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CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA CAFETERA MATEO YEPES SERNA TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR TÍTULO DE COMUNICADOR SOCIAL ÉNFASIS PERIODISMO ASESOR GILBERTO EDUARDO GUTIÉRREZ PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL BOGOTÁ D.C. 2019

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CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL:

SONIDOS DE LA CULTURA CAFETERA

MATEO YEPES SERNA

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR TÍTULO DE

COMUNICADOR SOCIAL

ÉNFASIS PERIODISMO

ASESOR

GILBERTO EDUARDO GUTIÉRREZ

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE

CARRERA DE COMUNICACIÓN SOCIAL

BOGOTÁ D.C.

2019

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Artículo 23 Resolución 13 de 1946

“La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los alumnos en sus

trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la moral católicos

y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes bien, se vean

en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.

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Bogotá, 21 de mayo de 2019

Doctora

Marisol Cano Busquets

Decana

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Pontificia Universidad Javeriana

REF: Trabajo de grado

Estimada decana, me dirijo a usted respetuosamente para presentarle mi trabajo de grado, Caldas

y su paisaje musical: Sonidos del Paisaje Cultural Cafetero, como requisito para optar por el

título de comunicador social con énfasis en periodismo.

Cordialmente,

Mateo Yepes Serna

Estudiante

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PTG-E-2Referencia: Formato Proyecto Trabajo de Grado

Código Espacio para la CTG.

FORMATO PROYECTO TRABAJO DE GRADO CARRERA DE COMUNICACIÓN

SOCIAL

IDENTIFICACIÓN

Título del Trabajo de Grado: Caldas y su paisaje musical

Aprobado por: James León Firma: Nota: 4.5

Profesor Proyecto II: ☒ Asesor: ☐

Campo Profesional en el que inscribe el proyecto: Periodismo (Puede inscribir el trabajo en uno o dos campos profesionales o no asociarlo a ninguno)

Doble Programa: No: ☒ Si: ☐ Cual: Nombre programa.

Modalidad de Trabajo:

Monografía Teórica Análisis

Sistematización Experiencias X Producto

Práctica por proyecto Asistencia Investigación

Palabras Clave: Periodismo cultural, guascarrilera, música de cuerda, música popular,

folklor, tradiciones culturales, campesino, cultura popular.

Fecha Inscripción: Período 1910

Estudiantes

Mateo Yepes Serna D.I. 1002590627

Asesor Propuesto: Gilberto Eduardo Gutiérrez Departamento al que está adscrito el asesor: Comunicación

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Información Básica

A. Problema

1. ¿Cuál es el problema? ¿Qué aspecto de la realidad considera que merece

investigarse?

Los géneros musicales que suenan en Caldas han variado al pasar los años y han dejado atrás

tradiciones importantes como la música popular tradicional y su papel en la identificación de

los territorios. Se pretende investigar el rol que mantiene esta música en el sector, sus formas

y lugares de consumo y definir quiénes la escuchan.

Como se trabajará con base en la música campesina, será necesario también contar

los estereotipos que existen alrededor de su escucha. Como lo mencionó María Alejandra

Navarrete (2014), “en Colombia, la cultura, el conocimiento, la forma de trabajo y las demás

características sociales, políticas y económicas del campesinado son fuertemente

estigmatizadas por el Estado en su conjunto […] lo que genera una representación social

peyorativa”. (p.17)

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Cabe resaltar que, aparte de los estereotipos que se dan en las tres categorías que ella

presenta (social, política, económica), la del plano cultural es también muy importante

porque, como se mencionará más adelante en el estudio de las categorías teóricas y

conceptuales, la cultura siempre se ha desarrollado con el roce entre las altas y bajas culturas.

2. ¿Por qué es importante investigar ese problema?

a. Por la necesidad de volver a tener un periodismo ajeno a la guerra en Colombia.

b. Para contribuir por medio de su narración a un país cada vez más descentralizado, que

mire con otros ojos a la región y que rompa las fronteras de lo urbano y lo rural.

c. El producto, un micrositio de periodismo cultural, presentará bajo tres formatos

(audio, fotografía y texto), las vivencias tradicionales en Manizales y varios

municipios del departamento de Caldas.

d. Los podcast serán por capítulos, cortos, con muchos sonidos ambiente y apartes

de las canciones que más suenan en este territorio.

e. Las imágenes mostrarán los personajes, los territorios y los instrumentos.

f. Los textos serán el inicio de cada sección que se encuentre el lector. Servirán

como ubicación y contexto para lo que se pueda encontrar después: galería de

imágenes o podcast. Allí figurarán los testimonios de expertos y músicos

tradicionales, que han vivido en torno a este fenómeno cultural.

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g. Para la comunicación es importante porque confirma algunos postulados de los

autores citados, en cuanto a que la música sí tiene el poder de definir una

identidad territorial.

3. ¿Qué se va investigar específicamente?

a. Las formas de consumo de música tradicional en Manizales y en varios municipios

del departamento.

b. Las convergencias musicales, hibridaciones entre lo local y lo ajeno, como la difusión

del tango y la milonga en esa capital.

c. Se trabajará con una grabadora de voz, una cámara fotográfica y una libreta de

apuntes. Los tres elementos son importantes ya que, en la medida de lo posible,

guardarán en sí los recuerdos, las sensaciones y las voces de los personajes.

d. La Secretaría de Cultura de Caldas es un aliado. Allí figuran trabajos como las casas

de cultura en los municipios, que pueden dar un esbozo a gran escala de la situación

cultural del departamento.

B. Objetivos

1. Objetivo General:

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Identificar las formas de consumo de la música tradicional y popular en la ciudad de

Manizales y en algunos municipios del departamento.

2. Objetivos Específicos (Particulares):

a. Identificar las formas de subsistencia de los tríos o grupos musicales de cuerda y

los lugares en donde se consume este tipo de música.

b. Realizar, por medio de un micrositio web, un producto de periodismo cultural

que recorra el departamento para mostrar las dinámicas que se viven a través del

consumo de música tradicional.

c. Identificar los modos de vida campesina en la zona cafetera de Colombia y su

relación con la música tradicional, popular y folclórica.

Fundamentación Teórica y Metodológica

A. Fundamentación Teórica

1. Estado del Arte ¿Qué se ha investigado sobre el tema?

Tres trabajos de grado de la Pontificia Universidad Javeriana se relacionan con el tema

de la música y, más que todo, con la colombiana y sus diversas raíces.

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En primer lugar, el trabajo de grado de María Paula Laguna (2010) hace una revisión

acerca de la crítica musical como género periodístico y estrictamente noticioso. Su trabajo se

basó en reunir testimonios, trabajando desde las lógicas mediáticas de su momento, para tratar

de buscar cómo se consumía o consume la música clásica en Bogotá. Teóricamente reunió

tres conceptos, cultura, industrias y difusión cultural. Los tres, ayudaron a que definiera el rol

de consumidor o las audiencias musicales de su género trabajado.

Su investigación tuvo un hallazgo que este trabajo de grado se propone también encontrar

y fue la situación de la música clásica en Bogotá, sus espacios de difusión y su oferta cultural.

Pudo constatar que aún sigue viva esa actividad, que la música clásica sigue siendo

consumida y que hay actividades casi semanales.

El otro trabajo de grado que tuvo especial relación con el tema que este se propone tratar

fue el que realizó María Alejandra Navarrete (2014) y que se desarrolló en zona rural del

departamento del Tolima. Esto de inmediato pone en relación con los dos trabajos, sin

embargo, la autora trabajó mucho más la teoría de las Representaciones Sociales, intentando

definir el rol del campesinado en la música de este lugar. El campesino tomó protagonismo

en su trabajo audiovisual. Navarrete tuvo un hallazgo importante y fue que la música debe

ser un medio de comunicación en las comunidades. La música y el canto tienen el poder para

transformar realidades y eso es lo que pretender evidenciar este trabajo.

Finalmente, el trabajo de Juan Carlos Escobar evidenció lo importante que es la música

en las prácticas culturales de Mompox. Desde la tambora quiso relatar como los festivales en

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la región causan transformaciones en las prácticas de cada una de las comunidades que

habitan la Depresión Momposina.

Como trabajos similares y producciones periodísticas y radiales se encuentra Radio

Ambulante, una iniciativa latinoamericana que pretende caminar territorios en donde el

sonido, y la música en particular, tienen un rol definitivo en la formación de las identidades

territoriales.

Siendo una iniciativa mexicana, y teniendo como grupo base a varios periodistas

alrededor del continente, la propuesta de Radio Ambulante busca contar, por medio de

podcast, historias particulares del territorio pasando de la tradicional prensa escrita a las

crónicas radiales. Ganó el premio Gabriel García Márquez, en la categoría innovación, en el

año 2014.

Si bien este proyecto tiene mucho de similar a los podcast de Radio Ambulante, el plus

se encontrará en cómo la música, los cantantes interpretando las canciones y el ambiente

sonoro, hacen a quien lo escucha imaginar cada uno de los escenarios que se intentan narrar.

Como textos fundamentales para la elaboración de este trabajo de grado se utilizará El

descubrimiento de la cultura popular, de Peter Burke; Comunicación y poder¸ de Manuel

Castells; Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad, de Néstor

García Canclini; y, por el lado del periodismo, Teoría y práctica del periodismo cultural, de

Iván Tubau, entre otros.

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2. Marco Conceptual ¿Cuáles son las bases conceptuales con las que trabajará?

a. Cultura popular

Antes dar una definición formal y un tratamiento profundo al tema de cultura popular, se hace

importante definir varios tipos de cultura que trabajó en su momento Manuel Esmoris (2009).

En principio, hace una aclaración al diferenciar tres tipos de culturas: la de masas, la

tradicional y popular, y la alta cultura académica.

La de masas es la que se reproduce con todas las manifestaciones tecnológicas y con

el auge de los medios de comunicación masivos y tradicionales. Además, están ligados a las

industrias, no solo culturales, sino editoriales, cinematográficas, discográficas, etc. En este

sentido, la cultura de masas es la que se ha venido replicando a fines de siglo XX, con el

avance del internet y de las formas de consumo de contenidos, no siempre culturales, por

medio de las nuevas plataformas.

La segunda es la Cultura popular o tradicional que está basada en el traspaso de

saberes por medio de las experiencias. Debe tener, según el autor, significación patrimonial,

es decir, construcción por medio de relatos históricos, archivos, obras de arte y, por supuesto,

por medio de canciones y músicas particulares. Sobre el patrimonio cultural se trabajará en

el tercer apartado de este texto: Tradiciones culturales.

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Y, para cerrar esta breve contextualización acerca de las clases de culturas, está la

Alta cultura académica que es mucho más reducida que todas las anteriores, ya que necesita

una educación más amplia y formal. Es reducida porque en contextos como el colombiano o

latinoamericano, el acceso a la educación es difícil y la deserción de la misma es, por el

contrario, constante y recurrente en los jóvenes.

Sin embargo, a pesar de las diferencias que existen entre la Cultura popular y Alta

cultura académica, existe un punto de encuentro entre las dos, tal y como lo dice Esmoris

(2009):

...Muchos han desdibujado las fronteras entre alta cultura académica y cultura popular

[...] Tal vez sea en el arte música donde la complejidad, el entramado, las idas y

venidas entre popular y académico tengan mayores movimientos, resonancias y

resultados mutuamente influyentes. (p.43)

La música es el lugar de reunión de diferentes culturas. Es lugar de convergencia, de

encuentro. Influye, como se tratará más adelante, en la construcción, formación y

consolidación de las identidades individuales, colectivas, territoriales y, sobre todo,

culturales.

Peter Burke (1984) formula en primer lugar que la cultura popular es la contraposición

a la cultura ilustrada, ubicada espacialmente, en las zonas urbanas. Este primer acercamiento

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lo hizo con base en algunas directrices que formuló Johann Gottfried Herder, quien fue el que

inventó el término en el siglo XVIII. No obstante, antes de ese momento, hubo también varios

autores que trabajaron la cultura popular, como Henry Bourne en 1725 y Pepys, en el mismo

tiempo, quienes publicaron obras acerca de las antigüedades populares y diversos cuentos y

hojas sueltas sobre las tradiciones.

Según Herder, afirma Burke (1984) en su texto, tiempo después la cultura popular y

sus nuevas manifestaciones, entre ellas las canciones, cuentos, obras de teatro, proverbios y

costumbres, expresaban el espíritu de un pueblo determinado. En este sentido aparecieron

términos importantes como Volkslied, que significa canción tradicional. El término de cultura

popular fue utilizado, más que todo, por las clases altas, que veían al pueblo como un

misterioso otro. Pueblo, entendido según Burke, como los campesinos que vivían cerca de la

naturaleza y que no estaban impregnados de algunas culturas nuevas y foráneas. El pueblo,

según los ilustrados, era natural, sencillo, instintivo, irracional y enraizado con el suelo local.

Hubo dos motivos para su descubrimiento y, por ende, para el descubrimiento de la

cultura popular. En primer lugar, un motivo estético y fue el final del clasicismo y el auge del

romanticismo. Los campesinos, por ejemplo, empezaron a ser visibilizados en las obras como

pintorescos y habitantes de lugares poco comunes. Una visión puramente romántica. En

segundo lugar, el motivo político fue la relación de la cultura popular con los movimientos

de liberación nacional que estaban en ese momento en Europa. Se entendió a esta cultura

como una forma de defender el territorio y a su cultura pues el término pueblo y las canciones

tradicionales fueron una forma -y son- de reavivar las tradiciones culturales y ancestrales.

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La cultura popular, anota Burke, nace de la forma de vida local y, necesariamente,

cambia con ella. En este sentido, la cultura popular siempre está en transformación según las

dinámicas que se estén viviendo en el momento determinado.

Los mismos postulados los siguieron Blanco, Domine y Zubieta (2000), que basándose

en los aportes de Burke y en algunos otros, definieron en la primera parte del libro el concepto

de cultura popular, sus orígenes e ideas que se tienen en el presente. Según el texto, hay tres

momentos para estudiar la cultura popular: El primero, el precapitalista, que se entiende como

el auge de esta cultura; el segundo, durante el advenimiento del capitalismo, que ocasionó el

“uso” de la cultura popular por parte de las élites letradas; y el tercero, que es cuando el

capitalismo alcanzó un estado avanzado y que dio pie para crear a la sociedad de masas y a

los medios de comunicación masivos.

Este momento fue muy importante pues justo ahí, según los autores, se dio una erosión

de los límites de las culturas nacionales que produjeron distintas transformaciones:

Hibridación o mestizaje entre culturas populares, cultura de élite y cultura de masas. La

última se relaciona particularmente con la esencia de este trabajo y es, en primer lugar,

rescatar las tradiciones culturales en torno a la música en Manizales y Caldas y,

evidentemente, su cambio profundo con respecto al auge de las tecnologías y a las

transformaciones sociales, económicas y políticas también que han tenido lugar

principalmente en la última década.

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b. Música popular

El ámbito de la música popular es muy amplio y merece, casi al nivel del estudio de la

cultura popular, un análisis profundo que dé a entender la importancia que tiene para este

trabajo.

Michelle Mattelart (1975) escribió que la música popular tiene su esencia en ser

realizada en las calles, plazas de los pueblos y, en sus términos, en “las cuevas”. Ese carácter

espontáneo, como lo llamó, privilegiaba siempre la interacción entre el autor o cantante y su

público, cosa que hoy, por todas las dinámicas y por el alejamiento físico, pero no tecnológico

de los cantantes, no se da. En ese sentido, Mattelart afirma que ese carácter espontáneo se

perdió y que la canción popular asumió las características de la canción comercial, inmersa

en un contexto económico y social determinado por el capitalismo.

De ahí se desprenden algunos riesgos para la canción popular y, por ende, para la

cultura popular que consume este tipo de música. La estandarización, en primer lugar,

haciendo ver que los gustos son homogéneos y que las producciones musicales, por tanto,

deben ser también similares. El segundo riesgo es que los artistas nuevos están teniendo

impedimentos para salir adelante y darse a conocer por las razones que explica el tercer

riesgo, que son las amenazas de censura, el bloqueo de los contenidos que perjudican a los

intereses comerciales de los grupos al mando de la industria.

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La autora menciona que hay una discriminación hacia las clases populares en cuanto

al consumo de esta música. En primer lugar, teniendo en cuenta el avance de la tecnología y

la facilidad para la consecución de los contenidos, las clases populares siguen teniendo

problemas para acceder a los medios para consumir cualquier tipo de música.

Esa distinción rural y urbana la trabajó el historiador peruano Santos Cesario

Benavente Véliz (2007), al afirmar que las identidades construidas en lo rural y en lo urbano

son distintas, sin necesidad de que eso sea negativo, por las dinámicas que viven cada uno de

los individuos que desarrolla en alguna de esas. Según él, en lo urbano está muy marcado el

consumo comercial de la cultura, apresado al capital industrial e inmerso en un contexto

global determinado. En contraste, la vida en el campo es alejada de las dinámicas comerciales

y del capital financiero que, evidentemente afecta a las familias en sus formas de vida, pero

no mucho en sus manifestaciones culturales. En el campo y en lo rural, por ejemplo, la

identidad, según Benavente Véliz, está construida en el marco de mantener lengua materna,

las festividades, religión, música, danza, etc.

Asimismo, el historiador acude a un término que no se había trabajado previamente

en este marco teórico y es el de “Cultura musical”. Afirma él que la música es un producto

social, como la cultura, que se basa en reforzar las ideas, rituales, simbologías y

representaciones. Es decir, la música es capaz de definir, como cualquier manifestación

cultural, la identidad de un territorio, de una sociedad y de un individuo. Tanto las identidades

comunes como las individuales.

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Sin embargo, el protagonismo que le da al cantante cuando define a la “Cultura

musical popular” es interesante. Relacionándolo con la necesidad de interacción entre autor

y público, mencionada por Mattelart previamente, Benavente Véliz afirma que el cantante

tiene un rol importante en el cultivo de prácticas y valores inmersos en la música popular. Él,

inmerso en prácticas sociales determinadas por su contexto de vida, construye la cultura

musical popular y la trasmite a su público.

Contrario a lo que se puede pensar comúnmente, según él las culturas altas y populares

pueden llegar a coincidir, pues ambas construyen su identidad con respecto a las prácticas

sociales, que aunque diferentes, están inmersas en un contexto macro que puede ser llamado

región o país. Evidentemente los medios y los conocimientos para desarrollarse son muy

distintos, pero al final coinciden en algunas características.

Algo que permite la coincidencia entre las dos es la música que, en definitiva, según

Benavente, fue inventada para estimular la coexistencia entre las dos culturas, pero, además,

para exteriorizar sentimientos de felicidad, decepción, tristeza, alegría, engaños y pasiones.

c. Tradiciones culturales

Dos textos esclarecen la relación entre la cultura y la formación de identidad, proporcionan

ideas y, en ese sentido, dan herramientas para comparar lo vivido en el departamento de

Caldas con respecto a la cultura y a la música popular.

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Martha Cecilia Herrera (2005) junto a otros tres autores, afirmó que lo largo de la

historia, la cultura en Colombia ha sido construida desde el poder y desde las clases con

niveles socioeconómicos mayores. En ese sentido, la construcción de la cultura por parte de

las clases bajas ha sido excluida y, además, se considera externo a las sociedades. Por

ejemplo, una persona con un poder adquisitivo mayor no considera de su cultura escuchar,

en este caso, cierto tipo de música. Puede ser para ellos banal, inculto y, en muchas ocasiones,

vergonzoso.

Para contradecir eso, Herrera (2005) menciona que la comunicación popular, que

empezó a ser trabajada en los años 80, fue una manifestación importante en contra de la

avalancha hegemónica informativa que salía del poder. Eso significa que los modelos de

comunicación, y por tanto, de apropiación de culturas e identidades, dejaran de ser

funcionalistas (emisor-mensaje-receptor) y pasaran a ser modelos recíprocos, en los cuales

las audiencias o masas que recibían cierto tipo de datos y de información tuvieran la

capacidad para determinar si era falso o verdadero lo que consumían. En ese momento, la

comunicación popular fue fundamental para promover la construcción de proyectos

culturales, que fomentaran la diversidad y la heterogeneidad, contrario a las ideas

institucionales que, por medio de los aparatos ideológicos, formaban –y forman- a los sujetos

y, en consecuencia, moldeaban las dinámicas en los que su identidad y cultura se

desarrollaban.

Otra investigación que da herramientas a este marco teórico y al punto de Tradiciones

culturales es el texto La identidad cultural y el desarrollo territorial rural, una aproximación

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desde Colombia (Soto Uribe, 2006). Este documento, más orientado hacia el desarrollo

económico de las comunidades rurales de los departamentos del país, da también

orientaciones claras acerca del aprovechamiento de las identidades, culturales y territoriales,

y del patrimonio cultural, para tener éxito en lo que David Soto Uribe, el autor, denomina la

economías regionales y territoriales.

Identidad es, simplemente, lo que define y diferencia a una persona de los demás tanto en

lo individual como en lo colectivo. Dentro de la identidad hay dos, según Soto Uribe, la

cultural y la territorial. La primera, es la “identificación con valores generales que expresan,

leen e interpretan una cultura que es cambiante, mutable y variable con el paso de la historia”

(2006, p.4). La segunda es la territorial, la cual define como la que provee de bienes y

servicios locales la diferenciación para acceder a mercados más exigentes. Como se ve, la

primera definición entra en el marco de esta investigación, pero la segunda se sale del

espectro al entender y comprender a la identidad territorial como un elemento que traerá,

solamente, beneficios y réditos económicos.

B. Fundamentación Metodológica

La investigación que se va a realizar tendrá tres fases para su desarrollo. El primero, es un

momento previo a la realización del trabajo, es decir, que se desarrolla previo a salir al

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territorio; el segundo, durante el trabajo de campo que se desarrolle en la realización del

trabajo; y, finalmente, después del trabajo de campo.

La primera fase se basa en la revisión documental y bibliográfica. Con esto, se

pretende tener mayor conocimiento posible, tanto de la teoría aplicada en la práctica, como

de las costumbres y tradiciones que rodean a este territorio y a la música popular. De ahí, por

ejemplo, salieron algunos conocimientos que sirvieron para realizar una entrevista en la Casa

Museo Musical del Quindío, un lugar en donde hay expertos en la música que se escucha en

el lugar. En este caso las preguntas se desarrollaron de manera abierta, sin una planeación

previa de las preguntas, lo que hace a la entrevista una de carácter no estructurada. Es decir,

no se quiso aplicar un cuestionario tal y como lo definen Hernández, Fernández y Baptista

(1991), que “consiste en un conjunto de preguntas respecto a una o más variables a medir”

(p. 276). Es decir, el objetivo de tal entrevista no era medir algunas variables sino obtener

alguna información extra que corroborara lo evidenciado en la revisión bibliográfica.

En segundo lugar está el trabajo de campo que tendrá un trabajo periodístico riguroso,

con un contraste de fuentes certero y con la verificación de los datos y de la información

obtenida por medio de entrevistas, toma de imágenes y registros sonoros. Este recorrido en

el campo se desarrollará en Manizales y algunos municipios tradicionales del departamento

de Caldas, y tendrá como principal elemento a la observación, que definen Hernández et al.

(1991) y compañía, como un “registro sistemático, válido y confiable de comportmiento o

conducta manifiesta. Puede utilizarse como instrumento de medición en muy diversas

circunstancias” (p. 309,310). Para ellos hay cuatro pasos fundamentales para la realización

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de la observación. Primero, hay que definir el universo de los aspectos, los eventos y las

conductas a observar. Segundo, se debe extraer una muestra válida de los aspectos, eventos

o conductas que se observan. Tercero, se deben establecer y definir las unidades de

observación y, finalmente, en cuarto lugar, se deben establecer las categorías y subcategorías

de la investigación.

En tercer, y último lugar, está la posproducción y montaje del material recogido, que

se prevé, sea entre la semana 10 y 15 del primer semestre del 2019. Se utilizarán recursos

como el Adobe Audition, Photoshop y Premiere para la edición de los contenidos, después

de una selección rigurosa. De ahí quedará listo el micrositio web con los determinados

capítulos que se desarrollen en los formatos, las fotos de los personajes y, si es el caso, los

vídeos tomados en el trabajo de campo. Asimismo, se pietará lo seleccionado, se desarrollará

el libreto, se locutará la voz en off y, finalmente, se hará el montaje en el programa de edición

de audio previamente mencionado, en lo que concierne a los contenidos en podcast.

Los objetivos se alcanzarán cumpliendo entonces a cabalidad los tres pasos y teniendo

en cuenta algunos pasos más que son necesarios para alcanzarlos. Es necesario entonces un

acercamiento a los lugares y una observación correcta de las dinámicas y el ambiente que se

vive allá. La observación será en un principio sistemática –que no se involucra en los aspectos

de la comunidad a estudiar- y después, con el paso del tiempo, puede llegar a ser participativa

–que sí se involucra-. (2014, p. 314,315). Esto con el objetivo, primero, de no llegar

irrumpiendo en sus dinámicas y, después, de generar lazos de confianza que permitan el

correcto desarrollo de la investigación.

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Será importante entonces grabar los lugares en donde se consumen, con relación al

segundo objetivo, y tener registros sonoros del ambiente en el que se desarrolla esta práctica

de escucha. Para esto, es fundamental realizar una ficha técnica que reúna, por lugar, algunas

características como su ubicación, el estrato social, personas que acuden y la música que se

escucha. Esto con el fin de recopilar información sobre las características importantes de

estos.

La metodología que se utilizará será la descriptiva que mida y evalúe los diferentes

aspecto, dimensiones o componentes del fenómeno que se va a investigar (2014, p. 60). Por

lo tanto, se intentará describir las dinámicas que se viven en este sector y que giran en torno

a la música popular. Cabría preguntarse cómo se encuentran, dónde, qué consumen y hasta

qué hora se quedan departiendo.

Involucrará en un futuro entrevistas semiestructuradas con las fuentes principales que

colaboren en la investigación; requerirá también la realización de encuestas a pobladores y

asistentes a los lugares de consumo, que permitan evidenciar sus condiciones sociales; y,

como se dijo antes, la elaboración de una ficha técnica para adquirir nociones de las

características de los lugares de consumo.

1. Cronograma. ¿Qué actividades desarrollará y en qué secuencia? Especifique tareas

y tiempo aproximado que le tomará cada una. Recuerde que tiene un semestre (18

semanas) académico para desarrollar su proyecto.

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Actividades Recopilación Realización Selección de Escritura de Creación

y de material libretos, micrositio

confirmación entrevistas y edición y web y

de las fuentes grabación de montaje apreciaciones

sonidos finales

(Campo)

Semana 1

Semana 2

Semana 3

Semana 4

Semana 5

Semana 6

Semana 7

Semana 8

Semana 9

Semana 10

Semana 11

Semana 12

Semana 13

Semana 14

Semana 15

Semana 16

Semana 17

Semana 18

2. Bibliografía básica:

Blanco, O., Domine, M.J., & Zubieta, A.M. (2000). Cultura popular y cultura de masas

conceptos, recorridos y polémicas 1ª ed. Buenos Aires: Paidós.

Burke, P. (1984). El descubrimiento de la cultura popular. En Samuel, R. Historia Popular y

Teoría Socialista. Oxford: Crítica.

Cesario Benavente Véliz, S. (2007). La cultura popular: la música como identidad

colectiva. Diálogo Andino - Revista de Historia, Geografía y Cultura Andina, (29), 29-46.

Escobar Campos, J.C. (2015). El sentir de la cultura ribereña de la Depresión Momposina

(Tesis de pregrado). Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.

Esmoris, M. (2009, enero). Cultura: Artes, patrimonio y tradiciones. Gestión cultural: una

profesión de servicio. Cuadernos del CLAEH. Recuperado de:

http://publicaciones.claeh.edu.uy/index.php/cclaeh/article/view/9/9

Hernández Sampieri, R., Fernández Collado, C., & Baptista Lucio, P. (1991). Metodología

de la investigación. Ciudad de México: McGraw Interamericana Editores.

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Herrera, M.C. (2005). La construcción de la cultura política en Colombia. Proyectos

hegemónicos y resistencias culturales. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional.

Laguna, M.P. (2010). Recorridos sonoros: Música clásica en Bogotá (Tesis de pregrado).

Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá.

Mattelart, M. (1975). El conformismo revoltoso de la canción popular. Caracas: Biblioteca

de comunicación.

Navarrete, M.A. (2014). Cantos desde el olvido (tesis de pregrado). Pontificia Universidad

Javeriana, Bogotá.

Soto Uribe, D. (2006, abril). La identidad cultural y el desarrollo territorial rural, una

aproximación desde Colombia. Territorios con identidad cultural. Recuperado de:

http://recursos.salonesvirtuales.com/assets/bloques/Soto_URIBE_desarrolloterritorialrural.p

df

3. Presupuesto (Sólo para trabajos con producción).

Rubro Costo

Transporte (4 viajes $1’970.280

ida y vuelta Bogotá-

Pereira y trayectos

entre municipios del

Eje Cafetero)

Disco Duro $150.000

Grabadora de voz $320.000

Total $2’440.280

NOTA: El proyecto no debe sobrepasar las 15 páginas.

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Gracias a los errores, de ellos sí que aprendí.

Gracias a los que caminaron conmigo, a quienes confiaron y desconfiaron.

A mi abuela, que hoy me mira desde el infinito.

A mis papás, que siempre tuvieron la palabra precisa.

A Maryluz Vallejo, mi máximo ejemplo, gracias por las enseñanzas, las risas, los

momentos. Tu confianza me encaminó.

A Andrea Aguilar, mi amiga y profesora, gracias por devolverme la pasión por el

periodismo. Hoy soy radial gracias a tu guía.

A Gilberto, gracias por la paciencia y las enseñanzas.

A Misión País Colombia.

A la carrera.

A la Universidad.

Y a las fuentes que conocí y de las que fui canal para contar su historia: pongo mi carrera al

servicio de ustedes.

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Tabla de contenido

Introducción ........................................................................................................................... 1

Marco teórico ......................................................................................................................... 5

Cultura popular ............................................................................................................................. 5

Música popular ............................................................................................................................ 12

Tradiciones culturales ................................................................................................................. 21

Marco metodológico ............................................................................................................ 28

Caldas y su paisaje musical ................................................................................................. 31

Las voces de los expertos ............................................................................................................. 38

El tango llegó para quedarse ...................................................................................................... 40

Llegaron al rescate ....................................................................................................................... 41

El camino recorrido ............................................................................................................. 44

El camino por recorrer ................................................................................................................ 46

Bibliografía .......................................................................................................................... 48

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1

Introducción

Incluso antes de conformarse oficialmente como departamento, los sonidos ya se

escuchaban en Caldas. Esta región, hija de los colonizadores antioqueños, es el resultado de

una mezcla de culturas y de tradiciones que forjaron las propias, que hoy en día van en

decadencia.

Durante la colonización, en sus varias oleadas, bueyes y mulas llegaron cargados de

historias, sueños y, por supuesto, de instrumentos musicales que acompañaron a las tropas

de guerra que se enfrentaron a los caucanos por la lucha del alto y bajo occidente caldense.

De allí salieron victoriosos, en la mayoría de los combates, los antioqueños.

Triunfaron y crearon Aguadas, Pácora, Salamina, Aranzazu, Neira y finalmente Manizales,

capital.

Al occidente, lo intentaron, pero la puja fue más a favor de los caucanos, con una

parte de Riosucio, Supía, Anserma, Risaralda, San José, Belalcázar y Viterbo. Sus

tradiciones hoy, aunque con muchas similitudes a las antioqueñas, se acercan más a las

caucanas. Hay rasgos de músicas indígenas en Riosucio y Supía.

Pero los primeros pueblos mencionados, esos que hacen parte del camino que

recorrieron los antioqueños de norte a sur, por las empinadas montañas y los cañones

imponentes de la cordillera central, recibieron a la música andina como su hija. Las

guitarras, los tiples y las bandolas hacían fiesta desde las épocas de la migración

antioqueña.

Este trabajo de grado se devuelve en el tiempo e intenta mostrar cómo ese proceso

conquistador trajo consigo algunas prácticas culturales a esta región, entre ellas el consumo

de algunos géneros musicales.

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2

Con una línea del tiempo revisará los archivos y resaltará los hechos más

importantes, que tengan que ver con la música, que han ocurrido desde los años 1800. Han

sido varios.

También, con este mismo trabajo, se pretende ver cómo han cambiado las

tradiciones. La música autóctona, típica y que define las identidades de esta región, ya casi

no es escuchada. Hay diferentes razones, que se expondrán más adelante, pero es una

realidad. Un ejemplo claro es que el consumo del pasillo, género típico de Aguadas, solo se

resume al Festival Nacional del Pasillo, que desde 1990 se celebra en ese municipio lleno

de balcones, flores y niebla que se posa en sus calles y montañas.

Ante ese cambio en las costumbres, que se traduce más bien en una pérdida de las

tradiciones, hay varias razones. Una puede ser el desinterés de las nuevas generaciones, que

prefiere consumir otros géneros musicales, distintos a los tradicionales. Otra razón, en la

que más hacen énfasis las fuentes consultadas, es la difusión de contenidos de variada

índole por las redes sociales y por los medios de comunicación masiva.

Para ellos, ese bombardeo de comunicación sin filtros ni objetivos pedagógicos

tiene como resultado la pérdida de las tradiciones y el remplazo del consumo de los géneros

tradicionales por los industriales.

Por eso, desde varias entidadades municipales y departamentales se han puesto en la

tarea de preservar la identidad y la cultura. La secretarías de Cultura y de Educación de

Caldas, y la oficina del Turismo en Aguadas, hacen votos para mantenerlas. Desconocer su

trabajo sería insensato. También hay artistas, jóvenes y viejos, que intentan desde su

ejercicio difundir estos géneros y darlos a conocer. Su rol es fundamental.

Page 30: CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA ...

3

Por eso el trabajo de grado contendrá en su producto los testimonios de quienes

rescatan y preservan la cultura: los músicos, los expertos y los pequeños que caminan para

llegar a ser profesionales en unos años.

También tendrá una sección con recorridos sonoros por Aguadas, Salamina y

Manizales, con el objetivo de exponer cómo la música de cuerda, enmarcada en el pasillo, y

las músicas típicas de estas zonas han forjado una identidad en el departamento de Caldas.

Expondrá, como se dijo anteriormente, una línea del tiempo con los hechos históricos

musicales. En total se recopilaron 14, que marcaron un antes y un después. Hechos que

moldearon lo que hoy es la música tradicional caldense.

En la página web se encontrarán entonces con videos en microformatos, cortos, con

el objetivo de introducir varios de los temas; con podcasts, que darán voz a quienes hacen

todo para preservar la cultura, y con imágenes, que mostrarán la topografía y geografía

típica del departamento, con sus fincas, sus cultivos y su gente.

La decisión de plasmar este trabajo de grado en una página web se dio por su

carácter multimedial. En Caldas y su paisaje musical dialogarán múltiples formatos que

harán que la información, primero, sea mejor comprendida y, segundo, con un mejor

diseño, más amable y fácil de consumir.

Allí se pretenden mostrar los objetivos que, desde su nacimiento, ha tenido este

trabajo. El primero es identificar las formas de consumo de la música popular y tradicional

en la ciudad de Manizales, partiendo de conocer los tríos musicales que actualmente existen

y que difunden este tipo de música, además de los lugares en donde la interpretan y el

público que los frecuenta.

De este objetivo principal se desprenden varios que, en el caminar de este tiempo,

que superó el año, se lograron. El primero, identificar cómo se ha perdido o transformado la

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4

tradición de consumo de músicas tradicionales en el departamento. El segundo, identificar

cómo, desde diferentes entidades, se ha intentado preservar la identidad y la tradición

cultural y musical de Caldas. Y el tercero, identificar los lugares en donde se consume este

tipo de música.

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5

Marco teórico

El marco teórico de este trabajo de grado aplicará diversos conceptos y teorías que

ayudarán a comprender las manifestaciones de cultura en la ciudad de Manizales y en el

departamento de Caldas, con relación a la música de cuerda y a la música popular. El

primer concepto a trabajar es la cultura popular, seguido de algunos acercamientos a la

música popular y su relación directa con el primer término y, finalmente, se trabajarán las

tradiciones culturales enfocadas al objeto y territorio de estudio.

Cultura popular

Antes de iniciar a dar una definición formal y un tratamiento profundo al tema de cultura

popular, se hace importante definir varios tipos de cultura que trabajó en su momento

Manuel Esmoris en el texto “Culturas: arte, patrimonio y tradición. Gestión cultural: una

profesión de servicio” (2009). En principio, hace una aclaración al diferenciar tres tipos de

culturas: la de masas, la tradicional y popular, y la alta cultura académica.

La de masas es la que se reproduce con todas las manifestaciones tecnológicas y con

el auge de los medios de comunicación masivos y tradicionales. Además, están ligados a las

industrias, no solo culturales, sino editoriales, cinematográficas, discográficas, etc. En este

sentido, la cultura de masas es la que se ha venido replicando a fines de siglo XX, con el

avance del internet y de las formas de consumo de contenidos, no siempre culturales, por

medio de las nuevas plataformas.

La segunda es la Cultura popular o tradicional que está basada en el traspaso de

saberes por medio de las experiencias. Debe tener, según el autor, significación patrimonial,

es decir, construcción por medio de relatos históricos, archivos, obras de arte y, por

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6

supuesto, por medio de canciones y músicas particulares (2009). Sobre el patrimonio

cultural se trabajará en el tercer apartado de este texto: Tradiciones culturales.

Y, para cerrar esta breve contextualización acerca de las clases de culturas, está la

Alta cultura académica que es mucho más reducida que todas las anteriores, ya que necesita

una educación más amplia y formal. Es reducida, por lo tanto, porque en contextos como el

colombiano o latinoamericano, el acceso a la educación es reducido y la deserción de la

misma es, por el contrario, constante y recurrente en los jóvenes.

Sin embargo, a pesar de las diferencias que existen entre la Cultura popular y Alta

cultura académica, existe un punto de encuentro entre las dos, tal y como lo dice Esmoris:

…Muchos han desdibujado las fronteras entre alta cultura académica y cultura popular […] Tal vez

sea en el arte música donde la complejidad, el entramado, las idas y venidas entre popular y académico

tengan mayores movimientos, resonancias y resultados mutuamente influyentes. (2009, p.43)

La música es el lugar de reunión de diferentes culturas. Es lugar de convergencia, de

encuentro. Influye, como se tratará más adelante, en la construcción, formación y

consolidación de las identidades individuales, colectivas, territoriales y, sobre todo,

culturales.

En un texto de Peter Burke, “El descubrimiento de la cultura popular”, se formula

en primer lugar que la cultura popular es la contraposición a la cultura ilustrada, ubicada

espacialmente, en su mayoría, en las zonas urbanas (1984). Este primer acercamiento lo

hizo con base en algunas directrices que formuló Johann Gottfried Herder, quien fue el que

inventó el término en el siglo XVIII. No obstante, antes de ese momento, hubo también

varios autores que trabajaron la cultura popular, como Henry Bourne en 1725 y Pepys, en el

mismo tiempo, quienes publicaron obras acerca de las antigüedades populares y diversos

cuentos y hojas sueltas sobre las tradiciones.

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7

Según Herder, citado por Burke, tiempo después, la cultura popular y sus nuevas

manifestaciones, entre ellas las canciones, cuentos, obras de teatro, proverbios y

costumbres, expresaban el espíritu de un pueblo determinado. En este sentido aparecieron

términos importantes como Volkslied, que significa Canción tradicional. El término de

cultura popular fue utilizado, más que todo, por las clases altas, que veían al pueblo como

un misterioso otro. Pueblo, entendido según Burke, como los campesinos que vivían cerca

de la naturaleza y que no estaban impregnados de algunas culturas nuevas y foráneas. El

pueblo, según los ilustrados, era natural, sencillo, instintivo, irracional y enraizado con el

suelo local (1984).

Hubo dos motivos para el descubrimiento del pueblo y, por ende, de la cultura

popular. En primer lugar, un motivo estético y fue el final del clasicismo y el auge del

romanticismo. Los campesinos, por ejemplo, empezaron a ser visibilizados en las obras

como pintorescos y habitantes de lugares poco comunes. Una visión puramente romántica.

En segundo lugar, el motivo político fue la relación de la cultura popular con los

movimientos de liberación nacional que estaban en ese momento en Europa. Se entendió a

esta cultura como una forma de defender el territorio y a su cultura pues el término pueblo

y las canciones tradicionales fueron una forma de reavivar las tradiciones culturales y

ancestrales.

Para Burke cultura popular siempre está en transformación según las dinámicas que

se estén viviendo en el momento determinado. Debió ser muy distinta, por ejemplo, la

cultura popular de los momentos de la independencia en Colombia, en el siglo XIX, a la

que hay hoy en día con todas las transformaciones sociales, económicas y, sobre todo,

tecnológicas en las que se vive actualmente.

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8

Los mismos postulados los siguió Ana María Zubieta, directora de un grupo de

investigadores que sacó adelante el libro “Cultura popular y cultura de masas: Conceptos,

recorridos y polémicas”, que, basándose en los aportes de Burke y en algunos otros, definió

en la primera parte del libro, el concepto de cultura popular, sus orígenes e ideas que se

tienen en el presente. Según el texto, y relacionado con los motivos políticos de la creación

de la cultura popular, hay tres momentos para estudiar la cultura popular: El primero, el

precapitalista, que se entiende como el auge de esta cultura; el segundo, durante el

advenimiento del capitalismo, que ocasionó el “uso” de la cultura popular por parte de las

élites letradas; y, finalmente, el tercero es cuando el capitalismo alcanzó un estado

avanzado y que dio pie para crear a la sociedad de masas y a los medios de comunicación

masivos. Este momento fue muy importante pues justo ahí, según los autores, se dio una

erosión de los límites de las culturas nacionales que produjeron distintas transformaciones:

Hibridación o mestizaje entre culturas populares, cultura de élite y cultura de masas. La

última se relaciona particularmente con la esencia de este trabajo y es, en primer lugar,

rescatar las tradiciones culturales en torno a la música en Manizales y, evidentemente, su

cambio profundo con respecto al auge de las tecnologías y a las transformaciones sociales,

económicas y políticas también que han tenido lugar principalmente en la última década.

Un ejemplo que puede verse hoy en Manizales muy claro es como, a raíz de los

cambios en los hábitos de consumo que se dieron con el impulso del capitalismo y la

globalización, se determinaron algunos lugares principales para el consumo de la cultura

popular. Con respecto a la música, hasta finales del siglo XX en ese territorio, el ambiente

en el que tenía lugar la música de cuerda era, particularmente, el centro de la ciudad, por la

Carrera 23 o “tontódromo” como se le conoce coloquialmente. Ya con el avance, más que

todo de tiempo, el consumo de esta música se trasladó a otros lugares de la ciudad.

Page 36: CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA ...

9

Aquí cabe también lo trabajado por Mijail Bajtin, en el texto Rabelais, citado por

los autores del libro previamente mencionados, quien menciona que la cultura popular se

desarrolla en un ámbito de fiesta, de plaza pública. Son los miembros de las culturas bajas,

en términos de Burke, quienes participan de manera más activa en este tipo de

manifestaciones públicas, aunque últimamente esté pasando casi lo contrario por una

afirmación del mismo pensador, quien dice que las culturas bajas son un malentendido de la

sociedad -un error por ponerlo en palabras más sencillas-, y las culturas altas son las que

definen las necesidades y los actos específicos de una sociedad. Entonces, en síntesis, las

altas son un ejemplo y las bajas un malentendido que no siempre sigue esas directrices

verticales. Apoyando esa versión, Gramsci definió que las altas son las dominantes porque

poseen una concepción del mundo más elaborada, sistemática y, según él, políticamente

más organizada y centralizada que las culturas bajas, lo que les ha permitido imponer sus

ideales al resto de la sociedad. En contraste, las bajas son reaccionarias e instintivas,

irracionales y heterogéneas y, además, tienen un pensamiento más progresista que los

demás.

Otro de los aportes que tiene el término de cultura popular y sus diversas

manifestaciones en la sociedad, es el libro “Cultura popular: Enfoques desde América

Latina”, en el que participan varios de los autores más importantes que trabajan el tema de

cultura y comunicación en el continente. Entre ellos están Adolfo Colombres, Amilcar

Cabral y Néstor García Canclini que, en sus respectivas publicaciones dentro del libro,

amplían lo mencionado por los autores previamente citados en el marco teórico.

Colombres, en su texto “Elementos para una teoría de la cultura en Latinoamérica”

(1987), da una serie de acercamientos al término mencionado y respalda lo mencionado

anteriormente en este marco teórico. En primer lugar, el autor afirma que la cultura es un

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10

producto histórico y social, en el que el individuo, como sujeto, no es protagonista. Por el

contario, es la sociedad en su conjunto, como lugar en donde confluyen esos individuos, la

protagonista principal de la cultura. Todas las experiencias subjetivas que se dan en cierto

período contribuyen a la formación de la identidad colectiva, que es fundamental para el

desarrollo de la cultura.

La sociedad es protagonista de la cultura en dos casos específicos, según

Colombres. El primero es cuando la sociedad es homogénea y sin afectaciones o

penetraciones culturales. En este caso, hay dos sectores en ella: el explotador y el

explotado. Estos dos grupos viven la realidad de forma distinta, con dinámicas

absolutamente diferentes que los caracterizan a cada uno. Por lo tanto, las manifestaciones

de cultura en cada una son distintas y, de acuerdo con eso, sus tradiciones históricas

también son y han sido distintas con el pasar de los años. En términos más modernos, la

cultura del primer grupo es la burguesa y la del segundo, la popular. El segundo caso, que

es el que actualmente permea a la mayoría del mundo por el auge de la globalización y las

economías de mercado, es el de la colonización y aculturación. Este ya no tiene solo a una

sociedad como protagonista, sino que involucra a, mínimo, dos de estas. Tienen, como se

dijo antes, el mismo esquema de explotador y explotado, sino que los términos varían:

ahora son opresores y oprimidos. Por aculturación se entiende, según el autor, al

establecimiento de cánones de convivencia y comportamiento.

Consecuencias de estos dos casos pueden ser más de las imaginadas. De todas esas,

la que más se nota es, evidentemente, la voluntad de un grupo para imponer sus

costumbres, creencias y prácticas, lo que aumenta la brecha entre las dos clases o culturas

y, por lo tanto, perpetúa la desigualdad. Esa imposición, según Colombres, es un proyecto

ideológico de la burguesía, apoyado por las instituciones, para imponer ideales a la cultura

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11

popular y, en ese sentido, contribuir a su alienación. Y si lo primero es un proyecto

ideológico que refleja la idea de imposición, lo segundo, lo concerniente a la cultura

popular, es que refleja la realidad social. Unos imponen y otros viven.

Por su parte, Amilcar Cabral, quien escribió el texto “La cultura, fundamento del

movimiento de liberación”, afirma que la cultura no se desarrolla igual en todos los sectores

de la sociedad. Es decir, en términos tratados anteriormente, los explotadores y opresores

tienen unas dinámicas de vida que construyen de manera diferente su cultura con respecto a

los sectores oprimidos y explotados. Todo esto se ve manifestado en las formas de vida y

en la forma de ser de cada uno de los individuos inmersos en cada uno de estos sectores.

Si algo ha dejado claro el estudio de la cultura popular en el mundo y más en

América Latina, es que la opresión realizada por los sectores que más nivel socioeconómico

tienen, no se da -siempre- de formas violentas, sino de manera simbólica, imponiendo

formas de pensar, actuar y, por tanto, de vivir. Es común, hoy en día, que las culturas

populares estén perdiendo su esencia por intentar imitar lo que hacen las clases altas.

Este caso es muy común en el objetivo de este trabajo de grado. En Manizales, con

el tema de la música, se nota cada vez más en la población joven. Estas personas, que hacen

parte de niveles socioeconómicos bajos, toman como cultura propia las acciones que se

desarrollan desde niveles más altos. Tipos de encuentros para escuchar música, géneros

diversos que, gracias a la globalización, han roto fronteras sociales y culturales. En fin, el

joven de Manizales se reúne a escuchar reggaetón, electrónica y rock, y cada vez más, deja

a un lado la música popular, de cuerda y tradicional de su departamento.

Hay que dejar en claro que la edad es un aspecto fundamental en este caso. Personas

mayores, de todos los estratos sociales, consumen más este tipo de música. Como se ha

mencionado, es común ver en reuniones y restaurantes a un trío tocando boleros y

Page 39: CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA ...

12

canciones de antaño. En contraste, no es común ver un reggeatonero o un músico de

géneros contemporáneos haciendo shows en este tipo de lugares.

Esto dicho lo fundamenta muy bien Néstor García Canclini, que escribió “Por una

cultura popular con minúscula”. En él, el autor menciona un tema muy interesante y es

cómo, con todo el auge de la globalización y de la economía de mercado, las clases altas

han tomado algunos ejemplos de manifestaciones, en este caso artísticas, de la cultura

popular para su propio beneficio. Un ejemplo fueron las mochilas Wayuú que se viralizaron

hace algún tiempo en todo el mundo. También los vestidos clásicos de culturas ancestrales

y, en el caso de la música, hay un ejemplo de un grupo manizaleño llamado Antología que,

aprovechando las facilidades de las tecnologías, ha retornado al bolero y a la música de

cuerda, dándole, obviamente, un toque más moderno al género.

Esto, según García Canclini, no es bueno. Se piensa que este tipo de cosas son un

homenaje a la cultura popular pero es todo lo contrario. Es la manera de terminar, por así

decirlo, con sus propias manifestaciones y dinámicas de vida, pues la cultura popular no

busca generar lucro y, mucho menos, estar en la órbita del mercado internacional.

Música popular

Múltiples autores la han intentado definir y las consideraciones son varias. Unas dicen que

la canción popular, en su forma más abstracta, es sinónimo de canción rebelde o de

inconformismo. Algunas otras afirman que la música popular es, simplemente, la que

consumen las clases populares y que, en palabras de Theodor Adorno, no construyen

sociedad y alienan al individuo. Esta postura, no muy alejada de la realidad, aunque

drástica, da a entender que el arte y la música en el marco de la globalización y del

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capitalismo, se han dedicado a estandarizar y homogenizar a la sociedad. El simple hecho

de que hoy en Colombia la producción musical sea casi desarrollada a forma de monopolio

por Sayco y Acinpro da a entender la postura de Adorno. En el presente, la música, como

las entidades antes públicas, está pasando a manos de privados que privilegian el manejo

administrativo al manejo artístico y al beneficio cultural que esta pueda tener.

Sin embargo, es también importante mencionar lo que afirmó Michelle Mattelart en

el texto “El conformismo revoltoso de la canción popular”. El título se asocia con lo

mencionado en la primera parte de este apartado y es cómo la música puede funcionar con

un carácter rebelde.

Según Mattelart, la música popular tiene su esencia en ser realizada en las calles,

plazas de los pueblos y, en sus términos, en “las cuevas”. Ese carácter espontáneo, como lo

llamó, privilegiaba siempre la interacción entre el autor o cantante y su público, cosa que

hoy, por todas las dinámicas y por el alejamiento físico, pero no tecnológico de los

cantantes, no se da. En ese sentido, Mattelart afirma que ese carácter espontáneo se perdió y

que la canción popular asumió las características de la canción comercial, inmersa en un

contexto económico y social determinado por el capitalismo.

De ahí se desprenden algunos riesgos para la canción popular y, por ende, para la

cultura popular que consume este tipo de música. La estandarización, en primer lugar,

haciendo ver que los gustos son homogéneos y que las producciones musicales, por tanto,

deben ser también similares. El ejemplo de hoy es la producción de muchísimas canciones,

si se puede decir, al día. Sin embargo, diferencias profundas entre sí muy pocas, hablando

obviamente de mismos géneros. El rock, la bachata, el reggaetón, producen cientos de

canciones en un mes y, a fin de cuentas, la diferencia entre ellas es muy poca. Ahí se

produce, en síntesis, una estandarización doble: del consumidor y de los contenidos. El

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14

segundo riesgo, según Mattelart, es que los artistas nuevos están teniendo impedimentos

para salir adelante y darse a conocer por las razones que explica el tercer riesgo, que son las

amenazas de censura, el bloqueo de los contenidos que perjudican a los intereses

comerciales de los grupos al mando de la industria. En este punto juega un papel

fundamental la canción rebelde, como manifestación de inconformismo frente a los

manejos de la cultura, como lo hace por ejemplo Dr. Krápula y Aterciopelados en

Colombia o Calle 13 en Puerto Rico.

Siguiendo esa línea, la autora menciona que hay una discriminación hacia las clases

populares en cuanto al consumo de esta música. En primer lugar, teniendo en cuenta el

avance de la tecnología y la facilidad para la consecución de los contenidos, las clases

populares siguen teniendo problemas para acceder a los medios para consumir cualquier

tipo de música. Compara, por ejemplo, como en barrios marginales el aparato para escuchar

música es un tocadiscos o una Rockola, mientras que en barrios con un nivel

socioeconómico mayor, el consumo se da en aparatos más tecnológicos, tocados por DJs en

discotecas o bares.

En efecto, el consumo de la música tradicional y popular en el departamento de

Caldas, en lo que concierne a boleros y a canciones de cuerda, se da de esa manera pues en

las fincas el acceso a la tecnología es complicado, por lo que toca acudir al tocadiscos. Y,

en las cantinas de las mismas veredas hay rockolas que con una moneda le permiten al

campesino o al cliente poner la canción que desea, que muy pocas veces hace parte de la

música de moda en lo urbano.

Esa distinción rural y urbana, o dicotomía mejor, la trabajó el historiador peruano

Santos Cesario Benavente Véliz, en su texto “La cultura popular: La música como

identidad colectiva”, al afirmar que las identidades construidas en lo rural y en lo urbano

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son distintas, sin necesidad de que eso sea negativo, por las dinámicas que viven cada uno

de los individuos que desarrolla en alguna de esas. Según él, en lo urbano está muy

marcado el consumo comercial de la cultura, apresado al capital industrial e inmerso en un

contexto global determinado. En contraste, la vida en el campo es alejada de las dinámicas

comerciales y del capital financiero que, evidentemente afecta a las familias en sus formas

de vida, pero no mucho en sus manifestaciones culturales. En el campo y en lo rural, por

ejemplo, la identidad, según Benavente Véliz, está construida en el marco de mantener

lengua materna, las festividades, religión, música, danza, etc.

Asimismo, el historiador acude a un término que no se había trabajado previamente

en este marco teórico y es el de “Cultura musical”. Afirma él que la música es un producto

social, como la cultura, que se basa en reforzar las ideas, rituales, simbologías y

representaciones. Es decir, la música es capaz de definir, como cualquier manifestación

cultural, la identidad de un territorio, de una sociedad y de un individuo. Tanto las

identidades comunes como las individuales.

Sin embargo, el protagonismo que le da al cantante cuando define a la “Cultura

musical popular” es interesante. Relacionándolo con la necesidad de interacción entre autor

y público, mencionada por Mattelart previamente, Benavente Véliz afirma que el cantante

tiene un rol importante en el cultivo de prácticas y valores inmersos en la música popular.

Él, inmerso en prácticas sociales determinadas por su contexto de vida, construye la cultura

musical popular y la trasmite a su público.

Contrario a lo que se puede pensar comúnmente, según él las culturas altas y

populares pueden llegar a coincidir, pues ambas construyen su identidad con respecto a las

prácticas sociales, que aun así siendo diferentes, están inmersas en un contexto macro que

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16

puede ser llamado región o país. Evidentemente los medios y los conocimientos para

desarrollarse son muy distintos, pero al final coinciden en algunas características.

Algo que permite la coincidencia entre las dos es la música que, en definitiva, según

Benavente, fue inventada para estimular la coexistencia entre las dos culturas, pero además,

para exteriorizar sentimientos de felicidad, decepción, tristeza, alegría, engaños y pasiones.

Algo que caracteriza a la música popular caldense y en general a la música de

cuerda, es que es muy pasional. Los temas a tratar, en su mayoría, son amores y desamores,

tristezas, engaños y partidas de seres queridos. Nunca falta en una reunión ambientada por

un trío musical una lágrima, una sonrisa o un abrazo que delate el componente pasional y

“romántico” de este género o tipo de música.

Un aporte inmenso al estudio de las culturas populares hicieron las coordinadoras

del trabajo conjunto “Cuadernos de nación, músicas en transición”, Ana María Ochoa y

Alejandra Cragnolini. En él, junto con otros siete académicos, trataron el tema de música

popular y de etnomusicología como constructores de nación.

En la introducción, Ochoa y Cragnolini mencionaron en primer lugar que “las

músicas populares representan la ‘esencia sonora’ de los territorios” (2001). Esta idea es

central y fundamenta todo lo escrito a lo largo del trabajo, ya que, más en el caso

colombiano, la música ha definido y re-definido todas las dinámicas y vivencias que viven

las personas habitantes de los determinados territorios de la nación. Sin embargo, hacen

énfasis en que un país como este es tan pluricultural que, por región, se van formando

identidades y gustos musicales determinados. Imposible sería pensar que el costeño,

pacífico o atlántico, tiene los mismos gustos musicales y las mismas prácticas culturales

que las personas que habitan el Altiplano Cundiboyacense. El clima en parte y los

Page 44: CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA ...

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diferentes ritos y prácticas –en donde se ubica, por supuesto, la música popular- que se

desarrollan en estos territorios profundizan las divergencias.

En esa misma idea, las dos coordinadoras del proyecto afirman que el floklore es

esencial para ese mismo desarrollo identitario de las personas por medio de la música, ya

que este, según ellas, contribuyó a la homogenización cultural de la nación al promover la

elección de los géneros con los que los territorios se identifican. Ahí resaltan la dicotomía

expresada en el párrafo anterior: músicas locales/identidades regionales y músicas

nacionales/identidades nacionales. En Colombia, por lo menos, es muy complicado definir

un solo género que abarque el gusto de los más de 45 millones de habitantes que tiene el

país. Es por eso que es tan necesaria esa diferenciación entre las identidades macro

(nacionales) y micro (regionales).

Otra vez cabe en esto el trabajo que se relaciona con los opresores y los oprimidos.

Inevitablemente al diferenciar entre micro y macro se genera una exclusión a algunos

grupos sociales o territoriales. Es de recordar la dicotomía urbano/rural con relación a la

nacional/regional. La nación, a lo largo de su historia, ha sido construida bajo esos

preceptos de centralización y urbanización, por así decirlo. En este apartado, es evidente,

los opresores hacen parte de estos dos sectores, mientras que los oprimidos hacen parte de

las otras dos: región y ruralidad.

Por lo tanto, la decisión de qué música es la nacional, la que representa a “todos” los

colombianos, es realizada por las clases dominantes que, al pasar los años, han tenido

mayor visibilización. De ahí que los boleros, la carranga, la música de despecho y demás no

sean consideradas como músicas nacionales:

“Reconocer el carácter diverso de la nación en la actualidad implica no solo escuchar las múltiples

narraciones musicales que nos componen, sino también las múltiples maneras como desde la música

se establece una noción de pertenencia, de diferenciación entre un ‘nosotros’ y los ‘otros’” (p.10, 2001)

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18

Por otro lado, Simon Frith, sociomusicólogo inglés citado por los autores del libro,

afirma que la música popular permite una apropiación personal de la cultura mucho mayor

a otras formas de consumo de la cultura popular como el cine, la televisión y las

telenovelas. Según él, la música tiene tres tareas fundamentales, y más aún, la popular. En

primer lugar representa, en segundo simboliza y, finalmente, ofrece una experiencia de

identidad colectiva. Esta última reúne los dos procesos anteriores y permite, además, llevar

el consumo de este tipo de cultura de lo personal a lo colectivo, permitiendo así la

sociabilidad y socialización entre coterráneos, con el fin de formar, crear o materializar la

identidad de un territorio determinado. En este sentido, los gustos musicales no se forman

personalmente, sino que son construidos por diferentes factores o formas de poder, como el

hogar, la familia, la escuela y los amigos con los que se construye la personalidad de

cualquier ser humano.

Esas instituciones, que al pasar los años han estado impregnadas por el acontecer de

la guerra, han modificado drásticamente la forma en cómo se transmite esa cultura.

Retomando de nuevo a Ana María Ochoa Gautier, en su texto “El sentido de los estudios de

músicas populares en Colombia” (2001), inmerso en el trabajo “Cuadernos de nación”,

menciona que la guerra ha fragmentado los estudios de las músicas populares en el país.

Según ella, la diversidad se ha jerarquizó, como ya se ha mencionado previamente,

validando algunas manifestaciones culturales, generalmente de la cultura letrada, y negando

o invalidando la presencia de otras de esas manifestaciones, que hacen parte, en su mayoría,

de la cultura popular.

Por esta razón, los estudios de la música popular se han reducido y se han, en

palabras de la autora, ‘atrincherado’ por la violencia simbólica que se ha generado desde

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19

los escenarios del poder en contra de todas las iniciativas de investigación que estén

dirigidas al ámbito de lo popular. Ochoa Gautier, de lo anterior, plantea una solución que

puede redefinir el estudio de la cultura y música popular: Dejarse de esconder, no

atrincherarse e interactuar con las distintas y diversas tendencias que la historia ha ofrecido

con el avance arrollador de las tecnologías y de la Industria Cultural. Sin embargo, eso

supone algunos riesgos que ya fueron mencionados en este trabajo previamente. El

principal es el de la apropiación de la cultura popular por parte de las élites y de la cultura

letrada con el fin, según ellos, de reivindicar sus acciones en contra de los oprimidos a lo

largo de la historia y poder visibilizarlos ante el mundo. No obstante, eso sería una pérdida

inmediata de las tradiciones, por lo menos de las comunidades étnicas pequeñas, pues

perderían valor simbólico todos los ritos, creencias y costumbres que aún, en ya algunos

años corridos del siglo XXI, se vienen desarrollando. Sería algo así como “mercantilizar la

cultura popular”.

Un término que se tocó previamente pero no se profundizó fue el de

“etnomusicología”. Este término, trabajado profundamente por Ramón Pelinski en el libro

“Una invitación a la etnomusicología”, tiene un objetivo principal según el autor:

“…Comprender al ser humano a través de la música” (p.159, 2000). En este sentido,

siguiendo la etimología de la palabra, sería un estudio del ser humano inmerso en un pueblo

o nación (etno) a través del significado que este le da a los sonidos musicales de su

territorio. Por tanto, la música y sus significantes, dados por el ser humano, proporcionan

las herramientas necesarias para que sea construida una cultura y, por consiguiente, una

identidad cultural.

Sin embargo, los postulados de Pelinski afirman que la música popular es aquella

que, por medio de los aparatos tecnológicos y demás maneras de consumo, llega a ser de

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20

difusión masiva. Contrario a las demás ideas expresadas, que definen a la música popular

como aquella que se gesta en la cultura popular, en los sectores oprimidos y bajos de la

sociedad. En este momento cabe preguntarse ¿cómo se puede distribuir masivamente la

música popular si su nacimiento se da en las esferas que no son afines al poder?

En lo que si puede tener razón el autor es en afirmar que ha habido una hibridación

de músicas, más que todo las que son del tercer mundo y las que hacen parte de la

distribución masiva de estilo afroamericano. Las primeras, canciones que están presentes en

las regiones y definen identidades culturales y la idiosincrasia de una región o territorio, y

las segundas más afines al mercado actual y a las Industrias Culturales. Las músicas hoy,

siguiendo las ideas del pensador, se han fusionado, descentralizado y son, además,

posétnicas. Todo eso resultado, primero, de las mezclas e hibridaciones entre géneros y

tipos, y en segundo lugar, por el auge de la globalización y del modelo económico

neoliberal que, de una u otra forma, afecta las capas de la cultura en la forma en como esta

se consume.

La definición de etnomusicología tiene tres dicotomías. En primer lugar, la

oposición entre investigador y objeto de investigación -entre ética y émica, lo llama el

autor-. En segundo lugar, la oposición entre universalismo y relativismo y, finalmente,

como tercera dicotomía está la oposición entre estructura social y musical.

Queda finalmente, como conclusión de este apartado de música popular, la certeza

de que el consumo de este tipo de música se ha visto afectado por las acciones del poder

que han deslegitimado, a lo largo de la historia, las manifestaciones culturales populares y

salidas de la cultura letrada. El consumo de este tipo de cultura asegura también que las

identidades presentes tanto es ámbitos rurales como urbanos tienen serias diferencias por

las dinámicas vividas y construidas en la formación de los sujetos sociales. Finalmente, se

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21

reconoce a la música popular como la que se consume en escenarios de la misma índole, no

de distribución masiva ni comercial, ya que dentro de ella se ven plasmadas las

características fundamentales de las culturas bajas y reprimidas con el paso del tiempo por

los sujetos que tienen un nivel socioeconómico más alto y, por tanto, un poder adquisitivo

mayor.

Tradiciones culturales

En este apartado se busca, más allá de definir teórica y conceptualmente al término de

tradiciones culturales, acercarse a la evidente relación de la cultura con la formación de

identidad en determinados contextos y territorios. Para eso, dos textos fueron utilizados con

el fin de esclarecer esa relación, proporcionar ideas y, en ese sentido, compararlos con lo

vivido en el departamento de Caldas con respecto a la cultura y a la música popular.

Martha Cecilia Herrera junto a otros tres autores, escribió el libro “La construcción

de la cultura política en Colombia: Proyectos hegemónicos y resistencias culturales”

(2005). A simple vista, el tema de cultura política parece que no entra en la investigación

desarrollada, sin embargo, varios temas que trata dentro de la investigación sí lo hacen y,

además de agregar información, complementan y dan a entender algunos de los datos

previamente dados en este marco teórico. Uno de esos temas aparece en su título: Proyectos

hegemónicos y culturales. A lo largo de la historia, la cultura en Colombia ha sido

construida desde el poder y desde las clases con niveles socioeconómicos mayores. En ese

sentido, la construcción de la cultura por parte de las clases bajas ha sido excluida y,

además, se considera externo a las sociedades. Por ejemplo, una persona con un poder

Page 49: CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA ...

22

adquisitivo mayor no considera de su cultura escuchar, en este caso, cierto tipo de música.

Puede ser para ellos banal, inculto y, en muchas ocasiones, vergonzoso.

Para contradecir eso, Herrera y sus acompañantes mencionan, en el apartado 4.1 de

su texto “Comunicación-educación y cultura política” que la comunicación popular, que

empezó a ser trabajada en los años 80, fue una manifestación importante en contra de la

“avalancha hegemónica informativa que salía del poder” (2005). Eso significa que los

modelos de comunicación, y por tanto, de apropiación de culturas e identidades, dejaran de

ser funcionalistas (emisor-mensaje-receptor) y pasaran a ser modelos recíprocos, en los

cuales las audiencias o masas que recibían cierto tipo de datos y de información tuvieran la

capacidad para determinar si era falso o verdadero lo que consumían. En ese momento, la

comunicación popular fue fundamental para promover la construcción de proyectos

culturales, que fomentaran la diversidad y la heterogeneidad, contrario a las ideas

institucionales que, por medio de los aparatos ideológicos, formaban –y forman- a los

sujetos y, en consecuencia, moldeaban las dinámicas en los que su identidad y cultura se

desarrollaban.

Otra investigación que da herramientas a este marco teórico y al punto de

Tradiciones culturales es el texto “La identidad cultural y el desarrollo territorial rural, una

aproximación desde Colombia” (2006). Este documento, más orientado hacia el desarrollo

económico de las comunidades rurales de los departamentos del país, da también

orientaciones claras acerca del aprovechamiento de las identidades, culturales y

territoriales, y del patrimonio cultural, para tener éxito en lo que David Soto Uribe, el autor,

denomina la economías regionales y territoriales.

Identidad es, simplemente, lo que define y diferencia a una persona de los demás

tanto en lo individual como en lo colectivo. Dentro de la identidad hay dos, según Soto

Page 50: CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA ...

23

Uribe, la cultural y la territorial. La primera, es la “identificación con valores generales que

expresan, leen e interpretan una cultura que es cambiante, mutable y variable con el paso

de la historia” (p.4, 2006). La segunda es la territorial, la cual define como la que provee de

bienes y servicios locales la diferenciación para acceder a mercados más exigentes. Como

se ve, la primera definición entra en el marco de esta investigación, pero la segunda se sale

del espectro al entender y comprender a la identidad territorial como un elemento que

traerá, solamente, beneficios y réditos económicos.

Además de estas dos definiciones, el autor hace especial énfasis en el Patrimonio

Cultural que se puede definir, según se comporta en los Estados contemporáneos, como la

representación de los valores y vivencias que hay de manera concreta en una sociedad

dinámica o en un territorio determinado. Para él, este patrimonio cultural tiene una tarea

específica y es afianzar los procesos democráticos por medio de la construcción de la

memoria, de los sentidos, de los vínculos sociales, etc (2006). Es decir, por medio del

Patrimonio Cultural, y de sus diferentes formas de manifestarse, se crea la identidad

cultural en procesos de sociabilidad y socialización y, además, se genera un sentido de

pertenencia especial para mantener las tradiciones culturales que, como se sabe, tienen más

posibilidad de mantenerse en los ámbitos rural y regional.

Ese sentido de pertenencia se vio reflejado en lo que se hizo en el Eje Cafetero a

mediados del decenio pasado. Las fincas y haciendas que componen hoy en día el Paisaje

Cultural Cafetero se habilitaron como ‘ecohoteles’ y recibieron a cientos de turistas por

semana. Las fincas eran atendidas por sus propietarios, que se convirtieron en maestros del

hospedaje y que, además, ofrecían los platos típicos de la región: fríjoles, chicharrones,

café, mazamorra paisa, sudado y los fiambres que son platos envueltos en hoja de plátano,

típicos en la región del Quindío y del río La Vieja.

Page 51: CALDAS Y SU PAISAJE MUSICAL: SONIDOS DE LA CULTURA ...

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Este caso de agroturismo demuestra cuán diferente puede ser una región según sus

tradiciones culturales y, además, según el aprovechamiento que esta le dé al patrimonio

cultural.

Aceneth Serna (2007), en un artículo titulado “Algunas manifestaciones de la

cultura tradicional y popular de una comunidad en situación de desplazamiento: el caso de

Cercana Ilusión”, publicado en la revista Antípoda, profundizó en el tema del Patrimonio

Cultural.

Para ella, aparte del Patrimonio Cultural que es tangible y material, como

monumentos, lugares y, en este tono, canciones o músicos, hay un Patrimonio que es

inmaterial e intangible y que, para relacionarlo con su texto, afecta de manera

indiscriminada a las víctimas del desplazamiento forzado.

El Patrimonio Cultural Intangible son las manifestaciones o expresiones culturales

(folclor, música, ritos, etc) de un determinado grupo social. Estos se basan en la tradición

transmitida de manera oral, mediante gestos y que se fortalece al pasar el tiempo. Es,

además, una fuente vital para la construcción de la identidad. No es el tema principal de

este marco teórico pero, según lo relatado por Serna (2007), se puede evidenciar la

magnitud del problema del desplazamiento forzado. Los casi 7 millones de colombianos

que sufrieron este problema, aparte de abandonar su territorio de forma física y vivencial, lo

hicieron también de manera cultural. Dejaron atrás sus costumbres, sus prácticas, ritos y

demás que, a fin de cuentas, los proclamaban e identificaban como comunidad. Eso es una

“degradación sociocultural y económica originada principalmente en zonas rurales” (2007),

en la que se vulneran todos los tipos de derechos al someter a las víctimas a abandonar su

terruño y su cultura.

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25

Finalmente, como última referencia para el desarrollo de este marco, se recurrirá de

nuevo al texto de Esmoris (2009), que explica de forma muy detallada los bienes y

servicios culturales y, además, la importancia estos para la construcción de una identidad.

Según él, los bienes y servicios culturales se dividen en tres conjuntos. En primer lugar, las

artes; en segundo, el patrimonio y, finalmente, las tradiciones culturales. A continuación, se

explicarán las tres de manera detallada.

Las artes, según él, se reúnen en teatro, música, danza, artes visuales, letras, relatos

gráficos, arquitectura y diseño. Es decir, casi cualquier manifestación que tenga de fondo

un significado, tanto estético como simbólico, puede entrar en esta primera categoría que

será fundamental para las próximas dos. También, evidentemente, debe estar el ámbito

cultural que, como se explicó previamente, está dividido en tres: de masas, popular y alta o

académica.

En segundo lugar, y relacionándolo con lo que mencionó Aceneth Serna y que

también fue objeto de estudio en este marco teórico, el patrimonio para Esmoris es “la

herencia compartida entre personas de bienes materiales o inmateriales” (2009). En este

sentido, el patrimonio puede ser tangible o intangible siempre y cuando tengan dos

características principales: Ser constructores y portadores de identidad, y proporcionar, por

medio de rituales característicos de las regiones, atributos singulares a las comunidades.

En este punto es fundamental la acción de la historia, ya que como él mismo lo

menciona, “no hay patrimonio sin historia”. (2009) Por eso, los relatos de antepasados,

transmitidos por medio de la tradición oral y posteriormente escrita, cumplen un papel

determinante en la construcción del patrimonio y, por consiguiente, de la identidad cultural

y territorial de las personas habitantes de una comunidad determinada.

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26

Son considerados patrimonio, por tanto, las siguientes manifestaciones: Relatos

históricos, bienes arqueológicos y arquitectónicos, archivos, obras de arte, mobiliario,

expresiones artísticas y artefactos u objetos representativos. Es evidente el papel de la

música, y más aún de la música popular, en el patrimonio del país y, sobre todo, al ser un

país diverso, en las regiones que lo componen.

Finalmente, en tercer lugar están las tradiciones culturales que son, a simple vista, el

resultado de las dos anteriores; es decir, de la correcta aplicación de las artes y sus

múltiples manifestaciones y del patrimonio, también con diversas aplicaciones y vertientes.

Solo con la buena aplicación de estas, se logran establecer las diferentes tradiciones

culturales que dan significado a las dinámicas vividas en determinadas comunidades.

En este sentido, los bienes y las prácticas son culturales y contribuyen a una

formación de las tradiciones si son artísticas y estéticas, y, además, cumplen su función

patrimonial, es decir: proporcionan atributos singulares a las comunidades. Estas

tradiciones, como los saberes de la cultura popular, explicados en la primera parte de este

marco teórico, son transmitidas por medio de las experiencias y rituales que se desarrollan

en la cotidianidad.

Entre esas prácticas y experiencias pueden estar inmersas las celebraciones

litúrgicas, los conciertos públicos, las obras de arte en museos, las exposiciones

fotográficas que, puede ser, reflejen una época determinada de la historia, etc. Todas estas

definen la esencia y la idiosincrasia de un pueblo o de una región.

Finalmente, las tres categorías, cultura popular, música popular y tradiciones

culturales contribuyen ampliamente para el trabajo de campo a realizar. Todos los

conceptos teóricos y los conocimientos compartidos de los estudiosos de la comunicación y

de las representaciones sociales a lo largo del mundo contribuyen, de manera definida y

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clara, a construir una idea acerca de las manifestaciones culturales y la idiosincrasia de una

región particular. Una región apegada a la religión católica. Una región conservadora y

tradicional que, al ser un brazo desprendido del departamento de Antioquia, conserva

múltiples características de ella. Sin embargo, el paso de los años ha permitido una

migración de pensamientos y una transformación en las dinámicas, liderada también por las

nuevas generaciones. De ahí se desprenderá el trabajo de campo de este Trabajo de grado.

De cómo esa transformación ha contribuido a cambiar también las manifestaciones de

cultura popular y, por tanto, el consumo de este tipo de música como constructor y portador

de identidad.

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Marco metodológico

La investigación que se va a realizar tendrá tres fases para su desarrollo. El primero, es

un momento previo a la realización del trabajo, es decir, que se desarrolla previo a salir

al territorio; el segundo, durante el trabajo de campo que se desarrolle en la realización

del trabajo; y, finalmente, después del trabajo de campo.

Entonces, la primera fase se basa en la revisión documental y bibliográfica. Con

esto, se pretende tener mayor conocimiento posible, tanto de la teoría aplicada en la

práctica, como de las costumbres y tradiciones que rodean al departamento de Caldas a

su música tradicional. De ahí, por ejemplo, salieron algunos conocimientos que sirvieron

para realizar una entrevista en la Casa Museo Musical del Quindío, un lugar en donde

hay expertos en la música que se escucha en el lugar. En este caso las preguntas se

desarrollaron de manera abierta, sin una planeación previa de las preguntas, lo que hace a

la entrevista una de carácter no estructurada. Es decir, no se quiso aplicar un cuestionario

tal y como lo definen Hernández, Fernández y Baptista (1991), que “consiste en un

conjunto de preguntas respecto a una o más variables a medir” (p. 276). Es decir, el

objetivo de tal entrevista no era medir algunas variables sino obtener alguna información

extra que corroborara lo evidenciado en la revisión bibliográfica.

En segundo lugar, está el trabajo de campo que tendrá un trabajo periodístico

riguroso, con un contraste de fuentes certero y con la verificación de los datos y de la

información obtenida por medio de entrevistas, toma de imágenes y registros sonoros.

Este recorrido en el campo se desarrollará en algunos municipios de Caldas, y tendrá

como principal elemento a la observación, que, en palabras de nuevo de Hernández et al.

(1991) y compañía, es un “registro sistemático, válido y confiable de comportamiento o

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conducta manifiesta. Puede utilizarse como instrumento de medición en muy diversas

circunstancias” (p. 309,310). Para ellos hay cuatro pasos fundamentales para la

realización de la observación. Primero, hay que definir el universo de los aspectos, los

eventos y las conductas a observar. Segundo, se debe extraer una muestra válida de los

aspectos, eventos o conductas que se observan. Tercero, se deben establecer y definir las

unidades de observación y, finalmente, en cuarto lugar, se deben establecer las categorías

y subcategorías de la investigación.

En tercer, y último lugar, está la posproducción y montaje del material recogido.

Se utilizarán recursos como el Adobe Audition, Photoshop y Premiere para la edición de

los contenidos, después de una selección rigurosa. De ahí quedará listo el micrositio web

con las determinadas secciones, que incluirán podcasts, fotos de los personajes y, si es el

caso, videos tomados en el trabajo de campo.

Esta fase también incluyó un trabajo profundo en las nuevas tecnologías. El

destino del contenido fue un micrositio web que permite el diálogo de los lenguajes. La

plataforma Wix fue la más acorde a las necesidades, pues se acopló al ritmo de trabajo y

a los conocimientos básicos en edición. Allí los lenguajes convergen y permiten que el

lector navegue tranquilamente consumiendo el contenido y las historias allí dispuestas.

El uso de grabadoras de sonido de alto alcance, cámaras de video profesionales y

de edición en los programas previamente mencionados, fue la constante en esta fase. Se

aplicaron los conocimientos técnicos adquiridos durante los cinco años de carrera.

Los objetivos se alcanzarán cumpliendo entonces a cabalidad los tres pasos y

teniendo en cuenta algunos pasos más que son necesarios para alcanzarlos. Es necesario

entonces un acercamiento a los lugares y una observación correcta de las dinámicas y el

ambiente que se vive allá. La observación será en un principio sistemática –que no se

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involucra en los aspectos de la comunidad a estudiar- y después, con el paso del tiempo,

puede llegar a ser participativa –que sí se involucra-. (2014, p. 314,315). Esto con el

objetivo, primero, de no llegar irrumpiendo en sus dinámicas y, después, de generar lazos

de confianza que permitan el correcto desarrollo de la investigación. Esta observación se

realizará en las veredas de algunos municipios del Eje Cafetero en donde se tenga

registro de la existencia de músicos campesinos.

Será importante entonces grabar los lugares en donde se consumen, con relación

al segundo objetivo, y tener registros sonoros del ambiente en el que se desarrolla esta

práctica de escucha. Para esto, es fundamental realizar una ficha técnica que reúna, por

lugar, algunas características como su ubicación, el estrato social, personas que acuden y

la música que se escucha. Esto con el fin de recopilar información sobre las

características importantes de estos.

La metodología que se utilizará será la descriptiva que mida y evalúe los

diferentes aspecto, dimensiones o componentes del fenómeno que se va a investigar

(2014, p. 60). Por lo tanto, se intentará describir las dinámicas que se viven en este sector

y que giran en torno a la música tradicional y popular. Cabría preguntarse cómo se

encuentran, dónde, qué consumen y hasta qué hora se quedan departiendo.

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Caldas y su paisaje musical

En el Eje Cafetero, y en su capital más al norte, Manizales, el café se percibe en casi todos

los sentidos. En el tacto, se puede sentir su textura, desde el grano hasta el consumo; en la

vista, se puede ver desde la fruta y la planta, hasta la taza en la que se toma; en el olfato

está casi todo el placer, porque sus esencias se respiran; en el gusto, está todo, allí finaliza

el proceso.

Falta uno: el oído. ¿Cómo se escucha el café? La respuesta puede ser la música. El

Eje Cafetero se conformó, oficialmente, a partir de 1905, con el surgimiento del Gran

Caldas, o Viejo Caldas, territorio que reunió hasta 1966 los departamentos de Risaralda,

Quindío y Caldas.

A partir de ese momento los tres territorios de separaron y formaron tres

departamentos, del mismo nombre, pero quedaron unidos por el símbolo del café, que se

producía mayoritariamente en estos lugares. Hoy, otros departamentos adquirieron ese

primer lugar de producción.

La existencia de estos departamentos se dio gracias a las diversas colonizaciones

que llegaron desde varios puntos cardinales. Del sur y del occidente llegaron los caucanos y

vallunos, y del norte arribaron los antioqueños.

Caldas y Manizales, por estar más cerca de esta migración del norte, adquirió con

más fuerza los valores y tradiciones que traían consigo los colonizadores. La comida, la

religión, todas las costumbres llegaron en los lomos de los bueyes y las mulas que cargaban

sus sueños de nueva tierra.

Y ahí, con toda la carga, venía la música. Venían los tiples, las guitarras y las

bandolas que caracterizan el sonar de esta tierra.

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Así lo recuerda Humberto Gallego Gómez, autor del texto Apuntes de la música en

Manizales, inmerso en la edición Cultura y Territorio de la Cátedra de historia regional de

Manizales (2015):

…En medio de sus cantos montañeros fueron creando por toda nuestra geografía pueblos que

desde sus orígenes se impregnaron del espíritu emotivo y civilizador de las notas musicales.

Arreciaron luego cobres y redoblantes que retumbaron con impulso telúrico para reemplazar los

cantos bucólicos por cantos de guerra. (p.90)

Por supuesto que el arribo de la música a esta tierra está directamente relacionado con la

llegada de las tropas antioqueñas a colonizar. En su caminar desde el norte, fundaron los

municipios de Aguadas, Pácora, Salamina, Aranzazu, Neira y Riosucio. Todos estos

pueblos típicos, con casas de balcón y de flores exhibidas, y con fuerte arraigo por la

música de cuerda, andina o el género conocido como el pasillo.

Esta llegada no fue fácil. La música típica de estas tierras, argumenta Gallego

Gómez (2015), nació después del enfrentamiento entre las tropas caucanas y antioqueñas:

“Somos, evidentemente, herederos de la tradición musical del Cauca y de Antioquia. De ese

encuentro entre estos dos antiguos estados soberanos, brotó una chispa melodiosa que

iluminó el firmamento musical de nuestro terruño” (p.90).

Al contrario de Caldas, Risaralda y Quindío sí quedaron con más rasgos caucanos.

Allí las músicas son más alegres, más fiesteras, como ocurre con las diferentes vertientes

del pasillo.

Los siglos pasaron y las tradiciones, propias de Caldas, se fueron formando. Dada

su condición predominantemente rural, los músicos campesinos abundaron en el territorio.

La música, sin duda, generó una identidad en el departamento.

El actual secretario de Cultura departamental, Lindon Chavarriaga, conceptúa al

músico campesino como el ser rural poseedor del sentimiento y de los valores encontrados

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en el entorno campesino. Allí se pueden incluir a los labriegos, los recolectores cafeteros,

que conviven en estas tierras (1994, p.7).

Chavarriaga, sin embargo, aclara que la música campesina no tiene que ser tocada

necesariamente por campesinos. “El desarrollo de la misma ha tenido como alimento el

ámbito rural, las tradiciones, las técnicas (como por ejemplo la afinación de tiples, guitarras

y la tradición de canto)” (p.7).

Costumbres como el jornaleo, actividad típica de los campesinos recolectores,

siempre estaba permeada por la música. Al principio, quizá, se escuchaban y hasta se

cantaban pasillos o bambucos, trovas y letras compuestas por los mismos habitantes.

Su repertorio, cuenta Chavarriaga, era alegre, picante. Las líricas eran

dicharacheras. Se caracterizaban por tener una dosis de machismo, identificado en el

despecho y el desamor (p.19).

Ahora, por la difusión masiva de los contenidos, esas prácticas se perdieron.

En las plazas de cada uno de los pueblos ya no se escuchan las guitarras ni los

tiples, ni las voces agudas de los cantantes típicos, sino los bajos de las nuevas músicas.

Este trabajo no pretende desmeritar estos géneros. Pretende, más bien, dar nociones a esos

públicos para consumir las músicas típicas, que forjan identidad.

Es difícil. La música que aquí se escucha es casi la misma que se escucha en

Boyacá, por ejemplo. El pasillo tiene muchas vertientes y la música de cuerda puede ser

presentada en cualquier lugar. Por eso una de las fuentes consultadas en el trabajo lamentó

que Caldas no siguiera el ejemplo de la costa atlántica, que se tomó al vallenato como canal

para identificar a la región.

Caldas, para muchos, sigue haciendo parte del gran país paisa. Se confunden las

tradiciones que, a pesar de tener muchas similitudes, también varían en diversas formas. La

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comida, las costumbres, las creencias. A pesar de ser colonizados por los antioqueños, los

caldenses supieron diferenciarse.

Bonel Patiño Noreña, en su libro Momentos y motivos de la Grancaldensidad

(1995), lo aclara: “… No somos del todo caldenses, pero tampoco antioqueños” (p. 75). El

autor insiste en que las colonizaciones terminan creando una nueva cultura, por eso aboga

porque la caldense sea propia y se aleje de las sombras antioqueñas.

La relación entre cultura, identidad y comunicación es evidente en este trabajo de

grado. Al enlazar los términos cultura y comunicación se le da importancia a los procesos

identitarios de cada región, tal y como sucede en Caldas, Antioquia y los demás territorios.

Jesús Martín Barbero, comunicólogo, toca el tema. Según él, es necesario

despojarse de la idea tradicional de comunicación –el solo proceso de que comunicar es

informar- y alojarla en la palabra cultura. En ese sentido, Martín Barbero propone varias

ideas para transformar el concepto y desplazarlo: “…A un concepto de cultura que nos

permita pensar los nuevos procesos de socialización”. Socialización la entiende como los

procesos por los que atraviesa una sociedad para reproducir sus sistemas de conocimiento,

los códigos de percepción, valoración y de producción simbólica de la realidad. (1984, p.

80).

De acuerdo con ese planteamiento, la comunicación debe ser pensada más como la

forma de dar sentido a los significados sociales por medio de la formación de la identidad,

tanto individual como colectiva. Es por eso que se dice que sin comunicación no hay

territorio, porque es tan necesaria para la formación de esa identidad que sin ella sería

imposible sentirse parte de algún lugar.

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Ese papel de la comunicación como formador de identidad se ha visto afectado. Hoy

los consumos en internet y televisión, por ejemplo en Colombia, son más de parrilla

internacional que nacional. Lo mismo pasa con la música o con el cine, por ejemplo.

Uno de los críticos acerca de la transnacionalización fue Armand Mattelart, quien

fue citado por Martín Barbero en el libro “Comunicación masiva: Discurso y poder”

(1978): “A través del análisis de la práctica comunicativa se trata de hacer aflorar la huella

del esquema global de dominación de hacer emerger la problemática fundamental de las

formas de producción, de difusión y de circulación de la cultura”. (p. 18)

Mattelart y Martín Barbero también exponen que la comunicación es la forma en

cómo se construyen las sociedades, cómo llevan a cabo los procesos de socialización y

sociabilidad y, con todo esto, cómo construyen la identidad de cada territorio.

Por otro lado, Miquel de Moragas, le da a la comunicación el significado, basado en Gerard

Maletzke, de la forma cómo los mensajes se transmiten públicamente, de manera indirecta

y unilateral. Según de Moragas, en la comunicación participan siempre los mismos

procesos: emisor, receptor, canal y mensaje. Sin embargo, sus relaciones están en constante

transformación (2011, p.23). Ese término lo desarrolla junto al auge de la comunicación de

masas con relación a la red global.

Con los planteamientos de los autores citados, la primera conclusión señala que la

comunicación resultó afectada tras los cambios tecnológicos y por el auge de las nuevas

formas de comunicar. Todo esto alteró a la noción de cultura dentro del término y a los

conceptos asociados a la formación de la identidad.

El término Hibridaciones culturales, de Néstor García Canclini, se relaciona con lo

anterior. El autor argentino-mexicano continúa con la línea de pensamiento expuesta al

enlazar los términos de comunicación y cultura. Lo define como una construcción producto

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de cruces e influencias en las que conviven distintos referentes culturales. (1990, p.332).

Esto, por ejemplo, permite que los habitantes y las dinámicas que hay en América Latina

tengan una identidad común, basada en las formas de vida, de producción, en las creencias

y en los usos y costumbres.

De acuerdo con los autores y sus interpretaciones acerca de la comunicación y la

cultura, este trabajo intentará, desde el periodismo, contribuir a la preservación de la

identidad manizaleña y caldense, visibilizada en las manifestaciones musicales que tienen

que ver con los instrumentos de cuerda, el tango y los otros ritmos que se escuchan en la

ciudad.

El género que más se va a trabajar es el pasillo y sus diferentes ramas que tengan

que ver con las formas de vida y con los usos y costumbres de los habitantes de la zona.

Relacionando el trabajo y el tema propuesto con las definiciones de comunicación y con

cada uno de sus autores, al campo de la comunicación y la cultura, este trabajo le aporta

una investigación profunda a los focos de identidad del territorio. Con esto, se busca

identificar qué tanto incide la rama musical en la formación de la misma y, además, ver

cómo se comporta actualmente este ámbito cultural que es necesario para mantener todas

las relaciones sociales.

Siempre la investigación será orientada según lo que dicten las costumbres de las

personas que colaborarán con el trabajo, pues sin ellas y sin su correcta lectura de su

cotidianidad, será imposible desarrollarlo. Valdrán desde las tradiciones más casuales y que

parecerán poco importantes, hasta las formas de sociabilidad y socialización más arraigadas

a su cultura.

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Más allá de los ejemplos teóricos, hay una realidad: la cultura, las tradiciones y, por

consiguiente, la identidad, se están perdiendo con el paso de los años. Son muchos los

motivos.

Se identificaron dos: el desinterés de las nuevas generaciones por consumir ese tipo

de música, al que relacionan con vejez o ruralidad, y el consumo de músicas que llegan por

los canales masivos de comunicación.

Chavarriaga (1995) lo dice así:

“Lógicamente la información que está llegando a nuestros campos y veredas a través de los medios

masivos de comunicación afecta de manera directa la tradición y la autenticidad que en muchas

poblaciones se han tratado de mantener por encima de la alienación y la influencia de culturas

extranjeras…” (p.15)

Las diferencias de hace años con lo que sucede hoy son grandes. El consumo de

músicas tradicionales en esta época, lástima, es una excepción a la regla. Se escuchan

sobretodo músicas industriales, de cantantes con gran reconocimiento y con poder

económico. La consecuencia es que los músicos tradicionales, esos que intentan preservar

esa cultura, quedan relegados a un lado, obligados al rebusque.

Esta pérdida, argumenta Chavarriaga (1995), también sucede porque los medios de

comunicación no defienden a la música colombiana: “El campesino en sí mismo no tiene

mecanismos para diferenciar la música autóctona de la extranjera y los medios no tienen

interés en rescatar la identidad” (p. 15).

De ese bombardeo mediático, del que no hace parte la tradición ni la cultura

tradicional, también genera que los jóvenes no tengan interés por estas músicas. No se trata

de ubicar a los géneros en malos y buenos, pero lo ideal sería que estos ritmos tradicionales

tengan su espacio en la radio, en la televisión, en la prensa o en el mundo digital.

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Las voces de los expertos

La voz de quienes conocen del tema pareciera unirse cuando de contar los motivos de la

pérdida de tradiciones se trata. Todos culpan a los medios de comunicación de generar

contenidos sin poner cuidado en esa cultura que se pierde. Paulo Olarte, encargado de

patrimonio de la Secretaría de Cultura de Caldas, asegura que las músicas que consume la

gente en el departamento llegan por dos canales: por los medios de comunicación de

difusión masiva, que expanden las músicas con énfasis comercial, y por los canales de las

entidades patrimoniales.

El Festival Nacional del Pasillo es un ejemplo de entidad patrimonial. Los

programas de las emisoras como La Mega, Tropicana o Los 40, son medios de

comunicación masiva que difunden contenidos que les generan ingresos: músicas

comerciales de artistas reconocidos. Por supuesto es mayor la sintonía a estas emisoras que

la asistencia al Festival del Pasillo.

Para Olarte, la responsabilidad desde su dependencia en la Secretaría de Cultura es

velar porque esas entidades patrimoniales se articulen: escuelas, festivales, bandas y casas

de cultura. La idea es que se mantengan activas, que reciban capacitación constante y que al

final muestren un producto al público. Eso, de acuerdo con el experto, haría que no

desaparecieran esas entidades y preservaría las tradiciones.

Desde la Secretaría de Educación también le apuestan a esto. Por eso, desde el

Programa de Bandas Estudiantiles, Carlos Acevedo, el coordinador, intenta que los más

pequeños reciban en sus tiempos libres lecciones instrumentales.

Hay bandas estudiantiles en todo el departamento. En total, son 71 las agrupaciones

que se gestan dentro de los colegios y de las instituciones educativas. Esto, según Acevedo,

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garantiza que el proceso esté en constante transformación, pues cuando se gradúan los

estudiantes de 11, hay otros pequeños en 4º de primaria que siguen el mismo camino.

Este programa nació en 1980, bajo la batuta de Hernán Bedoya, un agrónomo que se

interesó en el tema de bandas dentro del sistema educativo. Antes, recuerda Acevedo, las

agrupaciones eran compuestas por gente del común, mayoritariamente hombres: panaderos,

contadores, cocineros, conductores, etc. Sin embargo, envejecían, salían y no había quién

tomara las riendas de las bandas, por eso la idea de enmarcarlas en los colegios del

departamento.

En Caldas siempre se han conocido buenos procesos con estos grupos. En el último

concurso a nivel nacional, efectuado en Paipa (Boyacá), la banda estudiantil de Aguadas

ganó varios reconocimientos, entre ellos a mejor instrumentista y a mejor director.

Allí se vio plasmado el trabajo en tiempo libre de los profesores y de los alumnos

instrumentistas. Para el coordinador del programa en Caldas ese es el resultado de seguir

los objetivos. El primero, asegura, es darles a los jóvenes un espacio distinto para que

desarrollen actividades que los alejen de las tentaciones como la droga y el licor; el

segundo, preservar las tradiciones musicales del departamento y de la nación.

El profesor ganador, José Alexander Ramírez, destaca de su grupo la dedicación con

la que trabajan semana tras semana. Él es encargado de los jóvenes que pertenecen a la

banda de la Institución Educativa Marino Gómez Estrada de Aguadas.

Así resume los objetivos de su trabajo: “El objetivo principal desde la Secretaría de

Educación es lograr que los jóvenes ocupen su tiempo de la mejor manera. Evitar el ocio y

que lo hagan a través de un instrumento. Si harán música, bienvenidos. También queremos

que tengan herramientas para tener una opción de vida”.

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También celebra que Aguadas tenga una banda que lleve por lo alto el nombre del

municipio, del departamento y del país. “Eso le da identidad al pueblo”, destaca.

Estas iniciativas culturales contribuyen a preservar las tradiciones que se han

perdido. Lo fundamental, aseguran todos, es que desde pequeños los niños tengan acceso a

estas dinámicas. Estos ritmos deben crecer con ellos, por eso la idea de las bandas

estudiantiles y de las casas de la cultura. Así desde sus roles hacen todo lo que está en sus

manos para que Caldas siga siendo escuchado en sus ritmos.

El tango llegó para quedarse

Mal se haría no hablar de este género en Manizales, aunque parezca paradójico que un

ritmo internacional identifique a esta región, pero así es. Para muchos, expertos o

aficionados, esta es la capital del tango en Colombia. Incluso más allá que Medellín.

Este ritmo llegó desde Caminito, en la provincia de Buenos Aires (Argentina) a la

capital de Antioquia hace más de un siglo. Allí encontró asidero, pero por poco, porque

después las melodías del violín, el bandoneón y el piano viajaron a Manizales y se

refugiaron en varios locales, alrededor de toda la ciudad.

Hasta el 2002 encontró un refugio permanente: la nostálgica Calle del Tango,

ubicada en la calle 24 entre carreras 22 y 23.

En Manizales, el género dejó de ser de arrabales para ser un encuentro de culturas.

El público era elegante, ilustrado, pero afín a esas letras que narraban desamores y

traiciones. A ritmo de tango y de aguardiente, esa calle se hizo epicentro de los encuentros

clásicos de principios de este siglo.

Hace 11 años Fernando Villada creó Tiempo de Tango, uno de los lugares más

visitados para bailar tango en Manizales. En toda la mitad de la cuadra, al pie de unos

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faroles que un día iluminaron la época más grata del tango en la ciudad, Villada lucha

contra el olvido de las tradiciones.

Y es que el tango, para él, sí hace parte de la identidad manizaleña. Es otro que

afirma que esta capital es el núcleo tanguero nacional. Le gana de sobra a Medellín. ¿Cómo

lo hace?

Todos los días, de 5:00 p.m. a 8:00 p.m. presta su lugar para que se enseñen los

pasos coordinados del tango. A esas horas, a un volumen más bajo que el habitual, los pies

caminan juntos y se separan para hacer las figuras clásicas de la coreografía. Los días se los

rotan: unas tardes bailan los principiantes, otras los expertos. El tango gusta en Manizales.

Para Villada, esta es la razón: “porque somos montañeros, somos nostálgicos, siempre

añoramos otras cosas”.

A partir de las 8:00 p.m. apaga las luces blancas y enciende las rojas, que bordean la

figura cuadrada de la pista y que iluminan los rostros de los bailarines con un tono de

pasión. Las miradas a los ojos de los intérpretes no distraen a los pies. Hay una perfecta

sincronía.

Llegaron al rescate

La transformación de la cultura en Manizales y Caldas hizo que el consumo musical

cambiara. Para nadie es un secreto que los consumos de las músicas tradicionales pasaron a

un segundo plano. Yolanda Arenas Gil, integrante del Trío Cumanday, una agrupación que

cumplirá 25 años en este 2019, asegura que ya en Manizales no hay sitios para consumir

músicas de cuerda, las típicas serenatas clásicas, distintas a las de los mariachis.

Por la misma línea está la opinión de Cristian Montoya, cantante del dueto

Antología, quien afirma que hoy en día no hay espacios para consumir estos ritmos. Quizá

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por eso ellos mismos, que se dedicaban a interpretar pasillos, bambucos, boleros o tangos,

tuvieron que migrar al pop y a la música popular, de cantina.

Sin embargo, Arenas y Montoya coinciden en que estamos en tiempos mejores. Hoy

los jóvenes, aunque pocos, se interesan más por la música típica. Claro, es muy difícil

competirle al reggaetón o a la de cantina, por los canales en los que se difunden, pero por lo

menos celebran que existe el interés de las nuevas generaciones.

Estas dos personas, con sus respectivos grupos, hacen votos desde sus roles como

cantantes y músicos para preservar algunas tradiciones, teniendo en cuenta la dificultad del

ejercicio al que se dedican. Su trabajo se resume a ser contratados por particulares o por

restaurantes e ir a tocar a dónde digan. Cumanday, trío al que pertenece Yolanda, es

reconocido a nivel local, lo que le permite sostenerse apenas con lo que gana. Antología ya

es un dueto ampliamente respetado en esta capital y en los lugares cercanos, por eso llegan

a cobrar hasta $8 millones por dos horas de música, con montaje incluido.

El amor y el desamor, por supuesto, son los temas que más repetición tienen en sus

canciones. Las anécdotas de los dos parece que fueran las mismas, pues tienen les gusta

tocarles canciones a las parejas, cuando están enamoradas o cuando piden perdón. Celebran

que han visto muchas reconciliaciones.

Ante los cambios en el consumo de la música tradicional, también hay otras

alternativas que pueden hacer que los jóvenes se interesen por los ritmos de su tierra. Eso es

lo que intenta la banda Señor Coffee, que hace nueve años nació con ese propósito: hacer

que la música que los identifica a ellos, en este caso el pasillo por ser un grupo aguadeño,

llegara a más oídos y fuera disfrutada hasta por quienes no viven en el país.

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Su estilo es distinto. Mezclan ese género tradicional con ritmos como el Ska, el

Punk, el Rock, el Metal, entre otros. Esa hibridación parece ser un ejercicio interesante de

preservación de la identidad.

Fabio Alexánder Castañeda López, trompetista de la agrupación, es consciente de

ello. Recuerda con gracia cuando en los festivales clásicos de rock del Eje Cafetero, como

el Eje Rock o el Manizales Grita, los ‘punketos’ hacían pogo felices mientras se

escuchaban un pasillo mezclado. Hay ritmos para todos.

De todo eso lamenta que esos ritmos, los típicos, son escuchados hoy por quienes

tienen un interés académico. Su idea, y la de Señor Coffee por lo tanto, es lograr que esas

melodías se escuchen en un público distinto, también joven, que se reconozca en su cultura,

la difunda y la disfrute.

Esa es entonces una manera de rescatar las tradiciones y preservarlas. Entre más se

difunda, se comparta y se invite a escuchar la tradición, mejor será la acogida. Y unido al

trabajo que se realiza desde las corporaciones e instituciones gubernamentales, como las

secretarías de Cultura y Educación departamentales, puede ser vía para que Manizales y

Caldas sean ejemplos de cómo mantener, con el pasar de los años, la cultura autóctona.

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El camino recorrido

Llegar a lo que está plasmado hoy en Caldas y su paisaje musical no fue fácil. Fueron cerca

de dos años llenos de trabas, aplazamientos y dudas. El resultado de hoy, hace un año, se

veía imposible. El camino fue como están trazadas las carreteras de este departamento:

muchas en trocha, con curvas cada 20 metros, con huecos que obligan a los carros a hacer

maromas para no dañar su carrocería y, sobre todo, de horas eternas, de nunca acabar.

Entre las ideas estaba conocer a fondo varios municipios del departamento y a su

capital, Manizales. Aguadas, pueblo patrimonio, recibió este trabajo con su niebla y su

pasillo. Fue la cuna de las ideas de lo que hoy está alojado en www.caldasmusical.com. Y

es que no es para menos. En sus calles se respira distinto a lo que se respira en otros

municipios de Caldas, como Neira o Aranzazu. Allí, en esa montaña que divisa al norte a

Antioquia y al sur a Caldas, no hay afán. Su plaza central es típica, pero tranquila. El azare

de los pueblos, allí no se asoma.

Y esa idea, se logró. Caminar a Salamina, Aguadas y Manizales fue una muy buena

experiencia, tanto histórica como cultural. De este trabajo de campo se desprende la

primera conclusión, que sin duda es el eje transversal de todo el trabajo de grado: la cultura

tradicional del departamento de Caldas es producto de las hibridaciones y de los mestizajes

que, a lo largo de la historia, han tenido lugar en este territorio. Españoles, antioqueños,

vallunos, caucanos, indígenas y hasta argentinos han participado de la formación de las

culturas en esta zona del país. Es un territorio, aunque pequeño, multicultural.

Esos mestizajes se ven plasmados en los ritmos musicales. Manizales recibió al

tango como hijo adoptivo y Caldas nombró al pasillo como su pródigo. La música de

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cuerda, nostálgica y romántica, se apropió del territorio y de las reuniones familiares. El

que diga que no celebró algo con una serenata de un trío, no es manizaleño.

El resultado de este trabajo de grado fue gracias a los aprendizajes que se

adquirieron a lo largo de la carrera. Desde el énfasis de periodismo, a partir de tercer

semestre, las enseñanzas hicieron que este producto fuese lo que es. Sería ingrato

desconocerlo.

Por eso, la segunda conclusión es el aporte que Caldas y su paisaje musical le da al

periodismo cultural y digital. Este trabajo le da al ejercicio una prueba seria de que es

posible formar otras narrativas distintas al conflicto armado. Antes de pensar en el tema del

proyecto, hace dos años, lo más común era conflicto y posconflicto. Y aunque en principio

esas fueron las ideas que se intentaron, se hizo el esfuerzo por proponer algo distinto, de

cara alegre, que contribuyera a la difusión de contenidos culturales, ajenos a las agendas

informativas de los medios tradicionales de comunicación.

Ese es entonces el aporte, y la conclusión por lo tanto: ofrecer al público, a las

audiencias, nuevas formas de ver el país y la región; dar a conocer historias de artistas y de

personas que, entre todo, luchan por su preservación. El deseo es que esto se traslade a los

medios tradicionales.

La tercera conclusión se dirige a las instituciones y al gobierno departamental. En

todo el camino recorrido, en las entrevistas realizadas en ambas secretarías y a las fuentes

cercanas consultadas, se evidenció que desde allí hacen un trabajo serio y digno de rescatar.

Sus programas de preservación cultural invitan a que las nuevas generaciones participen

activamente de la tradición. Desde niños, los caldenses interactúan con esta cultura, se

motivan por tocar instrumentos y por conocer sus orígenes culturales. Ese es el verdadero

trabajo por la preservación. Y aunque se desconozca cómo era en gobiernos anteriores,

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desconocer lo que hoy se lleva a cabo no tendría sentido. Ojalá no sea un asunto de

gobierno de turno.

De la plataforma en la que se realizó el trabajo y del producto a mostrar, se puede

concluir, en cuarto lugar, que es el canal idóneo para que estas iniciativas lleguen a buen

puerto. El internet es el espacio en el que convergen las diferentes formas de contar y para

estas historias. En Caldas y su paisaje musical conviven podcast, videos, fotografías y

textos cortos con microhistorias. Esos contenidos son los que, a juicio personal, hoy son

más consumidos en el ámbito digital.

El camino por recorrer

La última conclusión es, más que eso, una causa. Una causa que motive a que Caldas y su

paisaje musical sea, en un futuro, Colombia y su paisaje musical. De aquí en adelante

vendrá el reto de mantener a esta plataforma como un medio cultural, independiente y

alternativo, que pretenda desde su línea editorial promover la preservación de sus

tradiciones culturales.

No será fácil. La situación de los medios de comunicación hoy en día no es la

mejor. Y menos las de los medios culturales, que cada vez más cierran sus puertas y

despiden a sus pocos periodistas y reporteros.

Por eso el camino es ofrecer contenidos distintos, que celebren estas tradiciones y

que difundan las diversas iniciativas en torno a la música en esta región, primero, y en el

país, después.

Eso pretendió Caldas y su paisaje musical: ser un canal para quienes saben del tema,

ser un canal para quienes cantan y preservan la tradición, ser un canal para quienes, desde

cada uno de sus roles, intentan mantenerla.

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Caldas y su paisaje musical, pretendió entonces mostrar, desde la fotografía, el texto

y la voz, la tradición de este departamento que parece ir sin control hacia la extinción, pero

que cuenta con alfiles que no están dispuestos a dejarla ir.

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