Casas de Indianos de Galicia

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Casas de Indianos XUNTA DE GALICIA

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  • Casas de Indianos

    XUNTA DE GALICIA

  • Casas de Indianos

    XUNTADEGALICIA

  • Edita:XUNTA DE GALICIASecretara Xeral para as Relacins coas Comunidades Galegas

    Coordina:Fernando Bores Gamundi

    Imprime:Trculo Artes Grficas, S.A.L.

    I.S.B.N.: 84-453-2803-4D.L.: C-1298-2000

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    Prlogo............................................................................................................................................................5Manuel Fraga Iribarne

    Presentacin............................................................................................................................................9Fernando Amarelo de Castro

    Habaneros..............................................................................................................................................13Carlos Sixirei

    La arquitectura indiana....................................................................................................35Jos Ramn Alonso Pereira

    Elementos ornamentales en la arquitecturaindiana de Galicia .....................................................................................................................61

    Antonio Garrido Moreno

    La parroquia de San Claudio, el nacimientode un ncleo semi-urbano y la emigracin gallega en ultramar.................................................................................................................91

    Jos Carlos Breijo Rodrguez

    El trabajo de campo ..........................................................................................................109Fernando Bores Gamundi

    Fichas.........................................................................................................................................................123

    NDICE

  • cerlas cuanto por esa cierta cercana en conseguirel triunfo personal y el mejoramiento de la vidafamiliar. De esas posibilidades somos muchos losque gozamos de testimonios y ejemplos muyvivos e ntimos.

    Oportuno es recordar las amplias y admirativasmiradas de los nios de las aldeas y parroquias,hace ya bastantes aos, cuando tenan ante susojos la figura del indiano, muy frecuentementecubano o habanero, que despertaba ensoa-ciones y deseos que llegada la juventud impulsa-ban a la decisin del embarque. Era un atractivosuperficial el que ejercan, algunos con ostenta-cin y otros con sencillez, del que los admirado-res obtenan una elemental leccin. Pero, en lasencrucijadas de los caminos, en las tabernas dellugar, en los atrios de las iglesias, se mantenan yescuchaban conversaciones en torno a la vida queall se haca y sobre lo que algunos haban con-seguido. Y los mayores preguntaban y comenta-ban, llegando a comprender que la saudade y lasolidaridad estaban muy unidas.

    Apuntaremos solamente que entre los diferentesaspectos causales de la emigracin gallega no esel de menor importancia el de ese evidente con-tagio psicolgico aunque haya sido servido porelementos puramente externos. Toda una sim-bologa haba surgido del vestuario y ornamen-tacin personal, de la prodigalidad con el dineroy de las revelaciones asombrosas de ideas avanza-das y formas de vivir. Un conjunto de smbolosque muy pronto se transform en imn atrayen-te para las voluntades. Es el descubrimiento, porreferencia visible, de un mundo distinto. Unmundo del que se piensa que el trabajo produceun beneficio ostensible y palpable y en el que,

    En medio de los sentimientos que impulsaban ala ya lejana emigracin, los hombres de Galiciaque en la ltima mitad del siglo XIX y en las pri-meras dcadas del XX se dirigieron con singularpreferencia a Cuba, y excluiremos a los que allfueron en servicio de armas aunque algunossupervivientes decidieron asentarse all, latan labsqueda del triunfo econmico, el afn deregresar con el xito alcanzado y el logro de unacomodo nuevo en su lugar de origen.

    Muchos autores gallegos, desde sus diversas pos-turas y saberes, han afirmado con reiteracin yen frases ms o menos bellas literariamente oms o menos precisas en sus subsiguientes valo-raciones, que no es fcil de entender el devenirhistrico y social de Galicia, cuando menos enlos ltimos ciento cincuenta aos, sin evaluar lasrelaciones recprocas con los pases de Amrica.Porque si bien es cierto que los gallegos han con-tribuido de manera decisiva al engrandecimien-to y prosperidad de esos pases, no lo es menosque quienes retornaron a la tierra madre o quie-nes sin hacer realidad ese sueo inicial tan esti-mulador mantuvieron unas continuas aportacio-nes en favor de sus familias o de la estabilidadpersonal futura, han desempeado una impor-tante tarea en el desarrollo de su tierra.

    De algn modo podra decirse que en Galicia seaprendi el progreso, con sus adelantos, inventosy mejoras, mucho antes por el contagio y laenseanza de Amrica que por las noticias einfluencias que pudiesen llegar del resto deEspaa. Acaso, sin osada, tal fenmeno se expli-ca por la realidad y estimacin de las distanciasespaciales, apreciadas muy peculiarmente por losgallegos, no tanto por razn del tiempo en ven-

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    PRLOGO

  • fecundas y de las realizaciones asociativas con-seguidas deriva la influyente aportacin plas-mada en edificaciones y servicios pblicos deParroquias y Municipios que transmitieron unaexigencia espontnea por mejorar la calidad devida. Gracias a una financiacin individual,familiar o corporativa y a la inclinacin al aho-rro, tan generalizable, que para muchos triun-fadores constituy enriquecimiento segn lostrminos comparativos entonces vigentes, sur-gieron las casas nuevas que modificaron paisa-jes urbanos y parajes campesinos, bien por edi-ficar en predios heredados o adquiridos bienpor reconstruir o remodelar las viviendas here-dadas. Ambos impactos significaron importan-tes cambios de mentalidad que incidieron enmodificaciones estructurales y sociales y endemanda de servicios pblicos ms adecuados.De esa revolucin procedi igualmente eldescubrimiento de los beneficios del saber y delestudio de los hijos.

    En el trabajo colectivo que ahora presentamos yque es una contribucin singular para el enri-quecimiento de todos los conocimientos delfenmeno de nuestra emigracin y, por tanto,como antes dije, de la propia evolucin deGalicia, destacados profesionales y expertos de laarquitectura y de la historia han catalogado, jus-tificado y localizado las principales muestras dela arquitectura indiana en Galicia. Es una con-secuencia palmaria del trabajo de unos gallegosemigrados, coincidentes temporalmente en unapoca de prosperidad cubana, que nos prueba assu fijacin en trasladar a su tierra los bienesadquiridos y las ideas recibidas.

    Aqu hay un incuestionable reflejo de algunasinfluencias de la emigracin en Galicia, tantopara comprobar los datos geogrficos de unaoriundez concreta como para percibir la signifi-cacin de los retornos definitivos o temporales,y ambos hechos durante unos tiempos que poraproximacin fiable pueden determinarse. Paraaquellos que conservamos viva la vinculacincon Cuba, y pienso que somos muchos en todaGalicia, esta panormica pormenorizada de lasdiversas obras muy ejemplificadas en las doms-

    adems, se cuenta con la ayuda de los paisanosque acogen y apoyan. En las historias individua-les y en las pginas, escritas o no, de la larga vidade Sociedades y Centros gallegos se puedenencontrar abundantes y loables testimonios deesa conducta y de esa paisana fraternal.

    La nostalgia del emigrante gallego, por decirlode manera sencilla, no es simplemente una sen-sacin de vaco por lo que ha dejado, cualquieraque sea la condicin material en la que viva, ylo prueba el hecho de que muchos hbitos per-duran en l durante bastante tiempo unas vecescomo remedio inconsciente a la lejana y otrascomo necesaria situacin para su posterior des-pegue laboral y econmico. Cuando ste llega,comienza el periodo de las rupturas con deter-minadas visiones de la vida muy apegadas a sumanera de ser y esos rompimientos definirnposteriores conductas y el aprecio de nuevosvalores. Ah, en ese mundo de los comporta-mientos materiales tan decisivos para la consecu-cin de un porvenir mejor, radica el secreto porel que los gallegos han sido capaces de compati-bilizar las arraigadas tradiciones con las formasde un presente que es siempre novedoso.

    Es un esfuerzo doble en el que se mantiene laidentidad heredada y la ambicin por todas lasmejoras vitales sin que en ningn momento sepierda el afn por el orgullo colectivo y por lasatisfaccin personal. Podra valer como ejemplode ello, es decir, del sentir comunitario y de lasaspiraciones individuales, el empeo que condu-jo a la construccin de la gran sede social delCentro Gallego de La Habana, que es una de lasms bellas edificaciones de la capital cubana yemblemtica para toda la emigracin gallega, yla traslacin de los modelos de las modernasarquitecturas demostrativas de las nuevas cultu-ras a sus lugares nativos de Galicia y con las que,adems de servirse ellos de las comodidadesconocidas y experimentadas, ensearon formasde vivir nuevas para los vecinos rompiendo lasviejas estructuras del habitat familiar.

    Del fortalecimiento del sentido de solidaridad,generador de colaboraciones y de convivencias

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  • alguna, el conocimiento de nuestros hombres yde nuestra tierra pues algunos saldrn del redu-cido crculo familiar o local y nuevas miradascontemplarn los paisajes y harn que no resulteajena la visin de las que, en su momento, resul-taron ms o menos llamativas construcciones.Las huellas mejor o peor conservadas de nuestrosemigrantes permanecen en nuestros puebloscomo una buena leccin humana.

    ticas edificaciones realizadas por nuestros ascen-dientes en uno y otro lugar despierta, junto aentraables admiraciones, ntimas evocaciones yemocionados recuerdos.

    A todos los autores de este magnifico trabajo, sindistincin alguna, quiero expresarles mi felicita-cin y mi gratitud en la confianza de que su con-cienzuda labor mejorar importantes aspectos enel estudio de nuestra emigracin y, sin duda

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    Manuel FRAGA IRIBARNE

    Presidente de la Xunta de Galicia

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    Aquellos gallegos que aos antes haban elegidoel camino de la emigracin a aquellas tierras sehaban adaptado con rapidez a nuevas formas devida y a los modelos arquitectnicos que poco onada se parecan a las mejores viviendas de sujuventud. Haban mejorado evidentemente suscondiciones econmicas y su educacin; sus usosy costumbres se ajustaban a su diferente situa-cin. El clima ofreca un diferente color a lanaturaleza antillana, con riqueza arbrea y orna-mental propia de aquellas tierras.

    Las construcciones de estos indianos enGalicia se abran a la luz con amplios ventanalesacristalados procurando, a la vez, una seguraproteccin contra el fro lgicamente invernalms que veraniego. Las puertas de acceso a lafinca siempre de hierro, como sistema de segu-ridad y proteccin; con cuidada jardinera en lamayora de los casos en la zona frontal de lacasa, y las palmeras a modo de sello distintivoexterior.

    Los habaneros, dotados de una adecuada situacineconmica, quisieron de esta forma regresar a sutierra de origen en temporadas veraniegas, mos-trando formas diferentes de relacin social, de len-guaje, de vida, de educacin y de nivel econmi-co; haban abandonado la pobreza e introducidoen aquellas costumbres propias de una burguesaadinerada. El carro de vacas haba sido sustituidopor el haiga, vehculo americano de gran tama-o y lujo, al que llamaban tambin carro; en lugarde la boina tradicional gallega, apareca el hipe-japa; el caiado o moco era sustituido por elbastn de caa de bamb; y la leontina o cadenade oro sujetaba el reloj, del mismo metal precioso,siendo visible en la parte posterior del chaleco.

    Para los que hemos nacido y recorremos concierta periodicidad algunas reas geogrficasgallegas de las provincias de Lugo y A Corua,reconforta conocer las casas que los indianoshan construido en esas zonas de Galicia y, a lavez, reconocerlas por sellos y muestras que lasdistinguen de la construccin tradicional galle-ga no slo en su aspecto constructivo sino tam-bin por la ornamentacin exterior que lascaracteriza.

    Los rboles, plantas y jardinera ofrecen notas deoriginalidad propias de casas de aquella rea delCaribe, singularmente de la isla de Cuba, dondela luz y el calor exige un tipo de construccin decaractersticas diferentes. Los niveles econmi-cos de aquellos indianos permitieron proyec-tos de modernidad, respuesta exteriorizada aaquel poder adquisitivo que origin inversionesal alcance de una sociedad aburguesada de gus-tos refinados y necesidades adaptadas a las exi-gencias de su estatus social.

    Eran edificios, en su mayora, con terreno cir-cundante exterior, cerrado con muros de piedrade altura suficiente para impedir el acceso y lavisibilidad interior; con buena cantidad de rbo-les frutales, as como plantas y arbustos origina-rios de tierras caribeas. Constitua una repro-duccin de las construcciones de su Cuba deadopcin; en ocasiones de su propia residencia.En otros casos la frmula constructiva adoptadase asemejaba a las construcciones gallegas con losadelantos y distribuciones interiores propios delas residencias centroamericanas. Las salas y salo-nes, los servicios higinicos, las cocinas, habita-ciones y mobiliario respondan a los mismosprincipios y criterios.

    PRESENTACIN

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    cin para los animales, como en el caso delroble. Las flores dejaron de ser de origen silves-tre para convertirse en elemento cuidado y deco-rativo del interior y exterior de las viviendas. Seincorpora una genuina arquitectura vegetal con-sistente en constituir lo extico en rasgo distin-tivo: araucaria, tuya, aligustre, todas ellas espe-cies ignotas, pero que sin solucin de continui-dad pasaban a coexistir con otras ms prximas,cedro, magnolio, castao; el resultado final detan heterogneas composiciones eran bellos jar-dines, de toda policroma, generalmente flan-queados por calles de arena y parterres floralessegn nos recuerda en su magnfico trabajo, queforma parte de esta obra, el profesor AntonioGarrido Moreno.

    Desde la Xunta de Galicia y mediante esta publi-cacin que comprende la catalogacin de 155casas indianas de las que 97 se asientan en 9municipios de la provincia de Lugo y 59 en 17 dedichos ayuntamientos en la circunscripcin pro-vincial coruesa, que constituyen una muestrarepresentativa de estas iniciativas realizadas desdela emigracin cuya proyeccin responde a unavisin diferente, resultado de una convivencia enaquellas sociedades americanas de caractersticasmuy distintas con respecto a la gallega de enton-ces, nuestra aspiracin ha sido, a la vez que llenarun importante vaco bibliogrfico, dejar y rendirtestimonio de tan ingente caudal creativo en elque se anan, junto a valores materiales, los delemigrante que regresa a su localidad en condi-cin bien distinta a aquella primera y lo exterio-riza, entre otras formas, erigiendo mansionespara su bien ganado beneplcito con otros deautntico sentido social, como era introducir, porun razonable devenir expansivo, nuevos usos ensus zonas de origen, y ello sin excluir otrasimportantsimas contribuciones al acervo local,tales como promover, y aun sustentar, la creacinde escuelas, asilos y otras aportaciones para unamejor calidad de vida.

    Como se puede observar, hemos intentado dar aconocer modelos distintos de casas de indianos,con variable riqueza arquitectnica, as como elrea geogrfica a que corresponden, zonas de

    Es fcil suponer y lgico la necesidad de aquellosemigrantes, en su origen, de exteriorizar su xitoy triunfo en su nueva situacin; sin lugar a dudasfue lo que constituy el mayor impulso hacia laemigracin, un efecto propio del mimetismo ydeseos de emulacin; nadie pensaba en el fraca-so, slo en el xito producto de la confianza enuna sobresaliente capacidad de trabajo. La con-secuencia fue una corriente migratoria masivasiendo protagonistas los jvenes de cada familiaque confiaban y ofrecan su juventud, salud yfortaleza ya que de su formacin slo podanofrecer, en la casi totalidad de los casos, conoci-mientos bsicos de agricultura.

    La construccin de sus residencias coloniales,continuidad de los antiguos pazos en Galiciaaunque de caractersticas diferentes, se erigieronen edificaciones protagonistas y dominantes en elpaisaje gallego, admiradas y respetadas, en otroscasos envidiadas, al constituir el recuerdo no leja-no de una vida de pobreza subsistente en aquellapoca en Galicia y que haba de perdurar vigentebastantes aos ms. Pero tambin constituyeronun signo de progreso, la ejemplaridad en el modoconstructivo futuro, especialmente en lo que res-pecta a una mayor calidad de vida. Los servicioshiginicos, aseos, cocinas exigieron instalacionesde agua corriente, incipientes modelos de sanea-mientos, primarios modelos de calefaccin, algodesconocido hasta entonces en la zona ruralgallega; las construcciones tradicionales consti-tuan el hbitat de animales y personas, con pocaseparacin para poder aprovechar el calor y hacerms prctica, por proximidad, la mnima explo-tacin ganadera. En particular, la integracin delcuarto de bao supuso la adopcin por nuestrosindianos de las tesis ms progresistas del tiempoen abierta contradiccin con las opiniones tradi-cionales sostenidas, incluso, desde los pases msavanzados. Definitivamente, se ascenda un esca-ln en la base cultural.

    La decoracin arbrea exterior se extendi rpi-damente con finalidad decorativa y no slo parala separacin de parcelas, para la proteccin con-tra el viento o para proporcionar sombras enverano, cuando no para proporcionar alimenta-

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    cuando pude conocer el modelo de ficha y orga-nizacin para recoger los datos necesarios ascomo los primeros modelos literarios resultadode aqullos, pude hacer una justa valoracin delo que representara finalmente el proyecto.

    La referencia sera incompleta si no se hiciesemencin de los autores tcnicos de este tipo dearquitectura con nombres de reconocido presti-gio en la poca por sus proyectos, como JulioGaln, Rodolfo Ucha Pieiro, Gonzlez Villar,Nemesio Cobreros, Faustino Domnguez o JuanCirraga. Y seguiramos reincidiendo en loincompleto si no aadisemos la actuacin dealgunos maestros de obra, a veces como intr-pretes de planos o ideas que el indiano-promo-tor traa, otras por meros procesos de creacinpersonal; citemos a ttulo meramente ejemplifi-cativo, los nombres de Manuel Leira, AndrsReboredo o Manuel Pereiro.

    Esta esplndida trada de indianos-promotores,arquitectos y maestros de obras, concitan hoynuestro reconocimiento y homenaje, pero tam-bin, aunque por razones distintas, a estos ante-pasados nuestros que promovieron un patrimo-nio de tanta significacin para el desarrollo denuestra tierra; con el recuerdo imperecederohacia centros educativos, mdico-sanitarios, asi-los y otras realizaciones que permitieron el iniciode una mejor calidad de vida en Galicia.

    emigracin que comienza, en esta primera apro-ximacin investigadora, en las tierras dePontedeume, bordeando la costa hasta Ribadeoy adentrndose hasta la Terra Ch luguesa, concapitalidad en Villalba, subiendo hacia laMaria por tierras de Xermade, Muras y Ourol,con As Pontes como lmite geogrfico; se cir-cunscribe, por lo tanto, esta muestra elegida a lazona norte de Galicia. El resto de las zonas galle-gas ser objeto de otra investigacin, en la que serecogern modelos de construcciones asentadasen las provincias de Ourense y Pontevedra, sien-do los indianos representativos de otros pasesde Amrica, como ejemplo, Argentina, Brasil yMjico, entre otros.

    No habra sido posible este trabajo sin la colabo-racin de jvenes estudiantes de arquitecturaque recorrieron tierras de A Corua y Lugo,inventariando este patrimonio. Tampoco cono-ceramos su significado autntico sin los estudiosarquitectnicos, ornamentales, histricos ysociolgicos, de profesores y expertos que nosguiaron por vas de aprendizaje y conocimientocuyos resultados se recogen en esta publicacin.

    Cuando habl por primera vez de este proyectocon el colaborador de Comunidades Gallegas, ymejor amigo, Fernando Bores Gamundi, nopoda imaginarme que se lograse este resultadoaunque, si he de manifestarme con sinceridad,

    Fernando Amarelo de Castro

    Secretario Xeral para as Relacins coas Comunidades Galegas

  • HabanerosCarlos Sixirei

  • todas sus potencialidades. Hubo mucho mito entodo esto. Bastante mentira y alguna realidad. Elobjetivo de este libro no es hablar de gallegosemigrantes sino de edificios; pero esos edificios,que testimoniaban todo un universo conceptuale ideolgico, no nacieron de la nada ni crecieronpor capricho. Haba detrs una historia a vecestrgica, a veces triunfal, siempre dramtica. Elresumen, breve por razn de espacio y de tem-tica, de esa historia es lo que se cuenta en estecaptulo.

    ***

    I

    Qu aras, labrador? La tierra duradonde florecen el caf y la caa.Vana tu industria, tu afanar locura!Para ti es la fatiga y la amargura,El oro y las cosechas son de Espaa!

    Qu corta leador, tu hacha pesada?rboles de vigor y pompa llenos!Detente, que la patria est enlutada:A cada golpe de tu mano osadahay un cadalso ms y un rbol menos!

    Espaa no era precisamente objeto de las simpa-tas de un creciente nmero de cubanos en 1858cuando se publica este apasionado y un algoripioso poema incluido en el libro El lad deldesterrado de la autora de un joven patriotapro-independentista, Jos Agustn Quintero.

    En las tres primeras dcadas del s. XX asistimosen Galicia a una importante renovacin ediliciaen aldeas, pueblos y ciudades. A este proceso nofueron ajenos los emigrantes, especialmente losemigrantes a Cuba. No slo no fueron ajenossino que en muchos casos fueron protagonistasprincipales y motores de la renovacin construc-tiva tanto en el aspecto de los materiales comoen los estilos artsticos y ornamentales.Evidentemente estos cambios se efectan en unmarco histrico concreto. O mejor en dos: elque presenta Galicia a comienzos de siglo y elexistente en Cuba por los mismos aos.

    El primero condiciona el propio papel del emi-grante como agente de innovaciones, no slo enel sentido de las construcciones sino en otro msprofundo como el de introductor de modas,ideas, costumbres, hbitos alimenticios, modali-dades culinarias y expresiones idiomticas. Elsegundo explica el origen y la procedencia deestas innovaciones. Este captulo tituladoHABANEROS, pretende explicar de manerasucinta tres cosas: A qu Cuba llegan los galle-gos, qu actividades desenvuelven en la isla ycmo se refleja su experiencia vital en Galicia.Cuba es una de las tierras de Jauja que el imagi-nario colectivo galiciano se invent desdemediados del XIX. De hecho, y dura bastantesaos, la tierra de Jauja por antonomasia. DeCuba vinieron dinero e ideas, emigrantes fraca-sados y emigrantes triunfadores, impulsos y fre-nos, ritmos y modas. Antes de que Buenos Airesfuera la Quinta Provincia, Cuba fue la GaliciaIdeal. La que rompa con el mito de un pas dealmas vencidas donde los gallegos tenan xito(algunos), se organizaban, tomaban iniciativas yencontraban el medio propicio para desenvolver

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  • en muchos casos, prcticamente inexistente. Esosupona un freno. En segundo lugar la represindel trfico negrero era cada vez ms eficaz y ellomarcaba casi a fecha fija el final de la esclavitud.En tercer lugar el precio de la pieza, como sellamaba al esclavo, se haba quintuplicado entre1810 y 1860 lo que la haca cada vez menos ren-table si consideramos el promedio de vida de unesclavo en la plantacin1. Se impona, por lotanto, buscar una va capaz de reponer la admi-nistracin de brazos por defunciones y, adems,de incrementar el nmero de trabajadores parahacer frente a las necesidades de expansin deuna economa en auge.

    No estaban muy claras las soluciones. Los menospropicios al abolicionismo crean que con mejorarlas condiciones de vida era suficiente para estimu-lar la reproduccin al ritmo requerido. Esta ideallevada a sus ltimas consecuencias desembocabaen la proposicin de crear criaderos de esclavoscomo una modalidad ms de la ganadera, a ejem-plo de lo que se haca en el sur de Estados Unidospor aquellas mismas fechas2. Parte de los produc-tores azucareros pensaban tambin que los inge-nios deban asimilar a los esclavos empleados enotras actividades que eran menos rentables comoel trabajo en los cafetales, por ejemplo.

    Todas estas iniciativas funcionaron parcialmentea corto plazo y en zonas determinadas pero muypronto se mostraron insuficientes. La idea pre-dominante era que Cuba padeca un dficit cr-nico de mano de obra tal y como lo expresaba laJunta de Fomento a comienzos de los aos 60:Es una realidad sencilla, demostrada por laexperiencia, que la poblacin de la Isla de Cuba,no es en medida alguna suficiente, ni la quebasta a la extensin de sus territorios; como esincontestable que esta falta de brazos inutilizamucha parte de sus terrenos y no deja prosperartodo lo que la bondad del clima y sus recursospudieran permitirle3.

    Estaban de moda esos ttulos entre la juventuddore de La Habana desde que Jos Mara deHeredia, escribiera en 1825 el Himno delDesterrado, convertido casi de inmediato en elHimno de toda una generacin. El romanticis-mo haca estragos en los salones literarios deCuba a mediados del s. XIX y ese romanticismono hablaba de bayaderas opulentas, de intrpi-dos caballeros, de moras embrujadas o de trove-ros desdichados. Hablaba de Cuba y en trminostales que no dejaban lugar a dudas sobre los sen-timientos y las intenciones de quienes tomabanlas plumas como paso previo a tomar las armas.

    A mediados del siglo XIX el colonialismo espa-ol en Cuba estaba ya en crisis. La Guerra de losDiez Aos primero y la Guerra de laIndependencia despus, no son ms que loscolofones obligados de una situacin que searrastraba inexorablemente desde que en losaos 20 culmina el proceso de separatismo his-panoamericano y que acabara desembocandoen la tragedia a dos bandas del 98. Sin embargoel descrdito del rgimen colonial no habaimpedido que la emigracin espaola a la islacaribea experimentara una rpida progresin.

    El extraordinario desarrollo de la economa azuca-rera cubana en la primera mitad del s. XIX se basa-ba en la utilizacin de mano de obra esclava a granescala. Despus de las leyes de libertad de 1854 enVenezuela y de 1855 en Per, slo cuatro pasesmantenan en Amrica el dudoso beneficio deexplotar esclavos: Estados Unidos, Brasil, Cuba yPuerto Rico. Dos de estos pases eran colonias his-panas. Pero desde los aos 40 se abri la posibili-dad de modificar la composicin y naturaleza deesa mano de obra. Haba varias razones:

    En primer lugar el monto de los esclavos utiliza-dos en las haciendas azucareras slo poda man-tenerse gracias a la continua importacin debidoa que la tasa natural de reproduccin era baja y,

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    1 Fernando Ortiz: Los negros esclavos. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996.

    2 Manuel Moreno Fraginals: La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones. Ed. Crtica, Barcelona, 1983.

    3 Citado por Mara del Carmen Barcia: Burguesa esclavista y abolicin. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1987.

  • Los catalanes no tenan gran inters en trabajaren plantaciones por lo que, aprovechando laexistencia de un importante ncleo de compa-triotas en los centros urbanos, se instalaron enstos, especialmente en Santiago de Cubadonde, desde principios de siglo, abundaban losapellidos de este origen en la lite comercial local(Batlle, Benaprs, Amell, Puig, Revents, Fabr,Rosell, Riera, etc.). En 1833 haba, slo deSitges y Hospitalet, 31 familias de comerciantesde diversos ramos instalados en la ciudad6. Unpintor ingls, Walter Goodman, que viaj aCuba a mediados del s. XIX nos dej un vivoretrato de la sociedad de comerciantes catalanesde Santiago y de sus negocios. Transcribo unprrafo porque retrata vivamente el tipo de esta-blecimiento que posean y que muy pronto seraimitado por los gallegos:

    La tienda es una curiosa combinacin de taberna,cafetn, velera y quincalla. Las paredes y el techoestn ocultos tras una miscelnea de trastos.Espuelas y cajas de sardinas; velas, percales y loza;cuchillo y rallos; juguetes, palanganas y relojes;hileras de jamones, machetes, poleas, rollos de sogae implementos agrcolas; sombreros de panam,zapatos de vaqueta, cucharas de lata y cognac fran-cs. El bodeguero o tendero de esta extraa tiendaes natural de Barcelona, se llama Boix y pronunciael espaol con un marcado acento cataln7.

    El nmero de catalanes y su presencia en lasociedad cubana era ya tan importante quedesde 1840 funcionaba una Sociedad deBeneficencia de los Naturales de Catalua queservira tambin de precedente para similaresempresas gallegas nacidas con posterioridad.

    Los vascos, por su parte, se relacionaron conactividades comerciales e industriales y se insta-

    El argumento no era completamente cierto. En1860 la densidad de habitantes por Km2 deCuba era superior a la de Estados Unidos. Pero,al contrario que la vecina repblica, la isla anti-llana no ofreca atractivos suficientes para lainmigracin europea. La pervivencia del rgi-men esclavista, la ausencia de estmulos capacesde fijar al inmigrante a la tierra y las condicionessociales del pas eran otros tantos obstculos queimpedan la llegada de trabajadores libres proce-dentes de otras latitudes.

    La experiencia de importar mano de obra desdeEspaa era conocida pero siempre haba termina-do en sonoros fracasos. En las primeras dcadasdel s. XIX la emigracin ms numerosa fue lacanaria que llegaba a Cuba en dos condicionesdiferentes y las dos desventajosas: La que vena porsus propios medios desde las islas, que era lamenor parte, y la de contratados en condicionesde semiservidumbre destinada a la colonizacinde nuevas tierras, a trabajar en la construccin delferrocarril o como contratados en las plantaciones.

    Dentro de los espaoles peninsulares la presen-cia ms notable la tuvieron los catalanes, los vas-cos, los gallegos y los asturianos seguidos porcastellanos y mucho ms lejos, los andalucesaunque de este grupo regional es de los quemenos sabemos4. Hacia 1840 se prob importarcatalanes para trabajar en un ingenio de PuertoPrncipe, pero el clima y las brbaras condicio-nes de trabajo se encargaron de hacer fracasar elproyecto. Otro tanto pas con los gallegos con-tratados por el comerciante y negrero ourensanoUrbano Feijoo y Sotomayor, cuya actividadcomo tratante de mano de obra nos es conocidagracias a los trabajos de los Profesores MaraXos Rodrguez Galdo y Fausto Dopico5.

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    4 Antonio M. Bernal: La emigracin de Andaluca en Nicols Snchez Albornoz (Comp.): Espaoles hacia Amrica. La emigra-cin en masa (1880-1930), Alianza Ed., Madrid, 1988 y Elas de Mateo Avils: La emigracin andaluza a Amrica (1850-1936).Ed. Arguval, Mlaga, 1993.

    5 Mara Xos Rodrguez Galdo e Fausto Dopico: Desartellamento da economa tradicional galega e emigracin no sculo XIX: Aempresa de emigracin de colonos galegos de Urbano Feijoo Sotomayor en Crisis agrarias y crecimiento econmico en Galicia enel s. XIX. Ed. do Castro, Sada, 1981.

    6 Cfr.: Birgit Sonesson: Catalanes en las antillas. Un estudio de casos. Fundacin Archivo de Indianos, Colombres, 1995.

    7 Walter Goodman: Un artista en Cuba. Ed. Letras Cubanas, La Habana, 1986.

  • posiciones pro-espaolas rompiendo con el tradi-cional acercamiento hacia Estados Unidos.

    Como la emigracin espaola, que sin embargo,no cesaba de crecer (los espaoles representabanel 5,23% de la poblacin cubana en 1846 y el8,54% en 18628), era poco propicia a sustituir alos esclavos negros en el trabajo de las plantacio-nes y los ingenios, los hacendados buscaron otrasolucin importando, bajo control, a coolies chi-nos y peones yucatecos.

    La llegada de los yucatecos se debi a tres cir-cunstancias: La tradicional demanda de manode obra, el temor a un rpido desmantelamien-to del sistema esclavista despus de que losdaneses abolieran la esclavitud en sus posesio-nes del Caribe en 1847 y la Guerra de lasCastas que asolaba el Yucatn y haba arrojadoa miles de campesinos de sus tierras. En febre-ro de 1848 la Junta de Fomento de La Habanatom en consideracin la propuesta realizadapor un tal Simn Pen, ex-diputado yucatecoque haba defendido en 1841 la independenciadel Yucatn con respecto a Mxico, de impor-tar 300 o 400 indios mayas para trabajar en uningenio que pensaba construir en la isla. Al messiguiente llegaba la primera partida de trabaja-dores que fue enviada a una propiedad delMarqus de Arcos. No sabemos con exactitudcuntos llegaron. Ramn de la Sagra, en suobra Cuba en 1860, habla de 786. Fuentesmexicanas indican cantidades muy superiores:En 10.000 se cifra la cantidad por parte delperiodista Carlos Menndez9. Los contratadosvenan por un periodo que oscilaba entre los 5y los 10 aos con la promesa de un salario men-sual de 2 pesos que era de 5 en 1859. Sinembargo una cantidad indeterminada, pero alparecer bastante grande, fue introducida ilegal-mente y, por lo tanto, sin ninguna garantacontractual.

    laron preferentemente en La Habana. A media-dos del s. XIX haba ya configurada una litevasca enriquecida con el comercio de esclavos yel trfico del azcar y que se situaba a la cabezadel grupo pro-peninsular enfrentado poltica yeconmicamente con el llamado grupo anexio-nista integrado mayoritariamente por represen-tantes de la lite criolla que defenda la integra-cin de Cuba en los Estados Unidos. Este grupode vascos formaba parte de la llamadaCamarilla de Capitana, grupo de presin antelas autoridades coloniales y opuesto a cualquierconcesin de autonoma a la isla. Figura destaca-da de la misma era Julin de Zulueta, Marqusde lava, cuya fortuna, una de las mayores deCuba, ascenda en 1878 a ms de 200 millonesde reales y en uno de cuyos ingenios, de nombrelava, trabajaban ms de 600 esclavos.

    Castellanos, vascos y catalanes constituan, aestas alturas, la lite espaola en Cuba que ocu-paba puestos de privilegio en el aparato burocr-tico-militar colonial y que cre densos lazos deparentesco a travs del matrimonio con las fami-lias ms destacadas de la lite criolla, lo que expli-ca algunos comportamientos polticos de sta afines del siglo XIX cuando se ven arrastrados a

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    8 Mara Dolores Prez Murillo: Aspectos demogrficos y sociales de la isla de Cuba en la primera mitad del s. XIX. Universidad deCdiz, 1988.

    9 Carlos Menndez: Historia del infame y vergonzoso comercio de indios... 1923. Citado por Paul Estrade: Los colonos yucatecoscomo sustitutos de los esclavos negros en Actas de las I Jornadas sobre Cuba y su historia. Ed. Doce Calles, Madrid, 1994.

  • nios y medio llegaron casi el mismo nmero dechinos que de negros a trabajar en las plantacio-nes cubanas.

    II

    Los gallegos no eran cooles, no eran negros, noeran mayas. Eran blancos, y consecuencia de lafiebre blanqueadora que afectaba a la burguesacubana y a las autoridades espaolas en el s. XIX,temerosas de una revuelta negra o de quedarsumergidas por el crecimiento demogrfico delos de color, resultaban un grupo atractivo.

    En primer lugar los gallegos eran catlicos y sb-ditos del Rey de Espaa. Podan o no hablar cas-tellano pero se era un defecto subsanable. Ensegundo lugar se trataba de una gente trabajado-ra y sufrida, acostumbrada a las duras condicio-nes de la vida del campo en su tierra de origen.En tercer lugar se crea que podan ser asentadosen las zonas rurales pues aparentemente no pare-can mostrar la vocacin mercantilista de cnta-bros y catalanes y, por ltimo, estaban presentesen Cuba desde casi los primeros momentos deldescubrimiento. Se trataba, por lo tanto, de vie-jos conocidos cuya laboriosidad, honradez y aus-teridad eran generalmente reconocidos.

    El indio maya result mucho ms barato que unesclavo. Los 24 pesos de salario anual eran nota-blemente inferiores a los 500 que costaba en1848 una pieza de frica. Ciertamente el pre-cio final del yucateco era bastante ms elevado,pues en el mismo haba que incluir, adems delsalario que era, en este caso y por decirlo dealguna manera, el chocolate del loro, los bene-ficios del indiero (equivalente al negrero por suactividad) que lo venda, el soldado que lo caza-ba, el Gobierno del Estado que se lucraba, elCnsul de Espaa en Mrida que cumpla lasformalidades para su entrada en la isla y el capi-tn del barco que lo transportaba. Al final cadatrabajador indgena vena a costarle a su com-prador unos 160 pesos si era varn y 120 si erahembra. Casi 4 veces menos que un esclavo.

    A pesar de lo favorable que pareca esta inmigra-cin, casi siempre forzosa, acab fracasando no slopor la resistencia que a su explotacin ofrecieronsino tambin porque el triunfo de la Reforma enMxico supuso el corte de este infame comercio.

    Bastante ms xito tuvo el de los cooles chinos.

    stos fueron introducidos bajo contrato de ochoaos de trabajo obligatorio. La mayora fuerondestinados a las plantaciones azucareras de laszonas de fomento econmico, fundamental-mente en el tringulo Matanzas-Coln-Crdenas. Sin embargo los cooles se mostraronrebeldes a las condiciones de semiesclavitud a lasque eran sometidos. El padrn de 1872 ofrece lacifra de 8.380 cooles prfugos lo que representa-ba el 20% del total de los contratados en activo.De la importancia de esta inmigracin, en la queno se incluyen la de los chinos que llegarondesde California a travs de Mxico a partir de1860, hablan las siguientes cifras: Entre 1848 y1874 salieron de China para Cuba 141.391individuos, de los cuales murieron en la travesa16.576, siendo vendidos en La Habana124.813. Durante el mismo periodo se introdu-jeron 169.000 africanos10, es decir, en dos dece-

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    10 Juan Prez de la Riva: El barracn. Esclavitud y capitalismo en Cuba. Ed. Crtica, Barcelona, 1978.

  • amplia nota de gratitud de la autora a laSociedad de Beneficencia de los Naturales deGalicia en La Habana de la que era socia dehonra desde 1872, indica la importancia que aesta altura haba cobrado la presencia gallega enla isla. El asunto tiene precedentes: En lo orga-nizativo, la Congregacin Gallega del ApstolSantiago, nacida en la capital cubana en 1804,remoto ejemplo de asociacionismo galiciano entierras caribeas, y en lo editorial, el precio quepara su venta en La Habana aparece indicado enel primer libro gallego de Rosala. Es decir lapresencia de gallegos en la isla era larga en eltiempo y comenzaba a ser ancha en el nmero.

    En 1859 haba 8.463 naturales de Galiciaviviendo y trabajando en la isla. Esta cifra repre-sentaba el 10,21% de los espaoles all residen-tes y se sita a bastante distancia de la de loscanarios (38.714) pero prcticamente iguala a lade catalanes (8.703), que representaba la segun-da colonia en importancia, y los asturianos(8.454) que venan en cuarto lugar11. Y, notadestacada, a estas alturas los gallegos eran ya elgrupo ms urbanizado pues el 57,92% del totalresida en La Habana y representaban el tercerncleo comercial a mucha distancia de los cata-lanes y a bastante de los montaeses pero porencima de cualquier otro peninsular o insularcon excepcin de los asturianos, que aportan unnmero similar (178 y 177 respectivamente). Esah donde hay que buscar las races de las gran-des casas comerciales de Cuba en manos de espa-oles que superan la crisis de la independencia yconfiguran lo que va a ser la gran burguesacomercial habanera de la primera mitad del s. XXestudiada por Alejandro Garca lvarez.

    El gallego llegaba a Cuba por la doble va de laemigracin voluntaria y la emigracin forzosa(servicio militar).

    El empeoramiento de la atmsfera poltica enCuba y el comienzo de la Guerra de los DiezAos iniciada con la Proclama de Demajagua

    La segunda mitad del s. XIX ofrece en Galicia unpanorama desolador: Hambres, epidemias, crisisde subsistencia y atraso econmico. Los cuatrojinetes del Apocalipsis parecan haber convertidoal pas en su patio de recreo. No es que con ante-rioridad las cosas fueran a mejor. Pero el ciclo decrecimiento econmico y demogrfico vinculadoal maz primero y a la patata despus, haca tiem-po que haba llegado a su fin. El proceso de desa-mortizacin de los bienes eclesisticos y de pro-pios empeor la situacin del campesinado y enestas circunstancias la nica vlvula de escape quese presentaba era la emigracin.

    Ciertamente Galicia no era, en estos aos, lanica tierra de miserias de las Espaas. Otrasestaban en parecida o peor suerte.Probablemente las penurias del campesinadogallego podan ser consideradas casi vida holga-da por sus homnimos de Extremadura o dealgunas zonas de Andaluca. Sin embargo elfenmeno emigratorio no se generaliza por igualen todo el reino. El Norte tiene, en este caso, elprotagonismo incontestable desde Catalua(cada vez con menos presencia) a Galicia (cadavez con ms) a lo que cabe aadir Andaluca(importante pero casi desconocida emigracin),Castilla la Vieja y Canarias.

    El hecho de que ya en 1880 el segundo poema-rio gallego de Rosala de Castro se inicie con una

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    11 Jordi Maluquer de Motes: Nacin e inmigracin: los espaoles en Cuba (s. XIX-XX). Ed. Jcar-Archivo de Indianos, Colombres,1992.

  • de espaoles en Cuba y el ms urbanizado detodos ellos. Est an por explicar este comporta-miento. Eran tal vez los emigrantes gallegosmenos dados que otros a entusiasmos patriti-cos?, estaban menos vinculados al grupo degrandes comerciantes y hacendados espaoles?,preferan mantenerse neutrales en una guerraque no vean como suya? stas y otras preguntasse nos ocurren ante tan peculiar fenmeno.

    Entretanto, los gallegos continuaban afluyendo,ya sea como soldados movilizados, ya sea comoemigrantes civiles.

    Ciertamente la guerra no impidi que lacorriente inmigratoria continuara afluyendo. Elprofesor Maluquer de Motes afirma que Lainmigracin cantbrica en Cuba qued paraliza-da por la Guerra de los Diez Aos entre 1868 y1878, optando por otros destinos en el conti-nente12 (se refiere con inmigracin cantbricaa la procedente del Norte de Espaa). Lo ciertoes que entre 1868 y 1880 llegaron a Cuba163.176 inmigrantes espaoles13. Y justamentees en esos aos cuando los gallegos comienzan aorganizarse y aparecen las primeras publicacio-nes, todas ellas de signo regionalista.

    El conflicto cubano no fue bice para que losgallegos encontraran en la isla un ambiente pro-picio a desarrollar empresas culturales y asociati-

    (10 de octubre de 1868), oblig al gobiernoespaol a reforzar la presencia militar en la isla.

    El triunfo de la Revolucin del 68 en Espaa nosupuso ningn cambio de actitud de las nuevasautoridades con respecto a Cuba. Los generalesde La Gloriosa tenan fuertes vnculos con laisla. Algunos de ellos (Serrano, Dulce) habansido Capitanes Generales en La Habana; otro(Prim) lo fuera de Puerto Rico y sus mujeres eranamericanas. Todos tenan relaciones e interesescomunes con la oligarqua azucarera criolla ade-ms de lazos de parentesco por va matrimonial.

    Ninguno de estos militares levantaba simpatasentre los sectores hispanfilos de Cuba que losvean demasiado escorados hacia la izquierda. Asu vez, los revolucionarios de septiembre, aun-que prximos a ciertas tesis reformistas del patri-ciado criollo, de ninguna manera estaban dis-puestos a admitir la separacin de la isla. Si laoligarqua hispana promovi su propia polticaantiseparatista organizando y armando losBatallones de Voluntarios en los que se encua-draban dependientes de comercio, obreros taba-caleros y empleados de servicios urbanos, esdecir, sus propios asalariados que eran en sumayor parte espaoles, el Gobierno de Madridmoviliz rpidamente efectivos. Entre 1868 y1879 llegaron a Cuba 204.579 militares. Resultailustrativo comparar los siguientes datos:Mientras que algo ms del 25% de los soldadosenviados a Cuba procedan de Galicia represen-tando la poblacin gallega tan slo el 11,40% dela espaola (lo que ilustra sobradamente sobre elsistema de reclutamiento de la poca), los galle-gos movilizados en Cuba para formar parte delos Batallones de Voluntarios eran el 8,24%,muy por debajo de los porcentajes de canarios(24,85%), asturianos (20,87%) o catalanes(17,29%). Incluso ligeramente inferior a loscntabros (8,87%) a pesar de que, como antesqued indicado, representaban el tercer grupo

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    12 O. C. en Nota 11.

    13 Yez Gallardo, C.: La emigracin espaola a Amrica (siglos XIX y XX). Dimensin y caractersticas cuantitativas. Archivo deIndianos, Colombres, 1994.

  • La muerte de la insigne escritora caus una con-mocin en la colonia de emigrados y sus peri-dicos salieron a la calle con grandes orlas negras.La propia prensa cubana, como La Voz de Cuba,se hizo amplio eco del acontecimiento15.

    Todas estas cosas ocurran porque el ncleo emi-grante no ces de engrosarse en estos aos hastael punto de que La Habana pasa a convertirse enun destino mtico, una especie de Jauja tropical,para el imaginario colectivo gallego de la poca ya cuya idealizacin, para bien y para mal, contri-buy por activa y por pasiva la clase intelectualgallega. De hecho, y a pesar de la Guerra de losDiez Aos, el panorama que ofreca Cuba conti-nuaba siendo muy atractivo para el inmigrante.

    La Guerra no slo no haba afectado seriamentea la economa del pas sino que, por el contrario,actu de agente para completar ciertos procesosde cambio que se estaban experimentando en elcampo cubano desde 1850. Como la luchaarmada se despleg sobre todo en aquellas juris-dicciones de menor contribucin a la produc-cin nacional (centro y oriente de la Isla), stano sufri alteraciones importantes. Si bien hubozonas como Puerto Prncipe y, parcialmente,Santiago de Cuba que sufrieron cuantiososdaos (en Puerto Prncipe desaparecieron hastalas producciones agrcolas dedicadas a la subsis-tencia), el desarrollo experimentado por las pro-vincias occidentales compensaron estas prdidas.Los ingenios en esta parte de la isla aumentaronentre 1870 y 1880 en un 18% y la produccinde azcar supona, al final de la dcada, el 70%del total nacional. La produccin tabaquera setraslad de oriente a occidente y la regin deVuelta Abajo se consolid como la zona taba-quera ms importante del mundo tanto por lacalidad como por la cantidad del tabaco recogi-do. La oligarqua agraria y comercial del occi-dente cubano, ms prxima a las posiciones delcolonialismo espaol, financi econmicamentela guerra contra los hacendados del oriente ms

    vas: De 1871 es la Sociedad de Beneficencia deNaturales de Galicia que tiene como modelo suhomnima catalana y que se marca como obje-tivo (Art. 1) proteger a los asociados y propor-cionar socorro a los naturales de Galicia y a susfamiliares que se encuentran necesitados.

    Esta institucin pionera servir de ejemplo paraotras entidades mutualistas que surgieron en losaos siguientes extendidas por toda la isla comola de Cienfuegos de 1877.

    En el mismo ao que naci la Sociedad tam-bin vieron la luz dos iniciativas de decididavocacin galleguista: La Sociedad Coral Ecosde Galicia y el semanario La Gaita Gallegaque, si bien tuvo muy corta vida, tan slo unmes, tiene el valor de representar el punto dearranque de la fecunda historia del periodismogallego en Cuba14. En 1877 comienza a editar-se El Avisador Galaico en Cienfuegos y al aosiguiente sale el primer nmero de una publi-cacin de larga vida (durara 23 aos) llamadaa ser portavoz del galleguismo y el regionalismoentre los emigrados y cuyas campaas en defen-sa de los intereses de Galicia, marcaran poca.Se trata de El Eco de Galicia, mensuario funda-do, dirigido y en gran parte escrito por unmocito estradense de 20 aos, Waldo Insua,recin llegado a la isla en busca de aires msliberales que los que por entonces se respirabanen la levtica Compostela. El Eco, en el que apa-recan con frecuencia colaboraciones de lo msgranado de la intelectualidad gallega (Braas,Murgua, Valladares, Lamas, Pardo Bazn,Concepcin Arenal, Curros, An y un largoetctera), fue el motor que dinamiz a la colec-tividad para que se fundara el Centro Gallegode La Habana, nacido el 23 de mayo de 1879 yque sera en breve tiempo la ms importanteentidad asociativa gallega de Cuba. Tambindesde El Eco se lanz una campaa de apoyoeconmico a Rosala de Castro que logr reu-nir 1.732 pesos-oro.

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    14 Carlos Sixirei: Galeguidade e cultura no exterior. Xunta de Galicia, Santiago, 1995.

    15 Curiosamente este peridico representaba al sector ms integrista y reaccionario del espaolismo cubano

  • gallegos, evidentemente. De los 208.597 milita-res transportados desde Espaa entre 1868 y1880, regresaron 63.070. A esta cifra se le debenaadir las bajas en combate o por enfermedadesque, segn cifras oficiales, fueron 58.414 ade-ms de 6.248 desaparecidos, desertores y envia-dos a presidio. La diferencia con la cifra inicial esde 80.865. De ellos 30.000 corresponden a losmilitares de las guarniciones que permanecanen Cuba. El resto, algo ms de 50.000 indivi-duos, se quedaron como trabajadores.

    El reparto de tierras facilit su asentamiento,pero la evolucin tecnolgica de los ingeniosayud an ms. Los equipos industriales impor-tados reclamaban un tipo de trabajador distintodel esclavo. Los obreros asalariados, procedentesde esta reserva dejada por la guerra, ocuparonprontamente su lugar. La experiencia habacomenzado en Cienfuegos, en plena guerra,cuando los soldados que cuidaban los ingeniosdesarrollaron simultneamente labores de obre-ros asalariados mientras que sus oficiales obtenansabrosos beneficios por permitir esas actividades.Para los hacendados fue una bendicin contarcon trabajadores de mayor productividad quelos esclavos. Para los soldados se presentaba laocasin de cobrar salarios ms altos que los deEspaa y, al mismo tiempo, quedar exentos deacudir a la lnea de combate. Y para la oficialidadal frente de estas tropas, un negocio redondo.

    El negro quedaba relegado a trabajar en elcampo y se consegua el ideal defendido duran-te decenios por las lites criolla y espaola:Blanquear el ingenio.

    sensibles a la causa de la independencia y porello recibi los beneficios derivados de su finalno siendo de los menos importantes la ruina desus competidores en produccin.

    El Banco Espaol de La Habana, en manos decomerciantes peninsulares, obtuvo enormesganancias a causa de la especulacin desatadapor la crisis financiera derivada de los gastos deguerra (700 millones de pesos, segn clculosdel Presidente del Crculo de Hacendados,Conde de Casa Mor). En los 9 aos que siguie-ron a la Paz de Zanjn, fueron rematados y/oembargados por deudas ms de 660 ingeniosazucareros lo que aceler el proceso de concen-tracin de propiedad que se vena desarrollandodesde mediados de siglo.

    Pero, a efectos de entender por qu Cuba es unatractivo destino para los inmigrantes, el cambioms importante experimentado es el que sucedeen el mercado de trabajo. La guerra supuso elfinal de la trata de negros y esto fue un golpedecisivo para la esclavitud. En 1870 la Cortes deMadrid decretaran la Ley de Vientres Libres paratodos los esclavos que no haban seguido aCspedes y en 1880 se promulga la definitivaLey de Abolicin en la que se sustituye la escla-vitud por un nuevo rgimen de dependenciadenominado patronato que marcaba un periodode 8 aos hasta que los antiguos esclavos, ahorareconvertidos en siervos, podan pasar a ser per-sonas libres.

    De inmediato se desempolvaron viejos proyectospara traer familias canarias e instalarlas en laparte oriental de la isla, la ms perjudicada porla guerra y tambin la que se identificaba conms fuerza con la causa independentista. En1883 se introdujeron ms de 1.000 familias pro-cedentes del archipilago en Remedios mientrasque el Gobierno alentaba la instalacin de colo-nias militares concediendo tierras baldas, derealengo, bosques del Estado, etc., a los licencia-dos del ejrcito y a los voluntarios movilizadospara que se afincasen en las zonas rurales.

    Esta oferta sirvi de acicate a muchos soldadosgallegos para permanecer en la isla. Y no slo

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  • talaron en las zonas urbanas. En los aos de pazque preceden a la independencia de Cuba, lasciudades de la isla experimentaron un apreciablecrecimiento y considerables mejoras, pero nin-guna como La Habana, el Pars de los Trpicoscomo la llamaban los ms entusiastas. En 1890La Habana ocupaba una superficie de 20 Km2.En ella vivan ms de 200.000 habitantes, lo quela converta en la tercera ciudad del Estado slosuperada por Madrid y Barcelona. Desde 1863en que se inicia el derrumbe de los viejos cercosamurallados que la constrean, La Habanacomenz un proceso de rpida expansin levan-tndose nuevos edificios que serviran de mode-lo, aos despus, a las arquitecturas de los india-nos retornados. Las nuevas residencias se carac-terizaban por ser altas, con extensas fachadas,ornamentacin eclctica y empleo de materialescomo el hierro, que pas a sustituir a la madera.En el interior se abran grandes recibidores, salasde billar, dormitorios aireados y cuartos de bao,amplias escaleras de acceso al piso superior ygaleras. A escala reducida ste va a ser el primermodelo de casa habanera transplantada a Galiciadesde fines del s. XIX.

    En estos aos se multiplicaron las publicacionesgallegas, seal evidente de la pujanza que ibatomando la colectividad. En 1885 nace A GaitaGallega, primera revista escrita ntegramente engallego en Amrica. De ese mismo ao es GaliciaModerna y entre 1886 y 1897 aparecen otras 11ms de desigual fortuna pero entre las que des-tacan dos: Follas Novas, semanario bilingecientfico, literario y defensor de la coloniagallega, que se edit entre 1897 y 1908, y LaTierra Gallega, fundada por Curros Enrquez, dems breve vida (1894-1896).

    En 1895 estalla el definitivo conflicto entreindependentistas y espaoles que culminar conla derrota espaola y la ocupacin norteamerica-na. El comportamiento de la colectividad fuedispar. La mayor parte defenda el rgimen colo-

    No era un simple capricho colorista. No muchodespus de acabar la guerra, en una reunincientfica organizada por la SociedadAntropolgica Cubana en la que figuraban losms destacados miembros de la ciencia mdicainsular, bastantes de ellos formados en Pars, seplante la definicin de cubano llegndose a laconclusin de que cubano era todo hombreblanco nacido en Cuba. Muchos miles de negrosy mulatos, al mando de un general mulato,Antonio Maceo, haban muerto en lucha contralos espaoles creyndose que ser cubano era otracosa16.

    La experiencia de instalar soldados obreros enCienfuegos result un xito rotundo. A partir de1880 la regin pas a ser la ms importante deCuba en la produccin de azcar, y la msimportante del mundo en relacin con su exten-sin manteniendo este rango hasta la 1 GuerraMundial.

    Los 14 aos que van del fin de la GuerraChiquita (1881) a la Revolucin de 1895 con-templan una nueva oleada de inmigrantes espa-oles. Un total de 254.448 llegaron a Cuba.

    Es al abrigo de esta oleada ingente de emigran-tes, que en parte refuerzan la presencia gallega enCuba, como empieza a desarrollarse un proyec-to de regeneracin para Galicia protagonizadopor los sectores ms dinmicos de la colonia quese vinculaban ideolgicamente al regionalismoliberal como Insua, Curros, Lugrs Freire, etc.Este proyecto no se caracterizaba por una grancoherencia ideolgica, pero permita dotar a lacolectividad de una identidad propia y denun-ciar los males del pas (centralismo, caciquismo,decadencia econmica, etc.) reclamando refor-mas y polticas adecuadas.

    La emigracin gallega continu siendo bsica-mente urbana y ello contribuy al crecimientode las ciudades. Entre 1885 y 1895 llegaron aCuba 64.953 gallegos que en gran parte se ins-

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    16 Manuel Moreno Fraginals: La historia como arma y otros estudios sobre esclavos, ingenios y plantaciones. Ed. Crtica, Barcelona,1983.

  • gallegos. Y estos porcentajes continuaranaumentado pues entre 1902 y 1931 llegaron aCuba, segn fuentes cubanas, 800.000 espaolesms. En 1930 eran gallegos el 42,35% de losresidentes espaoles.

    Despus de la independencia se inicia una etapabrillantsima de la presencia gallega en Cuba.Una nueva generacin de figuras destacadas dela cultura gallega aparece en el lujurioso paisajecaribeo: Fontenla Leal, Ramn Cabanillas,Chan, Villar Ponte... En 1905 se constituyela Asociacin iniciadora y protectora de laAcademia Gallega; el Centro Gallego compra elTeatro Nacional en 1906 y comienza al aosiguiente la construccin de su fastuosa sede,orgullo de gallegos y de habaneros; ese mismoao nace la Caja de Ahorros del Centro Gallegoque en 1909 se convierte en Caja de Ahorros yBanco Gallego; en el Teatro Tacn se estrena elHimno Nacional de Galicia en 1907... son hitosde una actividad deslumbrante. Deslumbrante yengaosa: No haba tanta gente detrs de ellapero la que haba vala por diez. Al mismo tiem-po el movimiento asociativo adquiere un dina-mismo extraordinario. Entre 1900 y 1930 sefundan en Cuba 130 entidades, la mayora de lascuales representaban agrupaciones microterrito-riales. Algunas destacaron por su originalidadcomo la Sociedad Hijas de Galicia, creada en1917 a iniciativa de Solidaridad Pontevedresapara defender los intereses de las mujeres emi-grantes; otras por su podero y nmero de aso-ciados.

    El ambiente gallego de La Habana era claramen-te anticaciquil. Basilio lvarez tendra ocasinde comprobarlo en su memorable gira de 1913y Accin Gallega contaba con numerosas simpa-tas. Cabanillas escriba encendidos versos que loconvierten, all mismo, en Poeta da Raza yAntn Villar Ponte abandona sus primerosescarceos espaolistas para convertirse a la buena

    nial aunque con matices que iban desde el entu-siasmo con que una parte de la colonia celebrla muerte en combate del patriota cubanoAntonio Maceo en 1896 homenajeando alcomandante Cirujeda en Punta Brava, el mismolugar en que el insurrecto haba cado (CurrosEnrquez le comentaba este hecho a Galo Salinasen una carta afirmando: Han ensuciado parasiempre el nombre de nuestra Patria), hasta ladiscrecin ms completa mostrada por algunaprensa emigrante como Follas Novas que nopublic ninguna arenga pro-espaola durante elconflicto independentista mantenindose apartecomo si la guerra no fuera con los gallegos17.

    Tambin hubo ejemplos de abierta simpata conla causa cubanista e incluso de emigrantes quepasaron a engrosar las filas de los revoluciona-rios. La gran mayora de ellos se declaraban cam-pesinos y casi todos eran solteros. Algunos llega-ron a destacar en el ejrcito mamb alcanzandogrados militares como el coronel Xos lvarezPrez. Otros, menos afortunados, murieron encombate. A ellos se poda aplicar las palabras deMart, publicadas en la revista Patria en 1893 ydirigidas al gallego Jos Martnez, asesinadopoco antes de iniciarse la revolucin: Por losmuertos no se ha de llorar: Se acaricia la manofra, se baja la cabeza y se le abre paso al miste-rioso caminante; se ase con mano ms nerviosala bandera que se ha jurado no dejar caer: Sepelear por tu memoria, gallego bueno y queri-do, hasta conquistar para cubanos y para galle-gos, la libertad que amaste18.

    Tanto los simpatizantes de la independenciacomo los ms entusiastas hispanistas, salvoexcepciones, continuaron en Cuba despus de laPaz de Pars. En 1899 haba en la isla 130.000residentes espaoles, lo que supona la doceavaparte de la poblacin del pas. De ellos erangallegos el 33,90%. Su impronta era ya tal quetodos los espaoles comenzaban a ser llamados

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    17 C. Sixirei: Los gallegos en Cuba en el siglo XIX. Cultura y regionalismo. En Cuba y Espaa, pasado y presente de una historiacomn. Nmero monogrfico de HISTORIA CONTEMPORNEA, Universidad del Pas Vasco, N 19, 1999.

    18 Citado por Xos Neira Vilas: Galegos que loitaron pola independencia de Cuba. Edicis do Castro, Sada, 1998.

  • dades de Lpez Rodrguez o las de su amigo elcataln Jos Marimn, dueo del Banco Espaolde la Isla de Cuba, fueron calificadas como pro-pias de una novela de filibusteros de la bancaen palabras del historiador norteamericanoLeland Jenks19.

    Del podero del Banco Nacional da idea elsiguiente dato: Entre 1914 y 1920, la cantidadtotal en prstamos individuales concedidos lle-gaba a ms de 113 millones de dlares, lo quecasi equivala al total de crditos concedidos enel mismo periodo por los tres bancos que venana continuacin entre los que estaba el norteame-ricano National City Bank.

    Deba haber bastantes ms gallegos en la cpuladel poder econmico. Segn el censo de 1925,haba en Cuba 703 fbricas no dedicadas a laobtencin de azcar o derivados, que daban tra-bajo a 13.685 obreros, es decir, un promedioaproximado de 20 obreros por fbrica. De hechouna parte muy considerable de las fbricaseran pequeos talleres artesanales que no llega-ban a los 10 empleados. Con 20 o ms trabaja-dores haba pocas y estaban en su casi totalidaden manos de extranjeros entre los que habanumerosos espaoles. Tambin era muy elevadasu participacin en el comercio minorista,campo del que los gallegos hicieron casi unaespecialidad sin que ello les impidiera estar tam-bin en la nmina de los grandes comerciantescomo los casos, no aislados, de la firmaCasteleiro, Vizoso y Ca. fundada en 1901 yespecializada en la importacin de mquinas-herramienta o Quesada, Alonso y Ca. condepsitos propios de mercancas en el puerto deLa Habana. Los apellidos gallegos estn presen-tes entre los miembros de la Cmara Espaolade Comercio, Industria y Navegacin, en elCentro General de Comerciantes e Industrialesde la Isla de Cuba20 y, sobre todo, en el Centrode Detallistas de La Habana de cuyos miembrosal menos el 20% eran gallegos. Tngase en cuen-

    nueva del galleguismo gracias a los impagablesoficios de Fontenla Leal. El fracaso del agrarismoabre el camino a otras opciones ms radicales. Elnacionalismo aparece tempranamente en LaHabana. A poco de llegar la noticia de laAsamblea de Lugo de 1918 se organiz unaXuntanza Nazonalista Galega y en 1922 laIrmandade Nazonalista Galega en la que mili-taba la flor de la intelectualidad gallega de Cuba.

    Pero si los gallegos formaban parte inseparabledel paisaje habanero a estas alturas, no se debaslo a sus entusiasmos asociativos o a sus esplen-dores culturales. Se deba a que su nmero secorresponda tambin con su poder econmico.

    No tenemos estudios especficos sobre el papel delos gallegos en el desarrollo de la burguesa cuba-na del primer tercio del s. XX. S los tenemossobre los espaoles pero las cifras globales, y aunsabiendo que no puede hacerse una transposicinmimtica de proporciones (es decir, si los gallegosrepresentan un tanto por ciento determinado delos espaoles automticamente tienen igual oparecida proporcin en el conjunto de la clasecomercial y gran propietaria), nos permiten teneruna idea aproximada del podero que la colecti-vidad gallega pudo haber alcanzado.

    Conocemos algn caso especfico: Tal vez el msdestacado sea el de Jos Lpez Rodrguez aliasPote. Uno de los hombres ms ricos de Cubasi no el ms rico en las dos primeras dcadas delsiglo. Tena el control del Banco Nacional deCuba y de la Compaa Nacional de Finanzas,instituciones a travs de las cuales se hizo pro-pietario de El Matadero Industrial adems decentrales azucareras, cementeras, editoriales,libreras, empresas de construccin y obraspblicas, etc. Pote se suicida en 1920 comoconsecuencia del crack financiero que afect a laisla ese ao y que benefici extraordinariamentea la banca norteamericana al quebrar las princi-pales entidades financieras de Cuba. Las activi-

    Casas de indianos26

    19 Leland Jenks: Nuestra colonia de Cuba. Ed. Revolucionaria, La Habana, 1966.

    20 Alejandro Garca lvarez: La gran burguesa comercial en Cuba. 1899-1920. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990.

  • pantalones claros destacando en las romeras, enlas ferias, en las villas y ciudades. Tambin consus construcciones, con sus jardines de palmeras,con sus ideas y con sus ambiciones.

    La primera preocupacin del emigrante eraganar dinero. Muchos soaban con hacersericos. Algunos lo conseguan. Otros, como cuen-ta de s mismo Enrique Lster, fueron a Cuba ahacerse ricos y se hicieron comunistas.Obviamente ste es un comportamiento msexcepcional que paradigmtico. Los hubo tam-bin que fracasaron y volvieron derrotados o,simplemente, prefirieron quedarse en Cuba ymorir all pobres y olvidados. Pero muchos con-siguieron ahorrar y enviar el dinero a su familialo que se traduce en ciertos hechos: en primerlugar que los emigrantes, en su mayor parte, seiban con la idea de retornar; en segundo lugarque se mantena la relacin umbilical con la tie-rra de origen.

    El dinero llegaba a travs de los bancos creadospor los propios emigrantes en Amrica comoocurre con la Caja de Ahorros y Banco Gallego,vinculada al Centro Gallego de La Habana, elBanco Espaol de la Isla de Cuba o el BancoNacional de Cuba quienes giraban a la espesared de corresponsales bancarios que haba enGalicia. Fue la abundancia de estos giros la quepermiti la proliferacin de pequeas y media-nas casas bancarias en las ciudades y villas delpas. El Banco Pastor, la Banca Obanza, el deOlimpio Prez, el Etcheverra, el Nogueira, elRomero, etc., nacieron o crecieron gracias a estalluvia de dinero americano. Es suficiente apun-tar que, segn ha calculado el profesor VillaresPaz, el ingreso anual promedio de dinero ameri-cano que llegaba a Galicia en las tres primerasdcadas de siglo superaba el montante de lasventas totales de carne de abasto con destino almercado espaol21. La importancia de estos girosen la economa familiar era tal que se puede afir-mar que, a pesar de su evidente irregularidad,

    ta que en 1919 de los 68.483 comerciantes regis-trados en Cuba 29.005 eran espaoles. Se pue-den recordar algunos nombres: El lucense JosRocha, dueo de las fbricas de tabacos ElCrepsculo y La Gloria Cubana; ngelBarros (A Corua, 1872), Presidente de laCmara de Comercio Mayorista, del Ferrocarrildel Noroeste, de empresas mineras y de laCmara de Comercio Espaola; AntonioRodrguez Vzquez (Lugo, 1862), presidente decompaas de seguros y de centrales azucareras,adems de dueo del mejor edificio de LaHabana, el Amrica en el que haba dos gran-des salas de cine tambin de su propiedad;Segundo Lopo (Augasantas, 1873), con variasempresas madereras; ngel Barros (A Corua,1872), Consejero del Banco Espaol, de laLonja del Comercio, del Ferrocarril del Noroestey de la Cuprfera Pinarea... Como muestra sonsuficientes. No eran la regla, pero tampoco laexcepcin.

    Sin embargo, el ncleo ms importante de laemigracin gallega desempeaba oficios mshumildes: Domsticos, cocheros, barqueros,empleados del comercio, obreros, etc. En 1919,slo en el servicio domstico trabajaban 23.451emigrantes espaoles y es de suponer que losgallegos deban representar el mayor porcentaje.

    Las dos primeras dcadas del siglo XX en Cubason de creciente prosperidad econmica. Estambin la poca de mayor afluencia de emi-grantes gallegos a Cuba. Ello repercute necesa-riamente en Galicia y no slo en el plano demo-grfico. De Cuba venan habaneros con ahorrosms o menos grandes para invertir en casas, enpropiedades o en negocios. De Cuba venanideas, modas y msicas. De Cuba venan, final-mente, capitales para comprar tierras, redimirforos, mejorar la cabaa ganadera, renovar lasviviendas o devolver crditos. El habanero pasa aformar parte del paisaje gallego con su panam,su leontina de oro, sus zapatos de charol y sus

    Casas de indianos 27

    21 Ramn Villares Paz: La propiedad de la tierra en Galicia, 1500-1936. Ed. Siglo XXI, Madrid, 1982.

  • valores que dejaron en tierras de Amrica. ste estambin otro caudaloso rengln de dinero del emi-grante que viene a fortalecer nuestra economa.Estos mismos emigrantes retirados, cuando elvolumen de sus rentas les permite seguir acumu-lndolas, las invierten siempre en valores america-nos, especialmente valores de Deuda Pblica. Lacartera de valores americanos en poder de emi-grantes gallegos asciende a bastantes centenares demillones de pesetas22.

    En lo referente a las inversiones en agro-ganade-ra, la Asociacin de Propietarios de la Provinciade Lugo se expresaba as en 1931:

    El hecho de que miembros de una familia seausenten para Amrica con el objeto de ganardinero suficiente para mejorar una casa, paraadquirir una finca confinante con otras del lugar...para aumentar su produccin y, una vez obtenidala cantidad estrictamente necesaria para realizarsus proyectos, regresan a su hogar para invertir enl lo que con su trabajo han obtenido sin perjuiciode repetir la excursin si se estima oportuno23.

    Despus del dinero, el emigrante se preocupabapor su educacin. Por la suya particular y enmuchas ocasiones por la de sus familiares y vecinos.

    Generalmente llegaba a Cuba analfabeto o conun mnimo bagaje formativo que no pasaba, enla mayor parte de los casos, de saber leer, escribiry algo de cuentas. La situacin deba resultar tandramtica que en 1880 el Centro Gallego de LaHabana pone en marcha cursos para adultos cuyamatrcula ascendi metericamente: Si en el aofundacional haba 109 alumnos, en 1891 eran1.464. La calidad de la enseanza impartida eratal que a los cursos asistan alumnos originariosde otras provincias espaolas e incluso cubanos.Gracias a los desvelos de Vicente Fraiz Andn, seintrodujeron clases de educacin musical y seextendi la enseanza a las mujeres. En 1904 elnmero de alumnos se acercaba a los 3.000 y elCentro estaba completamente desbordado para

    durante decenios representaron la principal (y, aveces, casi nica) fuente de liquidez monetariapara un considerable nmero de gallegos. Deldinero americano, y cubano en particular, vivanlas casas de banca, las empresas consignatarias,gran parte del comercio urbano y, claro est, lasfamilias receptoras. Este dinero se destinaba algasto suntuario (construccin de residenciasurbanas o rurales de las que este libro ofrece unamuestra deslumbrante), a la devolucin de prs-tamos, la liberacin de foros, la compra de tie-rras y ganado, la mejora de la productividad, laeducacin de los hijos, la dotacin de infraes-tructuras de diversa naturaleza y, ms raramente,a la creacin de industrias. La agricultura parece,sin embargo, convertirse en el campo preferentede inversin de las remesas no slo debido al ori-gen campesino de los propios emigrantes sino aque esta actividad econmica era la que reclama-ba con ms urgencia recursos para modernizar-se. Pero hay tambin otra razn: El dinero emi-grante, trabajosamente obtenido, por estemismo motivo era escasamente aventurero. Poreso hay tan poca inversin industrial. Los india-nos que regresaban ricos preferan valores slidosy seguros: La tierra era uno de ellos pues nuncaperda valor. Los ttulos de la deuda pblica queles permitan vivir cmodamente de rentas, eranotros. Pea Novo describa en 1929 la impor-tancia de estas inversiones:

    La mayora de la emigracin gallega no se desvin-cula de la tierra. La gran ilusin de todos ellos esreunir un capital para venir a disfrutarlo en el solarnativo. As vemos en todas las aldeas y ciudades deGalicia emigrados retirados que han redondeadouna fortuna y viven de sus rentas. Casi todos elloshan dejado el capital colocado en el pas donde loamasaron. Conocen los negocios de all, descono-cen en cambio los de Galicia y no se aventuran atraer su fortuna para invertir en nuestra tierra portemor a disminuir una renta que ya consideranconsolidada. Por eso tambin ellos reciben peri-dicamente las rentas e intereses de los negocios y

    Casas de indianos28

    22 Lois Pea Novo: El dinero del emigrante. En El Pueblo Gallego, 1-II-1929. Citado por Alfonso Magarios: A emigracin. Ed.Laiovento, Santiago, 1999.

    23 Citado por Ramn Villares Paz: o. c. en nota 21.

  • En parecidos trminos se expresaba el mismoao Julio Sigenza:

    En Galicia hacen falta escuelas, muchas!, no parapreparar gentes dispuestas a emplear sus energasen tierras extraas sino para aquellos que puedanemplearlas all, en su tierra, y sepan despus ele-varla al nivel que le corresponde26.

    La tercera preocupacin del emigrante fue la decarcter poltico. La lucha contra el caciquismotena muy sensibilizados a amplios sectores delos gallegos de Cuba. No en vano bastantes deellos se haban visto obligados a emigrar parapagar deudas, para huir del servicio militar, paraponerse a salvo de alguna persecucin, para redi-mir a su familia de la pobreza. Por si fuera poco,la lite de la intelectualidad gallega en Cuba acomienzos del s. XX estaba formada en granparte por exiliados vinculados a diversas expre-siones del republicanismo, el sindicalismo y lamasonera. Y el gran responsable por el atraso yla marginacin del pas tena un nombre: Elcacique.

    Esa lite haba comenzado a elaborar un proyec-to regeneracionista para Galicia que parta deuna denuncia radical de la situacin del pas yplanteaba como solucin la descentralizacinpoltica y la autonoma regional. Sin poner enpeligro la unidad de Espaa, principio sagradopara todo regionalista como haba escritoWaldo Insua, se comenzaba por reclamar liber-tad para el municipio y elecciones limpias almismo tiempo que se defenda la mejora y gene-ralizacin de la instruccin pblica y el fomentodel asociacionismo campesino como los mejoresinstrumentos para la lucha contra las plagas deEgipto que asolaban el pas: Caciques, foros,curas y trabucos.

    A comienzos de siglo la lucha antiforal y antica-ciquil estaba convirtiendo al, hasta entonces pl-

    atender a tan crecida matrcula por lo que a par-tir de 1906 se ampliaron y reformaron las depen-dencias y se enriqueci el programa escolar desa-rrollndose cursos diurnos para nios y nias ynocturnos para adultos de ambos sexos.

    El ejemplo de lo sucedido en La Habana anima repetirlo en tierras gallegas. En 1907 LusOtero Pimentel haca un llamamiento a losgallegos emigrados para levantar en Santiago ungran centro pedaggico de instruccin popular.Haba precedentes como las fundaciones escola-res filantrpicas pagadas por ricos emigrantes ensus pueblos de origen. No eran muchas en aquelmomento, pero alguna haba. Fue este modelo elque se sigui y no el propuesto por Pimentel. Enlos aos siguientes asistimos a una fiebre cons-tructora de escuelas especialmente en las comar-cas septentrionales y centro-occidentales deGalicia. Segn el profesor Pea Saavedra se fun-daron, gracias al dinero emigrante, 225 estable-cimientos educativos de los que 147 fueron ini-ciativa de las sociedades de emigrantes en Cuba,las ms sensibilizadas de toda la emigracin coneste problema24. Y las ms generosas para tratarde resolverlo.

    No siempre esta labor levant entusiasmos entrela intelectualidad y la clase poltica gallegas.Vicente Risco se mostraba muy crtico con ellas.En 1930 escriba:

    En muchos casos las escuelas sostenidas (por losemigrantes) son escuelas preparatorias para la emi-gracin. En cierto sentido estas escuelas, inclusoen esa funcin de preparar para la vida del otrolado del Atlntico, vinieron a llenar un vaco, asocorrer una necesidad pues es sabido que la faltade preparacin de los emigrantes gallegos los poneall en condiciones de inferioridad respecto a losprocedentes de otros pases; pero eso estara bien sise limitasen a preparar a los que fueran a emigrar yno se convirtieran en fbricas de emigrantes, esdecir, inductoras a la emigracin25.

    Casas de indianos 29

    24 V. Pea Saavedra: xodo, organizacin comunitaria e intervencin escolar. La impronta educativa de la emigracin transocenica enGalicia, 2 Vol. Xunta de Galicia, Santiago, 1991.

    25 Vicente Risco: El problema poltico de Galicia, Madrid, 1930.

    26 Julio Sigenza: Galicia, cara y cruz. Montevideo, 1930.

  • consiguiente, los vientos de fronda que barren parasiempre el obstculo de todo progreso; el caciquis-mo imperante, enemigo de la instruccin, de labeneficencia y del bienestar del pueblo28.

    Los vientos de fronda estaban barriendo el ruralgallego por los aos en que Pea Novo dirigasus invectivas contra el caciquismo vilalbs desdelas pginas de la revista El Ratn. Y estos vientosno eran arrastrados por ningn cubano, sino,para pasmo de las fuerzas conservadoras, por uncura. Basilio lvarez, el abad de Beiro que con-mocionaba con su inflamada oratoria a lasmuchedumbres, y Pea Novo procedan delmismo campo ideolgico: el catolicismo social,una doctrina que, pese a sus resabios corporati-vistas, preocupaba en gran manera a la clase pro-pietaria por sus propuestas reformistas.

    Basilio lvarez no se paraba en barras. En elmitin de Vilagarca del 29 de septiembre de1912, un domingo en el que diluviaba y en unteatro lleno hasta los topes, el ya entonces famo-so cura pronunci un discurso que dej aRamn Cabanillas y a Castelao, asistentes alacto, completamente traumatizados. No era paramenos. As se despachaba el cura Basilio:

    Todava el foro gravita sobre nuestro suelo con lafuerza de la horca y el cuchillo. Aqu todos reven-tamos o todos hemos reventado. Slo hay unaexcepcin. Todos menos el plutcrata, el oligarca yel negrero que muestran sus orondos vientrescomo cerdos cebones.

    ...El da que me veis claudicar, fusiladme por laespalda. Prefiero cien veces la muerte a que sobrem proyectis una sombra maldita.

    No era el tipo de oratoria sagrada, por llamarlede alguna manera, que los campesinos estabanacostumbrados a escuchar. Y si en Galicia levan-taba odios y entusiasmos por igual, en Cuba losecos de los discursos basilistas conmocionaban a

    cido por resignado campo gallego, en un hervi-dero. Y los ecos de esta efervescencia llegaron aLa Habana. El largo brazo de las asociacionesgallegas se comenz entonces a dejar sentir. Lasligas agrarias que germinaban a gran velocidadpor todo el pas, contaban con el apoyo moral yeconmico de los emigrados. Las sociedades deinstruccin y sus comits de apoyo, los emigran-tes retornados las ligas agrarias y sus vocerosperiodsticos se imbricaron en el mismo comba-te. Muchos casos son conocidos gracias a lasinvestigaciones de Nez Seixas y J. A. Durn27.Sociedades agrarias y sus rganos de prensacomo las de Poio, Riotorto, Barcala, Vilalba,etc., recibieron apoyo econmico de sus conve-cinos de Cuba. Haba ciertamente, notablescontradicciones en el discurso regeneracionista.Y no era la menor el incentivar la presentacinde candidaturas municipales agraristas y almismo tiempo declararse apolticos en una suer-te de neutralidad ideolgica imposible ms pro-pia de los cuerpos gloriosos que de las organiza-ciones anticaciquiles y ello acab teniendo unalto precio, pero en ese momento an se consi-deraba que denunciar los abusos tributarios,combatir las prcticas caciquiles, levantar escue-las, mejorar la agricultura o abrir caminos notena nada que ver con la poltica sino slo conel progreso. Sin caer en la cuenta de que tal dis-curso era inviable, los intelectuales gallegos de lapoca haban convertido a las colonias gallegasde Amrica en general y a las de Cuba en parti-cular en una especie de tierra prometida de laque vendra la salvacin de Galicia. Pea Novoescriba en 1913 al respecto:

    De Cuba viene el dinero que se necesita para ata-jar el hambre de aos mseros; de Cuba viene eldinero para todas las obras benficas que aqu hace-mos; en Cuba se fundan sociedades de instruccin...para levantar en las parroquias edificios escolaresdonde educar a la juventud que el municipio y elEstado abandonan; de Cuba tienen que venir, por

    Casas de indianos30

    27 Cfr.: X. M. Nez Seixas: Emigrantes, caciques e indianos. Ed. Xerais, Vigo, 1998 y X. A. Durn: Crnicas 1, 2 y 3. Ed. Akal,Madrid, 1974, 1977 y 1981 y Historias de caciques, bandos e ideologas en la Galicia no urbana. Ed. Siglo XXI, Madrid, 1972.

    28 Citado por X. M. Nez Seixas en o. c. en nota 27.

  • ga de villa u htel burgus, unifamiliar, exen-to y ajardinado, situado en las zonas centralesde las villas o en las propias aldeas de dondeeran originarios, a veces en medio de paisajesimposibles obligados a cohabitar con palme-ras, miradores y jardines geomtricos desdelos que contemplar el mar batiente delCantbrico, la dulzura suave de las ras atln-ticas, los prados y los pinares de la Galiciainterior o las abruptas escenografas de las sie-rras septentrionales. La heterogeneidad de losestilos empleados mezclando historicismo, artnouveau y vanguardismos racionalistas proce-de de un viaje de ida y vuelta. De Pars o deInglaterra partan las novedades que eran reci-bidas y transformadas en Cuba.

    La Habana haba experimentado un notableaumento de los barrios residenciales que habancambiado el aspecto de la ciudad. Se levantabanpalacetes para sedes de clubes y sociedades derecreo y mansiones ms o menos opulentas paraalojamiento de una burguesa enriquecida alcalor de los negocios azucareros y tabaqueros enlas dos primeras dcadas del siglo. Los modelosde estas viviendas se copiaban de Europa y, msfrecuentemente, de Estados Unidos. Era fcilencontrar las referencias en Florida, en NuevaYork o en Boston.

    Los habaneros que levantaban sus mansiones enel campo y las villas de Galicia no siempre con-sultaban con arquitectos pero venan provistos

    los emigrados. A unos emigrados que, segn laopinin popular, llegaron a financiar la huida dela crcel de Souto Pxaro, quien, como se escri-bi en romance posterior matou ao cacique, e ofixo cachizas e fixo ben. Al cacique deRibadumia, Jos Farias. Como de Amricavino la mano vengadora que tambin mat conferro airado al cacique de Silleda.

    Aos despus, cuando el agrarismo haba entra-do en crisis y el nacionalismo daba sus primerospasos en la escena poltica gallega, los ecos de lassoflamas basilistas se perciban en la lucha deno-dada que el Comit Progresista Anticaciquil deLa Habana animaba en tierras estradenses contrael gran cacique provincial, Marqus de Riestra.

    Cuando el habanero retornaba, y esto fuemucho ms frecuente en el s. XX que en el XIX,su ltima preocupacin era construirse una casa.

    No todos traan los recursos suficientes para edi-ficarse una gran mansin. Muchos se limitabana mejorar la vieja casa petrucial y adaptarla a lasnecesidades de una agricultura ms tcnica y unaganadera ms numerosa. Hay ejemplos en estelibro de ese tipo de construcciones de bajo ysobrado con cubierta a dos aguas y algn detalleornamental como las fachadas pintadas, las ven-tanas encuadradas en molduras o un pequeojardn a la entrada. Todava son frecuentes estasedificaciones que sirvieron como modelo para lamejora paulatina de la vivienda rural. Pero cuan-do el habanero vena con fortuna y decidido adeslumbrar a sus paisanos, entonces la arquitec-tura residencial era otra cosa.

    El grupo indiano (habanero o no) de mayorpeso econmico asumi en plenitud las for-mas de vida de su nueva posicin social y con-virti a sus moradas en un signo de clase conpoder diferenciador. La vivienda, como hasealado Covadonga lvarez-Quintana alestudiar las construcciones de los emigrantesasturianos29 adopta, por lo general, la tipolo-

    Casas de indianos 31

    29 Covadonga lvarez-Quintana: La casa indiana o el aspecto visual de la historia. En INDIANOS, Nmero Monogrfico de Loscuadernos del Norte, N 2, Oviedo, 1984.

  • gallega de los que estos indianos fueron, enbuena medida responsables.

    Y estos cambios no eran bien recibidos por lospoderes tradicionales. El clero denunciaba ladescristianizacin, los polticos del sistema cla-maban contra la penetracin de ideas disolven-tes, los seoritos de casino y holganza se rean delas mozas y mozos de aldea que, arrinconandofajas, polainas y dengues, embutan sus robustoscuerpos en ropas a la moda. Castro Lpez deescandalizaba de los nuevos hbitos y no se pri-vaba de ridiculizarlos:

    Desde los primeros aos de la emigracin se hantransformado grandemente las costumbres pbli-cas y privadas de las aldeas de Galicia y esta trans-formacin, en cuanto a la mayora de la gentejoven, se ha verificado y sigue desarrollndose contendencias a la voluptuosidad y al libertinaje desa-pareciendo, poco a poco, aquel candor y sencillezque antes eran tan caractersticos en nuestros jve-nes campesinos, debido a la facilidad con que asi-milan los usos y costumbres introducidos por losconvecinos regresados de Amrica.

    Los culpables, para Castro Lpez, tenan unnombre: Habaneros.

    Gran parte de stos (habaneros) con lo que gananen Amrica compran un traje cursi y elegante quelos convierte en un carnaval viviente. Y as, oron-dos y currutacos, vuelven a sus pueblos a levan-tar ctedras y actuar de dmines, iniciando nopocas veces y continundola, con escndalo de lasgentes, una campaa inicua contra los sacerdotes yla religin, usos, buenas costumbres y veneradastradiciones de los pueblos... Los inmigrantes intro-dujeron entre los habitantes de este pas la manade reformarlo todo, aunque sea con desdoro de lasleyes del buen sentido30.

    Castro Lpez no fue el nico. Figuras prceresdel nacionalismo gallego se sumaron a estas cr-ticas. Castelao, por ejemplo, desde la amable iro-na de sus dibujos o Vicente Risco desde enjui-ciamientos ms duros.

    de libros de lminas y catlogos diversos dondeaparecan planos y alzados que eran remedadospor contratistas y maestros de obras. En estasconstrucciones se superponan ojivas con ele-mentos propios del art dco; tejados de pizarracon mansardas y torrecillas con miradores, el cot-tage ingls con el chalet suizo en un enfebrecidoeclecticismo lleno de referencias a la arquitectu-ra culta europea que dejaba atnitos a los paisa-nos, poco acostumbrados a tales suntuosidades.Hay un modelo de casa indiana muy frecuenteen Asturias y tambin en Galicia que describe deesta manera Covadonga lvarez-Quintana:

    Se trata de una nueva casa-cubo de generalizadacubierta a dos o cuatro aguas bajo la que se ubicauna tipologa muy especfica de buhardilla perfec-tamente habitable y visible al exterior a travs deun prominente cuerpo central que alberga unamplio vano de acristalado tambin a veces confi-gurado como una pequea galera y que, muycuriosamente, rompe en ocasiones la misma lneade aleros de la fachada principal que lo alberga.

    Obviamente, la adscripcin de la casa indiana aun determinado estilo y volumen edificado tieneque ver ms con el nivel econmico y culturaldel cliente que con el tcnico del profesionalaunque ste impusiera limitaciones. En cual-quier caso la residencia del emigrante retornadose configura como una arquitectura de prestigio,en franca competencia con las sedes tradiciona-les del poder rural, el pazo, el ayuntamiento o laiglesia, presentando un marcado carcter dife-renciador sobre el resto de las construccionescon las que convive. Si en su momento estaarquitectura resultaba casi una agresin al entor-no al que se desfiguraba parcialmente con laintroduccin de flora extica en los jardines pri-vados, no es menos cierto que, eximida de peca-do por la mucho ms contaminante, visualmen-te hablando, que se levant decenios despus,aparece hoy ante nuestros ojos como un inapre-ciable patrimonio arquitectnico testigo de unapoca de cambios profundos en la sociedad

    Casas de indianos32

    30 Ramn Castro Lpez: La emigracin en Galicia. Tip. El Noroeste. A Corua, 1923.

  • una conocida conga cubana cantada, tarareada ybailada hasta la saciedad por generaciones degallegos en verbenas urbanas y fiestas aldeanas:

    Para Vigo me voy

    Mi negra dime adis

    Anda bongosero, toca ya

    Que estoy medio loco por bailar

    ...Mira que la conga ya se va

    para nunca ms volver a sonar

    para Vigo me voy.

    La haba hecho el ms grande msico cubanodel siglo XX: Ernesto Lecuona.

    Con ella se cerraba un ciclo y comenzaba otrahistoria. Lecuona s saba donde quedaba Vigo...

    Carlos Sixirei

    En 1930 acaba la poca dorada de la emigracingallega a Amrica. La que venga en el futuro ten-dr otro carcter y otro destino. Galicia, sinembargo, fue deudora en aquellos aos delesfuerzo, la ilusin y la rabia de muchos de sushijos que desde Cuba se comprometieron abier-tamente con el progreso de su tierra natal. A ellosles debemos, en gran parte, lo que hoy somos.

    Este trabajo comenz con los versos de un poetacubano. Permtaseme acabarlo con la letra de

    Casas de indianos 33

  • La arquitectura indianaJos Ramn Alonso Pereira

  • ms notables de la historia contempornea deGalicia desde mediados del siglo XIX hasta casimediado el siglo XX2, por ms que con motivode la crisis econmica mundial de 1929 los pa-ses americanos limitasen a partir de entonces laemigracin europea. Superada la crisis, ser laGuerra Civil espaola y la Guerra Mundial consus inmediatas postguerras las que dificulten laemigracin slo reanudada a partir de los trata-dos de 1948 con Argentina. Pero ya para enton-ces las caractersticas habrn cambiado...

    Este xodo gallego que en estas dcadas repre-senta un tercio de toda la emigracin espaolapermiti liberar a la regin de un excedentedemogrfico que encontrara en Ultramar unmercado laboral abierto a una carrera ascendente,muchas veces coronada por el xito econmico.

    En lo que al destino se refiere, los pases msdeseados son Argentina, Cuba, Mxico, Brasil,Colombia y Uruguay. La presencia de emigran-tes es especialmente notable en Buenos Aires yen La Habana, siendo algo menor en otras capi-tales de los pases del Ro de la Plata o de los pa-ses caribeos.

    En cuanto a su origen, se ha discutido muchoacerca de la diversa relacin establecida conAmrica entre la Gali