De electricidad, transgénicos y periodismo - vientosur.info · Los días 26 y 28 del pasado mes de...

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1 De electricidad, transgénicos y periodismo Manuel Ruiz Pérez – Departamento de Ecología – Universidad Autónoma de Madrid Madrid, 27 de junio de 2014 Los días 26 y 28 del pasado mes de mayo ElDiario.es publicó sendas entrevistas de Raúl Rejón a Elena Álvarez-Buylla y a José Miguel Mulet criticando y defendiendo los cultivos transgénicos respectivamente. Cada entrevista generó un fuerte debate en los comentarios, con tonos y grados de acierto muy variados, lo que junto a algunas quejas al periódico aparentemente indujo a José Cervera, Defensor de la Comunidad, a terciar en el asunto con una nota titulada ‘La electricidad y los transgénicos’. Creo que publicar las entrevistas fue un acierto (aunque no comparto algunos puntos de vista expresados en ellas) pero la nota del Defensor de la Comunidad me ha dejado perplejo y me ha impulsado a redactar esta respuesta. El Sr. Cervera mantiene que ‘…hay razones por las cuales discutir el modo como se introduce ésta (o cualquier otra) tecnología sin demonizar a la tecnología misma y sin difamarla con afirmaciones científicamente incoherentes o más que dudosas.’ equiparando crítica a difamación o demonización (nótese la similitud con la afirmación del Sr. Mulet en su entrevista‘…La tecnología en sí es neutra. Y es útil. Lo que ocurre es que se la ha demonizado y se la ha colocado en una discusión ideológica.’). Según el Sr. Cervera, dicha tecnología es rechazada por ‘una especie de visceral temor a la manipulación genética, por una parte’, lo que generaría ‘un no menos visceral rechazo a las posturas anticientíficas y a los razonamientos (paradójicamente) irracionales por la otra’. El Defensor de la Comunidad comete en mi opinión tres errores: confundir la parte con el todo, asimilando cultivos transgénicos (la parte) a (bio)tecnología (el todo) y equiparando la tecnología transgénica a cualquier otro tipo de modificación genética; dar por sentado que está plenamente demostrada su inocuidad y eficacia, lo que le lleva a tratar de anticientífica e irracional solamente a aquella parte crítica con dicha tecnología; y, en línea con lo anterior, cuestionar solamente las afirmaciones de la Sra. Álvarez- Buylla, aceptando al mismo tiempo la veracidad de las del Sr. Mulet. En las líneas que siguen trataré de ilustrar y corregir lo que entiendo son sesgos impropios del Defensor. Organismos Modificados Genéticamente: solo una parte, y radicalmente distinta La base de la domesticación de especies emprendida hace más de 10 milenios es la modificación genética consciente y/o inconsciente de organismos vivos para satisfacer necesidades humanas 1 2 3 . Este proceso de co-evolución entre los seres humanos y otros organismos vivos 4 ha sido llevado a cabo fundamentalmente por cientos de generaciones agricultoras. En las últimas décadas ha experimentado un gran impulso debido al desarrollo científico-tecnológico que ha permitido acelerar los cambios además de introducir nuevas formas de manipulación poco usuales o inexistentes en la naturaleza, obteniendo variedades catalogadas genéricamente como organismos modificados genéticamente (OMG). No es por tanto cierto que haya un temor visceral a la manipulación genética, como tampoco lo es que la única vía de desarrollo biotecnológico sea a través de la transgénesis. Estas afirmaciones solo pretenden desviar la atención y enmarcar el debate en un terreno interesado y sesgado. De hecho, hay técnicas biotecnológicas sofisticadas 5 utilizadas por muchos excelentes investigadores dedicados a la mejora de variedades de plantas y animales que no implican transgénesis.

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De electricidad, transgénicos y periodismo

Manuel Ruiz Pérez – Departamento de Ecología – Universidad Autónoma de Madrid

Madrid, 27 de junio de 2014

Los días 26 y 28 del pasado mes de mayo ElDiario.es publicó sendas entrevistas de Raúl Rejón a Elena

Álvarez-Buylla y a José Miguel Mulet criticando y defendiendo los cultivos transgénicos respectivamente.

Cada entrevista generó un fuerte debate en los comentarios, con tonos y grados de acierto muy variados, lo

que junto a algunas quejas al periódico aparentemente indujo a José Cervera, Defensor de la Comunidad, a

terciar en el asunto con una nota titulada ‘La electricidad y los transgénicos’. Creo que publicar las

entrevistas fue un acierto (aunque no comparto algunos puntos de vista expresados en ellas) pero la nota

del Defensor de la Comunidad me ha dejado perplejo y me ha impulsado a redactar esta respuesta.

El Sr. Cervera mantiene que ‘…hay razones por las cuales discutir el modo como se introduce ésta (o

cualquier otra) tecnología sin demonizar a la tecnología misma y sin difamarla con afirmaciones

científicamente incoherentes o más que dudosas.’ equiparando crítica a difamación o demonización (nótese

la similitud con la afirmación del Sr. Mulet en su entrevista‘…La tecnología en sí es neutra. Y es útil. Lo que

ocurre es que se la ha demonizado y se la ha colocado en una discusión ideológica.’). Según el Sr. Cervera,

dicha tecnología es rechazada por ‘una especie de visceral temor a la manipulación genética, por una parte’,

lo que generaría ‘un no menos visceral rechazo a las posturas anticientíficas y a los razonamientos

(paradójicamente) irracionales por la otra’.

El Defensor de la Comunidad comete en mi opinión tres errores: confundir la parte con el todo, asimilando

cultivos transgénicos (la parte) a (bio)tecnología (el todo) y equiparando la tecnología transgénica a

cualquier otro tipo de modificación genética; dar por sentado que está plenamente demostrada su

inocuidad y eficacia, lo que le lleva a tratar de anticientífica e irracional solamente a aquella parte crítica

con dicha tecnología; y, en línea con lo anterior, cuestionar solamente las afirmaciones de la Sra. Álvarez-

Buylla, aceptando al mismo tiempo la veracidad de las del Sr. Mulet. En las líneas que siguen trataré de

ilustrar y corregir lo que entiendo son sesgos impropios del Defensor.

Organismos Modificados Genéticamente: solo una parte, y radicalmente distinta

La base de la domesticación de especies emprendida hace más de 10 milenios es la modificación genética

consciente y/o inconsciente de organismos vivos para satisfacer necesidades humanas1 2 3. Este proceso de

co-evolución entre los seres humanos y otros organismos vivos4 ha sido llevado a cabo fundamentalmente

por cientos de generaciones agricultoras. En las últimas décadas ha experimentado un gran impulso debido

al desarrollo científico-tecnológico que ha permitido acelerar los cambios además de introducir nuevas

formas de manipulación poco usuales o inexistentes en la naturaleza, obteniendo variedades catalogadas

genéricamente como organismos modificados genéticamente (OMG). No es por tanto cierto que haya un

temor visceral a la manipulación genética, como tampoco lo es que la única vía de desarrollo

biotecnológico sea a través de la transgénesis. Estas afirmaciones solo pretenden desviar la atención y

enmarcar el debate en un terreno interesado y sesgado. De hecho, hay técnicas biotecnológicas

sofisticadas 5 utilizadas por muchos excelentes investigadores dedicados a la mejora de variedades de

plantas y animales que no implican transgénesis.

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Sin embargo, los cultivos transgénicos suponen un cambio suficientemente drástico en las distintas

trayectorias de domesticación y mejora como para generar riesgos sin precedentes, lo que ha sido

reconocido a nivel nacional e internacional. Así, la Unión Europea establece una directiva propia para

controlar la liberación de OMG6, que define en el anexo 1A como:

Las técnicas de modificación genética a que se refiere la letra a) del punto 2 del artículo 2 son, entre otras,

las siguientes:

1) Técnicas de recombinación del ácido nucleico, que incluyan la formación de combinaciones nuevas de

material genético mediante la inserción de moléculas de ácido nucleico -obtenidas por cualquier medio

fuera de un organismo- en un virus, plásmido bacteriano u otro sistema de vector y su incorporación a un

organismo hospedador en el que no se encuentren de forma natural pero puedan seguir reproduciéndose.

2) Técnicas que suponen la incorporación directa en un organismo de material hereditario preparado fuera

del organismo, incluidas la microinyección, la macroinyección y la microencapsulación.

3) Técnicas de fusión de células (incluida la fusión de protoplasto) o de hibridación en las que se formen

células vivas con combinaciones nuevas de material genético hereditario mediante la fusión de dos o más

células utilizando métodos que no se producen naturalmente.

Igualmente, el Protocolo de Cartagena del Convenio sobre Diversidad Biológica7 establece en el artículo 3(i):

Por "biotecnología moderna" se entiende la aplicación de:

a. Técnicas in vitro de ácido nucleico, incluidos el ácido desoxirribonucleico (ADN) recombinante y la

inyección directa de ácido nucleico en células u orgánulos, o

b. La fusión de células más allá de la familia taxonómica,

que superan las barreras fisiológicas naturales de la reproducción o de la recombinación y que no son

técnicas utilizadas en la reproducción y selección tradicional.

Definición que también retoman la OMS y la FAO8 en su Codex Alimentarius sobre control de riesgos

derivados de las nuevas biotecnologías.

Es pues claro que la percepción de riesgos ambientales, agronómicos y alimentarios no se restringe al

ámbito de ONGs con una ‘conservadora desconfianza’ como mantiene el Sr. Cervera, sino que está

presente en las actuaciones de organismos internacionales responsables de velar por la calidad ambiental,

capacidad de producir alimentos y salud humana. La propia UE defendió la pertinencia de este control en

su defensa frente a la queja conjunta presentada ante la Organización Mundial de Comercio por Argentina,

Canadá y los EEUU, utilizando para ello profusamente argumentos relativos a los riesgos de estos cultivos9.

No se trata por lo tanto de un problema exclusivamente político como sostienen los Sres. Cervera y Mulet

(aunque tiene ciertamente un componente político). Ante esta situación, es legítimo hacerse las siguientes

preguntas: ¿Son los lobbies ecologistas tan poderosos como para haber forzado la adopción de estas

políticas por parte de organismos internacionales?. ¿Está sobre-regulada la tecnología transgénica, como

presenta el Sr Mulet? ¿O hay fundamentos para esta percepción de riesgos que justifican la adopción de

regulaciones y medidas de control?

Quiero aclarar en este punto que no soy opuesto a la transgénesis, ni a cualquier otra tecnología que

ofrezca opciones de mejora, algo que podría llegar en un futuro con el aumento de la precisión y desarrollo

3

de nuevas biotecnologías10 11 12 . Y además considero positivos logros como el empleo de bacterias

modificadas genéticamente para producir insulina humana. Pero es importante que dichas tecnologías

ofrezcan mejoras reales, seguras y asequibles, y por el momento, como señalaré a continuación, hay entre

dudas razonables y evidencias probadas de que más del 95% de los OMG que se cultivan (los cultivos

transgénicos realmente existentes) no cumplen esas condiciones.

Dudas y contestaciones científicas

Dice en su nota el Defensor de la Comunidad que ‘Así, en el caso que nos ocupa algunas afirmaciones de la

doctora Álvarez-Buylla se consideran dudosas y han sido contestadas en foros científicos, como la

contaminación del maíz autóctono con genes transgénicos que nadie ha conseguido confirmar o la

capacidad teratogénica del herbicida Glifosato, cuya publicación se retiró.’ (letra negrita e hipervínculos en

el original).

La primera afirmación, que de hecho recoge lo expresado por el Sr. Mulet en su entrevista, es interesante

por tres razones: su desactualización; lo que ejemplifica de sociología de la ciencia y capacidad de presión

contra aquellas publicaciones y autores que obtienen resultados negativos para poderosos intereses; y por

el sesgo y falta de verificación que denota el Sr. Cervera. En 2001 Nature, la revista científica de mayor

prestigio, publicó un artículo de Quist y Chapela en que se anunciaba la introgresión de ADN transgénico en

variedades de maíz tradicional en México13. Obviamente, el posible riesgo de contaminación genética por

maíz transgénico en el país origen de esta importante planta sin que su cultivo hubiese sido aprobado era

un asunto serio14 y había que atajar todo atisbo de duda. No es de extrañar que la publicación del artículo

desatase una fuerte polémica, cuestionando su validez metodológica y conclusiones. Nature retiró su apoyo

al artículo aunque no llegó a retractarlo, y Chapela perdió el derecho a titularidad en su plaza del

Departamento de Recursos Naturales de la Universidad de Berkeley.

El investigador reclamó esta decisión alegando entre otros motivos el posible conflicto de interés de Jasper

Rine, profesor de Biología Molecular y Celular y prominente miembro del tribunal que le denegó la

titularidad. Rine participaba en el proyecto de 25 millones de dólares financiado por Novartis (empresa que

posteriormente fue fusionada para crear Syngenta) y había presentado en sus clases el trabajo de Quist y

Chapela como ejemplo de mala investigación. La decisión fue finalmente revocada y Chapela consiguió su

plaza en mayo de 200515. Ese mismo año un grupo de investigadores anunciaba la ausencia de introgresión

en muestras tomadas posteriormente al trabajo de Quist y Chapela16, lo que parecía confirmar las dudas

según se hizo eco la propia revista Nature 17, atrayendo una nueva oleada de críticas.

El debate quedó zanjado con un artículo publicado en 2009 18 en el que participó Alvarez-Buylla y que

confirmó la presencia de secuencias de ADN de maíz transgénico en variedades tradicionales procedentes

de diversas zonas de México, incluida la del trabajo de Quist y Chapela. Nature (ese es el poder de la

ciencia) se vió obligada a reconocer el hecho19, resaltando además que el manuscrito original había sido

enviado previamente a PNAS (otra revista científica de gran prestigio), y que a pesar de los comentarios

favorables de uno de los revisores, el artículo que confirmaba la introgresión de ADN de maíz trangénico en

México fue finalmente rechazado por el editor, alegando que otro revisor lo había descartado tras señalar

que el trabajo podría ‘gain undue exposure in the press due to a political or other environmental agenda’

(‘ganar exposición indebida en la prensa por intereses políticos o ambientales’). Una publicación más en

2009 de Alvarez-Buylla y su equipo20 complementó estos resultados, que habían sido de hecho anticipados

por otros grupos en trabajos previos 21.

4

Esta sucinta exposición del caso de Quist y Chapela es relevante porque forma parte de una historia de

presión contra personas cuyos resultados de investigación contravienen poderosos intereses económicos

y/o políticos. Rachel Carson y su denuncia de los plaguicidas 22; John Yudkin y su batalla contra las dietas

muy ricas en azúcares 23; Sherry Rowland y Mario Molina, descubridores del agujero de la capa de ozono 24;

o Rajendra Pachauri, líder del Panel Intergubernamental de Cambio Climático 25. Todos ellos han sufrido

presiones, difamación e incluso el ostracismo promovido por grandes empresas químicas, agroalimentarias

o energéticas. Quist y Chapela no han sido los únicos en el caso de los cultivos transgénicos. De nuevo la

revista Nature hizo sonar la alarma en 2010 en un artículo que llamaba la atención sobre los abusos

sufridos por investigadores cuyos resultados sugieren problemas con estos cultivos 26.

Volviendo a la afirmación del Defensor de la Comunidad acerca de ‘… la contaminación del maíz autóctono

con genes transgénicos que nadie ha conseguido confirmar’, como muestra de su rigor científico el Sr.

Cervera nos deriva como única referencia a una página del foro de internet ‘Los productos naturales ¡Vaya

timo!’ firmada por el Sr. Mulet, lo que induce a pensar que no ha revisado la literatura científica, tomando

como sola fuente a una de las partes antes de decretar erróneamente que la contaminación con maíz

transgénico no ha sido confirmada.

El tema de la retirada de la publicación sobre los efectos perniciosos del glifosato (principio activo del

RoundUp, uno de los herbicidas más empleados, para el que se han diseñado variedades transgénicas

tolerantes, lo que permite su empleo masivo sin afectar a la planta transgénica cultivada pero controlando

en teoría las malas hierbas) es también ilustrativo de las limitaciones del artículo del Defensor de la

Comunidad. De entrada, la página a la que nos remite el hipervínculo corresponde de nuevo al foro ‘Los

productos naturales ¡Vaya timo!’ y está también firmada por el Sr Mulet. En este caso, sin embargo, la

página hace referencia al trabajo de un equipo argentino liderado por Carrasco 27 publicado en la revista

Chemical Research in Toxicology del que no tengo constancia que haya sido retirado (agradecería se me

corrigiese si estoy en un error en este punto). El artículo que si ha sido retractado (una retractación es la

retirada de un artículo previamente publicado, de modo que sus datos y la referencia al mismo no pueden

ya ser utilizados en otras publicaciones científicas) es el de Séralini y su grupo, publicado en Food and

Chemical Toxicology (FCT) en 2012 28. En él se anunciaban efectos tóxicos y teratogénicos en ratas

alimentadas con una variedad de maíz transgénico durante 2 años (esperanza de vida de ese tipo de ratas)

achacables, según dicho estudio, no solo al glifosato sino también a los co-adyuvantes de la mezcla química

que constituye el RoundUp. Naukas, la web del propio Sr. Mulet, trae una nota sobre esta retractación.

Ignoro si era intención del Sr. Cervera referirse al artículo de Séralini y, en caso afirmativo, cual ha podido

ser la causa del error en el hipervínculo. Lo cierto es que el artículo retractado por FCT generó un auténtico

tsunami en el debate sobre los alimentos transgénicos y comenzó a ser criticado pocas horas después de su

aparición en la versión on-line de la revista (la prensa española se hacía eco de estas críticas al día siguiente

de su aparición) con numerosos científicos pidiendo su retractación. La Autoridad Europea de Seguridad

Alimentaria (EFSA) rechazó la validez científica del estudio 29 reafirmando la seguridad alimentaria del maíz

NK 603, cuya evaluación, como suele ser habitual, se basa en el estudio de las evidencias aportadas por la

empresa propietaria de dicho maíz transgénico, en este caso Monsanto. Al mismo tiempo, y

contradictoriamente, la EFSA desarrollaba nuevas directrices 30 para estudios de larga duración en

toxicidad crónica, una de las claves del artículo retractado.

Buenos resúmenes de las críticas aparecen en 31 32 33 y una respuesta de los autores al conjunto de críticas

en 34. Como puede verse en la carta de retractación enviada por el editor de FCT 35, la revisión no encontró

evidencias de fraude o manipulación de datos, centrando sus críticas y motivaciones para la retractación en

la representatividad de la muestra y en la idoneidad del tipo de rata empleado en el estudio: ‘Unequivocally,

5

the Editor-in-Chief found no evidence of fraud or intentional misrepresentation of the data. However, there

is legitimate cause for concern regarding both the number of animals in each study group and the particular

strain selected….Ultimately, the results presented (while not incorrect) are inconclusive, and therefore do

not reach the threshold of publication for Food and Chemical Toxicology.’ (‘Sin lugar a duda el Editor Jefe no

encontró evidencia de fraude ni de tergiversación intencionada de los datos. Sin embargo, hay fundamento

legítimo de preocupación en lo que concierne al número de animales utilizados en el experimento y la

variedad de rata escogida para el mismo… En última instancia, los resultados presentados (aunque no

incorrectos) no son concluyentes y no cumplen por tanto los criterios de publicación de Food and Chemical

Toxicology’).

La retractación de un artículo original publicado que no evidencia fraude, manipulación de datos,

plagiarismo o conducta antiética ha sido considerada como contraria a las directrices del Comité sobre Etica

de las Publicaciones (COPE 36) por diversas ONGs y grupos de científicos a título individual (ver por ejemplo

el caso de un ex-miembro del comité editorial de la propia revista FCT 37), de asociaciones como la Red

Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental (ENSSER38), o incluso investigadores

críticos con dicho trabajo 39. Aunque un editor puede decidir no publicar un manuscrito enviado a la revista,

no es común la retirada del mismo una vez aceptado y publicado en base a criterios de falta suficiente de

evidencias.

Un análisis detallado comparando los tres trabajos realizados sobre la seguridad para el consumo de este

maíz (los datos suministrados por Monsanto tras la exigencia de Séralini de que fuesen hechos público, el

artículo de Hammond et al. 40 quienes realizaron la evaluación para Monsanto y publicaron un resumen de

sus resultados en FCT en 2004, y el mencionado de Séralini et al) concluye que se trata de un caso claro de

doble rasero 41; una aplicación congruente de los mismos criterios a los tres trabajos conllevaría la

aceptación del trabajo de Séralini et al. o el rechazo de los tres, opciones ambas que pondrían en cuestión

la autorización de dicho maíz. Parece que en este caso se ha cumplido la predicción de Brookes 42 de que la

difusión de críticas por internet a una publicación aumenta las acciones correctivas contra la misma

(¿podría interpretarse también como acciones concertadas de acoso contra el trabajo de Séralini?). El

propio Hayes, editor de FCT, se ha visto obligado a responder a estas críticas en una carta publicada en la

revista en enero de este año 43.

Como lector ocasional de ElDiario.es habría esperado que el Sr. Cervera se hiciese eco de esas críticas y

contra-críticas o al menos que en lugar de remitirnos al foro ‘Los productos naturales ¡Vaya timo!’ lo

hubiese hecho al de la organización Retraction Watch, que por cierto, sin validar el estudio, también

considera inapropiada la retractación 44 y donde ha habido un debate mucho más variado y sustancioso que

en la página del Sr. Mulet.

Los resultados obtenidos por Séralini apuntan en una dirección pero habrá que esperar su confirmación o

falsación mediante estudios adicionales de otros equipos. Creo que esta historia aún no ha terminado;

además el artículo acaba de ser republicado en otra revista científica internacional 45 con un comentario

complementario de Séralini et al. 46 sobre conflictos de interés, confidencialidad y censura en análisis de

riesgos de salud.

En cualquier caso este trabajo ha conseguido un objetivo muy importante: poner de manifiesto las

deficiencias de los protocolos actuales de evaluación de riesgos de los cultivos transgénicos, especialmente

en lo concerniente al período de experimentación, que en el caso de ratas se limita a 90 días (equivalente a

una edad de 7 años en humanos), lo que es claramente insuficiente para la evaluación de toxicidades y

otras posibles patologías crónicas de largo plazo. Por cierto, que las demandas de revisión de los protocolos

6

europeos de aprobación de cultivo y consumo de transgénicos no se limitan a riesgos de salud sino

también a riesgos ambientales 47. Presentaré brevemente algunos de estos riesgos.

¿Son ambientalmente seguros los cultivos transgénicos?

La entrevista a la Sra. Alvarez Buylla incluye la siguiente parte sobre consecuencias para el medio ambiente:

P ¿También hay consecuencias para el medio ambiente?

R Basta con que les vayan a preguntar a los agricultores americanos cuánto se están gastando ahora mismo

en controlar las supermalezas que han crecido en las explotaciones de transgénicos que, después de muchos

años, se han hecho resistentes al glifosato, al herbicida…

A su vez, la entrevista al Sr. Mulet se pregunta:

P ¿Considera que los posibles riesgos de contaminación o efectos inesperados de los que advierten los

ecologistas son una fantasía?

R Riesgo de que ocurra algo imprevisto por interacciones siempre hay, claro. Pero con los alimentos

modificados genéticamente ese riesgo es muy menor. Cuando estos organismos salen al mercado están

muy controlados…

Creo sintomático que el Defensor de la Comunidad no considere dudosas las afirmaciones del Sr. Mulet,

que de entrada no deja claro si se refiere a efectos ambientales o de salud humana, lo cual podría

interpretarse como una forma indirecta de desviar la pregunta. Sin ánimo de extenderme, quiero recordar

que la resistencia a herbicidas que indica la entrevistada no es solo una constatación científica sino una

amenaza cada vez más preocupante y en clara expansión, como anunciaba recientemente un editorial de

Nature 48. Esta resistencia, que empezó antes de la introducción de los cultivos Roundup Ready (tolerantes

al Roundup, el herbicida más utilizado; lo comercializa Monsanto, la misma empresa que desarrolló la

semilla transgénica), ha sido exacerbada por estos cultivos, alcanzando en la actualidad proporciones

alarmantes 49 50 51.

El efecto era previsible dado que la tolerancia de la planta transgénica al herbicida ha inducido un aumento

exponencial del consumo de éste. Una población de las llamadas malas hierbas, plantas que compiten con

nuestros cultivos y que suelen tener una estrategia de reproducción oportunista, puede incluir individuos

que tengan genes y/o hayan desarrollado mutaciones que les permiten resistir este herbicida, lo que hace

que sean seleccionados ante una sobre-exposición al mismo. El fenómeno es similar a la creciente

resistencia bacteriana a los antibióticos por el uso abusivo de éstos. Como señalan Mortensen et al 52 ‘If

herbicide-resistant-weed problems are addressed only with herbicides, evolution will most likely win’ (‘Si los

problemas de resistencia a herbicidas se combaten solo con más herbicidas, lo más probables es que gane la

evolución’).

Además de la resistencia a herbicidas, se observa una creciente resistencia de los insectos a los cultivos

transgénicos Bt (que incorporan genes del Bacillus thuringiensis capaces de expresar proteínas tóxicas a

diversos grupos de insectos). Esta resistencia, que afecta a maíz, algodón y una variedad de plantas

transgénicas Bt 53 54 55, reproduce una lógica parecida a la de los herbicidas: exposición masiva y continua a

un tóxico por parte de organismos con una estrategia oportunista de reproducción que hace que acaben

desarrollando resistencia. Junto a ella, se ha dado un fenómeno conocido por ‘plagas secundarias’,

7

detectado por primera vez en cultivos de algodón en China hace una década 56 , y consistente en la

aparición de nuevas plagas de insectos anteriormente poco frecuentes, una vez eliminada la plaga principal

mediante el uso de una variedad transgénica Bt.

Otros impactos ambientales documentados incluyen los efectos sobre insectos acuáticos en cuencas

hidrológicas con superficies importantes de cultivo de maíz Bt 57 (precisamente el caso de Emma Rosi-

Marshall, investigadora líder de este proyecto, es uno de los que recoge la mencionada denuncia de Emily

Waltz en Nature sobre el acoso que sufren quienes publican resultados que contravienen los intereses

transgénicos); la toxicidad sobre la mariquita Adalia bipunctata, insecto depredador de áfidos (pulgones) y

otros parásitos y que es utilizado en el control biológico de plagas 58, contestado por 59 60 y recientemente

reconfirmado 61; los efectos de herbicidas en base a glifosato sobre comunidades acuáticas 62; o el impacto

‘cruzado’ de la aplicación masiva de herbicidas en cultivos transgénicos tolerantes sobre la disminución

drástica de la mariposa migratoria Monarca 63.

Por otra parte, recientemente se han detectado nuevas plagas en cultivos de maíz transgénico, en este caso

por bacterias (Clavibacter michiganensis), no debidas a fenómenos de resistencia sino aparentemente a la

muy estrecha base genética sobre la que se han desarrollado los cultivos transgénicos, lo que ha supuesto

la eliminación de variedades que tenían resistencia natural a dichas bacterias64.

Error de omisión: la aceptación acrítica de una de las partes

La aceptación acrítica de las afirmaciones de una de las entrevistas resulta tan descorazonadora como la

crítica infundada de la otra. En este caso hay dos puntos de la entrevista al Sr. Mulet que han llamado mi

atención y que quisiera exponer brevemente: el supuesto perjuicio agrícola que implicaría la prohibición de

cultivos transgénicos (ejemplarizado en el caso del algodón) y ‘…el hecho de que se multipliquen las trabas

burocráticas, legales y administrativas provoca que este sea un campo más abonado para empresas

enormes que pueden afrontar esos costosos procesos. Y eso se puede poner en el debe de las organizaciones

ecologistas, que han colaborado a generar tantas dificultades legales.’

El caso del algodón es relevante porque casi todo se produce en Andalucía, donde tiene carácter de cultivo

social generador de empleo. En la UE sólo se cultiva en Grecia (80%), España (19%) y residualmente en

Bulgaria (1%). El cultivo, que a finales de los 90 llegó a alcanzar en nuestro país 110,000 ha, se vio reducido

a menos de la mitad en 2008, habiéndose recuperado algo y estabilizado en torno a las 65,000 ha en las

tres últimas campañas 65. La caída de la superficie y producción no se ha debido a la no introducción de

algodón transgénico como insinúa el Sr. Mulet sino a la reforma del régimen comunitario de ayudas en

2004, y su recuperación parcial también ha sido debida en gran medida a la modificación de esta reforma

comunitaria en 2009 junto a una subida reciente de precios 66. La propuesta de introducción de algodón

transgénico del Sr. Mulet se alinea con la del sindicato agrario donde se encuentra representada la gran

patronal (ASAJA) 67, y va en contra de la propuesta de la COAG, organización que representa los intereses

de los pequeños y medianos agricultores 68 y que apuesta por un sistema de cultivo integrado libre de

transgénicos.

No tengo objeción a la alineación del Sr. Mulet con una determinada postura, aunque conviene constatar

que si se aplica el mismo criterio no sería sólo la Sra. Alvarez-Buylla quien se ‘manifiesta ideológicamente’.

Lo que si hay que aclarar es que las vicisitudes del algodón en España pasan mucho más por las políticas

europeas y estatales (porcentaje de pago desacoplado, rendimientos mínimos para que se perciban

8

compensaciones, promoción de sistemas integrados de manejo del cultivo, apoyo a la industria

desmotadora…) que por la promoción de variedades transgénicas.

Pero es que además sabemos que los cultivos transgénicos de primera generación (los realmente existentes)

sólo han supuesto una solución temporal a un problema (el de pérdida de cosechas por malas hierbas y

otras plagas), habiendo generado efectos adversos tales que en la actualidad se está cuestionando su

propia viabilidad a corto y medio plazo69. Lo ha anunciado la prensa estadounidense (país líder en superficie

transgénica)49 64 pero también en otros países como India 70 , y se está empezando a modificar la

percepción de las ventajas aparentes de estos cultivos 71. El propio Departamento de Agricultura de EEUU

en un reciente informe 72 analiza estos problemas y duda que las ventajas iniciales de los cultivos

transgénicos (sobre las que se basan los análisis tanto económicos como de producción que los presentan

como la solución) se mantengan indefinidamente. Sería pues plausible un escenario en que unos

agricultores perplejos ante la aparición de resistencias y nuevas enfermedades en sus cultivos transgénicos

que les obligan a intensificar el uso de plaguicidas, y económicamente atrapados en una espiral creciente

de precios de las semillas que aumentan por encima de otros insumos 72 y de los que perciben por sus

productos diesen la espalda a esta tecnología, al menos en su versión actual. El Defensor de la Comunidad

debería haber llamado la atención sobre estos aspectos y no dar por buenas afirmaciones que, cuando

menos, están sesgadas.

En este sentido, también se le ha escapado al Sr. Cervera la oportunidad de comentar las críticas a las

‘trabas burocráticas, legales y administrativas’ de la UE. ¿Renuncia el Sr. Mulet a la aplicación del Principio

de Precaución en la UE? ¿Debemos liberalizar las propuestas tecnológicas de la industria, o por el contrario

exigir a nuestras instituciones que velen por una aplicación de este Principio menos laxa que la actual? ¿No

sería que en realidad lo que necesitamos en el tema de los cultivos transgénicos es más regulación en lugar

de sustituir el Principio de Precaución con el Principio de Discrecionalidad que deja a los Estados miembro

tomar sus decisiones y a la industria contestarlas si éstas no le convienen? A riesgo de que los Sres. Mulet y

Cervera consideren que me manifiesto ideológicamente, recomendaría a las personas interesadas que

leyesen los cables de Wikileaks (por ejemplo 73 74 60 76) para poder entender mejor por qué destaca España

en este tema mientras que la gran mayoría de Estados en la UE se oponen a los transgénicos.

Café para todos: ¿Son iguales las exigencias de las empresas de semillas normales y transgénicas?

‘La entrevista [a la Sra. Alvarez Buylla] debiera quizá haber aclarado estos detalles, explicando por ejemplo

cómo la imposibilidad de replantar las variedades transgénicas ya existe en las variedades comerciales

híbridas ‘convencionales’ que los agricultores usan habitualmente por su mayor rendimiento y que algunos

de los problemas achacados a los transgénicos son en realidad habituales y afectan a toda la agricultura

mundial.’ Con esta frase resuelve el defensor de la Comunidad el complejo asunto de las equivalencias

entre organismos, cultivos y productos transgénicos y no transgénicos, en este caso referidas a las

limitaciones impuestas por las empresas a los agricultores y a los problemas que afectan a la agricultura. En

relación a este segundo punto ya he desarrollado arriba diversos argumentos al respecto; sólo preguntaría

al Sr. Cervera que especificase cuales son esos ‘algunos’ a los que se refiere al identificar la similitud de

problemas a fin de poder decidir si estoy o no de acuerdo con él.

El tema de la imposibilidad de replantar variedades transgénicas ha sido también motivo de una amplia

discusión y ha sido dirimido en los tribunales de EEUU y Canadá, siempre a favor de las empresas (ver 77

para un dictamen del último caso importante que ha saltado a los medios de comunicación). Efectivamente,

la resiembra de semillas no transgénicas procedentes de su propia cosecha y que fueron compradas a

9

empresas comercializadoras está impedida tanto por mecanismos biológicos (la propia genética de la

heterosis hacen que normalmente las ventajas de la hibridación vayan reduciéndose en generaciones

sucesivas con la consiguiente pérdida de interés de las resiembras) como legales (protección de derechos

de los desarrolladores de semillas; se persigue especialmente la venta de semillas para siembra; ver la

reciente sentencia del Tribunal Europeo de Justicia en el caso Kokopelli v. Baumaux 78), asunto éste por

cierto que disputan al menos parcialmente numerosas organizaciones campesinas. No obstante, en el caso

de las semillas transgénicas el férreo control impuesto y las demandas legales interpuestas han alcanzado

un nivel de paroxismo sin precedentes. Invito al Sr. Cervera a que encuentre contratos de uso de semillas

no transgénicas con cláusulas equivalentes a las de contratos de semillas transgénicas de Monsanto como

las que figuran en 79 (es este caso, de colza). A título de ejemplo señalo cláusulas como:

1.6. Vender sólo a compradores aprobados por Monsanto.

1.14. No pasar semillas a terceros para fines de investigación.

1.18 y 1.19. Dar datos completos de las parcelas sembradas y garantizar el acceso de técnicos de Monsanto

por tres años después de la siembra a campos (propios y arrendados) y a instalaciones donde almacene el

agricultor su cosecha.

Algunas de estas cláusulas han hecho saltar la alarma en la comunidad científica que ve limitada la

posibilidad de investigación y evaluación independiente de riesgos ambientales y de salud 80 (nótese que la

editorial de Scientific American se refiere específicamente a semillas transgénicas). Esto fue denunciado

como obstáculo importante para conducir su investigación por el propio Séralini, para lo que tuvo que

buscar una solución ingeniosa.

Conclusión

El discurso que equipara tecnología y cultivos transgénicos como si estos fuesen la única opción de

desarrollo futuro y los demás no formasen parte del avance tecnológico está diseñado para establecer un

debate falso y debe ser denunciado. El conocimiento y las prácticas desarrolladas por miles de millones de

agricultores a través de los siglos y en la actualidad, así como los muy numerosos avances en campos de

mejora genética en base a biotecnología no transgénica deben ser considerados como la principal fuente

de progreso.

Esto no quiere decir que la transgénesis y otras nuevas tecnologías tengan que ser completamente

abandonadas, pero conviene resaltar que hasta la fecha los cultivos transgénicos ‘de primera generación’

(los realmente existentes) no han aportado soluciones reales y duraderas, y están creando problemas que

pueden hipotecar el futuro de la agricultura. Pero para que estas tecnologías puedan hacer su aportación

hay que insertarlas en un marco sistémico e integrado a distintos niveles, desde el organismo hasta los

agro-eco-sistemas. Esta visión sistémica debe ser también llevada a los protocolos de experimentación y

aprobación, reforzando las medidas de control en todas las fases y haciéndolas verdaderamente

independientes, no supeditadas al control e intereses de las empresas que fabrican y comercializan estas

semillas. En lugar de liberalización lo que necesitamos es más Principio de Precaución.

Existe un riesgo real de irreversibilidad en el modelo de agricultura transgénica que nos impida utilizar vías

de recambio como respuesta a los numerosos problemas (esperados e inesperados) que se están poniendo

de manifiesto. No se trataría solo de posibles problemas ambientales y de salud más o menos consumados

e irreversibles. Es también la pérdida de conocimiento y germoplasma acumulados y que corren el peligro

10

de desaparición, situándonos en un futuro escenario en que unas pocas empresas controlen la

alimentación desposeyendo a los agricultores y campesinos de sus acervos tradicionales. Como señalan

Soleri y Cleveland 14 refiriéndose al caso del maíz transgénico en México, la mayor amenaza ‘… is the

synergy between micro level genetic processes and macro level regional and global economic processes,

which creates a situation that is more than the sum of its parts’.’(…la sinergia entre micro-procesos

genéticos y macro-procesos económicos a nivel regional y global, lo que crea una situación que es más que

la suma de las partes)’.

Lo anterior no son elucubraciones viscerales, irracionales y/o políticamente interesadas. Son riesgos reales

que hay que dar a conocer a la opinión pública en lugar de fustigar al mensajero. No se trata, pues, de un

‘banderín de enganche’ de los grupos ecologistas, que ‘Tras haber cubierto bastantes de sus objetivos en

campañas como la de la energía nuclear, se fijaron en los transgénicos’ como dice el Sr. Mulet.

Por último, coincido con el Sr. Cervera en que ‘Es tarea del periodista cotejar, criticar y explicar lo que

afirman las fuentes para ponerlo en el contexto adecuado’ y que ‘La prensa, sin embargo, sí que tiene por

misión informar lo mejor posible sobre los detalles y las consecuencias del modo más comprensible para que

la sociedad pueda decidir con datos de la mejor calidad.’ Lamentablemente, su nota no ha estado a la altura

de lo esperado para un medio como ElDiario.es.

Notas:

A la hora de cerrar este documento he vuelto a entrar en la URL del artículo del Defensor de la Comunidad

y he constatado que se han incorporado dos correcciones al final del mismo. Estas correcciones son

menores y no alteran los argumentos que he expresado arriba.

Mi identificación profesional es a efectos de transparencia y no pretende tener ningún valor de ‘prestigio

profesional’ o de ‘exhibir titulaciones y cargos para dar autoridad’ a mi texto (afirmaciones ambas recogidas

en la nota del Defensor y que aparecen también en los comentarios de algunos de los lectores críticos con

la Sra. Alvarez-Buylla). No me considero una autoridad en el tema. Obviamente el texto sólo representa mi

opinión y no la de la institución en la que trabajo.

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