El Tonel de Amontillado Otros Cuentos . de Antologia de Cuentos de Terror
Antologia cuentos 5 H IEVP
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Ya fue
Antología de producciones de 5° Año Humanístico
Instituto Español Virgen del Pilar
Edición: Belén Agustina Sánchez, Lucía Andrade Borges y María Victoria Tonin
Ilustración de tapa: Guadalupe Barro Gil y Lucía Andrade Borges
Noviembre de 2015
Prólogo
por Belén Agustina Sánchez
Este libro está compuesto por algunas producciones que los chicos de 5to año
orientación humanística del Instituto Español Virgen del Pilar decidieron compartir conmigo
durante la cursada de la materia Literatura en 2015.
Los textos surgieron a partir de consignas de escritura, a veces inspiradas por la
lectura de textos literarios (por ejemplo, los “temas para”, inspirados en “Tema para un tapiz”
de Julio Cortázar y armados en grupo), a veces simplemente inventadas para romper con el
tedio en el aula jugando con las palabras y el lenguaje. Algunos textos son fruto de la charla y
del vínculo entre todos, de una reflexión profunda sobre la literatura y sobre nuestro rol como
lectores y escritores. Otros son fruto de mis enojos y frustraciones (el final alternativo para
Kafka, si bien es genial, fue una escritura forzada como castigo por charlar en clase). Cada
texto está precedido por el nombre y apellido de su autor, excepto los recuadros con los “temas
para”, que fueron realizados en grupos.
La compilación del material la realizamos en varios meses y con la colaboración de
varixs alumnxs que se interesaron en el proyecto desde el principio y le dieron vida, ya sea
aportando mucho material, corrigiendo, editando, opinando, etc. A ustedes, gracias infinitas.
Y a cada uno de los brillantes escritores que participan en este libro, quiero
agradecerles por compartir conmigo sus producciones, que considero muy especiales, y por
aguantarme durante este 2015.
Antes de irme, les pido disculpas por las malas clases, por los olvidos y por algunos
faltazos. Y les agradezco, de nuevo por enseñarme a ser profe, por tratarme con cariño y
respeto y por hacerme reír.
Les deseo a todos una vida hermosa, llena de aventuras y de aprendizaje.
B.
Carolina HuertasEl Hospital
El verano pasado lo trasladaron al hospital de una ciudad muy cercana a Buenos Aires.
Cuando llegó estaba muy cansado para conocerlo todo, entonces se fue a dormir.
Al día siguiente conoció a todos los que estaban internados y todas las salas.
Por la noche, no estaba cansado y empezó a recorrer nuevamente todo el edificio.
Mientras recorría uno de los pasillos, escuchó gritos que provenían de una habitación. Se
acercó, abrió la puerta muy lentamente y vio a un niño durmiendo abrazado a un muñeco de
madera similar a una marioneta.
Decidió ir a acostarse y se quedó con la imagen del muñeco, que no lo dejaba dormir. De
pronto, volvió a oír los gritos con mayor fuerza y cada vez más cerca. Se asomó al pasillo, intentó
llamar a alguien pero nadie se acercaba, entonces salió rumbo a la habitación del niño. Sintió pasos
detrás de él, se dio vuelta, pero no había nada. Al acercarse a la puerta percibió que los ruidos no
venían de esa habitación, sino desde más abajo.
Bajó al subsuelo, pero los sonidos procedían de algún nivel aún inferior. Siguió bajando y
cuando llegó al segundo subsuelo miró para todos lados: todo estaba oscuro.
De pronto, vio la cabeza de una figura, similar al muñeco de ese nene. Atravesó el patio con
la mirada, comenzó a correr y desapareció, lo quiso seguir pero no se veía nada. Inmediatamente
sintió un movimiento detrás de él, alguien se acercaba. Quiso regresar por donde había entrado y
se atoró la puerta, no podía abrirlo. Siguió buscando otra salida.
Finalmente, tras salir por una puerta que conducía afuera del hospital, se detuvo, miró
atentamente y vio a la marioneta escalofriante, que empezó a reír macabramente, muy fuerte.
Halló una salida, cerró la puerta y nunca más volvió a ese lugar.
Un día mas
Un día más, estaba en mi patio mirando las estrellas a la noche. Y de repente cae un
hombre con un disfraz, parecía un hombre feliz y con muy buena energía.
Al principio solo me miró con unos ojos llenos de esperanza, y luego me contó que hace unos
días había llegado al cielo un hombre feliz, que recordaba a su familia y los extrañaba mucho y nos
quería ver, pero no lo dejaban. El hombre del cielo hablaba mucho de Italia, de su familia y de los
chocolates.
Yo todavía no sabía por qué estaba ese hombre disfrazado en mi patio, ni porque me
contaba de ese hombre que había llegado al cielo.
Hasta que en un momento, después de tantos días de tristeza, me di cuenta de que el
hombre que había llegado al cielo era mi abuelo, una persona luchadora, a quien le gustaba mucho
el chocolate y que era un italiano orgulloso de su país.
En ese momento me quedé tranquila, ya que sabía que estaba bien y nos extrañaba y yo lo
extrañaba a él, pero que la vida es así y todo tiene su período, todo en un momento se termina pero
empieza algo nuevo.
Y ese hombre que bajó del cielo disfrazado es la persona que de alguna manera hizo que me
tranquilizara y que tenga paciencia para seguir con mi vida.
Aunque las cosas podrían haber sido mejor, a veces uno solo tiene que rezar y acompañar a
las personas.
Y no hacerlas sufrir.
Florencia GilLa noticia esperada
“Cuando termines de declarar en el juicio, tenés que salir de la ciudad. Yo voy a
comunicarme con vos en los próximos días”. Esas habían sido las palabras de su abogado, grabadas
en un mensaje en el celular.
Mientras regresaba a su casa para buscar a su hija, iba pensando en el paso importante que
acababa de dar al haber podido contar la realidad de los hechos sobre lo ocurrido hacía 8 meses en
Dancer Vons, el boliche bailable.
Dejó el auto estacionado a dos cuadras de su departamento, en una calle de poco tránsito y
con poca iluminación debido a los frondosos árboles.
Caminó con paso apresurado pero prestando suma atención a las personas y autos que
pasaban a su alrededor. Pasó frente a la puerta de su edificio y comprobó que solo estaba el
encargado mirando el campeonato de boxeo en un pequeño televisor blanco y negro.
Pasó delante de él casi sin saludarlo y subió dos pisos por escalera para luego completar el
trayecto hasta su departamento en el piso 10 por ascensor.
Ingresó y cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido.
Apoyó su espalda sobre la pared del living e hizo una profunda inspiración. Su hijo de 8
años estaba en la habitación sumergido en un aparato de videojuegos.
Cambió su traje de “testigo presencial”, por algo más cómodo y fue hasta donde estaba el
niño.
Tenemos que salir unos días de la ciudad, me mandaron de la empresa para hacer un
relevamiento y debemos irnos ya mismo. El niño lo miró pero siguió su partido de futbol
electrónico.
El padre sacó un bolso del armario y comenzó a guardar algo de ropa y una campera de
abrigo. De la parte superior sacó un maletín al que abrió, revisó un par de casos en su interior y
luego de cerrarlo lo volcó junto al bolso.
Vamos, no hay tiempo que perder.
El niño lo miró asombrado y molesto al mismo tiempo.
Vamos, ya mismo. Tomó el bolso y el maletín y se dirigió al living. Sonó su celular y luego
de atenderlo, se limitó a decir:
Todo está en su lugar, se inicia el viaje.
Buscó al niño, quien apenas tuvo tiempo de guardar su juego. Dejó las luces del dormitorio
encendidas y tomando de la mano al pequeño salió del departamento.
El ascensor aún estaba detenido en su piso.
Bajaron hasta el primero y el resto del trayecto lo hicieron por escalera. El encargado
estaba en franco diálogo con el televisor, increpando al árbitro porque permitía “no se sabe qué”.
Pasaron frente a él casi sin ser percibidos.
Una vez en la vereda, tomó a su hijo de la mano y comenzaron a caminar en dirección al
auto. Solo un par de personas que iban de paseo nocturno con sus perros, nadie sospechoso se cruzó
en el trayecto.
Al llegar al auto, hizo una última inspección a su alrededor. Nada ni nadie. Abrió las
puertas. El niño se sentó en el asiento trasero, junto con su juego electrónico y el bolso con sus
pertenencias. Él se sentó frente al volante y colocó debajo de su asiento al maletín.
Encendió el auto, arrancó e hizo un par de cuadras con las luces apagadas.
Al llegar a la avenida principal, encendió los focos, miró a su hijo por el espejo y le indicó que se
colocara el cinturón de seguridad.
El niño le obedeció y encendió su juego para continuar con el partido.
¿Cómo seguirá todo esto? Se preguntaba mientras prestaba atención a los carteles que
indicaban la proximidad del ingreso a la autopista.
Solo un par de horas y voy a poder distenderme se dijo y encendió la radio.
Miró a su hijo justo en el momento en que celebraba un gol pateado magistralmente por su
jugador preferido.
Aflojó un poco su cuello y sus hombros y fue al encuentro de las líneas de luces que la
autopista le ponía por delante.
Papá. ¿Qué es esta caja? ¿Es para mí?
Miró por el espejo retrovisor a su hijo y con un rápido movimiento giró su cabeza para ver lo
que tenía el niño en sus manos.
Rápido, rápido, abrí la ventanilla y tira esa caja ya,ya,ya...
El niño no podía reaccionar. Siempre me decis que no tire las cosas por la ventanilla.
El encargado del edificio recibió los diarios de la mañana y los ordenó para ir repartiéndolos
por los pisos. En primera plana podía leerse con inmensas letras: “Misteriosa explosión en la
autopista, solo un auto involucrado. Se indagan las causas. No hay sobrevivientes."
Rocío SeroneroCaso indeterminado
Clara Ibáñez era una chica promedio, algo distraída. Para la sociedad era una adolescente
considerada “normal”. Se llevaba bien con sus padres, una familia de cuatro persona, sin herencia
alguna. Los dos adultos con trabajo y a Clara le tocaba cuidar a su hermano menor mientras no
estaban. Eso era la mayor parte del día. Una casa regular, solo una televisión, cuartos
compartidos; un colegio público y veinte pesos por día para cada niño. Esa era la visión de la gente,
de cada uno de los vecinos que se encontraban en ese barrio de clase media baja. Era la visión de
todos por fuera: “Los Ibáñez son gente normal”, se andaba comentando.
Cualquiera estaría de acuerdo con este pensamiento. Todos excepto Clara. Una mañana,
ella se levantó de la cama con normalidad. Como siempre se preparó su desayuno y partió al
colegio. Ese día fue diferente a los otros. Tras semanas de dolor de cabeza y de pensar que oía
voces, creyendo que se había vuelto loca, esa mañana tenía algo en particular. Diferente a lo de
siempre.
Ella estaba caminando por la vereda cuando de repente sintió un temblor. Esa sensación
fue aumentando a cada paso que daba. Dirigió su mirada hacia arriba y vio que la calle se estaba
desmoronando en un gran vacío. Ese hueco se estaba tragando todos los árboles plantados,
arrancandolos de raíz, y a cada uno de los autos estacionados. La gente gritaba de horror y temía
por lo sucedido. Clara se quedó shockeada pero enseguida reaccionó y salió corriendo. Sentía que
toda la vereda se caía a sus pies, escombros saltaban.
Llegó agotada a su colegio y subió las escaleras casi gateando del miedo a que se cayeran y
de lo cansada que estaba. Cuando entró, abriendo la puerta de un golpazo, lo único que pudo
escuchar fue a su profesora decir:
Tarde, Ibáñez. Sentate rápido.
Al sentarse mir por la ventana y notó que todo el fenomenal desastre seguía. Todavía podía
apreciar cómo el agujero arrasaba con todo a su alrededor. Clara no sabía si decirle a la profesora
lo que estaba pasando afuera, pero optó por quedarse callada. Suena el timbre del recreo y todos
los chicos salen corriendo por la puerta. Ella se quería quedar pero sus amigos la sacaron a la
rastra del aula. Iban caminando, charlando de todo un poco. De lejos la saluda su amiga Luna. Ella
le hace un gesto de que se acerque a ella. Pero cuando llega, nota que algo diferente tenía en la
cara. Estaba completamente quemada y destruida. Clara se asustó y le preguntó porque tenía el
rostro de esa manera. Su amiga le respondió:
¿Así cómo? Es cara de sueño clarita. Y se echó a reír.
“¿Cara de sueño?”. Pensó Clara.
Cuando levantó la mirada, observó que varios de sus compañeros estaban en las mismas, o
peores, condiciones. Los cuerpos desgarrados, quemados y rojos de sangre. Su respiración se
aceleró, recorrió el patio con la vista y salió en búsqueda de un refugio. No podía entender que
pasaba. Se quedó mirando a su escuela, que se encontraba en pedazos y toda en llamas.
Instintivamente salió a pedir ayuda y auxilio, pero nadie le dio importancia alguna. Se estaba
desesperando y solo se quedó llorando tirada en el suelo alrededor de tantas agonías.
Ficha Médica
Clara Ibáñez: Paciente del Hospital Rivera.
Tratada con fármacos.
Diagnóstico: Internada por Esquizofrenia el día 08/09/87.
Resumen: Sale corriendo todos los días de la sala pensando que va a su colegio, pero solo va hacia
la cocina del hospital. Al ver fuego grita pensando que se incendia todo.
Recorte del Diario La Esperanza del 08/09/95 – “8 años después del caso de Clara Ibáñez. Se
produce en la ciudad un terremoto por fricciones de la zona provocando que se perturbe la caldera
de la escuela Nª1, haciéndola estallar y quemando toda la institución. Muchos alumnos y profesores
terminaron muertos o con serios problemas de quemaduras. La estructura de colegio fue
destrozada. Hay teorías de que la pequeña Clara predijo estos desastres. ¿Será posible?”
Viki ToninAmor
Aquí me encuentro yo, frente a mi computadora intentando escribir, no sé muy bien sobre
qué pero mi corazón necesita hacerlo. La verdad es que nunca lo hago con una idea concreta, pero
lo que sí puedo afirmar es que no soy yo quien lo hace, sino mi corazón.
Ahora les voy a decir quién soy: me llamo Catalina. Sí, como la chica de la canción que dice
algo así como "estaba la Catalina sentada bajo un laurel, mirando las estrellas..." Y la verdad es
que me siento algo parecida a esta chica tan conocida como esta melodía que en su letra relata una
historia. Ella estaba esperando a su marido, a su querido amado, pero la diferencia es que a ella le
llegó este hombre aunque no logró reconocerlo. En cambio yo... yo sigo esperándolo sin saber quién
es él realmente.
Como toda adolescente espero ese príncipe azul que solo aparece en un cuento de hadas, en
esos en los que está la princesa y donde mágicamente aparece un hombre guapo. Obviamente este
es un príncipe encantador que la enamora al instante, pero a la larga me doy cuenta de que solo
son historias que nos relatan de pequeñas para que podamos crecer con esperanzas y sueños
lindos.
Pero, por otro lado, si llega este amor, este príncipe de ojos claros con cabellos dorados o
castaños, uno no se da cuenta fácilmente. Cuando llega, una sola lo va ver como su príncipe azul y
ahí es cuando pienso en que los cuentos de hadas sí se cumplen, no tan fácil como son contados,
sino como la vida te lo presenta.
El amor es algo mágico, se podría entender de muchas maneras, hasta creer sentirlo, pero
la realidad es que nunca se va a saber lo que en realidad es. Más que nada se podrá comprender
cómo se siente este "Amor" y es depende cada persona, como lo sienta cada uno de nosotros. Yo creí
haberlo sentido en algún momento pero mi cuento, junto con mi príncipe, se desmoronó como lo
hace la arena en las manos de un niño queriendo hacer un castillo en la playa.
Ya no sé en verdad, querido lector, cómo se debe sentir realmente; cuando creí conocerlo
sentía cómo latía cada vez más rápido mi corazón, mi respiración se aceleraba tal como el motor de
un auto de carreras, conducido por un excelente corredor que tiene el objetivo de ir más rápido que
los demás, solo por querer ganar esa carrera. Puede ser un poco extraña esta comparación pero así
fue, desde cero a mil fue aumentando mi pulso, junto a todo lo demás en mi cuerpo. No podía
disimular mis mejillas coloradas, acompañadas de una gran sonrisa que achinaba mis pequeños
ojos marrones, inundados de brillo por solo verlo ahí parado frente a mí.
Esto que cuento hace parecer al "Amor" como algo hermoso, pero del amor al odio hay solo
un simple paso. Puede ser tan pequeño como una semilla lo que puede llegar a arruinar todo el
castillo de plena felicidad. No digo que podría llegarlo a odiar, pero sí puedo afirmar que me
desilusionó, pero somos humanos, y cualquiera puede cometer un error, o simplemente el destino
fue escrito de cierta manera. De vez en cuando, sí juzgo mi destino por el simple hecho de que no
me da cosas que me gusten ni me hagan realmente feliz. De todos modos, me contradigo al decir
que volvería a pasar cada uno de esos momento o cada una de esas cosas que hicieron derramar
lágrimas sobre mis mejillas, ¿Sabe por qué? Porque me hicieron crecer y aprender que todo en la
vida no es risas, alegrías, ni de color rosa, sino que también tiene tristezas, llantos desconsolados
y/o solitarios y, lo más importante, que todo puede tornarse a color negro. Por eso, si me hiciesen
elegir entre los dos colores, elegiría siempre un color gris, este tiene un poco de lo rosa y el negro.
Volviendo a lo que estaba contando, algo hizo que este muchacho de ojos oscuros y cabellos
morochos no esté en mi camino como mi príncipe. Pero creo que este camino, que es tan largo y
duro, lo puedo cambiar. Por eso decidí hacerlo de modo que no quise sacarlo de mi vida. Fue, es y
será alguien importante para mí, me ayudó cuando nadie más lo hizo, me limpió cada gota de
llanto derramada de mis tristes ojos, sacándome millones de risas y, lo más importante, me hizo
poder darle una opinión propia al llamado "AMOR", por ello lo quiero como un gran amigo al que le
tengo mucho cariño.
Aunque no sea mi amado o el esposo que algún momento esperaré sentada frente a un
laurel, sé que va a ser esa persona que me va a acompañar a sentarme y esperar enfrentando cada
batalla, dándome su hombro junto a un pañuelo descartable, ayudándome a poder arriesgarme a
nuevas experiencias y aventuras, siempre con una sonrisa en el rostro.
Ahora que lo pienso, sí se puede saber lo que es amar: es querer a alguien sobre todas las
cosas, acompañarlo o acompañarla en todo, y nunca soltarle la mano.
Como él hizo conmigo y yo con él.
Te dedico esto, querido Lucas, si por casualidad lo estás leyendo. Quiero que sepas que te
agradezco, amigo. Gracias.
Ciegos a la Felicidad
Hay veces en las que pienso y miro, e intento plasmar todo lo que mi cabeza piensa o lo que
mis ojos ven en una hoja pero en verdad no puedo...
Siento que las palabras y/o pensamientos quieren permanecer dentro mío o simplemente no
es momento de liberarlos sobre un simple papel...
Hasta que me acuerdo de tu dulce mirada. En ese momento mi cabeza recibe una ola de
frases y cosas que no podría explicar ni en millones de años ni en millones de hojas blancas escritas
por un simple lápiz negro, pero así y todo no logro poder expresar lo que siento tras ese recuerdo.
Creo que dentro mío sé que no estás más a mi lado y eso es una gran puerta cerrada, sin llave
correspondiente que la pueda abrir.
Solo espero poder en algún momento encontrar esa mirada a mi lado para volver a escribir
como lo solía hacer, con lágrimas de tristeza que luego se convertirían en lágrimas de felicidad.
Estas siguen apareciendo algunas noches en mis ojos, cristalinos y marrones buscando respuestas
en esta puta vida, la cual no logro entender.
Con bastantes almas perdidas en la oscuridad, ciegas a la felicidad palpitante que les puede
presentar el mismo destino, ¿cómo entender a esa gente? No lo sé.. pero creo que
es el mismo miedo a ser felices y que algo derrumbe su alegría, esa forma a mirar los días con una
sonrisa dibujada en los ojos. Hasta que se escapan del miedo, ignorándolo por completo
permitiéndose ser FELICES.
Como solían ser mis ojos cuando los tuyos me miraban.
En fin, terminé escribiendo una parte de lo que sí me permitió el corazón junto al
pensamiento sacar de mí. A veces es inevitable escribir sin pensar en vos. Porque vos, mi querido
amor imposible, fuiste quien me inspiró a escribir el primer verso de todos los que logré plasmar en
una simple e insulsa hoja de papel.
..Gracias…
Sueño
No había cosa que ella quisiese más, lo único que necesitaba era estar con él. Si, él, el único
que lograba llenarla de alegría y esperanzas, un día despertó de una siesta y lo vio allí al lado de su
cama.
Al abrir los ojos y poder ver sus ojos acompañados de esa sonrisa que tanto la enamoraba,
era algo soñado. Se arrimó a él para abrazarlo y él a ella, tuvieron una tarde realmente divina en
la que se rieron mucho.
Pero el día empezó a ser extraño, el día no terminaba mas, las horas eran eternas, como si
el reloj del tiempo se hubiese detenido en la hora 16 del dia. Ella comenzó a preocuparse por lo
extraño era todo pero prefirió no pensar en eso para seguir pasándola bien con este gran amor.
Llegó un momento en ese dia tan soñado en el que de golpe ella empezó a escuchar a su
madre llamarla desesperadamente, no entendía lo que sucedía, buscaba y buscaba sin poder verla,
estaba aterrada.
Su novio comenzó a desaparecer junto con el día, tornándose a negro, ella intentaba
agarrarlo en el medio de los jardines que los rodeaban pero no lograba hacerlo, su madre la seguía
llamando desesperada, ve tras de ella una sombra que se le acerca hasta llegar a ella. Cuando
logra hacer esto, la empieza a sacudir sin parar, mientras la muchacha seguía viendo como se
desvanecía su novio junto al jardín, a los autos de la avenida que estaba al lado de ellos, el sol se
tornava a negro.
El piso comienza a hundirse, hasta caer dentro de un pozo, sin fondo.
Cuando de repente abre los ojos, agitada, ve a su alrededor, se encontraba en la realidad,
había sido simplemente un sueño del que tuvo que despertar. Su madre se encontraba al lado de
ella despertandola para poder ir al colegio, la muchacha estuvo todo el dia atenta, con el miedo de
que todo sea simplemente un sueño más dentro de otro.
Experiencias de una simple clase de teatro
Digamos que como toda típica adolescente no tiene semanas, ni días y menos mañanas muy
agradables, la mía en este caso era una semana difíicl.
Los motivos no llevan al cabo, simplemente no creo que les interese ya que si no me conoces
no tiene sentido que los leas, cuestión que el día empezó como todos.
Comenzó, con el insoportable sonido de la alarma, despertándome de un lindo sueño del que
al despertar me borraría la más mínima sonrisa posible en ese maldito amanecer. Me dediqué a
cambiarme, lavarme los dientes, y tomar mi café de todas las mañanas, luego llegaba el momento
de tomarme el aburrido y lento colectivo, hacía muchísimo frío, el viento producía que mis ojos
lagrimearan tal como una llovizna.
La mañana fue muy normal en el colegio, nunca faltaban los chistes de los chicos, ni la
profesora parada en frente de todos nosotros intentando que le prestemos atención, ni la
preceptora retándonos por llegar tarde o faltar. Me amargaba la idea de que justo es día de la
semana salía a las dos y diez de la tarde y recién eran las ocho y media de la mañana.
El motivo de la salida tarde era teatro, un taller al que me hubiese encantado tener toda mi
primaria y secundaria, no hay nada mas lindo que poder plantarse en frente de muchas personas y
hacer lo que se te ocurra, reírte, llorar, cualquier cosa, para mi es algo como escribir, limpia el
alma.
Esa clase teníamos que hacer un ejercicio nuevo, al cual teníamos elección de hacerlo o no,
el objetivo desde mi punto de vista, era poder llegar a lo más triste y débil que podemos tener
adentro de cada uno o asi lo vi yo por lo menos. Consistía querido lector en algo un poco violento,
pero lleno de emociones de por medio, debíamos ponernos frente a un compañero o compañera,
mirarnos a los ojos mutuamente, los demás mientras debían respertar el silencio para lograr la
concentración de los dos próximos sufridos *jajaja no es tan dramatico* . Tienen los dos que pensar
¿quiénes somos?, ¿qué hacemos?, ¿por qué lo hacemos?, ¿qué es lo que más me duele dentro mío?,
etc, como si tuviésemos que vernos a nosotros mismos en el otro. Pero casi lo olvido, "mecachis", la
profesora iba a dirigirnos como si fuésemos sus robots, uno era llamado "uno" y el otro "dos" y estos
harian lo que Flor, la profesora, diga, cachetadas, abrazos, palabras y empujones.
Es un ejercicio bastante doloroso, pero les juro que es increíble.
Primero pasaron dos compañeros, y luego Yo, Piqui con Luna. Al estar media "bajon" en
términos informales, no me costaba tanto ponerme seria ni pensar en lo que me dolia ni en lo que
me pasaba dentro mio, pero bueno, nos reímos un poco al principio, me sentia nerviosa por no
saber que pasaria ni cómo se sentiría.
El juego comenzó, al escuchar a la profesora decir "dos cachetada a uno", me dedique a
hacer un paso y cumplir la orden que me habían dado, tal como un soldado, parpadeé y le pegué,
luego ella a mí y asi, era depende lo que decía ella.
Llegó un punto en el que luego de 10 minutos en los que tuvimos que hacer muchas cosas,
la mano me transpiraba, me hormigueaban, mis ojos se llenaban de lágrimas, y al verla ya no la
veía a ella sino a otra persona, a mis miedos. Digamos que, uno puede llegar a hacer un ejercicio de
una manera en la que tus peores miedos puedan reflejarse en cualquier otra persona. Querido
lector se llama CATARSIS.
No queria hacerlo mas, no queria pegarle más a mi compañera, pero sabía que era un
ejercicio y que no era porque yo quería y que todo tenia una razon.
No culpen a la profesora, claramente las dos quisimos hacerlo, yo creo que lo necesitaba,
descargar muchas presiones. Al terminar el ejercicio, nos abrazamos de tal manera que mis ojos
soltaron un llanto desconsolado.
Desde ese día, debo reconocer que mi relación con Luna, se hizo más fuerte, como si ella
pudiese haber sentido lo que yo sentí en ese momento, como si me hubiese leído y no, no consumí
nada, asique no flashes lector, se podría decir que son cosas muy emocionales, y muy profundas de
mi misma.
Iván ArnautyLas vacaciones que nos marcaron
Un día soleado, sin nubes el cielo celeste, un hermoso día.
Estaba tomando sol en necochea con un amigo y mate va mate viene, cae un señor gordo, no
tan alto, bigotudo. Y nos dice “ hola, estoy en la tierra ? y nosotros con un poco de desconfianza y
asombro por lo sucedido le dijimos tímidamente “ si … “ y nos dice que él es el dios de los
estudiantes de todo el país , tanto de los más chicos como los más grandes y nos dicen “ ustedes ya
están en 5to año , no ? “ y le decimos “ si “ . Y empezó a hacernos preguntas sobre cosas muy
habituales de la vida, sobre qué nos gusta hacer, preguntas también sobre nuestras notas y
reflexiones de la vida y nos dice que él sabe el futuro universitario o no de cada uno de los
alumnos de todos los quintos años de Latinoamérica, nosotros nos entusiasmados al saber que él
nos iba a poder despejar tantas dudas sobre nuestro futuro.
El señor se nos quedó mirando durante 10 minutos fijo a los ojos. Y él dice también les
recomiendo que vayan, ustedes a estudiar arquitectura y abogacía, y nos quedamos duros, porque
eran justo las que más nos gustaban y en un abrir y cerrar de ojos el señor se fue. Y nosotros ahora
actualmente somos exitosos arquitectos y yo abogados.
Vida estudiantil
De estos 5 años de secundaria hay muchas anécdotas de golpes y caídas.
Un día estábamos caminando por los pasillos con Julieta, subiendo la escalera le metí el pie
y ella se cayó directamente al piso frente a todo nuestro curso . Le quedó un moretón
impresionante en la pierna. Juró venganza, pero la venganza nunca llegó.
Otro día que iba bajando la escalera al recreo con Julieta, me tropecé y caí como 10
escalones abajo. Por suerte, no me lastimé, pero fue un momento muy gracioso.
Agustina DaguerreDragones
La aventurera se prepara con suma rapidez, devora el pan con manteca, no hay tiempo
que perder. Despunta el alba, el tema es apurarse para ir con tiempo extra. Se carga con
su morral, notas y provisiones; ya está lista. Una princesa en disfraz, lista para luchar con
dragones.
Parte. Marcha. Siente la frescura de la brisa, se siente libre. Da un par de vueltas, se
pierde un rato en las nubes, pero finalmente llega a la fortaleza donde la espera el primer
dragón.
La criatura tiene muchas cabezas, y cada una de ellas tiene dos conciencias; una
propia y otra común. Las cabezas tienen distintos niveles de jerarquía. Hablan al unísono
y repiten ideas ajenas, que cada vez quedan más y más grabadas en la mente del
dragón.
Hay días en que la princesa lo ignora, y éste a ella. Otros días, se enzarzan en
encarnizados combates, de los cuales ella no sale bien parada. Es, sin embargo, una
guerrera. Los sobrevive.
El dragón es de una raza especial, la misma a la que pertenecen todos los que la
tienen de enemiga. Son violentos, cerrados, terribles y cuentan con la capacidad de
meterse en tu cabeza y procurar destruirte, y todo lo que sos, desde allí.
Ocho años son pocos para lidiar con dragones.
El segundo dragón es cría del primero y del tercero, que mencionaré a continuación, y
es muy chiquito. Habita los pensamientos de la aventurera.
Es quizá el más difícil de combatir.
El tercer dragón posee una magia oscura, siniestra, y la espera al final de cada travesía, al
final de cada día, en el castillo donde ella vive, que no le sirve de refugio sino de prueba final.
El tercer dragón la odia.
El tercer dragón grita, grita, grita.
El tercer dragón controla a la reina, controla a la princesa, y ruge.
La odia especialmente, y brama lo decepcionado que está, que no la tolera, que debería
aprender a comportarse como lo que es, que él no lo crió así, y la llama por otro nombre.
Lanza sus bolas de fuego sobre ella, quemándola, exigiéndole que salga de una vez de sus
mundos de fantasía.
Absoluto Principito (ensayo)
Una de las razones por las cuales hoy en día El Principito tiene el rol que tiene podría ser
por su carácter de libro particular. Porque la historia de SaintExupéry es, en muchos sentidos,
particular, pero no por lo que usualmente se asocia con él. No por sus frases, ni sus metáforas, ni
por ser ése libro que “todos” han leído, incluso quienes no han leído. Ni por ser breve, ni por ser
bello, ni por ser de fácil lectura. A primera vista, es entendible por qué eso parece ser aquello que le
otorga a El Principito su atractivo; su fama, los factores mencionados, que sea considerado una
lectura hasta obligatoria… tienen que ver, es innegable. Sin embargo, podría ser otro motivo, uno
que es a su vez implícito y explícito, que notamos y pasamos por alto.
El Principito es un libro oscuro.
No es tétrico ni tenebroso, no da miedo, no va por esa línea. Hablamos de una historia en la
cual se leen la desesperanza, una profunda soledad, cierto cinismo, el suicido. Una historia que
curiosamente ha sido relegada como lectura infantil, como clásico infaltable de la infancia, a la par
que la han relacionado con el existencialismo. Una historia en la cual cada persona leerá algo
diferente con cada relectura, por lo que a fin de cuentas no habrá análisis de ella que la interprete
de la forma correcta.
Sólo podemos imaginarnos el estado mental y emocional de SaintExupéry para escribir
una obra que es considerada tan bella, que es deprimente, que es esperanzadora, todo al mismo
tiempo. ¿Es, entonces, su oscuridad su atractivo? Es posible. De todas formas, la tarea de intentar
descifrar qué hace a un libro de su calibre lo que es, su esencia, es como mínimo complicada, y Lo
esencial es invisible a los ojos... y la esencia de la historia va más allá del significado de tal célebre
frase.
Todo termina llevándonos a leerlo en clase, debatir su significado, escribir sobre él,
preguntarnos el porqué de que sea considerado infaltable, imperdible..., completando así el círculo
de la lectura obligatoria de este clásico.
El Principito es un libro intrigante. Queremos entenderlo, queremos leer más allá de sus
palabras, queremos comprender. La gran mayoría de las personas a quienes les cae el libro en sus
manos tiene ya una idea preconcebida de él, inevitablemente. Idea que, en general, va desde el “Me
tiene que gustar” hasta el “Lo tengo que entender”. Como si hubiera un código único, universal, y
que si nos pusiéramos de acuerdo con cómo definirlo, concebiríamos la idea original y verdadera de
Antoine de SaintExupéry al En tan pocas páginas, la obra toca los temas del amor y la muerte, o,
mejor dicho, la infatuación y el sacrificio, los pecados y el aislamiento, el abuso emocional y la
depresión. Tan pocas páginas y un festín de temas para analizar.
Quizás sea que se asocia a El Principito con la infancia (y la imaginación de la infancia)
porque, de cierta manera, no está exenta de los temas que conforman la trama. Porque el conjunto
de factores mencionados con anterioridad, tanto ajenos a la obra en sí como los elementos de la
misma, quedarán, se grabarán en la mente del niño, que un día crecerá y querrá.
La forma de interpretar al libro no podría ser más opuesta de «única», más maleable, más
fluida; se transforma con el tiempo y con las personas. A pesar de eso, el libro, el mensaje, quedan.
Generación tras generación, quedan. Podremos no ponernos de acuerdo con qué es lo que, en
definitiva, vuelvetan atractivo. Sin embargo, podríamos sacar un par de conclusiones que, por lO
ya expresado, pecarían de subjetivas.
El Principito es un libro simple.
El Principito es un libro complejo.
El Principito es un particular libro oscuro.
Sol Martorelli
N° 1
Vio las flores que todavía tenían rocío.
Las tiró.
No quería saber más nada de él y sus regalos.
N° 2
Fuimos a merendar todos juntos. Y cuando nos sentamos en la nada todo cambió.
Los pájaros volaron al norte, las montañas se hicieron de caramelo, todos los peces cambiaron de
color y el mantel se llenó de monstruos. Monstruos grandes y feos.
Después mamá me levantó para ir al colegio.
Agustina Rodríguez
1.
Salimos a pasear y en el camino se murió el auto. Quisimos buscar ayuda pero en ese
pueblo no había casi nadie.
Ese pueblo tenía todas las calles para una misma dirección, al llegar había una plaza.
Nosotros solo queríamos volver, un payaso nos prestó el radar y cuando volvimos, el auto no
estaba, en su lugar solo había un lobo, gris y feo.
2.
Estoy sentada en mi habitación, más específicamente en mi cama, pensando en el mundo…
en mi familia, pensando un poco sobre todo y a la vez mucho sobre nada. Pensando sobre mí misma
y mis problemas.
Buscando una solución a mi tristeza, buscando una respuesta a la gran incógnita que hay
en mi cabeza. Tratando de comprender por qué el mundo necesita tener todas chicas hermosas y
con cuerpos divinos ¿Por qué no puede tenerse en cuenta la personalidad?
Eso hacía, reflexionar, cuando veo una cosa rara que brillaba en mi balcón. Al abrir la
puerta, un brisa de aire me golpea, y cuando levanto la bola de cristal del piso, aparece un cartel
con una frase que siempre me va a quedar grabada: “Si no te querés a vos misma, no lo va a hacer
el abismo”.
Y ahí lo entendí, cada uno es como es, a la mierda lo que digan los demás.
Diana Arce
Era una noche en la que no podía dormir, deseaba poder dormirme de una vez, poder cerrar
los ojos, que mi mente se encuentre en algún sueño muy profundo, y que mi vida sea el reflejo de lo
que alguna vez soñé.
Mi cabeza, mis pensamientos se encontraban intranquilos, tenía las manos sudorosas, la
respiración un poco agitada, yo sabía que aquello eran solo espejismos de lo que me estaba
sucediendo, la garganta se me había endurecido, mis ojos ahogados en un mar con un
desagradable gusto a vida pero con una dulce sensación de esperanza.
De repente, sentí como mi cuerpo se iba desvaneciendo, como imágenes de mi vida se iban
deteniendo, para así desaparecer. En aquel instante, en ese desesperante y agonizante trance, lo vi
parado, era una imagen borrosa, estaba allí mirándome con ojos tristes pero con una sonrisa que
me hacía olvidar todo lo que alguna vez sentí.
Se acercó y me dio la mano, se acostó a mi lado y con su mano señalo la ventana, no vi nada
más que una hermosa y solitaria estrella, tenía una luz que iluminaba todo a su alrededor, en
especial, nuestros ojos.
¿Sabés que representa? Y me miró como nunca nadie antes lo había hecho.
No…
Sos vos.
No tengo tanta luz, y además ¿cómo podría ser yo?
Yo vengo de allí. Solo tiene miedo, temor a la vida, a la soledad, a no brillar.
Él era extraño, era pequeño, sacudía todos mis sentimientos, con él no me sentía sola.
Sentía como si él tuviera mi vida entre sus manos.
De repente cerró mis ojos con sus manos, suavemente me dijo que todavía tenía luz, que
todo sufrimiento tiene fin, que en alguna parte, en algún planeta, en algún tiempo, mi luz estaba
brillando.
En ese momento, abrí los ojos y no había nadie, nada era diferente, pero algo en mí había
cambiado. Ese había sido el sueño que realmente deseaba, el reflejo de aquello que estaba
buscando y lentamente me encontró, o mejor dicho, encontré.
Luna ColeTed endemoniado
El oso de mi hermana estaba poseído, ya lo creo.
Encontré un líquido rojo en la cocina que parecía sangre pero olía a ketchup.
Y ahí estaba. Encontré el osito en la escena del crimen con un cuchillo en la mano, y le estaba
poniendo manteca al pan y agregando un poco de kétchup que le robó al vecino.
Iara Peduto, Carolina Soage, Natalia Barreiro y Belén Nuar Las rosas
Sé quiénes son las personas antes de conocerlas, ocasionalmente lo sé varios días antes de
siquiera ver a esas personas. Puede sonar raro, y no sé explicar por qué sucede ni cómo, pero sí
puedo contarles cuando comenzó a suceder.
La primera vez que sucedió estaba recostado en un parque y a unos pasos míos había una
mujer parada de cabello rubio rizado, con un vestido rojo con lunares negros, y tenía una mancha
de nacimiento peculiar en su mejilla izquierda, de un instante a otro el cielo se nubló y un fuerte
viento arrastró pétalos de rosas envolviendo todo su cuerpo, haciendo que su pelo y vestido
siguieran la corriente producida por las rosas.
En ese instante me desperté extrañado y desorientado, pero al mirar a mí alrededor me
encontraba en mi cuarto, todo había sido un sueño.
A la mañana de ese mismo día estábamos todos sentados en el living mirando la
televisión mientras desayunábamos y escuche una noticia que llamó mi atención: una
mujer se había suicidado. Cuando miré hacia la televisión me quedé impactado al ver la
mujer que apareció en la foto que mostraban, porque era la mujer con la que había soñado.
Estaba vestida igual que como la había soñado con su pelo rubio y rizado y un vestido rojo
con lunares negros. Me quede pensando en eso un rato, pero luego no le di mucha importancia y
continué con mi día.
Esa misma noche tuve otro sueño similar en el que aparecía un hombre calvo con barba
canosa: al igual que en el anterior sueño aparecían rosas pero esta vez crecían de su pecho, del lado
izquierdo. Justo cuando las rosas comenzaron a crecer me desperté.
Al día siguiente, yendo a la escuela, esperaba que cambie el semáforo para poder cruzar,
y noté que un hombre de edad madura se paró a mi lado con mi mismo fin. Cuando la luz
por fin cambió a verde comencé a caminar pero detuve mi andar al momento de escuchar
como si una bolsa llena de papas cayera detrás de mí. Una señora gritó y me di la vuelta,
al ver que el señor yacía en el piso tuve el impulso de socorrerlo, al voltear la cara hacia la
mía reconocí su rostro de inmediato. Me quedé petrificado hasta que una mujer que la
parecer era médica me corrió a un costado para poder auxiliarlo. Me quedé parado aún
inmóvil, hasta que la mujer dijo que el pobre hombre había fallecido por un ataque
Salí corriendo y cuando me di cuenta estaba en frente de mi casa, entré y me encerré en mi
cuarto, y comencé a pensar en lo que había estado sucediendo últimamente, y me di cuenta de que
esas rosas simbolizaban la muerte. No entendía porque me sucedía eso.
Las noches siguientes me siguió ocurriendo lo mismo y al cabo de tres semanas ya no
quería dormir para no soñar. Decidí comenzar a escribir los sueños, necesitaba expresar
“hace unos me desperté luego del sueño más perturbador que los anteriores, me encontraba parado
sobre un colchón de rosas, cuando me volteé me vi a mi mismo recostado sobre las rosas con ambos
ojos cerrados”
El 1 de abril de 2011 Ricardo fue encontrado muerto en su cama. Su diario con los sueños
fue encontrado una semana después de su muerte en su escritorio.
Matías ArceÉl y yo
Él me miró y yo a él, sonrisa tras sonrisa ninguno de los 2 dijo una palabra, palabras que
queríamos y no podíamos decir; impotencia, bronca y enojo. Sentimientos demostrados pero aún así
no declarados.
Él quería, yo quería, él amaba, yo amaba, él buscaba y yo buscaba pero la gran diferencia
es que yo no quería ser su hermoso y feo ser.
Él pensaba y pensaba cuando yo negaba y negaba.
Mi cuerpo decía sí pero mi mente decía no.
Finalmente decidió dar paso a una frase, lo escucharía y lo pensaría. Él simplemente
asumía mi respuesta con una afirmación pero lo que no se esperaría es que yo no aceptaría la
propuesta.
Horrible y sensual propuesta.
Tema para un cómic
Un autobús es levantado con telequinesis. Es lanzado con fuerza hacia una persona que salta
veinte metros hacia arriba, esquivándolo. Este salto es interrumpido por un pensamiento. Este
pensamiento es, simplemente, “volar”. Y este vuelto despega, y la persona sale disparada hacia su
enemigo telequinético. Aterriza un puño en su cara; onomatopeya.
Lucía Andrade BorgesRescatándome
Cuando se dio cuenta que la charla era hoy y que se la había perdido, la angustia le
llenó el pecho tan rápido que sintió que se ahogaba. Se largó a llorar estrepitosamente, sintiéndose
estúpida. Su madre se asomó desde la cocina, preocupada.
La mujer le preguntó varias veces qué le pasaba, pero ella no contestó. Porque no lo sabía.
No lloraba por haberse perdido una jornada en una universidad a la que de todos modos no iba a ir.
Probablemente fuera sólo lo último, el hecho de que sus decisiones hasta ese día habían sido
erradas, y que todos el tiempo, constantemente, la vida reforzaba su teoría de que era una
fracasada de mierda que nunca iba a lograr nada.
“Yo a tu edad me cagaba de risa”, le soltó su madre, irritada por no saber cómo ayudarla.
Qué graciosa. Tener diecisiete años en 1980 había sido distinto, y mucho más fácil. O tal vez no.
Pero su madre no se sentía fuera de lugar, apartada, excluida todo el tiempo; sabiendo que así iba
a ser siempre. Si quería una hija más alegre la hubiese criado distinto. Menos miedosa, o más
despreocupada. Pero no.
– Vos a buscar a tu hermana – anunció su madre, resignada – Tranquilizate, por favor – le
pidió antes de salir del departamento.
Se quedó sentada frente a la notebook que anunciaba el día de la jornada en silencio.
Miró un poco más allá, por encima de la pantalla. Al final del pasillo, un espejo de cuerpo
entero reflejaba el living donde se encontraba. Vio a esa chica, con la cara roja e hinchada, las
mejillas llenas de lágrimas, la boca curvada hacia abajo en una mueca triste. La odiaba. Odiaba no
ser una de esas personas a las que le salía todo bien sin esfuerzos, que chorreaba confianza en sí
misma y en lo que hacían.
– Sos horrible – murmuró mirando al espejo, y se secó las lágrimas.
El reflejo no se movió.
Repitió el movimiento, aturdida, pero la imagen siguió quieta. Su yo del espejo había
cambiado ligeramente, no parecía haber estado llorando, y sus ojos despedían una frialdad y una
compasión acojonantes.
– No lo sé– dijeron ambas. La boca de la chica se movía, pero el sonido venía del espejo.
Como si ella fuera el reflejo que copiaba al cuerpo. – No sé si algo vale la pena.
O qué habría pasado si hubieses hecho otras elecciones. Pero probá – la otra ella se
encogió de hombros y ella, en el living de verdad, la copió sin poder evitarlo. – Probá y fíjate.
Luego ambas parpadearon y las cosas volvieron a la normalidad. El reflejo era el reflejo, y
la chica era la chica.
Sólo que ella ya no era la misma.
Tema para un cuadro
La noche caía y una lluvia de estrellas comenzaba. No había lugar más prefecto que ese. El suelo
estaba mojado y barroso, el clima pesado y caluroso. Ellos no podían entender por quué estaban
allí o por qué no podían dejar de mirarse. La tensión ya resultaba incómoda. Pero ellos solo
seguían bailando.
Abril Löber
Mi esencia es otra, desaparecí sin dejar un solo rastro. Me permitieron ser otra entidad,
¿será acaso por los perversos pecados que cometí? Sé que nadie me quería con vida, y no los culpo;
yo les arruiné las suyas y en algún momento debía pagar el precio. Durante un año de la luna, he
sido declarado invisible: gritaba y no me respondían, robaba el pan y no me decapitaban.
No he de pronunciar lamentos, viví una absoluta utopía. Para un criminal como yo
no hay mayor placer que el ser ignorado por una sociedad ausente. Ahora nada de eso existe, aquí
solo hay vacío, pero como no pertenezco a la raza humana no podría explicarlo; no lo
comprenderían, mortales. ¡Son tan egoístas! Pero no tanto como yo lo fui. No merezco nada de esto,
soy más ruin que todos ustedes, y lo saben. Solo quería controlarlos, sepan disculparme.
Sahamir Ganem
Vendría un ser cambiante, incierto, errante. Le explicaría al humano –no el mejor
representante de su especie pero sí su favorito– de dónde provienen su masa y su plasma, y cuándo
se conformaron. Esto fue, por cierto, en un círculo perdido y olvidado de una dimensión superior,
hace millones de años pero también cada segundo al mismo tiempo. Le contaría con sus mil voces
diferentes a coro armonizadas como una sinfonía a capella, en su idioma extraterrestre mezclado
con dialectos típicos de su sistema planetario, que lo sabe todo y que además lo entiende todo. Que
existir como ser humano en la Tierra es difícil y sobre todo en
estos tiempos (terrestres), que el planeta está siendo llevado a su ahora inevitable muerte, pero
que en lo que dura una vida humana, su vida, se podrá aprender y enseñar a crear y destruir, a
vivir. Y el humano comprendería.
Tomás FunesOtro final para Kafka
El guardián se dirigió hacia la puerta, cuando fue sorprendido por el viejo hombre corriendo hacia
el interior, buscando respuestas. La parálisis y las contusiones que sufría por el poco movimiento
de todos los años en los que estuvo quieto no lo detuvieron. Él corría en busca de las respuestas, de
la verdad, mientras se acercaba podía ver cada vez más colores, más vida, una ciudad entera de
vida, pero de pronto todo eso desapareció en un instante, todo se volvió blanco para él y de repente
se desplomó en el piso.
Lourdes VázquezDonde el universo se encuentra
Se había perdido, eso ya lo sabía. Llevaba horas dando vueltas y a cada tanto cerraba los
ojos con fuerza como un intento de estrujar su miedo.
Quizás no tendría que haber seguido su instinto, ella, desde su ventana, había viso algo,
una sombra, un animal o una persona. No importa. Pero ya se había adentrado en el bosque, ese
que nunca estuvo en frente de su casa pero que lo estaba. Luego de caminar largas horas se topó
con una gran mansión, no sé si fue el miedo o el frío, la curiosidad… No sé, pero entró. Tocó el
timbre y un fuerte viento que veía de adentro abrió la gran puerta. Esta puerta daba a un patio
desde el cual se podía ver una puerta similar en frente. Caminó unos pasos y la puerta se cerró,
miró para arriba y observó un gran reloj encima de la ventana. El reloj marcaba las doce. Dio unos
pasos más y miro que la puerta de enfrente también tenía un reloj pero este marcaba las doce
menos cinco. Decidió recorrer un poco el patio y se sentía extraño era como si dos fuerzas se
encontraran en el medio. De repente rompió el silencio el reloj de la otra puerta marcando las doce.
La puerta se abrió y reconoció ese pelo, esa cara.
Esa… ¿soy yo?
Tema para un tema
Lo que pasó ayer y lo que me pasó hoy. Piensa y no se le ocurre nada. Quizás el reecuentro del
sábado, no, muy cliché. Entonces se le ocurrió una idea, una gran idea. Uno de los mejores temas
que escuché.
Lucas Mazzina
Después de las preguntas habituales el señor Pérez sabía que no aceptaría la propuesta.
Entonces les dio a los empresarios de alta gama un hachazo en la cabeza. Desenfundó un revólver y
le dio tres balazos a cada guardaespaldas.
Se levantó de su silla, se acomodó su traje de corte fino, le pidió a su asistente Tony que se
levante y se fueron caminando los dos por el vestíbulo del edificio. Saludaron a la secretaria,
bajaron ciento un pisos por el ascensor ejecutivo, eran inmutables parecía que nada acababa de
pasar. Tenían cara de Poker. Hace tiempo que hacían esto,
Juan Perez, un don nadie. Parecía simplemente uno más dentro de la prisa de las personas
en la hermosa ciudad de Buenos Aires, pero trastornado de pequeño decidió sacar su navaja y
empezó a apuñalar a Tony, su compañero y matón hace ya quince años. Lo apuñaló 17 veces frente
a cientas de personas que se iban metiendo de a poco dentro de la boca del lobo, de Perez ya que el
empezaba a controlar todos los hilos de la ciudad, desde las empresas más importantes hasta la
justicia. Juan era intocable. Esa tarde empezó un tiroteo y asesinó a treinta y cinco personas
inocentes y puras.
Juan Perez, Juan Perez, Juan Perez siguió matando sin hacer gesto por cuatro años más
hasta que se enamoró.
“El amor es el fénix, te consume, te mata y de los restos de tu ser nace una nueva persona
enamorada”. Juan Perez
Anónimo
El primer día de clases del último año de primaria, todas mis compañeras me saludaron con
un beso en la mejilla. Todas. Las que me encerraban en el baño y se reían por como me vestía,
también. Y la verdad es que estaba contenta, porque creía que, finalmente, encajaba, que me iban
a querer, que iban a pedirme disculpas. Creí que iba a ser un buen año.
Me equivoqué.
Séptimo, comparado con el resto de la primaria, no fue tan malo. Y es que estaba
establecida la regla de que había que llevarse bien con todos porque era el último año y teníamos
que quedarnos con un lindo recuerdo de nuestra infancia. Fueron estas las palabras exactas de
una de mis compañeras cuando le tocó leer su resumen del año. La misma que desde jardín me
sacaba los juguetes, los lápices, las ganas de ir al colegio.
Lo malo no era que los forros que me hicieron pasarla horrible durante nueve años
olvidaran todo y empezaran a tratarme bien como si nada, sin pedirme disculpas, sin sentir ellos el
mínimo remordimiento. Claro que se las había devuelto a su debido tiempo, pero la “mala” era yo.
La histérica y la problemática era yo, pocos estaban de mi parte. Pero de nuevo, que tuvieran
memoria selectiva no era el problema.
Lo malo fue que mi mejor amiga, la que tenía desde los cinco años, la que me invitaba a su
casa casi todos los días, la que me defendía y me alentaba, la que iba a ser inseparable también se
empezó a olvidar. Y como ella sí se vestía a la moda, sí tenía Facebook y sí salía, la aceptaron más
fácil. Y cuando me propuso juntarme con ellos, le dejé de hablar.
Cuando entré a la secundaria, estaba a decidida que no me iba a importar nada. Iba a hacer
amigos, iba a olvidarme todo. Y a lo largo de estos cinco años no tuve ni un solo problema con
nadie, y tengo amistades, pero siempre quedo apartada. No soy la primera a la que le consultan un
problema, o a la que llaman. No importa si no puedo ir a tal o cual reunión. Hay muchos temas
que no me comparten porque no sé nada. Y está bien. A lo mejor el problema soy yo, que dejé que
me lastimaran tanto en el pasado que ya no puedo decir lo que me pasa del todo, que ya no puedo
soltarme y ser yo. Porque los demás no aceptan del todo como soy yo.
Nadie lo hace, supongo.
Me duele pensar en lo que habría pasado si me hubiese importado menos todo. Me duele
pensar que amistades hermosas se arruinaron porque soy incapaz de aceptar completamente al
otro. Porque a veces era mejor alejarme en lugar que arreglar las cosas. Porque no me sale fingir
que todo está bien cuando alguien hace algo que molesta, y lo sabe. Porque no puedo perdonarme
haber perdido a tantas amigas; porque no puedo aceptarme a mi misma. Me duele pensar que
nunca sabré hacer amigos.
El problema no es que ahora todos finjan llevarse bien con todos y después no se hablen
más y se la pasan hablando mal del resto. El problema no es que se rían de esto que estoy
escribiendo. El problema es que sigo siendo invisible.
Lamento que las cosas siempre sean así
El viento sopla más fuerte cuando cierras los ojos
Pero nunca cambié ni un solo color que respiré
Así que podrías haber tratado de mirarme más de cerca
Estoy cansada de golpear al viento
Estoy cansada de dejar que todo me afecte
Y debería comerte y escupirte
No debería importarme, pero no sé como hacerlo
Así que me quitaré la cara
Porque me recuerda como todo salió mal
Y me arrancaré la lengua
Porque me recuerda como todo salió mal
Lamento este problema, supongo
Mi sangre corre roja, pero mi cuerpo está frío
Creo que podría nadar por días en el mar salado
Pero al final, las olas me desteñirían
Así que me quitaré la cara
Porque me recuerda como todo salió mal
Y me arrancaré la lengua
Porque me recuerda como todo salió mal
Y toseré mis pulmones,
Porque me recuerdan como todo salió mal
Pero dejaré mi corazón
Porque no quiero quedarme en la oscuridad
Así que me quitaré la cara
Porque me recuerda como todo salió mal
Y me arrancaré la lengua
Porque me recuerda como todo salió mal
Y toseré mis pulmones
Porque me recuerdan como todo salió mal
Pero dejaré mi corazón
Porque no quiero quedarme en la oscuridad
Milagros Lizarraga
Instantáneamente, como una estrella fugaz, como pasa el tiempo, las horas, el dia a noche,
o por lo menos yo siento que los mismos pasan rápido: No sentí nada, es decir, me desvanecí en el
suelo…
¿En qué momento? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿En donde? Mi conciente y yo estábamos perdidos
caminando en la nada misma.
No sentía desesperación sino curiosidad, tal vez, miedo o soledad, ¿Y por qué todo tan
desierto? ¿Era hora de siesta?. Mejor no especular. Llegué hasta el final de la Av. del Valle y me
separaba un gran río de la otra ciudad, allí sí había gente, algunos estaban locamente llenos de
felicidad, otro lloraban, el de una esquina gritaba que ganó la lotería, un chorro perseguido por la
policía y algo que me llamó la atención entre tanto quilombo. Una mujer de cabello castaño, ojos
color miel, tenía una mirada completamente profunda, gritaba mi nombre: ¡Lucía! Una, otra y otra
vez y me miraba con una sonrisa, lágrimas en sus mejillas, como si me hubiese encontrado.
Entonces ¿Qué haría yo en ese momento? ¿Cómo cruzaría ese río? Era imposible nadar,
además de que no sabía.
Aquella bella mujer seguía y cada vez más fuerte gritando mi nombre. Ya está, pensé, total
ni la conozco ¿Para qué querer ir con ella?
Cuando pegué media vuelta estaba detrás mío, quedé paralizada e inmóvil, sorprendida,
ahí sí podría decir que sentí desesperación.
Entre tartamudeos míos le hice una serie de preguntas como un FBI ¿Quién sos? ¿En dónde
estoy? ¿Nos conocemos? ¿Por qué esta parte del mundo es vacía y la otra parte una locura? Esa
mujer me hizo pausar la lengua. Solo me abrazó, me besó y me dijo:
Lucía, no es tiempo de comprender este mundo, para ello debes comprenderte a ti misma,
estar segura de lo que quieres, deseas, plantear tus objetivos con pedazos de meta para ir poco a
poco llegando a lo que buscas, solo asi, entenderás las dos caras del universo y del resto, verás que
no todo es perfecto, que la imperfección no es venir fallados al mundo, siempre hay algo detrás de
todo un vacío.
Me perdí en sus palabras y ella se perdió en… No lo recuerdo, solo sé que no la vi más desde
mi último parpadeo.
Tema para una escultura
Aún su mano seguía apoyada en su barbilla, aún mantenía su postura, siempre tan firme.
Parecía seguir buscando la solución. Con tan sólo un gesto, se veía encerrado en sus propios
pensamientos.
No lo logró.
Luciana Bottaro
El duende
Corrían las 3:00 a.m y no habìa manera de dormirme. Leí, miré tv, escribí, pero no, no
podìa pegar un ojo.
Decidí ir a la cocina, ya que quizás el poco hambre que tenía impedía que me duerma. Me
destapé y fui. Todo normal, la perra dormía en el sillón, las luces apagadas. Abrí la heladera y,
para seguir con la temática de la normalidad, no había absolutamente nada.
Resignada, estaba marchando para mi cuarto. Pero sentí que algo me chistaba. Obviamente
que corrí hasta mi habitación, pero otra vez lo sentí. Me di vuelta, con mucha lentitud y lo vi. Era
una especie de duende, parecidos a lo que están postrados en las esquinas de los jardines de
personas con mayor edad que sesenta años.
Increíblemente no me asusté, sólo me quedé mirando. No tenía un aspecto maligno,
simplemente estaba allí, por alguna determinada razòn. Me animé a preguntarle qué hacía acá,
por qué estaba en la cocina de mi casa.
Comenzó a hablar, a darme cátedra de cosas que iban a ocurrir en el futuro, de cómo iba a
estar el mundo de acá a unos años y entre tanta cosa, por fin llegó lo que realmente siempre me
inquietó y siempre quise que se llevara a cabo. Así, como si tuviera la bola de cristal, este hombre
increíblemente pequeño empezó a profundizar sobre lo que se venía. Igualdad, igualdad para
absolutamente todo ser humano pisando la tierra, sin mayores ni menores. Todos con los mismos
derechos, todos incluìdos realmente en todo. Ninguna persona fuera de lo social. Igualdad entre un
género y otro, igualdad para lo que un pasado fueron diferentes clases sociales. Un mundo justo
para todos. Un mundo en que por fin todos estaban felices y conformes.
Luego de esto, sin más, desapareció y yo me fui a dormir tranquila.
Tema para otra escultura
Y fue así como la mujer, mirando a un punto fijo en su desnudez, se apuñaló y cerró los ojos
pensando en su pasado triste e infeliz por haber sido siempre “la gorda”.
Agustín Baudonnet
Tic Toc
Es una tarde, cualquiera, en un lugar cualquiera. Si no lo mato, yo no vivo pero algo tengo
que hacer. El tiempo corre, los minutos andan. Una solución, una salida. Estoy seguro de que si el
objetivo fuera alguien sin importancia, no aceptaría la propuesta. Pero esto era serio, era
necesario.
Ocho agentes, dos balas y una era para él.
¡Mierda!. El tiempo se me está agotando. Sé que no soy de los chicos buenos, pero esto era
por un bien mayor, un bien común.
Todo se volvió negro, solo escuchaba mi respiración. Los últimos cinco minutos habían
desaparecido de mi memoria. Al incorporarme descubro que los hombres ya no estaban y me queda
solo una bala en el revólver. Sé que el tictoc de la bomba va a condenar mis horas, pero era el
momento. Era tiempo de matar al presidente.
Salomé GómezSólo uno más
Me despertó el sonido del piano, abrí los ojos y con ella la tele estaba encendida, como
siempre las mismas noticias, personas desaparecidas, sospechan de un asesino, y no me interesa.
Eran las 3 AM y no había dormido nada. Me levanté y tomé el vaso de agua que se
encontraba a mi lado, bebí un sorbo y sabía amargo, escupí al mismo tiempo que me ahogué, por la
misma razón en que recordé el piano ¿Quién tocaba? ¿Quién estaba allí si no era yo?.
Bajé y atravesé el patio con la mirada, allí se encontraba un anciano, su barba blanca y
larga, con un perfume que era muy antiguo o a eso olía.
“Te traje lo que me pediste” me dijo
Lo agarré, esa era mi futura venta.
“Ahora dame el dinero”, agregó.
Me volteé, abrí el cajón que se encontraba a mis espaldas, y saqué un arma. Sin dudarlo un
segundo la bala atravesó su sien manchando toda la habitación.
Arrastré su cuerpo hasta una escalera que se dirigía al sótano, no me importaba ese ruido,
total no había nada de vida allí.
Lo tiré junto con otros más, observé mi obra, qué me va a hacer a mí, si yo tengo lo que
quiero, como siempre, y ellos no tienen nada, como siempre.
Fiel
Estoy sentada en mi cama, con los ojos entreabiertos, con deseos profundos de volver a
recostarme en ella, y seguir durmiendo. Pero no, tengo que levantarme y vivir mi rutina un día
más, quizá los detalles no sean iguales todos los días pero en si, el sentido de vivirlo es el
mismo.
Ni con felicidad, ni con infelicidad.
Me levanté un poco dormida y lo vi, parado junto a la puerta de mi cuarto observándome.
Por observarnos, me asuste un poco, pero no demasiado, porque su aspecto era tierno y adorable.
Era un perro hermoso, hermoso para mí, no sabía cómo había entrado a mi casa, pero
apenas lo vi lo amé.
Quise cuidarlo, abrazarlo y lo hice. Porque lo noté indefenso y triste, y él no hizo nada para
impedirlo, se acurrucó en mi.
A partir de ese momento todo tuvo sentido para mí. Había una razón que
verdaderamente importaba y sentía que mi corazón se llenaba dia a dia al entrar a mi casa y
ver como ese perrito me recibía con verdadera alegría, emoción y amor.
Sentía su fiel compañía y amor infinito y era todo lo que necesitaba en mi vida, una razón
por la cual tener ganas de irme de mi casa para extrañarlo y querer llegar para abrazarlo y no
soltarlo hasta volver a extrañarlo.
Tema para un microrrelato
Y cuando volvió, todavía estaba ahí. No se había movido. Todavía en el cuarto. Recordó el dolor
que le causó la escena. No había vuelta atrás. Todo había terminado… La amante no se había ido.