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    Los demonios de EllroyLos demonios de EllroyEl maestro de la novela negra cierra su Triloga AmericanaEl maestro de la novela negra cierra su Triloga Americana

    Babelia950

    NMERO

    950.

    ELPAS

    ,SBADO

    6DEFEBRERO

    DE2010

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    FUE A FINES de diciembre de 1973, en la sala de redaccindel diario La Opinin, que me encontr por primera vezcon Toms Eloy Martnez.

    Eran tiempos nefastos. Yo acababa de llegar de unChile que le haba prometido al mundo la revolucin de

    Allende y nos haba dado, en cambio, la asonada dePinochet, y creo que se me notaba las muchas y recien-tes muertes, y Toms lo entendi enseguida y me ofre-ci tambin de inmediato su cario.

    Cualquier cosa que necesites, me dijo, y hall en luna generosidad que nunca ces hasta el da de supropia muerte. Me armaba reuniones en su casa concorresponsales holandeses y curas revolucionarios ymontoneros esquivos y siempre bien regadas con vino ypasta y carnes.

    Aunque era la urgencia del m omento poltico lo quenos una en esas conspiraciones llegaban noticias to-dos los das de ms represin en Chile y cada da tam-bin era ms inquietante la evolucin de una Argentinaen que Pern viraba drsticamente hacia la derechase nos fue infiltrando la literatura en las conversaciones,

    en especial la extraa relacin que guarda la ficcin conla realidad en nuestra Amrica, la fluida tensin entre lotestimonial/periodstico y la forma en que la imagina-cin est obligada a tejer un escenario paralelo. Me dioa leer en manuscrito La Pasin segn Trelew, y mepareci una novela ms que reportaje, y l meconfidenci que la gran novela argentina tendra queconstruirse en torno al enigma de Pern. l tena unproyecto sobre el General y, claro, Evita, y ah supe delas memorias que Pern le haba dictado a Toms enMadrid, y como tantas veces cuando contaba algo (yvaya que era narrador empedernido) no saba yo si eracierto o no, si lo estaba inventando o si en efecto habasucedido.

    Lo que no era un invento, en cambio, era el peligroque se cerna sobre la Argentina en que tanto Tomscomo yo habamos nacido. Yo estaba desesperado porirme, vea la catstrofe que estaba por caer sobre Toms

    y sus congneres.

    Tienes que partir lo antes posible, le dije una no-che, antes de que yo mismo huyera. Los van a matar atodos. Toms me asegur que estaba equivocado: Ar-gentina no era como Chile.

    No lo volvera a ver hasta 1978 cuando visit Caracas,donde l haba buscado, finalmente, refugio. Y ah con-versamos acerca de la maldicin eterna que parecarondar a nuestro continente y cmo nuestra literaturatena que acompaar, desde sus preguntas y dudas yferoz ensueo, cualquier proceso de liberacin. Si nopodamos evitar la violencia sobrecogedora, era posible,por lo menos, exorcizarla por medio de palabras que nomintieran, podamos traer a la literatura a los grandesexcluidos de la historia a travs de sus mitos.

    Con eso me quiero quedar.Con su empecinada exigencia de doblegar la realidad

    y construir del irios y enga ar el destino precar io, el suyoy el de su pas y el de su conti nente. Contra y adentro dellugar comn que es la muerte. Su certeza de que si algono se cuenta no perdura, no vale la pena que exista.

    Ariel Dorfman (Buenos Aires, 1942) ha publicado recientemente lanovela Americanos. Los Pasos de Murieta. Seix Barral. Buenos Aires,2009. 448 pginas.

    EN PORTADA Roco Ayuso 4

    James Ellroy Lo mo son los grandes libros. Quiero dejar detrs una gran obra. Y entiendo que en ocasiones estopuede pesar a los lectores. Pero al final disfrutan. Soy un best seller!, afirma el escritor en una entrevista realizada enlos primeros das de enero en Los ngeles. Sangre vagabunda, la ltima novela de su triloga The Underworld USA(Triloga Americana), se publica en Espaa. Foto: Matt Beard

    IDA Y VUELTA Larga vida al presidente Mao Antonio Muoz Molina 7

    EL LIBRO DE LA SEMANA Vidas rotas Antonio Elorza 8

    Entrevista con Jaime Bayly Amelia Castilla 9

    Piedrecitas de placer Javier Aparicio Maydeu 10

    Genios del mal Ignacio Vidal-Folch 12

    La araa y su tela Enrique Gil Calvo 15

    SILLN DE OREJAS Llaman a rancho Manuel Rodrguez Rivero / Max 16

    ARTE Wyndham Lewis, un enemigo genial Julia Luzn 17

    Entrevista con Thomas Schtte Fietta Jarque 18

    EXTRAVOS Verdad Francisco Calvo Serraller 19

    CHAMPN Y ROCK EUROPEO De nuevo el capital Sabino Mndez 20

    PURO TEATRO Alan Bennett y el triunfo del late style Marcos Ordez 21

    CINE El espritu libre de Jem Cohen Brbara Celis 22

    DIOSES Y MONSTRUOS Leyendas de la transgresin Carlos Boyero 23

    Lectura exclusiva Babelia adelanta el lunes, en ELPAS.com, un captulo de la nueva novela de PhilipRoth: La humillacin (Mondadori).

    Encuentro digital Clara Snchez, ganadora del Premio Nadal por Lo que esconde tu nombre(Destino), tendr un chat el prximo mircoles, a las seis de la tarde, dentro del Ciclo Babelia.

    Blog: Papeles perdidos El blog de Babelia con los comentarios, anlisis, recomendaciones, noticias,avances y voces e imgenes del mundo de la literatura, las artes plsticas, la msica y las artes escnicas.

    Narrando contra

    la muerte

    + .com

    Babelia950

    Ariel Dorfman

    Edith Sitwell (1923-

    1935), leo de Wynd-

    ham Lewis.

    SUMARIO

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    Joan Guinjoan compone en su casa de Barcelona. Sincrotn-Alba. Sinfona nmero 3 es su ltima pieza. Foto: Consuelo Bautista

    APENAS SE CUELA un rayo de luz a las once de la maana, pero a Joan Guinjoan (Riudoms,Tarragona, 1931), a quien le encanta el sol y el color, no le importa que su rincn, como l

    llama a la habitacin de su casa barcelonesa donde compone, sea un lugar oscuro desdeque edificaron un bloque de pisos frente a su ventana. La luz debe estar en el interior decada uno y yo tengo la ma, advierte,y pone como ejemplo de que el entornono le influyeel haber compuesto la escena de la tormenta tarraconense de su pera Gaud en plenoEmpord gerundense.Y es quesiente un carioespecialpor este pequeo rincnen el queha escrito tantaspartituras y donde papeles, librosy discosse amontonanpor losrincones ysobre la vieja pianola con la que estudi esa carrera de piano que tras una dcada deconciertos y recitales abandon, en 1960, por la composicin. Aunque el tiempo hayapasado, el rincn apenas ha mutado. Aparte del muro frente a la ventana y de un modernopiano digital, conel queengaa a su pianola para no molestar a losvecinos cuandolo toca,lo nico que va cambiando es el volumen de papeles. Cuando hay demasiados, su hijocarga el excedente en el coche y lo traslada al estudio de su casa ampurdanesa, que yafrecuenta poco. Es que en Barcelona es donde estn los mdicos, apostilla resignado,

    pero exhibiendoesa pcara sonrisa que Guinjoan prodiga entre los amigos.En una esquinaest su mesa de trabajo. Sobre ella, 6 de las 60 pipas que colecciona. Siempre frente a sus

    ojos, aunque haga casi una dcada que no se las lleve a la boca despus de 40 aosfumando, tras el infarto quesufr en2000 nome cost nada dejarlo. Tambin haycartas,contratos, bolgrafos, lpices, gomas y, en el centro, abierta, su ltima partitura, Sincrotn-Alba. Sinfona nmero 3, que est repasando para su estreno el prximo mayo por laOrquestra Simfnica de Barcelona i Nacional de Catalunya. Es un encargo de la Residenciade Investigadores del CSIC y el Consorcio del Sincrotn, que se inaugurar en marzo en lacomarca delValls, enBarcelona. Y luego empezar una nuevaobra para clarinetesolo, unaque le ha pedido Paloma OShea para la Escuela Superior de Msica Reina Sofa, unconcierto para percusin para la Orquesta de Cadaqus y un rquiem que le ha encargadola Orquesta Nacional de Espaa para la temporada 2011-2012. Josep Pons me ha pedidounaobra sinfnico-coraly le har unrquiem,que igual acaba siendoel mo, ironiza. Y esque con el trabajo que tengo s que no me morir de aburrimiento, aunque seguro quemorir en la mesa escribiendo msica. Lourdes Morgades

    La luz interior de Joan GuinjoanMe morir en la mesa escribiendo msica, afirma el compositor, que ultima su tercera sinfona

    EL RINCN

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    James Ellroy se consagra como el narrador que ha roto con las etiquetas del gnero negro.Violencia, sexo, corrupcin, poder Yo soy todos los hombres de Sangre vagabunda, afirma elautor sobre la novela que cierra su triloga de los bajos fondos de Estados Unidos. Por Roco Ayuso

    El artista de la

    PERRO LADRADOR, poco morde-dor dice el refrn. James Ell-roy es un gran ejemplo. El pe-rro diablico de la literaturaestadounidense no se calla nidebajo del agua. El matrimo-

    nio es sexo y paciencia, el ltimo conse-jo de su padre fue que se tire a cualquier

    camarera que le atienda y el rock & rollesmsica de idiotas para niatos. Eso ade-ms de declararse de todo menos un libe-ral, verbalizar su oposicin al matrimo-nio homosexual, sus reparos al aborto yapropiarse en su juventud de alguna con-signa nazi. Sus novelas exudan racismo,misoginia y violencia. Hasta su aparien-cia va pidiendo guerra, pantalones blan-cos sucios, bragueta bajada y camisahawaiana en pleno enero (un exceso in-cluso en California). No es de extraarque su segunda esposa, la escritora yfemi-nista Helen Knode, le llamara animal dezoolgico. Dicho todo esto e intentandoescuchar con distancia su bombo y plati-llo es fcil ver que todo es fachada,autopromocin, un exhibicionista detrsdel que se oculta sin mucho rascar un

    romntico lleno de demonios que lo ni-co que quiere es llamar la atencin. Laliteratura no es ms que la historia dehombres aislados sobrepasados por loque les rodea que intentan dar forma a loque ocurre a su alrededor y que se venforzados al cambio mientras interactancon los acontecimientos y conocen a unamujer, resume en medio de sus fanfarro-nadas. Una descripcin perfecta porquese tambin es James Ellroy.

    Californiano, 61 aos, buena salud,dice; poco pelo, eso es obvio; casado endos ocasiones y ahora compartiendo suvida con la escritora Erika Schickel, lamujer con la que pienso pasar el resto demi vida. Eso est por ver. Tambin es elmejor escritor de novela policiaca, comose bautiz l mismo antes de dejar suapodo en algo ms corto como el mejornovelista. Punto. Y aqu es donde Ellroytiene los dientes bien afilados, porque sumordisco es innegable. La dalia negra, Elgran desierto, L. A. confidential y Jazzblanco le encumbraron como autor denovela negra, el llamado LA Quartet, se-guido de una triloga an mejor que aca-ba de concluir, The Underworld USA Trilo-gy (Triloga Americana), que componenAmrica, Seis de los grandes y la ltimaentrega, Sangre vagabunda (Ediciones B).Es imposible que estos libros te dejen im-pasible. Puedes odiarlos, s. Su lectura nonace del placer, es el reflejo de una obse-sin. Sexo, mujeres, crimen, poltica, po-der, corrupcin. Las mismas obsesionesque dominarn al lector que se deje mor-

    der por sus pginas. Soy un autodidactaque nunca acab mis estudios. Eso s, lede manera obsesiva y asimil su forma, sucontenido, el estilo, explica sobre su g-nesis literaria alguien que no tiene nin-

    n reparo en asegurar que desconoce laliteratura mundial pasada o presente y ala gran mayora de los grandes autores

    stadounidenses. De nuevo, epatar es louyo. Lo que s es cierto es que en sus

    tiempos slo ley novela negra. Ahora niso. Toda su energa est en escribir. Lo

    mo son los grandes libros. Quiero dejaretrs una gran obra. Y entiendo que en

    ocasiones esto puede pesar a los lectores.Pero al final disfrutan. Soy un best seller!Es cierto que mis libros son un reto, perono son difciles. La historia te absorbeinmediatamente, aade sin evitar suspinceladas de grandiosidad.

    Para los que ya tienen prctica conEllroy, un consuelo: Sangre vagabunda es

    ms sencillo que su predecesor, Seis delos grandes. Mi segunda esposa me dijoque tena que escribir desde el coraznas que su forma es ms sencilla, dice.Para aquellos que no tienen prctica, suprosa sigue siendo telegrfica, frases muycortas, palabras todava ms cortas y enmuchas ocasiones sincopadas. Cada cap-tulo, la visin de un nuevo personaje.Una nueva localizacin. Ellroy, que notiene abuela, lo describe como una obramaestra aunque tambin admite que esuna pasada. No tengo duda alguna deque Sangre vagabunda es magistral perotambin reconozco que toda la novelapoliciaca es un pasote, demasiada cons-truccin, demasiada trama, muchas cons-piraciones, una continua investigacinpolicial, resume de su ltimo trabajo,

    se en el que confluyen caras conocidasde libros anteriores como la de WayneTedrow Jr., un ex polica y narcotraficantecapaz de cargarse a su padre; Don CrutchCrutchfield, detective privado demasiado

    joven y un tanto mirn, y Dwight Holly,agente del FBI. Los tres reaccionarios yviolentos en un Estados Unidos sacudidopor la corrupcin, la mafia y el amor li-bre. Esos aos entre 1968 y 1972 que po-

    blaron tanto en la realidad como en laficcin de Ellroy figuras histricas comoJ. Edgar Hoover, Richard Nixon y HowardHughes. Mi nica condicin es que tie-nen que estar muertos, comenta de suplantel de personajes. Una mrbida res-puesta para un autor morboso. Una vezmuertos es legal hablar de ellos y lospuedo utilizar sin problemas, se rego-dea de una mezcla entre ficcin y reali-dad que en su opinin le da latitud asus novelas. Mi nica limitacin es quemi representacin de los hechos no secontradiga abiertamente con lo que suce-

    di en la realidad. Y no hay nada contra-dictorio en las conversaciones de Nixonborracho o en mi creencia de que Hooverera un homosexual clibe, remata bus-cando pelea.

    Hay mucho ms que morbo en la obrade Ellroy. Estn sus demonios. Por ejem-plo, el asesinato de su madre cuando l

    slo tena 10 aos. No recuerda sus lgri-mas pero s su obsesin por la lecturapoliciaca despus de leerse todos los in-formes de la polica que cayeron en susmanos. Su madre muerta sigue siendouno de sus fantasmas, presente en La da-lia negra, pero sobre todo en su autobio-grafa Mis rincones oscuros y en esa otrareflexin de su vida y de sus mujeres quehace ahora en The Hilliker Curse, que ha-ciendo uso del apellido de soltera de sumadre espera publicacin a finales de es-te ao. Pero la triloga de los bajos fondosamericanos tiene otro origen. La lecturade la novela Libra, de Don DeLillo, meabri los ojos a la historia del asesinato deKennedy. Esa poca nunca me haba inte-resado, pero el libro era tan bueno quequise hacer algo as. No lo quise copiar.

    Respeto mucho a DeLillo. Adems pensque poda escribir algo ms grande. Queempezara en 1968 y donde el asesinato deKennedy sucediera fuera de pgina, re-cuerda de una historia que ha contadomuchas veces, pero que sigue narrandocon fervor.

    Tuvieron que pasar ocho aos desdeSeis de los grandesy trece desde la publica-cin de Amrica hasta la llegada de San-gre vagabunda. Una larga espera? Lacabeza me explot, mi matrimonio se fuea la mierda, me fui a San Francisco y ama una mujer llamada Joan, dice mostrn-dome una dedicatoria que reza A J. M.Camarada, por todo lo que me diste.Con un suspiro, como si se tratara dealguien que se deja llevar por la nostalgia,contina su recuento. Mi diosa pelirro-

    ja me dej y me volv a Los ngeles, don-de conoc a otra mujer en la que bas aKaren (el otro personaje femenino del li-bro). Estaba embarazada y me dej por sumarido. Mala suerte. As que escrib estelibro. Hay que reconocer que no le faltanfuentes de inspiracin para regurgitar ycondensar en su novela. Me encanta loque hago y doy gracias a Dios porque soybueno. Nunca le estar lo suficientemen-te agradecido, dice alguien a quien legusta mencionar a Dios con tanta frecuen-cia como sus personajes juran en vano.Pero tambin debo de reconocer que lahistoria ha sido muy generosa conmigo,aade. Este libro me lleg en un momen-to muy turbulento de mi vida y acabsiendo el ms fcil de escribir.

    Como hombre, Ellroy es ms sencilloque sus libros. Slo hay cinco o seis cosasque le gustan: la historia, la msica clsi-ca, las mujeres, el boxeo, las novelas poli-ciacas y los perros. Y as ha sido durantems de 40 aos, aade, no s si querin-dose quitar un par de dcadas o dejandofuera esa juventud acelerada de la que sevanagloria, aunque luego se arrepiente deque sea el centro de sus entrevistas. Losaos en los que se iba de mirn a hacersepajas en las casas de los vecinos, cuando

    Pasa a la pgina 6

    La literatura no esms que la historiade hombres aisladossobrepasadospor lo que les rodea

    No tengo duda algunade que Sangre vagabunda

    es magistral, pero tambinreconozco que todala novela es un pasote

    EN PORTADA / Entrevista

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    novela negraJames Ellroy (Los ngeles, 1948)Foto: Matt Beard

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    Lea las primeras pginas de lanovela Sangre vagabunda(Ediciones B), de James Ellroy.

    le daba a lo que pillaba y se meta enmucha mierda. Esa dcada de los sesentaque recuerda como comprometida conel alcohol, las drogas y con los los mien-tras a otros les daba por el compromisosocial y poltico. Mi foco de atencin esmuy limitado de natural, aunque soy muybueno manteniendo la concentracin,agrega. Quiz por ello se le da mejor la mo-nogamia que la cohabitacin, es incapaz deutilizar un ordenador o un telfono mvil

    objetos queno posee, pero es un hachascribiendo a mano, como escribetodassus

    novelas. La investigacin se la hace otro.Por ejemplo, para Sangre vagabunda man-

    a una chica a Santo Domingo porqueHait era muy peligroso.Yo pensaba que la Rep-blica Dominicana estaba

    junto a Honduras y Guate-malahasta que miex espo-sa me regal un atlas, in-siste en llamar la atencincon sus burradas. Pero ensu trabajo no hay nada deburro excepto el volumen.Ms de 400 pginas de es-tructura y 150 de notas delasque sale la novela. Des-

    de el principio tengo undiagrama claro y unasupe-restructura para todo el li-bro. S dnde estn todossus personajes y cada unade las historias que conflu-

    yen en cada momento,describe. Un trabajo quehace principalmente deda, aunque tambin haynoches en vela y sobre to-do en silencio. Ni tan si-quiera su adorado Beetho-ven, ese msico al quetanto admira y a quien sinmodestiaalguna se compa-ra, rompe su concentra-

    in cuando escribe. Nome gusta el exceso de esti-

    mulacin. Me gusta estarolo en la oscuridad y po-

    nerme a pensar. Me pasomucho tiempo pensando,agrega mientras la msicauena atronadoraen el rui-oso caf de Hancock Parkn el que me ha citado. Le

    pillaba cerca de casa y, auzgar por el trato, es un

    habitual.Ellroy tambin dice aislarse del mundo

    que le rodea a pesar de lo mucho que recu-re a la historia en sus libros. Slo cito lo

    queme interesa.Son novelas policiacas questn emplazadasen un momento de la his-

    toria, se pone a la defensiva. Hay muchosa los que nolesgustaquelesdigaqueme loinvento todo, que vivo en una burbuja. Que

    ste libro no tiene nada que ver con Bush,on Obama o con la guerra de Irak, insisteada vez ms iracundo. Nos echa la bronca

    a los europeos, especialmente a los france-es, de atribuirle a su obra una lectura queegn dice no existe, de querer que sus li-

    bros tengan un doble sentido contempor-neo. Ni se lo veo ni me lo plante, dicealguien queconfiesa sudesintersen la pol-tica actual. Se acaba el triple expreso que sepidi y su efectoparececalmarle. Unasonri-a maliciosa aparece en sus labios. Claro

    que si t ves esa conexin, genial. Si loslectores la ven, mil gracias. Todo con tal deque lean el libro y lo compren, se regodea.

    Volvemos al principio.Ellroy nuncapier-e una oportunidad de autopromocin yst claro que nada le pone tanto como lla-

    mar la atencin. Escribir, escribe bien, muybien, pocos dudan de ello. Pero venderse lohace an mejor. O si no para qu quiereuna cuentaen Facebook un ermitao como

    l, alguien quediceaislarse delmundo mun-ial, que no tiene ni telfono mvil ni orde-

    nador y que desdea las ya no tan nuevasplataformascomo generadoras de unagene-acin incapaz de hablar con frases enteras

    y orgullosa de su estupidez?Acasoel JamesEllroy de Facebook no es el verdadero Ja-mes Ellroy? A m me gusta vender libros yKnopf, mi editorial en Estados Unidos, me

    ijo que sa era la mejor forma, aunque se

    no es mi estilo a la hora de socializar, dejabien claro a sabiendasde quees su asistentepersonal, Lisa, quien se encarga de ponersus respuestas en lnea. Vender libros estambin la razn detrs de su camisahawaiana. A punto de iniciar su periplo poruna Europa congelada, cualquier otra pren-da de abrigo est ya guardada. Yo siempreestoylisto. Nac listo, comenta inquieto mi-rando el reloj sin ningn disimulo. No esque le guste viajar. Lo considera trabajo yencima es incapaz de escribir una lnea du-rante la gira. Pero la vida no es barata, dosexmujeres, unaasistente,pago misimpues-tos. Alquilo, no poseo. Tengo que ganar di-nero, dice un autor que hace un momentorecordaba que era un best seller. Su nicoplacer en estas giras promocionales son las

    lecturas a viva voz con lasquesuele presen-

    tar su obra, especialmente en Francia. Meencanta leer mis libros en voz alta. Soy bue-no haciendo lecturas dramticas. Conozcobien su ritmo, asegura alguien que nuncadira lo contrario. De hecho, no es de losque aguanta bien las crticas y antes de pu-blicar su manuscrito tan slo le deja leer suobra a Lisa y a su investigadora. Y en el casode Sangre vagabunda tambin se lo dej asu segunda esposa. Sabaque ste le gusta-ra.Es sufavorito. Enestosoymuyprivado ysaba que ninguna de ellas sera muy crti-ca, confiesa.

    Es irnico este momento de pudor en un

    autor que no parece tener vergenza. Al-guien que con la publicacin prevista parafinales deao de The Hilliker Cursevenderpor segunda vez su vida al mejor lector yqueacostumbra a dejar retazos de s mismoen laspginas de todas susnovelas,siemprecon algo del verdadero Ellroy en medio dela de ficcin. Es cierto que yo soy todos loshombres de Sangre vagabunda. Crec nomuy lejos de aqu, en este barrio por dondeCrutchfield merodea. Y tengo en m muchasde las tormentas que Dwight lleva en suinterior, un tipo de derechas que se enamo-ra de una mujer de izquierdas. Eso por nohablar de ese sentido del humor ms biencrudo que tienen, sopesa en voz alta aun-que con la mente en su libro. De cabezaencuentra la pgina que busca. Creo que

    es la 325 o as, cuando Joan le pregunta aDwight: qu es lo que quieres?. Y l res-ponde: quiero caer y que ests ah pararecogerme. Es lo que siempre he querido.Elsilencio sehaceespeso a pesar dela ince-sante msica que baa el caf. Tras unapausa dramtica Ellroy me explicaque nadams publicar Sangre vagabunda le enviuna copia dedicada a su musa, a esa diosapelirroja que fue el motor del libro. No lecontest. No quiere volver a verme. Meport maly querarendirleun ltimohome-naje. Quise escribir una historia romntica.Histrica,con sexo, revolucin, poltica y degranalcance y eso eslo que hice.Un trabajoal que le siguen mis memorias, en las queexplico cmo escrib este libro. Y de estaforma quiero dejar atrs este captulo de mivida, resume.

    Y ahora, qu?Algo completamente dife-rente de lo que ya tengo las bases pero queno te voy a contar, dice con mirada desdico. Con lo que le gusta hablar es inca-paz de callarse. Al menos a la hora de enu-merar lo que no ser su nueva obra. Tengomuchos lectores y seran todava ms nume-

    rosos si escribiera otro tipo de libros que nopienso. Empec escribiendo novelas policia-cas ms modestas a las que con los aosaad esalatitud histricaque tanto me gus-ta. picos histricosque tambin fueron po-liciacos. Me gustan los grandes libros y esoes lo que quiero escribir, obras bien pensa-dasde lasqueme sientaorgulloso. Noquie-ro ser de los que escriben libros cada vezms finos y cada vez ms rpidos. No tie-nes la sensacin de que Philip Roth saca unlibro cada ao? No quiero hacer eso. Tengoque responder ante Dios, ante la gente queamo y ante mis lectores. Tengo una moral

    demasiado grande y si eso significa menoslibros y menos dinero, as sea. Y al que nole guste,qu se joda!, remata. Sangre vaga-bunda no slo pone fin a la Triloga Ameri-cana. Tambin pondr fin a su bibliografasi la ordenas de forma cronolgica. Ellroyse sincera sobre sus proyectos y aseguraque en sus prximos libros no piensa pa-sar de 1972. Al contrario, lo que quiereescribir es un libro que preceda el LAQuartet. Tal es su amor por esta ciudadde ngeles que quiere volver a ella? Es mihogar. Es mi casa. Me gusta. Es la ciudad ala quepertenezco. Porahoraal menospor-que estoy pensando mudarme a la costaeste estadounidense, dice una vez mslleno de contradicciones.

    Como si se fuera a mudar en ese mismo

    momento se pone en pie. Est listo paramarcharse. A Europa a vender su nuevo li-bro, a la otra costa de Estados Unidos paracomenzar una nueva vida junto a ErikaSchickel y las dos hijas de la escritora. O atrabajar en su prxima novela. Le han dadocuerda y sale espantado detenindose unsegundo para hablar de esa otra carrera su-

    ya como guionista. Se nota que no le gustael tema lo mismo que no le gusta el cine.Lo hago porque me pagan. Y bueno, medivierte el trabajo, dice sin disimular unasonrisa al hablarde esos guiones queprepa-ra para Hollywoodcuando setome un respi-ro de sus novelas. Y las adaptaciones de sutrabajo? Est satisfecho? Al fin y al cabo, laadaptacina la pantalla de L. A. confidentialle dio un nuevo nmero de lectores de esosque ansa tanto. Fueuna pelculamaravillo-sa, pero me proporcion una dcima partedel nmero de nuevos lectores que me co-nocieron con La dalia negra. En cualquiercaso, ambas pelculas fueron maravillosasporqueme dierondineropor nada,rematacon una ltima sonrisa de gato de Chesire.Sale disparado hacia la camarera. Piensa

    seguir el ltimo consejo de su padre? No,slo quiere estar seguro de que me pase lacuenta.

    Sangre vagabunda. James Ellroy. Traduccin de

    Montserrat Gurgu y Hernn Sabat. Ediciones B.

    Barcelona, 2010. 944 pginas. 25 euros. www.face-

    book.com/pages/James-Ellroy/.

    Viene de la pgina 4

    + .com

    Vista de Hollywood Boulevard de madrugada, en una imagen captada en 1988. Foto: Jim Goldberg / Magnum

    A muchos no les gustaque diga que me lo inventotodo. Que este libro notiene nada que ver conBush, Obama o Irak

    Tengo una moraldemasiado grandey si eso significamenos libros y menosdinero, as sea

    EN PORTADA / Entrevista

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    C

    UANDO YO llegu a estudiar a Ma-

    drid, en el enero sombro de1974, Engels, Lenin y Mao Ze-dong ocupaban los escaparates

    de todas las libreras. Franco estaba vivo ydecrpito con algunas penas de muertetodava por firmar, y a los sindicalistas y alos estudiantes rebeldes la Brigada PolticoSocialles hacanorinar sangreen lascomi-saras, pero el panorama editorial, por

    sas singularidades de una poca que sloquedan en el recuerdo de quienes las hanvivido, estaba dominado por un aluvin

    e libros revolucionarios, con los retratosbarbudos de Marx y Engels en las porta-

    as, con obreros soviticos y guardias ro-os chinos, con el rictus asitico de la carae Lenin y la carota pepona de Mao que

    pareca el ms coolde todos, igual que loms moderno pareca ser apuntarse a al-

    n partido comunista prochino. El Parti-o Comunista de toda la vida, el Partido,in necesidad de aadiduras, ya tena algoe anticuado para las antenas sutiles delsnobismo universitario. Mao Tse Tung,omo decamos entonces, era tan moder-

    no que un libro suyo titulado Cuatro tesisilosficas lo public en espaol el que yantonces era el ms moderno de los edito-es, Jorge Herralde, que se las arregl para

    hacer con ellos su acumulacin primitivae capital, por decirlo con el lenguaje de lapoca. Nosotros tenamos un dictador de

    mano temblona y vocecilla aflautada queezaba el rosario todas las tardes junto au seora en una mesa camilla del palacioel Pardo. Mucho ms admirable nospare-a a muchos jvenes antifranquistas elistinguido Mao, que viva en la Ciudad

    Prohibida de Pekn otro nombrede po-a y escriba tratados filosficos y breves

    poemas de exotismo entre oriental y revo-lucionario, y era autor adems de aquelpequeo Libro Rojo de mximas antiimpe-

    ialistas que algunos llevaban como unbreviario en los bolsillos de las trencas sa-

    ndolo a veces con reverencia para reci-tar una muestra destilada de sabidura:Los imperialistas son tigres de papel.

    Noshacamos clientes precocesde Ana-rama comprando las Cuatro tesis filosfi-as, pero en cuanto empezbamos a leerlo

    se nos pona una nube en el cerebro, co-

    mo con tantas lecturas obligatorias de en-tonces. Quin tena la constancia necesa-ria para abrirse paso en las espesuras defilosofismo germnico del Anti-Dhring,de Engels, o de aquel tomazo de grosor yttulo pavorosos, Materialismo y empirio-criticismo, de V. I. Lenin? Y, ya puestos,qusignificaba esa palabra, empiriocriticis-mo, queyo no he vueltoa verescrita desdeentonces?

    Unos meses despus una bandera rojaonde sobrelos tejados de Madrid por pri-mera vez desde 1939. La Espaa de Francohaba reconocido a la Repblica PopularChina, y la primera embajada se haba ins-talado en unos salones muy burgueses delhotel Palace, que un amigo mo maostame llev a visitar una tarde de mayo. Unosdiplomticos chinos en mangas de camisa

    nos recibieron con copiosas inclinacionesy nos llenaron las manos de folletos enespaol, consagrados a celebrar la Revolu-cin Cultural y a denostar agotadoramen-te a los socialimperialistas y socialfascistassoviticos. Si al salir del Palace la policanos hubiera registrado habran podido lle-varnos detenidos por posesin de propa-ganda subversiva: hoces y martillos, estre-llas rojas, jvenes guardias rojos con susuniformes verdes, sus bayonetas caladas ysus esplndidas sonrisas, masas aclaman-do al presidente Mao, millares de cabezasgritando al unsono y de manos agitandoel pequeoLibro Rojo. En su fervor proseli-tista, y vindome flaquear en mi propen-sin comodona al revisionismo, mi amigome prest un libro que segn l tena elmrito de la objetividad, al haber sido

    escrito por un periodistaburgus.Se trata-ba, no se me olvida, de China, una revolu-cin en pie, publicado por Destino y escri-to por Baltasar Porcel, que manifestabapor Mao una devocin como la que tuvoaos ms tarde por otro Gran Timonelca-taln de proporciones ms modestas. Por-cel haba viajado extensamente por Chinaen aquellos aos de la Revolucin Culturalcon la misma fascinacin, y aproximada-mente con la misma perspicacia, con queviajaban Bernard Shaw y H. G. Wells por laUcrania de las grandes hambres y mortan-

    dades campesinas de los primeros aos

    treinta. China era un paraso inmenso deausteridad y justicia. Mao era un lder ilus-tradoy benvolo quedistraa el poco tiem-po que le dejaba el Gobierno componien-do poemas caligrficos.

    Mientras lo ms pijo del mundo univer-sitario de Occidente se afiliaba a la modaprochina, en el mundo real millones devidaseran arruinadas, se demolan tesorosdel pasado y se quemaban bibliotecas, seescarneca y se torturaba y se asesinaba aquienes no eran del agrado de los guardiasrojos, todo ello en virtud de un manda-miento nihilista del viejo dictador, al quehaban enloquecido demasiados aos depoder absoluto hasta un extremo que po-co a poco se ha ido filtrando a los relatosde los historiadores. Mao era uno de esosviejos terribles que alientan un fanatismo

    de destruccin quepara ellos es unarevan-cha contra su mortalidad. Si ellos van aacabarse es inaceptable que el mundo nose hunda con ellos: lanzan a la barbarie y ala muerte a sus seguidores ms jvenespara vengarse de su juventudintoxicndo-la de sacrificio. Para justificar la abolicinde los rastros del pasado alegaba potica-mente que una hoja recin impresa depapel en blanco no tiene imperfeccionesy por eso las ms hermosas palabras pue-den escribirse sobre ella. Por las noches lellevaban a la cama a mujeres cada vezms jvenes para las que era un honorrecibir de l una enfermedad venrea. Susasistentes anotaban con reverencia en losregistros de palacio sus horas diarias desueo y la frecuencia y calidad de sus mo-

    vimientos de vientre. Larga vida al presi-

    dente Mao.El Archivo Municipal de Beijing, cuentaTheNew YorkTimes, acaba dehacerpbli-cos 16 volmenes de documentos sobrelos aos de la Revolucin Cultural, y aun-que estn muy censurados dan una ideade lo que suceda enChina almismo tiem-po que nosotros fantasebamos sobreaquel presunto paraso terrenal. A los ni-os los adiestraban para denunciar a lospadres como contrarrevolucionarios. Elpensamiento de Mao era la gua infali-ble para resolverlo todo, la delincuenciajuvenil, los atascos de trfico, la qumicaen la agricultura, la venta ilegal de picho-nes. En unaclase de matemticaslos estu-diantes tenan que cantar dos cancionesrevolucionarias y estudiar y discutir al me-nos seis citas de Mao antes de pasar a los

    nmeros. Comits especiales se creaban afin de garantizar cada ao la produccinde las 13.000 toneladas de plstico necesa-rias para las tapas de todos los millones deejemplares del Libro Rojo que se publica-ban. En una reunin del Partido se fuerzaa un militante a hacer autocrtica por ha-ber manifestado inclinaciones pequeo-burguesas al cuidar en una pecera unadocena de peces de colores. El camaradacriticado acta en consecuencia y entierravivos a sus doce peces. A un maestro deorigen burgus,para reeducarlo, sus alum-nos lo fuerzan a ponerse a cuatro patas yarrancar las malas hierbas de un campode cultivo. Y nosotros, mientras tanto, enEuropa, leyendo con beata reverencia lasmximas del presidente Mao.

    Larga vida al presidente MaoPor Antonio Muoz Molina

    Pekn, 12 de septiembre de 1976: ciudadanos chinos pasan ante el cadver de Mao (1893-1976), fallecido tres das antes. Foto: France Presse (Xinhua)

    IDA Y VUELTA

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    Con la congoja

    de la pasada tormentaHoracio Castellanos MoyaTusquets. Barcelona, 2009309 pginas. 18 euros

    Por Fernando Castanedo

    AUNQUE L NO LOS HAYA reunido con estepropsito, los 22 cuentos de Con la congo-a de la pasada tormenta, del escritor sal-

    vadoreo Horacio Castellanos Moya (Te-gucigalpa, 1957), podran servir a quienno conociera el resto de su obra literaria

    como introduccin a los personajes y los

    asuntos que la pueblan. Aqu se encuen-tran militares y periodistas, profesores ycamareros, fotgrafos y putas, revolucio-narios y ex reclusos, adems de un sinfnde secundarios que con un simple trazoadquieren vida inmediata (en esto Caste-llanos es cervantino). En cuanto a losasuntos, son sobre todo uno: el amor, pe-ro no el celeste sino ese otro amor urgenteque es la pasin por poseer, ya sea sedu-ciendo, engaando o creyendo engaar,pagando o creyendo comprar. De hecho,algunos relatos encajaran bien en una re-vista con cuerpos desnudos si no fuera

    porque aqu la calidad literaria, ese estilode microcirujano sensual, es tan trridacomo el contenido. Y tambin porque enellosaparecen algunos personajes comple-

    jos, hombres inseguros y ansiosos, enfe-brecidos por la testosterona que se eroti-

    zan con fantasas sobre lo que hacen losdems en la cama. Asimismo ocupan unlugar de honor el alcohol sobre todo lacerveza y el whisky, los lugares pblicosen donde se consume y los dipsmanosen general. Y, por fin, el ltimo de la ternaes la guerra, que todo lo condiciona, lomanipula y lo trastoca para que los perso-najes caminen por la senda del exilio o delembrutecimiento. Los tres asuntos, sinembargo, se tratan con fortuna desigual ydan lugar a cuentos dispares, algo normalteniendo en cuenta que se trata de relatosescritos a lo largo de 20 aos. Hay que

    destacar dos de las historias, Variacionessobre el asesinato de Francisco Olmedo yCon la congoja de la pasada tormenta,que en realidad son novelas cortas. La pri-mera relata el viaje al pasado de un hom-breque busca la verdadsobrela muerte de

    su amigo de pandilla, o eso cree, y quefabula esa bsqueda con xito hasta dejaral lector convencido de todas sus incerti-dumbres. La segunda lleva por ttulo unacita tomadadel Quijote, cuandoel caballe-ro se encuentra en la venta, de nuevolugarde putas, bebedores y trifulcas. Aqu el na-rrador es un camarero que se ve involucra-do en unapesadilla a manos de seoritosdetodos los pelajes, tambin a propsito de lainvestigacin de una muerte. Ambos rela-tos rozan la perfeccin y vienen a demos-trar que Castellanos domina ese ritmo na-da fcil que exige el medio fondo.

    Vidas rotasHistoria de los hombres, mujeres ynios vctimas de ETARogelio Alonso, Florencio Domnguezy Marcos Garca ReyPrlogo de Fernando Garca de CortzarEspasa. Madrid, 20101.310 pginas. 30 euros

    Por Antonio Elorza

    EXISTE UNA abundante bibliografa acercade la historia de ETA, pero hasta ahorafaltaba un libro en el que la historia detodas y cada una de sus vctimas morta-les fuera reconstruida siguiendo el hilode los atentados. En un libro sobrecoge-dor, Vidas rotas, tres especialistas en el

    anlisis del terrorismo nacionalista hanconseguido efectuar esa necesaria re-construccin histrica. Rogelio Alonso,Florencio Domnguez y Marcos GarcaRey atienden con un encomiable nivelde profesionalidad a la exigencia formu-lada por el hijo de una de las vctimas, elpoltico socialista Fernando Mgica Her-zog: Se tiene que saber quines son lasvctimas, sus nombres y apellidos, su his-toria annima de persecucin, de humi-llacin y de ofensa. Y quines son losvictimarios, que tienen tambin su nom-bre y apellidos, por qu estn en l a crcely qu es lo que hiciero n. Hay que saberquin muri y quin mat.

    Vidas rotases una rigurosa crnica decrmenes polticos, pero tambin un in-centivo para preguntarse cmo es posi-

    ble que en una sociedad, especialmentecuando acaba el franquismo y llega lademocracia, y con especial intensidad

    justo entonces, se multiplicasen esos pa-triotas de la muerte, por usar el trminode Fernando Reinares, los cuales con to-da frialdad asesinaron uno tras otro acientos de ciudadanos que en la mayorade los casos no podan tener responsabi-lidad personal alguna en la supuestaopresin sufrida por Euskadi. Hubo arre-pentimientos, incluso pagados con la vi-da como el de Yoyes, pero en generaltropezamos con creyentes empapadosen una religin del odio, algo que hanvivido en sus hogares o en los crculos desocializacin como adolescentes. Habi-da cuenta del tipo de reaccin comple-mentaria de tantos nacionalistas ajenosa ETA ejemplo la actitud de los miem-bros de PNV y de EA en Andoain conocasin del asesinato de Pagaza, resul-ta lcito apuntar al efecto perverso deuna mentalidad forjada en el tipo de na-cionalismo totalitario de Sabino Arana,creador de una autntica identidad asesi-na. No es posible de otro modo explicarla conversin de tantos jvenes, inicial-

    mente de existencia normal, en crimina-les sanguinarios legitimados por la bs-queda de un objetivo poltico que nuncaha sido ni ser real. Tal y como resume elautor del prlogo, Fernando Garca deCortzar, aqu se ha matado por un con-cepto aberrante de patria.

    Cuando el asesinato tuvo especial rele-vancia ante la opinin pblica o se en-cuentra disponible informacin adicio-nal acerca de lo sucedido a los familiares,o de sus juicios sobre los sucesivos ca-sos, el relato efecta una oportuna deten-cin, casi siempre esclarecedora al darcuenta pormenorizada de los terriblesefectos del crimen. Ello es siempre tam-bin motivo de desolacin para el lectorque tenga un mnimo de sensibilidad.Despus de cada episodio, uno siente el

    deseo de ir a ver, a hablar, a abrazar aesos supervivientes, en ocasiones mutila-dos, tantas otras veces afectados psicol-gicamente para siempre por el impactodel momento crtico en que recibieron lanoticia, contemplaron el cadver de lavctima o vivieron en primera persona deun modo u otro el atentado.

    Conviene destacar que a pesar de lodelicado del tema, Alonso, Domnguez yGarca Rey no cierran los ojos ante lasactitudes contradictorias. Ah est la rese-

    a del homenaje a Ernest Lluch, con lareproduccin de las famosas palabras deuna conocida periodista, alusivas a queLluch hubiera dialogado con los etarrasincluso en el instante de ser asesinado.Despropsito explicable por el dramatis-mo de la situacin, pero que es redu cidoa su significado preciso por los datosofrecidos en el libro de Edurne Uriarteacerca de la forma en que sus asesinosarrastraron al ex ministro por el garajehasta llegar a un punto en que las balasno rebotaran contra ellos. Los killersdeETA no concedan espacio para el di-logo.

    La lectura de esa riada interminable

    de tragedias personales y familiares, ysobre todo el inters que revisten anota-ciones como la citada, llevan a pensarque en el libro se da la ausencia de uncomponente que habra resultado im-prescindible para situar esos crmenesen su tiempo real, en el marco de laopinin pblica y de las circunstanciaspolticas cambiantes. Alguna vez hay in-formaciones de este gnero, siempre va-liosas, que subrayan la importancia deconocer cmo reaccionaron los partidospolticos y las organizaciones sociales alos sucesivos crmenes. De ese modo hu-biera sido posible establecer un balancede conjunto, as como reconstruir las pro-bables lneas de continuidad o cambio,especialmente importantes por lo que to-ca al Gobierno Vasco y al PNV. Al nohaber sido cubierto este vaco, queda enla sombra el principal interlocutor insti-

    tucional de las vctimas, el nacionalismodemocrtico, a quien muchos reprocha-mos haber elaborado un discurso ambi-valente respecto del terror, con el recha-zo formal de ETA siempre acompaadoa continuacin de la justificacin indi-recta del conflicto. Slo mediante esainclusin los lectores llegaran a enten-der las causas del inhumano aislamientoa que fueron sometidos tantos allegadosde las vctimas en los pueblos vascos ynavarros. Es preciso ir, pues, a las r aces,porque segn adverta Heine, citado porPrimo Levi, la violencia es una semillaque no muere.

    De amor, alcohol y guerra

    Lea las pginas dedicadas a ErnestLluch en Vidas rotas, de Rogelio Alonso,FlorencioDomnguezy Marcos Garca Rey.

    Concentracin en la Universidad Autnoma en protesta por el asesinato de Toms y Valiente. Foto: Cristbal Manuel

    + .com

    La estela del terrorVidas rotas narra la historia de las vctimas de ETA. Es unarigurosa crnica de crmenes polticos, pero tambin unincentivo para preguntarse cmo es posible que terminadoel franquismo se multiplicasen los patriotas de la muerte

    EL LIBRO DE LA SEMANA

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    Por Amelia Castilla

    JAIME BAYLY (Lima, 1965) vive entre loshoteles y los aeropuertos. Todos losfines de semana vuela de Bogot a Li-ma, donde presenta El francotirador,

    un programa de entrevistas, por el que pa-san seoras que viven de ensear las pier-nas, roqueros o polticos. Grabo el domin-go, veo a mis hijas y me gano un dinerillo,cuenta el escritor en conversacin telefni-ca. Se ha acostumbrado a esa rutina viajera.Lo ha hecho durante aos. Escribo muchoen los aeropuertos, cuando hay un vuelodemorado, y trabajo en los aviones, lo queparecera un tiempo perdido, para m estil. Hasta julio del pasado ao su vida eraan mscomplicada,el vuelosemanal trans-curra entre Lima y Miami (casi cinco horasde avin), pero aquello acab cuando cum-pli el contrato. El dueo y la gerente de lacadena, cubanos ambos, no vean bien quetuviera libertad de expresin. En muchoscanales se han acostumbrado a que los pe-riodistas sean tteres que leen el tele-promter,aade.As que acept la oferta dela cadena colombiana RCN, que emite 24horas y en la que comenta a lo largo de lasemana los hechos ms pintorescos y lasdeclaraciones ms cantinflescas: No tratode ser neutral, tomo partido y digo ciertascosas destempladas, algo a medio caminoentre el periodismo y el humor.

    Desde la habitacin del hotel donde sealoja en Bogot, un Bayly recinamanecidohabla sobre su nueva obra, El cojo y el loco(Alfaguara), en la que narra la vida de dospersonajes patibularios que nacieron jodi-dos porque sus padres no los queran, unoms de esos casos en los que la falta decario genera monstruos afectivos. En lanovela no hay nada parecido al amor, essrdida, violenta, decadente y, al final delcuento,se tratade unaobrasobre dos vidastrgicas y jodidas por la imbecilidad de susprogenitores. El cojo y el loco no tiene mu-cho que ver con el resto de su narrativa. Adiferencia de otras novelas, basadas en supropia biografa o en las que ha recreadociertas experiencias en las que siempre hayun personaje que parece ser su lter ego,Bayly no se encuentra entre sus pginas ni

    los protagonistas son reales. Uno siempreva robando pedazos de informacin de larealidad para luego armar el rompecabe-zas,perohe de reconocer que slouna ideailumin esta novela: conoca a un tartamu-do que pareca loco pero que, en realidad,estaba ms cuerdo que todos nosotros; co-mo nadie lo entenda, decidi que no que-ra ser l y quem todos los papeles quepudieran demostrar quin era y desapare-ci. Esa imagen me result fascinante y apartir de ah empec a desarrollar la histo-ria.

    En las primeras pginas de la novela seanuncia una declaracin de principios: Elcojo lleg a Londrescon una leccinapren-dida y bien aprendida: el mundo se dividaentre quienes rompan el culo y quienestenan el culo roto. Naturalmente, el autor

    suscribe esadivisin maniquea y escatolgi-ca de su personaje. Gabo alguna vez dijoque el mundose dividaentre los quecaganbieny caganmal,y yopens enuna reinter-pretacin de esa frase, dice. Sent que erauna novela que tena que escribirse as, conesa procacidad y con ese nivel de violenciaverbal, porque todo es brutal en la historia,el abuso del que ellos son vctimasde nios

    y las venganzasque se cobran; no sera vero-smil que hablaran como dandis.

    La sordidez que desprenden las pginasse ha buscadoa conciencia, desde la seora

    que quiere atender a un herido y, a la pre-gunta de si necesita algo, ste le responde:S, por favor, si no le molesta, necesito queme la chupe, hasta prrafos como el si-guiente: El cura del pueblo era un astromamndola de rodillas y en misa de seis,cuando el cojo irrumpe con la moto en lacapilla, el sacerdoteque oficiapierde la con-centracin y la entrega al altsimo porqueno pudo evitar que sus ojos se posaran so-bre ese machazo musculoso que entraba

    en la iglesia con dos pistolas y un buen parde cojones.

    Como en la mayor parte de su narrativa,elblanco desus crticassigue siendola socie-dad limea: clasista, intolerante y catlica.No lo puedo evitar! Sigo pensandoque mu-cha de la gente ms poderosa es infinita-mente estpida para tratara losms dbileso a los que son diferentes. Esto lo he vistomucho en mi familia y en otras encopetadasde Lima donde todo tiene que ser muy per-fecto, muy casto y pudoroso, y si te sale unhijo marica o cojo, entonces lo escondes enel cuartode servicio.Eso no resultainveros-mil en la Lima de los cincuenta, que es laque recreo en la novela, pero tampoco en lade ahora. No asocio la ciudad con la felici-dad, en mi literatura Lima siempre me est

    vomitando personajes desdichados.Hace 15 aos, cuandoaterrizen Madrid

    para presentar No se lo digas a nadie, suprimera novela, con laque se gan una me-recida fama de transgresor, se quejaba por-que en las calles de Miraflores le llamabanJoaqun, como el protagonista de la obra, amodo de insulto. Pero algo ha cambiado.Ahora los limeos son ms tolerantes conlas minoras sexuales y, en mi caso, la gentese muestra ms cariosa, aunque en ciertaprensa sensacionalista s es normal que ha-gan escarnio y ridiculicen al gay. En esto los

    jvenes vienen sin esa carga venenosa delprejuicio. No se lo digas a nadiefue muchoms que un xito literario: Me cambi lavida, porque supuso una salida del armario,literariamente y personalmente. Con esaobra me atrev a ser un escritor y hubo mu-chas, muchas presiones para que no se pu-blicara y,de verdad, cuandola leo ahora meavergenzo un poco de escenas sexualmen-te muy explcitas, pero sa era la novela que

    yo tena que escribir en ese momento y el

    mrito esquefui fiela mis demoniosy a misobsesiones. Bayly ha mejorado tambin surelacin con los amigos. No con los que sesintieron traicionados por lo que cont so-bresu homosexualidad y su relacin con las

    drogas. La gente a veces lee cosas que nisiquiera has escrito. Todo se confunde, seentremezclay se vuelve borroso, pero confie-so que, a veces, ya no s qu es lo que hecontado o silo escrito ocurrio melo inven-t, aade.

    Tambin ha normalizado su relacin fa-miliar. Han asumido que es un destroyer yhan aceptado la polvareda que levantan susnovelas. l se las enva dedicadas y ellosguardan silencio: Mi madre ha tenido elbuentinode no decirme una palabra. No seha hablado del tema ni con ninguno de mis

    hermanos ni con mis hijas, aade. Sin em-bargo, la tranquilidad se quebr hace unmes cuando se anunci la muerte del escri-tor. Un hacker, que haba usurpado el logode CNN,anunciaba su fallecimiento en Ma-drid, atropellado por un coche. Sucedi en-tre las 10.00 y las 13.00, hora de Bogot,momento sueo de Bayly. Cuando la noti-ciaes mala la gente siempre llama para con-tarla y la mala suerte fue que no pudieroncomunicar conmigo,lo quesupuso una con-mocinen mifamilia,la mamde mis hijas,mi mam, todas llorando. Lo curioso del

    caso fue tanto que le dieran por muerto co-mo la reaccin de su madre: La he notadomuy tranquila, me ha dicho que si sa es lavoluntad de Dios, ya estars en el cielo con-versando con tu papi, le coment despusSandra,su ex mujer, cuando pudo aclarar elmalentendido.

    Bayly baraja ahora la posibilidad de pre-sentarse a las elecciones de Per, en abril de2011. En diciembre tendra que inscribirse.Tomar la decisin en base a lo que medigan mishijas, el resultadode lasencuestas

    y si el partido poltico que de momento meofrece la inscripcin (Cambio Radical) co-

    mo candidato me sigue respaldando. Nocree que tenga posibilidades de ganar pero,al menos, har ruido. Por si acaso ya tieneprograma y lo recita de corrido: Voy a de-fender libremente mis ideas, no me voy aconvertir en heterosexual. Tejiendo la ideade que el Estado debe ser laico, la Iglesiacatlica en Per recibe millones de dlaresdel Estado, estoy en contra de eso; defiendoque las mujeres adultas decidan si quierenser madres o abortar, que las minorassexuales tenganderecho a casarse y hay queeliminar el Ejrcito, la marina y la aviacin,como hizo Costa Rica. Se gastan millonespara prevenir una guerra que nunca se va aproducir, es una estupidez y una inmorali-dad entrenar a 100.000 personas y pagarlesun sueldopara unaguerraimaginariacuan-

    do esa plata haba que gastarla en los niospobres de Per que no tienen ningn acce-so a la educacin. sa es la injusticia msgrande de Per.

    El cojo y el loco. Jaime Bayly. Alfaguara. Madrid,

    2010. 152 pginas. 17 euros.

    Jaime BaylyLima siempre me est vomitandopersonajes desdichadosEntre el periodismo y la literatura, Jaime Bayly publica El cojo y el loco, la historia de dos

    personajes marcados por el desamor, un delirio de violencia y un humor esperpntico

    Lea el primer captulo de El cojo yel loco, la nueva novela del peruanoJaime Bayly.

    + .com

    Un tartamudo que pareca loco pero que, en realidad, estaba ms cuerdo que todos nosotros inspir a Jaime Bayly su ltima novela. Foto: Quim Llenas / Cover / Getty Images

    La novela es srdida,violenta, decadente y, alfinal del cuento, se tratade una obra sobre dosvidas trgicas y jodidas

    LIBROS / Entrevista

    EL PAS BABELIA 06.02.10 9

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    La brjula de NoAnne TylerTraduccin de Gemma RoviraMondadori. Barcelona, 2010256 pginas. 22,90 euros

    Por Javier Aparicio Maydeu

    NARRATIVA. LA TYLER, qumicamente pu-ra: una prosa liviana en la que cadapalabra ha sido medida como en unjuego de Scrabb le, una familia en el cen-tro del mundo, y el socrtico y cndidoabuelo Liam Mr. Magoo Pennywise, elpatriarca, en el centro de la familia (uncentro sumamente lateral, en realidad),regulando con escepticismo y desapegoel trfico emocional entre el matriarca-do de sus tres hijas, su ex mujer Barbaray su hermana y sus nietos, y haciendoque el lector sonra con los serios con-flictos generacionales, planteados conel costumbrismo irnico de soap-operade Nora Ephron y la mordacidad brillan-te y el alcance de los Coen. Como otros

    entraables antihroes de clase mediaque Tyler, la autora de esa novela es-plndida que es Reunin en el restauran-te de la nostalgia (1983), finalista delPulitzer y del PEN-Faulkner, maneja co-mo un experto titiritero, aquel JeremyPauling de Navegacin celestial o Ma-con Leary, de El turista accidental(1985), el estereotipado y sexagenarioLiam, solitario y derrotado (no soy es-pecialmente infeliz, pero tampoco veomotivo alguno por el que seguir vivien-do), lidera el castingde un nuevo melo-drama para todos los pblicos. Lo tienetodo: viudedad, divorcio, prdida delpuesto de trabajo, falta de amigos, me-diocridad profesional, nulo afn consu-

    mista y una cuenta corriente en ambossentidos de la palabra. O sea, no tienenada. Si acaso los libros de filosofaque ha salvado de la quema de su carre-ra de profesor de escuela y el deseo derecordar su vida entera, parece quetruncado por una amnesia parcial porla que acabar obsesionndose y que leprodujo la agresin sufrida en su nue-vo apartamento de jubilado forzoso,

    onde ha querido retirarse para sabo-ear la etapa de recapitulacin en quee sentara por fin en su mecedora yeflexionara sobre el porqu de las co-

    sas, y desde el que podra recuperar elsentido de su rutinaria vida y recobrarla memoria perdida de algunos pasajesde su vida, junto a la joven Eunice,asistente-para-temas-de-recuerdos-fa-llidos del Sr. Ishmael Cope, un magna-te inmobiliario enfermo de Alzheimer,dispuesto como estaba Liam a cambiarsu introvertido senequismo y su retrai-miento (cmo poda haber acabadotan solo?) por un moderado optimis-mo, el que Eunice podra haberle dadosirvindole tambin a l de recordado-ra de su propia vida y el que Liam po-dra conseguir alcanzando a olvidaraquella parte de su biografa que nodesea recordar. Conforme avanza el ca-mino de Liam y de su persecucin de lamemoria y del sentido de su vida, Tylerdeja caer piedrecitas de Pulgarcito enel camino, una burla de la carsima me-dicina privada en EE UU aqu, una crti-ca del consumismo feroz all (Kittysac un ordenador plano, un bonitoiPod y un telfono mvil del tamao deuna chocolatina), un reproche al me-

    nosprecio de los urbani-tas contemporneos porla tercera edad o, msall, la denuncia de la in-comunicacin humana(esperando el alta en elhospital el protagonista ysu ex mujer, Brbara sa-c un crucigrama y Liamse tumb en la cama mi-rando el techo) o el cre-ciente fanatismo religio-so, como el que exhibeLouise, una de las hijas deLiam, piedrecitas con lasque el lector tropieza conirritacin en la vida realpero con considerable pla-cer en la novela, el mismo

    placer con el quecoleccio-na las constantes mues-tras de fino humor o lasdelicadas epifanas que lavida cotidiana brinda, re-cordaba haber ido a bus-car a Millie y a Xanthe,recin nacida, al hospital,y haberse asombrado deque hubieran entradoellos dos y de que salierantres.

    As como Joyce CarolOates o Lorrie Moore eli-gen siempre la cara ocul-ta de la luna cotidiana,Tyler prefiere la visible, lams prxima al lector.Juega luego a sacarle pun-ta con el afilalpices emo-

    cional que mejor domina, el estilo indi-recto libre (nos dicen qu piensa Liam,Liam nos dice qu piensa), con impeca-bles dilogos en forma de divn en elque Liam y su familia se confiesan y seretratan ante un psicoanalista imagina-rio en forma de lector de Anne Tyler,y con altas dosis de sutileza en el des-pliegue de sus criaturas por el texto deLa brjula de No. Los dilemas moralesy dramas dom sticos de la novela, ence-rrados en el frasco de la vida diaria jun-to a su estoicismo socarrn, se ganan lacomplicidad del lector, con la excep-cin de unos pocos pasajes algo invero-smiles, como la conversacin del prota-gonista con la un tanto estrambtica

    seora Bootsie Twill, la mam de suagresor, desde el mismsimo instanteen que el bueno de Liam sale a la esce-na de su propio cuento de hadas otoaly comienza la parbola del otoo delpatriarca, que piensa que cuanto me-nos se desea, ms cerca se est de losdioses. Un sitio decente donde vivir.Un libro que leer. Un pollo en el hor-no. Y queda reconfortado, slo a ex-pensas de la nostalgia que trae consigola proximidad de la senectud y el recuer-do del tiempo perdido. A su edad, tenermemoria ya es ms que suficiente.

    El libro de los destinosAnne WiazemskiTraduccin de Ana HerreraMiscelnea. Madrid, 2009190 pginas. 17 euros

    NARRATIVA. ANTES DE dedicarse a la literatu-ra, Anne Wiazemski llev a cabo una largacarrera de actriz guiada por directores co-mo Bresson, Godard y Pasolini.En Teoremaes la hija de la familia abducida por el ngeldel Desorden y elDeseo, y enAl azar, Balta-sares la muchacha llamada Marie. Graciasa Godard, conel que secascuandoel direc-tor pasaba por su poca ms maosta, seconvirti en un dolo al que se le rendaculto sobre todo en la filmoteca de Pars,donde proyectaban con frecuencia filmes

    como La Chinoiseo Vlademir. Es importan-te recordarlo porqueen su novelaEl libro delos destinostraza sobre la Rusia prerrevolu-cionaria una mirada ajena a cualquier for-ma de izquierdismo. Y es que el retrato quehace de la nobleza terrateniente de 1916,amante de la msica clsica, la novela fran-cesa y la poesa, es ms que benigno y estlleno de lirismo y de nostalgia cierta, encambiola gleba, el pueblo, la masaapa-recen dibujados en tonos claroscuros y si-niestros, en las antpodas del maosmo queencarn junto a Godard treinta aos atrs.Se trata de un ajuste de cuentas consigomisma?Se trata de una reinterpretacin dela historia de su propia familia rusa conde-nada en su momento a la muerte y a laemigracin? La novela acaba conmoviendo,si bien es casi imposible evitar, mientras

    uno la lee, la larga sombra de Doctor Zhiva-go, que trata el mismo tema, aunque deformams lineal y dostoievskiana.Concebi-da como un relato de doble dimensin, conuna narradora en primera persona y un na-rrador remoto que ha escrito un diario, An-ne Wiazemski sabe dosificar muy bien laaccin en El libro de los destinos, jugandocon una ciertadiscontinuidadque beneficiala narracin y que multiplica los puntos devista de algunos momentos fundamentalesde la historia, dejndonos una imagen dul-ceamarga y trgica de los ltimos das de laaristocracia rusa. Jess Ferrero

    FamaDaniel KehlmannTraduccin de Helena Cosano

    Barcelona. Anagrama, 2009190 pginas. 15 euros

    NARRATIVA. EL PREMIO NOBEL no es garantade la relevancia universal de una obra, nilos nmeros de venta de un libro indicio desu calidad literaria. No obstante, en la libre-ra nos decidimos por la autora galardona-da,y editorialesde probado criterio literariose lanzan a la compra de derechos, si unautor aparece en la lista de The New YorkTimesde los libros ms vendidos del mun-do. Daniel Kehlmann, en 2006, conquisteste bastin hasta entonces inexpugnablepara un escritor alemn con La medicindel mundo, una novela blandengue peroentretenida y bien documentada sobre el

    encuentro de dos titanes de las ciencias,Alexander von Humboldt y Carl FriedrichGauss. Y Kehlmann, que haba dispuestodctilmente el sesudo material biogrfico,lo haba condimentado con pequeas iro-nas y consumibles alusiones literarias, seconvirti en la nueva gallina de los huevosde oro de la industria librera alemana: sloen Alemaniavendimillny medio de ejem-plares. Esta cifra, con vistas a la adquisicindel libro siguiente, para el editor constituyeun aval; no as, sin embargo, para el lector.Slo sabe que Kehlmann es un eficaz cons-tructor de tramas y posee un gran talentopara los dilogos, pero encontrar un te-ma,sabrdarlecalado? El sucesor de su bestsellermundial se titula Fama. Nueve relatosentorno al personajedel atribulado escritorde xitoconforman un conjuntosuperficial-mente ensartado con fortuitos hilos argu-mentales. Personajes acartonados gesticu-lanceremoniosos en escenarios de telenove-la;en vezdel humor irnico, campa elchistefcil; las reflexiones sobre la omnipresenciade losmedios de comunicaciny la ficciona-lidadde lavidamodernase quedanen forza-das sentencias de manual posmoderno; fra-ses hechas y adjetivos trillados anulan unasambientaciones ms que previsibles, y ade-rezan la peor escena de sexo de la literaturaalemana reciente. De vez en cuando, el na-

    rrador sale tambin un poco, se mira en elespejito de sus relatos y est encantado dehaberse conocido. Cecilia Dreymller

    Hotel BorgNicola LeccaTraduccin de Patricia OrtsPre-Textos. Valencia, 2009218 pginas. 20 euros

    NARRATIVA. EL HOTEL BORG se encuentra enel corazn de Reikiavik, sus habitacionesson hermosas y de grandes ventanas y des-de alguna de ellas se ve la plaza. El hotelBorg existe y ha dado ttulo a una novela deNicola Lecca (Cagliari, 1976), cuya obra dePergolesi, el Stabat Mater, esa msica queRousseau y Stendhal tanto amaron, recorresus pginas. En la narracin estn Alexan-der Norberg, clebre director de orquesta;RebeccaLunardi, unacantante de vozsober-bia y carcter arrogante; la voz blanca deMarcel Vanut, un nio al que sus padresniegan infancia; Hkon Ptursson, el jovenguapo, seductor e inculto que representa elazar, y Oscar, un botones en el saln de tde un hotel de Londres, que sabe escucharlamsica y tiene al StabatMaterde Pergole-siyel Capriccio de Strauss comoobras prefe-ridas.Todos ellosse acercarna Reikiavik,laciudad fra, para certificar el adis de Nor-berg a los escenarios, quien ha elegido parael concierto de despedida el Stabat Mater,porque es obra de humildad y recogimien-to. Aspues, en Hotel Borg, la msicaalum-bra el paisaje oscuro de Reikiavik, con susdas de luz incierta y su cielo veteado deaurora boreal. Fro, msica y silencio. Lanovela tiene el papel de mediador entre lacalma y el pulso acelerado de quienesleen. Trazos luminosos para alumbrar una

    historia cuyos personajesson notas de pen-tagrama convirtiendo sus percances y de-seos en meloda. Y en la novela, Reikiavik,paisaje testigo que reta y seduce a quienesllegan a la ciudad de azufre, encontrandoen el orgullo de sus habitantes, pues seniegan a vender las entradas para el con-cierto que han conseguido mediante sor-teo,la sensacinde pertenecera un univer-so extraordinario. Reikiavik convertida enescenario reivindicativo de la mirada cal-ma, donde quien lee se siente ciudadanade un tiempo lento que hace ms enrique-cedora la existencia. Mara Jos Obiol

    Los jubilados ocupan parte de la obra de Tyler. Foto: Getty Images

    Piedrecitas de placer

    LIBROS / Narrativa y poesa

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    Poemas en prosa. DedicatoriasR. M. RilkeTraduccin, introducciny notas de Antonio PauLinteo. Ourense, 2009456 pginas. 25 euros

    POESA. DEL GRAN e inagotable Rilke se pu-blican ahora sus poemas en prosa y lasdedicatorias que estamp en sus libros pa-ra algunos de sus ms fieles y fervienteslectores. Con los primeros avis, muy tem-pranamente, que la poesa es bastante msque sonoridad intraducible, como, antesque l, tambin haba advertido el mismoGoethe. Que lo dijera Rilke, un maestroabsoluto del metro y de la rima, dice mu-cho a favor de su mxima clarividencia. Enla prctica, estos poemas ciertamente des-lumbran tanto como los escritos en verso yaportan esa cadencia prosaica muy benefi-ciosa para paralizar los artificios que co-rren el riesgo de encubrir la temible vacie-dad convertida en pirueta rimada. Pero,adems de esto, la comunidad entre unospoemas y otros es grande, y su filosofaidntica, lo cual quiere decir que la clavede la poesa que importa est en el grosorde la experienciay no en el formatoexpresi-vo elegido, por ms deslumbrante que sea.Poemas en verso o en prosa, tanto da si laautenticidad est asegurada y las palabrasse cargan de lossignificados que hablandeuna experiencia verdaderamente represen-

    tativade unhombre, y solode l(y,poresomismo, de tantos y tantos hombres). Porejemplo, Rilke vivi sin cesar que las cosasno son parsitos de nuestra existencia sinoque nos acompaan con su significado se-creto, convertido en una meloda que tene-mos que saber captar si queremos ser losiniciados de la vida. El poema tituladoNotas sobre la meloda de las cosas, mo-mento cumbre de este libro, aborda estacuestin pero ya lo haban hecho antesotros muchos poemas, incluidas las genia-les Elegas de Duino. Igualmente, la bs-

    queda incesante del otro en el espacio dela palabra intercambiada es una obsesinrilkeanaque tambin iluminael citadopoe-ma. De una conversacin lograda se puedellegar a decir, si se cumplen los requisitosde la escucha atenta: Aqu hay un altar enel que arde una llama sagrada. En cuantoa las dedicatorias, cabra despachar estosescritos como composiciones de circuns-tancias pero Rilke, en vez de estamparprotocolarias misivas a sus destinatariosconocidos o no, la mayora mujeres,escriba verdaderas composiciones toca-das de esa gravedad inspirada que caracte-riza su poesa entera.En lo pequeo halla-rs un maestro / para el que nunca, en elfondo, hars lo suficiente. O bien: Heconfiado. / Quien confa, perdura.O bien:Somos algo, lo somossin saberlo, / el des-tino no es ms que lo que somos: quiere. /Despus somos nosotrosquienes lo quere-mos, / silenciosos y graves: ilimitadamen-te.Ilimitadamente Rilke, en estaocasinysiempre. ngel Ruprez

    Por la gracia de DiosJess MunrrizPoint de Lunettes. Sevilla, 200991 pginas. 12 euros

    Rojo fuego nocturnoJess MunrrizHiperin. Madrid, 2009119 pginas. 10 euros

    POESA. JESS MUNRRIZ quiz haya sido,junto a ManuelVzquezMontalbn, el poe-ta de lageneracindel 68 quese ha acerca-do con menoscomplejosa unapoesacrti-ca, diseccionadora de la memoria colectiva(y personal), mordaz e irnica a veces, tier-na, evocadora y emocionada otras. Dos li-bros, aparecidos simultneamente, confir-man esa apreciacin: Por la gracia de Dios

    y Rojo fuego nocturno. Ambos comparten,en gran medida, un teln de fondo: la me-moria del franquismo, la sombra que ladictadura proyect sobre la vida cotidiana

    de quienes, como el propio Munrriz, cre-cieron y maduraron en ella. En el primero,la memoria aparece sin filtros. La poesa esdirecta, descarnada, vecina al alegato. Setrata de poemas dedicados a Franco y a larealidad de ladictadura, que,en parte, fue-ron publicados en los albores de la transi-cin poltica (el apartado titulado Cuaren-

    tena) y en distintos libros y, en parte lamayora, se han mantenido hasta hoyinditos. Entre los inditos, conviene desta-car la presencia en el libro de textos definales de los sesenta y principios de lossetenta, que forman parte, segn confiesael propio autor, de un conjunto tituladoTransicin. Si Cuarentena es una suertede crnica poetizadade la cotidianidad na-cida en 1939 (los mitos, los smbolos, lascarencias, miserias y sevicias de un rgi-

    men mediocre y cruel), el resto delos apar-tados y poemas son instantneas que alu-den a momentos y tpicos que alimenta-ron el cemento ideolgico de la dictadura.Rojo fuego nocturno es un libro polidricoque desborda y supera el tiempo del fran-quismo y en el que la intimidad, la re-flexin sobre el hecho potico, la memoriainfantil, la experiencia viajera, la miradacrtica sobre las guerras y su irracionalidad

    y el homenaje y la evocacin a los amigosmuertos (Csar Simn, Fernando Qui-ones, Chicho S. Ferlosio, entre otros) se

    abordan conun verso directo,conversacio-nal, de palabra precisa y desadjetivada, enel que la emocin y la cordialidad tienenmucho que ver con la habilidad del poetapara lograr la interseccin entre la percep-cin ms ntima y honda y el componentehistrico, contextual, en que stase produ-ce. Manuel Rico

    La lumbre del corazn.Un elogio de la relecturaMacu de la Cruz y Manuel Lpez del CerroLa Hoja del Monte. Madrid, 2009249 pginas. 20 euros

    CONVERSACIONES. HAY MUCHAS OBRAS difcil-mente mejorables, pero que no se leenbien. Siguiendo esta premisa naci enRadio Nacional en 2007 el programa Lavuelta al mundo en 80 libros, presentadopor Macu de la Cruz y Manuel Lpez delCerro. Un espacio para comentar e inclu-so discutir sobre obras a partir de frag-mentos de stas ledos tambin en sulengua original. La Iliada en griego o lassagas vikingas en islands. En total, uncentenar de voces participaron en un pro-yecto que toma ahora forma en papelbajo el ttulo de La lumbre del corazn.Un volumen que recoge algunas de estasconversaciones sobre duelistas, islas, laguerra o historias de animales, y que secierra con cartas dedicadas a sus persona-

    jes favorito s. E. Sili

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    EN LAS LETRAS, igual que en todolo dems,el talento es un ttulode responsabilidad!. Con estasentencia explica el general DeGaulle su negativa a indultar aRobert Brasillach, condenado

    a muerte en 1945. Entre los colaboradorescon los nazis durante la Ocupacin, a Brasi-llach, joven de suaves mofletes, pelo plan-chado, gafas de carey y aspecto general deestudiante aplicado, le ha correspondido elttulo de villanomximode la literatura.Co-mo director de la revista Je Suis Partout, lams leda,la mejor hecha y lamsodiadadela poca, agot el catlogo de las infamias(verbales). Ahora bien, la naturaleza huma-na es ms compleja que el universo: mien-

    tras aguardaba en la crcel su sentencia demuerte escribi este poema:

    Dautres sont venus par iciDont les noms sur les murs moisisSe dfont dj et secaillent;Ils ont souffert et esprEt parfois lespoir tait vraiParfois il dupait ces murailles.

    Venus dici, Venus dailleursNous navions pas le mme coeur,Nous a-t-on dit. Faut-il le croire?Mais quimporte ce que nous fmes!Nos visages noys de brumeSe ressemblent dans la nuit noire.

    Cest vous, frres inconnus,Que je pense, le soir venu, mes fraternels adversaires!Hier est proche daujourdhui,

    Malgr nous nous sommes unisPar lespoir et par la misre.

    (Otros vinieron por aqu / cuyos nombres enlosmuros mohosos / yase deshaceny descon-chan. / Ellossufrieron y tuvieron esperanzas /

    y a veces la esperanza acertaba / a veces enga-aba a esas murallas. // Venidos de aqu,venidosde otrossitios/ nuestros corazones noran iguales, / segn nos dijeron. Hay quereerlo? / Pero qu importa lo que fuimos! /

    Nuestros rostros, ahogados de bruma, / searecen en la noche negra. // Es en vosotros,

    hermanos desconocidos, / en quienes pienso,uando cae la noche, / Oh mis fraternalesdversarios! / Ayer est cercade hoy, / a pesar

    nuestro estamos unidos / por la esperanza yor la miseria).

    La luz de la circunstancia excepcional enque el poema fue escrito (tan semejante aa que inspir a Villon su Ballade des pen-us) lo realza y nimba con un halo de cosaxtraordinaria.

    Brasillach tuvoademscarcter parareci-bir la noticia de su condena con estas pala-bras:

    Es un honor.PierreDrieu La Rochelle tambin se des-

    pidi con clase:

    Sed fieles al orgullo de la resistenciaigual que yo lo soy al orgullo de la colabora-cin, escribien su diario antes de suicidar-se. No hagis trampa, como yo no la hago.Condenadme a la pena capital () S, soyun traidor. S, he estado cooperando con elenemigo. He aportado inteligencia francesaalenemigo.No esculpama queesteenemi-go no haya sido inteligente.

    En cambio, Cline, que con Brasillach yDrieu, Montherlant y Morand y Daudet(pronto exonerado de toda culpa), Clinecuyo Viaje al fin de la noche revolucion laprosa francesa, Cline, del que dice Lott-man que el examen de sus libros y de suvida muestra claramente que fue un geniodel mal y que su psicologa no era entera-

    mente normal, eludi el cadalso fotogra-

    findose vestido de harapos y con un gatitosobre las rodillas.

    (La dificultad que encontramos en acep-tar el binomio gran artista-mala persona esla consecuenciade unafe religiosaen el arte

    y sus clrigos. Pero al fin y al cabo, los escri-

    tores siempre estuvieron sujetos a las mis-mas pasiones que los dems. En las revolu-ciones de 1848, el filsofo Schopenhauer, elpesimista, el reaccionario, ofreca las venta-nas de su casa en Francfort a los soldadosaustriacos para que disparasen cmoda-mente contrala canalla, mientras en ParsBaudelaire, el poeta moderno y progresista,agitaba las barricadas tratando de conven-cer a los insurgentes de que le acompaa-sen a su casa para fusilar a su padrastro).

    Stalin atrajo de vuelta a la URSS al quelos bolcheviques consideraban el mejor es-critor ruso, la voz del pueblo, Maxim Gorki,

    halagando su vanidad, y una vez lo tuvo enMosc le adjudic como vivienda un pala-cio modernista cerca del Kremlin y dos da-chas, y lo nombr presidente de un comitpara agrupar a todos los escritores soviti-cos. Adems rebautiz su ciudad natal consu nombre. Al autor de La madre esto noacababa de parecerle del todo bien:

    He escrito por primera vez Gorki en elsobre, en vez de Nizhni Novgorod. La ver-dad, me resulta desagradabley embarazoso.

    Pero en fin, todo lo daba por bueno, yaque gracias a su influencia Zamiatin (autorde la antiutopa Nosotros) pudo exiliarse enFrancia, y Bulgkov (elautor de El maestro y

    Margarita), que estaba reducido al ostracis-mo y al hambre, obtuvo un empleo en un

    teatro, y Pilniak(Caoba) y Babel (Caballeraroja) pudieron ampararse tras sus anchasespaldas: luego le seguiran a la tumba, co-mo los siervos al Faran.

    Muchasnoches, concluidasu jornada la-boral en el Kremlin, Stalin se presentaba enla cercana mansin de Gorki, que sola reci-bir a sus colegas en su saln y sostener conellos animados debates nocturnos. Fue all,una noche de 1932, donde el estadista y suescritor de cabecera perfilaron las lneasmaestrasde la estticadel realismosocialis-ta y definieron la misin de los escritorespara las siguientes generaciones, que al ca-bo de pocos das el primer congreso de laUnin de Escritores, presidido por Gorki,refrend:glorificarla aniquilacin de las cla-ses enemigas y el liderazgo de Stalin, mien-tras los rganos rectores de la Unin debanalentar la produccin de obras de alto va-lor artstico imbuidas del espritu del socia-lismo.

    Al ao siguiente de aquella decisiva reu-nin, Gorki coordin el prototipo de libroimbuido de ese espritu edificante, el que elhistoriador Shentalinski define como el li-broms vergonzoso y mscargado de men-tiras de la historia: Belomor, historia de laconstruccin del canal J. V. Stalin del MarBlanco al Mar Bltico, una apologa del tra-bajo esclavo en esa obra que cost 100.000vidas. Pararedactarlo, Gorkireclut un equi-po de 120 escritores y viaj con ellos en untren fraternal hasta el canal, donde no vie-ron o no quisieron ver las condiciones enquelos esclavos vivan y moran; y a la vuel-ta seleccion a los 30 escritores ms eficien-

    tes y corruptos para exaltar la portentosahazaa.Entre ellos, su favorito, el aristcrata

    Alexi Tolsti, descendiente del autor deGuerra y paz y un caso humano curioso.Parece que tuvo verdadero talento. La llavedorada, su versin rusa de Pinocchio, es to-dava hoy uno de los cuentos infantiles msapreciados en su pas, y su Pedro I, donderetrata al zarPedroel Grandecomoel proto-bolchevique, se considera una obra de cali-dadliteraria.La misma Ajmtova le admira-ba, a pesar de que atribua la condena de suamigo, el poeta Osip Mandelstam, ms que

    a su Epigrama contra Stalin, a la bofetadaquele dioa Tolsti poruna cuestin menor.ste le amenaz profticamente: Te expul-saremos de Mosc! Nunca ms publicarsun verso!, mientras Gorki confirmaba: Yale ensearemos cmo hay que pegar a losescritores rusos!.

    La ambicin, la codicia y el servilismoroyeron el talento de Tolsti hasta dejarloen los huesos. Despach novelas que retor-can los hechos histricos para denigrar aTrotski y ensalzar a Stalin (Pan), o contabanlas hazaas de un chequista (polica secre-ta); fue miembro de la comisin especialpara intoxicara la opinin mundial conpel-culas y panfletos que endosaban a los nazisla matanza de Katyn; clam pidiendo lamuerte de sus anterioresprotectores,Kame-nev y Zinoviev Pocas familias puedenpreciarse de tener en su seno a un escritortan grande como Len Tolsti, pero pocaspueden tener a un escritor a la vez tan do-tado y tan despreciable como Alexi,

    sentencia su lejano pariente el historiadoringlsNikoli Tolstien Los Tolsti, 24 gene-racionesde historiarusa. Nohubo mentira,traicin o indignidad queno se apresurase acometer para llenarse los bolsillos.

    A este top five de malos malones de laliteratura agrego ahora algunos monstruossubjetivos, malos o malillos no universales,pero s a los ojos y en los textos de los gran-des escritores: Neruda segn Brodsky,luard segn Kundera, Rezzori segn Vizinc-zey, Eliade segn Manea.

    El poeta y premio Nobel de origen rusoJoseph Brosdky menciona en su libro Del

    Geniosdel mal

    En 1848, Schopenhauerofreca las ventanasde su casa a los soldadosaustriacos para quedisparasen cmodamentecontra la canalla

    Stalin y Gorki perfilaronla esttica delrealismo socialista ydefinieron la misin delos escritores para lassiguientes generaciones

    La dificultad para aceptar el binomio gran artista-mala persona proviene de una fereligiosa en el arte y sus clrigos. Obras de Gorki, Neruda, Rezzori, Eliade revelan cmolos escritores estn sujetos a las mismas pasiones que los dems. Por Ignacio Vidal-Folch

    LIBROS / Reportaje

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    dolor y la razn a Pablo Neruda, best sellermundial y permanente de la poesa en len-guaespaola gracias a sus Veinte poemas deamor y una cancin desesperada: Trotski,an reciente el segundo atentado contra suvida (en el que su secretario americano fueasesinadopor el luego clebre muralista Da-vid Alfaro Siqueiros, ayudado por el luegoclebre poeta, y premio Nobel, Pablo Neru-da), dice Brodsky. En su autobiografa,

    Me llamaban el coronelazo, David Alfaro Si-queiros reconoce su participacin en elasaltoa lacasade Trotskiel 24 demayo de1940. Lo que no dice es que l dirigi alfracasado escuadrn de sicarios, y por qumataron a su cmpliceRobertSheldon Har-te. El relato que dej Neruda, en Confiesoque he vivido (su autobiografa, redactadapoco antes del cuartelazo de Pinochet, delasesinato de Allende y demorir l mismo deenfermedad y pena), sobre sus tiempos co-mo cnsul de Chile en Mxico, es un alardede escamoteo de la verdad y de pnfila

    autosatisfaccin:David Alfaro Siqueiros estaba entoncesen la crcel. Alguien lo haba embarcado enuna incursin armada a la casa de Trotski.Lo conoc en la prisin, pero, en verdad,tambin fuera de ella, porque salamos conel comandante Prez Rulfo,jefe de la crcel,

    y nos bamosa tomarunas copaspor all, endonde no se nos viera demasiado. Ya tarde,en la noche, volvamos y yo despeda conun abrazo a David que quedaba detrs desus rejas.

    () Entre salidas clandestinasde la cr-cel y conversaciones sobre cuanto existe,

    tramamos Siqueiros y yo su liberacin defi-nitiva. Provisto de una visa que yo mismoestamp en su pasaporte, se dirigi a Chilecon su mujer, Anglica Arenales.

    Cuando Norman Manea, disidente exi-liadoen EstadosUnidos,y el escritor ruma-no ms interesante de la actualidad, publi-c su ensayo Felix culpa, a propsito de sucompatriota, el gran historiador de las reli-

    giones, el notable literato, el erudito, el sa-bio que buscaba y encontraba las manifes-taciones de un espritu primigenio y globalen mitos y atavismos y remotos ritos cha-mnicos, Mircea Eliade, le llamaron de to-do, entre otras cosas polica del espritu.El ttulo de su ensayo alude a una anota-cin de Eliade en sus diarios, del 10 deoctubre de 1984: Sigo pensando en lo quehubiera sufrido si me hubiera quedado enla patria, como profesor y escritor, y si no

    hubiesesido poraquellafelix culpa: mi ado-racin por Nae Ionescu y todas las conse-cuencias (en 1935-1940) de esa relacin() Me hubiera quedado en la patria. En elmejor de los casos hubiera muerto de tu-berculosisen una prisin.Nae Ionescu (na-da que ver con el Ionesco de La cantantecalva), filsofo y profesor en la universidaddel Bucarest de entreguerras, fue el princi-palpropagandistaen losmediosintelectua-les del movimiento fascista rumano, la Le-gin de San Miguel Arcngel o Guardia dehierro. Eliade eraun sabio precozy ayudan-te de ctedra de Ionescu, y escriba en laprensa: Para aquellos que han sufrido tan-to y han sido humillados durante siglo-s, porlos hngaros, despus de losbl-garos la gente ms imbcil que haya existi-do nunca, han anhelado una Rumanianacionalista, hiperactivay chovinista,arma-da y vigorosa, implacable y vengativa.

    Lo que Manea le reprocha es que co-mo el filsofo Heidegger con su pasado na-

    zi nunca manifestase contricin ni reco-nociera que su filiacin al fascismo fue unerror juvenil: un paso al frente le parece aManea que hubiera sido muy beneficioso,en trminos de didctica social, sobre todoante el futuro inmediato en que las prime-ras generaciones poscomunistas, desorien-tadas, desinformadas y confusas y en buscade seales de identidad nacional y referen-tes ideolgicos, recuperan el magisterio deEliade y al mismo tiempo las tentacioneschovinistas y antisemitas. Muy al contrario,cuarenta aos despus de esa felix culpa,Eliade escriba en su diario: No s cmo

    juzgar la historia a Corneliu Codreanu(fundador de la Legin). Y puedo muybien imaginarme a Manea en el Bard Co-llage de Nueva York, adonde lleg tam-bin por la ruta del exilio, leyendo porprimera vez estas frases del Eliade cre-puscular, y preguntndose con increduli-dad: No s cmo juzgar la Historia aCorneliu Codreanu.

    Milan Kundera dedica unas pginas bri-llantes de su novela El libro de la risa y elolvido a la condena a muerte de un poetasurrealista checo, Zvis Kalandra, durantelas purgas de los aos cincuenta. Ese poetaera amigo de Andr Breton, el papa delmovimiento surrealista, y de Paul luard,quedespus de la Segunda Guerra Mundialhaba abandonado las filas del surrealismopara integrarse en las del comunismo. An-dr Breton no crey que Kalandra hubieratraicionado al pueblo y a sus esperanzas, ydirigi un llamamiento en Pars a luard(en carta abierta del da 13 de junio de1950) para que protestase contra la absur-da acusacin, e intentase salvar a su anti-guo amigo praguense. Pero luard estaba

    en ese preciso momento bailando en uninmenso corro entre Pars, Mosc, Varso-via,Praga,Sofa,Gracia, entre todos los pa-sessocialistas y todos lospartidos comunis-tas del mundo, y en todas partes recitabasus hermosos versos sobre la alegra y lahermandad. Cuando ley la carta de Bre-ton dio dos pasos en el sitio, un paso haciadelante, neg con la cabeza, se neg a de-fender a un traidor al pueblo (en la revista

    Actiondel 19de junio de1950)y enlugardeeso recit con voz metlica:

    Vamos a colmar la inocenciaDe la fuerza que durante tanto tiempo

    Nos ha faltadoNo estaremos nunca ms solos

    Huiremos del descanso, huiremos del

    sueo,Tomaremos a toda velocidad el alba y la

    primaveraY prepararemos das y estaciones

    A la medida de nuestros sueos

    El hombre, presa de la paz, siempre tieneuna sonrisa

    El amor se ha puesto a trabajar y esinfatigable.

    Lo mismo que movi a Kundera para in-mortalizar como significativo ese episodiollev a W. G. Sebald (aunque con menoshumor) a retratar, en Sobre la historia natu-ral de la destruccin, a Alfred Andersch co-mo una escoria, con unavidainterior plaga-da de ambicin, egosmo, resentimiento yrencor, y hacer de l el paradigma de lacorrupcin moral a la que puede llegar unescritor. Trabajo de inquisicin semejante,aunque si cabe con una ferocidad mayor, ycontra un colega superior, hizo Stephen Vi-zinczey(En brazos de la mujer madura) enVerdad y mentiras en la literatura, con Gre-gorvon Rezzori (maravillosoautor deMemo-rias de un antisemita, de Flores en la nieve,de Un armio en Chernopol), a cuentade Lamuerte de mi hermano Abel. Segn Vizinc-zey, la frivolidad de Rezzori en esta novelaestpida y taimada relativiza el bien y elmal, iguala a vctimas y verdugos,y esaope-racinhacede l un hombreconla sensibi-lidad embotada,el cerebro pequeo y la pielgruesa de un cerdo.

    Rezzori! Gustosamente seguira yoaadiendo nombres a esta galera, para

    agregar al tuyo y los de tantos ilustresmonstruos el mo, aunque fuera slo porel expediente, tan claramente malvado,de escribir listas negras (y leerlas). Peropor ahora basta y vale.

    La novela del adolescente miope. Mircea Eliade.

    Traduccin y prlogo de Marian Ochoa. Impedi-

    menta. Madrid, 2009. 520 pginas. 26 euros. La

    gran triloga: Un armio en Chernopol, Memorias

    de un antisemita, Flores en la nieve. Gregor von

    Rezzori. Traduccin de Daniel Najmas, Juan Vi-

    lloro, Joan Parra Contreras. Anagrama. Barcelo-

    na, 2009. 904 pginas. 34 euros.

    Louis-Ferdinand Cline (1894-1961), en su casa de

    Meudon en los aos cincuenta. Foto: Roger Viollet

    El relato de Nerudasobre sus tiempos comocnsul de Chile enMxico es un alarde deescamoteo de la verdad yde pnfila autosatisfaccin

    EL PAS BABELIA 06.02.10 13

  • 7/31/2019 BABELIA 950 060210

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    Una tormentaImma MonsRBA. Barcelona, 2009226 pginas. 18 eurosUna tempesta

    La Magrana. Barcelona, 2009224 pginas. 18 euros

    Por Llus Satorras

    NARRATIVA. LA ESCRITORA catalana ImmaMons, despus de obras que como Unhombre de palabra exploraban nuevoscaminos, recupera con Una tormenta eltono y el espritu de su primera obra ,Nunca se sabe, prolongado en parte en lasiguiente, Como unas vacaciones. Con-centrando el tiempo y los acontecimien-tos, la narracin se inicia a las doce delmedioda en un parking de Barcelona y

    nos lleva hasta un pueblo de las estriba-ciones de los Pirineos a las once de lanoche delmismoda. Ya la primera esce-na, abruptamente presentada, prende elnimo del lector al dar a conocer a unpersonaje inquietante que en sucesivasescenas mostrar sus graves perturbacio-nes al mismo tiempo que la historia pro-pone situaciones emocionantes y hon-dos dilemas morales. Para Mons nocuentalo que se ha comentado reciente-mente sobre los problemas originados

    por los mviles al urdir novelas de intri-ga; ella es capaz de convertirlos en ele-mentos clave de la narracin. Igual quees capaz de hacer funcionar los procesosinformticos como una metonimia de larealidad. Los verbos borrar y elimi-nar tan habituales en el lenguaje del or-denador equivalen a matar en el mbi-to de la realidad y el primero de ellosadems es sinnimo del peculiar sistemacon el que se escriben las obras de laprotagonista, la escritora Sara Surp, queustedes podrnconocer si leen la novela.Un buen ejemplo de la maestra de laautora para operar con ideas nuevas yrelacionar conceptos. Cuando Sara llegaal lugar donde tendr lugar el coloquiocon el club de lectores (una escena inspi-radaprobablementeen experiencias per-sonales) seinicia la gran escena dela obraenque el espectculode la vida en ebulli-

    cin, heterognea, azarosa, ilusionada odesencantadase transfiguraen gran litera-tura. Agudezas de gran estilo, detalles es-plendorosos y finas meditaciones. Sara,conocedora de un hecho terrible quequiere mantener en secreto, focaliza to-dos los aconteceres y su conciencia filtralo que ve y oye. Resultado: una reflexinmetaliteraria, rica por su significado, unaambigedad enriquecedora y un afn: la

    justicia potica. Un vigoroso final, de lomejor que ha escrito Imma Mons.

    Justicia potica

    Nadie nos miraJos Lus PeixotoTraduccin de Bego MontorioEl Aleph. Barcelona, 2009216 pginas. 19 euros

    NARRATIVA. NADIE NOS MIRA supusoel puntode partida en la carrera literaria del portu-gus Jos Lus Peixoto (Galveias, 1974), suprimera novela y el texto con el que consi-gui el PremioJos Saramago.El propioNo-bel dijo que era una de las revelacionesmssorprendentes de la literaturaportugue-sa actual, y su trayectoria desde aquel ao2000no ha hecho ms que darle la razn. El

    Aleph ha venido publicando en los ltimosaos la obra narrativa de Peixoto en ordeninverso al de su publicacin original, desdeel ms reciente El cementerio de pianos(2007) hasta esteNadie nos mira(que habasido ya publicado por Hiru en 2001) pasan-do por Una casa en la oscuridad (2008), enuna clara apuesta por el mundo potico yfantasmal del autor alentejano, muchas decuyas claves narrativas aparecen ya en suprimer libro, Te me moriste (Editora Regio-nal de Extremadura, 2004). El universo deNadie nos mira es el universo de Peixoto:personajes que hablan en coro, hombres ymujeres arrastrados porla fuerzadel pasado

    y la memoria que asisten a la destruccindesu mundo interior,el quese crea en la infan-cia. El destino conduce y lastra, al mismotiempo, las vidas de los protagonistas de lanovela, queasisten al espectculo de la sole-dad en medio de un mundo de referencias

    ruralesrodeado de ruinas. Peixoto es dueode una escritura personal y envolvente, quese sita tan cerca de Faulkner y Rulfo comode Lobo Antunes o de poetas portuguesescomo Ruy Belo o Herberto Hlder. Un textoescrito por unjoven depocomsde 25aoscon una madurez narrativa