Cuentos infantiles

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Recopilacion de Cuentos

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Gato con bo-tas

Los 3 cerditos

PinochoEl patito feo

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Indice

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En el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos decidieron hacerse una casa. El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar.

El mediano construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él. El mayor trabajaba en su casa de ladrillo. - Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras casas- riñó a sus hermanos mientras éstos se lo pasaban

El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su ca-sita de paja, pero el lobo sopló y sopló y la casita de paja der-rumbó. El lobo persiguió tam-bién al cerdito por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el lobo sopló y sopló y la casita de mad-

era derribó. Los dos cerditos salieron pitando de allí. Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del hermano mayor. Los tres se metieron dentro y cer-raron bien todas las puertas y ventanas. El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua.

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El lobo comilón descendió por el interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó. Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito.

FIN

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En una vieja carpintería, Geppetto, un señor amable y simpático, terminaba más un día de trabajo dando los últimos retoques de pintura a un muñeco de madera que había construído este día. Al mirarlo, pensó: ¡qué bonito me ha quedado! Y como el muñeco había sido hecho de madera de pino, Geppet-to decidió llamarlo Pinocho. Aquella noche, Geppeto se fue a dormir deseando que su muñeco fuese un niño de verdad. Siempre había deseado tener un hijo. Y al encontrarse profundamente dormido, llegó un hada bue-na y viendo a Pinocho tan bonito, quiso premiar al buen carpintero, dando, con su varita mágica, vida al muñeco.

Al día siguiente, cuando se despertó, Geppetto no daba crédito a sus ojos. Pinocho se movía, caminaba, se reía y hablaba como un niño de verdad, para alegría del viejo carpintero. Feliz y muy satisfecho, Geppeto mandó a Pinocho a la escuela. Quería que fuese un niño muy listo y que aprendi-era muchas cosas. Le acompañó su amigo Pepito Grillo, el consejero que le había dado el hada buena. Pero, en el camino del colegio, Pi-nocho se hizo amigo de dos niños muy malos, siguiendo sus travesu-ras, e ignorando los consejos del grillito. En lugar de ir a la escuela, Pinocho decidió seguir a sus nue-vos amigos, buscando aventuras no muy buenas. Al ver esta situación, el hada buena le puso un hechizo. Por no ir a la escuela, le puso dos orejas de burro, y por portarse mal, cada vez que decía una mentira, se le crecía la nariz poniéndose colo-rada. Pinocho acabó reconociendo que no estaba siendo bueno, y ar-repentido decidió buscar a Geppetto. Supo entonces que Geppeto, al salir en su busca por el mar, había sido tragado por una enorme ballena.

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Pinocho, con la ayuda del grillito, se fue a la mar para rescatar al pobre viejecito. Cuando Pinocho estuvo fr-ente a la ballena le pidió que le devolviese a su papá, pero la ballena abrió muy grande su boca y se lo tragó tam-bién a él. Dentro de la tripa de la ballena, Geppetto y Pinocho se reencontraron. Y se pusieran a pensar cómo salir de allí. Y gracias a Pepito Grillo encontraron una salida. Hicieron una fogata. El fuego hizo estor-nudar a la enorme ballena, y la balsa salió volando con sus tres tripulantes. Todos se encontraban salvados.

Pinocho volvió a casa y al colegio, y a partir de ese día siempre se ha comportado bien. Y en recompensa de su bondad el hada buena lo convirtió en un niño de carne y hueso, y fueron muy felices por muchos y muchos años. FIN

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Como en cada verano , a la Señora Pata le dio por em-pollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los mas guapos de todos. Llego el dia en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se jun-taron ante el nido para verles por primera vez.

Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos , cada uno acompañado por los gritos de alegria de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas es-taban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo , el mas grande de los siete , aun no se habia abierto.

Todos concentraron su atencion en el huevo que permanecia intacto , tambien los patitos recien nacidos, esperando ver algun signo de mo-vimiento.

Al poco, el huevo comenzo a romperse y de el salio un sonri-ente patito , mas grande que sus hermanos , pero ¡oh , sorpresa! , muchisimo mas feo y desgarbado que los otros seis...

La Señora Pata se moria de ver-guenza por habertenido un patito tan feo y le aparto de ella con el ala mientras prestaba atencion a los otros seis.

El patito se quedo tristisimo porque se empezo a dar cuenta de que alli no le querian...

Pasaron los dias y su aspecto no mejoraba , al contrario , empe-oraba , pues crecia muy rapido y era flaco y desgarbado, ademas de bastante torpe el pobre..

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Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reian constante-mente de el llamandole feo y torpe.

El patito decidio que debia bus-car un lugar donde pudiese en-contrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su de-sastroso aspecto y una mañana muy temprano , antes de que se levantase el granjero , huyo por un agujero del cercado.

Asi llego a otra granja , donde una anciana le recogio y el patito feo creyo que habia encontrado un sitio donde por fin le querrian y cuidarian , pero se equivoco tambien , porque la vieja era mala y solo queria que el pobre patito le sirviera de primer plato. Y tam-bien se fue de aqui corriendo. Llego el invierno y el patito feo casi semuere de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que huir

Al fin llego la primavera y el patito paso por un estanque donde encontro las aves mas bellas que jamas habia visto hasta entonces. Eran elegantes , graciles y se movian con tanta distincion que se sintio totalmente acomplejado porque el era muy torpe. De to-das formas, como no tenia nada que perder se acerco a ellas y les pregunto si podia bañarse tam-bien.

Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el es-tanque, le respondieron:

- ¡Claro que si , eres uno de los nuestros! A lo que el patito re-spondio:

-¡No os burleis de mi!. Ya se que soy feo y flaco , pero no deberi-ais reir por eso...

- Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y veras como no te mentimos.

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El patito se introdujo incredulo en el agua transparente y lo que vio le dejo maravillado. ¡Durante el largo invi-erno se habia transfor-mado en un precioso cisne!. Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne mas blanco y el-egante de todos cuantos habia en el estanque.

Asi fue como el patito feo se unio a los suyos y vivio feliz para siempre.

fin

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Había una vez... ...Un molinero que tenía tres hijos. A su muerte, el pobre moline-ro les dejó a sus hijos, como únicos bienes: su molino, su burro y su gato. Muy pronto se hizo el reparto, para el cual no se necesitó notario ni otra autoridad; nada sobró del pobre patrimonio. El hijo mayor se quedó con el molino, el segundo recibió el burro y el menor sólo se quedó con el Gato; estaba desconsolado por tener tan poco. Mis hermanos decía podrán ganarse la vida honradamente trabajando juntos; en cambio yo, en cuanto me haya comi-do mi gato y haya hecho una bufanda con su piel, moriré de hambre. El Gato, al oír este discurso, le dijo con un aire comedido y

Aunque el amo del Gato no hizo mucho caso al oírlo, lo había visto actuar con tanta agilidad para atrapar ratas y ratones, y cuando se colgaba de sus patas traseras o cuando se escondía en la harina ha-ciéndose el muerto, que no perdió la esperanza de que lo socorriera en su miseria. En cuanto el Gato tuvo lo que había solicitado, se calzó rápidamente las botas, se colocó el saco al cuello tomando los cor-dones con sus patas delanteras y se dirigió hacia un conejal en donde había muchos conejos. Puso sal-vado y hierbas dentro del saco, y se tendió en el suelo como si estuviese muerto; esperó que un tierno conejo poco conocedor de las tretas de este mundo viniera a meterse en el saco para comer lo que en él había. Ap-enas se hubo acostado tuvo un gran regocijo; un tierno y aturdido cone-jo entró en el saco. El Gato tiró de los cordones para atraparlo y luego lo mató sin misericordia. Orgulloso de su proeza, se dirigió hacia donde vivía el Rey y pidió que lo dejaran entrar para hablar con él. Le hici-eron pasar a las habitaciones de Su

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Si sigues mi consejo podrás hacer fortu-na; no tienes más que meterte en el río en el lugar que yo te indique y después dejarme actuar. El Marqués de Carabás hizo lo que su Gato le aconsejaba, sin saber con qué fines lo hacía. Mientras se bañaba, pasó por ahí el Rey, y el Gato se puso a gritar con todas sus fuerzas:

¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Que se ahoga el Marqués de Carabás! Al oír los gritos el Rey se asomó por la ventanilla y al reconocer al Gato que tantas piezas de caza le había entrega-do, ordenó a sus guardias que fueran prestos al auxilio del Marqués de Car-abás. Mientras sacaban del río al pobre Marqués, el Gato se acercó a la carroza y le dijo al Rey que durante el baño de su amo unos ladrones habían llegado y se llevaron sus ropas, a pesar de que él les gritó con toda su fuerza; el Gato las había escondido tras una enorme piedra. Al instante, el Rey ordenó a los oficiales de su guardarropa que fueran a buscar uno de sus más bellos trajes para dárselo al Marqués de Carabás.

He aquí, Señor, un conejo de campo que el Señor Marqués de Carabás (que es el nom-bre que se le ocurrió dar a su amo) me ha encargado ofre-cerle de su parte. Dile a tu amo contestó el Rey, que se lo agradezco, y que me halaga en gran medida. En otra ocasión, fue a es-conderse en un trigal dejando también el saco abierto; en cuanto dos perdices entraron en él, tiró de los cordones y capturó a ambas. Enseguida se fue a regalárselas al rey, tal como había hecho con el conejo de campo. Una vez más, el Rey se sintió halagado al recibir las dos perdices, y ordenó que le dieran de be-ber. Durante dos o tres me-ses el Gato continuó llevando al Rey las piezas que cazaba y le decía que su amo lo en-

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El Rey le hizo mil hala-gos, y como los hermo-sos ropajes que acaba-ban de darle realzaban su figura (pues era guapo y de buen porte), la hija del rey lo encon-tró muy de su agrado; además, como el Mar-qués de Carabás le di-rigió dos o tres mira-das, muy respetuosas y un poco tiernas, ella se enamoró enseguida de él. El rey quiso que sub-iera a su carroza y que los acompañara en su paseo.

El rey, al ver tantas riquezas del Marqués de carabás, decidió casar a su hija con el hijo menor del molinero, mientras el gato le presentaba todos los re-spetos y se había converti-do en el gato más famoso de toda la comarca. Y su Señor, el marqués de Carabás, en un joven príncipe, y las puertas re-ales se abrieron para dar paso a la feliz pareja. y allí vivieron felices, y el gato con botas, como rec-ompensa de su amo, vivió también en aquel castillo tan bonito.

fin

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