BAUMAN HABLA DE LA TRAGEDIA DE LOS PRÓFUGOS

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BAUMAN HABLA DE LA TRAGEDIA DE LOS PRÓFUGOS Entrevista en el Diario Repubblica, Italia, 29 agosto 2015 P: En Europa están retornando los muros, hijos de un espectro xenófobo que desgraciadamente se está extendiendo R: ¿sabe qué me recuerdan los que los construyen? Al filosofo griego Diógenes, que mientras sus vecino se preparaban a combatir contra Alejandro Magno, el hacia rodar el toneles el cual vivía por las calles de Sínope diciendo que no quería ser el único que no hacia nada. P: ¿Es verdad que el flujo migratorio actual hacia Europa es de una dimensión jamás vista?¿ se puede justificar algún temor? R: Ahora nuestro mundo es multicultural, quizás irreversiblemente, a causa de una anómala migración de ideas, valores y creencias. No obstante la separación física no asegura la espiritual, como ha escrito Ulrick Beck. El “extranjero” es por definición un sujeto poco “familiar”, culpable hasta prueba al contrario y por consiguiente para algunos puede representar una amenaza. En nuestra sociedad líquida, flagelada por el miedo al fracaso y por el miedo de perder el propio lugar en la sociedad, los migrantes devienen “walking dystopias”, distopías que caminan. Es una era de total incertidumbre existencial, donde la vida es siempre más precaria. Ésta a no es la única razón de los miedos que desencadenan la visión de olas de refugiados fuera de control .Son percibidos como “mensajeros de malas noticias”,como escribía Bertold Brecht. Nos recuerdan, al mismo tiempo, lo que querríamos cancelar. Esas fuerzas lejanas, oscuras y destructivas del mundo que pueden interferir en nuestras vidas. Y las “víctimas colaterales” de estas fuerzas, los pobres refugiados en fuga, viene percibido por nuestra sociedad como los alfiles de tales fuerzas. Estos migrantes, no por elección sino por atroz destino, nos recuerdan cuán vulnerables son nuestras vidas y nuestro bienestar. Desgraciadamente está en el instinto humano adosar las culpas a las victimas de las desventuras del mundo. Y así, también si somos totalmente impotentes a controlar estas dinámicas extremas de la

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BAUMAN HABLA DE LA TRAGEDIA DE LOS PRÓFUGOS

Entrevista en el Diario Repubblica, Italia, 29 agosto 2015

P: En Europa están retornando los muros, hijos de un espectro xenófobo que desgraciadamente se está extendiendoR: ¿sabe qué me recuerdan los que los construyen? Al filosofo griego Diógenes, que mientras sus vecino se preparaban a combatir contra Alejandro Magno, el hacia rodar el toneles el cual vivía por las calles de Sínope diciendo que no quería ser el único que no hacia nada.P: ¿Es verdad que el flujo migratorio actual hacia Europa es de una dimensión jamás vista?¿ se puede justificar algún temor?R: Ahora nuestro mundo es multicultural, quizás irreversiblemente, a causa de una anómala migración de ideas, valores y creencias. No obstante la separación física no asegura la espiritual, como ha escrito Ulrick Beck. El “extranjero” es por definición un sujeto poco “familiar”, culpable hasta prueba al contrario y por consiguiente para algunos puede representar una amenaza. En nuestra sociedad líquida, flagelada por el miedo al fracaso y por el miedo de perder el propio lugar en la sociedad, los migrantes devienen “walking dystopias”, distopías que caminan.Es una era de total incertidumbre existencial, donde la vida es siempre más precaria. Ésta a no es la única razón de los miedos que desencadenan la visión de olas de refugiados fuera de control .Son percibidos como “mensajeros de malas noticias”,como escribía Bertold Brecht. Nos recuerdan, al mismo tiempo, lo que querríamos cancelar.Esas fuerzas lejanas, oscuras y destructivas del mundo que pueden interferir en nuestras vidas. Y las “víctimas colaterales” de estas fuerzas, los pobres refugiados en fuga, viene percibido por nuestra sociedad como los alfiles de tales fuerzas. Estos migrantes, no por elección sino por atroz destino, nos recuerdan cuán vulnerables son nuestras vidas y nuestro bienestar. Desgraciadamente está en el instinto humano adosar las culpas a las victimas de las desventuras del mundo. Y así, también si somos totalmente impotentes a controlar estas dinámicas extremas de la globalización, nos reducimos a descargar nuestra rabia sobre aquellos que arriban, para aliviar nuestra humillante incapacidad de resistir a la precariedad de nuestra sociedad.En el medio algunos políticos o aspirantes a tal, cuyo único pensamiento son los votos que ganarán en las próximas elecciones, continúan a especular sobre nuestras ansiedades colectivas, no obstante sepan muy bien que no podrán nunca mantener sus promesas. Y además, a las empresas occidentales el flujo de migrantes a bajo costo les viene siempre bien. Pero hay una cosa cierta: construir muros en lugar de puentes y encerrarse en “habitaciones insonorizadas” no conducirá a otra cosa que a una tierra desolada, de separación recíproca, que agravará solo los problemas. P:¿ Cómo resolver entonces esta inmane tragedia?Seguramente no recurriendo a soluciones miopes y de breve término, útiles sólo a provocar ulteriores tensiones explosivas. Los problemas globales se resuelven con soluciones globales. Descargar el problema sobre el vecino no servirá de nada. La verdadera cura va más allá del país, por cuanto grande y poderoso sea. Va más allá de una abigarrada asamblea de naciones como es la Unión Europea. Se necesita cambiar la mentalidad: el único modo de salir de esto es renegar con fuerza las víscidas sirenas de la separación, desmantelar los alambrados de los campos para los solicitante de asilo y hacer de modo tal que todas las diferencias, las desigualdades y esta enajenación autoimpuesta entre nosotros y los inmigrantes se avecinen, se concentren en un

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contacto diario y siempre más profundo. Con la esperanza que todo esto provoque una fusión de horizontes, en vez de una fisión siempre más exasperada.

P: ¿No teme que esta solución pueda no gustarle a una buena parte de la población europea?Lo sé, una revolución similar presupone tantos años de inestabilidad y asperezas. Incluso, en un período inicial, podrá desencadenar otros miedos y tensiones. Pero, sinceramente, creo que no existen alternativas más fáciles y menos riesgosas, y ni siquiera soluciones más drásticas a este problema, La humanidad está en crisis. Y la única vía de salida de esta crisis catastrófica será una nueva solidaridad entre los humanos.