Bourdieu Realpolitik de La Razon en Bourdieu & Wacquant

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    Metamorfosis

    Dirigida por:Carlos Altamirano

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    UNA INVITACINA LA SOCIOLOGA

    REFLEXIVA

    por

    Pierre Bourdieuy Loc Wacquant

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    Ttulo original: An Invitation to Reflexive Sociology

    La primera edicin de esta obra fue originariamente publicada

    en ingls en 1992 po r Th e University of Chicag o Press

    Portada de Peter Tjebbes

    2005, Siglo XXI Editores Argentina S.A.

    ISBN 987-1220-32-4

    Impreso en Artes Grficas Delsur

    Alte. Solier 2450, Avellaneda,

    en el mes de noviembre de 2005

    Hecho el depsito que marca la ley 11.723

    Impreso en Argentina - Made in Argentina

    CDD Bourdieu, Pierre301 Una invitacin a la sociologa reflexiva / Pierre Bourdieu

    y Loc Wacquant -1a ed. - Buenos Aires: Siglo XXI Editores

    Argentina, 2005.

    320 p.; 21x14 cm. (Metamorfosis, dirigida por Carlos

    Altamirano)

    Traducido por: Ariel Dilon

    ISBN 987-1220-34-0

    1. Sociologa. I. Wacquant, Loc II. Ariel Dilon, trad. III.

    Ttulo

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    ndice

    Racionalismo y reflexividad: nota al lector latinoamericano 7

    por Pierre Bourdieu y Loc Wacquant

    Prefacio de Pierre Bourdieu 9

    Prefacio de Loc Wacquant 13

    I. Hacia una praxeologa social: la estructura y la lgicade la sociologa de Bourdieu 21Loc Wacquant

    1. Ms all de la antinomia entre fsica social

    y fenomenologa social 31

    2. Las luchas de clasificacin y la dialctica

    de las estructuras sociales y mentales 38

    3. Relacionalismo metodolgico 42

    4. La imprecisa lgica del sentido prctico 48

    5. Contra el teoricismo y el metodologismo:

    la ciencia social total 57

    6. Reflexividad epistmica 69

    7. Razn, tica y poltica 84

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    II. El propsito de la sociologa reflexiva

    (Seminario de Chicago) 101

    Pierre Bourdieu y Loc Wacquant

    1. La sociologa como socioanlisis 105

    2. Lo nico y lo invariante 122

    3. La lgica de los campos 147

    4. Inters, habitus, racionalidad 1735. Lenguaje, gnero y violencia simblica 205

    6 . Para una Realpolitikde la razn 249

    7. Lo personal es social 284

    III. La prctica de la sociologa reflexiva

    (Seminario de Pars) 301

    Pierre Bourdieu

    1. Transmitir un oficio 305

    2. Pensar relacionalmente 313

    3. Una duda radical 3274. Doble vnculo y la conversin 343

    5. Objetivacin partic ipante 350

    Apndices 359

    Loc Wacquant

    1. Cmo leer a Bourdieu 359

    2. Una seleccin de artculos de

    Actes de la recherche en sciences sociales 365

    3. Escritos selectos sobre Pierre Bourdieu 371

    Agradecimientos 375

    Referencias y bibliografa 379

    Bibliografa general 393

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    6. Para una Realpolitikde la razn

    En un artculo publicado en 1967 en Social Research (Bourdieuy Passeron 1967: p. 212), usted expres la esperanza de que "as comodurante un tiempo la sociologa norteamericana, por su rigor emprico, fue capaz de actuar como la mala conciencia cientfica de la sociologa francesa", la sociologa francesa pudiese "por su severidad teri

    ca, convertirse en la mala conciencia filosfica de la sociologanorteamericana ". Veinte aos despus, qu ha pasado con este deseo?

    Bachelard nos ensea que la epistemologa es siempre coyuntural: sus proposiciones y su impulso estn determinadospor la principal amenaza del momento. Hoy el mayor peligro queenfrentamos es la creciente separacin entre la teora y la investigacinque vemos por todas partes, y que alimenta el concomitantecrecimiento de la perversin metodolgica y la especulacinterica. De modo tal que hoy creo que es la distincin mismaentre teora e investigacin implcita en tal afirmacin la quedebe ser desafiada, y desafiada prcticamente, no retricamen

    te. Si la sociologa francesa ha de convertirse alguna vez en lamala conciencia cientfica de la sociologa estadounidense (oviceversa), entonces primero debe lograr superar esta separacin adelantando una nueva forma de prctica cientfica fundada al mismo tiempo en una mayor exigencia terica y un mayorrigor emprico.

    En qu sentido se puede hablar entonces de progreso cientfico?Ha avanzado la sociologa en las ltimas dcadas o seguimos batallando contra los mismos demonios de la "gran teora" y el "empirismo abstracto" identificados por C. Wright Mills (1959) a fnales delos cincuenta?

    una naturaleza que no es nunca otra cosa que el destino naturalizado de losgrupos dominados (las mujeres, los pobres, los colonizados, las minoras estigmatizadas, etc). Pues est claro que, aun cuando no estn siempre y completamente identificadas con una naturaleza que sirve de complemento a todos los

    juegos de la cultura, las mujeres ent ran en la dialctica de la pretensin y la distincin ms como objetos que como sujetos" (Bourdieu 1990i: p. 20).

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    En cierto sentido, el paisaje sociolgico no ha cambiadodemasiado a lo largo del ltimo cuarto de siglo. Por un lado,buena parte del trabajo de investigacin emprica sigue dirigido a problemas que son antes producto del "sentido comnacadmico" que de un pensar cientfico serio. Y dicha investigacin suele justificarse a s misma por la "metodologa",concebida con demasiada frecuencia como una especialidad

    en s misma que consiste en una coleccin de recetas y preceptos tcnicos que uno debe respetar no para conocer el objeto sino para ser visto como alguien que sabe cmo conocerel objeto. Por otro lado, tenemos el retorno de una forma deGran Teora escindida de cualquier prctica de investigacin.

    La investigacin positivista y la teora teoricista van de la mano, secomplementan y se halagan mutuamente. Aun as, las ciencias sociales han dado cuenta de cambios decisivos. Desde el quiebrede la ortodoxia Lazarsfeld-Parsons-Merton en los sesenta, hansurgido varios movimientos y desarrollos que abrieron unnuevo espacio para el debate (Bourdieu 1988e). Pienso, entre otras corrientes, en la "revolucin microsociolgica" (Collins 1985) que llevaron adelante el interaccionismo simblico y la etnometodologa, o en muchos trabajos inspirados porel feminismo. El resurgimiento de una fuerte corriente histrica en "macrosociologa" y ahora en sociologa cultural,as como algunos de los nuevos trabajos de sociologa orga-nizacional y econmica, decididamente han tenido efectospositivos.

    Pero en lugar del progreso, preferira hablar de los obstculospara el progreso y de cmo podran derribarse. Indudablemente hay progreso, y la sociologa es una ciencia considerable

    mente ms avanzada de lo que estn dispuestos a admitir losobservadores, e incluso quienes la practican. Conscientemente o no, a menudo evaluamos el estado de una disciplina entrminos de un modelo evolutivo implcito: la famosa tabla

    jerrq uica de las ciencias de Auguste Comte todava asedianuestras mentes como una especie de ranking, haciendo delas ciencias "duras" el metro patrn con el que las ciencias

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    "blandas" deben medirse a s mismas.129 Un factor que dificulta el progreso cientfico de las ciencias sociales son los intentos pasados de emular la estructura de las as llamadasciencias duras: es decir, el esponjoso y falso paradigma quecristaliz alrededor de Parsons despus de la Segunda Guerra Mundial y que domin la sociologa norteamericana y lamayor parte de la sociologa mundial hasta mediados de los

    sesenta.Las ortodoxias cientficas son el producto de una simulacin de orden cientfico conforme no a la actual lgica agonstica de la ciencia sino a la representacin de la ciencia proyectada por una cierta epistemologa positivista.130 (Uno de losmritos de Kuhn [1970] fue explorar esta suerte de ortodoxiapositivista sobre cuya base podra imitarse una ortodoxia cientfica bajo la pancarta de la acumulacin, la codificacin, etc.)De modo que tenemos la simulacin de un simulacro de ciencia

    129 Recordemos que, en su Filosofa positiva, Comte traz una jerarq uade las ciencias basada en la Ley de los tres Estadios que las ordenaba segnsu grado de complejidad creciente: en orden ascendente, la astronoma, lafsica, la qumica, la biologa y, coronndolas a todas ellas, la sociologa.

    El valor adjudicado a las ciencias "duras" es muy visible en las relacionesobjetivamente asimtricas que prevalecen entre la sociologa y la economa,don de el divertido y desdeoso escepticismo de los economistas hacia la sociologa se ve reforzado por la a menudo fascinada y envidiosa admiracinde los socilogos por la economa. En un libro de entrevistas con descollantes socilogos y economistas que trabajan en la frontera entre las dos disciplinas, Swedberg (1990: p. 322) muestra que "el orden de preferencia parece ser el siguiente: la fsica, la matemtica y la biologa tienen todas un estatusms alto que la economa, y la economa tiene un estatus ms alto que la sociologa, la psicologa y la historia. A mayor empleo de las matemticas sofisticadas, mayor estatus". Una prueba de qu e el proyecto cientfico de imitar alas ciencias sociales est con vida aun en la teora social es la que suministra la

    postulacin de Wallace (1988) de un a "matriz disciplinaria" que abre el reciente Handbook of Socioology [Manual de Sociologa] editado por Neil Smelser (vase Coser 1990 para un punto de vista en disenso sobre la viabilidad de dichoproyecto).

    130 Sobre la naturaleza agonstica de la ciencia, vase Bourdieu 1975d.Vase tambin la diseccin que hace Bryant (1985) del "positivismo instrumenta l" que diera forma, y contin a inundando al da de hoy, a la sociologaestadounidense a partir de la Segunda Guerra Mundial.

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    que, en efecto, actuara como un factor de regresin, dadoque un campo cientfico genuino es un espacio donde los investigadores coinciden en los fundamentos del desacuerdo yen los instrumentos con los cuales resolver esos desacuerdosy en nada ms.

    Para usted, cmo tendra que verse el campo sociolgico? Podra

    delinear su visin del campo cientfico?La ortodoxia acadmica estadounidense de los aos cincuenta organiz una alianza tcita: uno trae la "Gran Teora",el otro las "estadsticas multivariables", el tercero las "teoras demediano alcance" y ya tiene usted la trada del capitolio delnuevo Templo Acadmico. Entonces dice que la sociologa deEstados Unidos es la mejor del mundo y que todas las demsson versiones imperfectas de ella, y muy pronto se consigue usted un Terry Clark (1973) que escriba una seudohistoria de lasociologa durkheimiana y francesa que muestre que esta ltima no es ms que un estadio provisional en el camino del desarrollo hacia una sociologa cientfica genuina que comienza(y naturalmente termina) en Estados Unidos.131 Contra todoesto tuve que luchar cuando entr en la sociologa.

    Otra manera de imitar a la ciencia consiste en ocupar unaposicin de poder acadmico de manera tal de controlarotras posiciones, programas de formacin, requisitos de enseanza, etc., en suma los mecanismos de reproduccin de la facultad (Bourdieu 1988a) e imponer una ortodoxia. Tales situaciones de monopolio no tienen nada que ver con el campocientfico. Un campo cientfico es un universo en el que los investigadores son autnomos y donde, para confrontarse unosa otros, tienen que descartar toda arma no cientfica (empezando por las armas de la autoridad acadmica). En un autnticocampo cientfico usted puede entrar libremente en discusiones

    131 Vase Cha mboredon 1975 para una crtica meticulosa de Prophets andPatrons de Clark, descubriendo el amer icanocentrismo evolutivo implcito desu imagen de la universidad francesa.

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    libres y oponerse violentamente a cualquiera que lo contradiga con las armas de la ciencia porque su posicin no dependede l o porque usted puede conseguir otro puesto en algunaotra parte. La historia intelectual muestra que una ciencia quees controversial, viva, que tiene conflictos genuinos (es decir,cientficos) es ms avanzada que una donde reine un apacibleconsenso, fundado en conceptos elsticos, programas vagos,

    componendas editoriales y volmenes publicados.132

    ,Ms cientfico es un campo cuanto ms capaz resulta de encauzar, de convertir motivos inconfesables en un comportamiento apropiadamente cientfico. En un campo estructuradode manera poco definida, caracterizado por un bajo nivel deautonoma , los motivos ilegtimos producen estrategias ilegtimas, estrategias sin ningn valor cientfico. En un campo autnomo como el de las matemticas de hoy, al contrario, un matemtico top que quiera triunfar sobre sus oponentes se veobligado, por la fuerza del campo, a producir matemticas sopena de excluirse a s mismo del campo. Conscientes de esto,

    debemos trabajar para constituir una Ciudad Cientfica donde las intenciones ms inconfesables deban sublimarse en expresiones cientficas. Esta visin no es utpica en absoluto, y yopodra proponer una cantidad de medidas muy concretas destinadas a hacerla realidad. Por ejemplo, all donde tenemos unsolo rbitro o evaluador nacional, podemos instituir un panelinternacional de tres jueces (desde luego, debiramos vigilarlos efectos de las redes internacionales de mutuo conocimiento y alianzas). Cuando un centro de investigaciones o una publicacin disfruta una situacin de monopolio podemos traba

    jar para crear un rival. Podemos subir el nivel de la censura

    cientfica mediante una serie de acciones destinadas a elevar elnivel de formacin, el valor mnimo de competencia especficarequerido para entrar en un campo, etctera.

    132 Bachelard escribe en La filosofa del No: "Dos personas, si realmentequieren ponerse de acuerdo, tienen primero que contradecirse. La verdades hija del debate, no de la simpata."

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    En suma, debemos crear condiciones tales que el peor, elms mezquino y el ms mediocre de los participantes se veaobligado a comportarse de acuerdo con las normas de la cientificidad en vigor en el momento en cuestin. Los campos cientficos ms avanzados son el sitio de una alquimia mediante lacual la libido dominandi de la ciencia es forzosamente transmutada en libido sciendi. sta es la explicacin racional detrs de

    mi resistencia a un dbil consenso que, a mi modo de ver, es lapeor situacin posible. Si no hay otra cosa, tengamos al menosconflictos!

    Adems de la separacin entre investigacin y teora, usted sealauna cantidad de dualismos y antinomias que se yerguen en el caminodel desarrollo de una adecuada ciencia de la sociedad.133 Cmo explica su persistencia?

    Estos dualismos son persistentes, por cierto, y a veces mepregunto si acaso pueden ser neutralizados. Una de las mayorestareas de una epistemologa genuina, es decir una epistemologaedificada sobre el conocimiento de las condiciones sociales bajolas cuales los esquemas cientficos funcionan realmente, es confrontar los problemas que plantea la existencia de tales dualismos.Hay antinomias (tomemos, por ejemplo, la oposicin entre individuo y sociedad, individualismo y holismo, totalitarismo y...realmente no s qu poner del otro lado) desprovistas de todosignificado y que han sido destruidas mil veces en el curso dela historia cientfica. No obstante, puede resucitrselas con mucha facilidad y esto es muy impor tante aquellos que las reviven obtienen grandes beneficios por hacerlo. En otras palabras, estas antinomias son enormemente difciles de demolerporque estn inscriptas en la realidad social. De manera que las

    133 Entre las "falsas antinomias de la ciencia social", Bourdieu (1988e)incluye la separacin entre teora e investigacin o metodologa, las oposiciones ent re disciplinas y la divisin de los autores en tre las denomi nacionestericas (marxistas, weberianos, durkheimiano s, etc.), las alternativas de estruct ura y accin (o historia), lo micro y lo macro, los mtodos cualitativos ycuantitativos, y la antinomia fundamental entr e objetivismo y subjetivismo.

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    caracterizados como espiritualistas, idealistas, "personalistas", etc.,estn naturalmente en el frente de batalla (esto era obvio en lapoca de Durkheim pero contina siendo cierto, aunque de unamanera ms velada, en la poca de Juan Pablo II y los "derechoshumanos"). As que el retorno del sujeto celebrado con clamorpor las revistas culturales de hoy difcilmente llegue como sorpresa para aquellos conocedores de la lgica de la alternancia peri

    dica entre estas "Visiones del mundo". Como hemos explicado enun artculo publicado por esa poca (Bourdieu y Passeron 1967),el triunfo en los aos sesenta de la "filosofa sin sujeto" (conden-sada en la "muerte del Hombre" y otras frmulas diestramenteacuadas para impresionar a los lectores de Esprit) no era otra cosa que la "resurreccin" (pero ms chic) de la "filosofa sin sujeto" encarnada por la sociologa durkheimiana, contra la cual tom posicin la generacin de la inmediata posguerra el Aronde Una introduccin a la filosofa de la historiano menos que el Sar-tre de El ser y la nada y que el existencialismo expuso al escarnio pblico. (Estoy pensando en el libro de Monnerot [1945] ti

    tulado Les faits sociaux ne sont pas de choses [Los hechos sociales noson cosas], ahora olvidado hasta por aquellos, incluso algunos "socilogos", que hoy lo repiten como loros creyendo que estn descubriendo la plvora.) Y la reaccin de los recin llegados durante las dcadas del setenta y ochenta contra aqullos que entoncesdominaban el campo (contra Foucault, en particular) a quienes un ensayista antisociolgico amonton, en un intimidatorioaunque paradjico arrebato de sociologismo, bajo la etiqueta "lapense 68"134 tena, merced al ambiente altamente propicio

    134 Bourdieu alude al libro de Ferry y Renault (1989) titulado La pense68 ("The Thought of 1968: An Essay on Contemporary Anti-Huimanism"),que ofrece una crtica de conjunto de la "generacin intelectual de los sesenta" como reencarnacin "hiperblica" de las ramas nihilistas de la filosofaalemana que participa de un proyecto de "demonizacin de Europa y de losvalores occidentales", con Foucault como representante del "nietzschianismo francs", Derrida como exponente del "heideggerianismo francs", Lacan como abogado del "freudismo francs" y Bourdieu como portador de lapancarta del "marxismo francs".

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    que ofreca una coyuntura poltica de restauracin, que suscitar un retorno a la defensa del individuo y de la persona,de la cultura y el Occidente, de los Derechos Humanos y elHumanismo.

    Estos aparentes conflictos, que atraen a periodistas, ensayistas y a esos participantes del campo cientfico que buscan unsupervit de notoriedad, esconden verdaderas oposiciones que

    rara vez se relacionan a su vez con conflictos "mundanos". Elespacio en el que los cientficos sociales se sitan no es el de los"asuntos corrientes", ya sean polticos o intelectuales, como decimos para designar lo que se debate en la seccin de reseasde libros de las principales revistas y peridicos. Es el espaciointernacional y relativamente atemporal de Marx y Weber,Durkheim y Mauss, Husserl y Wittgenstein, Bachelard y Cassirer, pero tambin de Goffman, Elias o Cicourel, de todos aquellos que han contribuido a producir la problemtica que hoyconfrontan los investigadores y que tiene muy poco que ver conlos problemas planteados por aquellos cuyos ojos estn pega

    dos a los asuntos corrientes.

    No ocurre lo mismo con todos los dualismos?Por qu son estos dualismos tan persistentes? En buena par

    te porque sirven como puntos de reunin de fuerzas que se organizan alrededor de divisiones antagnicas en un campo. Son,en un sentido, la expresin lgica del espao social constituido alrededor de divisiones dualistas. Si esto es correcto se sigue que, paramatar a un dualismo no alcanza con refutarlo (sta es una ilusin intelectualista ingenua y peligrosa). La epistemologa pura a menudo es sencillamente impotente si no est acompaada de una crtica sociolgica de las condiciones de validez de laepistemologa. Uno no puede, slo con argumentos epistemolgicos, destruir un Streiten el que la gente tiene intereses vitales y reales. (De hecho, yo pienso que si uno quisiera retardarla ciencia social, todo lo que tendra que hacer es echar a rodaralgunos tontos Streiten, a la manera en que uno le tira un huesoa una jaura de perros.)

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    Pero esto no es todo. De hecho pienso que la maldicin deestos dualismos, estas antinomias aparentemente cientficas, encuentra otro apoyo social en la pedagoga. En alguna parte escrib que los profesores son tal vez el principal obstculo parael progreso del conocimiento cientfico, al menos en cienciassociales. S por experiencia (he enseado durante unos treinta aos) que los profesores tienen una necesidad urgente de

    oposiciones simples con propsitos de enseanza. Estos dualismos le vienen como anillo al dedo: primera parte consenso (omicro), segunda parte conflicto (macro) y tercera parte yo...Una cantidad de falsas controversias, hace tiempo muertas y enterradas (por ejemplo, el enfrentamiento entre el anlisis interno y externo en los estudios literarios, o entre tcnicas cualitativas y cuantitativas en "metodologa"), existen nicamenteporque los profesores las necesitan para organizar sus planesde estudio y sus preguntas para los exmenes.

    La sociologa de la sociologa no puede destruir estas fuerzas por s misma (las ideas verdaderas no tienen fuerza intrn

    seca) pero puede al menos debilitarlas. Desarrollando la reflexividad, puede ensear a las personas a ser siempre conscientesde que cuando dicen o piensan algo pueden hacerlo motivados tanto por causas como por razones. Y si construyramosuna utpica Fortaleza Cientfica donde la sociologa de la sociologa estuviera difundida uniforme y universalmente, es decir, donde este "arte marcial de la mente" fuese accesible a todos, veramos una vida cientfica completamente diferente.Esto a condicin de que no se convierta en ese juego profesional bastante perverso que consiste en reducir la sociologa a lavisin de Tersites.135 (Como pueden ver, no se puede proponer

    un consejo prctico sin desaconsejar de inmediato un uso probable del mismo consejo.)

    135 En Troilo y Cressida de Shakespeare, Tersites es un soldado cuya envidia y resentimiento lo llevan a desprec iar a sus superiores y a abrazar una visin ingenuamente finalista de la historia. Vase su discusin por Bourdieu(1988a: p. 3) en Homo academicus.

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    Cmo podemos transformar este conocimiento de las dificultades especiales de la ciencia social en formas concretas de accin u organizacin que apunten a reforzar la autonoma cientfica y la re

    flexividad ?

    La existencia de un cuerpo comn de instrumentos de re flexividad, colectivamente controlados y utilizados, sera unformidable instrumento de autonoma (la falta de una cultu

    ra epistemolgica mnima explica por qu los investigadoresa menudo construyen teoras de sus prcticas que son menosinteresantes que sus prcticas de la teora). Pero tendramosque considerar tambin la cuestin de los fondos. La diferencia entre la sociologa y otros esfuerzos intelectuales especialmente la filosofa es que cuesta mucho (y arroja escasos beneficios). Y es muy fcil quedar atrapado en la lgicade un proyecto que inspira el proyecto siguiente, una lgicaque no podramos decir si sirve a las necesidades de la investigacin, a las del investigador o a las de sus patrocinadores.Se necesita una poltica racional de gestin de las relaciones

    con los proveedores de fondos de investigacin, ya sean gobiernos, fundaciones o patrocinadores privados. (Por ejemplo, basndonos tanto en la reflexin epistemolgica comoen la intuicin poltica, podramos postular el principio deque slo debieran aceptarse subvenciones o contratos en elcaso de investigaciones que hayan sido ya emprendidas y sobre problemas para los cuales la respuesta est aproximadamente resuelta. Sera un modo de salvaguardar la propia autonoma, de asegurarse de que ninguna orden nos serbrutal o subrepticiamente impuesta.)

    Yo aadira a este otro principio: es necesario incorporar

    en la concepcin del programa de investigacin las condiciones concretas de su realizacin. Un cuestionario soberbio, unesplndido cuerpo de hiptesis, un magnfico protocolo deobservacin que no incluyan las condiciones prcticas de surealizacin son vanos e intiles. Ahora bien, esta forma derealismo cientfico no se ensea ni est inscripta espontneamente en el habitus de la mayora de la gente que ingresa en

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    defensa, construccin, argumentacin, etc., pero tambinporque la autoridad cientfica reconocida nos protege de la tentacin de la heteronoma. Hay una ley social aplicable a todos loscampos de la produccin cultural que he estudiado, el arte,la literatura, la religin, la ciencia, etc.: la heteronoma es introducida por aquellos agentes que son dominados de acuerdo con los criterios especficos del campo.13 6 El paradigma de

    esto es Hussonnet en La educacin sentimental de Flaubert.Hussonnet es un escritor fracasado que termina por dirigir laComisin de Asuntos Culturales y que utiliza su posicin enel gobierno para ejercer una autoridad aterradora sobre susviejos amigos. l es el ms heternomo de la partida, el quemenos ha triunfado segn los criterios especficos del campoliterario, y por ende es el ms sensible al canto de las sirenas(el Estado, las personalidades prominentes de la sociedad, lospartidos polticos).

    La dificultad que la ciencia social exper imenta para romper de manera decidida con el sentido comn, para estable

    cer su nomos especfico, debe mucho al hecho de que siempre hay individuos que, siendo cientficamente dominados,estn espontneamente del lado de lo preconstruido, tienenun inters vital por deconstruir lo construido, malentenderlo entendido y por tanto tratar de llevar a todo el mundo devuelta al punto de partida. Se los puede encontrar tanto fuera como dentro del campo, y los que estn del lado de afuera tendran una influencia mucho menor si no fuera por

    136 "Quin en el mundo social, pregunta Bourdieu (1982a: pp. 25-26),

    tiene inters en la existencia de una ciencia autnoma del mundo social?En cualquier caso, no aquellos que estn cientficamente ms desprovistos: estructuralmente inclinados a buscar en la alianza con poderes externos, cualesquiera fuesen, un refuerzo o una venganza contra las coerciones y controles nacidos de la competencia interna, siempre puedenencontrar en la denuncia poltica un fcil sustituto de la crtica cientfica.No son tampoco los poseedores del poder temporal o espiritual, que nopueden ver en una ciencia social verdaderamente autnoma otra cosa queun competidor."

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    aquellos que los asisten desde adentro.137 Una de las razones clave de que a la sociologa le cueste tanto conquistar su autonomaes que quienes trafican sentido comn siempre tienen una oportunidad en el campo, siguiendo un principio familiar a los economistas: el mal dinero siempre desplaza al buen dinero.

    Para usted, los obstculos especficos que la sociologa encuentra

    en su camino, su peculiar "dificultad para convertirse en una ciencia como las otras" (Bourdieu 1982a: p. 34), se deben a su vulnerabilidad extrema a las fuerzas sociales y no al hecho de que tratecon una accin significativa, "textos" que requieran de interpretacin y empatia ms que de explicacin, segn proclama la corrienteinterpretativa (por ejemplo, Geertz 1974, Rabinowy Sullivan 1979).

    En realidad yo sostengo que, a pesar de todas las discusiones acadmicas sobre lo distintivo de las ciencias humanas,stas se hallan sujetas a las mismas reglas que se aplican a todas las ciencias. Uno tiene que producir sistemas de variablesexplicativos y coherentes, proposiciones reunidas en mode

    los discretos que expliquen un gran nmero de hechos empricamente observables y a los que slo pueden oponerseotros modelos ms poderosos que obedezcan a las mismas condiciones de coherencia lgica, sistematicidad y refutabilidad emprica.13 8 Cuando converso con amigos qumicos, fsicos o

    137 "La sociologa participa al mismo tiempo de dos lgicas radicalmente discrepantes: la lgica del campo poltico, donde la fuerza de las ideas es principalmenteuna funcin del poder de los grupos que las toman por verdaderas, y la lgicadel campo cientfico que, en sus estados ms avanzados, conoce y reconoce nicamente la 'fuerza intrnseca de la verdadera idea' de la que hablaba Spinoza."Se sigue que las "proposiciones endxicas", afirmaciones "que no son probables"

    en trminos de ciencia sino "plausibles" en el sentido etimolgico de la palabra ,esto es, capaces de recibir el asentimiento y el aplauso de la mayora",pueden tener vigor en sociologa e incluso sobrevivir a la crtica lgica y a la refutacin emprica (Bourdieu 1989f).

    138 Bourdieu querra "negarle a la sociologa el estatuto epistemolgicode excepcin". No obstante, su rechazo del dualismo diltheano que separala comprensin interpretativa de la cultura de la explicacin causal de la naturaleza no lo lleva a igualar a la sociologa con una ciencia natural de lasociedad: "La pregun ta referida a si la sociologa es o no una ciencia, y una

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    neurobilogos, la similitud entre sus prcticas y la del socilogo me impresiona. El da tpico de un socilogo, con sustanteos experimentales, su anlisis estadstico, su lectura deartculos acadmicos y su discusin con colegas, se parecemucho al de un cientfico cualquiera.

    Muchas de las dificultades que la sociologa encuentra sedeben precisamente al hecho de que siempre queremos que

    sea una ciencia distinta de las dems. Esperamos demasiadoy demasiado poco de la sociologa. Y siempre hay demasiados"socilogos" dispuestos a responder a las demandas ms grandilocuentes. Si yo tuviera que hacer una lista de todos los temas acerca de los cuales los periodistas proponen entrevistarme ustedes se alarmaran: abarcan toda la gama que vadesde la amenaza de la guerra nuclear y el largo de las faldasde las muchachas hasta la evolucin de Europa del Este, elfenmeno de los hooligans, el racismo y el sida. La gente confiere a los socilogos el papel de un profeta capaz de dar respuestas coherentes y sistemticas a todos los asuntos de la

    existencia social. Esta funcin es desproporcionada e insostenible, y es demencial asignrsela a cualquiera. 13 9 Pero almismo tiempo, la gente le niega al socilogo aquello mismo

    ciencia como las otras, debe sustituirse entonces por la pregunta sobre el tipo de organizacin y funcionamiento de la Fortaleza Cientfica, ms favorables a la aparicin y desarrollo de una investigacin sometida a controles estrictamente cientficos. A esta nueva pregunta, no se la puede responder entrminos de todo o nada" (Bourdieu, Chamboredon y Passeron 1973: p. 103[en espaol: p. 107]).

    139 Bourdieu mira con sarcasmo a esos cientficos sociales que, tendiendo el manto del "pequeo profeta acreditado por el Estado" (Weber), se contentan con "sistematizar falsamente las respuestas que la sociologa espontnea da a los problemas existenciales que la experiencia comn encuentra enun orden disperso" (Bourdieu, Chamboredon y Passeron 1973: p. 42 [en espaol: p. 43 ]). l revela cmo traspasan los lmites de su competencia especfica y a menudo sirven a sus propios intereses como intelectuales bajo eldisfraz de servir a causas pblicas o "universales" (que a menudo resultan noser otra cosa que las preocupaciones habituales de los agentes del Estado).Una crtica epistemolgica de la "tentacin del profetismo en sociologa" vase en ibid., pp. 41-43 [en espaol: pp. 42-44].

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    que tiene todo el derecho de arrogarse: la capacidad de darrespuestas precisas y verificables a preguntas que es capaz deconstruir cientficamente.

    La peculiaridad de la sociologa debe mucho a la imagensocial que los legos (y ms de un acadmico) tienen de ella.A Durkheim le gustaba decir que uno de los mayores obstculos para la constitucin de una ciencia de la sociedad re

    side en el hecho de que todos creen tener la ciencia infusa, elconocimiento innato del mundo social. Por ejemplo, los periodistas, que no se atreveran a soar siquiera con discutirun descubrimiento de la biologa o la fsica, o interferir enun debate filosfico entre fsicos y matemticos, rara vez vacilan en hablar sobre los "problemas sociales" y juz gar unanlisis cientfico del funcionamiento de la universidad o delmundo intelectual sin tener la menor idea de los intereses en

    juego especficos de este anlisis por ejemplo, la cuestinde la relacin de las estructuras y las estructuras cognitivasque, como en toda ciencia, son el producto de la historia autnoma de la investigacin y el debate cientficos. (Pienso enel periodista que, cuando publiqu mi libro La noblesse d'tat, me pidi candorosamente que hablara durante tres minutos "a favor" de las Grandes coles en un debate cara a caracon el presidente de la cole nationale d'administration quehablara "en contra" de ellas... Cmo podra yo prestarmea algo as?) Es un hecho social de importancia mayor el quela sociologa est abierta al juicio inmediato y directo de los legos: cualquier tecncrata o poltico puede tomar una posicin pblicaen los diarios o en la televisin sobre un problema acerca delque no sabe nada, sin el menor riesgo de ser descalificado oridiculizado.

    La dificultad que la ciencia social encuentra para "despegar" se explica as: constantemente enfrenta una demanda muyfuerte de respuestas a preguntas que tocan a todos y a veces inciden en cuestiones de "vida o muerte" (como la profeca segn Weber), y no siempre disfruta de todas las condiciones deautonoma y de los instrumentos necesarios para resistir a las

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    presiones de la demanda exterior, siendo por su parte esta situacin el producto de la pasada dominacin de estas demandas sobre la disciplina.140 Esto es as, en particular, porque noest en posicin de desalentar, desacreditar o excluir a aquellos que buscan beneficios inmediatos prestndose a responderal menor costo posible a todas las demandas, es decir, sin hacer el necesario y difcil trabajo requerido para transfor

    mar los "problemas sociales" del pblico general en problemassociolgicos pasibles de soluciones cientficas.

    Realmente es usted minucioso en su defensa de la autonoma delcampo intelectual.

    S, soy un defensor resuelto, empecinado, absolutista de la autonoma cientfica (a algunos esto puede parecerles desconcertante, pero yo creo que mi sociologa no es sospechosa de complicidad con el orden establecido.) Pienso que la sociologa deberadefinir su demanda y sus funciones sociales por s misma. Ahora bien,algunos socilogos sienten la obligacin de justificar su existencia como socilogos, y para cumplir esa obligacin se sienten obligados a servir. A quin o a qu? La sociologa debe primeroafirmar su autonoma, debe ser muy quisquillosa y susceptible acerca de su independencia.14 1 Slo as adquirir instrumentos rigurosos y obtendr relevancia y potencial poltico.

    140 En Questions de sociologie, Bourdieu (1980b: p. 8) enumera varios otros impedimentos que enfrenta la ciencia social en su enredo con el debate pblico:"En la lucha contra el discurso de los portavoces, polticos, ensayistas y periodistas, todo obra en desventaja para el discurso cientfico: las dificultades y lentitudde su elaboracin que lo fuerzan, casi siempre, a 'llegar despus de la batalla';su inevitable complejidad capaz de desalentar a las mentes simplistas o prejuiciosas o, simplemente, a aquellas que no tienen el capital cultural necesario para

    descifrarlo; su abstracta impersonalidad que obstruye la identificacin y todas lasformas de proyeccin gratificante; y sobre todo su distancia respecto de las ideaspreconcebidas y las convicciones primordiales" (la traduccin es ma).

    141 "La ciencia social slo puede constituirse a s misma rechazando lademanda social de instrumentos de legitimacin o manipulacin. Por msque pueda lamentarlo, el socilogo no tiene otro mandato, ni otra misinque aquella que l mismo se asigne en virtud de la lgica de su investigacin"(Bourdieu 1982a: pp. 27-28, la traduccin es ma).

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    Cualquier potencial poltico que pueda tener se deber a suautoridad propiamente cientfica, es decir, a su autonoma.14 2

    El fortalecimiento de la autonoma del campo cientfico slo puede resultar de la reflexin colectiva y de una accin dirigida a apuntalar las condiciones institucionales de la comunicacinracional en las ciencias sociales. Weber (1978: pp. 1149-50) nosrecuerda que el mayor progreso en el arte de la guerra no pro

    vino de las invenciones tecnolgicas sino de las innovacionesen la organizacin social de los guerreros, como las falangesmacedonias. De manera similar, los cientficos sociales contribuirn ms eficazmente al progreso de sus ciencias si trabajanpara construir y fortalecer todos los mecanismos institucionales capaces de desbaratar las tendencias de las distintas tradiciones nacionales hacia el aislacionismo e incluso el imperialismohacia toda forma de intolerancia cientfica, con el fin de promover formas ms abiertas de comunicacin y la confrontacinde ideas.143

    Si no existen, pace Habermas, universales transhistricos de comunicacin, s existen ciertamente formas de organizacin socialde la comunicacin capaces de promover la produccin de lo universal. No podemos confiar en la exhortacin moral para desterrar de la sociologa una comunicacin "sistemticamente distorsionada". Slo una poltica realista de la razn cientfica puede

    142 Para Bourdieu, no hay oposicin entre autonoma y compromiso. Dehec ho, la "inestable combinacin" de estas dos dimensiones, la cientfica y lapoltica, es lo que define para l la especificidad del intelectual moderno como un "ser bidimensional, paradoja l" histricamente ligado al "corporativismo de lo universal" (Bourdieu 1989d).

    143 Tres acciones recientes de Bourdieu estn dirigidas a promover lo que

    l llama "un autntico internacionalismo cientfico": primero, la creacin deLiber: The European Review of Books; segundo, la conferencia de trabajo acercade "La circulacin internacional de ideas" llevada a cabo en el Collge deFrance en febrero de 1991 para organizar un programa europeo de intercambio intelectual transnacional; tercero, su participacin como cotitular,

    jun to con James Coleman, de la conferencia Russell sobre Teora social enuna sociedad cambiante, pronunciada en Chicago en mayo de 1989 (vaseBourdieu 1989f, 1990j, y Bourdieu y Coleman 1991).

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    contribuir a la transformacin de las estructuras de comunicacin,ayudando a cambiar tanto los modos de funcionamiento de losuniversos donde se produce la ciencia como las disposiciones delos agentes que compiten en tales universos, y por lo tanto la institucin que ms contribuye a formarlos, la universidad.

    Implcita en esta visin del campo cientfico que usted propone, hayuna filosofa de la historia de la ciencia que propugna la trascendencia de otra antinomia fundamental, una que ha estado con nosotros almenos desde Kant y Hegel, que yace en el corazn de la Methodenstreitalemana y de la que, en ms de un sentido, el debate entre Habermas

    y los defensores del "posmodernismo" viene a ser un avatar: la antinomia entre historicismo y racionalismo.

    Yo creo en realidad que la ciencia es enteramente histricasin por ello ser relativa o reductible a la historia. Hay condicioneshistricas de la gnesis y el progreso de la razn en la historia.144

    Cuando digo que una situacin de conflicto abierto (incluso sino es plenamente cientfico) ha de preferirse a una situacin defalso consenso acadmico, de "consenso operativo", como diraGoffman, es en nombre de una filosofa de la historia segn lacual puede haber una poltica de la Razn. Yo no pienso que larazn habite en la estructura de la mente o del lenguaje. Reside,ms bien, en ciertos tipos de condiciones histricas, en ciertas estructuras histricas de dilogo y comunicacin no violenta. Hayen la historia lo que podramos llamar, siguiendo a Elias, un proceso de civilizacin cientfica, cuyas condiciones histricas vienen dadas por la constitucin de campos relativamente autnomos dentro de los cuales no estn permitidas todas las jugadas, dentro delos cuales hay regularidades inmanentes, principios implcitos yreglas explcitas de inclusin y exclusin, como as tambin dere-

    144 Para Bourdieu, el campo cientfico es a la vez un campo como los dems y un espacio de luchas nico debido a su capacidad de arrojar productos (el conocimiento verdadero) que trascienden sus condiciones histricasde produccin. Esta "peculiaridad de la historia de la razn cientfica" es sostenida en Bourdieu 1991f, y se la puede advertir por contraste con el funcionamiento del "campo jurdico" (Bourdieu 1987g).

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    chos de admisin que se plantean continuamente. La razn cientfica se realiza a s misma cuando llega a inscribirse no en las normas ticas de una razn prctica o en las reglas tcnicas de unametodologa cientfica, sino en los mecanismos sociales aparentemente anrquicos construidos con instrumentos de accin y depensamiento capaces de regular sus propios usos, y en las disposiciones persistentes que el funcionamiento de este campo pro

    duce y presupone.

    145

    Uno no encuentra su salvacin cientfica solo. As como slo se puede ser artista participando del campo artstico, de igualmodo es el campo cientfico el que hace posible la razn cientfica a travs de su funcionamiento mismo. A pesar de Haber mas, la razn en s misma tiene una historia: no est, gracias aDios, ya inscripta en nuestro pensamiento o en nuestro lengua

    je. El habitus (cientfico u otro) es un trascendente, pero untrascendente histrico estrechamente conectado con la estructuray la historia del campo.

    En otras palabras, si hay una libertad del intelectual, no es la libertad individual del cogito cartesiano sino una libertad colectivamente conquistada a travs de la construccin, histricamente fechada

    y situada, de un espacio de discusin y crtica regulada.146

    Esto es algo rara vez reconocido por los intelectuales, tpicamente inclinados a pensar en clave singular y que esperan lasalvacin de una liberacin individual, segn la lgica de la sa-

    145 Contra todas las formas de trascendentalismo, Bourdieu propone un ahistoricizacin radical de la problemtica kantiano-hegeliana para resolverla antinomia entre razn e historia: "Debemos admitir que la razn se realiza en la historia slo en la medida en que est inscripta en los mecanismos

    objetivos de una competencia regulada capaz de obligar a las pretensionesinteresadas por el mo nopol io a convertirse a s mismas en contribuciones forzadas a lo universal" (Bourdieu 1991f).

    146 Con su nocin de un "colectivo intelectual", Bourdieu (1989d) busca una sntesis y una trascendencia de los dos principales modelos polticos de la actividad intelectual en la era de la posguerra, el "intelectual total" (tal como lo encarna Sartre) y el "intelectual especfico" cuyo eptomees Foucault.

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    bidura y la conquista inicitica. Los intelectuales olvidan condemasiada frecuencia que hay una poltica de la libertad intelectual. Sobre la base de todo lo que he dicho, se puede ver claramente que una ciencia emancipatoria slo es posible si lascondiciones sociales y polticas que la hacen posible estn presentes. Esto requiere, por ejemplo, del final de los efectos dedominacin que distorsionan la competencia cientfica impidiendo la entrada en el jueg o de gente que quiere hacerlo, yasea rechazando postulaciones meritorias para becas o cortando los fondos de investigacin (sta es la forma ms brutal decensura, pero no debemos olvidar que se ejerce sobre una basecotidiana). Hay frmulas ms suaves, como la censura a travs dela propiedad o decoro (biensance) acadmico: obligando a quientiene mucho para decir a gastar una porcin considerable desu tiempo en proporcionar la demostracin plena, segn loscnones positivistas de la poca, de todas y cada una de sus proposiciones, se le impide producir muchas otras proposiciones,de cuya validacin plena bien podran encargarse otros. Comodemostr en Homo academicus, el poder acadmico se ejerce

    principalmente a travs del control del tiempo.14 7

    El sujeto universal es un logro histrico que nunca est completo de una vez y para siempre. Es por medio de luchas histricas en los espacios histricos de fuerzas como progresamos hacia un poco ms de universalidad (Bourdieu y Scwibs 1985). Slopodemos impulsar la razn si nos comprometemos a luchar porella y por su inclusin en la historia si practicamos una "Real

    politikde la Razn" (Bourdieu 1987k), por ejemplo a travs deintervenciones para reformar el sistema universitario o accionesdirigidas a defender la posibilidad de publicar libros para pblicos pequeos, oponindonos a la exclusin de profesores por

    motivos polticos o combatiendo el uso de argumentos seudocientficos en cuestiones de racismo, etctera.148

    147 Vase "Tiempo y poder" en Bourdieu 1988a: pp. 90-105.148 Vase la discusin de la poltica de Bourdieu, y especialmente de su

    poltica acadmica, en la parte 1, seccin 7.

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    Pero acaso una de las races de las muchas taras y males de la sociologa no es el hecho de que a menudo equivoque su capacidad de tomar como objeto todas las prcticas humanas, incluyendo prcticas que

    proclaman su universalidad, como la ciencia, la filosofa, la ley, el arte, etc., en suma, en el hecho de que no siempre est a la altura de su

    propia pretensin de ser "meta"?Todo depende de lo que usted entienda por "meta". Ser

    meta es estar por encima, y a menudo en las luchas cientficasla gente trata de ser meta en el sentido de estar por encima delos dems. Me acuerdo de un experimento muy elegante querealiz el etlogo W. N. Kellogg para ilustrar esto. Kellogg coloca una banana fuera del alcance de un grupo de monos encerrados en una habitacin, los monos la advierten inmediatamente y todos saltan y tratan de alcanzarla. Finalmente Sultn,el ms inteligente del grupo, empuja a su amiguita mona debajo de la banana, rpidamente se trepa sobre ella, toma la banana y se la come. Lo que ocurre a continuacin es que todoslos monos permanecen alrededor de la banana con un pie en

    el aire, esperando la oportunidad de treparse sobre la espaldade algn otro. Pinsenlo durante un minuto y vern que esteparadigma se ajusta a muchas discusiones cientficas. A menudo estos debates resultan completamente estriles porque lagente no busca entender sino pararse unos encima de otros.Una de las motivaciones inconscientes de la vocacin de socilogo es justamente que se trata de un modo de ser meta. Param, la sociologa debera ser meta pero siempre para consigo misma. Debe usar sus propios instrumentos para descubrir qu esy qu est haciendo, para tratar de conocer mejor dnde estparada, y debe rehusarse a un uso polmico del "meta" que slo

    sirve para objetivar a los otros.

    Aqu se podra objetar que este retorno reflexivo corre el riesgo deconvertirse en un fin en s mismo. Es esta reflexin sobre el mundo intelectual un proyecto cerrado sobre s mismo o es el medio para una ciencia de lo social ms rigurosa, capaz de producir efectos polticos mayores

    precisamente por ser ms rigurosa?

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    Un anlisis de este tipo tiene dos tipos de efectos, uno cientfico y el otro poltico, provocando los efectos cientficos a suvez efectos polticos. As como antes dije respecto de los agentes individuales que la inconsciencia es cmplice del determinismo, del mismo modo sostengo que la inconsciencia colectiva de los intelectuales es la forma especfica que adopta sucomplicidad con las fuerzas sociopolticas dominantes. Yo creo

    que la ceguera de los intelectuales hacia las fuerzas sociales querigen el campo intelectual, y por tanto sus prcticas, permite explicar cmo de manera colectiva, a menudo con aires muy radicales, la intelligentsia contribuye a perpetuar las fuerzas dominantes. Soy consciente de que una declaracin tan tajanteimpacta porque va contra la imagen de s mismos que se han fabricado los intelectuales, quienes gustan pensarse como liberadores, progresistas (o en el peor de los casos neutrales, descomprometidos, especialmente en Estados Unidos). Es verdad quehan tomado partido por los dominados, por razones estructurales, en virtud de su posicin, como dominados entre los do

    minantes.14 9

    Pero lo han hecho con mucha menor frecuencia

    149 Para Bourdieu, los intelectuales (o los productores simblicos en general: artistas, escritores, cientficos, profesores, periodistas) constituyen la "fraccin dominada de la clase dominante", o segn una formulacin ms recientey a sus ojos ms adecuada ocupan el polo dominado del campo del poder(Bourdieu 1984a: pp. 260-67 [en espaol: pp. 266-271], 283-95 [282-296], 315-17 [315-17]; Bourdieu 1989a: pp. 373-85 y 482-86; Bourdieu 1989d). Son "dominantes en tanto poseedores del poder y de los privilegios conferidos a la posesin de capital cultural e incluso, al menos para algunos de ellos, la posesinde un volumen de capital cultural suficiente para ejercer un poder sobre el capital cultural". Pero son "dominados en relacin con los poseedores del poderpoltico y econmico". Su posicin contradictoria como dominados entre losdominantes o, por analoga con el campo poltico, como el ala izquierda de laderecha, explica la ambigedad de sus posturas, pues "las alianzas fundadas sobre la homologa de posicin (dominante dominado = dominado) son siemprems inciertas, ms frgiles, que las solidaridades fundadas sobre la ident idad deposicin y, por lo tanto, de condicin y de habitus" (Bourdieu 1987a: pp. 172-74 [en espaol: p. 149]). Los obispos son una realizacin paradigmtica del dominante dominado en el campo del poder: ejercen un poder temporal en eluniverso de lo espiritual, aunque no poseen ni autoridad temporal ni autoridadespiritual (Bourdieu y de Saint Martin 1982).

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    de lo que hubiesen podido hacerlo, y sobre todo mucho menosde lo que querran creer.

    Es por esa razn que rechaza la etiqueta de "sociologa crtica"?Usted siempre se ha mantenido a prudente distancia de cualquier cosaque se ajuste a la autoproclamada consigna de la socioologa "radical"o de la teora "crtica".

    Tiene razn. Podra decir incluso que uno de mis primerosreflejos como socilogo joven fue constituirme contra una cierta imagen de la Escuela de Frankfurt.150 Pienso que la ignorancia de los mecanismos colectivos de subordinacin tica y poltica y la sobreestimacin de la libertad de los intelectuales hanllevado con frecuencia a los intelectuales ms sinceramenteprogresistas (como Sartre) a ser cmplices de las fuerzas quecrean estar combatiendo, y esto a despecho de todos los esfuerzos hechos para escapar de los grilletes del determinismo intelectual. Porque esta sobreestimacin los alent a involucrarseen formas de lucha que no eran realistas sino ingenuas, "ado

    lescentes" si se quiere.Parte de la dificultad de este asunto consiste en que, entrelos riesgos que uno debe tomar para defender posiciones como la ma, est el de decepcionar a los adolescentes (en el sentido sociolgico del trmino, es decir, en particular a los acadmicos ms jvenes y a los estudiantes de posgrado). Todoslos intelectuales suean con ser los "corruptores de la juventud"... Lo admito, es decepcionante decir a los adolescentesque sus intenciones subversivas suelen ser inmaduras, es decironricas, utpicas, nada realistas. Hay toda una gama de esas es-

    150 "Siempre he sostenido una relacin algo ambivalente con la Escuela de Frankfurt: aunque las afinidades entre nosotros son obvias, he sentido una cierta irritacin ante el aristocratismo de esa crtica totalizadoraque ha conservado todas las caractersticas de la gran teora, sin duda muyalejada de una preocupacin por no ensuciarse las manos en las cocinasde la investigacin emprica" (Bourdieu 1987a: p. 30). Gartman (1991)ofrece una comparacin crtica de la teora de la cultura de Bourdieu y lade la Escuela de Frankfurt.

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    trategias de subversin que efectivamente son estrategias dedesplazamiento. Una de las metas de mi trabajo sobre los intelectuales es mostrar que el principio de todas estas malversaciones, de todo este doble discurso y estos doubles jeux, reside enuna mala fe en la relacin que uno mantiene con su propia insercin en el campo intelectual.

    Los intelectuales son particularmente inventivos cuando

    se trata de enmascarar sus intereses especficos. Por ejemplo,despus del 68, haba una especie de tic en el ambiente intelectual francs que consista en preguntar: "Pero desde dnde ests hablando? Desde qu lugar estoy hablando?" Estaconfesin falsa y narcisista, vagamente inspirada por el psiconlisis, serva de pantalla en el sentido freudiano de la palabra y bloqueaba una genuina dilucidacin, esto es, el descubrimiento de la ubicacin social del hablante: en este caso, laposicin en la jerarqua universitaria. No por casualidad elabor la nocin de campo por primera vez en el caso del mundointelectual y artstico.151 Deliberadamente constru esta nocinpara destruir el narcisismo intelectual y esa prestidigitacin (escamotage) particularmente viciosa que consiste en hacer objetivaciones singulares, y aqu el psicoanlisis viene de perillas,o bien tan amplias que el individuo considerado se convierteen un emblema de una categora tan general que su responsabilidad se desvanece por completo. Proclamar: "Soy un intelectual burgus, soy una asquerosa rata!", como le gustabahacer a Sartre, est desprovisto de implicancias. Pero decir"Soy un profesor adjunto en Grenoble y le estoy hablando aun profesor parisino" es forzarse a preguntar si no es la relacin entre estas dos posiciones la que est hablando a travsde mi boca.

    Si lo entiendo correctamente, entonces, la ciencia sigue siendo la

    mejor herramienta que tenemos para criticar la dominacin. Su pos-

    151 Los primeros desarrollos del concepto se encuentran en Bourdieu1971a, 1971b, 1971d.

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    tura se alinea con el proyecto modernista de la Aufklrung (en marcado desacuerdo con los posmodernistas) en tanto usted sostiene quela sociologa, cuando es cientfica, constituye inherentemente una fuer

    za polticamente progresiva.152 Pero no hay una paradoja en el hechode que, por una parte, usted extienda la posibilidad de un espacio delibertad, de un despertar liberador de la autoconciencia que traiga dentro del alcance racional posibilidades histricas hasta el momento ex

    cluidas por la dominacin simblica y el desconocimiento implcito enla comprensin dxica del mundo social, mientras que, por otra parte,produce un desencanto radical que torna este mundo social en el quedebemos continuar la lucha casi invivible? Hay una fuerte tensin, talvez una contradiccin, entre esta voluntad de proveer de instrumentos

    para acrecentar la conciencia y la libertad y la desmovilizacin que unapercepcin demasiado aguda de la invasividad de los determinismos sociales amenaza con producir.

    Como ejemplifica Homo academicus, yo utilizo los instrumentos proporcionados por la reflexividad para intentar controlarlos sesgos introducidos por la irreflexividad y para abrir camino

    al conocimiento de los mecanismos que pueden alterar la reflexin. La reflexividad es una herramienta para producir ms ciencia, no menos. No est destinada a desanimar la ambicin cientfica sino a ayudarla a ser ms realista. Contribuyendo alprogreso de la ciencia y por ende al crecimiento del conocimiento sobre el mundo social, la reflexividad hace posible una poltica ms responsable, tanto dentro como fuera de la academia. Bachelard escribi que "no hay otra ciencia aparte de la que estoculta". Este efecto de develar trae consigo una crtica no intencional que ser ms fuerte cuanto ms poderosa sea la ciencia, ypor tanto ms capaz de descubrir mecanismos que deben parte

    152 En la conclusin de su leccin inaugural en el Collge de France, Bourdieu (1982a: p. 56) hace hincapi en que una ciencia de las instituciones y delas creencias que subyacen a su funcionamiento "presupone una creencia en laciencia". El socilogo no podra "tener fe en la posibilidad y la necesidad de unl iversalizar la libertad respecto de la institucin que la sociologa ofrece si no creyera en las virtudes liberadoras del que sin duda es el menos ilegtimo de todos lospoderes simblicos, el de la ciencia''(la traduccin y el destacado son mos).

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    de su eficacia al hecho de que son desconocidos, alcanzando aslos fundamentos de la violencia simblica.153

    La refiexividad no es en absoluto una forma de "arte por elarte". Una sociologa reflexiva puede ayudar a liberar a los intelectuales de sus ilusiones sobre todo de la ilusin de queno se hacen ninguna, especialmente acerca de s mismos ypuede tener al menos la virtud negativa de hacerles ms difcilaportar una contribucin pasiva e inconsciente a la dominacinsimblica.

    Aqu me recuerda usted un aforismo de Durkheim (1921: p. 267)que dice que la sociologa "incrementa el espectro de nuestra accin porel mero hecho de que incrementa el espectro de nuestra ciencia". Pero debo regresar a mi pregunta: la desilusin que la reflexividad produceno acarrea tambin el riesgo de condenarnos a esta "actitud pasivamente conservadora" de la que el fundador del Ann e sociologique

    ya se estaba defendiendo ?154

    Hay un primer nivel de respuesta a esta pregunta que es el siguiente: si el riesgo slo es desencantar y socavar la rebelin adolescente que a menudo no persiste ms all de la adolescenciaintelectual, entonces no es una prdida tan grande.

    Este es su lado antiproftico155 y tal vez uno de los rasgos que distinguen su obra de la de Foucault.

    Hay, es cierto, un lado de la obra de Foucault (hay, porsupuesto, muchos otros lados en su obra aparte de ste) que

    153 "Si 'no hay ciencia sino de la que est oculta', est claro por qu la sociologa se ala con las fuerzas histricas que, en toda poca, obligan a la verdad de las relaciones de poder a salir a la luz, aunque slo sea forzndolas a

    velarse todava ms" (Bourdieu y Passeron 1979: p. xxi).154 La cita de Durkheim (1921: p. 267) comienza as: "La sociologa deningn modo impone al hombre una actitud pasivamente conservadora. Todo lo contrario."

    155 "Si, como dice Bachelard, ' todo qumico debe luchar contra el alquimista que tiene dentro', todo socilogo debe ahogar en s mismo el profetasocial que el pblico le pide enca rnar " (Bourdieu, Chamboredon y Passeron1973: p. 42 [en espaol: p. 43]).

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    teoriza la revuelta del adolescente en desavenencia con su familia y con las instituciones que toman la posta de la pedagoga familiar e imponen "disciplinas" (la escuela, la clnica, el asilo, elhospital, etc.) , vale decir, formas de coercin social que son muyexternas. Las revueltas adolescentes con frecuencia representandenegaciones simblicas, respuestas utpicas a los controles sociales generales que le permiten a uno evitar emprender un anlisis completo de las formas histricas especficas, y especialmente de las formas diferenciales, asumidas por las coerciones quepesan sobre agentes de distintos mbitos, y tambin de formasde coercin social mucho ms sutiles que las que operan a travs del disciplinamiento (dressage) de los cuerpos.156

    Naturalmente, no es agradable desencantar a los adolescentes, especialmente porque en sus revueltas hay cosas muysinceras y profundas: una inclinacin a ir contra el orden establecido, contra la resignacin de los adultos sumisos, contra la hipocresa acadmica y toda una gama de cosas quecaptan muy bien porque no son desencantados, cnicos nihan dado la clase de giros de ciento ochenta grados que diola mayora de mi generacin, al menos en Francia. Tal vez seanecesario, para ser un buen socilogo, combinar algunas disposiciones asociadas con la juventud, como una cierta fuerza de ruptura, de revuelta, de "inocencia" social, y otras mscomnmente asociadas con la vejez, como el realismo y la capacidad de afrontar las realidades brutales y decepcionantesdel mundo social.

    Yo creo que la sociologa ejerce un efecto desencantador,pero esto, a mis ojos, seala un progreso hacia una forma derealismo cientfico y poltico que es la anttesis absoluta del uto pismo. El conocimiento cientfico nos permite ubicar puntosreales de aplicacin para la accin responsable, nos capacitapara evitar las luchas all donde no hay libertad posible loque a menudo es una coartada de la mala fe, que a menudo

    156 Aqu Bourdieu se refiere al anlisis de Foucault (1977a) sobre el "disciplinamiento" del cuerpo en Vigilar y castigar.

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    llevan a evitar los sitios de responsabilidad genuina.157 Aunquees verdad que una cierta clase de sociologa, y tal vez en particular la que yo practico, puede estimular un sociologismo como sumisin a las "leyes inexorables" de la sociedad (por msque su intencin sea exactamente la opuesta), pienso que la alternativa de Marx entre el utopismo y el sociologismo es algoequivocada: hay lugar, entre la resignacin sociologista y el vo

    luntarismo utpico, para lo que yo llamara un utopismo razonado, es decir, un uso racional y polticamente consciente delos lmites de la libertad que trae consigo un verdadero conocimiento de las leyes sociales y especialmente de sus condiciones histricas de validez.158 La tarea poltica de la ciencia social esalzarse contra el voluntarismo irresponsable y el cientificismo

    157 "Contra aqullos que querran hallar en la enunciacin de leyes sociales, convertidas en destino, una coartada para una capitulacin fatalista ocnica, debemos recordar que la explicacin cientfica que nos proporcionalos medios para comprender e incluso exonerar, es tambin la que podrapermitirnos transformar. Un conocimiento incrementado de los mecanismosque gobiernan el mundo intelectual no tendra (utilizo un lenguaje ambiguocon toda intencin) el efecto de 'aliviar al individuo del embarazoso peso dela responsabilidad moral', como teme Jacques Bouveresse. Le enseara, alcontr ario, a situar sus responsabilidades all dond e realmente se sitan sus liberta des y a rechazar la infinitesimal cobarda y lasitud que dejan a la necesidad social con toda su fuerza, a combatir en uno mismo y en los dems elindiferentismo oportunista o el desilusionado conformismo que otorga almundo social aquello que ste reclama, todas las pequeas concesiones de lacomplacencia resignada y la sumisa complicidad" (Bourdieu 1988: pp. 4-5,traduccin modificada).

    158 "Una ley social es una ley histrica que se perpet a a s misma slo entanto la dejamos operar, es decir, en tanto aquellos a quienes sirve (a vecessin que lo sepan) estn en posicin de perpetuar las condiciones de su eficacia. [...] Uno pue de pret ende r postular leyes eternas , como hacen los socilogos conservadores con la as llamada tendencia del poder hacia la concen

    tracin. En realidad, la ciencia debe saber que no hace otra cosa que registrar,en la forma de leyes tendenciales, la lgica que caracteriza un cierto juego, encierto momento en el tiempo, y que funciona a favor de aquellos que dominan el

    ju eg o y t ienen los medios para establecer las reglas del juego en los hechos yen la ley. Tan pronto como una ley est establecida, puede convertirse en elinters en jue go de las luchas. [...] El descubrimiento de leyes tendencialeses la condicin para el xito de acciones dirigidas a demostrar que son errneas" (Bourdieu 1980b: pp. 45-46, la traduccin es ma).

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    fatalista, ayudar a definir un utopismo racional utilizando el conocimiento de lo probable para hacer realidad lo posible. Esteutopismo sociolgico, es decir, realista, es muy infrecuente entre los intelectuales. Primero porque luce pequeoburgus, nolo suficientemente radical. Los extremos son siempre ms chic,y la dimensin esttica de la conducta poltica importa muchoa los intelectuales.

    Este argumento es tambin una manera de negar una imagen dela poltica que es muy cara a los intelectuales, vale decir, la idea de unanimal poltico racional que se constituye a s mismo mediante el ejercicio del libre albedro y la autodeterminacin poltica.

    No lo dira exactamente as. Ms bien sostengo que estaimagen es parte de un proyecto histrico. Los que adoptan dicha posicin deberan saber que son los herederos histricosde una larga lista de homb res y mujeres a quienes las condiciones histricas en que estaban situados les permitieron contribuir en la medida de lo posible al avance de la libertad (Bour-

    dieu 1989d). Deben asumir en primer lugar que, para llevaradelante este proyecto, es preciso que haya ctedras de filosofa o departamentos de sociologa (lo que implica formas especficas de alienacin), que la filosofa o la ciencia social comodisciplinas oficiales, sancionadas por el Estado, hayan sido inventadas, etc. Para hacer posible la existencia del mito q ue permite a los intelectuales hablar del appartheiden Sudfrica, de larepresin en Centroamrica y en Rumania o de la desigualdadde gnero en el hogar, hizo falta la Comuna de Pars, hizo falta el caso Dreyfus e hicieron falta Zola y muchos otros.15 9 Nodebemos olvidar nunca que las instituciones de la libertad cul

    tural son conquistas sociales, no menos que la Seguridad Socialo el salario mnimo (Bourdieu y Schwibs 1985).

    159 Vase Charle 1990 y Pinto 1984b para anlisis de la "invencin histrica" de la figura del intelectual moderno como un "mito eficaz" progresivamen te inscripto en las estructuras mentales y sociales. Consltense ilustracionesadicionales en Kauppi y Sulkunen 1992.

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    Podramos decir que su mtodo de anlisis y la sociologa que usted practica comprenden tanto una teora del mundo social como unatica? Se puede deducir de su sociologa una especie de ideal de conducta personal?

    Estara tentado a contestar s y no. Dira que no si uno seatiene a la vieja antinomia entre lo positivo y lo normativo, dira que s si estamos de acuerdo en pensar ms all de tal oposicin. De hecho, contiene una tica porque es una ciencia. Silo que digo es correcto, si es verdad que nicamente a travsdel conocimiento de determinaciones pasibles de ser descubiertas slo por la ciencia es posible una forma de libertad quees la condicin y el correlato de toda tica, entonces tambines verdad que una ciencia reflexiva de la sociedad implica, oabarca, una tica, lo que no significa que se trate de una ticacientificista. (Va de suyo que sta no es la nica mane ra de fundamentar una tica.) La moralidad se hace posible, en este caso, por un despertar de la conciencia que la ciencia puede suscitar bajo determinadas circunstancias.

    Yo creo que cuando la sociologa se mantiene en un nivelsumamente abstracto y formal, no aporta nada. Cuando desciende a los ripios de la vida real, no obstante, es un instrumento que la gente puede aplicarse a s misma con propsitos casiclnicos. La verdadera libertad q ue la sociologa ofrece es la dedarnos una pequ ea oportunid ad de saber qu ju eg o estamos

    jugando y de minimizar los mo do s en que somos mani pu lado spor las fuerzas del campo en que nos desenvolvemos, as comopor las fuerzas encarnadas que operan dent ro de nosotros .160 Noestoy diciendo que la sociologa resuelva todos los prob lemas de l

    160 Bourdieu (1982a: p. 29) escribe: "A travs del socilogo, un agente histrico e histricamente situado, un sujeto socialmente determinado,la historia, esto es, la sociedad en la que ella misma sobrevive, se refleja as misma; y todos los agentes sociales pued en , a travs suyo, c ono ce r un poco mejor qu son y qu hacen. Pero esta tarea es precisamente la ltimaque aquellos que tienen un inters creado en el no reconocimiento, en lanegacin y en el rechazo del saber querran confiarle al socilogo" (la traduccion es ma).

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    mundo, lejos de ello, sino que nos permite discernir en qu lugares disfrutamos efectivamente de cierto grado de libertad y encules no. De modo tal de no desperdiciar nuestra energa luchando en terrenos que no ofrecen libertad de accin alguna.161

    Por tanto, pienso que hay de hecho un uso tico o filosfico de la sociologa reflexiva. Su propsito no es "pescar" alos otros, reducirlos, acusarlos, castigarlos por ser, digamos,"el hijo de una madre as y as". Todo lo contrario. La socio

    loga reflexiva nos permite comprender, explicar el mundoo, para usar una expresin de Francis Ponge que me gustamucho, exigir el mundo (Bourdieu 1986f). Comprender plenamente la conducta de un individuo que acta en un espacio equivale a comprender la necesidad detrs de lo que hace, tornar necesario lo que a primera vista podra parecercontingente. Es una manera no de justificar el mundo sinode aprender a aceptar muchas cosas que de otro modo resultaran inaceptables.162 (Por supuesto, en todo momento debemos tener en mente que las condiciones sociales de acceso a esta forma de tolerancia social no estn universalmente

    aseguradas y que no debemos exigirla de aquellos que nopueden acceder a ella. Est muy bien ser antirracista, porejemplo, pero es un mero farisesmo cuando no se impulsa

    161 Para Bourdieu, libertad y necesidad no son trminos antinmicosinversamente proporcionales; ms bien se yerguen en una relacin de refuerzo mutuo: "Dudo que haya ninguna otra libertad que aquello que elconocimiento de la necesidad hace posible. [...] Al contrario de las apariencias, es elevando el grado de necesidad percibida y proporcionandoun mejor conocimiento de las leyes del mundo social como la ciencia social nos da mayor libertad. [...] Todo progreso en el conocimiento de lanecesidad es un progreso en la libertad posible" (Bourdieu 1980b: pp. 77,

    44, la traduccin es ma).162 "Lo que es preciso divulgar, diseminar, es la mirada cientfica, esta mirada al mismo tiempo objetivante y abarcadora que, al volverse sobre nosotros mismos, nos permite asumirnos e incluso, si puedo decirlo as, reivindicarnos. [...] No se trata de encerrar a los agentes sociales en un "ser socialoriginario" tratado como un destino, una naturaleza, sino de ofrecerles la posibilidadde asumir sus habitus sin culpa ni sufrimiento" (Bourdieu 1980b:p. 42, la traduccin es ma).

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    simultneamente un acceso igualitario a las condiciones sociales de vivienda, de educacin, de empleo, etc. que hacenposible el antirracismo.)

    Cuando uno aplica la sociologa reflexiva a s mismo, abrela posibilidad de identificar verdaderos lugares de libertad, ypor lo tanto de construir morales prcticas a pequea escala,modestas, en consonancia con el alcance de la libertad huma

    na que, en mi opinin, no es tan amplio. Los campos socialesson universos donde las cosas se mueven constantemente y noestn nunca completamente predeterminadas. No obstante,lo estn mucho ms de lo que yo crea cuando en un principio me propuse hacer sociologa. A menudo me deja perple

    jo el grado en que las cosas estn dete rminadas . A veces pienso para m: "Esto es imposible, la gente va a creer que estsexagerando". Y, cranme, no me gusta nada. De hecho, pienso que si percibo tan marcadamente la necesidad es porquela encuentro particularmente insoportable. Como individuosufro personalmente cuando veo a alguien atrapado por la ne

    cesidad, ya sea la necesidad del pobre o la necesidad del rico.

    El estudio que usted ha emprendido recientemente sobre la experiencia del "sufrimiento social" me parece que procede de una con

    cepcin tica de la sociologa entendida como una suerte de mayutica social. Es particularmente interesante porque se ubica en lainterseccin entre ciencia social, poltica y tica cvica. E ilustra lo

    que podra ser una funcin socrtica de la sociologa: reducir la censura incorporada en las formas establecidas de representacin social

    y poltica.

    Durante la pasada dcada el mundo poltico se ha cerra

    do ms y ms sobre s mismo, en torno a sus rivalidades internas, sus disputas idiosincrticas y sus intereses especficos. Los lderes del gobierno son prisioneros de un entornotranquilizador de tecncratas benignos que ignoran prcticamente todo acerca de la vida comn de la ciudadana, incluyendo la extensin de su propia ignorancia. Estn contentos de gobernar por medio de la magia de las encuestas

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    de opinin, esa tecnologa seudocientfica de la demagogia racional que slo puede dar respuestas extorsivas a preguntas impuestas que los individuos consultados suelen no haberse planteado, en tales trminos, hasta que fueran planteadas para ellos.Es contra esto que propuse hacer un estudio exploratorio delsufrimiento social, la miseria, el malestar o el resentimiento queyace debajo de las recientes demandas de formas no institucionalizadas de protesta (de estudiantes secundarios y universita

    rios, enfermeras, maestros, conductores, etc.) y detrs de lastensiones que hicieron erupcin alrededor de la cuestin delas "paoletas rabes" y la degradacin de la vivienda pblica,y que mueve la "poltica privada" de las discriminaciones yrecriminaciones cotidianas.16 3

    Emmanuel Terray (1990) mostr que, en la tradicin hipo crtica, la medicina genuina comienza con el tratamiento deenfermedades invisibles, es decir, por el conocimiento de hechos de los cuales el enfermo no dice nada porque no es consciente de ellas o bien omite revelarlas. Esta investigacin procura convertir el malestar social en sntomas legibles que

    entonces puedan ser tratados polticamente. Para ello es preciso abrirse paso a travs de la pantalla de proyecciones, a vecesabsurda, a menudo odiosa, detrs de la que se esconde el sufrimiento y ayudar a la misma gente que alimenta las fantasas yodios sociales ms injustificables (como el racismo) en su esfuerzo, necesariamente doloroso, por evocar las operacionessociales de desmoralizacin y degradacin, en s mismas igualmente injustificables, que alientan su revuelta, su angustia y sudesesperacin.

    163

    El anlisis que hace Bourdieu del mercado habitacional tiene que vrselas con "uno de los principales fundamentos de la miseria pequeoburguesao, para decirlo con ms precisin, de todas las pequeas miserias, todas las limitaciones impuestas a la libertad, a los anhelos, a los deseos, que sobrecargan lavida de preocupaciones, decepciones, restricciones, fracasos y tambin, casi inevitablemente, de melancola y resentimiento" ("Un signe des temps", introduccin al nm ero de Actes de la recherche en sciences sociales sobre "La economa habitacional", n 81/82, marzo de 1990, p. 2, la traduccin es ma) .

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    La premisa de este estudio es la idea de que lo ms personales lo ms impersonal, de que muchos de los dramas ms ntimos,los malestares ms profundos, el sufrimiento ms singular quemujeres y hombres pueden experimentar tienen sus races enlas contradicciones, coerciones y dobles vnculos objetivos inscriptos en las estructuras del mercado laboral y el de vivienda,en las sanciones despiadadas del sistema escolar o en los mecanismos de herencia econmica y social. La meta, entonces, eshacer que un discurso no manifiesto, reprimido, emerja al hablar con individuos que probablemente sean buenos "historiadores" de su propia enfermedad porque estn situados en reassensibles del espacio social, y con "expertos prcticos", es decir,practicantes oficiales de los "problemas sociales" (oficiales depolica, trabajadoras sociales, activistas sindicales, jueces, etc.)que ocupan posiciones estratgicas en el mundo social, y queson tesoros vivientes de conocimiento espontneo sobre su funcionamiento. Armados de un conocimiento completo de la trayectoria social y el contexto vital de los individuos, procedemospor medio de entrevistas en profundidad muy prolongadas y

    altamente interactivas, dirigidas a ayudar a los entrevistados adescubrir y establecer el principio oculto de sus tragedias extremas o de sus infortunios ordinarios, y a permitirles librarsede esta realidad externa que los habita y los asedia, que los posee desde el interior y los desposee de iniciativa en sus propiasexistencias a la manera del monstruo de Alien. Alien puede servista como una especie de mito moderno que ofrece una buena imagen de lo que llamamos alienacin, es decir, esta presenciade la otredad en el corazn mismo de la subjetividad.

    Debera dar ejemplos concretos de cmo procedimos, perosera demasiado largo. Djenme decir simplemente que llevaradelante estas entrevistas puede ser un proceso perturbador ymuy penoso; para el informante, pero muy a menudo tambinpara los investigadores. Nunca olvidar a esa joven que trabajaba clasificando correspondencia en la calle Alleray de Pars a laque entrevistamos una noche, y el espacioso, sombro y polvoriento saln donde trabajaba, dos noches de cada tres, desde las

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    nueve hasta las cinco de la maana siguiente, de pie, erguida ante los sesenta y seis casilleros donde deba ubicar el correo entrante, ni las pobres, apenadas y grises palabras, a pesar de suacento del Sur, con las que describa su vida al revs, su salida alfro de la maana despus del cambio nocturno, al volver a supequeo departamento en un suburbio alejado, como tampocosu aoranza nostlgica de una tierra natal que pareca ya lejosde su alcance... Una de las pulsiones que me llevaron a emprender este estudio es el sentimiento ingenuamente tico de que nopodemos dejar que los tecncratas estatales sigan as, en un estado de total irresponsabilidad cvica, y que sera intolerable einconcebible para los cientficos sociales no intervenir, con ladebida conciencia de las limitaciones de su disciplina.

    Qu otra cosa decir de este estudio excepto que transgrede casi todos los preceptos de la metodologa oficial y es por esa mismarazn que tiene alguna oportunidad de captar aquello que los estudios burocrticos ignoran por definicin. Pienso o al menos espero que pueda cumplir una funcin doble, cientfica y poltica. Recordar a los investigadores aquello que la rutina de lossondeos habituales (por no mencionar los ejercicios metodolgicos o tericos, formales y formalistas) no les deja ver. Y recordara los tecncratas que rigen nuestra sociedad aquello que los procedimientos formalmente democrticos de la vida poltica oficial(y en particular los rituales de la vida partidaria, con sus reuniones de bancada, sus plataformas, sus mociones, etc.), las interacciones controladas con los medios y las certezas aparentementecientficas de las predicciones econmicas les hacen ignorar: nuevas especies de sufrimiento y un sentimiento creciente de injusticia que no tienen espacios donde expresarse pblicamente.

    7. Lo personal es social

    En su leccin inaugural en el Collge deFrance, usted sostuvo que"toda proposicin enunciada por la [ciencia de la sociedad] puede y debe aplicarse al socilogo mismo" (Bourdieu 1982a: p. 7). Es posible

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    hacer una sociologa bourdieusiana de Bourdieu? Puede usted explicarse a s mismo ? Si es as, por qu esta resistencia inamovible a hablar sobre la persona privada de Pierre Bourdieu?

    Es verdad que tengo una especie de vigilancia profesionalque me prohibe adoptar la clase de posturas egomanacas queson aprobadas e incluso premiadas por la institucin intelectual, especialmente en Francia. Pero esta renuencia a hablar so

    bre m mismo tiene otra razn. Al revelar cierta informacinprivada, al hacer confesiones bovarsticas sobre m mismo, miestilo de vida, mis preferencias, podra estar entregando municiones a gente que utiliza cont ra la sociologa el arma ms elemental que existe: el relativismo. Es fcil destruir un trabajocientfico, tanto sobre el objeto como sobre el sujeto de anlisis, que es la condicin del discurso cientfico, con un solo golpe de relativizacin simplista ("despus de todo, sta es slo laopinin de un as y as, de la hija de un maestro, etc., inspirada por el resentimiento, los celos, etc.").164 Las preguntas personales que se me plantean a menudo estn inspiradas en loque Kant llamara "motivos patolgicos": la gente est interesadaen mi trasfondo o en mis gustos en la medida en que puedendarle armas contra lo que les preocupa en aquello que escribosobre la clase y el gusto.

    Mi discurso sociolgico est separado de mi experienciapersonal por mi prctica sociolgica, que a su vez es en parteel producto de una sociologa de mi experiencia social. Y nunca he dejado de tomarme a m mismo como objeto, no en un

    164 Stanley Hoffman (1968: p. 47) ofrece un caso ejemplar de esta reduccin individualizadora despectiva que hace caso omiso de la existencia delcampo cientfico en su resea de La distincin cuando pregunta: "Si cada uno

    de nosotros es el producto de habitus de clase, por otra parte, es posible laobservacin cientfica del habitus? Podra el sistema [de Bourdieu] explicarsu propio habitus pecul iar[.. .]? Pero qu pasa, entonces, con la pretensin deser cientfico} En realidad, este enorme libro, una interpretacin demasiadoesquemtica y discutible de la sociedad francesa, es, de manera ms profunda,una revelacin y una catarsis de Pierre Bourdieu"(el destacado es mo) . Para una discusin acerca de la "reduccin particularizadora", vase la "Introduccin a una lectura japonesa de La distincin"de Bourdieu (1991d).

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    sentido narcisista sino como representante de una categora.Una de las cosas que a menudo irritan a la gente es que cuando me analizo a m mismo Homo academicus contiene pginasy pginas sobre m en la medida en que yo pertenezco a la categora que denomino los "oblatos" digo, hablando de m, laverdad acerca de otros.

    No se trata de defenderme a m, defender mi identidad, mi

    privacidad, sino de proteger la autonoma de mi discurso y demis descubrimientos si es que podemos llamarlos as de lapersona singular que soy. Lo cual no significa que yo, el individuo concreto Pierre Bourdieu, pueda escapar a la objetivacin:puedo ser objetivado como cualquier otro y, como cualquier otro,tengo el gusto y las preferencias, las simpatas y antipatas quecorresponden de manera general a mi posicin en el espaciosocial. Estoy socialmente clasificado y s precisamente qu posicin ocupo en las clasificaciones sociales. Si ustedes comprenden mi obra, pueden deducir muy fcilmente unas cuantas cosas acerca de m a partir del conocimiento de esta posicin y

    de lo que escribo. Les he dado todas las herramientas necesarias para eso; en cuanto al resto, djenmelo a m...

    Podramos decir que, aunque no puede ser reducida a eso, su sociologa es, en parte, un intento de lidiar con la "conversin social" queimplicaron su carrera y su formacin, y de dominar plenamente la visin del mundo social que lleg a obtener?

    Todo lo que he hecho en sociologa y antropologa lo he hecho tanto en contra de lo que me ensearon como gracias a ello.No querra que esta frmula se malentienda como seal de lapretensin, tan frecuente entre artistas y escritores, de ser un

    gran iniciador, un "creador increado" que no debe nada a nadie.165 Simplemente quiero decir que tuve que romper con la pretensin de terica de auteurterica que mi carrera acadmica

    165 p a r a u n a crtica de esta ideologa, vase, por ejemplo, "Pero quincre a los creadores" (Bourdieu 1980b: pp. 207-21) y el anlisis de Flaubertpor Bourdieu (1988d).

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    como estudiante de filosofa en la cole normale suprieuretraa incorporada, aunque al mismo tiempo haciendo uso constante de mi formacin, terica y filosfica en particular, paraponerla en prctica. En mis das de estudiante, quienes se distinguan por un "cursus brillante", como decimos en francs,no podan involucrarse en tareas tan vulgares como las queconstituyen el negocio del socilogo sin desprestigiarse. Vemosuna vez ms que las ciencias sociales son difciles por razones sociales: el socilogo es el que sale a la calle para entrevistar alSeor o la Seora Cualquiera, los escucha e intenta aprenderde ellos. Es lo que Scrates sola hacer, pero los mismos quecelebran hoy a Scrates son los ltimos en entender y aceptaresta especie de renuncia al papel del rey filsofo a favor de lovulgar que la sociologa demanda.

    No hace falta decir que la conversin por la que deb atravesar para llegar a la sociologa no estuvo desligada de mipropia trayectoria socia