Badiou, Alain - Política, partido, representación y sufragio [1996]

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    acontecimiento N 12 1996

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    Polt ica, part ido,representac in y sufr ag io

    Alain Badiou1

    Nuevos coment a r ios

    Quiero decir que mi pensamiento sobre la poltica no es el resultado de una especulacinlgica o una simple consecuencia de la filosofa, sino el resultado de unos veinte o veinticinco

    aos de actividad militante. Por consiguiente, encuentro inadecuado que se pueda invocar

    contra mis posiciones la lgica de la vida. El problema que discutimos no habla respecto a la

    lgica de la vida, sino, s, a la existencia de una lgica de la poltica.

    La poltica est asentada sobre un cierto nmero de principios. As, podemos hablar de

    axiomas de una poltica de emancipacin. La poltica, como toda forma de pensamiento, debe

    estar sometida a una forma de coherencia, de consistencia, todo eso puede ser llamado lgica

    de la poltica. Estoy convencido de que es necesario renovar, transformar la lgica de la

    poltica con relacin a lo que fue el modelo anterior aqu denominado una simple lgica

    dialctica, esto es, una lgica de la contradiccin, contradiccin de clase, contradiccin entrelas masas y el Estado, contradiccin en el seno del pueblo como deca Mao Tse-tung. Ser

    que ese sistema hoy constituye o no una lgica suficiente para una poltica de emancipacin?

    Tal es la verdadera cuestin, que es una cuestin para el militante.

    I . Abstencion ism o

    Quiero decir que no soy abstencionista. Qu viene a ser un abstencionista? Alguien que,

    estando de acuerdo con los valores parlamentarios, alguien que no admitiendo otra poltica

    sino esa, por tal o cual razn no siendo los candidatos de su agrado, o, aun, alguien que, no

    teniendo conviccin o siendo apoltico, se abstiene de participar del proceso electoral. En

    sentido estricto, el abstencionismo nunca fue una poltica; se trata, es cierto, de una ausencia

    de poltica, una falta de poltica, y tendr que ser comprendido en el interior del sistema

    representativo parlamentario.

    No soy abstencionista de ninguna forma. Mi posicin es que la poltica no encuentra

    necesariamente en su camino la cuestin del voto. Los lugares donde la poltica est

    necesariamente en juego no son los lugares donde la eleccin se procesa necesariamente. Se

    trata de otra cuestin, la cual no se reduce a saber si nos abstenemos o no de participar en

    elecciones. En rigor, importa poco si el pueblo vota o no; empero , no haremos campaa para

    que las personas voten o no. El punto que importa es que en esta actividad particular, el voto,

    una cuestin que se sabe que est subordinada a la cuestin del gobierno y del Estado,

    empero todava halla por ocasin del voto una punta de verdad que hable respecto a la poltica

    de emancipacin tal como la defino.

    Evidentemente, el abstencionismo no es una orientacin, ni tampoco una poltica. El

    verdadero problema estar definido en los siguientes trminos: Consideramos o no la

    actividad electoral, su organizacin estatal y constitucional, como un lugar de la poltica? En

    ninguna hiptesis se debe confundir mi posicin con la cuestin que consiste en saber si

    tenemos que votar o abstenernos.

    I I . Eleccin equiva le a la adaptacin y a l or den?

    Que la participacin en elecciones sea una forma inevitable de adaptacin al orden, indica

    la verdadera naturaleza de la discusin. En qu medida una poltica de emancipacin, que es

    necesariamente una poltica de ruptura con el orden establecido, puede ser una adaptacin a

    1 Traducido del portugus por Delfina Fernndez Frade.

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    ese orden? La cuestin que en todo movimiento socialista revolucionario fue discutida los

    socialistas deben o no participar del gobierno? era la cuestin del ministerialismo. Los

    socialistas deben o no participar de las elecciones? En caso de que participen, con qu

    objetivo lo haran? Ser a ttulo de propaganda y de agitacin o ser la eleccin un momento

    de lucha por el poder? La cuestin de saber si la participacin en las elecciones sera una forma

    de inscripcin en el orden de las cosas es un viejo debate. En realidad estamos en condicionesde proponer un balance: Dnde y cundo la participacin en elecciones, o incluso el xito en

    las elecciones, fueron capaces de provocar una ruptura significativa en relacin al orden

    establecido?

    Podramos tambin indagar: En las elecciones, Quin se adapta a quin? Ser el

    revolucionario o el militante de una poltica de emancipacin que se adapta al orden? O ser

    el orden que se adapta a las nuevas fuerzas polticas? En Francia, tenemos una larga

    experiencia de participacin en elecciones. Tuvimos, durante perodos bastante largos,

    gobiernos de izquierda; tenemos en este momento un Presidente de la Repblica que est

    afiliado al Partido Socialista. Lejos de influir sobre la naturaleza del orden establecido, fue lo

    inverso lo que ocurri, a saber, las normas propias de ese orden establecido pasaron aimponerse a los partidos polticos a travs de la figura del gobierno y de la participacin en las

    elecciones. Se hace necesario no subestimar el poder del orden establecido y del lazo

    constituido por las elecciones. Las elecciones son un momento de organizacin del orden, que,

    al final de cuentas, es el orden del Estado; quien participa de ellas no es jams inocente. Si

    tuvisemos resultados positivos a lo largo del siglo, tratndose de la participacin en

    elecciones por parte de las fuerzas progresistas o emancipadoras, nosotros ya lo sabramos.

    Como no tenemos noticia de esos resultados positivos, ya es tiempo de interrogarnos si es un

    camino practicable y pertinente.

    I I I . L a re pre se n ta t i v id a d

    Es imposible construir formas de participacin democrtica a partir del concepto derepresentacin. De inmediato, vamos a interrogarnos sobre el concepto de representacin

    qu significa representar?

    Si consideramos que la poltica es directamente el efecto de la existencia de clases,

    podramos decir que la representacin es la representacin de clase. Era as como se

    presentaban los partidos comunistas. Ellos se presentaban como los partidos que encarnaban,

    manifestaban, la existencia poltica de la clase obrera. Quin creera, hoy, en semejante

    propuesta representativa? Esta concepcin, un partido como rgano representativo de clase,

    fracas enteramente en el sentido de crear formas de participacin democrtica. En todos los

    lugares donde se intent relanzar la participacin democrtica, eventualmente bajo alguna otra

    forma, se hizo necesario abandonar el concepto de representacin. As, conocemos lo que fuellamado democracia directa, democracia de masas, democracia de asamblea. Finalmente,

    sabemos que la actividad poltica se autoriza desde s misma y nadams. La actividad poltica

    no tendr que buscar garantas para ser una actividad representativa, por una razn esencial:

    las colectividades, los conjuntos a ser representados, son en la actualidad manifiestamente

    inconsistentes. No podemos hoy hablar de clase como si fuese una totalidad consistente, no

    podemos hablar de un pueblo como si fuese una realidad consistente. Todas las realidades

    colectivas estn escindidas, todas ellas son dominadas por principios de exceso, principios de

    vaco, principios de resto. As, la idea de representacin es una idea inconsistente. Por

    consiguiente, la invencin moderna de la democracia es una invencin que no pasa por el

    concepto de representacin: por un lado lo que tendr que ser representado es inconsistente,

    por otro lado, la idea de representacin, nuestro siglo lo demuestra, es una idea deusurpacin.

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    I V. Un su je to in f in i to y su carencia?

    La cuestin de la relacin poltica/infinito es una verdadera cuestin, tantoque ella puede

    parecer en principio de cuo filosfico. Una buena parte de los fracasos del perodo anterior

    viene del hecho de que creamos que la poltica tena que ver con lo finito y slo con l. En un

    primer momento, porque reducamos la complejidad de las situaciones polticas a una

    contradiccin simple y esa contradiccin simple o ese sistema de clase o de alianzas de clases

    era la matriz finita de toda situacin poltica posible. En otro momento, porque pensbamos

    que buscbamos objetivos a ser alcanzados en un tiempo determinado, tiempo recortado como

    tiempo de la revolucin, tiempo de la transicin y, finalmente tiempo del comunismo.

    Tanto del lado de las situaciones, como del lado del tiempo, tenamos una posicin frente

    al proceso que consista en colocarlo bajo la ley o bajo el yugo de un cierto tipo de finitud. Aqu

    tambin estamos en condiciones de presentar un balance de todo eso y encarar las cosas bajo

    otro punto de vista.

    Primeramente, las situaciones son esencialmente infinitas. Siendo as, tendremos que

    darnos cuenta de que una poltica aborda tan slo algunos puntos de la situacin: ella jamspuede pretender tratar acerca de la situacin entera. La situacin entera, en su infinitud

    singular, excede siempre los recursos del proceso poltico. Es necesario decir, como Lenin, que

    la situacin va a ser aprehendida gracias a varios hilos conductores y no bajo la idea de una

    mutacin integral de la situacin entera. Existen lugares polticos, existen medios polticos,

    existen singularidades polticas, pero no existen mutaciones globales, ya que son infinitas las

    situaciones para las cuales la poltica sera el agente.

    En segundo lugar, tenemos que abandonar la idea de que la poltica pueda alcanzar, en

    perodos finitos de tiempo, un ideal social por ella representado en la realidad. La poltica que

    trata de situaciones infinitas es ella misma una tarea infinita, la infinitud de esa tarea debe

    estar incluida y mencionada en sus enunciados. No hay un punto ideal al final del cual, en una

    especie de coronamiento y conclusin, la mutacin social de una sociedad pudiera presentarse

    como completa. No hay principio de completud, ya que la poltica existe por secuencias, las

    cuales, en situaciones infinitas, movilizan de manera radical un cierto nmero de puntos.

    Agotada una secuencia, lo que se abre, entonces, es la posibilidad de aprehensin, de

    tratamiento de otros puntos en situaciones infinitas enteramente renovadas. En cuanto al

    sujeto poltico, que se constituye en el propio proceso poltico -ya que no hay sujeto poltico

    preexistente, ni potencialidad poltica que se d de antemano- en cuanto al sujeto poltico, l

    es esencialmente finito. No ser del lado del sujeto que encontraremos el infinito poltico.

    Tampoco su carencia o su falta encuentra aqu guarida. La infinitud de las situaciones y la

    infinitud de los procesos, esto es, finalmente, las verdades, dan la medida del carcter finito

    del sujeto poltico. Decir que el carcter finito del sujeto poltico es evidente significaigualmente decir que la poltica tiene una existencia permanente y estable, pero secuencial y

    aleatoria.

    V. Secuencia , t iem po h ist r ico, leyes de la h istor ia

    La teora o el pensamiento del tiempo poltico certifican una ruptura con una concepcin

    neo-hegeliana del tiempo de la historia. No hay un tiempo homogneo a travs del cual se

    desdoblara la poltica en el tiempo de su historicidad. Cada secuencia poltica posee un tiempo

    singular: hay una heteronoma de los tiempos y esos tiempos comportan principios de

    retroaccin, de comps, de indecidibilidad, de cerramiento, de abertura, etc. La dialctica del

    tiempo es extremadamente compleja, ya que ella debe ser reedificada en cada momento de la

    singularidad: no hay un tiempo general de la poltica, ni un tiempo general de la historia. Mi

    enunciado sobre la historia ser que, en realidad, la historia no existe, precisamente porque no

    es posible concebir la historia sin una teora unificada del tiempo. Ahora bien, no pienso que

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    pueda existir una teora unificada del tiempo. Cada secuencia poltica singular prescribe una

    temporalidad singular para la cual los procesos no son jams lineales, ni son del orden de la

    sucesin, de avance o de progreso, sino que movilizan operadores complicados, en particular

    la relacin de retroaccin y anticipacin.

    VI . Sociedad de clasesVivimos en una sociedad de clases, de eso estoy convencido. El marxismo como principio

    analtico, esto es, como disciplina de investigacin cientfica de las sociedades, nada perdi en

    cuanto a su valor. Nada vino a sustituirlo, adems. El problema no reside, por lo tanto, en

    saber si vivimos o no en una sociedad de clases. El problema es saber exactamente cul es la

    relacin entre la objetividad de clase de una sociedad y la subjetividad poltica. Dos modelos se

    presentan: un primer modelo consiste en decir que la subjetividad poltica es, en realidad, la

    interiorizacin de la objetividad de clase. Se trata, como sabemos, del esquema del pasaje de

    la clase en s a la clase para s, que hace del partido poltico al mismo tiempo un rgano de

    representacin y de reflexin de la identidad de clase. Ese modelo est enteramente

    sobrepasado. No digo que le falt grandeza, fuerza, poder, sino que l est saturado, agotado.

    Los ltimos acontecimientos y sobresaltos de los Estados socialistas sobrevivientes manifiestan

    el carcter sobrepasado de esa figura. La subjetividad poltica no se constituye, no puede

    constituirse, bajo el modo de la interiorizacin, o aun, bajo el modo de la relacin entre lo

    objetivo y lo subjetivo, lo subjetivo concebido como la reflexin de la materialidad de lo

    objetivo corresponde a una filosofa del reflejo, o sea, una filosofa del conocimiento del tipo

    reflejo.

    El problema ser ahora totalmente replanteado, lo que lleva al anlisis objetivo de la

    economa y de la sociedad. As, la cuestin de la poltica ser totalmente reabierta. Del hecho

    de que tenemos una sociedad de clases nada se extrae en lo que se refiere a la subjetividad

    poltica. Para de ah extraer alguna cosa, tendramos que restaurar el modelo del partido de

    clase como representacin y reflexin de la identidad de clase, exactamente lo que ha

    fracasado. Por consiguiente vivimos en una sociedad de clase, pero tenemos que reconocer

    que eso nada nos indica en lo que se refiere a las tareas de la poltica. As, tenemos que partir

    de otra figura, esto es, el carcter de clase de una sociedad sera el elemento general a partir

    del cual se coloca la cuestin de la poltica, pero los caminos que hablan respecto a una poltica

    de emancipacin son irreductibles, intransitivos, en relacin al carcter de clase de dicha

    sociedad. Naturalmente, una organizacin poltica y un proceso poltico tomarn posicin sobre

    un cierto nmero de puntos, que s, ciertamente presentan una naturaleza de clase. No

    obstante, entre tomar posicin polticamente sobre una serie de aspectos de clase de la

    sociedad e imaginar que tendramos la llave del proceso poltico por saber que la sociedad es

    una sociedad de clase, hay una cierta distancia. Estoy convencido del carcter irreductible dela poltica en relacin a la infra-estructura econmico-social. No es posible representarnos la

    poltica como una superestructura que nos remitiese, en trminos de subjetividad, al carcter

    cientficamente analizable de la infraestructura econmico-social. Para m, somos remitidos a

    otro orden de cuestiones: De cules acontecimientos significativos depende la Poltica? Cul

    es el principio de ordenamiento interno gracias al cual ella encuentra sentido en cuanto a su

    propia prctica? Cmo se deja ella pensar a partir de ella misma, y no a partir del anlisis

    cientfico de la sociedad? He aqu las cuestiones que son las nuestras y que no estn en

    contradiccin con el hecho de que nuestra sociedad sea una sociedad de clases.

    VI I . Au tonom ismo de la base? Equ ipos au tnom os?

    En mi opinin, para colocar orden en las cuestiones de organizacin, tenemos que partir delos procesos en curso, ya que es imposible pensar de manera formal las cuestiones de

    organizacin. La idea de que habra mximas formales en cuanto a la organizacin estaba

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    ligada a una idea que promueve la idea de representacin. Cul era el principio? El principio

    era saber cmo la representacin estaba organizada, a fin de que la organizacin fuese

    representativa de la clase. Cuando se pasaba para el interior de la organizacin, la cuestin

    era saber cmo habra fidelidad a esa representacin de la clase a partir del interior mismo del

    aparato organizado. Haba un dispositivo complejo, que comportaba organizaciones de masa,

    ellas mismas intermediarias entre la representacin inmediata y la mediacin como lossindicatos; despus unidades de base, las cuales politizaban a partir del interior esas

    asociaciones intermediarias que eran las organizaciones de masa; finalmente un sistema

    jerrquico que concentraba poco a poco la representacin para alcanzar una forma de unidad

    que, en el ltimo anlisis era una persona. La nica garanta por detrs del uno es la unidad

    personal. No conocemos otra. En ltima instancia haba un solo dirigente. Y, en ese modelo,

    pienso que hay, necesariamente, de modo ilegtimo un solo dirigente, ya que ese es el nico

    momento en que, por una especie de convergencia, de mediaciones sucesivas, lo uno

    permanece visible y preservado en esa persona irreductible de lo uno que es el sujeto

    individual. A todo eso se le daba el nombre de centralismo democrtico, lo que quera decir

    disposicin organizativa de las categoras a travs de la representacin, modo propio por el

    cual, gracias a grados sucesivos, la representacin circula, alcanzado el emblema del uno, que

    es el dirigente supremo. Es un modelo que tena una profunda coherencia, y funcion durante

    un largo tiempo. A veces criticado, l siempre resista, ya que una crtica formal no llegaba a

    ser ampliamente formulada. Esa crtica siempre fracasaba, pues, si partimos de la idea de

    representacin de base, si la asumimos, es tal solucin la que se presentar como la ms

    pertinente. Si abandonamos la idea de representacin, las cuestiones van a presentarse de

    manera bien diferente, pues el principio de organizacin no ser ms el principio de

    representacin. El no est ms destinado a asumir la representacin de un colectivo dado en el

    interior de un aparato organizativo. Dira que tampoco l es encargado de articular lo mltiple

    y lo uno. La idea de representacin en poltica es solidaria con la forma por la cual se articulan

    lo mltiple y lo uno, apuntando justamente a una articulacin representativa. Lo uno debeconcentrar y representar las virtudes de lo mltiple. Lo mltiple sern los obreros, el colectivo

    de los obreros, los sindicatos, los equipos de base, las asociaciones. Se puede discutir sobre la

    autonoma que cabe a cada uno de ellos, pero, en ltima instancia, ellos estn encargados de

    expresar lo mltiple. La figura de la centralizacin, encarnada en la figura del dirigente, ser la

    encargada de mostrar cmo esa expresividad de lo mltiple puede recibir de manera

    representativa el sello de lo uno.

    Si salimos de la lgica de la representacin, qu tendremos que asumir? Tendremos que

    asumir que no existe lo uno. No hay lo uno en el sentido en que l sera la articulacin

    representativa o expresiva de lo mltiple. Por otro lado, no hay mltiple en el sentido en que l

    acaba de ser evocado, esto es, casi sustancial, de la clase y de sus organizaciones

    elementales. Lo que hay, exclusivamente, son procesos polticos. Un proceso poltico conoce

    un cierto nmero de condiciones bastante exigentes. Un proceso poltico ser siempre un

    proceso localizado, un proceso que se manifiesta en un lugar. La cuestin del lugar es una

    cuestin bastante compleja. Puede ser una fbrica, puede ser, en otras circunstancias, un pas

    o eventualmente un movimiento: los lugares son cualitativamente diferenciados. Para que

    haya proceso poltico, se hace necesario que haya un lugar, se hace necesario que en relacin

    a ese lugar haya una prescripcin poltica mnimamente organizada y que ella se torne

    manifiesta por medio de enunciados. Llamaremos proceso poltico a la manera como un cierto

    nmero de enunciados, colectivamente organizados, se tornan activos en un determinado

    lugar y se manifiestan en ese lugar, generalmente en oposicin a la manera en que otras

    polticas actan gracias a otros enunciados en el mismo lugar y le dan otro sentido. Partimosde ah: hay poltica en la medida en que existan lugares polticos en el sentido arriba

    mencionado. A partir de ah, el problema no ser el de un mltiple y el del uno; el problema es

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    el de saber en qu medida los procesos polticos componen una poltica. En otras palabras, se

    trata de un problema de enunciados. Una poltica se manifiesta en sus enunciados, no conozco

    otra definicin.

    La cuestin viene a ser: Qu enunciado, de inicio localizado en un lugar, puede ser tenido

    como enunciado de una poltica, y no solamente como del proceso poltico del lugar en

    cuestin? En seguida, examinaremos la cuestin de cmo esos enunciados son llevados,

    transmitidos. La cuestin de la organizacin ser, en pocas palabras, una cuestin de

    transporte, transmisin de esos enunciados en cuanto enunciados de una poltica. Ellos son

    llevados, en un primer nivel, en cuanto solidarios o resultantes de un proceso poltico,

    marcados por la adherencia a un lugar. En seguida, son transmitidos, cuando es posible,

    cuando ellos pueden asumir el estatuto de enunciados polticos, en cuanto enunciados de una

    poltica. La manera en que son transmitidos como enunciados de una poltica es totalmente

    dependiente de la cuestin de saber cuales enunciados estn en curso. En la medida en que

    vemos sobresalir enunciados polticos, poseyendo una u otra significacin, el principio de

    transmisin ser diferente. Un ejemplo concreto, en la situacin que es la nuestra en Francia,

    llegamos a considerar que algunos enunciados designan la fbrica como lugar poltico, ascomo otros designan al pas como lugar poltico. En el primer caso, tendremos enunciados que

    se refieren a la figura del obrero en la poltica. En el segundo caso, tenemos la relacin

    poltica/Estado, la manera en que el pas se encuentra ligado a la manera de existencia del

    Estado. Hay dos familias de proceso poltico: son ellas las que soportan y transmiten los

    enunciados de una poltica. Se trata de una frmula particular y no de una frmula general. Lo

    que es general ser dicho: no hay otro uno sino el uno de la poltica, y los principios de

    organizacin estn completamente ligados a la manera por la cual se distribuyen los

    enunciados. Si, en nuestra prctica poltica, hay comisiones de gente de lugares diferentes

    (des gens de partout) y ncleos de obreros, ser porque, en el estado actual de las cosas, hay

    esa doble familia de enunciados polticos. Esto es el resultado de veinticinco aos de poltica en

    Francia, no una mxima universal. Una mxima universal sera decir que los principios deorganizacin, no contando ellos con la garanta de ser representativos, no sern la articulacin

    de lo uno y de lo mltiple. La cuestin es saber como hacer para que los enunciados sean

    transmitidos de la mejor manera posible como enunciados de una poltica.

    La forma partido, que es una dialctica resultante de los equipos de base/jerarqua,

    intermediaria/dirigentes visibles, no ser una dialctica considerada oportuna, ni adaptada a la

    concepcin que es la nuestra, ya que ella estara comprometida con la categora de

    representacin. El principio organizacional ser modificado o susceptible de modificacin segn

    el estado de las cosas en trminos de proceso localizado y de tipo de enunciado.

    VI I I . El cerco a l Estado s in la par t ic ipacin en e lecciones est predest inado a l

    f racaso?

    Tal vez no lo sepamos, veremos. Lo que sabemos es que la idea de cerco al Estado con

    participacin en elecciones fracas. No cabe decir, en ese caso, que estaba predestinada al

    fracaso, sino que ella constantemente llev al fracaso. Ya lo sabemos. Nada hay de

    sorprendente, ya que la participacin en elecciones jams organiz ni propici un cerco al

    Estado. La participacin en elecciones, sabemos lo que significa. Ella equivale a una ubicacin

    del sistema organizado de las fuerzas polticas bajo la gida del estado. No podemos

    subestimar al Estado: la participacin en elecciones, la idea de alcanzar el poder gracias a

    elecciones, pueden ser objetivos aceptables. De hecho el Estado reposa sobre una figura de

    consenso poderoso. Es tal la figura consensual, oscura en cuanto al sistema de prescripciones

    polticas verdaderas, que impone la ley a las fuerzas que, en la legalidad constitucional, llegan

    a ocupar las posiciones del Estado. Podemos siempre decir que se trata de una etapa, que

    enseguida estar el entusiasmo de la masa, movilizacin de la masa, etc. Personalmente, no

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    creo en ese esquema, ni veo que l haya conocido la menor significacin, ni la mnima

    realidad. En general, se pasa un tiempo de entusiasmo popular, tal como el por nosotros,

    parisienses, conocido en la Plaza de la Bastilla por los gritos de ganamos... Pero Qu

    ganamos ? Vimos ya enseguida, tal vez lo que tenamos perdido. Una vez pasada esa fase,

    nada persiste. Hay, esto s, la necesidad urgente, que se impone consensual y

    conflictivamente, de dirigir los negocios del Estado. La gestin de los negocios del Estadotermina por tornar ausente, distante, la prescripcin poltica: las fuerzas polticas no se

    encuentran en condiciones de prescribir al Estado las mximas que les fueran propias. Sealo

    que tenemos, por lo menos, aunque haya sido de corta duracin, un ejemplo de cerco al

    Estado sin participacin en elecciones: es el ejemplo de Solidaridad, en Polonia. Una

    movilizacin intrnseca, una estructuracin independiente de la sociedad civil, sin ninguna

    especie de participacin a nivel del Estado -adems, no se trataba de elecciones- produjeron

    realmente un cerco al Estado. Hago alusin a trminos empleados por aquellos que ocupaban

    el Estado: ellos mismos, que ocupaban el Estado, fueron obligados a dar un golpe de Estado

    en la tentativa de romper el cerco, a tal punto ellos estaban cercados. Adems, la experiencia

    lo muestra, ese cerco no fue roto. Eso no quiere decir que la situacin en Polonia sea

    excelente. Sabemos que ella se parlamentariz, se normaliz. En realidad, ella es bastante

    reaccionaria. Lo que interesa en poltica son las secuencias. Hubo una secuencia que considero

    bien lograda tratndose del cerco al Estado: recuerdo a ustedes que, en esa poca, los Estados

    en cuestin (los pases del Este europeo) eran presentados como monstruos en trminos de

    Estados particularmente totalitarios y represivos. Considerar la idea de un cerco al Estado,

    gracias a un proceso poltico independiente de toda participacin a nivel del Estado, como

    imposible, va contra los hechos. He aqu porque ella fue desmentida. En cuanto a la idea

    inversa, a saber, que vamos realmente a investir contra el Estado y a cercarlo gracias a

    presiones polticas innovadoras, participando en elecciones o viniendo a ser diputado, ministro

    o presidente, nada trajo de positivo. Considerar que las estrategias polticas que se establecen

    en otros lugares que no tienen el voto conducen a la marginalizacin poltica o al aislamiento,es aqu ampliamente contradicho por los ejemplos citados. Habra otros ejemplos. Cualquiera

    que haya sido su destino, el movimiento conocido aqu en Francia entre el '68 y el '75/'76 fue

    una secuencia de una riqueza poltica extraordinaria, donde tuvimos una tensin y una

    movilizacin poltica considerables, e innovaciones ideolgicas importantes. Sabemos que ese

    movimiento despreciaba fundamentalmente las elecciones. Ese movimiento no se redujo a la

    marginalidad poltica, sino que fue un considerable movimiento de masas, mucho ms durable

    de lo que podramos esperar, ya que varios aos despus todava estabamos presos de las

    consecuencias, de los efectos, de los pensamientos marcados por ese acontecimiento, no

    teniendo nada que ver, finalmente, con el proceso electoral.

    Por otro lado, dir que ser conducido a la renegacin o a la corrupcin es siempre peor que

    ser llevado a la marginalizacin y al aislamiento. En cuanto a m, no deseo la marginalizacin

    ni el aislamiento, pero, francamente, prefiero ser marginal y aislado a estar en la posicin del

    Partido Socialista francs hoy. El poder de corrupcin del Estado es grande. No hablo

    nicamente de la corrupcin en trminos de dinero, que puede ser real, hablo de la corrupcin

    subjetiva. La corrupcin subjetiva en virtud de implicaciones en la gestin de los negocios del

    Estado es extraordinaria. Hay momentos en la historia en que vale ms arriesgar encontrarse

    en la marginalidad que arriesgarse a ser corrompido.

    I X. I deas generosas de em ancipacin en conf r ont acin desigual con las fuerzas del

    m u n d o b u rg u s

    Intento puntualizar cuestiones a fin de saber en qu condiciones una poltica deemancipacin es posible en el momento actual. Se trata de una posicin de militante, de un

    pensamiento de militante, de ningn modo de una cuestin ideolgica. En vez de ser una

  • 7/23/2019 Badiou, Alain - Poltica, partido, representacin y sufragio [1996]

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    acontecimiento N 12 1996

    www.grupoacontecimiento.com.ar 8

    ideologa generosa y global, considero que la poltica slo existe en procesos localizados

    extraordinariamente precisos y singulares. Dira que la poltica hoy existe raramente. Ser a

    partir de eso, poco y raro, que tenemos que trabajar, no a partir de una representacin

    imaginaria, global o totalizante, al respecto de la emancipacin. La apelacin a una poltica de

    la emancipacin se opone a la tradicin conservadora o poltica de estabilizacin del Estado,

    todo eso bien lejos de las ideas generosas.

    La cuestin de saber a partir de qu momento una lucha es desigual es interesante. Cul

    sera la norma para establecer lo desigual? Qu es lo que hara que una poltica debiera ser

    considerada en confrontacin desigual frente a otra? No es fcil responder. Fue fcil cuando se

    pensaba que la poltica se resuma a la confrontacin burguesa contra proletariado. En algunos

    casos, el proletariado era ms o menos fuerte, en otros, la burguesa era ms o menos fuerte.

    La gente se enfrentaba para saber quin ira a apoderarse del Estado. Pero, si no contamos

    ms con esa visin de las cosas, la cuestin del criterio de la fuerza poltica ser un criterio

    interno: no ser un criterio que pone esa fuerza poltica en correlacin con otras fuerzas

    externas a ella misma. An en el caso de veinticinco militantes que emprendiesen alguna cosa

    en algn lugar, no los considerara en situacin desigual en relacin a las fuerzas de laburguesa, eso nada quiere decir. Mejor no razonar en esos trminos. Ya es una buena cosa

    que la poltica pueda existir, que ella exista en su lugar, en su sistema de enunciados.

    Deseamos todos que ella exista con un despliegue mximo de sus capacidades. Si alguien es

    fiel a un proceso, desea que ese proceso se desenvuelva.

    En cuanto a la cuestin de saber en qu momento y en qu condiciones ella puede y debe

    asumir formas de enfrentamiento, tal vez impuestas por el adversario, es una cuestin quese

    plantea en concreto. No es una cuestin de principio. Sobre esa cuestin, el maosmo

    reflexion largamente. El propio Mao medit largamente sobre el hecho de que sus fuerzas, en

    determinado momento, eran inconmensurablemente ms dbiles que las fuerzas del

    adversario. La cuestin de saber cmo poner en marcha una poltica cuando, en apariencia, la

    relacin de fuerzas es desigual, es una cuestin central en el maosmo, lo que, adems, fue

    origen de una serie de categoras tales como retirada estratgica, carcter local de una

    eventual ofensiva, trayectoria especial en el espacio poltico general. Por consiguiente, existe

    una rica experiencia en este sector. El problema viene a ser elde asegurar la propia identidad,

    cualquiera que sea la variedad de las circunstancias y el tipo de dificultad impuesto no siempre

    por el adversario, sino tambin por las otras polticas. Podemos hablar de fuerzas burguesas,

    pero nada ganamoscon llamarlas as, finalmente.

    X. Una pa labra sobre e l p sicoanl is is

    Personalmente, estoy lejos de considerar que psicoanlisis y poltica se confunden, pero, si

    procursemos formular algo analgica o metafricamente, diramos que la necesidad deorganizacin, en psicoanlisis, es una necesidad que deber ser medida en funcin de los

    objetivos que ella ansa en trminos de enunciado, esto es, finalmente, en trminos de saber.

    No hay una razn mayor que haga que los psicoanalistas estn organizados, a no ser la

    cuestin de la forma en que se organiza la transmisibilidad del saber. Si adoptamos el mtodo

    aqu preconizado, tendremos que indagar sobre los procesos de transmisin del saber

    efectivamente ligados o enraizados en la prctica y en la teora psicoanalticas. Hay, en mi

    opinin, dos registros esenciales: 1) todo lo que gravita en torno al dispositivo del pase; 2)

    todo lo que dice respecto al cartel de trabajo. Habr, as, procesos del tipo cartel y del tipo

    pase. No veo otros. Luego, llegar a una decisin, tratndose de la frmula organizacional,

    equivale a buscar los medios que favorezcan el ms amplio despliegue posible de esos dos

    tipos de proceso, de manera de contar con enunciados, tal vez matemas,

    transportados/transmitidos por esos dos tipos de proceso.