LCL Análisis en torno al texto “¿Cómo hacerse un cuerpo sin órganos?” de Gilles Deleuze

Fernanda González Herrada Teoría de la representación II, Profesor Miguel Ruiz

29­07­2015

El LCL y el huevo

Durante el año 1997 Hideaki Anno da fin a la serie de animación japonesa

Evangelion con el estreno de la película The end of evangelion (One more final: I need you). En su última instancia y luego de una extensa lucha por defender su propia existencia, la humanidad se ve forzada a evolucionar de manera artificial fusionando las mentes conscientes individuales en una sola entidad, conformando un imponente océano de LCL, una sustancia ficticia que hace referencia al líquido amniótico producido en el útero durante el embarazo; se nos explica, además, que los seres vivos están compuestos en su totalidad de LCL tomando forma como entidades separadas solo gracias a la existencia de los campos AT, definido dentro de este universo como “la barrera física/defensiva” de cada uno, cuando dicho campo colapsa, el cuerpo se disuelve en LCL. Los últimos minutos de la película nos relatan la evolución de la humanidad hacia este líquido amniótico en el cual viven todas las voluntades de lo que alguna vez fue individual, pensamientos, energías y particularidades se ven fundidas sin la existencia de contornos, es este el cuerpo de la nueva humanidad: Un cuerpo colectivo. Sin embargo, se nos presenta también a dos individuos que no forman parte de la existencia colectiva, hombre y mujer, finalmente se nos explica que este Proyecto de Complementación humana no es permanente, los seres vivos podrían re­formarse a sí mismos siempre y

cuando pudieran imaginarse a sí mismos, porque todas las formas de vida tienen el poder de restaurarse a sí mismos por su voluntad de vivir. De este modo, los primeros en darse forma son: a) un individuo que rechaza su forma colectiva de forma inmediata y b)un otro necesario para la existencia de este primero, imaginado por éste mismo al necesitar no verse físicamente solo.

Resulta comparable la evolución de la humanidad hacia el caldo LCD planteada por Hideaki Anno a el plano del huevo lleno propuesto por Deleuze, en ambos casos se plantea una suerte de evolución (in­evolución) hacia una materialidad prima carente de organicidad, pero viva, compuesta de intensidades y voluntades. En el momento en que se han roto los contornos, se nos presenta el CsO.

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De lo material y lo vital en el CsO

El proyecto del Cuerpo sin Órganos instala un contingente de preguntas en

torno al por qué de la organicidad del cuerpo, insinúa la estructuración en torno a una predeterminación del devenir del ser basada principalmente en la instancia primaria de su anatomía/materia. Tal y como Bergson propone en su texto Materia y memoria, el cerebro, como todo músculo, cumple una función orgánica necesaria para la misma sobrevivencia y esta es simultánea a la existencia de la percepción en si misma, en otras palabras. La percepción no deja de ser un proceso biológico, función del órgano del cerebro. El cuerpo,al ser conformado de manera orgánica, es decir, con unidades/ órganos de contornos/límites definidos y funciones specíficas articulados en un organismo, se entiende así mismo como y entiende a los otros como organismos. Los contornos definen límites y los límites, individualidades, sin embargo, ¿Qué es lo que ocurre cuando un órgano no se usa para lo que se supone que debería usarse? Deleuze se preguntaría “(...)¿Tan triste y peligroso es no soportar los ojos para ver, los pulmones para respirar, la boca para tragar, la lengua para hablar, el cerebro para pensar, el ano y la laringe, la cabeza y las piernas?” (2004, p 156)

Si un órgano no es usado en son a su función primaria, no está funcionando. Si se toma la decisión de que este ´órgano sea usado con un fin que no es aquel para el cual fue “pre­determinado” se está ejecutando un acto de voluntad sobre la materia. El existir en torno a lo que limitan los órganos limitan la existencia de lo humano a la trascendencia de la materia, generan una suerte de vivir inherente a la inercia y lo estático del organismo humano. El cuerpo sin órganos es porque quiere ser, el cuerpo sin órganos sirve a lo que la voluntad del individuo quiera que este sea y he ahí la acción de lo vital sobre lo material, la decisión de servirse del cuerpo según los propósitos de la voluntad se conforma como un acto de manifestar una

conciencia ante algo fijo, algo material, algo estático. Es ser consciente del ir siendo y pensar en una constante re­formulación de la organicidad que sea capaz de responder/ser en tiempo real conforme a los propósitos de un individuo y no de los fantasmas externos construidos en torno a la organicidad. Deleuze describiría su CsO cómo:

“(...) es lo que queda cuando se ha suprimido todo. Y lo que se suprime es precisamente el fantasma, el conjunto de significancias y de subjetivaciones. El psicoanálisis hace justo lo contrario: lo traduce todo en fantasmas, lo convierte todo en fantasmas, conserva el fantasma, y se caracteriza por fallar lo real, puesto que falla el CsO” (2004. p.157)

El cuerpo sin órganos se piensa a sí mismo y es en el sentido de lo que desea ser, es inmanente en el sentido de que no se ve sujeto a nada más que su propia voluntad, no requiere más explicaciones fantasmas respecto a sí mismo; es un proceso contínuo en sí; la construcción del cuerpo está sujeta a la voluntad de quien configure su cuerpo, de lo que haga, piense o desee. El cuerpo sin órganos podría comenzar por un primer proceso de identificación del impulso vital que distancia un cuerpo de otro, si un cuerpo es distinto al otro o si un cuerpo está fusionado con un otro es derechamente porque las voluntades son distintas, ningún cuerpo debería ser idéntico a otro. Yo soy solo en el cuerpo que soy porque solo aquí puedo ser y solo aquí soy yo.

Cuándo Deleuze expone el ejemplo del cuerpo del masoquista hace referencia a una materialidad que ha sido a sometida a una voluntad mayor, lo vital ha accionado aquí, se ha rehusado a ser organizado, ha roto con uno de los tantos fantasmas que rodean el significado de tener un cuerpo orgánico. El masoquista ha definido el placer como el aplazamiento de este mismo mediante el sufrimiento, le ha otorgado protagonismo al proceso por sí mismo y ha desarrollado su cuerpo en el devenir de ese proceso, sujeto desde el propio deseo de sufrir.

En conclusión, el cuerpo sin órganos es lo que quiere ser porque es vital antes que material. Más aún, el cuerpo sin órganos va siendo según lo que el individuo quiere que este sea para sus propósitos.

El cuerpo como soporte en la performance o la objetualización del cuerpo como un medio (un proceso en sí mismo) responde a una conciencia sobre el sentido del cuerpo y una decisión en torno al uso de este con fines propios, “fines artísticos”

Bibliografía ­DELEUZE,G. GUATTARI, F. (2004). Mil mesetas, Capitalismo y Ezquisofrenia. Valencia: Editorial Pre­textos.