Antrop y Campo Penitenciario
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UNIVERSIDAD NACIONAL INPECDE COLOMBIA
Diseo, valoracin e implementacin de instrumentos cientficos para el
proceso de valoracin, clasificacin y seguimiento en el tratamientopenitenciario de la poblacin condenada en los establecimientos de reclusin del
orden nacional consistente en sus dos primeras etapas: Caracterizacin deescenarios y gestiones de los consejos de evaluacin y tratamiento (CET) y
Definicin de marcos conceptuales por rea disciplinar
ESTADO DE ARTE:
ANTROPOLOGA
Bogot, Diciembre 2008
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Antropologa y el campo penitenciario 2
ESTADO DE ARTE:EN ANTROPOLOGA1
Introduccin
Partir de una definicin de la Antropologa como disciplina es una tarea compleja,
debido a las mltiples corrientes e interpretaciones que la atraviesan, el mismo
trmino, cuya definicin etimolgica es el estudio del hombre, plantea en s un
campo muy amplio de estudio, al tomar a los seres humanos de una forma holstica,
lo cual constituye una de sus principales caractersticas.
Como punto de partida se toma la antropologa como: un conjunto de principios
que sirven para estudiar al hombre en todos sus aspectos, a travs del tiempo y del
espacio, en forma comparativa (Casanova 1937: 3) lo cual revela un amplio rango
de estudio.Tradicionalmente, se habla de cuatro ramas de la antropologa a saber: social o
cultural, arqueologa, lingstica y bioantropologa (Harris 1979). Cada una de ellas
aborda una problemtica particular utilizando sus propias herramientas en el
desarrollo de sus investigaciones siendo, a su vez, complementarias en la temtica
general de la disciplina.
Por este motivo, son mltiples los tipos de estudio que se pueden desprender de
esas cuatro ramas y distintos los discursos adoptados desde la antropologa para
abordar diferentes problemticas.
As, existe una divergencia de enfoque dependiendo de la escuela a la cual se
afilie el investigador, siendo la europea y la norteamericana (Boas 1920) en las que
mayor bibliografa puede encontrar el investigador latinoamericano. En trminos
generales, la escuela norteamericana se basa en las particularidades culturales, en
tanto que la escuela europea parte del estudio de las relaciones sociales.
Dentro de los estudios atribuidos a la antropologa se encuentra la anatoma
primaria lo que da a esta disciplina una relacin directa con la medicina (Casanova,
1937), pero al ser considerada una ciencia humana tambin se encuentra
emparentada con la psicologa, el derecho, la sociologa, por nombrar algunas
1Elaborado por las Antroplogas Jazmn Pabn y Juliana Padilla. Este artculo se circunscribe dentrodel Convenio Interinstitucional entre la Universidad Nacional de Colombia y el Instituto NacionalPenitenciario y Carcelario, INPEC No. 29 de 2008
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disciplinas. Sin el nimo de profundizar sino como forma de contextualizar cada una
de las ramas tiene un enfoque particular, los cuales se exponen a continuacin.
As, la Antropologa social o cultural aborda al hombre desde una perspectiva de
sus relaciones sociales y culturales2; mientras que la Arqueologa estudia las
relaciones sociales y las particularidades culturales a partir de la cultura material de
las sociedades del pasado. Por otro lado, la lingstica parte del estudio del lenguaje
como una herramienta de socializacin particular del ser humano ya que este
condiciona poderosamente todo nuestro razonamiento de los problemas y procesos
sociales (Saphir 1993:144) Y, la bioantropologa estudia la diversidad biolgica de
las poblaciones humanas actuales y pasadas (Rebato, et al 2005:15) toma a l
hombre en tanto su ser biolgico sin desatender la importancia y efecto que tiene su
relacin con el medio y los dems seres.Antropologa y Campo Penitenciario
La relacin de la antropologa y el campo penitencial est mediada por los
diferentes roles que puede jugar la disciplina antropolgica en dicho campo, sea bien
como actor directo brindando conceptos de experticia en la accin penal o como
investigador externo que aborda la problemtica de lo penitencial y lo criminal.
En el rol de actor directo se toma al antroplogo como perito para aclarar
conceptos que necesitan ampliacin y comprender aspectos especficos de un
hecho. De esta forma el antroplogo utiliza sus conocimientos especficos para
aportar informacin a un proceso penal. En esta va las cuatro ramas de la
antropologa pueden participar.
Contrario a lo que podra pensarse, los peritajes antropolgicos no son de origen
reciente pues se remontan casi al inicio de la antropologa como tal, y de los
procesos de judicializacin del delito en donde desde la anatoma se comenzaron a
prestar asesoras a las decisiones legales, lo que posteriormente se convertira en
la Medicina Legal.
El antroplogo puede emitir conceptos sobre bienes arqueolgicos o de inters
cultural para la nacin protegiendo as la herencia patrimonial de un pas; asi mismo
2Es pertinente aclarar que en la literatura antropolgica se encuentran ms de 200 definiciones de cultura,discusin en la cual no se profundizar en el presente escrito por no ser relevante para los fines de este.
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puede ser llamado a dar concepto sociocultural sobre casos especficos que entran
en el mbito penal emitiendo peritajes culturales en un contexto de naciones
pluritnicas. Desde la perspectiva bioantropolgica, retomando sus inicios periciales,
en los ltimos aos la antropologa ha entrado a formar parte de las llamadas
ciencias forenses, prestando su experticia en casos relacionados con restos
humanos en avanzado estado de descomposicin, donde las tcnicas
convencionales de identificacin necesitan de una herramienta mas para llegar a un
resultado final (Rodrguez 2004) y tambin apoyando con la metodologa
antropolgica los procesos de bsqueda, recuperacin e identificacin de personas
desaparecidas. Debido a que esta participacin no tiene una afectacin directa en el
tratamiento de los internos al interior de los centros penitenciarios no se amplia la
discusin ni las referencias al respecto.En cuanto a la participacin de la antropologa en el estudio de lo penitencial y lo
criminal, se encuentra una produccin literaria mas amplia, partiendo de estudios
sociolgicos que ven el delito como un hecho social (Durkheim, 1938) desde su
gnesis pasando por la forma en el que se articula en el entramado social y el
contexto de los individuos al cometer hechos delictivos, lo cual ha dado paso a
estudios criminolgicos que, al no ser slo abordados desde la antropologa, forman
parte de una realidad multidisciplinara. En este sentido, la codependencia entre la
antropologa y otras ciencias sociales como el derecho, la psicologa y la sociologa,
se hace manifiesta al abrir campo a subdisciplinas como la antropologa jurdica,
penal y criminal.
Se encuentra que al tomar al derecho como una forma de regular las relaciones
sociales a partir de un cuerpo de doctrinas y de reglas totalmente independiente de
sujeciones y presiones sociales y que encuentra en si mismo su propio fundamento
(Bourdieu 2000:166) se da un punto de unin entre este y las ciencias humanas que,
en un primer momento para el caso particular de la antropologa, da paso a la
antropologa jurdica definida como la aplicacin de los conocimientos
antropolgicos al arte de codificar, de acuerdo con las exigencias de la moral, las
relaciones sociales susceptibles de ser reglamentadas en beneficio de todos
(Casanova, 1937 p 20)
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El estudio multidisciplinario de la historia de la prisin y de la pena, entonces, ha
hecho parte de un contexto social que tiene en cuenta el discurso poltico y cientfico
predominante en los diferentes momentos; de esta forma en los siglos XVIII y XIX el
ambiente se caracteriza por el determinismo biolgico y moral que realiza una
separacin definida entre el bien y el mal, existiendo un inters por clasificar a
aquellos que son indeseables del resto que no lo son. En esta tarea la antropologa
participa directamente con la creacin de modelos antropolgicos que clasificaban
desde el fenotipo a los posibles delincuentes siendo el padre de esta doctrina Cesar
Lombroso. Posteriormente se evidenci la ineficacia de dicha metodologa pero la
utilizacin de la antropometra fue retomada para la identificacin de reincidentes.
Son estos ejercicios junto con investigaciones de otras disciplinas los que dan origen
a la criminologa (Wolfgang 1961). Sin embargo, luego la antropologa es dejada delado en el contexto criminal al surgir otros mtodos de identificacin que probaron ser
mucho ms efectivos como la dactiloscopia.
En este sentido, el inters de estudio para la antropologa criminal vuelve a ser el
delincuente en relacin con el delito, lo cual sobrepasa el mbito penitencial para
convertirse en un estudio ms sociolgico que tiene poco que ver con el tratamiento
penitencial o la pena. Por otro lado, la antropologa jurdica se ha centrado,
principalmente, en el estudio del proceso penal utilizado por una sociedad especfica,
mostrando correspondencia entre la pluralidad penal y la pluralidad cultural.
Para el siglo XX surge una corriente no muy difundida de la antropologa
penitencial, definida como: La historia natural del preso en sus reacciones a la pena
privativa de la libertad, o tambin restrictiva de ella (Bernaldo de Quiroz 1). Esta
visin se centra en lo sucedido despus de emitida la pena sin tener en cuenta
realmente el delito como tal, enfoque que diverge de estudios antropolgicos que
enfatizan la importancia de ver el contexto de la ofensa (Kalinsky 2000).
As, a partir de este recorrido se puede apreciar que el rastreo de los textos de
antropologa penitencial no arroja resultados con demasiada especificidad, siendo los
estudios de corte etnogrfico los ms frecuentes en la literatura de los estudios
antropolgicos con los internos en establecimientos penitenciarios.
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Es importante resaltar, sin embargo, el trabajo de Beatriz Kalinsky y Jos Lus
Prez Guadalupe, quienes a travs de los mtodos y tcnicas antropolgicas toman
una posicin critica frente a la prisin y ven la disciplina como una posibilidad de
comprensin holstica de la situacin penitenciaria, sin tomar los delitos como hechos
aislados sino como una realidad social que incluye no solo los crmenes en s, sino
un contexto social que va incluso hasta el tratamiento de los condenados, planteando
posibilidades tericas para la utilizacin de la antropologa en la penitenciaria
(Kalinsky 2003)
Reflexiones desde la antropologa y el campo penitenciario
Dentro de la bibliografa antropolgica en la penitenciaria se encuentran tres
enfoques principales: el primero de ellos presenta la institucin penitenciaria como un
espacio para realizar trabajos de tipo etnogrfico; el segundo aborda las narracionesparticulares, en donde priman las historias de los presos polticos; y el tercer enfoque
cubre las investigaciones que toman como objeto de estudio lo marginalizado3.
La institucin penitenciaria como un espacio para realizar trabajos de tipo
etnogrfico
En un primer aspecto se hallan diferentes estudios etnogrficos que se enfocan en
problemticas sociales generales, pero que en el mbito penitencial se pueden
delimitar en un espacio especfico facilitando en cierto sentido el trabajo concreto
sobre la problemtica planteada. As, se encuentran trabajos sobre problemas de
salud como el texto escrito por Julio Csar Portocarrero Gutirrez, para crceles del
Per en el ao 2006 bajo el ttulo: Un Juego de Preguntas y Respuestas:
Tuberculosis, Narrativas de Afliccin y El Encuentro Mdico en dos de los penales
ms hacinados de nuestro pas.
De igual manera, se encuentran trabajos etnogrficos que se enfocan en medios
de produccin y dems aspectos que surgen de tomar la crcel como un campo
cerrado de estudio. Estos estudios cuestionan si efectivamente las leyes y
3Para efectos de este trabajo, se entiende lo marginal no solo aquellos estudios que se centran en el anlisis einterpretacin de aquellas prcticas de las personas que se encuentran fuera del margen del orden establecido,sino sobretodo y ms relevante an, los estudios que se refieren a aquellos personas o instituciones que hanquedado al margen de los estudios sociales y, en general, de la prctica de la vida de las instituciones cotidianas.Aquellos que por sus condiciones excepciones o han sido objeto de una invisibilizacin, o por el contrario de
una potencializacin de intereses en sus abordajes que se puede traducir en una ghettizacin que deriva en laposterior estigmatizacin.
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estructuras organizativas de las crceles, as como sus procesos de resocializacin
son eficaces en la cotidianidad de las mismas.
Al respecto, en contrava a la posicin planteada por Goffman (2004) a mediados
del siglo XX sobre las instituciones totales4 se encuentran una serie de trabajos
antropolgicos de corte etnogrfico que muestran el modo en que en las crceles
coexisten diversos y complejos sistemas de intercambio y negociaciones. En esta
lnea, se sita el trabajo de Jorge Nuez (2007) que, para el caso ecuatoriano,
analiza las relaciones que se establecen entre la institucin carcelaria y la economa
del narcotrfico, que se convierte para los aos de 2004-2005 en el principal
organizador de la cotidianidad de la crcel de mxima seguridad Centro de
Rehabilitacin de Varones de Quito No.1.
Usando el concepto de refile5y amparado en el auge del aumento de la poblacincarcelaria de personas relacionadas con el trfico de estupefacientes para finales de
los aos 1990 y comienzos de la dcada del 2000, llega a una conclusin tajante: en
los centros penitenciales se establecen posiciones y relaciones de poder construidas
desde parmetros de corrupcin y amparadas por situaciones de desestabilizacin y
crisis econmicas nacionales, las cuales, se hacen evidentes en la cotidianidad de
los beneficios a los que acceden los internos.
Asimismo, las subculturas de las prisiones y la manera efectiva en que las normas
y regulaciones impartidas por el Estado son apropiadas por los internos, fueron
analizadas en 5 macro crceles latinoamericanas por Jos Lus Prez Guadalupe
(2000), quien estudi la organizacin informal de los presos en el desarrollo de su
vida cotidiana. Este anlisis hace evidente de manera ms contundente que el
realizado por Nez (2007) el modo como los parmetros culturales y normativos de
los grupos delincuenciales, en cada pas, determinan la vida cotidiana de las crceles
y de qu manera, a su vez las normas, reglamentos y leyes impuestas por los presos
4 Una institucin total puede definirse como un lugar de residencia y trabajo, donde un gran nmero deindividuos en igual situacin, aislados de la sociedad por un periodo apreciable de tiempo, comparten en suencierro una rutina diaria, administrada formalmente (Goffman 2004: 13). 5En oposicin al de Institucin Total,elconcepto derefile expresa Una transaccin material o simblica entreuno o varios internos y uno o varios guardias penitenciarios con el fin de otorgar a los presos un derecho no
autorizado a fin de una contraprestacin (Nez 2007: 107).
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adquieren ms importancia en la vida cotidiana carcelaria que la impartida desde las
leyes estatales.
Desde otra perspectiva escudada tras la visin crtica de los procesos de
resocializacin que se pretenden a travs de los desarrollos educativos y laborales,
los estudios de Mario Antonio Ruiz (2007) analizan tanto al sistema Patio y a las
relaciones de poder y convivencia que se establecen en l, como el sentido de las
prcticas educativas y laborales en los procesos de tratamiento penitenciario.
As, se observa la crcel como un sistema que contiene partes relacionadas entre
si y se mantiene en un estado dinmico; el interno, entonces, se debe adaptar a una
manera de supervivencia individual y colectiva que se expone en el orden
implementado en el patio, como un espacio (territorio) de construccin social y
cultural. Desde esta perspectiva, se encuentra que es el patio el lugar donde demejor manera se evidencia el carcter opuesto de la crcel a la institucin total.
En cuanto a la territorialidad en los espacios carcelarios, Aedo (2006) considera
que es un lugar de solidaridad territorial intra y extra muros que, sin embargo, debe
ser visto bajo la luz de la asociacin generacional y criminal. Se aprecia de esta
forma que los elementos territoriales vistos desde lo social sirven a un anlisis
mayor ya que presentan una visin ms amplia al dar relevancia al punto de vista de
los internos de la crcel, en oposicin a los estudios estadsticos sobre hacinamiento
los cuales abundan y cuya informacin no realiza mayores aportes al ser demasiado
repetitivos (Prez Guadalupe 2000: 31)
Este tema de los espacios carcelarios como construcciones sociales y como
lugares de conformacin de relaciones sociales es evidente tambin en las narrativas
de historias de vida de corte etnogrfico (Mara Eugenia Vsquez 1998, William
Carrillo 2000 y Vera Grave 2000) y es mostrado de manera magistral en el
desarrollo de la obra literaria de corte indigenista del peruano Manuel Scorza (1972,
1977, 1983, 1984, 1987, 1988).
Adems, se encuentra otra serie de estudios antropolgicos que utilizan la
institucin penitenciaria como un espacio para realizar un trabajo de campo sobre un
tema especfico. Es el caso del estudio sobre Crimen pasional. Contribucin a una
antropologa de las emociones de Myriam Jimeno (2004), en el cual a travs de un
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estudio comparativo entre crceles de Bogota y Brasilia, de un anlisis de textos y
documentos jurdicos, y de las experiencias personales que se aborda el crimen
pasional, aprovechando que en la crcel se encontraban los actores de crmenes
contemporneos.
Narraciones particulares en donde priman las historias de los presos
polticos
En este segundo grupo se encuentra la mayor cantidad de literatura que responde
a tendencias polticas dismiles en las diferentes naciones, aqu se pueden
mencionar varios relatos vivenciales que distintos internos han realizado, bien sea
basndose en sus diarios de los das de reclusin o en recuerdos de vivencias
especficas. Asimismo, en una gran cantidad de textos se hace referencia a los
presos polticos, especialmente en pases que han sufrido conflictos internos, en loscuales el discurso predominante es la defensa de los derechos fundamentales por lo
cual la reclusin se analiza como forma de violacin de los mismos. Debido a que la
Declaracin Universal de los Derechos Humanos data de mediados del siglo XX,
desde ese momento este tipo de visin ha venido en crecimiento paulatino.
Como resultado de las dictaduras militares y la existencia de diferentes grupos
insurgentes, a nivel latinoamericano se cuentan mltiples textos de este tipo. Por
ejemplo, en cuanto a Chile se encuentra el texto de Victoria Zapata: Crceles de
Alta seguridad: Inhumanidad, represin y rebelda publicado en el ao 2005 y que
constituye un testimonio periodstico de una situacin planteada en la dictadura de
Pinochet.
Asimismo, las narrativas de historias de vida de corte etnogrfico de los
colombianos Mara Eugenia Vsquez Perdomo (1998) y William Carrillo (2000);
presos polticos que elaboraron a partir de su experiencia en la crcel, etnografas
que se convirtieron en tesis para culminar sus estudios de antropologa en la
Universidad Nacional. Estos trabajos utilizan diversas metodologas y plantean
nfasis especficos sobre su visin de la crcel: en cuanto al primer punto, se
desarrolla un diario de campo intensivo para el caso de Vsquez Perdomo Vs. Diario
de campo para el caso de Carrillo, sin embargo, en los dos casos se interpela
constantemente al recuerdo; y en cuanto al segundo punto se establecen Relaciones
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intra y extra murales en la vida cotidiana de las crceles para el caso de Vsquez
Perdomo y para el caso de Carrillo se presenta una crtica demoledora desde la
cotidianidad de un preso a las crceles, como instituciones totales, y sus sistemas de
dominio, expresados en procesos de resocializacin que corresponden a una
constitucin de Estado que est en contrava con los planteamientos de los grupos
polticos a los cuales pertenecen). (qu quiere decir con la ltima frase? Que la
concepcin de estado que tiene su pensamiento poltico va en contrava del estado
real?)
Al igual que los documentos citados anteriormente, el texto de Vera Grave (2000)
roza los lmites entre lo literario y lo etnogrfico concluyendo su construccin en una
idea vital: ser escrito no para quedarse en el mero panfleto discursivo, sino para
evitar que el olvido se trague a la memoria e insistir en que se retomen las historiasno oficiales, que reflejan una sociedad en un determinado tiempo, para plantear
alternativas de transformacin de la realidad.
En esta medida estos textos deben ser analizados desde la perspectiva de la
etnografa del habla y del anlisis del discurso y deben plantearse como objeto de
anlisis a partir de recursos etnogrficos.
Investigaciones en donde se toma como objeto de estudio lo marginalizado
En el tercer grupo se encuentra el estereotipo de la antropologa como una
herramienta para estudiar aquello que no es posible entender por otras disciplinas,
es decir, aquello que desborda la normalidad social y que ha sido denominado como
poblaciones especiales o minoras, entre otras connotaciones. En esta medida, se
encuentran textos enfocados en grupos indgenas o de mujeres los cuales no caben
en las definiciones clsicas asumidas dentro del sistema penitenciario: aquellos cuya
estructura de pensamiento y cultura deben ser tomadas como una condicin
excepcional.
Pese a que no hay una homogenizacin en cuanto a sus planteamientos
epistemolgicos ni a sus propuestas finales, los estudios sobre las mujeres en prisin
han marcado un derrotero importante desde el enfoque antropolgico al coincidir en
un punto relevante: la necesaria urgencia de hacer una revisin de los modos en
que en los diversos estudios se han abordado a las mujeres privadas de la libertad y,
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ms an, la vigencia e indispensabilidad de visualizar la situacin de las mujeres no
visibles dentro de las instituciones del sistema penitenciario (Azaola 1996).
As, es evidente que el tema de gnero en prisiones ha sido estudiado de manera
somera pues se encuentra una marcada escasez de estudios sobre mujeres
migrantes en crceles, y ms an la carencia de mecanismos de denuncia y
prevencin de actos punibles a los derechos humanos. Sin embargo, se destacan las
propuestas y alcances que a nivel latinoamericano han establecido intelectuales de
diversas disciplinas en cuanto a la teorizacin y problematizacin de la situacin de
las mujeres en las crceles.
En este sentido, la propuesta presentada en dos ponencias, una de Mara Noel
Rodrguez y la otra de Carmen Anthony (2003).es enftica en tanto expone la
manera en que las respuestas generadas, ya sea por el gobierno o por la sociedadcivil, han sido insuficientes para reparar los problemas que viven las mujeres
privadas de la libertad, a pesar -o muchas veces motivado de manera directa o
indirecta- de las diferentes leyes nacionales, ideologas gubernamentales y variantes
socioeconmicas, tnicas y culturales.
Asimismo, Azaola (2003) plantea que la mujer es estigmatizada en las prisiones tal
y como ocurre en otros espacios de la sociedad. Esta estigmatizacin parte del
hecho de localizar a la mujer en el lugar del enfermo mental y de aplicar sobre ella,
entonces, un doble castigo: no solo por haber trasgredido una norma penal de la
sociedad sino, y sobretodo, porque revierte el papel de la mujer en la sociedad. Esto
significa que existen una serie de prcticas en donde se sigue reforzando el
estereotipo de la mujer dedicada a la familia y a sus hijos y se niega su realizacin
individual y su actual papel de proveedora econmica de la misma.
De esta manera, las condenas morales influyen en los tratamientos penitenciarios
y los servicios que las reclusas perciben en las crceles, por lo cual se privilegian,
entonces, los talleres de bordado, la confeccin de ropa y tejidos y la realizacin de
actividades de aseo. Adems, las contraprestaciones econmicas son nulas o
escasas, al no reflejar a nivel salarial el trabajo realizado. En el marco de las
inequidades sociales se refuerzan las desventajas sociales, aspecto que ya desde el
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ao de 1973 era vislumbrado por Sonia Rodrguez en su estudio comparativo para
algunas crceles de mujeres en Colombia.
Esta autora critica, de manera enftica, el trabajo penitenciario como mecanismo
para readaptar a los hombres y mujeres condenados, pues esta alternativa de
tratamiento en lugar de minimizar y resocializar a las internas potencializa
desigualdades y genera tensiones que incrementan la violencia y agresividad.
Adems, en este trabajo se seala que las trabajadoras internas no estn libres de
escoger el trabajo deseado y las rivalidades, odios y murmuraciones se maximizan
ante las posibilidades de ganancias econmicas o beneficios de disminucin de
tiempo. Se afectan, entonces, las relaciones interpersonales, es decir, las divisiones
entre subgrupos y las maneras como se otorgan los beneficios pues rayan entre la
corrupcin y las preferencias. Estos aspectos influyen de manera general en elpropsito de la rehabilitacin y en el tiempo que se permanece en la crcel, en
consecuencia favorecen que se acumule odio y resentimiento.
A estas situaciones relacionadas con el tratamiento penitenciario se debe anudar
el desligue de sus redes sociales de la mujer interna, especialmente de su familia,
destacndose el debilitamiento de los lazos con su compaero sentimental y la
separacin de sus hijos. Con respecto a esto, existen varios trabajos que
problematizan no solo las relaciones de la madre recluida en una institucin
penitenciaria y la separacin de sus hijos sino, tambin, el adecuado desarrollo de la
primera socializacin para los hijos e hijas de mujeres internas (Kalinsky y Caete
s.f.). Las huellas de esta primera socializacin dejan marcas indelebles ya que al
igual que sus madres, sus hijos e hijas comparten la misma rutina de seguridad de
las crceles, en otras palabras y siguiendo a Kalinsky y Caete, los nios hijos de
mujeres reclusas, estn tambin presos.
Estos mismos autores sealan un aspecto importante que tiene estrecha relacin
con el tratamiento penitenciario y es que el desempeo maternal es un aspecto que
se considera para dar cuenta del comportamiento de la interna. Este aspecto es
tenido en cuenta sobretodo por parte del personal de guardia y en dado caso que
este no est sujeto a lo que se concibe como buena madre, puede acarrear
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sanciones o sumarios en el comportamiento que se vern reflejados en los beneficios
administrativos.
La relacin entre los hijos y las madres entra as en una conjuncin de tejidos con
hilos de estrs, limitantes para los procesos de socializacin madre e hijo y
restrictivos en los procesos de enseanza de comportamientos. Se pueden
sancionar ciertas actitudes como castigos severos reflejo de la actitud de una mala
madre consecuente con un comportamiento agresivo. Aunque estos no tengan
asidero en la realidad.
En este sentido, se encuentra que las limitaciones propias de estar privado de la
libertad y la imposibilidad de ejercer el rol de madre llevan a situaciones de
impotencia, desasosiego y depresin, as como a restricciones que van desde los
medios materiales hasta de minimizacin de manifestaciones de relacin con loshijos.
Para concluir, si bien la pena de la libertad es sombra tanto para hombres como
para mujeres, en el caso de estas ltimas adquiere tintes diferentes derivados de la
condicin de gnero: los roles a los que ha sido asociada tradicionalmente y su papel
en la familia. A la pena en la prisin se le debe sumar el olvido a que son relegadas
por sus familiares y compaeros sentimentales y el rechazo y estigmatizacin de sus
actos que lleva consigo el juzgamiento de haber quebrantado las normas de
convivencia de la sociedad.
Las condiciones anteriormente anotadas no se pueden dejar de analizar a la luz
del aspecto de la infraestructura de las crceles. Azaola (1998) es tajante en afirmar
la influencia de los espacios fsicos de las instituciones de reclusin: desde la misma
concepcin arquitectnica de los espacios se organiza la discriminacin, relegacin y
condiciones de desigualdad con las mujeres, pues las crceles son espacios
pensados por y para hombres y desde una concepcin masculina del castigo y la
privacin de la libertad -ya hemos analizado en apartados anteriores la importancia
del territorio como lugar de produccin de relaciones de socializacin e identidad
cultural.
Adems, ms all de los meros espacios fsicos y de su marcado sesgo
masculino, las condiciones de hacinamiento, y la infraestructura inadecuada no
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permiten el adecuado proceso de tratamiento penitenciario y restringen las
posibilidades del sistema progresivo. Si bien esta crtica ha surgido explcitamente
desde los estudios de gnero, se puede extender a toda la realidad carcelaria
colombiana ya que describe la situacin real, precaria, deficiente y dictatorial del
tratamiento penitenciario en su sistema progresivo.
As, se generan varias preguntas: Cmo se puede garantizar un adecuado
proceso de tratamiento cuando las condiciones reales no son las planteadas en la
letra? Puede garantizar su efectivo ejercicio en el sistema progresivo, la ausencia
de varios profesionales que conformen los cuerpos colegiados, encargados del
tratamiento penitenciario en el sistema progresivo? Son los recursos adecuados
para lo que se plantea en las leyes sobre tratamiento penitenciario en el sistema
progresivo? son las condiciones higinicas aptas para el desarrollo de la vidadigna? (Ramos Rodrguez 2004)
Otro aspecto a destacar que ha sido desarrollado por los estudios de gnero es lo
que concierne a la sexualidad de las internas. En este sentido, hay una serie de
criticas a la manera como las mujeres no son sujetos de derechos en cuanto a un
ejercicio libre de la sexualidad, a travs del ejercicio pleno de la visita conyugal. En
oposicin a la flexibilidad para los hombres, a las mujeres se les exige demostrar
algn grado de filiacin: casadas o en unin libre debidamente sancionada por una
autoridad legal (Ramos Rodrguez 2004)
Sin embargo, el ejercicio pleno de la sexualidad no se debe restringir al derecho a
una visita conyugal, pues este no se restringe al goce del acto sexual o al encuentro
de condiciones ptimas para su disfrute. Restringir la sexualidad de cualquier ser
humano a este aspecto es limitar el aspecto global del cuerpo y de su conocimiento.
Anudado a la carencia de lugares, del ejercicio del derecho de la visita conyugal, la
sexualidad abarca la construccin de ciudadana desde su reconocimiento y su
ejercicio como seres humanos y se expande hasta el sano ejercicio de una salud
sexual y reproductiva.
Uno de los aspectos que por adscripcin casi natural se le otorga a los estudios
antropolgicos es el que tiene que ver con las minoras tnicas en especial lo
relacionado con las nacionales indgenas. Segn Maria Victoria Uribe (2000) en el
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desarrollo de la antropologa en Colombia la imagen de la prctica de esta disciplina
se ha construido tomando en cuenta como sus supuestos nicos y exclusivos
intereses a la cultura y los indios (Uribe 2000:9)
A partir de la institucionalizacin de la antropologa en el pas, en la dcada de los
40, el ejercicio antropolgico era sinnimo de estudios de parentesco, rituales, mitos
y todo lo relacionado con aquellos exticos y su cultura. El mismo consenso sobre
lo que significa en trminos acadmicos y polticos hacer antropologa en este pas
estaba permeada por esta concepcin:
febriles discusiones se tejieron alrededor del quehacer antropolgico.Esquematizando las posiciones, en un extremo unos entendan su ejercicio como laexpresin de una ciencia objetiva, y en el otro, haba quienes cuestionaban dichaconcepcin abogando por una antropologa militante, polticamente comprometida conlas poblaciones con las cuales el antroplogo trabajaba. Mientras que para los primerosel objetivo era el registro acadmico de regularidades particularidades que podran sercomparadas con otras para as llegar a generalizaciones de diferentes ordenes sobre lasculturas humanas, para los ltimos el asunto era cuestionar los presupuestosepistmicos y metodolgicos de las ciencias positivistas metropolitanas a cambio de unaantropologa militante con las justas causas de las poblaciones explotadas (Uribe2000:10)
Desde finales de la dcada de los 90 ha empezado a generarse una serie de
trabajos antropolgicos que han planteado otras alternativas de campo de accin de
la antropologa y que modifican estructuralmente la operacin: antropologa =
estudios de grupos indgenas. Desarrollos tericos y metodolgicos que cuestionan
esta relacin apuntan a la antropologa no solamente como estudio de indgenas,
sino como estudio de alteridades enfocadas en derrumbar las lecturas etnizantes y
esencialistas. Es decir, se abre el campo de accin de la antropologa ms all de las
nacionalidades indgenas y sobretodo se espera no generar procesos que rotulen de
manera estigmatizante.
Estas condiciones pueden ser las que determinen que la antropologa dentro de
las actividades bsicas que le corresponden dentro del CET est enfocada,
bsicamente, a brindar atencin especializada a poblaciones concebidas comogrupos con condiciones excepcionales. Dentro de estos grupos se encuentran
aquellos que resaltan por sus caractersticas de gnero, etnia, edad, nacionalidad y
discapacidad fsica.
En esta materia, los estudios antropolgicos que tienen relacin con el contexto
penitenciario se han orientado a mostrar cmo, a pesar de que en algunos pases las
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leyes reconocen la jurisdiccin indgena, en la prctica los afro descendientes e
indgenas son juzgados, condenados y pagan sus penas dentro de la justicia
ordinaria (Andrs y Sandoval 2008).
Es, sin embargo, desde la perspectiva de la antropologa jurdica y su definicin
que incluye el derecho positivo pues esta va ligada al hecho de que no hay un solo
derecho sino pluralidad de derechos (Snchez Botero 1992: 12). Asimismo, Los
deberes y derechos del individuo son tambin vistos y examinados por la
antropologa como expresin de sistemas particulares que orientan la vida de un
grupo, expresados en acciones y conductas individuales y algunas veces colectivas
(Snchez Botero 1992:12) .
Desde esta perspectiva, la funcin del antroplogo es ofrecer al juez la
descripcin y caracterizacin de mundos posibles: otras normas, otras verdadesnecesarias o que no pueden ser de otra manera. Estos quebramientos o rupturas a
normas establecidas dentro de otros sistemas muestran muchas veces la
obligatoriedad por el deber impuesto, nuevamente la verdad necesaria (Snchez
Botero 1992:16).
Particularmente, desde el Programa de Inclusin del INPEC hay un punto con
relacin a los indgenas y a su tratamiento y desarrollo que se ha denominado
Etnoeducacin. .Sobre este aspecto hay una discusin amplia que recoge el origen,
desarrollo y aplicacin de esta estrategia educativa que desarrollada para las
crceles adquiere nuevos tintes.
Existe un trabajo reciente de Javier Castillo (2008) sobre una propuesta de
aproximaciones tericas hacia la educacin intercultural bilinge para indgenas
mujeres Wayuu en Venezuela, que analiza los alcances de la Constitucin
venezolana de 1999 y los derechos de los pueblos indgenas.A partir de una
experiencia cualitativa-fenomenolgica de corte etnogrfico, en la Crcel Nacional de
Maracaibo-Zulia-Venezuela, se propone plantear una educacin intrapenal e
intercultural bilinge cuyo objetivo principal ser el rescate de valores culturales y la
reinsercin de las reclusas wayuu a la comunidad que pertenecen.
Dado que entre las polticas de tratamiento y desarrollo el tema etnoeducativo
ocupa un papel primordial, consideramos fundamental plantear el origen y algunos
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debates en torno a esto. Los debates y planteamientos sobre educacin para
indgenas vienen de larga data, pues ya para el ao de 1978, con la expedicin del
Decreto 1142, se establecen las bases iniciales para la definicin de programas
educativos que respeten a las diferentes culturas indgenas y que incluyan una
participacin real en estos procesos educativos.
Varios aos ms tarde, un nuevo componente se integra a la poltica educativa.
Para la dcada de los aos 80 se importa desde Mxico el concepto de la
etnoeducacin, desarrollado por Bonfill Batalla. Este concepto era un componente de
un nuevo enfoque, mucho ms amplio, que se haba definido como etnodesarrollo,
convirtindose, entonces, la etnoeducacin en educacin para el desarrollo.
El etnodesarrollo implica que las diversas comunidades indgenas deban
desarrollarse a partir de sus propias experiencias, intereses y necesidades. Algunascrticas a este enfoque indican que el etnodesarrollo induce a pensar que estas
comunidades estn en un nivel inferior con respecto al resto de la sociedad, y que
con este enfoque lo que se consegue es ir asimilando, poco a poco, estas diferencias
tnicas a la sociedad mayoritaria nacional. Sin embargo, para Bonfill Batalla el
etnodesarrollo se define como:
La ampliacin y consolidacin de los mbitos de cultura propia, mediante elfortalecimiento de la capacidad autnoma de decisin de una sociedad culturalmentediferenciada para guiar su propio desarrollo y el ejercicio de la autodeterminacin,cualquiera que sea el nivel que considere, e implica una organizacin equitativa y propiadel poder. Esto significa que el grupo tnico es la unidad poltica administrativa conautoridad sobre su propio territorio y capacidad de decisin en los mbitos queconstituyen un proyecto de desarrollo, dentro de un proceso de creciente autonoma yautogestin (La declaracin de San Jos: 1982)
Es decir, que lo que se busca es que las comunidades indgenas tengan plena
participacin en la definicin y formulacin de sus procesos de formacin, los cuales
van a dirigir sus destinos de acuerdo a su propia historia.
Para el ao de 1982, se inicia un proceso por parte del Ministerio Nacional de
Educacin que responde a varios planteamientos realizados por comunidades
indgenas, las cuales venan reunindose en diferentes organizaciones nacionales y
regionales, en el sentido de formular una serie de lineamientos para una poltica
educativa en la cual los indgenas participaran activamente. Esta poltica trata en
palabras del Ministerio de Educacin:
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de establecer, entonces, no una integracin del indgena con detrimento de su vida,dignidad e identidad tnica, sino una articulacin de las comunidades indgenas con lasociedad hegemnica nacional, de maneras que aquellas se apropien de los recursosculturales que consideren vlidos para su vida de acuerdo con su propia historia, susnecesidades, intereses y aspiraciones que en ltimas permitir que las comunidadesindgenas, se actualicen mediante procesos de formacin reflexivos y crticos (Ministeriode Educacin Nacional, 1987:41)
As, se trataba de un primer acercamiento que reconoca las exigencias de las
comunidades indgenas, en el cual su participacin directa era lo que iba a formular y
disear una poltica educativa indigenista. Se parte, entonces, del reconocimiento de
las propias especificidades culturales de las comunidades indgenas y de que el
respeto era el primer paso para un proceso de mejoramiento de vida, estimulado y
creado por ellas mismas.
Esta iniciativa reflej con claridad los debates que, por esa poca, estaban
protagonizando algunos intelectuales y acadmicos, influidos por corrientes
indigenistas, y, por otro lado, los alcances, perspectivas y mtodos que haban
desarrollado, de manera particular, las diversas organizaciones indgenas que se
haban empezado a constituir en diversas regiones del pas. Se pona as un alto a la
invisibilidad histrica de los diversos grupos indgenas, es decir a la completa
ausencia de su participacin, a la ignorancia de su cultura, y a los rezagos
acarreados, de varias dcadas atrs, que sealaban a todo aquello que era
considerado indio como sinnimo de atraso, inferioridad. Es decir, con esta poltica
se superaban, por fin, las ideas de un evolucionismo cultural y de una mentalidad
que divida el mundo en civilizados y salvajes.
As, se cre un inters por que desaparecieran los medios que la educacin
viabilizaba como formas de dominacin, en los cuales se reproducan las ideas de
sujecin que sobre estas comunidades exista, y que se concretaban de manera muy
especial en aspectos como la estructura, la organizacin, las temticas, los
contenidos, las estrategias, los materiales de apoyo, los maestros y las estructuras
fsicas impuestas desde la perspectiva oficial.
As, la perspectiva que empez a liderar el Ministerio de Educacin Nacional,
desde el ao de 1982, signific revertir las polticas y tendencias que por muchos
aos haban caracterizado a las polticas gubernamentales, que se dirigan a integrar
al indgena a la sociedad nacional, hacia una articulacin de las comunidades
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indgenas con la sociedad mayoritaria nacional, en donde ellas estaban invitadas a
validar y apropiarse de los elementos culturales que consideraran relevantes para
reconstruir y ejercer su propia historia, necesidades, intereses, expectativas,
mecanismos y pautas organizativas.
La etnoeducacin, planteada en este ao, contena una serie de condiciones:
Ser flexible: En sus contenidos, en sus metodologas, en sus estrategias, en los
mecanismos de evaluacin. Los diversos componentes educativos deban ser
formulados por las mismas comunidades indgenas teniendo en cuenta las
diferencias tnicas.
Ser permanente:Entendindose como un proceso continuo de las personas a lo
largo de su vida. Por lo tanto, esta educacin se deba brindar a todos los miembros
de la comunidad, de manera que las personas y las comunidades convirtieran ensituaciones educativas todos los momentos de la vida diaria y cotidiana.
Ser participativa: Comprende integrar a todos los miembros de la comunidad y
estar enfocada en la toma de decisiones que tienen que ver con el desarrollo de la
misma. Esta participacin debe entenderse desde la manera como las comunidades
entienden la estructura y organizacin social y desde el modo en que cada persona
cumple su papel dentro de la comunidad.
Ser bilinge: Debe priorizarse la enseanza de la lengua materna, y con
posterioridad el idioma espaol. La lengua es un instrumento de pensamiento, de
comunicacin y un elemento fundamental de la cosmovisin.
Ser intercultural:En este proceso educativo el eje inicial es la comunidad, pero es
indispensable que se conozcan, tambin, elementos de la cultura hegemnica
nacional y mundial. Esto conlleva a que se relacione la propia cultura con otras
sociedades.
Ser sistemtica: Debe incluir elementos estructurados como la planeacin de
programas que integren objetivos, contenidos cientficos actualizados, actividades
pedaggicas, metodologas, sistemas de evaluacin y variedad en el uso de
materiales y recursos.
Despus de las perspectivas manejadas en la dcada de los aos ochenta se
empezaron a generar una serie de estrategias que buscaban mejorar los programas
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de etnoeducacin, bajo la mirada del respeto de los derechos de los grupos tnicos,
por tal razn, para el ao 1994, se estableci un convenio de cooperacin tcnica
entre la Universidad Nacional de Colombia y el Ministerio de Educacin Nacional y se
cre el Seminario Permanente Interdisciplinario de Etnoeducacin, encaminado a
mejorar los programas de acuerdo a las normas constitucionales y al respeto por los
grupos tnicos del pas.
Con el auge en las ltimos aos de la educacin intercultural bilinge se apuesta
por el manejo de la educacin indgena con una propuesta de realizar no solo un
nfasis en los idiomas que hablan las diferentes nacionalidades indgenas sino en
plantear un espacio para el intercambio cultural, dado el choque entre culturas.
En relacin con las crceles se debe tener un especial desarrollo en el tema de
educacin para los grupos que se identifiquen como pertenecientes a diversosgrupos tnicos. Diversos los planteamientos de la educacin bilinge parten de
realizar los procesos de aprendizaje y enseanza en los lugares propios de las
comunidades y a travs de mecanismos propios. Sin embargo, dado que los lugares
de las crceles son espacios controlados y que no corresponden ni a la historia ni a
los procesos culturales particulares de varios grupos humanos, problematizar y
construir modelos viables educativos sera un buen derrotero para maximizar las
funciones, actividades y desarrollos de los procesos de tratamiento particulares.
Metodologa
La metodologa empleada en este tipo de estudios es fundamentalmente la
concerniente a la etnografa, la cual propone la realizacin de un trabajo de campo
con tcnicas como observacin participante, las entrevistas y las historias de vida.
Asimismo, a partir de la antropologa social o cultural se toman ciertas corrientes de
pensamiento para la explicacin de fenmenos particulares, que se dan tanto al
interior de las instituciones como en la influencia del entorno para la comisin y
sealizacin de un delito.
El anlisis del discurso que surge desde la antropologa lingstica es una
herramienta, cada vez mas utilizada, para abordar los estudios en torno al sistema
penitenciario. Es usual encontrar en anexos o apndices de los estudios de corte
etnogrfico, listados de palabras que, a modo de glosario, indican su uso peculiar en
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el medio penitenciario. Todas estas herramientas son tiles para comprender el
universo de las crceles.
Realizar estudios de corte etnogrfico requiere que el profesional tenga capacidad
de observacin y de escucha y que, posteriormente, logre analizar los datos
recolectados en estas situaciones. As, el trabajo antropolgico en las crceles no
debe confundirse con el de otras reas o disciplinas de las ciencias humanas y, a su
vez, no debe restringirse al estudio de lo indgena, ni de los grupos con
condiciones de excepcionalidad, pues brinda unas metodologas y herramientas
potentes que permiten maximizar el uso de cuadros de parentesco, hacer anlisis del
manejo del lenguaje y de las ideas sobre el cuerpo que pueden proponer diversas
miradas y desarrollos que reflejen cambios a nivel de la socializacin intra y extra
muros.La ventaja de la antropologa es que brinda una mirada holistica, que amplia y
observa al individuo en relacin con un grupo, por lo tanto menospreciar estos
alcances sera desperdiciar mecanismos que revelen y develen de manera
irremediablemente las prcticas y procesos sociales y de tratamiento que se
organizan en las crceles. Sin embargo, se hace necesario expandir la investigacin
no solo a los internos de manera individual sino establecer y dimensionar las
diversas relaciones que se dan en las crceles entre todos los actores que all
convergen: guardias, profesionales, familias, internos.
Consideraciones de la tica
Al ser la antropologa una mirada tan amplia de lo humano, an existe el debate
acadmico sobre su clasificacin en ciencia o disciplina por lo cual en cuanto a un
cdigo de tica las opiniones tampoco se han unificado. Sin embargo existen
propuestas al respecto que pueden asumirse como consideraciones ticas que se
sugieren a los antroplogos en sus diferentes ramas.
El principio general es que Por ser la antropologa una disciplina cuya prctica
nos pone directamente en relacin con las personas, las comunidades y sus culturas,
es condicin ineludible que todo acto profesional deba realizarse de forma tal que no
lesione la dignidad, la libertad ni la vida de los dems ni la propia, en tanto derechos
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inalienables e inviolables del ser humano. Esto supone que su prctica habr de
sustentarse en:
a) conocimientos vlidos para el nivel de desarrollo actual de la antropologa y
b) En principios ticos universales que resguarden tales derechos.
(http://www.ala-net.org/noticias/dic07/eticaChile.pdf)
Con respecto a la posicin del antroplogo como investigador social en estos
ambientes, se ha llegado a acuerdos sobre la necesidad extrema de confidencialidad
que rodea a los ambientes penitenciarios. Asimismo, del cuidado que debe tener el
investigador para que sus informes y, en general, la investigacin sea considerada a
la luz de lo constitucional como una apologa al delito, si bien es necesario que el
antroplogo exprese sus opiniones respecto a la situacin carcelaria, estas opiniones
deben tener un trasfondo tico que no comprometa la situacin legal del mismoinvestigador. (Kalinsky 2003)
Existen propuestas desde las cuales se puede desarrollar con ms profundidad el
papel intrusivo del investigador para vislumbrar el trasfondo de la realidad
penitencial y poder aminorar, desde el enfoque de derechos, el impacto negativo que
este puede tener en los reclusos. En este sentido, en otros pases, como en el caso
de Estados Unidos, existe toda una normatividad para el trabajo con internos, ya que
estos constituyen un grupo vulnerable cuando se han de realizar investigaciones o
intervenciones con ellos.
Mltiples cursos y programas brindan capacitacin a travs del estudio de la
normatividad vigente y de estudios de caso, los cuales brindan la posibilidad de tener
un buen desempeo profesional bajo parmetros ticos. A estos cursos se puede
acceder a travs de Internet y estos brindan herramientas tiles para el trabajo
antropolgico. Sin embargo, se debe recalcar que al ser la observacin la
herramienta principal de la antropologa esta es considerada en s como una
intervencin, motivo por el cual se hace necesaria la reflexin y construccin de una
reglamentacin especfica para el entorno carcelario.
Perspectivas a futuro
Respecto a estudios potenciales que puedan surgir de la antropologa respecto al
campo penitencial se debe tener en cuenta el contexto particular que reviste el
http://www.ala-net.org/noticias/dic07/eticaChile.pdfhttp://www.ala-net.org/noticias/dic07/eticaChile.pdfhttp://www.ala-net.org/noticias/dic07/eticaChile.pdf -
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momento actual en el cual se apela por una defensa de la multiculturalidad, lo cual
permite contextos de pluralismo tnico que suponen una revisin de los modelos
penitenciarios tradicionales, para dar paso a estudios sociales que contemplen en su
complejidad la diferencia cultural y contextual que se implica en el anlisis de un
delito; asimismo es vlida la participacin antropolgica en el campo del estudio del
delito y la pena, para dar una mirada contextual que se centre no solo en un hecho,
sino en las relaciones sociales que le rodean. En el mismo sentido, es importante la
contribucin antropolgica en estudios sobre las relaciones en las prisiones, que
permitan reformular algunos aspectos de las penitenciarias acordes con el enfoque
de derechos, y que contemplen una participacin multidisciplinaria.
La propuesta de que la antropologa haga parte de la discusin sobre la afectacin
de derechos fundamentales en contextos penitenciales es validada por el carcterholstico del estudio antropolgico, Sin embargo, se debe ser precavido para que la
disciplina no se convierta en una herramienta de los discursos polticos y subjetivos
que tratan de desestimar la actuacin de las instituciones.
Para lograr que esclarecer y entender el papel de la antropologa en los
establecimientos carcelarios y penitenciarios es relevante preguntarse sobre su rol
en la sociedad actual colombiana. Si bien el ejercicio de la antropologa en el pas no
se puede desligar de los escenarios de su ejercicio, ni de la historia de la
construccin de la disciplina, el principal reto de una antropologa en
establecimientos carcelarios es que se deben considerar los obstculos para una real
autonoma del profesional frente a intereses a los cuales muchas veces no se desea
apostarle, por hacer parte de un sistema demasiado complejo
El mismo concepto de tratamiento, y su bandera de resocializacin, generan
escozor y no pocos debates al interior de la disciplina. Muchos de los que fueron
revisados para el presente trabajo no valoran procesos de resocializacin pues
apuntan a un modelo nico de sociedad que busca modelar la conducta del
desviado6. Por esta razn la preparacin del interno para la libertad, en las
condiciones de encierro en las que se encuentra, y sin la infraestructura, ni los
6Todo esto bajo conceptos culturales.
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mecanismos, ni la cantidad de profesionales necesarios se convierte en una ardua
labor.
Si bien la antropologa puede partir de la idea de dar la voz a los internos (Azaola
1998, Guadalupe 2000) puede caer en la trampa de que el campo de la antropologa
sea tan solo una creacin y una ficcin textual como se ha debatido en los ltimos
tiempos. Es necesario considerar, entonces que las crcelesl no son conjuntos
cerrados sino que estn en permanente contacto con la sociedad extramural, por
esta razn es indispensable iniciar un proceso investigativo que tenga en cuenta el
regionalismo en las crceles. Asimismo,
En las crceles analizadas en este trabajo7 existe una organizacin informal dirigida
exclusivamente por los presos la cual, respondiendo a parmetros sociales y culturalesextracarcelarios, prima sobre la organizacin formal en el desarrollo de la vida cotidianacarcelaria (Guadalupe Prez 2000:41)
En la revisin de los trabajos producidos desde la disciplina largas voces de
desaliento aparecan acerca del trabajo en crceles, como oposicin a las
conversaciones informales, que se sostuvieron para el desarrollo de este texto, con
algunos antroplogos que haban desarrollado acercamientos investigativos o
laborales en las crceles, en las cuales se hablaba acerca de las potencialidades de
la antropologa en el campo penitencial, sobretodo como mecanismo de
investigacin, confrotacin y debate y como medio para mejorar las situacionesdesesperanzadoras contrarias a la dignidad humana que all se viven.
El reto se encuentra, entonces, en la construccin de una antropologa propositiva
y crtica en un medio donde la autonoma es restringida y donde los mecanismos
coercitivos estn a la orden del da, an en los procesos de tratamiento y
resocializacin. No obstante, la construccin de metodologas se ir dando durante
el recorrido del camino ya que, afortunadamente, no se tiene an la receta mgica
para la comprensin de la multiplicidad de experiencias personales y comunitarias,
pues estas son formas de conocimiento propio que autentican lo diferente.
7El autor hace referencia a las macro crceles de Lurigancho en el Per; Ex penitenciaria de Santiago en Chile;Villa Devoto en Argentina; Casa de Detencin en Brasil y Penal de San Pedro en Bolivia. Jos Lus PrezGuadalupe (2000)
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