CriticaHistorica

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CRITICA HISTORICA Y ARCHIVOS: EL CASO DE ESPAÑA EN EL SIGLO XVIII * MARGARITA GÓMEZ GÓMEZ Departamento de Paleografía y Diplomática de la Universidad de Sevilla En este ensayo no pretendemos realizar un estudio. pormenorizado de movimiento de renovación cultural —v de su mano historiográfico— que com- porta nuestra ilustración. Simplemente intentaremos ofrecer a grandes rasgos las condiciones intelectuales y las circunstancias estatales —en este tiempo íntimamente unidades— que permitieron el progreso en el conocimiento de los archivos y de la valoración de sus depósitos en orden, en definitiva, al establecimiento de un método que dará sus frutos más tarde, pero que ahora informa, y bastante, la historiografía española. Tradicional ha sido la preocupación que los monarcas a lo largo de la historia mostraron por los documentos y el modo en que estos quedaban con- servados -y dispuestos para su hallazgo y localización. Desde el simple arca transportable que acompañaba a la corte en sus• traslados de gobierno se pasó en un proceso lento, pero evolutivo, al establecimiento de un sistema de archivos, que aunque imperfecto, aseguraba la conservación y localización documental. Archivos generales como el de Simancas, y centrales, dispuestos en cada una de las oficinas productoras, aseguraban la ,perfecta conservación de unos documentos cada vez más voluminosos y necesarios ,en la función pública. Un corpus legislativo fue regulando y perfeccionando ,unas prácticas secu- lares que los burócratas fueron ejerciendo según las necesidades. Las trans- ferencias, las funciones de los archiveros, las exigencias de un servicio, y otras motivaciones, fueron poco a poco individualizando a los archivos como instituciones especificas dentro del marco que conformaba la administración públicas, y a fines del siglo xvm aun conservando graves perjuicios de males practicados . con anterioridad, podemos pensar , que los archivos no sólo fun- cionaban con perfección, sino que los mismos quedaban enmarcados dentro * Este artículo corresponde, en su mayor parte, al capítulo III de la tesis de Licen- ciatura presentada bajó el título Fundación y'Ot.dénanzas del Árchivo General de Indias: Su significación en la política archivística española, en febrero de 1986. [1] 199

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CRITICA HISTORICA Y ARCHIVOS: EL CASO DE ESPAAEN EL SIGLO XVIII *MARGARITA GMEZ GMEZDepartamento de Paleografa y Diplomticade la Universidad de SevillaEn este ensayo no pretendemos realizar un estudio. pormenorizado demovimiento de renovacin cultural v de su mano historiogrfico que com-porta nuestra ilustracin. Simplemente intentaremos ofrecer a grandes rasgoslas condiciones intelectuales y las circunstancias estatales en este tiempontimamente unidades que permitieron el progreso en el conocimiento delos archivos y de la valoracin de sus depsitos en orden, en definitiva, alestablecimiento de un mtodo que dar sus frutos ms tarde, pero que ahorainforma, y bastante, la historiografa espaola.Tradicional ha sido la preocupacin que los monarcas a lo largo de lahistoria mostraron por los documentos y el modo en que estos quedaban con-servados -y dispuestos para su hallazgo y localizacin. Desde el simple arcatransportable que acompaaba a la corte en sus traslados de gobierno sepas en un proceso lento, pero evolutivo, al establecimiento de un sistemade archivos, que aunque imperfecto, aseguraba la conservacin y localizacindocumental.Archivos generales como el de Simancas, y centrales, dispuestos en cadauna de las oficinas productoras, aseguraban la ,perfecta conservacin de unosdocumentos cada vez ms voluminosos y necesarios ,en la funcin pblica.Un corpus legislativo fue regulando y perfeccionando ,unas prcticas secu-lares que los burcratas fueron ejerciendo segn las necesidades. Las trans-ferencias, las funciones de los archiveros, las exigencias de un servicio, yotras motivaciones, fueron poco a poco individualizando a los archivos comoinstituciones especificas dentro del marco que conformaba la administracinpblicas, y a fines del siglo xvm aun conservando graves perjuicios de malespracticados . con anterioridad, podemos pensar , que los archivos no slo fun-cionaban con perfeccin, sino que los mismos quedaban enmarcados dentro* Este artculo corresponde, en su mayor parte, al captulo III de la tesis de Licen-ciatura presentada baj el ttulo Fundacin y'Ot. dnanzas del rchivo General de Indias:Su signif icacin en la poltica archivstica espaola, en febrero de 1986.[1]199MARGARITA GMEZ 'GMEZde una poltica estatal que los supervisaba y sistematizaba segn criteriospblicos.Las funciones y demandas realizadas hacia los mismos coinciden inclusocon las practicadas hoy da. Slo la apertura de stos a la investigacin y lacultura de un pas en general qued sin efecto en este,siglo. Los archivos,aunque en su interior se conservase documentacin histrica,eran an con-siderados como bienes de uso estatal: la sociedad slo recibira los beneficiosque con ellos,con los archivos de la Corona,el Estado otorgara,ya fuesenmejoras administrativas,polticas o culturales.A pesar de este hecho,los ilustrados y el movimiento historiogrficodesarrollado en Espaa por esas fechas dej una importante huella en lapoltica archivstica desarrollada en el sigloLa labor de rastreo llevada a cabo por los eruditos ilustrados del mo-mento,adems de poner de manifiesto el estado y situacin de los archivos,sirvi de localizadora de fondos documentales dispersos,conservados perodifciles de consultar por su esparcimiento. Su labor de crtica histrica ydocumental puso,adems,las bases necesarias para que ya,en el siglo xix,los archivos de documentacin histrica abrieran sus puertas a la investiga-cin particular. Un estado de opinin favorable desarrollado con anteriori-dad as lo permiti. Es esta actitud,en sus ms variadas significaciones,laque pasamos a estudiar.En sus orgenes,no ser sino un inters ampliado por el documento elque incite a tales reconocimientos; slo despus los objetivos se centraronno slo en los documentos sino tambin en el modo de conservarlos y enlos edificios que los cobijaban. Surgir entonces el inters por los archivosy la Archivstica,ciencia que iniciar ahora,junto con la Paleografa,la Di-plomtica y otras,sus primeros pasos cientficos.La historia crtica,junto a motivaciones polticas o administrativas,fa-voreci el peregrinaje por los archivos espaoles,su reconocimiento y conse-cuente reforma. El deseo de los eruditos por apoyar con documentos fide-dignos sus obras histricas,explicara el que en muchos casos la preocupa-cin por los archivos aparezca unida a un inters paleogrfico o diplomtico.En el siglo xviii muchas fueron las causas que favorecieron el recono-cimiento de los archivos. Junto con los lgicos motivos administrativos fueel regalismo uno de los principales motores que auspiciaron esta tendencia.Difcil es,sin embargo,deslindar unos motivos de otros,y ms an en estapoca,cuando ministros y oficiales de la corte,junto con una lgica preocu-pacin burocrtica,llevaron a cabo una militante poltica regalistay fomen-taron e incluso practicaron la historia crtica y el reconocimiento de losarchivos. Las motivaciones aparecen en muchos casos amalgamadas en unamisma persona,corriente o actitud. Obras eruditas fueron utilizadas con200[2]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIfines polticos o regalistas y actividades polticas fueron aprovechadas poreruditos y administradores para consumar sus fines. A lo largo de todo elsiglo xviir se observa esta simbiosis, para muchos unin fctica e intere-sada ' pero, en todo caso, propias de las tendencias y actitudes del Despo-tismo Ilustrado 2.No ser extrao ver cmo importantes representantes de la Ilustraciny de las letras se vieron involucrados en la poltica regalista. El monarca,ya desde Felipe V, apoyar todas las obras histricas que favorecieron susintereses, y desde ese momento fue considerado y enaltecido como mecenas,y protector de la Ilustracin del pas. Pero si el monarca se vali de erudi-tos, tambin stos, a su vez, del monarca. Las amplias empresas historio-grficas, entonces ideadas, de amplios costes y largos arios de mantenimiento,necesitaban el apoyo de la corte, pero no slo un apoyo econmico. La con-sulta documental y de los archivos, entonces cotos cerrados a todas aquellaspersonas ajenas a la institucin productora, necesitaba el reconocimientoreal. Todos aquellos que se salieran de los moldes impuestos por lo que al-gunos han venido a llamar Ilustracin oficial, se vean abocados al fra-caso en la realizacin, o, al menos, difusin de sus escritos.Slo en la segunda mitad del XVIII la unin entre apoyo monrquico eintereses ilustrados parece responder a razones ms sinceras, entre otras co-sas, porque ser ahora cuando un mayor porcentaje de oficiales-ilustrados seintroduzcan en la corte.Los eruditos y la corte. La apertura de Espaaa las nuevas tendencias intelectualesEn la primera mitad del sigloXVIII espaol, aun permaneciendo en granparte la trayectoria y tradicin que en el mundo de la historiografa se habadado en la precedente centuria, comienzan a atisbarse los primeros tanteoshacia una renovacin historiogrfica.En lneas generales, el siglo XVII haba representado un avance en el co.nocimiento de las fuentes documentales, sobre todo de las fuentes de la EdadMedia. Se inicia el tratamiento riguroso de los documentos por parte delos ms conspicuos cultivadores de la heurstica; es el caso de Papebroch,que tuvo sus agentes en Espaa o Mabillon y sus continuadores. Sin em-bargo, los cambios no ocurren de la noche a la maana, y la historiografa1. Vid. MESTRE SANC H IS, A.: Despotismo e Ilustracin en Espaa,Barcelona, 1976;MAYANS Y SISCAR, G.: Epistolario II, notas y estudio preliminar a A. MESTRE SANC H IS,Valencia, 1972.2. Vid. SNCHEZ AGESTA, L.: El pensamiento poltico del Despotismo Ilustrado.Sevilla, 1979.3. Vid. VILLAPLANA MONTES, A.: Correspondencia de Papebroch con el Marqusde Mondejar (1669-1679), en Hispania Sacra, 25 (1972), pgs. 293-349.[ 3 1201MARGARITA GMEZ GMEZdel XVII, sobre todo entre nosotros, debi mucho a los falsos cronicones ya las fbulas, sin que el mtodo histrico pudiera desvestirse de estos vicios.Es, sin embargo, la tendencia historiogrfica del xvii de incalculable valorpara la constitucin del mtodo cientfico de la Historia en el xviti, al menosen sus primeros momentos.Se sostuvo que la curiosidad crtica por los fondos archivsticos y otrasfuentes de la Historia, fue una ms de las tendencias de modernizacin quetrajeron los Borbones. Sera esto uno ms de los lugares comunes a la horade valorar la cultura espaola como la de los frutos tardos. Actualmente,sin embargo, se admite que tal espritu ya haba dado sus primeros pasosen las ltimas dcadas del siglo XVII, antes, por tanto, de la difusin de laobra de Feijoo, participando, de este modo, ,de la corriente intelectual euro-pea que desde fines de dicha centuria comenz a cambiar los moldes tradi-cionales en que se asentaba la mentalidad del Antiguo Rgimen. La crisis dela conciencia europea, trmino con que P. Hazard definiera tal trastorno delos valores mentales e intelectuales en que se basaba la sociedad del AntiguoRgimen, haba incidido en Espaa aunque su difusin haba sido escasay combatida.A esta idea ya haba contribuido M. Menndez Pelayo cuando exponeque a comienzos del siglo XVIII ms que renacimiento de -los estudios his-tricos hubo continuacin de una escuela formada en el xvi con pleno co-nocimiento de lo que se trabajaba en Francia e Italia, escuela que habasufrido un retroceso en el siglo xvit pero que an mantena, aunque aletar-gado, su espritu crtico 4 . Recientemente, A. Mestre Sanchs ha aportado de-cisivas ideas a este respecto. Desmitificador de los orgenes de la Ilustracinespaola, ha estudiado figuras tan relevantes como G. Mayans y Siscar,yla influencia de Valencia y sus eruditos en la historiografa espaola 5.Para A. Mestre Sanchs ya, desde fines del siglo XVII, Espaa participabaen corrientes intelectuales que se manifestaban en Europa. Esta participa-cin, generalmente aceptada para el campo de las ciencias, tambin se habaoperado en el campo historiogrfico.Por lo que respecta a Europa, se ha admitido como clave para los iniciosde la historia crtica la publicacin en 1681 del De re diplomaticade Ma-billon, obra cumbre de una preocupacin que poda considerarse comn adistintos pases europeos: desde Francia con los maurinos de Pars (Ma-billon, Montfaucon), a los bolandistas belgas (Bollando, Papebroch) o losalemanes (Leibniz o Pupendorf)6.4 . Vid. MENNDEZ Y PELAYO, M.:Historiade laHeterodoxia, segunda edicin;Madrid, 1911-17, t. I, pg. 17 y ss.5. Vid. MESTRE SANCHIS, A.: Historia, fueros y actitudes polticas. Mayans y laHistoriografadel XVIII. Valencia, 1970.6. Vid. MESTRE SANC H IS,A.: Religin Ycultura. en el siglo XVIII, en Historia de202[4 ]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIITodos estos estudiosos intentan aplicar la crtica a una fuente concretade la historia: los documentos. Con ello establecen la bases para la constitucindefinitiva de la Historia como ciencia o, si queremos ser ms exactos, parala constitucin del mtodo cientfico de la Historia.Espaa tambin particip, en forma paralela, en tal inters, y represen-tantes slidos de esta tendencia son eruditos como Nicols Antonio o G. Ib-ez de Segovia, marqus de Mondjar.Por primera vez, y participando de la duda metdica, se plante la cen-sura global a los falsos cronicones, obras apcrifas que haban inundado defbulas la historia eclesistica de Espaa7 . La Bibliotheca Hispana V etus,publicada en 1696, de Nicols Antonio, debe entenderse como obra claveen el criticismo espaol 8 . Tambin el marqus de Mondjar se enfrenta aquellas tradiciones tomadas como ciertas sin apoyos documentales quelas sustentasen; sus Disertaciones Eclesisticas (167 1) renuevan el plantea-miento general de la historia eclesistica que hasta ese momento se habamantenido, y la intensa correspondencia que mantuvo Papebroch nos in-dica el paralelismo de intereses y criterios histricos entre ambos eruditos9.Realmente, por lo que a los falsos cronicones respecta, la historia crticahaba comenzado en Espaa con Vergara, quien denunci las falsedades deA. de Viterbo, y se vio continuada por historiadores como J. Zurita y A. deMorales. A comienzos del siglo xvit, los falsos cronicones llegan a su puntolgido afectando a la historiografa eclesistica y falsificando documentos quese esgriman como portadores de hechos ciertos. P. de Valencia y J. BautistaPrez los atacaron, pero de nuevo reincidieron en la segunda mitad del xvit,coincidiendo entonces con la aparicin de una serie de eruditos partcipes deuna nueva corriente historiogrfica: la historia crtica.Ser el problema de estos falsos cronicones, continuado durante toda laprimera mitad del siglo XVIII, el que incite a un primer reconocimiento de losarchivos y a una bsqueda de documentos que apoyasen las nuevas ideashistricas; documentos que, a su vez, deban ser reconocidos y autentica-dos. La Paleografa, la Diplomtica, la Numismtica... comienzan a darsus primeros pasos en Espaa.No iban a encontrar, sin embargo, los eruditos un camino fcil paradifundir sus estudios. La Iglesia y, fundamentalmente, la religiosidad popu-lar se sentan afectadas por el cmulo de santos y milagros que ahora se des-vanecan. Como pone de manifiesto P. Sainz Rodrguez, los falsos croniconesla Iglesia en Espaa, dirigida por G.GARCA VILLOSLADA, t. IV; Madrid, 197 9, p-ginas 7 46-7 92.7 . Vid. GODOY ALCNTARA,Historia crtica de los f alsos cronicones. Madrid, 18 68 .8 . Vid. Nicols ,A ntonio (1617-1684).Edicin, introduccin y transcripcin a cargode A. MORENO GARRIDO; Granada, 198 4.9. Vid. VILLAPLANA MONTES, A.: Correspondencia de Papebroch, ob. cit.[5]203.MARGARITA GMEZ GMEZno fueron slo falsificaciones cientficas, sino que respondan y reflejaban unestado social, y fueron la vanidad de las Iglesias regionales, de los santos pa-tronos y de la autenticidad de antigedades, las que hicieron surgir la nece-sidad de estas justificaciones falsas 1.En esta actitud encontramos las motivaciones de importantes aspectos quecaracterizan el movimiento historiogrfico de la primera mitad del siglo xvinespaol: en primer lugar, el inmenso inters que ahora cobra la historia ecle-sistica, hasta entonces, prcticamente olvidada por los humanistas espaoles;y, en segundo lugar, el concebir como extranjerizante y heterodoxo al pequeogrupo erudito que se atrevi en Espaa a rebatir tales fbulas.En las primeras dcadas del siglo xviiir espaol, comienzan a enfrentarsedos posturas que permanecern inamovibles a lo largo de la posterior his-toria: la tradicional y la innovadora. Esta lucha, comn en el resto de Europa,adquiri en Espaa dimensiones exageradas al haber sido uniforme, duranteun largo perodo de tiempo, las ideas y pilares ideolgicos que conformabanel ser espaol. Cualquier ataque a uno de estos pilares era suficiente paraque un erudito fuera tachado de heterodoxo y traidor al exacerbado nacio-nalismo que esgriman los defensores del antiguo podero espaol, ahoracriticado por las cortes y eruditos europeos, que ya haban consolidado laleyenda negra y consideraban a Espaa como la ms genuina representantede aquellos valores que ahora caen en crisis ".Persecuciones e inquebrantables barreras ahogaban cualquier intento deapertura o innovacin hacia aquello que tradicionalmente se haba conside-rado como cierto ".Este hecho nos explicara la caracterstica templanza que en la crticaemplearon los historiadores espaoles. Slo unos pocos se atrevieron a ex-poner sin reparos las verdades, duras de admitir, que eran demostradas porlos documentocs, y aquellos que lo hicieron se vieron limitados y recluidosen sus intentos.Cierto es que con la introduccin de la monarqua borbnica se amplia-ron los horizontes ideolgicos de Espaa y que los monarcas apoyaron losestudios que de algn modo podan redundar en un beneficio poltico opropagandstico de su actuacin gubernamental. As se explica el recono-cimiento y proteccin que recibieron las numerosas Academias de eruditos10. Vid. SAINZ RODRGUEZ,P.: La historia literaria de los antiguos bibligraf os es-paoles, en Homenaje a D. Agustn Millares, t. I (Gran Canaria, 1975), pg. 453.11. Vid. SAINZ RODRGUEZ, P.: Evolucin de las ideas de la decadencia espaola.Madrid, 1962, pg. 99.12. Vid. ALBORG, J. L.: Historia de la Literatura Espaola. Siglo XVIII.Madrid,1975, t. III, pg. 20-21.204[6]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIque ahora se fundan 13 y que intentaban saltar el vaco intelectual y el an-quilosamiento de la intelectualidad oficial, fundamentalmente de las Uni-versidades 14 .Asimismo, el avance y propulsin de innumerables obras en-ciclopedistas apoyadas y pensionadas por el gobierno, fundamentalmente araz del perodo de paz que proporcion el reinado de Fernando VI.Primaba el triunfo de la intelectualidad dirigida, propia del DespotismoIlustrado.Oficiales y miembros de la corte, directamente emparentados conel poder y la conveniencia del monarca, dirigan los ms importantes centrosde reactivacin cultural o incidan directamente en el monarca, como losconfesores regios.A su vez, las Academias se hallaban integradas, en su ma-yor parte, por intelectuales y eruditos-oficiales representantes de la Ilustra-cin oficial y nunca en oposicin a sus deseos y premisas15.Los verdaderos eruditos crticos, ansiosos de verdad y ajenos a un in-ters poltico o mayesttico que pudiera infectar sus obras histricas, sevean limitados en un callejn sin salida.Cuando a la monarqua le intere-saba recabar documentos para satisfacer sus pretensiones frente a la CuriaRomana, no reparaban en gastos ni tampoco en censuras ideolgicas, pelocuando este inters se agotaba o haba un cambio en los miembros de lacorte todo poda cambiar.Gran tiento deban tener los eruditos para gozarde la necesaria proteccin real, sin la cual ningn estudioso poda ejercer susplanes, por muy importantes que estos fueran.As expresa esta circunstanciaA.M.Burriel en carta a G.Mayans y Sisear:La Corte toda respira fomento de letras y de estudios. Anosotros nos toca hacer cuanto en prudencia quepa para para queno yerren las medidas, facilitndoles la execucin de sus deseos,no amargndoles con stiras, desdenes y desconfianzas, no asus-tndolos con grandes gastos; condescendiendo mucho con los an-13. Vid.AGUILAR PIAL, F. : La Real Academia sevillana de Buenas Letras en el si-glo XVIII. Madrid.1966.14 . Vid.SARRAILH, J. : La Espaa ilustrada de la segunda mitad del siglo XVIII.Fondo de Cultura Econmica, 1957.15. Sobre la incidencia de los confesores regios vid. CUESTA, L. : Jesuitas confesoresde los reyes y directores de la Biblioteca Nacional,en Rey.de Archivos, Bibliotecas yMuseos, t.LXIX, 1 (1961), pgs.129-175.En cuanto a las Academias, decir que porejemplo la de la Historia estuvo fundada por hombres dirigentes y cortesanos comoF.Zabila, capitn de las Reales Guardias de Infantera; Juan Antonio de Rada, secretariodel Rey y su abogado de los Reales Consejos; el abogado Manuel de Roda, del Consejode Hacienda; Jernimo Escuer, secretario de la Mayordoma Mayor del Rey; Agustn deMontiano y Luyando, secretario del Rey; Juan Martnez y Leopoldo Jernimo Ruiz, cape-llanes de San Isidoro y famosos por fundar el Diario de los Literatos de Espaa(Vid.ALBORG, J.L. : Historia de la Literatura...,ob.cit. , pg.32).[ 7]205MARGARITA GMEZ GMEZtiguos modos de pensar, hasta que el fruto les vaya entrando encodicia y vayan tomando ideas en todo correspondientes".Para llegar a esta identidad de intereses debemos esperar a la segundamitad del siglo xvin y, fundamentalmente, al reinado de Carlos III, ver-dadero amante de las letras y monarca rodeado de oficiales que ahora asu-men el espritu crtico hasta entonces representado por unos pocos.Hasta Carlos III, y aunque se depuraron fuentes y se desterraron fbulas,los eruditos estaban a merced de las diatribas polticas y religiosas que sedesarrollaron en la poca; por ello es por lo que en todo este perodo laerudicin y las relaciones polticas, fundamentalmente con la Iglesia, se vincu-lan de un modo inusitado. La necesidad de tomar partido limitaba la liber-tad del historiador, ya fuera en un sentido tradicional o crtico; de otro modono se explicara la prohibicin que hizo Fernando VI de criticar los es-critos de Feijoo ante las continuas luchas ideolgicas que tales estudios pro-vocaron 1 7.El amor a la verdad histrica y la libertad exenta de intereses que hi-cieran de la historia un arma poltica fueron las notas distintivas de aquellosque en la poca fueron considerados hipercrticos y por tal motivo desahu-ciados del apoyo real.A esta situacin se refiere A. M. Burriel en uno de sus ms significativosestudios: Apuntamiento de algunas ideas para fomentar las letras, muestradel inters de este erudito por depurar las fuentes y serial de las especialescircunstancias en que se desarroll la primera poca de la Ilustracin enEspaa:En esta coleccin (de los Concilios eclesisticos y privilegiosreales) debe estar el principal cimiento de cuantas ideas se quieranponer en planta para reforma de la disciplina eclesistica (...) Esteasunto importantsimo (...) pide indecible tiento, prudencia, jui-cio, erudicin y piedad en los que escribieran, y suma proteccin,firmeza y constancia, no slo en un ramo del Gobierno, sino entodos nacida de una slida piedad y amor al lustre de la religinCathlica y tambin de un sumo amor a la verdad y a la justicia,aunque sea contra los intereses propios y del mismo Rey. Perolos escollos de las autoridades Papal y Real en los trmnios en1 6. 1 7 50, enero 31 . Carta de A. M. Burriel a G. Mayans y Sisear (Vid.BURRIEL,A. M.: Apuntamientos de algunas ideas para fomentar las letras. Apndice.Edit. EC II A-NOVE TUERO, A,. en Iiipania Sacra, XX, n. 40 (1 967 ), pgs. 363-437y en su obraLa preparacin intelectual del P. Andrs Marcos Burriel. Madrid -Barcelona, 1 961 , p-ginas 252-327 ).1 7 . Vid. LPEZ PELEZ, A.: Los escritos de Sarmiento y el siglo de Feiioo. La Co-rua, 1 902.206[8]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIque se hallan hoy parecen invencibles (...) Entretanto, las perso-nas sabias y slidamente piadosas no osan hablar, viendo el peligrode : ofender a unos y a otros, y de ser condenados como herejes.Qu hombre sabio y piadoso tendra valor para publicar una his-toria digna, verdadera y slidamente pa y cathlica, pero sin con-templacin a las partes interesadas, al Concilio Constanticiense y delTridentino con los maravillosos materiales que hay en Espaa?".Realmente, escasos fueron los que se atrevieron, pero tan fuerte su in-fluencia que llegaron a impregnar la mentalidad de un poca. La numerosacorrespondencia entre eruditos espaoles y extranjeros evidencian una aper-tura de nuevos horizontes que slo necesitaban de un ambiente propicio paraexplayarse, como ocurri durante el reinado de CarlosIII. La mayora delas obras de estos hipercrticos, trmino con el que tradicionalmente se lesha denominado, fueron recogidas, censuradas y no dadas a la luz hastabastante tiempo despus, hecho por el que hombres como G. Mayans ySiscar o A. M. Burriel han sido comnmente menos conocidos que otroscomo E. Flrez, quien en todo momento recibi apoyo monrquico para hacery publicar sus estudios.Su templanza en la crtica as lo permiti. Sus ideas sobre la Historia ylas reglas que rigen su mtodo son claro exponente de la actitud que E. Fl-rez tom ante la historiografa, as como nos muestran el contraste entreunos, aquellos que ejecutan una crtica no escptica y demoledora, y otros,los hipercrticos, quienes a juicio de M. Menndez Pelayo hicieron de la his-toria arma de la lucha poltica 19.Sin embargo, en la bsqueda de documentos y en el reconocimiento delos archivos es donde se observa una mayor homogeneidad entre los crite-rios historiogrficos de los distintos eruditos espaoles. Templados e hiper-crticos iniciaron y practicaron el peregrinaje por los archivos espaoles pararealizar sus estudios y, al igual que ocurri con la Paleografa o la Diplo-mtica, la prctica en la historia crtica foment un inters por el archivo,el modo de conservar los documentos y el acceso a los mismos. Las denun-cias a este respecto se sucedieron sin intermisin. Cada erudito se lamentde las graves y continuas prdidas documentales, provocadas por el descuidode los archivos. Slo una diferencia, aquellos que por su actitud crtica lo-graron el apoyo real fueron los que ms claramente practicaron el recono-cimiento sistemtico de los archivos, otros, se limitaron a exponer esta ne-cesidad en obras y escritos, y en ltimo trmino, acudiendo al favor personal,investigaron en aquellos archivos que les abrieron sus puertas.18. Vid. BURRIEL, A. M.: Apuntamientos..., ob. cit., fol. 20.19. Vid. MENNDEZYPELAYO, M.: Historia de la Heterodoxia..., ob. cit. EstudioPreliminar, t. L[ 9]207MARGARITA .GMEZ GMEZEn todo caso, resulta interesante conocer las opiniones de estos, que des-de entonces abogaron por una apertura de los archivos para la historia, eincluso idearon medios para su arreglo y disposicin. Para ello, nos basare-mos en las opiniones dictadas a este respecto por cinco insignes eruditos dela poca: G. Mayans y Siscar, M. Sarmiento, E. Flrez, A. M. Burriel yJ. B. Muoz, verdaderos abogados de los archivos y representantes indiscuti-bles de la intelectualidad de la poca.Los reconocimientos de archivos con fines historiogrficosComo hemos visto, las nuevas tendencias historiogrficas, en su intentode depurar las fuentes y la historia de Espaa, perseguan fundamentalmentela edicin normalizada y sistemtica de fuentes, que, conservadas en archi-vos y en inminente riesgo de prdida, quedaban ocultas al historiador y alerudito de la poca.Colecciones de fueros, cortes, ediciones de documentos de determinadasiglesias o bibliotecas, etc., fueron en estos momentos el fin primordial queperseguan los historiadores. En gran medida, y esto es de sealar, la de-pendencia que los eruditos tenan del favor real para consultar los archivosfue determinante para estos hombres. Era preferible, ms cmodo y segurotener fuentes documentales editadas donde poder consultar que alcanzar unpermiso real nada seguro en estos momentos. Por ello, y como tnica ge-neral, fue constante aludir en escritos y obras, el bien que proporcionara ala nacin formar comisiones de eruditos que, apoyados por el monarca ydesde los ms diversos puntos de la nacin, llevaran a cabo una labor deseleccin, depuracin y edicin de las fuentes manuscritas halladas en losms diversos centros y depsitos documentales, medio, adems, que podrasolventar, de algn modo, la constante prdida de documentos que entoncesse produca.El inters por los archivos fue en este caso, como en otros muchos,un inters indirecto. Slo ms tarde los eruditos comenzaron a mostrar uninters directo hacia los mismos.A lo largo de los escritos de los estudiosos que venimos citando sonconstantes dos premisas: en primer lugar, favorecer los viajes por archivosa fin de localizar fondos importantes para la Historia y apoyar con ellos larenovada historiografa; y en segundo lugar, una vez conocida la dificultadde hallar en los archivos los documentos buscados, denunciar la situacine incitar a una poltica de reforma.La localizacin de fondos, la concienciacin del estado de su conserva-cin, el inters por solucionar los problemas que afectaban a los mismos, yla presentacin al monarca de un memorial, escrito o simple publicacin208[10]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIdonde exponan los males y posibles soluciones que afectaban a los docu-mentos, fueron pasos constante en la poca. Slo algunos, sin embargo, lo-graron llevar a buen trmino sus objetivos; sus propuestas son en todocoincidentes e interesantes de sealar, como muestra de un inters archivs-tico que inform las tendencias historiogrficas de la poca.Fue el ya mencionado G. Mayans y Sisear, uno de los ms significativoseruditos que proyectaron y elevaron al monarca, o sus ms directos cola-boradores, planes que permitieran la edicin de fuentes y la publicacionde obras inditas mediante el sistemtico reconocimiento de los archivos.Estos objetivos, constantes en su trayectoria intelectual, se expresan va ensu primer proyecto historiogrfico: la Carta-Dedicatoria al ministro J. 1 -' a-tio, al que se dirigi una vez introducido en la Biblioteca Real (1733).Dos fines fundamentales persegua el historiador: en primer lugar, editarhistorias originales Unto impresas corno por imprimir;y en segundo lugar,editar documentos inditos, ya como apndices o notas a las obras, ya comoediciones de fuentes 20.Pero proyecto tan ambicioso precisaba el reconocimiento de todos losarchivos nacionales, ya estatales ya eclesisticos, y por supuesto, el favorde la corte, nica en esos momentos capacitada para garantizar la consuma-cin de tal obra. Las especiales circunstancias que envolvieron su trayec-toria intelectual no permitieron, sin embargo, que sus importantes aportesse llevaran a cabo segn sus ideas ".Es en su obra Prelacin a las obras Chronologicas de Gaspar Ibaez deSegovia... (Valencia, 1746), donde con ms claridad expresa sus proyectos yambiciones. En primer lugar, es de destacar la visin que tiene de los archivoscomo instrumentos indispensables para la labor del historiador; y la nece-sidad de localizar y analizar en los mismos documentos que, aunque suma-mente importantes, han permanecido ocultos. Interesantes son suspalabrascuando se refiere concretamente a esta labor historiogrfica:20. Muestra de la actitud del autor es el siguiente texto de su Carta Dedicatoria:Diraque convendra hacer una junta de Historias Originales de Espaa, tanto impresas comocomo por imprimir (p. 54). Dira que necesitamos de tener una Espaa Eclesisticadonde estuvieran recogidas las principales memorias eclesisticas, como concilios, butal,privilegios... (p. 56). I si slo puedo contribuir a renovar las impresiones de muchasobras excelentes de que hai gran penuria, a publicar de nuevo otras inditas, como lasde Don Nicols Antonio, Ambrosio de Morales, Don Antonio Agustn (...) i otrosheroes literarios, me aplicare gustosisimo a semejante fatiga mandando al Rei nuestroSeor (Dios le guarde) dar las providencias para este fin(p. 61). (Vid. MESTRE SAN-CHIS, A.: Historia, fueros..., ob. cit., pg. 70).21. Para conocer con detalle los avatares polticos que impidieron el apoyo real ueste erudito vid. Ibidem.[11]209MARGARITA GMEZ GMEZEn los archivos assi particulares como pblicos, ai muchosmillones de escrituras.., convendra que hombres hbiles se apli-cassen a escoger las ms importantes, como en nuestro tiempo loha egecutado el maestro frai Manuel Mariano Ribera, ArchiveroReal de Barcelona... Las escrituras pblicas indudablemente leg-timas tienen suma autoridad en los asuntos principales de quetratan i en todo lo que tocan a las circunstancias del tiempo enque se escrivieron 22Debemos destacar, como el propio G. Mayans y Siscar lo hace, que laspersonas dedicadas a tal recopilacin documental deban ser, a su juicio,hombres hbiles, lo que es indicativo de la situacin prctica en que todavase hallaban los estudios de Paleografa, Diplomtica y Archivstica. Y eneste sentido, es de resear, como segundo punto a destacar en los aportesque G. Mayans y Siscar expone en suPrefacin, la especial atencin quededica a los trabajos de archivo y a las funciones del archivero. Su interspor las fuentes originales le incitan a proponer medidas que mejoran el es-tado de conservacin y servicio documental. La reduccin a instrumentosde descripcin que sistematicen el conocimiento del contenido documental deun fondo determinado resulta indispensable para el historiador:De semejantes escrituras, indubitalmente legtimas como sonlos originales o las debidamente autorizadas i dignas de fe, qui-siera yo una buena coleccin y para que sta pudiera hacerse,convendra que a lo menos en los archivos pblicos se formasseny publicassen ndices de ellos.El archivero quedara desde entonces ntimamente vinculado a esta fun-cin. Y obligacin propia de los mismos sera favorecer siempre esta con-sulta y accesibilidad, porque para G. Mayans y Siscar, y esto es de destacar,la incompatibilidad de los archiveros, su inters por ocultar la verdad y lapereza eran autnticas causas que impedan la prctica de tan importantesproyectos historiogrficos ". 22. Vid. Ibidem, pg. 76 (Sobre la personalidad y obra de Fr. Martn Mariano Ribera (1652-1737) destacar su importancia como peregrino de archivo. Historiador de laOrden de la Merced, fue nombrado Cronista de la Orden. Para sus estudios reconociimportantes archivos, fundamentalmente el de Barcelona, donde el 20 de diciembre de 1706fue nombrado Especulador del archivo. Realiz tambin importantes estudios sobre dPatronato Real y sobre diplomtica (Vid. GAZULLA, F.: El M. R. P. Manuel Mariano R.:bera (1650-1737). Su vida y sus obras, en Rey, de Archivos, Bibliotecas y Museos,t. 18 (1908), pgs. 108-17 y t. 27 (1912), pgs. 470-88).23. Vid. MESTRE SANC.HIS,A.: Historia, fueros..., ob. cit., pg. 76.210[12]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIILas ideas y denuncias de G. Mayans y Siscar, innumerables y valiosas,se vieron apoyadas por las de otros eruditos, entre los que destaca F. M. Sar-miento (1695-1772), benedictino que dej al morir numerosos escritos delos ms diversos y variados asuntos, aunque pocos fueron publicados ". Suespecial inters hacia los temas documentales le hicieron estudiar materiastan importantes como la Paleografa ", las bibliotecas " o los archivos 27.Sus ideas y proyectos son en muchos casos coincidentes con las de G. Ma-yans y Siscar, si bien en l es ms relevante la preocupacin por los archivosen s, es decir, como centros de conservacin y difusin documental, y nocomo simple instrumento que ayuda, de forma auxiliar, al trabajo histrico.En esta inteleccin del archivo cobra un papel preponderante la formacindel archivero, no simple oficio ejecutable por cualquiera, sino tcnico espe-cializado e indispensable en cualquiera de estos establecimientos. De talmodo, en carta al general de San Benito expone, en primer lugar, que elarchivo de un convento debe ser el primer empleo de la casa,y en segundolugar, que Abad lo podra ser cualquiera, pero el archivero pide prendas muysingulares 28.Los trabajos de archivo, la organizacin, la descripcin, el servicio...,seran labores de especialistas en nada comparables a la de un mero guardinde un almacn de papeles. Numerosas son las ancdotas que Fr. M. Sarmientoemite acerca de la accesibilidad y consulta de los archivos, fundamentalmente,una vez que por encargo del cabildo de la Catedral de Toledo llev a caboel arreglo de su archivo, o registr los de Samos, San Juan del Pozo y otrosmuchos de los benedictinos de Galicia 29. El conocimiento de los archivos se24. As expresa el erudito su actitud hacia la investigacin:Yo slo escribo para miinstruccin y para complacer a cuatro amigos (Vid. GALINO CARRILLO, A.: Tres hombresy un problema. Feijoo, Sarmiento y Jovellanos ante la educacin moderna.Madrid, 1953).Esta falta de aficin a la publicacin ha hecho que an hoy da gran parte de sus escritosestn inditos y conservados en la Biblioteca Nacional, el archivo del Monasterio de Siloso en la Universidad de Santiago.25. Vid. SARMIENTO, M.: Memoria para la Historia de la Poesa y poetas espaoles,en Obras pstumas del Rm. P. M. Fr. Martn Sarmiento, edit. por el Monasterio deSan Martn de Madrid, t. I, Madrid 1795; pgs. 112-122.26. Vid. SARMIENTO, M.: Reflexiones literarias para una Biblioteca Real y otras Bi-bliotecas Pblicas, en Seminario Erudito de Valladares de Sotomayor, t. XXI (Madrid,1789), pgs. 99 y ss.27. Sus estudios sobre archivos se encuentran en su mayora inditos, citamos aquCualidades de un archivero, conservada en la Universidad de Santiago (Vid.Diccionariode Historia Eclesistica, dirigido por Quintn Aldea, Toms Marn Prez y Jos VivesGatell. Instituto Enrique Flrez, 4 vols.; Madrid, 1972-75, pgs. 2386).28. Vid. CHACN Y CALVO, J. M.: El P. Sarmiento y el Poema del Ciden Rey. deFilologa Espaola, t. XXI (1934), pgs. 142-157.29. Vid. LPEZ PELEZ, A.: Los escritos de Sarmiento..., ob. cit.MARGARITA GMEZ GMEZintensific ms cuando hacia 1750 y hasta 1755 desempe el cargo de Cro-nista de Indias ", junto con el de consejero real y cronista de su orden 31.Materiales suficientes tuvo entonces para enjuiciar, con conocimiento decausa, aunque quizs con cierto hipercriticismo, la situacin de los archivos.En este sentido, es curioso citar el episodio que presenci cuando se hallabaarreglando el archivo de la Catedral de Toledo. Segn sus palabras, despusde haber registrado varias cajas y armarios, le dio la ocurrencia de mirar sihaba algo detrs de los mismos. Efectivamente, ayudado por el padre Me-colaeta, archivero, hallaron casi sesenta cdices, y entre stos, muchos librosde cuentas. Muchos eran tan importantes como las Etimologas de San Isidoro,otro de San Gregorio y otro que contena el Concilio de Periafiel. Y continaque para ilustrar nuestras antigedades es necesario tarea de muchos que en-treguen sus ocios en limpiar el polvo a cdices y pergaminos que se encuen-tran en abundancia en los archivos y bibliotecas de Espaa. Para Fr. M. Sar-miento, en las ciencias histricas que tienen como fundamental la reuninde granillos de arena no se llegar nunca a resultados decisivos si no se ananesfuerzos ".Sin embargo, donde ms claramente expone sus ideas y proyectos sobrelos archivos es en su escrito de1743 Reflexiones literarias para una BibliotecaReal y para otras Bibliotecas Pblicas". En este curioso trabajo reincide entemas ya aludidos por G. Mayans y Siscar: en primer lugar, la necesidad depublicar los documentos de los archivos eclesisticos y municipales de Espaaanteriores a 1500; en segundo lugar, los beneficios que esto proporcionarano slo a la investigacin sino a la perduracin del contenido de los docu-mentos, muchos en grave riesgo de destruccin; y en tercer lugar, la necesidadde llevar a cabo esta actividad en comisin por personasque trabajen sobreel mismo asunto en diferentes Archivos y Bibliotecas de Manuscritos'.Esta publicacin de fuentes resolvera la dificultad de consultar los do-cumentos en los archivos que, como vimos, se hallaban prcticamente cerra-dos al pblico:En Simancas est el original y es como si no estuviera. Quedeen hora buena el original en aquel pblico Archivo; pero imprmase30. Vid. BARROS ARANA, A.: Los Cronistas de Indias. Estudio Biogrficoen Revistade Buenos Aires, t. IV (Santiago de Chile, 1864), pgs. 346-375.31. Vid. LPEZ PELEZ, A.: Los escritos de Sarmiento..., ob. cit.32. Vid. VELA, F.: Un aparato diplomtico indito y un recuerdo al Padre Sarmiento,en Rey. de. Archivos, Bibliotecas y Museos, t. XXXV (enero-junio 1916), pgs. 220-245.33. Vid. SARMIENTO, M.: Reflexiones Literarias..., ob. cit.34.Vid. Ibidem, pgs. 231.212[14]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIcon autoridad Real para que el pblico se aproveche de sus selectasnoticias 35.Importantes nociones las de Fr. M. Sarmiento, pero ms significativas anpor lo referente a la situacin de las escrituras de los escribanos reales. Tra-dicionalmente, estos papeles fueron unos de los que ms sufrieron descuidosy, en consecuencia, lamentables prdidas en los fondos. Ya desde los Austriasfueron constantes las disposiciones reales que intentaban asegurar el controlde unos papeles que en la mayora de los casos quedaban expuestos al cui-dado y atencin que el escribano o sus sucesores ponan en su custodia. Enel siglo xviri tanto burcratas 36 como eruditos denunciaron esta situacin,e incluso en 1765, por bando publicado en Madrid, se logr, tras repetidosintentos fundar un archivo en Madrid que custodiase los protocolos y registrosde los escribanos de aquella ciudad 37 . Curioso es sin embargo, conocer la opi-nin que a este respecto emiti Fr. M. Sarmiento, pues es claro exponentede la opinin de una poca:Confieso que jams me ha parecido acertado, que cada Escribanotenga en su propia rasa el Archivo de los papeles originales queotorg, o que hered de los antepasados, que le dexaron el oficio.No ser el primer oficio que vi colocado en una Bodega, expuesto robos..., incendios, travesuras de los nios y inavertencias delas viudas. Sera til que en los lugares hubiese una sala pblicaen la cual hubiese tantos armarios cuantos fuesen los oficios deEscribanos; y que ella concurriesen ellos escribir los instru-mentos y los guardasen en su armario respectivo teniendo ellos35. Vid. Ibidem, pgs. 231.36. Numerosas son las denuncias que se hacen en el siglo xviti en cuanto al cui-dado de los papeles de los escribanos. Citamos aqu como informes de especial signi-ficacin el realizado en 1726 por S. A. Riol, oficial de la Secretara de Patronato yencargado por orden real de realizar un reconocimiento seguido de informe de la situa-cin, estado y normas que le haban sido dadas a los archivos espaoles para su res-guardo y funcionamiento (Vid. Rtoi.., S. A.: Informe que hizo a S. M. el 16 de juniode 1726..., en Seminario Erudito de Valladares de Sotomayor, t. III (Madrid, 1787),pgs. 74-236). Del mismo modo, el ministro de Estado, J. de Carvajal y Lancaster,emiti al monarca un informe hacia 1750, donde claramente expresa su preocupacinpor el valor de los archivos cara a la eficacia de la funcin de gobierno y la necesidad decontrolar los procesos de escribanos (Vid. SALVA, M. y SAINZ DE BARANDA, P.: Coleccinde Documentos Inditos para la Historia de Espaa. Madrid, 1848; t. XIII, pgs. 312-316).37. 1765, septiembre 27. Bando publicado en Madrid de orden del Consejo sobrela ereccin de Archivo general de los protocolos (Vid. Novisima Recopilacin de lasLeyes de Espaa, lib. X, tt. XXIII, 1. XII, en los Cdigos Espaoles concordados yanotados. 12 vols.; Madrid, 1848).[15]213MARGARITA GMEZ GMEZla llave, y un Superintendente, slo l, la llave de toda la sala, yque siempre hubiese de hallarse presente. Con esta precaucinse podra precaver un mismo tiempo, que no hubiese tantas es-crituras falsas como cada da se hacen".Tambin se preocupa este erudito por los archivos parroquiales:El mismo cuidado quisiese que se pusiese con los Libros deParroquia. El arbitrio de que en los Libros de Parroquia se asien-ten todos los casamientos, bautizos, y funerales (...) Al paso queestos dos cuadernos se fueren rellenando de partidas, se ha de lle-var uno al Archivo Eclesistico pblico, y otro al Archivo pblicocivil de la Villa, Ciudad, Lugar, etc. 39.En este panorama que pinta Fr. M. Sarmiento no faltan algunas notasque podramos tildar de pesimistas. La incuria para los archivos de proto-colos fue notable y el panorama que pinta, aparte de sus notas negativas,responde a la realidad, pero no a una realidad total. No todos los escri-banos perdan o destruan, directa o indirectamente, sus documentos. Cier-tamente que la no existencia de una normativa protocolaria para los docu-mentos notariales favoreca esta incuria, a la que la disposicin de Carlos IIIde 1765 trat de poner remedio propiciando de alguna manera lo que hoyentendemos por archivos de protocolos. Ms exagerada quizs sea la pa-normica que ofrece respecto a los archivos parroquiales, sabemos que laobligatoriedad de llevar los libros de bautismo, matrimonio y obituarios tie-nen su origen en las disposiciones del Concilio de Trento. Basta ojear loscatlogos de archivos parroquiales para poder constatar que en los das enque escribe Fr. M. Sarmiento tales libros se confeccionaban. Otra cosa esque estos archivos estuvieran convenientemente tratados.Veamos ahora cmo los repetidos intentos de llevar a cabo un recono-cimiento de los archivos espaoles con fines historiogrficos y apoyado porJa corte se ejecuta realmente en el siglo xvill. Representante indiscutible,aunque como veremos no nico, de este movimiento fue E. Flrez, prota-gonista de un deseado y ya tradicional proyecto: la revisin de la historiaeclesistica de Espaa en base a documentos. La publicacin de laEspaaSagrada, aun no siendo una verdadera historia eclesistica en el sentidoactual del trmino, represent una ingente obra de recopilacin documental38. Vid. SARMIENTO, M.: Reflexiones Literarias..., ob. cit., pg. 251-252.39. Vid. Ibidem, pg. 253.21416Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIy de depuracin de fuentes y datos histricos ". Un detallado panorama delamplio viaje realizado por el erudito para conseguir los datos documentalesrequeridos, nos la ofrece su colaborador Fr. F. Mndez, quien en 1780 pu-blic una interesante obra titulada Noticias de la vida y escritos delRm. P. Mro. Fr. Henrique Flrez... 41.Los pasos que sigui E. Flrez en su cometido intelectual son en todocoincidentes con aquellos que proyectaban otros eruditos como forma eficazde publicar y editar fuentes documentales: el reconocimiento de los archivosde forma sistemtica y racionalizada; v la proteccin real, tanto para recibirsubvenciones, como para acceder a los archivos 4 2 . Sus necesarias ausenciasviajes le obligaron a abandonar sus funciones de provincial absolutopara lo que recibi el necesario apoyo de la corte ".Con estas premisas, llev a cabo uno de los ms extensos viajes eruditosdel xvill. Los archivos de Madrid, primeros en reconocer, fueron los quems tiempo le llevaron, slo en 174 6 comienza su peregrinaje por las dis-tintas regiones espaolas. Dado lo significativo del caso muestra del am-plio movimiento de localizacin de fondos que inici nos parece necesarioresear aunque brevemente, los hitos fundamentales de sus visitas y estudios,para lo que utilizaremos como fuente principal el ya mencionado estudio4 0. Vid. FL6REZ, E.: Espaa Sagrada. Theatro Geogrfico-Histrico de la Iglesiaen Espaa..., 2 9 vols.; Madrid, 174 7-1775.4 1. Vid. MNDEZ, F.: Noticias de la vida y escritos del Rm. P. Mro. Fr. HenriqueFlrez..., Madrid, 1780.4 2 . El mismo lo expresa con las siguientes palabras: La causa de todo esto ha sidola Real Beneficencia de nuestro Soberano, que mirando por el bien universal de sus es-tados mand franquear las piezas que me faltaban, a fin de que pudieran darse juntoslos escritos de los Autores Cordobeses inditos (...) y por tanto debe el Pblico reco-nocer a S. M. por Autor de la publicacin de estas obras: pues al cabo de tanto cmulode Siglos en que yacan entre el polvo y polillas, slo consiguieron renacer a nueva vidaa impulso de su Real nimo (...) porque no contenindose a una sola produccin par-ticular, alarga su Real Beneficencia a quanto se encierra en los Archivos y Bibliotecasde sus Reynos mandando reconocerlos a este fin(Vid. FLREZ, E.: La Espaa Sagrada...,ob. cit., t. XXI, pg. 5).4 3. Vid. SAGREDO FERNNDEZ, F.: Enrique Flrez (1702-1773) y su Espaa Sa-grada, en Homenaje a D. Agustn Millares, ob. cit., t. I, pg. 517 y ss.; RAVAGO, F.:Cartas Autgrafas de F. Rvago... al Cardenal Portocarrero... acerca de Fr. EnriqueFlrez, en Rey, de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. 15 (1906), pg. 4 55.4 4 . Sin querer entrar en las motivaciones que incidieron en tal apoyo nos parecede inters citar las palabras que el P. A. Nicols Gallo emiti como encargado de darla censura o aprobacin del cuarto tomo de la Espaa Sagrada: Pues a verdad, todo elcontexto de esta insigne obra, cuantas planas y cuantas lneas contiene cada Captulo, norespiran otra cosa, que un cabal discernimiento de las verdaderas y slidas Regalas deS. M. acerca de los Derechos Eclesisticos esmaltados en la Corona y los hondos y firmescimientos sobre que se establecieron y se mantienen(Vid. FIAREZ, E., Espaa Sagra-da..., ob. cit., t. IV. Censura del P. A. Nicols Gallo).[17]2 15MARGARITA GMEZ GMEZde F. Mndez, detallada obra que explica los pormenores por los que pasel erudito en su trabajo.La primera salida de Madrid con fines documentales la ejecuta E. Fl-rez en 1746 en su viaje de Villadiego. Visit, entonces, la Biblioteca delEscorial, y, sin seguridad por parte de F. Mndez, la santa Iglesia de Toledo.Fue a partir de 1757 cuando realmente inicia su peregrinaje, desde entoncessus salidas se continan sin intermisin, primero march a La Corua, enabril pas por Avila y visit tambin ciudades como Salamanca, Zamora ySegovia. En abril de 1762, explor los archivos y bibliotecas de Barcelona,toda Catalua, Valencia y Aragn. En esta zona permaneci hasta 1766, aoen que inicia un viaje desde Madrid a Bayona pasando por Osma, Soria,Tarazona, Pamplona, Calahorra y Logroo, por citar los lugares ms im-portantes. Dos arios despus, en 1768, marcha hacia el sur, Sevilla, Cr-doba, Ciudad Real y Bailn, fueron entonces objeto de su reconocimiento,viaje que intercalado por otro destinado a Burgos y al monasterio de Silos(1769), contina en el 70, visitando Granada, Orihuela, Guadix, Jan, Ube-da y Baeza. Poste] lormente, y va en 1771 pas a Plasencia y El Paular, parafinalmente en 1772 visitar Cuenca y Alcal 4'.Esta larga cita :le lugares v recorrido por los archivos nos indican el altogrado de detenimivnto con que este erudito practic su labor historiogr-fica. El gran cmulo de documentos que le proporcion, los fue editando alo largo de los tomos de su obra, nico valor que, a juicio del erudito, podatener con respecto a otras historias'.El reconocimiento de los archivos era, adems, para E. Flrez, el nicomedio de renovar la historia de Espaa y el mtodo de nuestra historiografa.Es ste el concepto que interesa destacar como propio de la nueva menta-lidad intelectual del siglo XVIII:La falta de noticias que deja en blanco muchas planas del es-tado antiguo de nuestra Iglesia, no estriva tanto en que no huvies-seri escrito los antiguos, como en que no tengan reconocidos susarchivos los modernos. Assi lo prueban varios documentos no co-nocidos antes, que por propia y ajena diligencia hemos descubier-to nuevamente, se van publicando en esta obra45. Vid. MNDEZ, F.: Noticia..., ob. cit.46. Yo imparcial conmigo mismo, no hallo cosa ms apreciable en esta obra que loque no es mo: esto es, los documentos antiguos ilustrados en ella, o nuevamente publi-cados: porque stos son los que dan luz para ver los que sin ella no pudiera ser descu-bierto (Vid. FLREZ, E.: Espaa Sagrada..., ob. ch., t. XI. Prlogo).47. Vid. FLREz, E.: Espaa Sagrada..., ob. cit., t. XV. Nuevos Descubrimientos.216[18]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIINo queremos entrar en enjuiciar el valor crtico de la obra de E. Flrez.Cierto es que en muchos aspectos no aplic en su estricto sentido la Cr-tica ", sin embargo, es innegable su valor como editor de fuentes hasta en-tonces ocultas, y que desde ese momento podan ser estudiadas por otros his-toriadores, ya por su conocimiento integral, al ser reproducidas, ya por lalocalizacin de muchos, por la cita del lugar y archivo donde se hallaban. Unimportante paso se haba dado, otros recibiran sus beneficios.Nos interesa ahora sealar las opiniones que con respecto a la necesi-dad de reconocer y habilitar los archivos como instrumentos de la historia,pronunci otro de los ms insignes recolectores de fuentes de la poca:A. M. Burriel (1716-62), hombre destacado por sus estudios paleogrficosy en general por todas aquellas ciencias vinculadas al estudio de las fuenteshistricas.A. M. Burriel, en constante contacto con los eruditos crticos de la po-ca, especialmente con G. Mayansy Sisear ", fue protagonista de una de lasms amplias comisiones archivsticas del siglo xvm: la Comisin de Archi-vos de 175051.Esta Comisin, auspiciada por el gobierno, llev a cabo un minuciosorastreo documental por los ms diversos archivos de la geografa espaola.Compuesta por eruditos y burcratas de la poca, uni en sus fines premisasculturales, administrativas y fundamentalmente regalistas, lo que la con-vierten en smbolo de las circunstancias que envolvieron el reconocimientode los archivos y las investigaciones historiogrficas del momento. Ya ha-blamos de cmo los eruditos, para desarrollar sus estudios, deban alcanzar48. La falta de rigor en la narracin y valoracin de determinados hechos, en con-creto de los milagros que se manifiesta en el texto siguiente, le ocasion si no un despre-cio, s una infravaloracin de su obra que sustentada en valiosos documentos, fue pri-vada del rigor crtico que poda esperarse: El punto de milagros tiene (como otros) dos'extremos: uno de incredulidad o dureza, otro de facilidad. Ambos son viciosos. Elmedio que tomamos es no contradecir los que andan publicados en Breviarios y enAutores clsicos, guando no se convenza lo contrario; ni autorizar lo que no constetener autoridad: porque aquellos como ya recibidos tienen calificacin de los Preladosque los dejan andar por manos de los pueblos pgrn su calificacin y gloria de los san-tos; pero los otros, como no divulgados, necesitan de la calificacin que tiene prevenidala Iglesia (Vid. FLREZ, E.: Espaa Sagrada..., ob. cit., t. XVII. Prlogo).49. Sobre los estudios paleogrficos de A. M. Burriel, vid.SAINZ RODRGUEZ, P.:El Padre Burriel Palegrafo. Madrid, 1926; StmN DAZ, J.: Un erudito espaol: ElP. A. M. Burriel, en Res' . Bibliogrfica y Documental, t. 3 (1949), pgs. 5-52;MILLA-RES CARLO, A.: Tratado de Paleografa Espaola.Madrid, 1983, t. I, pgs. 312 y ss.50. Vid. MAYANS Y SISCAR, G.: Epistolario II. Mayans y Burrtel. Transcripcin,notas y estudio preliminar por A. Mestre Sanchis, Valencia, 1972;MESTRE SANC H IS, A.:Historia, fueros..., ob. cit., pgs. 298 y ss.51. Vid. SIMN DAZ, J.: El reconocimiento de los Archivos espaoles en 1750-1756,en Rey. Bibliogrfica y Documental, t. IV (1950), pgs. 131-170.[19] 217MARGARITA GMEZ GMEZel apoyo de la corte y de cmo sta se vali de los intelectuales para encubrirsus fines polticos. En el caso de esta Comisin, fundada con la finalidad derecabar pruebas documentales que favorecieran las pretensiones regalistas dela monarqua el Patronato Universal, estas circunstancias se observanen su estado ms puro.En 1749, los miembros de la Junta Real de Patronato J. Carvajal, mi-nistro de Estado; el P. Rvago, confesor real; el marqus de Los Llanos; elabad de la Trinidad de Orense y J. de Torres tomaron la determinacinde formar una Comisin que, enmascarada bajo una apariencia intelectual,recabara de los distintos archivos espaoles documentos de importancia parael regalismo 52:La quarta, que para que los Romanos entren en aprensinveemente de que V.M. no quiere ceder en la instancia del Patro-nato, y que est en nimo determinado de mandar a la Cmaraque buelva al uso de su jurisdiccin reintegrativa, se despachenalgunas personas a las Iglesias Cathedrales, para que reconozcansus Archivos y lleven una instruccin que se les prevenga que ex-tracten y copien todos los instrum(entos) que hallaren en ellos ysealadamente las fundaciones y dotaciones regias, y que paraguando el Nuncio venga a quexarse se le diga que estos papeleshan de servir para instruccin de la nueva Academia de la HistoriaEclesistica que 17.M. ha mandado fundar en Roma".Al frente de la misma estaran dos personalidades del mundo poltico: elministro de Estado, J. Carvajal y el P. Rvago, confesor regio de gran podery contacto con las circunstancias diplomticas que rodearon la causa regalista:El seor Cavajal y yo (P. Rvago) tomamos con aprobacin desu Majestad el cuidado de registrar los archivos que se pudiese yS. E. por unas partes y yo por otras empleamos en eso los su-jetos que pudimos".Ese mismo ao A. M. Burriel, que haba perdido permiso para marchar52. Vid. Ibidem, pg. 132.53.Biblioteca Nacional, ms. 13.004 (Vid. Ibidem, pg. 132).54.1756. marzo 22. Carta del P. Rvago, confesor real, a A. M. Burriel (Vid.BURRIEL, A. M.: Correspondencia que tuvo con varias personas sobre la Comisin (...)de examinar los Archivos, edit. SALVA, M. y SAINZ DE BARANDA, P.: Coleccin de Do-cumentos Inditos para la Historia de Espaa, t. XIII, Madrid, 1848).218[20]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIa California, es detenido y obligado a formar parte de este trabajo de reco-nocimiento ". Ni siquiera l mismo supo en un primer momento los verda-deros fines de la Comisin. Vinculado desde un principio al P. ConfesorRvago, y con la idea de que su misin era ilustrar las antigedades ecle-sisticas de Espaa, escribi hacia 1750 un importante escrito: Apuntamien-tos de algunas ideas para fomentar las letras56 , con el fin de informar de susproyectos a su director el P. Rvago57.Gran importancia tiene este escrito a nuestro intento; en l observamossus ideas historiogrficas y el valor que le concede a los archivos como instru-mentos indispensables para la reactivacin intelectual del pas. Su idea fun-damental es renovar la intelectualidad espaola a travs de los progresosoperados en la Compaa de Jess, y siendo sta el centro de la reactivacincultural. La publicacin de obras inditas o raras y, por supuesto, la edicinde fuentes, son sus principales objetivos. Para ello considera indispensable,como ya haban indicado otros estudiosos, el reconocimiento del monarca: vPara que sea perpetua y duradera es menester que el rey la tome de su cuentaproteja haciendo fbrica y sealando renta 58 y, por supuesto, el reconoci-miento general de archivos de toda Espaa sin el cual nada saldr perfecto".El nmero de obras que a juicio de A. M. Burriel fomentaran la historiaera ingente y de los ms variados temas; sin embargo. especial relevanciale concede a una obra que la entiende como de bibliografa nacional denomi-nada Bibliotheca Manuscriptorum Hispanorum, instrumento de todo histo-riador como fuente que le facilita el conocimiento y localizacin de docu-mentos de archivos que les podran ser tiles para su trabajo intelectualY a este respecto dice:55. Vid. EcH AN OVE TUERO, A.: La preparacin intelectual...,ob. cit., pgs. 183-184.56 . Vid. BURRIEL. A. M.: Apuntamientos..., ob. cit.57. Vid. ECHANOVE TUERO, A.: La preparacin intelectual..., ob. cit., pg. 187.58. Vid. BURRIEL, A. M.: Apuntamientos..., ob. cit., fol. 8.59. Vid. Ibidem, fol. 16 .6 0. La trascendencia que la concede a esta obra se observa en el siguiente texto:Ms importante que cualquiera de las obras dichas, ms propia para avivar la curiosidady gusto de la nacin y excitarla a trabajar, y an ms necesaria y precisa para poneren Pjecucin las mismas obras que hemos mencionado es una Bibliotheca Manuscri pto-rum Hispanorum. Aquel gran fomentador de las letras,P. Felipe Labbe, conoci bienla importancia de saber los eruditos, donde duermen las fuentes ocultas del adelanta-miento de las ciencias, que no penden de mera contemplacin, que son los originales ymss. antiguos y modernos que se guardan en los archivos de Librerias e Iglesias (...)Con este medio los ausentes de las provincias del Reino y aun de Reinos extraos pue-den pedir a sus corresponsales las noticias que han menester, sealando el libro fijo,el estante y el cajn (Vid. BURRIEL, A. M.: Apuntamientos..., ob. cit., fol. 47).[21]219MARGARITA GMEZ GMEZEsta Biblioteca ya se ve que no se puede hacer sin el recono-cimiento de todos los Archivos y Librerias del Reino del que yahablamos.Obra inmensa y costossima parece a primera vista; con todoesto yo creo que no es difcil, lo primero, hacer que se vuelva sobretodos los archivos; que se ordenen, que se guarden y no se des-trocen, como ha sucedido con grandsima parte de ellos, de losque por vergenza no quiero referir dolorosisimos ejemplos Losegundo, que ordenados y dispuestos por las Iglesias, por lasciudades y por las regiones, que son las tres principales poseedo-ras de estos thesoros se logren indices de todas partes hechos, yabien, ya medianamente, ya mal; que se hagan reconocer des puespor pocos hombres habites, a muy poca costa, y gasto de tiempoy dinero (...); que en reconocimiento separen cuanto hallarenimportante y que sea, digmoslo as, del da, para obras empren-didas y que se hayan de ejecutar prontamente y den aviso a laCorte, en la que para quitar de raiz los estorbos de quejas, envi-dias (...) deber haber un solo jefe, autorizado por el Rey conun decreto, como se dio en Francia a Colbert; ste valindose sinruido de quien quiera har examinar tanto nmero de materias,hecha eleccin har venir a la Corte los originales que pareciereconvenir, de los cuales se harn copia, como se ha copiado lostomos del Archivo de Roma y ahora se copian los concilios ycolecciones de cnones de el Escorial, (...) hecha la copia se vol-vern fcilmente los originales a sus dueos, para lo cual se darseguridad y recibo 6 1 .Gran paralelismo iba a tener su proyecto con la labor que realmenteejecut la Comisin.Slo su finalidad, que en la realidad no iba a ser cul-tural, y el que dos directores T.Carvajal y el P.Rvago controlaronlos progresos operados desde la Corte, difieren de la idea lanzad porA.M.Burriel.Fundamentalmente, la Comisin iba destinada a inspeccionar archivoseclesisticos, de iglesias y monasterios, en definitiva particulares, difciles deconsultar y reacios a abrir sus puertas a eruditos que con su historia crticatantas tradiciones religosas haban fulminado, de ah el secreto.Slo enalgunas cartas particulares o dirigidas a aquellos que tenan en sus manosla Comisin se dej entrever el motivo realmente regalista, y slo ms tardelos miembros de la Comisin recibieron instrucciones que manifestaban sureal cometido 6 2.6 1 . Vid.Ibidem.6 2. 1 754, agosto 1 .Carta de A.M.Burriel al ministro Ricardo Wall.En ella se220[22]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIPero veamos ahora, cules eran los miembros de tal Comisin y culsu distribucin geogrfica. Para ello contamos con un importante decumentoque, aunque recopilado sin fecha ni autor, nos parece imprescindible su co-nocimiento:Noticia de los Archivos que registraron en Espaa, y de lossugetos a que se di Comisin para ello, desde el ao 1750 has-ta 1754.Barcelona D. Carlos y Andrs Simn PonteroCrdobaD. Jos Vzquez y Venegas y D. MarcosDomnguez.CoriaD. Andrs SantosMadridD. Francisco MillaCuencaD. Asensio MoralesMurciaIdemOrihuelaValenciaD. Miguel Eugenio MuozSigenzaEl den de aquella IglesiaColegio deS. Bartolom de Salamanca Sus colegialesOviedoEl cannigo Anastasio TorresMolinaD. Nicols GilZaragozaD. ... Velasco y D. Josef LuyandoSimancasD. Jos Marcos y D. Bernardo Garca AzedaToledoEl P. Burriel y el Dr. BayerGeronaEl P. Antonio CodornuUrgelD. Andrs Simn PonteroColegio deBoloniaSus colegialesParsD. Terrari"Todos estos comisionados estaban dirigidos por J. Carvajal y recibieroncompletas instrucciones para el reconocimiento de los archivos Reales y delas Iglesias Cathedrales y colegiales, conventos, colegios, ciudades y demscomunidades y personas particulares del Reino",firmadas por el propio mi-nistro. Slo A. M. Burriel parece apartado de tales instrucciones y no di-rectamente dependiente del ministro de Estado:dice: A los dems comisionados se nos dio orden que recogiesen lo que tocaba al ReasPatronato con amplias instrucciones comunicadas por la Real Cmara (Vid. BURRIEL, A. M.:Correspondencia..., ob. cit., pg. 262).63. Vid. Ibdem, pgs. 311-312.64. Vid. Ibidem, pgs. 305 y ss.[23]221MARGARITA GMEZ GMEZAunque esta Comisin no corra por mano del ExcelentsimoSeor D. Joseph Carvajal y Lancaster, como corran otras del re-conocimiento de otros archivos del reino, y por tanto, ni S. E. diocomisin, ni facultades, ni instrucciones, ni dinero alguno al dichoP. Burriel, como dio a otros comisionados de su departamento...65.Su trabajo en Toledo se hallaba directamente controlado y vinculado alconfesor real P. Rvago como se deduce de una nota escrita al margen a unade las cartas que R. Wall, sucesor de J. Carvajal en el ministerio escribi aA. M. Burriel:Esta orden no tuvo efecto porque declar el Rey que el jefede esta comisin era su Confesor Real el Padre Rvago'.No por ello qued apartado de J. Carvajal, con el que mantuvo intensacorrespondencia y contacto:Sin embargo S. E. se dign tener correspondencia familiar, asen presencia como por cartas con dicho Padre, y quiso ser infor-mado muy por menor de todas sus ideas literarias. En consecuen-cia de esto, S. E. le comunic todos los papeles de las controver-sias y negociaciones que entonces se agitaban con la Corte deRoma: le remiti todos los papeles que haban recogido e ibanrecogiendo de su orden los comisionados de Catalua, Valencia,Murcia, Cuenca, Orihuela, Plasencia, Sigenza, Crdoba, Coria yMadrid, y por su influjo les envi nuevas rdenes sobre las an-teriores instrucciones".A. M. Burriel fue, verdaderamente, el alma de la Comisin, su coordi-nador y el que ms luch por perpetuarla an despus de que el Concordatode 1753, victorioso para la monarqua, la dejaba vaca de su sentido origi-nario. Trabaj junto con el Dr. Prez Bayer hasta 1752, ao en que stemarch a Barcelona para ocupar su canonja. Comenz entonces su trabajoen solitario, verdadero ejemplo de la erudicin de la poca. Su hermano P. A.6.57 1756, marzo 24. Carta de A. M. Burriel a M. Quintano Bonifaz, Inquisidor Ge-neral y Confesor Regio (Vid. Ibidem, pg. 296).66. Nota al margen de carta dirigida al ministro R. Wall el 18 de agosto de 1754(Vid. Ibidem, pg. 271). Para una mayor informacin sobre las relaciones de A. M. Bu-rriel con la Comisin de archivos, vid. GIGAS, E.: Cartas del P. A. Marcos Burriel, enRey, de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. 44 (1923), pgs. 411-414.67. 1756 marzo 24. Carta de A. M. Burriel a M. Quintan Bonifaz (Vid. BURRIEL,A. M.: Correspondencia..., ob. cit., pgs. 296-297).222[24]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIBurriel sirvi de enlace entre los dems miembros y las instrucciones deJ. Carvajal".La labor realizada fue ingente. Segn el historiador W. Coxe, el mate-rial acopiado en tales viajes se cifraba en 13.664 documentos originalesrelativos a la historia de Espaa, incluyendo 439 historiadores contempor-neos de los hechos que narran; 7.008 diplomas; 4.134 inscripciones, 2.921medallas y 12 monumentos en pintura, escultura y arquitectura. Sin contarcon otros muchos extractos de autores antiguos69.Pero junto a este xito de la Comisin como revisora de las fuentes ori-ginales de la historia ", tambin proporcion grandes beneficios al estadoy conocimiento de los archivos espaoles. Este beneficio iba a quedar cifradoya por la puesta en evidencia de los males que a los mismos afectaban, yapor el inicio de nuevos reconocimientos, ya porque miembros de la Comisiniban a quedar encargados de arreglar algunos de los ms importantes archi-vos espaoles.Desde 1752, el reconocimiento de los archivos, hasta entonces limitadoa los archivos eclesisticos, se ampla a los civiles del reino. El ministro deEstado, J. Carvajal, tuvo gran protagonismo en esta ampliacin. Aprove-chando la coyuntura el inters del monarca por conocer el contenido delos archivos y valindose de la trama regalista, intent lograr que se re-conociesen y mejorasen los archivos puramente administrativos, cuyo desor-den y falta de normalizacin tantos perjuicios haba causado a la administra-cin pblica. Remiti entonces un informe al monarca donde expona la ne-cesidad de mejorar la situacin de los papeles, tanto en su conservacin,como en su organizacin y servicio 7' y, en consecuencia, los objetivos de laComisin se ampliaron.Seor D. Agustn, mi seor y mi dueo: Ninguna noticia ten-go del influjo que V. S. haya podido tener en la resolucin heroicaque me avisan haberse tomado para que D. Luis Velzquez hagapor Espaa un viaje erudito; pero s de cierto que V. S. la ha te-nido muy grande con slo saber que S E. lo ha dispuesto'.68. Vid. SIMN DAZ, J.: El reconocimiento..., ob. cit., pgs. 133-36.69. Vid. Diccionario de Historia Eclesistica, ob. cit., pg. 15.70. Los frutos historiogrficos sobrepasaron los lmites personales y cronolgicosde la Comisin, junto con una ampliacin de las personas que se dedicaron a reconocerlos archivos. A. Mestre Sanchis (Vid.Despotismo..., ob. cit.) seala como consecuen-cia de los viajes de reconocimiento de archivos, el trabajo de M. Casiri, BibliotecaArbico-Hispana-Escurialensis, publicada en Madrid en 1760-70 y la obra de Juan deIriarte: Bibliothecae Matritensis codices graeci manuscript, Madrid, 1769.71. Vid. SALVA, M. y SAINZDE BARANDA, P.: Coleccin de Documentos..., ob. cit.72. 1752, noviembre 10. Carta de A. M. Burriel a A. P. de Ordeana (Vid, Bu-RRIEL, A. M.: Correspondencia..., ob. cit., pg. 240).[25]223MARGARITA GMEZ GMEZTambin en 1753, a A. M. Burriel le fue permitido ampliar su recono-cimiento a los archivos del Ayuntamiento y monasterios de Toledo ".Muy eficaz fue tal Comisin en la puesta de manifiesto de los males queafectaban a los principales archivos espaoles y las consecuentes propuestaspara solucionarlo, tal es el caso de A. de Simn Pontero, encargado de regis-trar los archivos de Catalua y especialmente dedicado al archivo de Bar-celona.Su reconocimiento le llev a proponer planes de mejora en la conser-vacin y organizacin de los fondos. La polilla y humedad del archivo deBarcelona haban perjudicado a tantos papeles que consideraba necesario co-piarlos o extractarlos ante la inminente destruccin de muchos de ellos.Realmente fue negativa la opinin que de este archivo emiti el comisio-nado 74 , y sin querer establecer una relacin causa-efecto, debemos mencio-nar el intento de solucionar esta situacin en 1754 , cuando un nuevoreglamento emitido por la Corte inscribe a este archivo dentro de la tendenciareformista que en este sentido se oper en la Espaa del momento.Por este nuevo reglamento, el archivo quedaba bajo la inspeccin de unJuez Conservador, hombre que nombrado entre uno de los oidores de laReal Audiencia, deba dar cada ario al monarca informacin de los progresosobtenidos en los trabajos archivsticos. Junto con la ampliacin de la plan-tilla, ahora constituida por cuatro oficiales y un portero, y las horas de tra-bajo, que quedaron en cinco, se normaliz el trabajo de archivo, funda-mentalmente destinado a la organizacin y la descripcin de los fondos,reduciendo a inventarios e ndices los papeles all conservados ".Curioso es sealar cmo el propio A. de Simn Pontero pas a ocupar73. 1752, octubre 10. Carta de A. M. Burriel a su hermano Pedro Burriel (Vid.Ibdem, pgs. 233-237).74 . A. H. N. Estado, leg. 2.94 3 y 3.523. As expresa el comisionado la situacin deeste archivo: Este R(eal) Archivo es de los ms copiosos que puede tener la Corona (...)Tambin echo de ver la falta de aplicacin con que se ha tratado este Archivo, pues nose han sacado ndices alfabticos de los que se contiene, antes bien ay mucha confusin,y slo alguna claridad en lo perteneciente a reynados desde el presente hasta el aodel Seor 844 (...) y aun estos tomos estn perdidos de la carcoma y otras ruynasdel tiempo y haver sido mojados con agua del mar que costara sobrada fatiga y tiemposu traduzin, si desde luego no se esecuta crer y juzgan muchos prcticos que pasadosveinte aos se imposibilitar toralmente su intelixencia y traslado (...) Por este mismomotibo se ve tan atrasada la inspezin y registro de cada reynado en particular, quesin embargo de haber pasado tantas centurias manteniendo los Seores Reyes archiveroperito u oficiales para su coordinazin la principiaron sta por el citado ao 844 y slollegan al de 1280 (Vid. SIMN DAZ, J.: El reconocimiento..., ob. cit., pgs. 138-139).75. Vid. RODRGUEZ MARN,F.: Gua Histrica y Descriptiva de los Archivos, Bi-bliotecas y Museos Arqueolgicos de Espaa, Madrid, 1916 pg. 512-13.224 [26]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el sigo XVIIIeste nuevo cargo, el de Juez Conservador, llevndose a cabo desde entoncesimportantes mejoras ".Tambin otro miembro de la Comisin, P. A. Burriel, curial con destinoen Valladolid y hermano de A. M. Burriel, present un proyecto de reformay arreglo del Archivo de Simancas, el otro de los grandes archivos realesentonces existentes. Hacia 1750, J. Carvajal propuso se le nombrase hijos-dalgo de la Chancillera de Valladolid a fin de que reorganizara el Archivode Simancas y llevara a cabo en l los trabajos que se le encomendasen.Ciertas circunstancias, entre ellas la muerte del ministro en 1754, impidierontal cometido, pero resulta interesante el plan de trabajo que en este sentidoemiti P. A. Burriel. En su proyecto, pretenda llevar a cabo la completareorganizacin de los fondos del archivo, para lo cual expuso interesantesprevenciones que nos parecen importantes como muestra de las tcnicas do-cumentales entonces practicadas:...que escriban los extractos en cartelas, esquelas o cuartillassueltas, dejando como estn boj todos los papeles, pero aadiendoa cada uno al tiempo de extractarse una copia de la cartela desu extracto con las seas nuevas; para aue acabado el orden nuevode todo se coloque cada cosa con facilidad donde le correspondaentonces, y entretanto pueda hacerse uso de los papeles por losIndices que hai al presente, tales quales sean: cuyas seales y lla-madas se podr conservar y aadir a los nuevos, si pareciese, parafacilitar la confrontacin de las citas que puede haverse hecho porlas tales seas. Hecho el Indice de todos los papeles como estnboj, puede drseles el orden y separacin que se quiera, por lasmismas cartelas. Por stas pueden hacerse Indices Chronolgicos,Alphabtico y de Asuntos, Negociaciones, Secretaras, Conse.os,sin ms trabajo que dar a las mismas cartelas el orden que sequiera, y copiarlas por l. Para la colocacin de los papeles en elarchivo juzgo el orden ms natural el de las Negociacionesmaterias 77.Interesante muestra de sus criterios archivsticos, pero demasiado am-bicioso para llevarse a cabo. Aos ms tarde, su hermano A. M. Burriello recomendaba al nuevo ministro de Estado, R. Wall, como persona ade-cuada para reconocer los archivos de la Corona de Aragn con fines va pu-ramente archivsticos, pero, aunque R. Wall lo acept, las circunstancias76. Vid. BuRRIEL, A. M.: Correspondencia..., ob. cit., pg. 317.77. Vid. SIMN Daz, J.: El reconocimiento..., ob. cit., pgs. 159-160.[27]225MARGARITA GMEZ GMEZque, como veremos, afectaron a la Comisin, dejaron sin efecto esta de-cisin'''.Siguiendo con el cmulo de hombres que a raz de la Comisin regalistaincidieron en el estado y arreglo de los archivos, debemos mencionar aJ. Luyando, agente fiscal de la Audiencia, encargado de revisar los archivosde Zaragoza y su provincia, a quiense le dio la plaza de oficial mayor delArchivo de Barcelona en el ltimo reglamento que dejo dicho,y se ordenaentonces que quede pues sin evacuar esta comisin por lo que toca al registrodel archivo y su arreglo". La Comisin regalista, una vez alcanzado el Con-cordato de 1753, fue en algunas regiones continuada con fines ya puramentearchivs ticos .Especial relevancia tuvo M. E. Muoz, comisionado para reconocer losarchivos de Valencia. La dispersin de los fondos en aquella ciudad y eldesorden en que se hallaban le incit a proponer la reunin en un solo archivode los trece depsitos existentes Sus denuncias fueron en este caso odasen la corte, y en 1758, por decreto, se fund el Archivo Real del Reino,integrado por los archivos del Real, de la Baila General, de la Diputacino Generalitat, de la Gobernacin y el de Justicia Civil yel de los TrescientosSueldos 81 . Un proyecto de fundacin haba calado en los sectores de lacorte; sin embargo, no fue hasta 1770, ya bajo el reinado de Carlos III,cuando se dispuso de edificio y archivero para el mismo, y no fue hasta co-mienzos del siglo xrx cuando ingresaron los primeros fondos 82.La Comisin produjo ms beneficios archivsticos y culturales que pu-ramente regalistas. De tal modo, cuando se firm el Concordato de 1753 yfue reconocido el Patronato Universal, el propio ministro J. Carvajal reco-noci a A. Morales, miembros de la Comisin, que stano ha tenido parteen su logro".Pero sin entrar en estas cuestiones, sumamente complejas, nos interesaresaltar, la reaccin que a raz de la firma del Concordato tuvo la corterespecto a la Comisin.78. Vid. BURRIEL, A. M.: Correspondencia..., ob. cit.; pg. 258.79. Vid. Ibidem, pg. 318.80. Estos archivos eran: el de la Baila General y Real Patrimonio, Archivo delReal Palacio, el del Juzgado del Baile General, el de los Procesos de la Corona de Ara-gn, el de los Procesos y sentencias de la Audiencia, el de las Visitas de la Amortiza-cin, el de la Orden Montesa, el de la Ciudad y Reino, Archivo de las Generalidades,de la Gobernacin, de la Corte de Justicia Civil y de los Trescientos Sueldos y el deCompetencias (Vid. CRESPO NOGUEIRA, C.:Los Archivos Espaoles y la Ilustracin.El Archivo del Reino de Valencia, en Rey, de Archivos, Bibliotecas y Museos, t. LXXII(196465), pgs. 67 y ss.)81. Vid. Ibidem.82. Vid. Ibidem.83. Vid. EGIDO, T.: El regalismo y las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVIII,226[28]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIEn un primer momento nada pareci cambiar, e incluso a A. M. Burrielse le permiti ampliar su campo de estudio. Sin embargo, una vez desapare-cido J. Carvajal (1754), protector de las letras y hombre verdaderamenteinteresado en la custodia documental, la situacin comenz a tambalearse.Cuando R. Wall ocupa el cargo de ministro de Estado en 1754 hasta en-tonces ocupado interinamente por el duque de Huescar se inicia un largolitigio entre ste y A. M. Burriel, a quien se exige la devolucin de todoslos papeles de la Comisin que posea, a pesar de que sus trabajos eran ya pu-ramente eruditos. Aunque el director de esta parte de la Comisin era elConfesor Real, P. Rvago; cuando ste desapareci, A. M. Burriel tuvo queceder y entregar a la corte su material historiogrfico y documental ". Elapoyo de la corte a las letras se limit en sta y otras ocasiones a ser unapoyo coyuntural e interesado. Complejas son, sin embargo, las motivacionesde esta actitud, pero quizs y como el propio A. M. Burriel lleg a mani-festar fuera el antijesuitismo de la segunda mitad de la centuria una de lasfundamentales causas. En 1756 expresaba tales impresiones a su compaeroy amigo G. Mayans y Siscar con las siguientes palabras:...porque si yo soy tratado de este modo habiendo sido de-tenido al marchar a mi California, habiendo sido pensionado sinpedirlo, habiendo trabajado en asuntos apartadsimos de toda ofen-Sin pblica y privada (...) qu deber esperar otro cualquiera?Si el delito es ser jesuita, dira otras cosas85.Pero sin entrar en este tema, nos interesa resaltar la preocupacin deA. M. Burriel por las fuentes, los archivos y su organizacin y accesibilidad.Erudito que junto a otros contribuyeron a disponer el ambiente propiciopara una apertura de los archivos a la cultura y a la historia.Cuando llegamos a la segunda mitad del siglo xvItt y fundamentalmenteal reinado de Carlos III, muchos otros continuaron esta labor, ahora con lasmayores facilidades que proporcionaba un monarcas y una corte ilustrada.Hombres como P. Rodrguez Campomanes " o G. M. de Jovellanos 87, MOS-en Historia de la Iglesia en Espaa, dirigida por R. Garca Villoslada, t. IV, Madrid,1979; pgs. 125-245.84. Las circunstancias de este litigio en BURRIEL, A. M.: Correspondencia..., ob. cit.y en SIMN DAZ, J.: Un erudito espaol..., ob. cit.85. 1765, abril 30. Carta del P. A. M. Burriel a G . Mayans y Siscar (Vid. BuRRIEL,A. M.: Correspondencia..., ob. cit., pg. 303).86. Conocido es el inters de P. Rodrguez Campomanes por los archivos y lasfuentes documentales. Martnez Bara (Vid. MARTNEZ BARA, J. A.: Vicisitudes del Ar-chivo del Consejo de Castilla en los siglo XVIII y XIX,en Actas del III Syposiumde Historia de la Administracin (1974), pgs. 357-382), puso de manifiesto su gran[29]227MARGARITA GMEZ GMEZtraron un prurito documental e historiogrfico que poco a poco fue impreg-nando a la intelectualidad oficial de la poca. Las fuentes documentales ylos archivos fueron tambin visitados por oficiales como F. Cerd y Rico 88,o ministros como J. Glvez, marqus de Sonora 89 , burcratas de gran pro-tagonismo en el movimiento ilustrado y gubernamental.Innumerables fueron los que en esta poca continuaron con el cada vezlabor con respecto al Archivo del Consejo de Castilla. Asimismo, su inters por laHistoria y las fuentes documentales le llev incluso a exponer en 1753 el plan de unacoleccin diplomtica y litolgica de Espaa. Su conocimiento en temas documentalesle hicieron objeto de innumerables proyectos, entre los que destacamos el emitido en1771 por R. Floranes y Encinas, en el que ideaba realizar en Espaa una obra anlogaal De Re Diplomtica de Mabillon (Vid. ARRIBAS ARRANZ, F.: Un humilde erudito delS. XVIII. D. Rafael Floranes y Encinas. Valladolid, 19 66). Del mismo modo en 1774,Fr. Domingo Ibarreta propuso a la Academia de la Historia y fue aprobado por P. Ro-drguez Campomanes la publicacin de una diplomtica espaola (Vid.VELA, J. F.:Un aparato..., ob. cit.)87. Figura representativa de la intelectualidad cortesana de la segunda mitad delsiglo xvm, supuso junto con P. Rodrguez Campomanes, el triunfo de la prepotenciaoficial en el campo de las reformas. Su labor historiogrfica se encuentra representadafundamentalmente por los viajes que ejecut de orden del Consejo de Ordenes primeroy el Ministerio de Marina despus. Estos viajes, inicio de su Diario, le proporcion unaamplia base para su posterior trabajo intelectual. En su investigacin histrica, destacala coleccin de documentos que public con el nombre deColeccin de Asturias. Sucontacto e inters por los archivos super al de simple colector de documentos, el mismose introdujo en el mundo archivstico cuando una vez aprobado por el Consejo su plande estudios para el Colegio Imperial de Calatrava en Salamanca, se le orden junto conponerlo en prctica, arreglar el archivo del monasterio de las Comendadoras de San-tiago, lo que ejecut hacia 179 0 (Vid. JOVELLANOS, G. M.: Obras publicadas e indi-tas..., en Biblioteca de Autores Espaoles, t. 85 (Madrid, 19 56), pg. I-LXXXV).Interesante muestra del inters historiogrfico y el valor concedido a los archivos es lacarta que en diciembre de 1800 dirigi a J. F. Masdeu, incitndole a reconocer losarchivos y a publicar una obra denominada Ensayo de los archivos de Len (Vid.JOVELLANOS, G. M.: Obras publicadas e inditas...,ob. cit., t. 86 (Madrid, 19 56),pgs. 236-243).88. Jurisconsulto e historiador valenciano, mantuvo estrecho contacto con las ideasde G. Mayans y Sisear (Vid.MESTRE SANCHIS, A.: Historia, Fueros..., ob. cit., pgs.338-355). Su vida y obra ha sido detalladamente estudiada por A. Gonzlez Palencia(Vid. GONZLEZ PALENCIA, A.: Eruditos y Libreros del siglo XVII. Madrid, 19 48). Susideas sobre la Historia coinciden en todo con los criterios crticos que hemos anali-zado: aclarar la historia en base a documentos, buscar y publicar fuentes y reconocerlos archivos, proyecto que practica el mismo fundamentalmente en Galicia, Portugal,Asturias y Len. Su conocimiento archivstico le hicieron participar en los proyectosde coordinacin y arreglo del . Archivo General de Indias fundado en 1785 (A. G. I.,Indiferente General, leg. 1.854-A. 1784, junio 8).89 . Secretario de Estado y del Despacho Universal de Indias, tuvo gran protago-nismo en la fundacin del Archivo General de Indias, proyecto en que trabaj juntocon J. B. Muoz (Vid. ROMERO TALLAFIGO, M.: La instalacin del Archivo General deIndias, en Primeras Jornadas de Andaluca y Amrica, La Rbida, 19 82).228[30]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIms fructfero reconocimiento de los archivos 9 0 ;no intentamos, sin embargo,hacer catlogo de sus actuaciones y obras, simplemente recordar su valorcomo peregrinos de archivos y localizadores de fondos, actitud que propicila entrada en la corte de un inters intelectual fundido ahora con el ya tra-dicional prurito administrativo que incit desde los primeros tiempos del Es-tado moderno a favorecer y facilitar la conservacin y accesibilidad do-cumental.Fue entonces cuando se llev a cabo una de las ms intensas e importan-tes peregrinaciones de archivos, la ejecutada por TB. Muoz (Museros,Valencia. 1745; Madrid, 1799). Cosmarafo Mayor de Indias desde 1770 yencargado de escribir la Historia del Nuevo Mundo desde 1779.Su formacin fue eminentemente filosfica, dentro de la corriente refor-mista-antiescolstica, y por tanto, promotor de las nuevas tendencias ideo-lgicas que por estos aos penetran en Espaa. Desde Valencia tom rpi-damente contacto con el grupo valenciano de eruditos y oficiales de la corte:G. Mayans y Siscar, F. Prez Bayer, F. Cerd y Rico... Todos ellos innova-dores ilustrados emparentados con el jansenismo y prototipos de los ilus-trados espaoles dieciochescos ". A T. B. Muoz, hombre de amplias mirascrticas 9 2 y agudo de ingenio, se le encarg rebatir las falsedades histricas90.Slo sealar a eruditos como Fr. M. Abbad y Lassierra, monje y archivero deSan Juan de la Pea, dedicado al examen de los archivos de la provincia para lo quetrabaj junto a F. Llobet y Mass, Antonio y Gregorio Bsrcones a quien por su prcticay conocimiento archivstico se propuso para archivero del Archivo General de Indias(A. G. I. Indiferente General, leg. 1.854-A. 1785, febrero 28). Sus estudios estuvieronen la lnea de la Paleografa y la Diplomtica (Vid. SAMPERE I MIQUEL. S.: Los orgenesdel Condado de Pallars y su historiador Fr. F. Llobet y Ms,en Rey. de Archivos,Bibliotecas y Museos, t. X (Madrid, 1904), pg. 373-398). Tambin citar a R. Floranesy Encinas, vinculado directamente a los estudios paleogrficos y archivsticos. En suobra Disertaciones para el estudio de la Paleografa, consideraba a sta indispensablepara la organizacin de un archivo y la descripcin de sus fondos. Este inters por losarchivos le llev a escribir una interesante obra titulada Disertacin histrica para losArchivos de Espaa y en especial los de Castilla..., conservada en la Academia de laHistoria (Academia de la Historia, Coleccin Floranes, t. 19. Vid. ARRIBS ARRANZ, F.:Un Humilde erudito..., ob. cit.) En esta misma lnea se encuentra Juan Antonio Fer-nndez, archivero diocesano de Tudela, quien junto a sus conocimientos documentales,llev a cabo una importante labor de reconocimiento y arreglo de los archivos mo-nsticos del priorato de Navarra, lo eficaz de su labor hizo que en 1793, Carlos IV lenombrara archivero de la Orden de Santiago, puesto desde el que continu su laborarchivstica (Vid. CANELLAS LPEZ, A.: Los estudios paleogrficos en Espaa y el ar-chivero D. Juan Antonio Fernndez,en Paleografa, Diplomtica y Archivstica...Giulio Batelli, t. II (Roma, 1979), pg. 617-631). Muchos otros fueron, sin embargo,los que continuaron este movimiento de renovacin historiogrfica.91. Vid. BALLESTEROS BERETTA, A.: D. Juan Bautista Muoz. Dos facetas cient-ficas, en Rey, de Indias, t. 3 (1941), pg. 5-38.92. Para comprender el espritu crtico reformista de J. B. Muoz bastan las si-[31]229MARGARITA GMEZ GMEZque los extranjeros haban narrado acerca de la secular obra espaola de co-lonizacin americana, y ms concretamente la obra del escocs W. Robert-son, quien en 1777 public unaHistoria de Amrica, considerada por la ad-ministracin como ofensiva a Espaa. La oposicin de Jos de Glvez aque sta se difundiera en las colonias y la propuesta del Cosmgrafo Mayorde Indias de realizar una verdadera historia de Amrica basada en documen-tos, favoreci la censura de imprenta de esta obra extranjera que ya habacomenzado a traducirse en Espaa. El propio T. B. Muoz nada en esteambiente nacionalista:Los extranjeros por lo comn acriminan injustamente el proce-der de Espaa; deprimen el mrito de nuestros descubrimientos,obscurecen las glorias de nuestros hroes, censuran hasta las sabiasprovidencias y benficas miras de nuestros Soberanos. Ylo peores que aun entre los naturales que deberan tener ms conocimientode la verdad, se han visto perniciosos efectos de aquellas declara-ciones hijas de la pasin i de la ignorancia. Sera fcil desvaneceeruna y otra dando al pblico la verdadera Historia de nuestros es-tablecimientos en la Amrica desde su establecimiento hasta nues-tros das, donde constase a todos el recto proceder y las sanas in-tenciones del Gobierno espaol, en vista de mil autnticos documen-tos que no se han disfrutado todava93.El viaje por Espaa y Portugal realizado por el cosmgrafo ha sido es-tudiado en pormenor por A. Ballesteros Beretta ", quien nos muestra loscontactos y circunstancias que rodearon su reconocimiento. Especial impor-tancia tiene ste a nuestro intento, ya que T. B. Muoz, junto al ministrode Indias T. de Glvez, fueron los verdaderos promotores de la fundacinguientes palabras: El examen de lo que hasta hoy se ha escrito en la materia me su-giri la idea de hacer en historia lo que en diversas ciencias han practicado aquellospocos que han merecido el nombre de inventores o restauradores. Es decir, ponerme enestado de una duda metdica, observar prolijamente todos los particulares, hacer gene-rales inducciones, cimentar principios slidosy fecundos, de donde nazcan todas lasproposiciones que constituyen un perfecto sistema. En toda materia cabe en cierto modoeste anlisis, medio nico de aclarar verdades oscurecidas y de hallar y demostrar otrasde nuevo, para enseanza comn y utilidad del gnero humano(A. H. N. Cartas de In-dias. Cit. en Catlogo de la Coleccin de luan Bautista Muoz. Documentos interesantespara la historia de Amrica, Madrid, 1956; t. III, pg. LXIV).93. Archivo de la Real Academia de la Historia, leg. 11-4-2, 828. 1779, junio 8(Cit. en Catlogo de la Coleccin Muoz..., ob. cit., t. III, pg. XLII).94. Vid. BALLESTEROS BERETTA, A.: Don Juan Bautista Muoz: La creacin delArchivo General de Indias, en Rey, de Indias, t. 4 (1942), pgs. 55-95 y Don JuanBautista Muoz..., ob. cit.230[32]Crtica histrica y archivos. El caso de Espaa en el siglo XVIIIde uno de los ms importantes archivos entonces fundado, el Archivo Ge-neral de Indias. La dispersin en que se encontraban los papeles indianos yel desorden y la falta de espacio que hallaban en el de Simancas hicieron aestos hombres promover la idea de fundar un archivo especfico para sucobijo y perfecta accesibilidad ".La concentracin de los fondos indianos en este nico archivo, fundadoen 1785, debe considerarse como el culmen de un proceso evolutivo en el quelos documentos y los archivos llegaron a ser objeto de una preocupacinque rebasaba la puramente historiogrfica. En 1790 unas Ordenanzas regu-lan el funcionamiento del nuevo archivo ". Criterios histricos y puramenteburocrticos incidieron en el cmulo de disposiciones que normalizaban eltratamiento, conservacin y servicio de los papeles. El respeto a la proceden-cia de los fondos criterios metodolgico hoy consagrado en la archivstica 97llega a estipularse en estas Ordenanzas como criterio que debera regir todaslas actividades archivsticas. El Archivo General de Indias y sus Ordenanzasdeben ser considerados como el reflejo del avance que la archivstica comociencia, y gracias a la preocupacin que en este siglo