CESEDEN BOLETIN MENSUAL N° 6 Dpto.. de Informacion S.TU … · 2014. 10. 20. · — POLITICA DE...

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CESEDEN BOLETIN MENSUAL N° 6 Dpto.. de Informacion TU DIOS ECONOMIC VII S. POLITICA DE RENTAS Y ESTRATEGIA DEL DESA RROLLO.

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  • CESEDEN BOLETIN MENSUAL N° 6Dpto.. de Informacion

    TU DIOSECONOMICOS

    VII

    S.

    — POLITICA DE RENTAS YESTRATEGIA DEL DESARROLLO.

  • CESEDEN

    POLITICA DE RENTAS Y ESTRATEGIA DEL DESARROLLO

    (Consejo Econ6mico SindicaL Documento nGm0268,dkembre 1965)

    Mayo—1966 BOLE TIN DE INFORMAC ION N2 6 - VII

  • Los problemas que plantea la polfilca de rentas no pueden disociarse delos que crea el desarrollo econ&nico y sociaL A ello se deben las investigacionesemprendidas por los planificadores econmicos en las actuales perspectivas de unaeconomfa en la que los mecanismos de competencia y de mercado ocupan un Lugarcada vez ms importante, en la que la diversificacin de las actividades y las variaciones del consumo privado refuerzan los azares de toda previsin y en la que,debido a una polftica econmica cada vez ms abierta hacia el exterior, existendecisiones que escapan a nuestra ¡niciativa. Pero, paradgicamente, si la plani—flcacn se presenta, en algunos aspectos, ms difÇcil, expresa cada vez mejor lasmltiptes aspiraciones de nuestra sociedad: deseo de obtener un rpido crecimiento de la procIuccin y un reparto m& arm&ico de sus empleos (y por consiguiente,de sus rentas), aspiraciones diversas relacionadas con la ordenccin del territorio,con el desarrollo regional y con la cireccion del movimiento de urbanizacion.

    Ahora bien, la planificacin no puede reducirse a un anlisis y a una —confrontaci&i de las necesidades y de las aspiraciones, para ser, m& tarde, un programo de objetivos resultante de arbitrajes polfticos. Con toda evidencia, debe —preocuparse de su propia aplicacin, formando parte de un contexto que excluya elrecurso a procedimientos fci!es y procurados por la ¡nf kicin y requiere se refuercen las condiciones generales de la competencia de la economra.

    En el caso de la economfa francesa y por estas razones, se ha esbozadoen el informe sobre las decisiones del V Plan, una estrategia del desarrollo en ia —que la polflica de rentas esta llamada a representar un papel ¡mportante: “En consecuencia establecida la situacin de las estructuras y de los recursos ffsicos dados,el li’mte econmko del crecimiento puede ser determinado por la aplicacin de unapolflica de rentas dedicada, ademas de a su objetivo de justicia social, a hacer cornpatibles la evolucin de los salarios y el equilibrio econmko. Finalmente e) desarrollo econmico y social deberfa ser regulado y, consecuentemente, favorecido,por una poiflica coyuntural ms fntimamente ligada al Plan”.

    Pero los obst&ulos polfticos, sociológicos y técnicos que se oponen a laaplicacin de una polflica de rentas resultan, a primera vista, tan considerables—que conviene plantearse la pregunta de si no serfa posible conciliar, empleando —otros medios, los aspiraciones de nuestras sociedades y las coacciones ejercidas sobre su desarrollo.

    Si, según pensamos, la respuesta es negativa, amenos que se renunciea la satisfacin de algunas de estas aspiraciones, conviene explorar las vfas y medios de una polftica de rentas.

    Precisamente, con motivo de la elaboracin del V Plan, se ha intentado

  • una programaci&i en valor; este intento ha revelado en qu medida se analizan losproblemas del desarrollo utilizando los datos suministrados por la consideracin dela evoIucin de las rentas, del ahorro y de los medios de financiaci&.

    Esta programacin debería servir de soporte operatorio para una polftka¡ndkatva de rentas, progresiva en su apUcaclin aun cuando fuese solamente paratomar nota de las reacciones de las partes sociales. Las modalidades susceptiblesde sor tomadas en consideracin ¿bastaran para tanquilizar a aquellos que temenpor las libertades econmicas?. Hay que intentar responder a estas preguntas.

    1.— Aspiraciones y obUgacknes del desarrollo.

    Si bien es verdad que la orientaciSn hacia el desarrollo no es un hechoreciente, parece ser que, a raíz de las fases de crecimiento que han conocido lassociedades occidentales en el siglo XIX y en la primera mitad del XX, se ha modi

    e a t # o 1 a o -ficado considerablemente la probiematica dei crecimiento0 Esta observacion haconducido a los planificadores franceses a preguntarse acerca de los medios de lograr un crecimiento m& equilibrado y armnco, superando nostIgicos recuerdosdel pasado:

    “En el siglo XIX, el equilibrio entre la oferta y la demanda estaba asegurado por mecanismos automticos: la competencia, el mercado y, a escala inter

    a o onacional, el patron oro, Este sistema ha permitido que se afirmase la civilizac ionindustrial, pero su pasivo, en lo que respocta al hombre, se ha visto muy recargado.

    Las reaccknes que se han desarrollado se deben a que, sen la expre—sn de Walter Lippman, el mercado es un soberano cruel, dotado de extensa y brutal eficacia.

    Así es como se explica que, bajo la presin de los mismos interesados,se haya constituido, progresivamente, toda una red de garantías, protecciones,acuerdos e instituciones profesionales y sindicales.

    Dentro de tal contexto, los mecanismos de ajuste autom&ico de la economía del siglo XIX se han visto hondamente alterados; por lo dem&, esto no impide que las leyes econmicas manifiesten su sancin, bajo diversas formas, cadavez que las decisiones que se toman descuiden en demasía dichos mecanismos o sebasen en un anlisis errneo del comportamiento de los agentes econmicos, Hacealgunos años que esto d lugar a fecundas revisiones, tanto en los paies del Oestecomo en los del Este.

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    Así pues, la búsqueda de una nueva síntesis entre las aspiraciones de —nuestra sociedad y las limitaciones del desarrollo se presenta como una útil tenta

    tiva. Para abordar este difícil problema, sin exponerse a caer en una falsa polmica que oponga entre sí a los partidarios de la economía de mercado y a los adeptosde la planificacfn, conviene medir con exactitud el margen de acci6n que nos dejan, por una parte, la preocupacin de responder a dichas, aspiraciones y, por o—fra parte, la preocupacin de evitar la inflacin permanente, así como los destSrdenes econmicos y los males sociales que este lleva consigo. —

    Aspiracionesdeldesarrollo

    Confusas, implícitas y mal formuladas en un principio, estas aspiraciones so imponen hoy cada vez m& en la conciencia de nuestras sociedades y el planfrancas constituye, a su manera, un intento de ordenar la satisfacciSn de las mismas.En nuestra opinin, estas aspiraciones pueden resumirse en cuatro exigencias que,en muchas ocasiones, resultan contradictorkjs entre sí: pleno empleo, dfstribuciSnms equitativa de las rentas, consumo privado dinmico y elevado coeficiente de —crecimiento.

    A través de crisis econmicas y de tensiones polflicas y sociales, se hallegado progresivamente a reconocer que el derecho al trabajo es el fundamento —esencial de [a libertad individual, suscitando este hecho diversas polftfcas de pleno empleo. Los trabajadores no aceptan que Ici cantidad de factor trabajo se utilice como instrumento de reajuste del equilibrio macro—econmico. Desde entonces,segGn hace observar M, Bertrand de Jouvenel, “al ser el patrono quien, hoy en día,solicita la cooperacfn del trabajador, no solamente aumenta la dignidad de ste,sino que de ello resultan tambin un cambio fundamental en el mercado del traba—

    Ciertamente, esta obervacn debería completarse con muchos matic-s:de hecho, una política de desarrollo equilibrado deber dedcarse de lleno a distinguir el pleno empleo del superempleo, utilizando un conjunto de medidas referentes a las capacidades de educaci6n y formaciSn, al cambio de actividades, a la movilidad de los trabajadores; pero la exigencia sigue en pie y, si se acepto, impideque el equilibrio se base en una stuacin en la que las fuerzas trabajadores fuesensuperabundantes.

    Por su parte, la aspiraciSn a un reparto ms equitativo de las rentas se hacristalizado en un conjunto de disposiones que abarcan desde los sistemas obligatorios de previsin y seguridad social hasta el establecimiento de un salario mínimo,pasando por las medidas tomadas con vistas al sostenimiento de la renta agrfcola,Ms aún, los mecanismos espontneos de distribucin de las rentas reflejan la mismatendencia fundamental y desembocan, dentro de ciertos Irmites, en un prceso de

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    lento y general descenso de los precios, y en la afectacin de los beneficios de laproductividad a favor de sectores en regrcsi6n relativa.

    Por otra parte, la experiencia francesa de estos Gltimos años ha revelado una tensi& muy dif (cii de superar entre el dinamismo del consumo privado y lanecesidad do destinar cierto volumen do recursos a la financiacin de servicios colectivos y, por supuesto, de las inversiones productivas0 El informe sobre las principales decisiones del V Plan considera la conciliaciSn entre las aspiraciones mdiviaduales y las necesidades colectivas como uno de los condicionantes fundamentales de nuestro desarrollo.

    Para satisfacer del melor modo posible este conjunto de objetivos, el —perseguir la taso de expansicSn ms elevada posible se muestra como la solucin m&adecuada: el fuerte crecimiento facilita las redistribuciones de rentas, haciendomcs llevaderas las retenciones operadas a expensas de los ms favorecidos y haceprogresar a un ritmo relativamente rpido el consumo privado. Pero sea cual fuere el vigor de las mejoras estructurales destinadas a ampliar las posibilidades delcrecimiento, cuando ms elevado es el ritmo de este último, ms vivas seran lastensiones en los mercados de empleo y dem& factores de produccin (capital sobre todo) y ms aumentar&i los riesgos de inflacin

    Elequilibriopermanentementeamenazado

    Salvo la consideracin de algunos matices, comporten estas aspiracionesel conjunto de los pa(ses industriales, ya adopten la ortodoxia liberal ya recurrana diversos modos de planificaci6n. En todos estos pafses, se han multiplicado lasintervenciones de Poderes Públicos. Tanto es asf, que las diferencias de hecho entre los paies occidentales resultan mucho menos claras de lo que quieren evidenciar las f&mulas o doctrinas por las que sus partidarios las caracterizan: tendenciasfundamentales y, en gran parte, irreversibles, afectan tanto a laeconomfa socialde mercado como a la economia de planificacion flexible .sIn pretender disimular a toda costa estas diferencias, puedo decirse que las instituciones reflejan —mcs los caracteres historicos y sociolgicos de cada pa(s que las divergencias doctrinales irreducibles.

    En suma, debido a las caractortsticas de la evolucin do todos estos pafses, los mecanismos de reajuste autom&ko no rigen ya por completo la formachSnde los equilibrios.. Esta observacin ¡mpcrcial no debe ¡ntorprotarse como punio departida de un intento de superar la economfa de mercado. Introduce la idea de quela toma en consideracn de las aspiraciones dd desarrollo nos sitGa ante una nuevaproblom&ica.

    La porturbacin ms notoria reside en que existen sectores ms influidos

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    por las decisiones políticas y sociales do los gobiernos que por la ley del mercadoEl ejemplo m& patente y extendido es o! que nos proporciona el sector agrícola.Pese a los esfuerzos de modernizacfiSn y racionalizaciSn de las sociedades industriales, el sector agrícola sufre estrangulamientos fundamentales que justifican elbalo nivel de la renta agrícolaG Las transferencias efectuadas en favor de la agricultura gravan los precios de coste de los dcms sectores y dan lugar a cambios enlas ganancias por productividad. Otras ¡ntervenc iones provocan las mismas censecuendas, como el mantenimiento, por razones de ínters nacional y de equidad —social, de sectores de rentabilidad nula e incluso negativa. En tales condiciones,la vuelta a la edad de oro de los equilibrios macro—econSmicos nicamente seríaposible a costa de renunciar, parcialmente, a las finalidades do nuestras sociedades.

    ldenticas conclusiones podrían obtenerse examinando las consecuenciasde k:pol ttica de las transferencias sociales; la renta asíd istri buida no corresponde a losprecios vinculados a una prestacin valorada por el mercado; no por ello resultaintil econmiccnente, puesto que tiende a realizar el equilibrio social y demo—grfico deseado por la sociedad

    En tales condiciones, nada tiene de extraño que se manifieste en nuestras economías una tendencia permanente a la ¡nflacin. La Edad de la ¡nflacin”escribi un día en grandes titulares el semanario ¡ngls “The Economist”, para poner bien do relieve la imposibilidad de un regreso a la situacin anterior a la primera guerra mundial y tambin para hacer resaltar nuestra impotencia en la luchacontra la “infloci4Sn de prosperidad. Como no es posible hacerse a esta idea, seha sugerido completar los medios tradicionales de la política econmica con una —polflica de rentas, de forma que se pueda luchar contra la ¡nflacin de la demanda y contra la ¡nflacin de los costes.

    En efecto, la consecucin de un crecimiento fuerte con pleno empleo,la ambicn de repartir mejor los frutos del crecimiento entre consumo privado y —empleos colectivos así como entre los grupos sociales, son otras tantas preso— —nes con vistas a un aumento de la demanda global, mientras que, por otra parte,no poseamos dominio suficiente de los ingresos que se forman libremente en el mercado (esto es,en Francia, los dos tercios do los ingresos), ni del consumo privado.

    Dela entonces de ser fecunda la tensn entre beneficios y salarios: “Rojo la presin de los oferenten de factores cia producci&, los empresarios se venducidos a distribuir bajo forma de rentas una cantidad superior al valor del producto ovaludcdo según tos precios del año en curso y, para restablecer el equilibrio,suben los precios. Este es el fenmeno do la ¡nflacin de costes

    Las tensiones ¡nfladonistas entre las diversas partes que reciben e! valorañadido tambi& puede resultar de un aumento excesivo de las cargas sociales o —

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    de tas retenciones del estado, el cual no hace sino patentizar la realizaci6n de losobjetivos de transferencias o de inversiones pbticas que se asigno a la colectividad,conjuntamente con la aspiracin hacia la rnaximizacin de la renta Individual.

    No menos fuertes son las tensiones intersectoriales1 Esto da lugar al ¡ncremento de las rentas, por encima del producto real y a un reparto desequHibradode osta cantidad entre los grupos, con provecho para aquIlos que ocupan las posiclones ms fuertes del mercado. Así es como los grupos tienden a recobrar, por medio de su accin sobre el mercado (incluyendo la accin sindical), aquello quedecisiones colectivas les habían sustraido, precisamente con el objeto de realizarun reparto ms equitativo de los frutos del crecimiento0 A partir de ese momento,esta acciSn sobre las rentas primarias no har sinó engendrar el alza de los preciosy la elevacin en cadena de los costes de produccin.

    Ajstepormediodelainflaci6n

    Al estudiar la evolucin de la distribucin de las rentas en la economíafrancesa, el profesor Locaill& ha explicado bien el papel que juega sucesivamente la ¡nflacitSn en la regularizacin de la economía0

    “El cometido de la ¡nflacin es regularizador por partida doble: asegurar el equilibrio del ahorro e inversin a nivel de pleno empleo y ajustar las pretensiones de los diferentes grupos interesados (equilibrio social). En todo caso, resulta paradico observar que la creciente eficacia de la intervenci*Sn del Estado enlo referente al pleno empleo haya podido contribuir, hasta cierto punto, a complicar la solucin de los problemas sociales. Actualmente, se preconizo una políticanacional de rentas para resolver estos problemas y aminorar el ritmo del alza de prec ¡os

    Pero la ¡nflacin es un mecanismo cruel en cuanto que restablece frecuentemente la situacin de los grupos predominantes a expensas do aqul los cuyo “bar—gaining power” o “capacidad de es relativamente dbil. La terapeti—ca empleada para combatir la inflaci&i consiste, inevitablemente, en restriccionesde la demanda y de las transferencias públicas; por eso, los grupos ms débiles, norecobran, en forma de transferencias suplementarias, aquello que la ¡nflaciSn ha —retenido do sus rentas0 No llegan a alcanzarse los objetivos sociales de ia colectividad por falta de una política lo suficientemente consciente y racional.

    Se añade a esto el que a la culminaci6n de los años inflacionistas sucedeun periodo de dbil expansi&, de lo que resulta un menor ritmo de crecimiento yde inversiones que nunca se recupero. Al considerar inevitable la sucesTn de fasesde recalentamiento y de reajuste, se suele renunciar a explorar las vías de un nuevo progreso de las políticas de desarrollo que permitiría un expansin relativamente

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    regular y la consecuciSn, en un periodo de diez años, de algunos puntos de creci—miento, Y, sin embargo., este problema os precisamente el que se ha de afrontar,rechazando a la vez, definitivamente, el recurrir a las faciRdadas que proporcionala inflacin,

    Imperativo:Estabilidaddelosprecios

    La inflacin opera, en efecto, como las inyecciones de morfina. De momente, permite conciliar exigencias contradictorias, apaciguar las tensiones entrelos grupos.

    Pero la experiencia ha demostrado sobradamente que tales facilidadesson de corta duracfSn: desvirta el contenido de las cifras, disminuye la propen—sien al ahorro, origina medidas para luchar contra los desequilibrios. Puede entonces establecrse un balance: se hace patente que los descontentos han sido a—pacguados salo provisionalmente,

    Son motivos suficientes para —sogn la f&mula del Ministro de Hacienda M. Vclery Giscard d’tstaing— “renunciar a la tiranfa intelectual de la inflacintI.Pero nos vemos empujados a ello por otras razones: nuestros compromisos con respecto al Mercado Coman y la necesidad por parte de nuestras empresas de afrontar encondiciones favorables la competencia internacional.

    Aparece entonces la contradiccin en su punto culminante: mientras quela voluntad por responder a las leg(timcis aspiraciones de nuestra sociedad engendraserios peligros inflacionistas, la repu Isa de la inflacin es una de las condicionesesenciales —y no la unica— para la buena conducta de la economia francesa dentrode la competencia internacional y para la realizacin del Mercado Coman.

    No existe soluci6n milagrosa y sencilla para el problema del crecimiento equilibrado0 Los esfuerzos deben recaer sobre todos los aspectos de una polfticade desarrollo de conjunto, concebida no solamente como una red de acciones eco—n6micas basadas a la vez, en los mecanismos del mercado y en las intervencionesconcertadas, sino tambin como una tentativa para que sean admitidas las inflexiones necesarias de los comportamientos. La definicin establecida por el profesorFrançofs Perroux plasma las dificultades de dicho intento:

    “El desarrollo es la combinacin de transformaciones mentales y socialesde un pueblo que capacitan a ste para aumentar, cumulativa y duraderamente, suproducto real y global”.

    Una poiflica activa de crecimiento fundada en incesantes mejoras estructurales y en oportunos reajustes coyunturales no puede triunfar por si sola, Si, por

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    otra parte, un esfuerzo de conciencia colectiva no induce a hacer flexibles las cc—ciones en el mercado, en nombre de ia mantenida Ubertad de los comportamientos.

    de aqui la razon de ser de una pohtica de rentas que completaria util—mente los tradicionales medios de accin de la política econSmica.

    0 0 I LA • 1 I. 1egun inaico r, Ntasse en su inrorme sobre poiitica ao rentas, esta tiene dos objetivos, ligados entre sr:

    1, Por una parte, contribuir a la rcalizacin de una oxpansin rpida y —‘equilibrada, manteniendo el pleno empleo y previniendo tanto en el —campo de las rentas primarias como en el de las rentas disponibles, lasdistribuciones excesivcis o insuficientes de rentas,

    2, Por otra parte, contribuir a akanzar, con car&ter duradero y no provisional, las finalidades del desarrollo,

    Por tanto, la deffnicin de bs Criterios de la pol flica de rentas debe recobrar su puesto dentro del examen de conjunto de los objetivos y condiciones deldesarrollo, En este sentido, la programaciGn en valor debe facilitar, en primer lugar, un marco lo suficientemente exhaustivo y flexible para tal anlisis: debe permitir, gracias a un diJogo entre el Estado y los grupos econ6micos, que se tomensuficientemente en consideracin las exigencias del crecimiento y las medidas decar&ter cuantitativo —dentro de la evoluci&’. de las rentas— compatibles con el objetivo de estabi 1 ¡dad monetaria,

    II.- PROGRAMÁCIONENVALORYPROBLEMÁTICADELDESARROLLO

    El intento de prograrnacfn en valor al que se procedi durante ia preparacin del informe sobre las principales posibles decisiones del V Plan, ha cambiado sensiblemente el significado de los trabajos que, con motivo do la elaboracinde los planes anteriores, se habtan referido a los movimientos de rentas compatiblescon las condiciones del equilibrio que se persigue. Esta obsarvacin podr sorprender a aqul los que se interesaron por os estudios del equilibrio del IV Plan; ciertamente, dichos estudios constituían la ¡nickicin de una programacin en valor. Pero, en nuestra opinin, han aparecido ciertas innovaciones,

    Mientras que las previsiones que se hicieron cuando se prepara el IV —Plan se basaban en una evoluci&, homot&ica de la mayor parte de las rentas, losestudios del V PIán debían tener en cuenta nuevos elementos que modificaban y ampuaban ci acercamiento a los problemas do rentas: en efecto, se había decidido incluir en l un programa de desarrollo de ¡as prestaciones sociales, cuya coherencia

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    con el crecimiento de las dems rentas importaba garantizar; ademas la implanto—cuon a nivel europeo de una polihcc agricola comun habia de ejercer una notableinfluencia sobre la evolucin de la renta do los agrkulturés y exigía un nuevo e—xamen de conjunto de las transferencias a favor de los interesados. Se trataba, —pues, de integrar en un modelo de conjunto las disposiciones particulares que afectasen a tal categoría de rentas y de examinar las condiciones de un equilibrio satisfactorio, referentes tanto a las finalidades políticas y sociales como a las exigencias propiamente econmicas. El mero hecho de tener que contar con tales decisiones constituía un principio de política de rentas.

    En segundo lugar, los datoa: y objetivos de la programcicin en valor fueron sometidos a la criba del diIogo social, en el seno del Consejo Econ6mico, ycon ocasiSn de la deliberacin—polftica ante la Asamblea Nacional y al Senado.Los participantes en estas diferentes confrontaciones sabían que las cifras enunciodas comprometían rns o menos los resultados futuros, que ellas constituirían, comomaxirno, los criterios basicos de la politica ce rentas y que al menos, servirian dereferencia para la accin de los Poderes PbUcos en los diversos campos de sus intervenciones (prestaciones y cotizaciones sociales, salarios y funciones del grupopGblico, política del S.M.Lty del SOM.Á.G., intervenciones a favor de la —agricultura..). En tales circunstancias y cualquiera que fuese ci excepticismodemostrado por algunos con respecto a la polflica de rentas, estas cifras tenían doble significado poli’iico y social, significado que no era inherente a las cifras resultantes do los estudios realizados con motivo del IV Plan0

    Desde aquel momento, quedaba ampliado el debate y, respecto a las —cuestiones y controversias que ste nó dejaría de suscitar, se hacía patente la necesidad do entablar, con motivo de la concepcin de los diferentes cuadros relat—vosa la programaci6n en valor, discusiones que girasen en torno a la calidad dela informacion basica, de la interpretacion de la evolucion del pasado, del radode realismo del modelo y, sobre todo, do los problemas que supone la reaUzacinde los objetivos del Y Plan en materia de rentas, del ahorro y de la financiaci6n.

    En este sentido, la programacin en valor respondía a uno de los objetivos menos discutidos de la pianificacin francesa: el de medir, gracias a los estudios de previsi6n, las probabilidades y los riesgos de nuestro desarrollo, indicando las opciones que se ofrecen y las consecuencias dimanantes,

    Desde luego, se trata, por ahora, de un ensayo, ci cual, sinlugar a —dudas, adolece de cierta debilidad, de lagunas e incertidumbres, pero lo que importaba poner de manifiesto, aprovechando esta corta experkncia, era la innova—cian qe represetc;ja proramcci6n e valor y la contribucin que puede aportar elenriquecimiento de la problem&ica del desarrollo.

    Esto es lo que quiso recalcar el planificador cuando oscribi, en el in—

  • —lo..

    forme sobre las principales decisiones a adoptar por el IV Man:

    De rnodó casi general, puede decirse que si bien la programa—ci& en volumen plasmo el objetivo del crecimiento, es menos idneo para —expresar el conjunto de los objetivos sociales, asr como el de estabilidad. Aldisociar, en func& de criterios objetivos, la evolucin de los diferentes —precios y de las diferentes remuneraciones, la programacin en valor permite ind:car las ordenes de dimension compatibles con una expansion equilibrc-a...

    Contenidodelaprogramaci6nenvalor

    En el informe de P. Mass sobre la poltca de rentas, figura unae . . .#

    primera definucion de la programacton en valor:

    Esta Gltima pondrta de relieve ciertas orientaciones para las —grandes masas de rentas, en especial los salarios, las prestaciones sociales, —las rentas agrrcolas y los beneficios, asf como’ las condiciones para el equilibrio entre el ahorro y la ¡nversi6n, por una parte, y entre los ingresos y —gastos pblicos por otra. Por Gltimo, en cuanto lo permitiese el conocimiento estadi’sticq, y si fuese posible desde la misma iniciacin de la eecuciSn —del V Plan, las orientaciones se extender(an hasta los valores añadidos y hasta los tndices de precios de cada sector”.

    Estas diferentes orientaciones estn expuestas en una serie de —cuadros que permiten, de un modo preciso, un profundo examen de las condiciones para el crecimiento arm6nico:

    — el cuadro de los precios relativos por grandes sectores indica losmovimientos de precios compatibles con el objetivo de estabilidad monetaria;

    — el cuadro de las rentas resultantes de la producci6n plasma la e—voluci6n de la distribucin del valor añadido entre las diferentesportes que lo reciben: salarios, cotizaciones sociales, impuestosindirectos, cargos diversas, resultados brutos de explotaci6n;

    — el cuadro de los gastos e ingresos de las administraciones registralas consecuencias de las diversas decisiones a medio plazo parael Estado, las colectividades locales y los regfmenes de segur —

    • dad social. Presenta, en funci6n de los principios tenidos en —cuenta para la polttica presupuestaria, ciertos problemas de fi —nanciacn y sus aspectos fiscales y parafscales;

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    — el cuadro de las rentas brutas (familiares) se descompone segGnlo naturaleza de los ¡ngresos; salarios, prestaciones sociales, —asistencia, rentas brutas de las empresas individuales agricolasy no agrrcolas, rentas de la propiedad (intereses, dividendos,arriendos de granjas y aparcerfas, alquileres), recursos diversos;

    — el cuadro del equilibrio entre ahorro e ¡nversi6n facilita, paracada categorfa de sujetos econ6micos (Administraciones — Sociedades — Instituciones financieras — Familias — Exterior), el importe de su ahorro y el de sus inversiones. De ahf se deduce lacapacidad o la necesidad de recursos financieros;

    — el cuadro de la balanza de pagos expone el detalle de los infercambios visibles e invisibles entre Francia y el exterior.

    En principio, estog cuadros se establecen para perfodos pasados.Representan no solamente el reparto entre los diferentes elementos constitutivos, sino tambin su evoluciiSn de un a?o para otro; ilustran las orientaciones escogidas para la programacin en valor, los coeficientes anuales de crecimiento de cada categorfa de rentas, de cada categorfa de ingresos o gastos.

    Cuando se trata de rentas atrfbutdas a personas ffsicos, la orien—tactSn se cifra por el coeficiente de crecimiento “per cepita”, lo cual implica que tambin se hagan previsiones en lo que concierne a la evolucn delos efectivos.

    Representac;6ndelosobjetivosdeldesarrollo

    La primera funci6n de la programacin en valor consiste en expresar, en su propio mbito,, los objetivos del Plan.

    Los temas de los dos primeros debates han sido la elecci6n de —una taso de crecimiento, la distribuci6n de la renta obtenida y la utflizacin6ptima de los medios de producci6n, De ello ha resultado un cuádro econ6mico de conjunto que expone los recursos y los empleos ffsicosde la produc—cion, Pero esta programacion en volumen no podria representar por si sola —todas las consecuencias de las posibles decisiones bsicas del V Plan; la parte de la produccin interior bruta dedicada a las tareas nacionales de defensa y ayuda a los paies en vfas de desarróllo, el ingreso de Francia en la — —Comunidad Econmicá Europea (en especial, sus ¡ncidencias sobre la polfli—ca agrtcola), una taso de crecimiento de, aproximadamente, el 5% la rectificaciSn de la inversin productiva, la tasacf6n del consumo de los particular

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    res y los empleos generales de la economra (compras e inversiones de las Administraciones Mi litares, consumo de las Administraciones Civiles, inversiones en la vivienda, equipos colectivos).

    Asi’, pues, la programaciSn en valor permitra completar la re —presentacf&, de dichas posibles decisiones en cifras y expresar,. adem&, lasorientaciones referentes a las rentas: evolucf6n de las prestaciones sociales,esfuerzo de recuperacin a favor de las rentas agrfcolas, crecimiento rpidode la autofinanciaci6n de forma que permita reanudar la inversin productiva.

    En resumen, de acuerdo con el informe sobre las principales posibles decisiones del V Plan, la programacin en valor debe satisfacer tresgrupos de condiciones: primeramente, las de car&ter social, que tienden agarantizar el crecimiento en valor real de las diferentes categortas de renta,que pueda ser considerada como suficiente, y en el que esta evoluci6n estaconforme con la justicia; despus, las de car&ter econ6mico, destinadas aasegurar la competencia y a estimular el crecimiento, teniendo en cuento loscomportamientos de los agentes econmicos; por ultimo, las de car&ter contable, que expresan los equilibrios”.

    El informe insiste, por raztn, en el hecho de que sSlo se trata deuna primera prueba; como, por otra parte, las posibles decisiones principalesno constituyen el Plan en st, no ser demasiado el periodo de 1965 para com—

    ._ . •Iprobar la informacion basica y complementarla en lo posoie; y volver a examinar, recurriendo a un anlisis econSmfco y financiero y monetario, los mecanismos que rigen el modelo en curso de elaboracin. Porque la programa—cion en valor solo mantendra su promesa si expresa convenientemente la coherencia.

    Expresitndelacoherencia

    Ast, pues, los cuadros de programaci6n en volumen y en valor sepresentan como cuentas prospectivas de la nacf&, que exponen el conlunto delos fenmenos de la economfa. Ofrecen un marco incomparable para el estudio de la problem&ica del desarrollo, a condici6n de que no se eche en olvido que representan equilibrios Ex_postu. En efecto, no hay que considerarloscomo balance contables y operar con los diversos componentes de los cuadroscon el Gnfco fin de conseguir los mismos totales o las mismas igualdades. Porel contrario, cada vez que se modifique un elemento cualquiera de determinado cuadro, importa examinar sus consecuencias sobre el conjunto del procesode elaboraci6n de las cuentas.

    Resultarfa enojoso emprender, dentro de los Itmites del presente

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    informe, una demostraci& traducida a cifras de las posibiUdades que ofrece la programacin en valor y de los procedimientos iterativos de razonamiento o que g5t0 recurre.

    Lo reflexi& debe ir de un cuadro a otro, esforzarse en descubrir los puntos de contacto entre los diferentes flujos fiicos o financieros, volver a examinar losprimeros equilfbrks obtenidos. Resulta entonces posible examinar variantes de los modelos b&icos, ya se refieran al comportamiento de los agentes econmkos, a las concepciones adoptadas en cuanto a presupuesto o financiaci6n o a los objetivos econmicos o sociales. Los fenmenos puramente monetarks pueden tomarse en consderacino partir del cuadro de las operaciones financieras y de las posibles decisiones quete hace resaltar en cuanto a los ortgenes deí ahorro y en cuanto a lo propensi6n a laliquidez por parte de los diversos agentes econmcos.

    Asf pues, creemos que se ha abierto un camino hacia la aproximaci& alas condiciones de un crecimiento equilibrado, pese al acrecentamiento de los azaresque pesan sobre nuestro porvenir econmico y que conciernen principalmente o la evolucin del Mercado Común y de ias relaciones econmicas internacionales, a las re—acciones de los agentes econcSmicós en sftuack5n duraderamente no inflacionista y a —los comportamientos de los grupos sociales y de las organizaciones profesionales y sindicales.

    Teniendo en cuenta estas incertidumbres y lo imperfecto de nuestro conoCimiento en cuanto a comportamientos econmkos, debern tomarse precaucknes. A—st lo sugiere una nota sobre los mtodos de trabajo del grupo del Equilibrio del V Plan:

    “De hecho, no nos encontramos completamente desarmados para tratar estos problemas, y, bien o mal, la mayor parte de estas dificultades pueden supe—rarse. De todos modos, como sIo podemos superarlas imperfectamente, el equilibrioconsiderado no debe ser demasiado rígido. M6rgenes suficientes de seguridad debenser establecidos, tanto para la definicTn de los objetivos de variac!6n de los diversosprecios como para las perspectivas del empleo de mono de obra en los diferentes sec—

    • IItores economicos

    Esta btsqueda del equilibrio global se vera facilitada por el conocimiento que de ella proporcionare la programaci6n en valor en cuanto a los movimientos —absolutos y relativos de precios y rentas. El ensayo realizado para la discusin sobrelas grandes decisiones a adoptar ha suscitado ya fecundas controversias a cerca de lanaturaleza y del grado de realismo del modelo econmico social representado por loscuadros en volumen y en valor.

    Indudablemente, estos bosquejos debern precisarse y desarrollarse paraque puedan reflejar, al menos en las evoluciones de cantidades ffsicas y de rentas, laviva imagen de un crecimiento fundado, por naturaleza en desequilibrios parciales.Por esta’razn, resulta particularmente indispensable para el estudio del proceso de —desarrollo una descomposicin por sector, ya que facifltarta un cuadro apto para la

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    comprobcchn de las diversas teorfas sobre crecimiento y disfribucin. Como en muchas ocasiones sugiri el profesor François Perroux, resultarta de gran utflidad poderestablecer un modelo basado en la distinci6n entre los sectores de proresin relativa y los de regresi& relaflva. Partiendo de un anUsis que pusiera de manifiestolas condiciones globales del crecimiento equilibrado (cantidad y calidad de manode obra, ¡nversiones, importaciones, movimientos de precios y de rentas, distrbu—cn y destino del ahorro, estructuras de financocin) y dentro de los ltmites de unbosquejo de programación sectorial, se intentarra explicar el proceso del crecimiento por medio del estudio de la marcha de los sectores y de las relaciones ¡ntersecto—riales (propagacbSn de la ¡nnovacin, distrfbuckn de las ganancias de productividad e incidencias sobre los procios y las rentas, relaciones de los sectores con lasfirmas extranjeras y situacin en el mercado ¡nternacional).

    Gracias a estos estudios, los diversos centros de decfsi6n, y el Estadoen primer lugar, dispondrfan de los elementos necesarios para llevar a cabo una —acchn de esttmuto del crecimiento, asf como para realizar una polttico concertadaque tendiese a limitar los efectos ¡nflacionistas de las tensiones entre los sectores.

    Hcibrta que hacer, asr mismo, un estudio a parfir de una diferenciaci6nentre los sectores expuestos a la competencia internciónal y los sectores protegidos. Encauzado, primeramente, en funci6n de las evoluciones de estos lflmos cílos,dicho estudio esclarecerra los fen6menos de propagaci6n de las alzas de rentas y deprecios.

    Gradoderealismodelmodelo

    La descripcin de estos virtualidades tiene como nfco objeto hacer resaltar la fecundidad de los anIists de la programacin en volumen y en valor. Amedida que fructifiquen las inversiones estdfsticas, se har ms posible mejorar nuestro instrumento de anlfsis. Pero el establecimiento de una programacisSn en valoresfimula ya hoy esa necesidad de nuevas ¡nformaciones, a la vez que proporcionaindicaciones, muy globales todavfa, para definir una polttica que prentende ser o—perativa.

    “Como sucede en el plan francas de desarrollo econmico y social, yrepitiendo los trmfnos de la ley del 4 de agosto de 962, dentro de un rgfmen deUbertczd, la poiflica de rentas no puede constituir sino un morco y un instrumentode orientacf6n”, decta P.Mass en la ¡ntroduccn de su informe sobre polflca derentas. Esta frase ha motivado oleadas de escepticismo al respecto. En realidad,la frase no hacfa sino jalonar ese intento constante: de conciliaci6n entre el mercado y el plan, entre las libertades econmfcos que exige el buen funcionamiento d1primero y el esfuerzo de conciencia colectiva que anhela plasmar el segundo.

    Sea como fuere, este concepto de polflica de rentas subraya la necesi’

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    dad de un modelo realista, de un modelo que tengan en cuenta la rigidez de los —comportamientos, a la vez que especule sobre su evolucfn progresiva. La polfli—ca ¡ndicaflva de las rentas descansa, pues, en una dfal&tfca entre lo normativo ylo expontneo. Tal es la ltma caractertica de la prograrnacin en.valor, sobrela cual convento insistir. Ella debe expresar en el estado dado de una sociedad,la bGsqueda de un pfimo. Por lo dem& el xito de esta empresa no depende ni—camente de la calidad de la ¡nformacf6n bsica y del razonamiento propiamente e—conmo; depende tambin de tos resultados de las confrontaciones a que d lugarla definicin de las orientaciones pluriarwales y anuales. En la medida en que seestableciese un mfnimo de consenso en torno a una determinada dfstribucfn exctusiva de las grandes masas de rentas y de una polflica social, la programaci& en valar resultarta mcs realista y operativa. Lo mismo ocurilrta si, gracias a reformas —aprobadas por los grupos sociales, las modalidades de formaci&i de las rentas se viosen esclarecidas y llegasen a poder integrar, de un modo o de otro, una referenciaa las orientaciones de la programaci6n én valor.

    III.— POL1TICADERENTASYPOLITICADEDESARROLLO

    Algunos estudiosos han hecho constar, con justa raz6n, que los Estadospracticaban desde hace mucho tiempo una polttica de rentas, mediante sistemas decontribuci6n, de transferencias, de regulaciones de precios, etc. La polfllca queproponen los planificadores tiende a añadir dos complementos.

    — uno, de orden operativo, que afecta a la reguJacn de las rentas primarias resultantes de la produccin, PUGS el anlisis de la ¡nflaci& demuestra que las armas del sistema de contribuciones y de crdito son inipotentes, por st solas, para evitar el alzo de los costes de producciny su propagacin a todos los sectores de la economta;

    — el otro, de orden metodolgico, consiste en valorar, gracias a la pro—gramaci6n en valor, el conjunto de los medios de accin, precisandodespus sus respectivas utilizaciones, con relacin a una visin coherente de las finalidades del desarrollo y de los equfflbrks econ&iicos.

    Evidentemente, las crflicas a cerca de la utilidad y posibilidad de unapoiflica de rentas se referieren esencialmente al primer punto. En efecto, no parece discutible, al menos en sus motivaciones, la idea de completar la planificacfnen volumen mediante uno programacin en valor: los debates del Consejo Econmi—co y del Parlamento han revelado un amplio acuerdo para la prosecucin de esta tentativa.

    Para intentar responder a las crflicas citadas conviene precisar bien elespfritu y los medios de lo polttica de rentas, antes de examinar si sus modalidades

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    no serran susceptibles de frenar el crecimiento en lugar de servirle de estfmulo.

    Sobreelespfrftudelapoltticaderentas

    La polfticc de rentas viene a completar la pIanificacin francesa, enun momento en que £sta se encuentra en situacin delicada, debido a la crecienteimportancia de los pafses que la rodean,a la perSistencia de las tensiones ¡nfkcfo—nistas durante el periodo de ejecuciSn del IV Plan. Tanto es ast, que las das ¡n—terrogaciones que sirven de introduccin al informe sobre las posibles decisiones —del V Plan (,Es Gtf 1 un plan? ¿Es posible un plan?) podrtan igualmente aplicar—se a la poiflica de rentas

    Orentada hack el desarrollo y la competencia, la economra francesanecesita, hoy como ayer, un morco de evoluci6n y un instrumento de orfentacfn.Con tales perspectivas, el plan ofrece, en primer lugar, una problemtica del crecimiento fundada en un estudio generalizado del mercado y en proyecciones en yolumen y en valor. Cada &gano de decfsin puede situar SUS propias previsiones —con relacín a este modelo de conjunto: esto es valido tanto para el empresariadocomo para el sfndkato obrero, tanto para la organizacin agrtcola como para laasociacn de finalidad social. La democratzacin de la elaboracn del plan —permite que todos los grupos se pronuncien a cerca de tas elecciones globales, astcomo sobre decisiones detalladas, en el seno de losComisfones de Modemizaci&,de las Comisiones de Desarrollo Regional y del Consejo Econmico y Social. De estas múltiples confrontaciones, cada cual extrae una ms rica informaci& de la propta estrategia; en cuanto al planifkador mide mejor los Jtmites de posibilidad conla diat&flca yo mencknada, entre lo normaflvo y lo espontneo.

    Estos dilogos contribuyen ci ia conckncia del desarrollo que el Planse esfuerza por suscitar. Las sociedades industriales exigen que se considere el fufuro bajo diferentes aspectos. Los trabajos del Grupo 985 y de la Comfsin Nacional de OrdenacicSn del Territorio sirven de ejemplo para esta gesti6n, al t&mi—no de la cual son fijadcs los objetivos de desarrollo a medio plazo. A raz de lascflversas consultas de las organizaciones profesionales y sindicales, cuyos interesesson divergentes por naturaleza, surge un nuevo concepto del ¡nters general que lanacin esta llamada ci ratificar por medio de sus representantes. Desde este mamenfo, los objetivos del plan se benefician con una soncn poli’ca valedera —convtene precisarlo— tanto para las rentas como para los factores de produccbSn.

    Sin embargo, estos objetivos todcivfa estn por reoUzar. El Plan- debeapoyarse en esa voluntad colectiva de construir cierta imagen del porvenir y pro—curarse los medios para alcanzarlo, dentro de una sociedad en la que los mecanismos estn destinados a jugar un importante papel y en la que la libertad de intervenir, consumir, ahorrar y emprender constituye la norma. Los poderes pGblicos

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    disponen, sin embargo, de un conjunto de medios cuya aplicacin coherente constituyo précisamente la misf& de! Plan. La experiencia ha demostrado que este ¡ntento chocaba contra mltiples dificultades; para procurar resolverlas, los pkinifi—cadores han propuesto completar el V Plan:

    — Por medio de una poiflica indicativa de rentas, fundada en una coherencia del conjunto de los flujos de rentas y de ahorro pGblicos y privados y dedicada a obtener a travs de hechos concretos una expresinde los mismos, y

    — por medio de una estrategia del crecimiento equilibrado consagrada aencauzar convenientemente la economta entre los peligros de la infla—cian y los de recesiSn y subempleo.

    “Particukrmente, la experiencia nos muestra que ciertos imprevistostienden a reaparecer con ms frecuencia que otros. En estas condiciones, podrfandeterminarse de antemano algunos puntos que correspondiesen al comienzo de unazona crflica.

    El paso de uno o varios de ellos señalarfa, convencionalmenJe, la entrada de la economfa en una zona crftica. En consecuencia, se establecerta de —forma automatica un proceso discrecional de examenes y decisiones

    Se perciben ¡nmediatamente los puntos comunes de asta “estrategia ala luz del dfa” con la polftica de rentas, Representa un paso ms hacia la trans—parencla de la direccin de los asuntos econ6micos, que debiera constituir un clima pstcolgico favorable para acciones concertadas por parte de todos los centrosde decisin.

    • “Sin embargo, urø ventaja de esta concepcin es que los cambios deestrategia, como el plan interino de la primavera de 1960 o el de estabi!izacin deotoño 1963, no podrfan ya ¡nterpretarse como acciones circunstanciales, ni como —desautorzaci& de una polflica, sino que se inscribrtan dentro de un diseño perma—nente”.

    Delavirtuddelainformaci6nalosmediosdelapoiflicaeconmica

    La nalogta con la planificacin en volumen tambin se extiende a losmedios.

    En una sociedad liberal, el pkn y la polflica de rentas confian muchoen un mejor conocimiento, por parte de todos los centros de decisSn, de los objetivos de desarrollo asf como de las condiciones que exige la realizacn de estos —

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    ltmos. No hay que descuidar este aspecto en una poca en que, gracias al auge de los medios de fnformacin, toda la opinin pGblica se pone enseguida al tanto de los problemas dominantes. Dadas estas condiciones, ¿porqu no hcbrta defamiliarizar con las incertidumbres y dificultades que presenta una poiflica econmica? • Con mucho acierto, se ha hecho resaltar la virtud pedaggica del Plan yde sus modalidades de elaboraciSn, pero en justicia. cabe preguntarse si no ha deencontrar barreras el dra en que ejerce su accin, no ya sobre obeflvos de produccian sino sobre orientaciones en materia de ingresos. ¿No nos encontramos acasoante una de las paradojas de la pIanificacin?. Por una parte, asta acelero la cornprensin de tas r1ecesfdades y fomento el legttimo deseo de progresar rns rapída—mente; por otra, invita a cada agente econmico a que ‘modere” sus reivindicaciones en cuanto a ¡ngresos directos, de forma que se asegure ¡a compatibilidadentre los objetivos econmkos y sociales del desarrollo y la progresn de las rentas individuales. Pero, en realidad ¿no se trata m& bien de la paradoja de nuestras sociedades industriales, quienes, con o sin plan, se dejan influir por los consejos de la publicidad y son orientadas hacia el contrnuo progreso del nivel de —vida?. Por este motivo, la O.C.D.E., habiendo comprobado la universalidadde las preocupaciones en todos los paf’ses miembros, ha tomado a su cargo los problemas planteados por la polflica de rentas:

    II • . ‘• Los gobiernos reconocen, asi mismo, que cuanto mas rapidarnente aumenta la capacidad de produccin rn& f6cil resulta mantener Ici demanda en correcta proporcin con la produccin. De aht, nace la importancia que revisten las medidas destinadas a favorecer la eceleraciSn del crecimiento econmico. Aun asr,la mciyorta de los gobiernos han llegado a pensar que, dentro de un rgimen de pIeno empleo, la regulaci&i del nivel general de la demanda exige, a menudo, un —complemento de medidas rn& especfficamente destinadas a favorecer la estabflidcdde los precios”.

    La planificacin se presenta entonces como un mtodo ms racional para difundir la ¡nformacin entre los agentes econSmicos, solicitar sus opiniones entodas las etapas de la elaboracin de la programccin y establecer,finatmente, elconjunto de los medios susceptibles de contribuir a la realizacíin del proyecto dedesarrollo; las acciones sobre las estructuras tienden a ampliar, a plazo fi jo, lasposibilidades del crecimiento, reduciendo, por tanto, las tensiones inflacionistas;la poiflica de rentas se esfuerza por obtener una regulaci& conveniente y equitativa de las rentas primarias; y, por medio de las contribuciones y transferencias delas rentas disponibles, las acciones de tipo coyuntural se ocupan de mantener a laeconomi’a dentro del margen previsto por el Plan.

    Ultimamente se ha insistido sobre la misin del Plan como regulador delmercado.

    “Nacen formas de planificacitn que respetan ms e1 mercado y que

    no niegan la regulac ion automatica, sino que la encauzan y la regulan.

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    “Unicamente una decfsi6n central puede dominar las oposiciones de intereses y evitar contradicciones a lo largo del tiempo. Uno de los signos de dicha¡ndeoendencia es la presencia de los planes decisorios a medio plazo, que unifican los presupuestos anuales y las perspectivas sectoriales”.

    “Se establacer, asr mismo, (como objetivos de la autoridad central —N.D,L.R.).,. la poiflica de distribuci6n de las rentas que, desde siempre fue determinada por los poderes pGblicos, los cuales despus de haberla efectuado durante largo tiempo porcelariamente, por medio de las contribuciones, la legislaci6n social y las subversiones, intentan hoy facilitar una sfntesis de la misma”

    De este modo, los medios no pueden disociarse unos de otros. Una polflka de rentas, incluso si se aplica correctamente, no puede proporcionar los resiltodos apetecidos si, por otro lado, se recusa la aplicacbSn de una poUFica activa —estructural. En efecto, si la polflica econ6mica no. combatiese las causas estructuraJes de la fnflacin, como lo son, por ejemplo, la insuficiencia de mano de obracualificada, de inversiones producflvas o la organizacitSn deficiente de tal o cualsector y su bajo productividad, no serfa posible mantener por mucho tiempo las directrices en materia de renta. Los mecanismos del mercado entrañarfan inevitablemente un encarecimiento de los factores escasos y la tensi6n sobre los precios se ve—rra alimentada por las acciones y los presiones de los sectores poco productivos.

    Cuando los empresarios, osr como los responsables sindicales, se dan —cuenta de que se hacen esfuerzos por mejorar las estructuras econ6mfcos, cuando —ven palpablemente las primeras manifestaciones positivas de dichos esfuerzos y aceptan contribuir a los mismos, le resulta m6s f&il acceder a adaptar sus acciones en—materia de rentas a las orientaciones de la programackn en valor.

    Estas reflexiones tienden a demostrar que no existen medios que pertenezcan exclusivamente a la polrtica de rentas, sino que, pr&ticamente, &ta procede, por una parte, del conjunto de 1 os medios de la polftica econ6mica. Bien es —verdad que el car&ter de las propuestas incluidas en el informe de P.Mass exclu—ye toda apelaci6n a un dirigismo de rentas. El Plan sigue siendo partidario de la —prioridad de los medios econmicos sobre los medios administrativos. Pero la poR—tica de rentas alude, ademas, a la idea de una regulacin de las rentas primarias.Por tanto, solicita que los diferentes centros de decisi6n respetan las indicacionesfacilitadas a este respecto por la programaci6n en valor:

    — el Estado, en lo que se refiere a impuestos, cotizaciones sociales, salarios o los precios cuyo establecimiento dependo de su autoridad;

    — los empresarios en lo referente a precios, beneficios, salarios y tambiencotizaciones sociales incluidas en contratos privados con los sindicatoso en decisiones tomadas en el interior de las empresas;

    — los sindicatos de osalark,dos,en lo referente a sakrks y coi�’.ac iones so—

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    ciales.

    Por lo dem&, ste es el aspecto mtis discutido de la política de rentas,pues algunos sostienen que, en realidad, este procedimiento solo concierne a los solarios, mientras que otros insisten sobre su car&ter antieconmico,

    Unapolíticodetodas1 asrentas

    La O.CSD.E. ha dedicado un estudio a la polflica de precios, de beneficios y dem& ingresos no salariales, para poner de manifiesto lo vano de cualquier intento, incluso en aquellos países en que los salarios representan una parteimportante del ingreso familiar, enfocado a reducir la política de rentas a una po—litica de salarios:

    t1Mucho se ha reflexionado, desde hace algunos años, acerca de la necesidad de perfeccionar políticas que garanticen el mantenimiento de una razonable proporci6n entre el incremento de las rentas nominales y el de la productividadnacional, Esta polflica Gnicomente podre dar resultados si la aceptan no salo el —Gobierno interesado, sino la colectividad0 Ahora bien, s6Io ser universalmente —aceptada si la política de rentas se aplica a todas las formas de ingreso y puede serconsiderada, de un modo general, como completa y equitativ&’.

    Esta observacin es valedera “a fortiori’t para Francia, donde lo partede los salarios correspondientes a los ingresos familiares es relativamente pequeñacon relacin a lo que se observa en Gran Bretaña, Suecia o Alemania. En Francia,los ingresos brutos de los hogares se desglosan, en 1962, de la siguiente manera:

    Salarios.•••e•SØØ.e..... 41,0 %Prestacionessociciles......’......, 16,2%Renta bruta de los agricultores .... 9,7 %Renta bruta de los empresarios in—

    r’d ividuales. . . . •.,...... . . . . . . 19,2•varlos....... ••••,,,,••••••••,• lo

    En Holanda, en donde durante mucho tiempo funcion6 de manera ei—ciente una política de rentas, los dificultades halladas durante estos ltimos añosno s6lo se deben a condiciones econ6micas generales, sino también a reacciones —sindicales que M. Hoefnagels explica como sigue:

    “Si queremos que los dirigentes sindicales ejerzan una influencio moderadora sobre las reivindicaciones de sus ej&citos, a fin de evitar el alza de precios,es preciso que la política de salarios se transforme en una autntica política de rentas; para ello, la discusf6n ha de recaer también sobre los precios. En cualquier

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    caso, el sindicalismo no puede permitirse moderar sus reivindicaciones, en lo que serefiere a sectores de la industria cuya productividad sea rpidamente creciente, si —esta moderaci6n se traduce en beneficios ms elevados para los patronos de dichos —sectores”.

    Se observo, en este mismo orden de ideas, que la declaraci6n comanformukdcj el 16 de diciembre de 1964 en Gran Bretaña por el Gobierno y los Sindi—catos patronales y obreros se refiere conjuntamente a las rentas y a los precios.

    Por supuesto, se han registrado anSlogas reacciones en Francia, sobretodo durante la Conferencia de las Rentas.. Ast es como los sindicatos, mientras querecalcaban el car&ter previo de una poiflica dedicada a todas las rentas, han expuesfo problemas importantes que ellos consideran ligados a dicha polica.

    Las organizaciones sindicales han demostrado tambin estar muy al tanto de lo que ellas llaman “contenido social” del Plan. La historia da los debates aque dic lugar el Plan, ante el Consejo Econ6mico y Social y ante la Secci6n especializada del Plan y de las inversiones, lo evidencia sobradamente. —

    Asres como los sindicatos han insistido, junto con otros organismos, sobre el desarrollo de los equipos colectivos, la “vivienda social” y la polflica de prestaciones sociales. A la vez que participaban en las mismas preocupaciones, los planificadores pudieron hacerles observar que no era nada fsScil asegurar una Concilia—ci.Sn entre dichos objetivos y los movimientos actuales de rentas nominales, Tambi&pusieron de manifiesto que la proteccin de los asalariados menos favorecidos y lareforma de los mecanismos de negociachn de los salarios reclamados por los sindicatGexfgfan ciertas precauciones, a fin de que las medidas tomadas en dicho sentido nocreasen nuevas causas de propagocfn de alzas de salarios.

    En concJusiSn, puede decirse que, efectivamente, los partidarios deuna polflica de rentas han de probar que no tienden nicamente a una regulacicSn delos salarios. Pero, a la inversa, las organizaciones sindicales deben admitir que susambiciones sociales —por legflimas quesean— no puedeñ verse realmente colmadas sinla aceptarçi6n de una coherencia de los movimientos de rentas. Do otro modo, la —¡nflacin anularS pronto las ventajas concedidas.

    ¿Esdetemerunengranajefatal?

    “La equidad prohibe que existan categorras privilegiadas con respectoa la poli’tica que se ha de instaurar”, señalaba con fuerza P. Mcss en su informe,pero aPladra que “esta regla no significaba una ciega uniformidad de criterios y de —tratamiento”.

    “No se desprende de ello que las modalidádes de aplicacin hayan de

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    ser fdntfcas para todos. En efecto, hay que tener en cuento el modo de formacinde las rentas, que difiere considerablemente de un grupo socio—profesional a otro.Los ingresos de los asalariados del sector privado, de los funcionarios pblicos, delos agricultores, de los comerciantes, de losque ejercen profesknes Uberales, etc.,se forman de acuerdo con procesos especflicos para cada caso, Los mismos benef i—cks forman una categoría aparte.. Se destinan, parcialmente, al mantenimiento delutillaje de trabajo, a la dfstribucf& de dividendos y al incremento del activo por —autofunanciacion

    Dos principios han de tenerse constantemente presentes si e quiere e—vftar el acceso a un doble engranaje: el de la uniformidad de los incrementos de ingresos, sean cuales fueren las situaciones y las rentas, cuando de lo que se trata esde hallar un equilibrio entre exigencias contradictorias; el de un dirigismo latente,que va extendi&dose progresivamente hasta afectar por completo a la econom(a, —pudiendo incluso llegar a frenar el crecimiento y provocar explosiones sociales.

    Estos riesgos no deben ser sibestimados en una sociedad como la nuestra, tan apegada a las libertades econmiccis y sociales. Sin embargo, el planificador no se muestra indiferente a tales objeciones y tiende a responder con la progresividad de sugesfln y la modestia de sus objetivos.

    En principio, esto es caractertico del procedimiento propuesto:

    Cada cinco años, se establece, dentro del marco de la elaboraci& delPlan, una programac ion en valor de las grandes categorias de rentas.

    Cada año, despus de haber discutido la stuacin econcmica y socialy sus perspecflvas con las organizaciones profesionales, sindicales y sociaks, lo —Poderes Públicos formulan orientaciones extraidas del presupuesto econmico anual;dichas orientaciones se aplican a las grandes categorras de rentas, pero pueden prever igualmente maflces que consideren las condiciones particulares de un sector, deuna categorta socio—profesional y del personal de cierta cualificachSn.

    A raíz de las consultas anuales, el Gobierno formula recomendacionesbajo su exclusiva responsabilidad, puesto que, en la situacin actual, los grupos só—ciales no dan muestra de querer asociarse a aqullas.

    Por supuesto, los Poderes PbIicos reajustan el conlunto de sus decisiones en funcfn del presupuesto econmco y de la programcclin en valor; de acuerdocon las mencionadas orientaciones generales, se dictan disposióones referente a lossalarios y asignaciones del sector pGblico, a las prestaciones sociales, a la pol(*fcade transferencias a favor de la agricultura, teniendo en cuenta las medidas adoptadas a nivel del Mercado ComCn. Esto se extiende igualmente a las decisiones refe—rentes a los precios que siguen siendo de la incumbencia de los poderes pblicos: Ser

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    vicios Pblicos y sectores protegidos de la competencia internacknal, Por Itimo,la poliHca del sistema de contribuciones y del crdito se rge do acuerdo con —las preocupaciones de la política de rentas; por ejemplo, toda alza precipitado delos costes de producci& entraña una disminucin de las posibilidades de crdfto acorto plazo. No existe, pues, novaci&1 en los medios utilizados por la polftic e—conmica, sino m& bien una orfentacin m& determinada en funchn de los objetivos del Plan en volumen y en valor,

    Esta acc7n coherente y ejemplar del Estado debería crear un clima psicolgico propicio para que los grupos sociales se mostrasen ms atentos al considerarlas condiciones del equilibrio. Se les invitaría a flexibilizar sus acciones, a fin deevitar los errores de dimensiSn demasiado evidentes, Y se podría adoptar para el futuro la concftjsin de M. Gruson, Director General del LN.S.E.E,, de examinarlos errores de la economía francesa desde 1949,

    “El interés que presenta un estudio de 1 as rentas es el de mostrar por —qu los movimientos y ajustes que tienden a tomar forma de valor nominal resultan —¡nGtiles cuando son incompatibles con las posibilidades actuales de la economía...,

    Los mecanismos de dstribucn de las rentas se han desviado sensiblemente de las normas que hubiesen debido caracterizar un desarrollo econmico con—ti n uo.

    Los des&denes así provocados han hallado su soluci6n en una fuerte a—minorcjcin e incluso en un estancamiento de la actividad econ6mica y los mecarus—mos de distribycin se han inclinado entonces en sentido opuesto a la evolucin anterior”,

    La realizaci6n de este progreso —modesto, pero suficiente para evitar ala economía francesa los perjuicios de la ¡nflccí6n— implica una mejoracontinua dela informacliSri econcSmfca y de los mecanismos de formaci6n de las rentas, Ha de es—tablecerse un lazo de uni’Sn entre las orientaciones generales de la programaci6n envalor y la realidad de los hechos econmicos, En efecto, como insistía P, Mass ensu informe “en tiempos pasados, se contentaban, demasiado frecuentemente, con formular recomendaciones, sin preocuparse luego lo bastante por seguir los efectDs delas mismas ni por extraer Conclusiones de las desviaciones entre la evoluciSn preconizada y la evoluci& real”, Esta tarea solo puede corresponder a un nuevo procedimiento que “no tendría que definir principios ni criterios1 sino que se limitaría a emftir, con referencia a los principios y criterios definidos por el Gobierno tras consultaa las partes sociales, una apreciacin objetiva sobre los hechos, sobre los acuerdos osobres las convenciones que le serían confiadas para su examen”.

    EJ xifo de este nuevo procedimiento depender de la autoridad que sepa adquirir con respecto a los grupos sociales y a la opiniSn pblfca, Deber demos—

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    trar mucha atenciiSn en lo que se refiere al doble riesgo de engranajé méncionádo anterormente. Para ello, habr de Umitar el número de casos a examinar, esclarecerpor completo las razones epccflicas que justifiquen una desviaci6n con respecto a laorientacin general, discernir los errores mínimos y, por as(dec irlo inevitables, Alnegarse a actua de manera demasiado puntillosa, al dar muestras de comprensin conrespecto a la situacin’comp!eta de tal o cual centro de decisin, al consagrarse —principalmente ci los mecanismos esenciales de propagacin de la inflccfSn, dicho —procedimiento levantare una barrera eficaz contra los peligros de dirigismo o de cie—ga uniformidad, Contribuir grandemente a mejorar el conocimiento de los erroresde conducta, de las causas del alzcr excesiva de tal o cual renta. Gracias a sus estudios, podrn disiparse muchos malentendidos, los grupos obtendrn mejorés informaciones sobre tas realidades econSmicas y sociales, los poderes pGblicos extraern dedichas informaciones valiosas enseñanzas para la utilizacin dé los diveÑos mediosde que disponen, todo ello manteniendo el marco flexible de la planificaciSn francesa,

    Políticaderentas,crecimientoe¡n#laciSn

    La garantía de tal flexibilidad, la relativa modestía de los objetivos¿bastar& para tranquilizar a aqullos que temen que la política de rentas se opongaa una disfribuci6n 6ptima de los recursos o suprima los estímulos para el crecimiento?.

    El profesor Brocher aborda este problema en el informe que presenta ala conferencia de la Asociacion Internacional de Ciencias Economicas sobre la dis—tribuci6n de la Renta Nacional, en Palermo, en septiembre de 1965.

    En primer lugar, expresa el deseo de que tas recomendaciones gubernamenta les den muestras de prudencia y empJrismo, — de forma que se evite el que lasdeseables nivelaciones entorpezcan los movimientos de la mano de obra necesaria.Pero, segGn su propia observaci&i, los Poderes Públicos disponen de otros muchos medios para facilitar las adaptaciones necesarias: polflica de la vivienda, enseñanzatcnica, aprendizaje y formacfcSn profesional aceleradcs, subsidios de paro y de desplazamiento, financiachSn de cursillos de reformaciSn y, en resumen, una actij —‘política de conversi6n necesario por las importantes modificaciones que se esperande la competencia internacional y del progreso t&nico,

    Adem&, eFanlisis de los enunciados econcSmicos y sociolSgicos de —nuestra sociedad ha mostrado claramente las posibles limitaciones de los réajustes —efectuados por medio de mecanismos expcntneos, a menos que se renunciase al pleno empleo y a nuestra funcfn social. Las evoluciones de rentas no solo dependen dela tensitSn entre beneficios y salarios, sino tambn de las tensiones entre grupos y delos enunciados generales de la evolucin econ6mica, En lo que concierne ms especialmente a los salarios, un estudio realizado por el Instituto de Ciencias EconSmicas

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    Aplicadas, bajo la dkeccin del Profesor François Perroux, ha explicado la transferencia de las ganancias de productividad de los sectores m& dinmicos a los sectoresmenos dinmicos, confirmando así la tesis sostenida por M, Alain Bienaym4

    Este estudio cómpara los índice de produccin de los salarios reales —con los 7’ndkes de acci& atribuidos a cada sector en funci6n de su dinamismo, Ofrece los siguientes resultados parc 1960, sobre la base de 100 en 1950.

    Induces de accon Salario real

    Ramos cuyo credmiento del índice deacci& es superior a la medias....,,. 121 103

    Ramos cuyo crecimiento del índice deaccin se aproximo a la media.,..,.. 101 99

    Ramos cuyo crecimiento del índice deacciones inferiora la media,.,,,,•, 82 93

    El impacto eventual de una política de rentas se debe juzgar con rela—ci6n a esta situacin, Efectivamente, asta tiende a los mismos resultados, pero sinalza de precios y sin ¡nflaciSn. Ademas, se esfuerza en realizar un equilibrio menos ciego.

    Otro argumento que suele oponerse a la política de rentas ha sido obtenido de los anl!sis efectuados por ciertos dirigentes del sindicaflsmo italiano, en especial, MM. Be Trentin y V. Foa. — M.A. Gorz ha adoptado las conclusiones de —dichos anlisis en su reciente trabajo “Estrategia Obrera y Neocapifalism&’ al decir:u 1 . .Llegaria a desaparecer el mas potente estimulo del progreso tecn,co si se suprimiesela tenshSn permanente entre salarios y productividad, tensfn que nicamente la autofornía reivindicativo permite mantener”,

    La experiencia francesa de estos ltimos aíos demuestra que una vivapresi5n de los salarios no provoca autom&icamente progresos acelerados en la moder—nizacin de la empresa y en la productividad. Para que esta ¡ncitaciSn pudiese tener los efectos esperados, convendría que las empresas no se viesen limitadas en susreajustes de precios por la competencia ¡nternacional, de manera que se mantuviese,al menos en una primera fase, un margen suficiente de autofinanciaci5n; convendríaque las empresas menos productivas pudiesen disminuir la contratacicSn o bien convertiseipidamente, lo que, en cucIquir. caso daría lugar a coacciones suplementarias para numerosos trabajadores. Sería preciso, así mismo, que la inflaciSn no viniese, como ocurrió en Francia o en Italia a perturbar esta visin de una adaptacinripida y permanente de la economía dentro del crecimiento, Cuando el mal ya esta

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    hecho, es decir, cuando se propaga un alza de los costes de producc3n, s5o cabo —una polttica de freno del crecimiento y de la demanda pi5blfca (con las cow’respon—dientes consecuencias en el desarrollo de los equipos colectivos y de las tranf eren—cias sociales),

    El objeto de la polfticci de rentas es evitar tales coyun1”rasAp icada conflexibilidad, no pretende Suprimir la presin de los salarios, sino m’dercra Como ndca M.B. De Jouvenel, “la alternativa consiste en mantener las coridkiones propi—cias para el encarecimiento del trabajo, el pleno empleo, pero eploarla con sersa—fa moderdc?n ‘ La experiencié dé nuéstras economras démuesta que nzarnonte —existe otra posibilidad: la adopcin de un coeficiente de crechionto menc elevado,la limitaci& de las transferencias sociales y el mantenimiento mrnimo de ecases decoitratacin destinada a reférzar las reivindicac iones dé los asalariados. La polrti—ca de rentas pretende precisamente evitar que se recurro a tales medios

    A # 1 i#. 1i-st pues., ia poiituca de rentas resulta modesta y amblctoa a Ea vz.Es

    modesta en su gesti6n, adaptada en lo posible a los enunciados polccs y socol6g—cas de la Sociedad francesa; modesta, por consiguiente, en sus primeros oheflvos e—conmicos y sociales.

    Pero, por otra parPe, incluye grandes ambiciones: en primer lugar, la deconciliar un crecimiento econmico rpido y un progreso social conttnuo con el man—ténimento de los equilibrios de la economfa y, en segundo lugar, la de rranrene laslibertades econ6micas y sociales, no solamente por razones de tica zino tc;mL’n porque “la centralizacin excesiva destruye las calidades propias del mercado” chet).

    Esta cmbici6n puede parecer desmesurada e ingenua Efecti’ar.ente,no faltan motivos de escepticismo: atecitoriedad de la planiffcac.16n frarcesa: et:ruc—turas y relaciones de las organizaciones profesionales y sindicale:, temor a a trcs—parencia en la conducci6n de los asuntos pGblicos. Y, sin embargo dejando atr k,sreticencias de los grupos sociales y sus divisiones que, por otra parte, la po!flica dorentas no desea ignorar ni Suprimir, se percibe la existencia, en odcs elks, de tasmismas preocupaciones en cuanto a la necesidad de alcanzar cierta arrnotc ea el cecimiento de las rentas, Sin lo cual, habrfan de renunciar a una u ol;a de t’sciories. Esk es realmente la conciencia de desarrollo que anhelo sucitor la cr!-’fícacin, la creencia en un progreso posible en el mbito de nuc-sfro meca:isn-o3 00—lectivos, sin el cual no podre subsistir el Plan.

    El Plan acepta los hechos, pero no las fataUdacles, su-: :corda —Mass. Ahora bien, no existe fatalidad ni en la inflaci6n, ni en e aaco;nor. —social.

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