Capitalismo, El Disfraz de La Psicopatía
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Capitalismo: El disfraz de la psicopatía
Nuestro proyecto de indagación parte del hecho de que el individuo se forma como sujeto a
partir de sus interacciones interpersonales y, por lo tanto, a partir de la sociedad en la que se
desenvuelve. Asimismo, se basa en la idea de que la formación de las pautas éticas de las
sociedades se ven drásticamente influidas por el sistema económico. En el caso de nuestra
sociedad contemporánea, el capitalismo determina gran parte del desarrollo del sujeto, ya
que crea una personalidad básica, basada en necesidades de como tener éxito, mantener una
apariencia y una notoriedad social, que pueden llegar a generar individualismo,
competitividad y, en casos extremos, falta de empatía.
A partir de lo anterior sería pertinente observar cómo el sistema capitalista promueve
determinados valores que son altamente contradictorios con las características que hacen
posible vivir en sociedad, y de qué manera éstos concuerdan con alguna patología,
específicamente, la psicopatía. El objetivo de este trabajo es ampliar el concepto de la
psicopatía en vez de limitarlo a un trastorno únicamente criminal y entender cómo la ética
capitalista permite y fomenta la existencia de personalidades con rasgos psicopáticos, desde
una perspectiva psicosocial que nos ayude a comprender la influencia económica llevada a
lo social y, por consiguiente, la influencia social en lo psicológico.
En resumidas cuentas, la pregunta que plantea la problemática de este ensayo es la
siguiente: ¿Es posible que la ética capitalista influya en el desarrollo psicosocial del
individuo fomentando rasgos psicopáticos?
Para empezar tenemos que entender que es en el Renacimiento donde se establece una
diferencia entre la razón y la sinrazón o locura, esto nos permite deducir que la enfermedad
mental depende del contexto social e igualmente es modificada paralelamente con este. En
1941 Herbert Cleckley publica La Máscara de la Cordura, siendo esta la primera obra que
habla sobre la psicopatía. Unos años después, en 1952, el término psicopatía es remplazado
por el de sociopatía y finalmente en 1968 el término sociopatía es sustituido por el trastorno
antisocial de la personalidad (es claro que cada término tiene sus diferencias y semejanzas,
no son exactamente lo mismo). Esto quiere decir que previamente tenía connotaciones
sociales que fueron psicologizadas. En otras palabras, las problemáticas sociales se
desplazaron hacia el individuo. A continuación expondremos diversas perspectivas de lo
que es la psicopatía y sus posibles causas psicológicas.
Por un lado, tenemos la perspectiva de Jaúregui (2008), quien plantea en su artículo
Psicopatía: pandemia de la modernidad, que desde 1968 la psicopatía no existe desde el
punto de vista psiquiátrico y se ha designado como un trastorno antisocial, el cual sólo se
aplica a conductas criminales, lo cual es un problema para demostrar la teoría de la
propagación de esta patología en la sociedad moderna, porque, por un lado, no todos los
psicópatas poseen conductas antisociales violentas; y por el otro, en la sociedad
contemporánea las conductas antisociales, la violencia y la psicopatía pasan desapercibidas
e incluso son vistas como algo normal. A raíz de esto resulta muy difícil clasificar como
psicópatas a personas aparentemente normales que ocupan cargos en la política, la
enseñanza, la economía y la medicina, entre otros., puesto que
La autora, entonces, redefine la psicopatía “como una sociopatía, es decir, como una locura
o insania fundamentalmente moral o ética, cuya principal víctima es la sociedad, a través de
su continua vulneración de las normas sociales. Se trata de una patología cuyos rasgos más
claros son la falta de empatía o ausencia de toda preocupación por los demás, la crueldad y
la insensibilidad emocional” (Jáuregui Balenciaga, 2008, p. 2).
Por otro lado, Robert Hare afirma en su libro Psicopatía: teoría e investigación, que existe
una relación entre la psicopatía y “la pérdida de los padres, la falta de afectividad, el
rechazo paterno y los procedimientos disciplinares inadecuados” (Hare, 1970, p. 133). Esto
es de gran importancia para nuestra investigación, porque no debemos limitar las causas de
la psicopatía únicamente a la influencia social. Igualmente, es menester aclarar que Hare
enfocó su investigación únicamente en psicópatas criminales.
Hare proporciona una descripción del psicópata citando a Cleckley (1964), para quien los
rasgos más significativos del trastorno son una notable inteligencia sin manifestaciones de
pensamiento irracional, encanto externo, falta de sentimientos de culpabilidad y de
vergüenza, falta de capacidad para aprender de experiencias pasadas, incapacidad para
seguir cualquier plan de vida, egocentrismo patológico e incapacidad para amar. Para
Cleckley, el psicópata además posee una vida sexual impersonal y es incapaz de
experimentar las emociones básicas en la conducta personal e interpersonal, por lo cual las
imita sin realmente sentirlas, para conseguir lo que desea.
El autor también se refiere a Karpman (1961), quien, por su parte, opina que el psicópata es
un individuo impulsivo y constantemente inquieto, que no presenta manifestaciones
psicológicas y fisiológicas de miedo o de ansiedad, aunque puede tener una reacción similar
cuando su bienestar inmediato se ve amenazado. Las recompensas y los castigos futuros, no
ejercen ningún efecto sobre su conducta inmediata. Además, Karpman clasificó a los
psicópatas en agresivo-predadores y pasivo-parasitarios. Los primeros se caracterizan por
intentar satisfacer sus deseos con acciones frías e insensibles y con agresividad,
apropiándose de lo que les plazca; y los segundos son, más bien, individuos que obtienen lo
que quieren aparentando necesidad de ayuda, desamparo y extrema simpatía.
No obstante, Hare señala que diagnosticar la psicopatía no es fácil si los criterios para
clasificar a los pacientes no se tienen claros. Debido a esto Gray y Hutchison (1964)
elaboraron un cuestionario que contenía 29 características que definen ordinariamente la
psicopatía y lo enviaron a 937 psiquiatras canadienses. Los 677 que respondieron
establecieron 10 características fundamentales de la personalidad psicopática, sin embargo
en este ensayo solo nombraremos las que son relevantes para sustentar nuestra hipótesis:
1. Falta de un sentido de la propia responsabilidad.
2. Fallos en el sentido moral.
3. Ineficiencia de los castigos para hacerles cambiar de conducta.
4. Inmadurez emocional.
5. Incapacidad para experimentar sentimientos de culpabilidad.
6. Egocentrismo.
Ahora bien, para sustentar nuestra investigación también es de suma importancia abarcar
una breve visión sobre los valores que promueve la ética capitalista para poder
relacionarlos y compararlos con los rasgos psicopáticos que acabamos de mencionar.
Según el Seminario Profesoral Interfacultades (2000), en el libro El Neoliberalismo:
Debate Abierto, el neoliberalismo es una “visión del mundo que establece el modo de ver
las cosas y valorarlas (aceptable y deseable para unos, inaceptable e indeseable para otros)”
(p. 201). Desde este punto de vista, el neoliberalismo puede considerarse como una
ideología positiva o una ideología negativa. Los que la consideran positiva, ven una
ideología que busca garantizar la libertad, fomentar la iniciativa individual, que apoya el
mercado (con sus reglas propias), la democracia y el progreso. Desde la perspectiva
negativa, el capitalismo es una ideología que apoya la privatización, la racionalización de
recursos (entendida como herramientas de recorte y de presión laboral), la apertura,
“(asumida como la destrucción de la empresa nacional a causa de la competencia desigual
con mercancías producidas en el extranjero)” (p. 200). y la globalización (es decir, la
determinación de políticas económicas por parte de las grandes multinacionales), entre
otros aspectos negativos.
Por otra parte, una de las más fuertes críticas al capitalismo, mencionadas en el libro, es que
éste sistema concibe a la sociedad como una gran contienda entre competidores y no como
el lugar donde se da también la cooperación entre personas que se consideran a sí mismas y
los demás individuos libres e iguales, como lo señala Rawls (citado por los autores). Otro
problema que posee el capitalismo en cuanto a su visión del sujeto, es que lo considera
como el perfecto egoísta, es decir, como un individuo en busca de ganancia, a conveniencia
personal. El problema con esta visión, como lo mencionan los autores, es que el sujeto no
solamente posee lazos racionales con las demás personas, sino emocionales. Además,
ningún individuo podría llegar a ser el perfecto egoísta, puesto que obligatoriamente es
parte de una colectividad que tiene diversas valoraciones y tradiciones que pueden ser
valiosas para él a la hora de tomar ciertas decisiones.
Otra crítica al capitalismo consiste en que es un sistema en el que no operan las leyes
electorales sino las leyes del mercado y, por eso, quien manda no es la mayoría visible de
personas sino la mano invisible que regula el mercado. Igualmente se ha podido ver cómo
los individuos, las empresas y los países defienden la independencia del mercado frente al
Estado y se oponen a la interferencia de sindicatos, porque esto les permite aumentar el
poder y la riqueza. Se podría decir entonces, que el capitalismo promueve la desigualdad,
dado que el sistema independiente del mercado conduce frecuentemente a una
concentración de la propiedad y del ingreso.
Dadas las características de la psicopatía y de la ética capitalista, comenzaremos a
establecer una comparación entre éstas. Para empezar, queremos aclarar que entendemos la
personalidad psicopática como una “locura sin delirio”, una manera de ser, de estar y de
relacionarse con el mundo, la cual se caracteriza por la manipulación, la mentira, la
seducción, omnipotencia o megalomanía, la cosificación, el egocentrismo y/o narcisismo, la
ausencia de remordimientos y de restricciones.
Varias, si no todas estas características, son promovidas por la sociedad contemporánea.
Empezando por el narcisismo, el cual Lowen (2000) (citado por Jáuregui, 2008) define
como “un trastorno de personalidad caracterizado por una dedicación desmesurada a la
imagen en detrimento del yo. [Y señala que] A los narcisistas les preocupa más su
apariencia que sus sentimientos” (p. 8). Por otro lado, Sennett (1980) (citado por Jáuregui,
2008), propone que la sociedad fomenta el narcicismo “mediante la intensificación del
cultivo de la personalidad inmanente en las relaciones sociales hasta el punto de que esas
relaciones aparecen ahora sólo como espejos del yo” (p. 8) y Lasch (1999) (citado por
Jáuregui, 2008) afirma que éste es “la mejor forma de lidiar con las tensiones y ansiedades
de la vida moderna” (p. 7). ¿Y qué más se puede decir de una sociedad que pone por
encima de todo el poder y el dinero, sin importar el sacrificio de sus integrantes o del
medio?
Llevar todas estas características consigo mismo le facilita al individuo acoplarse a la
sociedad capitalista, que se ve regida por una ética donde todo vale, donde el éxito está por
encima de los sentimientos ajenos e incluso de los propios. En su artículo Psicopatia,
Ideología y sociedad, Jáuregui (2008) afirma que la ética capitalista es “una ética basada en
valores sociopáticos, asocial, a-empática, violenta, amoral, irresponsable, aniquiladora,
impulsiva, narcisista, infantil” (p. 11). Esto como consecuencia de diversos factores,
empezando porque hoy en día el motor de la vida es el trabajo y el motor del trabajo es el
dinero y trabajar es la única forma de ser “algo” para el sistema. Por otra parte, el dinero,
como único objetivo, es utilizado para el consumo y en esta lógica también se observan
comportamientos psicopáticos, porque ya no importa si se manipula, tergiversa o seduce al
consumidor y todo esto implica, al igual que la cosificación del trabajador, que se deje de
pensar, reflexionar y analizar. Asimismo, las políticas de empleo sufren estas características
psicopáticas, puesto que están regidas por la practica economista y cosifican a los
empleados.
Para el capitalismo, enriquecerse es un deber y el principio fundamental. De ahí que el que
quiera ser parte de él tratará de obtener riqueza y poder a costa de lo que sea o de quien sea.
Y las personas que no quieran seguir el sistema o que estén de alguna forma en contra de él,
serán excluidas con la justificación de que son un obstáculo para el progreso y para el
desarrollo. Esta lógica psicópata es implementada tanto por psicópatas, como por sus
seguidores (que por miedo a ser excluidos terminan siendo uno de ellos), y por las víctimas
que ya han sido expulsadas del sistema.
Jáuregui señala que en la sociedad contemporánea no se castigan muchas conductas y
actitudes psicopáticas, pues se ha creado una “desreponsabilización” de las acciones. Así, la
culpa se le atribuye al mercado que supuestamente es regulado por una mano invisible. Esta
excusa no solo sirve para quitarle responsabilidad a los culpables de muchas atrocidades,
sino que plantea que la suma de los intereses individuales de estas personas conducirá a un
bien común.
Además el sistema capitalista implementa una ética aparentemente contradictoria, puesto
que proclama la honestidad, la solidaridad, la responsabilidad, pero promueve anti-valores
como la competencia, la manipulación y el engaño, lo cual es una forma de
autolegitimación. Este método hace creer a las personas, que la corrupción se da gracias a
algunas personas corruptas dentro de un sistema “bueno” o “correcto” que las rechaza y
castiga, cuando en realidad hay numerosos casos de fraude por parte de políticos,
empresarios y demás, que son ocultados, mientras que las obras de caridad realizadas por
las grandes multinacionales son fuertemente publicitadas.
Es menester aclarar que este ensayo no ha tenido como finalidad concluir que el simple
hecho de participar en una sociedad capitalista implique ser un psicópata. Estamos
hablando de una personalidad básica, la cual se forma a partir de instituciones, y no
buscamos reducir la personalidad del individuo al sistema económico al cual pertenece.
Más bien, como decía Sartre: “Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”.
Nuestra investigación nos llevó a concluir que el capitalismo es el disfraz de la psicopatía,
puesto que es un sistema que trata de legitimar comportamientos con rasgos psicopáticos al
punto de hacerlos pasar como normales e incluso desapercibidos, haciendo de la psicopatía
una patología difícil de detectar, que se propaga rápidamente en nuestra sociedad
contemporánea. Esto se debe a que promueve anti-valores por ser un sistema cuyo objetivo
es enriquecerse a toda costa y en el que todas las personas son posibles depredadores o
depredados. Además, como se encontró en un estudio realizado por Warren y Clarbour
(2009), la psicopatía no solo está relacionada con la agresión física, sino con una agresión
indirecta que puede ser utilizada por personas comunes y corrientes y puede causar grandes
daños psicológicos a la víctima. Se podría decir que el sistema capitalista utiliza este tipo de
agresión, porque juega con el sentimiento de pertenencia a la sociedad de las personas, para
lograr el consumo. Es decir, manipula a las personas para que piensen y actúen de cierta
manera y de esta forma promueve valores que pueden relacionarse con la psicopatía como
la falta de empatía.
Por último, es claro que si se quiere identificar una patología a nivel psicosocial es posible
siempre y cuando nos alejemos de los parámetros sociales, los cuales implican
“normalidad” por una mayoría que cumple con determinados síntomas de la enfermedad.
Más bien implica hacer un análisis exteriorizando la ética que promueve determinada
sociedad y las consecuencias sociales que esta genera, es claro que esto no se puede hacer
por completo, ya que este conocimiento es extraído de la misma sociedad.
Referencias:
Hare, R. D. (1974). La psicopatía. Teoría e Investigación. Barcelona: Herder. Cap. 1,
Concepto de psicopatía Pp. 9 a 24.
Hare, R. D. (1974). La psicopatía. Teoría e Investigación. Barcelona: Herder. Cap. 7,
Psicopatía y Socialización Pp. 133 a 152.
Jáuregui Balenciaga, I. (2008). Psicopatía: pandemia de la modernidad. Nómadas. Revista
Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas 19, 03, 129-144.
Jáuregui Balenciaga, I. (2008). Psicopatía, Ideología y Sociedad. Nómadas. Revista Crítica
de Ciencias Sociales y Jurídicas 18, 02, 1-18.
Warren, G. C. y Clarbour, J. (2009). Relationship between Psychopathy and Indirect
Aggression Use in a Noncriminal Population. Department of psychology, University of
York, United Kingdom. Pp.408 – 421.