cafe y cultura productiva en una region de veracruz

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33 CAFé Y CULTURA PRODUCTIVA EN UNA REGIóN DE VERACRUZ María Teresa Ejea Mendoza* Resumen: El artículo trata sobre las relaciones económicas y socioculturales que se establecen en torno a la producción de café. Se centra en las estrategias de los pequeños productores de una re- gión del centro de Veracruz, México, orientadas a enfrentar los cambios suscitados en el sector durante los últimos años. Establece que la variedad de prácticas productivas se relaciona con los modos específicos de concebir el café, y que tales formas de pensamiento y de práctica se han ido construyendo socialmente, en el marco de un contexto histórico-social, local y regional, a partir de la experiencia y la posición de los pequeños productores en la cadena productiva. En el artículo se identifican, dentro de la variedad de respuestas individuales y familiares, dos tendencias genera- les, dos modos de trabajar y pensar el café, asociados a dos esquemas productivos, uno especiali- zado y otro diversificado. Para caracterizar estas dos tendencias, el artículo describe –a manera de comparación– las estrategias desarrolladas por los productores de dos localidades de la región, y cómo estas estrategias les permiten mantenerse como cafetaleros. Esta diversidad de estrate- gias coloca a los productores en posiciones distintas frente a las actuales dinámicas del mercado internacional –que dejó de estar regulado y pasó a organizarse como oligopolio–, tendiente a la segmentación e influido por nuevos patrones de consumo. Palabras clave: café, productores, estrategias, mercado, relaciones económicas y socioculturales. Abstract: This article deals with the economic and sociocultural relations around the production of coffee. It focuses on the strategies of small producers in a region of central Veracruz, Mexico, to confront changes in their sector in the last years. It establishes that the variety of practices deve- loped by producers are related to specific ways of understanding coffee, and that such ways of thinking and practices had been built socially, in the frame of a regional and local historic and social context, as well as by the experience and position of small producers in the productive chains. We identified, within a variety of individual and family responses, two general tendencies, two ways of working and thinking coffee, associated with two different productive schemes, one specialized and the other diversified. To characterize these two tendencies, the article describes –in comparative terms– the strategies developed by producers on the two localities of the region and how these strategies allow them to continue to be coffee growers. The different strategies place producers in distinct positions to confront the dynamic of the international market –that ceased to be regulated and turned into an oligopoly–, with its tendency to segmentation and to be influenced by new patterns of consumption. Key words: coffee, producer, strategies, market, economic and sociocultural relations.Café y cultura productiva en una región de Veracruz. * Dra. en Antropología Social, Red de Consumidores de Café, A. C.

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    CAF Y CULTURA PRoDUCTIVA EN UNA REGIN DE VERACRUz

    Mara Teresa Ejea Mendoza*

    Resumen: El artculo trata sobre las relaciones econmicas y socioculturales que se establecen en torno a la produccin de caf. Se centra en las estrategias de los pequeos productores de una re-gin del centro de Veracruz, Mxico, orientadas a enfrentar los cambios suscitados en el sector durante los ltimos aos. Establece que la variedad de prcticas productivas se relaciona con los modos especficos de concebir el caf, y que tales formas de pensamiento y de prctica se han ido construyendo socialmente, en el marco de un contexto histrico-social, local y regional, a partir de la experiencia y la posicin de los pequeos productores en la cadena productiva. En el artculo se identifican, dentro de la variedad de respuestas individuales y familiares, dos tendencias genera-les, dos modos de trabajar y pensar el caf, asociados a dos esquemas productivos, uno especiali-zado y otro diversificado. Para caracterizar estas dos tendencias, el artculo describe a manera de comparacin las estrategias desarrolladas por los productores de dos localidades de la regin, y cmo estas estrategias les permiten mantenerse como cafetaleros. Esta diversidad de estrate-gias coloca a los productores en posiciones distintas frente a las actuales dinmicas del mercado internacional que dej de estar regulado y pas a organizarse como oligopolio, tendiente a la segmentacin e influido por nuevos patrones de consumo.

    Palabras clave: caf, productores, estrategias, mercado, relaciones econmicas y socioculturales.

    Abstract: This article deals with the economic and sociocultural relations around the production of coffee. It focuses on the strategies of small producers in a region of central Veracruz, Mexico, to confront changes in their sector in the last years. It establishes that the variety of practices deve-loped by producers are related to specific ways of understanding coffee, and that such ways of thinking and practices had been built socially, in the frame of a regional and local historic and social context, as well as by the experience and position of small producers in the productive chains. We identified, within a variety of individual and family responses, two general tendencies, two ways of working and thinking coffee, associated with two different productive schemes, one specialized and the other diversified. To characterize these two tendencies, the article describes in comparative terms the strategies developed by producers on the two localities of the region and how these strategies allow them to continue to be coffee growers. The different strategies place producers in distinct positions to confront the dynamic of the international market that ceased to be regulated and turned into an oligopoly, with its tendency to segmentation and to be influenced by new patterns of consumption.

    Key words: coffee, producer, strategies, market, economic and sociocultural relations.Caf y cultura productiva en una regin de Veracruz.

    * Dra. en Antropologa Social, Red de Consumidores de Caf, A. C.

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    I.

    Poner atencin en la trayectoria de las cosas como dice Appadu-rai nos permite iluminar su contexto social, su historia, y entender los significados conferidos por las tran-sacciones, las atribuciones y las motiva-ciones humanas (Appadurai, 1991: 19).

    El caf que producimos y tomamos en Mxico en la actualidad se origin en Etiopa en el siglo xii.1 En el lapso de ocho siglos el caf ha vagado por geografas y escenarios diversos, inserto en rela-ciones sociales y econmicas tambin diversas, y se han tejido modos de perci-birlo y de incorporarlo a la vida cotidia-na de quienes lo producen, de quienes lo comercializan, de quienes lo consumen. Actualmente lo encontramos recorrien-do los circuitos del mercado internacio-nal, lo mismo que formando parte de la agricultura campesina.

    El caf lleg a Mxico a fines del si-glo xviii, se expandi y desarroll du-rante el xix como cultivo de plantacin y, posteriormente, entre los aos 1920 y 1950 dato variable segn la regin se convirti en cultivo campesino, princi-palmente; sin embargo, el proceso de industrializacin y comercializacin continu, y contina en la mayora de los casos, en manos de empresarios de me-diana o mayor talla (Escamilla y zama-rripa 2002).

    En este artculo me centrar en par-ticular en las relaciones sociales y cul-

    1 La literatura suele ubicar su descubrimien-to en 1140, algunos textos en el siglo x (Pender-grast, 2002: 27).

    turales que se construyen actualmente en torno a la actividad cafetalera en una regin del centro de Veracruz, espe-cficamente en los diversos modos en que los productores campesinos enca-ran el reordenamiento mundial del sec-tor cafetalero y cmo influye ese proce-so en la cultura productiva.

    La heterogeneidad de las respues-tas por parte de los productores campe-sinos de la regin Xalapa-Coatepec, as como la dinmica de cambio/resistencia que caracteriza sus prcticas produc-tivas, estn ntimamente relacionadas con el sentido que la actividad cafetale-ra tiene para ellos, con cmo la piensan y le asignan un papel en sus vidas.

    Considero que toda prctica econ-mica y/o productiva como lo es cultivar caf y organizar el trabajo en torno a ello lleva implcita una dimensin cul-tural, entendida sta como asignacin de sentido. Maurice Godelier (1984) sos-tiene que toda accin material lleva im-plcita una dimensin conceptual. Esta-blece as un vnculo indisoluble entre lo material y lo conceptual, entre la accin y el pensamiento. Desde esta perspecti-va, la cultura es tambin una dimensin de las prcticas productivas.

    Aun cuando todos los productores de caf comparten los mismos procesos ge-nerales condiciones tcnicas de la pro-duccin cafetalera, desarrollo histrico de la actividad en pases del sur promo-vido desde los pases del norte, sujecin a una fragmentada cadena productiva, vaivenes del mercado mundial, existen diferencias en los contextos particulares y las formas de apropirselo e incorpo-rarlo a las dinmicas sociales y econ-micas del entorno inmediato.

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    William Roseberry, al referirse al ca-f, sealaba la importancia de atender las diferencias regionales en Amrica Latina ms all de los procesos comu-nes (Roseberry et al., 2001: 22). Al inte-rior de las regiones tambin hay dife-rencias importantes que nos permiten comprender mejor la diversidad de res-puestas.

    Los campesinos incorporan el caf a su vida social y productiva de diversos modos, no de uno solo, aun cuando se trate de pequeos productores que com-parten condiciones de produccin se-mejantes. Y sus respuestas ante los acontecimientos tambin son diversas. No podemos hablar de una cultura ho-mognea. Es importante ubicarnos en las dinmicas locales, las de cada po-blado dentro de la regin y en la re-lacin que los productores y sus fami-lias2 establecen con el producto, con otros cultivos y actividades econmi-cas, con los grupos involucrados en la actividad cafetalera otros campesi-nos, compradores, industrializadores, funcionarios de gobierno.

    II.

    Desde que se produce y hasta que llega a la taza, el caf realiza un largo tra-

    2 A lo largo del artculo hablo de productores ms que de productoras o familias, pues son los hombres quienes principalmente trabajan el cultivo del caf; las mujeres y los nios y nias tambin se involucran en determinadas etapas, principalmente en el corte y el lavado de los gra-nos. En los ltimos aos se ha incrementado su participacin. Las entrevistas fueron realizadas a diversos integrantes de las familias, pero so-bre todo a los hombres.

    yecto al pasar de mano en mano por diversos grupos sociales, regiones y pases. Podemos decir as que el caf vincula, pero tambin podemos decir que el caf separa, en tanto la lgica del capital que le subyace ha fraccionado las etapas de produccin3 y configurado distintos grupos sociales que se hacen cargo de cada una de ellas en condicio-nes desiguales tecnolgica y financie-ramente, distribuyendo sin equidad el valor agregado que se genera.4

    Durante buena parte del siglo xx el precio internacional, que se cotiza en las bolsas de Nueva York y Londres, es-tuvo regulado por acuerdos comercia-les entre pases consumidores y pases productores, en el marco de la organi-zacin Internacional del Caf, lo cual permiti que se mantuviera equilibra-do, con un margen moderado de altas y bajas, y tendiendo a la alta en varios periodos (Celis, 2001: 11 y 14).

    En 1989 Estados Unidos, principal consumidor mundial5, determin no

    3 Un estudio que aborda el tema desde las cadenas productivas es el de Von Bertrab (2002).

    4 Actualmente predomina la produccin mi-nifundista. La industrializacin en sus tres fases (el beneficio hmedo, el seco y la torrefaccin) y la exportacin estn en manos principalmente de empresarios, con tecnologa industrial. En las in-terfases, desde la produccin hasta la llegada al consumidor, se ubican los intermediarios, desde coyotes de pueblo hasta sofisticados empresa-rios. En el extremo opuesto de la produccin tiene presencia el consumo, tan variado como variados los estilos regionales de comer y beber, intervi-niendo tambin los estratos socio-econmicos.

    5 En 2005 Estados Unidos import 20.11 mi-llones de sacos. Mientras Alemania, pas que le sigue en consumo, 8.05 millones de sacos. Los pases de mayor consumo per capita anual son Finlandia, Dinamarca y Noruega (oic, 2006: 5).

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    renovar el acuerdo internacional y de-jar la compra-venta al libre mercado. Esto ocasion una drstica cada del precio, y prdidas para muchos comer-cializadores y para los productores. El proceso desatado, conocido coloquial-mente como la crisis del precio, ms tarde dio lugar a un reordenamiento de la cafeticultura mundial: nuevas reglas del juego y nueva correlacin de fuerzas, baja general en la produccin y en la productividad, reconversin en algunas zonas, disminucin de ingre-sos, incertidumbre, desplazamiento de capitales hacia otras reas de la econo-ma, prcticas oligoplicas de comercio, segmentacin de los mercados (Re-nard, 1999: 38; Celis, 2001: 16).6

    Esto acontece a pesar de los esfuer-zos que realizaron para revertir la si-tuacin un bloque de pases producto-res y de organizaciones de cafetaleros.7 Los primeros buscaban promover el in-cremento del reducido consumo inter-no para depender menos del mercado internacional (Consejo Mexicano del Caf, 2000).

    El caf, entonces, es un cultivo cam-pesino, principalmente.8 Y los cafeti-

    6 Para profundizar en el tema de la comer-cializacin y el mercado mundial del caf, vase Renard (1999).

    7 En 1993 se conform la Asociacin de Pa-ses Productores de Caf (aPPc). En diversos pa-ses productores de caf de Amrica y frica se crearon organizaciones de pequeos producto-res, regionales, nacionales y continentales.

    8 Segn el censo de 2001 y 2002, en el pas hay 430 mil productores de caf, de los que 90 por ciento son pequeos productores; es decir, productores cuyas extensiones de tierra no re-basan cinco hectreas. De stos, 80 por ciento se ubican en zonas indgenas.

    cultores en pequeo embonan en la in-terseccin de dos circuitos, a veces sin saberlo ellos mismos: el del mercado internacional y el de la produccin cam-pesina, en el que se cultiva en medio de un sistema productivo integrado.

    III.

    La regin Xalapa-Coatepec se ubica en la parte templada de la zona central del estado de Veracruz. Alrededor de estas dos ciudades la economa gira en torno al comercio, los servicios y la agricultura comercial: el caf y la caa, el mango y la ganadera, y en los ltimos aos el li-mn. Es una de las primeras regiones de Mxico a donde lleg la planta de caf, que desde fines del siglo xix adqui-ri un lugar relevante en la vida econ-mica de la regin (Ponce, 1992: 6), di-bujando desde entonces un entramado de relaciones sociales y de poder que han perfilado la vida de la poblacin.9

    Si a principios del siglo xx la super-ficie de caf se concentraba en cinco municipios, entrando al siglo xxi los lu-nares se convirtieron en manchones y abarcan ya 17 municipios.10 La planta industrializadora y las empresas expor-tadoras se ubican principalmente en los centros estratgicos, Xalapa y Coatepec, y desde ah extienden sus tentculos hacia los terrenos de cultivo que se dis-persan por varios municipios aledaos.

    9 Algunos autores han analizado este proceso en la regin en tanto punta de lanza para la in-troduccin de relaciones sociales y de produccin capitalistas (Ponce, 1992: 6; Milln, 1989: 111).

    10 Regionalizacin utilizada por las institu-ciones pblicas del sector caf y las organizacio-nes de productores.

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    En los municipios aledaos a Coatepec prevalece el caf como cultivo especiali-zado, y en los municipios ms alejados prevalece en un esquema diversificado.

    Durante mi estancia en la regin, en las conversaciones con los productores, con sus familias y con la gente en gene-ral, con asesores de las organizaciones y en asambleas, detect diversas formas de encarar las transformaciones que la cafeticultura experimentaba desde 1989, transformaciones que se manifies-tan concretamente en la vida regional.

    Llam mi atencin que cada vez ms claramente se perfilaban, en el discurso y en la accin de los productores campe-sinos, diversos modos de tratar los ca-fetales, de asumirse como cafetaleros, de incorporar el caf a su ciclo econmi-co y de organizar el trabajo; detect que estos aspectos referan modos de traba-jar el caf pero tambin dos modos de pensarlo. A uno de estos modos lo he lla-mado caf como mecanismo de ahorro, asociado al manejo productivo diver-sificado, y otro es el caf como negocio potencial, y que se relaciona con el ma-nejo especializado de los cafetales.

    La caracterizacin que aqu esta-blezco respecto a estas dos concepcio-nes sobre el caf es una construccin elaborada a partir de lo que arrojan el discurso y la prctica de los producto-res, quienes no usan tales definiciones, ni necesariamente tienen conciencia clara de la correspondencia entre su prctica y esa concepcin.11 El que me

    11 Los elementos que configuran cada carac-terizacin son los recurrentes en los discursos y la actividad de 50 productores de diez localidades ubicadas en ocho municipios, con quienes conver-

    ocupe aqu en caracterizar tendencias o modelos no significa que subestime la importancia de los casos particulares. San Marcos, en el municipio de Xico, y El Espinal, en el municipio de Naolin-co, son los poblados que tom como muestra de las dos dinmicas regiona-les identificadas en torno al caf el es-quema especializado y el diversifica-do. Eso no quiere decir que todos los productores de cada uno de esos pobla-dos piensan y trabajan el caf de igual modo; slo sealo las prcticas y concep-ciones ms recurrentes.

    IV.

    Luis Llambi sugera crear un modelo pa-ra explicar la diversidad de respuestas econmicas de los agentes rurales a los cambios, tanto en el entorno econmico-poltico como fsico-natural, consideran-do que no se reducen a la dinmica del mercado o a las polticas macroeconmi-cas, sino tambin hay que tomar en cuen-ta la dinmica socio-poltica local y nacio-nal y los impactos locales de otras formas de intervencin del Estado y los procesos socioculturales (Llambi, 1998: 4).

    Le pareca relevante identificar el papel de las decisiones econmicas de

    s y a quienes acompa en su actividad, como parte de una primera aproximacin a la situacin de la cafeticultura regional. La informacin que se presenta en este artculo proviene del trabajo de campo realizado en la regin entre 1999 y 2004, como parte de un estudio ms amplio. Los datos provienen de las entrevistas y conversacio-nes con 50 productores y de mi participacin en sus diversas actividades productivas, sociales y organizativas, particularmente del estudio a pro-fundidad con diez familias de dos poblados.

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    los agentes locales en la transformacin de los sistemas productivos y se pregun-taba si los agricultores se estn adap-tando a los cambios en su entorno in-mediato reconvirtiendo sus actividades productivas tradicionales, incorporando cambios tecnolgicos o con nuevas es-trategias de generacin de ingresos, o si estn resistiendo a los cambios median-te estrategias no conformistas para mo-dificar los parmetros econmicos y po-lticos que les afectan.

    El caso de la regin Xalapa-Coate-pec me sugiere dos cosas al respecto:

    1) Las decisiones econmicas de los productores podran comprenderse mejor si identificamos las concepciones que subyacen a la actividad productiva y reflejan una experiencia histrica par-ticular, y que se constituyen a partir de los procesos locales actuales, influyendo tambin los procesos histricos locales y la posicin de los campesinos en la cade-na productiva.

    2) Los productores incorporan cam-bios en el modo de trabajar el caf y no reconvierten su actividad productiva desplazndola por otra, sino que con-tinan siendo cafetaleros al paralelo de otras opciones, en una especie de resistencia que involucra transforma-cin.12 otra estrategia de los campe-

    12 Esto no es privativo de esta regin ni del caf, y as lo muestran otros estudios de caso, aunque no lo expliciten, cuando sealan que los campesinos construyen mecanismos que les permiten continuar con sus actividades tradi-cionales, pero transformadas o combinadas con otras (Dossa y Chia, 1993; Blum, 1993; Immink y Von Braun, 1993). Algo semejante sucede en otras regiones cafetaleras de Centroamrica (Hilje et al., 1994; Hernndez, 2002).

    sinos productores de caf en Mxico y Latinoamrica ha sido la produccin de caf orgnico y/o la formacin de organizaciones independientes que buscan influir en la poltica pblica y la formacin de empresas sociales (cnoc, 1991).

    Derribar cafetales ha sido una prc-tica ms comn entre productores de propiedad privada, con medianas o gran-des extensiones de tierra, a la par de traspasar o abandonar algunos benefi-cios industriales.13 Para estos produc-tores el caf debe ser un negocio, de otro modo no se interesan por l y prefieren fraccionar sus terrenos para uso habi-tacional e invertir en actividades co-merciales y de servicios, tursticas y si-milares.

    Los campesinos, por el contrario, conservan los cafetales porque el caf tiene un sentido en su vida, ms all de la maximizacin econmica. Si bien esperaran que fuera fuente de ingre-sos, tambin constituye una opcin productiva; para ellos el caf pas a ser un componente del complejo producti-vo y social que organiza la vida en los pueblos.

    El caf dinamizaba la vida econ-mica y social de la regin; al haber di-nero haba comercio en otras ramas, las familias campesinas y de cortado-res adquiran bienes bsicos y recreati-vos, y la relativa abundancia se notaba hasta en las fiestas. Los comerciantes de Coatepec platican cmo en poca de

    13 Los beneficios son las instalaciones donde se industrializa el caf, ya se trate de la primera fase (en beneficios hmedos) o de la segunda fase (en beneficios secos).

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    corte, en periodos de buenos precios, la gente de los pueblos llegaba a comprar-se ropa y zapatos nuevos, obsequios pa-ra los parientes queridos, juguetes para los nios y nias. Los billetes cir-culaban de mano en mano manchados por los restos de la pulpa del caf, roji-za y pegajosa.14

    Despus de la cada del precio en 1989 esta imagen fue cambiando, dete-riorndose el nivel de ingreso y la din-mica movilizacin regional de gente y familias, apegada al ciclo agrcola anual. La dinmica migracin dentro de la regin se redujo y dio lugar a la migra-cin hacia otros lugares del pas y ha-cia Estados Unidos.

    Con todo y que hubo incertidumbre respecto al futuro, los campesinos slo dejaron de cosechar el caf en ciertos ci-clos. Le tienen cierto aprecio porque for-ma parte de su entorno cotidiano; algu-nos cafetos los plantaron ellos mismos, otros los plantaron sus abuelos; cuando nios jugaron en los huertos, que ade-ms de caf tambin dan sombra y aire fresco, albergan rboles frutales, ma-deras utilizables, plantas comestibles y medicinales; los cafetales son parte de su historia individual y colectiva, por ello muestran recelo de perder lo que les dio certeza aos atrs.

    As, los cafetales que conforman un rea territorial son valorados en tanto pieza de un sistema productivo inte-grado junto con otras reas de cultivo, de trabajo que los campesinos han hecho suyo al modo en que han podido

    14 Al cortarlo, el grano de caf est cubierto por una pulpa suave, dulzona y jugosa de color rojo.

    hacerlo, es decir, ms all del marcaje impuesto por la actividad en el mbito extralocal, internacional.

    Por otro lado, detecto que si bien los pequeos productores en general com-parten esa percepcin sobre los cafeta-les y la cafeticultura, tambin se mani-fiestan particularidades en el modo de conservarlos: as como hay productores que los mantienen invirtindoles lo mnimo en recursos econmicos y tiem-po, tambin hay quienes ponen empe-o en conservarlos saludables y con rendimiento.

    Qu explica estas prcticas diferen-ciadas si en ambos casos se vive la ca-da del precio, la reduccin de apoyos p-blicos, la llegada de nuevos empresarios comercializadores y/o industrializado-res y la modificacin de las relaciones con los anteriores, de origen local, que les daban adelanto a cuenta de cosecha y otro tipo de apoyos personales, mien-tras los nuevos no slo no dan adelan-tos sino que pagan incluso dos meses despus?

    Desde mi perspectiva, el tipo de prc-ticas que se asumen est relacionado con el tipo de concepcin que se tiene sobre el caf, y sta a su vez tiene una explicacin en la experiencia histrica y el contexto actual de los poblados. 15

    15 La prctica social se produce en espacios determinados, teniendo como referente inme-diato los modos de interrelacin entre los grupos sociales que coexisten en el espacio local y regio-nal (Lomnitz, 1995: 43). Para el caso de la regin Xalapa-Coatepec, los grupos sociales, al compar-tir un espacio social, comparten tambin una cultura regional, producto de la interrelacin. Es sta una cultura no homognea.

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    V.

    En general, el caf introdujo en la re-gin16 desde finales del siglo xix rela-ciones capitalistas, y concretamente la que llam una cultura productivista que enfatiza conceptos tales como que el ca-f debe ser un cultivo racional, que la tierra es un instrumento productivo y los cafetales tambin, conceptos stos que se empalman con los de la agricul-tura tradicional. Esa concepcin pro-ductivista se configur e interioriz a lo largo del siglo xx, a partir de modelos productivos promovidos por los grupos econmicos dominantes dentro de los cuales se encontraban figuras polticas importantes localmente y algunas tam-bin en el mbito nacional en los aos 1940 y 1950, tales como industrializa-dores y exportadores, empresas que promovieron el uso de insumos agroqu-micos y bancos privados creados ex pro-feso que ofertaron crditos (Milln, 1989; Beaumond, 1984; Secretara de Economa, 1944; Franzoni, 1985). Tam-bin influy el Inmecaf, en tanto pro-motor insistente de un paquete tecno-lgico modernizador. El papel que jug el Instituto en los aos 1970 fue muy importante para restar poder al grupo de empresarios cafetaleros veracruza-

    16 Hace algunos aos Andrs Fbregas (1990) realiz un estudio en Xalapa-Coatepec en el que enfatiza la importancia del anlisis regional para explicar las particularidades en los procesos pol-ticos y econmicos. Desde mi punto de vista, su planteamiento nos permite comprender que la regin, entre otras cosas, es el entorno inmediato en que se gestan los procesos econmicos, polti-cos, sociales y culturales que nos explican las particularidades.

    nos de mediados de siglo, ampliando su intervencin en diversas reas. (Dowing, 1986: 179; Fbregas, 1990: 139; Celis, 2001: 17; Len y Bentez, 1992: 186).17

    Sin embargo, este modelo que le apuesta al mximo rendimiento me-diante diversas prcticas de cultivo in-tensivo y tiene como correlato formas determinadas de relacionarse con los grupos de la cadena productiva, fue inte-riorizado en muy diverso grado por los productores campesinos: en algunos poblados fue asimilado con ms fuerza, apegndose al trabajo asalariado y con-centrndose en la primera etapa del ci-clo productivo (el cultivo), mientras en otros se adopt relativamente, estable-ciendo una relacin ms estrecha con el producto, al aplicar en la parcela el tra-bajo familiar y ocupndose del cultivo y de un primer momento de la industria-lizacin. San Marcos y El Espinal nos permiten ilustrar estas tendencias.

    San Marcos de Len es un poblado de 5 354 habitantes que se enclava en el municipio de Xico, en los lmites con el municipio de Coatepec, en la zona cafetalera por excelencia: a unos kil-metros de zimpizahua, la primera ha-cienda en la que se cultiv el caf en 1808 (Garca, 1986: 86). Una porcin de los terrenos que hoy ocupa la parte ejidal del poblado de San Marcos per-tenecieron a esa hacienda.

    San Marcos es pueblo de cafetales, salpicados por unos pocos platanares y naranjales. Algunos productores diver-

    17 Posteriormente, al reducir su injerencia en la cafeticultura, las instituciones pblicas del sector han reducido tambin la transmisin de modelos productivos.

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    sifican fuentes de ingreso con activida-des no agropecuarias en la rama de los servicios y el comercio. La importancia del sector terciario se explica por su ubicacin en el paso de un corredor im-portante en la zona.

    Este es uno de los poblados donde la cafeticultura se desarroll desde poca temprana; inici un paulatino cre-cimiento del rea de cafetales que acompa a la ya existente caa de az-car y a los frutales (pltano, naranja y pia, esta ltima durante un corto pero-do de tiempo). Asimismo, y con mucho empuje, se desarroll all la infraestruc-tura de industrializacin que requiere el producto para ser exportado.

    La localidad fue favorecida por la fertilidad de su tierra y porque fue pun-to de paso del ferrocarril que conect el pueblo de Teocelo con Xalapa y a sta con el puerto de Veracruz, lo que per-miti el impulso del caf en 1898. Tam-bin le favoreci su cercana a Coatepec y Xalapa, centros comerciales y adminis-trativos importantes, as como por la cer-cana con Xico cabecera municipal (F-bregas, 1990: 86; Hoffman, 1993: 60).

    Desde que el caf tom fuerza como actividad econmica a partir del au-mento de la demanda en el mercado mundial, a finales del siglo xix, fluye-ron los capitales hacia Coatepec y los municipios colindantes para el cultivo, la industrializacin y la exportacin, pero tambin para la fabricacin de la maquinaria indispensable18 (Milln,

    18 Fueron estos capitales provenientes tanto de los propietarios de las haciendas como de al-gunos extranjeros que se asentaron en estos municipios y se dedicaron a hacer negocio: ins-

    1989; Len y Bentez, 1992; Hoffman, 1993). Esta dinmica gener presin sobre la tierra en pueblos como San Marcos y la especializacin del cultivo de caf.

    El Espinal, en el municipio de Nao-linco, es un poblado de 2 500 habitan-tes que se ubica fuera del corazn de la zona cafetalera, a una hora de dis-tancia de Xalapa y Coatepec. Naolinco es un municipio prioritariamente ga-nadero, sin embargo el cultivo del caf es importante en su parte suroriente, donde se ubica El Espinal y se combina con el cultivo de la caa. En las pri-meras dcadas del siglo pasado El Es-pinal era sitio de paso en el camino que una Xalapa con Naolinco, cabecera municipal; pero cuando se construy la carretera pavimentada (aos de 1950) se desvi el trazo y ya no pas por el poblado. Este hecho le rest im-portancia.

    La cafeticultura se generaliz aqu ms tarde que en San Marcos, desde la reforma agraria, pero sobre todo en la segunda mitad del siglo xx. Este pobla-do tiene tierras aptas para el cultivo del caf, mas por su lejana y la falta de caminos accesibles en tiempos pasados no se desarroll una infraestructura agroindustrial relevante, ni llegaban compradores de caf. Todava en los aos de 1950 los pocos pobladores que tenan camioneta y los arrieros, en bu-

    talaron beneficios para industrializar el caf, exportaron hacia Europa y Estados Unidos, vendan maquinaria especializada, financiaban la produccin, particularmente por medio de hi-potecas, a las que con frecuencia recurran los propietarios.

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    rro, eran quienes transportaban el caf para venderlo a los industrializadotes en Xalapa. stos se mostraron ms in-teresados en el caf espinaleo cuando se dio el auge de la demanda interna-cional en la dcada de 1970; fue cuando establecieron la compra regular de caf, encargndola a tres intermedia-rios del poblado. De ah en adelante se estimul la produccin en nuevas zo-nas de cultivo.

    En esta localidad, todava hasta me-diados del siglo xx tena importancia el cultivo de maz, frijol y chile para el au-toconsumo, y el de maz para la venta por parte de los propietarios de terrenos grandes. El incremento en las ventas de caf deriv en la reduccin de la su-perficie dedicada al cultivo bsico, com-binando desde entonces el caf, la caa y el ganado vacuno; aunque esta ltima actividad nunca se ha generalizado, slo entre las familias adineradas.

    San Marcos expresa, como producto de la historia y a diferencia de El Espi-nal, mayor diferenciacin social y eco-nmica, propiciada en buena parte por la actividad cafetalera: por un lado se configuraron las familias empresarias de grandes propietarios, beneficiado-res, exportadores y acaparadores, y por el otro los ejidatarios sin recursos fi-nancieros ni maquinaria y los poblado-res despojados de sus tierras legal e ilegalmente, mediante contubernios entre empresarios, funcionarios y co-misarios ejidales, quienes venden su fuerza de trabajo en las fincas (Ponce, 1983: 77). Esa sigue siendo la tnica.

    As, influenciados por estas histo-rias y la apropiacin desigual de la cul-tura productivista, prevalecen en los

    campesinos modos de pensar y traba-jar el caf que se pueden agrupar (es-quemticamente) en dos tendencias: una en concordancia con los paradig-mas de la produccin moderna impul-sados durante las ltimas dcadas, y la otra acorde con paradigmas tradiciona-les, mesoamericanos (ortiz, 2004: 32; Boege, 1988: 20). En un caso se privile-gia la relacin salarial y se especializa el trabajo, concentrndose en el culti-vo; en el otro se privilegia el trabajo sobre la parcela propia y se participa en la insdutrializacin.

    VI.

    El primero de estos esquemas concep-tuales, predominante entre los produc-tores de San Marcos, se caracteriza por concebir al caf como un negocio, al que se le debe invertir para que genere uti-lidades y reinvertir una porcin; la tie-rra es un insumo productivo que hay que hacer rendir al mximo, pues lo importante es tener alta productividad (quintales de caf por hectrea), ha-ciendo uso de los insumos necesarios, y con tcnicas rpidas y efectivas; el ca-fetal es tenido como un espacio mo-nofuncional, por lo que todo el terreno y el esfuerzo van dirigidos hacia el caf, se privilegia el trabajo asalariado.

    En esta concepcin actualmente se relativiza el carcter de negocio, ya que no est siendo redituable por el bajo precio y la cada de la produccin, pero no se transforma en lo fundamental. Los productores le apuestan al presti-gio que tiene la zona por sus caracters-ticas agroecolgicas, y suponen que por ello su producto no perder mercado

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    cuando otras zonas menos favorecidas dejen de producir caf. Esto es parte de un discurso que ahora se incorpora so-bre los cafs de especialidad, dado el de-sarrollo en los ltimos aos de la seg-mentacin de los mercados como parte del reordenamiento internacional.

    En la actualidad se reafirma el vncu-lo afectivo con los cafetales, permanece la visin monofuncional, salvo algunas excepciones en que los platanares exis-tentes en las fincas se aprovechan co-mo alimento cotidiano. La tierra sigue siendo considerada instrumento pro-ductivo. Ante el retiro de instituciones pblicas, los campesinos visualizan otra relacin con los funcionarios, me-nos paternalista y monetaria, ms tc-nica, solicitando capacitacin para inno-vaciones agrcolas.

    A este esquema lo llamo negocio po-tencial para enfatizar que aun cuando los productores aspiran a recibir utili-dades que les permitan reinvertir, eso no necesariamente ser factible en las condiciones actuales, y quiz tampoco si mejora el precio, ya que no es ese el nico factor que vulnera la posibilidad de que los cafeticultores, ubicados al fi-nal de la cadena productiva, se capita-licen. Aqu est ms definida la inten-cionalidad del caf como inversin.

    A su vez, el otro esquema conceptual el caf como mecanismo de ahorro se configur asumiendo al grano como un producto que estabiliza el consumo, proveyendo dinero para gastos cotidia-nos y eventuales de las familias, y con poca reinversin en innovaciones tc-nicas que permitan elevar la produc-cin; la tierra es vista como proveedora de alimentos e insumos (hojas, plantas

    medicinales, comestibles, etctera); el espacio de cultivo se percibe como un es-pacio multifuncional, donde el caf se asocia a rboles frutales, y los cafetales comparten terrenos de cultivo con pro-ductos bsicos (maz y frijol), y en algu-nos casos con caa.

    En este esquema actualmente se modifica tal percepcin del caf como un generador de dinero para cubrir gas-tos de consumo y eventuales, y se conci-be como un mecanismo de ahorro, tanto como pueden serlo los pollos y cerdos, para venderse en ocasiones especiales de mucho requerimiento. Ante el factor incertidumbre se asegura la produccin de alimentos bsicos, se reafirma el ca-rcter multifuncional de las fincas de caf, se reafirma el vnculo afectivo. Se intensifica el uso de la mano de obra familiar en los terrenos propios.

    Ante la instalacin en la zona de compradores e industrializadores for-neos poco dados a las relaciones perso-nalizadas, se reafirma el valor de las redes sociales locales y se modifica el destino de los escasos apoyos pbli-cos otorgados para el caf hacia el con-sumo; se configura un discurso am-bientalista acorde con las propuestas de la organizacin regional a la que pertenecen los productores, y til para buscar insertarse en nuevos nichos de mercado.

    A este tipo de concepcin la nombro caf como mecanismo de ahorro, para enfatizar que en las circunstancias actuales los campesinos estn modifi-cando la funcionalidad del cultivo; ste tuvo ms presencia en sus vidas a mediados del siglo xx, como producto comercial que generaba dinero parti-

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  • 44 Mara Teresa Ejea Mendoza

    cularmente en dos periodos del ao: enero-febrero (cosecha) y mayo-junio, cuando se elevaban los precios.19 Ahora pasa a ser un tipo de ahorro, lo convier-ten a pergamino20 casi todo y lo guardan para venderlo cuando requieran dinero; en menor medida es producto de auto-consumo, sin llegar a tener la importan-cia del maz en la dieta, se ha integrado al sistema de cultivo campesino.

    Las dos concepciones sealadas, el caf como ahorro o como negocio, se en-cuentran entre pequeos productores, con extensiones de tierra que no reba-san 10 hectreas. En cierta medida es-tn muy vinculadas a la capacidad pro-ductiva de cada grupo domstico y a la cantidad de tierra que se posee, pero tambin, y con mayor peso, a la tradi-cin reciente de diversificar cultivos o especializarse en el caf, al modo en que se organiza el trabajo y a una serie de recursos a los que se tiene acceso: re-cursos diversos dinero, trabajo, tie-rra para invertir en la finca, infraes-tructura para industrializar, contactos para comercializar en buenas condicio-nes; relaciones con personas clave, den-tro y fuera de la localidad, que brindan apoyos no slo para aspectos relativos al caf, sino tambin en otros mbitos productivos y actividades generadoras

    19 Esta elevacin de precios cada ao en esas fechas se explica porque en ese momento se sa-ba ya cul sera la tendencia de la cosecha en Brasil, misma que condicionaba, entre otros fac-tores, el precio internacional por su elevado vo-lumen de produccin.

    20 El caf en pergamino es el grano seco, ya procesado en una primera etapa, estado en el que perdura por muchos meses sin echarse a perder.

    de empleo recordemos que el caf, a nivel local, se organiza integrado a un sistema combinado de actividades pro-ductivas y generadoras de ingresos).

    Esquematizando un poco la situa-cin anterior, por un lado tenemos dos tipos de productores que consideran el caf negocio: a) aqullos cuya exten-sin de tierra dedicada al cultivo es de entre 2.5 y 6 hectreas; que hacen un manejo intensivo, lo que implica labo-res culturales21 y renovacin de cafeta-les con periodicidad, generando rendi-mientos relativamente altos en estos tiempos los rendimientos han decado para todos los casos; adems perga-minizan su caf y diversifican los cana-les de venta porque disponen de infra-estructura para industrializar y de relaciones con compradores varios. Contratan peones para que apoyen en la atencin de la parcela de caf y as pueden trabajar el dueo de la tierra y sus hijos en otras actividades que les generan ingresos mejores trabajo asalariado, por ejemplo. Estos pro-ductores ven al caf como negocio por-que en tiempos de buen precio les ha generado buenos ingresos, por eso lo siguen procurando.

    b) Los productores cuya extensin de tierra para el caf es poca, una o dos hectreas, que intentan efectuar las labores culturales necesarias para que los cafetales mantengan su rendimien-to y la productividad, aunque lo hacen en niveles ms bajos que los producto-res anteriormente descritos. Dedican

    21 En la jerga cafetalera, labores culturales se le llama a las actividades de cultivo como la poda, el deshierbe, el deshije.

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    al cafetal una parte de sus ingresos por otros empleos, teniendo acceso a em-pleos relativamente estables, aunque no muy calificados. Estos productores ven al caf como negocio potencial y por eso lo procuran, a sabiendas de que si repunta el precio, los cafetales cuida-dos rendirn mejores ingresos.

    Por otro lado, podemos caracterizar tambin dos tipos de productores que consideran el caf como ahorro: a) aqu-llos con poca tierra una o dos hect-reas, cuyos cafetales estn poco aten-didos y, por lo tanto, su produccin es baja; alquilan su fuerza de trabajo even-tualmente o por temporadas como jor-naleros agrcolas, peones en la construc-cin y los servicios, obteniendo por ello ingresos complementarios. Por lo regu-lar sus relaciones con el exterior son escasas y poco redituables, econmica-mente hablando. En estos casos el caf pergamino es ahorro porque se obtiene poco, para vender en situaciones extre-mas; el consumo familiar es escaso, pe-ro el conjunto de los gastos se sostiene con el ingreso del trabajo temporal.

    c) En zonas diversificadas tenemos productores con parcelas de dos a seis hectreas, que atienden sus cafetales en lo bsico, pues dedican mayor tiem-po y recursos a otras actividades agr-colas, tales como la caa y el maz. La productividad de sus cafetales no es alta, y los ingresos por la caa y la auto-suficiencia en maz permite a produc-tores negociar mejor la venta de su caf en pergamino. En estos casos el caf es ubicado como ahorro porque la caa y el maz son puntos de apoyo importan-tes, que amortiguan los vaivenes de la cafeticultura y le quitan peso.

    Las prcticas actuales de los pro-ductores se vinculan estrechamente a esos esquemas conceptuales. Por razo-nes de espacio ser difcil que abunde en las variaciones que presentan los estudios de caso dentro de cada locali-dad. Por ello, a continuacin, mencio-nar muy brevemente en un primer momento, los rasgos generales de cada uno de los casos, y en un segundo mo-mento har referencia a algunos aspec-tos de sus prcticas ms recurrentes, comparando ambas localidades.

    VII.

    En El Espinal, uno de los casos es el de una familia formada por dos hermanos solteros (hombre y mujer), de edad avanzada, que vive y mantiene los cafe-tales apoyndose especialmente en las solidaridades derivadas de la amistad, el parentesco y el compadrazgo, rela-ciones que han sido cultivadas a travs de los aos con especial talento. Eso les permite abastecerse de alimentos, apa-ratos electrnicos, les facilita el acceso a productos de las fincas (frutos, lea, hojas de maz) y a la infraestructura e insumos para el caf (plantas, trans-porte, despulpadora, patio de secado). Estos apoyos complementan el trabajo jornalero y permiten enfrentar la situa-cin crtica del caf sin abandonar la finca; se contrarresta la escasez de tierra para cultivar y la poca mano de obra.

    En otra familia, formada por un ma-trimonio de edad avanzada, un hijo y una hija solteros ya adultos adems dos hijas casadas y un hijo soltero, que viven aparte, las actividades agrcolas, caa y maz con trabajo familiar son

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    el centro de los ingresos y permiten cu-brir las necesidades cotidianas fami-liares y de la cafeticultura. La caa proporciona ingresos monetarios y el maz permite reducir gastos en alimen-tacin. Se contrata un pen en poca de corte. Los ingresos provenientes de es-tas fuentes se complementan con la pen-sin del ingenio azucarero y recursos pblicos crditos para caf y maz. Este ncleo aprovecha as la posesin de terrenos ejidales y las relaciones con las organizaciones locales de cafeticul-tores y caeros.

    El tercer caso es el de una familia formada por un matrimonio de edad avanzada con tres hijos solteros ade-ms de 2 hijos y una hija casados, que viven aparte, que tambin centra sus actividades en las labores agrcolas, ca-a y maz y las complementa con el jornaleo. Complementa ingresos con la aportacin de uno de los hijos que es me-cnico. Esta familia, con tierras ejidales y que obtiene pocos ingresos por recur-sos pblicos, aprovecha la mano de obra familiar para cubrir los gastos del caf y los gastos cotidianos de sus miembros. Slo se recurre a la contratacin de peo-nes cuando es poca de corte.

    El cuarto caso en El Espinal es el de un matrimonio joven y cuatro hijos, tres menores y un jovencito, en que el esposo recurre al trabajo asalariado. Las rela-ciones con la organizacin local y regio-nal de cafeticultores ha permitido ob-tener ese tipo de trabajos en el ramo de la agroindustria cafetalera. Los ingre-sos obtenidos por esa va se comple-mentan con el trabajo ajeno y poco sig-nificativo de uno de los hijos y gracias a la relacin de parentesco con un cafe-

    talero adinerado que apoya en los pe-riodos entre un trabajo y otro.

    otro caso es el de una familia for-mada por un matrimonio joven y tres hijos solteros, dos jvenes y un beb, cu-yos ingresos provienen del trabajo asa-lariado temporal del esposo y se com-plementan con la aportacin del hijo mayor, quien dej la preparatoria para trabajar. Este ncleo carece de una red de relaciones de parentesco y compa-drazgo.

    Por otra parte, si bien en San Marcos predominan los trabajos no agrcolas, excepto el caf, tambin observamos diversidad de opciones. Una familia formada por un matrimonio de edad avanzada, en la que los escasos recur-sos que se obtienen provienen slo del caf y se complementan con la ayuda eventual, en especie, de las dos hijas casadas que viven aparte. Esta familia se beneficia de la posesin de terrenos ejidales, suficientes para cubrir sus ne-cesidades y las de los cafetales.

    otro es el caso de una familia forma-da por un matrimonio de edad madura y una hija pequea, en el que las apor-taciones monetarias son de fuentes di-versas y constantes, aunque variables en monto: arriera el esposo, y comercio de abarrotes en pequeo la esposa. Es-tos recursos, suficientes para cubrir las necesidades familiares y de la cafeti-cultura, se complementan con la ayuda de un hijo profesionista, que reside apar-te. Con este ingreso se contrata un pen para los trabajos en la finca.

    otro caso es el de una familia forma-da por un matrimonio joven y una hija adolescente soltera, en la que se obtie-nen ingresos monetarios, adems del

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  • 47Caf y cultura productiva en una regin de Veracruz

    caf, de la asesora y diseo de plante-les (viveros) de caf. La esposa y la hija hacen tortillas para vender. Se revierte as la desventaja de poseer poca tierra.

    Un cuarto caso es el de una familia formada por un hombre viudo, una hija y los dos hijos pequeos de sta. Se re-curre al trabajo asalariado de la hija, que cubre buena parte de los gastos familiares y se complementa con su tra-bajo eventual en pequeo comercio. El cultivo de maz de autoconsumo es m-nimo pero ayuda. A veces contratan un peon para que se ocupe de la finca.

    Un ltimo caso es el de una familia formada por la madre anciana y dos hijos adultos, solteros, que se sostiene y sostiene los cafetales con los ingresos del trabajo de los hijos, uno veterinario, otro profesor, quienes contratan traba-jadores para el caf. VIII.

    La caracterizacin de las prcticas

    a) La finalidad del cultivo de caf. En am-bos casos, ante las condiciones actuales el cultivo de caf ms que encaminarse al incremento de las utilidades, se orien-ta al mantenimiento de los cafetales, aun-que implique ms gasto que ingresos; en el mejor de los casos en algunos ci-clos se ha aspirado slo a recuperar el gasto invertido. Si antes los cafetales subsidiaban el consumo y otras activi-dades productivas y sociales, hoy en da son los subsidiados.

    Los campesinos que tienen al caf como uno entre varios cultivos no ha-cen proyecciones, parecen sentirse ms seguros garantizando el alimento coti-

    diano y enfocndose a otros cultivos; regresan a la siembra de maz y el frijol en una porcin pequea de su tierra o pidindola prestada a algn conocido. En tanto el caf pasa a ser un mecanis-mo de ahorro, reducen la venta de caf en cereza y prefieren convertirlo a per-gamino, para as poder venderlo des-pus, cuando haya mayor urgencia de dinero, aunque no sea a buen precio.

    Por su parte, los productores que tienen al caf como negocio potencial, convencidos de que la crisis del precio es pasajera, continan invirtindole a los cafetales. Estos productores conti-nan vendiendo el caf en cereza22 ma-yoritariamente, es decir, recin cosecha-do, para recuperar pronto la inversin o lo poco que se pueda.

    b) Las prcticas de cultivo de caf. En El Espinal, a diferencia de San Marcos, muchas de las fincas estn en laderas de la serrana, implicando un trabajo ms arduo. Aqu predomina un ordena-miento de los cafetales ms tradicional: sombra de policultivo (con rboles que dan producto) y, por ende, menor densi-dad de cafetos por hectrea (entre 1 200 y 1 500), predominio de variedades tra-dicionales (criolla o typica principal-mente), escaso uso de herbicidas y dis-posicin para no usar fertilizante o usar desechos orgnicos.

    Sin embargo, aqu se detectan inno-vaciones tales como la introduccin de algunas variedades nuevas, sobre todo caturra, y de algunos rboles de sombra especializada, chalahuites principal-

    22 El caf en cereza no puede permanecer ms de un da sin ser industrializado, es decir, convertido a caf pergamino (grano ya seco).

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    mente; innovaciones stas promovidas por el Inmecaf desde los aos 1980. Es comn tambin el uso del azadn para efectuar las limpias, pero procurando no daar la raz de las plantas. 23

    Algunos de estos productores cono-cen los factores que dan calidad a su caf y el suyo se planta en zonas propicias para obtenerla y por lo regular apli-can tcnicas afines al cuidado medio-ambiental, aprovechando los recursos locales abono natural, desperdicios de la caa y tcnicas manuales ms que el uso de insumos que tienen que comprar.

    En San Marcos observamos que el ordenamiento de los cafetales refleja tcnicas encaminadas al rendimiento: predominan las variedades nuevas, el uso de fertilizantes y otros productos qumicos es muy frecuente, la sombra para los cafetos es especializada, es de-cir no da otro producto, la densidad co-mnmente es de entre 1 800 y 2 000 ma-tas por hectrea. La resiembra se realiza con plantas de vivero, y al predominar los terrenos planos se usa frecuente-mente el azadn para hacer las lim-pias. Por contar con terrenos planos, los trabajos en el cafetal se facilitan. Los productores de San Marcos no es-tn interesados en tcnicas de cuidado ambiental, pues consideran que deme-ritan la productividad.

    Aun cuando hay tecnificacin, no po-demos decir que en San Marcos esta-mos ante los cafetales ms tecnificados de la regin; stos pertenecen a los me-

    23 Tcnica sta que perjudica el suelo y las matas porque arranca las hierbas desde su raz, resecando el suelo y con el riesgo de lastimar la raz de la mata de caf.

    dianos y grandes productores, quienes realizan prcticas ms efectivas y so-fisticadas para obtener altos rendimien-tos: destierran matas jvenes cuando sospechan que no se van a desarrollar al mximo, derriban plantas cuando su productividad empieza a disminuir o siembran dos semillas juntas para opti-mizar espacio en el terreno.

    c) Manejo de los recursos (dinero, tra-bajo e insumos en especie). En El Espi-nal hay una preocupacin menor por adquirir dinero para cubrir todos los gastos que requiere el cafetal; sin em-bargo, reasignan algunos recursos pro-venientes de otras actividades agrco-las, ya sea en dinero o en especie: aplican el fertilizante que da el ingenio para la caa o usan desechos como abono.

    Aunque pareciera que necesaria-mente el mantenimiento de los cafeta-les requiere dinero, en El Espinal hay numerosos ejemplos de que no es as. Los productores campesinos buscan reducir los gastos monetarios y los sus-tituyen por trabajo e intercambio en especie, ya sea que pidan prestado o ha-gan trueque, prcticas stas de domi-nio comn en la localidad.

    Una estrategia de reduccin de gas-tos monetarios implica reducir o no apli- car fertilizantes qumicos y disminuir la contratacin de peones para labores culturales a lo largo del ciclo; intensifi-car la mano de obra familiar masculina en el cafetal como en otras activida-des y la mano de obra de mujeres, ni-os y ancianos en periodo de cosecha. Tambin se realizan simultneamente labores culturales que en mejores po-cas se solan realizar en momentos dis-tintos del ciclo por ejemplo, la limpia

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  • 49Caf y cultura productiva en una regin de Veracruz

    y la poda al mismo tiempo que la cose-cha; prescindir de la contratacin de transporte burro o camioneta para acarrear el caf desde la finca hacia la despulpadora o al centro de venta, car-gndolo ellos mismos. En algunos ca-sos se pide prestada la despulpadora y el patio de secado para convertir el caf cereza en pergamino, o se negocia un alquiler a precio especial.

    Todas estas tcticas no son comn-mente utilizadas en poblados como San Marcos, donde los productores prefie-ren solicitar crdito a algn prestamis-ta local que pedir prestada infraestruc-tura a conocidos o reducen las labores culturales que no juzgan importantes.

    En San Marcos los productores tie-nen una mayor preocupacin por con-seguir dinero para realizar las labores culturales, contratar quin les ayude y tener buena cosecha; suelen apostarle al trabajo asalariado en Coatepec, Xa-lapa o Veracruz. Estos productores han monetarizado con ms evidencia la ca-feticultura y con dificultad hacen arre-glos como los productores de El Espi-nal para evitar gastarlo, mejor se ocupan de conseguirlo. Necesitan el di-nero tambin para adquirir bienes de consumo bsicos, que hace tiempo des-plazaron de sus tierras y que pocos vuel-ven a sembrar: maz, frijol, chile y de-ms comestibles.

    d) Uso de crdito. En la regin, en ge-neral, la cafeticultura se ha asociado desde hace dcadas al fertilizante y otros insumos como herbicidas y plagui-cidas. El crdito se ha empleado en eso, tal como resea la literatura regional y lo confirman algunos informantes de mayor edad: en su carcter de adelan-

    to a cuenta de cosecha primero prove-na de los compradores e industriali-zadores y despus del Inmecaf y las subsecuentes instituciones pblicas.

    As, las matas de caf se acostum-braron al agroqumico y los pequeos productores se acostumbraron al di-nero externo;24 para obtenerlo, en los tiempos del Inmecaf tuvieron que in-troducir en sus cafetales algunas inno-vaciones tcnicas puestas como condi-cin por el Instituto.25

    En El Espinal, sin embargo, es poco comn que los productores identifi-quen que el crdito necesariamente de-be ser usado para aplicar a las labores de cultivo, a la compra de fertilizante o al trabajo contratado. Para esos produc-tores el crdito es un ingreso ms que se integra a un fondo comn para gas-tos diversos y as es como lo trabajan.

    Los productores de San Marcos, por el contrario, lo aplican al caf e incluso cuestionan a quienes no lo hacen. Asu-men que si el crdito se invierte en el caf, se recupera; es decir, se paga a quien lo prest, con dinero proveniente de la venta de caf.

    En El Espinal si la gente no tiene di-nero o crdito no pide prestado, no suele recurrir a prestamistas informales para obtener recursos para actividades

    24 La compra del fertilizante es el mecanis-mo por el cual los pequeos productores, ejida-tarios o pequeos propietarios desde que son cafeticultores han estado sujetos a los presta-mistas, a los usureros, a los industrializadores o a los funcionarios pblicos.

    25 El primer fertilizante qumico entr a la regin hacia 1940, importado de Alemania (Pon-ce, 1983: 74).

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    productivas; slo se recurre a ellos en casos urgentes, generalmente relacio-nados con cuestiones de salud o gastos imprevistos. Los productores prefieren no aplicar insumos cuando ello les cuesta dinero.

    En San Marcos, por el contrario, la solicitud de prstamos informales juega un papel importante y es considerado por los productores que lo piden como un recurso productivo ms. La comple-mentariedad de los ingresos familiares se sustenta en trabajos asalariados per-manentes o temporales, de los que se obtiene tambin dinero para aplicar a los cafetales y pagar los crditos infor-males en caso necesario, o para pagar el jornal de algn pen.

    e) El conocimiento emprico y cient-fico. Los productores de El Espinal ma-nifiestan un bagaje emprico ms que terico o formal. En sus conversaciones predomina la referencia a cmo los pa-ps y los abuelos trabajaban los cafeta-les, estos conocimientos se pasan de voz en voz, recuperando la experiencia concreta sobre los cafetales.

    En San Marcos los productores ma-nifiestan un conocimiento tcnico so-bre caf ms sofisticado que en El Es-pinal, hay inters por leer y participar en cursos donde se aprendan nuevas tcnicas y se resuelvan inquietudes. Es-to no elimina las conversaciones sobre las experiencias individuales, los atar-deceres despus de volver del campo, en la plaza del pueblo. En su discurso se expresa un bagaje emprico y teri-co, que un productor considera es pro-ducto de la curiosidad. No es extrao considerando que los sanmarqueos han estado expuestos a las enseanzas

    y a los experimentos de tcnicos e inves-tigadores universitarios, para quienes la zona ha sido un gran laboratorio, desde hace treinta aos.

    Hay adems una especie de especia-lizacin en torno al caf que no se obser-va en otros poblados de la regin, por lo que algunos productores, adems de tra-bajar sus parcelas, le trabajan a otros, son arrieros en poca de corte, instalan planteles y los supervisan.

    f) Las relaciones de sociabilidad. Al-gunos autores (Boege, 1988; Ruiz,1991) afirman que la cafeticultura, en tanto cultivo comercial, introduce el predo-minio de relaciones monetarizadas, el trabajo asalariado por sobre la ayuda mutua, y la organizacin familiar nu-clear ms que la extensa.

    Si bien es cierto que en la regin Xa-lapa-Coatepec predomina la organiza-cin del trabajo en torno a la familia nuclear, sobre todo en poblados como San Marcos, la familia extensa no pier-de del todo sentido como punto de apo-yo econmico y social, ms an en si-tios como El Espinal, donde con mayor frecuencia los hijos viven en vecindad con los paps, facilitando los apoyos mutuos. Aqu encontramos que en la poca crtica la red de relaciones fami-liares, de amistad y de vecindad juega un papel importante en los prstamos, obsequios, ayudas e intercambios en es-pecie, para allegarse as recursos no s-lo monetarios y no slo para aplicar al caf, sino para todo lo que se ofrezca.

    Quiz Janis Alcorn (1993: 340) est en lo correcto cuando, en un estudio so-bre el uso de recursos entre quienes llama campesinos tradicionales del trpico, destaca el propsito social, ms

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  • 51Caf y cultura productiva en una regin de Veracruz

    que econmico, que subyace a la pro-duccin agrcola, donde lo importante es el vnculo de sociabilidad, dado que puede traer beneficios no econmicos.

    En los poblados como San Marcos los lazos vecinales y familiares no tie-nen mucho peso en el desarrollo de la actividad cafetalera, ni siquiera como recurso frente a la situacin negativa del caf; sin embargo, se manifiestan en otros mbitos, por ejemplo para con-seguir empleo en otros lugares de la re-gin y del pas.

    En ambos casos, las relaciones de so-ciabilidad se extienden ms all de los parientes cercanos y los vecinos, hacia las relaciones construidas entre produc-tores y compradores de caf, sean in-dustrializadores tambin o slo in-termediarios, funcionarios, tcnicos de instituciones pblicas. Estas relaciones no han sido meramente comerciales a lo largo de la historia, tambin han sido de apoyo financiero para la produccin, monetario para emergencias y enfer-medades, de amistad, de compadrazgo y de clientelismo, segn el caso; es decir, han sido sociales y polticas.

    En la actualidad esos lazos se han desdibujado, aunque no del todo, con la llegada a la zona de nuevos comprado-res y empleados de filiales de trasna-cionales, con quienes los productores no tienen vnculos aejos o de carcter personalizado. Es comn que los recin llegados traigan consigo otras reglas del juego, poco flexibles y condiciones de compra ms rigurosamente comercia-les. Los productores intentan acomo-darse a estas nuevas reglas y/o en lo posible se apegan a los compradores tradicionales, aunque paguen menos

    por el caf. Con los funcionarios y tc-nicos del gobierno estatal es ms proba-ble mantener los lazos de antao, pues aunque disminuyen los apoyos, la rela-cin sigue siendo personalizada.

    g) Conceptos nuevos compartidos. En ambos casos se estn incorporando al lenguaje de los productores trminos antes no usados, vinculados a nichos de mercado, surgidos de las nuevas ten-dencias en la cafeticultura mundial y llegados a los pueblos va la organiza-cin regional de mayor presencia, los productores medianos, las instituciones pblicas y en menor medida los empre-sarios: caf orgnico, lombricomposta, prcticas ecolgicas, caf de especiali-dad. Al apropirselos, los productores incorporan novedades en sus modos de pensar y de trabajar el caf.

    En El Espinal es ms comn escu-char hablar de prcticas ecolgicas y cuidado del medio ambiente, que alu-den en cierta medida a prcticas y con-cepciones similares a las tradicionales, pero enmarcados en un discurso am-bientalista.

    En San Marcos ha tenido ms acep-tacin el discurso sobre los cafs de espe-cialidad, que alude a los cafs de calidad, los que no exigen renunciar a prcticas de cultivo intensivo, ni ausencia de qu-micos, pero s restringen el uso de varie-dades rendidoras, de poca calidad.

    No podemos decir, entonces, que unos u otros productores estn ms dispues-tos a experimentar el cambio, sino que ambos lo estn en la medida en que es compatible con su concepcin sobre la cafeticultura.

    h) Separacin de espacios. Algunos autores han planteado como rasgo de

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    las sociedades modernas, y en contras-te con las tradicionales, la separacin de los espacios: el econmico produce su propio entorno, el poltico el suyo, el cultural el suyo (olvera et al., 1997: 156). En la concepcin y prctica de los cafeticultores de San Marcos hay sea-les ms claras de que algo as se est configurando.

    Por ejemplo, en una de las asam-bleas regionales en la que los producto-res discutan cmo pagaran el crdi- to de Banrural, pues se acercaba la fecha de vencimiento, el desacuerdo se centr en dos posturas: a una se adhe-ran los productores de San Marcos, quienes opinaban que no haba que pa-gar el crdito porque se les dio para aplicarlo al cafetal y si el cafetal no ge-ner ingresos, no se poda pagar. A la otra postura se adheran los producto-res de El Espinal, quienes coincidan en que haba penuria, pero opinaban que deban pagar el crdito con dinero proveniente de otras fuentes.

    Si nos detenemos en el modo en que manejan el gasto y los recursos las fa-milias de El Espinal, detectamos que todo ingreso, incluyendo el crdito de Banrural, pasa a integrar una bolsa co-mn, de la cual se va sacando segn los gastos. En San Marcos es ms comn encontrar que se etiquetan los recur-sos, que se separan los recursos produc-tivos de los de consumo; si bien tam-bin se hace un manejo combinado como estrategia en casos apremiantes, es co-mn asumir la distincin.

    Tambin podemos hablar de separa-cin del productor respecto del proceso de trabajo, al distanciarse de aplicar la mano de obra familiar a la parcela con-

    tratar peones y al especializarse en el cultivo y no intervenir en la industria-lizacin.

    IX.

    Estas concepciones y prcticas conlle-van diferencias en la relacin con el resto de la cadena productiva. Aun cuan-do para unos y otros productores se difi-culta la venta del caf a buen precio, los de San Marcos tienen ms opciones porque la gama de compradores que llega al poblado es ms amplia.

    En ambos poblados, como en toda la regin, independientemente del peso relativo que la cafeticultura ocupa en la unidad familiar, la gente se guarda un poco de caf para el gasto cotidia-no, pero suele ser el de menor calidad porque el caf sigue siendo valioso como producto que genera dinero, ms que como bien de consumo. Incluso las familias son muy dadas a beber caf comprado en sobres, de marcas regio-nales y nacionales, de dudosa calidad, sobre todo las que no industrializan el suyo, es decir, que no lo transforman a caf pergamino. La mayor parte del caf que se produce en los pueblos sale a los centros de industrializacin en la regin y se consume fuera de ella,26

    26 El estudio de Pia y Tllez muestra que la poblacin de Xalapa consume poco el caf de la zona, comparado con el de marcas transnacio-nales Pia y Tllez, 2003). Una poca cantidad empieza a comercializarse en los pueblos y el de San Marcos tiene una salida va Xico, al ser ste centro turstico de la regin. No es raro encon-trar que los productores no saben cul es el lu-gar de destino del caf que producen.

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    en otras ciudades y en Estados Unidos, principalmente.

    En la actualidad, en el mercado in-ternacional, las compaas que contro-lan la comercializacin y la industriali-zacin, en parte, tienen como estrategia la diversificacin de los productos que se ofrecen a los consumidores finales, para as competir por los mercados de consumo. Se topan con una disminucin del consumo en la rama alimentaria en general y con consumidores que gustan de una oferta cada vez ms variada de productos. Los mercados se estn seg-mentando27 y se estn creando nuevos nichos de mercado (Renard, 1999: 57) Los consumidores interesados por las cualidades ecolgicas y contextuales del grano constituyen todava peque-os nichos en Mxico y en el mundo.28

    Ante tal configuracin, los produc-tores de Xalapa-Coatepec tienen como opcin encaminar sus esfuerzos produc-tivos y organizativos para posicionarse en alguno de estos mercados. Para am-bos casos podra ser opcin el de cafs especiales, el de cafs ecolgicos, que no orgnico, o el de cafs solidarios. Quiz el de cafs especiales gourmet o deno-minacin de origen sea ms accesible a los productores de San Marcos, pero

    27 Segmentos diferenciados por grupos so-ciales, de edad, de mbitos geogrficos, en un contexto en que coexiste el consumo masivo y el de elite.

    28 Para la mayora de los consumidores ur-banos el caf juega un papel diferente que para los productores. Su concepto de caf no est liga-do con lo que sucede en el contexto en que se produce (econmico, social), sino con el disfrute, la satisfaccin, la convivencia, el despertar cada maana (vinco, 2005).

    tendran que enfocarse, entre otras co-sas a regresar a las variedades tradi-cionales, ya que son las cotizadas para cafs gourmet.

    Para los productores de El Espinal sera ms accesible el mercado de cafs ecolgicos y solidarios; en ambos casos tendran que redoblar el trabajo sobre sus cafetales, pues tales mercados tam-bin requieren calidad. Ambos nichos tienen su propia lgica y son todava mercados reducidos comparados con el mercado de caf convencional.

    X.

    Detenernos en la cultura productiva nos permite reconocer que la regin no es un ente homogneo; que por lo tanto ser ms fructfero aproximarnos a los procesos que all se gestan si conside-ramos su heterogeneidad y, en el caso del caf y los productores campesinos, si consideramos la influencia de los pro-cesos locales y de la organizacin del trabajo desde su posicin de pequeos productores, ubicados al final en un ex-tremo de la cadena productiva. La re-gin Xalapa-Coatepec nos ubica ante dos modalidades, en las que se puede reconocer que el caf funge en algunos poblados como vehculo de una incorpo-racin temprana y de mayor intensidad a las pautas de produccin moderna, capitalista en particular; pero en otros poblados, en contraste, funge como ve-hculo de una incorporacin ms tarda y relajada de esas pautas.

    Sin embargo, en ningn caso los pro-ductores dejan de ser campesinos. No podemos pensarlos como colectivida-des homogneas, ni dejar de considerar

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    la variedad de contextos por los que se desplazan, ni como depositarias exclu-sivas de la tradicin (Kearney, 1996).

    Ni una ni otra modalidad cambia la posicin de subordinacin de los pro-ductores en pequeo respecto a la di-nmica econmica y social global. Am-bos la comparten. Lo que permite el esquema diversificado, la relacin es-trecha con el producto a travs del trabajo familiar y una fase de la indus-trializacin y la recurrencia a redes sociales es que los productores y sus familias sean menos vulnerables en tiempos crticos. Sin embargo, stos no tendrn la potencialidad de los produc-tores especializados, con cafetos aten-didos, para generar mayores ingresos posteriormente. Estos ltimos se inser-tarn con ms facilidad en los nuevos segmentos de mercado, que podran ser la va para recuperar el nivel de in-gresos.

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