BUENOS SUELOS Y SUELOS “VÍRGENES” EN EXTINCIÓN · ocasiona, a su vez, procesos degradativos...

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BUENOS SUELOS Y SUELOS “VÍRGENES” EN EXTINCIÓN Febles González JM, Moura Brasil N*; Balbín Arias MI**; Neira Seijo X*** , Pérez López Y**** Doctor en Ciencias. Universidad Agraria de La Habana (UNAH): C/ Jamaica – Tapaste km 2 1/2 San José de Las Lajas. La Habana. Cuba. E-mail: [email protected] * Universidad Federal Rural de Río Janeiro (UFRRJ), Brasil [email protected] ** Universidad Agraria de La Habana (UNAH) [email protected] ** Departamento de Enxeñaría Agroforestal de la Universidad de Santiago de Compostela; xan,[email protected] ****Universidad Agraria de La Habana (UNAH) [email protected] RESUMEN Un elevado porcentaje del fondo de suelos de la República de Cuba, se encuentran afectados por procesos de carácter natural o antrópico con una marcada preponderancia de los segundos, que han conducido a que los procesos erosivos afecten más de 2,5 millones de hectáreas. Sin embargo, aún existen espacios con una diversidad biológica funcional al amparo de una vegetación que ha permanecido prácticamente “virgen”. En estas condiciones la remoción de las fracciones del suelo es prácticamente nula, positiva o muy lenta, con predominio de la pedogénesis y mantenimiento de las propiedades del suelo. El comportamiento de la materia orgánica en estos ambientes pocos perturbados o cuasi vírgenes es el indicador edáfico por excelencia para medir la sostenibilidad de los agroecosistemas. Palabras claves: Suelos vírgenes, erosión, materia orgánica. ANTECEDENTES Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de California, en Berkeley, algunos suelos, como ciertos animales y plantas, están empezando a escasear, y amenazan con “extinguirse”. La agricultura y la edificación urbana los está eliminado de forma acelerada. En algunas regiones agrícolas, hasta el 80 por ciento de los suelos eran considerados como “raros”. Ahora, esta cifra se ha reducido a menos de la mitad de su extensión original, o lo que es lo mismo, más de la mitad del suelo ha sido convertido para su uso agrícola o urbano (Amundson, 2003). Durante los dos últimos siglos el hombre ha reconfigurado el paisaje hasta hacerlo irreconocible respecto a su estado natural. Esto es cierto en muchas partes del mundo. Pero, ¿por qué preocuparnos por los suelos vírgenes? Actuando como los cimientos de los ecosistemas terrestres, los suelos poseen una conexión íntima con las plantas y los animales que soportan. Las plantas raras se han desarrollado en suelos raros, como aquellos en los que son escasos en nutrientes o altos en acidez. Cuando estos suelos desaparecen, también lo hacen las plantas que vivían en ellos y que no encontraremos en otros ambientes. Esencialmente, puede afirmarse que la diversidad de suelos está conectada a la diversidad biológica. Cuando se labra un suelo, cambiamos su biogeoquímica, estimulando a los microorganismos a metabolizar rápidamente la materia orgánica que contiene. Las plantas y animales que dependen de este alimento, se ven afectados. Un suelo cultivado es como un animal que ha sido

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BUENOS SUELOS Y SUELOS “VÍRGENES” EN EXTINCIÓN

Febles González JM, Moura Brasil N*; Balbín Arias MI**; Neira Seijo X*** , Pérez López Y****

Doctor en Ciencias. Universidad Agraria de La Habana (UNAH): C/ Jamaica – Tapaste km 21/2 San José de Las Lajas. La Habana. Cuba. E-mail: [email protected]* Universidad Federal Rural de Río Janeiro (UFRRJ), Brasil [email protected]** Universidad Agraria de La Habana (UNAH) [email protected]** Departamento de Enxeñaría Agroforestal de la Universidad de Santiago de Compostela; xan,[email protected]****Universidad Agraria de La Habana (UNAH) [email protected] RESUMEN Un elevado porcentaje del fondo de suelos de la República de Cuba, se encuentran afectados por procesos de carácter natural o antrópico con una marcada preponderancia de los segundos, que han conducido a que los procesos erosivos afecten más de 2,5 millones de hectáreas. Sin embargo, aún existen espacios con una diversidad biológica funcional al amparo de una vegetación que ha permanecido prácticamente “virgen”. En estas condiciones la remoción de las fracciones del suelo es prácticamente nula, positiva o muy lenta, con predominio de la pedogénesis y mantenimiento de las propiedades del suelo. El comportamiento de la materia orgánica en estos ambientes pocos perturbados o cuasi vírgenes es el indicador edáfico por excelencia para medir la sostenibilidad de los agroecosistemas. Palabras claves: Suelos vírgenes, erosión, materia orgánica. ANTECEDENTES Según un estudio llevado a cabo en la Universidad de California, en Berkeley, algunos suelos, como ciertos animales y plantas, están empezando a escasear, y amenazan con “extinguirse”. La agricultura y la edificación urbana los está eliminado de forma acelerada. En algunas regiones agrícolas, hasta el 80 por ciento de los suelos eran considerados como “raros”. Ahora, esta cifra se ha reducido a menos de la mitad de su extensión original, o lo que es lo mismo, más de la mitad del suelo ha sido convertido para su uso agrícola o urbano (Amundson, 2003). Durante los dos últimos siglos el hombre ha reconfigurado el paisaje hasta hacerlo irreconocible respecto a su estado natural. Esto es cierto en muchas partes del mundo. Pero, ¿por qué preocuparnos por los suelos vírgenes? Actuando como los cimientos de los ecosistemas terrestres, los suelos poseen una conexión íntima con las plantas y los animales que soportan. Las plantas raras se han desarrollado en suelos raros, como aquellos en los que son escasos en nutrientes o altos en acidez. Cuando estos suelos desaparecen, también lo hacen las plantas que vivían en ellos y que no encontraremos en otros ambientes. Esencialmente, puede afirmarse que la diversidad de suelos está conectada a la diversidad biológica. Cuando se labra un suelo, cambiamos su biogeoquímica, estimulando a los microorganismos a metabolizar rápidamente la materia orgánica que contiene. Las plantas y animales que dependen de este alimento, se ven afectados. Un suelo cultivado es como un animal que ha sido

 

domesticado. Se parece al original salvaje, pero sus características han sufrido cambios enormes y profundos. El proceso de excavación de los suelos también produce dióxido de carbono, lo que contribuye a la acumulación de gases invernadero en la atmósfera. Tengamos en cuenta que el suelo posee más carbono en forma de materia orgánica que todas las plantas del mundo juntas. Los activistas ya han iniciado campañas para preservar suelos vírgenes en peligro. Algunos podrían contener vida microbiana cuyos beneficios son desconocidos hoy en día. La mayoría de los suelos de desarrollaron a lo largo de miles o millones de años. En cambio, podemos destruirlos en unas pocas horas. Es necesario preservarlos para las futuras generaciones. El paisaje, de acuerdo con Mateo (2002); Barranco (2003) y Machín (2004) entre otros, es un sistema natural constituido a su vez por subsistemas de naturaleza geológica, geomorfológica, climática, edáfica y por organismos (Figura 1). La interacción entre estos subsistemas a través del tiempo normalmente tiende a mantener en el paisaje una dinámica de equilibrio metaestable mediante el intercambio de materia y energía.

Figura 1. La biostasia es una situación de equilibrio entre el suelo, el clima y la vegetación que dificulta los procesos de transporte de los materiales. Sin embargo, dicho equilibrio puede ser roto por la eventual acción de fenómenos naturales. Por ejemplo, durante un evento catastrófico como es el caso de huracanes de gran intensidad los materiales emitidos, al adicionarse al paisaje, pueden influir en diferentes grados sobre el equilibrio dinámico de sus subsistemas. Esto, según Tricart y Kiewietdejonge (1992) y Geissert (2003), de modo frecuente, provoca la ruptura de su esquema de funcionamiento termodinámico, lo cual, en consecuencia, aumenta la probabilidad de inestabilidad de todo el ecosistema (Figura 2)

 

Figura 2. En rexistasia (de rhexein, romper) la cubierta protectora vegetal es reducida o eliminada como resultado de un clima más seco. La intensidad de las lluvias se hace más alta y los suelos no contribuyen más con componentes minerales que caracteriza la biostasia. A: Lomo de elefantes y B: Paisaje de cárcavas A partir de ese momento, los procesos exógenos, como la erosión y la acumulación, también experimentan cambios dinámicos. Lo anterior debido, entre otras causas, a la formación, de nuevas pendientes, drenajes y geoformas, así como a diferencias en la consolidación de los materiales recientemente acumulados (Rougerie y Beroutchatchvili, 1991). Todo ello ocasiona, a su vez, procesos degradativos del paisaje (Lugo, 1991). El relieve, suelo y vegetación son los indicadores ecológicos que reaccionan de forma más inmediata a estos nuevos cambios en flujos de materia y energía. Dichos cambios siempre alteran, en menor o mayor grado, su morfodinámica y evolución, llegando en ocasiones a destruirlos total o parcialmente (Reyes y Díaz, 2003). Sin embargo, desde un punto de vista edafológico, estos eventos catastróficos también son potencialmente el punto de partida de la formación de un nuevo suelo, o al menos, de nuevos horizontes del suelo (Tiempo Cero) dentro de una columna pedoestratigráfica Como afirmara el sabio ruso Vasili Vasilevich Dokuchaev (1846 – 1903), los suelos son el “espejo del paisaje”, la epidermis de nuestro planeta, constituyen un importante componente del medio biofísico, ya que conservan una importante información (suelo - memoria) o una especie de "archivo" de los procesos naturales (y también de los antrópicos acelerados o desencadenados por el hombre mismo), acontecidos a lo largo del tiempo en un determinado espacio. Los efectos del hombre sobre el suelo son numerosos, desde su modificación por el manejo agrícola hasta la transformación completa del edafopaisaje (Amundsen y Jenny ,1991). Para reconocer las características de cualquier territorio, es necesario estudiar su evolución y su paleogeografía (Ortega y Zhuravliova, 1983). Todos los geosistemas naturales, son categorías históricas, que llevan las huellas del pasado, y se continúan desarrollando frecuentemente de acuerdo con las señales que fueron impresas en tiempos remotos. De esta forma, los estados actuales y futuros de los paisajes, en mayor o menor grado, se determinan por los cambios del pasado.

 

El estudio de la evolución de los paisajes, es de tal forma la base del pronóstico geoecológico, es en general determinada por factores externos, tales como las transgresiones, movimientos tectónicos, cambios en la energía solar, aunque también hay participación del autodesarrollo (Riabshikov, 1972; Aleksandrova y Preobrazhenskii, 1982). Con base en lo anterior, los estudios paleoedafológicos resultan un apoyo valioso para reconocer los diferentes períodos de estabilidad e inestabilidad del paisaje (Jaimez, (2008). Este reconocimiento se basa en el análisis cualitativo y cuantitativo de los tipos de suelos y horizontes que se formaron, de los procesos que tuvieron lugar, así como del grado de evolución que alcanzaron. El presente trabajo pretende realizar un análisis de la importancia que poseen los paisajes poco perturbados para la formación buenos suelos y suelos “vírgenes” en extinción, tomando la materia orgánica como indicador edáfico para caracterizar su sostenibilidad. Paisaje - agricultura – suelos un drama evolutivo En el presente trabajo se entiende el paisaje (Fig. 3) como un área de la superficie terrestre de cualquier dimensión, en cuyos límites los diferentes componentes naturales (la estructura geológica incluyendo la litología, el relieve, las masas de aire atmosférico, el clima, las aguas, los suelos, la vegetación y el mundo animal), tanto en estado natural, como modificados y transformados por la actividad humana, se encuentran en estrecha interacción formando un sistema integrado (Timashev, 1999). La agricultura no deja de ser una intervención en el medio natural que produce una simplificación espacio - temporal de las comunidades existentes produciendo un impacto en el medio, que en mayor o menor medida, afecta directamente a la biodiversidad funcional original. Por ello es indudable que la agricultura tiene una gran influencia sobre esta.

Figura 3 Ecosistema natural simplificado en el que el suelo actúa como un sistema abierto de energía, pero cerrado para los procesos y materiales, lo que hace del manejo de éstos últimos, el principal problema de una gestión sustentable.

 

Se dispone con poca información acerca del grado de deterioro de las comunidades naturales que pudieron haber tenido lugar en Cuba prehispánica, antes de la conquista europea. No obstante cuando los españoles arribaron a la mayor de las Antillas, más de 50 % del territorio estaba cubierto de bosques, en lo fundamental con especies de alto valor económico, pero se fue destruyendo paulatinamente por el incremento de la frontera agrícola, la utilización del recurso forestal como combustible, el uso irracional de los productos forestales y la carencia de una política forestal que preservara y conservara los bosques, lo cual trajo como consecuencia la disminución acelerada de las áreas forestales y por ello, en 1959, sólo quedaba 13,4 % del área total cubierta de bosques, degradados y carentes de especies valiosas. Espacios articulados mediante una red de ciudades relativamente pequeñas y poblados, situados tanto en el centro del territorio como en las “salidas” marítimas, se diseñaban en un estilo que guardaban en lo fundamental la herencia cultural española, y que tenían un carácter segregado. Poblaciones campesinas dispersas, agrupadas en “bohíos” de material rústico propio del lugar, aseguraban la subsistencia de esa población, y garantizaban el funcionamiento de los ejes urbanos. Los bateyes, poblados situados en las inmediaciones de las fábricas de azúcar, formaban el resto de la organización espacial, en la que predominaba un estilo muchas veces de influencia norteamericana. La sabanización en países como Cuba resulta un proceso bastante generalizado (Hernández, 2009 et. al.). Al ocurrir la tala y desmonte de los bosques, con el objetivo de la explotación maderera y el establecimiento de cultivos agrícolas, se provocó la denudación de una parte de la cubierta vegetal. Esto determinó un rejuvenecimiento de los suelos y pérdidas de sus reservas de materia orgánica y nutrientes; lo que sin duda influyó en el decrecimiento del rendimiento de los cultivos que se habían establecido y en el abandono posterior de estas tierras. Como consecuencia, comenzó a predominar una vegetación característica de sabana secundaria, que tuvo su origen por la conjugación de un clima cálido de humedad alternante, con factores topográficos y edáficos (Hernández et al., 2006). Las tierras periféricas, situadas en las llanuras erosivas, colinas y las montañas, fueron ocupadas por usos diversos: pastos, tabaco y café. Predominaban allí poblados pequeños o una altamente diseminada población dispersa. Las montañas habían sido en lo fundamental los últimos vestigios de la “frontera agrícola”. Una población campesina desalojada por la apropiación latifundista, había implementado un complejo mosaico de cultivos de subsistencia y plantaciones cafetaleras (Pizano, 2000; Rossler, 2000) De acuerdo con Mateo (2002), en dicho modelo de desarrollo, cada zona o país se entendía como abastecedor de algún producto natural, implantándose un esquema de monocultivo y monomercado, con una marcada centralización del poder político y económico, funcionando con una elevada entropía (elevados niveles de desorden ambiental y social) y una marginación de enormes áreas. Dicho patrón continuó su desenvolvimiento en los primeros 60 años de vida republicana. En 1958, prácticamente el 40 % de las mejores tierras se

 

dedicaban a la caña de azúcar, y un 30 % a pastizales extensivos y poco productivos. A medida que la especie humana se desarrolla y crecen las ciudades y la superficie cultivada, se desarrollan procesos que tienden a ser acumulativos, en este contexto, los paisajes actuales o contemporáneos, representan un sistema espacial o territorial, compuesto por elementos naturales y antropo - tecnogénicos condicionados socialmente, los cuales modifican o transforman las propiedades de los espacios naturales originales (Passos, 2000). Entre los principales procesos geomórficos actuantes en los espacios rurales de Cuba (Lamadrid y Horta, 1990), se puede considerar el intemperismo (o meteorización), la denudación (que incluye a la erosión en sus diferentes modalidades) y la acumulación (o sedimentación) entre los más relevantes. Así por ejemplo, los límites de estructuras geológicas o de determinada actividad tectónica, propician un tipo específico e intensidad de la erosión fluvial, mientras que la meteorización y la posterior erosión, llegan a modificar drásticamente a las formas del relieve (Fig. 4)

Figura. 4: Esquema simplificado de interacción de los procesos endógenos y exógenos. Desde el bloque elevado, producto de las fuerzas endógenas (1), el relieve va transitando por diferentes etapas del modelado escultural (2 y 3), hasta conformar un relieve predominantemente llano, producto de los procesos exógenos (4). Sin embargo, hoy se estudian numerosas implicaciones geomorfológicas que pueden conducir a la modificación parcial o total del medio ambiente o propiciar transformaciones de gran magnitud y velocidad, casi siempre irreversibles; que sin embargo no resultaban evidentes con anterioridad (Lamadrid y Horta, op.cit.) Los llamados factores de formación actúan sobre la materia mineral y orgánica que componen los suelos transformándolos, cambiando sus propiedades y características. Cuando el clima cambia, cambian al unísono el resto de los factores de formación de él dependientes (Fedoroff, 1986). Asimismo no es posible considerar a los suelos como el resultado de un clima invariable, la mayor parte de los suelos han transitado bajo climas diferentes por lo que deben considerarse como polifásicos; especialmente en el trópico, donde la mayor parte desde el Plioceno han experimentado repetidos ciclos climáticos, concordantes con los períodos glacial - interglaciares de las altas latitudes (Ortega, 2009).

 

Desde el punto de vista evolutivo, la interacción de los factores y procesos de formación generaron las características genéticas de 14 Agrupamientos de suelos, en los cuales se agrupan en 33 tipos y 162 subtipos (Tabla 1), con una variada gama de género o constituyentes químico – mineralógicos procedentes de las rocas formadoras (Instituto de Suelos, 1999). Tabla 1 Distribución de los suelos en Cuba (miles de hectáreas)

Provincias Alíticos Ferríticos Ferralíticos Ferrálicos Fersialíticos Pardo sialíticos

Cuba 557,4 174,2 1 461,2 35,8 1 008,0 2 355,8 Pinar del Río 187,0 2,7 60,4 -- 96,4 60,1 La Habana 4,8 0,1 198,5 5,1 26,5 108,4 Matanzas 15,8 0,4 407,1 10,4 27,7 78,6 Villa Clara 26,0 1,9 117,6 3,0 118,5 249,4 Cienfuegos 21,3 -- 91,5 2,3 43,1 154,7 Sancti Spíritus 29,6 -- 37,8 1,0 61,4 257,1 Ciego de Ávila 23,2 -- 214,5 5,5 50,1 66,8 Camagüey 136,6 60,3 95,8 2,5 109,4 372,3 Las Tunas 5,8 -- 86,3 2,2 104,3 174,7 Holguín -- 84,9 3,1 -- 228,3 225,8 Granma 1,0 -- 24,4 0,6 59,3 70,8 Santiago de Cuba

7,7 -- 42,1 1,1 35,6 285,7

Guantánamo 28,8 23,9 80,0 2,1 47,4 251,3 Isla de la Juventud

69,8 -- 2,1 -- -- 0,1

Provincias Húmico sialíticos

Vertisol Hidromórfico Halomórfico Fluvisol Histosol Poco evolucionados

Cuba 627,1 694,9 664,4 56,7 444,8 18,8 626,6 Pinar del Río 84,3 0,7 103,5 -- 81,2 -- 255,0 La Habana 43,7 14,1 23,4 -- 12,4 -- 8,8 Matanzas 150,9 12,5 31,8 -- 3,0 14,7 -- Villa Clara 42,4 26,7 83,0 15,4 39,7 3,4 22,1 Cienfuegos 35,4 17,9 2,8 -- 8,9 -- 14,3 Sancti Spíritus

6,5 59,6 49,8 9,9 26,9 -- 23,0

Ciego de Ávila

42,8 70,0 16,1 0,4 15,2 -- 3,4

Camagüey 50,7 137,0 73,8 12,0 31,3 -- 26,3 Las Tunas 28,1 50,9 92,1 17,3 10,6 0,7 18,3 Holguín 94,5 53,7 155,4 0,2 16,9 -- -- Granma 7,0 228,0 20,2 -- 143,6 -- -- Santiago de Cuba

39,6 23,8 1,1 -- 19,1 -- 133,5--

Guantánamo 1,2 -- -- 1,5 32,9 -- 104,6 Isla de la Juventud

-- -- 11,4 -- 3,1 -- 17,5

Fuente: Instituto de Suelos. Mapa 1: 25 000 Clasificación Genética de los Suelos de Cuba, 1999

Como ha sido indicado en Cuba no se conservó prácticamente la vegetación natural, lo que según el Académico I.P. Guerasimov (1972), provocó transformaciones radicales en las condiciones de formación de los suelos, al punto de considerar que en la superficie contemporánea verdaderamente lo que dominan son las cortezas intemperismo primarias y secundarias, dominando en las “raíces” de tales cortezas, los suelos poco profundos contemporáneos.

 

Tabla 2. Clasificación de las cortezas de intemperismo asociadas a la composición mineralógica del material pétreo subyacente (Guerasimov, 1972, modificado por Febles, 1988)

Tipo de corteza intemperismo

Características morfólogo - genética

Cuarzoso – alítico – férricas Se forman sobre las rocas cristalinas ácidas del tipo granitos, gneises, dioritas cuarcíferas, micacitas, arcosas. Para este tipo de corteza se puede utilizar el nombre de rojo amarillento cuarzoso multicolor, o tierra multicolor cuarzosa.

Caolinito – alítico – férricas Se forman en los esquistos o filitas arcillosos metamórficos. Este tipo de corteza se puede llamar rojo amarillenta multicolor o tierra multicolor.

Zeolíticas Se originan sobre las rocas efusivas de quimismo básico: basaltos, porfiritas, andesitas y diabasas. Se puede denominar este tipo de corteza de intemperismo como roja y emplear la denominación tradicional de tierra roja.

Férrico – zeolíticas

Terra – rossa

Se forman sobre rocas ultra básicas del tipo peridotitas, piroxenitas, gabros y serpentinitas. Este tipo de corteza se puede llamar rojo - ferrítica o tierras rojas férricas.

Para la corteza de intemperismo de las rocas carbonatadas cristalizadas (mármoles)

Es de significar, que en esta clasificación no están destacados los tipos de transición o mezclas que existen entre los diversos tipos de cortezas de intemperismo, las cuales a su vez Guerasimov (op.cit.), subdividió las derivadas a partir de rocas sedimentarias denominándolas como secundarias o para – cortezas, a diferencia de las cortezas de intemperismo primarias u orto – cortezas derivadas de rocas cristalizadas (rocas ígneas y metamórficas). Las áreas con cortezas de intemperismo bien desarrolladas son relativamente pequeñas. La diferenciación neotectónica posterior al Eoceno y particularmente en el Cuaternario ha provocado el rejuvenecimiento del relieve que motivaron su traslado y redepositación en nuevos ambientes. La redepositación total solo es posible en medio local en las áreas cercanas, como son los depósitos coluviales que limitan el nivel de planación donde se encuentran las cortezas ferríticas de la Altiplanicie de Pinares de Mayarí (Hylsky, 1973). Es más habitual la deposición con diferenciación o separación de los diversos componentes litológicos basados en la selección practicada por la competencia de los agentes erosivo – denudativos que los ponen en movimiento, formándose así mantos deluviales de arenas cuarzosas y depósitos eluviales de caolinitas (Febles et al., 1985). Mucho más abundantemente difundidas que estas dos modalidades de redepositación de cortezas están las del tipo mezclado, denominadas por Guerasimov (op.cit.) como mantos de tierras, originadas por la confluencia hacia un lugar común de deposición de materiales provenientes de varias cortezas de meteorización en condiciones de relieve bastante frecuentes en Cuba (mantos de loam pardo - amarillentos y rojo pardos).

 

Todo ello ha generado que en la actualidad un elevado porcentaje del fondo de suelos de la República de Cuba, se encuentra afectados por procesos de carácter natural o antrópico acumulados en el transcurso de los años, con una marcada preponderancia de los segundos, que han conducido a que : los procesos erosivos afecten más de 2,5 millones de hectáreas, el alto grado de acidez alcance a 3,4 millones de hectáreas, la elevada salinidad y sodicidad influencien alrededor de un millón de hectáreas, la compactación incida en unos 2,5 millones de hectáreas, los problemas de drenaje se contabilicen en 2,7 millones de hectáreas y que el 60 % de la superficie agrícola del país se encuentre afectada por estos y otros factores (incluso por más de un factor a la vez), que pueden inducir a procesos de desertificación (Instituto de Suelos, 2001). Esto evidencia la necesidad de estudiar de manera sistemática los disímiles factores naturales, sociales y económicos que intervienen en la génesis y evolución secuencial de las propiedades de los suelos presentes en estos geoecosistemas para impedir así, que el temible flagelo de la erosión conduzca de manera acelerada y adoptando mecanismos genéricos en su dinámica, la morfogénesis de los procesos de la fase incipiente a la fase paroxismal, la cual representa el punto culminante de la retrogesión1y la inercia edafológica2 (Febles et al., 2008) No obstante, resulta oportuno consignar que uno de los problemas en la actualidad más complejos y difíciles de encontrar solución adecuada, es el uso racional y óptimo de los suelos en los trópicos húmedos, sin que se hayan alcanzado hasta el presente, resultados definitorios o concluyentes que permitan diagnosticar el uso y manejo más ajustado en conformidad con los ambientes biofísicos que caracterizan a cada ecosistema (Febles et al., 2007). El éxito dependerá de la competitividad de las estrategias agroecológicas para manejar el suelo. En este sentido, la diversificación productiva y el aprovechamiento eficiente de los recursos disponibles serán la clave para garantizar la vida del suelo y mejorar la calidad de vida de la población. Buenos suelos en extinción El delicado estado de los sistemas ambientales y el surgimiento de los problemas ambientales ha sido consecuencia no de un comportamiento “perverso” de los sistemas naturales debido a una fragilidad ecológica intrínseca, sino en general, por un comportamiento irracional de los agentes sociales, o sea, debido a una incorrecta planificación y gestión ambiental (Mateo, 2000). En Cuba existe una arraigada tradición que afirma que los “suelos rojos” son los más fértiles del mundo lo cual no estaba lejos de ser una verdad, sobre todo si se toma en cuenta la relación suelo - clima como un todo. Sus características más impresionantes son las excepcionales características físicas: arcillas capaces de retener importantes cantidades de agua aprovechable por las

                                                            1 La retrogresión es lo inverso de un proceso, como en el caso de la resalinización estacional de un suelo lixiviado gradualmente. 2 Inercia edafológica se refiere a la resistencia de un suelo a los cambios, como respuesta a las nuevas condiciones ambientales.

 

plantas y alta permeabilidad capaz de permitir el laboreo del suelo a pocos días de torrenciales lluvias (Bennett y Allison, 1928). Sin duda los suelos Ferralíticos Rojos (Ferralsol Rhodic en el World Reference Base, 2006), poseen para Cuba un valor edafológico – patrimonial incuestionable, los mismos se distribuyen a lo largo y ancho de toda la Llanura Costera Meridional Habana - Matanzas (45 600 km2), así como en la Llanura Calcárea del Oeste de Camagüey (1 800 km2). Reportes de la Dirección de Suelos y Fertilizantes (Paneque et al.; 1991; 1996), revelan que el Agrupamiento Ferralítico representa el 23,56% del fondo de tierras agrícolas a nivel nacional, ocupando del 80 - 85% de la superficie carsificada de la provincia La Habana, coincidiendo con las zonas de mayor producción agrícola, densidad de población y con las cuencas más importantes del territorio (Núñez et al., 1988). Estos suelos han sido estudiados por numerosos investigadores siendo en la década del ochenta objeto de varias tesis doctorales sobre aspectos relacionados con su Geografía (Camacho, 1980; Bosch, 1981; Frómeta, 1983; Marrero, 1984; Riverol, 1985; Rivero, 1985; Roldós, 1986; Delgado, 1987; Alfonso, 1987; Febles, 1988; 2007; Gonou, 1997; entre otras). Se caracterizan por ser altamente productivos, lo que justifica su diversa e intensa explotación bajo diferentes ecosistemas agrícolas (Sánchez, 1981; Boyer, 1982; Pleiffer, 1988; Alfonso et al., 2004; Frómeta y Boursiguot, 2006). Desde los primeros intentos de clasificación durante la tercera década del siglo XX (Bennett y Allison, 1928), los ambientes geológicos de formación de los suelos Ferralíticos Rojos prevalecientes en el trópico húmedo han influido en la naturaleza de sus propiedades: precipitaciones mayores de 1 200 mm y temperaturas medias anuales superiores a los 20°C (Roose, 1981; Dabin, 1985; Collinet, 1988), que a excepción del cuarzo afectan al resto de los minerales primarios, generando un lavado de las bases alcalinas y alcalino - térreas, con la acumulación de óxidos e hidróxidos de hierro y aluminio, predominando los minerales arcillosos del tipo 1:1 como etahaloisita, caolinita, goethita, hematita y trazas de gibbsita (Obregón, 1979; Sarazin et al., 1982; Kampf y Schwertmann, 1982; Schwertmann y Murad, 1983; Vizier, 1983; Boulet et al., 1985), dinámica que ha favorecido e induce los procesos de ferralitización (Barranco y Díaz, 1988; Herrera, 1996), representando una de las causas que justifican su amplia distribución en el país (Ascanio, 1980; Ascanio et al., 1983). Litológicamente se encuentran sustentados sobre rocas calizas u otros materiales carbonatados (Gonou, 1997; Febles, 1999; 2007), con relaciones medias de SiO2/Al2O3 y SiO2/R2O3 en arcilla menores de dos, capacidad de intercambio catiónico baja y pH ligeramente ácido (Delgado, 1987; Izquierdo et al., 1990; Aleva, 1994; Vargas et al., 2009). Tomando en consideración estos aspectos Febles (1988; 2007), precisa la necesidad de diferenciar al menos tres magnitudes principales del relieve (macro, meso y microrelieve), a las cuales deben quedar referidas el conjunto de procesos que contemporáneamente participan en la formación o degradación de los suelos, resultando imperativo que a diferentes escalas se tenga en cuenta no sólo el perfil principal o predominante en el contorno separado, sino las variaciones o cambios a nivel de meso y microrelieve (Marrero y Hernández, 1985; Hernández , et al., 1999), contribuyendo con ello a un mejor conocimiento de la organización bi y tridimensional de la cobertura agropedológica.

 

En este contexto, investigaciones desarrolladas en la Llanura Cársica Meridional Habana – Matanzas durante los últimos 25 años, bajo diferentes tecnologías revelaron el grado de complejidad morfopedogenética que objetivamente presenta la cobertura ferralítica, evidenciándose a nivel de meso, micro y nanorelieve, la notable influencia que ejerce la actividad socioeconómica en la evolución secuencial de los procesos morfogénéticos que con cierta regularidad coexisten zonal y espacialmente: erosión (hídrica y cársico - erosiva), baja fertilidad, alcalinidad, compactación, drenaje deficiente y salinidad entre otras manifestaciones El desarrollo cársico a nivel de micro relieve ha dado lugar al surgimiento y evolución secuencial de formas superficiales abiertas denominadas dolinas (Figura 5), las cuales funcionan como niveles de bases locales, con microcuencas bien definidas, que propician la remoción areal y selectiva de suelo hacia su interior, fenómeno descrito por Panos y Stelcl (1967); Febles (1988); Gounou (1997); Campos et. al., (2004); Jaimez et al., (2005); y Vega y Febles (2006).

Figura 5. Dolina cársico - sufosiva. Representativa de las localidades “Rosafé Signet” y “Boshmenier – Zenea” en la porción central de la provincia La Habana, Cuba. (C1 y C2 representan perfiles principales) La materia orgánica: indicador base para la sostenibilidad de los suelos Tradicionalmente, en Cuba se ha utilizado un enfoque agronómico más que ecológico en el manejo de los suelos: aumento de la productividad mediante la apertura de nuevas tierras de cultivo (desmonte de áreas vírgenes), la utilización de fertilizantes para compensar las pérdidas de fertilidad, introducción de variedades mejoradas y el uso de maquinarias cada vez más complejas, en el intento de hacer más eficientes las labores agrícolas. Sin embargo, los esquemas de desarrollo no valoraron al parecer, en toda su magnitud, los efectos que tienen las actividades de este tipo, ni de sus

 

implicaciones a largo plazo (Febles, 1995; Febles et al., 2001; Febles et al., 2008). El suelo es un recurso natural agotable, históricamente no renovable e insustituible, un sistema biológico o ecosistema donde hay vida y se genera vida, con entradas y salidas de energía; bajo esta óptica cualquier introducción artificial e irracional como los fertilizantes y pesticidas causarán daños irreversibles. Un ecosistema maduro y bien desarrollado es capaz de mantener su productividad de manera sustentable mediante la entrada de energía solar. Los flujos de energía que se producen en el mismo, son el resultado de un proceso complejo de interacciones tróficas, pudiéndose calcular las salidas del sistema en términos de productividad primaria neta o biomasa (Soil Quality Indicators (2004). Esto les convierte en sistemas abiertos no auto sostenible, donde considerable cantidad de energía, no se acumula en forma de biomasa para un consumo interno del propio sistema, sino que es exportada con cada cosecha. El suelo posee propiedades naturales como la fertilidad y la productividad y un buen manejo de las mismas debe incrementarse a través del tiempo y del espacio. Construir un suelo toma bastantes años, además de que la habilidad para hacerlo requiere mucho tiempo, es más fácil trabajar los procesos químicos; es más fácil en el sentido humano. Estadísticas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, 1994), muestran que el suelo se está destruyendo por la erosión a una velocidad ocho veces más rápido del tiempo que se necesita para formarse. Así la naturaleza necesita 2 000 años para formar 2,5 cm. de suelo y la agricultura lo destruye en 20 años. La materia orgánica es considerada el indicador edáfico por excelencia para medir la sostenibilidad de los agroecosistemas (Febles et al., 2009). De ella depende en gran medida una buena estabilidad hídrica de los agregados (Fig. 6) y por tanto una construcción adecuada del sistema suelo (Orellana et al., 2007). De acuerdo al mapa de suelos 1:25 000, 4,5 millones de hectáreas de suelos cubanos poseen contenidos de materia orgánica considerados bajos. En la actualidad, los suelos contienen 729 Mt de carbono, lo que implica una merma, durante el período histórico, de 580 Mt para un 44%, debido al manejo intensivo de la agricultura y a la deforestación.

Figura 6. Relación entre el contenido de materia orgánica y los agregados hidroestables en suelos Ferralíticos Rojos (Orellana, 2009)

 

En correspondencia con lo expresado merecen especial atención los suelos Ferralíticos Rojos, ya que constituyen la base alimentaria de las poblaciones de las provincias de La Habana y Ciudad de La Habana, Matanzas, Cienfuegos y Ciego de Ávila, los cuales toleran un proceso intenso de degradación inducida por el hombre (Alfonso et al., 2006), con una pérdida progresiva de la materia orgánica (Tabla 3), lo cual indican la tendencia no sostenible provocando una alta dispersión de las partículas, debilitamiento de los agregados agronómicamente valiosos y la reducción de la permeabilidad hídrica (Díaz et al., 2007; Morales et al.,2008; Febles et al., 2010) Tabla 3. Comportamiento de la materia orgánica a través del tiempo en una localidad de Cuba Occidental (Febles, 1988 y Febles et al. ,2007)

Municipio Artemisa. Provincia La Habana

Suelos Porcentaje de materia orgánica

Arcilla Matanzas, fase rojo púrpura (Bennett, 1928)(1)

4,74

Serie Artemisa (DGSF, 1985)(2) 2,83 Ferralítico Rojo típico (Febles, 1988)(3) 2,58

(1)Tabla 4. The Soils of Cuba; (2) Tabla 56. Suelos de la provincia de La Habana y (3) Tabla 26. Tesis de Doctorado). De todo esto, y más que se podría añadir, se llega a la pregunta fundamental ¿Qué cantidad de materia orgánica sería necesaria en este suelo para que sus funciones se hubieran podido desarrollar adecuadamente? Y aunque no es fácil dar una respuesta exacta a esta cuestión (las grandes preguntas difícilmente pasan por respuestas sencillas), pudiera expresarse que su contenido transita por un equilibrio dinámico relacionado con las velocidades de humificación y mineralización del humus; dependientes de diferentes factores naturales y antrópicos que han variado con el tiempo Por ejemplo, para el buen funcionamiento de los suelos Ferralíticos Rojos del occidente cubano, se requiere un contenido no menor del 3,5% para garantizar el 60% de agregados resistentes como mínimo (Orellana, 2009), lo cual le confiere al mismo una buena relación aire - agua para el crecimiento y desarrollo de los cultivos agrícolas. De acuerdo con Ortega (1986) y Ponce de León (2004), el contenido inicial de materia orgánica de los suelos Ferralíticos Rojos superaba con amplitud el 10%, en la actualidad se encuentra entre el 3 y 4% y al parecer no cesa su decrecimiento, deteriorándose al unísono las propiedades físicas que caracterizaban a estos suelos entrando a una fase del desarrollo que Shishov et. al., (2004); Tokonogov et al., (2005) denominaron “formación agrogénica” o degradación irreversible por Orellana y Moreno (2001) entre otras denominaciones. Sin embargo, aún existen espacios con una diversidad biológica funcional al amparo de una vegetación que ha permanecido prácticamente virgen, o al abrigo de la regeneración natural del componente arbóreo, con especies “cicatrizadoras” como el marabú (Dichrotechys glomerata), aroma (Acacia farmesiana) y palmas (Roystonea regia), que actuando como un barbecho

 

inducido propician cierta resiliencia (Astier – Calderón et al., 2002), o estabilidad morfoedafológica en los procesos (Pablos et al.,2007; Febles y Vega, 2010), con cierta independencia del valor energético del relieve. En estas condiciones la remoción de las fracciones del suelo es prácticamente nula, positiva o muy lenta (Febles et al., 2001; Febles et al., 2007), con predominio de la pedogénesis y mantenimiento de las propiedades del suelo. La Tabla 4 muestra el comportamiento de la materia orgánica en estos ambientes pocos perturbados o cuasi vírgenes en los cuales los suelos pueden ser considerados como patrones o perfiles de referencia típicos de cada Agrupamiento. Tabla 4. Comportamiento de la materia orgánica en suelos poco perturbados o “vírgenes” en la provincia La Habana

Porcentaje de materia orgánica

Profundidades (cm)

Suelos/localidades

0 - 20 20 - 40 Pardos con Carbonatos (Valle del Perú - Campo Florido)

4,44 2,81

Pardos sin Carbonatos (Valle del Perú - Campo Florido) 5,51

3,28

Húmicos Carbonáticos (Valle del Perú - Campo Florido) 7,96

3,63

Ferrítico (Alturas de Madruga) 6,11 4,32 Fersialítico Pardo Rojizo 3,04 1,64 Ferralítico Rojo Típico (Artemisa) 6,33 2,41 Ferralítico Rojo Típico (Alturas de Nazareno) 4,20 2,31 Ferralítico Rojo Hidratado (San José de Las Lajas)

5,21 3,05

Ferralítico Amarillento(San José de Las Lajas) 3,05 1,46 Gley Ferralítico Amarillento(San José de Las Lajas)

3,51 2,28

Aluvial (Llanura aluvial del río Bejucal) 4,29 1,69 Es de significar que en más de dos décadas no se han realizados estudios sobre los suelos en Cuba que puedan dar una información actualizada sobre este parámetro. Hay eso sí, una inmensa cantidad de estudios sobre muchos suelos en particular, de los que se podría extraer, después de mucho trabajo de gabinete, esta información. De todas formas, se encontraría que esta información sale muy sesgada ofreciendo, por una parte los suelos “interesantes” de los que sobraría información y de otra, inmensos huecos de suelos “irrelevantes científicamente” de los que poco se sabría. La agricultura cubana se encuentra en una etapa de sustitución de insumos o de conversión horizontal (producción con menos insumos agroquímicos, técnicas para la recuperación de suelos y el manejo integrado de plagas basado en el control biológico, entre otros), pues aún los resultados obtenidos de forma aislada, no se relacionan bajo una concepción agroecológica del desarrollo agrícola con el objetivo de aprovechar los mecanismos de sinergia.

 

De cualquier manera, esta fase ha sido y es de gran importancia en la solución de la problemática actual y crea las bases para ir consolidando la aplicación de la agricultura sostenible en los sistemas agropecuarios a mayor escala, donde la solución a los principales problemas que afectan a los suelos agrícolas de Cuba, debe ser vista con un enfoque sistémico e integrador y no como una solución aislada, pues se concatenan factores naturales y antrópicos, ello permitirá transitar por vías no tradicionales y avanzar hacia una nueva agricultura productiva no agresiva con el medio ambiente. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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