Autoestima: filosofía espiritista · 2020. 4. 27. · 3 La idea de amarse a uno mismo y el fomento...
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Autoestima: filosofía espiritista
(LB, 22 marzo 2019)
Comentarios adicionales al libro ‘Esperanza para la familia’, propiciadas por un diálogo
reciente
Respecto a las cosas buenas que citas, que pueden estar en diversos ramos
del saber (incluida la psicología), mi comentario es que, efectivamente,
quedan aún cosas buenas en lo que nos rodea. Eso es lógico, puesto que en
última instancia todo procede de Dios. Todo lo que hoy comprobamos que
es malo, algún día, en un tiempo anterior, fue bueno. Absolutamente todo.
Eso es igualmente aplicable a Satanás, quien fue perfecto en todos sus
caminos hasta que se halló en él maldad (su problema no fue nada parecido
a un defecto de fabricación).
¿Sería sabio estudiar a Satanás con la finalidad de averiguar qué queda de
bueno en él, a fin de retenerlo? Disculpa que ponga ese ejemplo
aparentemente tan disparatado. Digo aparentemente, porque alguien
podría encontrar cosas buenas en Satanás, como por ejemplo firmeza de
propósito o perseverancia. (Desde luego, quien piense que amarse a uno
mismo / fomentar la autoestima es algo positivo, tendrá muchas más
razones para encontrar cosas buenas en Satanás). Evoco ese escenario para
hacer notar que esa sería una forma, no ya amplia, sino inapropiada de
interpretar 1 Tes 5:21.
El contexto inmediato de “examinadlo todo” es “las profecías” y “el
Espíritu”. No parece referirse a cualquier asunto y de cualquier
procedencia. El texto que lo sigue, especifica: “Apartaos de toda especie de
mal”. “Apartaos” pone límites a “examinad”, que suele conllevar la idea de
aproximarse. A algunos les cuesta aceptar que el texto se esté refiriendo a
examinar las profecías y el Espíritu, ya que en ese caso “retened lo bueno”
implicaría la existencia de mal (en las Escrituras) que no se debería retener.
Pero realmente, no sólo es que en la Biblia aparezca el mal, sino que este
es descrito a menudo con detalle y crudeza: aparece la rebelión de Lucifer,
cómo le siguió en su rebelión la tercera parte de los ángeles, cómo pecaron
Adán y Eva, cómo Caín mató a Abel, cómo la maldad de los habitantes de la
tierra atrajo el diluvio destructor, cómo apostató Israel y posteriormente
Judá, cómo su pueblo profeso crucificó a Cristo, cómo los discípulos lo
abandonaron y Judas lo traicionó suicidándose después, están descritas las
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siniestras maniobras del misterio de iniquidad, etc. Todo eso, aun siendo
francamente malo, está escrito para nuestra admonición, y debemos
examinarlo, reteniendo lo bueno: las lecciones que Dios quiere que
aprendamos a partir de ello.
Aplicar “examinadlo todo” a teorías paganas o neo-paganas, o a “cultura”
en general, influida como está por el error, no está muy alejado de ese
ejemplo exagerado que he puesto al principio, máxime sabiendo que la
sociedad “espiritual” que nos rodea es una habitación de demonios, guarida
de todo espíritu inmundo y albergue de todas aves sucias y aborrecibles
(Apoc 18:2): es espiritismo en su moderno disfraz cristiano. Satanás tiene
ciertamente una versión refinada del espiritismo, adecuada para seducir a
quienes no creemos en la inmortalidad natural del alma. Al contrario de lo
que solemos pensar, no creer en la inmortalidad natural del alma no nos
hace inmunes al principio básico de la ideología del primer rebelde, que es
el amor a uno mismo.
Pero más allá de la amplitud que se pueda dar al concepto de “examinad”,
lo que hace el libro ‘Esperanza para la familia’ no es examinarlo todo, sino
difundirlo todo: la verdad, junto con el error. Y no se trata de error inocente,
sino nada menos que de la ideología básica del espiritismo, tal como está
infiltrada en la sociedad atea y en la falsamente cristiana: ‘Ámate a ti
mismo, fomenta tu autoestima’. Eso es lo que permea gran parte de la
enseñanza típica católica y post-protestante en la actualidad, así como la
cultura mística oriental de la que ambas están cada vez más contaminadas.
Sería maravilloso que la literatura procedente de nuestras instituciones
estuviera libre de esa plaga, pero por desgracia no es posible afirmar que
tal sea el caso. Al contrario, la impresión que da es que hay un esfuerzo
conjunto y combinado para promover esa ideología desde algunas de
nuestras instituciones.
‘Amate a ti mismo’ fue la doctrina que pervirtió a Lucifer y lo convirtió en
Satanás. La autoestima es egoísta, y el egoísmo está en el centro del
pecado. La misma enseñanza aparece también en el diálogo de la serpiente
con Eva. En Mateo 16:21-24, Jesús nos da una idea clara e inconfundible de
cuál es el principio fundacional del cristianismo (la cruz: la negación de uno
mismo; vers. 24), puesto en contraste con el principio fundacional de
Satanás, expresado en aquella ocasión por Pedro (‘Amate a ti mismo, evita
la ignominia, preserva tu dignidad’; vers. 22).
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La idea de amarse a uno mismo y el fomento de la autoestima está
claramente presente en el libro ‘Esperanza para la familia’, y constituye
doctrina básica espiritista. Es enseñanza que no procede de la Biblia, sino
del enemigo de la Biblia. “Si alguno quiere venir en pos de mí, tome su cruz
y niéguese a sí mismo”, fue el claro mensaje de Jesús. ¿Es posible imaginarlo
diciendo al mismo tiempo ‘ámese a sí mismo’?
Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer,
a hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede
ser mi discípulo (Lucas 14:26).
Los que somos más firmes debemos sobrellevar las flaquezas de
los flacos, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de
nosotros agrade a su prójimo en bien, a edificación. Porque Cristo
no se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los
vituperios de los que te vituperan, cayeron sobre mí (Rom 15:1-
3).
El amor… no busca lo suyo (1 Cor 13:4-5).
Es ciertamente impensable que la publicación de ‘Esperanza para la familia’
no haya pasado el filtro de varios o quizá muchos consejeros, y de ser así,
no puedo evitar cuestionar su discernimiento. Consejeros debió también
tener la casa publicadora adventista en tiempos de Ellen White hacia 1900,
a pesar de lo cual tuvo que escribir:
Siento terror al ver hasta dónde ha llegado nuestra casa
publicadora. Las imprentas en la institución del Señor han estado
imprimiendo las teorías del romanismo y otros misterios de
iniquidad destructores del alma. Hay que purgar la imprenta de ese
material objetable. Tengo un testimonio del Señor para quienes
han puesto ese asunto en manos de los obreros. Dios los tiene por
responsables de presentar ante hombres y mujeres jóvenes el
fruto del árbol prohibido del conocimiento del bien y del mal… Casi
he llegado a temer abrir la Revista [Adventista], por miedo a que
Dios limpie la casa publicadora mediante el fuego (8 Testimonies,
91).
En este punto me resulta inevitable recordar esto:
Si Dios tiene alguna nueva luz que comunicar, permitirá que sus
escogidos y amados la comprendan, sin necesidad de que su
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mente sea iluminada oyendo a aquellos que están en tinieblas y
error (Primeros escritos, 124).
La gran mayoría de la cristiandad que rechazó el clamor de media noche,
las iglesias que rechazaron la verdad del santuario en especial, están en
“tinieblas y error”; de una forma particular desde 1844. Constituyen la
Babilonia caída; una caída que la profecía presenta como irreversible. Ahora
bien, si por “tinieblas y error” se refiere al cristianismo que rechazó esas
verdades especiales, ¿qué no será de la “sabiduría” secular, de las ciencias
de la mente, surgidas a hombros del evolucionismo, de la negación de Dios,
de la negación de la existencia de Satanás y del pecado, a hombros del
hipnotismo y del espiritismo?
No creo que sea apropiado aplicar a eso “examinadlo todo”.
Se me indicó que el pasaje de Colosenses 2:8 se aplicaba
especialmente al espiritismo moderno: ‘Mirad que ninguno os
engañe por filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los
hombres, conforme a los elementos del mundo y no según Cristo’…
Se creen poseedores de un poder capaz de realizar grandes obras…
Sus principios y su fe son ‘conforme a los elementos del mundo, y
no según Cristo’. Jesús no les ha enseñado esta filosofía. Nada de
esta índole puede hallarse en sus enseñanzas. Él no dirigió la
mente de los pobres mortales a sí mismos, como si poseyeran
algún poder. Siempre la dirigía hacia Dios, el Creador del universo,
como fuente de su fortaleza y sabiduría… Los que enseñan el
espiritismo se presentan de forma agradable y seductora para
engañaros (1 Joyas de los Testimonios, 96).
Es otra forma de decir que los hombres amadores de sí mismos que vendrán
en los postreros días, tendrán apariencia de piedad (2 Tim 3:1-5) al
presentar su versión del evangelio “conforme a los elementos del mundo y
no según Cristo”. No se presentarán como espiritistas, pero se trata de
espiritismo en la enseñanza, en el concepto. Observa en la siguiente cita
que la advertencia no es concretamente contra el espiritismo manifiesto,
del que huiríamos como de la lepra, sino contra sus “doctrinas” o “teorías”:
Ya nos alcanzan los peligros de los últimos días, cuando algunos, sí,
muchos, se apartarán de la fe, escuchando a espíritus seductores
y a doctrinas de demonios. Sed cautelosos tocante a lo que leéis y
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a cómo escucháis. No toméis ni una partícula de interés en las
teorías espiritistas. Satanás espera obtener la victoria sobre todos
los que se dejen engañar por su hipnotismo. Él comienza a ejercer
su poder sobre ellos tan pronto como empiezan a investigar sus
teorías (Carta 123, 1904; Ministerio médico, 132; Medical Ministry,
101).
Lo expresado en la frase: “No toméis ni una partícula de interés en las
teorías espiritistas”, entiendo que acota significativamente el concepto de
“examinadlo todo”.
Es bueno recordar cómo Ellen White fue reticente a leer el libro de Kellogg.
Por insistencia de su hijo, accedió a leer unas pocas páginas, confirmando
que el libro contenía precisamente aquello contra lo que el Señor le había
advertido. Puesto que la mayoría de nosotros no ha leído el libro, no
podemos tener una idea cierta de lo que contenía, pero no debía ser nada
burdo ni disparatado, ya que, pese a la clara e insistente advertencia de
Ellen White en contra de ese proceder, pastores adventistas están
actualmente ensalzando y recomendando el libro ‘Living Temple’, de
Kellogg (no de forma oficial o institucional, gracias a Dios).
Al final incluyo algunas citas de Ellen White relativas a la crisis panteísta de
Kellogg de 1901 (que fue una versión refinada del espiritismo,
especialmente diseñada para desviar al adventismo), seguida de otro grupo
de citas escritas en 1904. Veo importante lo que escribió en esa fecha
posterior, ya que advierte acerca de que lo sucedido en aquella crisis, se
repetiría al final del tiempo (alfa y omega, en terminología de Ellen White).
Habría de estar ciego para no reconocer en la actual incursión de la
ideología emergente, el cumplimiento de esa anunciada crisis omega, y
habría de ser infiel si no levantara mi protesta al respecto.
Respecto al punto tercero, entiendo que la Biblia nos anima a creer que
Dios instituyó el matrimonio, a creer que él nos unió en matrimonio (a los
que estamos casados), también a creer que Dios se preocupa de una forma
particular, personal y constante de nuestro matrimonio, y a creer que él
tiene poder para mantenerlo o restaurarlo llegado el caso. Todo eso es
tener fe en Dios. Pero la expresión ‘cree en tu matrimonio’ tiene otro tenor,
forma parte de un recurso psicológico al uso, que no es muy distinto a la
idea de creer en uno mismo. “Cree en tu matrimonio” se le puede decir a
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un matrimonio ateo en crisis, y es precisamente algo que se suele decir.
Requiere un cierto malabarismo encajar eso en la enseñanza de Cristo,
cristianizar ese recurso psicológico. De ahí mi rechazo, aun sin ser esa mi
objeción principal al libro. Creo que ahí el autor se expresa de forma poco
afortunada. Disculparía ese lenguaje (cree en tu matrimonio) en la
espontaneidad de una conversación informal, pero escrita en un libro que
defiende los valores cristianos, la encuentro fuera de lugar.
Veo una diferencia entre (1) tener fe, en el sentido de apoyarse en Dios y
desconfiar de uno mismo, y (2) creer en la propia fe de uno, que es creer en
uno mismo. ‘Cree en tu matrimonio’ o ‘creed en vuestro matrimonio’, lo
veo claramente en la segunda categoría, y no me parece que en ese punto
esté bien citado Marcos 9:23, ya que el versículo siguiente (24) especifica
que el padre del muchacho no tenía precisamente fe en su fe (“Creo, ayuda
mi incredulidad”).
Entiendo que para ti, “cree en tu matrimonio” no signifique eso que critico,
pero la pregunta es: ¿qué entenderá el lector del libro?
Si empleamos el mismo vocabulario que la sociedad utiliza al referirse a ese
concepto espurio, ¿podemos esperar que los lectores no se sientan
reforzados y asegurados en su error, al leerlo expresado en esos mismos
términos en un libro? Para el lector, “cree en tu matrimonio” será
equivalente a ‘cree en ti’; en definitiva, en una afirmación de uno mismo.
No puedo imaginar a Jesús dando un consejo como ese, ni lo encuentro en
parte alguna de la Biblia.
Me hablas de un problema semántico respecto a la autoestima. Podría ser
parte del problema, y si ese es el caso, es importante reconocerlo y
resolverlo. Afirmas: “La autoestima debe venirnos por el valor que Dios nos
da a través de su creación y su redención”.
El valor que Dios nos da por creación y redención no nos lleva a la
autoestima, sino a estimar al Creador y Redentor, y en la misma medida a
nuestro prójimo, igualmente redimido por Cristo.
La definición que da la RAE de “autoestima”, es:
“Valoración generalmente positiva de sí mismo”
(https://dle.rae.es/?id=4SXaTku).
Eso contrasta con lo escrito en la página 29 de El camino a Cristo:
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En presencia del carácter puro y sin mancha de Cristo, el
transgresor se aborrece a sí mismo.
Cuanto más cerca estéis de Jesús, más imperfectos os
reconoceréis (Id, 64).
Ellen White escribió a propósito del episodio en que Daniel contempló la
gloria de Dios:
El alma así conmovida odiará su egoísmo y amor propio, y
mediante la justicia de Cristo buscará la pureza de corazón…
¿Estáis en Cristo? No, si no os reconocéis como errados,
desamparados y condenados pecadores. No, si estáis exaltando y
glorificando al yo (4 Testimonies, 48).
El aprecio derivado de ser hijos de Dios por creación y redención -que es
algo positivo-, Ellen White nunca lo identificó con la “autoestima” (self-
esteem), sino con el “respeto propio” (self-respect). En sus escritos se
aprecia una distinción diáfana entre ambos conceptos, y ella empleó una
palabra distinta para cada uno de ellos.
“Self-esteem” aparece casi 350 veces en su literatura. He revisado una tras
otra las declaraciones hasta la nº 145, y el resto de forma aleatoria. Ni en
una sola ocasión he encontrado que emplee “autoestima” de forma positiva
aplicada a la persona. Sólo la nombra para condenarla, al contrario que hace
con el respeto propio. Ese estudio hay que hacerlo en inglés, tal como lo
escribió Ellen White, ya que los traductores al castellano, quizá por miedo
a ofender ese ídolo tan universal de la autoestima, en muchas ocasiones
tradujeron “self-esteem” evitando emplear la palabra “autoestima”. En
lugar de dar a conocer la repulsa sin paliativos de Ellen White hacia la
autoestima, en innumerables ocasiones tradujeron “amor propio”,
“orgullo” o incluso “respeto propio”, allí donde ella escribió “autoestima”.
Eso es muy llamativo, ya que en inglés y en castellano existe una palabra
para cada uno de esos conceptos, y esos términos tienen un equivalente
directo en los dos idiomas: self-esteem = autoestima; self-love = amor
propio; pride = orgullo. Es claro y es sencillo.
La diferencia es marcada: “respeto propio” deriva de la conciencia de tener
a Dios por Creador y Redentor; eso jamás lleva a la exaltación del yo -a la
jactancia-, ya que reconoce inmediatamente que su situación ante Dios no
es diferente ni superior a la de ningún otro ser humano. Tal cosa no sucede
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con “autoestima”, en la que uno valora lo que le es peculiar, sus logros,
aquello que le lleva a verse de forma favorable ante los demás. Ahí, la
jactancia no queda excluida sino propiciada. Esto último es lo que el mundo
entiende por “autoestima”, y así lo reconoce la RAE en su diccionario
terminológico.
Si queremos expresar el bello concepto del respeto propio, pero
empleamos el término que el mundo utiliza cuando se refiere a la
autoestima, si en lugar de llamarle “respeto propio” -como hizo Ellen
White-, le llamamos a eso “autoestima”, ¿acaso los que nos leen o escuchan
no entenderán lo que todos entienden por “autoestima”?, ¿no percibirán
que estamos dando la aprobación a su concepto de autoestima, que es el
mayoritario? No podemos ser ambiguos empleando una palabra que todos
entienden de una determinada manera, para argumentar posteriormente
que en realidad para nosotros significa otra cosa. Eso es movernos en la
confusión, y es confundir a otros.
Pero temo que no se trate simplemente de un problema semántico.
Escribes: “La autoestima, que no supone necesariamente amarse a sí
mismo de una forma egoísta o egocéntrica, sino valorarse como ser
humano en la dignidad que le corresponde, es no sólo saludable sino
indispensable”.
Lamento no poder estar de acuerdo en que la autoestima sea saludable ni
indispensable. Quizá sea saludable o indispensable para sobrevivir en una
sociedad sin Dios -o con un falso dios-, pero es lo más inapropiado que hay
para comparecer ante Dios. Habría de rechazar enseñanzas básicas de la
Biblia, así como más de trescientas declaraciones del Espíritu de profecía,
para aceptar eso. El clamor de quienes han tenido el privilegio de acercarse
a Cristo, ha sido ‘no soy digno’, o ‘soy indigno’. ‘El Cordero es digno’, será el
canto de los redimidos por la eternidad. Preservar la dignidad no es la
motivación o el deseo de quienes han conocido a Cristo. El seguidor de
Cristo no tiene preocupación por su dignidad (en el sentido de reputación),
sino por su carácter. Eso no es incompatible con que Dios lo pueda declarar
“digno” de heredar la vida eterna.
Hasta que no te sientas en disposición de sacrificar tu propia
dignidad, e incluso de deponer tu vida a fin de salvar al hermano
que yerra, no habrás echado la viga de tu propio ojo, de forma
que estés en la condición de poder ayudar a tu hermano
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(Thoughts from the Mount of Blessing, 128; En El discurso
maestro de Jesucristo, 109 se ha traducido erróneamente “self-
dignity” -propia dignidad- por “orgullo”).
“Bienaventurados los pobres en espíritu”, “bienaventurados los que
lloran”, “los que tienen hambre y sed de justicia”… No parece una invitación
a la autoestima o a la preservación de la dignidad.
Vale la pena recordar el episodio del fariseo y el publicano. ¿De quién de
los dos se puede decir que poseía la saludable e indispensable autoestima
debida a su dignidad? -Del fariseo. Sin embargo, aquel que cualquier
psicólogo habría determinado que tenía un lamentable bajo nivel de
autoestima, una ‘anomalía’, fue precisamente el que descendió justificado.
¿Qué es la justificación por la fe? Es la obra de Dios que abate en
el polvo la gloria del hombre, y hace por el hombre lo que este no
puede hacer por sí mismo (Testimonios para los ministros, 456).
El evangelio de la autoestima no es el evangelio de Cristo, sino el evangelio
de quien exaltó el yo por encima de Cristo, de quien hizo “una valoración
generalmente positiva de sí mismo” estando ante la inmediata presencia
del Dios eterno. Eso le costó al querubín cubridor la expulsión del cielo. Su
principio no parece el más recomendable para quienes apreciamos el cielo.
El propio Cristo se vació de sí mismo, se anonadó a sí mismo tomando forma
de siervo -hecho semejante a los hombres-; y hallado en la condición como
hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz. Si hubiera tenido autoestima, si se hubiera amado a sí
mismo, si hubiera elegido hacer valer su dignidad, pudo haber permanecido
en el cielo en lugar de sacrificarse por nosotros y venir a este mundo a
recibir burla, desprecio, persecución, rechazo, a ser abofeteado, escupido,
desnudado y crucificado. Si él hubiera tenido autoestima, si se hubiera
amado a sí mismo, estaríamos perdidos. Ya no existiríamos.
Ante el Getsemaní y el Calvario, se cura la enfermedad de la autoestima,
que es la manifestación del yo, y florece la verdadera humildad, que incluye
el respeto propio: el aprecio, no por lo que yo he logrado, por mi fe o por
nada que haya en mí, sino por lo que Dios ha hecho y está haciendo en
Cristo por mí y por los demás.
Quizá sea por eso que Jeremías (23:6), al desvelar el lema, el resumen del
carácter de la obra de Dios en los últimos días, no sitúa el énfasis en un
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supuesto amor equivocadamente dirigido hacia nosotros mismos, ni
siquiera en la ‘obediencia nuestra’ o en la ‘fe nuestra’, sino en “Jehová,
justicia nuestra”.
Hablad de Jesús; piérdase el yo en Jesús. Hay demasiado bullicio
y agitación en nuestra religión, mientras que se olvidan el Calvario
y la cruz (5 Testimonies, 133).
Pocos reciben la gracia de Cristo con humillación del yo, con un
sentido profundo y constante de su indignidad. No pueden
beneficiarse de las manifestaciones del poder de Dios, pues eso
reforzaría en ellos la autoestima, el orgullo y la envidia. Ese es el
motivo por el que el Señor puede hacer tan poco por nosotros
ahora. Dios quiere que procuréis de forma individual la
perfección del amor y humildad en vuestros propios corazones (5
Testimonies, 50).
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Dios no nos ha encomendado la obra de publicar teorías
satánicas
Ellen G. White, Manuscript 124, 1901
(“Satanic Literature”, December 8, 1901)
MANUSCRIPT RELEASES, vol. 6, M. 390, pp. 277-279
Satanás está vigilando todos los puestos de avanzada para ver dónde puede
entrar furtivamente. Ha estado obrando durante años con todos sus
engaños de impiedad, para encontrar un lugar donde asentarse en la Casa
Publicadora Review and Herald. Y lo ha encontrado. Se le ha permitido
entrar en el lugar mismo que siempre debió ser considerado como un lugar
santo, sagrado, el templo de Dios desde donde el Señor pudiera enviar
claros y resplandecientes rayos de luz a todo el mundo. Satanás ha logrado
poner en manos de los empleados de nuestras casas publicadoras un tipo
de literatura que tiene por objeto engañar, si es posible, a los mismos
escogidos. Se ha traído a la oficina de nuestra casa publicadora material que
contiene errores peligrosos, y esos errores han sido perpetuados al
imprimirlos en nuestras salas y publicarse en forma de libro. Esos principios
del mal han influenciado las mentes de los que han manejado este asunto.
Como resultado se perderán almas para la causa de Dios. Algunos ya casi
han perdido su capacidad de discernimiento entre la verdad y el error (6
Manuscript Releases, 277).
Hasta los hombres mismos que están procurando exaltar sus propios
sentimientos como si fueran ciencia maravillosa, se sorprenden de que los
hombres en puestos de responsabilidad en nuestra casa publicadora -una
casa dedicada a la defensa de la verdad de Dios-, hayan consentido en
imprimir sus libros… los empleados han manejado libros que contienen
teorías espiritistas desmoralizadoras. Han dedicado su tiempo a asuntos
extraños, muchos de los cuales están llenos de ciencia satánica. No han
aprendido la lección de Nadab y Abiú, cuyos sentidos se embotaron por el
vino y fueron incapaces de distinguir entre el fuego sagrado y el común.
Dios no nos ha encomendado la obra de publicar teorías satánicas. Se me
ha representado ese tipo de literatura como contrarrestando los medios
que debieran utilizarse siempre para enfrentar al enemigo en su propio
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terreno. Se ha permitido que libros que contienen falsas teorías salgan de
un despacho controlado por los Adventistas del Séptimo Día, mientras que
los libros mismos que los administradores debieron de ser activos y celosos
en hacer circular por doquiera han permanecido en las estanterías sin
usarse. Cuando la verdad pura se mezcla con el cieno de los engaños
satánicos, ¿cómo puede obrar Dios para el avance de su causa? El hecho
mismo de que la literatura satánica haya procedido de las imprentas de la
Casa Publicadora Review and Herald es una victoria para las fuerzas de
Satanás, puesto que aparentemente cuenta con la aprobación de la
institución, y el enemigo lo aprovechará para favorecer que otros acepten
ese asunto objetable (6 Manuscript Releases, 278).
La introducción de este tipo de asuntos me ha sido señalada
destacadamente como siendo la forma más efectiva de desmoralizar a los
que comienzan. Revela una decidida carencia en quienes se encargan de
estas cuestiones. A fin de finalizar primeramente la obra mundana, se han
puesto de lado libros a los que se debiera haber dado circulación en estos
tiempos críticos. Se ha permitido que ingrese la literatura misma que Dios
ha condenado específicamente…
Algunos en posiciones de responsabilidad no están controlados por el
Espíritu Santo. El Señor tiene por administradores infieles a aquellos que
han estado de acuerdo en introducir en la casa publicadora ese tipo de
literatura. Pastores infieles han dejado desprotegidos a los principiantes
que trabajan en la casa publicadora. Se han sembrado semillas del mal en
los corazones de los principiantes y de todos los que han manejado esa
literatura, semillas que brotarán y crecerán, “primero la hoja, luego el
grano, y, después la mazorca de maíz completa”. El error continuará
extendiéndose de esa forma (Manuscrito 124, 1901).
Hermanos, volvamos a la cordura. Estamos apartándonos de Dios en más
de un sentido. ¡Cuán avergonzada me he sentido al leer un número reciente
de Signs of the Times! La primera página presenta un artículo sobre
Shakespeare, un hombre que murió pocos días después de una juerga con
borrachera, perdiendo su vida mediante la indulgencia de su apetito
pervertido. En el artículo se afirma que hizo muchas cosas buenas. Se exalta
al hombre. Se coloca al mismo nivel el bien y el mal, y se publica en una
revista en la que nuestro pueblo suele llevar el mensaje del tercer ángel a
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muchos que no pueden ser alcanzados mediante la Palabra hablada (6
Manuscript Releases, 279).
La publicación de ese artículo me impidió anoche el sueño. Me produjo una
angustia mortal. Si nuestros hermanos carecen de discernimiento para ver
la maldad de esos asuntos, ¿cuándo van a tenerlo? ¿Cómo es posible que
no comprendan el tenor de esas cosas? Debemos permanecer en la elevada
plataforma de la verdad eterna. No se debe quitar el filo a la espada de la
verdad. Debemos seguir un camino directo, manejando la verdad a modo
de poderosa cuchilla a fin de separar del mundo a hombres y mujeres que
permanecerán como pueblo peculiar de Dios (6 Manuscript Releases, 280).
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Recordad: la historia se va a repetir
Ellen G. White, Manuscript 5, 1904
MANUSCRIPT RELEASES, vol. 13, M. 1074, pp. 379-381
Las citas aportadas a continuación tienen importancia crítica, ya que
anuncian el surgimiento -en el futuro- de una crisis de la misma naturaleza
que aquella que en los años 1900 Ellen White llamó “alfa”.
En su Palabra, el Señor declaró lo que haría por Israel si este obedecía su
voz. Pero los dirigentes del pueblo cedieron a las tentaciones de Satanás y
Dios no pudo darles las bendiciones que había previsto otorgarles, debido
a que no obedecieron a su voz, sino a la voz y el plan de Lucifer. Esta
experiencia se volverá a repetir en los últimos años de la historia del pueblo
de Dios que él ha establecido por su gracia y poder. En las escenas finales
de la historia de esta tierra, hombres a quienes Dios ha honrado
grandemente actuarán según los pasos del antiguo Israel (13 Manuscript
Releases, 379).
Recordad: la historia se va a repetir. Los peligros que en el pasado enfrentó
el pueblo de Dios, volverá a enfrentarlos en mayor intensidad. Satanás ha
obtenido influencia sobre hombres a quienes Dios ha honrado por sobre
toda inteligencia humana, tal como hizo con Salomón…
Teorías erróneas leudaban lo que habían presentado los sacerdotes y
gobernantes. El evangelio del Antiguo Testamento había sido
malinterpretado por los maestros que procuraban acomodar la
presentación a su condición espiritual, en vez de exaltar la verdad y
esforzarse por conducir el pueblo que decía ser el escogido de Dios a los
principios santos que él les había dado…
El Señor estaba guiando a su pueblo de regreso a la verdad pura. Las
Escrituras muestran lo que habían perdido y continuarían perdiendo a
menos que regresaran a la Palabra, rehusando olvidar lo que un día habían
oído (13 Manuscript Releases, 380).
Lo mismo sucede en nuestro tiempo. Apartarse de los principios correctos
cegará el entendimiento en cuanto a qué es la verdad (13 Manuscript
Releases, 381).
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La autoestima: la nueva Reforma
Puesto que la teología de la autoestima no procede de la Biblia (que enseña
lo contrario), quizá sea de ayuda rastrear al origen histórico reciente de esa
enseñanza, o al menos, saber cómo se infiltró en el cristianismo y en lo que
tiene que ver con nuestra iglesia. Lo que sigue es parte del
Capítulo 3: “Mega/Giga iglesias y el último gran engaño” (p. 51-54):
Hace cincuenta años [ahora 67], en 1955, Robert Schuller se instaló en
Garden Grove, California, para fundar la congregación de la Iglesia
Reformada de América. Con su esposa como organista y un capital de
quinientos dólares, alquiló el teatro Orange Drive-in y ofreció servicios
dominicales desde la terraza del bar. Mediante la implementación del
“pensamiento posibilista”, la congregación creció y finalmente fundó la
internacionalmente reconocida Crystal Cathedral. Sus servicios semanales,
denominados “La hora del poder”, se televisan en la actualidad a través de
un mayor número de cadenas que cualquier otro servicio eclesiástico.
A la vista de asuntos que hemos tratado con anterioridad, es significativo
este concepto expresado en uno de los sermones de Schuller:
¡La santa Biblia confiere el poder emocional del optimismo!
Conseguir que la gente se vuelva optimista es un grandísimo logro
en el pensar psicológico y psiquiátrico contemporáneo. Algunos
de mis queridos amigos, Martin E. Seligman por nombrar a uno
de ellos, son especialistas en eso.
En una entrevista con Wendy Schuman, una productora de Beliefnet,
Martin Seligman, recién elegido presidente de American Psychological
Association, admitió no creer en Dios, y dijo:
Parte de mi preocupación es el enorme número de personas que
como yo mismo carecen de creencias religiosas, sin embargo,
quieren vivir una vida con significado.
A pesar de eso, Seligman es alguien a quien Schuller llama “mi querido
amigo”, y alguien cuyos conceptos están incorporados en la predicación de
Schuller.
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¿Cuál es la visión de Schuller sobre el evangelismo? En “Comparte tu fe”, un
sermón que predicó el 30 de septiembre del 2001, Schuller afirmó:
Durante 2.000 años, la religión se ha visto siempre a sí misma en
la misión de dar a conocer a todos nuestras creencias, asegurarles
que lo que creemos es la verdad, y procurar convencer a otros de
que no poseen la verdad en su totalidad, así como de que deben
convertirse y venir a ser como nosotros. Los protestantes han
procedido así contra los católicos. Los católicos contra los
protestantes. Los cristianos contra los musulmanes y los
cristianos contra los judíos. Ese tipo de religión ha de
derrumbarse tal como sucedió a las torres gemelas en el atentado
terrorista del 9 de septiembre del 2001. No puede continuar.
Schuller cree que la segunda venida de Jesús tuvo lugar en Pentecostés, por
lo tanto, no acepta su retorno escatológico al fin del mundo. Presento aquí
algo más de su teología, tomada de su libro: “La autoestima: la nueva
Reforma”:
• Sí, lo que necesitamos en la iglesia cristiana mundial es nada menos
que una nueva reforma. Mientras que la Reforma del siglo XVI puso
el foco en la sagrada Escritura como única regla de fe y práctica, la
nueva reforma nos enfocará en el sagrado derecho de cada persona
a su autoestima (p. 38).
• El pecado es cualquier acto o pensamiento que me robe, o robe a
algún otro ser humano la autoestima (p. 14).
• La persona está en el infierno cuando ha perdido su autoestima (p.
15).
• Por lo tanto, la autoestima, o “el orgullo de ser un ser humano”, es
hoy la mayor y más básica necesidad para la raza humana (p. 19).
• Es precisamente en este punto donde ha errado la teología clásica:
en su insistencia de “centrarse en Dios”, en lugar de “centrarse en el
hombre” (p. 65).
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• La teología clásica define el pecado como “rebelión contra Dios”. Esa
definición no es tan incorrecta como superficial e insultante hacia el
ser humano (p. 65).
• Nacer de nuevo significa que debemos cambiar desde una
autoimagen negativa a una positiva, de la inferioridad a la
autoestima, del temor al amor, de la duda a la verdad (p. 68).
• El plan maestro de Dios gira en torno a las más profundas
necesidades de los seres humanos: la dignidad, el respeto propio, el
valor propio y la autoestima (p. 71-72).
• La teología de la Reforma fracasó en aclarar que el núcleo central del
pecado es la falta de autoestima… Al mismo tiempo, todo credo, toda
interpretación bíblica y toda teología sistemática que asalte u ofenda
la autoestima de las personas está fracasando heréticamente en ser
verdaderamente cristiana (p. 135-136).
• El gran error de la teología clásica es no comenzar por el valor del
individuo, sino tratarlo como un “pecador carente de valor”. El
resultado ha sido la glorificación de la vergüenza humana en la
teología cristiana (p. 180).
***
En lo anterior encontramos una reveladora exposición del principio del
amor al yo y del repudio al principio de la cruz: la abnegación que
caracteriza a Dios. Si otras cosas no lo han hecho ya, eso debiera abrir los
ojos de quienes son incapaces de distinguir entre la Palabra de Dios y la
cultura que nos rodea; y la cultura que nos rodea es espiritista en esencia:
está enraizada en la filosofía satánica del amor a uno mismo, en la
autoestima. Una lectura de Isaías 14 y de Ezequiel 28 debiera bastar para
entender quién es el autor de esos principios.
Cuando Pedro invitó a Jesús a que se amara a sí mismo evadiendo la cruz,
Jesús le respondió (Mat 16): “Apártate de mí, Satanás”. No hay necesidad
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de concluir que Pedro estuviera poseído por un demonio. Lo que Pedro
estaba haciendo es no poner la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres; es decir, estaba hablando y comportándose de acuerdo con la
cultura, no sólo de aquella época y de aquel lugar, sino con la cultura de
cualquier época y lugar en este mundo desde la entrada del pecado; estaba
hablando según la naturaleza humana, y la naturaleza humana está
corrompida por el pecado desde hace seis mil años: no responde a la
voluntad de Dios, sino a la de Satanás.
Para que se nos pueda decir como a Pedro: “Apártate de mí, Satanás”, no
es necesario que vayamos a visitar a un médium en una sesión espiritista
clásica: basta con que expresemos el principio básico de la cultura humana
universal, el principio básico de nuestra naturaleza humana, el principio
básico de la filosofía espiritista: ‘Ámate a ti mismo, céntrate en ti mismo,
ten compasión de ti’: la autoestima.
Ese es el principio cuya paternidad corresponde a Lucifer convertido en
Satanás, y de ahí la expresión “apártate de mí, Satanás” aplicada al pobre
Pedro, que no pensaba estar siguiendo a Satanás ni quería hacer tal cosa,
pero que no estaba pensando como Dios lo hace, sino como hace la
sabiduría humana. Pedro intentó aplicar a Jesús una lección de psicología
“cristiana”: ‘Señor, si tienes que cumplir una gran misión de amor en favor
del mundo, primero te has de amar a ti mismo’: “Ten compasión de ti
mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca!”
Respecto a la sección reproducida del libro de Schuller, es importante
señalar que Rick Warren pasó tiempo junto a él tras acabar su formación en
el seminario y antes de fundar Saddleback. Warren concede crédito a
Schuller por el concepto de dar a las personas aquello que les gusta,
sabiendo adecuar un programa que satisfaga sus necesidades. El libro Una
iglesia con propósito, de Rick Warren, incluye una recomendación de
Schuller en su portada. De forma tan desgraciada como reveladora, el libro
de Warren está siendo vendido y recomendado en nuestras librerías de
iglesia, y está siendo utilizado para programas de formación y edificación
espiritual (lo mismo que libros de otros líderes no adventistas
pertenecientes al movimiento de la iglesia emergente, que mantienen el
mismo principio básico del amor al yo).
Schuller es autor de más de treinta libros, incluyendo cinco de ellos que han
estado en la lista de los más vendidos en New York Times. Cada año, Schuller
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forma cientos de pastores acerca de cómo hacer crecer una iglesia, algunas
veces junto a Rick Warren y Bill Hybels.
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Lo reproducido hasta los tres asteriscos es parte del capítulo de un libro
publicado por Pacific Press en 2005, cuyo autor es Thomas Mostert, quien
fue presidente de Pacific Union Conference, formó parte del Comité de
directores de salud de la universidad La Sierra y el seminario Pacific Union
College, acredita una licenciatura en teología por Southern Missionary
College y una maestría en divinidades por la universidad Andrews.
En ese libro, Thomas Mostert analiza la incursión en la Iglesia Adventista de
un tipo de espiritualidad sin religión en el que están especializadas las
mega-iglesias de Estados Unidos, siendo un ejemplo el fragmento que he
traducido, en el que se aprecia qué lugar prominente ocupa el dios ajeno
de la autoestima en todo el cristianismo contemporáneo, esa perversión
del evangelio de Cristo que presenta su amor como insuficiente, de forma
que debes añadirle tu propio amor hacia ti mismo, y que presenta como
incapaz el perdón de Cristo, al que debes añadir tu propio perdón hacia ti
mismo. Ese mismo falso evangelio de la psicología mundana y la
autoestima, que infecta todo el mundo cristiano (Apoc 18:2), es el que está
llamando a la puerta del adventismo bajo el señuelo de hacerlo capaz de
alcanzar al mundo postmoderno. El objetivo del libro de Thomas Mostert
es ayudar a las personas a reconocer el espiritismo en sus formas modernas
pseudocristianas, dentro del adventismo.
El título de su libro es: “¿HEREJÍA ENMASCARADA? ¿ESTÁ EL ESPIRITISMO
INVADIENDO HOY LAS IGLESIAS ADVENTISTAS?” (Hidden Heresy? Is Spiritualism
Invading Adventist Churches Today?) El contenido del libro es tan
inquietante como su título, aunque mucho más clarificador. Los que siguen
son títulos de algunos de sus capítulos:
• ¿Eres capaz de identificar el espiritismo moderno?
• Peligros de mezclar la verdad con el error
• Espiritismo en ropaje moderno
• Planes de Satanás para la iglesia remanente
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Por desgracia, parte de quienes durante años se han ido a formar en esas
mega o giga iglesias obsesionadas con el crecimiento numérico
sustituyendo el evangelio de Cristo por el de la autoestima, son pastores
adventistas en período de formación, que después han traído los conceptos
aprendidos allí a nuestra iglesia, a nuestros seminarios, enseñándolos a su
vez a otros, y estos a otros.
Esa es sin duda parte de la explicación de cómo es posible que comités de
“expertos” estén dando el visto bueno a la publicación de libros que
contienen el error de la doctrina básica del espiritismo, y que dichos libros
se estén empleando, nada menos, en campañas misioneras. Cito tres de
esos libros que ocupan librerías de nuestras iglesias, y que se han empleado
en esfuerzos misioneros:
• DESCUBRE TU VALOR: LA IMPORTANCIA DE LA AUTOESTIMA Y CÓMO
DESARROLLARLA
• EL PODER DE LA ESPERANZA
• ESPERANZA PARA LA FAMILIA
Los tres son libros que presentan una nueva orientación, orientación que
con dolor he procurado señalar en este y otros escritos.
A los tres citados se puede añadir el libro de lecturas devocionales UN
CORAZÓN ALEGRE, publicado oficialmente en el año 2020 para el mundo
hispanohablante, del mismo autor que los anteriores.
A propósito de la crisis panteísta, Ellen White escribió:
No os engañéis, muchos se apartarán de la fe prestando atención
a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios. Tenemos
ahora delante de nosotros el alfa de ese peligro. La omega será
de una naturaleza asombrosísima (1 Mensajes selectos, 231).
Se me ha instruido que hable con claridad. “Hazle frente”, es el
mensaje que se me ha dado. “Hazle frente firmemente y sin
demora”. Pero no hemos de hacerle frente sacando a nuestros
obreros del campo para que investiguen doctrinas y puntos de
diferencia. No hay tal investigación que debamos hacer. En el
libro Living Temple se presenta el alfa de herejías mortíferas. La
omega seguirá y será recibida por los que no estén dispuestos a
prestar atención a la amonestación que Dios ha dado (1 Mensajes
Selectos, 233).
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El enemigo de las almas ha procurado introducir la suposición de
que había de realizarse una gran reforma entre los adventistas
del séptimo día, y que esa reforma consistiría en renunciar a las
doctrinas que están en pie como las columnas de nuestra fe y que
había de comenzar un proceso de reorganización. Si se efectuara
esta reforma, ¿qué resultaría? Los principios de verdad que Dios
en su sabiduría ha dado a la iglesia remanente serían descartados.
Sería cambiada nuestra religión. Los principios fundamentales
que han sostenido la obra durante los últimos cincuenta años
serían considerados como error. Se establecería una nueva
organización. Se escribirían libros de una nueva orientación. Se
introduciría un sistema de filosofía intelectual. Los fundadores de
ese sistema irían a las ciudades y harían una obra maravillosa (1
Mensajes selectos, 238).
¿Quién tiene autoridad para comenzar un movimiento tal?
Tenemos nuestras Biblias. Tenemos nuestra experiencia,
testificada por la operación milagrosa del Espíritu Santo.
Tenemos una verdad que no admite transigencias. ¿No
repudiaremos todo lo que no esté en armonía con esa verdad? (1
Mensajes selectos, 239).
La psicologización de la iglesia viene con el precio siniestro de incorporar la
ideología básica espiritista disfrazada: el peor veneno para un pueblo
remanente que debiera estar haciendo el llamado a salir de Babilonia, y que
en lugar de eso está distribuyendo libros que articulan los principios
fundamentales de esta. Suponiendo que esa conducta lograra hacer crecer
numéricamente la iglesia, no nos estaría acercando un ápice a la resolución
del conflicto de los siglos ni a la segunda venida de Cristo.
Ojalá que el Señor nos dé discernimiento para que veamos dónde, y hasta
dónde hemos caído, y aceptemos el remedio que lleno de amor nos ofrece
el Testigo fiel, y que se resume así:
Arrepiéntete (Apoc 3:19).
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