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  • EDITOR

    BIBLIO TECAORBIS TER TIUS

    A r m a n d o V. M ing u z z i

    LA REVISTA IDEAS Y FIGURAS DE BUENOS AIRES A MADRID (1909-1919)ESTUDIOS E NDICES

  • Armando V. Minguzzi (editor)

    Mara del Carmen Rodrguez MartnFernanda de la Rosa

    Carina Peraldi

    La revista Ideas y Figuras deBuenos Aires a Madrid (1909-1919)

    Estudios e ndices

    BIBLIOTECA ORBIS TERTIUS / 8

  • Hecho el depsito que establece la ley 11.723

    Esta obra est disponible en acceso abierto bajo licencia Creative commons 2. 5(http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/)

    Biblioteca Orbis Tertius Coleccin digital del Centro de Estudios de Teora y Crtica Literariahttp://bibliotecaorbistertius.fahce.unlp.edu.arInstituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET)Facultad de Humanidades y Ciencias de la EducacinUniversidad Nacional de La Plata

    Directora de coleccin: Geraldine RogersComit Editorial: Miguel Dalmaroni,Vernica Delgado, Enrique Foffani, Sergio Pastormerlo, Carolina SancholuzSecretara: Mara de los ngeles MasciotoCoordinacin de la edicin: Federico BibbDiseo de tapa: Sara Guitelman

    Minguzzi Armando V.La revista Ideas y Figuras de Buenos Aires a Madrid (1909-1919). Estudios e ndices /Armando V. Minguzzi; colaboraciones de Fernanda de la Rosa; Carina Peraldi; Mara del Carmen Rodrguez Martn- 1 ed. - La Plata: Universidad Nacional de La Plata; Ciudad Autnoma de Buenos Aires: CeDInCI editores, 2014. E-Book.

    ISBN 978-950-34-1129-2 1. Estudios Literarios. 2. Enseanza Universitaria CDD 805

  • ndice

    Agradecimientos................................................................................................................3

    Estudios.............................................................................................................................4IntroduccinIdeas y Figuras: estrategias intelectuales y dualidades polmicas

    Armando Victorio Minguzzi.....................................................................................5

    Cafs, suburbios y vida licenciosa. Actores, costumbres y escenarios emergentes de lavida cotidiana en Buenos Aires a travs de Ideas y Figuras.

    Carina Peraldi.........................................................................................................43

    ndices de la revista Ideas y FigurasMara del Carmen Rodrguez Martn (coordinadora).............................................57

    En torno a los ndices: mentores, colaboradores y explicaciones....................................58

    ndice de textos................................................................................................................60Ideas y Figuras. Revista semanal de crtica y arte. Buenos Aires...................................61Ideas y Figuras. Revista quincenal de arte y de crtica. Madrid...................................115

    ndice de autores............................................................................................................123Ideas y Figuras. Revista semanal de crtica y arte. Buenos Aires.................................124Ideas y Figuras. Revista quincenal de arte y de crtica. Madrid...................................142

    Nota sobre el editor y las colaboradoras........................................................................204

    Una aproximacin al teatro libertario desde la revista Ideas y FigurasFernanda de la Rosa...............................................................................................31

    SeleccinPortadas.................................................................................................................147Ilustraciones internas............................................................................................160Notas.....................................................................................................................177

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  • Agradecimientos

    Siempre es bueno, cuando un proyecto llega a buen puerto, recordar a laspersonas y las instituciones que lo hicieron posible y ejercitar la buena educacin, esdecir agradecerles honradamente. Es lo que pretendemos hacer aqu, lo que implicar unejercicio de memoria que conlleva un acto de justicia y un recuento de lo realizado, perocon el dulce sabor de mirar hacia atrs y ver que el esfuerzo vali la pena.

    Este libro digital es un producto de la labor que, junto a un equipo de colegasdocentes y estudiantes nucleados alrededor de un Proyecto de ReconocimientoInstitucional (PRI) de la Universidad de Buenos Aires, emprendimos en los albores delao 2009. Dicho proyecto, cuyo ttulo era Problemas estticos y polticos en laspublicaciones peridicas culturales anarquistas en Argentina (1897-1920), surgi en elensamble de distintas lneas de investigacin de sus integrantes, que tenan a las revistasculturales y a diversas miradas sobre el anarquismo de esos aos y su universo culturalcomo foco de atencin. Varias fueron las etapas y los espacios que atravesamos comogrupo de trabajo, pero sin dudas fue para nosotros un salto cualitativo recibir la muygentil y cordial invitacin de Horacio Tarcus, director del CeDInCI. Su propuesta deconformarnos como lnea de investigacin de dicho centro en el transcurso del ao 2010dio origen al Grupo de Estudios y Edicin de las Revistas Culturales del AnarquismoArgentino, cuya labor contina hasta la actualidad.

    En lo referido puntualmente a la publicacin de este libro es justo mencionar aquien primero pens en la posibilidad de llevarlo a cabo, la profesora Gloria Chicote, dela Universidad de La Plata, quien con infinita generosidad se interes por nuestrotrabajo en torno a la revista Ideas y Figuras al escuchar, en el XI Congreso de la AIH(Asociacin Internacional de Hispanistas) de Roma, algunas conclusiones a las quehabamos arribado hasta all. Fue su desinteresada intervencin, ya en Buenos Aires, laque gener la posibilidad de publicar este tomo digital en la Biblioteca Orbis Tertius dela Universidad Nacional de La Plata, un hecho que desde el inicio nuestro grupo sintide su parte como un respaldo y que nos permite dar a conocer la riqueza y la cercana deun universo cultural anarquista que une Buenos Aires y Madrid.

    Por ltimo, una mencin especial a la directora de la Biblioteca Orbis Tertius,Geraldine Rogers, cuya inagotable paciencia e inquebrantable buena voluntad hizoposible que la elaboracin de este tomo salga a la luz. Fue su calma insistencia en losdistintos encuentros a lo largo de estos aos la que elimin todos los obstculos ydesde todas las demoras, siempre originadas desde nuestro lado, que fueronpostergando la salida del volumen. Entonces, en mi nombre y en el del Grupo deEstudios y Edicin de las Revistas Culturales del Anarquismo Argentino, va esteagradecimiento a ella y a las personas antes nombradas. Ojal este trabajo lo ponga demanifiesto.

    Armando V. Minguzzi

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  • Estudios

  • Introduccin

    Ideas y Figuras: estrategias intelectuales y dualidadespolmicas

    Armando Victorio Minguzzi

    En torno a la revista Ideas y figuras: su itinerario, sus acontecimientosy sus hacedores

    Los aos y las circunstancias de la revista: contexto y periodicidad

    La aparicin de la revista Ideas y Figuras, dirigida por Alberto Ghiraldo, seinscribe histricamente en lo que fueron las disputas y polmicas intelectuales y laagitacin social de la primera dcada del siglo XX en la Argentina. El surgimiento de unnuevo sector, el conformado por los obreros, que pugnaba por adecuar las prcticaspolticas y el mundo del trabajo al perfil de esa nueva sociedad surgida al calor delproceso modernizador puesto en marcha por la llamada generacin del ochenta, produjouna serie de conflictos a los que el periodismo no fue ajeno. Son aos, en lo cultural eideolgico, en los que un creciente afn nacionalista1 sobrevuela la escena intelectual,acompaado por el surgimiento de un hispanismo renovado y una serie de crticastendientes a desarticular el edificio positivista sostenido desde la cultura oficial.2

    Los efectos de la modernizacin de la sociedad argentina, entre los que se cuentaun salto demogrfico importante, con la llegada de contingentes inmigratoriosnumerosos desde las ltimas dcadas del siglo XIX, y una apuesta educativa sinprecedentes,3 hicieron posible que un creciente pblico lector se sumara al circuitocultural porteo. Dicho proceso habilit el surgimiento de una oferta periodsticavariada, entre la que se contaba la vinculada a sectores sociales formados al calor de lasluchas sociales en sus respectivos pases, los cuales, adems, traan un bagaje ideolgicoimpugnador del orden capitalista y las relaciones laborales, con mucho de paternalismo,vigentes en el pas. Se suman a esa realidad periodstica las nuevas formas departicipacin que distintas asociaciones intermedias hicieron posible y el florecimientode un nuevo circuito de esparcimiento destinado a ese sujeto social masivo que laciudad empieza a vislumbrar.4

    En lo concerniente a la situacin del periodismo por esos aos, es importante1 Vase Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construccin de la nacionalidadargentina a fines del siglo XIX, Buenos Aires, FCE, 2001.2 Carlos Altamirano y Beatriz Sarlo, La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria ytemas ideolgicos, en Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, CEAL, 1983,pp. 73-75. 3 Juan Carlos Tedesco, Educacin y sociedad en la Argentina (1880-1900), Buenos Aires, CEAL, 1982,pp. 129-144. 4 Juan Suriano, Anarquistas. Cultura y poltica libertaria en Buenos Aires 1890-1910, Buenos Aires,Manantial, 2001, p. 170.

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  • hacer hincapi en lo que fue el proceso de profesionalizacin del escritor, impulsado porla ya referida expansin del pblico.5 El anarquismo, como uno de los imaginarios depoca de fuerte raigambre en el mundo obrero, fue particularmente propenso a lautilizacin de la prensa como vehculo de ideas. En ese sentido su esfuerzo publicista nosolo se limit a los clsicos peridicos doctrinarios; folletos, revistas y dems formatosse sumaron a su afn pedaggico en esa instalada batalla por las ideas. Es en esecontexto que el nacimiento de una publicacin como Ideas y Figuras es factible. Suadscripcin a las ideas libertarias, aunque sin dejar de lado la discusin con otrossectores del mundo obrero y cultural, y su puesta en escena de los intercambios estticosde esos aos hacen de ella un espacio en donde puede leerse, ms all de las disputas ylos acontecimientos que marcaron el desarrollo de este sector, la cotidianidad de laexistencia de un universo tan particular como el de la cultura crata argentina. En sudevenir se pondrn de manifiesto sus vnculos con el mundo, la posibilidad de construiruna tradicin antiautoritaria y la de erigir un panten de referentes o maestros losuficientemente relevantes para el sector.

    Para cerrar este introito contextualizador de lo que fue el nacimiento de Ideas yFiguras podemos agregar, en lo que hace estrictamente a las agitaciones sociales ypolticas que lo rodearon, que 1909 fue un ao de movilizaciones y hechos quemarcaron al universo obrero, sobre todo al sector libertario. Tempranamente, en febrero,Rosario es el escenario de una gran huelga y la conduccin de la FORA se solidarizacon ella. Sin embargo, ser la movilizacin del 1 de mayo el hecho ligado directamenteal origen de Ideas y Figuras. La represin que se desata a partir de all hace quesocialistas y anarquistas se unan y encaren una serie de protestas. El 8 de ese mes larevista gana la calle; las denuncias en sus pginas son por dems contundentes y lasconsecuencias no tardarn en hacerse sentir. Otros acontecimientos jalonan el ao: elfusilamiento del pedagogo cataln Francisco Ferrer (ocurrido en Espaa, pero de ampliarepercusin en nuestro pas y muy presente en las pginas de la revista), el asesinato deljefe de polica porteo Ramn Falcn, a cargo de Simn Radowitzky, y el novenocongreso de la FORA, en septiembre, donde las tendencias ideolgicas sindicalistas yanarquistas se fusionan en el seno de la nueva Confederacin Obrera RegionalArgentina.6

    Ahora bien, en lo concerniente a la periodicidad de esta revista, al igual quemuchas de las publicadas por el movimiento libertario y sus intelectuales, podemosdecir que, como era habitual, sufri alteraciones y fue interrumpida por causas ligadas alacontecer poltico o a las dificultades econmicas. Alcanza ciento treinta y seis nmerosen su etapa portea; sale a la calle el 13 de mayo de 1909 y deja de publicarse el 24 deagosto de 1916. En cambio, su vida madrilea contempla solo once entregas, desde elprimero de mayo de 1918 hasta el de 18 diciembre de 1919. Los primeros cinconmeros de su vida portea son los nicos en los que se mantiene la salida semanal; apartir de all variarn las distancias temporales entre cada aparicin. Sin demasiadaexactitud, es decir, oscilando entre siete y quince das, los nmeros que van del 6 al 20conservarn una periodicidad que ronda las dos semanas, algo que se altera de all enms. La vigsima entrega saldr a la luz el 11 de noviembre de 1909; la siguiente, el 14de diciembre del mismo ao, es decir, ms de un mes despus. En el medio, para serms exactos el 14 de noviembre, acontece el ya mencionado asesinato del jefe de policacoronel Ramn Falcn a manos de Simn Radowitzky y la declaracin del estado de

    5 Vase Jorge B. Rivera, La forja del escritor profesional, Buenos Aires, CEAL, 1985. 6 Diego Abad de Santilln, La FORA Ideologa y trayectoria del movimiento obrero revolucionario en laArgentina, Buenos Aires, Proyeccin, 1971, p. 181.

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  • sitio. Vuelve la periodicidad anterior del nmero 21 al 33. Este ltimo est en la calle el8 de mayo de 1910; la salida que le sigue tendr fecha del 1 de octubre de 1910, esdecir, casi cinco meses ms tarde. La causa de tan prolongada interrupcin tiene comoepicentro la represin contra la prensa anarquista suscitada a partir de los hechos delCentenario de la revolucin de mayo y sus festejos.

    Luego de ese perodo sin contacto con el pblico, la revista vuelve a ciertaperiodicidad: el espacio entre algunos nmeros en esta etapa va desde lo diez das a lasdos semanas o ms, es decir que, en algunos casos, los nmeros se van espaciando. Laestabilidad puede contarse de aqu en ms teniendo en cuenta perodos mensuales,generalmente con dos entregas, aunque en algunos casos como el mes de abril de 1911,y debido a lo irregular de los das en que Ideas y Figuras aparece, sea solo una, y elposterior, el de mayo, albergue tres. Finalmente, en la etapa portea, el tiempo entrecada una de las salidas de esta publicacin comienza a dilatarse lentamente a partir delnmero 91, que est fechado el 29 de mayo de 1913 y trae la crnica del estreno de Lacolumna de fuego, obra de teatro del director. La distancia que media con el nmero 90,fechado el 25 de abril, excede los treinta das. En sus lneas se leen algunos de lospormenores que rodearon dicho estreno. El diario La Prensa menciona algunos volantesarrojados en la sala que incitan al asesinato de funcionarios pblicos y hacen laapologa del victimario del coronel Falcn, mientras que se rescata la denuncia de LaProtesta, donde se hace referencia al sabotaje que est detrs de dichos volantes. Ser apartir de all que comience a hacerse ms habitual el espacio cercano a las tres semanaso ms que media entre las entregas, aunque se sostienen, en lo posible, las dos salidasmensuales. Por poco tiempo se instalan los ms de veintin das, ya que a partir delnmero 117 dicho intervalo vuelve a extenderse. Es el momento en el cual las entregascomienzan a hacerse mayoritariamente mensuales. Una ltima interrupcin de meses seda entre el nmero 130 y el siguiente, el primero fechado el 13 de octubre de 1915 y elsegundo el 25 de febrero de 1916. Parece ser que algunos cambios administrativos y defuncionamiento editorial se encuentran tras ella. En la entrega 131 se lee un cambio enla administracin y en la localizacin de los talleres donde la publicacin se imprime,pasando de la imprenta Oceana, situada en Chile 525, a los nuevos talleres que acabande ser instalados en la calle Tacuar 849-900. El retiro de tapa del 131 resalta dichocambio invitando a los amigos a visitar esos nuevos talleres donde el presentenmero se ha impreso. Ms abajo aparece una aclaracin en la que se indica que todacorrespondencia administrativa debe ser enviada a la misma direccin a nombre deAraujo Hnos. y Ca.

    El ltimo nmero de Buenos Aires, el 136 (agosto de 1916), trae una notaaclaratoria del viaje de su director a la capital espaola. Se titula Ideas y Figuras enEspaa. Viaje de su director. Propsitos y seala que Ghiraldo pretende all reeditartoda su obra literaria realizada hasta el presente libros agotados en su mayora ycompletarla con los originales inditos y en preparacin. Pero ms all de esto, se poneen aviso a los lectores sobre la nueva direccin a la que tendrn que mandar lacorrespondencia, que no es otra que la de la Sociedad de Autores Espaoles, y se sealaque la revista se continuar en Espaa; para ello, reclama la ayuda de amigos, ya que secree que desde la pennsula ensanchar su radio de accin y se afianzar definitivamentepuesto que ha demostrado en siete aos de lucha fecunda cuanto es capaz de hacerdentro de la idea y del arte.

    En la etapa espaola, salvo el primer mes (mayo de 1918), cuando la revista sepublica el 1 y el 23, los diez nmeros iniciales cubren entregas mensuales (a excepcinde la octava entrega, que deba salir durante el mes de noviembre pero aparece el 5 dediciembre). Una mencin especial merece el intervalo entre los nmeros 10 y 11. El

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  • primero aparece el 27 de febrero de 1919; el segundo, el 18 de diciembre, es decir,cerrando el ao con ms de nueve meses de retraso. La ltima entrega estprcticamente dedicada a la crnica del Congreso de la Confederacin General delTrabajo de Espaa, cerrndose as con un intento de acercamiento al mundo obrero de lapennsula.

    El director (vida y obra) y sus colaboradores

    Las dudas acerca de las circunstancias del nacimiento de quien aparece al frentede la revista, Alberto Ghiraldo, no estn definitivamente saldadas. Sin embargo,podemos decir que nace en 1875, es oriundo de la ciudad de Buenos Aires y queMercedes, localidad de la provincia de Buenos Aires, es donde pasa su primera infancia.Ya de regreso a la capital argentina, participa de los movimientos revolucionarios de1890 y 1893, siendo para l, en esos aos, Leandro Alem un ejemplo cvico.

    Es importante recordar que el director de esta revista despleg una granactividad en el terreno de las publicaciones peridicas argentinas entre los aos 1895 y1916. Sus inicios lo tienen, primero, como prematuro responsable de El ao literario,un volumen de textos inditos del ao 1891 con la firma de autores conocidos o yaconsagrados, que pretenda continuar la tradicin del Anuario Bibliogrfico editado porNavarro Viola unos aos antes, y luego como secretario, por poco tiempo, de LaQuincena, una revista literaria dirigida por Guillermo Stock en 1893.7

    Ese mismo ao Rubn Daro llega a Buenos Aires y se incorpora a La Nacin;con l llega la expresin ms acabada del modernismo en el mbito hispnico y suinfluencia se hace sentir.8 Trabar una gran amistada con el poeta nicaragense durantesu estada portea.9 Un dato que corrobora dicha relacin es que en 1895 Ghiraldopublica Fibras un libro de poemas, y su amigo y maestro Daro se lo prologa, aunquesea para recriminarle en dicho escrito su falta de lectura.

    A fines de 1896 el publicista que hay en l emprende una tarea militante: fundarun diario que d cabida a sus ideas revolucionarias. Se llama El Obrero y se publicadesde el 22 de septiembre hasta mediados de noviembre; en sus nmeros se aprecia supaulatino acercamiento al socialismo.10 En ese mismo ao, el diario La Nacin leencarga una serie de crnicas que reflejen su visita al penal de Sierra Chica, publicadasposteriormente bajo el ttulo de Sangre y oro. En ellas se combinan una miradaideolgica sobre el mundo rural y una reflexin donde se mezclan lo cultural y lacriminologa con un claro sesgo positivista. Al ao siguiente, ms all de las dosediciones de sus crnicas carcelarias, publica otro libro de poemas cuyo ttulo es Pars.Su produccin narrativa de esos aos, dispersa en varias revistas, es reunida, en 1898,bajo el ttulo de Gesta, donde se lee su filiacin modernista y una fuerte denuncia de lahipocresa social. En 1906 aparece un segundo volumen de cuentos de su autora con elttulo Carne doliente. Estos relatos, de tono marcadamente militante, muestran ya lainfluencia que produjo en su obra su vuelco al anarquismo, algo motivado por suencuentro con Pietro Gori.11 La coincidencia con este idelogo italiano se materializadurante una campaa en contra de la pena de muerte organizada desde una de sus7 Hernn Daz, Alberto Ghiraldo: anarquismo y cultura, Buenos Aires, CEAL, 1991, pp. 13-16. 8 Emilio Carilla, Una etapa decisiva de Daro. (Rubn Daro en la Argentina), Madrid, Gredos, 1967, p. 74.9 Susana Zanetti (coord.), Ruben Daro en La Nacin de Buenos Aires. 1892-1916, Buenos Aires, Eudeba,2004, pp 101-103.10 Juan Ms y Pi, Alberto Ghiraldo, Buenos Aires, Establecimientos Tipogrficos E. Malena, 1910, p. 18.11 Iaacov Oved, El anarquismo y el movimiento obrero en Argentina, Mxico, Siglo XXI, 1978, pp. 141-142.

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  • revistas, que culmina el 10 de junio con un mitin en el teatro San Martn.12 Tres mesesdespus, el propio Ghiraldo dar una conferencia en el Club 1 de Mayo donde, ante unaaudiencia netamente anarquista, ataca al socialismo parlamentarista. Dicha conferenciaser publicada en el diario La Protesta, un hecho que de alguna manera sella suadhesin a las filas cratas.

    Sin embargo, sern tres revistas literarias y/o culturales y un peridico poltico-doctrinario por lo que se lo recuerda en el terreno de las publicaciones vinculadas almundo de la cultura y la poltica de ese tiempo bsicamente anarquistas.13 La primera,El Sol, una publicacin que se inicia como Semanario artstico literario paraconvertirse en Semanario de arte y crtica, es el escenario donde deviene laconversin antes mencionada. Su vida, que se prolonga entre los aos 1898 y 1903,abarca ciento setenta y cuatro nmeros, el ltimo del 15 de julio de 1903. En suspginas se pone en escena esa articulacin entre modernismo y anarquismo tan comnen la poca.

    El ao 1904 lo consolida como un intelectual prestigioso en el horizonte delsector libertario. A la aparicin de la revista Martn Fierro (cuarenta y ocho nmeros,desde el 3 de marzo de 1904 hasta el 6 de febrero de 1905), se le suma la direccin deLa Protesta (desde el 1 de septiembre de ese ao), publicacin a la que dar su sellodejando de lado la discusin meramente terica y acercando sus pginas al acontecerlocal y sus conflictos.14 Abandona su cargo a poco de cumplir dos aos en la funcin,para ser ms exactos el 25 de agosto de 1906, luego de algunas disputas con el sectorms proclive a darle al anarquismo una impronta puramente sindical.

    La revista de la que vamos a hablar, Ideas y Figuras, va a hacer posible suretorno al terreno de las revistas culturales. Su aparicin en la reina del Plata se produce,como dijimos, poco despus de la llamada semana roja de ese ao y se nutre de ungrupo de bohemios cercanos al director que se congregaban durante esos aos en el cafLa Brasilea.15 En el segundo aniversario de la revista, Juan Emiliano Carulla recuerda,en una nota del nmero 49, que el surgimiento de esta publicacin se da en el marco dela represin que provocan los ocho das de huelga y su saldo de ms de veinte obrerosmuertos. Un texto de Ghiraldo y una ilustracin provocativa es lo que desata unapersecucin sobre Ideas y Figuras ya desde su arranque.

    Son aos, los que rodean al del Centenario de mayo, en los que crece laactividad de Ghiraldo vinculada al teatro. Si bien en 1910 publica un volumen depoesa, Triunfos nuevos, ser su labor como dramaturgo la que se torna prolfica. De ellapodemos sealar ttulos como Alma gaucha, estrenada en 1906 y repuesta en 1910, y Lacruz, estrenada el 28 de febrero de 1912. Tambin cabe mencionar el estreno deResurreccin, Doa Modesta Pizarro y el sainete Se agu la fiesta, de fines de 1915 y1916, entre otras. Esta actividad lo tuvo tambin participando en el terreno gremial. En1910 interviene junto a otros autores y personajes de la escena teatral en la fundacin dela Sociedad Argentina de Autores Dramticos y Lricos, inicialmente dirigida porEnrique Garca Velloso y que despus pasara a llamarse Argentores.

    En el ao 1913 su actividad poltica y su filiacin anarquista parecen reverdecer.As lo demuestran su presencia en diversos actos y conferencias y el estreno de su obraLa columna de fuego, al que invita a obreros de la FORA y transforma casi en un mitin.12 Jorge Larroca, Un anarquista en Buenos Aires, en Todo es Historia, N 47, marzo de 1971.13 Tambin publica algunos nmeros, hacia mediados de la ltima dcada del siglo XIX, de la RevistaArgentina. Cfr. Horacio Tarcus (dir.), Diccionario biogrfico de la izquierda argentina. De losanarquistas a la nueva izquierda, Buenos Aires, Emec, 2007, pp. 256-259. 14 Eduardo Bilsky, La FORA y el movimiento obrero (1900-1910). Vol. II, Buenos Aires, CEAL, 1985, p. 123.15 Hernn Daz, op. cit., p. 70.

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  • Posteriormente, sus lazos con el sector libertario se enrarecen; la causa es lafinanciacin de su viaje al congreso anarquista de Londres, en agosto de 1914, queculmina con una disputa con los miembros de La Protesta por el destino de los fondosrecaudados. Dicho cruce aleja no solo a Ghiraldo del sector anarquista; muchosintelectuales, entre ellos Emilio Carulla y Julio Barcos (dos de los ms asiduoscolaboradores de Ideas y Figuras), se solidarizan con l y expresan su descontento conel mundo crata. El congreso en cuestin no se realiza, el estallido de la guerra losuspende, pero la relacin con el mundo anarquista queda lesionada. Un tiempodespus, el 20 de septiembre de 1916, parte a Espaa como corresponsal del diario LaRazn. All vivir un largo perodo de su vida, rodeado de amigos y trabajando endistintos emprendimientos editoriales. Menos de dos aos despus, para ser ms exactosen la insigne fecha del 1 de mayo de 1918, vuelve a lanzar en tierra madrilea lasegunda parte de Ideas y Figuras. Sern once nmeros donde el arte (msica, teatro,literatura, pintura) se hace presente, con una marcada intencin de estrechar vnculosentre el mundo cultural argentino y el espaol. Puntualmente, haba partido con lamisin de vincular a la Sociedad de Autores de nuestro pas con sus parestransatlnticos. Pasan los aos y se lo observa en el mundo editorial espaol, publicandotextos propios reescritos o recopilando y dando a conocer la obra de algunos autoreslatinoamericanos (Daro y Mart, por ejemplo). En la dcada del treinta, a pesar del augedel anarquismo ibrico, pasa, luego de una breve estancia en la Argentina, a Chile,donde finalmente muere en 1946.16

    En la etapa que nos ocupa, los compaeros de Ghiraldo que mayor nmero decolaboraciones publican en la revista son Julio Ricardo Barcos, Juan Emiliano Carulla yel cubano Ruy de Lugo Via. Del primero podemos decir que naci en Coronda,provincia de Santa Fe, en 1883 y muri en 1960 en Buenos Aires. Su militancia polticase materializa adhiriendo al sector libertario y participando de varios rganos del sector,entre ellos, el diario ms importante y ya mencionado La Protesta. Se lo reconoce comoun importante pedagogo que colabora en la fundacin de la filial argentina de la LigaInternacional para la Educacin Racionalista. Tambin particip activamente de lafundacin del gremio docente impulsando en 1910 la Liga Nacional de Maestros, de laque fue presidente, y dirigi La Escuela Popular. rgano de la Liga de EducacinRacionalista, una publicacin dedicada a difundir las nuevas ideas pedaggicas. En1917 adhiere a los lineamientos de la Revolucin Rusa, lo que lo lleva a alejarse delanarquismo doctrinario. A fines de la dcada del veinte se suma al radicalismoyrigoyenista y accede al sistema educativo oficial; su ingreso al Consejo Nacional deEducacin as lo atestigua. De entre las obras publicadas en su perodo ms libertariosobresalen Amigos y bohemios (1909), El sofisma socialista (1914) y La felicidad delpueblo es la verdadera ley (cuadros de psicologa potica y social), publicada en 1915.Su produccin pedaggica se refleja en ttulos como Proyecto de ley orgnica para lainstruccin pblica (1920), Cmo educa el Estado a tus hijos (1927) y Rgimen federalde la enseanza (1940). Cabe mencionar tambin que, ms all de editar a los clsicosargentinos (Echeverra, Alberdi y otros), dio a luz obras como La libertad sexual de lasmujeres, Poltica para intelectuales (1924) y El civilizador. Sntesis del pensamientovivo de Sarmiento (1961).17

    El mdico entrerriano Juan Emiliano Carulla haba nacido en 1888 y, en losprimeros aos del siglo XX particip activamente en la prensa y las actividades del16 Historia de la literatura argentina, T. III. dirigida por Rafael Alberto Arrieta, Buenos Aires, EdicionesPeuser, 1959, p. 471.17 Dora Barrancos, Anarquismo, educacin y costumbres en la Argentina de principios de siglo, BuenosAires, Contrapunto, 1990, pp. 70 y ss.

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  • sector anarquista. Luego de un viaje a Europa, durante la Primera Guerra Mundial (larevista lo despide con un suelto que anuncia su viaje y una fotografa en el puerto deBuenos Aires junto a sus amigos en el nmero 131), se alist como mdico en el ejrcitofrancs y all comenzaron a cambiar sus ideas polticas. A su regreso se sum a losintelectuales nacionalistas cercanos a Lugones y los hermanos Irazusta; su labor en laprensa desemboca en publicaciones como La Nueva Repblica, que ayuda a fundar en1927, y Bandera Argentina, un rgano del nacionalismo dirigido por l y desde dondeorganiza una campaa contra el sufragio femenino. Su giro ideolgico lo terminaubicando en una nueva derecha, de tinte ms corporativista y cercana al fascismo.Participa activamente en el golpe de Estado del ao 1930 intentado en ese momentoaglutinar a los partidarios del general Uriburu en la Legin Cvica Argentina. En esesentido resulta ilustrativo su libro Valor potico de la revolucin de septiembre (1930),al que se suma un segundo volumen titulado Genio de la Argentina (1943), en el quepostula, a travs del lenguaje, un slido vnculo entre nacionalismo e hispanidad.18.

    El otro colaborador mencionado es Ruy de Lugo Via, un periodista ydramaturgo nacido en la localidad cubana de Santo Domingo en 1888. Emigr a BuenosAires en la primera dcada del siglo XX, por problemas personales, despus de haberejercido el magisterio y el periodismo en su pas natal. En la capital argentina estrena,en 1912, obras como El atentado de Nur, Romance colonial y La presa del Tigre. Sutarea, si bien inclinada al mbito teatral en la revista, no dej de lado los reportajes yalguna pieza narrativa, y su vnculo con Ideas y Figuras contina ms all de abandonarla Argentina en esos aos. Parte luego con destino a Nueva York para seguir con sulabor periodstica, que poco tiempo despus reanuda en la capital de Mxico,puntualmente en los diarios Exclsior y El Universal. Retorna a su pas poco tiempodespus, donde vuelve a su labor en El Heraldo de Cuba y emprende una campaaperiodstica contra el rgimen del presidente Mario Garca Menocal, por lo que esencarcelado en 1917. Ms all de haber sido elegido concejal del ayuntamiento de LaHabana en los aos veinte, desde donde difunde las ideas del municipalismo universal,tambin es nombrado primer historiador de la capital cubana. Entre sus obras mssalientes podemos citar el libro de crnicas Los ojos de Argos (1915), El tribuno de lademocracia (1923), L'Intermunicipalit Universelle (1926), donde da a conocer susideas municipalistas, y Campana rajada (1930). Un accidente areo en la ciudadcolombiana de Cali termina con su agitada vida en 1937.19.

    Tambin se destacan, en un segundo grupo ligado a las ideas libertarias y medidopor la asiduidad con que sus firmas aparecen en esta publicacin, Juan Ms y Pi, Jos deMaturana, Teodoro Antilli y el crtico Jos de San Martn. El primero, un cataln llegadoa Buenos Aires en su infancia, tuvo posteriormente un paso por Brasil donde se inicicomo periodista en revistas y peridicos de Ro de Janeiro. Su retorno a la Argentina loencuentra en la ciudad de La Plata, donde dirige el peridico La Reforma. Fue, adems,una de las ms importantes plumas de El Diario Espaol, donde colabor hasta sufallecimiento. Tambin su labor como crtico se hizo sentir en revistas libertarias comoRenacimiento, que dirigi entre 1909 y 1913, y Germen, cuyos destinos estaban guiadospor Alejandro Sux. Otra publicacin donde particip fue Nosotros. En 1915 tambindirigi, junto a Carlos Malagarriga, la revista La Obra. De su labor como escritorquedaron, entre otros ttulos, ensayos como Ideaciones: letras de Amrica, ideas deEuropa (1908) y La educacin del peligro (1911); sus narraciones ficticias cortas18 Diego Abad de Santilln, Gran enciclopedia argentina, T. II, Buenos Aires, Ediar Sociedad AnnimaEditores, 1956, p. 185. 19 Ariel Lemes Batista, Ruy de Lugo Via: entre el periodismo y las ciudades, en:http://www.lajiribilla.co.cu/2004/n161_06/memoria.html.

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  • aparecieron bajo el nombre de Cuentos extraos (1907) y Tragedias de la vida vulgar,estas ltimas publicadas ntegramente en uno de los nmeros de Ideas y Figuras en1910. Muere en un viaje en barco regresando de Espaa en 1916.20

    El segundo de este grupo es un poeta y dramaturgo cercano a Ghiraldo en losprimeros aos del siglo XX (escribi en El Sol y Martn Fierro y particip de LaProtesta en los aos que estuvo bajo su direccin). Tambin se aventur en la fundacinde revistas como Los Nuevos Caminos, en 1906 junto a Juan Ms y Pi, y Letras, conJulio R. Barcos en 1907. La obra teatral de Maturana incluye ttulos como Qu calorcon tanto viento (1907), La flor del trigo (1908), Cancin de primavera (1912), La florsilvestre (1915), adems de algunas de tinte ms poltico como La Ley de Residencia yEl gran caudillo y otras de crtica costumbrista como Gente honrada (1907). De sulabor potica nos quedan ttulos como Las fuentes del camino (1909) y Naranjo en flor(1912). Viaja a Europa como corresponsal de la revista Caras y Caretas en 1912 y a suregreso publica un libro que recoge sus impresiones de viaje; su ttulo es El balcn de lavida. Muere en Crdoba en 1917, un tanto alejado del movimiento anarquista pormotivos de salud.21

    Otro de los colaboradores asiduos que tienen una clara impronta anarquista esTeodoro Antilli, un periodista autodidacta que haba nacido en la localidad bonarense deSan Pedro en 1883. Escribi en diversas publicaciones de la poca, entre las quesobresalen Mundo Argentino y Fray Mocho, y, adems de participar en las pginas deLa Protesta, fund junto a su compaero Gonzlez Pacheco distintos rganos libertarioscomo La Campana Nueva, La Batalla. Diario anarquista de la tarde y El Manifiesto.Influido por los hechos desatados por la Revolucin Rusa publica, de nuevo junto aGonzlez Pacheco, La Obra, en fuerte disidencia con la lnea sostenida entonces por LaProtesta. Le sigue a este diario, luego de su clausura durante la semana trgica de 1919,la aparicin de Tribuna Proletaria, al que se suma, ms all de su antiguo amigoPacheco, Alberto Bianchi. Por ltimo, cabe mencionar, en lo referido a su derroteroperiodstico, la fundacin entre los aos 1921 y 1922 del semanario La Antorcha, dondecomienza a alejarse de la experiencia sovitica.22

    Un tercer conjunto de colaboradores tiene como anclaje el mundillo teatral (alque Ghiraldo comienza a prestar una especial atencin en esta poca), la vida bohemia yel mundo de la literatura hispanoamericana. De entre ellos podemos citar a EnriqueGarca Velloso, Francisco Defilippis Novoa, Vctor Domingo Silva, Vicente Medina yCarmelo Martnez Paiva. A stos se suman Candelario Olivera, Eduardo Talero, LuisBayn Herrera, Julio Cruz Ghio y Ral Marfieri.

    Cabe destacar dentro del universo teatral de la poca a Enrique Garca Velloso,multifactico dramaturgo nacido en el 2 de septiembre de 1880 en Rosario, Santa Fe. En1896 se inicia en la crtica teatral en diarios como El Tiempo, a los que luego sumara sucolaboracin en Caras y Caretas y en La Nacin. Particip activamente de la fundacinde instituciones vinculadas con los derechos de la gente de teatro como la yamencionada Sociedad de Autores Dramticos y Lricos (de la que se transform en supresidente), la Casa del Teatro y el Conservatorio de Arte Dramtico. De entre sus obraspodemos citar Gabino el mayoral, la primera de ellas, con mucho de sainete espaol,que lleg a la cifra de mil quinientas representaciones. En 1904 estrena Casa de solteroy posteriormente lo hace con Gigol y Culepina, esta ltima en 1916. Pero su xito mscontundente llega con El tango en Pars, de 1913. Adems, fue uno de los ms20 Diego Abad de Santilln, op.cit., T. V, p. 149.21 Vicente Osvaldo Cutolo, Nuevo diccionario biogrfico argentino, T. 4, Buenos Aires, Editorial Elche,1975, p. 477.22 Horacio Tarcus, op. cit., pp. 17-18.

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  • entusiastas impulsores del cine nacional en esos aos, adaptando y filmando la novelade Jos Mrmol Amalia y filmando Mariano Moreno y la Revolucin de Mayo, en 1915.Muere en Buenos Aires en 1938.23

    Tambin dentro de ese universo corresponde citar al entrerriano DefilippisNovoa, nacido en Paran en 1889. Al igual que Garca Velloso comenz como autorteatral y luego se inclin por el cine. De su labor como dramaturgo se rescatan las obrasEl da sbado, estrenada en Rosario en 1913, Tu honra y la ma (1925), Mara la tonta(1927) y He visto a Dios (1930); su carrera como cineasta incluye ttulos como Flor dedurazno (1917), basada en la novela de Martnez Zuvira, Blanco y negro (1919) y Lavendedora de Harrods (1920).24

    Completa este conjunto vinculado a la escena portea una trada compuesta porLuis Bayn Herrera, Vicente Martnez Cuitio y Rodolfo Gonzlez Pacheco. Elprimero, Luis Bayn Herrera, un espaol nacido en Bilbao, desarroll toda su carreraartstica en la Argentina, sobresaliendo como cineasta y guionista, aunque tambin sedio a conocer como letrista de tango. De entre sus obras teatrales podemos mencionar lacomedia Como se olvida, Siripo, Santos Vega, La crisis, La ciudad triste y pelada, Lahistoria del ao y Los tenebrosos. De su filmografa se destacan la versin de 1938 deJetattore, la obra de Gregorio de Laferrre, Cndida, de 1939, Los celos de Cndida, de1940, y la adaptacin de la obra de Balzac La piel de zapa, de 1943. Fallece en BuenosAires el 30 de marzo de 1956.25 Vicente Martnez Cuitio naci en 1887, en Astilleros,departamento de Colonia, Repblica Oriental del Uruguay; sin embargo, al igual queLuis Bayn Herrera, fue la Argentina el escenario de su actividad como crtico teatral,dramaturgo, abogado, periodista y, como una marca de poca para los hombres detablas, letrista de tango. De sus obras de teatro vale la pena destacar Rapsodias paganas(1906), Nuevo mundo (1918), El derrumbe (1919), Los soadores (1923) y Laemigrada (1925), esta ltima estrenada en Espaa por la famosa actriz Camila Quiroga,en 1929. En lo concerniente a su faceta cinematogrfica se destacan Atorrante, Lavenganza de la tierra, de 1939, y La fuerza ciega, de 1950. Como letrista se lo conocipor el vals Cinta azul y el tango Yo soy la milonguera. Su muerte acontece en BuenosAires el 16 de noviembre de 1964.26

    El ltimo de esta trada es Rodolfo Gonzlez Pacheco, que, si bien puede sercatalogado como un hombre de teatro, tambin pertenece al mundo de la militanciaanarquista en su condicin de publicista de las ideas libertarias. Nace en Tandil en 1881,donde hace sus primeras armas dentro del periodismo y funda el peridico Luz y Verdad,ya de clara impronta anarquista. Como dijimos anteriormente, su sociedad con TeodoroAntilli le permite desarrollar una gran labor propagandstica al frente de algunos diariosy semanarios; pero tambin funda en 1911, junto a Tito Livio Foppa, el peridico LibrePalabra, donde emprende una campaa contra la Ley de Defensa Social. Cabe destacarde su obra como escritor el primer volumen de prosa y verso que lleva por ttulo Rasgos(1907), las obras de teatro Las vboras (1916), La inundacin (1917), El sembrador(1922), Hermano lobo (1924), El hombre de la plaza pblica (1928), El grillo (1929),Compaeros (1936) y Cuando aqu haba reyes (1947). Se dio a conocer por susensayos breves reunidos en distintos volmenes: Carteles del camino (1923), Carteles

    23 Perla Zayas de Lima, Diccionario de directores y escengrafos del teatro argentino, Buenos Aires,Galerna, 1990, p. 134.24 Vicente Osvaldo Cutolo, op. cit., T. II, p. 492.25 Javier Barreiro, Diccionario biogrfico espaol, Vol. VII, Madrid, Real Academia de la Historia, 2010,pp. 430-431. 26 Diego Abad de Santilln, op. cit., T. V, p. 135.

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  • de ayer y hoy (1928), Carteles (segunda serie, de 1936) y Carteles de Espaa (1940).27Se suman a los ya citados otras firmas con menos nmero de escritos en Ideas y

    Figuras como Vctor Arreguine, Eduardo Talero, Constancio C. Vigil, BernardoGonzlez Arrilli, el modernista uruguayo Julio Herrera y Reissig, Luis Berisso, JuanJulin Lastra, el bohemio suizo-argentino Charles de Soussens, Juan Jos de SoizaReilly, Carlos Baires, Leopodo Daz, los espaoles Joaqun Dicenta y Francisco deGrandmontagne, Manuel Mara Oliver, Carlos Ortiz, Roberto Payr, Osvaldo Saavedra,Florencio Snchez, Eduardo Schiaffino, Manuel Ugarte y otros.28

    Son de mencionar algunos otros nombres vinculados al sector libertario ocercanos a las ideas del mundo obrero de la poca que aparecen colaborando o comofirmas de la revista. De los afianzados o que actuaron por ese tiempo en la Argentina oen el Ro de la Plata sobresalen Rafael Barret, Santiago Locascio, Pietro Gori, AlfredoPalacios, Enrique del Valle Iberlucea, Jos Torralvo, Armando Vasseur, ngel Falco,Federico ngel Gutirrez y Enrique Dickmann. Del mbito internacional, CarlosMalato, el pedagogo espaol Francisco Ferrer, Anselmo Lorenzo, y los tericosKropotkin y Malatesta. Como dato relevante y de alguna curiosidad conviene tambintener en cuenta los nombres que esta publicacin rescata de los que pueden llamarseprohombres de la historia, la literatura y la ciencia argentina. Ellos son Sarmiento,Alberdi, Lucio V. Mansilla, Leandro Alem, Amancio Alcorta, Valentn Alsina yFlorentino Ameghino.

    Los once nmeros de la etapa espaola, ms all de presentarse con firmasreconocidas como las de Rubn Daro, Jos Mara Vargas Vila, Miguel de Unamuno,Concepcin Arenal, Benito Prez Galds, Amado Nervo, Manuel Machado, Ramn delValle-Incln, Max Nordau, Jos Ortega y Gasset, Jos Enrique Rod y Rafael Altamira(estos cinco ltimos tambin aparecen rescatados en la versin portea), cuentan con laasidua colaboracin de Luis Canedo, Juan Gonzlez Olmedilla, Rafael Lasso de laVega, Eduardo M. del Portillo y Gloria de la Prada. Es de mencionar la aparicin de dosfirmas interesantes a la hora de revisar la cabida que el pensamiento de izquierda tuvoen esta etapa; ellas son las de Lenin y Len Trotsky.

    Ideas y Figuras: una lectura en dos direcciones

    De los maestros a los idearios

    Lo primero que surge al acercarse a este rgano cultural es ese concepto o matrizdoble que el ttulo pone en evidencia. Las Ideas y las Figuras sern lo que Ghiraldointentar hacer pblico por esos aos; pero su objetivo requiere, para ser debidamenteinterpretado en trminos de las que sern sus operaciones culturales, ciertacontextualizacin. En ese tiempo aparecen en Buenos Aires una serie de semanariosilustrados, en su gran mayora de tipo festivo, que incluyen crticas sociales y polticas.29

    27 Horacio Tarcus, op. cit., pp. 280-281.28 Para mayor informacin sobre algunos de estos autores, revisar el estudio introductorio titulado Larevista Martn Fierro de Alberto Ghiraldo (1904-1905): pasiones y controversias de una publicacinlibertaria en Armando V. Minguzzi (estudio preliminar e ndice bibliogrfico), Martn Fierro. RevistaPopular Ilustrada de Crtica y Arte, Buenos Aires, Academia Argentina de Letras/Cedinci, 2007, pp. 19-66. En l se recogen datos biogrficos de, entre otros, Charles de Sosussens, Vctor Arreguine, ManuelUgarte, Carlos Baires, Eduardo Talero, Osvaldo Saavedra y Joaqun Dicenta. 29 Una excelente revisin histrica de cmo se dio el desarrollo de esta modalidad de la prensa peridica

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  • Su mximo exponente fue Caras y Caretas, iniciado en 1898, aunque hubo otros quemerecen ser mencionados para hacer aun ms evidente el verdadero alcance que tuvoesa matriz de lo doble instalada desde los ttulos. De entre ellos vale la pena citar, nibien iniciado el siglo y casi como una frmula imitativa del magazine ya referido,Carros y Carretas, de 1904. Luego vendrn, entre otros, Tipos y Fantoches, de 1906,Tipos y Tipetes, aparecido en 1907, y Monos y Monadas, que vio la luz en 1910.30 Todosellos, como dijimos, traen consigo esa marca de lo festivo o jocoso y cierta banalidad aldiscurrir sobre las costumbres de la sociedad, un marco donde se recuestan las ficciones,los comentarios de los autores y otros textos que pueblan sus pginas.31

    Contra ese banal discurrir se hace presente esta revista de Ghiraldo. Pensar suttulo como un enunciado a la manera bajtiniana, es decir, instalndolo histricamenteen la cadena discursiva del resto de los nombres, nos hace reflexionar sobre ladimensin de su impronta responsiva.32 Ideas y Figuras es, de hecho, una respuesta. Sufiliacin anarquista, con toda la carga de combate contra las malas costumbres socialesy polticas que habita el imaginario crata, instala la posibilidad de otra sintaxis de lodual, la que tiene que ver con la discusin de ideas y el reconocimiento de maestrosrespetados, casi una reiteracin de la imagen de seriedad pietista a la que el sectorlibertario, y sobre todo Ghiraldo, pretenda ser asociado en su prensa. En verdad, dichamatriz o sintaxis le permitir al director de esta revista, desde el inicio, situarse comoalguien capaz de inscribir la cultura libertaria en un contexto de excelencia en estecaso, lo ms exquisito de la cultura universal, y, en segundo turno, transformarse enquien posibilite la puesta al da sobre ideas e imaginarios propios de la poca. Esassern, bsica e inicialmente, sobre todo en el marco de ese cotejo de lo dual que servirde disparador a nuestro anlisis, las operaciones poltico-culturales que pretendemosrevisar en Ideas y Figuras, una revista que uni, de una manera militante y a la vezperiodstica, las ciudades de Buenos Aires y Madrid.

    El primero de estos puntos ya apareca formulado por boca de la direccin de larevista al cumplirse su tercer aniversario, aunque la idea del desdoblamiento va msall, agregndose un nuevo captulo o pliegue. En el nmero 71, del primero de mayo de1912, aparecen unas Palabras liminares:

    Todos han hablado en estas pginas, desde los maestros encanecidos de gloriahasta el oscuro muchacho lamentable que nadie sabe hacia qu desconocidasregiones del planeta, del hasto o de la fiebre encamin sus pasos, todos handejado el eco de su voz, la lnea luminosa de su espritu.33

    El tem concerniente a las figuras cobra un nuevo sentido. Se adjuntan, a esaplyade de maestros, estos jvenes que, si bien an no pueden catalogarse como figuras,

    en Buenos Aires se encuentra en el artculo de Sandra M. Szir, De la cultura impresa a la cultura de lovisible. Las publicaciones peridicas ilustradas en Buenos Aires en el siglo XIX. Coleccin BibliotecaNacional, en Prensa argentina del siglo XIX. Imgenes, textos y contextos, Coleccin Investigaciones dela Biblioteca Nacional, Buenos Aires, Teseo, 2009.30 Hctor Ren Lafleur; Sergio Demetrio Provenzano y Fernando Pedro Alonso, Las revistas literariasargentinas (1893-1967), Buenos Aires, El Octavo Loco Ediciones, 2006, p. 49.31 Para una lectura exhaustiva de este segmento de la prensa peridica y sus prcticas literarias esconveniente remitirse al libro de Eduardo Romano, Revolucin en la lectura. El discurso periodstico-literario de las primeras revistas ilustradas rioplatenses, Buenos Aires, Catlogos, 2004. 32 Mijail Bajtn, El problema del texto en la lingstica, la filosofa y otras ciencias humanas. Ensayo deanlisis filosfico, en Esttica de la creacin verbal, Mxico, Siglo XXI, 1985, pp. 294-323.33 La Direccin, Palabras liminares, en Ideas y Figuras, Buenos Aires, ao III, N 71, 1 de mayo de1912, p. 2.

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  • sern portadores de ideas renovadoras, ya sea estticas o polticas. Finaliza la notaanunciando una cruzada contra los avances del clericalismo, una contienda donde laprimigenia matriz dual de la revista (maestros e idearios) queda evidenciada cuando seseala uno de sus mltiples frentes de batalla: No se trata de hombres determinados. Setrata de las ideas que representan con el torvo empecinamiento de los fanticos. Esasideas han sujetado por ms de cuatrocientos aos la marcha de la civilizacin.

    Con sus ms y sus menos leemos, en la ya citada nota del nmero 49 escrita porCarulla y para otro aniversario (el segundo) donde se hace un repaso sobre lo quesignifica la revista en la vida intelectual de Buenos Aires, el papel que le corresponde aldirector en la suma de nuevos nombres. Al recorrer all la historia de esta publicacin ysus avatares, este colaborador nos dice:

    En sus pginas se ha volcado la multiforme actividad de los intelectualesmodernos. Los ms preclaros talentos estn aqu, al mismo tiempo que losignorados, florecidos en medio de la vida o a veces entre los muros de las crcelesdemocrticas y que Ghiraldo es nico en descubrir.34

    Ms all de esa capacidad de Ghiraldo para descubrir voces de autores jvenesqueda instalada la tan mentada doble va que ser, a lo largo de nuestro anlisis, el ejede la lectura. Tal como dice el historiador argentino Juan Suriano al referirse a losdiscursos culturales del anarquismo: La binaridad es una caracterstica de laenunciacin anarquista, un sistema que lo estructura todo, que opera en todos losniveles.35 En este caso nos serviremos de esa binaridad en sentido amplio, nomeramente confrontativo sino como clave para instalar una matriz de lectura que hagaposible recorrer esa doble va y sus pliegues o, mejor an, sus derivas. Vemos entoncesque de un lado estaban las ideas o los idearios, sus disputas y sus actualizaciones, y delotro, las figuras (a las que se les suman algunos de los jvenes), en un intento por dejarestablecido un panten magistral para el universo crata que, de por s, era un mundosumamente eclctico.

    Quedan, entonces, de ese otro lado, los viejos maestros entre los cuales secuentan Leonardo da Vinci (N 21, 14 de diciembre de 1909), Walt Whitman (N 76, 30de julio de 1912) y Jean Jaurs (N 58, 21 de septiembre de 1911), los tres con sendosnmeros monogrficos (cuyo propsito central es resaltar de alguna manera susperfiles); y Marinetti, Tolstoi y DAnnunzio (N 27) a travs de aportes y semblanzas desu vida. Tambin es de mencionar la referencia a algunos espaoles como RafaelAltamira (N 9, 29 de julio de 1909) y Francisco Ferrer, o a escritores que visitaron elpas como Valle Incln (N 32, 27 de abril de 1910), Eduardo Zamacois (N 36, 26 deoctubre de 1910) y Santiago Rusiol (N 31, 16 de abril de 1910); a los que se agreganhispanoamericanos como Julio Herrera y Reissig (N 29, 30 de marzo de 1910),Almafuerte (N 69, 26 de marzo de 1912) y Rubn Daro (N 77, 17 de agosto de 1912).En un plano ms ideolgico se aaden a estos viejos conocidos algunos representantesdel mbito anarquista. Uno de ellos es Errico Malatesta (N 112, 3 de julio de 1914), elotro, Anselmo Lorenzo (N 121, 27 de enero de 1915). Sus retratos aparecen en laportada y, en el caso del militante italiano, una breve biografa termina, ahora s,aportando densidad ideolgica al tem de lo que esta publicacin dio en llamar figuras.

    El perfil subjetivo de la figura del maestro, a la que esta revista apuesta, sepuede observar en el comentario que Jos Enrique Rod hace sobre Leonardo da Vinci34 Juan Emiliano Carulla, Los agitadores, en Ideas y Figuras, Buenos Aires, ao II, N 33, 8 de mayo de1910, p. 12. 35 Juan Suriano, op. cit., p. 167.

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  • en un artculo del nmero 21:

    Frente a los secretos del mundo material, [] es quien reivindica y pone envaliente actividad el rgano de la experiencia. Tentculo gigante que ha detremolar en la cabeza de la sabidura, sustituyendo a las insignias de la autoridad yde la tradicin.36

    Una semblanza que reivindica su costado ms dscolo, el que, ante la autoridady la tradicin, elige la experiencia. Dicho perfil va a repetirse cuando se haga un repasode la vida de Malatesta en el nmero 121. En cuanto a la relacin de este ltimo conGaribaldi se nos dice que el a esa altura jovencsimo militante crata desconfainstintivamente de la bondad poltica de su cruzada nacionalista; a lo que se suma unapintura donde Malatesta aparece como un ateo irreconciliable y con la gallardasoberbia de su temperamento insumiso, dos tpicos que ya lo preanunciaban como elfuturo anarquista que [n]i a los Dioses ni a los hombres les rendira obediencia.37 Delo expuesto en este nmero de la revista surge, a la hora de construir el ya mencionadopanten de figuras, lo privilegiado del flanco rebelde y antiautoriatario cuando sepretende bosquejar el perfil del maestro-militante. Dicha construccin, similitudinsumisa mediante, termina permitiendo a Ghiraldo y a su revista inscribir esemonumental entramado de notables anarquistas en lo ms prestigioso de la culturauniversal.

    Ghiraldo vena de su experiencia en la revista Martn Fierro, transformada ensuplemento de La Protesta a partir del nmero 31, y de la direccin de ese peridico quele permiti tener, como ya habamos adelantado, una posicin de privilegio dentro delmundo militante y cultural crata. Mediante ambas publicaciones trat de erigirse en elsujeto capaz de llevar a buen trmino la amalgama entre cultura popular criollista ymilitancia poltica, esta ltima proveniente masivamente del mundo inmigratorio.38Dicho intento parece ya dejado de lado en Ideas y Figuras. Lo que se busca en suspginas es una vuelta a cierto ideario internacionalista. En este caso, el maridaje se daentre el prestigio de la cultura universal y los lderes emblemticos del universolibertario aquende y allende los mares. El mapa de sus figuras le permite al director,sin dejar de lado el hecho de reivindicar el valor de la rebelda ante la autoridad,inscribir el imaginario crata, conformacin y publicidad de un panten de personajesilustres mediante, en el horizonte de la cultura universal ms prestigiosa. Es as como elcomponente ideolgico internacionalista del sector libertario vuelve a escena investidode un halo de legitimidad cultural transnacional.

    Ahora bien, a esta altura es bueno traer a colacin el encabezamiento de lasnotas centrales del nmero 21, dedicado a Leonardo da Vinci. Lo que se lee como ttulogeneral de la presentacin es Los maestros, una clara referencia a cmo era pensada lainclusin de esa figura. En este sentido, al adentrarnos en los nmeros madrileosvemos que en el primero aparece una carta de Benito Prez Galds a los argentinos y, enlas pginas, siguientes una nota de Juan Gonzlez Olmedilla donde se reproducen lavisita de ste al consagrado autor de Fortunata y Jacinta y la charla que rodea el dictadode esa carta. En esta nota, la primera de una seccin que despus se llamara Crnicasde Madrid, se lee la siguiente presentacin: Tarde de primavera, clida y dorada. El

    36 Jos Enrique Rod, Leonardo da Vinci, en Ideas y Figuras, Buenos Aires, ao I, N 21, 14 dediciembre de 1909, pp. 11-12.37 s. a., Enrique Malatesta, en Ideas y Figuras, Buenos Aires, ao IV, N 112, 3 de julio de 1914,pp. 3-9.38 Minguzzi, Armando V., op. cit,, pp. 58-66.

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  • barrio de Argelles sonre bajo el sol. Estamos en la calle de Hilarin Eslava, ante lapuerta de una casita mozrabe: es la morada del maestro. Esa, entre otras, es lacategora con que inicialmente se hace alusin a Galds. De nuevo, las figuras que larevista elige son presentadas, en principio, desde un pedestal docente. Pero adems deesta categora, el cronista utiliza otra. Casi al final de la charla, Gonzlez Olmedillavuelve sobre la figura del anciano escritor, pero de manera diferente: Don Benitosonre, contento. Su satisfaccin nos contagia a todos, como la alegra del patriarca seextiende a sus hijos amorosos.39 La distancia que media entre el maestro y el patriarcaes la que hace la diferencia en trminos de operaciones poltico-culturales. Desde eseLeonardo que en su rol de consagrado de la cultura universal da origen a la constelacindel prestigio en la que despus ingresarn los tericos del anarquismo, a este donBenito, un patriarca vivo que le ofrece a la revista (y por ende a Ghiraldo) no solo laposibilidad de ser un nexo entre la Argentina y Espaa o ms bien entreHispanoamrica y la madre patria sino tambin el ingreso al mundo cultural espaolcomo un hijo amoroso de este preclaro maestro,40 las tan mentadas figuras son las quepermiten o habilitan la internacionalizacin de las operaciones culturales. En primerlugar, abriendo la posibilidad de que la accin de los prohombres anarquistas, comoMalatesta y Anselmo Lorenzo, entre otros, se inscriban en lo mejor de la culturauniversal, lo que hace posible el armado de una tradicin de insumisos. Casi podramosdecir, en esta primera instancia, que, por la puerta del antiautoritarismo que abren losmximos exponentes de la cultura universal y su prestigio, entran los prohombres delanarquismo. Despus, la operacin cultural que se inicia con Prez Galds, pero que yaapareca en los nmeros de Buenos Aires y su repetida bienvenida a autoresconsagrados del mbito espaol, permite un desembarco, el de Ghiraldo, en el mundopeninsular, que es el primer paso en una bsqueda que apuesta a hacer del director de larevista el intelectual puente entre las dos orillas hispnicas del Atlntico.

    Las firmas de la etapa peninsular responden a ese ingreso prohijado por Galdsy, aunque en menor grado, a la idea de ser una publicacin panhispnica. Rbricasespaolas como las ya citadas de Unamuno, Ortega y Gasset, Rafael Altamira, ValleIncln, pero tambin las hispanoamericanas algunas de ellas repetidas de RubnDaro, Jos Enrique Rod, Jos Mara Vargas Vila, Amado Nervo, Emilio Bobadilla y elespaol emigrado a tierras rioplatenses Vicente Medina, son las que refuerzan lavoluntad de ser una revista a caballo entre ambos mundos.

    La otra va que termina de armar esa estructura dualista es la que se adivina traslas ideas y sus cruces. En la etapa portea se vislumbran aspectos ms generales en loque hace al ideario anarquista o socialista. Se lee en el nmero 43, firmado por eluruguayo Armando Vasseur, un ensayo sobre la igualdad, y en el 33, una polmica entorno a la huelga general cuyo punto de partida es un discurso de Aristide Briand, alque se seala como Actual Presidente del Consejo de Ministros de Francia.

    Como era de esperar, se hace tambin una puesta al da del ideario crata en elnmero 35. Lleva por ttulo El anarquismo segn sus ms ilustres representantes:Godwin, Proudhon, Stirner, Bakounin, Kropotkin y Tolstoy una nota que funcionacomo bisagra entre esa apelacin a las figuras estelares y la intencin de asumir eldebate de ideas por parte de la revista. Pero tambin se hacen presentes escritos dondelas ideas socialistas tienen cabida. Prueba de ello es la crnica sobre el CongresoExtraordinario del Partido Socialista de la R. A. del nmero 24, o la nota de Andrs39 Juan Gonzlez Olmedilla, Crnicas de Madrid, en Ideas y Figuras, Madrid, ao I, N 1, 1 de mayode 1918, pp. 16-17.40 Hctor Adolfo Cordero, Alberto Ghiraldo. Precursor de nuevos tiempos, Buenos Aires, Claridad, 1962,p. 206.

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  • Saavedra que, en el nmero 116, se explaya sobre los Partidos y programas.Socialismo y anarquismo. Sin embargo, la presencia de los tpicos cratas clsicos sehace sentir. Temas como el del amor libre, al que se le dedica el nmero 57, donde sepublica una artculo de Alfredo Naquet titulado Del divorcio a la unin libre, y elantimilitarismo, en el 131, que lleva por ttulo general La protesta de un conscripto ydescribe cmo fue que Daniel Quijano desert del Regimiento 11 de Infantera, pueblanlas pginas de este magazine ideolgico-cultural. Se da, entonces, un proceso decreciente territorializacin ideolgica con el devenir de las entregas. Los nmeros 125 y126 dedican la mayor parte de su espacio, mediante notas de distintas firmas, a poner enescena las noticias del mundo obrero argentino. El primero aparece con un ttulogeneral: El IX congreso de la FORA (Federacin Obrera Regional Argentina); elsiguiente, que lleva por ttulo La unin obrera, aborda un tem central delpensamiento de Ghiraldo: el de aunar esfuerzos anarquistas y socialistas en su pas deorigen.41

    Algo similar, aunque en formato ms reducido, acontece en la etapa espaola. Enalgunas entregas, sobre todo a partir de la octava, comienzan a ganar espacios cada vezms crecientes la actualidad ideolgica y el universo sindical peninsular. Sin embargo,en el nmero 8, del 30 de noviembre de 1918, se lee una nota titulada Losmaximalistas rusos y sus fines cuyo el subtitulo reza: Primera publicacin autnticade las doctrinas del jefe de los bolchevistas, ministro de relaciones exteriores LenTrotsky. La serie sobre los maximalistas rusos contina en la entrega siguiente, perohablando de la obra social y econmica de los soviets. La ltima edicin, comodijimos, muy distanciada en el tiempo de la anterior y volcada al mbito hispnico, estprcticamente dedicada al Segundo Congreso de la Confederacin General delTrabajo, obviamente de Espaa. Es decir que la territorializacin en la etapa madrilease da de una manera ms abrupta.

    Ahora bien, ese fuerte arraigo ideolgico-territorial de los temas y eventos delmundo obrero pueden ser traducidos, en clave de la operacin poltico-cultural que estarevista emprende, sobre todo en su etapa argentina, como una estrategia temporal en laque a un tiempo abstracto de las ideas le sigue un presente de disputa ideolgica queacontece en un escenario determinado. Para revisar esa instancia temporal, tomando encuenta lo que significa la propia lgica editorial de una publicacin como esta,recurriremos a lo planteado por Beatriz Sarlo, quien se detiene en la relacin de lasrevistas con el presente en su artculo Intelectuales y revistas: razones de una prctica.All, ms all de sealar el verdadero anclaje en el presente de estos objetos lasrevistas remarcando que no se planean para el reconocimiento futuro [], sino parala escucha contempornea, pone en escena la importancia de algunos conceptos para suanlisis, sobre todo en lo concerniente a sus vnculos con la actualidad cuando nos dice:La sintaxis de una revista informa, de un modo en que jams podran hacerlo sus textosconsiderados individualmente, de la problemtica que defini aquel presente.42

    El rumbo de esa accin sintctica que Sarlo define tambin como mostracinde textos nos lleva, si hablamos de esa vertiente de la sintaxis que son las ideas, a unaterritorializacin donde el presente est implicado. De la abstraccin o elinternacionalismo lo primero solo para la etapa argentina pasamos a lo acontecido enel mbito local. Esta vez, la duplicacin desplegada en dicha vertiente nos lleva unaespecie de hic et nunc donde espacio y tiempo exhiben un claro anclaje. Como vemos,un tem de la primera doble va a la que apuesta la revista las ideas se subdivide41 Iaacov Oved, op. cit., p. 412.42 Beatriz Sarlo, Intelectuales y revistas: razones de una prctica, en Le discours culturel Dans lasrevues latino-amricaines (1940-1970), Pars, Amrica-Cahiers du CRICCAL, n. 9/10, 1992, pp. 9-16.

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  • temporalmente, y ofrece una segunda instancia de lo doble: abstraccin ointernacionalismo versus territorializacin. Estamos de nuevo, y como haba sucedidocon las figuras y los jvenes, ante una confirmacin de que lo binario no es algo fijosino que observa pliegues o, mejor dicho, despliegues, una prctica que tambin puedeser catalogada como deriva de una matriz que no es monoltica y que en ltima instanciaparece no detenerse.

    Qu ocurre, entonces, en la otra vertiente de la sintaxis, la que se ocupa de lasfiguras? Ya lo habamos adelantado, de alguna manera, para la etapa argentina. Elpasaje de los viejos y globales maestros a los jvenes y/o militantes pareca llevarimpreso la marca de esa reduplicacin, algo que en la etapa espaola fue poco relevante.Sin embargo, lo que en verdad se instala fuertemente en Buenos Aires es la idea depertenencia. Nombres como Jos de Maturana, Federico ngel Gutirrez, Juan Ms yPi, Edmundo Bianchi, Florencio Snchez o Rodolfo Gonzlez Pacheco, todos jvenesprovenientes del sector crata porteo, a los que se suman Almafuerte y el yamencionado Vicente Medina, ambos ya mayores, son los que se inscriben confrecuencia en las pginas de la revista. Se agregan Charles de Soussens y Carlos Ortiz,el primero un viejo e insigne bohemio y el otro un joven poeta que, sin ser anarquista,canta al trabajo y al pueblo. Todos ellos acompaan, por distintas razones, a Ghiraldo eneste emprendimiento editorial. Es as como se conforma el grupo colaborador queresponde, con los jvenes y con aquellos que ya no los son, a esa estructura desociabilidad intelectual de la que hablan Williams y Prochasson43 a la hora de sosteneruna publicacin. Una convivencia etaria que termina desarmando ese primer intento deduplicacin generacional de la vertiente figuras mencionado anteriormente.

    Ahora bien, si lo dual de esa vertiente no se atiene al paso del tiempo y susbifurcaciones generacionales, cul es su fundamento? Tal vez el homenaje a uno deesos compaeros jvenes, hablamos de Juan Ms y Pi, conteste la pregunta. El nmeroen el que se lo recuerda luego de su muerte en un naufragio, incluye el discurso con queGhiraldo decide rendirle tributo en el Ateneo Hispano-Americano. Su ttulo es JuanMs y Pi, un revolucionario. En l se rescatan las palabras del homenajeado,puntualmente un escrito que se titula La dictadura de los muertos, donde se pregunta:Si nuestros padres estn contra nosotros por qu no renegar de ellos? Susargumentos apuntan contra la mala influencia que el pasado ejerce sobre aquellos quebuscan la renovacin total de la sociedad. La reduplicacin en clave generacional yano es, en este texto, la de una reverencia ante los maestros. Aqu, los sujetos queveneran el pasado son descriptos como una masa de hombres que van a lo futurocomo va todo; pero van a pesar suyo. Juan Ms y Pi, citado ejemplarizadoramente porGhiraldo, le indica a ese nosotros cmo visualizar esa pluralidad de seres:

    Vedlos, caminan despacio, lenta y torpemente, caminan al revs vueltas lasespaldas al ancho camino que ante ellos se extiende []. Si pudieran marcharanhacia el ayer, desandaran lo andado, pero como a pesar suyo la marcha universallos arrastra, caminan de espaldas, ya que no sus pies ni sus cuerpos, sino sus ojosson los que resguardan para ellos esa explndida [sic] visin del pasado.44

    El escrito de Ms y Pi, con sus hombres atentos solo al pasado, instala una

    43 Raymond Williams, Cultura, Barcelona, Paids, 1981, pp. 53-79; y Christophe Prochasson, Histoireintellectuelle/histoire des intellectuels: le socialisme franais au dbut du XX sicle, en Revue dHistoireModerne et Contemporaine, N. 39, julio-septiembre, 1992, pp. 423-448.44 Juan Ms y Pi vuelve sobre estos argumentos que ya estaban en sus relatos aparecidos en el volumentitulado Cuentos extraos (La Plata, Establecimientos Grficos A. Gasperini, 1907).

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  • divisoria de aguas distinta a la que se haba establecido entre los antiguos maestros ylos que, por una distancia temporal, eran los jvenes por descubrir. La duplicacin de lasintaxis de esta vertiente tena en Buenos Aires una impronta moral, como gran parte deldiscurso impugnatorio anarquista, en donde las figuras paternas al estilo Galds erancuestionadas o, directamente, olvidadas. La etapa de Buenos Aires parece, a diferenciade la madrilea, apostar por una duplicacin que separe anhelantes del futuro denostalgiosos del pasado, o, para ser fieles al ideario crata, a aquellos que luchan porrenovar la sociedad de los que intentan negar el progreso de las ideas. Entre losprimeros, su edad no interesa, los hay maduros o jvenes, ms militantes o bohemios; larevista los exhibe como suyos y ellos ennoblecen sus pginas. En ese sentido eldesdoblamiento del tem figuras establece, en Buenos Aires, una pertenencia lasesociabilidad que desborda lo exclusivamente doctrinario. El armado de la tradicin deinsumisos es la manera con que, en la etapa portea, se constituye el panten de las asllamadas figuras. La deriva en este tem no termina en una bifurcacin. Ms que anteun despliegue estamos, sobre todo en los nmeros de Buenos Aires, frente a unaseleccin y recorte. Como dijimos, las figuras abren posibilidades cosmopolitas almundo de los prohombres libertarios, pero lo hacen desde una lgica selectiva queimplica un perfil rebelde y contrario a la autoridad.

    Para finalizar con este primer acercamiento a esa matriz dualista, podemos decirque la diferencia entre los nmeros espaoles y los de la reina del Plata estriba en cmoel director vive esa sociabilidad intelectual que son las revistas. Del lado argentino, laseguridad y su lugar de referencia dentro del espacio militante le permite traer maestrosdel pasado; sus retratos de insumisos los coloca junto a aquellos que buscan el progresosocial contra todo tipo de autoridad y vuelve internacionalista su apuesta cultural. Dellado espaol, su orfandad lo fuerza a buscar viejos patriarcas, ms o menos liberales.Queda registrado en las pginas madrileas ese gesto de instalar a Trotsky. Una vez msGhiraldo, ahora a travs de la vertiente donde se alinean las ideas, apuesta a tomarsealgunas libertades. Si tal vez alguna prctica se repite con mayor o menor intensidad enambas orillas, es el ademn ideolgico del desprejuicio, una ventaja con la que elanarquismo cultural y militante de Ghiraldo siempre cont.

    Dualismo y tipos de textos: el espacio de la narrativa ficcional

    Ms all del seguimiento de este binarismo enunciado desde el ttulo y plasmadoen esta estrategia ligada a la operacin cultural que intenta el director, es interesanterelevar tambin, ya que hablamos de una publicacin con formato de magazineilustrado, otra doble va: la que se da cuando surge la prctica de la ficcin y su relacincon otros escritos destinados a dar cuenta de los acontecimientos, es decir crnicas,comentarios, notas de opinin, etc.

    Por lo pronto resulta revelador el recorrido por los hechos que la revista decidetraer a su superficie textual, una sumatoria de acciones que, en algn sentido, funciona amanera de explicitacin de lo relevante segn el punto de vista de esa comunidadanarquista en la que su director estaba inscripto. Desde una ptica que contempla unamirada internacional aparece informacin sobre la Revolucin Mexicana en los nmeros75, 95 y 119, y hechos como el fusilamiento de Ferrer en los nmeros 17, 18 y 19. Elprimero de esta ltima serie, el nmero 17, porta informacin sobre el debatepedaggico de la poca. El segundo trae una encuesta sobre la ejecucin del pedagogoespaol, antecedida por un escrito de Ghiraldo que reclama a los intelectualesargentinos y del mundo entero su expresin de repudio ante este hecho y donde

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  • terminan pronuncindose una gran cantidad de escritores, periodistas y demspersonajes de distintos sectores del mundo cultural. Tambin se menciona al pedagogolibertario en el nmero 99, donde se publica una conferencia de Ghiraldo al cumplirseun aniversario del fusilamiento, y en el 125. Asimismo, es de destacar el despliegueinformativo y de opiniones en torno a la Primera Guerra Mundial iniciada en el ao1914. Los nmeros 114, 117, 118, 120, 121 al 124, 128, 130 y 132 abren sus pginas auna serie de escritos donde el conflicto blico es el acontecimiento que se retrata, tantopara dar cuenta de l como para plantear la misin de las minoras en su desarrollo.

    La otra vertiente de los acontecimientos tenidos en cuenta, ms all de laconstante denuncia contra la Ley de Residencia, primero, y la Ley de DefensaSocial, despus (esta ltima a partir de 1910), tiene a los hechos locales del mundocrata como protagonistas. Ejemplo de ello resulta la citada cobertura del IX Congresode la Federacin Obrera Regional Argentina donde se abandona la orientacin anarco-comunista por parte de esta central de trabajadores (una resolucin a la que la revistaadhiere), en los nmeros 125, 126 y, en menor medida, 128. Tambin es de mencionar, yen esto la justificacin de la conducta del director es crucial, lo concerniente a lasnoticias que giran en torno al Congreso de Londres, ciudad a la que Ghiraldo pensabaviajar como delegado (algo que, como dijimos, termina frustrndose por una denuncia yprovocando serias disputas dentro del mundo anarquista). Las demostraciones desolidaridad hacia la figura del director por parte de ngel Falco, Jos de Maturana,Alberto Vacarezza y la Sociedad de Autores (en la figura de Ezequiel Soria) pueblan laspginas del nmero 114.

    La muestra ms acabada de esta doble va en donde los hechos internacionalesconviven con los locales se da cuando la revista se ocupa del primer conflicto armado aescala planetaria. Los escritos sobre la Primera Guerra Mundial conviven con unacampaa en torno a los presos en nuestro pas, que aparece en el nmero 115 (de lamano de autores como Martnez Paiva, Carullla y el propio Ghiraldo) y llega hasta el122. Una conducta similar se da en la etapa espaola de la revista. Ms all del poemaMoscovia, perteneciente a Emilio Bobadilla y aparecido en la sexta entrega madrileadonde se cita la entrada del pueblo ruso y sus distintos personajes tpicos al palacio delzar, aparecen en el nmero 8 y 9, como ya lo adelantamos en el apartado anterior,sendas notas sobre los maximalistas rusos y sus fines que dan cuenta de los avataresde la revolucin recientemente acaecida. Dichos escritos son acompaados por unartculo sin firma titulado La dictadura proletaria en Rusia: aniversario de la repblicade los soviets que aparece en la octava entrega, y por otro de Lenin sobre la prensapublicado en el nmero 10. En contrapartida a esa difusin de la agenda internacional,en lo que a hechos sociales de magnitud se refiere, la etapa peninsular da a conocer en elnmero 11, siguiendo con esta lgica de las noticias sobre las reuniones de lostrabajadores locales, la ya anunciada crnica del Segundo Congreso de laConfederacin Nacional del Trabajo. Dicha crnica va acompaada por comentariossobre el significado del encuentro, volviendo al mbito local a travs de una prcticacomo la de ocuparse particularmente de los congresos del mundo del trabajo yadesarrollada en su vida del otro lado del Atlntico.

    Pero bien, ms all de este recuento de noticias sobre conflictos y sobre elmundo laboral americano o peninsular, a la hora de revisar en esta publicacin lapresencia de los textos literarios salta a la vista el mayor relieve de la produccin ligadaa la poesa frente al espacio de la narrativa. Sin embargo, en el final de nuestro anlisisnos vamos a detener, continuando con el desarrollo de esa doble va que venimosplanteando, en la narrativa breve que aparece en las distintas entregas y, como sucede enalgunos casos, acompaa los distintos escritos sobre los acontecimientos de la

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  • actualidad de los que Ideas y Figuras se ocupa.De entre los cuentos que se vinculan de alguna manera con los acontecimientos

    o temas tratados podemos mencionar, en primer lugar, el de Ruy de Lugo-Via que setitula En la intimidad de Anatole France. Aparece en la quinta entrega, donde lasilustraciones y un poema inicial de Charles de Soussens, Salutation, anuncian la visitade ese autor a la Argentina. Dicha narracin, donde se lee una crtica de la actividad delconferenciante en Buenos Aires, pone en escena, ficcionalmente, una entrevista o charladonde un vencido Joris-Karl Huysmans, el autor decadentista de la novela rebours,dialoga con el mismo Anatole France.

    Tambin son de destacar, a la hora de centrarnos en los textos narrativos quedespliegan tpicos y temticas del anarquismo, casos como el relato dialogado deSantiago Dallegri titulado Argumento contundente, y Banderas rojas de JulioBarcos. En el primero, publicado en el nmero 71, se desarrolla una conversacin entreun huelguista y un juez donde se menciona el trabajo, sus condiciones, el salario y lainjusticia que en ello radica. En el segundo, aparecido en el nmero 49, la charla entreun hombre y una mujer que ven pasar desde un balcn una manifestacin anarquistasirve de marco para poner en escena el valor de aquellos que viven segn el ideal crata.Lo mismo pasa en la etapa madrilea de la revista, donde un cuento del quinto nmeroque lleva por ttulo Luis, el hijo malo y pertenece a Pedro Morante saca a relucir eltema de la propiedad privada y, ms puntualmente, el tpico de la patria. Dicha historiaseala lo injusto que resulta lo patritico cuando se lo asocia al ejrcito, al que sedenuncia como ente masificador de voluntades.

    Pero an ms radicalizadas son las opciones en las cuales estas pequeas piezasnarrativas sirven de ejemplo al tema o al acontecimiento que se retrata en la revista.Ser, en ese sentido, en el nmero 19 de la parte argentina es decir, la tercera de lasentregas que se vienen ocupando correlativamente de los hechos en torno al juicio delpedagogo Ferrer y su posterior fusilamiento donde se publican dos narraciones breves.Una de ellas es del espaol emigrado a la Argentina Vicente Medina; se titula Lamancha de Can, est fechada en Rosario de Santa Fe en 1909 (es decir que est escritaen esos das), y cuenta la angustia de un condenado a muerte en la ltima noche de vida(con visita de su amada incluida) y su posterior ejecucin. Al crtico inicio, donde sehabla de una ley inexorable y de unos hombres sedientos de justicia pero no muyseguros de su conciencia, que esquivan la responsabilidad de la ejecucin (suargumento es que al condenado lo mata la ley y no ellos), se termina sumando el finaly su diagnstico. El cierre de la historia pone en escena cmo la naturaleza, luego de laejecucin, llora a su hijo ms desdichado y, lluvia mediante, borra las huellas del reoy las de aquellas tropas que participan del hecho. El relato esquiva cualquier alusindirecta a Ferrer; pero el inicio, donde la ley absurda impone su mandato, y el final,donde los seres humanos se ven manchados por la ignominia de consentir eseasesinato, les hablan a los lectores sobre todo a aquellos que vienen siguiendo losargumentos en torno al juicio de las absurdas acusaciones y la posterior ejecucin. As,por medio de este relato breve, se reflexiona en un ejercicio de ficcin, sobre losacontecimientos tratados periodsticamente en la revista.

    La segunda narracin, ligada a los sucesos en torno a Ferrer y publicada en elnmero 19, se llama Dilogo de actualidad. Est firmada por alguien que esconde sunombre detrs del seudnimo Padre V. y pone en escena un intercambio de opinionesentre un sacerdote y un liberal. Estos dos personajes sacan a relucir la contradiccinentre el no matars como precepto religioso, y el derecho visto en tanto convencinhumana.

    Otro de los textos narrativos donde se comenta lo que la revista trae en sus

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  • pginas como asunto de relevancia es el fragmento de la novela Trabajo de Emile Zolaque lleva por ttulo La ultima guerra. Aparece en el nmero 119, que se inicia con unanota sobre lo que da en llamarse La guerra europea, es decir en pleno seguimiento delconflicto blico que, por esos aos, enluta a gran parte del mundo occidental,puntualmente a Europa, y tiene como fondo la agitacin social. En este caso no es untexto producido para la ocasin lo que se lee en la revista. Lo que se lleva a cabo comoestrategia de publicacin es el recorte, una instancia donde se observa el afn depublicar ficciones que comenten, ejemplifiquen o dialoguen con los acontecimientos delhoy. El narrador expresa su posicin con respecto a lo que antecede el clima blicoreinante en el mundo: En la crisis furiosa de los pueblos, preada la sociedad futura,media Europa se haba arrojado sobre otra media, y todos los continentes se haban idodetrs; chocaban las escuadras en los ocanos para dominar el agua y la tierra.45 Elmalestar social aparece como la situacin que haba venido a acallar la guerra; el afnde conquista de las naciones participantes cierra este introito donde se denuncia, enltima instancia, la versin imperial de esa contienda. Unas lneas ms abajo el narradorpone en escena la muerte de uno de los personajes llamado Lucas. All, luego de aclararque la guerra ha cesado y que ha llegado la etapa suprema (donde acontece el besoentre hermanos), se describe el paisaje que enmarca la muerte de este personajeindicando que en ese mbito el trabajo regenerado [] era dicha de todos por el justoreparto de bienes en este mundo y que el horizonte que les espera a los hombres es lafederacin prxima de los pueblos, el pueblo nico fraternal, la humanidad cumpliendoal fin su destino de verdad, de paz, de justicia. Al malestar social que engendra o haceposibles las guerras le sale al encuentro este ideal de justicia, con ecos manifiestamentelibertarios, federativos y fraternos, en lo que a las relaciones entre pueblos se refiere.Esta ficcin va ms all de la dicotoma planteada entre aquellos que se mantienen almargen del conflicto europeo y los que exigen una renovacin de la sociedad. Quedadesdibujada aqu la postura sostenida por Juan E. Carulla en la misma revista, quien,para el caso y en la nota que abre la entrega (La guerra europea. Neutralidad yrevolucin), reivindica a los revolucionarios alistados contra el imperialismo militaristaalemn.

    El fragmento narrativo de Zola se ocupa de traer a la revista una forma ideal deconvivencia social para despus de la guerra. La ficcin plantea un futuro que retome yreelabore pautas propias de una ideologa, en este caso la libertaria, y lo hace criticandolas razones imperiales y nacionalistas del conflicto real. Se vislumbra aqu un primeracercamiento a lo dual en el propio desarrollo de la ficcin, una estructura que tiene dosvertientes. Por un lado lo real histrico, algo que responde a un acontecimientointernacional y su lectura glosada en el marco del relato, un hecho que pasa de larealidad, escritura mediante, a la ficcin. Por otro, un futuro enunciado (y/o deseado?)ficcionalmente en clave ideolgica, una frmula de convivencia elaborada en el devenirdel relato que va adquiriendo cierta densidad representativa si se la liga a un imaginariopoltico-ideolgico.

    Ahora bien, existen textos narrativos que observan formas an ms radicalizadasde ese dualismo particular de la ficcin, sumndose de alguna manera a la matriz dualque venimos revisando a lo largo de nuestra lectura de Ideas y Figuras. Tomaremos,para ejemplificar este uso de la ficcin que conviene destacar, el relato que lleva porttulo Ayer-Hoy, perteneciente a Leoncio Lasso de la Vega y publicado en el nmero23. Vamos a recurrir, para revisar lo visto hasta aqu y adentrarnos en esos relatos y ese

    45 Emile Zola, La ltima guerra. Fragmento de un captulo de Trabajo, en Ideas y Figuras, BuenosAires, ao IV, N 119, 12 de diciembre de 1914, pp. 6-7.

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  • nuevo aspecto de lo binario, a Benjamin Harsaw y su versin del funcionamiento delmecanismo ficcional. Para este autor, dicho mecanismo consta de campos, dos siqueremos ser ms precisos: el campo de referencia externo y el campo de referenciainterno, es decir, respectivamente, el mundo de la realidad y el mundo de la ficcin que,segn este terico, mantienen relaciones de modelizacin y representacin. Semodeliza, en la actividad ficticia, de lo externo a lo interno; es decir, de la realidad almundo de la digesis narrativa. La representacin implica el movimiento inverso: partede lo expresado en la ficcin y sale al mundo real en clave representativa. ParaHarsaw, y esta es una cuestin que aqu cobra vital importancia, es el cruce de esoscampos lo que hace posible el acto ficcional.46

    La ya citada narracin de Leoncio Lasso de la Vega es publicada en una entregaque ve la luz en Montevideo, puntualmente el 11 de enero de 1910. Motiva la salida dela revista desde tierras montevideanas, como ya dijimos al hablar de la periodicidad, elestado de sitio decretado por el presidente Jos Figueroa Alcorta luego de que la bombaarrojada al interior del carruaje del jefe de polica Ramn L. Falcn por SimnRadowitzky le causara la muerte. Todo el material de esta entrega se refiere a lapromulgacin de ese estado de sitio y a las consecuencias sociales que gener. El relatoen cuestin se incluye entre una nota de opinin de Benjamn Villafae titulada Cartascvicas y enviada desde Jujuy, donde se compara el accionar del gobierno con elautoritarismo de la poca rosista, y la Crnica de los hechos, que da cuenta de unafigura como la de Simn Radensky (Radowitzky), de los deportados, del cierre deescuelas y dems para terminar con la Circular de la Confederacin Obrera RegionalArgentina. La narracin a la que hacemos referencia, despus de un largo introito entorno al ayer y al hoy de la sumisin o la esclavitud, deriva hacia un dilogo entre Dios,un soldado y un muchacho. El militar es un personaje que ha sostenido con suobediencia todas las causas injustas (la dominacin espaola en Cuba, la de losreligiosos en Filipinas, el poder de los Estados Pontificios, etc.). Del muchacho se aclaraque es ruso y su identidad, ms all de la ficcin, responde en clave ficcional-realista alperfil de quien haba ajusticiado al jefe de polica Ramn Falcn. Obviamente, en dichodilogo, el Dios cristiano perdona y premia al soldado y amonesta al muchacho ruso,que se atreve, segn la visin divina, a interrumpir el festn social para terminarcondenado al infierno y gritando: Viva la anarqua!.

    Como vemos, el material sobre el estado de sitio aparecido en ese nmeroingresa en la ficcin en clave modlica. La construccin verosmil del muchacho rusonos ofrece una muestra acabada de esta modelizacin que tiene un claro anclajehistrico; el presente y sus hechos conocidos son su eje de disputa. Se suma a esto lareferencia que dicho texto narrativo hace a la sumisin en distintos momentos y lugaresdel mundo:

    Hoy todava, en algunos dichosos pases, como Rusia, se enva a Siberia toda laturba populachera, perjudicial y turbulenta, desde el secretario de Tolstoi hasta elltimo estudiante rebelde. En Espaa se fusila a Ferrer, se pide por el fiscal lamuerte para Pablo Iglesias, se fusila, uno a uno, los presos de Montjuich y laadmirable Espaa, muda, inspirada en el santo y saludable temor, envaheroicamente al frica, a los ciudadanos que le quedan.47

    46 Benjamin Harshaw, Ficcionalidad y campos de referencia, en Antonio Garrido Domnguez (comp.),Teoras de la ficcin literaria, Madrid, Arco/Libros, 1997, pp. 123-157.47 Ayer-Hoy;