Belgrado Pedrini - Un Partisano anarquista
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Crculo Anrquico
Villa Espaola
Un Partisano
Anarquista
Belgrado Pedrini
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Durante el fascismo italiano, en la zona de Carrara, operaban diversas
formaciones partisanas anarquistas, SAP-FAI, Lucetti, Lunense, Elio. Esta
ltima fue la primera formacin anrquica que oper en la regin apuana.
Durante la resistencia, comenz un proceso de militarizacin de las brigadas
partisanas, se construy as un comando unificado de la brigada apuana para
beneficiar, segn los militaristas de siempre la actividad operativa y coordinar la
accin armada.
Las formaciones deban ahora nombrar un representante a la interna, ste
tena la responsabilidad al frente del C.L.N. (Comit Nacional de Liberacin) de las
acciones militares.
Las formaciones deban tomar rdenes del comandante de brigada. El autor y
el protagonista del siguiente texto, contrario a la militarizacin, al igual que sus
compaeros, fue considerado otro incontrolado, ttulo que honr a los
anarquistas.
Por no aceptar rdenes ni disciplina fueron marginados y mal soportados
por su fuerte sentido de la autonoma y la responsabilidad individual.
Con la llegada de la repblica burguesa, l, como muchsimos partisanos
considerados peligrosos, fueron condenados a prisin cuando cay el fascismo y las
aguas estaban calmas.
Para el ministro de justicia de la repblica, el comunista Palmiro Togliatti, los
anarquistas eran demasiado peligrosos, si bien dio una amnista general para todos
los fascistas, no la dio para los cratas.
Belgrado Pedrini particip activamente en la lucha por la revolucin social,
luch contra el fascismo y fue condenado a pasar 32 aos en prisin por la repblica
burguesa.
Su delito: la libertad.
Este texto que sigue es un extracto, varis extractos del libro Noi Fummo i
Ribelli, Noi Fummo i Predoni, escrito por el compaero Belgrado, editado en el
2001.
Crculo Anrquico Villa Espaola
Montevideo
enemigo pagase yo por todos.
No crea igual que envejecera en la crcel. Era un partisano y habamos
apenas vencido.
Belgrado Pedrini.
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La Condena
Nuestro proceso se celebr en 1949, cuatro aos despus del fin de la guerra,
por la simple razn de que la mayor parte de los ex-partisanos, hacia 1948,
estaban an en armas y pensaban y esperaban una prxima revolucin social. La
magistratura burguesa-papal pens bien, pues, evitar hacer procesos como el mo
en aquellos momentos demasiado calientes despus de la resistencia. La segura
presencia en el proceso de partisanos, en los cuales el espritu de la resistencia
estaba an vivo, habra podido condicionar a los jueces y los resultados de
procesos abiertos de ex-partisanos como yo.
En 1949, por el contrario, el estado italiano se haba definitivamente
consolidado, los ardorosos espritus y las esperanzas revolucionarias de muchos,
estaban en cada, sobretodo despus del atentado contra Togliatti.
En aquel ao se comenz a asistir a las primeras vivaces discusiones al
interno de los partidos de la izquierda parlamentaria, a las primeras consecuentes
hemorragias de base. En 1949, adems, la polica haba ahora reconquistado
pleno poder de control y haba reorganizado su taln de hierro sobre los
revolucionarios y ex-resistentes. Entonces, magistrados y policas seguros de no
sufrir represalias y tomas de posicin, decidieron celebrar con calma los procesos
pendientes, entre los cuales estaba el mo.
En mayo del '49, durante mi proceso, la defensa busc en vano demostrar el
valor y el ligamen de nuestras acciones con la resistencia (aquella con R
mayscula). No hubo nada que hacer, fui condenado de primera al ergastolo
(perpetua con trabajos forzados), despus la pena me fue conmutada
automticamente a treinta aos, en base a una sucesiva disposicin de la corte
institucional.
Ped gracia en 1948, en 1954 y en 1967. Intent evadirme de la crcel en 1948,
en 1952 y en 1955. Me sali siempre mal.
Por inciso, debo decir que durante el proceso se demostr que el polica
muerto en el enfrentamiento no fue muerto por m. El proyectil hallado en su
cadver era una 7.65 y yo en la poca posea dos pistolas calibre 9. Cuando
entend que poda haber sido uno de mis compaeros, aquel que se haba
refugiado un tiempo en el extranjero, me autodenunci durante la fase de
instruccin con una carta dirigida al presidente del tribunal. Lo hice porque mi
compaero tena mujer y tres hijos, mientras yo estaba solo y era entonces un mal
menor que quedara yo, por treinta aos en la crcel. Y despus, sobre todo, la
responsabilidad poltica del grupo era ma, y era entonces justo que delante del
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1942 - 1944
Desde haca veinte aos continuaba la resistencia anrquica al fascismo en
Carrara y en toda Italia. Los anarquistas con actos espordicos y continuos hechos
individualmente o de a pequeos grupos, entraban y salan de la crcel y el
confinamiento.
Una tarde, con algunos compaeros, entramos en un local de Carrara y nos
encontramos a un grupo de siete u ocho soldados fascistas armados de puales. El
pual tena incisa arriba la imagen de Mussolini y el crneo y era un poco el arma
de orden para ellos, cuando no tenan porras y pistolas.
Estos, con aquella delicadeza tpica que los distingua, molestaban a las
jovencsimas hermanas del tabernero, intervenimos prontamente, pistola en
mano, los desarmamos y los abofeteamos. No se lo hicimos tanto por las
estupideces que estaban haciendo o diciendo, sino por descargar una pequea
parte del odio acrrimo que alimentbamos por la confrontacin.
La operacin pronto concluy bien, pero al da siguiente la milicia fascista
comandada por el mariscal Evangelista, comenz a darnos caza: nos buscaron en
nuestras casas y en los lugares que frecuentbamos habitualmente. Por suerte no
nos encontraron, si nos hubiesen agarrado habra sido nuestro fin. En aquella
poca, de hecho, era suficiente tener un revolver en el bolsillo para ser fusilado sin
juicio.
Esta fue la primera accin que hicimos a cara descubierta: se andaba, de
hecho, adelante as, en peligro, ya desde haca un ao.
Ahora estbamos en lucha abierta contra el rgimen y estbamos prontos a
jugarnos todo, tambin la vida. Para no ser arrestados, luego de estos hechos nos
refugiamos en Miln. Ah, en una noche de noviembre de 1942 (uno de los aos
en el cual el fascismo se senta ms fuerte que nunca y eran siempre menos
aquellos que osaban alzarse a mano armada contra los camisas negras) yo estaba
pegatinando, en el Paseo Corsica, un manifiesto, estampado por m
clandestinamente, que invitaba a los italianos a sublevarse contra la guerra,
Mussolini y el fascismo. Fui descubierto con otros dos compaeros por una
patrulla de polica. Nos defendimos disparando y logramos escapar despus de
haber enviado a dos policas a la sala de urgencia.
En verdad, tambin uno de los nuestros fue herido. Al da siguiente el Popolo
D' Italia, diario del rgimen, nos defina como malhechores y saboteadores de
la resistencia moral de las fuerzas armadas y se quejaba de que no hubisemos
sido asesinados.
nosotros, vctimas del fascismo no habramos perdonado tan fcilmente y tan
catlicamente a los fascistas y a sus cmplices. Imagino que el mismo
procurador, solo leyendo mi legajo, haba entendido con qu individuo tena que
actuar. Por esto, yo he pasado despus treinta y dos aos de crcel. Mi culpa:
haber luchado contra el fascismo y haberlo derrotado.
Fui apresado, de hecho, por los policas de la repblica burguesa, nacida de la
resistencia, con una emboscada que organizaron en la Spezia, donde yo estaba
dando caza a los fascistas asechados que ninguno tena ganas de sacar del nido, en
mayo de 1945. En la emboscada fui arrestado y estaba solo. Compaeros como
Giovanni Zava, que haba hecho la resistencia en Serravezza y en el Pistoiese,
fueron arrestados casi contemporneamente siempre por los mismos motivos. La
acusacin que pesaba sobre nosotros era la de haber participado en un conflicto
armado en el ao '42. Conflicto durante el cual haba dejado las plumas un polica.
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Nuestra libertad, de todas formas, dur poco: habamos sido identificados por
la OVRA (Organizacin para la Vigilancia y la Represin del Antifascismo) que
no haba perdido completamente nuestros rastros despus de la sealizacin
hecha en toda Italia por la milicia fascista de Carrara. Aquella tarde disparando de
calle en calle logramos que perdieran nuestro rastro en la plaza Caeroli.
Nos refugiamos despus en Porta Ticinese, en la casa de mi hermana. A la
maana siguiente, mi sobrina, regresando a casa despus de haber comprado la
leche, nos avis que la calle subyacente a la habitacin estaba llena de agentes de
particular. Caminaban adelante y atrs con las manos en los bolsillos, nos
esperaban. Nosotros tenamos pistolas cargadas y bombas de mano; pero no
quisimos que se disparase en la casa de mi hermana, que murisemos nosotros
que estbamos combatiendo poda ser un hecho soportable, pero hacer morir
mujeres y nios era convertirse en responsables de una masacre.
Bajamos a la calle. Nosotros caminbamos adelante y los agentes de
particular nos seguan con la mano en la empualadura de la pistola. Creo que su
intencin era hacernos ir a un lugar semidesierto, donde asesinarnos con calma,
sin hacer demasiado ruido. Reconoc enseguida entre ellos a un fascista de
Carrara que se saba haba entrado en la OVRA y que seguramente estaba al
corriente de la historia de la taberna. En un momento, encontramos un anarquista
de Sesto S. Giovanni al volante de un camin. Fue nuestra salvacin. Entendi al
vuelo lo que estaba sucediendo y nos hizo salir rpidamente. Solucion as una
situacin extremadamente crtica: en aquellos tiempos los autos eran pocos y los
fascistas no lograron detener a tiempo uno o dos para seguirnos. De este modo
alcanzamos tranquilamente la estacin norte de la va y de ah, escondidos en un
tren de mercancas, despus de un largo viaje con escalas secundarias, llegamos a
Genova. Ah involucramos a otra hermana ma, que fue despus arrestada por
habernos dado asilo y enseguida dejada porque el marido era un mariscal del
ejrcito.
De Genova nos transferimos a la Spezia, alojndonos en una pensin, y en
aquella ciudad agotamos parte de los volantes y de los manifiestos que tenamos
siempre con nosotros. Una tarde, llegando a las once en la pensin de la Spezia,
sentimos golpear la puerta. No habamos ido an a dormir y abr la puerta. Se
presentaron seis agentes de la PS de particular, todos con las manos en los
bolsillos de las trincheras en la empualadura de las pistolas.
Estos, con la educacin que les caracteriza, nos pidieron imperiosamente los
documentos, entonces dijeron que yo deba seguirlos y que los otros podan
quedarse. Se trataba evidentemente de una estpida tctica para dividirnos. Sin
hablar, entendimos al vuelo que queran dividirnos solo para podernos arrestar o
eliminar uno a la vez. Al fondo de las escaleras observamos que haba an muchos
pies escondidos y esto convalid nuestra tesis. Con la conviccin de haber
Inmediatamente despus de la Guerra
El 25 de abril de 1945, cuando el rgimen cae definitivamente, se
desencaden en todas las fuerzas partisanas, en todos aquellos que antes resistan
al fascismo y despus arriesgaron por aos la propia vida sobre los montes, una
reaccin de extrema felicidad fue la euforia de quien haba tenido la razn del
enemigo.
Si la revuelta armada haba creado una situacin decididamente diversa para
nosotros, los anarquistas, la nueva era, como sea, no nos apareca absolutamente
como un paraso en la Tierra. Se puede decir que se haba pasado de un estado
monopartidstico dictatorial a un estado ms liberal que admita ms partidos en
el gobierno, se haba pasado de una forma de capitalismo autrtico a una forma de
capitalismo internacional. La ideologa propagandeada por el nuevo rgimen,
adems, a nivel de partidos, era decididamente clerical, en el sentido ms
medieval del trmino. El lector puede imaginar qu tipo de reflexiones puede
haber hecho mi gente y mis compaeros, ms all de m, en una situacin del
gnero. No creo exagerar diciendo que los catlicos en Carrara y en su regin
haban sido siempre una minora tnica en vas de extincin, y los curas no se los
poda ver nunca ni soportar. Esta nueva realidad democrtico-clerical, ms all de
la presencia de los americanos en casa, desentonaba, no nos atraa, no nos placa.
Los anarquistas, por otra parte, comenzamos, ya el 26 de abril, a
organizarnos: formamos grupos y reorganizamos la Federacin Anrquica
Italiana. Pasamos de la clandestinidad a una forma de propaganda y de lucha
tpica de un rgimen de libertad formal garantida. A partir del 26 de abril, otros
compaeros y yo decidimos cerrar para siempre la partida con el fascismo a
nuestro modo. De hecho, despus de la expulsin de los alemanes yo no tena
ninguna intencin de olvidar. Que se hiciese o no la revolucin, yo habra hecho la
ma. Habra hecho pagar a los tiranos, a los hambreadores, a los propietarios, toda
el hambre, la miseria y la desesperacin del fascismo. Quera perseguirlos como
ellos me haban perseguido a m y a mis compaeros, mi venganza habra sido mi
perdn.
Pero los nuevos patrones no eran de esta opinin: Pietro Nenni, por ejemplo,
comisario para las purgas, no se las agarr con los peces gordos, con los marrajos,
prefiri golpear a los jovencitos, los pececitos, las caricaturas del pas, algunos
pobres deficientes que no contaban nada. Gracias a tales movimientos, el estado
italiano se encontr con la magistratura y con la polica nuevamente llena de
viejos cuadros fascistas. El procurador de Genova, por ejemplo, saba bien que
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llegado a aquello que llaman en modo estereotipado arreglo de cuentas y
considerando que no tenamos muchas probabilidades de salir vivos de un
arresto como ese, preferimos el enfrentamiento directo. Abrimos fuego.
Tambin ellos extrajeron las armas y gatillaron. En aquella sala primero y en todo
el barrio despus, ocurri lo que se hizo clebre en los anales de aquella poca hoy
lejana. El enfrentamiento dur hasta el alba.
En un primer momento nos libramos de ellos en la pensin y probamos una
salida, pero nuestro optimismo, y con l nuestras intenciones, se vinieron abajo:
la quinta estaba ahora totalmente circundada por las fuerzas de polica fascista y
alemanas. Fascistas, policas y Gestapo salieron tambin sobre los techos y en las
habitaciones de las casas vecinas. Nosotros nos barricamos dentro de la pensin y
como ya he dicho, el asedio dura hasta el alba, hasta el ltimo proyectil.
Recuerdo, como si fuese ayer, que Giovanni Zava, uno de mis compaeros,
tena cinco o seis proyectiles encima, yo tena un par de proyectiles en el cuerpo,
el fmur de una pierna desecho y no lograba moverme mucho, el tercer
compaero, Giorgi, estaba tambin herido y en mal estado. Alrededor nuestro
yacan algunos policas heridos de los cuales, uno ahora agonizaba. El fin de la
operacin, o mejor, la rendicin, vino cuando los nazifascistas se dieron cuenta
que podamos estar an vivos pero sin municiones. Con una accin brillante,
veloz y valiente, tiraron la puerta ya acribillada a golpes.
Con una serie de brincos intiles entraron en masa en la estancia donde
yacamos casi sin sentido y gritando nos empaquetaron.
Fuera de la puerta, en la calle, la muchedumbre de curiosos atrada por el
ruido de los disparos y de la movilizacin policial, exasperada por los
bombardeos aleados de los das anteriores, nos acogieron gritando: A la muerte,
lincharlos, fusilar rpido a los paracaidistas ingleses, americanos y rusos,
hacerles pagar nuestros muertos, nuestras desgracias, sus bombardeos areos.
Fuimos llevados despus de una rpida medicalizacin al comisariado de la
Spezia. All nos descargaron en celdas grandes como criptas, situadas en un
stano. No nos golpearon, no nos torturaron, pensando hacernos la fiesta un poco
despus, de hecho, un comisario, unos pocos minutos despus haba ya dado
rdenes y disposiciones a sus esbirros de agarrar los mosquetes y las balas, de
meternos contra un muro y hacer justicia sumaria, sin tanta historia.
Fatalmente en aquel momento lleg el federal de la Spezia, con aquella divisa
que teatralmente los tipos como l usaban, ya sea de da como de noche. Estos,
con la autoridad y el poder que los distingua, bloque pronto la ejecucin, entre
un atentos y un descansen. Despus de horas de discusiones y debates, lleg a
convencer, gracias a su crasa ignorancia y a su poder dado por el duce y por el
partido nacional fascista que representaba, a los esbirros de suspender la
ejecucin, en la esperanza de llegar a los llamados mandos de nuestra naciente
paralelamente a un reforzamiento de parte de los alemanes sobre la lnea gtica.
Digamos que esto para los nazifascistas fue la tentativa extrema de bloquear a los
aliados sobre la lnea gtica y detener tout court de Parma a Carrara la actividad
partisana.
Con antelacin, en septiembre de 1944, entr con los partisanos de la Elio
en Carrara. Entonces tomamos parte de la operacin que concluy con el
asesinato de una notoria espa alemana (una italiana que tena el grado de sargento
y que estaba buscada por la C.N.L. de toda Italia y por los comits de liberacin de
toda Europa, adems de los aliados). La ocupacin de la ciudad por parte de
nosotros dur cuatro das, la interrumpimos para que nuestros conciudadanos
pudiesen recibir los abastecimientos. Un retardo imprevisto de la avanzada aliada
haba ya hecho aparecer entre la poblacin de mi ciudad el espectro por el hambre
ms negra.
Algunos das ms tarde particip con otras compaas de la Elio en el
bloqueo de la Doganella, localidad a poca distancia de Carrara, en el curso de la
cual los alemanes perdieron el sentido de la realidad, y presas del pnico
terminaron por masacrarse entre ellos. Entre los otros resultados obtenidos
durante el combate logramos llevar a salvo a Don Erasmo Celorio, sacerdote del
instituto del Sagrado Corazn de Marina de Ronchi (MASSA). ste, en tanto yo
no amo mucho a los curas y l de esto est en conocimiento, podra, estando an
con vida y estando perfectamente lcido, contar y recordar sucesos particulares
de aquella jornada.
Olvidaba decir que en septiembre del '44 particip tambin en la batalla de la
cantera de mrmol de Ravaccione contra los alemanes. Una compaa de la S.S.
que perteneca al grupo comandado por el mayor Rader y que haba formado parte
de los incendios y de las masacres ocurridas en la villa de Vinca, atacada por
arriba por nosotros con armas automticas en una emboscada y despus
completamente abatida.
De mi actividad de partisano ms all de Elio Wochiecevich, jefe de mi
formacin, puede testimonear tambin Alessandro Brucellaria, en aquel tiempo
comandante del grupo divisin Gino Mencioni, grupo del cual tambin mi
formacin formaba parte. Los arriba citados comandantes pueden tambin
testimonear que he tomado parte en la batalla de Darma, batalla en la cual los
alemanes fueron forzados a dejar sobre el terreno muchos muertos y a ceder los
presidios de la Padula a mi formacin. Particip, en fin, del pasado encuentro
ocurrido en los fuegos del Magra, en la liberacin de Sarzana y de la ciudad de la
Spezia.
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organizacin subversiva.
A los llamados mandos. Estos, segn l, eran seguramente los cerebros, los
idelogos y los redactores de aquellos manifiestos que haban encontrado en el
bao de la estancia de la pensin y que nosotros no habamos alcanzado a destruir
completamente con el fuego. Lo que quizs nos salv en aquel momento
extremadamente crtico, fue la ignorancia que es caracterstica comn de todos
los burcratas, los violentos, los autoritarios, de todos los fascistas. Segn aquella
pobre bestia, embrutecida por sus falsos ideales y la de sus roles subalternos,
nosotros debamos tener un jefe, un inteligente como ellos.
Medicados un poco mejor, fuimos transportados, despus de algunas horas a
la crcel de la Spezia. Ah comenz una larga y extenuante instruccin con la cual
los nazifascistas pensaban desenredar la madeja.
Despus de das, golpes y torturas, descubrieron que no era posible encontrar
el hilo existente de una madeja que estaba solo en una fantasa de sus cerebros. Es
sabido, de hecho, que todos los anarquistas, en tato tales, sea que seamos
laureados o no, son suficientemente crticos y autnomos para ser artfices y
nicos responsables de lo que programan y de lo que hacen.
Nuestro legajo con las notas sobre los hechos de Carrara, de la taberna, con
los hechos de Miln, con la descripcin de las notas del asedio en la pensin y con
los volantes encontrados por la polica y los federales, fue enviado al tribunal
especial, cuya sede estaba en Roma y que en aquellos tiempos emita por hechos
anlogos o tambin ms insignificantes, solo condenas a muerte. La nica cosa
que nos mantena vivos era la esperanza, que para mi era casi una certeza, de que
el fascismo haba ahora perdido su guerra, o mejor, que la guerra y el fascismo
tenan los das, o ms especficamente los meses contados. Nos hubiese sido
entonces suficiente sobrevivir algn tiempo, alguna estacin ms, para poder
estar libres.
En fin, en la poca, nosotros nos sentamos verdaderamente dedicados a la
muerte, para nosotros vivir o morir era un hecho bastante relativo. De aquel a
cualquier otro da tenamos la garanta de que nuestra muerte estaba ya conjurada.
Fue el ms malo de mis hermanos el que fue a salvarme del fusilamiento. Yo
no le hablaba desde haca aos y me daba asco tener como hijo del mismo padre al
secretario del partido nacional fascista de MASSA. Este hizo intervenir a su
colega de Roma y, gracias a este imprevisto, nuestro caso pas al tribunal normal.
Seguramente, ellos no hicieron esto porque era mi pariente. Ellos actuaron as
solo porque una ejecucin en la familia, por delitos contra el rgimen, no podan
mnimamente permitrsela, dada la posicin de poder que ocupaba.
As, como mis crmenes eran mezcla, mitad polticos y mitad comunes, ellos
hicieron que prevalecieran aquellos comunes y entonces mi caso pas, por
norma, al tribunal normal: a la corte de audiencias de la Spezia.
lograron superar nuestra barrida de fuego, fueron sucesivamente cazados por
nuestras armas automticas ligeras, nuestras granadas, nuestras bombas de mano
y tambin pequeos aludes de mrmol preparados ad hoc. En cierto momento me
encontr en un puesto avanzado con una metralleta, enfrentando solo, por algunas
horas, las enormes fuerzas enemigas.
La imprevista acogida, unida a lo spera de aquella zona, por ellos casi
desconocida, impidi a los alemanes cualquier avanzada.
Fueron forzados a detenerse y por toda la jornada, sus tentativas de expugnar
nuestras posiciones resultaron vanas. Demasiado tarde se dieron cuenta de que
nuestras posiciones eran pues inexpugnables por sus medios, protegidas como
estaban por la altura y por los bloques de mrmol.
A la tarde, los alemanes decidieron replegarse y nosotros bajamos para
recuperar armas y heridos.
En aquella ocasin hicimos prisioneras una treintena de jvenes alsacianos de
la S.S. metidos en el cobertizo adaptado a prisin, fueron sucesivamente
interrogados por el jefe de formacin Elio y por el comisario poltico Rigo. Los
prisioneros sostenan en un primer momento no ser de la S.S. de la guardia
especial de Hitler, solo de la formacin constituida en Alemania y distribuda en
todos los territorios ocupados con el fin de mantener el orden interno. Luego estos
dieciochoaeros sostuvieron ser contrarios a la guerra que Hitler y Mussolini
estaban haciendo a los partisanos y a los aliados.
En efecto, estos alsacianos teman solo ser fusilados y estaban prontos no solo
a renegar de Hitler sino tambin de su madre, si hubiese sido el caso. Nosotros
tenamos rdenes y disposiciones con respecto al fusilamiento de los
nazifascistas, de aguardar va libre, o mejor, al comando de la C.N.L. En esta
ocasin el Comit Nacional de Liberacin consider oportuno, dada la extrema
juventud de sus prisioneros y dado que se quera demostrar a los aliados la
seriedad y el estilo con el cual haba sido cumplida la operacin y de consearles
otras en la lnea gtica a los aliados mismos. En efecto, esta custodia no vino
nunca porque en los das sucesivos, durante un segundo rastrillamiento operado
por los nazifascistas, dejamos a los prisioneros parcialmente sin custodia. Estos,
en un momento favorable pudieron pues huir y retornar a su base: regresando
entonces a ejercitar el notoriamente triste e infame rol desarrollado por la S.S.
De las cerca de treinta operaciones actuadas por mi formacin, en el arco de
tiempo que va de junio-julio del '44 hasta abril del '45 y de las cuales yo he tomado
parte, puedo recordar algunas. Ante todo, recuerdo muy bien haber atravesado el
frente dos veces, junto al comandante Elio. Estos pasajes fueron en un momento
en el cual nuestra formacin deba transferirse por completo a la zona liberada,
siendo aumentada la intensidad de los rastrillamientos y la concentracin de
fuerzas nazifascistas en la ciudad de Carrara. Esta concentracin haba sido hecha
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El proceso en la Spezia no se pudo hacer porque los jueces haban sido casi
todos transferidos y los tribunales no funcionaban o funcionaban mal a causa de
los bombardeos que la ciudad reciba. Algunos meses despus intentaron
transferir el legajo y el procedimiento al tribunal de Genova. La cosa se desplom
porque Genova viva una situacin anloga a la de la Spezia. A estos aspectos de
delincuencia comn, aspectos que haban sido usados para evitarme el
fusilamiento, se adhirieron los jueces en la post-guerra para joderme y meterme
en la crcel, antes de proponerme para una medalla al valor partisano (con la cual,
igual, no habra sabido qu hacer).
Pero cules eran mis delitos comunes? En el ao en el cual haba agitado a
cara descubierta, haba rastrillado soldados de los empresarios (marrajos
fascistas) de la zona para financiar nuestra lucha antifascista, para financiar
nuestra revolucin: una suscripcin a mano armada, para la anarqua y contra el
fascismo. Estos eran pues mis delitos comunes. Ellos le han llamado y le llaman
extorsin, yo contino e insisto en llamarle expropiacin.
Pas entonces 1943 de una crcel a otra. En cierto momento me recluyeron en
la casa penal de MASSA. All fuimos puestos, yo y mis compaeros, en el
llamado reparto de la grandsima vergenza, segregados con otros prisioneros
polticos y con aquellos que eran usados como rehenes. No podamos ver a
ningn detenido, no podamos hablar con nadie: ni cartas, ni visitas.
Esta detencin en el reparto de la muerte ha sido terrible. Ya sea por el
psimo sistema de alimentacin: todos los das las S.S. armadas hasta los dientes,
nos daban medio cucharn de caldo hecho con agua de mar (porque faltaba la sal)
y una feta de pan de cerca de 100 gramos. Naturalmente el hambre se acumulaba
de da en da y de da en da la salud fsica se resenta. Ya sea porque cuando fuera
los partisanos hacan cualquier accin, un oficial nazista pasaba delante de
nuestras celdas, nos miraba sin siquiera abrir la puerta y elega a diez de nosotros
para fusilar en cualquier cantera de mrmol abandonada. Cada vez pensaba:
ahora me toca a m y cada vez se mora un poco.
Solo los industriales y los empresarios encarcelados por doble juego no
corran riesgos: pagaban, entonces, en vez de ser fusilados eran liberados cinco o
seis das despus. Un tratamiento igual a ese reservado hoy a los industriales
sofisticados, que hacen la crcel en las clnicas suizas, despus de haber
envenenado a centenares de personas. Ellos, en verdad, el doble juego no lo
hacan por antifascismo. Nos ayudaban a escondidas porque comenzaban a
sospechar nuestra eventual victoria (iniciaba ahora el '43) y queran pues
prepararse o adquirir algn ttulo de mrito, para evitar ser enseguida golpeados o
ajusticiados por el pueblo con los camisas negras. La mayor parte de ellos, han
salvado as la piel y los cuartos, y talvez algn tonto les ha dado tambin una
medalla, mientras yo marchitaba en la crcel.
vestidos de civil: los contendientes eran todos iguales a sus ojos.
En cierto momento, cuando los policas fascistas se dieron cuenta de la
presencia de sus aliados, y encontrndose en dificultad, gritaron en su direccin:
aydennos, son todos bandidos, son partisanos.
Inmediatamente, nosotros, sin ser presas del pnico, y con una dosis notable
de sangre fra, repetimos la misma frase en su direccin. Fue as que los dos
alemanes se encontraron en una situacin extremadamente delicada; no
contemplada en su secular manual de cmo hacer la guerra, y, entonces, temiendo
asesinar fascistas, quedaron bloqueados. En la duda, dejaron las pistolas en las
fundas y nosotros salimos del enfrentamiento sin consecuencias.
Otra operacin militar partisana que recuerdo como si hubiese sucedido ayer
es la de Torrione. Torrione es una de las ms grandes canteras de Carrara. All
exista un gran edificio destinado, antes de la guerra, a comedor-dormitorio de la
mano de obra. Nosotros lo utilizbamos como base y usbamos las numerosas
estancias como dormitorios y armeras.
Fuera del edificio haba tambin un enorme cobertizo que nosotros habamos
transformado en habitaciones para los prisioneros.
La jornada y el hecho fueron talmente extraordinarios que terminamos
llamndole a la empresa Alba Trgica. La operacin de Torrione fue en
noviembre de 1944. Los compaeros que estaban de centinelas dijeron que en los
puentes de Vara haban numerosos carros armados y con orugas, y que su artillera
haba comenzado a abrir fuego a ciegas sobre las canteras. Se senta, en efecto, el
estruendo del can, pero no recuerdo si por el efecto del eco o por otros motivos,
nosotros creamos que los nazifascistas estaban lejos. Se pens, en un primer
momento, que fuese el estruendo de la artillera de la lnea gtica, que estaba un
poco lejos del resto.
Puedo decir que las canteras de mrmol abandonadas eran, en aquel periodo,
verdaderas y propias fortalezas de piedra inexpugnables.
Tomamos posiciones y descubrimos que frente a nosotros tenamos
centenares y centenares de alemanes de la Wermacht y diversas decenas de S.S.
afincados en la Dcima Mas de Valerio Borghese (ese que ha sido llamado el
prncipe negro).
Valerio Borghese y los alemanes pensaban poder rastrillar fcilmente
aquellas montaas con la cobertura del fuego de la artillera. Apoyados por el
fuego de los carros alemanes y fascistas suban los senderos, se trepaban sobre el
terreno inaccesible de los que pendan para alcanzar la cima a nuestro puesto
avanzado, donde nosotros, incluso, los estbamos esperando. Aquel da la
formacin de la cual formbamos parte tena un efectivo de ciento cuarenta
compaeros. Llegados a tiro, abrimos fuego con las ametralladoras de largo
alcance. Pues bien, as se inici la carnicera de aquella jornada. Los pocos que
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Yo no tena dinero, estaba retenido como un sujeto muy peligroso, no tena
esperanza de zafar, caera antes o despus, en alguna diezma de represalia. Cada
da me pareca haber arrancado algo a la muerte. Tambin cuando llegaron mis
compaeros, los partisanos anarquistas, a liberarme, estaba recostado sobre la
hamaca meditando, buscando habituarme a morir antes o despus.
Los partisanos que me liberaron llegaron a la crcel en tres, dos vestidos de
carabineros y uno esposado. Se hicieron abrir diciendo que deban entregar un
prisionero. Apenas adentro, desarmaron al agente de servicio tras las puertas,
aquello que viene normalmente llamado el portero. Llamaron entonces a los otros
veinte partisanos, todos armados con metralletas y guiados por el comandante
Elio, que haban quedado escondidos fuera de la crcel. Estos encerraron a los
diversos guardias en la oficina de matriculas, cortaron el telfono, despus
apoderndose de las llaves, entraron en la reparticin detenidos polticos y nos
liberaron. Me llamaron por mi nombre Dale Belgrado, ests libre, escapamos
todos (ramos 52 polticos). Antes de irse, un compaero tir el mazo de llaves
dentro de la celda de un detenido comn, de manera que la crcel se vaci
completamente.
Era un verdadero espectculo ver la ciudad invadida por centenares de
forzados, algunos con la divisa invernal a rayas y otros con la de verano de tela
blanca media desgarrada, cargados con las cosas robadas en los almacenes de la
crcel. Nos llevamos con nosotros tambin a los soldados del cuerpo de guardia,
pero eran mseros esbirros, pobres y estpidos sicarios, los dejamos poco despus
irse.
Menos comprensin por nuestros carceleros les demostraron los alemanes
que los alcanzaron luego. Para evitar este ajuste de cuentas el director de la
crcel escap, mientras el mariscal, un aguzzino torturador, para evitar caer en las
manos de los alemanes se dispar. Yo, aquella tarde por la oscuridad y por la
emocin perd el contacto con el grupo de los partisanos que me haban liberado,
pero cuarenta y ocho horas despus los reencontr sobre las montaas en sus
puestos de combate.
Era el mes de junio de 1944.
La Lucha Partisana
Podra escribir un volumen entero solo con las ancdotas sobre el periodo
pasado sobre las montaas, pero por motivos de espacio y por no contar cosas y
hechos de los cuales la memoria me podra traicionar, prefiero detenerme solo en
los que recuerdo mejor. Yo pues, de la primavera-verano del '44 al 25 de abril de
1945, permanec ligado a la formacin Elio, que tomaba el nombre de su
comandante, que es un eslavo que vive ahora en Carrara y se llama Elio
Wochiecevich (marxista).
Solo por veinte das estuve con la formacin Lucetti, comandada por Ugo
Mazzucchelli.
En aquella poca, sobre los Alpes apuanas, operaban numerosas formaciones
partisanas, naturalmente ligadas y dependientes del comando general de brigada
que se encontraba en una cantera de mrmol abandonada llamada carbonera.
Mi formacin, la Elio, ha tenido un nmero variable de hombres, digamos
de entre cien a ciento ochenta, prevalentemente anarquistas. En la regin, como
he dicho, operaban otras dos formaciones: una comandada por Mazzucchelli y
otra mixta, en el sentido de que estaba formada por individuos pertenecientes al
movimiento anrquico, al partido socialista y al comunista. Sobre los montes de
Carrara y del Parmense no recuerdo haber visto nunca combatientes liberales,
monrquicos o catlicos. Me convenc de que ciertos individuos no estn y no
pueden nunca estar presentes, porque son privilegiados en momentos en que se
deben empuar las armas contra otros privilegiados.
Recuerdo bien un episodio del cual he tomado parte en aquel periodo: se trata
de un enfrentamiento a fuego acaecido entre un grupo de policas fascistas, entre
los cuales estaba tambin el clebre teniente gallo, conocido torturador de
partisanos, tan tremendo como sanguinario. Conmigo estaban Giovanni Mariga,
que le decan el padovano, Libero Mariotti y otros dos, de los cuales prefiero no
dar sus nombres. Encontramos casualmente a los policas sobre el Paseo de
Sarzana.
Estos, reconociendo algunos de mis compaeros, reconocieron en nosotros al
enemigo, los bandidos, los partisanos. Se dio un conflicto a fuego que dur
algunos minutos. Entre ellos muri un graduado, mientras Libero Mariotti, entre
los nuestros, fue acribillado por numerosos proyectiles y perdi la vida. Nos
libramos del escenario bajo la mirada plida de dos militares alemanes que haban
asistido atnitos a la escena. Estos dos no intervinieron en el tiroteo, porque ya sea
los partisanos anarquistas, de los cuales formaba parte, como los policas estaban
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