Convirtiendo la ganadería tropical en una industria exportadora.

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Convirtiendo la ganadería tropical en una industria exportadora por ARTURO GIL Ph. D. La economía globalizada en que vivimos nos debe enfrentar a una nueva realidad: la más clara oportunidad que haya tenido la ganadería tropical, o su desaparición. Con la actual práctica de la ganadería en Colombia será muy difícil competir frente a productos cárnicos de óptima calidad y posiblemente más baratos. Nuestra ganadería hasta ahora no ha sabido aprovechar las ventajas comparativas de que dispone, frente a la ganadería de países con estaciones. Los dos sistemas de producción. En zonas de estaciones, el período anual de producción forrajera comprende la primavera y el verano, unos 6 a 8 meses, según la latitud, en el trópico es de 12 meses. A los primeros, eso les impone la necesidad de cultivar, cosechar, secar o ensilar, guardar, transportar y servir el alimento al ganado, el cual frecuentemente permanece en establos durante el invierno, o en instalaciones enfriadas, durante el verano. Los costos de tal operación, frente al pastoreo continuo, es una inmensa ventaja a favor del trópico. A pesar de esto, nuestros animales tienen una curva de crecimiento lento, con ascensos y descensos, los de allá, de acelerado y continuo crecimiento. Nuestros terneros crecen durante las lluvias, cuando abunda el forraje y luego pierden peso durante la sequía. El balance entre producción forrajera y consumo en el trópico, muestra una pérdida del 30% del producido anual, ya que se registra un exceso durante las lluvias, el cual no se cosecha, sino que se deja lignificar y se pierde como alimento. Esto se debe a que la carga animal es tan baja como entre 1 a 5 animales por hectárea, frente a 10 animales por hectárea en la zona templada. Una clara ventaja para el trópico, que desaprovechada se torna en desventaja. La carne producida en el trópico es en general de mala calidad. Es dura y fibrosa, porque proviene de animales viejos, entre 4 y 5 años de edad, que han recorrido miles de kilómetros buscando su sustento, en inmensas llanuras de baja fertilidad, no cultivadas, pobladas con vegetación muy esparcida, a veces de plantas C4. Estas plantas siendo de mayor poder fotosíntético y menor consumo de agua, si fueran técnicamente cultivadas, manejadas mediante rotación y en asocio con leguminosas, podrían mantener continuamente unos 10 animales por hectárea; hectárea que cuesta una fracción de lo que costaría en un rancho texano, argentino o australiano.

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Convirtiendo la ganadería tropical en una industria exportadora

por ARTURO GIL Ph. D.

La economía globalizada en que vivimos nos debe enfrentar a una nueva realidad: la más clara oportunidad que haya tenido la ganadería tropical, o su desaparición.

Con la actual práctica de la ganadería en Colombia será muy difícil competir frente a productos cárnicos de óptima calidad y posiblemente más baratos. Nuestra ganadería hasta ahora no ha sabido aprovechar las ventajas comparativas de que dispone, frente a la ganadería de países con estaciones.

Los dos sistemas de producción.

En zonas de estaciones, el período anual de producción forrajera comprende la primavera y el verano, unos 6 a 8 meses, según la latitud, en el trópico es de 12 meses. A los primeros, eso les impone la necesidad de cultivar, cosechar, secar o ensilar, guardar, transportar y servir el alimento al ganado, el cual frecuentemente permanece en establos durante el invierno, o en instalaciones enfriadas, durante el verano. Los costos de tal operación, frente al pastoreo continuo, es una inmensa ventaja a favor del trópico.

A pesar de esto, nuestros animales tienen una curva de crecimiento lento, con ascensos y descensos, los de allá, de acelerado y continuo crecimiento. Nuestros terneros crecen durante las lluvias, cuando abunda el forraje y luego pierden peso durante la sequía. El balance entre producción forrajera y consumo en el trópico, muestra una pérdida del 30% del producido anual, ya que se registra un exceso durante las lluvias, el cual no se cosecha, sino que se deja lignificar y se pierde como alimento. Esto se debe a que la carga animal es tan baja como entre 1 a 5 animales por hectárea, frente a 10 animales por hectárea en la zona templada. Una clara ventaja para el trópico, que desaprovechada se torna en desventaja.

La carne producida en el trópico es en general de mala calidad. Es dura y fibrosa, porque proviene de animales viejos, entre 4 y 5 años de edad, que han recorrido miles de kilómetros buscando su sustento, en inmensas llanuras de baja fertilidad, no cultivadas, pobladas con vegetación muy esparcida, a veces de plantas C4. Estas plantas siendo de mayor poder fotosíntético y menor consumo de agua, si fueran técnicamente cultivadas, manejadas mediante rotación y en asocio con leguminosas, podrían mantener continuamente unos 10 animales por hectárea; hectárea que cuesta una fracción de lo que costaría en un rancho texano, argentino o australiano.

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La mala calidad de la carne nacional se hace evidente cuando se compara con la de animales de zonas templadas, cuya edad oscila entre 1,5 y 2 años, han sido terminados con granos y nitrógeno no protéico, en estabulación y sin desgaste físico alguno, lo que la hace jugosa y tierna. De nuevo, cual es el costo de uno y otro sistema de producción? Y sin embargo cual entrega el mejor y mas barato producto al consumidor?

Reproducción y producción de leche.

Otro factor aún más determinante de la baja rentabilidad de la ganadería tropical es la pobre eficiencia reproductiva. En el trópico las vacas tienen en promedio un ternero cada dos años; tasa reproductiva anual 50%. Este bajo rendimiento se debe mayormente a que la vaca parida entra en un anestro post-parto que dura en promedio todo un año.

Calcule la rentabilidad de un vientre del hato nacional, medio ternero al año y prácticamente No leche, ya que ordeñar tal vaca es condenar al ternero a un lento y sub-óptimo desarrollo. Si la mano de obra del ordeño fuera adecuadamente remunerada y se exigiera que la calidad de la leche cumpliera con normas internacionales para el consumo humano, ordeñar tales vacas causaría cuantiosas pérdidas. Sin embargo, de vacas cebuinas proviene la mayor cantidad de leche que se consume en el país.

En países no tropicales las vacas tienen un ternero por año (100% tasa reproductiva), son de razas lecheras o cruzadas con estas, y producen entre 40 y 80 Kg de leche por día. Siendo ordeñadas con equipos estériles, la leche no se expone al aire y es refrigerada todo el tiempo, antes de ser pasteurizada y empacada. Definitivamente, la leche no será nuestro producto de exportación, tendrá que ser carne y pieles.

Las soluciones.

¿Que solución existe para reducir el anestro post-parto de 12 a 3 meses y así lograr un ternero por año? Este fue el reto que nos fijamos un equipo de investigadores hace ya mas de 25 años. Inicialmente desarrollamos una técnica basada en monitorear el estado ovárico de la vaca mediante determinaciones de Progesterona (P4) en sangre o leche, dos veces por semana y guiar la reproducción por teléfono o radio, indicando al productor el momento mas propicio de inseminar cada animal, en una época cuando nadie pensaba que fuera posible inseminar en ganaderías extensivas. Aún reduciendo mucho los costos del radio-inmuno-análisis para determinar la P4, con esta técnica logramos tasas de preñez de un 40% anual, en el mejor de los casos.

La mayor limitante, el 50% de vacas en anestro presentes en cualquier momento, en cualquier ganadería. Evidentemente a menos que encontráramos la manera de resolver estos prolongados anestros eran pocas las esperanzas de mejorar la eficiencia productiva.

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Surgió entonces la idea de dosificar diariamente a las vacas anéstricas con P4 durante 9 o 10 días, que es la duración de un Cuerpo Lúteo funcional, esto resolvió el anestro en algunas vacas. La tecnología de los dispositivos de liberación gradual y sostenida para humanos estaba en desarrollo en E. U. y Europa e intentamos aplicarla a la vaca.

Inicialmente desarrollamos dispositivos rígidos de implantación subcutánea, los cuales después de probados en conejos y terneros resultaron difíciles de implantar y más aún de remover en campo, a vacas indómitas, nerviosas y estresadas.

Los siguiente diez años se pasaron en ensayos de materiales biocompatibles, retenibles en la vagina y de composición, tamaños y formas muy variadas, hasta lograr un prototipo de silastic grado médico, el cual polimerizado e induciéndole uniones laterales a las cadenas poliméricas, permitía la difusión de la P4 en forma dosificada, gradual y sostenida. Finalmente las concentraciones sanguíneas de P4 alcanzadas in vivo se ajustaron graduando el área de contacto entre el epitelio vaginal y el dispositivo, hasta hacerlas iguales a las fisiológicas.

El éxito inicial alcanzado hace unos 12 años, fue la resolución del anestro en cerca del 100% del ganado tratado, en condiciones ambientales y climas muy variados. Desde entonces el dispositivo ha sido modificado constantemente para reducir costos, producirlo masivamente, mejorar su retención aún en vacas multíparas con vaginas dilatadas y sobretodo para ir mejorando su eficacia.

Si la condición corporal del ganado es de 3,5 a 4,5 (escala de 0 a 5), con el dispositivo actual se logran tasas de preñez no menores del 70% a primera inseminación y tiempo fijo (sin tener que observar estros). Si ese 30% de vacas repetidoras vuelven a inseminarse entre 18 y 22 días después, las tasas de preñez suelen elevarse a casi el 100%. Puede sugerirse que las vacas que no preñan, deben ser descartadas.

El dispositivo puede también ser utilizado con vacas ciclantes que se desean inseminar a tiempo fijo y sincronizadamente. En este caso el tratamiento incluye una inyección de Estradiol (valerato o benzoato) al momento de instalar el dispositivo y una inyección de Prostaglandina (PGF2alfa) al momento de retirarlo. Estos dos usos hacen que el dispositivo se llame “diSERA” dispositivo intravaginal Sincronizador de Estros y Resolutor de Anestros.

De por sí, eliminar los anestros implica duplicar la eficiencia reproductiva y por ende la rentabilidad. Sin embargo se abren otras posibilidades, altamente benéficas:

El segundo avance que se logra, es el uso de la inseminación. Sus ventajas bien conocidas por muchos años incluyen; la eliminación de enfermedades de transmisión sexual, avances en la calidad genética de las crías, aumento del vigor híbrido y entre nosotros, la eliminación de la degenerante consanguinidad

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resultado de que los toros acaban sirviendo a sus hermanas e hijas, ya que no se los cambia en cada generación como se debiera.

La tercera oportunidad que se presenta es la de ir desarrollando razas bien adaptadas a cada región, cada microclima o ambiente particular o según la conveniencia de la producción regional, carne, leche o doble propósito, o según las características del mercado.

La cuarta mejora es la de poder estacionalizar la producción. Básicamente significa que los partos podrán programarse para que ocurran en el período más propicio del año, la llegada de las lluvias o período de abundancia forrajera. Porqué? Porque las vacas estarán mejor alimentadas durante su lactancia, producirán mas leche y por ende sus crías crecerán mas rápido y saludables, posibilitando así un destete precoz, lo cual aumentará aún mas la rentabilidad.

Cuando la ganadería esté estacionalizada y todos los partos estén ocurriendo al mismo momento, que puede ser al inicio de una o las dos estaciones lluviosas, todas las vacas estarán en anestro tres meses después de los partos, cuando serán inseminadas de nuevo, mediante el dispositivo. De esta manera, probablemente, no habrá vacas ciclantes cuya sincronización es más costosa.

La quinta ventaja será el aprovechamiento de ese 30% del forraje que se pierde cada año, ya que una vez destetados los terneros y ya preñadas las vacas, tres meses después del anterior parto, la carga animal sobre el terreno se aumentará a casi el doble. Cuando llegue la sequía podrá volver a disminuirse, mediante la venta o traslado de terneros a ganaderías que se especialicen en levante. Este último aspecto, la especialización de las ganaderías de acuerdo a las condiciones climáticas, la fertilidad del suelo, y la cercanía a los centros de consumo, es otro objetivo por realizar, de inmensa importancia para mejorar la eficiencia productiva.

La sexta opción por alcanzar será la de criar terneros técnicamente. No hay razón para que terneros no rumiantes, permanezcan con sus madres recorriendo grandes distancias, exponiéndose a los rigores del clima y a depredadores y parásitos. No solo se perjudica el ternero, sino que la mamogénesis, perjudica a la vaca, causándole una mayor prolongación de su período infértil. Como los terneros nacerán al mismo tiempo, se los podrá confinar en un corral sombreado e higiénico a donde vendrán las vacas, o se alimentarán los terneros con leche ordeñada. Así se les podrá destetar precozmente y alimentarlos con remplazadores. No solo los terneros ganaran peso un 20% más rápido, sino que sus madres perderán menos peso durante la lactancia controlada y preñarán mas fácilmente.

La séptima ventaja será acabar con la alta mortalidad de terneros. En las actuales circunstancias los terneros nacen en cualquier parte, aislados e indefensos. Si la vaca está debilitada y su ternero nace bajo de peso, frecuentemente será victima de perros, buitres u otros depredadores. El ternero que nazca débil frecuentemente no alcanzará a beber el calostro y será susceptible de infecciones que pueden llegar a matarlo.

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La octava ventaja será poder atender los partos programados, si se necesita. Estos ocurrirán en un sitio limpio, con agua fresca y podrán cuidarse los terneros y vacas que lo requieran. De esta manera casi se eliminaran las muertes de neonatos y se promoverá la pronta recuperación de las vacas.

En conclusión, adoptar estas técnicas de manejo reproductivo es más barato que usar toros y sin embargo aportarán ventajas adicionales como la duplicación de la productividad y de la calidad del producto, haciendo que la rentabilidad se duplique sin inversión adicional alguna.

Comienza a debatirse si la duplicada producción de carne podrá ser absorbida por la demanda interna del país, que ha mostrado una continua disminución. Definitivamente, esta disminución no se debe a saturación de la demanda que es una de las más bajas del mundo per cápita , sino a los relativos altos costos y la mala calidad del producto.

Si el producto cárnico nacional fuera de igual calidad y precio al del importado, el TLC cuando ocurra, si ocurre, no será una amenaza, sino una oportunidad de desarrollo para la ganadería y la economía nacional. Todo depende de que el sector tome la decisión de adoptar las tecnologías que existen, para aprovechar las ventajas comparativas que tenemos en el trópico