Crisis Ninja Y Otros Misterios · los ojos por el pelo que tiene y al que le da vergüenza salir a...

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LA CRISIS,NINJAYOTROS

MISTERIOSDE LA ECONOMÍA

ACTUAL

LA CRISISNINJAYOTROSMISTERIOS

DE LA ECONOMÍAACTUAL

ESPASA

© Leopoldo Abadía Pocino, 2009© Espasa Calpe.S. A., 2009

Diseño de cubierta: gráficaRetrato de cubierta: Javier TlesFoto del pájaro: Endika Ussía

Primera edición: enero, 2009Segunda edición: enero, 2009Tercera edición: enero, 2009Cuarta edición: enero, 2009Quinta edición: enero, 2009Sexta edición: febrero, 2009Séptima edición: febrero, 2009Octava edición: marzo, 2009Novena edición: marzo, 2009

Depósito legal: B. 14.853-2009ISBN: 978-84-670-3015-0

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recupe-ración de la información ni transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea elmedio empleado —electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc.—, sin el permiso pre-vio de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual.

Espasa, en su deseo de mejorar sus publicaciones, agradecerá cualquier sugerencia que loslectores hagan al departamento editorial por correo electrónico: [email protected]

Impreso en España/Printed in SpainImpresión: Cayfosa (Impresia Ibérica)

Editorial Espasa Calpe, S. A. Vía delas Dos Castillas, 33 Complejo Ática- Edificio 4 28224 Pozuelo deAlarcón (Madrid)

ÍNDICE

1. DE ILLINOIS A SAN QUIRICO. LA CRISIS NINJA................. 11

2. DESAYUNOS Y SERVILLETAS. A LA BÚSQUEDA DE

UN MODELO................................................................... 35

3. LA GLOBALIZACIÓN Y LOS CONSPIRADORES. LA LI

BERTAD.......................................................................... 57

4. LA CRUDA REALIDAD ......................................................... 79

5. VIVIENDO LA CRISIS. CRISIS DE CONFIANZA Y DE

RESPONSABILIDAD........................................................... 121

6. LA CRISIS. RESPONSABILIDAD GLOBAL. RESPONSA

BILIDAD INDIVIDUAL ........................................................ 147

7. EMPRESARIOS DE NUESTRA VIDA .......................................... 171

8. OTOÑO EN SAN QUIRICO. EL PETIRROJO.......................... 195

EPÍLOGO............................................................................. 203

Nunca pensé escribir un libro. Siempre pensé que si lo

escribiera se lo dedicaría a mi mujer, a mis hijos, a

mis

nietos y a mis amigos,

Por esas cosas que pasan en la vida, resulta queantes tenía muchos amigos, pero ahora tengo más, locual es

una bendición.

Por tanto, la dedicatoria cambia ligeramente y vadirigida a mi mujer, a mis hijos, a mis nietos y a mis

MUCHOS amigos.

A la familia quiero decirle que ya sé que es lo normal,

pero que llegar a casa y que todos te reciban con

cariño

es una maravilla.

A mis amigos quiero decirles que desayunar con ellos,o comer con ellos, o cenar con ellos, o echar risas por

teléfono con ellos es otra maravilla.

Por tantas maravillas, A TODOS, muchísimas gracias.

San Quirico (pueblo imaginario), diciembre de 2008.

Nunca pensé escribir un libro. Siempre pensé que si loescribiera se lo dedicaría a mi mujer, a mis hijos, amis

nietos y a mis amigos.

Por esas cosas que pasan en la vida, resulta queantes tenía muchos amigos, pero ahora tengo más, locual es

una bendición.

Por tanto, la dedicatoria cambia ligeramente y vadirigida a mi mujer, a mis hijos, a mis nietos y a mis

MUCHOS amigos.

A la familia quiero decirle que ya sé que es lo normal,pero que llegar a casa y que todos te reciban concariño

es una maravilla.

A mis amigos quiero decirles que desayunar con ellos,o comer con ellos, o cenar con ellos, o echar risas por

teléfono con ellos es otra maravilla.

Por tantas maravillas, A TODOS, muchísimas gracias.

San Quirico (pueblo imaginario), diciembre de 2008.

1DE ILLINOIS A SAN QUIRICO. LA

CRISIS NINJA

SAN QUIRICO

J. engo una casa cerca de Barcelona, en un pueblo muybonito, San Quirico. Es la casa familiar, a la que mi mujer yyo, nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros amigos y todoslos que han pasado por ella le tienen un gran cariño.

Es una casa grande, hecha con mucha ilusión. Al arqui-tecto solo le dimos dos instrucciones: que hubiera muchascamas y muchos cuartos de baño. Veníamos de una casa al-quilada por allí cerca, donde las colas en la puerta del úni-co cuarto de baño eran muy frecuentes y muy largas. Salióuna casa con veintidós camas y siete cuartos de baño.Como la familia ha seguido creciendo, a veces hay que re-correr varios lavabos antes de encontrar uno libre.

El constructor estuvo dos semanas pensando quéorientación debía tener para aprovechar mejor el sol.Y acertó.

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Mi mujer y yo seguimos las obras muy de cerca. Desdeel día en que cortaron el primer árbol hasta la primera no-che en que dormimos allí, pasó un año.

Nos metimos como pudimos, pero nos metimos.Luego ha pasado el tiempo. Las paredes están llenas de

cosas que hemos ido trayendo todos: recuerdos de nues-tros viajes, la colección de campanillas, la colección de bo-tijos, las vírgenes que hemos ido comprando por los anti-cuarios de la zona para las habitaciones, los muebles denuestros padres... todo ha hecho que allí se esté muy bien.La casa resulta muy acogedora.

San Quirico está a setecientos metros de altura. En in-vierno hace frío. La calefacción funciona muy bien. No haycosa que me guste más que llegar un viernes por la nocheallí, que descargue una tormenta fuerte y que llueva todo elfin de semana. Se está en la gloria.

Mi mujer y yo hemos procurado que nuestra casa estu-viese siempre muy abierta a todo el mundo, a nuestra fami-lia cercana y lejana, a nuestros amigos, a los amigos denuestros amigos y a los amigos de nuestros hijos. Como te-nemos muchos, la casa siempre ha estado a rebosar de genteconocida y de algún amigo desconocido. Muchas veces hadormido en casa gente que no sabíamos ni quién era.Parece que algún hijo sí lo sabía, de manera que más o me-nos estaba todo controlado.

Cuando llegamos no había Internet. Ni existía. En midespacho de Barcelona no teníamos ordenador. Me acuer-do del día en que mis dos hijos mayores, que trabajabanconmigo, vinieron a verme con cara seria y me dijeron:«Papá, hay que comprar un ordenador». Yo les contesté:«¡Pero si ya tenemos una máquina de escribir eléctrica!».

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Y lo dije con muy buena voluntad, pensando que lo del or-denador era un capricho de aquellos chavales. Aún se ríencuando lo recuerdan.

Ahora tenemos ADSL. Y, además, tenemos tranquili-dad, y en San Quirico pensamos, trabajamos, nos reímos,descansamos.

En una casa así tiene que haber un perro. Helmut esnuestro animal de compañía, un bobtail al que no se le venlos ojos por el pelo que tiene y al que le da vergüenzasalir a la calle cuando le han lavado y está limpio. Mi mujerdice que «animal de compañía», en el caso de Helmut,quiere decir que es un perro que quiere que le hagancompañía. Por eso nos sigue a todas partes, y cuandocambiamos de sillón él se mueve también para estar cerca ypoder dormir tranquilo.

Además, tenemos un petirrojo. Bueno, no lo tenemos,pero como si lo tuviéramos. En San Quirico, normalmente,la puerta de la casa está abierta. A primera hora de la ma-ñana el petirrojo entra y pasea por dentro, haciendo pe-queños vuelos para subirse a la lavadora, a la mesa de midespacho, a la televisión. Mientras desayuno, oigo el ruidoque hace al picotear la comida de Helmut. Está todo eldía con nosotros, y al caer la tarde se va a su casa a cotillearcon los otros petirrojos y supongo que a contarles cosas denuestra familia.

Mis AMIGOS

En San Quirico nos conocemos todos. El pueblo lo formanuna plaza y una calle, en lo alto de una montaña. Cuando

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llegamos la plaza se llamaba «del Generalísimo Franco», yla calle, «José Antonio Primo de Rivera». Los tiemposcambiaron y cambiaron también los nombres. El cura delpueblo, un hombre mayor, con mucho sentido común, dijoa los del Ayuntamiento: «Yo pondría unos nombres que nohubiera que cambiar dentro de unos años». Le hicieroncaso: hoy la plaza es «la plaza de la Iglesia», y la calle, «lacalle Mayor».

Nosotros tenemos la casa en la montaña de al lado. Sebaja a la carretera, se andan trescientos metros y se sube anuestra casa, que está rodeada por otras lo suficientemen-te cercanas como para estar acompañado y lo suficiente-mente lejanas como para no molestarnos.

La gente es majísima. El bilingüismo, una realidad des-de siempre. Cada uno habla en el idioma en el que se sientemás cómodo y nunca ha habido problemas. Un vecinomío se me quejaba un día: «Yo había leído que a los veci-nos se les iba a ver para pedirles huevos y sal, y tú no hasvenido nunca».

Los vecinos son de dos tipos: los del pueblo y los «ve-raneantes», que, como es nuestro caso, pasamos medio añoallí. A veces, en casa dicen que vivimos en San Quirico yvamos de vez en cuando a Barcelona.

Dos tipos de personas, pero muy mezclados. En el su-permercado coincidimos todos, lo mismo que en el bar yen la iglesia, los sábados en misa de ocho de la tarde. «Pa-samos lista» sin darnos cuenta: «¿Qué le pasará a fulano?Hace dos semanas que no le vemos».

Por supuesto, y a pesar de las habladurías, el San Quiri-co real no tiene caja de ahorros. Tiene un cajero automáticoque con mucha frecuencia no funciona. Aprovechamos la

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ocasión para ir al pueblo de al lado, a encontrarnos allí conlos de San Quirico y seguir hablando de las mismas cosas.

A la salida de misa me encuentro con uno del pueblo.Somos muy amigos. Tiene una empresa en un pueblecitode al lado. Es un poco más joven que yo, y, con una ciertafrecuencia, nos vemos y charlamos de cosas. Como dice él,«arreglamos el mundo y luego nos vamos a trabajar». Esun hombre muy generoso. Cuando mis hijos eran peque-ños, nos guardaba en su almacén los juguetes de Reyes.Luego los subía él mismo en un camión a nuestra casa. Lequeremos todos mucho.

Me dice que quiere hablar conmigo, que está preocu-pado por cómo va todo. Que lee el periódico y que no en-tiende muchas cosas, que todo son malas noticias, que nosabe si es que se juntan las malas noticias por casualidado porque todo está relacionado o porque hay una conspi-ración global. Leyó hace poco un libro sobre una organiza-ción que, dicen, aspira a apoderarse del gobierno mundial:«Al principio me pareció un cuento, pero ahora estoy em-pezando a dudar», confiesa.

Me pregunta: «Oye, esto de la globalización ¿es buenoo es malo? ¿Qué hago con mi negocio? Y sobre todo, ¿quéhago con mi familia?». Y suelta esa exclamación que a míme hace mucha gracia por lo que luego explicaré: «¡¿Quémundo les vamos a dejar a nuestros hijos?!».

Un sábado a las nueve menos cuarto de la noche no esmomento de arreglar el mundo y decidimos que el mundo,aunque esté mal, puede esperar a la semana siguiente.Aunque a la velocidad que va todo, esa semana puedenpasar muchas cosas...

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LA LLAMADA DEL LUNES A LAS OCHO Y MEDIA

Parecía que podíamos esperar una semana. Pues no.Porque, por una de esas cosas extrañas que suceden en iavida, hace unos meses se me ocurrió escribir un documen-tillo o informe que titulé Crisis 2007-2008 y que ahora heretitulado La Crisis Ninja, no por afán de originalidad ode marketing, sino porque pienso que todo esto empezócon los ninjas americanos y porque no veo nada clarocuándo acabará. Enseguida explicaré lo de los ninjas y elporqué no sabemos cuándo llegará el fin.

El método científico que utilicé fue el de entender,cortar y pegar. No hay nada original mío. Utilicé el mate-rial que me iba pasando por las manos y fui poniéndolo enorden para entenderlo. Me puse una condición: no escri-bir nada (no copiar nada, sería más exacto) si no lo enten-día. Lo propio, por tanto, es la manera de cortar y pegarque he seguido. Y si se quiere, la forma de ordenarlo.Nada más.

Era un documento para mí, por lo que no me preocu-paba nada si era exacto o no, si copiaba literalmente o no,o si era completo o incompleto. Lo único original eran loscomentarios que iba poniendo, cuando, al cabo de unoscuantos apuntes, me parecía que ya tenía una opinión for-mada sobre aquello.

Lo que pasa es que Internet existe y se me escapó delas manos. Después de dar varias vueltas entre Barcelona yalgunos sitios cercanos y otros lejanos del globo, llegó a lamesa de mi amigo de San Quirico, que, inquieto, me lla-mó el lunes a las ocho y media de la mañana: «Leopoldo,¿es verdad lo que dice esta nota?». Y acto seguido me

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estropeó el desayuno soltándome un rollo tremendo sobrela globalización, la interacción a todos los niveles, los po-deres ocultos, la opacidad fiscal y mi ingenuidad (únicacosa a la que asentí sin problemas) al no darme cuenta delo que estaba pasando. «¡Somos peones en una gran gue-rra! ¡Esta gente nos maneja a su antojo! ¿Cómo es que note has dado cuenta?».

A mí, siempre que hablan de «esta gente» me desconcier-tan, no sé si porque soy incapaz de ver más allá de mis nari-ces, o porque los árboles no me dejan ver el bosque o porqueen mi casa me enseñaron que había que pensar bien de todoel mundo. Y lo que me está diciendo mi amigo es no solo queno hay que pensar bien de todo el mundo, sino que lo másprudente es pensar mal. Y además, no solo mal, sino quetengo que hacer un esfuerzo para comprender lo organiza-damente que actúan las personas de las que tengo que pen-sar mal. Y claro, así no hay quién desayune —ni viva— enpaz. Como ya son las nueve y mi amigo no parece que vayaa callarse nunca, le interrumpo y quedo con él para desayu-nar el sábado, pero mientras llega ese día, os explico dedónde ha salido el dichoso informe y qué decía.

EL ORIGEN DEL INFORME O CÓMO SE HA ORGANIZADO TODO ESTE

LÍO EN EL QUE ME HE METIDO

Hace tres o cuatro años empecé a escribir, para mí, undiccionario. Siguiendo el método a que me he referido an-tes (entender, copiar y pegar), fui poniendo voces sin nin-gún criterio. Veía un término en un periódico, y si lo en-tendía lo copiaba. El diccionario empezó así y ahora tiene

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unas seiscientas voces. Repito lo de «sin ningún criterio»,porque hay voces tales como «Banco Central Europeo» yotros como «boliburgueses» (revolucionarios venezolanosenriquecidos con la revolución).

Algún amigo mío ha dicho que es un diccionario conun enfoque socio-político-económico y otro le puso elnombre de Diccionario dinámico de vocablos (DDV), que escomo le llamamos ahora. Lo de «dinámico» viene de quees un diccionario «vivo»: le añado vocablos, elimino ocorrijo alguno si descubro que estaba equivocado. Es decir,la pretensión es mantenerlo actualizado, cosa que voy ha-ciendo sin prisa pero sin pausa.

Es muy importante insistir, aunque me digáis que soyun pelmazo, en que el diccionario era para mí. No me preo-cupaba la exactitud, porque si estaba mal, lo cambiaba yya está.

Todos los meses se lo enviaba a los de mi despacho,aunque creo que no lo miraron nunca. Uno me contestabadiciendo: «Muchas gracias, Leopoldo. Un abrazo», perono puedo asegurar que dedicase un solo minuto a su lec-tura o a consultar algún concepto.

Llegó febrero de 2008 y empecé a oír hablar de que ha-bía problemas en el mundo. Yo leo dos periódicos al día,uno generalista y otro económico, y todas las semanas leoTime, una revista americana a la que me aficioné —en micasa dicen que me hice adicto— cuando viví en EstadosUnidos. Esto me hace ver lo mayor que me he vuelto. Elprimer número que tengo es el de la semana en que asesina-ron al presidente Kennedy. Para aquellos lectores jóvenesque no habían nacido el año en que mataron a Kennedy(por ejemplo, la mayoría de mis hijos y todos mis nietos),

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les diré que murió el 22 de noviembre de 1963. Desde en-tonces leo Time.

En los momentos en los que se empezaba a hablar delos problemas económicos, en el IESE (Instituto de Estu-dios Superiores de la Empresa), una escuela de negociosen la que trabajé durante treinta y un años, hubo un par dereuniones muy interesantes con el equipo económico queluego se recogieron en una publicación breve, pero muybuena. Fui a las reuniones y leí la publicación.

Y llegó el viernes y me fui a San Quirico. Y el domingo, después de comer, empecé a intentar poner lascosas enorden, para ver si me aclaraba.

Y salió lo que viene a continuación. Pero antes de quelo leáis, quiero que quede claro que yo no sé nadade economía. Alguien me ha dicho: «¡Qué humilde esusted, donLeopoldo!». Pues no, no es humildad. Es la purarealidad.

Yo estudié en Terrassa, cuando se llamaba Tarrasa, enla escuela industrial, la carrera de ingeniero de industriastextiles, y eso es lo que soy. Bueno, es lo que era, porqueahora a los ingenieros de industrias textiles se nos llama in-genieros industriales.

Ese es mí curriculum o, como dicen los cursis, mi back-ground. Evidentemente, luego he hecho muchas más cosas,ninguna de ellas relacionada con el análisis económico.Y desde luego, en ningún caso nada que tenga que ver nide lejos con una crisis financiera.

El otro día me acordé de que tengo algo más. Mi mujer,que es fenomenal, me dijo: «Pero tú, ¿no empezaste Eco-nómicas?». ¡Resulta que sí!

Era el curso 1954-1955. Yo estudiaba Ingeniería y pen-sé que, quizá, me podía interesar matricularme, además, en

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Económicas. Me parece que era la primera promoción enBarcelona y que había un profesor jovencillo que se llama-ba Fabián Estapé. No estoy nada seguro. He recordadoque aprobé dos asignaturas de primer curso. Una era dere-cho civil y de la otra no tengo ni idea. Luego falleció mi pa-dre, dejé Económicas y acabé como pude la carrera de in-geniero.

En resumen: que si queréis adornar mi curriculum,podéis decir que soy ingeniero industrial y que tengo «es-tudios de Ciencias Económicas». Si os preguntan qué es-tudios son esos, mejor que os calléis.

Seguramente me he ido por las ramas. Ya vuelvo alconcepto Crisis 2007-2008, que ahora se llama Crisis Ninja,por lo que veréis inmediatamente. He aquí el informe so-bre la crisis.

EL INFORME SOBRE LA CRISIS (I): LA CRISIS NINJA

La historia es la siguiente:

jy 2001. Explosión de la burbuja Internet.Z\ La Reserva Federal de Estados Unidos baja en dos

años el precio del dinero del 6,5 al 1%.3.| Esto dopa a un mercado que empezaba a despegar:

el mercado inmobiliario._4. En diez años, el precio real de las viviendas se mul-

tiplica por dos en Estados Unidos._5_. Durante años, los tipos de interés vigentes en los

mercados financieros internacionales han sido ex-cepcionalmente bajos.

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Jx Esto propició que los bancos se dieran cuenta deque el negocio se les hacía más pequeño:

a. Daban préstamos a un bajo interés.b. Pagaban algo por los depósitos de los clientes

(cero si el depósito está en cuenta corriente, y siademás cobran comisión de mantenimiento, pagaban «menos algo»).

c. Pero, con todo, el margen de intermediación(«a» menos «b») decrecía.

^ A alguien entonces, en América, se le ocurrió quelos bancos tenían que hacer dos cosas:

a. Dar préstamos más arriesgados, por los que podrían cobrar más intereses.

b. Compensar el bajo margen aumentando el número de operaciones (1.000 x poco es más que100 x poco).

8.[ En cuanto a lo primero (créditos más arriesgados),decidieron:

a. Ofrecer hipotecas a un tipo de clientes: los nin-ja (no income, no Job, no assets; o sea, personassin ingresos fijos, sin empleo fijo, sin propiedades).

b. Cobrarles más intereses, porque había más riesgo.c. Aprovechar el boom inmobiliario.d. Además, llenos de entusiasmo, decidieron con

ceder créditos hipotecarios por un valor superior al valor de la casa que compraba el ninja,porque, con el citado boom inmobiliario, esa

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casa, en pocos meses, valdría más que la canti-dad dada en préstamo.

e. A este tipo de hipotecas, les llamaron «hipotecas subprime»

0 Se llaman «hipotecas prime» las que tienenpoco riesgo de impago. En una escala de cla-sificación entre 300 y 850 puntos, las hipote-cas prime están valoradas entre 850 puntoslas mejores y 620 las menos buenas.

° Se llaman «hipotecas subprime» las que tie-nen más riesgo de impago y están valoradasentre 620 las menos buenas y 300 las malas.

f. Además, como la economía americana iba muybien, el deudor hoy insolvente podría encontrartrabajo y pagar la deuda sin problemas.

g. Este planteamiento fue bien durante algunosaños. En esos años, los ninja iban pagando losplazos de la hipoteca y, además, como les habíandado más dinero del que valía su casa, se compraron un coche, reformaron la casa y se fueronde vacaciones con la familia. Todo ello, seguramente, a plazos, con el dinero de más que habían cobrado y, en algún caso, con lo que lespagaban en algún empleo o chapuza que habíanconseguido.

Al llegar aquí, me salió del alma el comentario quepongo a continuación (en el recuadro). Como, a medidaque iba avanzando, me salían más cosas del alma, fui po-niendo comentarios que revelan mi estado de ánimo aquel

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domingo por la tarde en San Quirico. Algunos salían delalma y otros del estómago. Estos últimos procuré no poner-los o ponerlos después de llevarlos al alma.

Como anochecía pronto, el petirrojo ya se había ido asu casa y Helmut, como de costumbre, dormía profunda-mente.

Creo que, hasta aquí, todo está muy claro y tambiénestá claro que cualquier persona con sentido común,aunque no sea un especialista financiero, puede pensarque si algo falla el batacazo puede ser importante.

J?] En cuanto a lo segundo (aumento del número deoperaciones):

a. Como los bancos iban dando muchos présta-mos hipotecarios, se les acababa el dinero. Lasolución fue muy fácil: acudir a bancos extran-jeros para que les prestasen dinero, porque paraalgo está la globalización. Con ello, el dineroque yo, hoy por la mañana, he ingresado en laoficina central de la caja de ahorros de San Qui-rico de Safaja puede estar esa misma tarde enIllinois, porque allí hay un banco al que mi cajade ahorros le ha prestado mi dinero para que selo preste a un ninja. Por supuesto, el de Illinoisno sabe que el dinero le llega desde mi pueblo,y yo no sé que mi dinero, depositado en una en-tidad seria como es mi caja de ahorros, empiezaa estar en un cierto riesgo. Tampoco lo sabe eldirector de la oficina de mi caja, que sabe —y

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presume— de que trabaja en una institución se-ria. Tampoco lo sabe el presidente de la caja deahorros, que solo sabe que tiene invertida unaparte del dinero de sus inversores en un bancoimportante de Estados Unidos.

La globalización tiene sus ventajas, pero también susinconvenientes y sus peligros. La gente de San Quiricono sabe que está corriendo un riesgo en Estados Unidosy cuando empieza a leer que allí se dan hipotecas subpri-me, piensa: «¡Qué locuras hacen estos americanos!».

10. Además, resulta que existen las Normas de Basilea,que exigen a los bancos de todo el mundo que ten-gan un capital mínimo en relación con sus activos.Simplificando mucho, el balance del banco de Illi-nois es:

ACTIVO PASIVO

Dinero en caja Dinero que le han prestado otros

bancos

Créditos concedidos Capital

Reservas

TOTAL x millones x millones

Las Normas de Basilea exigen que el capital de esebanco no sea inferior a un determinado porcentaje

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del activo. Entonces, si el banco estápidiendo dinero a otros bancos ydando muchos créditos, el porcentajede capital sobre el activo de ese bancobaja y no cumple con las citadasNormas de Basilea.

Cuando di a leer este texto a mi mujer, medijo: «Deberías explicar un poco lo del activoy lo del pasivo, porque puede haber gentemuy digna que no sepa lo que es. En ningúnsitio he leído que sea obligatorio saberlo». Ycomo casi siempre tiene razón, puesquedamos en que en otra parte del libro loexplicaría.

11. Hay que inventar algo nuevo. Y esonuevo se llama titulización: el bancode Illinois «empaqueta» las hipotecas—prime y subprime— en paquetes quese llaman MBS (Mortgage BackedSecurities, o sea, obligacionesgarantizadas por hipotecas). Es decir,donde antes tenía mil hipotecas«sueltas», dentro de la cuenta «Créditosconcedidos», ahora tiene diez paquetesde cien hipotecas cada uno, en los quehay de todo: bueno (prime) y malo(subprime), como en la viña del Señor.

12.| El banco de Illinois va y venderápidamente esos diez paquetes:

a. ¿Dónde va el dinero que obtienepor esos paquetes? Va al activo, a lacuenta de «Dinero en caja», queaumenta, disminuyendo por el mis-mo importe la cuenta «Créditosconcedidos», con lo cual laproporción Capital/Créditos con-cedidos mejora y el balance delbanco cumple con las Normas deBasilea.

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b. ¿Quién compra esos paquetes y además lo hacerápidamente para que el banco de Illinois «lim-pie» su balance de forma inmediata? ¡Muy buenapregunta! El banco de Illinois crea unas entida-des filiales, los conduits, que no son sociedades,sino trusts o fondos, y que por ello no tienen obli-gación de consolidar sus balances con los delbanco matriz. Es decir, de repente aparecen en elmercado dos tipos de entidades:

° El banco de Illinois, con la cara limpia. 0 ElChicago Trust Corporation (o el nombre quele queráis poner), con el siguiente balance:

ACTIVO PASIVO

Los diez paquetesde hipotecas.

Capital: lo que ha pagadopor esos paquetes.

Si cualquier persona que trabaja en la caja de ahorrosde San Quirico, desde el presidente hasta el director dela oficina, supiera algo de esto, se buscaría rápidamenteotro empleo. Mientras tanto, todos hablan en los perió-dicos de sus inversiones internacionales, de las que yaveis que no tienen la más mínima idea.

13.| ¿Cómo se financian los conduits? En otras pala-bras, ¿de dónde sacan dinero para comprar al ban-co de Illinois los paquetes de hipotecas? De variossitios:

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a. Mediante créditos de otros bancos.

La bola sigue haciéndose más grande.

b. Contratando los servicios de bancos de inver-sión que pueden vender esos MBS a fondos deinversión, sociedades de capital riesgo, asegura-doras, financieras, sociedades patrimoniales deuna familia, etc.

Fijaos que el peligro se nos va acercando, no a Espa-ña, sino a nuestra familia, porque igual, animado por eldirector de la oficina de San Quirico, voy y meto mi di-nero en un fondo de inversión.

c. Lo que pasa es que, para ser financieramentecorrectos, los conduits o MBS tenían que ser biencalificados por las agencias de rating, que dan calificaciones en función de la solvencia. Estas calificaciones dicen: «A esta empresa, a este Estado,a esta organización se le puede prestar dinerosin riesgo», o «tengan cuidado con estos otrosporque se arriesga usted a que no le paguen».

d. Incluyo aquí lo que decía el vocablo rating deeste diccionario, para que lo tengáis todo en elmismo bloque:

RATING. Calificación crediticia de una compa-

ñía o una institución, hecha por una agencia es-

pecializada. En España, la agencia líder en este

campo es Fitch Ratings.

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Los niveles son:

AAA, el máximoAAABBBBBOtros, pero son muy malos.

e. Las agencias de rating otorgaban estas calificaciones o les daban otros nombres, más sofisticados,pero que, al final, dicen lo mismo. Llamaban:

° Investment grade, a los MBS que representa-ban hipotecas prime, o sea, las de menos ries-go (serían las AAA, AA y A).

° Mezzanine, a las intermedias (supongo quelas BBB y quizá las BB).

° Equity, a las malas, de alto riesgo, o sea, a lassubprime, que en este tinglado son las prota-gonistas.

f. Los bancos de inversión colocaban fácilmentelas mejores (investment grade) a inversores conservadores, y a intereses bajos.

g. Otros gestores de fondos, sociedades de capitalriesgo, etc., más agresivos, pretendían obtener atoda costa rentabilidades más altas, entre otrasrazones porque esos señores cobraban el bonusde final de año en función de la rentabilidadobtenida.

h. Problema: ¿cómo vender MBS de los malos aestos últimos gestores sin que se note excesi-

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vamente que están incurriendo en riesgos exce-sivos?

La cosa se complica y, por supuesto, los de la caja deahorros de San Quirico siguen haciendo declaraciones enla prensa, felices y contentos, hablando de la buena marchade la economía y de la obra social que están realizando.

i. Algunos bancos de inversión lograron, de lasagencias de rating, una recalificación (un re-ra-ting, palabro que no existe, pero que sirve paraentendernos).

j. El re-rating es un invento para subir el rating delos MBS malos, que consiste en:

o Estructurarlos en tramos, a los que les llaman¿ranches, ordenando, de mayor a menor, laprobabilidad de un impago, y con el compro-miso de priorizar el pago a los menos malos.Es decir:

^l Yo compro un paquete de MBS en el queme dicen que los tres primeros MBS sonrelativamente buenos; los tres segundos,muy regulares, y los tres terceros, franca-mente malos. Esto quiere decir que he es-tructurado el paquete de MBS en trestranches: el relativamente bueno, el muyregular y el muy malo.

^i Me comprometo a que si no paga nadiedel ¿ranche muy malo (o, como dicen estos

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señores, si en el tramo malo incurro en de-fault), pero cobro algo del tranche muyregular y bastante del relativamente bueno,todo irá a pagar las hipotecas del trancherelativamente bueno, con lo que, automáti-camente, este tranche podrá ser calificadode AAA.

Para acabar de liar a los de San Quirico, es-tos MBS ordenados en tranches fueron re-bautizados como CDO (Collateralized DebtObligations, obligaciones de deuda colaterali-zada), como se les podía haber dado otronombre exótico.No contentos con lo anterior, los magos fi-nancieros crearon otro producto importante:los CDS (Credit Default Swaps, cambio deriesgo del crédito). En este caso, el adquiren-te, el que compraba los CDO, asumía unriesgo de impago por los CDO que compra-ba, cobrando más intereses. O sea, comprabael CDO y decía: «Si falla, pierdo el dinero. Sino falla, cobro más intereses». Siguiendo conlos inventos, se creó otro instrumento, elSynthetic CDO, que no he conseguidoentender, pero que daba una rentabilidadsorprendentemente elevada. Más aún: losque compraban los Synthetic CDO podíancomprarlos mediante créditos bancariosmuy baratos. El diferencial entre estosintereses muy baratos y los altos rendi-

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mientes del Synthetic hacíaextraordinariamente rentable laoperación.

14. Al llegar aquí, y confiando en que no oshayáis perdido demasiado, quierorecordar una cosa que es posible que seos haya olvidado, dada la complejidadde las operaciones descritas: que todoestá basado en que los ninjas pagarán sushipotecas y que el mercado inmobiliarionorteamericano seguirá subiendo.

15. Pero:

a. A principios de 2007, los precios delas viviendas norteamericanas se desplomaron.

b. Muchos de los ninjas se dieroncuenta de queestaban pagando por su casa más de loque ahora valía y decidieron (o se vieranobligados a)no seguir pagando sus hipotecas.

c. Automáticamente, nadie quisocomprar MBS,CDO, CDS, Synthetic CDO, y los queya los tenían no pudieron venderlos. Todo elmontaje sefue hundiendo, y un día el director dela oficinade San Quirico llamó a un vecinopara decirleque bueno, que aquel dinero se habíaesfumado, o, en el mejor de los casos,había perdidoun 60% de su valor.

Vete ahora a explicar al vecino de SanQuirico lo de los ninjas, el banco de Illinois yel Chicago Trust Corporation. No se le puede

explicar por varias razones: la másimportante, porque nadie sabe dónde estáese di-

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ñero. Y al decir nadie, quiero decir nadie. Pero las cosasvan más allá. Porque nadie —ni ellos— sabe la porque-ría que tienen los bancos en los paquetes de hipotecasque compraron, y como nadie lo sabe, los bancos empie-zan a no fiarse unos de otros.

d. Como no se fían, cuando necesitan dinero y vanal mercado interbancario, que es donde los bancos se prestan dinero unos a otros, no se lo prestan o se lo prestan caro. El interés a que seprestan dinero los bancos europeos en el Interbancario es el Euribor (Europe Interbank Offe-red Rate, o sea, tasa de interés ofrecida en elmercado interbancario en Europa).

e. Por tanto, los bancos ahora no tienen dinero.Consecuencias:

° No dan créditos.

° No dan hipotecas, con lo que muchas empre-sas relacionadas con el sector inmobiliario loempiezan a pasar mal, muy mal. Y los accio-nistas que compraron acciones de esas em-presas ven que las cotizaciones de esas socie-dades van cayendo vertiginosamente.

0 El Euribor a doce meses, que es el índice dereferencia de las hipotecas, ha ido subiendo,lo que hace que el ciudadano medio, que tie-ne su hipoteca, empieza a sudar para pagarlas cuotas mensuales.

° Como los bancos no tienen dinero,

DE ILLINOIS A SAN QUIRICO. LA CRISIS NINJA 33

^i Venden sus participaciones en empresas.^ Venden sus edificios. ^ Hacen campañaspara que metamos dinero, ofreciéndonosmejores condiciones.

0 Como la gente empieza a sentirse apretadapor el pago de la hipoteca, va menos a El CorteInglés.

° Como El Corte Inglés lo nota, compra menosal fabricante de calcetines de Mataró, quetampoco sabía que existían los ninjas.

0 El fabricante de calcetines piensa que, comovende menos calcetines, le empieza a sobrarpersonal y despide a unos cuantos.

° Y esto se refleja en el índice de paro, funda-mentalmente en Mataró, donde la gente em-pieza a comprar menos en las tiendas.

Para que no tengáis complejo de inferioridad: el 7 demayo de 2008, una persona importante del Servicio de Es-tudios del Banco de España dijo que el efecto de la desace-leración en el empleo está siendo más pronunciado de loprevisto inicialmente.

Debe de haber hablado con el fabricante de calceti-nes de Mataró.

Y esto es lo que se me ocurrió. Y esto es lo que escribí.Y esto es lo que dio varias vueltas por el ciberespacio (osea, por Internet). Por eso, a la sorpresa por la cantidad de

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vueltas que dio, tuve que sumar la sorpresa de que llegaraa mi amigo de San Quirico, que se pasó la semana profun-dizando en el asunto para hacer un desayuno monográficoel sábado.

2DESAYUNOS Y SERVILLETAS. A LA

BÚSQUEDA DE UN MODELO

LLEGÓ EL SÁBADO

semana se me hizo larga, porque mi amigo de SanQuirico, además de estudiarse el documento sobre la cri-sis, me llamó varias veces. Al fin llegó el sábado y fuimos adesayunar. Siempre vamos al mismo sitio. Es un bar delpueblo de al lado, donde hacen unos bocadillos riquísimosde jamón ibérico. Subrayo lo de «ibérico» porque cada vezque he pedido un bocadillo de jamón, mi amigo ha añadi-do inmediatamente: «ibérico». Los desayunos son poten-tes. El, que es de la zona, sabe lo que hay que pedir y elvino que nos tenemos que beber. A las doce suele decir:«Vamonos, que tenemos que trabajar». Entonces nos le-vantamos, él se va a trabajar y yo me voy a mi casa a medi-tar sobre cosas como la crisis y sobre cómo algo que ha pa-sado en la otra punta del mundo puede alterar la vida demi amigo..., y la mía.

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Cuando trabajo con alguien en un bar, suelo escribiren las servilletas de papel. Un amigo mío argentino medice que las tiene encuadernadas. No sé si es verdad. Mevan bien para apuntar resúmenes de lo que decimos, lue-go se las doy a mi amigo o me las guardo yo y así vamoshaciendo una especie de actas de las reuniones. Conmucha frecuencia, las servilletas que guardo están con man-chas de vino o de café, pero mi mujer dice que así tienenmás solera.

Nunca había pensado que las servilletas sirvieran parahacer un libro. En confianza, tampoco había pensadonunca que iba a escribir un libro. Tampoco he planta-do nunca un árbol. Pero como tengo doce hijos, pensabaque ya había cumplido y que lo que faltaba por un lado secompensaba por otro. Pero ya se ve que andaba equivo-cado.

Este libro no es más que un conjunto de servilletas pa-sadas a limpio y puestas un poco en orden. Si mi amigo deSan Quirico no me para aquella noche y me cuenta suspreocupaciones, no sale el libro. Alguien puede pensar queno se hubiera perdido nada.

Por eso quise titular este libro Desayunos y servilletas,porque era lo que realmente se hubiera correspondido conla realidad. Pero como yo no entiendo de estas cosas y laeditorial me propuso otro nombre, acepté muy a gusto supropuesta. Eso sí, me guardé el título para este capítulo,aprovechando la libertad que me da la editorial para escri-bir lo que quiera.

Mi amigo viene echando humo. Le veo entrar con el in-forme sobre la crisis en la mano, doblado y bastante arruga-do y con síntomas de haber sido leído y releído varias ve-

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 37

ees. Pienso que tengo que tranquilizarle y que hoy, en vezde hablar de crisis, le voy a hablar de otro amigo. A ver sile distraigo, pospongo lo de la crisis, y vamos hablando deotras cosas de manera que, al hablar de la crisis, tengamosalguna idea clara (él y de paso yo, que tampoco me irámal).

Mi AMIGO EL EMBAJADOR

Le dije a mi vecino de San Quirico que quería hablarlede mi amigo el embajador. Cuando le comento estas cosas,pone una cara que oscila entre «este me está vacilando» y«¿será verdad?».

Pues es verdad.Hace muchos años fui a Bruselas con Antonio Valero,

el primer director del IESE. Él era el presidente de una or-ganización que agrupaba algunas escuelas de negocios eu-ropeas. Antonio era muy amigo de Alberto Ullastres, elprimer embajador de España ante lo que entonces se lla-maba «el Mercado Común».

Alberto había sido ministro de Comercio y había traba-jado mucho por abrir España a Europa. Cuando yo le co-nocí, todavía no tenía embajada y vivía en el Hotel Amigo,de Bruselas. Se alegró mucho de que estuviéramos allí ynos invitó a cenar en un «bareto» de estudiantes que habíadescubierto y que tenía unas ostras buenísimas a unastreinta pesetas la docena. Pensar que el embajador estabatan contento porque había encontrado unas ostras muy ri-cas por 0,18 euros la docena y que, de verdad, estabanpara chuparse los dedos, puede hacer que algún lector

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piense que este es un libro de ciencia-ficción. Bueno, deciencia, no. De ficción, la justa. Y en este caso, ni de cien-cia ni de ficción.

Cenamos y hablamos hasta las tantas. Según me dijoAntonio y pude comprobar de primera mano, Alberto eraun hombre que, a medida que avanzaba la noche, discurríamejor. Era una gozada escucharle, cuando nos contaba susprimeros escarceos diplomáticos con el embajador de Is-rael, con el que, como dicen los niños, «no nos estábamosamigos» por culpa de los cítricos. Se hablaba de la «guerrade los limones». Supongo que todo consistía en que Espa-ña e Israel querían vender sus cítricos en Europa y debíade haber algún problema de precios, de cuotas o de lo quefuera.

Alberto pensó que lo primero que tenía que hacer era co-nocer al embajador israelí, un hombre culto, que sabía mu-cho de alfombras. Le llamó y le pidió que le acompañara aelegir alfombras para la futura embajada española. Mientraslos periódicos españoles, y supongo que los israelíes, habla-ban de escaramuzas en el tema de los cítricos, los dos emba-jadores centraban su atención en la decoración de nuestraembajada. Supongo que cuando acababan, uno de los dos ledecía al otro: «Oye, que no se nos olvide que tenemos quehablar de limones. Ya te llamaré».

Ya sé que no viene a cuento y que lo he dicho en algúnotro sitio. Pero cuando veo que los políticos riñen, ponencara de que se odian, dicen tonterías unos de otros, pienso:«¿No sería mejor que fuerais a comprar alfombras jun-tos?». Lo cual equivale a decir: «¿Y si llamaras al otro (al'malo') y le dijeras que habías descubierto un bar dondelas ostras están solo a veinticinco euros la media docena (la

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 39

vida sube) y que por qué no ibais los dos con vuestras mu-jeres y cenabais juntos y echabais risas y os bebías una bo-tella de albariño y no hablabais para nada de política?».

Como la editorial me ha dicho que tengo completa li-bertad para escribir lo que quiera, me parece que voy aañadir un capítulo a este libro hablando de la crispación,porque creo que es un atraso total y que demuestra unaincapacidad preocupante, del crispador y del crispado,para salir a la calle. Preocupante porque si quieren sermaleducados, allá ellos, pero pueden hacer mucho daño.Si seguís leyendo, quizá os encontréis con ese capítulomás adelante.

Me he vuelto a ir por las ramas. Me pasa con frecuencia.Antonio y yo volvimos al hotel, acompañados por el

embajador. Por supuesto, íbamos los tres solos por las callesde Bruselas, sin escolta (no se habían inventado todavía),sin prisa, disfrutando de la vida. Porque para disfrutar de lavida no es necesario hacer grandes maravillas.

Cuando Alberto se fue, le dije a Antonio: «¡Cuántosabe este hombre!». No hacía falta ser muy listo para decireso. El curriculum de Alberto era público y espectacular.Y Antonio me dijo: «Sí, sabe mucho. Pero lo más impor-tante es que tiene un modelo en la cabeza».

Debí poner cara de que no entendía lo que me queríadecir, y era verdad que no lo entendía. Antonio continuó:«Lo del modelo quiere decir que tiene todo empalmado ensu cabeza, y automáticamente sabe que si tiras de un hi-lito se mueven cuatro o cinco cosas». Entusiasmado, le dije:«O sea, que sabe que si en las negociaciones con Israel bajael precio de los cítricos, se enfadan los agricultores valen-cianos».

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Antonio era muy bueno, pero no pudo evitar contestarcon un aire de desilusión ante mi simplonería: «Más o me-nos, sí. Pero el tema es más complejo».

Mi LUCHA POR TENER UN MODELO

Desde aquel día estoy luchando por tener un modelo. Al-guno pensará: «¡Vaya fracaso de vida!». No creáis que todohan sido fracasos. Creo que he ido dando pasos adelante.Cuando veo que pasa algo, y que a los pocos días pasa otracosa y a los pocos días una tercera, intento ver si tienen algu-na relación entre ellas. Discurriendo así, he llegado a la con-clusión de que las casualidades no existen. Si queréis que meponga profundo, diré que sí que existen las «causalidades».Pero si nos metemos por este camino ahora, no llegaremos aninguna parte. Por lo que lo dejaremos para después.

Veo gente que tiene un modelo y veo gente que no lotiene. Leo declaraciones de políticos que piensan que en eluniverso no existe nada fuera de su ministerio, aunque seaun ministerio «de relleno», como hay bastantes por esosmundos de Dios. También hablaré, a su tiempo, de los«ministerios de relleno», que, en confianza, creo que nosirven más que para engordar una de las dos columnas delos Presupuestos Generales del Estado, la de los gastos.Bueno, también sirven para que el/la ministro/a se hagaunas tarjetas preciosas y pueda vivir como un «ministro» eltiempo que tenga la cartera, que, como es de relleno, nosuele pasar de cuatro años.

Sigo con los modelos. Cuando alguien tiene un modelo,se nota. De hecho, las personas con un modelo discurren,

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 41

si no mejor, sí más ordenadamente. Y los modelos se so-portan en no muchas ideas, formando un tronco de pen-samiento en el que se van colocando los racimos. De maneraque la persona sabe dónde colocar cada cosa que pasa ycómo están relacionadas entre ellas.

Como Alberto, que era capaz de colocar el movimien-to de los israelíes con los cítricos en el tronco del equili-brio internacional y saber qué efectos tendría en las rela-ciones internacionales con España. Supongo que ademásmetía más cosas que a mí se me escapaban, como el pesode España en Europa, los compromisos de Europa conIsrael, el efecto de un conflicto en las relaciones econó-micas entre los países y muchas cosas más. Y supongotambién que por eso Antonio me llamó simple. Porquelo era.

En este momento decido pasar al ataque y le preguntoa mi amigo de San Quirico: «¿Tú tienes un modelo?».

Al ver su cara de sorpresa, me ablando un poco y ledigo: «Por ejemplo, ¿tú tienes en la cabeza la cuenta de resul-tados de tu empresa?». Y sigo adelante para dejarle clarolo que yo entiendo por «modelo», con un ejemplo muysimple que igual os resulta útil para que tengáis claro loque quiero decir cuando hablo de «modelo».

El modelo que le propuse a mi amigo no era más que eldesarrollo de la cuenta de resultados de su empresa de su-ministros:

8. Tu empresa vende suministros por «a» euros.9. Esos suministros te han costado «b» euros.

10.La diferencia entre «a» y «b» es el margen bruto,al que le llamaremos «c».

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Advertencia: es fácil darse cuenta de que si se ven-de por debajo del coste, o sea, si el margen brutoes negativo, las cosas no irán bien, porque cuantomás vendamos, más perderemos. 4. «c», o sea, elmargen bruto, tiene que ser suficiente para pagarbastantes cosas:

a. Lo que cuesta el personal, que es «d» euros.Fijaos que no digo lo que «cobra» elpersonal,sino lo que «cuesta», porque a lo quecobrahay que añadir lo que la empresa de miamigodebe pagar por la Seguridad Social de esaspersonas.

b. Lo que cuesta la electricidad, el agua, elteléfono, el material de oficina, los transportes,losmensajeros, etc. En total, «e» euros.

11.Si a «c» le restamos «d» y «e», queda unacantidad «f» a la que si queremos que no se nosentienda le llamaremos EBITDA, y si queremos quesenos entienda le llamaremos resultado deexplotación.

12.Lo que pasa es que si le llamamos EBITDA esmásfácil explicarlo.

13.Porque EBITDA son las iniciales de:

a. Earnings (Beneficios)b. Befare (Antes de)c. Interests (Intereses)d. Taxes (Impuestos)e. Depreciación (Depreciación)f. Amortization (Amortización)

DESAYUN OS Y SERVILLETAS... 43

14.Para no complicarle más las cosas a mi amigo, y ariesgo de ser un poco inexactos, vamos a considerar que depreciación y amortización es lo mismo.

15.Pues al EBITDA le restamos los «I» (intereses quepagamos al banco por los créditos que tenemos,por el descuento de letras, comisiones que nos cobra, etc.), y queda el EBTDA.

16.Al EBTDA le restamos las «D» y «A» (Depreciaciones y Amortizaciones) y nos queda el EBT, quepara entendernos mejor le podemos llamar BAI(Beneficio Antes de Impuestos).

17.Pagamos los impuestos y nos queda el beneficioneto.

18.De ese beneficio, mi amigo, que es el dueño, se lleva a casa algo (dividendo) y deja el resto en la empresa (reservas) para que pueda seguir adelante.

Esto, que para algunos es una cuenta de resultados,para mí es un modelo que le recomiendo a mi amigo deSan Quirico que se aprenda bien, para saber inmediata-mente lo que sabía mi amigo el embajador: las repercusio-nes que se producen si se tira de un hilito, aunque a prime-ra vista ese hilito parezca inofensivo.

Por ejemplo, si un vendedor le dice que necesita des-cuentos porque la competencia vende más barato (no sépor qué, pero siempre la competencia vende más barato),habrá que saber si con ese descuento se come el margenbruto, no sea que, lleno de entusiasmo, haga el descuentoque le pide el vendedor y luego no quede para pagarle susueldo, además de cargarse la cuenta de resultados, inclui-do el dividendo que está esperando la familia de mi amigo.

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Si El Correo de San Quirico, que como todos sabéis esel periódico del pueblo, le pide que ponga publicidad en elnúmero extraordinario que saca para las fiestas, mi amigotiene que tener claro en la cabeza lo que le pasa a la cuentade resultados si pone el anuncio.

Si alguien propone comprar una máquina, tiene que sa-ber mi amigo que subirán las amortizaciones (que son el«trozo» de máquina que cada año resta de los beneficiospara no poner todo el coste de la máquina en un solo año ycepillarse el resultado de una tacada).

Y así con todo.En ese momento, mi amigo me dice que ya entiende el

modelo. Le digo que el modelo al que me refería es más am-plio, que abarca más cosas, pero que al final es lo mismo.

Que la ventaja de tener un modelo en la cabeza es queno tomas las decisiones «al tuntún» porque sabes el efectoque una decisión tiene en todos los elementos restantes.

Me parece que ya tenemos bastante para el desayunode hoy. Hemos llenado tres servilletas y un mantelito depapel. Mi amigo se lo lleva todo.

Se va con una cierta cara de escepticismo, pero yo diríaque de escepticismo esperanzado, que no sé muy bien lo quees, pero que me suena bien.

Dos horas más tarde me llama. «¡¿Qué se le habráocurrido en este rato?!», pienso. Gracias a Dios, no tienemucha importancia. Simplemente es que no recordaba quéquería decir «tomar decisiones al t-t», que era lo que habíaescrito en la servilleta. Cuando le aclaro que es «tomar de-cisiones al tuntún», se queda tranquilo.

Menos mal.

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 45

SEGUIMOS CON EL MODELO

Hay que ver lo rápido que pasan las semanas. Como lasdefine mi amigo, «semana es aquello que pasa entre los dosdesayunos de los sábados». Y la verdad es que como refe-rencia no está mal. Y si ese comienzo de semana está ro-deado de bocadillos de jamón ibérico, buen vino y tiempopara hablar libremente sobre el bien y el mal, ya querríanmuchos para sí un comienzo de semana como el nuestro.

Lo veo venir contento. Cuando está contento se nota.Hoy lo veo no solo contento, sino un poco entusiasmado.Así que me preparo para lo peor...

«¡He entendido lo de la cuenta de resultados y lo delmodelo!», suelta a modo de buenos días.

Y aprovecho su entusiasmo para seguir elevándome.Cuando uno tiene amigos que se elevan, sin darse cuen-

ta también se eleva uno mismo. Por eso tenía razón miabuela de Irún cuando me decía que me buscase siempre«buenas compañías».

Hoy le hablo a mi amigo de otro amigo que tuve y queya está en el cielo. Le hablo de Juan Antonio.

Juan Antonio era un gran tipo. Generoso, divertido, in-teresado por todo, amigo de verdad.

Hablaba mucho, muchísimo. Subía hasta la SantísimaTrinidad y bajaba, con el mismo impulso, a darle potitos aun hijo mío de pocos meses.

Estuvimos juntos en Harvard durante un año académi-co. Nunca olvidaré nuestra primera clase allí. No entendía-mos nada. A la salida, Juan Antonio se fue con un grupode estudiantes americanos y yo me quedé con otros. Al cabode cinco minutos, vi que me llamaba desesperadamente.

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Cuando llegué, me dijo con la cara congestionada: «¡Co-rre, dime cómo se dice en inglés que El Viti torea como lospropios ángeles!».

Como es natural, le dije que eso, en inglés, no se dice.Gracias a Dios se lo creyó y siguió hablando de cosas másfáciles.

Juan Antonio, «el tío Juan Antonio» para mis hijos, te-nía un modelo. ¡Vaya si lo tenía! Lo que pasa es que él lotenía completo y exhaustivo sobre la persona.

Había estudiado mucho, pero había discurrido más.Manejaba a Aristóteles y a santo Tomás de Aquino como sifueran chicos de su pandilla.

Ya de vuelta a España, venía con frecuencia a cenar acasa. Previamente mi mujer compraba una botella de Cal-vados, porque con Juan Antonio era importante la mesa,pero más importante era la sobremesa.

Al llegar ese momento, Juan Antonio se ponía en sumáximo esplendor. A medida que bajaba el nivel de la bo-tella de Calvados aumentaban su verborrea, su lucidez y subrillantez (cosa que también le pasaba a mi amigo el emba-jador, a este sin Calvados).

Como les sucede a todas las personas muy listas, empe-zaba hablando de lo humano y acababa hablando de lo di-vino. Y esto es literal. Juan Antonio, con el público (mimujer y yo, con mis hijos mayores) totalmente embobados,a medida que pasaba la madrugada, se iba animando y su-biendo el listón de los temas sobre los que hablaba... hastaque acababa hablando de la Santísima Trinidad, como yaos he dicho. Ese era el momento en el que había que em-pezar a pensar en dar la cena por concluida (solía ocurrirhacia las cuatro de la mañana), por dos razones:

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 47

a. Porque no había quien le siguiese.b. Porque tres horas después había que levantarse.

Por lo que prácticamente le echábamos de casa. Al díasiguiente me lo encontraba en el despacho, yo totalmentedestrozado y él fresco como una lechuga, y me decía:«¡Qué buena estaba la cena de ayer!».

Su modelo le había servido para pensar cómo las perso-nas se organizan. Lo que discurrió se estudia hoy en mu-chos sitios y mucha gente se dedica a trabajar para seguirpensando en lo que él pensó (y, gracias a Dios, escribió).

Se lo explico a mi amigo de San Quirico y le dejo unpoco preocupado, porque le digo que si no tienes un mo-delo para la persona, es difícil que lo tengas para la empre-sa. Es decir, si piensas que toda la gente de tu empresa noson más que unidades de producción o como les quierasllamar, la empresa irá de distinto modo que si piensas quelas personas de tu empresa son eso: personas. ¡Casi nada!Cada una, como tú, con sus cosas buenas y sus cosas mejo-rables. Ninguna absolutamente inútil. Ninguna desprecia-ble. Todas mejorables.

Y, animado, le digo que el modelo de «persona = uni-dad de producción» me parece tan anticuado que juraríaque era el que estaba de moda en el Pleistoceno, que, porlo que he leído, fue la sexta época del periodo Terciario,que abarca desde hace dos millones de años hasta hacesolo diez mil.

Y que el modelo de «persona = persona» es muchomás sofisticado y completo que el otro, que aún se usa enalgún sitio y que debería estar arrinconado, lleno de tela-rañas.

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Tiro de servilleta y escribo lo que creo que complemen-ta el modelo de la cuenta de resultados del otro día:

19.Empiezo preguntándole a mi amigo: «¿Qué es tuempresa?» (Entre paréntesis os digo que la pregunta correcta debería haber sido: «Qué es la empresa», pero lo he hecho de otra manera porque ami amigo le suele costar un poco bajar de lo general a lo particular. Para llegar de la Santísima Trinidad a los potitos tardaría años y quizá no llegaría).

20.Mi amigo contesta en el acto: «¿Que qué es mi empresa? ¡Gente matándose a trabajar doce horas aldía para poder llegar a fin de mes! ¡Eso es lo quees mi empresa!».

21.Pido servilletas al camarero, que no acaba de entender qué hacemos con ellas, y voy escribiendo.

22.Tu empresa es:

a. Un grupo de personas organizadas de una determinada manera.

b. Que ponen en juego dinero y trabajo haciendouna actividad determinada (en tu caso, comprando y vendiendo suministros).

c. Para ganar la mayor cantidad posible de dinero.d. De forma responsable y sin dañar al prójimo (lo

que llaman «socialmente responsable»).

Hasta aquí mi amigo ha asentido en todo. Me ha pare-cido que le brillaban los ojos cuando ha oído lo de ganar lamayor cantidad de dinero posible.

Pero al llegar a lo del «socialmente responsable» ha es-tallado: «¿O sea, que el banco de Illinois que ha montado

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este pollo no es una empresa? Porque lo de ganar dinero,eso lo tenían claro, pero ¿lo de socialmente responsable?¡De eso ni un pelo!».

Y le digo que sí, que han actuado irresponsablemente,pero que el señor Illinois cuando fundó el banco no lo hizocon la idea de fastidiar al prójimo ni de provocar una crisisplanetaria. Que como son un grupo de personas, han cometido, consciente o inconscientemente, una barbaridad.Y ya puestos, le digo que «como tú y como yo, que a pesarde, a veces, actuar mal o irresponsablemente, no dejamospor eso de ser personas».

«Vale. Lo entiendo. ¿O sea, que una organización denarcotraficantes no sería una empresa?». Y acordamos queno, de acuerdo con lo que creemos que es la empresa. Se-ría otra organización porque está orientada exactamente alo contrario de lo que la empresa es. Es decir, orientada adañar al prójimo. Es una organización delictiva, con objeti-vos distintos de los de una empresa.

Parece que lo he convencido. Y como se ha quedadopensando (o jurando en arameo), aprovecho para acabardiciendo: «Lo que pasa es que muchas veces, sabiendo loque las cosas son, la gente las utiliza para otros fines queno son los propios de las cosas». Esto es, se cargan elpara qué.

Y da la impresión de que ahora se lo han cargado. Loque pasa es que hace cien años uno se cargaba unaempresa y no se enteraban más que los del pueblo dondeestabaaquella empresa, que se quedaban en la calle.

Y ahora haces algo en una empresa como lo que dice elinforme sobre la Crisis Ninja, y todo el mundo, osea, todoel mundo, se entera y, peor aún, lo sufre.

I)

50 !

Y ahí iba. Iba a decir que si conseguimos tener un [modelo global, del mundo, saldremos de nuestro provincianismo y nos daremos cuenta de que es bueno que haya *un buen presidente de Estados Unidos, uno bueno en •Francia, uno bueno en Alemania y así hasta llegar a Bur- *kina Faso, sin ningún desprecio para los de Burkina Faso, ^que he puesto como ejemplo de país pequeño y que, aprimera vista, no tiene mucha relevancia en este mundoglobal.

Pero también es bueno que tengamos empresarios so-cialmente responsables, personas de la calle socialmenteresponsables y niños socialmente responsables.

>Porque todo está ligado. Porque todo forma parte de

'■

un todo. k

El modelo de mi amigo el embajador le permitía enten- sder las consecuencias de una crisis de los limones a nivel :del globo terráqueo. O también podemos llamarle «geopo-lítico», que suena mejor.

\El caso es que él sabía poner en su modelo cualquier

acontecimiento socio-político-económico. Y además veía

^las consecuencias. Como yo no soy capaz de tener un mo-delo como ese, me contento con discurrir para tener mode-los que me permitan defenderme de la cantidad de cosasque ocurren.

Y esto es una cosa que, como ya he dicho, requiere

N

tiempo y reflexión. Discurrir mucho sobre lo que las cosasson, y no lo que queremos que sean. Decían de ManuelFraga que «tenía el Estado en la cabeza». Y a pesar de quecuando hablaba parecía que era así, a mí me ha dado siem-pre la impresión de que lo que Fraga tiene en la cabeza esun modelo claro de funcionamiento del Estado. Partiendo

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 51

del objetivo de la existencia del Estado, de lo que el Es-tado es, de lo que el Estado debe hacer, de los recursos yorganización del Estado, de los procesos que hacen quefuncione, y de lo que hay que hacer para que esos recursos,personas y procesos funcionen para que el Estado sea efi-ciente.

Lo que pasa es que como intenta explicarlo todo a lavez, a veces es difícil seguirle. Por eso a mí me gusta más«el Fraga escrito» que «el Fraga oído».

Y eso también es importante. No solo hay que tener unmodelo, sino que además hay que intentar saberexplicarlopara que lo entendamos todos.

Y cuando digo todos, quiero decir todos. Porque la experiencia reciente me dice que hay mucha genteque estádeseando que le expliquen las cosas de modo claro.Y queson capaces de entender un modelo, si se lesexplica conintención de que lo entiendan.

A este respecto, en una charla que di sobre estos temasen San Quirico, un señor me preguntó: «Todo esto queestá tan claro, ¿por qué no nos lo dicen así? ¿Porque sonembusteros o porque son incompetentes?».

Me escabullí como pude, porque no me gusta juzgar ala gente. Lo que es cierto es que, por la razón que sea, losresponsables políticos y los responsables económicos dicencon frecuencia frases que producen inmediatamente elefecto de la desconexión, bien sea apagando la radio o ha-ciendo zapping en la tele. Hay otra desconexión, la mental,que es una forma muy agradable de evadirse, poniendocara de que te interesa mucho el tema del que están ha-blando.

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SABER EXPLICAR LAS COSAS PARA QUE SE ENTIENDAN

Mi amigo me dice que me entiende, lo que me parecemilagroso. Le contesto que me alegro de que entienda loque le quiero decir. «Es que hay gente que explica las cosaspara que no se entiendan», me suelta.

Ya he dicho que mi amigo las suelta sin introducción.Pero estoy de acuerdo en la mayoría de las cosas que dice.Y remata: «Yo no entiendo cuando la gente que dice sabermucho habla para otros que saben mucho. Me parece unacontradicción. Si saben mucho será para que los que sabe-mos poco nos enteremos. A no ser que no quieran que nosenteremos, lo que temo».

Y como siempre, creo que tiene razón. Y me vienen ala cabeza muchas cosas que se han dicho antes ydurante lacrisis (me gustaría añadir «después de la crisis»,pero metemo que ese después tardará un poco) que tienen lacaracterística común de que no hay cristiano que lasentienda.Por ejemplo, cuando se dice que el origen de lacrisis estáen «los activos de escasa calidad crediticia»,consiguen que,acto seguido, las personas que están escuchandodesconecten porque no entienden nada. Si en lugar de esodices queel origen de toda la situación está en las«hipotecas porquería que se concedieron a personas sin ingresos,sin trabajo y sin propiedades, es decir, a las clásicaspersonas a lascuales no les dejarías ni cinco euros», resulta que lagentelo entiende y te considera un gurú.

Y puestos a profundizar (bueno, a explayarme) le digoa mi amigo lo importante que es llamar a las cosaspor sunombre. Y mi amigo, que creo que nunca ha

llamado auna cosa de otra manera que no sea por sunombre, me

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 53

dice que él creía que era lo que se hacía, pero que como notiene mucha formación, no lo entendía. O sea, que se sen-tía un poco tonto rodeado de gente muy lista. Y le digoque sí, pero que esos no son tan listos, aunque se lo crean.

Es importante hablar claro. Y creo que esta crisis esuna crisis también de comunicación, además de impruden-cia, avaricia, soberbia y confianza. Por eso me deja perple-jo que personas con información más que suficiente comoentidades financieras, instituciones y administraciones queson quienes manejan los datos, informes y estudios comopara dar a conocer de una forma clara y sencilla todo loque está ocurriendo, no lo hagan. Creo que algo está fa-llando gravemente.

Por eso pienso que es importantísimo hablar claro.Y para hablar claro hay que entender lo que se dice. Ypara entender lo que se dice hay que tener criterio. Y paratener criterio hay que tener sentido común y evitar el bom-bardeo indiscriminado de información, leyendo con calmatodo desde una misma fuente. Y procurar tener un modeloen la cabeza, como el de mi amigo el embajador.

Por todos estos motivos, esta crisis tan gorda deberíaalumbrar una nueva forma de entender el día a día. Lasinstituciones deberían hablar más claro, las entidades fi-nancieras deberían entender qué están vendiendo y la gen-te debería exigir que se le hablara de una forma inteligi-ble. Porque hemos llegado a la situación en que ni unos niotros saben la dimensión real de la crisis, y también desco-nocen por qué ha sido causada realmente. Tan solo sabe-mos que estamos mal y que hay que hacer algo.

Con esta misma idea creo que tendríamos que valorarlo siguiente:

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23.No se sabe cuál es la dimensión real de la crisisporque ni los que la originaron la han entendido.Crearon una serie de cosas financieras para ganarmucho dinero y las repartieron por el mundo sintener ninguna moderación. Se han dado cifras escalofriantes que van desde los 100.000 millones dedólares a los 5,3 trillones (con «t») de dólares. Estáclaro que nadie sabe de qué estamos hablando.

24.Esos productos tan complicados no se hubieranrepartido por el mundo si los otros bancos que loscompraron los hubiesen entendido. Por tanto, hanestado vendiendo y comprando cosas que no comprendían. ¿Y quiénes son responsables de esto?Los presidentes, consejeros, directores de oficina,empleados, etc. Evidentemente, como consecuencia, el cliente final, en el momento en el que le hancomentado que va a invertir «en unos fondos estructurados garantizados por obligaciones», se haquedado perplejo, intrigado y curioso. Además detener la sensación de ser un ignorante por no saberde qué le hablan.

Es necesario, por tanto, que en estas cosas se hable cla-ro. Porque si hubiese sido así, el comportamiento de todoslos implicados hubiera sido más decente y habrían sido pi-llados in fraganti intentando embaucar a cientos de perso-nas. Creo que, además de ser esta una crisis financiera y deconfianza, es sobre todo una crisis de decencia. Porquemás de uno se ha enriquecido provocándola. Porque creoque el dinero es irrecuperable. Porque nos han metido atodos (al decir todos digo todos) en ella. Y porque con el

DESAYUNOS Y SERVILLETAS... 55

«vale todo» que desde hace unos años se promueve a to-dos los niveles en la sociedad, damos cancha a que real-mente valga todo y sucedan estas cosas.

Aun así, de la misma forma que los gobiernos de cadapaís están haciendo lo que buenamente pueden para inten-tar atajar la debacle económica, nosotros, las personas, te-nemos que actuar. Ya tenemos el diagnóstico: una crisismuy gorda. Ya sabemos qué ha fallado: la comunicación, ladecencia y el vale todo. Pues ahora pongámonos a hacer loque realmente sabemos hacer: trabajar. Porque no podemosquedarnos en casa acurrucados diciendo lo mal que estátodo y esperando a que alguien nos salve. No. Tenemos quearremangarnos y bregar para salir adelante, porque en elmomento en el que salgamos de este túnel —porque saldre-mos— seremos más fuertes.

Como ya son las doce, nos hemos acabado la botellade vino, el jamón ibérico y las servilletas, nos levantamos ynos vamos. Antes de irme, me dice mi amigo que por lomenos en tres o cuatro días no le moleste.

«Es que tengo que pensar en un modelo», me dice conuna sonrisa picaruela.

Hoy ha venido en uno de sus camiones. «Me voy en milimusín. Como el fulano de Illinois», remata.

Lo veo irse y pienso que ya le gustaría al fulano de Illi-nois ser la mitad de honrado de lo que es mi amigo.

3LA GLOBALIZACIÓN

Y LOS CONSPIRADORES.LA LIBERTAD

LA SEMANA SIGUIENTE. EL INFORME SOBRE LA CRISIS (II):¿HASTA CUÁNDO?

J.Vli amigo de San Quirico se quedó extasiado con lo delembajador, lo del modelo y lo de explicar las cosas paraque se entiendan, y dijo: «Hay que seguir hablando. Mien-tras tanto, si vas escribiendo más cosas, envíamelas, porfavor».

Y se las mando con la seguridad de que en cuanto lasreciba me llamará una (o varias) veces por teléfono.

Para que mi amigo no se pierda, sigo con la numeraciónoriginal del informe Ninja, que empieza con una preguntaque estoy seguro de que todos nos estamos haciendo:

¿Hasta cuándo va a durar esto?

16] Pues muy buena pregunta, también. Muy difícil decontestar, por varias razones:

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a. Porque se sigue sin conocer la dimensióndelproblema (las cifras varían entre 100.000, 1billón y 5,3 trillones de dólares).

b. Porque no se sabe quiénes son losafectados.No se sabe si la caja de San Quirico, mi cajadetoda la vida, caja seria y con tradición enlazona, tiene mucha porquería en el activo.Lomalo es que mi caja tampoco lo sabe.

c. Cuando en América las hipotecas nopagadaspor los ninjas se vayan ejecutando, o sea,losbancos puedan vender las casashipotecadaspor el precio que sea, algo valdrán losMBS,CDO, CDS y hasta los Synthetic.

d. Mientras tanto, nadie se fía de nadie.

a. Alguien ha calificado este asunto como «la granestafa».

b. Otros han dicho que el crash del 29, comparadocon esto, es un juego de niñas en el patio de recreo de un convento de monjas. (Yo, en ese punto, pienso que en el 29 nadie de San Quirico teníaacciones de la Bolsa de Nueva York, y que ahoratodos tienen hipoteca. De ahí he deducido queesta crisis es peor que la del 29. Pero hay quiendice que estoy equivocado. Por ahora lo dejo así,porque mi argumento me convence).

c. Bastantes, quizá muchos, se han enriquecidoconlos bonus que han ido cobrando. Ahora se quedarán sin empleo, pero tendrán el bonus guardadoen algún lugar, quizá en un armario blindado, que

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS CONSPIRADORES... 59

es posible que sea donde esté más seguro y prote-gido de otras innovaciones financieras que se lepueden ocurrir a alguien.Mi mujer dice que los bancos deberían vincular laremuneración de los directivos a objetivos a largoplazo. (O sea, usted ha inventado una cosa buení-sima, increíble. Usted cobrará un incentivo dentrode diez años, cuando se demuestre que es verdad,que los que se lo creyeron han ganado dinero, queaquello que usted ha inventado es fenomenal.Quizá diez años son muchos. Pongamos cinco). Yresulta que Trichet, el presidente del BancoCentral Europeo, dijo lo mismo que mi mujer enel viaje que hizo a España en octubre de 2008. Loque pasa es que él habla más complicado, porquerecomendó que hay que evitar los «objetivos cor-toplacistas» (si alguien no sabe lo que es el «corto-placismo», que vea el párrafo anterior y lo enten-derá).Otra idea de mi mujer, que me gusta más todavía(la idea, y también mi mujer), sería pagarles elbonus a los inventores de los instrumentos es-tructurados (MBS, CDO, etc.) con instrumentosestructurados que ellos mismos hayan inventa-do. «Como lo ha hecho usted muy bien, le voy adar 1.000 MBS, 250 CDO y hasta un SyntheticCDO». Suena bien.

d. Las autoridades financieras tienen una gran res-ponsabilidad sobre lo que ha ocurrido. Las Nor-mas de Basilea, teóricamente diseñadas para con-

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trolar el sistema, han estimulado latitulización hasta extremos capaces deoscurecer y complicar enormemente losmercados a los que se pretendía proteger.

e. Los consejos de administración de lasentidadesfinancieras involucradas en este gran fiascotienenuna gran responsabilidad, porque no se hanenterado de nada. Y ahí incluyo el consejo deadministración de la caja de ahorros de San Quirico.

f. Algunas agencias de rating han sidoincompetentes o no independientes respecto a sus clientes,locual es muy serio.

17-1 Fin de la historia (por ahora): los principalesbancos centrales (el Banco Central Europeo, laReserva Federal norteamericana) han idoinyectando liquidez monetaria para que losbancos puedan tener dinero.

18-1 Hay expertos que dicen que sí que haydinero, pero que lo que no hay es confianza. Osea, que la crisis de liquidez es una auténticacrisis de no fiarse del prójimo.

19.1 Mientras tanto, los fondos soberanos, o sea, losfondos de inversión creados por Estados conrecursos procedentes del superávit en suscuentas (procedentes principalmente delpetróleo y del gas), como los fondos de losEmiratos Árabes, países asiáticos, etc., estáncomprando participaciones importantes enbancos americanos para sacarles del atasco enque se han metido.

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS CONSPIRADORES... 61

LA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN

«Esta gente nos ha manejado a su antojo. Con el conoci-miento o sin el conocimiento de los que tenían que saberlo.Si lo sabían, mal; si no lo sabían, peor. Pero esos lo sabían.Y esos catorce o esos catorce mil nos han engañado. Esto esuna conspiración», clama mi amigo, media botella de vinodespués. La segunda parte de La Crisis Ninja no le ha gus-tado ni un pelo. «Son cuatro en el sistema aprovechándosedel sistema. Y contra nosotros», finaliza. Miro al camarerotras la barra y a los tres parroquianos hablando tranquila-mente en las mesas y pienso que, haya conspiración globalo no, ese anciano que apura un carajillo, manipulado o no,sigue siendo un ser libre y dueño de su destino. A pesar dela conspiración global (lo cual me tranquiliza bastante).

A lo mejor es que no me doy mucha cuenta de eso.Pero me preocupa, porque mi amigo de San Quirico coin-cide peligrosamente con otro amigo mío de Barcelona.

Porque además de mis amigos de San Quirico tengo,gracias a Dios, muchos amigos en otros sitios. Lo que pasaes que hablo con ellos con menos tranquilidad que con losde mi pueblo. Porque la gente en Barcelona siempre estácorriendo, y a veces hay que cogerlos en marcha, como ha-cíamos en Zaragoza de chavales con aquellos tranvías bas-tante cochambrosos.

Uno de estos amigos me lleva por la calle de la amar-gura. El sí tiene un modelo, pero no sé si se ha pasado.Como tenemos mucha confianza, me río de él cuando mecuenta sus teorías.

Aprovechando que mi amigo el de San Quirico «baja»a Barcelona, como decimos en el pueblo, monto un desa-

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yuno a tres bandas y le dejamos hablar, cosa que no es difí-cil porque suele soltar unos rollos impresionantes.

Ahora anda liado con el precio del petróleo, su impa-rable subida y su brusco descenso. De las causas que loprovocan y la influencia a nivel estratosférico del asunto.Y del poder de los países productores y la dependencianorteamericana. (Mi amigo de San Quirico, más modes-to, se limita a angustiarse con el alza brusca del petróleo,ve cómo se encarece el precio de la gasolina y el del di-nero, con lo que le sube la hipoteca y el precio de la ga-solina que necesita para poder ir a la caja a pagar la hipo-teca).

A mi amigo de Barcelona le preocupa también el alzade precio de los alimentos, la naturaleza de los biocombus-tibles, los terribles problemas del hambre en el mundo,las gravísimas injusticias que se producen en muchaspartes del globo, y pretende convencerme de que todo estáligado y que forma parte de una conspiración a nivelcósmico.

Cuando sucede algo, lo que sea, recibo un correo suyo:«¿Lo ves? ¡Ya te lo decía yo!». Porque tiene un modelodonde cabe todo, y todo alimenta su teoría.

Hace poco me recomendó un libro, el primero de unatrilogía en la que se habla de una organización supranacio-nal que pretende gobernar el mundo y que, según él, lo go-bierna ya. Empecé a leerlo, pero me desmoralicé. Pensé:«¡No puede ser verdad! ¡Sería para volverse loco!». Y lodejé.

Al cabo de unos días, leí en una revista que líderes deempresas importantes mundiales se reúnen anualmente,desde hace más de veinte años, para plantear temas comu-nes de discusión, realizando una labor al más alto nivel con

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS CONSPIRADORES... 63

el fin de influir en las decisiones políticas en defensa de laapertura del mercado, la competitividad y la liberalizacióneconómica. La noticia añadía que este grupo, a lo largo desu vida, ha abordado prácticamente todo tipo de temas,desde la apertura del comercio mundial, hasta la amplia-ción de la Unión Europea, el cambio climático y la políticaenergética.

No quise pensar que mi amigo el conspirativo iba bienencaminado. Como aquella película que se llama Conspira-ción en la que Mel Gibson ve conspiradores y conspiracio-nes en todos lados, y que al final tiene razón. Pero comosigo creyendo que «piensa bien y acertarás», me resisto apensar que todo está montado para que cuatro decidan losdestinos de seis mil millones. A lo mejor es que mi modelono da para tanto. Pero, por si las moscas, creo que es nece-sario tener un modelo más global. O sea, ampliar el quetengo.

Así que, de nuevo, me acordé del embajador y su mo-delo, y me dije; «Leopoldo, es urgente que trabajes por te-ner ese modelo global. Ya va siendo hora y has perdidomucho tiempo». Y continué mi soliloquio: «Además, esnecesario que tengas el modelo amplio, no solo para deses-perarte cuando te des cuenta de que a lo mejor tu amigo elconspirativo (me resisto a llamarle el conspirador) tiene ra-zón, sino porque si no lo tienes, no podrás organizar en tucabeza todas las variables que te permiten, más o menos,hacerte una idea de lo que pasa».

Este discurso, que me lancé a mí mismo, me llevó a dis-currir sobre la globalización, que, como primera aproxima-ción, podríamos definir como que «Todo forma parte deun todo».

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DISCURRIR

Y aunque volváis a pensar que me voy por las ramas,quiero hacer hincapié en la palabra «discurrir», que no eslo mismo que estudiar, leer libros, recoger documentacióno aumentar la erudición. No. Discurrir, según el Diccionario de la Real Academia Española, significa «reflexionar,pensar, aplicar la inteligencia».

Lo que pasa es que, para la misma voz, el diccionarioda otra acepción: «Andar, caminar, correr por diversas par-tes y lugares».

Y yo lo que quiero hacer es lo primero, porque tengouna tendencia innata hacia lo segundo. Seguramente, estatendencia innata es fruto de la naturaleza caída, que haceque me apetezca más lo que cuesta menos esfuerzo, y al revés. O sea, que, ante un problema, me resulte más cómodometerme en Internet para ver qué dice el último autopro-clamado gurú, norteamericano a ser posible.

Si en vez de eso te pones a discurrir, quizá no pasesde ser gurú en tu pueblo, pero el ejercicio de discurrirsiempre da resultados. Algunos pueden ser espectacula-res, otros humildes. Pero el esfuerzo de discurrir ya es unlogro.

En mi vida profesional he visto personas de renombreque cuando escribían algo siempre se referían a lo que ha-bían dicho fulanito, menganito o zutanito. Y yo me queda-ba con ganas de preguntarles: «Y tú, ¿qué dices? ¿Quépiensas de todo esto?». Y también con ganas de recomen-darles: «Lee menos y discurre más».

Como podéis comprender, no digo que no leamos.Digo que, como todo en la vida, debe tener su justa medi-

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da. Y que, en algún momento, hay que pararse a discurrir,con una hoja en blanco y un bolígrafo.

Si al cabo de un rato resulta que no se nos ocurre nada,tenemos que seguir discurriendo, porque, en la vida, todo,pero todo, cuesta esfuerzo. Y el que diga que no, o quierepresentarnos la vida como un jardín de dulces delicias enel que todos seremos guapos, felices y no pegaremos nigolpe, o no se ha enterado de que el paraíso terrenal secerró el día que Eva se comió la manzana e invitó a Adán.Y si se ha enterado, miente como un bellaco.

Creo haberlo contado alguna vez. Cuando empecé atrabajar en el IESE tuve de jefe a Antonio, que era muy exi-gente. Un día me dio un encargo que a mí me parecía difí-cil. Lo intenté y volví a verle diciéndole que no podía hacer-lo. Antonio me contestó que lo intentase otra vez. Lo hice yno lo conseguí. Me pidió que lo intentase de nuevo, hastaque le dije: «¡No sé hacerlo!». Me miró y me contestó queperfecto, que lo intentase otra vez. Pensé: «Este tío no meha oído». Pero, por si acaso, me callé, fui a mi despacho yrumié: «Leopoldo, o se te ocurre algo, o saldrás con los piespor delante». ¡Y lo conseguí!

Fui a verle, se lo presenté y me dijo: «¿Ves cómo sabíashacerlo?». Me fui a casa más feliz que feliz y pensando enla importancia de discurrir y de no dejar de intentarlonunca.

Yo le he tenido siempre mucho respeto a la capacidadde discurrir de la gente. Así, cuando monté la empresa deconsultoría cogí chavales que, además de ser majos, me pa-reció que tenían ganas de trabajar y capacidad de discurrir.Algunos hijos míos y otros amigos en los que confiaba y sigoconfiando. En el despacho había un cuadro del Tío Sam

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cuando reclutaban soldados, que en vez de decir «We wantyou for the US Army», proclamaba: «Más vale que se teocurra algo». Porque yo creo que los mayores avances delhombre los ha hecho gente que es posible que leyera bastan-te, pero que es seguro que discurría más, y, por supuesto,que tenía ganas de trabajar y le echaba horas. No sé quépasa, que cuando no le echas horas al trabajo no sale, o saleuna chapuza de esas con las que nos encontramos con unacierta frecuencia por ahí.

Y como me ha dado por discurrir sobre la globaliza-ción, quiero empezar pensando sobre el mundo, que paraun modelo global debería ser el ámbito en el que pensar unpoco.

EL TAMAÑO DEL MUNDO

Resulta que, sin darnos cuenta, el mundo se ha empe-queñecido. Un autor, Herbert Marshall McLuhan, que na-ció en las praderas de Canadá y se educó en Manitoba yCambridge, inventó, además de otros muchos conceptos in-teresantes, lo de la aldea global. (Supongo que se le ocurrióen Manitoba, que suena a sitio ideal para discurrir. Aunqueyo, que he estado en Cambridge, puedo aseguraros que allítampoco se discurre nada mal).

A mí me gustó cuando lo oí por primera vez. Me parecióque hablaba de un mundo más acogedor, más pueblerino,más cercano, donde todos nos conoceríamos, donde todosnos encontraríamos en el supermercado, charlaríamos en elbar, iríamos a misa de ocho de la tarde los sábados... O sea,San Quirico en grande.

LA GLOBALEACIÓN Y LOS CONSPIRADORES... 67

Bueno, la idea no estaba mal, pero, como me ocurrecon frecuencia, no se correspondía en casi nada con larealidad. McLuhan, que es bastante más listo que yo, lo ex-plica con muchísima claridad: el mundo se ha hecho máspequeño, porque las comunicaciones se han hecho instan-táneas.

Cuando en un par de horas recibo mensajes desde Bu-rundi, Japón, Finlandia, Brasil y Nigeria para hablarme demi Informe sobre la crisis, hago dos cosas: la primera, mara-villarme de que a alguien en estos países le importe algo loque yo diga sobre la crisis; la segunda, darme cuenta delinstrumento que tenemos en las manos y con el que pode-mos hacer un bien enorme o un daño espantoso.

Cuando la vecina de arriba me explica que se ha idocon su marido unos días a la Antártida, me da la impresiónde que el que no va a la Antártida es porque no quiere. Meacuerdo de que mis suegros tenían una casa a diez kilóme-tros de Zaragoza. En verano, cuando iban allí a pasar unmes, enviaban una furgoneta con los colchones, y hastaque no estaba todo preparado no iban. Si mi vecina hubieratenido que mandar los colchones a la Antártida, aún nohabrían llegado (los colchones).

La aldea global no nos deja posibilidad de escapatoria.Yo, en San Quirico, puedo escaparme de mi casa al bar, ala caja de ahorros, que procuro evitar, o a la iglesia. Y pocomás, porque se me acaba el pueblo. Pues eso es lo que pasaahora en el mundo.

Con miles de consecuencias: en primer lugar, con la ne-cesidad absoluta de cambiar de mentalidad, los viejos y losjóvenes, pensando que aquello que querían nuestros pa-dres y también nosotros, un empleo estable en nuestra ciu-

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dad, a ser posible en la calle en que vivimos y a ser posible,en nuestra propia acera, ha cambiado. Hoy hay millonesde oportunidades. Sí, hoy, con la «crisis que nos azota»,como tituló alguien de una manera un poco cursi mi infor-me, hay muchísimas posibilidades. Lo que pasa es que loshombres necesitaremos convencer a nuestra mujer, o ella anosotros, de que en Cincinatti se puede vivir muy bien,aunque su mamá, o la nuestra, diga: «¿Cómo os vais tan le-jos? ¿Habrá buenos colegios para los niños allí?».

Ha pasado siempre: cuando mi mujer y yo nos casamosen Zaragoza, fuimos a vivir a un piso que estaba a diez mi-nutos andando de la casa de mi madre, que, con lágrimasen los ojos, me dijo: «Es como si te fueras a vivir a otra ciu-dad». (En descargo de mi madre, que era un sol, tengo quedeciros que yo era hijo único).

No podemos afrontar un mundo global con una men-talidad provinciana, de poco riesgo o de «apalancamien-to». El mundo global requiere ciudadanos globales.

Ahora todos vivimos en el mismo pueblo. Y esto tienegrandes ventajas y algunos inconvenientes. Para que estéistranquilos mientras leéis estas cosas, os anuncio que másadelante he puesto unas recetas sobre lo que tenemos quehacer, no para sobrevivir en la globalización, sino paratriunfar en ella por goleada. Porque si yo antes estaba deci-dido a triunfar en San Quirico, ¿por qué no puedo ahoraluchar por triunfar en el globo terráqueo, que de ahí vienelo de la globalización?

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS CONSPIRADORES... 69

TODO FORMA PARTE DE UN TODO

El mundo está interrelacionado. Eso ha quedado de-mostrado. Y puestos a discurrir, empecé a pensar qué sig-nifica eso de que está interrelacionado y de que todo formaparte de un todo. Y después de varios minutos, y de ver alpetirrojo paseando esta vez por la mesa de mi despacho deSan Quirico, se me ocurrió que el mundo está interrelacio-nado a nivel económico, político y sociocultural.

Y ahí lo iba a dejar, pero me pareció que me tenía queexplayar un poco, más que nada para demostrar lo que sepuede hacer discurriendo. Seguramente fui un poco im-prudente, porque igual pensáis que para lo que se me haocurrido no valía la pena discurrir mucho.

1. Empecemos por lo económico, que es lo que tene-mos todos más claro, sobre todo después de quelas fantasías de los banqueros de Illinois, Dakota,Idaho y otros lugares hayan repercutido en nues-tras hipotecas, y después de que el director de lacaja de ahorros de San Quirico nos haya dicho quede aquellos fondos garantizados (no se sabe porquién) no quedaba más que la mitad y que la otramitad, bueno, que quizá contratando a un buenabogado con contactos en Estados Unidos, se po-dría pensar en recuperar algo.

Mi amigo de San Quirico está un poco moscaporque se ha enterado de que una empresa indiaque se dedica a lo mismo que él ha comprado unterreno al lado del suyo y quiere vender suminis-tros en esta zona («¡en mi zona!», dice él).

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Mi amigo de San Quirico comenta que, si pu-diera, mañana compraba un terreno en la Indiapara fastidiar a ese tipo, pero que como no sabeinglés, ni sabe en qué pueblo de la India tiene suempresa el indio, que tiene que aguantarse. Quehabía pensado apuntarse a unas clases de inglésque dan en el Ayuntamiento, pero que nunca ha te-nido facilidad para los idiomas y que no le va a ser-vir de nada.

Dice además que sospecha que al indio le ayu-da el Gobierno de la India y que a él le pareceque no le ayuda nadie. Que ha ido a la Cámara deComercio de San Quirico y que no le han resueltonada.

Como es natural, se enfada con el Gobierno ycon la Cámara de Comercio y dice —él, que es depueblo— que menos zarandajas autonómicas ymenos problemicas con el pueblo de al lado y hastadentro del pueblo y que más pensar a lo grande.(Lo cual, dicho por mi amigo, indica que la menta-lidad le va cambiando a pasos agigantados).

Lo que pasa es que, mientras habla, le miro lacamisa, que es de El Corte Inglés, fabricada enMarruecos. O sea, que mi amigo, sin darse cuenta,ya tiene influencia en la economía local de Tánger yademás, con ese ahorro en las compras, El CorteInglés va incrementando sus reservas para implan-tarse un día de estos en Cleveland, Ohio (o en SanQuirico, lo cual sería definitivo para mi amigo).

El entiende que la globalización trae incerti-dumbre. Que cuando lo oyó a un conferenciante

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hace un año le pareció una sandez, pero que ahorase ha dado cuenta de que el de la sandez era él.

Y dice que la incertidumbre trae riesgo y quele parece que los riesgos ahora sonmayores, porque la globalización introduce variables quedificultan las decisiones ordinarias económicasy porque se tiene mucha información, pero queél esincapaz de distinguir la buena de la mala yel hecho cierto de lo que se comenta en elsupermercado de San Quirico.

Y que sí, que ya le he dicho muchas veces quehay que discurrir, pero que aunque yo lesiga pidiendo que discurra, a él no se le ocurrenadamás.

Entonces nos ponemos a hablar de lo político, por-que en ese terreno también se han complicado lascosas. Hace unos años, cuando no podíamos ex-portar, devaluábamos la peseta. Eso quería decirque lo que valía cien pesetas seguía valiendo cienpesetas, pero unas pesetas más pequeñitas, quecomo tenían menos tamaño, cabían más en un dó-lar. Entonces llegaba un señor con un dólar ycompraba más cosas que antes, lo cual nos benefi-ciaba, porque vendíamos más. Es verdad que tam-bién podíamos comprar menos, porque los dólaresse nos habían vuelto más caros. Pero así ahorrá-bamos.

Ahora no podemos devaluar, porque se nosocurrió meternos en la Unión Europea (lo cual,por cierto, fue una ocurrencia muy buena), y comoconsecuencia desapareció la peseta y nació el euro.

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Y el Banco de España ya no puede hacer lo quequiera, porque ahora el que manda es el BancoCentral Europeo. Y todos vamos con la mismamoneda.

Y además, el tipo de interés también lo marcael Banco Central Europeo, con lo cual nadie puedehacer cosas por su cuenta, como me reclamabahace poco un señor, diciendo que por qué el presi-dente Zapatero no bajaba los intereses en Españapara animar la economía.

Mi amigo de San Quirico me dice: «Pero ¿nohabíamos quedado en hablar de lo político? Y túvas y sigues con lo económico». Le respondo quetiene razón, pero que todo está ligado. Le repito lode que todo forma parte de todo, añado que todotiene que ver con todo, y se queda más tranquilo.

Para tranquilizarle todavía más le comento va-rias cosas:

° Que las medidas que toman los gobiernos loca-les, autonómicos, nacionales y supranacionalespara proteger sectores y mercados locales (en-tendiendo por local, por ejemplo, Europa) vancontra la realidad económica.

0 Que la red de interrelaciones y dependenciasestablecidas en la actualidad hacen inútiles losintentos proteccionistas de los gobiernos. Y enel caso de que lo hagan, condenan a sus países ala miseria o a la exclusión de hecho del sistema.

° Que los países y los gobiernos, conscientes deesos impactos y de la necesidad de actuar coor-

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dinadamente, inventan organismos con un ám-bito de decisión mayor que el del Estado. Y que,por eso, cada vez que el Gobierno español hacealgo que puede no gustarnos, dice que la culpaes de «Bruselas», con lo cual cumple con «Bru-selas» y, de paso, se quita el muerto de encima yse lo echa a los belgas.

Mi amigo ahora se calla, lo cual es un pequeñotriunfo para mí, porque este en cuanto no ve algoclaro lo dice.Si pasamos a lo sociocultural, y salimos a la calle,vemos muchas personas que no son de aquí. (An-tes, en San Quirico, estaban «los de siempre».Luego llegamos nosotros, y, al cabo de un tiempo,pasamos a ser de «los de siempre». Ahora, cuandovemos a alguien que no conocemos, mi mujer dice:«¡ Qué gente más rara hay en este pueblo!»).

Bueno, pues sí, hay mucha gente rara, que deraros no tienen nada, porque son personas que loque quieren es trabajar, comer, educar a sus hijos,ser felices. O sea, como tú y como yo.

Hasta ahora han vivido mal, horrorosamentemal. Tan mal que han cogido una patera, han paga-do no sé cuánto al dueño de ese chisme, y con fre-cuencia ese tipo les ha dejado a cien metros de lacosta y les ha dicho: «El que sepa nadar, que nade».Algunos sabían nadar y han llegado aquí, y se hanrecuperado del viaje gracias a que hay organizacio-nes buenas y personas santas, y han conseguido untrabajo que a nosotros no nos apetecía, porque una

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cosa que no os he dicho hasta ahora es que los es-pañoles (y los europeos, en general) nos hemosvuelto bastante señoritos.

(Entre paréntesis os diré que si no fuera porlos emigrantes, los asilos estarían llenos de viejeci-tos, y que miles de ancianos españoles sobrevivenen sus casas porque tienen un emigrante que lescuida, les mima y hasta va con ellos a misa, a pesarde que, en algunos casos, el inmigrante es animis-ta y no había pisado una iglesia católica en suvida).

Lo de que vengan los inmigrantes quiere decirque con treinta y seis nietos que tengo, y dos másen camino por ahora, hay bastantes probabilidadesde que uno de ellos aparezca por casa un día conuna negrita monísima y me diga: «Abuelo, te pre-sento a mi novia, que es de Benin, licenciada en Fi-lología inglesa y que habla seis idiomas». Y tendrébiznietos tostaditos y les querré mucho.

Y habré aprendido de la chiquita de Benin mu-chas cosas, y ella alguna de mí. Lo que pasa es que,para eso, los dos deberemos tener inteligencia paraver lo bueno que el otro ofrece, y humildad quenos ayude a darnos cuenta de que, por muy con-vencidos que estemos de que lo nuestro es bueno,los convencimientos, las culturas y las formas dehacer de otros nos pueden enriquecer como per-sonas.

Porque eso somos todos, de cualquier color ocreencia: personas iguales en dignidad. Iguales enesencia. Que respondemos a un mismo patrón.

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS CONSPIRADORES... 15

Y que lo de «como en San Quirico, ni hablar»es una cosa muy bonita, pero puederesultar unaactitud peligrosa si lleva a mi amigo a nocruzar lacalle, sobre todo ahora que en la otra acera vaa estar el indio.

Y eso querrá decir que mi visión global haaumentado, que mi mentalidad ha cambiado(a mejor), y que mis biznietos no hablarán ya de laaldeaglobal, porque llevarán muchos añosviviendo enella, gracias a Dios.

Le resumo a mi amigo lo económico, lo político y losocial, porque todo eso nos lleva a darnos cuenta de quelos gobiernos y los responsables políticos tienen pocomargen de actuación en las cuestiones económicas —porlo que es imprescindible que en ese poco margen acier-ten— y un mayor margen en cuestiones que llaman ha-bitualmente «sociales», pero ese margen dependerá mu-cho de la ideología del Gobierno y, por supuesto, de laeconomía, porque, no se sabe por qué razón, todo cuestadinero.

Los países intentan actuar coordinadamente en cuestio-nes que no afectan solo a un país —como, por ejemplo, lainmigración, la llegada de gente pobre a países más ricosque los suyos— y en los que se intentan homogeneizar loscriterios por la enorme importancia que tiene que en esecampo cada país no vaya a su bola.

Y esto lleva a exigir a los gobernantes una dosis seriade prudencia. El gobernante no puede ser un niño traviesoy tontín que haga bobadas que ofendan a otros países, yluego se queje de que no le quieren.

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Mi padre solía afirmar que en la vida se puede hacer loque te dé la gana, pero que luego hay que pagarlo. Quegratis, nada. Era otro modo de decir que todo forma partede un todo.

Cuando le cuento todas estas cosas a mi amigo, ponecara de mareo —está pálido— y responde: «Pero no hay na-die preparado para este cambio tan gordo». Y empieza a ha-blar de los políticos, uno por uno, y los deja hechos un gui-ñapo. Lo más amable que dice de ellos es que, en vez devolar como águilas, dan saltos ridículos como aves de corral.

Y sigue: «Pero a los hombres de empresa nos pasa lomismo». Y se mete con la banca. A mí me hacegracia queen el «nos pasa» incluya a los grandes banqueros yse incluya él. Dice que unos no saben lo que es el mundoy quelos que él creía que lo sabían han demostradopalpablemente que no tenían ni idea, y si la tenían era mala.

Y cuando está a punto de meterse con los jubilados,consigo pararle, porque veo que viene a por mí.

Y le digo: «Aquí hay un problema serio de formaciónde cada persona, de respeto a los valores, deética». Y élme pregunta: «¿Hablamos ahora de ética?». Y lerespondoque no, que ahora no toca, porque lo quiero dejarparamás adelante.

Vuelvo a casa y me pongo a escribir. El desayuno hasido muy largo y tengo varias servilletas con apuntes quemañana no entenderé. Escribo durante todo el día.

Cuando acabo se ha hecho de noche. El petirrojo se hapasado el día en mi despacho, pero a última hora se haido a su casa. Hoy tiene muchas cosas que contar en lacena. Diría que con lo de la ética se ha quedadopreocupado. Helmut se ha despertado, ha salido a lacalle, ha pegado

LA GLOBALIZACIÓN Y LOS CONSPIRADORES... 77

dos ladridos sin que vinieran a cuento y ha vuelto a echarseen la alfombra, contento del deber cumplido. No sé si estode la ética le importa mucho.

Y yo pienso que, a pesar de todo, de que todo formaparte de un todo, de que las interrelaciones y la compleji-dad nos deben hacer reflexionar sobre muchas cosas en lasque antes ni pensábamos, a pesar de que todas esas relacio-nes pueden llevar a pensar, como mi amigo el conspirativo,que estamos miles de millones en manos de cuatro, a pesarde todo eso, el hombre sigue siendo libre en sus decisiones.

Libre para hacer el bien y para hacer el mal. Libre paravalorar o para ignorar las consecuencias de una decisión.Libre para orientar su actuación basada en esa informacióny ese conocimiento hacia iniciativas que aporten cosas po-sitivas a las sociedades donde viven. La globalización noelimina la libertad.

Pero obliga a utilizar la libertad con responsabilidad.A responsabilizarnos, con criterio formado, de nuestra

vida.De toda nuestra vida.A ser empresarios de nuestra vida.Juraría que, al llegar aquí, Helmut ha abierto los ojos y

me ha hecho un guiño. Debe de estar de acuerdo.

4 LA CRUDA REALIDAD

TODO CUESTA DINERO. EL DINERO Y LOS RESPONSABLES

DEL DINERO

iVli amigo está preocupado, porque dice que para todo senecesita dinero. Que él ya sabe cómo conseguirlo para suempresa, pero que no acaba de ver claro de dónde lo sacael Estado, de dónde lo obtienen las comunidades autóno-mas y, sobre todo, cómo se lo gastan. Porque aunque no lotiene del todo claro, sabe que ese dinero que se gastan es elsuyo, y el de otras muchas personas que, como él, trabajan,intentan hacer mucho negocio, gastar muy poco y ahorrarporque eso es lo que les enseñaron sus padres. Y aunquesabe que es una teoría, si pudiera, exigiría a los que gobier-nan en San Quirico, en Barcelona, en la comunidad autóno-ma y en el Estado que justificaran cada peseta (o 0,06 euros)que se gastan.

Esto del gasto no le deja vivir. Mi amigo tiene la maníade la austeridad. Dice que los negocios le han ido bien, queen su casa se vive bien, que sus empleados viven bien, pero

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que, lo que son dividendos, siempre ha repartido los me-nos posibles. Todo lo mete en el negocio.

Y me dice: «No sé si estos que nos gobiernan piensanlo mismo que yo. Aunque no lo acabo de entender, a mí megustaba aquello del presupuesto equilibrado. Cuando oigohablar de déficit, me pongo un poco nervioso». Porque sabeque el déficit hay que financiarlo. Y que eso de financiar—si es que lo comprende bien, que parece que sí— debecostar dinero. Y piensa, acertadamente, que nadie deja du-ros a cuatro pesetas, así que antes de deberle dinero a losbancos o a otros «alguien», el ministro o quien se encarguede eso, tendría que pensarlo dos veces, como hace él.

Le propongo dedicar un desayuno a los PresupuestosGenerales del Estado. Los bajo de Internet, imprimo dosejemplares y nos vamos a desayunar.

Entro en el bar de siempre, saludo a los de siempre y elcamarero me dice: «Lo de siempre, ¿no?». Nadie se imagi-na que llevo los Presupuestos Generales del Estado debajodel brazo, porque me mirarían con mucho más respeto.

Mi amigo me propone que discurramos según un es-quema. No lo dice con esas palabras, pero, como ya lo co-nozco, estoy casi seguro de que eso es lo que quiere decir.Cree que, si empezamos hablando de nuestras familias yluego «subimos» al Estado, le parece que lo entenderá me-jor. Además, añade que sin familias no hay presupuestos ninada, así que nos vamos a ver qué hacen las familias y lue-go veremos qué hacen esa suma de familias a la que llama-mos España.

Un señor me dijo que eso es la macroeconomía y la mi-croeconomía. No sé qué es, pero si lo pudiera entender,presumiría de que sé macro y micro. Yo, que no entiendo

LA CRUDA REALIDAD 81

de economía, pero sé leer, creo que cuando hablan de mi-croeconomía hablan de mí, de mi familia o de mi empresa,pero poniéndome un nombre raro y analizando lo que loseconomistas llaman el comportamiento, o sea, lo que hace-mos para comer, producir, vender, cómo lo hacemos y enqué gastamos e invertimos el dinero, y dónde y cómo logastamos.

Así que los economistas son como mi amigo y yo, estoes, a la búsqueda de un modelo (en este caso, para saber ypoder prever cómo nos vamos a comportar mi amigo y yo,su familia y la mía y nuestras empresas).

La macroeconomía hace lo mismo, pero con todo esosumado. Es decir, si nuestro amigo el ministro quiere saberla actividad económica del país en un año, sumará la activi-dad económica de las personas, las familias, las empresas yel sector público. O sea, lo que han consumido, lo quehan invertido, lo que han vendido en otros países restandolo que han comprado en otros países y sumando el gastopúblico. Y eso le dará una cantidad de euros queconsiderará como el Producto Interior Bruto, cuando hagala contabilidad de su país. Y eso le ayuda a medir lariqueza del país. Y todas esas cosas que suman lo quehacemos, con ciertas condiciones, dan una serie de índicesmacroeconómicos que se utilizan para elaborar lacontabilidad del país y poder compararla con otros. Esimportante, porque esos indicadores se utilizan tambiéncomo ayuda para confeccionar los presupuestos, de los quehablamos ahora.

Como mi amigo no suele perder el hilo, me dice que deacuerdo, pero que volvamos a los presupuestos: «Les lla-maremos PGE, para no andar repitiendo constantementenombres largos». Y vuelve a repetir lo de «estos que nos

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gobiernan». Entonces le explico que lo que vamos a discu-tir no es lo de estos que nos gobiernan, sino lo que estos quenos gobiernan quieren conseguir (los ingresos) y cómo selo quieren gastar (los gastos). Le digo que, si en vez de es-tar «estos» en el gobierno estuviesen los «otros», el razona-miento sería igual de válido.

O sea, que para empezar, hablaremos de los PGE y nosolvidaremos de si gobiernan los de derecha, los de izquier-da o los de centro más o menos escorado hacia un lado uotro. Todos necesitarán unos ingresos y todos se los gasta-rán. Lo que pasa es que en la manera de ingresar y en lamanera de gastar se notará que lo hacen con criterios dis-tintos, según la ideología de cada uno. Según las ideologíasy los compromisos que hayan adquirido.

A mi amigo le gusta ir por fases. Sonríe y dice: «Hastaaquí, clarísimo». Y apunta algo en su servilleta. Hace tiem-po que no me enseña lo que apunta. Sospecho que, a lahora de cenar, le pega unos rollos enormes a su mujer quea él le sirven de repaso y a ella de preparación infaliblepara el sueño.

LOS PRESUPUESTOS GENERALES DE MI CASA (PGC)

Y empezamos a hablar de estas cosas. Y le explico quehace poco estuve conversando con mi mujer, recordandonuestros primeros meses de casados. No teníamos todavíahijos. Aunque no venga a cuento, quiero deciros que a losdos se nos ha olvidado lo que era vivir con aquella tranqui-lidad, aunque, en confianza, debo añadir que, cuando veopor casa a nuestros doce hijos, sus mujeres y maridos, y

LA CRUDA REALIDAD 83

nuestros treinta y ocho nietos, pienso: ¡bendita intranqui-lidad!

Mi mujer me dijo: «¿Te acuerdas de cuando tú y yo in-ventamos los Presupuestos Generales del Estado?».

Mi mujer es una persona con mucho sentido común,que no suele decir cosas que no tengan una cierta base.Como pongo cara un tanto de extrañado, me explica elproceso:

25.Cobrábamos el sueldo, 8.000 pesetas (como se diceahora, «de aquellas»). O sea, unos 50 euros, redondeando para arriba.

26.Las repartíamos en sobrecitos:

a. El sobrecito de «Comida».b. El de «Servicio» (la Sofi).c. El de «Transportes» (muy poco, porque no tenía

mos coche).d. El de «Médicos y Farmacia».e. El de «Diversiones».f. El de «Varios». Aquí se incluían:

° Lo que dábamos a organizaciones que nos pa-recían buenas. ° Imprevistos.

27.Os extrañará que no pongamos «Teléfono», pero enaquellos tiempos, aunque no os lo creáis, no existíanlos móviles y utilizábamos muy poco el fijo. Eso sí,gastábamos luz y agua que, como era muy barata,poníamos en «Varios».

28.Tampoco hemos puesto «Hipoteca» porque, comoyo era hijo único, mi madre nos había comprado

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un piso, que le había costado 250.000 pesetas (deaquellas).

Y empezamos a vivir. Mi mujer se quedó en estado enseguida, con lo que el sobrecito de «Médicos» fue insuficiente y echamos mano del de «Varios». El sobrecito de«Comida» se fue gastando a más velocidad de la prevista,con gran consternación de mi mujer, que me decía: «No séen qué gasto el dinero». Como los «Imprevistos» se habíanagotado, empezamos a tirar del dinero de «Diversiones».Para evitar tocar el sobrecito de «Servicio», le pagábamosa la Sofi en el momento en que llegaba el sueldo.

Aguantamos así unos meses. Al final del año volvimos ahacer lo mismo, pensando que me subirían el sueldo un7%. Resultó que me lo subieron solo un 3%, con lo quehubo que repetir la operación.

En mi casa estaba mal visto pedir créditos y nunca senos ocurrió ir a pedir algo al banco, porque ¿qué hubieradicho mi madre?

Oyéndome hablar, a mi amigo se le ilumina la cara:«¡Pero si mi mujer y yo hacíamos lo mismo!».

Y luego se pone serio y dice: «Pero todo esto, ¿qué tiene que ver con lo que estamos hablando?».

Le digo: «Tiene que ver, y mucho».Lo he experimentado muchas veces. Cuando pongo

cara de sabio y le digo cualquier cosa, se calla y me miracon admiración. Lo que pasa es que después tengo queseguir exprimiendo mi sabiduría, que es bastante limitada.Y como mi amigo es de pueblo, pero de tonto no tienenada, no le puedo colar cualquier bobada, diciéndole fra-ses en inglés.

LA CRUDA REALIDAD 85

Con prudencia, voy hablando. «Con prudencia» quieredecir que procuro estar seguro de lo que digo, y que si dealgo no estoy seguro me lo callo. Con ello consigo que, a losumo, me diga que mis explicaciones son incompletas,pero no que me diga que son totalmente erróneas. Como laparte incompleta procuro rellenarla si soy capaz, cada de-sayuno voy con cosas nuevas, por lo que mi amigo se que-da admirado de mi capacidad de aprender.

Los PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO Y LA CUENTA

DE LA VIEJA

Voy hablando y digo: «Mira, el Estado es como una fa-milia. Tiene unos ingresos y unos gastos. Si los gastos soniguales a los ingresos, se dice que el presupuesto está equi-librado. Si los ingresos son superiores a los gastos, se diceque hay superávit, y si son inferiores, que hay déficit».

Miro a la cara a mi amigo y, por su expresión, me pare-ce que mantengo mi prestigio. Intento seguir y le digo que:

29.Los PGE se hacen en el último cuatrimestre delaño, para poder empezar el año siguiente con unplan de ingresos y gastos concreto.

30.El plan concreto consiste en decir:

a. Tendré tantos ingresos, que vendrán de tales sitios.

b. Me los gastaré en estas cosas.

3. Como consecuencia, habrá una de estas posibilidades:

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a. Equilibrio (lo había calculado bien y me he portado bien).

b. Superávit (ha habido más ingresos o ha habidomenos gastos, o las dos cosas).

c. Déficit (he estirado el brazo más que la manga).d. En el caso del superávit, puedo hacer una de es

tas dos cosas:

° Ahorrar.° Gastármelo, en todo o en parte, en cosas que

me hacen ilusión y que, en principio, no pen-saba hacer este año. O gastármelo en cosasque no me hacen ilusión, pero que son necesa-ria para, por ejemplo, seguir en mi silla.

e. En el caso del déficit, puedo hacer una de estasdos cosas:

° Echar marcha atrás y adecuar mis gastos a misingresos.

° Con una cierta alegría, pedir un crédito a unbanco, o, si soy más prudente, pedirle unoseuros a mi abuela, aprovechando que soy sunieto preferido. El crédito del banco tiene el in-conveniente de que hay que devolverlo y el dela abuela, tiene la ventaja de que, con un pocode suerte, no.

Cuando mi amigo pone cara de que «esto lo he hechoyo toda mi vida», le contesto que eso y nada más que eso,son los Presupuestos Generales de Estado.

LA CRUDA REALIDAD 87

Pero

31.Como es natural, la familia de unas cuantas personas es más fácil de gobernar que una de cuarenta yseis millones.

32.Cuando los hijos se han casado y tienen sus familias,las relaciones entre la familia original (la de los padres) y las de los hijos pueden ser más complicadas.Las madres siempre echan la culpa de las cosas malas a «los de fuera», o sea, a los que se casaron consus hijas y a las que se casaron con sus hijos. Supongo que, por eso, al Estado que está obligado a llegara acuerdos con las comunidades autónomas le llaman papá Estado, y no mamá Estado.

33.Cuando un hijo tiene más necesidades que otro, alos padres se les ablanda el corazón y siguen aquelprincipio tan sabio de que «justicia es tratar demodo distinto a hijos distintos». Porque supongoque estaréis de acuerdo en que cada hijo es cadahijo y, aunque tengan el mismo aire de familia, sonmuy distintos entre sí, gracias a Dios. A mí me costóunos años darme cuenta de eso y por eso lo pongoaquí, para que no perdáis el tiempo descubriendocosas que ya están descubiertas.

34.Cuando un hijo es más manirroto que otros, a vecesel padre se pone serio y dice: «Se acabó». Lo quepasa es que ese hijo llora, la madre se ablanda y, al final, algo cae, con protestas de los otros hermanos, alos que no les acaba de gustar eso de la solidaridad.

35.Lo peor es que, a veces, el hijo «chantajea» un pocoa los padres (lo del «chantaje emocional» del que

suele hablar bastante mi mujer) y dice que, si no ledan lo que pide, no irá a la cena de Navidad o dirá atodos que a fulanito le han dado más.

O SEA, PARA QUE NOS ENTENDAMOS PASANDO DE LA FA-

MILIA AL ESTADO:

36.En España nos hemos organizado con un Gobierno central (GC) y unas comunidades autónomas(CCAA), cada una con su gobierno.

37.El GC ha hecho transferencia a las CCAA de algunas cosas. Algunas de esas cosas son muy importantes. Y necesitan que, además de darles la responsabilidad, les den el dinero para que las hagan.

38.A mí esto me ha sucedido hace muy poco. En SanQuirico tenemos una piscina que siempre ha estadoverdosa y sucia. Este año le dije a un hijo mío: «Túte encargas de que la piscina esté bien». Él me contestó: «De acuerdo, pero me darás el dinero que necesite». Me hizo un presupuesto de lo que iba a costar (tema importante), me pareció razonable y se lodi. La piscina, sorprendentemente, está limpia y sehan podido bañar todos los nietos que han aparecido por allí. Por la noche, mi hijo enciende las luces ynos parece que estamos en Beverly Hills. Hablandoa lo culto, «le he transferido una responsabilidad,con el dinero correspondiente».

39.Si el dinero que me pedía no me hubiera parecidobien, hubiera discutido con él. Si esa cantidad de dinero se hubiera debido a que mi hijo quería traer aseis personas de la familia de su mujer con el fin de

LA CRUDA REALIDAD 89

que se bañaran todos los días para comprobar quela piscina estaba bien y para realizar ese trabajo leshubiera asignado un sueldo, otros hijos míos po-drían haber protestado, y con razón. Y yo no le hu-biera transferido esa responsabilidad.

40.Si, además, mi hijo, con la familia de su mujer, me hubiera organizado una manifestación delante de mi casade San Quirico con pancartas que dijeran: «La piscina,para quien la trabaja», me hubiera molestado bastante.

41.Si mi casa fuera una democracia y de los votos deese hijo y de la familia de su mujer dependiera queyo siguiera siendo el cabeza de familia, las cosas seme complicarían bastante.

42.Si, además, esto me sucediera con los doce hijos, ellío sería sublime.

Y le digo a mi amigo: «Pues imagínate lo que puedeocurrir con diecisiete comunidades autónomas». Y repasa-mos muy brevemente lo que sucede:

43.Que unas son más ricas que otras.44.Que a unas les van las cosas mejor que a otras.45.Que unas administran mejor el dinero que otras.

46.Que unas tienen unas ilusiones y unas ambiciones(nobles e innobles) que pueden chocar con las deotras.

47.Que todas quieren que a ellas les den, como mínimo, tanto como a las demás.

48.Que, para cumplir con todo, las CCAA van contratando personas, porque hacen falta para administrar las transferencias que les llegan.

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49.Le digo a mi amigo: «Estos son los famosos'funcionarios'». Y mi amigo, que sabe que paragestionar su empresa necesita algunas personaspreparadas —no más de las necesarias— frunce el ceñoydice: «Supongo que contratarán a los quenecesiten, y ni uno más, ¿no?». Yo le contesto que,porsupuesto, eso es lo que deberían hacer. Ysalgocomo puedo de ese camino. Seguimos.

50.Así que convenimos poner que algunacomunidadautónoma puede pensar que a otra se le va lamanoen el número de personas que contrata. Y lomejorempieza a contratar también gente en unaespeciede carrera por la ineficacia.

51.Que otra comunidad autónoma puede pensarqueesas personas se buscan principalmente entrelasfamilias de los que gobiernan.

52.Que el Gobierno central puede hacerpromesaselectorales que luego ha de cumplir, y esocuestadinero.

53.Que las CCAA pueden hacer promesaselectoralesque luego han de cumplir, y eso cuesta dinero.

54.Que el Gobierno central tiene una ideologíadeterminada, en virtud de la cual gasta en cosasque«los otros» no gastarían («los otros» gastaríanen

otrascosas).

55.QuehayCCAAquetienenlamismaideologíaqueelGobiernoyotrasqueti

enen la contraria y otrasque tienen una mezcla de las dos y de tres ocuatroideologías más.

56.Que, como las CCAA pueden aportar votosalGobierno central, exigen: «Si me das esto teayudo.

LA CRUDA REALIDAD 91

Si no, no te ayudo». Que incluso aprobar los PGEpuede costar dinero. «O sea, que compran votos conmi dinero», dice, un poco decepcionado. 15. Que estolo hacen las que tienen la misma ideología y las quetienen la contraria. Y las demás.

Y cuando ya tengo suficientemente desmoralizado a miamigo, le digo: «Y así, ad infinitum». Y como se le ha olvi-dado el latín que estudió en el colegio, se hunde más y diceaquella frase tan famosa: «Contra Franco, vivíamos mejor».

Para tranquilizarle le digo que para poder hacer unjuicio sobre los PGE, lo mejor es que inventemos, él y yo,un método de análisis de los PGE.

Como, además de tranquilizarle, quiero animarle, por-que le veo muy alicaído, le digo que cuando hayamos in-ventado el método, igual lo podremos patentar y forrarnos,vendiéndolo por ahí. No le acabo de convencer. Me pareceque no confía demasiado en la labor creativa de nuestrosdos cerebros trabajando juntos.

También para animarle, le comento que el método debeser muy simplón, de modo que si nos lo aprendemos nospueda servir para analizar, año tras año, los PGE que lossucesivos gobiernos nos vayan presentando. No le digoque será útil in aeternum, para no aplastarle más con misconocimientos de latín que, por cierto, están ya a punto deacabarse con estas dos frases...

Para empezar, le indico que hay que fijar unos princi-pios generales. Se nos ocurren tres:

57.De donde no hay, no se puede sacar.58.Cuando se conduce, lo mejor es no distraerse.

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3. Estirar el brazo más que la manga puede no ser pru-dente.

A mi amigo se le iluminan los ojos, porque dice que esoes exactamente lo que le decía su abuela. Lo que pasa esque tiene sus dudas respecto a la sofisticación del métodoy me pregunta: «¿No estaremos inventando la cuenta de lavieja?».

Le contesto con otra pregunta: «¿No será que todo loque no se pueda explicar con la cuenta de la vieja es falso?».

Ya sé lo que estáis pensando: que lo que acabo de decires una exageración. Lo es, por supuesto. Pero lo que quie-ro decir es que, en cuestiones de economía que nos afectana todos y cada uno de los cuarenta y seis millones de perso-nas que vivimos en este país, es mejor hacer un esfuerzopor explicarlas de un modo muy claro, porque si no, secorren tres peligros:

59.Pensar que alguien no nos quiere contar la verdad, yque para eso lo explica con cara muy seria, de unamanera prácticamente ininteligible por parte de laspersonas no especializadas, que debemos ser algomás del 98% del número total de habitantes.

60.Pensar algo peor: que es alguien no sabe del tema,que se ha aprendido una serie de frases hechas, queha ensayado ante el espejo y su familia lo que va adecir y que luego nos lo ha soltado, sin aceptar,como es natural, ninguna pregunta, porque, a pocoque se le rasque, se verá que su ignorancia es supina, que no sé exactamente qué quiere decir, peroque me suena a mucha ignorancia.

LA CRUDA REALIDAD 93

3. Pensar algo mucho peor: que ese alguien no sabe y,además, nos quiere engañar.

Al llegar al punto tres, mi amigo de San Quirico dicetres inconveniencias, supongo que una por cada punto,que, por educación, no puedo reproducir aquí, pero quemanifiestan claramente cuál es su estado de ánimo ante se-mejantes posibilidades.

Los PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO (PGE) (I): DE

DÓNDE NOS SACAN EL DINERO

Cuando se trata de hacer un presupuesto, es muy bue-no empezar por los ingresos.

En una familia los ingresos pueden ser:

61.Los sueldos fijos que entran.62.Las facturas que presentamos, si somos autónomos.

63.Los alquileres que nos pagan por dos pisos que heredamos.

64.Los dividendos que cobramos por las acciones quetambién heredamos.

65.«Chapucillas» que hacemos (unos llevan la contabilidad de un amigo, otros le hacen un estudio que lesha encargado, otros cobran propinas, otros intentan vender alguna propiedad para cobrar una comisión, etc.).

66.Unos dineros que nos manda nuestro suegro paraNavidad.

67.Y no sé si alguna cosa más.

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Cuando llega final de año, pensamos cuánto nos subi-rán el sueldo, cuánto nos enviará el suegro, cuántos divi-dendos cobraremos, etc. Y sumamos y decimos: «Este añovan a entrar tantos euros. Como el año pasado entrarontantos, si resto los tantos previstos de los tantos del año pa-sado, me sale lo que voy a cobrar de más. Y si divido esacantidad por lo que cobré el año pasado y lo multiplicopor cien, diré que el año que viene voy a cobrar, por ejem-plo, un 3% más que el año pasado».

Mientras tú yo hacemos eso, el ministro de Economíaestá haciendo lo mismo. El ha empezado antes —en sep-tiembre o así—, porque tiene que hablar con más gente.Pero hace lo mismo que tú y que yo. Y, al final, pone caraseria y dice que se prevé para el año próximo un creci-miento del 3 %, antes de encomendarse a todos los santospara que de verdad sea ese 3%. Lo que pasa es que comoél tiene que ponerse delante de la televisión, dice cosascomo que «los presupuestos se convierten en el resultadofinal de una estrategia de acción colectiva, definida en fun-ción de las relaciones entre las diversas fuerzas políticas ysociales del país», lo que significa que tanto en los ingresoscomo en los gastos tiene que tener en cuenta a todos los hi-jos que tiene, los parientes cercanos y algún que otro leja-no. Pero como es ministro, lo tiene que decir para que nose entienda. Que para eso también le pagan.

Los ingresos del ministro, mejor dicho, del Estado cu-yas cuentas lleva el ministro que lo representa, pueden ve-nir de:

1. Lo que nosotros ganamos. De nuestro sueldo, nues-tras facturas, de los alquileres que cobramos, de los

LA CRUDA REALIDAD 95

dividendos que cobramos de las acciones del abue-lo, de las «chapucillas» en blanco que hacemos (lasnegras no las ve el ministro ni nadie). Y ahí tambiéncuentan los dineros que ganan los que no viven enEspaña pero tienen ingresos que se originan aquí.

Todo ese dinero lo enseñamos al ministro, quedice: «Bien, de todo eso que has ganado tienesque dar al Estado un tanto por ciento». Y ese tantopor ciento será mayor cuanto mayor sea el dineroque ganas. Es facilón y simple. Así que cuando llegael momento, declaramos la verdad y pagamos. Y esosson los ingresos que el ministro cree que cobrarápor el IRPE

2. Porque Hacienda somos todos, como se decía antes.Y ese todos también incluye nuestras empresas y loque ganamos con ellas. Y sobre esos beneficios, elEstado también se lleva una parte. Eso mi amigo lotiene muy claro, porque, a pesar de que algún año nole ha ido bien del todo, como trabaja como una muía,sabe que con ese trabajo está ayudando al Estado aingresar. Y parece que no le importa. Pero se quedapensativo un momento y dice: «Así que si ese señorde Illinois, el de las hipotecas, hace que gaste menosel señor de Mataró en calcetines, que hace que elautónomo que se los vende gane menos dinero, losingresos del Estado serán menores». Le respondo quesí, y que si el señor que hace los presupuestos es unapersona con cabeza y sentido común, tendrá encuenta todo eso cuando piense sobre los ingresosque va a tener. «Exactamente igual que pensamos túy yo sobre los ingresos familiares. Y que si no es rea-

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lista en los ingresos, el presupuesto que presenteserá irreal, como ocurre en tu casa y en la mía».

3. También incluye aquí lo que el Estado se quedacuando heredamos o cuando hacemos una donacióna nuestros hijos o familia estando vivos. Y tambiénlo que pagamos por tener cosas, o sea, por nuestropatrimonio.

Esto ya le hace menos gracia a mi amigo, quesiempre le ha parecido que pagar impuestos por loque tiene, que compró con lo que ganó, y por lo queya pagó impuestos, es una manera de que «le qui-ten» más dinero del que deben. Pero bueno, comoestamos todavía empezando a explicarlo, le digo quesí, pero que sigamos, porque esto no lo arreglare-mos, pero a lo mejor lo entendemos.

4. Y con todo eso y otros ingresos por cotizacionesque hacen los empleadores y los empleados del Estado y otras cosas, el ministro se va a la cama con unaserie de ingresos que él llama «impuestos directos»y que tienen mucho que ver con lo que gana la gente y las empresas. Así que si hay crisis y el ministrono es un «dinamitero loco», lo que presentará deberá tener algo que ver con la realidad que estamos viviendo...

Mi amigo me para y dice: «Oye, hasta ahora lo entien-do. Pero me quedo preocupado. Porque yo he vendidomenos este año. Y he ganado menos. Y como yo, muchagente. ¿Y si ese se equivoca? ¿No se le ocurrirá subir losimpuestos para tener más dinero?». Y le respondo que parael año que viene creo que no, pero que cuidado, esa es una

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tentación que tienen todos, porque eso que hemos despa-chado en cuatro líneas son más de la mitad de los ingresosde todo el Estado.

5. Como creo que quiere seguir haciéndome preguntasque no sé contestar, pienso que lo mejor es pedir unvaso de vino y seguir por los ingresos.

«Por el dinero que vas a pagar (porque hoy invi-tas tú) por ese vaso de vino, el del bar va a pagaruna parte al Estado por los beneficios. Eso es lo queme has dicho tú. ¿No te sabe peor el vino ahora?»,dice mi amigo, partiéndose de risa.

Y le digo que no, que es mucho peor. Que esevino además tiene un impuesto especial por eso, porser vino. «¡Qué dices! ¿Hay un impuesto sobre elvino?», y le respondo que sí, pero que tenemos queir por orden. Que ya llegaremos.

El Estado también recauda por lo que consu-mimos, por el vino, la gasolina, el bocata de jamónibérico, el traje que te compras y las zapatillas dedeporte con las que suele ir a trabajar mi amigo.

O sea, que cobra por lo que consumimos ordi-nariamente. Y dependiendo del tipo de cosa, le poneun porcentaje determinado u otro. Y eso no solocon las cosas, sino con los servicios. Es decir, que simi amigo me cobrase por la cantidad de cosas inteli-gentes que me dice, me presentaría una factura y lasubiría con un tanto por ciento.

«¡Eso es el IVA!», exclama mi amigo. Hay que ver lorápido que se entiende algo cuando lo has pagado varias

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veces todos los días. Y sí, le digo que sí, eso es el IVA, alque también se llama Impuesto sobre el Valor Añadido.

¡Vaya nombre raro!, exclama. Y yo, que también creoque es un nombre raro, callo antes de seguir explicándolecosas a mi amigo.

6. Además del IVA, pagamos otras cosas de lo másnormal. Y aquí llegamos al vino que estamos to-mando, la gasolina o los puros que se fumaba miamigo cuando le dejaban fumar y otras cosas,como algunos medios de transporte y energía. Ytodo eso tiene consideración de «especial» por elEstado. Lo que significa a nuestros efectos que te-nemos que pagar más dinero si, por ejemplo, que-remos darnos el lujazo de... poner gasolina para ira trabajar.

«O sea, que por vivir hay que pagar al Estado»,dice mi amigo. Y le contesto que sí, bueno, más quepor vivir, por gastar. «O sea, por vivir», insiste. Y lerespondo que sí, pero que bueno, que tampoco hayque ser exagerado, pensando que de exagerado notiene nada. Y claro, en esta tesitura ya no me atrevoa contarle que si amplías capital o vendes o pagas elseguro de vida también pagas al Estado como algo«especial». Eso me lo callo...

Y todas esas cosas que se relacionan con el con-sumo y otras más le llaman «impuestos indirectos»,para que lo entendamos.

«Cuidado, cuidado. Si antes estaba preocupado, ahoralo estoy mucho más. Compramos menos cosas porque te-

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nemos menos dinero. Además, los bancos andan apuradosy no nos dejan. Y esta mañana he leído que se vendenmenos coches, menos lavadoras... ¡hasta menos peines!¡Menos de todo! Y eso significa que estos tíos van a ingre-sar menos... Leopoldo, que estos nos suben los impuestosde verdad, los que nos hacen pupa. ¡Hazme caso!».

Le digo que sí, que es cierto que los ingresos del Esta-do se apoyan mucho en dos cosas que ahora tienen muymala pinta: lo que ganamos trabajando y lo que gastamosconsumiendo. Porque la crisis lleva eso: a que haya másparados y a que la gente se lo piense tres veces antes degastar. Y que si le sumas que los bancos han cerrado losgrifos, y que la gente aunque quiera no puede consumir,el ministro sabe que tiene un problema. Y tú y yo. Y queeso se veía venir. Y que como se veía venir había que ha-ber sido muy prudente a la hora de haber adquirido algu-nos compromisos. Porque, simplemente, no los podráscumplir.

«Así que cuando el jefe del cotarro (así llama al presi-dente del Gobierno) se nos planta delante y nos dice que¡a consumir!, ¿no sabe lo que dice?», pregunta. Y le digoque no lo sé, pero que debería saberlo. Creo que lo quequiere es que, a pesar de todo, salgamos a gastar. Pero yo,como mi amigo, pienso que se referirá a algo distinto dedinero, porque de eso hay poquico. Y como no soy capazde saber a qué se refería, seguimos.

Esa es la parte del león. Y con esa parte del león no ha-bría que jugar. Y llamo jugar a hacer previsiones irreales.Porque reales sin duda serán los gastos que comprometas.Esos, como pasa en tu casa y en la mía, no hay manera deno pagarlos.

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68.Y aunque si lo comparamos con lo que ingresa por losimpuestos es menor, también el Estado cobra por otrascosas, como por dejar que utilicen propiedades o derechos públicos (o sea, nuestros, o sea, del Estado), o porprestar algunos servicios y otras actividades.

69.También cuenta el ministro con otros ingresos quele transfieren las empresas que son de su propiedad(que se llaman empresas públicas) y otras entidadesy organismos públicos y algunos no públicos. También lo que le envían las comunidades autónomas...

«Frena, frena, ¿que envían las comunidades autóno-mas...?», pregunta. Sí. Algunas comunidades tienen acuer-dos específicos con el Estado en la gestión de impuestos y acambio de eso pactan una cantidad, por ejemplo, el «cupovasco».

Y aquí también cuenta con lo que envían de Europa,partida que fue muy grande hace algunos años y que haido disminuyendo a medida que España se ha desarrollado. Y a esto suma otras transferencias.

9. Y como en nuestra familia, pero a lo grande, ingresalas rentas por el patrimonio que tiene él y los organismos públicos y los intereses de inversiones financieras, de préstamos que ha hecho y, como nosotros,los dividendos y participación en beneficios. Y el dinero que saca por vender terrenos, solares y otrascosas de su propiedad.

Y esto es lo que el ministro espera ingresar el año queviene. Y ese es el dinero con el que él prevé contar para

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mantener la estructura de su casa, invertir y hacer todo loque le hace ilusión o necesita hacer. Exactamente como ennuestra casa.

Y una vez visto lo que ingresará, se mete con los gastos.

Los PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO (II). EN QUÉ

GASTAN NUESTRO DINERO

Los desembolsos son de dos tipos:

70.El gasto.71.La inversión.

Así, cuando hablamos del presupuesto familiar, hace-mos una previsión de lo que vamos a gastar y de lo quepensamos invertir.

Hacemos una previsión de lo que vamos a invertir. Porejemplo:

a. Lo que vamos a pagar de hipoteca porque un díadecidimos hacer una inversión y comprarnos unpiso y nos endeudamos para treinta años. (Es comosi lo pagásemos a plazos).

b. Lo que vamos a pagar por un cuadro que nos gustay que pensamos que el día de mañana valdrá más ynuestros herederos podrán venderlo.

c. Lo que vamos a pagar por un cuadro horrible, queno nos gusta, pero que es de un pintor cuya cotización está subiendo y que nos quitaremos de encimaen cuanto suba un poco más.

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Al fin y al cabo, dice mi amigo, todo sale del mismobolsillo.

Una vez que ya tenemos previsto lo que vamos a ingre-sar, hacemos la previsión de lo que vamos a desembolsar.«Fíjate —le digo a mi amigo—, que no hablo de 'gastar',sino de 'desembolsar', o sea, de sacar de la bolsa».

Mi amigo no acaba de comprenderlo: «¡Pero si es lomismo!».

Pues no, no es lo mismo. Una cosa es lo que se gasta yotra lo que se invierte, aunque las dos acaban en un desem-bolso, o sea, en meter la mano en el bolsillo y sacar loseuros correspondientes. Lo que pasa es... Como mi amigopone cara de no entenderlo, tiro de servilleta y escribo:

1. Gasto es lo que se gasta, es decir:

a. La comida.b. La bebida.c. El servicio.d. Los donativos.e. El transporte.f. Las cenas fuera de casa.g. El cine.h. Y así, otras muchas cosas.i. Todas tienen la característica de que, después, no

queda nada.

2. Gasto es lo que se gasta, pero después queda algo:una joya, un bolígrafo, una corbata, un pañuelo deseda, unas gafas Ralph Lauren compradas en el topmanta o el último disco de Bisbal comprado, si sepuede, en El Corte Inglés.

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3. Inversión es lo que se invierte, o sea:

a. Un piso.b. Una casa.c. Un cuadro que se compra para esperar a que

suba su valor y venderlo.

Y al ministro, cuando presenta los presupuestos, le pasalo mismo que a nosotros, solo que él lo hace másgordo todo.

Y si nosotros para hacerlo tenemos en cuenta cómoestá organizada nuestra casa, de dónde viene eldinero,cómo lo gastamos y las cosas que queremosconseguir, elministro hace exactamente lo mismo.

Y entonces presenta el dinero que se va a gastar deacuerdo con la organización del Estado (de su casa):

72.Y eso lo ordena por «sobres» y a cada sobre le poneun nombre (el ministro no puede llamarles sobres,así que, para que solo lo entiendan él y otros muylistos, los llama «secciones», pero si miras las secciones se parecen sospechosamente a «sobrecicos», queordena de una manera determinada y que nosotrosdesordenaremos para entendernos).

73.Y los desordenaremos poniéndolos en dos montones: el montón de las cosas que hay que pagar «caiga quien caiga» (como nosotros con nuestra hipoteca, colegios o luz) y otras cosas que hay que hacercon el dinero que nos quede después de pagar esascosas, de acuerdo con los ingresos que esperamosy con lo que estemos dispuestos a endeudarnos. A eseotro montón le llamaremos «montón de las cosasque queremos hacer».

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Y ahora nos pondremos en la piel delministro, porque sí hay que reconocerle quepara contar los ingresos hace un trabajorespetable la mayoría de las veces, de previsiónrazonable en función de una serie de cosas comola cantidad de gente que va a trabajar, lo quevamos a pagar de impuestos, etc.

3. El montón de las cosas «caiga quien caiga» lehace sudar tinta al ministro. Porque resulta que leha salido un hijo respondón (alguna comunidadautónoma) y le ha dicho que ni crisis ni gaitas,que haber hecho los deberes y que si no, nohaberle prometido el oro y el moro. Y que si nocumple lo que le dijo, se enfadará y no leayudará a aprobar los presupuestos. Y que levayan dando tila al ministro y a su Gobierno,panda de «troleros». Y de paso, que le vayandando también morcilla al resto de hijos, que nison hermanos ni nada, y que yo a lo mío y a miscircunstancias. Y como esos resulta que sonimprescindibles para aprobar los presupuestos, elministro (el Gobierno) le dice que vale. Que ledará más dinero. Con lo que:

a. Tiene menos dinero para el «montón decosasque queremos hacer», por lo que empieza amirar con ojos de recorte a los ministerios (losderelleno y los de verdad).

b. Consigue enfadar a los dieciséis hijosrestantes,que le llaman de todo al otro hijo, desdechantajista hasta insolidario. Eso, lo más fino. Ycobarde y mentiroso al ministro, al que le gustaría,por

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un momento, tener un único hijo (tentación queles ocurre a muchos padres a lo largo de su vida).Pero ahí están todos. Pero son diecisiete. Familianumerosa, enfadados algunos con otros, y todospeleones como ellos solos.

74.Los ministerios de relleno le dejan frío a nuestroamigo el ministro porque sabe que son sueños deuna noche de verano. Y es que a su jefe de vez encuando se le ocurren cosas, se le calienta la boca yhace alguna que otra tontería que cuesta algunosmilloncejos de euros, pero solo eso. Dentro delconjunto, cuatro duros. Pero los otros... eso le preocupa más. Le preocupa no dar más dinero a la seguridad, porque ahí siguen los terroristas y la delincuencia, le preocupa no poder dedicar más dineroa la exportación, justo en este momento, le preocupa no ayudar a los agricultores...; en fin, sabe quelos compromisos le limitan a la hora de hacer cosasque son importantes. Que no son de relleno. Y lepreocupa porque, en el fondo, en mitad de esoscompromisos y fuego cruzado y cientos de negociaciones con cientos de personas, sabe que lo queestá detrás de todo es el bienestar de sus conciudadanos.

75.Y le echa un ojo al montón de las cosas que hayque pagar «caiga quien caiga» (que ha engordado) yrepasa los sobres. Sabe que mirándolos no conseguirá hacerlos desaparecer, pero a lo mejor así cogefuerzas cuando tenga que decirles a los colegas delGobierno que van a tener menos dinero.

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a. Aparta el primer sobre. Ese es intocable. Y gordo. Es lo que algunos llaman el «gasto social».Y aunque lleva años pensando en «agregado», nose olvida de que ahí están nuestros mayores. Supadre entre ellos. Se enternece un momento pensando en el hombre que ha trabajado como unamuía para darle estudios. Y que, con otros millones, creen que tienen derecho a que, ahora queya son viejos, el Estado les dé algo a cambio delo que han pagado. Y ahí también está su cuñado, que está en el paro y cobra la ayuda para ircapeando el temporal (que es huracanado) a laespera de que amaine. Y ese sobre es gordo porque, además, cada vez hay más mayores y máscrisis. Y cada vez habrá más gente que necesiteayuda. Y que dejarán de aportar. «Ese sobre esuna de las razones de la existencia del Estado»,piensa para sí.

b. «Lo que han invertido en el Estado». El sobretambién es de los gordos. Son los rendimientosque hay que pagar a los que han comprado ladeuda del Estado y los bonos. O sea, los intereses. Los anuncios quedan bien. Acaban «con lagarantía del Estado». Y el Estado no quiebra.Por lo menos el suyo. Pero ha visto en esta épocacosas que no había visto nunca. Piensa que tieneque hablar con el que se encarga de la publicidad. Duda en cambiar el anuncio...

c. Debajo de este saca uno también notable. Locoge con dificultad, porque pesa. Es el dineropara los hijos, sobrinos y nietos. Las transieren-

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cias que se hacen a las comunidades, que son lamayor parte. Y en el mismo sobre están las quese hacen a los ayuntamientos y a las diputacionesy otros entes. Con el sobre en la mano se acuerdade una historia que le contaron sobre un señorcon muchos hijos y una piscina sucia que encargólimpiar a uno de sus hijos, con el dinero corres-pondiente. Y piensa que ese modelo de las co-munidades sería un buen modelo si fuera unadescentralización puramente administrativa. Perono lo es. Entran en juego sentimientos de tierra yaspiraciones de separación. Y eso le incomoda,pero asume el juego. Y sabe que esas transferen-cias con dinero sirven, si se gestionan con honra-dez, para estar más cerca de la gente. Siempre ycuando no se utilicen con fines torticeros, como,piensa, se hace en ocasiones.

d. Sigue sacando sobres. En uno pone «Funciona-miento del Estado». Ahí dentro están el rey y sufamilia. Y como, monárquico o republicano, es loque hay y hay que cuidarlo, y además trabaja yayuda a que nos respeten y a templar gaitas cuan-do algún bocazas habla más de la cuenta, le asig-na una cantidad en el presupuesto (pequeñita sila comparásemos con algún ministerio de relleno,cosa que no haremos). Y el de las Cortes, paraque estén contentos y puedan hacer el trabajo deaprobar leyes y discutir entre ellos cosas que nosafectan al bolsillo y a nuestra vida. Y eso con in-dependencia de que los hemiciclos estén vacíos omuy vacíos.

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Mi amigo traga saliva y dice que si en su empresa lagente fuese a trabajar lo mismo que van esos a las Cortes,habría cerrado hace años. Le digo que como están muyocupados, van cuando pueden. No lo convenzo. A lo me-jor porque yo mismo no estoy muy convencido...

Sigue mirando el sobre de tribunales varios, y los juecesde los jueces, y el Constitucional, y el de Cuentas, algu-nos de los cuales oímos hablar más de lo que sería conve-niente y otros que no sabemos ni que existían. Y eso pa-rece que es necesario para que funcione el Estado.

76.Y después de darse cuenta de que los gastos comprometidos le dejan poco margen de maniobra sabeque tiene que hacer veinte llamadas, ninguna agradable. Algunas más fáciles que otras. La primera esa su jefe. Se ven y establecen los criterios para recortar los gastos e inversiones de los ministerios. Y paraeso necesita conocer las prioridades de primeramano. De quien decide.

77.Y va por los ministerios. Y en cada uno de ellos repasan los gastos. Todos tienen gastos «caiga quien caiga» de funcionamiento: los sueldos de los funcionarios y las cosas que necesitan para funcionar, y lasinversiones comprometidas y los planes para el añosiguiente. Planes que responden a objetivos propiosde cada ministerio, y que responden a objetivos generales del Gobierno, que responden a ideologíasconcretas.

En ningún caso es fácil. Pero es necesario. Y es difícilhacerlo equilibradamente.

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Así que, tijera en mano, empiezan a ordenar esos pla-nes y a recortar. Y eso implica negociar y prever las conse-cuencias de no hacer determinadas cosas. Y eso puede sig-nificar:

° Que se le dé menos dinero a un ministerio encarga-do de, por ejemplo, hacer cosas relacionadas con lainmigración y su control, en un momento en el quela inmigración está todos los días en los periódicos.

0 Que en un momento de paro se recorten las ayudaspara el fomento del empleo...

0 Pero se aumenten las de algún ministerio de relleno,aunque lo que se le dé sea ridículo y lo convierta enun mero «título» sin contenido..., una cartera llenade nada.

° Mientras, como pasa en España, se le quita dinero alos señores que se van al extranjero vestidos de sol-dados a hacer de «misioneros de paz con fusil» enunas guerras espantosas.

Y estos ejemplos, algunos de los cuales son reales comola vida misma, suponen de hecho decidir en función deprioridades y ser muy conscientes de lo que supondrá in-cumplir con muchas promesas electorales.

El ministro está cansado.Tiene delante de él dos números. Grandes números.Uno es la suma de todos los ingresos del Estado. El

otro es la suma de todos los gastos del Estado. Se ha pasa-do y presenta unas cuentas con déficit. El que ya habíapactado con su jefe. Y el que le permite la ComunidadEconómica Europea.

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Ahora solo tiene que contárselo a sus conciudadanospara que no lo entiendan. De eso está seguro y se produceaño tras año. Sabe hacerlo. Y cuenta con la ventaja de quelos PGE tienen las suficientes palabras raras para poder di-simular.

Reza para que todas las cosas que tienen que pasar enlos ingresos se cumplan..., porque sabe que aunque diceque ha sido prudente en el cálculo de los ingresos, lo ciertoes que hay suficientes incertidumbres... No está nadaseguro.

NUESTRA CRUDA REALIDAD: LA CONTABILIDAD DE

NUESTRA CASA

«Ya me ha gustado eso de los Presupuestos Generalesdel Estado. Ahora tengo una preocupación... que no en-tiendo la contabilidad de mi casa. Y me parece absurdoentender los PGE y no enterarme de qué es el activo y elpasivo. El contable de casa me lo explica de una maneraque no lo entiendo», se queja mi amigo.

Y sigue: «Ahora estoy con complejo de superioridadporque voy entendiendo lo que pasa en el mundo y concomplejo de inferioridad porque no entiendo lo que pasaen San Quirico».

Yo le animo y le digo que tranquilo, que si ha sido ca-paz de entender los Presupuestos Generales del Estado,entender la contabilidad de la casa está chupado.

Y empezamos, con la cuenta de la vieja.En su casa, la mía y la del vecino pasan cosas y se

toman algunas decisiones que algo tienen que ver con el

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dinero. Aclaro que las importantes, o sea, que el matrimo-nio se quiera mucho y que los hijos crezcan bien, tienenpoco que ver con el dinero. Pero lo hablaremos en otraparte del libro.

Así, con el paso de los años, uno ha hecho cosas comolas siguientes:

78.Ha comprado una casa. O a lo mejor no la ha comprado y la familia vive de alquiler.

79.Contratamos una hipoteca con el banco, y comocuando compramos la casa no había pasado todavíalo de las hipotecas subprime y teníamos trabajo y expectativas de aumento de sueldo, pues el banco nosla dio. Además, en ese momento el banco tenía dinero y estaba en plena expansión del crédito y elprecio del dinero no era muy alto. Así que felices losdos, la firmamos.

80.Heredamos un terreno de un tío abuelo que viajó aCuba.

81.Metimos un poco de dinero en Telefónica y compramos un fondo estructurado de altísima rentabilidadque recomendó el director en la caja de ahorros deSan Quirico.

82.Después de perder casi todo el dinero del fondo estructurado, sacamos el dinero de la caja de San Quirico y lo metimos debajo de un colchón. Y ahí sigue.

83.Compramos electrodomésticos y algún que otro mueble. Ya se sabe que con los años algún que otromueble son muchos, así que ahora hay un montón porla casa.

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84.Además, como en todas las familias, tenemos gastosnormales y corrientes, de los que hemos hablado antes (comida, servicio, donativos, transporte, cines,ropa...).

85.Etcétera.

Y que todas estas cosas las podemos ordenar en lo quetenemos y en lo que debemos, pero que como acabaremoshablando de su empresa, vamos a empezar hablando deella y, a medida que vayamos haciendo la contabilidad de suempresa, verá que en su casa es lo mismo.

EL BALANCE DE LA EMPRESA DE MI AMIGO

Mi amigo me confiesa que cuando le dicen eso de«¡qué rico es usted!», se acuerda de lo que debe y piensapara sus adentros: «Si tú supieras...».

Lo que pasa es que tampoco lo sabe bien él. Por eso ledigo que hemos de hacer el balance de su empresa, conuna técnica que servirá también para su casa y que me haido de película para aclararme yo.

Pedimos un mantel, porque necesitamos más papel.Como llevamos ya un par de horas largas desayunando yse han acabado los bocatas de ibérico, seguimos conunas aceitunas de postre y, eso sí, un poquitín más devino.

Le digo que vamos a seguir lo que me enseñó hace mu-chos años Fernando Pereira, un profesor del IESE. No esun plan muy sofisticado. Consiste, simplemente, en ponera la izquierda lo que tiene, y a la derecha lo que debe.

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Que, dentro de la sofisticación,

86.A lo de la izquierda le llamaremos activo, y a lo de laderecha pasivo, lo mismo que podíamos haberlesllamado Bartolomé y Tadeo.

87.Y decidimos que el activo y el pasivo han de sumarlo mismo.

A ver qué pasa.Empezamos por la izquierda, por el activo. Y le digo a

mi amigo: «Vamos a ver, tú ¿qué tienes?». Y, rápido comoun relámpago, me contesta: «¡El capital!».

«Mal empezamos», replico. «El capital va al pasivo».Y como no quiero meterme en líos antes de empezar, ledigo: «El capital lo dejaremos para el final». Y, murmuran-do, lo acepta. Pero escribe en una esquina del mantel:«Que no se nos olvide el capital».

Le pregunto qué cosas podemos poner en la izquierda.Qué cosas tiene su empresa. Y hacemos la lista:

88.El dinero que tiene en la caja de ahorros de SanQuirico.

89.El dinero que tiene en la caja de ahorros del pueblo de al lado, donde ha abierto una cuenta pequeña, para irse manejando.

90.Lo que la secretaria, que a la vez, es la administradora, tiene en un cajón en la mesa del despacho,para pagar las cosas pequeñas: el periódico, la limosna a un necesitado, la compra de lotería, lascosas que llegan contra reembolso. Mi amigo diceque son cuatro perras, porque un día le robaron y,

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a pesar de que ha puesto una reja importante,está más tranquilo si no hay casi nada.

91.El dinero que le deben. Pone cara extraña,peroal final, le convenzo de que sí, que eso lotiene.Mejor sería decir «lo tendrá», cuando lepaguen,si es que le pagan. Para no complicar más lascosas, quedamos los dos de acuerdo en que losclientes que le deben dinero son de fiar y seguroquepagarán.

92.Las existencias. Tiene muchas cosas. Lastieneapuntadas al precio que le costaron. Dice: «Peroeldía que las venda, las venderé por más». Bueno,yaveremos lo que hacemos el día que lasvendas.Ahora, las pondremos a lo que costaron, yprou(que, como todos sabéis, en catalán quieredecir«basta, vale, etc.»). Para demostrar miinternacionalidad, le digo: «¿OK?». Y él no se quedaatrás, ycontesta: «OK».

93.Aquí le corto y le explico: «Todo lo que me hasdicho hasta ahora lo vamos a llamar activocirculante». Le hace gracia el nombre. Le parece quemelo acabo de inventar. No le confieso queestabainventado hace mucho tiempo, para nodesilusionarle.

94.Sigo:«Ahoradeberíamosponerlosmuebles,laspapeleras,elpapeldec

artas, los sellos..., lo que sesuele llamar 'material de oficina'. Todo estotambién lo pondremos al precio que costó».

95.Luego, el ordenador. No es que tenga elúltimogrito del sistema informático, pero la secretaria-administradora tiene un ordenador que vale algo.

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96.Y después le digo: «Habrá que poner el edificio». Y me contesta: «¡Si lo tengo hipotecado!».Ahora le pido que se olvide por un momento de lahipoteca y que ponga cuánto le costó el edificio,totalmente acabado, con sus instalaciones de electricidad, luz, la poca calefacción que tiene, etc.

97.Y como cuando le expliqué la cuenta de resultadosle indiqué que pusiera amortizaciones, le digo queesas amortizaciones las reste del valor del edificio. Es como si se hubiera comido un trozo, comosi, por el uso, el edificio valiera algo menos, como sicada año, en la cuenta de resultados, restase un pe-dacito del edificio, porque, si lo ponemos de golpe,se nos hunde la cuenta de resultados de ese año.

98.Le explico que a lo de los puntos 7, 8 y 9 le llamaremos «activo inmovilizado». Le parece bien yse ríe, porque me dice que cuando está nervioso lepega patadas a la papelera, que se convierte en esemomento en activo circulante, porque rueda portodo el despacho.

99.Y como no le dejo poner el capital, no ponemosmás cosas, pero veo que vuelve a escribir en elmantel: «No olvidarme de que el edificio está hipotecado».

Ahora le pido que llame a su oficina y que preguntecuántos euros hay de cada cosa. Y después de varias llama-das escribimos el activo, o sea, lo de la izquierda, o sea, loque tenemos (no digo, o sea, Bartolomé, porque no me pa-rece serio empezar a modificar palabras que la gente, engeneral, ha aceptado desde hace muchos años).

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Sale lo siguiente:

ACTIVO

En la caja de San Quirico 10.000 €

En la caja del pueblo de al lado 2.000 €

En la cajita pequeña del despacho 50 €

Le deben los clientes 1.300 €

Lo que le costaron las existencias 2.000 €

Los muebles, las papeleras, etc. 1.000 €

El ordenador 100 €

El edificio (descontadas las amortizaciones) 180.000 €

TOTAL ACTIVO 196.450 €

Nota: Las cifras que me dio mi amigo no eran tan redon-das. En la caja del pueblo de al lado, por ejemplo, tenía2.113,67 €. Pero me resulta más fácil poner cifras «gordas»,para entendernos más fácilmente. A mi amigo le parece muybien. Dice que no se acaba de acostumbrar a lo de los 67 cénti-mos. Que le gustaba más antes, cuando eran 65 céntimos o 70.

Vamos a por el pasivo. A mi amigo le preocupa eso deque tenga que sumar lo mismo que suma el activo. Le tran-quilizo y le digo que enseguida se enterará. Y hacemos lalista de lo que debe.

100.Y como lo que le quita más el sueño es la hipoteca,empieza por ahí.

101.Luego seguimos por lo que él debe a losproveedores, porque no todas las existencias están pagadas.Y si hemos puesto a la izquierda lo que valen, habráque poner a la derecha lo que debemos.

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102.Tiene un crédito pequeño de la otracaja de ahorros.

103.Y después de más llamadas sale losiguiente:

PASIVO

Lo que todavía debe de la hipoteca que tienecon la caja de ahorros de San Quirico

82.000 €

Lo que todavía debe del crédito que tieneen la caja de ahorros del pueblo de al lado

1.000 €

Lo que debe a los proveedores 500 €

TOTAL EUROS 83.500 €

Le digo: «¡Ya está!». Y él: «Pero¿cómo va a estar, si el activo y elpasivo no coinciden?».

En primer lugar, le explico queno se dice «coincidir», sino«cuadrar». A mi amigo no leimportan nada las sutilezas y, para nometerse en terrenos que no domina,me contesta: «Llámale como quieras,pero esto no casa».

Ya lo tengo. Utilizo el truco dedecir que el pasivo que hemos puestoes el «pasivo exigible», o sea, lasdeudas que tiene y que alguien noslas puede exigir. Mi amigo dice quela caja de San Quirico no es que laspueda exigir. Es que las exige. Y quecuando se retrasa tres días en el pagode la cuota mensual de la hipoteca,aparece el director de la caja congesto avinagrado para reclamárselo.Y añade: «Por cierto, ahora vienemenos. Ahora me llama por teléfonoel empleado que tiene allí».

Entonces cojo el activo de196.450 €, le resto el pasivo exigiblede 83.500 € y me salen 112.950 €. Ycon aire triunfal le digo: «Eso es loque vales. A eso se le llama 'fondos

propios'».

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A mi amigo le hace ilusión valer 112.950 €.. Pero tieneuna duda: «Yo, cuando empecé la empresa, puse 45.000 €que habíamos ahorrado mi mujer y yo. Y con eso empeza-mos a manejarnos. Fuimos vendiendo y así, hasta ahora».

Mi aire triunfal aumenta y le explico:

1. Tus fondos propios están formados por:

a. Lo que pusiste al principio, que lellamaremos capital

45.000 €

b. Lo que has ido ganando y no te hasllevado a casa

67.950 €

TOTAL 112.950 €

104.Y, aprovechando su desconcierto, le digo que loqueno se ha llevado a casa se llama «reservas». Y que,si no se hubiera llevado nada a casa (o sea, si nohubiera cobrado «dividendos»), las reservas seríanmayores y él valdría más.

105.Lo que pasa es que, si no hubiera cobrado dividendos,seguramente él, su mujer y sus hijos no habrían podidovivir lo bien que han vivido. Y no es que hayan hechoel loco, porque han vivido de una manera normal.

106.El dice: «O sea, que si me hubiera llevado cadaañolos beneficios y no hubiera dejado nada a reservas,andaríamos mal». Y a esa afirmación solo puedocontestarle: «Sí».

Repasa el mantel y tacha las dos cosas que había apun-tado. Eso quiere decir que lo ha entendido.

Y para rematar, hacemos el resumen de todo lo que he-mos discutido:

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ACTIVO

a. CIRCULANTE

Caja 12.050 €

Clientes 1.300 €

Existencias 2.000 €

b. INMOVILIZADO

Mobiliario e instalaciones 1.100 €

Edificio (descontadas las amortizaciones) 180.000 €

TOTAL ACTIVO 196.450 €

PASIVO

a. EXIGIBLE

Hipoteca 82.000 €

Crédito 1.000 €

Proveedores 500 €

b. FONDOS PROPIOS

Capital 45.000 €

Reservas 67.950 €

TOTAL PASIVO 196.450 €

Mi amigo ha entendido por quésiempre coinciden el activo y elpasivo y por qué el capital y lasreservas que se van haciendo seponen en el pasivo.

No es el único que ha tenidodificultades con esto. Yo tenía unamigo, muy amigo, un hombreimportante en Barcelona. Era elpresidente de una empresa familiarque ahora lleva brillantemente un hijosuyo. Cuando reunía a la junta deaccionistas, o sea, a su mujer, sushijos, sus herma-

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nos y sus sobrinos, les presentaba las cuentas y siempreacababa diciendo: «Y aquí está el capital, que no sé porqué extrañas razones, siempre aparece en el pasivo».

Cuando por fin acabamos el desayuno —hoy ha sidolarguísimo— pago, porque hoy me toca a mí, y me pregun-ta: «O sea, que si quiero vender la empresa, ¿solo puedopedir 112.950 €? Y la marca, ¿qué? Y el buen nombre quetengo, ¿qué? Y la representación que tengo de una empre-sa de Igualada, ¿qué?».

Entonces le digo: «Los 112.950 € son el valor con-table. Lo otro es el fondo de comercio. Si un día quieresvender tu empresa, tendrás que negociar lo que vale esefondo de comercio. Lo demás son habas contadas. El fon-do de comercio, no».

Y le pregunto: «Por ejemplo, ¿cuánto vale el nombrede «El Corte Inglés»?

Pone los ojos en blanco: «La tira», contesta.Bueno, pues eso es el fondo de comercio.Y remato: «Pero cuando vendas la empresa, por ejem

plo al indio que se quiere poner al lado, tendrás en cuentaeso y, además, la capacidad de la empresa para seguir ganando dinero en un futuro».

«El futuro nunca es suficiente. Eso es una película deJames Bond, creo», comenta. Le digo que la película se lla-ma El mundo nunca es suficiente, pero para lo que estamoshablando me viene de perilla. Y cierro: «Por si las moscas elfuturo no es suficiente, cuando negocies la venta ten claritoel valor contable, medio claro el fondo de comercio e inten-ta hacer números sobre el futuro que no sean una locura».

Y nos vamos a comer, que ya es casi la hora...

5VIVIENDO LA CRISIS.CRISIS DE CONFIANZA

Y DE RESPONSABILIDAD

¿DÓNDE ESTÁ EL DINERO?

n Barcelona me encuentro al director de mi agencia dela caja de ahorros de San Quirico. Cuando no está en elpueblo, es el de siempre. En San Quirico, ahora, andacomo agazapado. Escondido. Ha pasado de ser un perso-naje con prestigio a uno con desprestigio. Y eso no lo llevanada bien, como no puede resultar de otra manera. Comodice él: «Si San Quirico fuese como Nueva York, me iría dela Quinta Avenida a la Tercera, pero en San Quirico solohay una calle. Así que no tengo más alternativa que pasearpor Barcelona si quiero que no me vean».

Y me comenta: «Llevo tiempo haciéndome una pre-gunta. Solo me atrevo a hacérsela a usted porque sé queme comprende».

¡Claro que lo comprendo! Ha sido, en parte, «una víc-tima del sistema». Digo en parte porque, aunque realmen-

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te ha sido una de las víctimas (mucho menos que los in-versores de San Quirico, que han perdido todo), tambiéntiene su cuota de responsabilidad: algo podía haber hechopara enterarse de que lo que vendía era una «filfa», sobretodo unas cosas que vendía de los hermanos Lemán,como llama él a Lehman Brothers, esos que se han hundi-do en América. En el fondo piensa que si todos esos bri-llantes brokers están en la calle, él, que es un simple direc-tor de agencia de una caja de ahorros local en la que entróde conserje, puede acabar también en la única calle deSan Quirico.

Pero un poco culpable o no, es una buena persona. Leanimo a que me suelte la pregunta: «Oiga, todo ese dineroque se ha volatilizado, ¿dónde está? ¿Quién lo tiene? ¿Sehabrá quedado algo el presidente de mi caja? Es que le viel otro día con coche nuevo. ¡Y qué coche! Porque no mecreo que ese dinero haya desaparecido. O no quiero creér-melo. El dinero no se disuelve en el aire... creo. Y a mí, depequeño, me enseñaron que la materia no se crea ni se des-truye, se transforma. Y el dinero es materia. O era».

A pesar de que estamos al aire libre, paseando por laDiagonal, sigue señalando hacia arriba cada vez que habladel presidente de su caja. Tiene un sentido jerárquico-mili-tar que muchos lo quisieran (en sus subordinados). A lomejor, pienso, con menos espíritu jerárquico y más sentidocomún y de negocio, esto de la crisis hubiese sido de otramanera. El otro día me enviaron un mail donde explicabanlos planes de bonus de los máximos responsables de los ban-cos y cómo este sistema bajaba en cascada hasta los vende-dores de hipotecas... Demasiada jerarquía y dinero. Dema-siada irresponsabilidad y ambición.

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Pero puestos a pensar sobre dónde está el dinero,opino que lo mejor es ir discurriendo con él. Así, si enalgún momento me quedo enganchado, él continúa, y alrevés.

Y empezamos a seguir el rastro del dinero:

107.El banco de Illinois tasó la casa del ninja en 70.108.Los del banco sacaron cien de la caja fuerte

(queestá en el sótano, porque en Illinois tampoco sefían mucho unos de otros) y se los dieron al ninja,al que, previamente, le habían convencido de laconveniencia de tener una casa que miraba al mar.Dinero en poder del ninja. Hasta aquí está muyclaro.

109.El ninja:

a. Paga 70 a la inmobiliaria. Dinero en poder de lainmobiliaria, que paga sueldos, proveedores, etc.Dinero en poder de todos estos señores.

b. Invita a cenar a otros ninjas. Dinero en poder delrestaurante donde han ido a cenar. El dueño delrestaurante paga las materias primas, la luz, lossueldos, el agua, etc. Dinero en poder de todosestos señores.

c. Se compra un coche. Dinero en poder del concesionario, que, a su vez, paga a empleados, etc.

d. Se va de vacaciones. Dinero en poder del hotel,de la gasolinera donde ha repostado, de la discoteca donde se ha ido con su mujer y se ha sopladoun par de whiskies, etc. Y, como consecuencia,de los empleados, etc., de cada uno de estos lugares.

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e. A la vuelta compra unos muebles para la

casa,

un poco mejores que los que hubiera

comprado

normalmente, porque la casa los merece.

Dinero

en poder de los que venden los muebles, los

cua

dros y las lámparas y de las personas y

empresas

relacionados con ellos.

f. Se guarda dinero para gastos de bolsillo.

Dinero

en poder del ninja.

g. Mete un poco de dinero en un fondo de

inver

sión garantizado. ¡Grave error, porque no

pre

guntó quién lo garantizaba! Dinero en poder

del

fondo de inversión, que habrá que ver dónde

lo

ha invertido.

h. Paga el colegio de los niños. Dinero en poder

del colegio.

110.Hacemos un parón para respirar y decimos: osea,que, gracias al banco, al ninja y al invento deestashipotecas, se ha animado la economía de Illinoisyhasta la de algún Estado cercano.

111.Como todos sabemos, el banco de Oklahoma,elde Dakota del Norte y el de Dakota del Surcopianel modelito y siguen animando la economía.

112.Incluso, hasta pagan impuestos. Dinero en

poder

de Hacienda, de los ayuntamientos y de la policía

de

trá

fic

o

(elninjaibaademasiadavelocidadconelcochenuevoporlaautopistadeIllinois alcielo).

113.Tambiénsabemosqueesos

bancos empaquetan lashipotecas y venden los paquetitos por elmundo.Y la rueda sigue, porque tienen más dinero yaúnhay ninjas a los que prestar dinero.

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114.Los bancos del mundo compran los paquetitosconun descuento, porque para eso adelantan el dinero.Como consecuencia, tienen beneficios, que emplean en sus negocios, dando créditos más o menos sanos e incluso buscando ninjas europeos oasiáticos. Y la rueda sigue.

115.No todos los ninjas fallan. Algunos vanpagando.Y la rueda sigue.

10. Pero:

a. Un día el mercado inmobiliario americano empieza a ir hacia abajo.

b. Y ese mismo día el mundo (sí, sí, el mundo) empieza a sufrir, porque el mundo (sí, sí, el mundo)se ha metido en un lío espantoso.

11. De paso:

a. En todo el proceso, ha habido unos cuantos(me parece que muchos cuantos) que han idocobrando bonus muy bonitos en dólares o eneuros o en lo que sea. Por supuesto, no en productos estructurados, porque uno puede ser temerario (incluso «delictivamente temerario»,tanto como para que el FBI empiece a investigarlos), pero tonto, no.

b. Y estos también han entrado en la rueda, condólares, euros, etc., de verdad, no basado en hipotecas ni en nada, sino de verdad.

c. Y se han comprado el coche de rigor, se han idoa las vacaciones de rigor y, cuando han decidido terminar la juerga, hasta es posible que, con

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lo que les queda, hayan abierto una cuentecillaen las islas Caimán, porque allí hace muy buentiempo y las playas son muy agradables.

116.Hemos llegado al paseo de Gracia. El directordela agencia de la caja de ahorros de San Quirico estápálido. Nos metemos en una cafetería para tomaralgo y que se reanime.

117.Y me dice: «O sea, ¿que el dinero lo teníamostodos,lo hemos gastado todos y no hemos ahorrado nada,excepto los de las islas del cocodrilo ese? Y ahora,¿cómo se lo explico yo al juez de paz de San Quirico, que anda detrás de mí hace días? ¿Cómo ledigo que ese dinero no está? ¡Que es un juez, porel amor de Dios! ¡De paz! ¡Pero juez...!».

118.Y me dice: «Yo no vuelvo». Y acaba laconversación preguntándome: «¿Cómo se va a esas islas?¿Usted cree que allí encontraré empleo?».

El domingo siguiente me lo encontré en misa de ochode la tarde, en San Quirico. Había vuelto al pueblo. Me dicuenta de que cuando llegó el momento de dar la paz nomiró a nadie a los ojos. A mí, sí, pero con una mirada quepartía el alma.

M IRADAS QUE PARTEN EL ALMA : MI CRISIS. ILLINOIS

ME HA DEJADO EN EL PARO

Es una cara que he visto más de una vez últimamente.Debe de tener que ver con la crisis o más bien con el des-

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concierto que provoca la crisis. Y me acuerdo de un amigomío de Barcelona, de esos que iban muy rápido y de agen-da sobreocupada y multitud de viajes y que ahora le hanfrenado en seco. Porque mi amigo, a sus cincuenta años, seha quedado sin empleo. Digo sin empleo y no sin trabajoporque ahora tiene un trabajo importantísimo: buscar tra-bajo.

Pero sigo con mi amigo. Después de veinte años tra-bajando en la misma empresa, a la que llegó con su bri-llante carrera de ingeniero y su brillante máster, se haquedado en la calle. Ahora ya todo brilla menos: su carre-ra ya no es lo que era y su máster parece que tampoco.Y además es mayor. Trabajaba en una empresa que hacecoches. Y parece que los sigue haciendo, pero vende me-nos. Mucho menos. Parece que el cierre del crédito hasido devastador para la venta de coches y que esa menorventa ha hecho que, junto con mi amigo, hayan salido ha-cia la cola del paro más de mil personas de esa misma em-presa.

Mi amigo jura en arameo sobre Illinois y los créditosdados a los ninjas. Piensa que si todo hubiese sido más éti-co, con menos riesgo, con más sentido común por los ban-cos, las agencias de rating y los gobiernos que lo permiten,él no se encontraría en esa situación. Le digo que sí, quetiene razón, pero que eso es «refocilarse en lo mal que estátodo» y que lo que tenemos que hacer es pensar para en-contrar alguna solución al problema (problemón, que diríami madre) con el que nos encontramos. O sea, de nuevo,intentar sacar el mejor partido posible a una situación con-creta. Y este es el mejor momento para ser heroicamenteoptimista. Porque ahora cuesta.

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Está, por ahora, tranquilo porque veinte años dan paramucho y el acuerdo de salida no ha sido malo del todo.Pero sabe que el dinero no dura siempre, que las universi-dades de sus cuatro hijos no son baratas y que, cosa que élcree muy importante, tiene que trabajar para no estar sinhacer nada, porque ni sabe ni quiere. No hace más quedecir que el hombre fue hecho para trabajar. A veces sepone más profundo y dice que el Génesis afirma que fuecreado ut operaretur, para que trabajara. Cuando dice eso,me deja sin argumentos. Y pido a Dios que mi amigo deSan Quirico no se entere, porque estudió latín de peque-ño, le gusta bastante y no perdería oportunidad de decír-melo.

La mujer de mi amigo el de la fábrica de coches trabajaen una empresa de confección de Barcelona, que tampocoanda muy boyante.

Así que le invito a desayunar, no al bar de San Quirico,sino a uno al lado de casa en Barcelona. No es lo mismo.Es más fino y ni los bocadillos ni el vino son igual de con-tundentes que los de «nuestro» bar. Además, las servilletasson de tela, lo que de entrada supone un problema: las ser-villetas de tela no se pueden encuadernar. Así que pedimosalgunas de papel, un par de bocadillos y un par de copasde vino y empezamos a hablar y a discurrir para ver si senos ocurre algo que hacer para ayudarle. Y se nos ocurrenuna serie de cosas. No sé si esta serie de cosas leayudarán a él o cualquier otra persona a superar esemomento, pero las pongo por si las moscas:

1. Hay que buscar trabajo. Lo que resulta claro. Perohay que entender que ese es nuestro trabajo princi-

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pal. Tenemos que dedicar ochohoras al día y siete días a lasemana a buscar trabajo. O apensar si sabemos hacer algoque nos ayude a tener unosingresos. Y si no se nos ocurrenada, a buscar trabajo, mientrasseguimos discurriendo la manerade conseguir ingresos. Nopodemos quedarnos en casaesperando, por muchas razones,pero, sobre todo, porque no haynada que esperar. Nadie va avenir a buscarte. Lo que hagastú es lo único importante. Siluego alguien te ayuda —noconfíes en exceso—, pues mielsobre hojuelas. Cuanto antesseamos conscientes de eso,mejor que mejor.

Es distinto estar en el paro queestar parado. Lo del paro le puedepasar a cualquiera (que se lopregunten, por ejemplo, a todos losque, con pinta de triunfadores,decían que trabajaban en la centralde Lehman Brothers y que, de undía para otro, se encontraron por laQuinta Avenida de Nueva York conuna caja de cartón con suspertenencias, directos a la cola delparo de Nueva York con otrosbrillantes ejecutivos de fondosestructurados). Lo de estar «parado»no te puede pasar nunca, muchomenos cuando estás en el paro. Hayque moverse. Y eso lo vemos claromi amigo y yo.

2. Eso significa que hay quediscurrir a ver cómo lo hacemos.

Como el vino ayuda a pensar(y como ha quedadodemostrado, las botellas deCalvados de mi amigo JuanAntonio también) se nosocurren algunas cosas que hayque hacer:

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a. El trabajo se encuentra cuando la gente sabe queestás buscando trabajo. Por lo que hay que decirlo. Por supuesto no hay que publicarlo en El Heraldo de Aragón ni en El Correo de San Quirico,pero no tiene que ser un secreto. Y esto debe serasí por dos razones:

0 Primera, porque la gente, al final, se entera. Yes mucho mejor que la gente que te quiere yque te puede ayudar se entere por ti de queestás buscando trabajo.

0 Porque levanta la moral y levanta oportunida-des, que ayudan a seguir con la moral alta, enun periodo en el que tener la moral baja escomún.

b. Escribe lo que has hecho en tu vida de maneraordenada. A eso le llaman curriculum. Te lo pedirán en casi todos los sitios a los que vayas abuscar trabajo. Hazlo claro y pide consejo a alguien de criterio que te pueda ayudar.

c. Veinte años dan para mucho. Y en esos años hasconocido mucha gente en el sector donde traba-jabas. En ese o en el sector vecino. Y esa gentepuede tener una buena opinión sobre ti. Pues atodas esas personas hay que ir a verlas. Con cier-ta prisa, antes de que te «pases de moda» en elsector y tu experiencia ya no interese tanto.

d. Hay empresas serias y páginas de Internet serias que se dedican a la búsqueda de directivos.Hay que ir a ver a esas personas y meterse en esaspáginas de Internet. Hay que conseguir entrevistas. Y luchar esas oportunidades con toda la ilu-

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sión con la que uno sea capaz en esa situación. Ytras las entrevistas, ir «molestando» de cuando encuando y con prudencia a esas personas. Tododebe ir encaminado a que no se olviden de ti.

e. Por el mero hecho de vivir, conoces gente. A ve-ces mucha. Y a veces gente que está en posiciónde ayudarte: empresarios o directivos de empresaa los que les puede interesar mucho tu curricu-lum. Llámalos y ve a verlos. Ten en cuenta que,aun en época de crisis, las empresas buscan per-manentemente gente válida para trabajar.

£ Esto de conocer gente, que antes se llamaba «co-nocer gente», ahora se llama tener network. Pues¡a networkear todo lo que se pueda! ¡A molestara todo hijo de vecino! Y el que se moleste, queno se molestará casi nadie, pues peor para él. Yase desmolestará.

g. Piensa en lo que sabes hacer. Y piensa si puedesponer en marcha algo. Un «negociete» de lo quesea. Solo o con amigos. Busca la manera de ha-cerlo. Un hijo mío ha escrito un libro sobre suoficio, que es el de consultor de empresas, don-de explica qué hay que hacer para asesorar em-presas. No digo que haya que comprarlo ni queleerlo, pero si consigues hacer algo que interese alas empresas, puedes tener ingresos por esa vía.O por cualquier otra que se te ocurra.

h. (Releo el punto anterior y digo: «¡¿Y por qué nohe de recomendar que lo compren o lo lean?!».Pues lo recomiendo: Soy consultor (con perdón),Carlos Abadía, Empresa Activa, 2009).

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119.Hay que hacer más grande el «colchón económico».Por si tardas más de lo que crees en encontrar trabajo. Y hay que pensar cómo hacemos esto, antes deque no tengamos dinero, antes de que el banco noesté dispuesto a ayudarnos, aunque siempre esté dispuesto a vendernos bonitos productos estructurados.

120.Y eso hay que hacerlo con toda la alegría de laqueseas capaz. Y esto requiere mucha fuerza de voluntad y paciencia. Al final el trabajo sale en los lugaresmás insospechados. Pero durante ese periodo, tienesque conseguir que en tu casa «todo siga como siempre». Te has quedado en el paro. Puede ser un drama para ti. No lo hagas drama familiar. Aunque tecueste.

Días después le repito esta perorata a mi amigo de SanQuirico. Me dice: «Te entiendo». Y me enseña lo que haapuntado en la servilleta:

121.La crisis es global y afecta individualmente.122.Que afecta individualmente significa que el daño

quehace se concreta en personas, que se van al paro,pierden sus ahorros, pierden la esperanza, o pasanpor crisis familiares. A veces todo junto.

123.En este lío mundial tenemos queresponsabilizarnosindividualmente, porque si no, nos llevarán a su antojo. Porque gente sin criterio ni opinión propia esmás fácil de manejar.

Y, extra servilleta, añade: «Y lo peor es que me dices queluego quieres hablar de la ética, o sea, que me temo que vas

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a decirme que además hay que ser honrado. Yo no me fíode nadie. Aquí ha habido una falta de ética empresarial queno se la salta un gitano. Y si no es importante para ellos,tampoco para mí. Estoy pensando no pagar impuestos»,remata.

Sonrío para mí pensando que sí, que justo lo de la éticaes lo más importante. Pero como no se trata de contarletodo lo que pienso sobre el tema en un desayuno, le digoque por ahí van las cosas y nos vamos cada uno a su casa:él a trabajar y yo a San Quirico, donde Helmut duerme,como casi siempre, tumbado en el jardín y el petirrojoanda por la cocina, mientras me preparo un café para po-der seguir escribiendo. Aunque la realidad del jardín deSan Quirico es una buena realidad, es el momento de aso-marnos a lo bueno... y a lo malo. A la ética.

LA ÉTICA

Y sí, es cierto, en este tema ha habido una gran falta deética. Pero bueno, vamos a pensar sobre la ética. ¿Cuán-tas éticas hay? ¿Es la misma ética la ética en la empresa, oen la política, o en la familia, o en la vida en general? ¿Serelacionan de algún modo entre sí?

En los medios de comunicación de repente aparecenconceptos y expresiones que empiezan a repetirse y acabanformando parte del vocabulario normal. Se habla con na-turalidad de solidaridad, de tolerancia, de la corrupción...y de la ética. Estos temas nos preocupan a todos, pero, se-guramente, nunca nos hemos planteado si lo que yo en-tiendo por tolerancia es lo mismo que entiendes tú y si mi

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comprensión del asunto es algo distinto de lo que otrosopinan que es.

En este marco de utilización de conceptos «nuevos»,no porque sean nuevos, sino porque, por una razón u otra,se han puesto de actualidad, aparece con frecuencia la pa-labra «ética», que se repite bastante. Y muchas veces se lepone adjetivos. Se habla de la ética socialista, de la éticaempresarial, de la ética de Occidente contrapuesta, en oca-siones, con la ética de los países de Oriente, de la ética de-portiva, de un montón de éticas en función de si uno lepega patadas a un balón, es carnicero, afiliado al «PartidoColorao» o miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguri-dad del Estado.

Pero con menos frecuencia se habla de la ética sin adi-tivos. O sea, de la ética sin adjetivos. El Diccionario de laLengua Española de la Real Academia define la ética como«aquella parte de la filosofía que trata de la moral y de lasobligaciones del hombre». Y de la moral dice que «se re-fiere a las acciones de las personas desde el punto de vistade la bondad o de la malicia».

En esta definición de la Real Academia hay tres pala-bras en las que me quiero fijar:

Y La palabra «filosofía» (la ética es una parte de la filosofía).

Y Las palabras «bondad» y «malicia».

Empezando por la palabra filosofía, tenemos que re-cordar que etimológicamente quiere decir «amor a la sabi-duría», por lo que podemos pensar como primera conclu-sión que cuando alguien habla de «ética», está refiriéndose

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a cosas que tienen que ver con la sabiduría, no en el senti-do de saber muchas cosas, sino en el sentido más popular:«Es un sabio», se dice de una persona que siempre da elenfoque correcto a cualquier tema que se le plantee.

Y empalmando con las palabras «bondad» y «malicia»podemos pensar que esto de la ética se preocupa de seña-larnos, de acuerdo con la sabiduría, lo que hay que hacerpara:

Y Saber en qué consiste la bondad o malicia de lascosas.

Y Actuar en función de ese saber. O sea, para decir:«Yo sé que esto es bueno: lo hago. Yo sé que esto esmalo: no lo hago». O bien: «Yo sé que esto es malo,y lo hago sabiendo que es malo». Como decía aquel:«No sé lo que me pasa. Todo lo que me gusta o especado o engorda...».

Siguiendo adelante, para saber en qué consiste la bon-dad o la malicia de las cosas deberíamos tener una vara demedir, algo que nos sirva para decir: «Esto es bueno o estoes malo».

¡QUÉ HORROR: UNA NORMA MORAL OBJETIVA!

Esta vara de medir es lo que podemos llamar «la normamoral objetiva», nombre que hoy no solo no está de moda,sino que provoca escalofríos y temblores con muchísimafrecuencia. Escalofríos y temblores que se traducen a vecesen ataques virulentos.

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Pongo un ejemplo sobre lo que quiero decir. En todoslos coches hay un manual de instrucciones. Mi coche vamuy bien. Se pone a ciento noventa kilómetros por horasin darme cuenta. Y a doscientos veinte sin mucho esfuer-zo. Además, yo soy libre. Por tanto, cuando voy a cientonoventa, puedo poner marcha atrás. Porque me da lagana.

Lo que pasa es que en el manual de instrucciones queviene con el coche el fabricante ha puesto que, para ponermarcha atrás, el coche tiene que estar parado. No dependede lo que yo opine. Es así. Aunque la familia se reúna yvote unánimemente lo contrario, si pongo marcha atrás aciento noventa por hora, rompo el coche.

En nosotros sucede lo mismo. El manual de instruccio-nes, en nuestro caso, se llama ley natural, que es lo que hellamado la norma moral objetiva. Por lo que, ley natural onorma moral objetiva, lo que cabe esperar es la misma do-sis de escalofríos y temblores ante las dos palabras. Ya sa-béis que soy católico, y creo que esta ley natural la ha pues-to Dios dentro de nosotros y nos dice: esto es acorde contu naturaleza, esto no es acorde con tu naturaleza.

Esa ley natural está recogida en lo que el fabricantepuso en nuestro manual de instrucciones. Por tanto, sihago caso a esa ley natural ya tengo una unidad de medir ypuedo decir: «Esto está de acuerdo con mi manual de ins-trucciones y esto no está». La ley natural es algo aceptadouniversalmente.

Por ejemplo. En cuestiones de fútbol, yo soy del Zara-goza. Por tanto, no me importa nada lo que pase en el Bar-celona o en el Madrid. A veces, si se ponen muy prepoten-tes, me gusta que pierdan.

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Cuando hace algunos años un gran jugador del Barce-lona fichó por el Real Madrid, el entrenador del Madrid,que no sé quién era, tuvo la brillante idea de llevarlo a ju-gar al campo del Bar^a.

Pues bien, allí hubo ciento veinte mil personas gritandoa un señor por considerar que había sido desleal. (No sé silo había sido, pero como ejemplo, me va bien).

Todos ellos gritaban porque consideraban que la des-lealtad es algo malo. Ahí habría católicos, agnósticos,hinduistas... Y todos miraban internamente su «manualde instrucciones» que dice que, si eres leal, funcionasmejor.

Lo mismo pasa cuando, por ejemplo, y salvando las in-finitas distancias —ese jugador no era un delincuente—,un banquero estafa a sus clientes, detienen a uno que habíarobado cinco motos, hay una matanza suicida en Arkansas,hay tanta violencia en una ciudad que el 51 % de los habi-tantes se iría de ella, un ayuntamiento es corrupto, etc. To-dos decimos: eso está mal.

Pero puede ocurrir, y de hecho ocurre, que yo diga:«La ley natural no existe. La norma moral objetiva no exis-te. Existen solo normas morales subjetivas».

¿Qué pasa entonces?Pues lo primero que pasa es que la norma moral objeti-

va sigue existiendo. Pasa, en segundo lugar, que hay unoscuantos coches que van por la calle haciendo caso omisodel manual de instrucciones. Pasa, como consecuencia, quehay coches que no funcionan, que tienen accidentes, que cho-can con otros y que se quedan tirados por las carreteras.

Pasa lo que pasa, lo que leemos en los periódicos o loque vemos en la televisión o lo que nos ha ocurrido en el

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recibo de la hipoteca. Que hay gente que ha decidido fun-cionar como si no existiese un fabricante, como si la normamoral objetiva debiese ser sustituida por normas moralessubjetivas.

De igual manera, hay muchas personas que dicen: «Yoactúo según mi conciencia». Hay que aclarar que esto esfundamental, pero que no es suficiente. Porque actuar enconciencia puede ser muy malo si no tengo la concienciabien formada o si descuido formarla constantemente, in-tentando conocer a fondo la norma moral objetiva e inten-tando adecuar mi actuación a esa norma moral objetiva.Para que mi normal moral subjetiva sea coherente con lanorma moral objetiva. A eso le llaman tener la concienciabien formada.

He dicho formar constantemente porque las cosas secomplican y porque muchas cosas que hace algunos añosestaban claras, hoy están menos claras, porque la cienciaha avanzado o porque las situaciones se han vuelto máscomplejas con la revolución que se ha producido en lascomunicaciones. La globalización tiene esas consecuen-cias. Alguno de vosotros, al llegar a casa, puede enviarleun mail a una prima suya que vive en Dakota del Norte.De lo que dice y hace una persona en Dakota del Norte meentero yo inmediatamente en San Quirico. Y yo, en SanQuirico, ese día tengo que formar mi opinión sobre loque ha dicho el de Dakota. Y si se me ocurriese escribir-lo, habría una señora en Chechenia que se enteraría ma-ñana por la tarde. Si yo tengo las ideas claras, le habríahecho un favor a la señora de Chechenia, y si no, le ha-bría hecho una faena. Faena que será completa cuando laseñora de Chechenia, aprovechando la «paz» que hay

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ahora allí, reúna a sus nietos después de comer y se locuente.

¿Y cómo se forma constantemente la conciencia? Por-que si me creo lo que acabo de decir, me puede entrar unmareo y decidir no leer nunca más un periódico ni ver latelevisión y llegar a la conclusión de solo haré «lo que mediga el Papa».

Lo cual puede ser una buenísima conclusión, a la quese llega por desesperación, o sea, por el camino equivoca-do. Porque las personas que tienen una mediana calidadintelectual deben estar al día con mucha lectura valiosa ymucha conferencia valiosa, obviando la basura y dejándo-nos aconsejar por personas decentes y de confianza (perso-nal e intelectual) que, gracias a Dios, hay bastantes. Y estohará que tengamos el buen olfato.

Y cuando escribía estas páginas, al llegar aquí, tuve lasensación de que me había ido fuera del título de esteapartado. Pero luego me tranquilicé porque no se me ha-bía olvidado el título. Lo que pasa es que no había intro-ducido otro concepto, que no es más que una aplicacióndel sentido común, y que es el concepto de unidad devida.

La unidad de vida es la coherencia. Es la característicaque tienen las personas que actúan del mismo modo en suvida personal, en sus relaciones con la familia, con suscompañeros del trabajo, con sus clientes, con sus provee-dores, con sus amigos y con los empleados del supermer-cado.

Decía que esto no es más que sentido común. Me ex-plicaré:

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>- Yo tengo un despacho en la calle Balmes de Barce-lona.

>- Tomo café en el Flash Flash, en la calle de la Grana-da del Penedés.

>■ Vivo en la calle Torras i Pujalt de la misma ciudad.>- Viajo con alguna frecuencia a muchos sitios a dar

conferencias sobre la Crisis Ninja.>■ Tengo hijos que viven en Barcelona, Madrid, Valen-

cia y Zaragoza.>* Lo normal será que sea leal y justo con mis compañe-

ros del despacho, con mi mujer que vive en casa, conlos hijos a los que veo en los viajes y a los que estánen casa. Y que no cuente por la calle cosas de las per-sonas de la central nuclear de Trillo, donde trabajéun tiempo.

Y eso que digo de la justicia y la lealtad lo podría hacerextensible a muchas facetas de mi comportamiento en lavida.

Con este enfoque no es que no pueda actuar nunca malen la vida. A veces lo haré, peso si sé que está mal y si esverdad que quiero ser coherente, intentaré rectificar.

Cuando un día me levante con el pie cambiado y me dépor actuar mal, si soy coherente conmigo mismo, no podrédecir que estoy actuando bien. Tendré que reconocer queestoy actuando mal, porque me da la gana, que es una ra-zón muy respetable.

Por eso, la ética en la familia, en la empresa, en el de-porte, es una misma ética. Ya he dicho que no me gustanada la ética con adjetivo. La ética es ética en la persona,que se traduce en:

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124.Cosas concretas cuando estoy con mi familia.125.Cosas concretas cuando estoy en la empresa.126.Cosas concretas cuando estoy en cualquier sitio.

Cosas concretas que serán coherentes entre sí porquetodas ellas se habrán hecho de acuerdo con el manual deinstrucciones.

Nuestras convicciones van con nosotros allá donde va-mos. A veces las dejamos en el guardarropa junto con elabrigo, hacemos el animal y las recogemos a la salida —con-vicciones y abrigo—, antes de irnos a casa.

Por eso, cuando oigo que en no sé qué selva lo normales matar al prójimo por cualquier motivo, por lo que dedu-cen que matar al prójimo no está mal, sino que depende delas convenciones sociales, yo pienso, y a veces digo, que esaconvención social es intrínsecamente mala. O sea, mala ensí misma.

Lo normal será que, hablando de justicia y de lealtad,yo intente vivir la justicia y la lealtad con mis compañerosde trabajo en el despacho de Balmes, trabajando bien, ayu-dándoles y no criticándoles.

Yo intente vivir la justicia y la lealtad (las mismas) conlos camareros del Flash Flash, pagándoles las consumicio-nes y tratándoles correctamente.

Yo intente vivir la justicia y la lealtad con mi mujer ycon mis hijos, no guiñándole el ojo a una señora que meencuentre en el Flash Flash y quedando con ella para to-mar unas copas en el Just In, que es otro de la misma calle.

Yo intente vivir la justicia y la lealtad con los de la cen-tral nuclear de Trillo no contando por ahí las cosas que amí me cuentan en mi trabajo profesional.

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He repetido tantas veces las mismas porque son lasmismas. Porque sería ridículo o esquizofrénico que le pu-siera adjetivos a la palabra justicia y lealtad y que dijeraque vivo la justicia y la lealtad profesional, pero no la con-yugal, pero no con mis amigos, pero no con los camarerosdel Flash Flash. Entonces sería una persona incoherentecon mis principios, por lo que viviría en permanente con-tradicción entre lo que creo y lo que hago. Y así no hayquien viva bien, porque la esquizofrenia siempre ha sidouna enfermedad molesta, para el que la sufre y para losque sufren al que la sufre.

EL SENTIDO COMÚN. LA MEGUI

No hay que ser Einstein para haber dicho lo que heescrito en las líneas precedentes. Solo hay que discurrirun poco y, cosa muy importante y que ya he dicho, buscarlo que cada uno es, con sinceridad y como decían los quesabían, con amor a la verdad. Y con arrobas de sentidocomún.

Y aunque sea arriesgado en un libro como este, megustaría hablar un poco del sentido común. Yo no sé quées el sentido común, pero lo que sí creo saber es cuándoactúo con sentido común.

Nosotros teníamos, en San Quirico y en Barcelona, unachica de servicio de las de antes. De las de antes significade esas que entraron a servir en casa de mis abuelos a loscatorce años y murió en mi casa setenta y dos (sí, setenta ydos) años después. Por lo que me cuentan mis hijos, eso yano es así. Un hijo mío con siete hijos ha visto pasar a dieci-

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nueve chicas de servicio en trece años. O sea, que pareceque ahora es más difícil.

Se llamaba Margarita y no sé por qué razón, le inter-nacionalizamos el nombre y le llamábamos «la Megui». LaMegui era de un pueblo de Huesca. No sabía leer ni escri-bir. Pero tenía mucho sentido común. Daba siempre opi-niones acertadas ante los problemas que se le planteaban,poniendo toda la experiencia y ninguna formación acadé-mica, porque no la tenía.

Y rizando el rizo diré que lo que tenía la Megui era unamezcla de experiencia y concepción clara de loque estábien y lo que está mal, de acuerdo con la naturalezade lascosas.

Y a eso, que ya sé que puede ser muy discutible, le llamo sentido común. Y eso, que a veces seperfecciona conla formación, a veces se distorsiona con laformación. Porque es independiente de ella. Así, tú puedes conocergentecon mucho sentido común, como la Megui, ygente conmuchas carreras universitarias y máster por NuevoMéxicoy nada de sentido común. Y a poco que hablas congentete das cuenta de ese hecho.

Y aquí quiero exagerar un poco. Porque el sentido común sirve para muchas cosas: para entendersituaciones ydar soluciones a problemas que tienen que ver con elhombre y sus relaciones. Desde luego, no sirve pararesolverlogaritmos neperianos, que nunca he sabido quéson nipara qué sirven y que no he utilizado en los setentay cinco años que llevo en este mundo. Fijaos que nodigo queno se puedan resolver logaritmos neperianos con el

sentidocomún, pero sí, por ejemplo, darse cuenta de que unproblema de empresa, como es prestar dinero a quienno lo

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puede devolver (por ejemplo, a un ninja), se puede resol-ver con mucho sentido común.

Vaya, si yo voy a la Megui y le digo: «Megui, ¿dejamosdinero a un hombre que no gana nada, que no tiene nada niva a tener y que no tiene trabajo?». Estoy seguro de que sehubiese puesto en funcionamiento su sentido común y entreinta segundos (cuando era mayor ya no era tan rápida,hubiera necesitado cuarenta) habría contestado: «¡Anda afreír espárragos!». Y estoy seguro de que muchas decisio-nes supuestamente técnicas y vestidas de gran parafernaliajurídico-estratégico-financiera han sido tomadas por no séqué criterios, pero despreciando el sentido común y el másbásico sentido de los negocios.

Hace poco leí que, en la investigación que está hacien-do el Congreso de los Estados Unidos de América sobreuna de estas agencias de calificación de riesgos (agenciasde rating), han utilizado la transcripción de una conversa-ción mantenida por dos personas de las que se supone quetienen formación.

No me resisto a ponerla aquí porque es muy significati-va de en qué manos han estado nuestros dineros:

Ser humano 1: «Esta operación es ridicula».Ser humano 2: «Estoy de acuerdo. El modelo definiti-

vamente no captura ni la mitad de los riesgos».Ser humano 1: «No deberíamos darle un rating».Ser humano 2: «Le ponemos rating a todas las opera-

ciones».Ser humano 1: «Podrían haber sido estructurada por

unas vacas y tendríamos que ponerle rating».Y para ver esto no hay que ser un experto. Hay que

tener sentido común. No digo estos pobres hombres

VIVIENDO LA CRISIS... 145

que al final son víctimas de la falta de sentido de comúnde las alturas. Bueno, de la falta de sentido común, de laambición y de la estupidez. Que de eso va, al final, todaesta crisis.

6LA CRISIS. RESPONSABILIDAD GLOBAL.

RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL

M I AMIGO EL BANQUERO. LA CRISPACIÓN

1 engo un amigo banquero. En contra de lo que la gentepiensa, los banqueros también tienen amigos. La banca esotra cosa. Esa tiene pocos. El otro día me lo encontré porla calle. Había leído mi informe sobre la crisis y me dijoque si no era el más acertado, sí era el más divertido quehabía leído. Como consecuencia de eso, no sé si me estabadiciendo que soy un «graciosete», pero que no rasco niuna. Yo cuando me dicen estas cosas, sonrío y pienso quetienen toda la razón y que acto seguido sacarán su informesobre la crisis, menos gracioso pero más preciso. Pero nun-ca ocurre.

Después, sonriendo, añadió: «Ahora, lo que tendríasque hacer es sacar otro informe diciendo lo que hay quehacer para salir de la crisis».

Me picó un poco. Y pensé tres cosas:

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° «Si fuera capaz de escribirlo, no tendrías dinero sufi-ciente en tu banco para pagármelo».

0 «Si fuera capaz de escribirlo, te ibas a comer el infor-me página por página, delante de mí».

0 «Si fueras TÚ capaz de escribirlo, ya lo habríashecho».

Ya veis que en cuanto a uno le tocan el amor propio sele ocurren tonterías. Y eso me llevó a pensar sobre algoque para mí es importante: que habría que procurar no dara la gente motivos para picarse (sea en el amor propio o encualquier otro sitio). Las personas vivirían mejor. Menoscrispadas.

Porque cuando la gente está crispada, a menudo dicecosas de las que se arrepiente. Digo que «dice cosas» y no«piensa cosas» porque muchas veces conseguimos callar-nos y otras muchas las que decimos no las hemos pensadoantes. Y todo eso que decimos siempre deja una herida.Siempre. Y esas heridas a veces se curan y a veces no.Aunque se curen, toda herida deja una cicatriz. Y no digoque todas las cosas que se dicen sin pensar o pensando nose perdonen y hasta que se olviden, pero desde luego lacrispación no facilita el entendimiento.

Yo creo que todos tenemos que hacer un esfuerzo paraentendernos. Y que ese esfuerzo, que es bueno que haga-mos desde cualquier posición de la vida, es imprescindiblecuando se tienen responsabilidades de mando o dirección,y mucho más cuando esa responsabilidad es política. Por-que, en contra de lo que a veces se oye, todos esos «leña-zos» que se arrean los políticos no son un juego, porqueson empleados nuestros y, a mí por lo menos, no me gusta

LA CRISIS. RESPONSABILIDAD GLOBAL... 149

que mis empleados se peleen entre ellos. Porque se despis-tan y no hacen bien su trabajo.

Los políticos tienen que ponerse de acuerdo en pocas co-sas muy fundamentales. Y discrepar en todas aquellas que,siendo importantes, no son básicas para que el país vayaadelante. Y esas cosas en las que discrepan son las propiasde sus ideologías y allí, libertad, que significa que cada unopuede pensar lo que le dé la gana, respetando la vida, elpaís, las familias y la propiedad. Si no respetas nada de eso,estaríamos en un régimen injusto, y ahí habitualmente unohabla y el resto obedece aterrorizado. Pero bueno, en Es-paña, hoy, a mí me parece que cosas fundamentales haypoquicas. Por eso, cuando les veo pelearse agriamente porasuntos que nos pueden afectar gravemente, pienso que es-tán haciéndolo mal. Mal equivale a frivolidad irresponsableo, si os gusta más, a irresponsabilidad frivola. Y la frivoli-dad es algo que los que tienen responsabilidades políticasno se pueden permitir.

Por eso, la figura del perro de presa, faltón y «maledu-cadete», «graciosete» o no, dedicado a insultar al prójimo(sea a la oposición, sea al Gobierno, sea a los curas, sea a losdel gremio de los fontaneros, sea a quien sea) me ha pare-cido siempre una mala idea.

Por ejemplo, ante la situación de crisis económica glo-bal, severa, profunda, cuyas causas parecen estar claras perocuyos efectos son difícilmente medibles, se han reunido gen-te muy importante para sentarse y ver qué pueden hacer losgrandes países del mundo. Hablaban de que iban a redefinirel modelo económico capitalista (que es mucho redefinir).

Es una tarea difícil porque el modelo capitalista se sus-tenta en la capacidad de iniciativa del individuo, y para rede-

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finir eso habría que redefinir al individuo, y eso parece máscomplicado, aunque al ritmo que vamos, nunca se sabe.

Yo me conformaría con que pusiesen controles, entreférreos y muy férreos, para evitar que agencias de rating ybanqueros sin escrúpulos no nos la volvieran a jugar otravez. Pero no tengo mucha fe. Supongo que intentaráncambiar algunas cosas y, de paso, enterarse de cómo y aqué plazo va a afectar a la economía planetaria todo lo queha pasado. Y saldrán con algún acuerdo, que espero que in-cluyan medidas que ayuden, no solo al sistema financiero,sino a las empresas, o sea, a las personas.

Pues bien, imaginemos que el día antes de la reunión elmandatario británico insulta gravemente al estadouniden-se, el alemán se mete con España y el indonesio falta al res-peto a la mujer del mandatario francés. Y luego se sientana resolver el sistema capitalista. No digo que no pudieranhacerlo, pero el «ambientillo» no sería el más adecuadopara ponerse de acuerdo.

Pues bien, a nivel de país y en la situación actual, elGobierno y la oposición, sean del color que sean, tienen laobligación de ponerse de acuerdo. Y si cuando se van areunir aparece un señor insultando a una de las dos partes,cosa que ocurre con muchísima frecuencia, introduce unelemento que dificulta esa reunión, y que probablementehará que resulte más difícil hablar.

Ante una reunión planteada por el Gobierno a la opo-sición sobre un tema muy grave, el portavoz del Gobiernodijo días antes de la reunión que «daba igual, porque lareunión no iba a servir de nada». En fin, a mí que me ex-pliquen para qué ese señor tiene que abrir su bocaza deperro de presa.

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Esos perros de presa pueden ser muy graciosos, comolo era aquel que llamó a Adolfo Suárez «tahúr del Mississi-ppi con chaleco floreado». Pero, aunque tenía mucha gra-cia, en aquel momento era, sin más, una irresponsabilidad.Dicen que los políticos desayunan todos los días «tra-gándose un sapo». Me parece que eso entra dentro delsueldo. Pero ante situaciones difíciles tienen que hablarcon el menor ruido previo (y posterior) posible. Sin cris-pación.

Porque la crispación crispa no solo a los protagonistas,sino al resto de la gente. La crispación en el matrimoniocrispa a los hijos. La crispación en la empresa crispa a lostrabajadores. La crispación entre políticos crispa a todoquisquí.

Y creo haberlo dicho ya en alguna disquisición: si devez en cuando nuestros políticos se fueran a tomar un vinocon un bocadillo de jamón ibérico en el bar del pueblo deal lado de San Quirico, además de darle un susto de muerteal camarero, estoy seguro de que se pondrían más rápi-damente de acuerdo. O a lo mejor no, pero se lo iban apasar estupendamente. Y a lo mejor, incluso se hacían ami-guetes. Y entre amigos, todo es más fácil.

LA SALIDA DE LA CRISIS. LOS CRITERIOS

Me encuentro con el director de la caja de ahorros deSan Quirico. Está preocupado. Tiene un recado para mí,de sus jefes. Siempre que habla de los de arriba dice «misjefes». De este modo, nunca sé si el mensaje viene del pre-sidente de la caja, del director regional o de algún otro.

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Me dice: «Mis jefes dicen que me hagas recomendacio-nes para salir de esta». Entiendo que «esta» es la que estácayendo y quizá, también la que va a caer, aunque deseoque no caiga mucho más.

Le contesto que lo pensaré, que no crea que tengo lareceta, porque, como dice un amigo mío, «si la tuviera,aquí iba a estar». Pero que le daré vueltas y lo discutirécon gente que entiende. Le digo que no me pida urgencia,pero que le iré contestando a medida que se me ocurrancosas, si es que se me ocurren. Se va más tranquilo, tran-quilidad que le desaparecería inmediatamente si supieraa quién le llamo «gente que entiende».

Monto rápidamente un desayuno con mi amigo de SanQuirico. Le explico la entrevista con el director de la caja.Suelta un par de imprecaciones gordas y dice: «O sea, quedespués de lo que nos han hecho, ¿ahora quieren sopitas?».

Le convenzo de dedicar algún desayuno que otro aapuntar ideas en el mantel, porque con una servilleta notendremos bastante. Quedamos en decirlas desordenada-mente, pero intentando poner sentido común. No le hablode hacer brainstorming, porque, respetando las opinionesen contra, siempre me ha parecido algo así como JamesBond, pero, en lugar de «licencia para matar», «licenciapara decir bobadas, con la cara muy seria y sin peligro deque te echen a patadas». (Definición que, como se ve, noes admisible en ningún diccionario de management).

Mi amigo dice que para él España es como su familia.No por razones patrióticas, que quizá también, sino paradejar claro que lo que él haría en España es lo que pondríaen práctica en su familia si estuviese pasándolo mal o envísperas de pasarlo.

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Me gusta el enfoque, porque si el sentido común sirvepara lo pequeño, ¿por qué no ha de servir para lo grande?

Mi amigo va y me dice que lo primero es establecer loscriterios de actuación.

Y que como su madre le enseñó que lo inteligentesiempre es sencillo, de donde él deduce que lo compli-cado es propio de gente no inteligente, afirma que los cri-terios son dos.

Me quedo atónito. Porque si un personaje público quedebe de tener unos sesenta años ha dicho que esta es lacrisis más compleja que nos ha tocado vivir y mi amigocuenta que su madre decía que los complejos solo los tie-nen los simplejos, a mí solo me queda callarme, escucharrespetuosamente y tomar notas en el mantel.

Me atrevo a preguntar: «¿Dos?». Y él me contesta, muyserio: «Dos. Primero: no distraerse. Segundo: ser prudente».

Mientras pienso que mi amigo está en otra guerra,continúa: «En segundo lugar, hay que tener en cuenta lascosas sobre las que podemos actuar y las demás. O sea,para que lo entiendas: podemos actuar sobre lo de nuestrafamilia, sobre San Quirico, sobre Barcelona, sobre Espa-ña, algo sobre la Unión Europea, nada sobre Estados Uni-dos. O dicho de otra manera: puedo comprar en el súperde San Quirico o en el del pueblo de al lado, puedo alar-gar la vida de un pantalón, pero puedo hacer muy pocosobre el precio mundial de los alimentos o del petróleo.¿Queda claro?».

Mi amigo está inaguantable y dice lo que más me moles-ta: «Pero a ti, ¿qué te han enseñado en el IESE?». Y sueltael discurso de siempre: «A ver si va a resultar que yo, quesolo sé leer, escribir y las cuatro reglas, que me puse a traba-

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jar a los catorce años, y que me he pasado la vida llevandocamiones, voy a saber más que tú, con tanto diploma y tan-to Harvard». Me molesta especialmente porque el muybruto pronuncia Harvard como un amigo mío que es de lomás sofisticado que hay en Europa: Arvard, sin «H».

Ya he escuchado los dos criterios de mi amigo para sa-lir de esta. Y como me veo en la necesidad de aportar algo,aunque no sea muy original, añado uno más: el Optimis-mo. No para resolver toda la crisis, pero, por lo menos,para aclararme mis ideas, y de paso ayudar a los que lolean a aclarárselas también.

Por eso, cuando hablamos de crisis, podemos pensarsobre estos criterios para sobrevivir y, si somos capaces,salir de la crisis:

127.El Optimismo.128.No distraerse.129.La prudencia.

Son tres principios generales que han de servir para laspersonas, para las empresas y para los gobiernos. Vamos aexplicar un poco qué es lo que queremos decir.

EL OPTIMISMO

Hablar de Optimismo en la situación actual tiene unriesgo, que es el de que la gente te diga: «Te podías callar ycambiar de tema». Pero creo que es importante.

Hace muchos años, yo iba con frecuencia a un país enel que el terrorismo golpeaba fuerte. Tenía muchos amigos

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empresarios y directivos. Todos habían recibido una cartaamenazadora.

Alguien me invitó a una conferencia que se daba enuna universidad. No me acuerdo del título ni del nombredel conferenciante. Lo que sí recuerdo es que, ante miasombro, empezó a hablar del Optimismo.

Pensé que no era el tema más adecuado para aquel pú-blico. El conferenciante empezó diciendo que Optimismono consiste en decir que aquí no pasa nada. Y añadió:«Porque aquí pasan muchas cosas y muy graves». Y el pú-blico asentía. Todos ellos habían dejado a sus guardaespal-das en la puerta.

Y, animado por el asentimiento, el conferenciante dijo:«El Optimismo consiste en sacar el mejor partido posible decualquier situación concreta». Y aquella y esta de ahora erany son situaciones concretas.

Me impresionó mucho y, desde entonces, siempre quehablo del Optimismo lo pongo con mayúscula. Porquecon esa definición hay que ser optimistas siempre: cuandolas cosas van bien y cuando van menos bien. Cuando latasa de interés está al 2% y cuando está al 13%. Cuandoel negocio triunfa o cuando triunfa menos. Cuando un hijova bien y cuando se tuerce. Porque todo eso son situacio-nes concretas. Y en todas ellas cabe la posibilidad de seroptimista.

Siempre hay que luchar por sacar el mejor partido po-sible de cualquier situación concreta. Y luchar es diferentede no asumir la realidad. Hablo de lucha porque con mu-chísima frecuencia te encuentras optimistas que lo soncuando la vida les es de color de rosa. Y es justamente alrevés. Optimista hay que serlo, sobre todo, cuando la vida

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viene torcida. Y algunas veces esto no es fácil. Y algunasveces es heroico. Por eso hay que luchar, o sea, poner todala voluntad, y algo más, para ser optimista. Hay veces enlas que, cuando te muestras optimista, te encuentras congente que te mira como si fueras un bicho raro y piensa:«Este no se ha enterado». Pues bien, precisamente porquenos hemos enterado muy bien es por lo que tenemos que seroptimistas. Y vivir el Optimismo con serenidad.

Las crisis lo son más cuando las gestionan los pesimis-tas. No digo que haya que tomar decisiones temerarias enmomentos de crisis. Ni mucho menos. Pero tenemos mul-titud de ejemplos de empresas y personas que, ante una si-tuación de crisis, han optado por seguir invirtiendo pru-dentemente. Me decía un empresario amigo mío, que apesar de estar en un momento delicado en su empresa, ha-bía optado por mantener el personal (es una empresa pe-queña) y orientar a aquellos a los que iba a despedir haciauna mayor actuación comercial. «Puede ser que no me sal-ga bien —decía—, pero creo que, por lo menos, tenemosque intentar salvar los puestos de trabajo». O sea, sacar elmejor partido posible de una situación concreta. Y esohace.

Y hay muchos más ejemplos que nos ayudan a enten-der el significado del Optimismo. Leí el otro día que, en lasituación en la que estamos, una constructora catalana pe-queña ha comprado un terreno de trescientos mil metroscuadrados en China. Ha edificado catorce naves y las havendido a catorce pymes catalanas. Estas catorce empre-sas catalanas, en vez de estar en el Maresme quejándosede la competencia de los chinos, han dicho: «Señores, estaes una situación concreta, llevo todo el año quejándome

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de que los chinos me están fastidiando. Pues me hago chi-no y a por ellos». O sea, se han hecho chinos. Supongoque se han llevado los contramaestres catalanes y han con-tratado obreros chinos. No sé si les saldrá bien o mal,pero creo que esa es exactamente la actitud que hay quetener.

Y, en este caso, además, la Cámara de Comercio de supueblo les ha ayudado. Y esto es importante no por la ayu-da en sí, que también. Es importante porque, en general (yen situaciones de grave crisis, también), el Estado, los or-ganismos y corporaciones como las cámaras deben seguir ala persona y no la persona al Estado. Porque si te quedasesperando a que el Estado haga algo, te morirás de hambreo tu empresa se hundirá. Lo mejor es fiarse de uno mismo(y, en el caso de la constructora catalana, convencer a ca-torce más) y, cuando lo hagas, a lo mejor llega la ayuda delEstado o de quién sea.

Y lo mismo da ir a China o quedarse, como una empresa a la que ayudo que ha decidido parar su plan deexpansión previsto para el año que viene y dedicar partede losrecursos de ese plan a fortalecerse internamente,actualizando su sistema informático, pensando de formaoptimista que así, cuando pase la crisis, estarán en mejordisposición interna de afrontar el crecimiento.

Y como estos, miles de ejemplos.Ser optimista no es lo mismo que ser un ingenuo o un

«dinamitero loco» que, con independencia de lo que ocurrea su alrededor, tira para adelante sin ninguna considera-ción a la realidad. El optimista, precisamente porque co-noce de forma concreta la realidad, intenta sacar de eso lomejor posible.

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Y como colofón sobre el Optimismo hay que recordarque no es obligatorio estar hablando veinticuatro horas aldía de la crisis. Hay que evitar el que llamaré «saludo de lacrisis»: «Hola buenos días, ¿cómo está usted? Pues ya sabeusted, con la crisis...».

Hay que hablar de la crisis para salir de la crisis.

NO DISTRAERSE

Distraerse es, en una situación determinada de mayor omenor dificultad, hacer cosas que no ayudan a resolver esa si-tuación. O hacer como si no existiese y dedicarse a dar alpiste alos pájaros mientras no tienes comida para tu mujer o hijos.Distraerse es malo casi siempre. Excepto cuando vas paseandopor el campo precisamente porque has salido para distraerte.

Distraerse es, por ejemplo, aprovechando que la crisisha dejado en el paro a tu mujer o a tu marido y a ti, empe-zar a planear la reforma de la casa.

Distraerse es obviar o negar directamente la crisis y envez de centrarse en los asuntos críticos, dedicarse a la de-magogia poniendo ministerios de relleno a los que se lesda una publicidad extraordinaria para después dotarloscon cuatro duros. O sea, para declararlos oficialmente va-cíos de contenido. Es decir, además de distraerse, contra-decirse ante la opinión pública.

O abrir una embajada de una comunidad autónoma enlos Estados Unidos de América en medio de la crisis eco-nómica.

O que una ciudad que pertenece a esa comunidad au-tónoma abra un consulado, no se sabe para qué.

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O aprovechar una rotonda nueva, con un césped muybonito, para poner un monumento que no viene a cuento,y que habrá costado un pastoncillo.

Eso es distraerse. Y esas distracciones cuestan muchodinero. Y en estos casos molestan e indignan a los ciuda-danos.

Pues bien, en los momentos en los que hay problemas,hay que concentrar todas las fuerzas (fuerzas = trabajo, es-fuerzo, dinero, planes, acciones, etc.) en lo fundamentalpara sacar adelante la familia, en centrarse en el corazóndel negocio en la empresa, en los servicios esenciales en losayuntamientos y comunidades autónomas, en los gastosobligados e inversiones necesarias en el Estado. Y eso im-plica mirar con esos «ojos de recorte» del ministro todoaquello que sea superfluo. Y mirar con esos mismos ojosalgunas cosas que, por mucho que nos apetezcan, quizátranquilamente se puedan posponer, esperando tiemposmejores.

Las empresas que pasan momentos difíciles lo entien-den maravillosamente. Se centran en su negocio, revisancostes y gastos, rehacen planes, y toman todo tipo de medi-das para concentrarse en lo esencial.

Esencial, porque en momentos de crisis es obligatorio.Y esto supone establecer con talento nuestras prioridades:las personales, las familiares, las empresariales y las polí-ticas.

Y esto puede no resultar fácil, porque en una situacióncomplicada existen ciertas tentaciones de huir en vez deafrontarlas. Pero es exactamente lo que hay que hacer. De-dicarse a los flecos cuando tenemos un problema central esuna mala estrategia.

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A no ser que se quiera, conscientemente, distraer al per-sonal, partiendo de la base, naturalmente, de que el perso-nal es bobo. Y de bobos no tenemos ni un pelo.

LA PRUDENCIA

La prudencia es una virtud que hay que ejercitar siem-pre. La prudencia requiere conocer y medir las consecuen-cias de las acciones y, una vez evaluadas, decidir hacerlas ono atemperando muchas cosas. Es una virtud muy discreta.De poco ruido. No es una virtud fácil (casi ninguna lo es),pero es básica y está muy relacionada con el «no distraerse»,porque las dos deben centrarse en el corazón de las cosas.

Y tiene mucho que ver con lo que ha pasado, y tieneque ver con cómo hay que salir de esta crisis.

Las crisis siempre convierten de repente en prudentes apersonas que han tenido actitudes enloquecidas. Resultacurioso ver a banqueros que tienen otros bancos que hanvendido millones de euros de productos estructurados «tó-xicos» como les llaman ahora («porquería», en lenguajeninja) de los que no tenían ni idea, sentados con el presi-dente de un gobierno en una determinada nación, para vercómo resuelven la crisis creada por ellos mismos, hablandocomo si estuviesen en el club de golf, mientras esos clientesque han perdido fortunas se manifiestan en la calle. Es unaimagen vergonzosa. De repente, a esos mismos que hanvendido frivolamente esos productos de los que ignora-ban casi todo a cambio de una comisión más alta, les entraun ataque de prudencia y empiezan a hablar de volver alcorazón del negocio bancario...

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Se han convertido en prudentes, dicen que no hay quedistraerse, y da la impresión de que ven las cosas desde lejosy que les deja más bien fríos lo que pasa en la calle. No sé sitener vergüenza es un criterio válido. Pero debería serlo.

Aunque me vaya por las ramas, quiero deciros que noentiendo, ni quiero entender, eso de la economía financieray la economía real. Si hay una economía real, es que la otraes irreal. Lo que pasa es que cuando te das cuenta de quela irreal se ha cargado la real, empiezas a pensar que deirreal, poco. Que la llamada economía financiera no hasido más que La gran estafa.

Pues bien, hay que ser prudente, que es distinto de timo-rato o paralizado. Y hay que ser prudente en todas las situa-ciones. Había que haberlo sido y hay que volver a serlo.

Pero ya puestos a ser prudentes, hay que ir con cuida-do. Y esto significa medir y prever las consecuencias denuestros actos.

Recortar puestos de trabajo para salvar la empresa pue-de ser una medida necesaria. Pero hay que «ser prudente»,sobre todo en la ejecución de esas cosas que nos pareceque es lo que hay que hacer. Hace poco hablé con un em-presario prudente de una mediana empresa que tiene algu-nas tiendas y me decía que este año todavía iba en ventaspor encima del año pasado excepto en tres tiendas. Habíandiseñado un plan de recorte de personal en cuanto empe-zaron a ver una cierta ralentización de las ventas y dejado alos responsables de las tiendas su ejecución concreta.Como lo de las tres tiendas le preocupaba, se fue a ver quépasaba, con los datos correspondientes.

La medida prudente había sido ejecutada con criterioserróneos, despidiendo a personal de atención al cliente en

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la tienda, por lo que, sin entrar en más detalles, el servi-cio se resintió, la afluencia se resintió, la venta se resintióy lo que era un plan para garantizar la solidez y continui-dad de la empresa, ha tenido los efectos exactamente con-trarios.

Un ejemplo de prudencia es decir: el año que viene cre-ceremos el 1%. Y pensar que si los que saben (o dicen quesaben) empiezan a decir que eso del 1% es una quimera,que si no decrecemos el 1 % ya nos podemos ir dando conun canto en los dientes, revisar ese crecimiento, no vaya aser que el ministro se equivoque y el otro (por ejemplo, elFondo Monetario Internacional) tenga razón. Y esto vapor los Presupuestos Generales del Estado, en los que nopodemos empezar a gastar partiendo de que los ingresossubirán. Porque NO subirán.

PERO HAY QUE TRABAJAR

O sea, que tenemos que ser optimistas, no distraernos yser prudentes en lo que hagamos. Y todo eso con muchoesfuerzo, que es lo que toca.

Sí, a todo lo anterior hay que sumar trabajo y sacrifi-cio: esfuerzo. El otro día, hablando un poco de eso quehan empezado a llamar «la cultura del esfuerzo», mi mujerme dijo una cosa que puede sonar un poco mal: «Mira,Leopoldo, desengáñate, aquí lo que hace falta es una pos-guerra».

Le contesté: «Mamá, para que haya una posguerra tie-ne que haber primero una guerra». Y como me pasa siem-pre, me ganó: «Yo ya me entiendo y tú ya me entiendes».

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Y aunque no estoy seguro, creo que se refería a que noshemos reblandecido un poco, o bastante, o mucho.

Que esa «cultura del esfuerzo», que puede sonar unpoco cursi, es lo que es y significa lo que significa: que hayque trabajar, y eso cansa siempre, a veces es incómodo y aveces requiere mucho sacrificio personal. Nuestro amigo elconstructor «optimista» se ha tenido que ir a China. DeBarcelona a China hay una distancia apreciable. Y seguroque es cansado el viaje. Igual resulta que a su mujer la veráun poco menos. Y en los periódicos tendrá que saltarse laparte que dice «Conciliación del trabajo y la vida de fami-lia» para que no le remuerda la conciencia.

Hemos llevado una vida buena muy cara. Y ahora tene-mos que llevar otra vida, la normalita, menos cara. Y másmolesta, porque uno ha de trabajar y se cansa. Pues eso eslo que toca.

Y para trabajar es necesario no quedarse parado, o sea,no quedarse inmóvil, paralizado, esperando a que haya al-gún milagro y nos resuelva todo y podamos seguir yéndo-nos de fin de semana a Nueva York, porque «está todo tanbarato...».

SALIENDO DE LA CRISIS. ¿DÓNDE ESTAMOS?

Yo creo que estamos en un momento de desconcierto.A la pregunta: «¿Cuánto durará esto?», se pueden leermultitud de respuestas que se resumen en una: «No lo sé».Lo que pasa es que decir que no se sabe algo no da muchoprestigio. Y creo que tampoco se sabe en detalle la situaciónactual. Y como no se conoce en detalle, nos encontramos

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con sorpresas diarias de dimensiones «increíbles e inimagi-nables» hace muy poco tiempo: monstruos empresarialesvalorados por otros monstruos empresariales en «0», quie-bras de grandes multinacionales, problemas gravísimos enbancos enormes, miles de despidos, etc.

Gente tradicionalmente liberal está pensando en la in-tervención del Estado. Pasamos del que «cada palo aguan-te su vela» a la intervención inmediata y violenta del Es-tado (se habla sobre nacionalización y se nacionaliza, quees una medida, que podemos llamar de violenta inter-vención).

Los economistas y los políticos están totalmente despis-tados. Se presentan planes de «compra de activos tóxicos»retirados semanas después, se establecen planes de liqui-dez que no se cumplen, se establecen fondos opacos deayuda a los bancos que siguen sin dar créditos a las empre-sas y a los ciudadanos, etc.

Hay que hacer cosas sabiendo para qué las hacemos.Y con optimismo, sin distracciones y con prudencia, o

sea, «con cuidado» y sin pararse, hay que hacer lo que sehace en tu casa, en tu empresa y lo que se hace en cual-quier lugar del mundo:

1. Saber lo que ha pasado. Y esto no es ninguna obvie-dad ni una idea que se me ocurre, aprovechandoque el Pisuerga pasa por Valladolid o el río Tenaspor San Quirico.

Hemos hablado mucho del origen de la crisis.De los ninjas y de los vendedores de hipotecas «por-quería». Y de la falta de regulación. Y hablaremosde la indecencia. Y hace un tiempo yo escribí una

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cosa que creo que es lo que ha pasado y que luegohe visto que otros validan y completan.

Y estuve hace poco con un catedrático de Economía que me decía que «los economistas andamosun poco desconcertados con todo esto». Vaya. Nome lo dijo el portero del edificio de mi casa de Barcelona, que sabe mucho de muchas cosas, pero pocode economía, supongo.

O sea, que los que poseen la información y el po-der tienen que entrar en detalle, no solo para saberqué ha pasado, sino para saber quiénes han sido losresponsables (y me refiero a banqueros, agencias derating, empresas inmobiliarias, ayuntamientos, orga-nismos de control, intermediarios de toda índole,«estrategas de productos», gobiernos, Estado, fondossoberanos, etc.), no para imputarles nada ni darles untirón de orejas, ni siquiera para meterlos en la cárcel,sino para saber en qué niveles de decisión se ha ori-ginado este «bollo» para poder actuar en todos ellos.

Y esto es lo que en mi pueblo se llama «saberdónde estamos» y en las empresas «tener un diagnóstico suficiente de la situación actual». Porquecreo que no se tiene y que se va actuando a bandazos.

Saber cómo estamos, que ya sabemos todos quemal. Pero eso no es suficiente.

Y en el fondo yo creo lo mismo que un economista muy bueno, cuyo nombre no digo, porque nohe podido confirmar que ha sido él: lo que tiene menos importancia en esta crisis es lo económico.

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Esta es una crisis de ambición. Es una crisis defalta de controles efectivos. Y global, porque globales el mundo en el que nos movemos. Si decimos queha habido una «crisis de ambición y falta de controlque ha desembocado en una crisis de desconfianzabrutal y global que va a provocar un periodo largode recesión económica», estaremos mucho más cer-ca de acertar cuando se planteen soluciones. Ocul-tar la crisis para ganar unas elecciones y después sa-lir corriendo con medidas que no se aplican es unasolución de «avestruz ciega».

Soluciones que han empezado a intentar generarconfianza a base de dinero. De muchísimo dinero.Sin querer ser demagogo, se ha inyectado el sufi-ciente dinero para acabar con el hambre en el uni-verso. «De inyectar liquidez en el sistema», comodicen los que saben. Para que los bancos confíenunos en otros y se dejen dinero, avalando sus ope-raciones entre ellos y abran el grifo. Lo que resultaincreíble, pero cierto. Los protagonistas de la crisissiguen profundizando en ella.

Algo está cambiando. Lo que hemos dicho de lanacionalización de la banca en la cuna del capitalis-mo y en otros países de Europa es una medida—amén de impensable— que no sé si es buena omala, pero desde luego orientada a mantener enpie el sistema financiero del país y del mundo. Yohe tenido la oportunidad durante un tiempo de viviren un país con un marco financiero muy inestable yentiendo perfectamente la medida. La solidezbancaria

LA CRISIS. RESPONSABILIDAD GLOBAL... 167

no es solo una cosa que se han inventado para quelos propietarios de los bancos vivan bien. Un país enel que no funciona el sistema financiero se paraliza.La desconfianza lleva al miedo y este a la parálisis.Y eso se llama recesión.

Y esas medidas son de urgencia y todas van diri-gidas a intentar que el prójimo se fíe del prójimo yvuelva el dinero a la calle, a las personas, a las em-presas para que se active la economía.

130.Pero esto no servirá para solucionar la crisis si,juntocon las medidas de dar dinero (porque eso es inyectar liquidez) y todas las medidas para restablecerla confianza que se tomen, no se establecen controles efectivos. Yo creo que aquí, en todo este asunto,ha habido una gran falta de decencia. Como ahora,si hablas de ética o hablas de moral la gente empiezaa decir cosas, se me ha ocurrido la palabra «decencia», que todo el mundo la entiende, y nadie diceque no quiere ser decente. Yo creo que ha habidomucha gente que no ha sido decente, mucha. Cuando el FBI anuncia el inicio de investigaciones sobremil cuatrocientas personas, pienso que debe de serporque le falta mano de obra. Yo empezaría por catorce mil, a ver qué pasa.

131.El otro día me preguntaba un amigo: «¿Túcreesque esto es el fin del sistema capitalista?». Me escapé diciéndole que el capitalismo es un sistema basado en la iniciativa privada. Y la iniciativa privada esuna cosa que lleva dentro el ser humano, por lo quehablar de desaparición del capitalismo es una estu-

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pidez. Otros sistemas basados en el poder delEstado y el desprecio a la iniciativa privada (queahora algunos llaman «capacidad deemprender») han resultado ser desastrosos.

132.Incidiendo en esto, creo que, o centramos losproblemas (y las soluciones) en las personas, o yapodemos inventar sistemas.

133.Lo diré políticamente correcto: hemos perdidolosvalores. Sin más. En cada fase del origen de estacrisis hay una violación grave de una serie devaloresrelacionados con el hombre. En cada fase:imprudencia, ambición, irresponsabilidad,insolidaridad,prepotencia, desprecio, individualismo, y otrosmuchos comportamientos rayanos en lo delictivo yprofundamente inmorales. O amorales, que espeor.Hemos inventado la ley de la jungla y ahora nossorprendemos de que el león nos devore.

134.Por eso, y porque sé que las medidas que setomenno pueden cambiar eso, hay que establecerlímites.No pretendo convertir a los responsablespolíticos yeconómicos a la doctrina de la «verdad ybondaduniversales» ni mucho menos. Pero si sereúnen yhablan, tienen que ser conscientes de que hanhechoverdaderas salvajadas. Y de que hay quecontrolar

aesosmozosparaquesecalmen ynohaganmásburradas.Yhayquecontrolarlos:

a.Con la efe

ctividad de los organismos de control globales(FMI, Normas de Basilea, bancos centrales,comisiones de control a todos los niveles, etc.)que han fallado clamorosamente. En algunosca-

LA CRISIS. RESPONSABILIDAD GLOBAL... 169

sos, elaborando normas para después permitirque alguien se las salte. En otros, por omisión einacción. La redefinición, poder y procesos deestos organismos deben ser revisados. Para esohay que reunirse.

b. Con la actuación de las agencias clasificadoras deinversión. Que han clasificado, como decían esospobres señores, hasta «fondos estructurados porvacas» y que han dado clasificaciones AAA a«porquería».

c. Con la actuación de muchos gobiernos que nohan establecido en sus países normas (provisiones y similares) que garanticen un sistema financiero sólido.

d. Con la actuación de muchas entidades financieras, que ha sido de una irresponsabilidad absoluta.Y lo que es peor, con profundo desconocimientode lo que hacían. Lo que de por sí es desmoralizante para el cliente de esas entidades, que ve conestupor que el brillante ejecutivo co-responsablede la crisis se permite el lujo de dar consejos sobrecómo salir de ella.

e. Con las remuneraciones y estructuras piramidales de bonus, que nunca es malus, que son, cuando no escandalosas, simplemente aberrantes eirreales. Irreales porque se soportan en un dineroque no existe, e irreales porque transportan a esosdirectivos a un mundo irreal: donde solo vivegente como ellos a los que, como ha quedado demostrado, el resto del mundo (el 99,99999%) lesdeja frío. Esas estructuras de remuneración orien-

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tadas a ganar yo «caiga quien caiga» ha llevado, conla aquiescencia de todos (y el conocimiento de losgobiernos), a realizar negocios suicidas. f. En fin,límites a todos aquellos que se han enri-quecidoprovocando la mayor crisis financiera global en lahistoria de la humanidad.

9. No sé si lo anterior les servirá de orden del día paraalguna reunión que tengan con el fin de salvar loque queda y procurar que no se vuelva a repetir.Pero, con permiso de mi editorial, se lo dejo por siquieren empezar por aquí.

Pues bien, además de esa responsabilidad global, existela individual. La suma de las dos hará que salgamos de lacrisis. Sobre las dos hemos hablado. Pero no es lo mismo.La global es más gestión que responsabilidad.

La individual es la verdadera responsabilidad.Y eso, le guste a quien le guste, tiene que ver con la ética.O con la decencia.

7 EMPRESARIOS DE

NUESTRA VIDA

EN HARVARD

v^ambridge, Massachusetts, 12 de octubre de 1963. Cua-tro «profesorcetes» del recién nacido IESE estábamos enEstados Unidos. Habíamos ido a hacer un programa, el In-ternational Teachers Program, en la Harvard BusinessSchool.

Los primeros quince días habían sido apasionantes. Te-níamos muy poco trabajo, Harvard nos consideraba comofaculty associates, algo así como profesores asociados, y re-cibíamos invitaciones a diario para ir a cenar a casa de losprofesores, que nos atendían fenomenalmente bien.

Los «profesorcetes» éramos jóvenes, estábamos allí connuestras familias, y como en aquella época en las casas ha-bía servicio, nosotros nos llevamos a la Sofi, una chica ara-gonesa que no había salido nunca de su pueblo y que, derepente, se encontró en Boston, donde dominó la situacióndesde el momento en que el avión aterrizó. Porque las ara-gonesas son así, universales.

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Ya el primer día, en el apartamento que ocupamos pro-visionalmente, pidió una aspiradora. Yo, que no sabíacómo se decía «aspiradora» en inglés, intenté detenerla,pero se me escapó. La Sofi no sabía decir ni una sola pala-bra en inglés. Al cabo de un rato subió muy satisfecha, di-ciendo que la negrita del piso de abajo le había dicho queestaba ella utilizando la aspiradora y que luego se la traería.La aspiradora, por supuesto, no llegó, lo que provocó elenfado de la Sofi, que no podía pensar que quizá la negritano la había entendido. No debía de hablar inglés...

El 11 de octubre se nos torció la suerte. Llegó el direc-tor del IESE con dos profesores más. Estos ya no eran«profesorcetes». Nos citaron en Elmbrook, una residenciade estudiantes de Cambridge donde entonces, y supongoque ahora, estaban la mayoría de facultades de Harvard. Alotro lado del río Charles se encontraba la escuela de nego-cios. Cada bloque, cuando hablaba del otro, decía queeran «los del otro lado del río».

Les recibimos muy bien. Llevábamos poco tiempo fue-ra de España y nos hacía ilusión que vinieran nuestros co-legas a pasar unos días con nosotros. La alegría desapare-ció inmediatamente, porque el director del IESE nos dijoque se iba a lanzar un nuevo programa en el mes de sep-tiembre de 1964, que se iba a llamar máster.

Aunque no os lo creáis, en España no había ningúnmáster, ni de negocios, ni de técnicas de marketing, ni deasistentes técnicos sanitarios, ni de nada. Para colmo, ospuedo asegurar que nadie en España, excepto unos pocoselegidos, había oído la palabra «máster». Es como si os di-jera que nadie sabía lo que quería decir «teléfono móvil».¿Os lo imagináis?

EMPRESARIOS DE NUESTRA VIDA 173

Como prueba palpable de nuestra absoluta ignorancia,uno de nosotros dijo: «¿Máster? ¿Por qué le habéis puestoese nombre?».

El director del IESE, que tenía salida para todo, con-testó, como sin darle importancia: «Por su honda raigam-bre académica». Ante tamaño argumento, los «profesorce-tes» nos callamos, para evitar que las cosas fueran a peor.

Fueron a peor. Mucho a peor. Porque nos dieron el en-cargo de que preparásemos, clase a clase, documento a do-cumento, todo el primer curso del futuro programa máster.No contentos con el encargo, nos dijeron que tenía que es-tar todo en Barcelona el 31 de diciembre. Aquel día se aca-bó nuestra tranquilidad. Nos dedicamos a correr por Har-vard, a hablar con los profesores, a reunimos nosotrospara no meternos unos en el terreno de otros y a enviarmaterial a Barcelona para que lo fueran traduciendo.

Por supuesto, después del 31 de diciembre siguierondándonos encargos. Menos mal que no había correo elec-trónico y que nos comunicábamos por carta, con lo quenuestro «espacio vital», el que te permite respirar, aumentóligeramente.

Ya veis que mi capacidad de irme por las ramas es alta.Lo que pasa es que todo lo anterior pretendía acabar enuna cosa que nos dijo el director: «Del máster saldrán dostipos de personas: los leaders y los practitioners».

Y explicó la diferencia:

° Leader, que, a partir de ahora, lo escribiré «líder»,era algo así como el que emprende, el que arrastra,el que empuja, el que ve un negocio, el que se juegasu dinero, el que crea puestos de trabajo, el que

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gana dinero o se arruina, el que después de arruinadotiene otra idea, consigue unos euros (unas «perras»,decíamos entonces) y vuelve a empezar. Vractitionerera algo así como la persona que, al nivel que sea,ayuda al líder a hacer todo lo de antes. Se juega susueldo y su prestigio, que no es poco. Si es bueno, loslíderes lo contratarán. Si no, irá de tumbo en tumbo,ganándose la vida un poquico peor.

EMPRESARIOS Y DIRECTIVOS

Me acuerdo muchas veces de aquello. Cuando veo em-presarios que salen en los periódicos, pienso si son empre-sarios de verdad o son directivos, que tampoco es una ver-güenza. Veo señores que salen día sí y día también y otrosque no salen nunca y a quienes conozco. Y con alguna fre-cuencia veo que los primeros son directivos, y los otrosempresarios.

Y esto no tiene nada que ver —o muy poco— con suformación académica. No se me olvidará nunca una claseen el Programa de Alta Dirección del IESE, en la que par-ticipaba como alumno un empresario de los de verdad,con una trayectoria fenomenal. Tenía los estudios básicos ypoco más. Pero tenía el olfato del negocio (me parece quelos listos a eso le llaman el knack) y sabía dónde se ganabael dinero y dónde se perdía. Hablaba poco, no sé si estu-diaba mucho, pero estoy convencido de que aprovechabacada minuto.

Un día un profesor llenó la pizarra con un organigra-ma enorme. Como no se había inventado todavía el power

EMPRESARIOS DE NUESTRA VIDA 175

point ni el flash, se puso de tiza hasta las cejas. Cuadritos ycuadritos, líneas continuas para enlazar unos y otros, líneasdiscontinuas, tizas de distintos colores...

Uno de los participantes dijo: «Para dirigir esa organi-zación hace falta tener carisma».

En aquel momento, el empresario al que antes me refe-ría, soltó: «¡¡Carisma, carisma es esa organización con tantagente y tantos sueldos!!».

Y uno, que es un poco simplón, piensa que lo importante para un país es que haya muchos empresarios:grandes, medianos y pequeños, que sepan dónde está elnegocio y que se la jueguen. Que no tiene ninguna importancia que no sepan lo que es carisma, pero que sepanque los gastos fijos te pueden llevar a la ruina. Que, comodicen en Cataluña, «vayan a por la pela» y tengan beneficios y creen puestos de trabajo (los justos, ni uno másni uno menos). Y cuando se dice que España ha crecidoel equis por ciento quiere decir que la riqueza de Españaha crecido porque los empresarios han sabido crear riqueza.

Ya sé que me diréis que algunos no lo hacen bien, des-de el punto de vista ético. Ya hemos hablado de esoantes, y como me vuelva a meter otra vez por ese camino,la hemos liado.

Y eso me pasa mucho cuando veo los premios a empresarios del año y pienso si a esa persona a la que le dan elpremio es un empresario de los de verdad, o es un directivo listo y bien pagado que con el dinero conseguido (honradamente) ha comprado acciones de la empresa, esa queun día, cuando la pusieron en marcha, tuvo a un empresario al frente. Porque comprar acciones lo podemos hacer

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todos. Pero poner en marcha empresas que creen riquezapara el país, eso, pudiéndolo hacerlo todos, no todo elmundo lo hace.

Porque, en el fondo, lo que diferencia a un empresariode un directivo no solo es que se juegue su dinero, sino quelo haga de una forma sostenida en el tiempo. No solo hayque poner en marcha empresas, sino que hay que no dejarde hacerlo.

Yo me admiro por muchas cosas. A pesar de ser «ma-yor», como dice un amigo mío, creo que no he perdido lacapacidad de asombrarme. Y pido a Dios todos los díasque me la mantenga.

Y de entre las muchas cosas que me asombran, está lade ver a tantos y tantos empresarios que pudiendo estar enlas Bahamas disfrutando del dinero que han ganado honra-damente y con mucho trabajo, deciden seguir jugándose eltipo (tipo = su patrimonio, sus horas de sueño y de ocio, ysus horas con la familia) para hacer crecer esas empresasque, para bien o para mal, forman parte importante de susvidas y contribuyen a que miles de familias puedan saliradelante. Porque ahí también todo forma parte de untodo. Y el bienestar familiar depende de cómo gestione suartritis ese empresario, de cómo la supere y de cómo vaya atrabajar para que pueda seguir tirando adelante toda esagente que depende de él.

Mi amigo de San Quirico, sentado delante de la botellasemivacía de vino, me dice que sí, que tengo toda la razón.Que de vez en cuando le duelen los dedos, sobre todocuando hace frío, y que, aunque ahora ya no conduce loscamiones para llevar los ladrillos, no le importaría hacerlosi fuera necesario.

EMPRESARIOS DE NUESTRA VIDA 177

No sé si le he convencido de que es un empresario.Pero lo es. Como la copa de un pino. Así que, tras pagar,se levanta y, mirándome, me dice: «Todos tenemos que serempresarios. Incluso los que no tienen empresas». Y claro,me desmonta la teoría por elevación. Esto me pasa muy amenudo: yo digo una idea que considero buena y me de-vuelven otra que lo es de verdad. Y luego dice que el listosoy yo. Como tiene más razón que un santo, le respondoque sí. Y me pongo a pensar sobre eso que me ha dicho.

TODOS, EMPRESARIOS

Todos tenemos que ser empresarios: de nuestra empre-sa grande o pequeña, de nuestra familia y siempre de nues-tra vida, responsabilizándonos de que las cosas nos vayanbien y de que nos vayan mal, sin esperar a que alguien noseche una mano. Si luego te la echan, fenomenal. Siemprehay gente buena dispuesta a ayudar. Aunque a veces no laencuentres. Pero es nuestra vida y tenemos que gestionarlanosotros. Esto es como los bancos, que nunca te echan unamano cuando lo necesitas, pero que si no los necesitas lostienes detrás intentando venderte, por ejemplo, productosestructurados del banco de Illinois. Pues tenemos que serempresarios de nuestra vida como si nuestra vida depen-diese de nosotros. O sea, como es en realidad.

La responsabilidad, aunque nuestros actos tengan mu-cha influencia en otras personas, siempre es individual. Eljuez más severo de lo que hacemos es nuestra propia con-ciencia. Por eso ser empresarios de nuestra vida es unatarea que no resulta fácil.

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Pero no tenemos más alternativa. No podemos ser di-rectivos de nuestra vida, porque, al fin y a la postre, las de-cisiones que tomamos, las buenas y las malas, las asumimosnosotros. Por eso, porque no hay nadie más allá de nuestraresponsabilidad, debemos tomar las riendas como haría unbuen empresario.

Tomar las riendas en algunas cosas muy importantes(esas cosas importantes lo son para mí, y creo firmementeque también lo son para el resto de las personas):

135.En nuestra familia.136.En nuestros amigos.137.En nuestro trabajo.

138.En nuestra vida interior, que es la base de loanterior y lo más importante.

Y esa empresa, la de nuestra vida, la tenemos que mon-tar con ilusión y ganas. Y de forma equilibrada. Es decir, sila empresa tiene como objetivo ganar dinero de formahonrada (o, como dicen los que saben, «crear valor añadidode forma socialmente responsable y ética»), nuestra em-presa —nuestra vida— también tiene que crear valor aña-dido en todas esas cosas que son lo más importante que te-nemos que hacer.

Hace algún tiempo me puse a pensar qué significabaeso de vivir ese partido con ilusión, es decir, tomar las rien-das de todo eso, y se me ocurrieron una serie de cosas queos pongo a continuación:

1. Tomar las riendas con nuestra familia: vivir conilusión la familia.

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La familia es una de las parcelas importantesdonde ser empresarios de nuestra vida. He dichoque es importante cuando debería haber dicho quees la más importante de nuestra vida porque, habi-tualmente, es el soporte de todo lo demás, y suinfluencia en los otros ámbitos es fundamental. Aveces, definitiva.

Y ser empresarios de la familia supone tenerclaro lo que la familia es. En este punto convieneremarcar cosas obvias, como que una familia secrea cuando un chico y una chica se casan. Luegovendrán los hijos, se adoptarán o se tendrán enacogida. O no se tendrán.

El hecho fundamental es que en un momentodado, el chico y la chica se comprometen en eseproyecto de futuro, asintiendo cuando se pregun-ta si uno está dispuesto a pasar el resto de su vidacon la otra persona. A eso lo podemos llamar vo-luntad fundacional de la familia, que está basadaen el amor. Y es lo que hay que mantener vivo,porque al cabo de unos años el chico es un pocomás viejo, la chica empieza a tener arrugas y algu-na vez se sorprenden diciéndose el uno al otro:«¡Cómo pasa el tiempo!».

En ese momento es cuando hay que ser real-mente empresarios de nuestra vida, porque, efecti-vamente, ha pasado el tiempo y han pasado mu-chas cosas que han ido dejando cierto rastro:mucho trabajo, problemas económicos, problemasde salud, cosas que han salido bien y cosas que hansalido menos bien. Y quizá aquella ilusión que se

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reflejaba en los ojos de la chica y del chico cuandosalían de la iglesia después de casarse se ha desva-necido un poco, y en su lugar hay un cierto aire deaburrimiento nostálgico.

Aburrimiento, porque, al cabo del tiempo, elex chico le ha dicho a la ex chica prácticamentetodo su repertorio, y la ex chica, que cuando erachica lo miraba arrobada, pensando: «¡Qué bienhabla! ¡Se nota que es abogado!», ahora piensa:«¡Otra vez el mismo rollo!». Y lo mismo sucede alrevés. Y como el ex chico sabe lo que le va a con-testar la ex chica y lo que, a su vez, responderá él,se calla. Y a la ex chica le pasa lo mismo. Y correnel riesgo de ser un par de viejos de la peor especie,que es aquella en la que la vejez se lleva dentro delalma.

Nostalgia, porque aquel chico y aquella chicacorren hoy el peligro de pensar que las cosas eranbuenas en sus tiempos, que aquellos sí que erangobernantes, aquello sí que era música y aquello síque era fútbol. Y con lamentable frecuencia em-piezan a hablar de «nuestros tiempos», causandola huida precipitada de sus hijos, nueras, yernos ytodo el mundo que se acerca a ellos.

Pues bien, lo que tenemos que hacer es tenerclaro que «nuestros tiempos» son estos: los de laCrisis Ninja, el banco de Illinois, Lehman Brothers,Zapatero y Pepe Blanco, los del G-20 y el escudode misiles, los del cambio climático, los del terro-rismo y las pastillas de éxtasis, los de El Canto delLoco y Amy Winehouse. Y estos tiempos son los

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mejores para ti y para mí, por tres razones funda-mentales:

a. Por una cuestión práctica, no tenemos otros.b. Por una cuestión de eficacia: constituyen nues

tro campo de juego y en él tenemos que ponertodas nuestras capacidades para ser felices.

c. Y, sí, uno cree en Dios, porque hemos sido elegidos por El para que vivamos.

Nosotros vivimos en estos tiempos y tenemosque encontrarnos de maravilla en todo lo queconstituye nuestro entorno. Sobre todo el familiar.No puede ser que la mujer o el marido se hayanpreparado para salir a cenar, y llegue el otro a casadiciendo: «Para salidas estoy yo, con lo que mequiere hacer ese tío (entendiendo por ese tío el mi-nistro de Economía correspondiente, que ha dichoque la idea de subir el IVA le parece 'conceptual-mente atractiva')». Y, viceversa, no puede ser quecuando alguno de los dos haya encontrado la ma-nera de torear a ese tío, más felices que unas pas-cuas, y con ganas de salir, nos encontremos al otrou otra tirados en el sofá, con la cara hasta el suelo ypensando que para qué va a salir por ahí, para es-cuchar las mismas cosas de siempre.

Tenemos una batalla valiosa y preciosa en casa.El hombre y la mujer se tienen que reconquistarmutuamente a diario y, si los tenemos, hay que ilu-sionar a nuestros hijos. Tenemos que decir connuestros hechos lo que dice Joan Manuel Serrat ensu canción Hoy puede ser un gran día.

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Tenemos que ver y enseñar a ver a cada miem-bro de nuestra familia lo positivo de cada cosa. Verlo positivo no quiere decir ignorar inconsciente-mente lo negativo. Quiere decir no refocilarse enlo mal que está todo. Quiere decir hablar, sabiendoque hay crisis, de cómo podemos salir de ella.Quiere decir hablar, sabiendo que hay matrimo-nios que se rompen, de la cantidad de matrimoniosque se quieren. Quiere decir hablar, sabiendo quehay corrupción, de la cantidad de miles de hom-bres honrados. Y eso no es evasión ni triunfalismo.Es enseñar con nuestro ejemplo a nuestra familiaque en la vida hay hoy cosas muy bonitas. Y eso estomar las riendas de la familia.

Los hijos, en el caso de que los tengamos, nostienen que ver ilusionados con sus ilusiones. Nopodemos ser unos aguafiestas, unas personas queestén de vuelta de todo. Tenemos que estar de ida.Si nuestro hijo tiene una idea que tuvimos nosotrosy nos falló, hay que animarle, explicándole lo quenos pasó y diciéndole: «¡Animo, a ver si tú lo con-sigues!».

La ilusión —la felicidad— en una familia estácimentada en un montón de cosas pequeñas, apa-rentemente sin importancia. Ya lo dice Julio Igle-sias: «Me olvidé de vivir los detalles pequeños».Porque los detalles pequeños no se tienen: seviven.

Un día me puse a pensar sobre este tema y mesalió una lista de cosas pequeñas que podemos in-tentar hacer en nuestra vida diaria. Porque lo ñor-

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mal es que hagamos muy pocas cosas grandes, fa-mosas e importantes, pero sí podemos ser capacesde hacer muchas pequeñas, que convertiremos engrandes e importantes al ponerles toda nuestra vo-luntad e ilusión:

^í Nos tenemos que interesar por lo que nos cuen-ta cada uno de los componentes de nuestra fa-milia. Tenemos que aprender a escuchar. Hacenfalta menos «charlatanes» y más «escuchata-nes», como decía un amigo mío.

^» Flexibilidad. A veces los horarios no se cum-plen, los planes familiares se tuercen, aquellopara lo que habíamos puesto ilusión y ganas nosale bien. Hay que aceptarlo sin dramas. Esmás, con buen humor, que es la manera de con-vertir cualquier problema pequeño o grande enun motivo para ser optimista.

^í Tranquilidad, sin manías. Hay que vivir la vir-tud del orden y otras y hacerlas vivir, pero sinneurosis que las hagan odiosas a nuestra mujero marido y a nuestros hijos.

^i Nuestra familia debe ser optimista. Tenemosque evitar que las conversaciones se deslicen almás negro de los pesimismos, ante lo «mal queestá todo en la actualidad».

^ Sonreír todo lo que podamos, con heroísmo aveces.

^l No dejar de pasar ocasiones de decir algo amable.^ Abortar en su inicio cualquier pequeño conflic-

to. Es curioso ver con qué frecuencia se origi-

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nan en las familias serios problemas que son ab-soluta y estúpidamente desproporcionados a lascausas que los produjeron. Confiar siempre enquien está al lado nuestro y sobre todo ennuestros hijos. Yo sé que los hijos no siempredicen cosas que se ajustan plenamente a laverdad, pero hay que confiar en ellos, contodas las consecuencias... Y desde luego,respetar su intimidad. Dar importancia a cadauno individualmente. Tanto si la familia es demuchos hijos o de uno. Da igual. En las familiasnumerosas existe el peligro de tratar a los hijospor grupos (los mayores, los pequeños, etc.).Cada uno de estos grupos está formado porpersonas, con sus alegrías y tristezas y susilusiones. Se celebra todo. En las familias hay santos,cumpleaños, aniversarios. Son motivos deunión, de alegría, de romper con la posible mo-notonía que puede producirse en la vida. Y hayque hacer que los que estén fuera escriban o lla-men. Porque así se hace familia. Pedir perdón.Nadie acierta siempre. Los padres y madres,tampoco. Y es bueno ir al hijo al que se le echóuna bronca destemplada y decirle: «Perdón,estaba nervioso». Y eso no merma en absolutola autoridad. Al contrario, la refuerza. Noempecinarse en las discusiones. La mayorparte de las cosas son opinables. Contar cosasprofesionales. Nuestros hijos tienen que saber aqué nos dedicamos. No es bueno

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que los hijos piensen que sus padres deben tra-bajar en algún sitio porque en casa se sigue co-miendo y que ese sitio debe ser honrado porqueno lo meten en la cárcel.

^i Ser respetuoso con la libertad de los hijos.^ Y por último, hay que recordar que la familia es

de todos, no solo de los padres, que los proble-mas son de todos, no solo de los padres, y quela sacan adelante todos, no solo los padres.

Y este es un tema importante. Porque, comohe dicho ya, es la base de otras muchas cosas. Y serempresarios de nuestra familia requiere saber quées la familia y pensar en todo lo que hay que hacerpara sacarla adelante. Para responsabilizarnos denuestra vida. Tomar las riendas con nuestrosamigos.

Debemos tener amigos. Esto le puede parecera más de uno una perogrullada. Pues sí, debemostener amigos porque no todo el mundo los tiene.Y eso es una parte igualmente importante de nues-tra vida. Y en la que tenemos que tomar las riendas,porque es una parte vital del hombre. De todosnosotros.

Con frecuencia se suele oír la famosa frase:«Yo, de casa al trabajo y del trabajo a casa». Y elque la dice pone cara seria, pensando que lo quedice está muy bien. A mí me parece que está muymal. Yo creo que nosotros hemos de ir de casa alos amigos, de los amigos al trabajo, del trabajoa los amigos y de los amigos a casa. Quiero decir

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que no podemos limitarnos a estar en casa y a ir atrabajar, sin ocuparnos de tanta y tanta gente queestá a nuestro alrededor y que nos necesita.

Porque la gente nos necesita. Con frecuencia,las personas están solas. Muy solas. Y cuando unapersona está sola, empieza a pensar en sí misma yacaba mareada dando vueltas sobre su propio eje.Tenemos que pensar en los demás y ayudarles aque ellos también piensen en los demás.

Para empezar, en los demás que tenemos cerca.Porque es muy fácil querer a los países del TercerMundo y es más difícil aguantar a esa suegra unpoco rollo que vive con nosotros. Y es fácil estarpreocupado por la paz en Centroamérica y es másdifícil sonreír a nuestra mujer o a nuestro maridocuando nos está contando lo mismo por enésimavez.

Pensar en los demás significa no pensar en no-sotros mismos. Significa forzarnos a poner ilusiónen nuestra vida y transmitírsela a los demás. Signi-fica decir al que está pasando una mala temporadaque puede contar con nosotros. Significa escuchara ese amigo que necesita que alguien le escuche.Muchas veces, cuando un amigo llama diciendoque quiere verte, llega, te cuenta muchas cosasdurante una hora y cuando vas a contestarle, tedice: «Muchas gracias. Ahora sí que veo las cosasclaras».

Quizá alguien que me lea se preguntará: «Y yo,¿de dónde saco los amigos?». Y tiene razón. Lavida que llevamos, sobre todo si vivimos en las

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grandes ciudades, no ayuda a tener amigos. Confrecuencia, llamas a uno para quedar citado con ély después de pasar un cuarto de hora con las agen-das delante, se queda citado para dentro de unmes.

Hay que buscar amigos. No es bueno para unapersona o para un matrimonio no tener amigos. Lalista de posibilidades es muy grande: los compañe-ros de trabajo, los del colegio, los del parvulario,los vecinos, los del club de tenis o de golf, los denuestra pandilla de chavales, los de San Quirico enmi caso, etc.

Ahí hay personas a las que podemos ayudar.Ahí hay personas que nos pueden ayudar a que nopensemos en nosotros mismos. Ahí hay personasa las que podemos comunicar nuestras ilusiones,nuestras alegrías y a las que podemos ayudar a queencuentren ilusiones y descubran alegrías.

A medida que uno se vuelve mayor, esto cuestamás. Como cuesta más todo. Porque un día nosduele la cabeza, otro el estómago, y cuando no nosduele nada resulta que le duele a nuestra mujer. Yasabéis aquello tan viejo: «Si tienes cincuenta años,y al levantarte por la mañana no te duele nada, esque te has muerto».

Y a medida que nos hacemos mayores, tene-mos más ocupaciones y tenemos peor genio. Y po-demos empezar a pensar que para qué me voy aocupar de fulano, si ya tengo bastante con ocupar-me de mi reúma. Hay que ocuparse de fulano pordos razones: la primera, porque fulano nos necesi-

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ta; la segunda, porque así nos olvidaremos del reú-ma. Y hay muchas cosas que les podemos decir anuestros amigos:

^ Les diremos que hay que vivir con ilusión la fa-milia.

^i Les diremos que hay que vivir con ilusión el tra-bajo profesional.

^f Les diremos que tienen que vivir con ilusiónmuchas pequeñas cosas que harán que se con-serven jóvenes.

^l Les diremos que deben vigilar para que las con-versaciones no deriven rápidamente al más ne-gro de los pesimismos, al darse cuenta de«cómo está todo».

^f Les diremos que hay que ocuparse de losdemás.

^i Les diremos que hay que querer a los vecinos.Y para quererles, hay que conocerles. No pue-de ser que después de vivir veinte años en elmismo piso no conozcamos todavía a los queviven abajo o solo hablemos con el de arriba (enel caso de que exista el de arriba) cuando se lesale el agua y nos inunda el comedor.

^i Les diremos que hay que luchar, a veces heroi-camente, por encontrar el lado bueno de las co-sas, porque todas las cosas tienen su lado bue-no. Y si no, se inventa.

^í Les diremos que el matrimonio tiene que querer-se cada día más. Sabiendo que el día que no leduele una cosa a él, le duele a ella. Y sabiendo

EMPRESARIOS DE NUESTRA VIDA 189

que en los veinticinco o treinta años que hanpasado desde que se casaron ya se lo han conta-do todo y resulta difícil encontrar una novedadapasionante.

^» Les diremos que hay que querer a los hijos, quehay que quererles tal como son, que hay que ani-marles, que hay que empujarles a que hagancosas grandes.

Y se lo diremos con nuestro ejemplo. Lo cuales mucho más eficaz que sermones largos ypesados. Y les traeremos a nuestra casa eiremos a lasuya y conoceremos a sus hijos y lesayudaremos aquererse más.

Y habremos encontrado un ámbito donde realmente «crear valor» como empresarios denuestravida. Aquel en el que se ayuda a mejorar alas personas fuera del círculo familiar que nosrodea. Y lade ayudar a sonreír a mucha gente, quequizá había pensado que eso ya no se llevaba.

Tomar las riendas de nuestro trabajo (y ayudar atomar las riendas a los demás).La gente se divide en dos categorías:

139.Los que tienen trabajo.140.Los que no tienen trabajo.

Los que tienen trabajo se dividen en dos categorías:

a. Los que intentan trabajar mucho y hacerlo muybien.

b. Los que intentan no pegar ni sello, y además hacerlo muy mal.

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c. Y, en medio, todo el abanico de posibilidades,caracterizadas por una mayor o menor medio-cridad en el trabajo.

Los que no tienen trabajo se dividen en cinco cate-gorías:

a. Los que lo buscan en serio, dedicando ocho horas diarias a leer anuncios en diferentes periódicos, a escribir, a tener entrevistas, a buscar posibilidades de tener entrevistas, etc.

b. Los que buscan trabajo en serio, dedicandoocho horas diarias a montar con dos amigos un«negociete» más o menos importante, más omenos sumergido, que les permita salir adelantea ellos y sus familias.

c. Los que no lo buscan y se quejan de que losempresarios no inviertan.

d. Los que no lo buscan y esperan que el Gobierno invierta.

e. Los que no han trabajado de verdad nunca, hanconseguido apuntarse al paro y se dedican a esperar. Digo a esperar y no a esperar tiemposmejores, porque mejores, imposible.

Hay que conseguir que esos grupos que traba-jan y buscan trabajo con ganas se llenen de perso-nas que sepan que el trabajo no es una maldición,que es algo natural en el hombre (que no significanecesariamente trabajar cuarenta horas a la semanaen algo productivo y dado de alta en la SeguridadSocial), que en muchas ocasiones trabajando se

EMPRESARIOS DE NUESTRA VIDA 191

pasa muy bien y que, desde luego, trabajando sesaca adelante a una familia, un pueblo, una comu-nidad autónoma, un Estado de las autonomías yuna comunidad supranacional.

Creo que hay que devolver al trabajo su presti-gio. Hay países en los que el que trabaja mucho ybien es presentado a sus conciudadanos como al-guien que debe ser respetado e imitado. En otros,con frecuencia, sucede lo contrario. La búsquedadel chollo, del enriquecerse rápidamente, del ami-gúete de la amiga del ex ministro conectado, delpelotazo o del bonus por la venta de productos es-tructurados, han hecho que el ambiente no sea elmás propicio para valorar el trabajo bien hecho nila seriedad profesional.

Hemos de vivir y debemos enseñar a vivir lailusión por el trabajo y ayudar a entusiasmarnospor el trabajo. Y esto tiene que servir para cual-quier tipo de trabajo honrado que se realice. Por-que nos han contado unos cuentos y nos los he-mos creído. Nos han dicho que cuanto menostrabajemos, mejor. Y no hay que creerse las boba-das que nos dicen una serie de «cantamañanas»ilustrados que ponen una carga de profundidaden todo lo que dicen. Y que tenemos que decir alas personas:

^ Que el trabajo es bueno en sí mismo, no solocomo elemento productor de dinero para vivir.

^í Que el trabajo bien hecho es una fuente de sa-tisfacción importante.

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^ Que la persona que se levanta pensando que vaa hacer un buen trabajo sale de casa con espírituoptimista. Y que por eso, cuando le preguntan:«¿Qué, a trabajar como siempre?», contesta:«No, ¡a trabajar como nunca!».

^f Que una persona que vuelve a casa por la nochede trabajar, llega con la gran sensación de queese día «se ha ganado la cena».

Y eso no depende de nuestro puesto en la so-ciedad, sino del empuje con el que hagamos lascosas. Aunque nuestro puesto en la sociedad notenga brillo, ni alto nivel. ¿Os imagináis una socie-dad en la que cuarenta millones de personas seempeñasen en hacer las cosas bien, en empujar, enarrastrar, en sacar el país adelante?

Que, en suma, recuperar o retomar las riendasen el trabajo nos hace, como en los casos anterio-res, empresarios de nuestra vida, la empresa másimportante que tenemos entre manos.

A todo esto le podemos llamar de muchas ma-neras, pero a mí me gusta llamarlo iniciativa o em-puje. La cuestión es tan importante que muchaspersonas de escuelas de negocios han empezado aestudiar el tema de los emprendedores, llamando«emprendedores» no solo a los que montan lasempresas, sino a los que desde dentro fomentan lainiciativa y el espíritu de hacer cosas.

Así que todos, emprendedores de nuestra vida.Empresarios de nuestra existencia. Para llevarla alo más alto.

EMPRESARIOS DE NUESTRA VIDA 193

Ya veis que, además de irme por las ramas, de vez encuando me entran las ilusiones de juventud. Pero esto melo creo. Si uno se responsabiliza con ilusión de su vida, sies empresario de su vida, es más fácil sacar adelante unpaís.

8 OTOÑO EN SAN

QUIRICO. EL PETIRROJO

n San Quirico en otoño estamos cuatro gatos mal conta-dos. Al principio del otoño se está muy bien, pero a medi-da que se acerca diciembre empieza a hacer bastante frío.Y los «veraneantes» empezamos a espaciar nuestras «subi-das» —fines de semana, los puentes que convertimos enacueductos— y los «del pueblo» respiran y trabajan conmás tranquilidad y viven a ese ritmo que tienen los pueblos.Ese que cuando lo ves desearías tenerlo para ti. Pero que,por extrañísimas razones, no lo tenemos. Cuando se acabael fin de semana, que en nuestro caso a veces incluye elviernes y el lunes, nos volvemos a Barcelona, a vivir otra vezenloquecidos.

Ya os he dicho que en San Quirico tenemos perro y pe-tirrojo. El perro vive en nuestra casa. El petirrojo, en lasuya, pero, como algunos amigos de nuestros hijos cuandoeran jóvenes, se pasa el día entero en la nuestra.

Entra en casa y se pasea por allí como si fuese el dueño.En San Quirico tenemos muchas habitaciones, así que,cuando no lo vemos, suponemos que debe de estar investí-

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gando un nuevo territorio dentro de casa. Como en mitadde la puerta, que siempre está abierta, se tira Helmut, losuele saltar hábilmente y, muchas veces, entra por la puertacomo los señores. Las primeras veces Helmut amagaba unladrido y el petirrojo evitaba la puerta y se metía por algu-na de las veinte ventanas de la casa. Siempre hay variasabiertas.

Leo en un papel que me dieron en un avión que de lasquinientas catorce especies de aves que habitan en Europa,el petirrojo es la más conocida y querida, por su manse-dumbre y confianza, asentándose en los jardines como sifuera un animal de compañía. Bueno, se asienta en los jar-dines y dentro de la casa como si fuese hermano de Hel-mut. También leí que tienen territorios propios marcados yque los defienden incluso violentamente ante la amenazade otros petirrojos. Esto no me hace tanta gracia, no vaya aser que el petirrojo considere mi casa su territorio y mearree un día un picotazo. Pero no creo. No lo veo yo comopunta de lanza de una invasión de petirrojos.

Ya sabéis que de vez en cuando me da por pensar cosasraras que se me ocurren a veces viendo cosas pequeñas. Dela vida. Detalles poco importantes. Y empecé a pensar enel petirrojo como modelo. Ya se ve que cuando uno piensaen un pájaro como modelo, es que o le gusta mucho la na-turaleza o desconfía mucho de otros modelos y modos dehacer las cosas.

Y pensé que «nuestro petirrojo» es un modelo de men-talidad abierta, de —a su modo— ganas de comerse elmundo. De actuar globalmente.

Porque casi es de la familia. Y se ha integrado en unpaís —mi casa— que no es el suyo. Y vuelve todas las no-

OTOÑO EN SAN QUIRICO. EL PETIRROJO 197

ches a su país —supongo que resume la experiencia o loque hagan los petirrojos para aprender— y vuelve al día si-guiente. Y eso lo hace:

141.Saliendo fuera del nido y buscando sitios donde poder conseguir comida. Va con su propia naturaleza,aunque sea una animal territorial. Igual que con lanuestra está salir de nuestros nidos para conquistarotras tierras, otros mundos. Para ampliar nuestra visión, hay que salir del nido.

142.Teniendo un nido desde el que salir. Ese nidodebeservir de base para salir a conocer, y para volver.Igual que nos sucede a nosotros, que tenemos nuestra familia, nuestro pueblo, nuestros amigos, nuestraempresa. El nido es el soporte para iniciar viajes largos de conocimiento. Por eso hay que cuidarlo. Elnido nos ayuda a recordar que tenemos nuestras raíces. Que está muy bien ser ciudadano del mundo,pero que hay que volver a San Quirico, aunque seacon el corazón, todos los días.

143.Invirtiendo tiempo en conocer. Supongo que enelmundo petirrojo el tiempo no tiene exactamenteel mismo valor que para el hombre, pero estoy segurode que nuestro petirrojo tiene otras cosas que hacer,que no sé cuáles son, quizá estar con sus hijos o irse defiesta con otros petirrojos. El caso es que dedica ochohoras al día a conocer. Como nosotros cuando queremos saber de algo. Antes de invertir un euro intentamos conocer dónde lo vamos a invertir. Enterarnos.

144.Busca y encuentra oportunidades. Puedo decirqueencuentra oportunidades porque a veces picotea la

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comida de Helmut, y a veces la guarda y se la lleva.Y sospecho que ha encontrado la manera de entrar enla despensa grande, lo que no es fácil (en casa tenemos dos pequeñitas y una grande por aquello de quenuestros hijos y nietos son pozos sin fondo). Y esorequiere constancia. Conocimiento y constancia.

145.Procura integrarse en el sitio en el que está. Oporlo menos, ser disimulado. Para lo que intenta saberqué peligros hay (la primera vez que vio a Helmutsalió volando) y, visto lo que hay, acomodarse a lacasa, cosa que hace a las mil maravillas. Con prudencia. Con la misma con la que nosotros tenemosque ir a otros lugares. Prudencia para integrarnos.Para no resultar agresivos. Para no fracasar.

146.Vuelve al nido, con su familia. Y supongo quecuenta a su petirroja (lo de pájara puede no quedar biendel todo) y a sus petirrojitos lo raros que somos ennuestra familia, lo bien que tenemos la despensa, yla cantidad de cosas que le quedan por descubrir.Y que ha encontrado un sitio nuevo por el que puede entrar en la despensa grande.

7. Y les escucha y les ayuda y les resuelve sus problemas.En un trozo de periódico que encontró en nuestracasa leyó que ahora se habla mucho de conciliar lavida de trabajo fuera de casa con la vida familiar. Elpetirrojo se ríe para sus adentros: «¡Qué atrasados sonlos hombres! ¡Pues no hace años que yo concilio!».

<Mentalidad de petirrojo» puede sonar un poco extra-ño. Pero sí. Mucho de lo dicho en capítulos precedentes estárelacionado con tener un modo de vivir la vida diferente

«i

OTOÑO EN SAN QUIRICO. EL PETIRROJO 199

del aburguesamiento. Que es una tentación muy humana.Saquemos la nariz. Hay casas que ver donde somos bienve-nidos. Hay despensas que descubrir. Hay mundo, Y vida.A pesar de la crisis.

Y en esta ficción me gusta el Optimismo del petirrojo.Y la confianza instintiva en esos paseos. Una confianza op-timista, intentando sacar el mejor resultado de una situa-ción concreta. Este petirrojo confía en que en casa no lepasará nada. No solo eso, sino que:

147.Sabe que será bienvenido. O, por lo menos, noagredido. Supongo que tiene algún amigo petirrojo muerto en acto de servicio por algún gato llamado, porejemplo, Fitzgerald. Y supongo que algún perro unpoco más activo que Helmut le habrá perseguidootras veces. Como en nuestra vida. Y no por eso dejade intentarlo. Porque siempre hay sitios donde uno esbienvenido. Y todos suelen estar lejos del sofá denuestra casa, donde tenemos seguridad.

148.Vuelve, a pesar de que hay días que noconsiguenada. Porque sabe que al día siguiente puede tenermás suerte. Encontrar un recoveco (en nuestra casahay muchos) en el que entrar y conseguir algúnbotín. Persevera. Y gana, como dice el refrán. Comonosotros, disparando a puerta con fe en cada ocasión que tengamos. Con Optimismo. Porque un díaentra la pelota por la escuadra y metemos un golazoque pasa a los anales. Y eso se hace sin desfalleceren los intentos.

149.Da ejemplo. En su casa y en la comunidaddondevive. No en su territorio, porque ahí no entra otro

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so pena de ser atacado. Pero en la comunidadinterterritorial de petirrojos es un miembrovalorado. Y hay quien dice que hace esoporque no se entera. Y le cuentan historias defracasos. Pero no hace caso. Porque, comonosotros, sabe que tras una oportunidad puedehaber un peligro. Pero que si ves en todo unpeligro, te quedas quieto. Y así no se conoce, nose viaja, no se explora, no se crece.

150.Y anima. A todos aquellos que le rodean. Aver suvida de petirrojo con esperanza, o como se llame laesperanza en el mundo de los pájaros. No tengoamigosornitólogos, pero si los tuviera, casi seguro nosabríancómo llamar a eso. Y esa esperanza arrastra a otros.ElOptimismo ayuda a otros. A veces cambia vidas.También el pesimismo cambia vidas. Pero a peor. Elpesimismo nunca ayuda a los demás. Los ahuyenta.

151.Y sabe que hay dificultades, que no desprecia.Y alguna vez vuelve al nido sin nada y mira a suspajaritos y piensa (o lo que haga) que no tienederecho ano ser optimista. Por ellos y luego por él. Y saledenuevo (a veces con los primeros rayos de sol)paraentrar por una ventana nueva y, aprovechandoquedormimos, investigar más a fondo en aquelhuecoque vio el otro día, donde intuye que puedehaberalgo de valor para él.

152.Y hay días que le duelen las alas. Ya no es unpajari

to.Ylecuestaarrancar.Estaríamáscómodoensunido.Perotambiénsabequecuandolleveunratovolandoseolvidarádel

dolor. Y que ese dolor, porahora, tiene que aguantárselo. Ya llegará el díaenque no pueda levantar vuelo. A todos les llega.Por

OTOÑO EN SAN QUIRICO. EL PETIRROJO 201

eso tiene cierta prisa. Hasta urgencia, a veces. Por-que sabe, como nosotros, que el tiempo no es infini-to. Y es en esos momentos en los que tiene que sermuy optimista.

«Actitud de petirrojo» suena todavía más extraño. Lavida es un don que hay que aprovechar de una maneraconcreta: viviendo. A mí siempre me ha parecido que estode vivir intentando sobrevivir es una mala manera de vivir.Y es muy común encontrar gente que, en la vida, «va tiran-do», «de esa manera» y que, sin cosas graves que les pasen,va pasando por la vida así, un poco sin que se note. Me dala impresión de que su vida se reduce a esperar al enterra-dor. A mí eso me parece que es sobrevivir, y que es algodistinto a vivir. Y que, cuando se vive de forma optimista,descubres, tengas la edad que tengas, cosas que te dejanembobado. Que te sorprenden. Que te abren caminos in-sospechados y maravillosos. Esta vida, bien vivida, no tepermite nunca estar de vuelta. Siempre estás yendo, a pocooptimismo y ganas que le eches.

Cerremos con el petirrojo. Todo eso —el petirrojo esun animal, no lo olvido— lo hace acorde con su naturale-za. Y me temo que la naturaleza de los animales no la pue-den pervertir (en el mejor de los sentidos) los propios ani-males. Ni nadie.

Si yo hubiese estado de vuelta de todo, el primer díaque entró le podía haber sacudido un sartenazo y ahí sehubiesen acabado los paseos del petirrojo. Pero es que es-toy convencido de que en esta vida eres más feliz si no vasa sartenazos. Se hubiese ido el petirrojo y yo me hubiesequedado sin mi modelo.

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«Sartenazo» hubiese implicado que:

153.No admito intrusos en mi casa. Cosa que esverdad,pero tengo que matizar. No admito intrusos que quieran entrar en mi casa a, por ejemplo, llevarse la televisión. Pero admitir o no admitir al petirrojo era unacuestión de admitir o no admitir a gente de fuera.O sea, de enriquecer o empobrecer mi punto de vista.

154.Y no solo eso, sino que hago lo posible para quesevayan, como hacen algunos. Mi casa es mi casa y ahíno entra nadie. Es decir, cerrados a cualquier cosaque suponga aprender. Porque eso significa el sartenazo: que no estoy dispuesto a aprender nada de nadie.

Tampoco del petirrojo, que si enseña algo es precisa-mente por lo que hace, no por lo que dice.

Hacer de forma optimista, con prudencia y sin distrac-ciones.

Hacer equilibrado y con conocimiento.Hacer. En este momento, más que nunca, hay que ha-

blar lo necesario y empezar a trabajar de verdad. Cadauno. Desde nuestra responsabilidad.

Caen cuatro gotas. Vicente, un aragonés amigo mío queviene a pasar algunas temporadas a casa, me enseñó dóndehay que mirar para saber si serán cuatro gotas o cuatro mi-llones... Echo un vistazo al cielo más allá de las montañasy lo veo negro como boca de lobo.

Llega la tormenta. Me meto en el despacho a escribir.Tengo que hacer muchas cosas aprovechando la tormenta.

Ya amainará.

EPÍLOGO

bar está medio vacío. Algunos parroquianosfumando en la barra delante de cafés o copas. El enormeventilador del techo, despejando el humo de las fariasaliviando el cargado ambiente. Fuera, una lluviaintermitente alterna con tibios rayos de sol. Es un día raro.Un día de otoño en San Quirico.

Mi amigo está sentado enfrente de mí. Del ibérico y delvino apenas quedan los restos. Las servilletas están todasen su sitio. Y el mantel de papel, con algún resto de comi-da, pero sin una palabra escrita, ha cumplido por una vezsu modesta misión. Nada más.

Hoy hemos hablado del bien y del mal. De sus cosas yde las mías. De lo que hablan normalmente los amigos. Desus hijos y de los míos. De nuestras mujeres. De problemi-cas de lo más cotidiano. Y de alegrías, cotidianas también.De la vida. Lo que hacen los amigos. Hoy no hemos habla-do de economía ni de crisis.

«Están invitados», dice el camarero. Sonreímos. «Yocreo que está agradecido porque no hemos gastado servi-lletas», comenta con sorna mi amigo.

204

Nos levantamos. Cada mochuelo a su olivo. Antes dedespedirnos, me para y me dice: «Leopoldo, no quiero es-tropearte el día, pero en estos meses del año he vendidomenos. Mucho menos... Si no te lo digo reviento. Y ya megusta que hayamos hablado de la vida, pero esto tiene malapinta».

«Tienes servilletas», le digo. «Que no sé si te ayudarána vender más. Pero a lo mejor te ayudan a discurrir paraver cómo capeas el temporal».

«Las repasaré», promete.«Las ordenaré y escribiré para que se entiendan», le digo.Llego a mi casa. Durante el corto trayecto me acuerdo

de una cosa que me dijo, hace muchos años, mi amigo JuanAntonio: «Estamos montados en un barco navegando atoda velocidad hacia la arena».

Pues bien. Ya hemos llegado. Ya hemos roto el cascocontra las rocas y estamos varados en la arena.

Si ponemos agua debajo del barco la absorberá la arena.A lo mejor remojamos el casco y conseguimos que el barcoresbale y vuelva al agua. Pero mejor que vuelva al agua re-parado. O se hundirá.

Es la hora de actuar con sentido de Estado y con senti-do común.

Es la hora de la responsabilidad individual y la respon-sabilidad global. Por este orden.

Es la hora de la iniciativa.Empieza a hacer frío. Cierro la puerta y dejo a Helmut

fuera. Para él es una temperatura agradable. Llego al des-pacho y me pongo a pasar esas servilletas a limpio. Hacedías que no veo al petirrojo. Debe de estar en su casa consu familia a resguardo del frío.

EPÍLOGO 205

Cuando voy a empezar a escribir, los veo. En la puertadel despacho. Como si pidieran permiso para entrar. El«nuestro», inconfundible, rechoncho, con esa mancha na-ranja viva y sin parar de dar saltos. Como si fuera su casa.Supongo que el otro es «la petirroja». Más prudente, guar-da una cierta distancia. Me levanto con cuidado y les abrola ventana. No para que se vayan. Para que se sientan máslibres.

Revolotean un rato y se suben a la barandilla de la terra-za. Algo se dicen. Probablemente estén hablando de mí.Les veo optimistas, sin distracciones, prudentes.

El petirrojo me mira durante unos segundos. Se vuelve,cuchichea algo y tras dar un par de saltitos, se van volando.

Como flechas, hacia las alturas.

San Quirico, diciembre de 2008.