Batalla de Namasigüe
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Se combatió durante una semana, hasta que Nicaragua derrotó a Honduras y El
Salvador1
17 al 23 de Marzo 1907: La Batalla de Namasigüe.
Ramón Montoya Acevedo 1893-1907Al frente del monumento se lee la siguiente inscripción: “Namasigüe 1907” y atrás grabada en
plancha de mármol: “Ramón Montoya. Héroe de la jornada que rindió la vida en aras de la patria a los 14 años de edad ¡Gloria a su nombre! La patria gradecida. Namasigüe 1907".
Promotor: Gobierno de Zelaya. Ejecutor: Fundación Pascuali.2
La tercera semana de Marzo del 2007 se cumplió --pero no se conmemoró--, el primer centenario de La Batalla de Namasigüe que se combatió encarnizadamente del 17 al 23 de
Marzo de 1907. En el año 2000, el Lic. Nicolás López Maltez, fundador y director de La Estrella de
Nicaragua hizo la investigación de todos los pormenores y la publicó el estudio de La Batalla de
Namasigüe, en La Estrella de Nicaragua, trabajo que ha servido de base a todos los historiadores
para subsecuentes publicaciones tanto en medios militares como civiles.
En ocasión del centenario de esta batalla, ampliamos la información histórica con nuevos e
importantes elementos y documentos que han permanecido ignorados durante más de cien años.
Namasigüe es una municipalidad en el departamento de Choluteca, en Honduras. La palabra es
Amacihuarl en mexicano "Agua de las Mujeres".
1Fuente: Nicolás López Maltez. Miembro de Número de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y Miembro Correspondiente de la Academia de Geografía e Historia de Guatemala. Fuente: http://www.estrelladenicaragua.com/todosobrenicaragua/batallanamasigue/batallanamasigue.html2 Fuente: Monumentos de Nicaragua. Manfut.org http://www.manfut.org/monumentos/index.html
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Departamento de Choluteca y municipio de Namasigüe, Sur de la República de Honduras.
El municipio colinda al norte con los municipios de Santa Ana de Yusguare y Choluteca, al sur
con los municipios de Choluteca y El Triunfo, al este con los municipios de El Triunfo y El
Corpus y al oeste con el municipio de Choluteca. Está situado al Sur del Departamento y sus
terrenos abarcan hasta el Golfo de Fonseca. En el recuento de población de 1791, figuraba como
pueblo de Choluteca y en el censo de 1887 estaba como Municipio. Comprende las aldeas de:
1. Namasigüe (cabecera del municipio)
2. San Bernardo
3. San Francisco
4. San Isidro
5. San Jerónimo
6. San Rafael
7. Santa Irene
8. Tierra Blanca
9. Yorolín
Namasigüe es una pequeña localidad hondureña ubicada al Este de la ciudad de Choluteca, por
ello algunos escritores políticos --de claras intenciones mezquinas-- más interesados en menguar
los méritos del Gral. José Santos Zelaya que en conocer la verdad histórica, arguyeron que
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«Namasigüe era una batalla de fábula, puesto que no existe tal nombre en la geografía de
Nicaragua».
El Gral. José Santos Zelaya López, autóctono managüense de la familia «López Piura», nace el 1° de noviembre de 1853. Gobernó como Presidente de la República de 1893 a 1909. Fallece el 17 de
mayo de 1919.
Y tenían razón, porque acostumbrados a que en Nicaragua solamente se generan guerras civiles
fratricidas, asumieron que Namasigüe era otra guerra civil más, y no un capítulo bélico entre la
coalición de los ejércitos oficiales de las repúblicas de Honduras y El Salvador, en guerra contra
el ejército de Nicaragua.
Y esa es la trascendencia de La Batalla de Namasigüe: fue la batalla fundamental y culminante de la principal guerra internacional que ha sostenido Nicaragua en toda su historia.
Namasigüe, y toda la guerra de 1907, fue la segunda guerra en que Nicaragua defendió su
soberanía.
La primera defensa fue en San Jacinto y La Guerra Nacional contra los filibusteros. La tercera
defensa fue la guerra del Gral. Benjamín Zeledón contra la invasión norteamericana. Y la cuarta --
y última--defensa de la soberanía fue la guerra del Gral. Augusto C. Sandino contra la ocupación
norteamericana.
Todas las demás guerras han sido fratricidios civiles, matanza entre nicaragüenses para sostener
o derrocar a un régimen en beneficio de otro. Caudillos y dictadores compulsando guerras entre
nicaragüenses para satisfacer apetitos de poder y codicioso enriquecimiento ilegal e ilícito.
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En dos ocasiones el gobierno del General José Santos Zelaya López se involucró en guerras
centroamericanas, que fueron fratricidas en el sentido regional.
La primera en 1894 contra Honduras, derrocó al Presidente Domingo Vásquez Toruño,
instalando en la presidencia de Honduras al Dr. Policarpo Bonilla.
La segunda en 1907 contra Honduras y El Salvador unidos contra Nicaragua, que culminó con la
Batalla de Namasigüe, depuso a Manuel Bonilla y entronizó a Miguel E. Dávila. En ambas guerras
el ejército de Nicaragua entró victorioso en Tegucigalpa, la capital hondureña, y en ambos
casos depuso al gobierno e instaló a presidentes afines a la política e intereses de Zelaya.
De cualquier manera que se evalúen estos hechos, se trata de importantes capítulos de la historia
de Nicaragua que no solamente son ignorados, sino que no se estudian en las escuelas, colegios
ni universidades nicaragüenses.
Deliberadamente se han ocultado a varias generaciones del pueblo de Nicaragua por mezquinas razones de política partidaria o servilismo a Estados Unidos, borrando estas realidades de la conciencia nacional desde 1909, cuando el gobierno de J. Santos Zelaya fue derrocado por
Estados Unidos mediante el uso de renegados nicaragüenses armados con fusiles
norteamericanos, propaganda internacional y dólares.
Los regímenes conservadores que ostentaron el poder desde 1911 a 1928, impuestos por EE.
UU. tras la caída de Zelaya, y los regímenes liberales de 1928 a 1979, igualmente impuestos a
Nicaragua por el poder de Estados Unidos, estuvieron marcados por la intervención militar directa de tropas norteamericanas, y/o por una permanente injerencia y control políticos de los gobiernos de EE.UU.; por complacencia o instrucciones específicas de esta potencia, fueron eliminados estos capítulos de la historia de Nicaragua, hasta el punto de que en el presente se ignoran casi totalmente.
Ignorancia que es más lamentable en la juventud, que está supuesta a ser estudiosa e investigadora de la verdad histórica de Nicaragua, y no aceptar propaganda ni consignas, ni
creer en textos políticos como actos de fe, y menos repetir todas las falsedades que inventan los
intereses creados.
El joven estudiante nicaragüense está obligado, para beneficio de su propia inteligencia y su
libertad, a investigar y comprobar todo lo que se pretenda enseñarle.
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Para una gran mayoría de nicaragüenses, conocer estos hechos históricos, acontecidos en su
propia tierra, se convierten en sorprendentes noticias y revelaciones, más de un siglo después.
Esa es la misión que nos hemos impuesto: redescubrir las zonas ocultadas de la historia de
Nicaragua y aclarar las que han sido distorsionadas por los intereses de los políticos criollos.
Y en este caso han coincidido los enemigos ideológicos del Gral. Zelaya con los supuestos
liberales que desde 1928 hasta el 2010 se han interesado más en no ofender al poderío norteamericano que en preservar, cultivar y difundir los hechos y valores de la historia patria.
Como Estados Unidos fue enemigo declarado de Zelaya, todos los regímenes nicaragüenses,
durante un siglo, han despotricado contra su compatriota Zelaya o --al menos--, callaron sus
hechos históricos positivos, y por ello en los textos escolares de cualquier nivel, no aparecen los hechos, aciertos ni siquiera los errores de ese gobierno liberal que gobernó durante los 17 años más trascendentales de la vida nacional, que por derecho pertenecen a la memoria y
patrimonio del pueblo nicaragüense, quedando únicamente como material esotérico para
investigadores de alto nivel, pero escondidos para los jóvenes estudiantes durante todo el siglo
XX y lo que va del siglo XXI.
Expuesto lo anterior, entremos en materia: La Guerra de 1907 Honduras y El Salvador contra Nicaragua
La Batalla de Namasigüe fue el principal choque de armas de la guerra de 1907 y sin duda la
más célebre. Namasigüe no fue la guerra completa, sino la batalla clave donde las fuerzas
armadas nicaragüenses, lograron la victoria principal, derrotando a los ejércitos combinados y
aliados de Honduras y El Salvador.
La percepción internacional fundamentada en las «noticias» divulgadas por las agencias
norteamericanas, y servilmente respaldadas por los gobiernos centroamericanos de la época, que
en su totalidad adversaban a Zelaya, fue que el Presidente de Nicaragua era un «pendenciero
agresor» y así lo presentaba la maquinaria de prensa de Estados Unidos.
Simplemente Zelaya no se sometió ni se alineó con los intereses de Estados Unidos y su
gobierno; y eso lo convirtió en «peligroso enemigo» de la política continental norteamericana.
Sin embargo, los hechos y los documentos evidencian sin lugar a dudas que la iniciativa de esa
guerra fue de Honduras y particularmente del entonces presidente hondureño general Manuel
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Bonilla, y un extraño contubernio con el gobierno de El Salvador, que constituyen indicios que
fueron instrumentalizados por un poder superior, puesto que ni Honduras ni El Salvador tenían motivo para agredir a Nicaragua, mucho menos para coaligarse militarmente para iniciar y
desatar una guerra.
Esta es --en resumen-- la historia de la guerra de 1907 debidamente comprobada: Los CalpulesA finales de Diciembre de 1906, surgió un movimiento armado insurreccional en la República de Honduras. Los rebeldes hondureños intentaban derrocar al gobierno del presidente general
Manuel Bonilla, o al menos eso se quiso hacer creer.
Los insurrectos ocuparon la plaza hondureña de El Carrizal, cercano a la frontera con Nicaragua
por el departamento de Chinandega. Tenía lógica la toma de El Carrizal, porque si fracasaba el
movimiento armado, los rebeldes se internarían en Nicaragua buscando refugio y solicitar asilo
político.
Ante el levantamiento armado en Honduras, el general Zelaya, Presidente de Nicaragua, ordenó
la reconcentración de los exiliados hondureños residentes en los departamentos fronterizos de
Nicaragua con Honduras, para evitar que se involucrasen en el conflicto y lo relacionaran con su
gobierno.
El presidente hondureño, general Bonilla le expresó su satisfacción y agradecimiento al Gral.
Zelaya por la precaución de reconcentrar a los emigrados hondureños en Nicaragua. En años
anteriores, Bonilla había sido refugiado político en Nicaragua, al amparo del gobierno de Zelaya.
El gobierno de Bonilla envió una considerable fuerza militar a atacar a los rebeldes hondureños a
El Carrizal.
Por su parte Zelaya mandó a reforzar la frontera con Honduras para evitar que el conflicto interno
hondureño afectase al territorio nicaragüense, dada la proximidad de El Carrizal con la frontera
nica.
Y especialmente envió refuerzos militares al pueblito nicaragüense de Los Calpules, que era el
más cercano al punto hondureño del conflicto.
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General Manuel Bonilla Chirinos (7 de junio 1849 – 21 de marzo 1913), Presidente de Honduras.
Manuel Bonilla, además de Presidente, era también General en Jefe del ejército hondureño, y le
hizo una petición insólita y absurda al general Zelaya, Presidente de Nicaragua, solicitándole
autorización para que el ejército de Honduras penetrara al territorio nicaragüense para sorprender
a los rebeldes hondureños y atacarles por la retaguardia, evitando que escaparan huyendo hacia
Nicaragua, lo cual involucraba al gobierno de Zelaya en el conflicto doméstico hondureño en
detrimento de la soberanía nacional nicaragüense.
Zelaya rechazó enérgicamente tan absurda petición, invocando la neutralidad y la capacidad de
Nicaragua para desarmar y concentrar a los vencidos que lograran internarse en territorio
nicaragüense, de cualquier bando que fuesen.
Sorpresivamente, el 9 de Enero de 1907, una bien armada fuerza del ejército hondureño, bajo el
mando del general Teófilo Cárcamo, en vez de atacar a sus insurrectos hondureños en El Carrizal, atacó el resguardo militar nicaragüense en Los Calpules, dentro del territorio
nicaragüense.
Posiblemente la decisión de este alevoso ataque no fue ordenado por el general Bonilla, sino por
alguno de sus exacerbados lugartenientes, de motu propio o «aconsejado» por algún poder interesado en provocar a Zelaya. Los soldados nicaragüenses de Los Calpules, creyendo que
se trataba de un error, hicieron señales a las tropas hondureñas intentándoles hacerles entender
que no estaban en Honduras sino en Nicaragua.
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Por toda respuesta, las fuerzas hondureñas, muy superiores en número y armamento al pequeño
resguardo fronterizo nica, atropellaron todo lo que encontraron a su paso en Los Calpules,
incendiaron el poblado, saquearon incluso los caseríos inmediatos y fusilaron a dos soldados nicaragüenses que habían tomado como prisioneros.
Sin ninguna duda se trataba de un acto de provocación premeditado. El Gobierno de Zelaya
reaccionó exigiendo explicaciones y reparaciones al gobierno del general Manuel Bonilla, quien
confesó y aceptó los hechos, pero lejos de explicar y reparar la ofensa a Nicaragua, propuso
acogerse al arbitraje centroamericano al tenor del Pacto de Corinto de 1902, firmado en ese
puerto de Nicaragua.
El Pacto de Arbitraje Centroamericano de Corinto era una creación del general Zelaya que él
mismo había promovido y patrocinado en el área centroamericana para resolver pacíficamente los
conflictos regionales.
A la luz del tiempo transcurrido, todo parece indicar que esas provocaciones eran parte de una
conspiración centroamericana, o al menos de Honduras y El Salvador, y muy posiblemente
inspirada y estimulada por la política norteamericana, que al parecer esperaban que una guerra
contra Nicaragua combinando las fuerzas militares de El Salvador y Honduras, destruiría el
régimen de Zelaya.
En medio de la indignación nacional de Nicaragua, y no obstante la presión popular de reaccionar
con firmeza y fuerza, Zelaya aceptó el arbitraje centroamericano que se organizó en San Salvador
en 1 de Febrero de 1907, con representantes de Nicaragua, Costa Rica y Honduras.
Correspondiendo dictar laudo a Costa Rica y El Salvador. Este tribunal displicentemente pidió,
como paso previo a cualquier negociación, que fuesen desarmados y licenciados los ejércitos de
Honduras y Nicaragua, lo cual no era contemplado en el Pacto de Corinto de 1902, y ponía a
Nicaragua --que no tenía aliados en Centroamérica--, en clara posición de desventaja.
Así lo hizo saber el Gral. Zelaya al tribunal centroamericano. Honduras en cambio aceptó la
exigencia en la letra, pero en la acción subió de tono su agresividad contra Nicaragua con
arrogantes y amenazantes notas de Cancillería, la prensa hondureña lanzaba ofensas contra
Nicaragua, y se multiplicaron las Actas Municipales atacando con insolencia a Nicaragua, actas
que el Gobierno de Honduras acogía, inspiraba y mandaba a publicar.
Simultáneamente el Tribunal Arbitral Centroamericano, tomando como pretexto la negativa de
Nicaragua a desarmarse y liquidar su ejército, se auto declaró disuelto y proclamó la terminación
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del Pacto. Esto abona más a la tesis de la provocación premeditada y a la injerencia tras
bastidores de Estados Unidos.
El Presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt, el Presidente de México Porfirio Díaz, el
de Guatemala Rafael Estrada Cabrera, el de Costa Rica Cleto González Víquez y el de El
Salvador Fernando Figueroa, ofrecieron una mediación amistosa.
El presidente Roosevelt es el mismo que dos años más tarde ordenó, armó y financió el
derrocamiento de Zelaya.
TapacalesIniciándose estaban estas «mediaciones amistosas», cuando bruscamente el ejército de
Honduras --en una rápida acción militar que pretendió ser sorpresiva--, intentó invadir nuevamente a Nicaragua, atacando la guarnición fronteriza de Tapacales, Nueva Segovia,
pero las tropas hondureñas fueron rechazadas por los soldados nicaragüenses que ya estaban
preparados para evitar otra alevosa sorpresa como había ocurrido en Los Calpules.
Encabezando una de las columnas de los invasores hondureños y con rango de general de
Honduras, venía un nicaragüense, enemigo político de Zelaya y aliado de Estados Unidos de
nombre Emiliano Chamorro Vargas, el mismo que años después --hecho Canciller de Nicaragua--
firmó el denigrante Tratado Chamorro-Bryan, a favor de Estado Unidos.
(De la firma de este tratado se derivó que Rubén Darío, de pensamiento liberal y amigo del
Presidente Zelaya, apodó a Emiliano Chamorro con el cognomento de «vendepatria»).
Las fuerzas hondureñas sufrieron un total descalabro en Tapacales a manos de las tropas
nicaragüenses y los sobrevivientes tuvieron que regresar derrotados a Honduras.
Zelaya pasó la ofensiva convencido de que se le estaba imponiendo una guerra desde Honduras.
El Ejército de Nicaragua preparó las acciones, organizó tres cuerpos de combate e inició la
invasión al territorio de Honduras.
Un cuerpo de ejército por el Sur, saliendo por el departamento de Chinandega, penetró con
dirección a Choluteca, comandada por el general Aurelio Estrada Morales.
La columna del centro penetró por Nueva Segovia, bajo el comando del general Emiliano J. Herrera, reportó casi inmediatamente la toma definitiva de San Marcos de Colón, que los
hondureños consideraban inexpugnable, llamándole «El Puerto Arturo hondureño». Ya tomada
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San Marcos de Colón se instaló un Gobierno Provisional de Honduras que inmediatamente
fue reconocido por el gobierno del general Zelaya.
La tercera fuerza salió de la Costa Atlántica por mar y penetró a Honduras por su costa norte,
bajo el comando del general Juan José Estrada Morales. La flota salió de Bluefields y se tomó
las ciudades de Trujillo y Puerto Cortés, puntos donde abastecía de recursos y elementos de
guerra al Ejército hondureño. El general Juan José Estrada Morales, es el mismo que dos años
más tarde fue instrumentalizado por los norteamericanos para traicionar al Presidente Zelaya, a
cambio de un año como presidente de Nicaragua.
Namasigüe.
La Columna del Sur cruzó el fronterizo Río Negro, internándose en el Departamento de Choluteca
y victoria tras victoria llegó hasta Namasigüe, al Sur-Oeste de la ciudad de Choluteca, cerca del
actual paso fronterizo El Guasaule.
En Namasigüe esperaba a los soldados nicaragüenses una fuerza combinada de los ejércitos de
Honduras y El Salvador. Esta era la sorpresa que los arquitectos de la guerra contra Nicaragua tenían preparada.
La agresividad del Presidente Manuel Bonilla y de los hondureños en Los Calpules y en
Tapacales, estaba insuflada3 porque ya se tenía asegurada la participación militar salvadoreña para apoyarles contra Nicaragua.
En Namasigüe se encontraban los dos ejércitos esperando enfrentarse al Ejército de Nicaragua
y derrotarle fácilmente. Reforzando a los hondureños, estaban cuatro mil soldados salvadoreños bajo el mando del general José Dolores Preza, quien al salir de San Salvador, dijo:
--«Me amarré las botas en el Cuartel de El Zapote en San Salvador, y hoy a las cinco de la tarde
me las voy a desamarrar en el Campo Marte de Managua».
3 Inflada, hinchada, soplada.
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De izquierda a derecha: don Pedro José Escalón, presidente de la República de El Salvador en 1906; don Felipe Mejía, el general Tomas Regalado, y el general José Dolores Preza. En segundo plano aparece el rostro
del joven anglo-salvadoreño a quien llamaban mister Chin. La fotografía corresponde a una reunión en la quinta de don Pepe en el lago de Coatepeque, y en que se decidió declarar la guerra a Guatemala.
Pocos días antes estos salvadoreños se habían ofrecido como «mediadores».
La Batalla de Namasigüe duró siete días, del 17 al 23 de Marzo de 1907. Los soldados
nicaragüenses combatieron en desventaja de número, en proporción de un nicaragüense contra
cuatro honduro-salvadoreños.
En Namasigüe pelearon mujeres mercaderas --vivanderas-- y muchachos adolescentes, impúberes, alentando al ejército de Nicaragua con su ejemplo, sus canciones y combatiendo con el fusil Mauser en la mano.
La historia encarnó en esos imberbes soldados nicas en uno de ellos: Ramón Montoya Acevedo, de 14 años, que cayó muerto en Namasigüe, mientras alentaba a sus compañeros a
salir de las trincheras para la ofensiva final contra los ejércitos enemigos, cuando cayó casi
llegando a la cumbre de la loma de El Grito. El General en Jefe del Ejército de Nicaragua era el
general Aurelio Estrada Morales, autóctono ciudadano de Managua.
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El jefe Expedicionario de la Columna Sur del Ejército de Nicaragua, a quien le correspondió dirigir
la Batalla de Namasigüe, fue el general Nicasio Vázquez, originario de Niquinohomo.
El Ejército del Sur, desde el inicio de las operaciones, combatió con determinación, se tomaron y
ocuparon una serie de comarcas y caseríos hondureños, entre ellos Las Lajas, Concepción de
María, San Bernardo, El Banco y El Triunfo. El general Vásquez decidió dividir el Ejército del Sur
en dos columnas antes de penetrar a Namasigüe. Una bajo las órdenes del general Juan Bautista
Sáenz, ocupó el poblado de Namasigüe, y la otra columna bajo las órdenes del mismo general
Vásquez, atacó y ocupó la plaza El Corpus, con el apoyo de su Jefe de Estado Mayor, coronel
Alfonso Valle Candía.
En esos días se desconocía donde atacarían las fuerzas enemigas y el Estado Mayor del general
Nicasio Vásquez tomaba todas las precauciones y hacían todos los cálculos de las intenciones de
alto mando honduro-salvadoreño.
Las fuerzas nicaragüenses que ocuparon Namasigüe estaban conformadas por dos batallones de infantería, una sección de artillería y un cuerpo de Oficiales encabezados por el coronel
Adán Espinoza, comandados por el mayor general del Ejército Juan Bautista Sáenz y su segundo
Jefe, general Rodolfo Portocarrero.
El día Viernes 8 de Marzo de 1907, fue enviado a reforzar el campamento de Namasigüe una
columna de 500 soldados al mando del general Roberto González, conocido después de la
batalla como «El León de Namasigüe». Con la llegada de estos refuerzos, el contingente militar
nicaragüense en esa plaza aumentó a 1,400 soldados.
El Sábado 16 de Marzo de 1907, día anterior al inicio de la batalla, el Ejército del Sur se
preparaba en varios frentes para la acometida contra las fuerzas combinadas de El Salvador y
Honduras, de cuya organización e intenciones había información.
En Somotillo y San Bernardo se preparó la defensa de las plazas bajo las órdenes del general
Nicasio Vásquez con su Estado Mayor. Un batallón bajo el mando del general Concepción Flores,
una célebre compañía denominada «La Mancha Brava», un regimiento de caballería y las tropas
acantonadas en San Bernardo, a la que fue incorporado el Mayor General Juan Bautista Sáenz, a
quién se ordenó trasladarse de Namasigüe a San Bernardo, con todo y su Estado Mayor, una
brigada al mando del general Fonseca, con abastos de alimentos, materiales de guerra y una batería de artillería con su dotación de municiones.
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En Namasigüe estaban preparados en este frente 1,400 hombres bajo el mando del general
Roberto González y el general Rodolfo Portocarrero.
En la plaza Concepción de María quedo acantonada una compañía y en El Triunfo se instaló
otra compañía que además tenía la misión de controlar los caminos donde merodeaban los
bandoleros que en aquellas guerras surgían para asaltar y saquear a los campesinos y
hacendados, por el oportunismo que les brindaba la anarquía («en río revuelto...»).
El general Nicasio Vásquez organizó con su Estado Mayor, cuatro batallones de infantería, un
pelotón de artillería y una brigada de caballería al mando del coronel Demetrio Vergara.
Todas estas posiciones del Ejército de Nicaragua, se establecieron en ubicaciones estratégicas
rodeando la ciudad de Choluteca, donde se estaba produciendo la unificación y coordinación de los Ejércitos de El Salvador y Honduras.
Los salvadoreños comandados por el general José Dolores Preza y los hondureños bajo el
mando del propio general Manuel Bonilla, Presidente de Honduras. Ambos ejércitos, con su
fuerza formidable que superaba en número a los nicaragüenses en proporción de cuatro a uno,
preparaban una fuerte ofensiva contra el Ejército de Nicaragua, que a esa altura de la guerra no había experimentado ni una sola derrota.
Los nicaragüenses no sabían el punto exacto donde los aliados honduro-salvadoreños
arremeterían con su ofensiva.
Domingo 17 de Marzo-1907
El domingo 17 de Marzo de 1907 en horas tempranas de mañana, los observadores adelantados
del Ejército de Nicaragua que vigilaban los movimientos desde los alrededores de Choluteca,
llegaron al campamento de los generales González y Portocarrero a dar el aviso que las
columnas enemigas se dirigían directamente a Namasigüe. Antes del medio día las fuerzas
enemigas estaban frente a frente en el accidentado terreno de esa zona.
Los nicaragüenses estaban preparados para el combate. El general Roberto Gonzáles situó su
columna en el centro y a la vanguardia, en el punto más avanzado de la línea de fuego, junto con
un batallón al mando del teniente coronel Onofre Silva, ocupando el punto llamado Los Portillos
de Namasigüe.
En el ala izquierda se ubicaron para el combate los tres batallones al mando respectivo de los
Coroneles Isidro Ramírez, Adán Espinosa y José de Jesús Uriza.
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El ala derecha fue ocupada por el batallón del teniente coronel Ubaldo Chávez. En la fuerza del
centro del enemigo, venían los batallones salvadoreños bajo el mando del general José Dolores
Preza y su segundo, el general Alejandro Gómez. Su flanco derecho venía al mando del general
Avelar, el general Licona y el coronel Pilar Martínez.
Por la derecha avanzaban los batallones comandados por los generales liberales nicaragüenses
(incorporados al Ejército de El Salvador) Paulino Godoy y Benito Chavarría, los dos habían sido
jefes del levantamiento en León el 11 de Julio-1893, ahora convertidos en enemigos del
general Zelaya, a quien trataban de derrocar.
Mientras tanto se enviaron muchachos mensajeros a los otros comandos, llevando la noticia que
el enemigo había decidido atacar en Namasigüe, presumiblemente por ser la ruta a San Marcos
de Colón, donde se había establecido el Gobierno Provisional Revolucionario de Honduras reconocido y protegido por los nicaragüenses.
Hondureños y salvadoreños presentaron combate con cinco mil soldados, mientras los
nicaragüenses defendían Namasigüe con 1,400 combatientes, antes de la llegada de los
refuerzos. Se dispuso la firme determinación de sostener las posiciones y combatir conteniendo al
enemigo hasta que llegaran más tropas de refuerzo.
El mismo domingo 17 de Marzo-1907, el enemigo --que tenía información del escaso número de
nicaragüenses en Namasigüe se apresuró a tomar posiciones, emplazar sus baterías de cañones,
y comenzaron a bombardear las posiciones nicaragüenses sin causar daños considerables.
Los nicaragüenses igualmente respondieron con fuego de artillería. Era el primer saludo entre los
contendientes.
Lunes 18 de Marzo-1907
Informado en Somotillo el general Aurelio Estrada Morales del ataque a Namasigüe, se trasladó
a marcha forzada con todo su tren de guerra, logrando llegar a San Bernardo en la madrugada
del 18 de Marzo. A las seis de la mañana del Lunes 18, el enemigo inició el fuego de artillería con
mucha más fuerza y lanzó sus tropas de infantería contra las posiciones nicaragüenses, con el
objetivo de romper las defensas.
La información de este nutrido fuego y ataque la recibió, el Gral. Aurelio Estrada, cuando ya
estaba en marcha acelerada hacia Namasigüe, llegando al campo de batalla a las 12 de medio
día, en momentos en que el enemigo hacia un tremendo empuje.
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El general Estrada llegó con su tren de guerra en un momento oportuno. Su llegada con tropas y
pertrechos levantó el coraje y la moral de los soldados y oficiales nicaragüenses. Una vez
impuesto de la situación, evaluó la superioridad numérica del enemigo y pidió más refuerzos al
campamento de San Bernardo. El fragor del combate se mantuvo fuerte durante todo el día,
aumentando su intensidad en horas de la tarde hasta las siete y media de la noche.
Las bajas eran considerables en ambos bandos. Durante la tarde llegaron mas refuerzos desde
San Bernardo al mando del general Fonseca y del teniente coronel Alejandro Caracas.
El enemigo logró desalojar a los nicaragüenses de una loma que estaba defendida por un
contingente de 15 hombres al mando del Tnte. Cnel. Cornelio Aráuz, que agotaron las
municiones.
Cuando los desalojados fueron apertrechados de elementos, resueltamente lucharon por
recuperar la pequeña loma. Tuvieron éxito, pero el coronel Aráuz recibió una herida de bala en la
pierna.
Ese día 18 de Marzo fue el más intenso y duro para los nicaragüenses porque el enemigo hizo
una ofensiva fuerte tratando de penetrar las líneas nicas antes que llegaran más refuerzos. Pero
los nicaragüenses lograron conservar todas las posiciones.
Informado el general Zelaya de las acciones, ordenó al Gral. Nicasio Vásquez que se dirigiera con todo su tren de guerra a reforzar Namasigüe, acompañado del general Terencio Sierra
(hondureño aliado de los nicaragüenses) y del general Francisco Altschul (instructor alemán de
la Escuela Militar Politécnica de Nicaragua).
Vásquez se incorporó a la lucha con fuerzas significativas: Dos batallones al mando de los
coroneles Rafael César Medina y Saturnino Cuadra.
Tres compañías del batallón comandado por el teniente coronel Julián Corea.
Una brigada de caballería bajo el mando del coronel Demetrio Vergara y un pelotón de artillería
con cañones Paret, una pieza Hotchkisa y ametralladoras Catlín y Maxim.
Resguardando el campamento de El Corpus quedó un contingente al mando del Ing. y Cnel.
Alfonso Valle Candía, Jefe del Estado Mayor del Gral. Vásquez, formado por el batallón del
coronel Ascención Flores R., una compañía al mando del teniente coronel Julián Corea y una
pieza de artillería.
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Martes 19 de Marzo-1907
El Martes 19 de Marzo a las 10 de la mañana, el tren de guerra del general Nicasio Vásquez llegó
a Namasigüe y se incorporó a la batalla, en medio del júbilo de los soldados y oficiales que
estaban combatiendo desde el domingo 17. El fuego estaba intenso desde la madrugada y
continuaba nutrido. Las tropas recién llegadas, no obstante que venían cansadas por la marcha
forzada y por el desvelo, inmediatamente fueron distribuidas para reforzar las posiciones de los
combatientes que estaban aún más cansados y desvelados. Se distribuyeron municiones y se
emplazaron las piezas de artillería.
De San Bernardo llegaron más refuerzos: Dos compañías de la brigada del coronel Ascención
Flores al mando del teniente coronel Juan Doña y dos piezas de artillería al mando del coronel
Barriga y del mayor Pascasio Bermúdez.
Las tropas honduro-salvadoreñas habían sido contenidas por la tenaz resistencia de los
nicaragüenses, pero quedaba en clara evidencia que el éxito se debía al heroísmo de las tropas
de vanguardia, la columna central comandada por el general Roberto González, que en ese
momento fue declarado por todos los soldados como «El León de Namasigüe».
Junto al Gral. González estaba otro héroe: el teniente coronel Onofre Silva (alias «Chorizo») y sus
soldados. Esta columna de vanguardia estaba ubicada en Los Portillos de Namasigüe sobre el
camino real que venía de Choluteca.
Otro importantísimo elemento que se hizo evidente, no solamente en la guerra de 1907 sino en
todas las intervenciones internacionales del Ejército de Nicaragua, fue alta calidad técnico-militar de los Oficiales nicaragüenses graduados en la excelencia educativa e instructiva de la
Escuela Militar Politécnica de Nicaragua, creada por el general José Santos Zelaya, con
instructores alemanes y disciplina teutónica, que hablaban español, pues llegaron contratados desde Chile.
Los combates continuaron y se hizo sentir que el enemigo estaba atacando con más fuerza por el
flanco izquierdo y en la noche del 19 de Marzo, se acordó en una reunión de los jefes militares,
que el general Vásquez efectuase la operación de atacar al enemigo por el ala izquierda.
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Miércoles 20 de Marzo-1907
El Miércoles 20 de Marzo el Gral. Nicasio Vásquez ejecutó la operación envolvente saliendo por
el ala izquierda, correspondiente a la derecha del enemigo, a fin de acosarles. Se sabía que en el
ala derecha del enemigo había sufrido serios daños. Vásquez salió en su misión al frente de 400
soldados y al trote la caballería del Cnel. Vergara y se dirigieron a la hacienda San Pedro,
propiedad del nicaragüense don Pedro E. Díaz, que estaba ocupada por el enemigo.
La caballería tuvo el primer encuentro con el enemigo, y como resultado fueron capturados 16
montados nicaragüenses. La infantería salió en apoyo y logró desalojar al enemigo de la hacienda
San Pedro, rescató a los 16 prisioneros, coronando la victoria de ese encuentro con la huida de
los hondureños que dejaron abandonados en la hacienda numerosos materiales de guerra que
tomaron las tropas nicaragüenses.
En este encuentro participaron --además de los militares--, los voluntarios civiles Roberto Bone,
Octavio Eva y el Tnte. Cnel. Francisco B. Cabezas.
El Gral. Nicasio Vásquez dejó en San Pedro un batallón al mando del Cnel. Saturnino Cabezas y
como su segundo, al Tnte. Cnel. Cipriano Joya con una pieza de artillería; y regresó a
Namasigüe.
El resto del día 20 de Marzo, continuó el intercambio de fuego de artillería y fusilería.
Naturalmente el Gral. Vásquez en el Parte de Guerra de La Batalla de Namasigüe enfatiza que su
acción el la hacienda San Pedro, fue determinante para liberar la presión del enemigo en el ala
izquierda del Ejército de Nicaragua.
Jueves21 de Marzo-1907
El Jueves 21 de Marzo, las fuerzas honduro-salvadoreñas agresivamente ejecutaron un
movimiento de flanqueo a la columna del centro defendido por el Gral. Roberto González, que era
la que más estragos les causaba.
Ocuparon una loma llamada El Grito, que por sus abundantes matorrales les beneficiaba para su
ocultamiento. Y también otra loma más alta, donde instalaron un cañón de 75 mm abriendo
certero fuego, que inmediatamente fue respondido con artillería nica en contrataque.
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Se estableció un intenso duelo de artillería, mientras sus rifleros hostigaban a las tropas nicas de
vanguardia situadas en Los Portillos.
Se ordenó repeler el fuego con el emplazamiento de una ametralladora Maxim, que era una
novedad bélica en Centroamérica, haciendo retroceder al enemigo en cada descarga y
causándoles numerosas bajas. Por la noche hubo una reunión del Estado Mayor para analizar y
planificar.
Viernes 22 de Marzo-1907
Por la noche del Jueves 21, se planificó en el Estado Mayor, ejecutar al día siguiente 22 de Marzo
una maniobra para que, saliendo por la retaguardia nicaragüense, hacer un movimiento
envolvente para caer sobre las dos alturas ocupadas por el enemigo.
La operación se encargó al Gral. Terencio Sierra que cumplió cabalmente con la misión,
comandando un batallón armado con una ametralladora Maxim operada por una escuadra bajo el
mando del Cnel. Emilio Castillo Chamorro, logrando sorprender al anemigo después de rodearles
durante la noche del 22 de Marzo, en el más absoluto silencio.
Sábado23 de Marzo-1907
Las fuerzas aliadas del enemigo fueron sorprendidas por las tropas nicaragüenses la mañana del
sábado 23 de Marzo, cuando recibieron un intenso fuego de fusiles y de la pieza automática
Maxim.
El Gral. Nicasio Vásquez sabía que esa maniobra era sumamente audaz, y para realizarla
escogió al Gral. Terencio Sierra, y con un batallón al mando del Cnel. Emilio Castillo Chamorro y
los artilleros con la ametralladora Maxim, salieron la tarde del viernes 22 de Marzo.
El batallón se desplazó por veredas durante la noche, abriéndose camino en la oscuridad y con
mucho sigilo. En la mañana del 23 de Marzo tomaron posiciones instalaron la ametralladora
Maxim y abrieron fuego contra el enemigo que estaba como a trecientos metros, sorprendiendo al
adversario e impresionándoles con la precisión de tiro y el poder de fuego de la fusilería y la
ametralladora. Temprano en la mañana lograron concluir la operación con éxito.
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En esta expedición participaron tres personajes que merecieron elogios en los partes oficiales.
Ellos eran los doctores Zenón R. Rivera, Benjamín Francisco Zeledón Rodríguez y Roberto Bone quienes se comportaron con inteligencia y valor en sus respectivos puestos de combate, sin
ser soldados profesionales.
Benjamín Zeledón, que era un joven abogado de 28 años en esta batalla, ganó por su valor e
inteligencia en combate, el rango de Coronel del Ejército de Nicaragua. Al finalizar el
enfrentamiento confirmaron los expedicionarios nicas que las fuerzas enemigas en esa posición
estaban comandadas por los generales nicaragüenses Paulino Godoy, Benito Chavarría y
Hernández, quienes no lograron reponerse del sorpresivo ataque, abandonaron la posición y se
retiraron dispersos encauzándose por el fondo de una cañada, tomando rumbo hacia la ciudad de
Choluteca, cuando apenas eran las 8:30 de la mañana del sábado 23 de Marzo.
A la misma hora el general Nicasio Vásquez destacó al teniente coronel Alejandro Caracas,
ordenándole desalojar al enemigo de la loma El Grito, lo que consiguió después de cruda
refriega.
El General Roberto González que observaba desde sus posiciones todos aquellos movimientos,
envió un informe señalando: --«observo en el enemigo síntomas de fuga, pues están enganchando las piezas de artillería».
Con este reporte el general Nicasio Vásquez ordenó de inmediato generalizar el ataque y arrollar al enemigo, con el fin de capturar todo su tren de guerra antes de que se reorganizara.
El general González, acompañado por el Coronel Rafael César Medina, salió por el centro
persiguiendo al enemigo cerca de una legua.
El enemigo huyó despavorido dirigiéndose a la ciudad de Choluteca buscando protección, cuando
llegaron quedó manifiesta una intensa desmoralización, que los soldados derrotados expresaban
con deserciones, insubordinación y cometiendo grandes desórdenes y abusos.
El Ejército de Nicaragua dedicó la noche del 23 de Marzo a reorganizarse, evaluar las bajas de
ambos bandos y dar reposo a las tropas después de siete días de fatiga por la tensión del combate, el esfuerzo de la lucha y los desvelos.
En la mañana del 24 de Marzo, cuando se preparaba la marcha sobre Choluteca, aparecieron dos
parlamentarios portando banderas blancas. A cierta distancia se creyó que eran mensajeros del
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enemigo, pero resulto que eran don Rafaél Bonilla y don Isaac Reyes, dos enviados de don José
Dolores Portocarrero, nicaragüense residente de Choluteca, que enviaba una nota dirigida al
general Vásquez, informándole que las tropas hondureñas y salvadoreñas, después de ser derrotadas en Namasigüe, huían hacia la frontera salvadoreña; que el general Manuel Bonilla
y los jefes principales de su disuelto ejército, también habían huido; y que la plaza de Choluteca estaba completamente desmantelada y desocupada.
El general Vásquez ordenó preparar una vanguardia al mando del general Portocarrero para que
avanzara de forma inmediata sobre Choluteca, mientras se reorganizaban las tropas
nicaragüenses.
Por su parte el general Aurelio Estrada, Comandante en Jefe del Ejército de Nicaragua, ordenó el
avance sobre Choluteca de las fuerzas que estaban en Los Prados, lo mismo que las recién
llegadas tropas al mando del General Dionisio Estrada, que el día anterior había ocupado el Valle
de San José.
Pocas horas después salió el general Vásquez, acompañado del general Roberto González y
parte del ejército nicaragüense hacia Choluteca.
El ingreso de las tropas victoriosas a Choluteca se realizó el domingo 24 de marzo de 1907 a
las 2:00 de la tarde.
En el campo de batalla de Namasigüe, quedó un contingente nicaragüense al mando de los
generales Terencio Sierra y Francisco Altschul, encargados de explorar el campo y enviar a
Choluteca el tren de guerra y artillería.
Ocupada la ciudad de Choluteca, se organizaron los batallones para la persecución de las fuerzas honduro-salvadoreñas, a fin de no darles tiempo ni oportunidad de reorganizarse. Esta
fuerza nicaragüense se tomó los pueblos de Nacaome y San Lorenzo, de donde el enemigo salió
huyendo en dirección de la frontera salvadoreña.
En el camino el enemigo iba dejando abandonadas las piezas de artillería que les estorbaban
para la huida. El Gral. Vásquez dijo:
--«Se capturaron elementos de guerra, como una excelente pieza de artillería de siete y medio de
fabricación inglesa, muy moderna, de considerable fuerza destructora y de mucho alcance y con
bastante parque (munición). En el campamento de Apazarú, que había utilizado el enemigo
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durante la acción, se encontraron otros dos cañones, aunque faltándoles piezas importantes. Se
recogieron también numerosos rifles y parque (municiones) de varias clases».
Con la victoria del Ejército de Nicaragua en Namasigüe, prácticamente terminaba la guerra de
1907, que se inició por las provocaciones del Presidente de Honduras, general Manuel Bonilla,
empujado y comprometido por fuerzas externas que le garantizaron una total victoria con la
participación del Ejército de El Salvador, pero ni los dos ejércitos unidos lograron derrocar al Presidente general José Santos Zelaya, que era el verdadero objetivo de la potencia que
provocó la guerra con ese fin.
Pero Namasigüe no fue la última batalla.
Las tropas del Ejército de Nicaragua dieron persecución a las tropas adversarias que huían. Los
salvadoreños, con su jefe el Gral. José Dolores Preza, el hombre que se iba a quitar sus botas en
el Campo de Marte de Managua, cruzaron la frontera honduro-salvadoreña y penetraron en su
territorio en busca de refugio.
Las columnas nicaragüenses persiguieron a las tropas hondureñas que se dirigían a Tegucigalpa
en forma desordenada y en busca de protección. Poco antes de llegar a Tegucigalpa les dieron
alcance y les forzaron a combatir en un lugar llamado Maraíta.
La Batalla de Maraíta
El ejército hondureño se reorganizó lo mejor que pudo en Maraíta, cerca de Tegucigalpa, al
mando del Gral. Sótero Barahona, Ministro de Guerra de Honduras. El combate en Maríta fue
intenso y duró tres días. El Gral. Emiliano J. Herrera, que comandaba la persecución, y sus
soldados nicaragüenses sabían que este era el último reducto hondureño antes de Tegucigalpa.
Sótero Barahona fue derrotado por las tropas nicas bajo el mando del estratega nicaragüense
Gral. Emiliano J. Herrera. La Batalla de Maraíta fue la culminación y consumación de la guerra de
1907.
Capitulación de Tegucigalpa y rendición del Gral. Bonilla
El Presidente Manuel Bonilla salió huyendo a refugiarse en la isla de Amapala en el Golfo de
Fonseca.
Después de Mareíta, Tegucigalpa capituló y las tropas nicaragüenses entraron, a la ciudad, tomando posesión de la capital de Honduras. Los nicaragüenses no habían sufrido ni una sola
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derrota en ningún combate. En cada campo de batalla el Ejército de Nicaragua escribió una
victoria.
Por el Atlántico las fuerzas nicaragüenses ya habían penetrado en territorio hondureño y
profundizaron la marcha, hasta capturar la plaza de Comayagua, antigua capital de Honduras.
En todo el territorio de Honduras, solamente quedaba el reducto de la pequeña isla de Amapala
en el Golfo de Fonseca, donde estaba refugiado el Presidente hondureño Gral. Manuel Bonilla.
Una flota de tres vapores medianos bajo el comando del Gral. Julián Irías, inició la ofensiva final
sobre Amapala.
Tropas comandadas por el General hondureño Terencio Sierra (aliado de Nicaragua, como
Emiliano Chamorro, Benito Chavarría y Godoy eran aliados de los hondureños), desembarcaron
con artillería en las islas vecinas, y tanto desde las islas como desde los vapores, se inició el
bombardeo sobre Amapala, interrumpido varias veces a causa de las mediaciones diplomáticas y consulares espacialmente de Estados Unidos que pedían al Gral. José Santos
Zelaya, se respetara la vida del Presidente de Honduras.
El Gral. Bonilla se rindió y se le permitió marcharse pacíficamente al extranjero, previa entrega de
todo el armamento que le quedaba en su último refugio de Amapala. El Gobierno del Gral. José
Santos Zelaya impuso en Honduras como presidente provisional al Gral. Terencio Sierra, que a
su vez depositó la presidencia en la persona de don Miguel E. Dávila, que gobernó de 1907 a
1911.
El Gral. Terencio Sierra era un hondureño casado con la dama nicaragüense doña Carmen de
Sierra, de Granada. El Gral. Terencio Sierra había sido Presidente de Honduras de 1900 a 1903.
Sin embargo el Gral. Sierra prefirió vivir sus últimos días en Nicaragua y sus restos descansan en
el cementerio de Granada.
Dos años después de la Guerra de 1907 (y de Namasigüe), en una conspiración y rebelión
creada, armada y financiada por Estados Unidos, que culminó con la comunicación oficial del
gobierno norteamericano, la indignante Nota Knox, derrocó al Presidente Zelaya, acusándole de
«guerrerista e imperialista», títulos exclusivamente reservados para las potencias, y de
«perturbador de la paz en Centro América».
Cinco años después, en 1912, tropas de la infantería de Marina de Estados Unidos, ocuparon
militarmente Nicaragua, y se quedaron hasta el primero de Enero de 1933. El único recuerdo que
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queda de aquellas batallas libradas y ganadas por las tropas nicaragüenses en suelo extranjero,
es el olvidado monumento que reza: «Homenaje al Soldado Nicaragüense», que la gente
solamente sabe que se llama «La estatua de Montoyita», sin saber de qué se trata.
En el año 2007, un siglo después de Namasigüe, ese monumento está en total abandono, sucio,
manchado con papeletas y consignas pintadas por grupos políticos que jamás han defendido la
soberanía de Nicaragua.
Sobre la cabeza de Ramón Montoya Acevedo, pasan los cables eléctricos, a la vista paciencia e
ignorancia de gobiernos liberales, conservadores, sandinistas y del pueblo nicaragüense ignorante de sus glorias.
En el parte oficial de la Batalla de Namasigüe, el Gral. Nicasio Vásquez informa:
--«Merece especial mención por sus actos distinguidos de valor, el General don Roberto
González, que se mantuvo durante los siete días del combate en la línea de fuego, sin
abandonarla ni un momento, animando con el ejemplo a sus soldados e identificándose con ellos
en la privación, el sufrimiento y el coraje».
De la misma forma se destaca al jovencito Ramón Montoya, de 14 años, que murió en la batalla
saliendo de las trincheras al frente de su patrulla, «mientras señalabas las posiciones del enemigo
y avanzaba sobre ellos».
La lista oficial de héroes es extensa y la damos a conocer porque en la actualidad viven miles
de descendientes que seguramente reconocerán a sus antepasados y confirmarán las historias y
leyendas familiares transmitidas de generación en generación; e incluso muchos aún conservan
documentos y fotografías de los oficiales, soldados y civiles, calificados como héroes de la guerra de 1907:
Coroneles:
1. Isidro Ramírez
2. Adán Espinoza
3. José de Jesús Uriza
4. Rafaél César Medina
5. Emilio Castillo Chamorro
6. Demetrio Vergara
7. Alfonso Valle Candía
Tenientes Coroneles:
1. Onofre Silva
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2. Alejandro Caracas
3. Cornelio Aráuz
4. César Baldizón
Sargentos Mayores:
5. Marcelo Castañeda
6. Leónidas Alvarado
7. Carlos Castillo
Capitanes:
1. Lisandro Mairena
2. Leandro Juárez
3. Evaristo Urcuyo
Tenientes:
1. Tomás Lagos
2. Antonio Ramírez
3. Juan Herrera Moya
4. Lisandro Lacayo
5. Filiberto Morales
6. Juan J. Jerez
7. José María Sobalvarro
Sub Tenientes:
1. José Dávila R.
2. Victoriano López
3. Manuel Alejos
4. Guillermo Esquivel
5. Antonio Huelvas
6. Ángel Rodríguez (abanderado)
Cadetes:
1. Salvador Sobalvarro
2. José Dolores Alonso
ARTILLEROSSargento Mayor
1. Sebastián Solórzano
Capitanes:
1. Desiderio López
2. Manuel Solís
3. Alonso J. Martínez
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Tenientes:
1. Ramon Ruíz
2. Francisco Sánchez
3. Manuel Arróliga
4. Abelardo Tijerino
5. Juan Pablo Pacheco
Coronel Retirado:
1. Gabriel Uriarte
Médicos de Campaña:
1. Dr. Pedro González
2. Dr. Rodolfo Espinoza R.
3. Dr. Juan F. Gutiérrez
4. Dr. Heliodoro Robleto
5. Dr. Jorge Gutiérrez
Civiles:
6. Don Enrique Cerda
7. Don Fernando Saballos
8. Dr. Juan Carlos Serran
Participantes por categoría [Elaboración de la redacción]:
FUERZAS DE INFANTERÍA
A. Coroneles 07
B. Teniente Coroneles 08
C. Capitanes 03
D. Subtenientes 06
E. Cadetes 02
FUERZAS DE ARTILLERÍA
A. Coronel retirado 01
B. Capitán 03
C. Teniente 05
D. Sargento Mayor 01
MEDICOS DE CAMPAÑA
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A. Médicos 05
CIVILES
A. Ciudadanos civiles 03
De acuerdo con el informe oficial del Gral. Nicasio Vásquez, el número de bajas nicaragüenses
fue establecida en ochenta (80) muertos y doscientos veinte (220) heridos y contusos.
El mismo Parte de Guerra evaluó que las cifras de las bajas del enemigo ascendieron a mil
(1,000) entre muertos y heridos.
Un mes después de la guerra, el Ministro (Embajador) norteamericano en Honduras Philip Brown,
solicitaba al Gral. Zelaya en nombre del Gobierno de El Salvador, que se organizara una
conferencia entre los dos países para firmar la paz.
En El Salvador se temía que Zelaya --con el dominio sobre Honduras y Nicaragua-- invadiera a El
Salvador en castigo por su inesperada e injustificada participación en la guerra de agresión contra
Nicaragua.
Pero Zelaya conocía el interés de Estados Unidos por evitar un acción contra El Salvador y
concedió lo que se llamó Conferencias de Amapala, que se realizó en la misma isla del Golfo de
Fonseca que había servido de último refugio al presidente Bonilla.
A las Conferencias de Amapala concurrieron los Ministros de Relaciones Exteriores de Nicaragua
y El Salvador, finalizando con la firma de un Tratado de Paz, Amistad y Comercio, con lo que
quedaron restablecidas las buenas relaciones entre ambos países, olvidando rencores.
El 10 de Mayo de 1907 en su informe al Congreso Nacional, el Presidente de Nicaragua el
general José Santos Zelaya López definió así el Tratado con El Salvador:
--«[...] Reestablecimos relaciones sin reminiscencias que pudieron lastimar y en condiciones tan
generosas como las que correspondían a pueblos hermanos y amigos, que han vivido siempre en
la mejor armonía».
Con Honduras no era necesario ningún Tratado porque el Gobierno impuesto por Zelaya, estaba
totalmente de acuerdo con el gobernante nicaragüense.
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En 1922 murió el General en Jefe del Ejército de Nicaragua, general Aurelio Estrada Morales en
su finca de Motastepe, junto al cerro arenoso del mismo nombre, a siete kilómetros del centro de
Managua.
El gobierno conservador le tributó honores de jefe de estado rendidos por un pelotón militar de
protocolo.
Sus restos yacen olvidados en el cementerio del caserío de Motastepe, como ocurre con muchas
grandes y gloriosas figuras de la desconocida historia de Nicaragua.
Nuestras investigaciones sobre La Guerra de 1907 y La Batalla de Namasigüe continúan, lo
mismo que investigaciones sobre otras batallas históricas de Nicaragua.
Ampliaremos este informe en la medida que concluyamos capítulos o segmentos de estos temas.
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La batalla de Namasigüe4
El domingo 17 de marzo se inició la batalla de Namasigüe. Se calcula que por el ejército de El
Salvador participaron 3,000 hombres al mando de los generales José Dolores Preza y Alejandro
Gómez Avilar, el coronel Pilar Martínez. También los exiliados nicaragüenses, generales Paulino
Godoy, Benito Chavarría y Rafael Hernández, quienes fueron participantes de la revolución liberal
de 1893. Las tropas hondureñas tuvieron como jefe al Presidente de la República, general Manuel Bonilla, y al general Salomón Ordóñez; el Ministro de Guerra, general Soto Barbosa y
el general Tomás Arita. Participaron más de cinco mil hombres por ambos ejércitos y unos
1,500 por Nicaragua.
El general Aurelio Estrada Morales fue designado General en Jefe de las tropas nicaragüenses
en Namasigüe, donde llegó la madrugada del lunes 18 de marzo. Hubo fuego de artillería que
causó numerosas bajas.
El Ejército de Nicaragua contaba con el siguiente armamento: cañones Krupp, cañones de montaña de 42 mm sistema Hotchkiss; piezas de artillería de repetición de 37 mm, obús de 7.5 mm, cañones Skoda, rifles Remington, rifles Maxim, rifles Mauser, ametralladoras
4 Versión Wikipedia. Enciclopedia libre.Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Namasig%C3%BCe
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Maxim. Las primeras armas modernas fueron compradas por medio del ciudadano francés,
Francisco Labreau.
Cañón Krupp, alemán de 75 mm.
Otros jefes nicaragüenses participantes en la batalla fueron los coroneles Rafael César Medina,
Saturnino Cuadra y Demetrio Vargas, el teniente coronel Julián Corea, todos al mando del
general Nicasio Vásquez. El general Roberto González y el teniente coronel Onofre Silva
dirigían el ataque de artillería, en especial ametralladoras Maxim.
El 22 de marzo hubo ataques decisivos de los nicaragüenses destacándose el general hondureño
Terencio Sierra y el coronel Emilio Castillo, los doctores ascendidos a rangos militares, Benjamín
Zeledón, Zenón A. Rivera, Roberto C. Bone y el niño soldado Ramón Montoya quien cayó en
acción.
El 23 de marzo la batalla de Namasigüe había terminado. Se calcula en 220 heridos y 80 muertos
por Nicaragua; más de 1,000 bajas, entre heridos y muertos por Honduras y El Salvador.
Consecuencias
El 24 de marzo las tropas nicaragüenses tomaron Choluteca, el 27 entraron a la capital Tegucigalpa. El Presidente de Honduras, general Manuel Bonilla se rindió en la Isla de
Amapala. Como Presidente Interino tomó posesión el general hondureño Terencio Sierra, quien
más tarde regresó a Nicaragua, residiendo en la ciudad de Granada, donde falleció.
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La Academia Militar Politécnica de Nicaragua, fundada por el Gral. José Santos Zelaya, fue la primera escuela militar profesional para la formación de oficiales. Un militar alemán, el Cnel. Karl Uebersesig fue su Director y estableció la disciplina prusiana y los uniformes de la época del Canciller Otto von Bismarck. Al caer Zelaya en 1909 la Academia fue cerrada y los edificios abandonados. Posteriormente se usaron para un asilo de ancianos y en 1931 los US Marines los volvieron a utilizar para la efímera Academia Militar que formó oficiales para la Guardia Nacional de Nicaragua y se volvió a cerrar en 1932 al retirarse las tropas norteamericanas. Entonces se instaló en los edificios el Hospital Militar de la Guardia Nacional. Finalmente en 1950 en esos terrenos que se llamaron La Momotombo, se construyó el Granero Nacional del INCEI, rebautizado ENABÁS en 1979. El oficial de gran tamaño que se ve en la foto es el Ing. Camilo Castellón, Ministro de la Guerra y el oficial que le sigue a la derecha, es el Cnel. Uebersesig.
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Oficiales de la Academia Militar Politécnica de Nicaragua en traje deGala. Fundada por el Gral. Zelaya, la Politécnica fue clausurada en 1909.
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Esta Foto Histórica de La Estrella de Nicaragua, tomada en la comarca fronteriza de Los Portillos, cerca de Namasigüe, aparecen las tropas victoriosas con sus jefes, identificados con el #1 el Cnel.
José Andrés Anduray. #2 el Gral. Roberto González, jefe expedicionario y hombre clave para la victoria, llamado desde entonces «El león de Namasigüe». #3 el Cnel. César Baldizón y con el #4 el
Sgto. Esteban Alvarado que demostró valor y heroísmo en la batalla.
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General Alfonso Valle Candía Héroe de la Guerra de 1907 Ingeniero de profesión, fue el militar que planificó varias batallas que condujeron a la victoria en Namasigüe, como la de
Las Grietas y El Corpus. Fue además un aguerrido combatiente.
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El General e Ing. Alfonso Valle Candía, planificó varias batallas y combates en la Guerra de 1907 que le valieron el ascenso a General de Brigada, era nieto de otro connotado militar,
el Gral. José María «El Chelón» Valle y padre de cuatro altos oficiales de la Guardia Nacional de Nicaragua.
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El Dr. y General G.N. Nicolás Valle Salinas muestra la guerrera de su padre, el también General Alfonso Valle Candía, que utilizó en la Guerra de 1907, y es la misma guerrera que viste en la foto contigua. Padre, hijo y hermanos fueron originarios de la ciudad de León.
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El General Nicasio Vásquez, Jefe Expedicionario del Ejército de Nicaragua, posa en
Choluteca con sus oficiales y armas capturadas a los Ejércitos de Honduras y El Salvador.
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A la izquierda el Dr. Rodolfo Espinosa Ramírez, que participó en la Batalla de Namasigüe y en la Guerra de 1907 en su calidad de médico de campaña, años después fue
Vicepresidente de Nicaragua. A la derecha el Héroe Nacional, Dr. y General Benjamín Zeledón Rodríguez, que combatió en Namasigüe en tal forma que fue ascendido a Coronel. Esta foto fue tomada poco después de la Batalla, al finalizar la guerra de 1907. Derrocado
Zelaya por el poderío norteamericano, el Gral. Zeledón levantó el pabellón nacional de Nicaragua para rescatar la dignidad y combatir la ocupación militar extranjera. Murió en Octubre de 1912 tras la batalla de El Coyotepe en circunstancias históricas que aún se
discuten.
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General Terencio Sierra