Antología poética

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Antología poética Alfonsina Storni Alejandra Pizarnik Olga Orozco

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Alfonsina Storni

Su obra poéticaLa obra poética de Alfonsina Storni puede dividirse en dos etapas. La primera incluye los siguientes libros: La inquietud del rosal (1916), El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919), Languidez (1920) y Ocre (1920). La segunda comprende Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).La inquietud del rosal es su primer libro de versos, “sobrecargado de mieles románticas”, que la autora no tomó en cuenta cuando posteriormente preparó una antología de sus poemas.El dulce daño traduce la posición crítica, valiente y espontánea de Alfonsina cuando señala la ventaja del hombre sobre la mujer. La poetisa propone una imagen de la mujer que reclama un lugar en el mundo nuevo. Esta actitud le valió la adhesión incondicional de sus lectoras.Irremediablemente es un libro que refleja un cambio en su autora. Los versos “rosas” dan paso, ahora, a poesías más profundas, en las que predominan dos temas esenciales: la muerte y el mar. El lenguaje poético continúa siendo sencillo, despojado de falsos intelectualismos.

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Languidez traduce el estado de soledad y fracaso de su autora. A través de un tono familiar, Alfonsina evoca la ciudad de Buenos Aires, el río de la Plata, el suburbio y otros temas que se relacionan con la realidad inmediata.Ocre es el libro de la madurez de Alfonsina Storni –en el cual se equilibran las influencias románticas y modernistas-. En los sonetos de esta obra, la autora trata el tema de la mujer frente al hombre, a quien considera irónicamente “el amo del mundo”.Mundo de siete pozos es un libro original, escrito en versos libres, en el cual la cabeza humana es ese mundo de siete pozos. En efecto, dos puertas son los ojos, dos las orejas y dos la nariz; mientras que la boca es el séptimo pozo. Muchas de las poesías de este libro han sido comparadas con las del oscuro Góngora, pleno de metáforas imágenes cultistas, puesto que en ellas todo es exageradamente desproporcionado.Mascarilla y trébol, último libro de Alfonsina, reúne poesías breves, dispuestas en forma de sonetos, designados por ella misma con el nombre de “antisonetos”. Son estos poemas herméticos, oscuros, a los cuales la autora agregó notas explicatorias para ayudar al lector a comprenderlos.Con este libro se cierra su camino poético, camino que se iniciará con aquellos versos plenos de hondo sentimiento aparecidos en sus primeros libros, hasta los poemas laboriosamente trabajados de su última época.

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La diferencia entre los libros de la primera época y los que cierran su producción radica además en un cambio de las formas: del verso tradicional al verso libre y en la visión del mundo. En la primera etapa, bajo la influencia de los románticos y modernistas, esa visión es subjetiva y sentimental, celebratoria del espontáneo mundo de los sentidos bajo el cual nace una verdadera ciencia de lo femenino. En la segunda etapa, que culmina con Mascarilla y trébol, aquella visión primaveral se torna agria y discordante, irónica y plena de angustia. El jazz bland, los habitantes de Marte, los dibujos animados, el charleston, el siglo XX a quien llamó “siglo mío”, son temas nuevos que revelan la adecuación de Alfonsina Storni a un mundo que había cambiado entre su primer libro (1916) y el último (1938). La poetisa permaneció al margen de los grupos vanguardistas, pero asimiló sus enseñanzas, y al final de sus días dio una lección de perpetua juventud literaria al cambiar el rumbo de su poesía.

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¡Adiós!Las cosas que mueren jamás resucitan,las cosas que mueren no tornan jamás.¡Se quiebran los vasos y el vidrio que quedaes polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la ramados veces seguidas no florecerán...¡Las flores tronchadas por el viento impíose agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,los días inertes ya no volverán!¡Qué tristes las horas que se desgranaronbajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,las sombras creadas por nuestra maldad!¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!¡Adiós mi alegría llena de bondad!¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,las cosas celestes que no vuelven más!...

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La caricia perdida

Se me va de los dedos la caricia sin causa,se me va de los dedos... En el viento, al pasar,la caricia que vaga sin destino ni objeto,la caricia perdida ¿quién la recogerá?

Pude amar esta noche con piedad infinita,pude amar al primero que acertara a llegar.Nadie llega. Están solos los floridos senderos.La caricia perdida, rodará... rodará...

Si en los ojos te besan esta noche, viajero,si estremece las ramas un dulce suspirar,si te oprime los dedos una mano pequeñaque te toma y te deja, que te logra y se va.

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,si es el aire quien teje la ilusión de besar,oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,en el viento fundida, ¿me reconocerás?

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Lo inacabable

No tienes tú la culpa si en tus manosmi amor se deshojó como una rosa:Vendrá la primavera y habrá flores...el tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlasde un collar nuevo; romperá la sombraun sol precioso que dará a las venasla savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la míay ambos, libertos, como mariposasperderemos el polen de las alasy hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríosy los besos se secan como rosas,pero por cada muerte siete vidasbuscan los labios demandando aurora.

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!¡Y toda primavera que se esbozaes un cadáver más que adquiere viday es un capullo más que se deshoja!

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Hombre pequeñito

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,suelta a tu canario que quiere volar...Yo soy el canario, hombre pequeñito,déjame saltar.Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,hombre pequeñito que jaula me das. Digo pequeñito porque no me entiendes,ni me entenderás.Tampoco te entiendo, pero mientras tantoábreme la jaula que quiero escapar;hombre pequeñito, te amé media hora,no me pidas más.

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Alejandra Pizarnik

Su obra poéticaLa poesía de Pizarnik es surrealista, sin embargo no se encasilla fácilmente en ningún movimiento dentro de su generación y la poeta no tuvo interés en la poesía comprometida que se escribía en Argentina durante estas décadas de tensiones políticas. El rasgo que más destaca de su poesía es el uso de imágenes ilógicas y oníricas. También emplea el simbolismo, lo cual muestra la influencia de los simbolistas franceses que leyó en su adolescencia, incluyendo a Rimbaud, Verlaine, Mallarmé y Lautremont. Las imágenes surrealistas y los símbolos ilustran los siguientes temas que aparecen frecuentemente en su obra:-La muerte-El silencio-La infancia y la orfandad-La enajenación-El ensimismamiento-El desdoblamiento del yo-La angustia existencial

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Su estilo se caracteriza por la economía verbal y la búsqueda del lenguaje exacto, pero al final de su vida, Alejandra se siente frustrada con el lenguaje:"Es interesante notar que Borges, en conversación con C. Fernández Moreno, dice que Lugones, que era esencialmente 'verbal; -al igual que Pizarnik- se mató cuando comprendió por fin que la realidad es incomunicable y atroz", dice Susana H. Haydu en el libro Alejandra Pizarnik: evolución de un lenguaje poético.Pizarnik revela su desilusión con su propia obra en una entrada de 1969 en sus diarios: "Mis poemas de ahora están muertos. Siento que nada vibra dentro de mi. Hay una herida y esto es todo. Pero se cumple en un lugar donde el lenguaje no parece necesario".Su poesía y su existencia atestiguan permanentemente el sentimiento de la inadecuación del lenguaje para expresar al mundo, y la inadecuación del mundo con respecto a nuestros deseos más profundos. En esto se aparta de la tradición de la poesía de lengua española, que no suele internarse con tanta tenacidad, verdad e intensidad en estas zonas de la experiencia. Ella es un testigo trágico e insobornable de este sentimiento, y lo expresa con una fuerza extraordinaria. Es decir que hay en ella por un lado cierta desconfianza central en el lenguaje y por otro, paradójicamente, una excepcional maestría en el lenguaje poético con el que denuncia esta falla central de las palabras para decir realmente lo que nos pasa: "Sospecho que lo esencial es indecible". 

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De este sentir trágico deriva el miedo: miedo a no ser de este mundo, a no saber qué hacer con ese no ser de este mundo y asimismo miedo a la locura, miedo a envejecer. Pero según la advertencia de Rilke:“Hice algo contra el miedo –escribí con él”, Pizarnik fue muy tenaz en su vocación y valiente en su sufrimiento; se interrogó hasta el final y hasta las más extremas consecuencias acerca del sentido de su escritura, de lo que su compromiso con la poesía significaba: “Ayúdame a no pedir ayuda”. Y sobre todo siguió escribiendo hasta sus últimos días. 

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Cuarto solo

Si te atreves a sorprenderla verdad de esta vieja pared;y sus fisuras, desgarraduras,formando rostros, esfinges,manos, clepsidras,seguramente vendráuna presencia para tu sed,probablemente partiráesta ausencia que te bebe.

FiestaHe desplegado mi orfandadsobre la mesa, como un mapa.Dibujé el itinerariohacia mi lugar al viento.Los que llegan no me encuentran.Los que espero no existen.Y he bebido licores furiosospara transmutar los rostrosen un ángel, en vasos vacíos.

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Devoción

Debajo de un árbol, frente a la casa, veíase una mesa ysentadas a ella, la muerte y la niña tomaban el té. Unamuñeca estaba sentada entre ellas, indeciblementehermosa, y la muerte y la niña la miraban más que alcrepúsculo, a la vez que hablaban por encima de ella.

–Toma un poco de vino –dijo la muerte.La niña dirigió una mirada a su alrededor, sin ver,

sobre la mesa, otra cosa que té.–No veo que haya vino –dijo.–Es que no hay –contestó la muerte.–¿Y por qué me dijo usted que había? –dijo.–Nunca dije que hubiera sino que tomes –dijo la

muerte.–Pues entonces ha cometido usted una incorrección al

ofrecérmelo –respondió la niña muy enojada.–Soy huérfana. Nadie se ocupó de darme una

educación esmerada –se disculpó la muerte.La muñeca abrió los ojos.

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Cantora nocturnaJoe, macht die Musik von damals nacht...

La que murió de su vestido azul está cantando. Canta imbuida de muerte al sol de su ebriedad. Adentro de su

canción hay un vestido azul, hay un caballo blanco, hay un corazón verde tatuado con los ecos de los latidos de su corazón muerto. Expuesta a todas las perdiciones, ella canta junto a una niña extraviada que es ella: su amuleto de la buena suerte. Y a pesar de la niebla verde en los labios y del frío gris en los ojos, su voz corroe la distancia que se abre entre la sed y la mano que busca el vaso. Ella canta.

a Olga Orozco

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Olga Orozco

Su obra poéticaLa obra de Olga Orozco abarca un largo período de tiempo y coincide, más o menos, con la segunda mitad del siglo veinte. Inicia su trayectoria como poeta en el año de 1946 con la publicación de Desde lejos y concluye con Con esta boca, en este mundo, publicada en 1994. Su voz lírica, con ser vasta y compleja, no impide establecer un sentido primordial que sea capaz de coordinar y vertebrar la totalidad de su obra. Aún más, se puede mencionar sin caer en generalizaciones excesivas que la obra de Orozco persiste con delicada fijación en el ejercicio sostenido de la interrogación al misterio. La lírica entonces se levanta como una voz distinguible que pregunta por el reverso de las cosas. Aspira a señalar lo imposible; para hacerlo, la voz poética se engarza en un tramado riquísimo de recursos literarios de sobrada valía. Olga Orozco es capaz de incorporarse a una tradición que la antecede, que ella retoma y que proyecta hacia un escenario cultural determinado: el de la Argentina y el de Hispanoamérica en su conjunto.

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Olga Orozco recupera del surrealismo la noción de la inspiración como una propulsión de la intuición dejada a la deriva, depositaria de imaginerías confusas y fuerzas incontrolables. Así, el poema condensa en símbolos sugerentes las corrientes profundas del Ser del poeta, detenido éste en una suerte de contemplación dinámica, en vilo sobre el mundo material regido por las causas y los efectos.

Toda su obra gira en torno del tema de la muerte y la soledad, que ha sabido expresar con una gran intensidad dramática. Lo más importante de su producción se encuentra en los poemarios. En general, el uso del versículo le permite desplegar una imaginación visionaria, suntuosa de figuras, al servicio de una serie de temas constantes: la evocación idealizada del paisaje nativo (la llanura pampeana), la infancia en tanto paraíso perdido, la adolescencia como edad de los descubrimientos, la memoria como tesoro poético donde el tiempo puede recuperarse y solventar las asechanzas de la muerte. La poesía francesa posterior al surrealismo y la poesía narrativa norteamericana le valen para organizar un lenguaje muy personal y un mundo cerrado, melancólico, sofocante y voluptuoso a la vez.

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Si me puedes mirar

Madre: es tu desamparada criatura quien te llama,quien derriba la noche con un grito y la tira a tus pies comoun telón caídopara que no te quedes allí, del otro lado,donde tan sólo alcanzas con tus manos de ciega a descifrarmeen medio de un muro de fantasmas hechos de arcilla ciega.Madre: tampoco yo te veo,porque ahora te cubren las sombras congeladas del menortiempo y la mayor distancia,y yo no sé buscarte,acaso porque no supe aprender a perderte.Pero aquí estoy, sobre mi pedestal partido por el rayo,vuelta estatua de arena,puñado de cenizas para que tú me inscribas la señal,los signos con que habremos de volver a entendernos.Aquí estoy, con los pies enredados por las raíces de mi sangreen duelo,sin poder avanzar.Búscame entonces tú, en medio de este bosque alucinadodonde cada crujido es tu lamento,donde cada aleteo es un reclamo de exilio que no entiendo,donde cada cristal de nieve es un fragmento de tu eternidad,y cada resplandor, la lámpara que enciendes para que no mepierda entre las galerías de este mundo.Y todo se confunde.

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Y tu vida y tu muerte se mezclan con las mías como lasmáscaras de las pesadillas.Y no sé dónde estás.En vano te invoco en nombre del amor, de la piedad o delperdón,como quien acaricia un talismán,una piedra que encierra esa gota de sangre coagulada capazde revivir en el más imposible de los sueños.Nada. Solamente una garra de atroces pesadumbres quedescorre la tela de otros añosdescubriendo una mesa donde partes el pan de cada día,un cuarto donde alisas con manos de paciencia esos plieguesque graban en mi alma la fiebre y el terror,un salón que de pronto se embellece para la ceremonia demirarte pasarrodeada por un halo de orgullosa ternura,un lecho donde vuelves de la muerte sólo por no dolernosdemasiado.No. Yo no quiero mirar.No quiero aprender otra vez el nombre de la dicha en elmomento mismo en que roen su rostro los enormesagujeros,ni sentir que tu cuerpo detiene una vez más esa desesperadamarea que lo lleva,una vez más aún,para envolverme como para siempre en consuelo y adiós.No quiero oír el ruido del cristal trizándose,ni los perros que aúllan a las vendas sombrías,ni ver cómo no estás.

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Madre, madre, ¿quién separa tu sangre de la mía?,¿qué es eso que se rompe como una cuerda tensa golpeandolas entrañas?,¿qué gran planeta aciago deja caer su sombra sobre todos losaños de mi vida?¡Oh, Dios! Tú eras cuanto sabía de ese olvidado país dedonde vine,eras como el amparo de la lejanía,como un latido en las tinieblas.¿Dónde buscar ahora la llave sepultada de mis días?¿A quién interrogar por el indescifrable misterio de mishuesos?¿Quién me oirá si no me oyes?Y nadie me responde. Y tengo miedo.Los mismos miedos a lo largo de treinta años.Porque día tras día alguien que se enmascara juega en mí a lasalucinaciones y a la muerte.Yo camino a su lado y empujo con su mano esa última puerta,esa que no logró cerrar mi nacimientoy que guardo yo misma vestida con un traje de centinelafunerario.¿Sabes? He llegado muy lejos esta vez.Pero en el coro de voces que resuenan como un marsepultadono está esa voz de hoja sombría desgarrada siempre por elamor o por la cólera;en esas procesiones que se encienden de pronto como bujíasinstantáneas

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no veo iluminarse ese color de espuma dorada por el sol;no hay ninguna ráfaga que haga arder mis ojos con tu olora resina;ningún calor me envuelve con esa compasión que infundistea mis huesos.Entonces, ¿dónde estás?, ¿quién te impide venir?Yo sé que si pudieras acariciarías mi cabeza de huérfana.Y sin embargo sé también que no puedes seguir siendo túsola,alguien que persevera en su propia memoria,la embalsamada a cuyo alrededor giran como los cuervos unospobres jirones de luto que alimenta.Y aunque cumplas la terrible condena de no poder estar cuandote llamo,sin duda en algún lado organizas de nuevo la familia,o me ordenas las sombras,o cortas esos ramos de escarcha que bordan tu regazo paradejarlos a mi lado cualquier día,o tratas de coser con un hilo infinito la gran lastimadura de micorazón.

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Bibliografía Fraschini, Alfredo E. (2001) Panorama de la

Literatura argentina. Santa Fe: Kapelusz.

Prieto, Martín (2006) Breve historia de la literatura argentina. Buenos Aires: Taurus.

Veiravé, Alfredo (1980) Literatura hispanoamericana y argentina. Buenos Aires: Kapelusz.

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Bibliografía “Cuarto solo”, “Fiesta”, “Devoción” y “Cantora

nocturna” de Alejandra Pizarnik en Obras completas© Ediciones Corregidor

“Si me puedes mirar” de Olga Orozco en Obra poética© Ediciones Corregidor

“Hombre pequeñito”, “¡Adiós!”, “La caricia perdida”, “Lo inacabable” de Alfonsina Storni en Obra completas © Ediciones Corregidor