Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del...

56
ARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu- blicación de estudios genealógicos y nobiliarios con arreglo a un plan trazado por el Marqués de Ciadoncha, a quien se deben casi exclusivamente, los dos libros a que se refiere esta nota (i). El primero de ellos ofrece a los cultivadores de la bio- grafía un instrumento de trabajo para rastrear ascendencias, parentescos y enlaces de algunos centenares de familias. Debiera parecer sorprendente. ,que en un tiempo en que se desparraman tantas curiosidades y tanta atención sobre las biografías de gentes, muchas veces poco interesantes, el lec- tor de ellas sea generalmente incapaz de. sentir curiosidad por las vidas más próximas a la suya, vale decir por su his- toria familiar. En la historia del propio linaje ---oscura o brillante— cada uno podría hallar líneas de fuerza que, rotas por el olvido o la ignorancia, dejan perderse un caudal de energía irrecuperable. Para ser útil, la de estudiarla había de ser una tarea ajena a todo estímulo de vanidad. Pero aun cuando no lo fuera, no sería estéril; está por hacer el ba- lance moral de unas generaciones que, en zonas extensas ííei país, vivieron oscuramente, legándose de. una a otra poco mas/ir-y cada vez menos— que un atado de pergaminos y de papel sellado que encerraba la historia del linaje. Cuando se formule aquel balance, estoy seguro de que habrá de pre- sentar, contra estas últimas generaciones, despreocupadas y si n prejuicios, un saldo acreedor de virtudes, que si están prendidas en ellas es porque venían cargadas de energía des- de aquellas lejanas vidas oscuras, que mirando siempre ter- Nobleza de Asturias.Hidalguías de sú Audiencia y Ayunta- , por el Dr. José de Rújula y de Ochotorena, Marqués de Cia- . Madrid, 1945. Estatuto nobiliario. Madrid, 1945. 10 145

Transcript of Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del...

Page 1: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

ARISTOCRACIA Y NOBLEZA

El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior deInvestigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación de estudios genealógicos y nobiliarios con arregloa un plan trazado por el Marqués de Ciadoncha, a quiense deben casi exclusivamente, los dos libros a que se refiereesta nota (i).

El primero de ellos ofrece a los cultivadores de la bio-grafía un instrumento de trabajo para rastrear ascendencias,parentescos y enlaces de algunos centenares de familias.

Debiera parecer sorprendente. ,que en un tiempo en que sedesparraman tantas curiosidades y tanta atención sobre lasbiografías de gentes, muchas veces poco interesantes, el lec-tor de ellas sea generalmente incapaz de. sentir curiosidadpor las vidas más próximas a la suya, vale decir por su his-toria familiar. En la historia del propio linaje ---oscura obrillante— cada uno podría hallar líneas de fuerza que, rotaspor el olvido o la ignorancia, dejan perderse un caudal deenergía irrecuperable. Para ser útil, la de estudiarla había deser una tarea ajena a todo estímulo de vanidad. Pero auncuando no lo fuera, no sería estéril; está por hacer el ba-lance moral de unas generaciones que, en zonas extensasííei país, vivieron oscuramente, legándose de. una a otra pocomas/ir-y cada vez menos— que un atado de pergaminos yde papel sellado que encerraba la historia del linaje. Cuandose formule aquel balance, estoy seguro de que habrá de pre-sentar, contra estas últimas generaciones, despreocupadas ysin prejuicios, un saldo acreedor de virtudes, que si estánprendidas en ellas es porque venían cargadas de energía des-d e aquellas lejanas vidas oscuras, que mirando siempre ter-

Nobleza de Asturias.—Hidalguías de sú Audiencia y Ayunta-, por el Dr. José de Rújula y de Ochotorena, Marqués de Cia-. Madrid, 1945.

Estatuto nobiliario. Madrid, 1945.

10 145

Page 2: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

camente a su pasado la proyectaron generosamente haciael porvenir.

Es curioso comprobar que son los pueblos jóvenes losque sienten más vivamente aquel interés. En ios EstadosUnidos están muy en boga los estudios genealógicos acercade las familias de los primeros pobladores europeos. En al-gunas repúblicas de Hispanoamérica se han generalizadotambién en estos últimos años. Y no habrá si no de qué fe-li-citarse si tales estudios se desentienden de preocupacionesdemasiado banales y buscan por caminos de historia caucespara el curso y el desarrollo de los valores morales.

El Estatuto nobiliario tiene otro alcance: es la historia—casi hecha— de un intento de organizar y dar cohesión acierto conjunto de entidades y de familias que algunos ana-tematizaban como supervivencia de una casta, cuando lleva-ban siglos de no constituir siquiera lo que hubiera sido útil:una ciase.

Probablemente el propósito del General Primo de Rive-ra al crear la Comisión Oficial de Heráldica (3-VI.I-1927) noiba tan lejos como hubiera exigido la lógica ; lo que se refle-ja en el Estatuto que recogió el resultado de no pocos estu-dios, y discusiones para las que sirvieron de base diversasponencias.

Este libro que publica el Instituto «Jerónimo Zurita», vie-ne encabezado por el Estatuto, al que siguen los trabajosde las ponencias, en su mayor parte debidos también aiMarqués de Ciadoncha.

Hubiera aquél ganado en claridad y en coherencia si sehubiera abierto con las definiciones indispensables, comointentaba la ponencia de «Organización». Pero la omisiónmás sensible no es ésta, sino la de una declaración explícitade los fines perseguidos por la organización de la nobleza.No habría, probablemente, nada que oponer a ella si se hu-biera atribuido a la institución nobiliaria una misión moral,política o administrativa que justificara su existencia, si allado de la enumeración de las diversas jerarquias que se es-timasen necesarias se hallasen señaladas, antes que los ho-nores, las obligaciones de cada una, más graves, natural-

I46

Page 3: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

mente, y más exigentes los deberes, cuanto más alto el rangode quien los tuviera a cargo.

Realmente, sin esto, una reglamentación tan minuciosaparecería excesiva; como carecería de justificación el inte-rés, del Estado por una colectividad a cuyos miembros no-seles señala otra ocupación —y ésta tácitamente— que la elereproducirse.

Sin embargo, la cosa es menos simple de lo que pudieracreerse. Conviene ver con claridad si la nobleza, este gruposocial de que tanto se ha escrito y del que tan sin juicio seha hablado, ha de desvanecerse como un recuerdo, o si haytodavía en él algún valor político en potencia que pueda po-nerse en acción útilmente.

Las cuestiones políticas pueden abordarse con un criteriorevolucionario, lo que constituye una fuerte tentación, por-que sólo exige al operador una esencial ignorancia acercadel' pasado y cierta desenfadada audacia frente al porvenir.Sin embargo, la humanidad hubiera ganado bastante si, encada momento, se hubieran considerado las cuestiones políticascon un criterio histórico.

Ahora, por ejemplo, sería bueno estudiar qué es lo queen realidad había hecho en España la nobleza y qué es loque,hubiera podido hacer antes de pensar en dejarla extin-guirse por falta de contenido vital o de señalar apresurada-mente metas a sus deberes y moldes para su reorganización.

El empeño desborda los límites de una nota. Aquí sólopueden registrarse algunas vaguísimas noticias y pocas con-secuencias-provisionales, probablemente de muy incierta vi-gencia.

i. Pero es discreto empezar por restituir su verdaderovalor semántico a algunas de las palabras que han de servir«e eje a estas reflexiones' y andan por ahí desconocidas yharapientas de tan manoseadas.

«Resulta completamente ocioso —escribía hace tiempo Or-tega y Gasset— discutir si una sociedad debe ser o no debe;<-er constitutída con la intervención de una aristocracia. La.cuestión está resuelta desde el primer día de la historia hu-

147

Page 4: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

mana: una sociedad sin aristocracia, sin minoría egregia, noes una sociedad.»

He aquí el verdadero concepto de aristocracia, grupo mi-noritario de excepcional calidad en torno al cual, en cadamomento, una sociedad organiza su vida y realiza su destinohistórico.

Ello supone diferenciación de los hombres que la consti-tuyen con arreglo a una jerarquía de valores, ni común atodas las sociedades ni constante a lo largo del tiempo encada una. Arguye, pues, una diferencia esencial entre suscomponentes, de donde han de provenir diferencias formalesde estimación, de diversa calidad y de mayor o menor cuan-tía, que no repugnan al espíritu de justicia, porque nada ha-bría, por el contrario, tan injusto como conceder la mismaa todos, cualesquiera que fuesen sus valores.

Noble, para Ortega, es el conocido, el esforzado o exce-lente, que ha adquirido esta notoriedad por su propio es-fuerzo. Pero la definición es incompleta ; porque desde sumismo punto de vista etimológico, noble es también el quepor venir de una estirpe notoria es conocido, señalado portodos, y obligado, por tanto, a vigilarse con severidad y aconducirse esforzadamente.

El concepto de nobleza se apoya sobre el pasado paraproyectarse hacia el porvenir. La noblgsa, para San Jeróni-mo, no es más que una riqueza antigua. aNobilitas mundi—cito por Cristina de Arteaga— rdhil sliud. est quam inve-teratae divitiae.» Es símbolo viviente del tiempo, para Spen-gler: la condensación del tiempo personificada. Para Euge-nio d'Ors es el fruto de la unión del tiempo con la heroicidad.

Es efectivamente todo eso, sin excluir tampoco de ellaa los «nobles» que señala Ortega, porque la nobleza no debeser sino aquel conjunto de familias señaladas al conocimien-to público como excelentes por sus servicios y por sus méri-tos. La nobleza forma parte de la aristocracia', pero la aris-tocracia no es toda ella nobleza, aunque esté en buen caminopara serlo.

Sin duda, porque exige la colaboración del tiempo, quees independiente de la voluntad humana, es por lo que Pío XI

148

Page 5: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

advertía en cierta ocasión: «la nobleza es don de Dios y poreso debe conservarse cuidadosamente».

Si este grupo social ha de ser otra cosa que una asocia-ción de carácter privado, es decir, si ha de tener un quehacerpolítico será preciso que la sociedad toda se organice en cla-ses. La clase está constituida por una pluralidad de individuosque dentro de la organización política del listado tienen con-fiadas determinadas tareas y señalado un fin común a susactividades.

Y añádase que en lo antiguo, donde las clases se anquílosaron, dieron nacimiento a las castas; lo que sólo se tracpara señalar lo inactual de esta voz y denunciar la impro-piedad de su uso,, muy frecuente en las propagandas dema-gógicas, tan pocas veces favorecidas por el buen sentido.

2. Un estudio histórico del origen y de las funciones dela nobleza en España que pudiera servir de soporte a unaconstrucción política para el porvenir no necesitaría remon-tarse demasiado lejos. Que Augusto creara no pocas magis-traturas, cuyos' títulos han llegado hasta nosotros, o que—como recuerda Spengler— desde el siglo iv se suscite, conmiras interesadas, la preocupación genealógica, en busca delentronque con una familia consular y del subsecuente ingre-so en una clase que obtenía de ello muy estimable utilidad,no es demasiado interesante, por más que dejara alguna hue-üa en la España romana.

Jmporta, en cambio, considerar la cuestión a partir dela incorporación del elemento germánico a la vida nacional.

En torno al hidalgo de sangre, hontanar de toda la noble-za, hay una densa atmósfera literaria. D. Antonio Adán de Yarza;'en un Epitome de los señores de Vizcaya (Turín, 1621), sequeja de los historiadores que quieren traer la nobleza espa-ñola de la sangre y descendencia de los godos, «siendo mu-cho más antigua y noble la española», representada por losaborígenes vascos. D. Bartolomé José Gallardo, dos siglos.después, pretende que hidalgos fueron los indígenas peninsu-tares que bajo la dominación romana disfrutaban- de ciertosprivilegios, otorgados por el jus italkum, con lo que de

149

Page 6: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

itálico saca —como antes Covarrubias— la palabra idalgo,alterando para ello la habitual ortografía.

López Montenegro, que publicó unos Apuntes para Inhistoria de la formación social de los españoles (Madrid,1922 y 1926), tan desordenados y arbitrarios como suges-tivos, sostiene el origen germánico de la hidalguía; tesisque, por su parte, expone y razona muy ampliamente Meyeren su Historia de las instituciones sociales y políticas de Es-paña y Portugal (Madrid, 1925 y 1926). Evidentemente, estamisma opinión es la que dominaba en el siglo xvi y IXVII enEspaña, como comprueba el acervo paremiológico y podríaacreditarse con abundantísimas citas de nuestro teatro clásico.

Conducidos! por Meyer es fácil reconstituir el índice deSos deberes que incumben a los miles, luego infanzones, lomismo que de sus derechos, y entrever una razón que abona-ría la hipótesis racial, en el empeño de conservar la purezade la sangre, evidenciada por la legislación que regula latransmisión de la calidad de infanzón. Y asistimos con él alá reaparición de convites, duces y princeps, cuya jerarquía,arbitrariamente establecida por muchos autores, también con-vendría esclarecer.

El trabajo que todo ello exija no será perdido ; sobre élhabrá de apoyarse la investigación que conduzca al cono-cimiento de la organización de la nobleza en los reinos es-pañoles durante la reconquista.

En esta tarea han de prestar muy útil servicio las «po-nencias» de Ciadoncha, Vallellano, Alvarez Mallo y Daría;;Padrón, que se insertan en el segundo de los volúmenes aque se refiere esta nota. Pero no podrá prescindirse de unaextensa bibliografía, cuya utilización exige muy especialescautelas; el tema ofrece tantas vertientes políticas que quie-nes lo trataron se dejaron deslizar muchas veces por la queles resultaba más grata.

Ocurre esto, por ejemplo, en lo que toca a la noblezaoriginaria de Vasconia, acerca de cuyo origen y de la comúnhidalguía de todos los naturales del país se ha producidoun caudal casi inagotable de arbitrariedades. Meyer (I, 126)llama la atención sobre el hecho de que -el título iaun, deuso entre los godos, corresponde al jaun, señor, de los vas-

150

Page 7: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

eos, y no sería conveniente olvidar esta observación que pu-diera resultar fértil en consecuencias.

En todo caso, la reconquista dio lugar a la aparición deuna aristocracia de carácter militar, hija, más que de otracosa, de su propio heroísmo. Muñoz Romero observa conbuen juicio que aunque la aristocracia se creara en Asturiasy León con los restos de los godos no sometidos al yugosarraceno, se levantan a ella «muchos que pertenecían a razassubyugadas en otras épocas, e individuos de oscuro linaje,al propio tiempo, que muchos descendientes de la noblezagoda van a confundirse entre los individuos de las clases in-feriores. Sucede lo que en la invasión de los godos. Losromanos que tuvieron la suerte de salvar su fortuna del pi-llaje de los invasores en el desquiciamiento general, si aquéllaera considerable, llegaron a ocupar un puesto entre los pro-ceres del reino. Sólo así puede explicarse cómo algunos ro-manos mandaron provincias y ejércitos de los reyes godos.La base de la aristocracia eran el poder y la riqueza: asíes que los ,que no eran poderosos decaían de tan elevadaciase». (Disc. Acad. Hist., 1860.)

La observación probablemente es válida eon carácter ge-neral y parecía útil traerla aquí por dos razones." la primera,porque convenía ya introducir en estas notas el concepto deriqueza que ha de aparecer siempre adscrito a la calidad aris-tocrática; la segunda, porque es fuertemente sugestivo se-ñalar cómo en el curso de la historia las aristocracias no seimprovisan, sino que se crean, por mejor decir se re-crean,sobre lo que queda utilizable de las precedentes.

He aquí un nuevo factor —la herencia—, cuyos modos yconsecuencias exigirían también estudio ; ella es la que, con"'<• agencia del tiempo, da lugar a la nobleza, integrada enu&a compleja jerarquía.

Ricos-hombres, infanzones, caballeros, hidalgos, cuantio-sos, escuderos, mesnaderos, generosos —«de generación mi-litar»—, valvasores, caballeros pardos, hombres de paraje,míanzones de abarca,. con otra docena de vocablos, forman« nomenclatura de las numerosas categorías nobiliarias co-nocidas en los distintos reinos hispanocristianos. Que toda-

Page 8: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

vía venía a complicar la distinción entre los que eran noblesde linaje y los que se llamaban de privilegio o de carta.

Privilegios y cartas concedíanlos los Reyes, y aun en Cas-tilla los concedieron los Condes soberanos. Pero no siempreestas concesiones representaron un halago a la nobleza. Me-néndez Pidal hace observar- que la duplicación del númerode caballeros bajo el gobierno del Conde García Fernández,al conceder el privilegio de infanzonía a los «caballeros villanos», fue una medida de carácter democrático; y así es,en efecto, aunque sorprenda un poco ahora, que suele en-tenderse por democratizar igualar también, pero igualar porabajo.

Más adelante las concesiones cíe esta clase de privilegiasse prodigaron a veces de modo inconveniente. El Arciprestees bastante explícito en este punto :

«Sea un orne nesgio é rudo labradorLos dyneros le fazen fidalg'o é sabydor,Ouando mas algo tiene, tanto es de mas valor,El que no ha dineros, non es de sy señor

Do el dinero juzga, allí el ojo guiña.El faze cavalleros de ne.qios aldeanos,Condes é. ricos ornes de algunos vyllanos.»

Medio siglo después, como si quisiera confirmar lo queei maldiciente Juan Ruiz había escrito, Enrique IV concediótal número de privilegios de hidalguía que muchos de losfavorecidos no los aceptaron, con lo que las cartas quedaronen el convento de San Benito de Valladolid, donde podíanrecogerlas los beneficiarios, pagando un tanto los de las mon-tañas y otro los de las tierras llanas. Algunos --comentaJuan de Arce— los llevaron fiados y no pagaron o pagaronsólo parte ; el caso es que los Reyes Católicos ordenaronque los que no hubieran pagado se considerasen pecheros yque se recogiesen los privilegios que quedaban.

Acaso no huelgue apuntar aquí la escasa novedad que estemercado de mercedes tenía ya entonces. Aunque el antece-

152 ' ' •

Page 9: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

dente no fuera muy glorioso hubiera podido invocarse, encalidad de tal lo que ocurría durante el Bajo Imperio Roma-no ; se recuerda, en efecto, una ley de Honorio, que disponía que en los actos de felicitación a los príncipes nadie seantepusiera a los condes de primera clase, aunque sus títulosfuesen comprados, cofa tan frecuente entonces que el im-porte de este tráfico constituía una fuente considerable deingresos para el tesoro imperial.

Que se llamara privilegios a los títulos de hidalguía diceya que ellos debían otorgar a sus poseedores determinadasventajas.

Así es, y el esclarecimiento de su naturaleza y extensiónen cada caso ofrece no poco interés para este estudio quese recomienda y no ha de hacerse aquí. Como el de la tan debatidacuestión de los feudos, en el que pueden ser buenos guias—siempre que se valore, bien lo que hay de partidismo polí-tico en sus interpretaciones—, D. Juan Sempere (Historiadel Derecho Español. Madrid, 1846) y D. Antonio Escosura(Juicio crítico del feudalismo en España. Madrid, 1856).

Sobre este que se pudiera llamar substrato común de la.nobleza aparece casi desde el primer momento la nobleza ti-tulada. .Lo que lueg'o han sido títulos fueron en un principiocargos y empleos con funciones militares o palatinas, que,lo mismo que los títulos feudales, tuvieron carácter personal5 vitalicio. La dinastía de Trastamara empezó a repetir enios hijos las concesiones hechas a lors padres y a constituirlasfcn mayorazgo perpetuo, modo de sucesión que quedó con-solidado por los Revés Católicos.

Noticia que se hubiera excusado aquí, por demasiado co-nocida, si no fuera porque parecía oportuno llamar la aten-ción sobre aquel género de títulos vitalicios, de cuya utili-dad acaso haya que volver a ocuparse.

La forma de transmisión de los títulos tiene también suhistoria, que merece atención; lo mismo que las normas —yla falta de ellas, en ocasionéis— para la concesión de títulosnuevos. Épocas hubo en las que se restringieron de modor-iuy considerable estas mercedes, otras en que se otorgaroncon excesiva largueza y aun algunas en que, como las hi-

' T53

Page 10: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

dalguías, se vendieron ; de todo lo cual pueden extraerse úti-les enseñanzas.

Pero no será la menor la que se obtenga al comprobarque las gentes de bien administraban su estimación con ex-celente juicio. Asi, el Condestable de Portugal en sus Coplasdel -menosprecio et contempto del mundo:

«Todos somos fijos del primero padre ;todos trayemos y.gual nascimiento,todos avernos a Eva por madre,todos faremos un acabamiento ;todos tenemos bien flaco cimiento,todos seremos en breve so tierra;eí propio noblesce su merecimiento ;et quien al se piensa, yo pienso que yerra.»

Asi, también el señor de Barres, en sus Claros varonesde España:

«Digo que la gloria inataet de los padres traydanon es tal, nin tan beatacomo la que es adquerida.Nin por nuestro padres quisodarnos Dios el parayso,mas por buena et sancta vida» ;

que apunta un distingo moral, interesante, traducido des-pués en anécdotas sobradamente conocidas.

La historia, muchas veces hecha, de la dignidad de Gran-de de España, cuyo origen suele fijarse en el reinado deCarlos I, requiere también atención; pero más que ella lade la institución de los Ordenes Militares que, creados conuna finalidad concreta, quedaron vacíos de contenido cuandoaquélla quedó realizada, lo que fue tanto más lastimosocuanto que podían haber cumplido muy útiles misiones.

Una investigación seria permitiría establecer un cuadrode conjunto de lo que fue la nobleza española, punto departida para poder estudiar lo que hizo.

154

Page 11: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

Importa esto no poco, si ha de estimarse debidamente elvalor de la institución. López Montenegro es generoso en siljuicio. «Los hidalgos del tipo antiguo —dice— eran, no sólohombres de guerra, como por ahí muchos creen, y citaré aSalomón Reinacn, que tiene la comodidad de decir que enaquella sociedad había: los conquistadores, hombres deguerra; los conquistados, que él supone árabes, agriculto •res ; y los judíos, comerciantes y sabios. Los conquistadoreseran hombres de armas, pero eran hombres de dirección entodos los aspectos de la actividad humana ; hacían cultivary cultivaban las letras y las ciencias ; eran hombres de igle-sia, de justicia, de administración y de diplomacia; estimu-laban la producción y el comercio, que por medio de otroshombres, y algunos por sí, lo hacían también...»

Pero, en todo caso, esta síntesis optimista exigiría unprevio ajuste de cuentas, para no incurrir en error al efec-tuar la valoración.

Era bien lógica y no faltó en ninguno de los reinos a quedio origen la reconquista, la inclinación de los hombres dis-tinguidos en las faenas de guerra, a dirigir y gobernar enia paz a los que los seguían, y no siempre desinteresada-Diente y por amor a sus prójimos menos aptos para el caso,sino por su propio beneficio ; bien que, en muchos casos,sino en todos, coincidía con el bien de la comunidad. Susfueros y privilegios —como el privilegio general otorgadopor Pedro III a los nobles aragoneses— son en cierto modoconstituciones y códigos de justicia a la medida de la culturay de acuerdo con las costumbres del tiempo.

En todo caso, regulan, o cuando menos estatuyen, lasfacultades políticas de una aristocracia a cuyo origen nadiepcdrá regatear la legitimidad.

Será preciso luego aclarar en qué medida es discreto apli-car el dictado de rebeldía a los actos de hostilidad a los reyesque los nobles de Galicia, de León, de Asturias, y mucho'ñas modernamente los castellanos, como hace observar Me-uendez Pidal, realizan en el curso de los siglos. Se tratabaen realidad las más de las veces de la traducción en actos deviolencia de tendencias políticas que acaso no tenían otramanera de manifestarse; y no sería discreto examinarla•=

155

Page 12: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

desde el punto de vista del orden publico, sino más bien conun criterio de derecho político.

Kn todo caso, sería un grosero error suponer que lanobleza se sirvió de sus facultades y de su autoridad para laopresión de los menesterosos. Tuvo su lugar en las Cortesde todos los reinos, en las que asentaba como uno de losbrazos del reino ; y si en las de Castilla era frecuente la presentación de memoriales de agravios por parte del brazo po-pular contra la nobleza, en Aragón aparecen con frecuenciajuntos uno y otra en sus peticionas. Hecho que probable-mente va ligado —y comprobarlo merecería la pena— a unaorganización más perfecta y a un orden jerárquico mejordeslindado.

De los abusos y de las intemperancias de la nobleza seha hecho feria despreocupadamente para usos políticos;pero más justo que generalizar la culpa de torpezas particu-lares, parece buscar el tono espiritual de la colectividad enel me do cómo, los selectos entendían su misión y la exten-sión de sus deberes. «Fijo —escribía Gutierre Diez de Ga-mes, en su Crónica de don Pero Niño—, guárdate de la ava-ricia, si quieres haber poder en ti; si non, siervo serás: cacomo cresce el amontonamiento de ios algos, cresce la mu-chedumbre de los cuidados. Nota, si quieres aver lo que de-seas, desea lo que puedes. Non tengas a ningún orne por loque obró en la su fortuna ; mas tenlo por lo que es en suseso, é en sus virtudes. Non tengas vasallos tan solamentepor lo que has de aver clellos ; mas teñios todos por amigos,é sírvante con lo que has de aver de derecho.»

Una crítica, poco benévola ciertamente, ha hallado mo-tivo de censura y casi de escándalo en el hecho de que, a lolargo del siglo xv singularmente, se ganarán muchos títu-los en las guerras civiles : cuál en el partido de Don Juan II,el otro junto a Don Enrique IV, y el de más allá en el ban-do de Doña Isabel la Católica. Algunos, se dice, fueron otor-gados por méritos de privanza. Mejor sería decir que unosy otros lo fueron por méritos políticos ; lo que no sería cortoelogio para un régimen que para asegurarse una clase direc-tora utilizaba el mejor sistema de selección.

Pero no fue el único. Una ley de partida concede el títu-

156

Page 13: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

lo ele conde a los profesores de jurisprudencia que llevasenveinte años de enseñanza ; las Cortes de Monzón (1626) re-suelven que se extiendan a los médicos los privilegios de hi-dalguía concedidos a los jurisperitos en Valencia; otro pri-vilegio de nobleza se concedió después a los doctores y licen-ciados ; y una pragmática de Carlos III extiende estebeneficio a las familias que durante tres generaciones hubie-sen ejercitado oficios mecánicos con adelantos notables dela técnica de cada uno.

3. El régimen de transmisión hereditaria de la noblezadio de sí, como era de esperar, la preocupación de la legiti-midad, bien que no entendida con el criterio del Códigocivil. Se trataba de asegurar la continuidad de la línea, ellinaje (lineaje), a partir del primer poseedor de la calidad denoble. De ella se ufanaban los bastardos, que la poseían sindárseles mucho de que el vínculo de su origen no fuera es-trictamente canónico. Bien es verdad que en la Edad Mediase consideraba a las barraganas' —cuando menos a las delos legos— como esposas de segunda categoría, pero casi conJas mismas consideraciones que las legítimas. (Partidas:Ley 2.a, tít. 14, lib. 4; Fuero Viejo: ,Ley 1.a, tít. 5, lib. 5.)^' tampoco dejaba de influir en ello el concepto, entoncesvigente, de que tener un hijo, aun ilegítimo, constituía unservicio a la república ; por cierto que no serían escasos en-tonces los de aquel vizcaíno Lope García de Salazar, quemuere en el sitio de Algeciras (1334), después de haber en-,gendrado ciento veintidós hijos : de ellos, dos legítimos.

Pero un criterio netamente político hacía indeseable paraios reinos cristianos la incorporación a un grupo social quedebiera ser influyente, de gentes del pueblo mahometano,vencido, o de aquellas otras —judías— cuya participaciónen los neg-ocios públicos se consideraba inconveniente. Noera mucho, cuado se llegó a vedar el ejercicio de no pocosoficios —Ley de 20-IX-1501— a «los reconciliados por eltelito de herejía y apostasía, y a los hijos y nietos de que-mados y condenados por el dicho delito, hasta la segundageneración por línea masculina y la primera por línea fe-menina».

157

Page 14: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

Y aunque algunos —Fr. Juan de Guardiola (1591) cutreellos— sostuvieron que los judíos conversos podían adquirirnobleza, pues que el bautismo quita todos los pecados, nilos judíos conversos, ni sus descendientes, ni los que lo fuerande moriscos podían gozar legaknente de aquel privilegio.De ahí la severidad con que durante siglos se trató de man-tener en los linajes nobles la limpie sa de sangre.

Pero cuando los nobles dejaron de tener un quehacer se-ñalado en la sociedad, a fuerza de mirar hacia sí mismos yde considerar la exquisitez de su sangre, dieron en una suer-te de narcisismo en el que, por cierto, no todo era huecavanidad, sino conveniencia de hacer que se respetase unacalidad que a la hora de contribuir a las cargas comunesproporcionaba muy estimables ventajas.

De vanidad se pecó, sin embargo, más de lo que hubierasido bueno, y hubo quien herido por ella, y sin virtud parasoportar la mortificación, se tomó por su mano no sé biensi la justicia o la venganza. Es sobradamente conocido eíMemorial presentado a Don Felipe II por el Cardenal donFrancisco de Mendoza ; bajo el título de El tizón de la no-bleza ha corrido después impreso en varias ediciones. Antesque el, un D. Francisco de Toledo, Deán de aquella iglesiaprimada durante el reinado de Don Juan II, había escanda-lizado sobre el mismo tema. Entre uno y otro apenas habíandejado linaje sin descubrir en él mancha de sangre mora,o judía, o huella de enredos y astillas de honras perdidas.Verdad es que el escrito del Cardenal tuvo refutadores yque también andan a mano sus alegatos. Pero no sería bue-no perder el hilo de la historia por los caminos de travesíade la anécdota.

A todo lo largo de los siglos xvi y XVII pesó de tal modola preocupación de la sangre y de su limpieza, que una so-ciedad tan católica como la española llegaba a distinguir dosciases de fieles: los cristianos viejos y lo^ cristianos nuevos

Todo esto fue utilizado sabiamente para componer la interpretación progresista de nuestra historia, dando lugar adeliciosos aspavientos privados de toda sinceridad.

En realidad, el siglo pasado'había sido testigo —comoen lo que va de éste lo hemos sido— de varias depuraciones

158

Page 15: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

políticas en un sentido o en otro ; y si en algún caso losejecutantes se han arrepentido de algo, ha sido de no ha-ber encontrado un patrón suficientemente estrecho y claropara su tarea. Actualmente está tramitándose en la Alemaniavencida ese que llaman proceso de desnacificación, y nc' pa -rece que los espíritus abonados al sobresalto se hayan es-candalizado excesivamente.

Pero en el siglo xvm la ilustración fue incapaz de en-tenderlo. En parte, fueron los árboles los que le impidieronver el bosque. Lo que en realidad era abusivo, humillantea veces, y a veces incompatible con el desarrollo de una eco-nomía razonable, no le dejaba considerar la pérdida de energía y de posibilidades de acción que derivaría de la anulaciónde la nobleza, Hacía falta reformarla muy radicalmente,pero no destruirla; y ésta empezaba a ser una aspiración co-mún entre las gentes que se suponían ilustradas. La defensa,en el estilo de D. Fray Iñigo de la Cruz Manrique (Defen-sorio de la religiosidad de los caballeros militares, 1731}, noera ni la más eficaz, ni tampoco la que convenía al caso.

Las bien intencionadas disposiciones dictadas por los pri-meros monarcas de la Casa de Borbón —y aun alguna porDon Carlos II—, encaminadas a suprimir incompatibilidadesentre la clase nobiliaria y el ejercicio de determinadas profe-siones, tuvieron consecuencias beneficiosas en el orden eco-nómico ; pero hubiera sido bueno considerar entonces lacuestión desde, un punto de vista político, lo que hubieraconducido a una solución completa.• Sería útil para llegar al fondo de esta cuestión volver aestudiar en su letra y en su intención cuanto entonces se¿egisló acerca de la materia; y no es inútil este pequeñoDiscurso sobre la, honra y deshonra legal que D. AntonioXavier Pérez y López compuso y publicó en 1781.

Pero mejor aun sería no aceptar como buena monedael lugar común de los necios prejuicios nobiliarios sin haberestimado con equidad los beneficios obtenidos en algunos°rdenes —la" admisión en los Colegios Militares, por ejem-plo— de la exigencia de expedientes probatorios de la lim-pieza de sangre. Tanto más importante será, cuanto queviene de antiguo aparentemente autorizado este menosprecio

159

Page 16: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

de la clase por moralistas, historiadores y ensayistas enprosa y aun en verso :

«Aquel que nace de un grandepudo nacer de un plebeyo ;Juego si aquello fue dichasin haber mérito nuestro,¿qué cosa es para estar vanocon sólo nacer?...»

(Banzes Candamo. Poesías cómicas. Madrid, 1722, T. II.)

4. Si el único estímulo de la nobleza hubiera sido el dela vanidad, probablemente no hubiera subsistido la institu-ción. Algo más y mejor que eso había inspirado sus accio-nes. En su origen, junto a la exención de impuestos, y comocontrapartida, pesaba sobre el noble el servicio militar a ca-ballo. Se ingresaba en la nobleza tras de la entrega germá-nica de las armas, que sólo podía tener lugar respecto a losindividuos que pertenecían a la clase de los infanzones, here-ditariamente cerrada. Y es muy posible que, planteada alprincipio como una obligación exclusiva, pasara a conside-rarse como un derecho ; y de ahí a que se hiciera norma deconducta de la colectividad la idea de servicio ; que encon-traría, sin duda, apoyo sólido en la formación religiosa, quelógicamente obligaba a prestar la más amplia y desintere-sada colaboración a todas las empresas nacionales que, endefinitiva, no tenían otro último móvil que el religioso.

Parecería compadecerse mal este supuesto con las quehan venido calificándose de turbulencias y agitaciones de larobleza. Sería preciso estudiar éstas con criterio sereno; yes muy posible que entonces se comprobara que en muchoscasos —si no en todos— la nobleza quizá ha cumplido la de-licada misión de mantener el equilibrio social, frenando lastendencias demasiado absolutistas de los monarcas y conte-niendo las posibles demasías del estado llano..

Que no haya sabido verse así quizá no sólo sea debidoa los prejuicios de quienes han cultivado estos estudios, sinotambién a que un papel tan ocasionado, como el de modera-

160

Page 17: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

-dor de opuestos excesos, no puede desempeñarse sin desgastemuy sensible, y sin descrédito, en último término.

Nadie podría afirmar que la nobleza —estos o los otrosgrupos de nobles— no procediera en más de una ocasión im-pulsada por móviles egoístas. Las pugnas y competenciasen torno a la posesión de los maestrazgos de los Ordenes se-rían buena muestra de lo contrario. Pero no sería discreto

_ juzgar estos episodios con el criterio de un observador asom-brado ante un mundo extraño y unos hombr.es de concien-•cía perturbada. Nos diferenciamos demasiado poco de ellospara permitírnoslo. Nuestro credo religioso es el mismo,nuestro código moral idéntico, y nuestros conflictos éticosmuy semejantes.

A cada uno de aquellos episodios podría encontrárseleequivalencia, si no identidad exacta, con otros conflictospolíticos, sociales y hasta de orden público, cuyos protago-nistas serían, sin embargo, capaces de escandalizarse anteaquéllos.

En particular, ha solido censurarse ásperamente, porejemplo, que un grupo de nobles capitaneado por D. Pedroíie Lara abandonase las Cortes de Burgos, convocadas porDon Alfonso VIII, después de negarle una contribución quesolicitaba para el sitio de Cuenca; lo mismo, por otra parte,que ocurrió en las Cortes de Briviesca (1387).

Pero quienes hemos visto a los críticos, o a los amigosde los críticos, negar recursos y regatear los medios milita-res necesarios para la defensa de nuestras provincias de Ul-tramar, o de nuestras plazas de África, tenemos ahí un tér-mino de comparación que no nos permite escandalizarnos de-masiado. '

Puede, en cambio, comprobarse que los ricos hombres«e Aragón, a quienes los reyes daban a título de honoresciudades, villas o lugares, mantenían cierto número de sol-dados, según las rentas que disfrutaban; en numerosos do-cumentos de Castilla se encuentran relaciones de alardes he-chos con la vista puesta en Granada, en los que se ven con<ada título y con cada hombre su hueste propia de peonesi de lanzas. Refiriéndose Gonzalo Fernandez de Oviedo(Quinquagenas) al de Villahermosa, dice: «Como el Duque

u 161

Page 18: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

era un espejo ele la militar disciplina de su tiempo, había en*su casa y servicio señalados hombres por sus personas y lan-zas ; los cuales, viendo muchas veces pelear a su señor, y elseñor a sus criados, era la casa del Duque una escuela deMarte y una exanimación de caballería muy continua y muycendrada y entendida, y tal que no había en servado del Du-que hombre que indignamente se ciñese la espada.»

Semejante estilo de vida, que no era privativo de la casa,de Villahermosa, aunque fuera sólo en la medida que a cadauna consentían sus medios, les premitía prestar su concurso1.a todas las empresas nacionales, como lo pedía su deseo,porque es bien —como Ruiz de Alarcón hace decir al DonBcltrán de La verdad sospechosa—-

«que las nobles casas dena su.rey sus herederos».

Un Duque de Alba, otros vastagos de la Casa, de la de-Pastrana, los hijos del Marqués del Vasto y del de Pescara,sirvieron en los ejércitos con una pica al hombro. Un Du-que de Osuna había sentado plaza en un tercio con la paga,de cuatro escudos : y un día de apuro dio 50.000 para pa-gar al ejército.

Por servir sin ayuda de costas algunos se arruinaron;pero con o sin ellas, sirven como soldados al modo que reco-mendaba D. Carlos Colona, que. lo era en la compañía de-D. Ramón Cerdán, a fines del siglo xvi: «Así se enseña.—decía— a los grandes señores que aspiran a los primeroscargos militares cuánto conviene subir a ellos por este ca-mino y no querer empezar a ser generales y soldados en unmismo día, no sólo aventurando lo que quieren que se les:

encargue, sino su honra y reputación.»Más tarde se les ve solicitando puesto para acudir a la

guerra (Arch. Simancas, Sec. Est., lcg. 4126), o levantan-do a su costa banderas y tercios (1640), aunque por estetiempo hubiera ya en esta prestación de servicios sus más ysus menos, como más abajo ha de decirse.

Cierto que los segundones hallaban abierta- así una carre-ra en la que, si tenían fortuna, llegaban a alcanzar altos.

162

Page 19: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

puestos y ganar honra para su apellido y su casa. Los jefesde ellas podían también hacerlo sin grave quebranto de susintereses, porque las casas eran, en general, ricas. Don Fran-cisco de Laiglesia (Los gastos de la Corona en el Imperio,Madrid, 1907) reunió bastantes datos acerca de las rentasque poseían buen golpe de las principales familias del remo,en el siglo xvi. De algo más que de curiosidad podría servirrevisar este trabajo y ampliarlo a los siglos xvn y XVIII. Esteestudio habría de ligarse al de los mayorazgos y vinculacio-nes que permitieron la conservación de este grupo social,cuya subsistencia hubiera sido imposible con un régimen su-cesorio distinto, que acarreara la división y subdivisión delas fortunas hasta su agotamiento.

Precisamente por esto fueron combatidos los mayorú."-gos; y aunque el exceso de ellos resultara, quizá, perjudicial,e inconveniente que no tuviera límites la posibilidad de vincu-lar bienes, ocurre que las razones esgrimidas por los econo-mistas para pedir, con más o menos cautelas, la supresión devínculos y mayorazgos, aunque de carácter técnico muchasfie ellas, están animadas siempre de una intención políticacuyo acierto no es lícito admitir sin una revisión previa de^a cuestión. La tarea no es sencilla; entorno a las leyespromulgadas —singularmente durante el reinado de Car-los III— acerca de la cuestión, anteriores a ellas para sus-citarlas, y posteriores para su elogio o su censura, son nume-rosos los alegatos que corrieron impresos, y que será pre-ciso tener en cuenta al emprender tal estudio.

Importa decir que la idea de servicio a que más arribace aludía no se mantuvo siempre como hubiera sido desea-ble. Cuando las filas de los ejércitos comenzaron a llenarserecurriendo al sistema de levas, se cubrieron las necesidadesye personal con sujetos de no buena nota, gente perdida eindeseable, cuya compañía era de iodo menos grata.. Loscaballeros que antes servían comenzaron a desdeñarse denacerlo, o sólo se avenían a simular su prestación; entonces

aParecieron los giisnianes y santelmos, que de tanto rehuircontacto con la mala gente de -las compañías, comenza-

l 0 » a estimar demasiado incómoda la vida militar y a alejar-s e de ella sin reparos.

163

Page 20: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

Esto de un lado; que de otro las rivalidades políticas ori-ginan también graves quiebras de la disciplina, que no soncastigadas tan severamente como hubiera sido menester. Paralas desobediencias de D. Fadrique de Toledo, del Almirante,de los Oropesa, Velada, Maqueda, Sesa y el Condestable (oc-tubre de 1634), parece muy liviana sanción el destierro dela Corte, Y más que condescendiente parece Don Felipe IVcuando, para no soportar más las quejas impertinentes delos nobles que le habían seguido a la jornada de Aragón(1642), atendido el estado de miseria «que pasa a indigni-dad» con que andan, les autoriza a que vuelvan a sus casas,como reiteradamente tenían solicitado, emplazándolos parala primera ocasión, en la que han de volver, «ya en personacon disposición de gente militar, ya sin ella...»

Ha de decirse también que la mala disposición para ser-vir personalmente en filas, kabía encontrado en cierto modoantes la aquiescencia regia cuando el antiquísimo servicio de¡ansas se redimió, a metálico (1632) en Castilla. En Navarray Aragón no se pagaron latinas, por decir que no se estilabaallí este servicio militar (Arch. Simancas. Dirección Grai. delTesoro. Invent. núm. 24. Causaos. Legajo 725. Cit. por Dan-vila y Collado. El poder civil. V. 572).

Su alejamiento del ejercicio de las armas derivó las acti-vidades de la nobleza de primer rango hacia las intrigas dela Corte, antecedente fidelísimo de las intrigas políticas, departidos, grupos y coaliciones de grupos, que todos hemosvisto con mal humor y hemos anatematizado fervorosamente.Pero nadie ha criticado con tanta, crueldad aquellas activi-dades de la nobleza como los componentes y beneficiarios delas oligarquías políticas que hemos alcanzado, ocupadas—con. buena fe muchas veces, pero muchas más sin fortuna--en la tarea de regir los destinos nacionales.

Desde el siglo xvn Madrid ejerció una atracción conside-rable. «Madrid —escribe Sombart, (Lujo y capitalismo)—era la capital del imperio más grande del mundo. A Madridafluyen los tesoros de América. No es de extrañar, por tanto,que Madrid atrajese a todos los que en España poseían poderv riquezas. El más vivo anhelo era ser admitido en la corte.Los cargos palatinos, concedidos por el monarca, eran codi-

164.

Page 21: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

ciados por los hijos de los nobles. La nobleza afluyó a Ma-drid, singularmente desde Felipe III, y esto dio por resul-tado que la ciudad ganase rápidamente en importancia. Loslugares particulares, dice un escritor de aquella época, se venabandonados de los vecinos ricos y poderosos.-»

Estas inconvenientes actividades de la nobleza culminandurante el reinado de Don Carlos II, tan minuciosamente es-tudiado por el Duque de Maura, guía punto menos que in-excusable para estudiarlo.

Acertó, por cierto, el Duque a ver en la intervención deDon Juan de Austria en los pleitos políticos de 1676 los ca-racteres de un pronunciamiento; pero 110 podía esperarse deel la apetecible frialdad para enjuiciarlo, pues era inevitableque por una trasposición casi inconsciente viera a sus perso-najes con caras harto conocidas entre las contemporáneas, yque, siquiera momentáneamente, la historia bajase el tonohasta hacerse crónica, y el juicio se enturbiara brevementecon algún achaque de pasión.

La dinastía borbónica trajo entre otras novedades lareforma del Ejército, con la reorganización de algunas Aca-demias Militares y la creación de otras, que, como dice bienDanvila, «no sólo fueron un excelente plantel de buenos ofi-ciales, sino que estimularon a la nobleza a recobrar la afkióna la carrera de las armas, que había perdido por completo enlos últimos tiempos de la dinastía austríaca.»

5- Una agrupación humana de esta calidad no podía de-jar de ejercer una acción política; acerca de ella se ha escri-to sin mucho seso y en general no desinteresadamente.

Importaba a veces suscitar contra la nobleza los recelosPopulares, y otras avivar la desconfianza —casi nunca dor-mida— de los reyes.

Nada tan significativo como la curiosa aplicación alter-nativa a ambos usos de la ingeniosa invención qtie atribuíaa la nobleza aragonesa la consuetudinaria prestación de aca-tamiento a sus reyes, de cuya fórmula se dieron diversas

ersiones, pero todas más o menos parecidas a ésta: «.Nos,valemos tanto como vos, e juntos mes que vos, vos fa-

16=

Page 22: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

MOTAS

canos rey -v señor con tal de que guardéis nuestros fueros ylibertades, e si not no.»

Lo que era demasiado fuerte. Por una vez la invención nofue de ningún erudito demócrata del pasado siglo, que arri-mase así un ascua a su sardina, sino de cierto jurisconsultofrancés del siglo xvi, Frangois Hotman, bien secundado porAntonio Pérez con sus Relaciones (1597-1598). La fórmulavarió luego algo de pluma en pluma ; pero la del Conde deOtiinto la dejó convicta y confesa de superchería (Historiadel juramento político de los Reyes de Aragón),

Pero las faltas de exactitud no contaban. Lo importanteera presentar a la nobleza como insoportablemente soberbia,rapaz, cruel y tiránica.

Meyer ha dejado en claro el origen de los ho-nores comofuente de un género de propiedad señorial, origen de la ri-queza de quienes la disfrutaban. Era natural que esta riquezay la fuerza con que contaban los que la poseían les concedie-ra cierto hábito de superioridad y fomentara la aparición decaracteres fuertes aptos para el mando y el gobierno ;-era ló-gico y plausible que los reyes consultaran a estos hombrescon preferencia a ios demás, y era natural que esto los lle-vara a los más altos cargos. La nobleza que ocupó el puestode la nobleza goda tomó, pues, durante la Reconquista, parteen la gobernación de los reinos, bien dando para ella indivi-duos esmeradamente preparados para desempeñar tales fun-ciones, bien tomando parte en ellas por medio de los conse-jos, estamentos o juntas.

En las Cortes de los reinos uno de los brazos es el noble,o militar, que también así se llama. Y en más modesta esfera,en eí gobierno y administración de sus ciudades, tienen tareaque desempeñar, lo que a veces realizan con fortuna, y, enocasiones, también hay que decirlo, sin el apetecible desin-terés ni Ja conveniente justicia.

Para el estudio hay materiales abundantes ; su ordenaciónes sencilla ; la interpretación de ellos tampoco será difícil sise acierta a prescindir de los prejuicios partidistas que hanentorpecido el ejercicio de la crítica.

Las actividades políticas turbulentas de la nobleza arago-nesa desde el siglo xn —concretamente desde el reinado a

166 - • • '

Page 23: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

Pedro II— han sido juzgadas con severidad, probablementeen justicia, pero tengo para mí que no han sido interpretadascon la apetecida libertad de juicio. Jiménez Soler, que parecever los hechos con más claridad, tampoco proyecta sobre las•causas y sobre las consecuencias la conveniente luz. Hombreshabitualmente de buen juicio, como Muñoz Romero y E-sco-sura, más tarde Danvila y tras ellos casi todos los que se hanocupado del tema, dan por caducada en Epila (1348) la in-fluencia política de la nobleza; y es curioso observar que-cuando escribe Zurita —y reina en España Felipe II—, laidea de que la nobleza aragonesa ha constituido, con el Rey,en tiempos anteriores, tina especie de república aristocrática,está viva ; y ello arguye probablemente una ininterrumpidaactividad política de la clase, quizá no muy ostensible, perola bastante eficaz para que su recuerdo sirva de base a lasulteriores pretensiones políticas del reino.

En, Castilla el Rey Sabio tuvo que lamentar de las apre-suras en que le dejaron los nobles:

«¡ Cómo yas solo el Rey de Castiella /»

Y algo por el estilo hubiera podido decir Don Sancho elBravo, pero no quizá Don Alfonso XI. Con Don Enrique el•de las Mercedes y con su hijo Don Juan I la nobleza haceostentación de su poder, que llega a ser humillante en Torde-sillas (1439) para Don Juan I I ; y para Don Enrique IV du-rante todo su reinado, tan incómodo como es bien sabido.Pero decir esto más o menos agriamente, no es decirlo todo ;porque seguramente ello es cierto, como lo son las quejas delestado llano, exteriorizadas en las Cortes de Burgos (1301),de Medina (1303), de Vallado lid (1312 y 1385), de Falencia(1313) o de Briviesca (13S7) ; pero queda por averiguar hasta•qué punto eran justificadas las reclamaciones populares —quelo eran, sin duda, en cierta medida—, y si la oposición de losnobles a algunos reyes no tendría, cuando menos en su orí..gen, algún fundamento más decoroso que su egoísmo.

Se ha visto en la concesión de franquicias en Aragón,Navarra y Vascongadas, en la institución de las behetrías,•en la administración concejil, en el derecho de confederación

167

Page 24: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

de los municipios, o en los privilegios de voto en Cortes?,avances «de carácter y técnica democráticos», y se ha pre-sentado a la aristocracia como opuesta a ellos. Pero nos-otros sabemos bastante de lo que son progresos democráticos-y de lo razonable que es, muchas veces, oponerse a ellos ; yda mucho que pensar el hecho de que para oponerse, a los ex-cesivos avances populares íuera preciso después recurrir aíabsolutismo.

Naturalmente, la acción política de la nobleza hubiera de-bido tener siempre un carácter, que a veces le falta, porque-así como la democracia no es, en suma, sino un sistema paraexigir la satisfacción de los derechos de las gentes, la noblezahubiera debido caracterizarse por el celo con que sus miem-bros, y la colectividad, cumplieran sus deberes.

Que no ocurriera asi —y también alguna otra razón, de-oportunidad— movió a los Reyes Católicos a dar la batalla aía nobleza en la forma tan conocida, de la que fue episodiode capital importancia la incorporación de los maestrazgos a-la Corona.

La operación, en conjunto, se ha traducido al lenguaje de-muestro tiempo, declarándola equivalente a la sustitución delas armas por las letras en las tareas de la administración.Pusieron —dice Hurtado de Mendoza (Guerra de Granada,-.Libro I)— «el gobierno de la justicia y cosas públicas en,nianos de los letrados, gente media entre los grandes y lospequeños, sin ofensa de los unos ni de los otros, cuya profe-sión eran letras legales, comedimiento, secreto, verdad, vida,llana y sin corrupción de costumbres; no visitar, no recibirdones, no profesar estrecheza de amistades, no vestir ni gastar suntuosamente, blandura y humanidad en su trato, jun-tarse a horas señaladas para oír causas o para determinalla^y tratar del bien públko». Canto a la supremacía del podercivil, que, como de uno del oficio, no se queda corto y hacever lo poco nuevo que puede descubrirse bajo el sol. De lo-que pudiera hallarse otra comprobación en el estudio de íaorganización de la Santa Hermandad, que si, por lo qu1"-toca a la persecución de los .criminales y a las faenas que se-dirían de orden público, acaso no fuera equivocado considerarla como un lejano antecedente de la Guardia Civil, es se--

168

Page 25: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

griro que alguno de los móviles políticos que determinaronsu creación tienen fuerte parecido con los que indujeron enc! curso del siglo pasado, y en más de una ocasión, a organizar la Milicia Nacional. Lo que comprueba la lectura deSandoval, que refiriéndose a los propósitos de Cisneros•—años después— al «ejercitar la gente común en las armas»,apunta que pretendía con ello «dar tras los señores y quitarleslas alcabalas, rentas y lugares que según su parecer tenían-usurpadas a la Corona Real».

Este instructivo ejercicio de reducir a términos de políticaactual los acaecimientos pasados, se ha practicado prolija yno siempre acertadamente, con los alborotos y guerras de lasComunidades y las Germanías, cuyo deslinde y definitiva in-terpretación son del más vivo interés. Lo que ocurrió des-pués evidencia el error en que se lia incurrido reiteradamentede fechar con bastante anterioridad el hecho de la extinciónde la nobleza como elemento activo de la política. Si hubiera-sido así carecería de sentido la preocupación de Don Carlos 1de administrar con hábil cautela las distinciones y los empleosa ciertos individuos de ella. Y tampoco registraría la his-toria la resistencia del brazo noble en las Cortes de Va-lladolid (1527) a tributar; pero no a servir en la guerra consus personas y haciendas, como se exteriorizó en la primeraliberación de Viena, a la que concurrieron con tanto gastoque algunas casas quedaron medio arruinadas para mucho-tiempo, lo que, por otra parte, tampoco era cómodo ni mili-.tarmente eficaz, como se reveló en la preparación de la ex-pedición á Argel (1538).

Fue, sin embargo, a finales de este año cuando se pro-dujo el choque más violento entre el Monarca y la nobleza.Ocurrió en las Cortes de Toledo (1538); el tema inmediatofue una cuestión de subsidios, lo que ha servido para ponerde relieve el egoísmo y la sordidez de aquellas gentes de pro ,pero si se analiza la contestación del brazo de la nobleza-castellana —en la que se le pide al Rey que suspenda la guerraen todas partes, que resida constantemente en estos reinos yque se les consienta a ellos reunirse en Cortes, como era cos-tumbre, con los procuradores y con el brazo eclesiástico—se ve que hay una discrepancia esencial de orden político

16o-

Page 26: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

entre el pensamiento de la nobleza y el del Kinperador. Queaquélla se sometiera, dice, probablemente, de su sentido dedisciplina ; pero no puede asegurarse que las consecuenciasfueran, a la larga, favorables.

Acabó así de hacerse imposible toda acción coherente dé-la nobleza como clase; la nómina de ilustres servidores que.di ó a la Monarquía, en. muy diferentes campos, hace pensaren el rendimiento de que hubiera sido capaz si el recelo delos Monarcas no hubiera tenido distanciados a unos y ociososa otros, mientras alentaba en algunos vanidades cortesanasLo que no quitaba para que en las ocasiones se reclamaranapresuradamente sus servicios, con lo que, faltos de prepa-ración los llamados, su escasa eficacia diera ocasión a lacrítica (vid. Quevedo, Política de Dios. Segtinda parte, ca-pítulo XXII).

Esta temerosa desconfianza está claramente exteriorizadaen uno de los consejos que Don Felipe II da a su hijo. «Sa-béis -—le advierte— que yo no he escogido ministros de grannobleza o poder, porque los de esta clase nombrados, espe-cialmente los españoles, tienen gran fantasía y elevado con-cepto de sí mismos y son menos inclinados a los estudios yal trabajo ; pero si á la nobleza no se le lia de otorgar de-masiada autoridad, a lo menos ha de concedérsele toda satis-facción justa, puesto que de todas maneras la nobleza es elfundamento de los estados señoriales como el nuestro. Buenoes darles títulos y honores, como yo lo he hecho, puesto queel título honra al subdito, es útil a la Cámara que lo vende, lorecibe como don y beneficio aquel a quien se concede, aumen-ta la dignidad del que lo tiene, mas no el poder del vasallo,antes viéndose forzado el titulado a hacer expensas extraor-dinarias, esto mismo lo torna más humilde y obediente, por-que no hay nada que reprima y sujete tanto y mortifique loshumos y presunción de los hombres corno- la fortuna pobre yno correspondiente a su jerarquía y estado.»

Milagro de vitalidad parece que,, a pesar de tal sistema,subsistiesen las grandes casas y se conservase la pequeñanobleza. Hay que pensar que ello se debió en parte a que,mantenidos en sus provincias y en sus posesiones, unos porpropia inclinación, otros por necesidades económicas y mu-

170

Page 27: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

•chos por el deseo de los reyes de tenerlos alejados de los.negocios del -Estado, se .constituyeron pequeñas cortes loca-les, en las que si se cometieron abusos, amparados a vecespor viejos fueros (vid. Escosura,- Juicio crítico, pág. 79), tu-vieron ocasión muchas gentes de bien de realizar una acciónbenéfica, a la que es preciso atribuir el prestigio que conser-varon cuidadosamente numerosas familias.

Las más destacadas fueron llamadas a Madrid por DonFelipe III cuando, tras de la rebelión de Portugal y la abor-tada conspiración de Andalucía que costó la vida al Marquésde Ayamonte, empezó a recelar peligros de su permanenciaen las provincias; lo que, si fue en daño de los intereses delos llamados, dio más relieve, con su ausencia, a ios que sequedaron en sus,tierras y en sus casas. Algunos se distin-guieron en el mando y en el ejercicio de las armas en Europay en África, pero más fueron los favorecidos con gracias ymercedes en pago a sus actividades cortesanas, que alcanzana no menos de sesenta y tres toisones, cuatro ducados, trein-ta" marquesados y treinta y cuatro condados.

Del desorden administrativo que caracterizó el reinadofueron muchos, los responsables, y si no fuera porque a al-gunos, como.al Conde de Villalonga, se le obligó a restituiral Tesoro más de un millón de ducados, casi puede decirse•que pagara por todos D. Rodrigo Calderón.

De lo que fueron las relaciones de la nobleza con lá Co-rona ha trazado el Dr. Marañón (El Conde-Duque de Oliva-tes) un cuadro severo, pero inuy útil, aun cuando acepte.,sin apurar el ejercicio.de la crítica, juicios y opiniones queno sería justo generalizar.

Entre tanto, estaba ocurriendo una transformado que no'debe olvidarse, porque siendo las armas y las letras -—y porletras ha de entenderse la magistratura— las únicas profe-siones que podían abrazar nobles e hidalgos, había venidopoblándose España de oidores y magistrados de aquella cali-dad, que ocupaban la mayor parte de los puestos de la ad-ministración.

No se han seguido con bastante atención las huellas dela actividad política de éste, reducido en volumen, pero im-portante núcleo, en el que reclutarían seguramente partida-

Page 28: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

rios y amigos los más visibles personajes, a cuyas andanzaspolíticas durante el reinado del último de los Austrias —cali-ficadas de turbulencias cuando no de cosa peor— se ha alu-dido más atrás. ,

Su conocimiento permitiría formar una cabal idea del pa-pel desempeñado por la nobleza —de grande a hidalgo— enla historia de España, y, probablemente, sentenciar que todaella hasta el siglo xvm, cuando menos, es obra suya.

A su falta de cohesión, fomentada por la Corona, habriaque culpar de que el resultado no fuera más brillante ; faltaque, en la guerra de sucesión, se traduce en el reparto degrandes, títulos e hidalgos entre ambos bandos beligerantes.El triunfo de los borbónicos inauguró un período históricoque, en el aspecto político, caracteriza acertadamente el Mar-qués de San Felipe (Comentarios de la guerra de España)cuando afirma que «siendo pocos los Grandes y mucha y en-tendida y diligente la nobleza de segundo orden, los reyesbuscaron apoyo a su autoridad en los medianos, apartándosede los mayores y menores, como incompetentes para los car-gos de justicia y gobierno, y de aquí la monarquía de la cla¿emedia, no menospreciada de los altos, a los cuales se acerca-ba, ni aborrecida de los bajos, de quienes procedía».

Esta fue la tónica del siglo xvm, que no bastaba, sin em-bargo, a satisfacer las aspiraciones de la ilustración. La ani-mosidad de ésta contra la nobleza quizá está mejor caracte-rizada que en ningún otro lugar en las conocidas Cartas delConde de Cabarrús, que permiten, otra vez, establecer para-lelos bien significativos ; porque —aparté su origen— la pa-ción que pone este Conde en agraviar a los nobles se parecetanto a la de algunos militares aníiinilitarisias que todos he-mos conocido, como las pretensiones de ilustrado entonces,a la presunción de no pocos integrantes del censo de intelec-tuales ayer.

Pero las gentes realmente inteligentes y cultivadas encon-traban ciertamente no poco que criticar en los hombres, y nolo callaban porque deseaban sinceramente su mejoramiento ,pero reconocían muy discretamente la necesidad de la insti-tución. No fue remiso Jovellanos en lo primero, pero el te-naz empeño con que sostuvo la necesidad, para la Constitu

172

Page 29: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

clon que iba a elaborarse en Cádiz, de un Estamento privi-legiado, acredita su convicción en cuanto a lo segundo.

Sabía, en efecto, Jovellanos lo que podía esperarse par?.ía prosperidad del país de que las gentes distinguidas se in-teresaran por los asuntos del común, como él personalmentelo había hecho por la economía y por la educación pública,en su región y fuera de ella, del mismo modo que las So ciédad es de Amigos del País, integradas en general por indi-viduos de su propia condición social —y aunque desgracia-damente tocados más de lo preciso de enciclopedismo—, seocupaban de no pocas cuestiones de interés público, es decir,de política.

El decreto de 6 de agosto de 1811 declaró abolidos lo .iseñoríos jurisdiccionales, en forma tal que los beneficiarios•de ellos quedaron privados de la fuerte influencia política queposeían, pero, en su mayor parte, no de su situación econó-mica. Si algunos pudieron más adelante recobrar parcial-mente su influjo, fue en general por el peso de su riqueza,y en el marco de los partidos políticos, doble y notorio dañoen la mayor parte de los casos.

Después se ha dicho que «la aristocracia española ni ha-bía acertado a resistir a la revolución ni había sabido diri-girla», por lo que «sobre ella pesaba toda la responsabilidadde su decadencia».

Pero probablemente este juicio de Menéndez Pelayo (pró-logo a las Poesías del Marqués de Hermosilla) no era tar::-poco enteramente justo.

6. Aunque no siempre en ía política, ejerció la nobleza•un decisivo influjo en las costumbres y en las maneras delresto de las gentes, tanto mayor cuanto más próximas a ellase encontraban.

Pesaba más decisivamente que ninguna otra cosa sobreel espíritu del noble una formación religiosa sólida, cuyoinflujo era el más poderoso para incitar al logro de una vidaesforzada, contrapuesta, como se ha dicho acertadamente, alconcepto de vida vulgar e inerte. No eran santos, ciertamen-te, los buenos caballeros de nuestra edad media; hombresde una vitalidad desbordante, pecaban con abundancia, pero

1/3

Page 30: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

se arrepentían con grandes congojas y no les arredraban las-penitencias.

Y luego, se aplicaban al ejercicio cL. las armas, que tiene nosé qué de elevación, capaz de suscitar sino virtudes, hábitosmuy estimables. Consideráronse en algún tiempo incompati-bles estas actividades con las de la inteligencia. «El que hade aprender a usar arte de caballería non conviene despenderluengo tiempo en escuela de letras», decía en el siglo xiv elpreceptor de un mancebo noble (Crónica del Conde Don Pero-Niño j , pero con el correr del tiempo se mudó de parecer ;y reinando los Reyes Católicos, aunque no se daba descansoa las armas, «los hijos de los Grandes, que antes no apren-dían sino a guerrear, llegaron a obtener cátedras en las Uni-versidades ; los hijos del Duque de Alba y los Condes dellaro y de Paredes enseñaron ciencias y lenguas, y hasta elsexagenario Marqués de Denia se puso a aprender latín».(Danvila. El Poder Cw'xl, I).

Hay en ello un deseo de perfección, de vivir con los ojos,abiertos, una exigencia de sí mismo que, concillados con lasvirtudes del g'uerrero, crean muy amplios valores de ejem-plaridad trascendente.

Ya no perdió la nobleza este gusto, más cumplido o másdescuidado, según que fuera o no requerido sti servicio parafaenas menos apacibles. Y cuando no practicaban demasiadola lectura, atm les placía hacer el papel de Mecenas, bienque no siempre con aquella largueza que hubiera parecido-deseable, corno sospechaba D. Francisco Rodríguez Marínque había ocurrido entre el Duque de Béjar y D. Miguel de-Cervantes.

Quizá coincide con el remado de Don Felipe III un eclip-se parcial del apetecible brillo literario y científico de la no-bleza, dada entonces más a la frivolidad, de la que parece!ndice muy significativo el cuadro que. traza Cervantes dela casa del Duque, mansión de placer y de burlas, tan dis-tinta de aquella escuela de Marte que había sido el palaciode Villahermosa que conoció Fernández de Oviedo.

Volvió a aficionarse a las letras 3a mejor gente cuando-ocupó el trono Don Felipe IV, y muchos magnates hicie-ron mérito de fundar y costear cátedras. Pero no podrí?"

174

Page 31: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

asegurarse sin agraviar a la -verdad que el!o coincidiera conun punto de moral en las costumbres digno de elogio.

Lo que ilustra no poco acerca del valor del ejemplo; por-que el que venía del trono, seguido por los cortesanos, seofrecía en profusión de modelos a las gentes vulgares. Ypermite llamar la atención acerca de la grave responsabili-dad que en este punto pesa sobre quienes ocupan ttn lugardestacado en la jerarquía social.

José Antonio Primo de Rivera aludió en cierta ocasióna la necesidad de conservar un grupo selecto que ejercierael magisterio de las costumbres. Probablemente recordabaai hacerlo cómo —Ortega dixit— «en una continuidad de milaños había la nobleza elaborado todo un código de vida, unrepertorio de gestos, de reacciones vítales, de actitudes, ob-tenido por medio de lentísima selección».

Naturalmente que lo interesante no sería un magisteriode las formas, sino del esencial modo de vivir.

Su fundamento fue aquella seria y honda religiosidad antesaludida, de donde nacen el valor —«non debe temer la muertesi non aquel que fizo mucho tuerto, e poco derecho»—; lacaridad —«encunad vuestra oreja a la petición del pofan-oidle, respondedle pacíficamente e con mansedumbre»—; lascostumbres honestas —«no enclinedes la vuestra noble per-sona al ayuntamiento de las malas mujeres»—; la discre-ción —«quando oviéredes de fablar ante los ornes, primerolo pasad por la lima del seso, antes que venga a la lengua»—.ten suma, el repertorio de virtudes y de hábitos que hacíanmerecer al hombre que los reunía, de la pluma de Fernandodel Pulgar, el dictado de onvrne esencial.

Hombre esencial, al que añadía perfección el adorno dela cortesía y aun el de la elegancia.

Entiéndase elegancia en el sentido elevado y. exento defrivolidad, que en alguna ocasión señaló Ortega, y por cor-tesía, aquel producto de una vida sin agobios, que pone unpunto de sal en la existencia, al que Don Eugenio d'Ors de-finió agudamente como la «ironía en la jerarquía».

Fue, efectivamente, el suyo un repertorio de ideas, creen-.cias y modos cuya imitación, puesta al alcance de las fortts-nas más modestas, sobrevivió en cierta zona de la burguesía

175-

Page 32: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

española, aquella que, en algún modo, venía de la ilustrepléyade de hidalgos, sublimados por la burla incomprensivaque ahora nos duele, sin que acertemos a darnos cuenta quees de allí de donde nos viene el dolor.

En cambio, cuando una parte de la nobleza sintió la ten-tación de entrar en el pequeño mundo del dinero sin abuelosy sin virtudes, adaptó su repertorio de formas a la vida lu-josa y sin estilo que proporciona la riqueza, perdiendo en laoperación esencia y tono.

7. El propósito, de fomentar un estilo elevado de viday costumbres, y de conservarlo, se revela de un lado en lassanciones reservadas para quienes no se ajustaran a él. Pre-vistas estaban, en lo antiguo, las siete razones por las queel rey podía quitar a los ricos hombres sus tierras y honores,pero no siempre se mantuvo el que hubiera sido saludablerigor.

De otro lado, denota alguna preocupación de conservar-las el cuidado que sugirió la publicación de trabajos como,entre muchos otros, los de Guevara, de la Condesa de Aran-da (Luisa María de Padilla), de Fr. Pedro Henrique Pastor(si no se trata de otra versión del anterior), de Vilá y Camps,o este Ensayo sobre la educación de la nobleza (1792), queofrece la curiosa —y debiera decirse sorprendente— circuns-tancia de que de los cuarenta y cinco suscriptores cuyos nom-bres figuran al final del volumen sólo seis sean titulados.

Ignoro, y sería interesante averiguarlo, si Fr. Luis deLeón llegó a componer el libro sobre las obligaciones de losEstados que el Duque de Sesa le encargara, según informael P. Fr. Juan Márquez en los Preliminares, de El goberna-dor cristiano.

En cambio, si no fuera por el propósito didáctico que en-cierran, sería ocioso recordar, por demasiado conocida, lacopiosa lista de autores que zahieren con críticas y aun consarcasmos los victos y las costumbres inconvenientes de al-gunos, o de muchos, nobles. Desde Lupercio de Argensola—Dkenme Ñuño...--, pasando por Peliicer y Velasco, Cla-yijo y Fajardo, Villarroel, Cadalso, Forner y cincuenta más,

Page 33: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

hasta llegar a Jovellanos, con sus magistrales y durísimasEpístolas:

«¿Y éste es un noble, Arnesto? ¿Aquí se cifranlos timbres y blasones? ¿D>- qué sirvela clase ilustre, una alta descendencia,sin la virtud... ?»

8. De una nobleza cuyo estatuto se hubiera concebidoen función de la utilidad pública podrían ahora alabarse nosólo sus acciones gloriosas, sino también la excelencia detoda su obra. Si el balance de la nobleza española no es tanafortunado, no es toda la culpa suya.

Los daños que se deben a. la debilidad del feudalismo es-pañol los señaló Ortega agudamente. Que a la muerte delRey Católico los Grandes de Castilla llorasen de placer, comocuenta Vitrián, parece dar razón a la hipótesis de que se ha-bía intentado realizar la unidad nacional antes de que losingredientes de la unión estuvieran a punto. Acaso Isabel yFernando no podían hacer otra cosa para ordenar aquel con-fuso barullo que les habían legado sus mayores entre libera-lidades, concesiones, debilidades y menguas ; pero la orde-nación se hizo a expensas de una fuerza que se perdía y que,probablemente, un proceso de unificación más lento hubieraaprovechado íntegramente.

En este punto, no será inútil una revisión de las interpre-taciones habituales de este período de la vida nacional, nosólo las de los historiadores del ciclo progresista, sino re-montándose cuando menos hasta Mariana, a quien, no sin al-guna razón para la censura, maltrata con aspereza excesivaÜ. Antonio Hurtado de Mendoza en su Tratado de los títulosy Grandes de España.

Faltó a éstos un programa de acción; no se trazaron las líneasgenerales de un quehacer, y su ausencia, si no evitó la apa-rición de fuertes personalidades, animadas de un saludabledinamismo militar, social y político, empujó a las menos re-cias hacia la vida fácil de heredero, que lo mismo Ortegaque Simmel han reprochado a la totalidad del grupo socialcomo mengua común.

12

177

Page 34: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

Es preciso tener en cuenta que las casas grandes pade-cieron muchas veces de los gastos cuantiosos, impuestos aveces por la obligación de servir, pero muchas más por va-nidosa ostentación; y las estrecheces económicas no son pro-picias a las desinteresadas empresas, a que el servicio obliga.

El remedio que pudo aplicarse, es decir, el de abrir ca-mino para el ennoblecimiento a la riqueza adquirida, no hu-biera sido inconveniente dosificando con mesura las facilida-des para lograrlo. Sombart (Lujo y capitalismo) señala laalteración - que en la constitución de la nobleza francesa seprodujo por no haber procedido así durante el siglo xvir.

Aquí ocurrió otro tanto, sólo que comenzó antes, y ellofue más dañoso cuanto más apresuradamente habían sido ad-quiridas las riquezas.

El sobrenombre de Don Enrique IV ya diría bastante desu prodigalidad en este punto, que tanto dio que hacer a susinmediatos sucesores.

En los reinados sucesivos, el uso de conceder títulos yprivilegios de hidalguía como arbitrio fiscal fue tan frecuen-te como ponen de relieve las quejas que se repiten en lasCortes de los Reinos en 15Ó3, 1578, 159*2, lo mismo que enlas de i<517 a 1620, por no citarlas todas. Y convendrá pa-rar la atención en que no se lamentan los procuradores so-lamente de que eximiéndose de pechos los favorecidos, lascargas del común vengan a pesar sólo sobre los desdichados.«Del venderse las hidalguías —dice la petición 64 de las Cor-tes de Madrid de 1592— resultan muchos inconvenientes,porque las compran, de ordinario, personas de poca calidad3' ricas, y con ellas entran en oficios que requieren hidalguía,,por el cual medio vienen muchas personas que no son con-venientes a tener los dichos oficios...»

No ocurría ello sólo.con las hidalguías, sino también conlos títulos, singularmente en los últimos tiempos de la Casade Austria. En la Península esto se hacía con algún mira-miento ; pero en Italia llegó a saturarse de tal manera el mer-cado, que no había quien quisiera tomar un título de mar-qués o conde, por más que la tasa fuera relativamente mo-desta.

No sin razón, al censurar el sistema de venta de titulo"

178

Page 35: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

e hidalguías —aunque la disculpe en los casos en que lasnecesidades apremien—, el Cardenal Portocarre.ro avisa cuer-damente de que «la prodigalidad engendra el menosprecio».

En el curso del siglo XVIII se restringieron las concesio-nes ; pero, sin embargo, los monarcas de la Casa de Borbónotorgaron numerosos títulos, cuya onomástica, a veces pin-toresca, no revela siempre orígenes gloriosos.

Con todo, es curioso observar que, según los cálculos deMeyer, el censo de nobles en 1366 podía alcanzar al 13 por100 aproximadamente de la población; y los datos que tene-mos de 1723 y 1789 acusan un porcentaje sensiblementeigual, que acaso se reduce ligeramente en 1826.

Y como esto ocurre a pesar de haber cundido la costum-bre abusiva de crear mayorazgos cortos, «que no sirven másque para acaballerar la gente plebeya, y vulgar y mecánica».(Fernández de Navarrete. Conservación de Monarquías.1626), queda patente que no son pocas las familias que enei curso del tiempo han ido dejando atrás la calidad de nobles.

No tantas, sin embargo, como hubiera convenido paraevitar que hubiera podido tener razón Quevedo al censurara quienes, sin mérito propio, hacían vanidad de la gloria desus ascendientes, de los que

' «todos blasonan, nadie los imitay no son sucesores, sino apodos».

Pero volvamos a añadir que en el culto del linaje no todoera «trasudar sueños de heroísmo y delirios de vanidad»*sino, en nada corta medida, una legítima aspiración de efi-cacia y un saludable temor a la deslealtad y a la traición. LaIglesia misma participa de una y de otro, no sin fundamento ;y fue preciso vencer. bastantes repugnancias para que algu-nas Ordenes religiosas acogieran a gentes de linajes nuevos,como la Compañía de Jesús al P. Laínez.

Ya se han apuntado algunos males derivados de la afluen-cia de los nobles a la corte, donde los que debieran habersepreparado para los oficios de la guerra o de la administraC l o n se pierden por los caminos del ocio, de la intriga y dela ostentación costosísima.

179

Page 36: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

Navarrete señala la necesidad de que se ponga remedio aldespilfarro, que acaso culminó en la fastuosidad de la Cortede Felipe III, de que informan las noticias de Bassompierrev de que son indicio los dispendios fabulosos del Duque deLerma, tan conocidos.

Tengo para mí que se ha deformado, en cambio, la ver-dad concediendo tanto favor literario a la figura del hidalgohambriento y pobre. Parece más bien que la inmensa mayo-ría de ellos eran gentes bien acomodadas; sólo que como eltipo del que luchaba con la miseria por no descender de con-dición era más propicio al donaire, y más interesante, quizá,es el que se ha ofrecido con preferencia al recuerdo o laimaginación de las gentes.

A lo que probablemente contribuyó el empobrecimientode cierto número de familias fue al descenso del tono de lascostumbres. La afición a las diversiones populares y la fre-cuentación de lugares inconvenientes, y a veces sórdidos, e'¿en algunos perversión del gusto, pero está, en general, fo-mentado por muchos a quienes otra cosa sería difícilmenteaccesible, mientras que así conservan la posibilidad de acer-carse, siquiera sea de precario, a los más altos sectores so-ciales.

El proceso en virtud del cual se difunden tales hábitos ypor el que un grupo social que debiera ser distinguido puedeadquirir un tono de plebeyez bien logrado, tiene una traduc-ción exacta a términos actuales, que no va a intentarse aquí.Baste con insinuar lo fácil que había de resultar poner al día,valga el ejemplo, la segunda Epístola a Arnésto de Jove-llanos.

Se ha aludido ya a la influencia que tuvo la nobleza enla difusión de la «ilustración», para la que sirvieron de vehícu-lo muchas veces las Sociedades de amigos del país. Ellas pe-saron de modo definitivo en un cambio de género de vidade buen golpe de hidalgos, a los que indujeron al cultivo delas ciencias útiles y de las actividades económicas. Como mu-chas veces, lo que entonces se ganó en civilización fue a ex-pensas de la cultura. La «ilustración» venía arropada envolterianismo, en filantropía y en los fáciles artificias filoso-

180

Page 37: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

fieos, de donde vinieron las ulteriores corrientes democrá-ticas.

El Marqués d'Argenson, que en 1765 escribe unas Con-sidérations sur le gouvernement. de la Frunce, en las que secombate a la nobleza y se proclaman las excelencias de. lademocracia, termina su filípica diciendo : «Quizá se le refu-te al autor arguyendo que si se rebela contra una superio-ridad que envidia, es precisamente porque él procede delpueblo bajo ; pero la objeción no es válida: ü a l'-honneurd'eire gentilhomme.»•

Felizmente aquí, como en Francia, eran muchos los que,sobre sus desatinados desvarios filosóficos, sentían gravitarel honor de ser hidalgos, y este cabo ha sido bastante fuertepara que asidos a él se salvaran en muchas familias algunosimportantes valores espirituales.

Eso explica también que, pese al ímpetu revolucionario, -las pruebas de nobleza exigidas para ocupar ciertos puestos,abolidas por decretos de las Cortes de Cádiz (19-VTII-1811y 9-III-1813), restablecidas por "Fernando VIT (i7-VI-r8i4),suprimidas de nuevo (21-V-1320), reinstauradas en octubrede 1823, no extinguieran su vigencia ofical hasta el 28 deseptiembre de 1-836. A pesar de ello, algunos cuerpos, comoel de Guardias de Corps, siguieron realizándolas extraoficial-mente hasta 18*41 ; y la probanza de limpieza de sangre nodejó de exigirse hasta el 16 de mayo de 1865.

El imperio del liberalismo y de la democracia pudo pare-cer satisfactorio a quienes de buena fe lo juzgaron alentado«Por el noble motivo de romper la desigualdad jurídica»,porque lo que había de desigualdad de derechos no iba acom-pañado de una desigualdad pareja de deberes.

La nobleza que, como colectividad, había abandonadoe-sta carga, vino a quedar casi exhausta de contenido espiri--l1al. «Su pecado histórico —escribió Berdiaeff, y es válidoPar'a la nobleza española— es haber hecho concesiones a los°urgiteses, haberse adaptado a la fuerza creciente de la bur-guesía y haberse confundido con ella, olvidándose de las cla-ses obreras.»

^Extinguidos los privilegios, sin la conciencia de una mi-Mon común, títulos y honores, a los que no venía adscrito

181

Page 38: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

ningún- quehacer propio, quedaron reducidos a la calidad detratamientos, con el —aunque real— vago y limitado presti-gio de los artículos suntuarios.

Sólo un reducido número de titulados quedaba sujeto aciertos deberes de carácter palatino, que algunos cumplíanen un estado de espíritu muy particular que Lequerica califi-caba agudamente de «orgullosa amargura de servir algo aje-no a la vida actual, sorprendidos y secretamente escandaliza-dos de que las gentes sin sus deberes de familia sientan ladevoción monárquica».

Desde este subconsciente escepticismo no hay más que unpaso hasta alcanzar una nueva fe. Maurras, reficiéndose, na-turalmente, a ciertos nobles franceses, encuentra una expli-cación de su republicanismo en la tentación que sienten alhallarse con un nombre al que, a pesar de todo, va adscrita'alguna consideración, con una fortuna que les proporcionalibertades inasequibles-a los demás, y sin un rey ante quienhabrían de cumplirse, sin excusa, algunos deberes...

Sin ninguno que cumplir, el noble adinerado se entregó,en general, a una actividad estéril: el deporte, que Marañóncalificó aceriadamente de «remedo del trabajo».

Muchos que no poseían fortuna, y otros que se sintieroncon arrestos para multiplicar la que tenían, se entregaron alos negocios, cosa nada censurable. Sólo que la adquisiciónde riquezas por el trabajo no es virtud para la'nobleza. Cuan-do el noble se apresura a enriquecerse es que está en plenatransición hacia el aburguesamiento.

Esta es una consecuencia del sistema liberal, que imponecomo unidad de. medida vital la capacidad de proporcionarsebienes y placeres: el dinero. «La consideración social —es-cribía luego Cambó—• es hoy proporcional a la situación eco-nómica.

g. Con todo, lo más grave de cuanto ha acontecido a la _nobleza española es no haber constituido nunca una clase.Ni tuvo, sino por poco tiempo, unas tareas propias confiadaspor el rey o por el Estado, ni gozó de la cohesión precisapara que sus individuos dejaran de rendirse a las tentacionesde la .envidia en querellas y disputas intestinas, ni alcanzó un

182

Page 39: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

sentido de sus deberes como colectividad bastante fuertepara sancionar a los incumplidores, ni tuvo sino en contado*momentos un criterio común en cuanto a los problemas na-cionales.

En cambio, sería fácil descubrir en algunos grupos deella, y en determinados períodos, algunas preocupaciones bio-lógicas del género de las que hicieron decir erróneamente aBerdiaeff que la aristocracia no es una clase en el sentidosocial, sino una raza hereditaria.

Pero ni los reyes consultaron a los nobles para ennoble-cer a quienes estimaron merecedores de ello, o a los que lesvino en gana, ni se perdió la nobleza la mayoría de las vecesmás que por empobrecimiento del que gozaba de ella, en tér-minos reglados, a veces (Fuero Viejo, I, 5, 17: .V, 1, 2),y a veces por un proceso de agotamiento ; ya rezaba el re-frán : «De cien a cien años, de reyes, villanos ; de seis a seis,de villanos, reys.»

Hubiera sido lógico que así como se podía ganar noblezapara sí y para sus sucesores por servicios muy notorios o porhechos muy esforzados, se hubiera perdido también para lossucesores cuando se' cometieran indignidades notorias, o seabandonase el obligado servicio. El problema se lo planteabaRuiz de Alarcón (La verdad sospechosa) :

«... pues si honor puede ganarquien nació sin él, ¿no es ciertoque, por el contrario, puedequien con él nació perdello ?»

Pero quedó planteado y sin resolver. Muchos títulos ca-ducaron en el curso del tiempo ; pero la mayor parte fue porextinción del linaje que lo ostentaba. Eso no obstante, lamayor parte de los títulos caducados ya en tiempo de Sala-zar "de Mendoza (Origen de las dignidades seglares de Cas-ulla y León. 1656), los liemos visto rehabilitados y en uso.•Exceso acerca del que una revisión suministraría datos bas-tante interesantes.

No faltó, sin embargo, un propósito de inervar el cuerpode la nobleza reiterado en más de. una ocasión. Y huellas de

183

Page 40: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

tales intentos, logrados algunos parcialmente, quedan en las«Ordenanzas» de algunos brazos de nobleza regionales, enlas de las Maestranzas y en las de algunas agrupaciones co-legiadas.

Para lo que sí 'solieron estar unidos los nobles fue "parala defensa de sus privilegios, o derechos privados, primeramanifestación ésta de liberalismo, como señala Ortega, y pre-cursores ellos de los liberales en la tenacidad para defenderlos y en el empleo de métodos tumultuarios para el caso,acerca de los que ilustra la historia del famoso Privilegio dela Unión, en la Corona aragonesa.

La naturaleza de los privilegios, singularmente los queafectan a la jurisdicción exenta y a las cargas económicas so-bre sus vasallos, exige un estudio que no puede despacharsealegremente con escandalizadas alusiones a ciertas —realeso supuestas y forzadas o no— prestaciones humillantes y másdeshonrosas para quien las hubiera recibido que para el quese sometiera a su exigencia. Una copiosa producción litera-ria permite documentarse acerca de la ventiladísima cuestiónde. los señoríos. Pero su manejo requiere una aguda crítica,ya que suscitada por sucesivos intentos del Estado.de ordenarel régimen de propiedad de la tierra, con repetidos y cada vezmás radicales proyectos de reforma agraria, adolecen casi to-dos los trabajos de las excesivas licencias tomadas con la historia.

En ocasiones, algunos de los privilegios pudieron trocar-se en ataduras incómodas, como se desprende de cierta pro-videncia dictada (17-VII-1524) por Doña Juana y Don Car-los, para autorizar a los mercaderes y tratantes de la «ciudady tierra llana del Condado y Señorío de Vizcaya» a renunciaren sus contratos al privilegio, que su hidalguía les confiere,de no ser presos por deudas, porque de otro modo parece quese dificultaban las transacciones por el recelo de los demásde que «dexaran de pagar lo que deben, sabiendo la libertadque tienen» (Arce de Otálora. Summan nobilitatis Hispañi-cae. 1553).

A lo que no renunciaban fácilmente era a otro género deprerrogativas, de las que son índice harto conocido las anéc-dotas que recogen muchos, y pueden hallarse en Danvila (E>.

184

Page 41: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

poder civil), de las que son protagonistas el Condestable deCastilla, el Conde de Benavente o el Duque del Infantado, du-rante el reinado de Don Carlos I.

Pero en les grandes conflictos nacionales, donde hubieracomplacido ver unidos en un mismo ideal y en un mismo -pro-pósito- a todos los nobles, aparecen divididos en parcialida-des, con total olvido de todo deber de clase.

Frente a la autoridad del Emperador, representada por elCardenal Adriano, se alza la Junta de Avila, .en la que, bajola presidencia del tundidor Pinillos, se reunían en amigablecomercio nobles y plebeyos. Más tarde, cuando el empera-dor asocia al Gobierno al Condestable D. Iñigo de Velascoy al Almirante D. Fadrique Enríquez, muchos nobles, teme-rosos de ciertas pretensiones de la Junta que atentaban a susprivilegios, se unieron al campo real. Pero otros —y no fue-ron pocos, ciertamente— se quedaron con las comunidades,como aquel D. Pedro Girón, a quien escribía su padre elConde de Ureña, que seguía al emperador, diciéndole:

—«Hijo Pedro: pues 'que subiste a la yegua, tente a lascrines.»

Quizá los que se fueron con Don Carlos, más que porotro género de razones lo hicieran por el cariz amenazador'•¿ue tomaba en Valencia el movimiento de las germanías,francamente hostil a la nobleza. En todo caso, el episodioconstituye un precedente histórico de tantas otras manifesta-ciones de. rebeldía en las que aparecen unidos en los primerosmomentos intereses antagónicos, que, al cabo, chocan ruido-samente.

Dos siglos después, el censo de titulados aparece divididoentre el bando borbónico (Veraguas, Medina-Sidonia, Villa-franca, Benavente, Sesa, Aguilar, Mancera...) y el austríaco(Cifuentes, Cardona, Rafal, Sástago, Infantado, Uceda,Haro, Gálvez, Tendiila, Casal...). Y dista mucho de la ape-tecible unidad frente a la invasión francesa (i¡8o8). Entre losveintiséis firmantes del manifiesto de Bayona, en que se acon-t a a los españoles la aceptación de José por rey de España,kay nueve grandes, cierto que cinco de ellos fueron des-pues (12 - XI -1803) declarados por Napoleón «enemigos de

rancia y España y traidores a ambas Coronas», por ha-

Page 42: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

ber abrazado la causa nacional; pero no faltaron para ocu-par puestos en la Corte del intruso, y para agasajarlo, nitampoco quienes pusieran tierra de por medio, refugiándosecon sus familias en Gibraltar, en Mallorca o en Ceuta.

Muchos fueron los que se comportaron'leal y generosa-mente ; pero si hubiera existido entonces una conciencia declase y un sentido claro del deber, acaso hubieran podido evi-tarse muchos de los trastornos que trajo para la nación laangustia de sentirse acéfala, la improvisación de Juntas y losdelirios gaditanos. No estaban lejos de este temor la JuntaSuprema primero, y luego las Cortes, que nunca disimula-ron el recelo —del que nacieran las primeras manifestacionesde antimilitarismo— que llegaron a inspirarles en distintasocasiones el Marqués de la Romana, Palafox o el Duque delInfantado, el último de los cuales acaso hubiera podido acau-dillar y dirigir a los españoles durante la cautividad del rey,si, como tenía otras muy estimables dotes, hubiera tenidomás clara inteligencia y más carácter.

La entrada del Duque de Angulema hubiera podido darocasión para que la clase, si la hubiera habido, tomara sobresí el deber que la ocasión señalaba. Fue en vano que en lareunión de los Grandes (20-I-1823) el Conde de Puuonros-tro sostuviera la necesidad de organizar y costear un cuerpode doce mil hombres en el que se alistaran ellos, sus hijos yparientes, para la defensa del rey; en último término se con-tentaron con dirigir un mensaje al duque francés.

No podía ser de otro modo. Para entonces, una parte dela nobleza se había dejado llevar dócilmente por la corrientedemocrática ; la que no, se había colocado ante ella en unapostura desdeñosa y aparentemente pulcra. Lo que no hizofue señalarse a sí. misma los deberes que las circunstancia?exigían y asumir vigorosamente su carga ; porque si la de-mocracia es, en esencia, el medio que permite la exhibiciónimpúdica de todos los derechos, la única actitud razonableque la nobleza podía adoptar frente a ella era la de asumirelegante y abnegadamente una tarea de severos deberes.

Hay que decir también que en el curso del siglo xix secomenzó a pensar en la necesidad de adquirir la cohesión y I*

186

Page 43: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

unidad de dase que aquí se ha echado en falta. En 1814 seredacta un reglamento de la cíase;'pero en 1820 hay duquespara presidir las sociedades revolucionarias ; y en 1826 apa-recen por última vez los nobles como cla.se social indepen-diente en un censo.

La consecuencia lógica de todo es que en el conflicto di-nástico que sobreviene luego sean muchos menos los que sevan con Don Carlos que los que se quedan al lado del poda-constituido ; el cual, por otra parte, no puede decirse que lesdemuestre una gran estimación. Las preocupaciones demo-cráticas son poco propicias para ello, pero como los políticos des-cubren allí una posible fuente de ingresos para el erario, parececomo si, haciéndose un guiño de inteligencia, consintiesen en enu-merar grandezas, títulos y distinciones, para someterlas lue-go á tarifa en el capítulo de impuestos ; y en este conceptode recurso de exacciones fiscales se las considera cuando selegisla acerca de creaciones, sucesiones y rehabilitaciones detítulos y dignidades (1883, 18&5 y 1912).

. Es curioso observar- que. en este último tiempo parecerecrudecerse una fiebre heráldica y genealógica, cuya vani-dad, aunque penoso, es obligado señalar ; nunca como enios primeros años del siglo tuvieron tanto trabajo los «gabi-netes genealógicos» y los «colegios heráldicos» de Francia.Nous troMverons toujours, anunciaban cínicamente, y los en-cargos menudeaban. Menos acentuado •—como cuadra a nues-tro aguzado sentido del ridículo—, algo de esto ocurría tam-bién en España.

Pero aquí sucedió también algo mejor. Hubo en el pri-mer cuarto de este, siglo quien desde las mismas filas de lanobleza se lamentaba públicamente de que no se resolvierade una vez «dilucidar si la nobleza era algo, ci sabía llevarsu voz donde debía y si era capaz de purificarse».

Algo de esto se propuso el Centro de A cción No biliaria ;, algo pretendía hacer —ya se ha dicho— el General Primo

í¡e Rivera; pero todo ello, aun realizado, hubiera sido insu-ficiente.

Quizá ahora se hubiera podido intentar la creación deuna conciencia de clase sobre este hecho de excepcionales

Page 44: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

KOTAS

dimensiones espirituales, de que desde • 1936 a 1939, entreentre mil ochocientos setenta y cinco Grandes y títulos queregistraban los anuarios, más de mil entregaran su vida porDios y por España.

10. La cuestión sería aclarar si ello es o no interesantedesde un punto de vista político.

Berdiaeff opina que la nobleza no podía sobrevivir al pro-ceso de industrialización y a los vertiginosos éxitos de latécnica. Sin embargo, si la civilización y la cultura europeahan de salvarse, y a esto aspiramos, habrá de ser porquehaya podido alcanzarse un grado indispensable de unidad.Y no hay más factor de unidad utilizable que la tradicióncristiana. Será preciso reaccionar contra el proceso de ma-terialización en curso, a fin de rescatar de entre los escom-bros de la civilización !a ordenada tradición, y sólo una organización extraordinariamente sólida podrá conseguirlo.

La solidez implica orden, y el orden, jerarquía. Ortega,que supone a la sociedad humana aristocrática por esencia,no vería con gusto que el Estado se propusiera serlo. Sinembargo, ello parece inexcusable ; entre otras cosas, porqueahora que. se habla tanto de un neoliberalismo, parece: opor-tuno recordar que —como advertía Donoso Cortés- - «laaristocracia es un elemento de libertad, y la democracia unelemento de tiranía».

Para Montesquieu, cada forma de gobierno respondía aun principio distinto : el despotismo, al miedo ; la monarquía,al honor; la aristocracia, a la moderación ; la democracia,a la virtud. Luego resultó que el motivo más eficaz de lademocracia era la envidia, y ello, con el engendro terato-lógico de la monarquía democrática, vino a dejar inservibleaquella fórmula demasiado simplista. Hoy diríamos que losconceptos que sirven de armadur'a espiritual a la forma mo-nárquica son la jerarquía y el servicio.

En su base habría de encontrarse el hombre que Ortegapresiente cuando señala la necesidad de «ir pensando en untipo ejemplar de vida que conserve lo mejor del geníLewcny sea a la vez compatible con la pobreza que inexorablemen-te amenaza a nuestro planeta». Este es el noble.

188

Page 45: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

No se le llamaría con sus iguales a constituir un partido.Nada menos que eso, porque el partido tiene un sentido ver-tical, de escisión. Se trataría de organizar una clase ; la clasese acerca al concepto geométrico de horizontalidad y al es-piritual de jerarquía.

Gil Robles —D. .Enrique, entiéndase—, que estimaba pie-za indispensable de una monarquía la nobleza, justificabahistórica y filosóficamente su opinión. Muy recientemente,D. José Larraz encarecía la necesidad de contar con el «arrai-go de una aristocracia funcional y activa».

Y no parecerá a nadie ocurrencia anacrónica y muy fue-ra del curso de lo habitual, a poco que se pare, a reflexionar,cómo está de anclado en la entraña de las sociedades loesencial del concepto. El nepotismo clásico tuvo su versióncontemporánea en lo que se llamó aquí yerno erada. «Lanobleza republicana —ha escrito Maurras—, que es una ins-titución ilegal y subrepticia, no es más que la revancha dela naturaleza sobre lo ideológico y lo quimérico de las ins-tituciones».

De hecho, en efecto, la República francesa, que llevabaalgunas décadas de vida, había constituido una verdaderanobleza republicana, que formaba el núcleo constante, ex-perimentado, perdurable, del mundo republicano, constituí-do por cierto número de familias —los Deschanel, Carnot,Fericot, Ferry, Boissy d'Anglas, Chautemps, Pécaut, Ber-íhelot, Dubois, Cavaignac...—, emparentadas y reemparen-íadas entre sí.

Lo que se dice de Francia, para evitar otras citas y porme-nores.

I I . Pero una aristocracia ni se improvisa ni se regla-menta ; nace, no se hace ; el legislador crea, en todo caso,eJ clima en que puede producirse.

Una nobleza, en cambio, sí debe ser sujeto de reglamen-tación ; su formación es obra del tiempo, pero es el reyquien la confirma. Su estatuto será la obra de un monarcalúe sepa tomar en las viejas aristocracias cuanto quede devitalidad, de energía y de valores morales y que acierte abalizar con fortuna el injerto de una rama nueva.

189

Page 46: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

El sistema de crear una nobleza no puede ser, natural-mente, el que para Alemania había imaginado uno de loscolaboradores de Hitler. Darré, que éste era, había imagi-nado un método que, corno convenía a su formación agro-pecuaria, tenía de biológico y de empírico, ya que a basedel «stud-book» de los miembros de las S. S. habían de ele-girse entre ellos los ejemplares más convenientes para que,mediante un racional sistema de enlaces con elementos sanosde la vieja nobleza, pudieran obtenerse ejemplares biológica-mente selectos que pudieran ser luego sujetos a una educa-ción adecuada. No creo que llegara siquiera a plantearse se-riamente la cuestión, pero no es poco que pudiera hablarsede ello.

El camino ha de ser otro. Cuando acababa de realizarsela restauración, el Ministerio-Regencia, al restablecer la realprerrogativa de conceder grandezas y títulos (6-I-1875)* se-ñalaba como deber del Rey «enaltecer ai que 110 busca elpago material de sus servicios, sino qué aspira a conseguira fuerza de sacrificios y merecimientos fama imperecederaque se transmita a su descendencia».

Que los hechos no respondieran enteramente a los pro-pósitos quizá no fue culpa de quienes los pregonaron, sinodel espíritu de la época. No era aquélla seguramente la' máspropicia para instalar en la cabeza de las gentes una ideatan sencilla como ésta de que el mayor honor a que debierapoder aspirarse era precisamente el de pasar al servicio gra-tuito del Estado, que no otra cosa había de ser el ingreso_en la nobleza.

La función social a que debería estar llamada la clasehabía de verse muy favorecida por el prestigio que da la tra-dición. En todos los tiempos, la nobleza antigua fue tenidaen más aprecio que la reciente. La nobleza creada por DonAmadeo, que fue conocida por nobleza haitiana') tuvo pocaconsideración en su tiempo ; hoy pocos saben •—y a casi na-die importa— qué títulos son de cuno saboyano.

De la vieja nobleza deberá, pues, conservarse cuanto debaser conservado, y esto sería cabalmente lo que habría queprecisar muy al por menor en un nuevo Estatuto. El caudalnuevo habría de allegarse de otras fuentes.

190

Page 47: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

Nuestra última guerra ha constituido un episodio de di-mensión suficiente para que no fuera posible pasarlo poralto en la empresa de re-crear una nobleza. Una valoraciónde servicios y de méritos no cabría en este lugar, pero seríapreciso establecerla; a la hora de hacerlo será útil consultarla ponencia del Marqués de Hermosilla que se inserta en elvolumen del Estatuto a que se refiere este comentario.

En opinión de Berdiaeff, el porvenir pertenece a la aris-tocracia intelectual; sin embargo, la inteligencia es cualidadque se transmite por herencia menos frecuentemente que lasfacultades físicas y las cualidades morales, y menos aun quelas prácticas, costumbres y usos domésticos. Eso no obstan-te, sería discreto interesar en el éxito y en la conservaciónde un nuevo orden a los-talentos que. la nación produzca.. «Militares e intelectuales —escribió Eugenio d'Ors—• son

semiociosos, orgullosos y pobres. Y de esta pobreza y de eseorgullo y de aquel ocio a medias se ha fabricado una dig-nidad elevada, que recibe el nombre de honor.»

El antigua reconocimiento de nobleza al letrado, a queantes se aludió, no es más que el balbuceo de la que deberíaconcederse al intelectual en forma y medida que convendríaprecisar.

De otra parte, es evidente el aumento incesante de lasfortunas en el país. Don Juan Valera, que asistía, ya en sutiempo, a este fenómeno, sonreía, sin duda irónicamente, alescribir: «A medida que una sociedad vaya siendo más per-fecta y bien organizada, el dinero irá adquiriendo una virtudmás significativa (aproximándose a la infalibilidad) de quees inteligente, laborioso y precavido quién lo posee. El notener dinero significará, casi equivaldrá, a ' ser ignorante ypara poco. No hemos llegado aún por desgracia a este .gra-do de perfección social, y hay aún muchas personas queadquieren mal el dinero. Mas como el confesar que el ma-yor número lo adquiere mal, aun dado que esto fuera cier-to, seria ocasionado a gravísimos peligros y daría pre-texto a los pobres para odiar a los ricos, todas las personasrazonables y amigas del orden y del sosiego público debe-mos creer, y creemos, que no hay dinero mal adquirido mien-

191

Page 48: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

tras un tribunal no pruebe lo contrario. Por donde legítima-mente, y echando a un lado la mala pasión de la envidia, elser rico significa, y tiene que significar, que vale más quienlo es que el que es pobre. En resolución, el dinero es,, y tieneque ser, la medida exacta del valor de una persona.»

Por fortuna, parece que a lo lejos alborea un orden dis-tinto de éste que, con apenas disimulado desdén, denunciabaValera. Sin embargo, esa categoría económica, antes de ago-tarse, ha de ofrecer inevitablemente un vivero a la aristocraciay a la nobleza futuras.

Pero sea cualquiera el grupo social de donde se tomenlos que vayan a integrar ésta, no ha de ser con facilidades,que sólo servirían para desprestigiarla, transformando envanidad lo que debiera ser legítima recompensa, y en mote,lo que debiera ser honor

Ni sería tampoco juicioso convertir tales distinciones enmateria tributable. Si la nobleza ha de cumplir una f unció asocial, sería injusto tomar su reconocimiento —igual que unartículo de lujo o de vanidad— cómo base fiscal.

Sobre estos cimientos, sería preciso erigir la jerarquía nobi-liaria, conservando de los títulos, órdenes, corporaciones einstituciones que han sobrevivido, aquellos que un estudioatento recomiende.

Entre ellos han de tener plaza los títulos y honores vita-licios, cuya conveniencia sostuvo reiteradamente y con buenjuicio Bethencourt, y cuentan con prestigiosos anteceden-tes. El ducado de Bailen le fue concedido al General Cas-taños como dignidad personal, y vitalicios fueron el con-dado de Fuentes y el ducado de Alagón, como otros muchos,que luego, más o menos justificadamente, se consideraronhereditarios.

Es bueno recordar que la de la herencia no es una ley na-tural, sino un principio establecido por la voluntad del le-gislador y regulado por él. La transmisión genealógica delos oprobios y de las glorias, en cambio, es —>decía Maura—ley tan natural como la herencia fisiológica, más naturaly más firme que la herencia jurídica. Donde se descubre unafuerza que sería indisculpable desaprovechar; había ya enla institución de mayorazgos un deseo de perduración —es-

192

Page 49: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

tímulo y ejemplo, a la vez— que se traducía en la exigenciaimpuesta, la mayor parte de las veces, a los que habían dedisfrutarlos, de «voz, armas y apellidos».

Conviene también tener presente que no es la herencia derangos ni de dignidades, sino la herencia profesional lo quees capaz de formar una selección de familias que ofrezca alEstado los servidores de calidad excelente que necesita.

Pero como también la herencia de calidades y de profe-siones puede presentar inconvenientes graves, las concesio-nes de nobleza hereditaria debieran ser un galardón de íamás alta categoría, consecuencia de unos servicios excep-cionalmente valiosos y sometidos a revalidación.

Cuando en Norteamérica se lanzó la idea de constituir un•Orden de Cincinutos, especie de nobleza hereditaria, Franklinse opuso a ello en nombre de los principios de la Confede-ración ; y unas consideraciones biológicas, no exentas de hu-mor, le llevaban a la conclusión de que «en nueve generacio-nes, es decir, en setecientos años, que no es gran cosa parauna nobleza», un caballero cincinato representaría uno sobre-quinientos del caballero primitivo, y eso «suponiendo que lafidelidad de la mujer americana se mantuviera como hastaentonces».

Claro es que el cálculo de Franklin adolecía, entre otros,de un error de origen; es mucho suponer que una familiaalcance nueve generaciones —sobre todo nueve generacionesde tanta duración—. Chateauneuf afirmaba, con pruebas, quela duración de las familias nobles en Francia no pasó nuncade trescientos años. Francis Galton (Her editas Genius) ase-gura que entre las más viejas familias británicas sólo "cincopermiten remontar por línea directa de varón hasta el siglo xv.

La aritmética, por más que sea, no sirve para todo. Enotra ocasión le hizo decir a Bethencourt, dirigiéndose al rey,'que sólo llegando hasta el siglo xiv, subiendo nada más quenasta Don Enrique II, correspondían a cualquier mortal desu generación nada más que 262.144 abuelos; cálculo tanimpresionante como falso.

Mucho menos que eso bastaría para hacer comprender la•necesidad de poner límites y topes a la herencia.

13 193

Page 50: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

Herencia a la española, en primer término sin violentarlas ramas del árbol genealógico, y sin forzados entronques,,que carecen de seriedad. Pero herencia subordinada a la con-dición de merecerla; no debiera bastar no ser indiano de ella,-sería bueno que se exigiera ser digno de gozar de la calidad.de noble.

En un voto particular al proyecto de ley de títulos y gran-dezas, redactado por el Consejo Real (1852), se proponíaque fuera excluido de la sucesión el que a los veinticinca»años no tuviera carrera, cargo público o profesión científi-ca ; limitación que fue recogida en el proyecto de ley de ba-ses sobre vinculaciones, formado en 1858.

Algo habría que tomar de aquí para incluirlo en el plan;de una ordenación nueva, y algunas cosas más en punto alos hábitos, la educación y las costumbres, de que en tiemposse ocuparon los nobles de buen seso, como aquel buen caba-llero abulense que al fundar un mayorazgo prevenía juiciosa-mente : «El que sucediere en esta dicha mejora e mayorazgo,oi-a sea varón o embra, en ningún tiempo se haya casado nicase con mujer ni con varón que tenga raza de judío, sinoque sea cristiano viejo por todas partes...» «... Que no puedetener, suceder ni gozar esta dicha mejora e mayorazgo nin-guno que sea loco, ni bobo, ni furioso, ni mente capto o bo-rracho, o de otra calidad semejante... ni menos hombre mons-truoso, ni ciego, ni mudo de su nascimiento...» « E ansi mis-mo queremos y es nuestra voluntad, que si viniera a subce-der en esta mejora e mayorazgo embra, que ansimismo sítuviese los dichos defectos o fuera, lo que Dios no quiera,,mala mujer de su cuerpo, que sea privada de esta dicha me-jora e mayorazgo.»

El Estatuto que presenta el Marqués de Ciadoncha deja.una gran amplitud para reclamar el derecho de herencia;.pero acaso el definitivo debiera prescindir de demasiados lla-mamientos, ya que lejos de haber interés en multiplicarlos-excesivamente, convendrá dejar expedito el camino de su ca-ducidad natural.

Como habrían de tenerse presentes, al redactarlo, los in-convenientes de la acumulación de bienes y títulos en una sola-persona, y los que en otras ocasiones se derivaron de traspa-

194

Page 51: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

HOTAS

sos, cesiones y renuncias, mal reglados y demasiado fáciles.En este punto la consulta de la ponencia acerca de los ante-cedentes sobre confirmaciones y concesiones nobiliarias re-dactada por el mismo Marqués de Ciadoncha, será del mayorinterés.

Es preciso ahora volver a repetir que lo que esencial-mente ha de caracterizar a los nobles es la mayor carga dedeberes que han de soportar.

Maeztu contraponía al concepto de Estado-botín (el Es-tado con su presupuesto como lista civil de la clase media) f

el Estado como entidad de servicio, en la que prestarlo eses un honor. Ello arguye la caducidad del prejuicio que haperseguido a la idea de servicio. Servir es todo lo contrariode humillarse: es acercarse, subir hacia la idea o la personaa quien se sirve. La servidumbre no es un peso para el hom-bre selecto que sabe que la vida es una disciplina; de todaslas distinciones que pudieran atribuirse a la nobleza, una solaes esencial: la de tener más deberes que el común de lasgentes.

Que la exigencia de cumplimiento fue tenida, muy justa-mente, a honor, lo deja entender Lope de Vega por boca deLiseno:

«... que venirse a su; tierray no le ocupar el Rey—siendo entre los nobles ley—en cargos de paz o guerra,bien diera que sospechar.»

(Los hidalgos de te aldea. Acto I.)

«En cargos de paz o guerra», dice Lope ; Gil Robles —donEnrique, siempre— supone que. el ámbito de servicio paralos nobles va de la política a las armas. Pero sería precisoampliarlo. Las exigencias del Estado son cada vez mayores ;su servicio tendrá cada vez exigencias más importantes. Ycada una puede ofrecer una ocasión al noble de ejercitar sucalidad heroica.

Es bueno recordar que no sólo hay un hereísmo militar:lo hay en el dolor y en la estrechez; «es de caballeros y bien

I9S

Page 52: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

nacidos —dice. Vitrián—, en caso de necesidad, saber aco-modarse a todo». A un noble debe parecerle natural no sóloel sacrificio de la vida, sino lo que es más grave: el sacri-ficio de la propia felicidad. Sufrir y más sufrir; hoy quesólo se piensa en gozar, parecería un alarde de. necedad to-mar como lema aquel mote que, para su escudo, eligió DonJuan II de Aragón «después de bien golpeado y martilleadode la fortuna hasta la suma vejez».

Pero todo ello exige un. temple, de espíritu cuyo cuidado nopuede dejarse sólo a cargo de. la herencia.

«El calador ques expertoestudia la cetrería,y el poeta poesía,y el médico medicina ;y cada cual la doctrinaque determina seguir.»

El autor de las Quinquagenos advertía así la necesidad de•que cada cual se preparase para el desempeño de las funcionesque había de tener encomendadas. Quien ha de tenerías tancomplejas y delicadas como el noble, bien necesitará de unapreparación adecuada, de una educación tan sólida como sisólo el mérito que adquiera el educando por sí mismo hubierade distinguirle de los dernás ; de .una formación moral tansevera que no le permita olvidar nunca la mayor suma dedeberes que sobre él pesa.

El señorío, como capacidad de dominio, se cultiva en laestrechez y en la vida dura. Desde este punto de vista pareceque valdría la pena estudiar la posibilidad de reinstaurar, so-bre bases actuales, los antiguos Seminarios de nobles. Casas,como las de TJclés, podrían servir para alojarlos. Transfor-madas en centros de enseñanza modernos, podría albergarestudios secundarios, escuelas preparatorias para las Acade-mias Militares, colegios mayores universitarios y acaso semi-narios, eclesiásticos.

Quienes por este camino arribaran a los cuadros de mandodel Estado, pudieran llegar al cabo de poco tiempo a formaruna clase directora excelente.

so.6

Page 53: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

HOTAS

Entre las obligaciones de un noble., cita el tratado deNobleza virtM.osa —uno de los más atrás aludidos— la de«servir al rey con una pica al menos tres años». A este de-ber pudiera dársele una versión actual, que no dejaría de te-ner interés; porque si así pudiera cubrirse una parte de lospuestos de oficial subalterno, con gentes bien preparada?,pero sin interés en continuar la carrera militar, probablemen-te se beneficiaría el servicio del Ejército de modo considerable.

Pero el deber de servir gratuitamente no acabaría aquí:la administración del Estado y la gestión de ios asuntos pú-blicos provinciales y concejiles abriría horizontes a muchasactividades, y aun quedaría campo para su actividad enel desempeño de múltiples funciones sociales que sería ociosodetallar ahora. .

Contrapartida de tantos deberes serán ¡os privilegios —de-rechos privados— que se estatuyan, que han de ser de eali-dad tal que parezcan apetecibles.

Probablemente esta cuestión habría que estudiarla en rela-ción con la situación económica que debiera ser creada ala cíase.

Si ha de cumplir la doble misión que se le señala de ser-vir gratuitamente y de mantener un tono de vida elevado,tendrá que contar con un apoyo económico. Mientras que laeconomía española fue predominantemente rural, las gran-des propiedades territoriales resolvían la cuestión.

No parece posible llegar a consegrarlo ahora que las faci-lidades de enriquecimiento parecen ilimitadas, e itnposib-Iealcanzar un nivel de vida aproximado al de cualquier nego-ciante afortunado, sin entrar en su propio terreno de jueg-o,a no ser que se contara con un capital ingente.

Pero se entrevé la posibilidad de conseguirlo en un mun-do que parece próximo, en el que las ocasiones de enri-quecerse no sean ilimitadas, en el que el régimen de trans-misiones se haya modificado radicalmente y en el que en elanimo, de las gentes no sea la suprema aspiración la de al-canzar una cifra inaudita de millones, sino la de legar, vincu-lado al nombre, el honor de servir con señorío. Entre tanto,no será mucho lo que pueda ir haciéndose para preparar esatrasformación social.

Page 54: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

SOTAS

En todo caso, es evidente que a ello no podrá llegarse sinla reinstauración del régimen de mayorazgos. El Estatutopresentado por el Marqués de Ciadohcha no alude a la cues-tión, y es natural dado el alcance limitado de la ordenaciónque se proponía. Pero sería preciso considerar de nuevo estepunto, que no entraña ningún género de injusticia, puestoque el ma3'orazgo es un mero usufructo de que se beneficiael que lo goza, no para su provecho exclusivo, sino para aten-der a cargas de justicia en cumplimiento de una función fa-miliar y social. Y entonces, como consecuencia de un estudiotécnico profundo y minucioso, podrían determinarse los mo-dos y las medidas a que había de ajustarse la institución.

Queda por decir que en buena lógica, si el brillo de unahazaña ilumina a toda una generación, las sombras de unaignominia han de poder apagarlo. Puesto que la nobleza esía consagración de la fama, y esta consagración es una as-piración muy humana, la privación de. ella será una pena na-tural ; donde recaiga infamia debe extinguirse la nobleza,hereditaria.

En 1853 tuvieron los Grandes una reunión en casa delDuque de Rivas, en la que acordaron «no transigir con nin-gún acto inmoral de cualquiera de sus miembros, persuadidos•de que la falta de rectitud en la administración socava y des-truye los cimientos del orden moral».

No era mucho. Tampoco se. mostraron demasiado exigen-tes los redactores del Estatuto, el cual, si bien regula el fun-cionamiento de ciertos tribunales de honor, sólo prevé la san-ción de suspensión del estado de nobleza.

.Lo hasta aquí apuntado, y no poco más que no era delcaso, debiera ser materia de estudio para políticos y economistas,si un Estatuto de la nobleza aspirase a algo más que a ser elreglamento de un archivo de recuerdos históricos y de memoriasfamiliares.

Pero aun, si sólo tuvieran este alcance los estudios de ge-nealogía y heráldica que se propone publicar el Instituto «Je-rónimo Zurita», no habían de carecer de interés. Para losaficionados a este género de trabajos había de tenerlo en pri-mer término las anunciadas «Bibliografía española de Ge-

198

Page 55: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación

NOTAS

•iiealogía y Heráldica» y «Biblioteca del genealogista espa-ñol», que ordenaran y pusieran al día, con criterio científico,e ilustraran con discretas advertencias, las noticias recogidasj>or D. Lucas Cortés, si es que hay que identificar con él alsupuesto Gerhardi Ernesti de Franckenau (Bibliotheca- his-pánica-historíco-genealógico-heráldica. Lipsiae. 1724).

JORGE VIGÓN.

199

Page 56: Aristocracia y Nobleza - DialnetARISTOCRACIA Y NOBLEZA El Instituto «Jerónimo Zurita.», del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, inició, hace ya dos años, la pu-blicación