien social. Es así como el art. 5 de
la ley 9 de 1989 entiende por espacio público el conjunto de inmuebles públicos y
los elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados
por su naturaleza, por su uso o afectación a la satisfacción de necesidades
urbanas colectivas, que trascienden, por lo tanto, los límites de los intereses
individuales de los habitantes. (p.2)
Los bienes inmuebles que integran el corredor férreo con sus zonas anexas y de
seguridad, se les ha otorgado el carácter de uso público por estar vinculados al servicio
público de transporte, independientemente que éstos se encuentren activos o no,
demostrando con su ocupación informal el desconocimiento de la normatividad que los
protege, poniendo en riesgo su integridad, naturaleza y territorialidad jurídica. Una
argumentación que es explícita en el artículo 63 de la Constitución Política de Colombia,
el cual establece, los bienes de uso público como inalienables, imprescriptibles e
inembargables, por lo que dichos bienes no se pueden vender, donar, embargar, ni
adquirir por prescripción.
Por ende, dichos espacios no pueden ser privatizados por ningún actor particular, pues
se encuentran sujetos a ejercicios de constante movilidad, valoración y protección
jurídica por parte del Estado; debido a que son bienes públicos que connotan una
disponibilidad económica y social para la nación. No obstante, las territorialidades que
subyacen al interior del asentamiento, desbordan la visión institucional por las prácticas
informales que se ponen en juego para adquirir los terrenos del margen férreo, su
41
ocupación y transformación, desplazando de manera objetiva la territorialidad areolar
promulgada.
La segunda, hace énfasis a la carencia de equipamientos urbanos, infraestructura básica
y servicios públicos-domiciliarios al interior del asentamiento, suplidos en alguna medida,
por las estrategias de autogestión desarrolladas por los residentes del sector, en aras de
mejorar las condiciones de vida al interior de la unidad urbana, omitiendo del panorama
las implicaciones legales, riesgos y desafíos que suscitan frente a las empresas privadas
de servicios públicos.
La tercera, se focaliza frente a las prácticas arquitectónicas reglamentadas como
formales para construir tramos regulares de la ciudad, lo cual señala mayor complejidad,
porque con estas se establece el conjunto de procedimientos técnicos y normativos que
debe cumplir cualquier área poblada para brindar óptimas condiciones de movilidad,
habitabilidad, seguridad y legalidad a los habitáculos. En esta coyuntura, las técnicas
utilizadas en el proceso de urbanización del asentamiento informal, trastocan los
enfoques curriculares academicistas, alterando el papel de la ciudad como centro
regulador del territorio, expresado en los trazos lineales de la cuadrícula urbana y su
consecutivo proyecto de control social.
De ahí que, cualquier ocupación del suelo urbano que surja bajo estas condiciones, se
clasifica como de orden informal, pues altera las estrategias de planificación dictadas por
los diferentes entes territoriales, en cuanto a las normas y procedimientos formales
destinados a regular la interacción social, la organización espacial y las formas de
vincularnos a los atributos urbanos.
En relación, Castillo y Torres (2005), afirman que el asentamiento informal se consolida
como
Globos de terreno localizados en zonas periféricas o centrales, dependiendo de
tres factores fundamentalmente: topográficos, sociales y económicos. Los
42
asentamientos informales ocupan los terrenos en condiciones topográficas menos
favorables, las zonas áridas y erosionadas, las colinas irregulares y de difícil
adecuación para construcción vertical, o las áreas comparativamente pobres y
sensibles a inundaciones periódicas por debajo de las cotas de inundación de los
cursos de agua. Son barrios ilegales porque surgen sin cumplir ciertos requisitos
estatales sobre la constitución de nuevas urbanizaciones. (Citado por Chapetón,
2013, p. 23)
Un poblamiento alternativo al margen de lo formal-legal, que resignifica desde la
perspectiva popular, los márgenes férreos por medio de sus procesos de autogestión del
hábitat, autourbanización y autoconstrucción de la vivienda informal. Los cuales
modifican y adaptan el entorno social, ambiental y espacial de la zona, incorporando
nuevos valores normativos a las reglas que ordenan la vida cotidiana y patrones de
organización social de la población, orientando sus comportamientos hacia el
aprovechamiento de las virtudes territoriales que proporciona el lugar.
El asentamiento expresa la emergencia de una nueva configuración social que señala la
inscripción territorial de las clases populares a un lugar determinado al interior de la
ciudad, donde el barrio aparece como el espacio natural de acción, organización
comunitaria y política frente a otras diferentes formas de territorialidad. Un sistema de
estrategias territoriales adaptivas, realizadas con el objetivo de poder enfrentarse a las
complicaciones presentes en la realidad social, económica y habitacional del
asentamiento; permitiendo establecer ejercicios de resistencia, resiliencia y gestión
política de los destechados frente a la administración local, empresas prestadoras de
servicios públicos y demás actores públicos y privados, con intereses definidos en el
nicho territorial.
En consecuencia, la densidad poblacional, la urbanización popular y el agregado de
actividades sobre el territorio a través del tiempo, han permitido configurar un paisaje
urbano, que refleja las condiciones materiales y sociales de la gente, marcando
diferencia respecto a su entorno; en cuanto que, la agrupación de viviendas informales
43
presentes en el barrio (de invasión) y la dinámica social, rompen drásticamente con la
imagen de la ciudad regular, fragmentando la visión dominante de esta. En este orden,
Santos (2000), define el paisaje urbano como “el conjunto de formas que, en un momento
dado, expresa las herencias que representan las sucesivas relaciones localizadas entre
hombre y naturaleza […] es el conjunto de elementos naturales y artificiales que
físicamente caracterizan un área…” (p. 86).
Paisaje urbano cuya morfología específica narra el desarrollo del barrio, reflejando el
resultado de las técnicas implementadas en el proceso histórico del asentamiento y su
lucha constante por el derecho a la ciudad desde la marginalidad. Por tanto, su
representación no sólo hace énfasis a las raquíticas obras urbanísticas que conforman
la parte físico-material del sector, sino también al accionar de la gente por el acervo
heterogéneo de comportamientos, hábitos y relaciones sociales, dinamizados en el
espacio territorializado.
El sistema de viviendas desplegadas en el asentamiento informal, representa las
sucesivas relaciones sociales que históricamente los pobladores del lugar han forjado
sobre el espacio apropiado, con el propósito de construir en él, un escenario adecuado
para el desarrollo de su cotidianidad. Permitiendo así, una configuración territorial donde
el paisaje fronterizo se convierte cada vez más en obra de esta parte de la sociedad,
transformando el espacio original, en una naturaleza totalmente humanizada al servicio
de lo urbano, ampliando los márgenes de dominio y territorialidad de las comunidades
asentadas allí, hasta el punto de crear nuevas lógicas de expansión de la ciudad en áreas
de transición, donde su huella física contrasta con la vocación tradicional del territorio.
44
4. CONFIGURACIÓN TERRITORIAL DEL ASENTAMIENTO INFORMAL
La configuración territorial es el resultado del conjunto de comportamientos, actividades
y prácticas realizadas por las personas en un espacio significado, el cual ha sido
apropiado y valorizado tanto simbólica como materialmente en un orden espacial y
temporal determinado. Esta dinámica representa la “humanización” del lugar, por medio
de diversos procesos de territorialidad que establecen una relación de dominio, control,
transformación y codificación del territorio; donde se cambia su naturaleza primigenia,
por una que es producto del trabajo del hombre y su accionar, imprimiendo un conjunto
de conocimientos, experiencias y códigos culturales, hasta convertirlo en una expresión
social exclusiva de las comunidades que se representan en él.
Un producto socio-cultural que refleja el quehacer de los actores sociales al interior del
territorio, el cual es por excelencia, el contenedor socio-espacial de la dinámica humana
a través de la historia. Lo que permite consolidar un sistema de significantes, expresados
en los artefactos que se territorializan en el lugar antropizado, configurando un paisaje
urbano lleno de contenidos sociales donde se ponen en juego los diversos lenguajes
simbólicos, imaginarios y motivaciones que cruzan el sentir y el existir de la población al
interior de la unidad urbana en estudio.
En esta lógica, la configuración territorial del asentamiento informal simboliza una
dinámica de poblamiento sobre los márgenes férreos, creando huellas territoriales que
evidencian sus prácticas de poder frente al espacio socializado y semantizado de manera
fáctica y vivencial; confluyendo los anhelos, temores, carencias e intereses de los
diferentes actores sociales, que mediante su vida cotidiana formulan una autogestión del
hábitat desde los espacios otros, al margen de la formalidad.
Esta interacción entre el hombre y su territorio, permite una configuración territorial real,
concretada en la existencia física del barrio de hábitat precario (Los Pinos), pero que
adquiere en mayor medida, un valor significativo en virtud del sentido vivencial otorgado
45
por los residentes del lugar, caracterizándolo como una alternativa al margen de lo
instituido dentro del orden legal, como se observa en la fotografía cinco (5); pues choca
con la relación hegemónica de la planificación estrictamente material de la ciudad, al
servicio de las lógicas del capital privado, la cual, con su proceder, desconoce la cultura
constructiva popular de las clases sociales más pobres, condenándolas a vivir en la
circunferencia externa de la ciudad donde residen los sectores poblacionales con mayor
índice de necesidades básicas insatisfechas (NBI).
Figura 5. La alternativa
Fuente: Autor
Configuración territorial que involucra una correlación de dos dimensiones importantes
en la construcción del territorio; la primera, hace referencia al sistema de viviendas
informales ubicadas al margen del corredor férreo en una zona periférica del municipio
46
de Mariquita, representando la parte material del asentamiento, y la otra, connota la vida
que permite animar los procesos de construcción territorial, haciendo énfasis en el
sistema de relaciones sociales forjadas por los habitantes al interior de la unidad urbana,
con la intención de estructurar un escenario vivencial para resistir a las adversidades que
caracterizan su realidad social.
4.1 UBICACIÓN DEL ASENTAMIENTO LOS PINOS
Figura 6. Plano urbano
Fuente: OpenStreetMap (2016)
Esta unidad urbana de poblamiento informal se encuentra situada en la parte nororiental
del municipio de San Sebastián de Mariquita en el departamento del Tolima, ocupando
los márgenes férreos de la antigua vía, que comunicaba esta localidad con la ciudad de
Honda, como se muestra en la figura seis (6). Su ubicación se establece siguiendo la
lógica de la carrilera que cruza por este sector, quedando rodeada por ocho (8)
47
elementos físico-espaciales representativos de la ciudad, contextualizados en la imagen
número siete (7), frente a los cuales se mantienen algunas tensiones, estos son:
Figura 7. Límites del asentamiento
Fuente: Google Earth (2017).
El primero, hace referencia a la embotelladora de bebidas Glacial ubicada en la calle
séptima (7ª) con carrera trece (13) esquina frente a la vía nacional que, para el caso sería
el suroccidente del barrio. El segundo elemento es el parqueadero de carga pesada,
ubicado en la carrera catorce (14) entre las calles sexta (6ª) y séptima (7ª), estableciendo
un límite artificial con los patios del asentamiento en el occidente de la unidad urbana. El
tercer elemento, se ubica al noroccidente del asentamiento y hace referencia al barrio
Villa del Sol, una unidad urbana regular al interior de la ciudad. El cuarto elemento
espacial es la Planta de Abasto Terpel Mariquita, que se encuentra en la carrera dieciséis
A (16A) con calle quinta A (5A), que frente al caso es el norte del barrio Los Pinos. El
48
quinto elemento espacializado es el barrio San Lorenzo, situado en la zona nororiental
del asentamiento humano. El sexto elemento fronterizo hace referencia al barrio de
hábitat precario El Progreso, ubicado en la parte oriental de Los Pinos. El séptimo
elemento fijo, involucra al Club Vacacional del Ejército, presente al suroriente del
asentamiento informal, siguiendo la lógica del ferrocarril de la Dorada, vía Honda Tolima.
Por último, se encuentran en la parte sur del barrio, el predio del antiguo Club San
Sebastián y el Estadio Municipal, los cuales comparten un territorio liminal de gran
extensión, forjando un amplio conjunto de bordes fragmentarios.
4.2 DESARROLLO HISTÓRICO DEL ASENTAMIENTO INFORMAL
A mediados del mes de agosto en el año 1997, en el municipio de San Sebastián de
Mariquita, se inició un proceso de ocupación informal del espacio público, sobre los
márgenes de la vía del Ferrocarril de la Dorada Caldas, por parte de un conjunto de
familias en situación de exclusión social, provenientes de la cabecera municipal y área
rural; quienes a raíz de su déficit habitacional decidieron ocupar por medidas de hecho
el lugar.
La dinámica de invasión del terreno, se realizó con un nivel de organización comunitaria
por parte de doce (12) familias conocidas entre sí, quienes a partir de su conocimiento
previo del lugar, lograron crear un diagnóstico que lo perfilaba como potencialmente
atractivo, debido a las condiciones topográficas del terreno, la falta de control por parte
de las autoridades locales y la coyuntura histórica del paro nacional camionero declarado
para aquel entonces, congregando en la zona un grupo de manifestantes, organizados
en un campamento transitorio.
Los fundadores del asentamiento arribaron al lugar a tempranas horas de la noche,
tomando dominio de los márgenes férreos sobre los cuales demarcaron sus parcelas de
manera racional, en aras de establecer una propiedad temporal del espacio
territorializado; aunando esfuerzos para construir de manera improvisada un conjunto de
habitáculos que expresaran un ejercicio de ocupación y control territorial sobre el lugar.
49
Un ejemplo de ello, se puede demostrar en las palabras de la señora Nury Perdomo
(2014), quien comunica que: Yo hablé con Don Orlando, Don Pescuezo y les dije, que
yo me quería meter acá con mi familia porque estábamos pasando muchas necesidades,
ellos me dijeron que bueno, que llegara por ahí a las nueve de la noche, que ellos me
ayudaban a levantar el cambuche para que la policía no me sacara al otro día.
El barrio surgió espontáneamente por medio de la edificación de un agregado de
“cambuches precarios” que no ofrecían las condiciones dignas de habitabilidad para sus
ocupantes. Un agregado de objetos transitorios que se levantaron a partir de las sinergias
de la gente, con el sentido de otorgar una salida de hecho, a su déficit habitacional y
permanecer desde un escenario de resistencia, vinculados de manera pragmática a los
atributos urbanos de la ciudad.
En este orden, las viviendas se consolidaron a través de prácticas de autoproducción
gestadas por la gente, quienes guiados por sus conocimientos y experiencia en materia
constructiva; forjaron un escenario vivencial a los lados de la carrilera con el propósito
de instituir un espacio privado que les otorgara, en alguna medida, refugio, protección,
seguridad y sociabilidad, compartiendo su historia de asentamiento con otras familias en
la misma condición social.
Con la aparición de este pequeño número de viviendas informales sobre los márgenes
del corredor férreo, se estimuló una lógica de poblamiento en esta parte de la ciudad,
estableciendo a la vía como centro ordenador del proceso de urbanización, evidenciado
en la imagen ocho (8). Esta dinámica de semantización del espacio público de manera
fáctica, permitió que los terrenos contiguos del margen férreo, fueran resignificados
desde una perspectiva popular por los intereses comunales de los destechados,
alterando su naturaleza jurídica y funcional, convirtiéndolo en un espacio alternativo para
habitar, resistir, morar y sobrevivir.
Una referencia frente a este momento de poblamiento temprano, fue descrita por un
residente del asentamiento perteneciente a la comunidad Embera Chamí (2014), quien
50
narró su experiencia de arribo al barrio en enero de 1998, manifestando que: Cuando
nosotros llegamos aquí, ya había como unas diez (10) o doce (12) familias ocupando el
sector, desde la variante (desde el principio, al frente de Glacial) de ahí, para abajo ellas
se encontraban, algunas esparcidas por este sendero (margen derecho) […] Debido a la
violencia en nuestra región, no teníamos donde vivir, ni meter la cabeza, entonces nos
encaminamos pa’cá, nos vinimos y ocupamos de sopetón este sitio para hacer nuestro
tugurio.
La presencia emergente de las familias fundadoras del asentamiento sobre los márgenes
férreos, alertó a la comunidad vecina, actores económicos con inversiones estratégicas
en el sector y autoridades competentes de orden local, sobre la ocupación y privatización
del espacio público de manera informal en una parte de la vía férrea; siendo catalogado
inicialmente como una invasión, habitada por familias pobres y potencialmente peligrosas
para el sector. Un prejuicio realizado por los diversos actores que comparten su lugar de
pervivencia en el contexto de la periferia, generando un discurso de diferenciación entre
clases sociales, sujeto a la lógica del desarrollo discontinuo entre ricos y pobres, donde
los últimos son tipificados como generadores de miedo e inseguridad en la ciudad.
51
Figura 8. Lógica de poblamiento
Fuente: Autor
En este ámbito, el asentamiento se estableció a partir de la “boca calle” ubicada frente a
la carretera nacional que conduce a la localidad de Honda, caracterizada por ser un
espacio de intersección donde se cruzan los dos corredores viales: la vía férrea y la
carretera nacional, cada una representando las misiones modernizadoras
implementadas en el país. Este mojón involucra varios significados, pues se considera
en primer lugar, como el punto de partida del asentamiento y nicho fundacional; segundo,
como referente de expansión del poblamiento hacia la parte nororiental de los bordes
urbanos del municipio y, por último, como uno de los tantos límites físicos del territorio
apropiado por la población.
El poblamiento sobre el margen férreo para aquel entonces, se ejecutó sin invadir los
espacios colindantes de la carretera nacional, debido al grado de constante vigilancia y
52
respaldo normativo en materia de ordenamiento urbano. Sin embargo, su valor de uso
contempla de manera histórica tres aspectos para los residentes del barrio: uno que la
reconoce como importante senda regular de movilidad y desplazamiento para realizar
diligencias y acceder a diferentes servicios al interior de la localidad; dos, como
oportunidad para conectarse a los atributos que ofrece la ciudad en cuanto a servicios
públicos y tres, como imaginario social de optimismo en aras de poderse ligar en un
futuro cercano a la trama regular de la ciudad, adquiriendo algún tipo de reconocimiento
legal, que los incluya de manera integral en el crecimiento y desarrollo social de la urbe.
Respecto a lo anterior, Don José Alfredo Raigoza (2012) señala: Yo aquí vivo rico, parece
que estuviera viviendo en una finca fuera de Mariquita, aquí es muy diferente que estar
viviendo en otro barrio, yo me siento muy bien acá, vivo amañando. Yo siempre he dicho
¿por qué no nos dan las escrituras de aquí y se queda uno en su casita? Aquí tenemos
todo.
En esta lógica, la consolidación de la vivienda informal como un producto cultural del
colectivo familiar, permite formular entre los residentes del lugar una mentalidad que la
instituye como un bien privado e íntimo, posibilitando la existencia de la vida humana, el
bienestar en alguna medida de la prole y el desarrollo de las funciones básicas del
habitar, como son el hecho de comer, descansar, refugiarse y reproducirse. Lo que
adquiere sentido por medio de la experiencia del morar y habitar al interior de un espacio
socializado, el cual se convierte en el activo principal de las familias para seguir luchando
por el mejoramiento de sus condiciones de vida en el contexto de la ciudad.
Para diciembre de 1997, las familias ubicadas en el sector habían copado de manera
exponencial el margen derecho de la vía férrea, por medio de diferentes procesos
secuenciales de invasión, modificando de manera directa el paisaje que se apreciaba en
la zona unos meses antes, ejemplo de ello se relaciona en la imagen número nueve (9).
53
Figura 9. Crecimiento del barrio sobre el margen derecho
Fuente: Autor
Este fenómeno de crecimiento acelerado, fue sustentado por el acervo de acciones
propias ejecutadas en el lugar, que caracterizaron su dinámica de producción del
territorio, estas son:
La solidaridad demostrada por parte de los habitantes frente a las nuevas familias
que llegaban para aquel entonces al asentamiento.
La implementación de normas básicas de convivencia al interior de la unidad urbana,
por parte de algunos líderes con el objetivo de fomentar “el orden”.
La capacidad de organización comunitaria para hacer frente a las acciones policiales
que, en alguna medida, pretendían regular la expansión descontrolada del barrio.
54
La referenciación del asentamiento por parte de los habitantes del sector, frente a
otros pobladores rurales y urbanos, con el ánimo de ayudar a parientes o amigos,
que no poseían los recursos económicos suficientes para poder pagar arriendo o
comprar vivienda formal al interior de la ciudad.
La aparición de la vivienda informal sobre los márgenes férreos como una estrategia
colectiva de autogestión del hábitat.
Estas acciones empezaron a legitimar la consolidación del asentamiento, expresando
una dinámica territorial que demostraba la relación de comportamientos sociales
consensuados, en aras de mantener el control y dominio (exclusivo) del espacio
apropiado por parte de la comunidad. Un discurso de contra poder, que confronta las
diferentes opiniones y posturas, manifestadas por parte de actores sociales, políticos y
económicos al interior de la ciudad, respecto al espacio social territorializado por los
destechados.
La construcción improvisada de la vivienda informal, involucró toda una sumatoria de
materiales rudimentarios que se encontraban en el entorno social y ambiental del
asentamiento humano (plásticos, madera, zinc, latas, paroy, bareque, guadua). Los
cuales contribuyeron a darle forma al habitáculo de manera temporal, demostrando un
marcaje sobre el espacio ocupado, una simbología que representa la puesta en escena
de la supervivencia de las familias en los espacios de interfase de la localidad,
descripción que se puede visualizar en la figura diez (10). Sin embargo, el hecho de
autogestionar el hábitat, va más allá de una cuestión físico-material, pues logra además
del propósito inicial de hacer presencia, una dinámica de significación que demuestra
frente a los demás actores, un grado de pervivencia sobre el margen férreo, expresando
una territorialidad positiva en el espacio antropizado donde convergen las motivaciones
que cohesionan a la población del lugar.
55
Figura 10. Elementos de la vivienda informal
Fuente: Autor
Por lo tanto, mediante el proceso de autoconstrucción de la vivienda las personas crean
su espacio de vida, su hábitat, su entorno social, tratando siempre de adecuar las
condiciones de habitabilidad que los rodean; generando una práctica de constantes
mejoras sobre el habitáculo que le sirve como refugio y alojamiento, posibilitando ciertas
funciones sociales para la reproducción de su cotidianidad. Razón por la cual, forjar una
casa al margen de la vía férrea se observa como la única solución inmediata que poseen
los destechados para cuidar su hogar y tener la satisfacción de poseer un bien privado,
producto de sus esfuerzos, siendo este el inicio de un imaginario cultural que se persigue
día a día.
El sistema de viviendas inscritas territorialmente al interior del poblamiento, surgió sin
responder a ningún parámetro legal establecido, omitiendo la jurisprudencia de las leyes
que protegen el espacio público, los márgenes férreos y maneras de edificar la ciudad
56
(Ley 76 de 1920, Decreto 1504 de 1998 y Ley 388 de 1997); además de vulnerar los
lineamientos concernientes a la planeación estratégica territorial, pensada para ordenar
los adecuados usos del suelo al interior de la ciudad. Puesto que, lo apremiante para ese
momento, era ganar el territorio por medio de la aparición de las viviendas simuladas,
con el objetivo de representar tanto de manera simbólica como física, su preminencia en
el lugar en aras de poder salvaguardar la existencia de sus familias y, de forma general,
dinamizar las interacciones al interior de la estructura social para actuar de manera
mancomunada frente a los desafíos venideros.
La estructuración del asentamiento informal, se encuentra marcada por diversas
vicisitudes que ponen en escena la capacidad de organización comunitaria de los
residentes al interior de la unidad urbana; a través de una consciencia colectiva y relación
solidaria, que permite consolidar procesos de gestión formal ante los actores externos,
encargados de regular la dinámica de urbanización emergente en este mojón de la
ciudad.
En este orden de ideas, un segundo aspecto que permitió organizar social y
políticamente la población del barrio Los Pinos, fue la gestión que se llevó a cabo para
adquirir formalmente las redes de servicios públicos (fluido eléctrico, agua potable y
alcantarillado), que para este año se tornó oneroso y complicado (finales de 1997 y
comienzos de 1998), porque las empresas proveedoras de dichos servicios, se vieron
impedidas para extender sus redes hacia el sector por el carácter de ilegalidad frente al
derecho de propiedad del suelo. Una actividad que se dio por medio de la formulación
de varios oficios ante las respectivas empresas privadas, públicas e instituciones
gubernamentales; así como la reunión con algunos de sus delegados con capacidad
decisoria, pero sin llegar a ningún acuerdo formal o humanitario en aquel primer
momento, debido a que la dotación de dichos servicios, implicaba darle un carácter de
regularidad (reconocimiento) al asentamiento, otorgando la posibilidad de encaminar una
acción popular de ámbito legal por parte de los destechados frente a las autoridades
competentes.
57
De acuerdo a la situación descrita, la señora Nury Perdomo (2014), afirma: Nosotros
desde el principio, siempre quisimos hacer las cosas por el derecho, cuando llegamos,
nos organizamos, escribimos y despuesito, fuimos a las empresas de servicios públicos
Enertolima y Espumas para llegar a algún acuerdo, tuvimos varias reuniones para pedir
que nos pusieran los servicios, pero ellos nos decían que no, por ser una invasión.
Ante la respuesta negativa que obtuvieron los representantes del barrio, la población
decidió de manera autónoma, implementar redes piratas con la intención de abastecerse
de energía eléctrica, agua potable y recolección de aguas servidas. Los servicios se
conectaron a través de redes artesanales, las cuales se extrajeron de los postes
principales de energía, pozo rural de agua del barrio Villa del Sol y alcantarillado
municipal; aprovechando la cercanía de las conexiones legales existentes en el área
circundante del asentamiento. Esto permitió la creación de una red comunitaria al interior
de los hogares, mejorando las condiciones de habitabilidad en las viviendas informales;
al tiempo que, se lograron reducir algunas dificultades en las actividades cotidianas de
las familias, cimentando un agregado de condiciones ambientales más favorables para
la pervivencia en el lugar.
Sin embargo, estas manifestaciones de territorialidad sobre el espacio social significado,
generaron serios conflictos frente a los entes prestadores de dichos servicios, debido a
que se vulneraban el conjunto de parámetros normativos para poder acceder a las redes.
En respuesta a tal situación, las empresas procedieron de manera “legítima” a entablar
un grupo de querellas y denuncias de orden legal frente al asentamiento informal, donde
se le exigía tanto a la administración local como a las familias del lugar, que compensaran
económicamente los consumos desmedidos y los daños presentados a su infraestructura
por las conexiones piratas.
Este conflicto se fue solucionando de manera parcial en el transcurso de los siguientes
años, pues el crecimiento paulatino de la unidad urbana de hábitat precario, a causa de
la llegada de nuevos residentes (avanzadas de poblamiento sobre el margen férreo),
generó presiones ante las diferentes instituciones; obligándolas en cierta medida, a la
58
normalización de las conexiones existentes y formulación de acuerdos de pago
(alternativos) con las familias presentes al interior del poblamiento.
No obstante, sólo hasta el año 2003, las empresas prestadoras de servicios públicos
ESPUMA ESP y ENERTOLIMA, realizaron una negociación con la población, a través
de la mediación de las autoridades locales, con la intención de facilitar los equipamientos
necesarios para normalizar la prestación de los servicios, a cambio de la suscripción de
un acuerdo de pago fijo a todas las familias del lugar con cuotas moderadas. Empero, la
mayoría de los hogares, no pudieron cumplir satisfactoriamente los compromisos
registrados, debido a la pobreza extrema presente de manera estructural al interior del
barrio, siendo a la fecha una problemática vigente; mientras que unos pocos, manifiestan
estar efectuando aún los pagos correspondientes.
De ahí que, la señora Paola Ordoñez (2014), expresa que “yo prefiero comprar comida
que pagar los recibos, porque nosotras aquí tenemos otras necesidades más
importantes, y las deudas del agua y la luz son bien grandes, nos vamos a morir primero
y no tendremos como cancelar”. Una postura crítica que pone la seguridad alimentaria
de la familia como prioridad frente a cualquier otro tipo de responsabilidad o egreso, que
represente una pérdida de recursos frente a los escasos ingresos económicos
devengados por los integrantes del hogar.
Respecto al caso, la administración local ha tratado de mediar de manera histórica entre
los dos tipos de territorialidad inmersas en este conflicto, con la intención de regular los
constantes altercados que se presentan al interior de la unidad urbana, cada vez que
hay suspensión dirigida de algún servicio público frente al sector o familia en particular;
lo cual termina en grescas, disgustos, insultos, empujones y reconexiones improvisadas
en la noche. Un conflicto entre tantos otros, que ha logrado mantenerse en la agenda
pública, siendo intervenido de manera focalizada y asistencial, sin darse una respuesta
estructural al problema, más por obligatoriedad jurídica en lo concerniente al mínimo
vital, que en su defecto por cumplimiento de los planes de desarrollo.
59
4.3 SEGUNDO MOMENTO DE POBLAMIENTO
Para el año de 1998, llegaron al asentamiento diecisiete (17) familias indígenas
provenientes de Apartadó (Antioquía), pertenecientes a la comunidad aborigen Embera
Chamí, las cuales fueron desplazadas por el conflicto armado presentado en sus
territorios ancestrales en aquel entonces.
Esta comunidad adquiere conocimiento del sector por medio de la información y gestión
de un líder social de la localidad, con influencia al interior de la administración municipal
por su participación activa en las coyunturas electorales del pueblo. Un escenario que
describe una urdimbre de interacciones sociales, donde algunas se marcan de índole
clientelar, partiendo del poder político de ciertos individuos frente a la población del
barrio, creando una cultura del favor mutuo con intereses pragmáticos peculiares.
La toma de tierras se llevó a cabo de forma organizada por parte de la comunidad sobre
el margen derecho de la vía férrea, frente a los tanques de almacenamiento de la planta
TERPEL; reconocido mojón en el área, que demarca el espacio territorializado por la
empresa, respecto a las otras expresiones de territorialidad dinamizadas de manera
objetiva en la zona. El terreno ocupado por los Embera Chamí, ofrece comparativamente
condiciones topográficas favorables para la construcción de las viviendas, debido a que
es un terreno plano de gran dimensión con poco desnivel y erosión, haciéndolo atractivo
y estable para el poblamiento.
Estas características permiten que las familias indígenas desarrollen toda una dinámica
compleja de adecuación del terreno, edificación de sus viviendas y significación del
espacio por medio del trabajo colectivo, donde se destaca de manera funcional el
esfuerzo de cada uno de sus integrantes por territorializar el lugar habitado. En este
proceso de autogestión del hábitat, la casa como un espacio íntimo de la familia, vincula
la tradición cultural constructiva de sus residentes, pero al tiempo, la forma-contenido,
configura la vivencia de valores de aprecio, defensa e identificación con el lugar. Frente
esta apreciación, el abuelo indígena Cunampia (2014) nos manifiesta que: Nuestros
60
padres y los que han pasado antes de nosotros, nos han enseñado que lo nuestro, es
todo aquello que conseguimos con sudor y trabajo de la comunidad. Por eso somos
conscientes de que estos terrenos son invadidos, pero las casas que nosotros hicimos
en todo este tiempo, es de nosotros.
Una práctica de territorialidad donde las acciones y comportamientos de los individuos,
expresan toda una lógica de demarcación, dominio e interpelación del espacio;
modificando su naturaleza de carácter institucional, por una más vivencial al alcance de
la comunidad indígena, haciendo del lugar habitado un activo territorial para gestionar en
cierta forma, salidas inmediatas a su problemática habitacional.
Por ello, se considera que la comunidad indígena desplazada, planificó de manera
consciente desde un principio el proceso de ocupación del terreno, su ampliación,
división racional, asentamiento y significación territorial. Aspectos que sobresalen en dos
características identificadas, como son; la primera, que se relaciona con el número de
integrantes por familia (de 8 a 12), lo cual exige, pasillos amplios y habitaciones de gran
espesor al interior de la casa, aunque no de privacidad y salubridad, pues las
delimitaciones entre cada “pieza” no se observan fuertemente establecidas a partir de
una frontera material, sino utilizando simbólicamente una cortina u objeto mobiliario,
espacialidades que se pueden apreciar en la imagen número once (11).
61
Figura 11. Características del habitáculo
Fuente: Autor
La segunda, relacionada con la organización jerárquica de los integrantes del hogar y los
respectivos espacios que estos deben ocupar al interior de las casas. Un ejemplo de ello,
se puede evidenciar en la figura del padre y su función social, a quien corresponde la
mejor habitación o el lugar más acogedor para que este descanse y tenga mayor
privacidad. Un escenario de territorialidades al interior de la familia, que se mide por el
cúmulo de vivencias que poseen los individuos, por sus saberes y por el grado de
responsabilidad que estos adquieren respecto a su prole.
Para el caso concreto, las familias indígenas que se establecieron en la unidad urbana
de hábitat precario, constituyeron el segundo momento masivo de poblamiento del barrio
Los Pinos, ocupando de manera informal los márgenes del corredor férreo como se
asocia en la figura doce (12); pero vinculados a los compromisos con la administración
municipal y líderes del asentamiento, acordando permanecer en los espacios asignados,
62
para contener de manera organizada la urbanización informal sobre los bienes de
infraestructura del ferrocarril.
Figura 12. Presencia de los Embera Chamí en el barrio
Fuente: Autor
Como resultado de los dos procesos masivos de poblamiento, surgen en el lugar un
sistema de veintinueve (29) “viviendas espontaneas” las cuales fueron autoconstruidas
por sus residentes, representando de manera simbólica, diversas prácticas económicas,
culturales, sociales y vivenciales al interior del nicho territorial; en pro de la consolidación
de un escenario seguro y estable para la defensa de la vida de su gente, evocando todo
un ejercicio de identificación y apego respecto al espacio socializado.
De esta manera, el asentamiento refleja una dinámica de territorialización sobre el
margen ferroviario, producto de las diversas prácticas de territorialidad desarrolladas por
63
los pobladores sobre el espacio apropiado, partiendo activamente de su cotidianidad y
aprendizajes adquiridos a través de la experiencia. Un ejercicio de poder, que plantea
una forma alternativa de construir tejido territorial, resaltando la vinculación del ser
humano con el lugar habitado; el cual está en contraposición frente a las lógicas salvajes
del capital privado y mentalidad jerárquica de orden institucional, reproducida por los
organismos de planeación nacional, desconociendo la realidad social de la comunidad
en su territorio.
Asentamiento humano cuyas lógicas de producción territorial, se aprecian diferentes
respecto a los otros espacios residenciales de la localidad, consolidando una imagen
particular del paisaje socio-espacial; en donde se expresa la desigual distribución de la
riqueza y el fracaso de las políticas públicas de orden habitacional a nivel nacional,
evidenciando la fragmentación territorial de la ciudad en un palimpsesto de realidades
que estructuran la complejidad de lo urbano. Un corte que desafía la dimensión estética
de la trama planificada, por una emergente considerada irregular, que hace de lo
institucional, de manera recurrente la excepción y no la regla a cumplir, para poder
sobrevivir.
4.4 CONFORMACIÓN DE LA JUNTA DE ACCIÓN COMUNAL DEL BARRIO
Debido al número de familias presentes en el espacio territorializado para aquel
momento, en el 2000 se autorizó la primera orden de desalojo en la historia del
asentamiento informal, la cual resultó truncada por la reacción inmediata de los
habitantes del sector, quienes se organizaron “con palos y piedras” para hacer frente a
la situación presentada. Esta problemática generó la intervención del personero, y
posterior mediación del alcalde municipal del momento (William Ángel Rubio Galeano)
frente a los actores instituciones encargados de realizar la diligencia, llegando a un
acuerdo de orden interinstitucional.
En esta lógica, la Paisa (2016) una de las fundadoras del lugar comunica que: Al principio
llegaron los de ferrovías con maquinaria, policía y todo para desalojarnos, nosotros nos
64
alistamos para no dejarnos sacar de aquí; pero fue gracias al doctor William, que al final
no pasó nada… despuesito de eso, se creó la Junta con los que había en el barrio.
Los hechos permitieron que la población se concientizara respecto a las problemáticas
de orden legal que debían afrontar, por encontrarse asentados de manera ilegal sobre el
corredor férreo sin poseer algún título de propiedad que legitimara su permanencia. En
consecuencia, la comunidad en aras de dar solución a las diversas vicisitudes, decidió
fundar por medidas de hecho, una organización cívica, política y social, con el propósito
de establecer de manera formal, un proceso de exigibilidad de derechos, defensa del
lugar y gestión territorial, frente a las instituciones rectoras del municipio y demás actores
en otras escalas gubernamentales.
En este sentido, se fundó la Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio Los Pinos como
una alternativa ciudadana, para trabajar de manera organizada en tres aspectos
prioritarios, que permitieran alcanzar en alguna dimensión, el mejoramiento de las
condiciones vida al interior de la unidad urbana.
Primero, el colectivo orientó su gestión política y territorial en obtener la personería
jurídica para la JAC, la cual posibilitará un reconocimiento legal en su proceder como
órgano de representación comunitaria, con capacidad deliberatoria y decisoria para
enfrentarse desde un enfoque de derecho, a las medidas tomadas por diversos actores
frente al poblamiento. Esta acción desencadenó toda una lógica de “ires y venires” para
la organización cívica del asentamiento; debido a que, con la posible aprobación de la
JAC por parte de las autoridades competentes, los gobiernos de turno se verían en la
obligación constitucional de focalizar los recursos públicos en programas de atención
prioritaria para mejorar las condiciones de habitabilidad en el sector y un posible proceso
de reubicación, como se ejemplifica en la fotografía trece (13) donde se favorecen
algunas familias del barrio para ser reubicadas.
65
Figura 13. Anexo Resolución No. 688
Fuente: Ortiz (2020).
Frente a esta experiencia, la señora Marly Ortiz (2020), presidenta de la JAC del barrio
Los Pinos, narra que: Fue un proceso difícil, debido al conjunto de intereses particulares
que tienen diferentes personalidades frente al barrio, una década de lucha constante,
que se concretó por medio de la promulgación de la resolución 688 de 2011, donde el
alcalde municipal le pedía facultades al concejo para reubicar 102 familias del barrio Los
Pinos y Buena Vista, en la Urbanización Renacer. A partir de este documento, logramos
gestionar el piso jurídico de la JAC en enero de 2012.
66
La gestión organizada de los habitantes frente a las autoridades locales competentes, se
caracterizó por la formulación de diferentes derechos de petición, denuncias ante la
inspección de policía, reuniones formales con las dependencias de la alcaldía, visitas
oculares de personería y algunas tutelas interpuestas ante la administración local y otros
entes, para lograr dignificar en lo más básico, las condiciones de habitabilidad al interior
del barrio.
Un segundo aspecto, vincula las actuaciones del colectivo con el hecho de buscar por
diversos medios (formales e informales), el mejoramiento de las redes en materia de
servicios públicos, las cuales son intervenidas de manera constante con la finalidad de
extenderlas por todo el perímetro de la unidad urbana, gestando de manera parcial
algunas condiciones favorables para los hogares inscritos territorialmente a la zona.
El tercer tema de trabajo, vincula las gestiones de la JAC frente a la alcaldía municipal
para exigir la formulación y ejecución de una política pública integral de vivienda, con
enfoque universal para beneficiar a las familias del asentamiento humano. Una acción
social que desde la voz de la periferia, avanza de manera infructuosa por la corrupción
política y administrativa de los gobernantes de turno; quienes en el trascurso de los
trámites, adjudicación de los contratos y ejecución de las obras, terminan enlodados
presentando sólo resultados parciales a la gente. A pesar de esta situación, se deben
reconocer dos logros alcanzados por la comunidad y su dirigencia:
La adquisición de un lote en el año 2008, situado en el sector de Getsemaní, con
obras básicas de urbanismo y capacidad para reubicar veinte (20) familias que
tuvieran más de diez (10) años de posesión territorial sobre el margen férreo.
El proyecto Urbanístico Renacer, que priorizó la reubicación de treinta y un (31)
familias en casas de interés social para el año 2016, las cuales fueron adjudicadas
inicialmente a población desplazada y damnificados de la ola invernal. Sin embargo,
dos meses antes de la entrega de las viviendas a sus titulares, se presentó un hecho
inusual: el censo fue modificado por parte de la administración del entonces alcalde
67
Alejandro Galindo, quien excluyó varios nombres del listado original y agregó cinco
(5) nuevas familias (beneficiarias), entre las cuales se encontraba la de Humberto
Amaya, hermano de la exdiputada por el Tolima, Martha Amaya. Al respecto, la
comunidad no toleró este presunto acto de corrupción, y decidió tomar medidas de
hecho, encadenándose a las puertas de sus casas como señal de protesta en aras
de hacer la denuncia pública y comunicar la situación a los entes de control.
Frente al caso, Marly Ortiz (2020), actual presidenta de la JAC del barrio Los Pinos, nos
comunica que: De la noche a la mañana nos cambiaron los planes de una forma muy
vulgar, nos alteraron el censo inicial de beneficiarios sin consulta alguna a la comunidad
[…] sacando varios nombres del listado original y metiendo otras cinco (5) familias que
nada tenían que ver con el proyecto, entre esas la de Humberto Amaya, hermano de
Martha Amaya la exdiputada […] cosa que no fue tolerada por considerarse una violación
a nuestros derechos y un presunto acto de corrupción.
De esta manera, la lucha desarrollada por la comunidad a través de su Junta Acción
Comunal, ha sido un proceso difícil a pesar de algunos logros, debido a las
territorialidades e intereses puestos en escena por diferentes actores públicos y privados,
respecto al territorio humanizado; evidenciando todo un juego de poderes que vinculan
la dimensión institucional, económica y política frente a la importancia estratégica que
posee el espacio público invadido y las problemáticas sociales gestadas en la unidad
urbana.
La JAC ha intentado que la administración local se vincule de forma concreta en los
procesos de mejoramiento del barrio, no obstante, el acompañamiento sólo se ha logrado
de manera episódica bajo un enfoque asistencial; por el temor de los mandatarios a
incurrir en un detrimento patrimonial, auspiciando con su accionar la formalización del
área urbanizada, que estimularía la llegada de más pobladores al barrio y la agudización
del poblamiento informal en los márgenes de la ciudad.
68
4.5 LA APARICIÓN DEL LOTEO EN EL BARRIO LOS PINOS
Para finales del año 2000 el barrio agrupaba en promedio unas sesenta y dos (62)
familias asentadas, las cuales ejercían su vinculación con el lugar por medio de la
práctica de invasión, que permitía integrar de manera solidaria a la comunidad frente a
la toma de terrenos. Sin embargo, a mediados de 2003 se presentó una desaceleración
en la dinámica de poblamiento del corredor férreo, generándose una pausa en la
ocupación directa del espacio interpelado; lo que suscitó una fragmentación frente a la
lógica tradicional de apropiación territorial, por una donde la transacción económica
comenzaba a tener gran relevancia.
En esta lógica, la dinámica de urbanización popular como un discurso en acción de las
familias, continuó ligada a los principales tramos de ocupación del asentamiento (partes
fundacionales) sin lograr mayores modificaciones en la configuración territorial del barrio,
regulando su crecimiento, no más allá de los mojones y bordes que determinaban para
entonces los linderos del asentamiento humano; conservando respeto por el agregado
de espacios potencialmente atractivos, considerados como lagunas de monte o baldíos,
sobre los cuales no se debía proyectar la construcción de nuevas viviendas, debido a los
acuerdos previamente establecidos, entre la JAC y la oficina de planeación municipal, a
cambio de poder acelerar los programas de reubicación esbozados para la comunidad.
No obstante, a medida que transcurrió el tiempo, algunas familias del casco antiguo
comenzaron a ejercer la ampliación de sus predios, por medio de la adecuación y
demarcación de espacios tangenciales a sus habitáculos, corriendo cercas y creando
nuevos linderos, que terminaron copando en alguna forma cualquier baldío cercano.
Los nuevos territorios de la vivienda informal se destinaron para diferentes usos, como
fueron: un área para edificar nuevas habitaciones o piezas en el recinto, con la intención
de crear mayores condiciones de comodidad y enfrentar la problemática de hacinamiento
presentada; un espacio para fomentar una huerta productiva que les posibilitara el cultivo
de algún producto de pancoger, contribuyendo a la subsistencia de la familia en el lugar;
69
un espacio susceptible de ser concedido, ofertado o comercializado frente a familias con
una condición social similar, dando paso a otra forma estratégica de ocupación del suelo
urbano al interior del barrio, la cual se reconoció como loteo.
Al respecto la figura catorce (14) y quince (15) permiten evidenciar comparativamente
esa realidad urbana en un antes y después, mostrando como un lote demarcado a partir
de una improvisada cerca de púas sin ningún tipo de construcción, es reservado
potencialmente para la venta en un espacio público de la ciudad; siendo adquirido más
tarde por nuevos residentes, que debieron avanzar con rapidez en el proceso de
autoconstrucción de su casa, aprovechando los recurso materiales disponibles y el
potencial humano presente, con el propósito de subsanar la carencia de alojamiento
presentada.
Figura 14. Lote libre para vender (antes)
Fuente: Ortiz (2010).
70
Figura 15. Nueva vivienda informal (después)
Fuente: Autor
Esta última manera de tomar posesión sobre el margen férreo se estableció como la
segunda opción para ocupar el territorio al interior del asentimiento. Práctica común de
orden comercial-informal, instituida como una dinámica territorial que puso en escena el
acceso al suelo urbano, para familias de escasos recursos con posibilidad de compra,
prescindiendo de las condiciones de habitabilidad reinantes en el lugar y requerimientos
establecidos por el enfoque de la territorialidad jurídica.
Entonces, la invasión y el loteo se convirtieron por excelencia en las dos estrategias para
tomar posesión del suelo en esta zona periurbana de la ciudad, lo que permitió la
densificación rápida del barrio Los Pinos a través del tiempo, por medio de prácticas
comunes utilizadas por todos los residentes del lugar para adquirir, demarcar, poblar y
territorializar un segmento del corredor vial, con la intención de culturizarlo, transformarlo
y convertirlo en la trama relacional de la vida humana.
71
Esta situación permite la resignificación del margen férreo mediante diferentes procesos
de valorización simbólica y material del espacio habitado, dinamizando una relación de
identificación, defensa y afectividad hacia el lugar semantizado, convertido ahora en un
activo de la comunidad donde se inscriben sus nichos territoriales, elementos
espacializados e imaginarios sociales que alimentan sus reivindicaciones y resistencias
frente al modelo urbanizador moderno, excluyente.
La suma de estas maneras de territorialización del suelo urbano (la invasión y el loteo)
contribuyen a la estructuración y crecimiento de una unidad urbana que contrasta con
los esquemas preestablecidos en la lógica regular para hacer ciudad. Una dinámica
territorial, que transforma la funcionalidad pragmática del corredor férreo, por una
alternativa que otorga un margen de protección a las familias; quienes, en medio de sus
dificultades, han creado pautas de comportamiento solidario para fortalecer su
preeminencia y autogestión social del hábitat.
4.6 TERCER MOMENTO DE POBLAMIENTO
En el año 2004 arribaron al asentamiento humano de manera organizada veintiún (21)
nuevas familias, provenientes en su mayoría del área rural y en menor medida, de
centros poblados cercanos; las cuales por encontrarse en una grave situación económica
y en condición de desplazamiento forzado, se vieron en la obligación de invadir y comprar
de manera dirigida, los terrenos en las áreas residuales con peores condiciones
topográficas al interior de la unidad urbana.
Estas acciones permitieron valorar de manera pragmática y funcional el territorio por
medio de dos representaciones elaboradas por la gente: la primera, consideraba los
predios como un activo económico para las familias que podían acreditar su posesión,
haciendo de estos, espacios rentables susceptibles de ser loteados y rentados. La otra,
visualizada como un escenario de control social al servicio de la comunidad, en aras de
cumplir los compromisos establecidos frente a la administración local, para regular el
72
crecimiento del barrio, evitar una crisis sanitaria mayor en el lugar y poder participar
eventualmente de un programa de reubicación en la trama urbana regular de la ciudad.
El nuevo impulso de poblamiento permitió ampliar la configuración espacial del
asentamiento, generando su compactación por la presencia de un sistema de noventa
(90) viviendas autogestionadas sobre el corredor férreo; comunicando en alguna medida,
una etapa de densificación evidenciada en la aglomeración de estructuras artificiales, la
acotación de áreas urbanizables y pugnacidad con algunos límites en el sector;
diezmando la dinámica de expansión del barrio hacia la parte nororiental en este borde
urbano de la ciudad, situación que se logra apreciar en las imágenes dieciséis (16) y
diecisiete (17).
Figura 16. Límite físico sobre el margen izquierdo
Fuente: Autor
73
Figura 17. Límites físicos del asentamiento en la parte nororiental
Fuente: Archivo personal (2014)
Por lo tanto, cada vez que surgía una nueva toma de tierras en la invasión, los miembros
de la Junta de Acción Comunal, trataban de hacer frente a los recién llegados,
informándoles sobre la coyuntura del barrio, las desventajas de llegar tardíamente al sitio
y las órdenes expeditas desde la inspección de policía y la oficina de planeación
municipal, para intervenir la dinámica de poblamiento de manera mancomunada entre
las autoridades competentes y sus residentes.
Una relación complicada que en palabras de Don Ernesto (2014), exsecretario de la JAC
“Nos puso en una situación cuello de botella” que se volvía contradictoria para el papel
de los líderes al interior del barrio, porque de un lado podían ejercer mayor presión frente
a las autoridades competentes para gestionar soluciones habitacionales a las familias
del barrio; pero por el otro, observaban como se complejizaba dicha temática en la
agenda pública, pues la solución sería parcial, además de generar un conflicto interno
en la comunidad por oponerse a la llegada de nuevos residentes, que por razones
humanitarias necesitaban de todo apoyo. En dicha coyuntura, por lo general primó la
74
solidaridad de la comunidad frente a las nuevas familias que arribaban al barrio, con el
objetivo de ayudarlas en tiempo récord con las acciones de ocupación del espacio,
autoconstrucción de la vivienda y socialización con la colectividad. Poniéndose en
escena, el reconocimiento humano de la cuestión del otro y la necesaria inscripción
territorial de las familias flotantes a un espacio vivencial de interacción, resiliencia e
integración social en el contexto de lo urbano.
Para finales del año 2006 el proceso de ocupación por medio de la toma de tierras sobre
los márgenes ferroviarios (tanto derecho como izquierdo) finalizó, porque los lotes
susceptibles de ser invadidos o negociados eran nulos al interior en la unidad urbana.
Esta situación se consolido, por tres factores básicos presentes en el lugar, como fueron:
El primero, se relaciona con las decisiones político-administrativas implementadas por la
alcaldía municipal, para controlar y coaccionar en alguna medida los recientes procesos
de invasión, loteo y renta al interior del barrio, en aras de contener los nuevos esfuerzos
de urbanización en el lugar e intervenir de manera puntual sobre las lógicas de marcaje,
toma de tierras y violación del espacio público. Empero, con la ejecución de esta lógica
de poder, también se estaba interviniendo las conductas consideradas como anormales,
gestoras de caos y delitos en la ciudad.
El segundo factor, hace referencia al conjunto de territorialidades presentes en el sitio,
las cuales generan obstáculos a la dinámica de expansión del asentamiento humano
hacia la carrera 18; un ejemplo de ello es la parcelación del margen férreo al lado derecho
en sus últimos cien (100) metros por parte del Centro Vacacional del Ejército, que delinea
con “cercas y alambres de púa” el espacio público ubicado detrás de este, como se logra
describir en la fotografía dieciocho (18). Delimitando tajantemente un espacio fronterizo
en donde se manifiesta la participación de varios discursos de poder de diferentes
actores, encaminados a definir su inscripción territorial en una área dinámica y
heterogénea; objetivamente representada en el paisaje urbano del sector, las fronteras
invisibles, la dinámica social y configuración de bordes fragmentarios que dan vida a la
voz de la periferia.
75
Figura 18. Juego de territorialidades
Fuente: Autor
El tercer factor que obstaculiza la urbanización espontanea al interior del barrio, es la
condición topográfica visualizada en el margen izquierdo (sentido nororiental), por la
ubicación de una gran acequia que acompaña de manera paralela la lógica de
poblamiento del asentamiento, la cual se aprecia como un borde territorial que involucra
en su recorrido, múltiples espacios de frontera frente a diversos actores económicos
estratégicos del sector.
El canal de aguas servidas se extiende a partir de la intersección de la calle séptima (7)
con carrera dieciséis (16), creando vertiginosos desniveles en el suelo del sector,
haciéndolo poco atractivo para adquirirlo, por ser una zanja que impide cualquier tipo de
edificación sobre el espacio delineado por su cauce.
En vista de lo anterior, la tesorera de la JAC del barrio Los Pinos, la señora Maritza
Polanía (2010) nos dice: En diciembre de 2006 se terminaron de construir todas las casas
en el barrio Los Pinos por las familias que llegaron, pero no la invasión, porque todos
76
esos ranchos cambian de dueños, aquí los venden, los vuelven hacer y otros lo arriendan
como si nada, haciéndonos un mal para la reubicación.
Lo anterior, nos comunica que la parte físico-material que agrupa al sistema de viviendas
en el asentamiento, se encuentra cruzando por un momento de “consolidación” debido a
que, no hay sitios aptos donde construir una casa más. Pero contrario a ello, la vida social
que anima el proceso de significación territorial sobre el espacio apropiado, evidencia
una dinámica constante de reterritorialización, que funciona como una estrategia
adaptativa territorial, dotando de sentido la producción cultural de los pobladores
urbanos.
En consecuencia, las prácticas sociales exclusivas de la comunidad, permitieron
concretar un discurso de poder, recreado en la lucha de los sin casa como promotores
de la ciudad informal, naturalizando su propio interés en un imaginario colectivo que logró
cohesionar el activismo de los destechados, formulando respuestas alternativas frente a
la situación de pobreza extrema que afrontan en su diario vivir. El asentamiento informal
permite valorar a sus gestores como sujetos eminentemente territoriales que necesitan
estar articulados a un espacio socializado y culturizado, para poder desarrollar su vida
cotidiana, estableciendo un modo de ser y de estar al interior de la sociedad; expresando
un momento histórico de su acción y estrategia político-cultural, focalizada
contextualmente en la búsqueda del cambio social.
Escenario de inscripción territorial significado por el proceder histórico de la gente sobre
el espacio interpelado, logrando conferirle sentido a la vida social desarrollada en el nicho
territorial, por medio de acciones que dignifican sus luchas tales como: estar inmerso en
la agenda pública de la administración local como ciudadanos actuantes de la realidad
habitacional de la ciudad, celebrar de manera colectiva fechas representativas y logros
de la gente, exigir desde un enfoque de derecho las condiciones básicas para el mínimo
vital al interior de los hogares e incluso, tomar de medidas de hecho para alzar la voz
desde los espacios otros.
77
5. EXPRESIONES DE TERRITORIALIDAD EN EL ASENTAMIENTO
El territorio producido por el asentamiento humano del barrio Los Pinos en el municipio
San Sebastián de Mariquita, es un producto sociocultural gestado por diversas acciones
significativas de los residentes en el tiempo, las cuales involucraron todo un cúmulo de
motivaciones, propósitos, disputas y acciones de poder de la población; de cara a los
diferentes actores públicos y privados con interés en cuanto al espacio territorializado
por la comunidad. Una expresión territorial caracterizada por ser la respuesta de los
pobladores frente a las dinámicas de exclusión social, segregación espacial y lucha
territorial, experimentadas de manera cotidiana en el contexto de la ciudad;
representando las demandas sociales de la gente en la periferia respecto a una realidad
adversa que obstaculiza en la mayoría de ocasiones, las aspiraciones de cambio de los
actores sociales.
En esta coyuntura, la pobreza multidimensional vivida a diario, se convierte en un factor
que dinamiza los ejercicios de territorialidad al interior de la unidad urbana, incentivando
la capacidad de organización comunitaria y solidaridad del colectivo para lograr
cohesionar de manera temporal a la población en objetivos estratégicos en beneplácito
de la mayoría. Emergiendo todo un conjunto de modalidades específicas del poder desde
las áreas territorializadas, que establecen una lógica de integración, defensa y control
territorial; contrario a otras formas del poder que yuxtaponen sus lealtades respecto a los
procesos de apropiación desarrollados por las familias del sector.
Las diversas territorialidades presentes en el asentamiento humano, posibilitan poner en
escena las relaciones de identificación de los individuos frente al territorio, forjando
expresiones de apego, ratificación, control y exclusividad del lugar habitado; dinamizando
la configuración del contenedor social, donde los ciudadanos se involucran e identifican
con ciertos patrones de vida que caracterizan su forma de ser y de estar en el barrio.
78
Un área territorial que inscribe toda una red de dinámicas sociales, económicas y
políticas por la acción de diversos actores con intereses puntuales sobre el nicho
territorial, haciendo de este, un espacio en disputa sujeto a diversas representaciones,
tanto instrumentales como simbólicas, cada una con su connotación significativa, como
se asocia en la imagen diecinueve (19); las cuales se manifiestan en las tensiones,
subjetividades y territorialidades que convergen en el barrio, forjando un palimpsesto de
procesos que involucran el soporte físico del espacio y la producción social derivada de
la actividad humana sobre él.
Figura 19. Dominio territorial entre los destechados y el parqueadero.
Fuente: Autor
El proceso de resignificación y transformación del espacio territorializado por la gente,
ha permitido poner en escena un imaginario colectivo respecto al uso del suelo y la
función social del espacio público donde se organiza la unidad urbana. Una
representación social que pone en tela de juicio la destinación específica de orden
areolar del corredor férreo, vulnerada desde la voz de la periferia por la urdimbre de
relaciones comunitarias complejizadas en el lugar, estimulando el crecimiento de la
79
ciudad de manera espontánea por medio de tramos irregulares que desafían
constantemente sus límites institucionales. De esta manera, frente a la norma y su
jurisprudencia, la realidad del déficit habitacional se expresa con total autonomía,
haciendo del marco jurídico la excepción, en un juego de poderes que otorga mayor
sentido a las demandas habitacionales de las familias, con el fin de permanecer inscritos
culturalmente a un determinado tejido social en el contexto de la ciudad.
Este sistema de acciones destinadas a mantener los procesos de codificación,
significación, defensa e identificación con el lugar, se entienden como factores
intencionales que acompañan el desarrollo histórico del asentamiento informal hasta la
actualidad. Recreando a través del tiempo, diferentes maneras de apropiación del
espacio antropizado; expresado en el sistema de elementos territoriales que actúan
como significantes de una gran dinámica social, reflejando la sumatoria de múltiples
prácticas de autogestión del hábitat por parte de las familias que coexisten en el lugar.
La forma de poblamiento expresada en la unidad urbana Los Pinos, permite que los
integrantes de la comunidad, lleven a cabo acciones para mantener la pervivencia, la
intervención y la protección del territorio ganado, respecto a otros actores, que reflejan
algún margen de territorialidad negativa sobre la invasión del corredor férreo, situando al
asentamiento como un escenario dialéctico de negociación y conflicto.
Estas dinámicas territoriales toman sentido por los conflictos que se presentan en la zona
de influencia del asentamiento informal, reflejando los diversos procesos de posesión e
identificación de actores públicos y privados, respecto al territorio ocupado de manera
informal por la comunidad. Un nicho territorial en disputa donde los individuos a través
de sus prácticas cotidianas, ratifican el dominio y vinculación frente al espacio
socializado; imprimiendo una red de afectos y relaciones de solidaridad que posibilitan la
valoración y defensa del lugar; demostradas en las expresiones de apropiación territorial,
su pugnacidad, control y exclusividad del espacio relacional.
80
5.1 LA VÍA FÉRREA COMO UN ESPACIO DE NEGOCIACIÓN Y CONFLICTO
La vía férrea desde una perspectiva institucional es un espacio público producto de una
lógica de territorialidad jurídica, representada en el sistema de valores de poder del
Estado colombiano en los territorios que integran su perspectiva areolar del país;
regulada a través de un enfoque de derecho, que determina su especialidad, función y
estructura, siendo guiada por los intereses político-administrativos, sociales,
macroeconómicos y desarrollistas. El corredor férreo, involucra una gran red de
infraestructura en materia de comunicaciones, buscando la integración territorial de los
diferentes centros urbanos del país, para estimular el desarrollo económico y social de
las regiones, en aras de potenciar su competitividad en el mercado nacional.
La Ley 105 de 1993 en su artículo 12, numeral 4, reconoce a la vía férrea como parte de
la “infraestructura del transporte a cargo de la Nación”, cuya propiedad cumple la “función
básica de integración de las principales zonas de producción y de consumo del País”;
otorgando un margen de territorialidad exclusiva de orden positivo, frente a los actores
económicos y la cuadricefalia urbana que ordenan la configuración territorial actual. Un
bien público que a la fecha es responsabilidad de la Agencia Nacional de Infraestructura
(ANI), pero cuya conservación, vigilancia y control, corresponden a la “Nación y a las
Entidades Territoriales” en cada “uno de los componentes de su propiedad” según lo
determinado en el artículo 19 de la citada ley. (Congreso de Colombia, 1993, p.6, 8).
Por tanto, la vía férrea no debe estar sujeta a la ocupación informal de los espacios que
configuran su territorialidad, sino por el contrario se debe proteger según lo estipulado
en el artículo 3 de Ley 76 de 1920, que reza “En los terrenos contiguos a la zona de un
ferrocarril no podrán ejecutarse, a una distancia de menos de veinte metros a partir del
eje de la vía, obras que perjudiquen la solidez de esta…” ratificando que, tanto la vía
como los márgenes férreos son obras estratégicas al servicio de la conectividad, el
mercado y la modernización del país; los cuales no deberían ser ocupados o intervenidos
de forma ilegal por ningún actor social. (Congreso de Colombia, 1920, p.1)
81
Una lógica jurídica que promueve el reconocimiento, construcción y protección del
corredor férreo a partir de un marco normativo instituido como legal. No obstante, desde
la década del setenta la desfinanciación de la empresa Ferrocarriles Nacionales de
Colombia, conllevó al decaimiento del transporte férreo y al abandono paulatino de los
bienes de infraestructura, generando una evidente responsabilidad civil extracontractual
del Estado, como se logra caracterizar en la figura veinte (20).
Figura 20. Abandono de las vías férreas
Fuente: Autor
La crisis se agudizó con la reorganización, reestructuración y liquidación de la empresa
Ferrocarriles Nacionales en el año de 1991, por medio de la Ley 21 de 1988 y Decreto
1586 del 18 de julio de 1989, dando paso a la creación de la Empresa Colombiana de
Vías Férreas (Ferrovías), para explotar, rehabilitar, modernizar y administrar la red férrea
82
nacional. Sin embargo, la nueva entidad no cumplió debidamente con sus funciones y
terminó agudizando los procesos de omisión institucional, hasta el punto que entregó sus
funciones en el 2004, al Instituto Nacional de Vías (Invías) y este, a la Agencia Nacional
de Infraestructura (ANI) en el 2011.
Esta inestabilidad institucional produjo una crisis en la dinámica territorial de orden
areolar, reduciendo los ejercicios de preservación, intervención y vigilancia sobre el
espacio público, estimulando el abandono paulatino de la red ferroviaria en casi 2.379
kilómetros, dejando vulnerables las principales rutas ferroviarias del Alto Magdalena;
entre ellos, el trayecto que conectaba por la zona norte al departamento del Tolima con
el centro del país.
A partir de este momento histórico la regulación y preservación de la vía se delegó
exclusivamente a los entes territoriales cruzados por el cordón férreo, los cuales actuaron
de manera residual frente a la petición institucional, porque carecían de capacidad
operativa y presupuestal para cumplir normativamente con la obligación estatal, en un
contexto donde las demandas habitacionales desbordaban las respuestas de la política
pública en materia de vivienda a nivel nacional. En este sentido, las autoridades locales
a nivel municipal se tornaron contemplativas frente a la magnitud de los ejercicios de
apropiación del corredor férreo por parte de diferentes sectores sociales, cuyas prácticas
de ocupación estimularon todo un patrón de poblamiento de la ciudad hacia las periferias
siguiendo la lógica de la vía férrea.
El poblamiento sobre los márgenes de la vía férrea en el transepto del barrio Los Pinos,
obedece a un conjunto de cinco (5) causas, que han motivado el proceso de
asentamiento de las familias sin techo en el lugar. Estas son:
Se evidencia una omisión institucional a nivel nacional, representada en la función de
las diferentes entidades públicas que, a través del tiempo tuvieron a cargo la
responsabilidad de mantener, rehabilitar y salvaguardar el corredor férreo al interior
del municipio; las cuales una vez surtidos los embrionarios procesos de ocupación
83
del territorio, contemplaron el hecho de forma pasiva sin actuación inmediata para
regular las prácticas de invasión.
Ante la ocupación informal de los terrenos pertenecientes a la nación, las autoridades
competentes a nivel local como: la personería, la oficina de planeación, la comisión
de plan del concejo municipal y el primer ordenador del gasto; tomaron posiciones
contradictorias. En primer lugar, toleraron la dinámica de ocupación de los márgenes
férreos por parte de los destechados, luego trataron de reprimir el poblamiento por
medio de la actuación policial, pero rápidamente asumieron un dialogo; estableciendo
unos acuerdos puntuales muy parecidos a la figura de confianza legítima. Por último,
aceptaron el poblamiento, interviniendo de manera humanitaria a las familias
asentadas en el lugar. En consecuencia, se toleraron en alguna instancia, esas
dinámicas de territorialidad desarrolladas por los invasores, pero también se participó
de manera consciente en las diferentes disputas territoriales de orden histórico en el
desarrollo de la unidad urbana de hábitat precario; haciendo del poblamiento sobre
los márgenes férreos un escenario de constante negociación y conflicto.
Los márgenes férreos son corredores viales estratégicos intervenidos de manera
técnica, lo que supone un suelo en condiciones favorables, potencialmente atractivo
para las familias del asentamiento por la función que cumplió en un determinado
momento histórico. Lugar antropizado frente al cual se imprimen en la actualidad
nuevas transformaciones, por el agregado de territorialidades que resignifican el
sentido otorgado por la institucionalidad, desplazando su objetivo inicial por uno
estrictamente habitacional.
Las diversas oleadas poblacionales producto del desplazamiento forzado, generadas
por el conflicto armado interno en los últimos treinta (30) años, agudizó el crecimiento
irregular de las ciudades pequeñas en Colombia; este fenómeno se puede observar
de manera objetiva en Mariquita (Tolima), con el asentamiento informal del barrio Los
Pinos, el cual se caracteriza por ser un lugar de recepción de familias
desterritorializadas a causa de la guerra vivida en sus terruños. En este caso, las
84
familias desplazadas residentes en la unidad urbana son numerosos grupos que
llegaron a territorializar el espacio público con el auspicio de algunos actores políticos
de la región, inscribiendo su acción colectiva en las demandas habitacionales
promulgadas por el tejido social actuante en el lugar; en aras de sumar sus sinergias
a ese gran acto de ciudadanía urbana, que refleja la lucha territorial del pueblo por el
derecho a la ciudad y su reconocimiento constitucional.
A nivel estadístico se logran apreciar los siguientes datos: primero, el Índice de
Pobreza Multidimensional (IPM) en el censo del 2005, reportó un total de 32.463
habitantes, de los cuales 15.830 fueron clasificados como pobres por IPM, siendo el
48,76% de la población, identificando que el mayor rango de privaciones se encuentra
principalmente en las dimensiones de: trabajo, educación, acceso a los servicios
públicos y condiciones de vivienda. El segundo, hace referencia al déficit habitacional
al interior del municipio que para el año 2011, se ubicó en un 30,81% del total de
hogares, presentando el mayor índice cuantitativo en la cabecera municipal por el
hecho de agrupar la más grande proporción de habitantes. (Zabala & Torrez, 2014)
Como resultado se desarrollan en el asentamiento un conjunto de territorialidades que
expresan los conflictos de los habitantes frente a diversas instituciones públicas y
privadas con responsabilidad e intereses instrumentales en el área poblada. En este
escenario, cada una de las instituciones trata de aplicar por medio de sus marcos
conceptuales (filosofía, política e ideología) y fuerzas de disciplinamiento (sanciones
jurídicas y actuación policial); formas de organización específicas, protocolizadas como
formales respecto a los destechados para regular sus acciones y vincularlos de manera
funcional al mercado de los atributos urbanos, a través de la implementación del marco
jurídico, pero vulnerando la realidad social de los residentes en el lugar.
Lo que conduce a pugnas en el territorio por la transgresión de las medidas
institucionales aceptadas como legales para producir espacios residenciales al interior
de la ciudad, debido a las respectivas relaciones de contrapoder, vecindad, solidaridad y
sentido comunitario de los sin casa; avivadas en actos ciudadanos que desafían las
85
dinámicas areolares de enfoque institucional. En este orden, los conflictos legales,
políticos y sociales evidenciados en dicho contexto fueron: primero, la problemática de
la unidad urbana frente a INVÍAS, sustentada en la ubicación del asentamiento informal
sobre los márgenes férreos invadiendo sus áreas, haciendo de estos el espacio
relacional del proceso de urbanización, expresando una dinámica de privatización de un
bien de uso público, confrontando la territorialidad jurídica del espacio público.
La ocupación del margen férreo de manera ilegal ha desencadenado desacuerdos
permanentes entre los residentes del barrio Los Pinos, el Ente Territorial y el Instituto
Nacional de Vías (INVÍAS), reflejados en diferentes aspectos que marcan sus intereses
y proyecciones frente al territorio, como son:
La solicitud de Ferrovías en el año 2000 para desalojar a los residentes del barrio por
medio de una orden judicial, obligando al municipio a recuperar el corredor férreo
invadido, acción que resulto truncada por la respectiva mediación de la personería
municipal, el alcalde de la época y algunos actores políticos de la región, quienes
mediante un dialogo extenso, lograron posponer la diligencia por parte de las
autoridades encargadas, estableciendo con estas compromisos temporales y
soluciones alternativas respecto a la problemática. Frente al hecho, la señora Gloria
Quintero (2010), expresa que “aquí llegó la policía, la defensoría del pueblo, la jueza
y hasta el diablo a sacarnos, pero nosotros ya sabíamos cómo era la vuelta y nos
organizamos”. Este tipo de defensa permite observar la respuesta planificada,
pensada por el colectivo para proteger la vida y bienes de las personas, valorando
simbólica e instrumentalmente el espacio antropizado.
En el marco de la investigación se determinó que existen presiones jurídicas por parte
de INVÍAS frente al ente territorial, las cuales se sustentan por medio de formalidades
y requerimientos establecidos en la normatividad con el objeto de regular el
poblamiento y recuperar la vía pública; prueba de ello se logra apreciar en la imagen
21 donde las directrices son claras según el marco jurídico vigente. En esta temática,
Corredor (2020), subdirector de la red terciaria y férrea de dicho Instituto, ratifica que:
86
El Instituto Nacional de Vías-INVIAS es el propietario de la Red Férrea Nacional
en virtud de la liquidación de la extinta Empresa Colombia de Vías Férreas-
Ferrovías mediante el Decreto 1791 de 2003, por tal motivo en varias
oportunidades se ha solicitado a la Alcaldía de Mariquita en el Departamento del
Tolima apoyo y cumplimiento de la normatividad dispuesta para proteger los
bienes de uso público, entre los que se encuentran los bienes inmuebles que
conforman el corredor férreo, sus zonas anexas, contiguas o de seguridad. (p.1)
Una postura institucional donde la responsabilidad se descarga de manera explícita
sobre la alcaldía municipal de Mariquita y su competencia para salvaguardar los bienes
inmuebles que conforman el corredor férreo con sus zonas anexas, contiguas o de
seguridad, por el carácter de uso público que poseen, se encuentren activos o no. Esta
situación ha generado grandes desafíos a los diversos administradores de turno, quienes
se han quedado cortos en la búsqueda de soluciones concretas para reubicar de manera
total la población del sector, pues la problemática desborda su capacidad de respuesta;
quedando la gestión limitada a contemplativas reuniones a puerta cerrada al interior del
despacho municipal sólo con los líderes del barrio en aras de evitar el cabildo abierto y
el debate de manera general. Frente a este proceder, los representantes del barrio se
ven en la obligación de transmitir la información institucional en sesión extraordinaria a
los demás integrantes de la JAC, convocándose posteriormente a una asamblea en el
barrio para difundir la información de manera general a la comunidad, creándose una
sensación de descontento, incertidumbre, inestabilidad y temor por el futuro de los
hogares. Respecto al caso, Don Antonio Sánchez (2012) menciona que “Tenemos
mucho temor de perder lo poco que hemos conseguido en la vida, porque todavía no
somos beneficiarios de ningún proyecto de reubicación y cada cuatro años el alcalde que
llega nos cambia los planes sin darnos seguridad de nada”.
87
Figura 21. Anexo respuesta de INVIAS
Fuente: Autor
El Instituto Nacional de Vías (INVIAS) y La Agencia Nacional de Infraestructura (ANI),
han realizado de forma esporádica algunas intervenciones institucionales al interior
del asentamiento, relacionadas con: sondeos de población, levantamientos
topográficos, recolección de datos georreferenciados y registros audiovisuales;
procedimientos desarrollados con el debido acompañamiento de las autoridades
policiales del municipio, secretaría de planeación municipal y defensoría del pueblo;
llevando consigo un mensaje objetivo a la población en temas referentes a la
propiedad del suelo, delitos que se gestan por la privatización del espacio público y
la recuperación imprescindible de la vía por parte de los entes encargados.
88
Segundo, los conflictos entre el asentamiento informal y la alcaldía municipal. En el
marco de la investigación, se pudo identificar unas problemáticas de corte urbano,
político y administrativo que subyacen con la urbanización informal, planteando desafíos
administrativos a las secretarias públicas encargadas de planificar estratégicamente el
territorio a nivel local, para promover el bienestar de la población. Estas discrepancias
son:
Existe una paradoja entre el reconocimiento excluyente de la problemática y su
abordaje parcial por parte de la Secretaría de Planeación y TICs (SPT), girando frente
al hecho de mostrarse de acuerdo con el asentamiento humano Los Pinos de manera
protocolaria, como unidad espacial perteneciente al perímetro urbano de la ciudad;
pero careciendo de una debida interpretación de los procesos sociales que lo recrean,
lo cual permitiera superar la imagen abstracta, remitida únicamente a la parte físico-
espacial del barrio, pasando a una representación social que reconozca y dignifique
la cultura popular constructiva de los pobladores urbanos, valorando su expresión y
significados en las prácticas vinculantes de territorialización.
Se logra observar que la categoría vivienda informal como forma y contenido ha sido
tratada marginalmente por parte de las secretarías de: Infraestructura, Planeación,
Desarrollo Social, Hacienda y Gobierno; invisibilizando su importancia para construir
un marco conceptual crítico, propositivo y contextual, que permita a la administración
local, crear un acercamiento real frente a la función social y cultural que imbrica el
hecho de morar y habitar; transitando de la técnica caracterización superflua de
habitáculo, hacia una fundamental relación vivencial de la gente con el espacio
significado, dignificando la autogestión social del hábitat por medio de la
potencialización de sus dataciones iniciales dentro de un enfoque de derecho.
Al interior del asentamiento se han implementado estrategias de regularización
directa par parte de los administradores locales de turno, con la intención de crear un
proceso de disciplinamiento social en los pobladores del lugar, perfilando en alguna
medida los comportamientos que se deben adoptar en el barrio para que procedan
89
dentro de lo instituido como normal. Frente al caso, se describen situaciones como:
las decisiones destinadas a intervenir el poblamiento, focalizando las áreas
susceptibles de ocupar, ceder o subdividir; la aplicación de una cultura del terror por
medio de amenazas constantes de desalojo, para que la población cumpla los
acuerdos establecidos y autorregulen la urbanización ilegal sobre los márgenes
férreos; los constantes patrullajes de miembros de la policía nacional y el trato
despectivo que estos ofrecen a los residentes del lugar; el cierre de la guardería
infantil que funcionó hasta mediados del 2013 en la unidad urbana y por último, la
desterritorialización de la caceta comunal en el año 2016 por autorización de
planeación municipal. De modo que, se pone en escena una lógica de orden y control,
aplicada al espacio vivencial de la otredad, buscando gestionar y producir una
sociedad normalizada en beneplácito del poder institucional. Lo anterior se puede
ejemplificar en el caso de Doña Alba Montoya (2010), narrando que “como yo tenía
cuatro (4) niños cuando llegué al pueblo y no tenía donde vivir, entonces fui a la
alcaldía, allá me cedieron este lotecito para que construyera, y conozco otros que
llegaron gracias a esos permisos”. Asimismo, Don José Ignacio Gaitán (2012),
expresidente de la JAC comunica que “la alcaldesa que había en ese tiempo, nos
tendió la mano, ella vino y le pidió un lote al vecino diciéndole, que donde él vivía era
muy grande, que cediera un pedazo a una pareja de ancianos muy necesitados”. Una
forma de proceder que permite a los organismos competentes clasificar y regular el
poblamiento del lugar, con la intención de evitar la delincuencia y crecimiento urbano
descontrolado sobre el borde la ciudad.
Tercero, las tensiones con los sectores residenciales contiguos. En esta coyuntura, se
identificaron un conjunto de territorialidades que reflejan un comportamiento conflictivo
en acciones cotidianas llevadas a cabo tanto por los residentes de la invasión, como por
los habitantes de los barrios regulares aledaños. Estas son:
Algunos pobladores del área residencial (regular) han cimentado un imaginario frente
a los habitantes de la invasión Los Pinos, creando un proceso de estigmatización a
partir de prejuicios por las problemáticas sociales presentadas en el sector,
90
terminando en ultrageneralizaciones que afectan el tejido social y la dignidad humana.
En este ámbito, la señora Marcela Sánchez (2016) expresa “Mucha gente juzga a las
personas que viven en la invasión sin conocerlas, creyendo que todos son ladrones,
marihuaneros y delincuentes […] cuando en verdad son más los buenos que los
malos”. Lo que simboliza la puesta en escena de una mentalidad de poder, que
pretende ordenar desde las relaciones de vecindad la vida de los individuos según su
contexto habitacional, clasificándolos de antemano como generados del caos al
interior de la ciudad.
Un conflicto latente evidenciado en el sector, es la territorialidad construida a partir
del consumo y venta de estupefacientes al interior del asentamiento y sus límites
fragmentarios, en los cuales se demarcan sendas de uso común que conectan las
casas de expendio con los mojones estratégicos de distribución y consumo;
desbordando las fronteras físicas del barrio e involucrando otros territorios aledaños,
como el parque infantil de Villa del Sol, las garitas y el sector de los mangos en el
Club San Sebastián; reflejando una dinámica exclusiva de control y dominio territorial,
que desafía constantemente la normatividad, la sana convivencia y el ejercicio de la
fuerza pública.
A nivel investigativo se determinó que son habituales las riñas callejeras al interior de
la unidad urbana, entre dos grupos que se enfrentan por mantener el control territorial
y monopolio de los negocios irregulares desarrollados en la zona, como son el
microtráfico, la receptación y deshuese de artículos hurtados. Consolidando una
atmósfera social de constante hostilidad cargada de manifestaciones violentas,
producto del enfrentamiento de las bandas, las cuales por su cuestionado proceder,
terminan recibiendo de forma directa rechazo, abandono, silencio y cuestionamientos
de orden moral por parte de la comunidad. Asimismo, la situación empeora cuando
la Policía Nacional interviene en el barrio para restablecer de manera eventual el
orden; puesto que con su proceder se atiza la confrontación, enarbolando los ánimos
y dando paso a grescas que terminan afectando la convivencia del lugar y la
tranquilidad de las áreas residenciales fronterizas.
91
Cuarto, los conflictos del asentamiento humano con las empresas privadas presentes en
el sector. El territorio significado por la unidad urbana Los Pinos, es un espacio vinculante
donde convergen diversos propósitos por parte de diferentes actores económicos de
orden local, los cuales expresan sus territorialidades por medio de acciones concretas
que reflejan su poderío en la zona, tratando de establecer una exclusividad frente al uso,
funcionalidad y dominio territorial, reflejando desacuerdos traducidos en pequeñas
disputas como son:
Existe un conflicto latente con la Embotelladora Glacial por el uso compartido de la
acequia recolectora de aguas lluvias, que pasa por un lado de la empresa y se
extiende prácticamente trescientos metros (300 m) por debajo de las viviendas
informales territorializadas en el margen izquierdo del barrio. El conflicto radica en el
desagüe de las aguas servidas liberadas por la empresa cada dos meses, debido a
las actividades de mantenimiento en la planta, las cuales bajan por el canal de
recolección y terminan damnificando a la población al otro lado de la carretera. Las
aguas expulsadas son de un color amarillo y generan fuertes olores, aunando más
complicaciones a las condiciones ambientales, higiénicas y satinarías del lugar. Al
tiempo que, la gran cantidad de líquido residual expedido, termina creando daños en
las conexiones de alcantarillado con descarga directa, revirtiendo el curso de los
desechos tubería arriba. Esta situación se puede evidenciar en varias quejas
interpuestas por la comunidad en la Inspección de Policía con el objetivo de buscar
una solución adecuada a la problemática por medio de la intervención del ente
competente, forjando la posibilidad de establecer una resolución consensuada al
conflicto a través de actos administrativos, situación que se describe a continuación
en las imágenes veintidós (22) y veintitrés (23).
No obstante, en la actualidad la problemática sigue latente, puesto que la oficina de
infraestructura municipal por la condición de informalidad del asentamiento humano, se
abstiene de realizar obras básicas de urbanismo que conlleven al mejoramiento de las
92
condiciones de habitabilidad; proponiendo como única alternativa, la posibilidad de
participar en un futuro cercano en eventuales proyectos de reubicación.
Por ende, la postura de las entidades competentes respecto a la situación que viven los
habitantes, no garantiza en lo más mínimo los requerimientos básicos indispensables
para asegurar la digna subsistencia de las familias en la unidad urbana, dejando como
manifiesto su negativa ante cualquier tipo de inversión pública en materia de
infraestructura.
Figura 22. Anexo: Visita ocular
Fuente: Autor
94
En este orden investigativo, se logró determinar que desde mediados de 2018 un
espacio verde cercano al asentamiento, como se puede observar en la imagen
veinticuatro (24), utilizado como sitio de recreación por los niños y jóvenes del sector,
fue resignificado por un actor económico que desterritorializó a la población del mojón
e instauró un parqueadero para vehículos de carga pesada en el lugar, visualizado
en la fotografía veinticinco (25). El hecho produjo gran conmoción en el sector por
razones como: la pérdida del espacio de integración, la modificación del paisaje de
forma rápida y la demarcación del área por medio de objetos artificiales que
terminaron creando una frontera fija, instituyendo una nueva lógica de poder sobre el
predio delimitado.
Figura 24. Antiguo espacio recreacional del asentamiento
Fuente: Autor
95
Figura 25. Desterritorialización
Fuente: Serrato (2018)
En esta situación, una delgada cerca de acero establece la parte divisoria entre el
parqueadero y el asentamiento humano, resaltando la yuxtaposición de territorialidades
que convergen al interior del espacio en conflicto, comunicando diferentes formas de
territorialización presentes en la periferia, sujetas a constantes acciones de ratificación,
tenencia e inscripción territorial de los actores, alterando la cotidianidad de las partes en
disputa y limitando su espacialidad, configuración que se resaltar en la imagen veintiséis
(26).
96
Figura 26. Yuxtaposición de territorialidades
Fuente: Autor
Tras la ubicación del asentamiento frente a la zona de almacenamiento de la Planta
Terpel, han surgido algunas prácticas que ponen de manifiesto la inconformidad de
la empresa por compartir un espacio limítrofe con la unidad urbana irregular, las
cuales se llevan a cabo en un borde fijo, caracterizado por la consolidación de un
gran obstáculo artificial que expresa un ejercicio exclusivo de territorialidad ligado al
poder económico del sector industrial. En esta lógica, la constante vigilancia y control
del territorio areolar, se impone ante cualquier discurso de contrapoder de los
destechados con la finalidad de privatizar el espacio fronterizo. Es así, como la
empresa respecto a diversos intentos de ocupación, ha reaccionado con acciones
peculiares como: la instalación de una red de serpentinas sobre las cercas
metalizadas, alargando las extremidades filosas hacia afuera, como se evidencia en
la figura veintisiete (27), la activación de cañones de agua para neutralizar la
97
instauración de los habitáculos sobre el espacio en disputa y, la intervención
inmediata con acompañamiento directo de autoridades policiales competentes.
Figura 27. Límite fijo con Terpel
Fuente: Autor
Al respecto, Don José Alfredo Raigoza (2012) nos dice que “Hace como ocho años, unas
familias se metieron al otro lado de la carrilera, pero la demora fue que comenzaron hacer
los ranchos y prender fogones, y rapidito desde allí, los empezaron a chorrear con un
agua jabonosa”. De igual forma, el abuelo indígena Cunampia (2014), señala “La
empresa ha hecho de todo para que la gente no se le meta ahí, ha sembrado limón
swingle, ha levantado cercas de cemento con alambre de púa, ha puesto un enmallado
con chuzos, para evitar los vecinos”. Lo que hace evidente la defensa territorial del
espacio industrial por cualquier medio, con la intención de mantener al margen de sus
instalaciones todo tipo de poblamiento informal que pueda alterar la exclusividad sobre
el espacio valorizado, frenando de manera vertical la lógica de urbanización que se
desarrolla con gran fuerza en la zona.
98
5.2 LOS FACTORES QUE EVIDENCIAN LA TERRITORIALIDAD
El territorio estudiado es un espacio antropizado con unas características particulares de
orden social, las cuales determinan la realidad urbana del asentamiento humano en el
contexto de la ciudad de San Sebastián de Mariquita. Un espacio socializado y
culturizado, a partir del esfuerzo colectivo de los actores que se inscriben territorialmente
dentro del lugar, autogestionando su hábitat en oposición a lo formal; por medio de un
sistema de acciones, comportamientos y lenguajes simbólicos, que terminan
semantizando la lógica de poblamiento del barrio, con toda una espacialidad que pone
de manifiesto las relaciones de exclusividad, pertenencia y posesión de los destechados
en un límite fragmentario de la urbe.
En este ámbito, algunos factores que evidencian las dinámicas de territorialidad del
asentamiento son: primero, el elemento físico-material. Este hace referencia de manera
expedita al sistema de viviendas informales que se extiende sobre los márgenes del
corredor férreo, estimulando una lógica de poblamiento que contrasta con el orden
urbano planificado, dinamizado por la multiplicidad de actos de apropiación cultural del
territorio que permiten vincular las sinergias de la gente y la realidad física de la unidad
urbana, estimulando dialécticamente la estructuración de los habitáculos a lo largo del
corredor vial, desplazando su naturaleza inicial por una exclusivamente residencial de
orden popular, que converge en la consolidación de un escenario vivencial para un
conjunto de población excluida del mercado inmobiliario en el país, como se logra
relacionar en la imagen veintiocho (28). En este ámbito, se establece un tipo de
territorialidad positiva, integrando a las familias que conviven e interactúan de manera
consciente sobre el espacio socializado por medio de sus relaciones comunitarias,
solidarias y de poder; exclusividad que permite forjar un fuerte proceso de identificación
y afectividad de los residentes frente al espacio ocupado y valorizado, convirtiéndolo en
un contenedor social donde pueden encontrar protección, sociabilidad, solidaridad y
representación territorial ante la adversidad.
99
Figura 28. Territorialización
Fuente: Autor
El segundo factor que dinamiza la territorialidad de las comunidades es el cultural, porque
permite significar el proceso de urbanización informal del barrio Los Pinos como una
práctica común utilizada por los sectores populares para buscar respuesta a su déficit
habitacional, fomentando la construcción de una trama urbana emergente en el contexto
de la ciudad; la cual se consolida como un territorio alternativo en donde se desarrolla
una relación comunitaria entre los pobladores del lugar, posibilitando su identificación y
cohesión respecto al territorio apropiado y semantizado tanto en el ámbito material como
simbólico, permitiéndole a la gente ser urbanizadores de sus hogares, autoproduciendo
su hábitat y entorno social al margen de lo protocolizado como formal, fragmentando con
su proceder las lógicas estéticas y racionalistas de la ciudad.
Lo que significa, la construcción de dos tipos de ciudad: una amplia y organizada, sujeta
al discurso hegemónico del mercado inmobiliario, legitimado en el modelo de ciudad
100
industrializada, y otra que, ante la óptica del sistema capitalista se observa como un
escenario de potencial amenaza para su orden territorial, porque en ella se agrupa un
conjunto de población excluida de los focalizados beneficios otorgados por las políticas
públicas en el contexto nacional, acelerado por las dinámicas de pauperización de las
condiciones de vida de la gente en las periferias de la urbe. La acción colectiva de estos
últimos, desafía de manera frontal la estructura de dominación implantada por el primer
modelo, creando en dichos escenarios una espacialidad única de organización social y
resistencia que trata de dar sentido y legitimidad a las demandas histórico-culturales de
quienes viven en un estado de marginalidad social.
Bajo este enfoque, el factor cultural se convierte en la principal herramienta que facilita
el proceso de adaptación y transformación del territorio, siendo utilizado como canal lleno
de contenidos y sentidos, posibilitando la comunicación, identificación, convergencia e
interacción entre la población y el espacio socializado, imprimiendo cambios
significativos para el desarrollo de la vida en la unidad urbana.
En este escenario de constante interacción, el espacio territorializado se convierte en un
activo de la comunidad, creando una atmósfera de conocimiento común socializada y
culturizada por los individuos, de manera que sus significados socioculturales, incide en
el campo semántico de la espacialidad, manteniendo relación con cualquier integrante
del grupo con capacidad de gestionar desde la base popular, los procesos políticos,
comunitarios, sociales y económicos en beneficio de las familias del sector, como se
pude observar en la imagen veintinueve (29). Expresando una territorialidad avivada por
la vinculación de la población a su territorio, desplazando la lógica areolar de orden
institucional por una recreada a través de las prácticas, experiencias, saberes y sinergias
de los actores, en busca de garantizar la defensa, control y preeminencia sobre el
espacio relacional; evidenciando que el ser humano es un sujeto eminentemente
territorial que necesita estar articulado a un espacio culturizado para poder desarrollar
su vida cotidiana, perfilando desde la voz de la periferia un modo de ser y de estar al
interior de la sociedad, que se expresa en un momento histórico de su acción y estrategia
101
político-cultural focalizada a la supervivencia, resistencia y dinámica de transformación
social de su situación actual.
Figura 29. Diálogo entre vecinos al interior de la unidad urbana
Fuente: Autor
Por último, se hace necesario resaltar la dimensión política que motiva al sistema de
acciones realizadas por los destechados en su lucha territorial. Una postura histórica
representada con claridad en la organización cívica y comunitaria escogida por la
población para la representación solidaria de sus intereses y relaciones de poder frente
a diversos actores políticos; haciendo de La Junta de Acción Comunal (JAC) del barrio,
el único soporte legal para encausar desde la formalidad, sus demandas sociales con el
objeto que sean reconocidas en los espacios del poder institucional. Con el proceder de
la junta, se logra apreciar una relación social que pone en escena el grado de conciencia,
102
identidad y responsabilidad de los líderes cívicos respecto a sus coterráneos, por el
hecho trascendental de compartir experiencias de vida desde el espacio liminar del
territorio; de ahí que, la gestión realizada incorpora las motivaciones más humanas y
solidarias del caso, con el ánimo de transformar en alguna medida las condiciones de
vida presentes en la realidad social de las familias.
La anterior situación se ve reflejada en dos grandes sentidos como son: la lucha por el
reconocimiento del derecho al mínimo vital de la comunidad y la firme intención de
mantenerse asentados en el lugar. Frente a la primera, se exige la aplicabilidad de ese
mandato constitucional en aras de forjar unas condiciones básicas de vida al interior del
asentamiento, permitiendo dignificar la existencia de los ciudadanos; mediante la
discusión y gestión constante frente a las autoridades político-administrativas tanto a
nivel local como departamental, algunos acuerdos programáticos logrados con diferentes
candidatos que han resultado elegidos para dirigir el municipio y las presiones por
medidas de hecho, respecto a empresas prestadoras de servicios públicos. En
correlación, la segunda vincula un ejercicio de contrapoder de los ciudadanos,
aprovechando su residencia en el lugar como activo territorial para lograr ser focalizados
en los diferentes planes de reubicación planificados en la agenda urbanística del
municipio, lo que se entiende como una demanda legítima que busca la dignificación del
derecho a la ciudad de las familias, e interpretado por los individuos como un escenario
de oportunidad para generar en lo teórico condiciones materiales y sociales necesarias
para el desarrollo de la vida de la gente al interior de las urbes, implicando la posibilidad
de tener libertad, seguridad, educación, movilidad, un ambiente sano y el derecho a una
vivienda digna.
103
6. CONCLUSIONES
Este proceso investigativo permitió poner en escena unas interpretaciones teórico-
prácticas que partieron de manera funcional desde la noción de territorio, posibilitando la
identificación de algunos cambios territoriales en la periferia nororiental de la cabecera
municipal de Mariquita Tolima; dinamizados a través del conjunto de territorialidades,
desarrolladas por los actores sociales con intereses vinculantes sobre estos bordes
urbanos de la ciudad. En este sentido, es fundamental concluir que:
El asentamiento informal sería el resultado de las diferentes transformaciones realizadas
por el hombre sobre un espacio significado, sujetas a un acervo de relaciones sociales
que permitieron estructurar una unidad urbana de hábitat precario en una periferia de la
ciudad, semantizada de manera histórica por sus dinámicas de poblamiento, autogestión
de la vivienda, discursos de poder y expresión activa de diferentes territorialidades; a
través de mediaciones, conflictos e interacciones entre los destechados, la sociedad y el
espacio ocupado, modelado y territorializado en el trasegar del tiempo. En este ámbito,
el barrio Los Pinos se expresa como un territorio dinámico, vinculante y en disputa, tanto
para sus residentes como para otras lógicas circundantes; haciendo del contexto
vivencial en la periferia un escenario heterogéneo donde se relacionan diversos
objetivos, visiones de los individuos, formas de vida y mentalidades en torno a los
procesos de significación territorial y la difusión de la simultaneidad de lo urbano en los
espacios de transición de la localidad.
Asimismo, la investigación logró identificar cuatro fases en el proceso de autogestión del
asentamiento humano, las cuales para el caso se clasificaron como etapas transversales
que representan los diferentes momentos del desarrollo histórico de la unidad urbana en
su dinámica de transformación del espacio y significación territorial. Estas son:
La base informativa. Se pudo establecer que la mayoría de los actuales residentes
del asentamiento, antes de habitar el lugar mantuvieron unas relaciones
104
comunicativas con personas que tenían vínculos intersubjetivos frente al espacio
territorializado, forjando redes de información y apoyo en torno a las ventajas de
inscribirse vivencialmente al barrio, por la naturaleza jurídica de los márgenes férreos.
La ocupación del espacio y la apropiación del lugar. Estas dos estrategias poseen
vigencia estructural en la construcción histórica del asentamiento informal, por ser
procesos contiguos con interdependencia mutua, pues el desarrollo del primero nos
remite exclusivamente a la función social del segundo. En esta lógica, la ocupación
realizada por los individuos en el primer momento de poblamiento, es una acción
consciente dirigida a ganar el espacio físico-material correspondiente a los márgenes
férreos donde la comunidad desea asentarse. Sin embargo, la apropiación del lugar
surge como una estrategia encaminada a culturizar el espacio ocupado, llenarlo de
contenidos y significados con el propósito de hacerlo parte vivencial de su
cotidianidad; convirtiéndolo en el escenario territorial donde pueden desarrollar las
funciones básicas del habitar y sentir en cierta forma “la satisfacción” de estar
situados en un bien al que consideran como “propio” por ser producto del trabajo
colectivo. Por consiguiente, el espacio ocupado por medidas de hecho (invasión) o
adquirido comercialmente (loteo), comienza a ser modificado y transformado por los
residentes del lugar, mediante su cultura constructiva popular, configurando una
estrategia adaptativa de orden social, encaminada a significar el sistema de objetos
y acciones, dando sentido al conjunto de territorialidades que interactúan en este
borde de la ciudad.
El poblamiento. Esta práctica se relaciona con los diferentes procesos de
asentamiento humano (paulatinos y masivos) que han tenido lugar en el barrio en un
orden espacio-temporal determinado, sedimentando toda una dinámica de
configuración territorial debido a la demanda habitacional y gran movilidad social
presentes en el sector; generando constantes presiones a los bordes del perímetro
urbano de la ciudad, los cuales se fragmentan por el crecimiento emergente de la
unidad urbana informal, tornándose híbridos y difusos.
105
La densificación del asentamiento informal. Esta etapa de crecimiento urbano, refleja
un proceso donde la oferta del espacio físico-material, es desbordada por la demanda
habitacional de la gente, generándose un déficit de terrenos libres para habitar;
vinculando sustancialmente una gran densidad poblacional y un fuerte sistema de
viviendas informales, que representa la masificación y consolidación de la unidad
urbana.
Por medio de la actividad investigativa realizada, se puede afirmar que la vivienda
informal autogestionada sobre los márgenes férreos, representa la puesta en escena de
un proceso de producción territorial sustentado en las motivaciones, carencias y luchas
por el derecho a la ciudad; estimulando con su aparición emergente, todo un ejercicio de
significación del espacio por parte del accionar social de los destechados sin títulos de
propiedad de los terrenos; reflejando una multitud de territorialidades, rebeldías y
alternativas de supervivencia desde la marginalidad, en respuesta a la ausencia de un
proyecto integrador de ciudad, la falta de gobernabilidad por parte de los administradores
del Estado, la necesidad de resolución pacífica de conflictos y la carente dignificación
social del ciudadano.
Finalmente, la interpretación de las territorialidades en el borde urbano de la parte
nororiental del municipio de Mariquita, permitió reconocer en el contexto de la periferia,
una zona de engranaje en donde se vinculan y contrastan diversas dinámicas de índole
político, económico y social; las cuales están representadas en el crecimiento
demográfico y las aglomeraciones urbanas en una zona de transición de la ciudad, donde
las cualidades rurales terminan siendo resignificadas por la difusión de los
comportamientos urbanos, ampliando sus márgenes de territorialidad.
106
RECOMENDACIONES
Respecto a las dinámicas territoriales descritas en el contexto del barrio Los Pinos, se
hace necesario formular cuatro recomendaciones apremiantes para las autoridades
competentes de orden institucional, encargadas de gestionar el bienestar social de las
familias asentadas en el lugar, estas son:
Primero, la Secretaría de Planeación y TICs (SPT) del municipio de San Sebastián de
Mariquita, debería poner en escena un giro epistemológico de orden interdisciplinar para
abordar categóricamente la problemática de vivienda informal en su territorio,
involucrando una perspectiva integradora que reconozca la importancia del morar y
habitar al interior de la ciudad, haciendo énfasis en la función cultural que desarrolla la
vivienda en el quehacer histórico de las comunidades; en aras de superar el enfoque
físico-material de orden disciplinar, instituido desde las lógicas academicistas al servicio
del capital, las cuales desconocen las subjetividades de los actores sociales que
significan con sus prácticas el cambio territorial.
Segundo, es imprescindible humanizar el proceder de los actores político-administrativos
respecto a la gente que convive en el barrio, pasando del trato despectivo y equívoco, a
una acción convergente, la cual permita otorgar un trato digno a las personas ubicadas
vivencialmente en esa periferia de la ciudad. En este ámbito, es necesario transitar de la
exclusión social y su manejo policial, a la aplicabilidad de una política pública de
desarrollo integral que permita reconocer, garantizar y potenciar los derechos de los
ciudadanos; generando un proceso de dignificación, no de la invasión, sino del
asentamiento humano como una estructura territorial donde se avivan las relaciones
sociales, políticas, económicas y culturales de las personas en comunidad.
Tercero, es impostergable que la Administración Local junto con la Gobernación del
Tolima y el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio; suscriban convenios
interinstitucionales encaminados a la formulación y ejecución de programas de vivienda
107
de interés social, para reubicar al de familias que habitan en la unidad urbana de hábitat
precario Los Pinos; con el propósito en primera instancia, de garantizar a los ciudadanos
el derecho constitucional a una vivienda digna que posibilite una mejor calidad de vida;
en segunda medida, mantener una política pública contra la pobreza extrema y el déficit
habitacional que golpea de manera severa al municipio y, por último, recuperar el espacio
público perteneciente a la ciudad, con el fin de darle estricto cumplimiento a la
normatividad que propende salvaguardar el corredor férreo.
Por último, se sugiere la creación de un programa de educación cívica al interior del ente
territorial, con el fin de forjar una conciencia colectiva respecto a la importancia que posee
el espacio público al interior de las ciudades; haciendo énfasis en la necesidad de valorar
estos territorios areolares destinados para la movilidad y conectividad del país, evitando
entorpecer su función social, naturaleza primigenia y envestidura jurídica.
108
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