Amoxtli

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Los libros del México antiguo

Por Fernando Beltrán

En la rica historia de lo que llamamos México, los libros no fueron siempre como hoy en día los reconocemos, con sus pastas, portadas, índices, páginas numeradas, papel de árbol, y demás; características todas ellas que provienen de los últimos años de la Europa medieval. Antes de la llegada de hombres barbudos, en el México antiguo se produjo infinidad de libros cuya composición, textura y diseño fueron completamente diferentes, mas no sobrevivieron sino algunos cuantos, y de entre ellos, pocos los estrictamente de manufactura y confección antes del contacto con Europa.El libro antiguo formó parte de una compleja red de expresiones culturales que se desarrolló entre los pretéritos pobladores, en donde la transmisión oral, de generación a generación, del conocimiento y del saber (concentrado fundamentalmente en la vida religiosa, pero existieron otras temáticas), fue la base de todas las restantes manifestaciones de alta cultura, tales como la pintura, la escultura, la artesanía, la arquitectura y, por supuesto, la escritura y, de ésta, su expresión más acabada, la literatura, la poesía y la filosofía. Visto de esta manera, los libros y la escritura contenida en ellos sirvieron para reforzar o para ilustrar, sobre todo, la transmisión oral.La palabra náhuatl amoxtli significa libro en lengua castellana. El amoxtli antiguo constaba de un material hecho regularmente de piel de venado o de amate (textura extraída del maguey), confeccionado aproximadamente de entre 4 a 15 metros de longitud, doblado a manera de biombo, en donde cada página o lámina resultante constaba de 15 por 25 centímetros; un libro de estos, además, se componía de entre 20 a 100 láminas. A este material se le echaba, a veces, una plasta ligera de yeso sobre el cual se pintaban los mensajes, fundamentalmente de carácter pictográfico (imágenes de objetos) o ideográfico (símbolos de ideas), y el doblado a manera de biombo se hacía también para protegerlo, almacenarlo, cuidarlo o transportarlo. La escritura de este tipo plasmada en el amoxtli se leía comenzando por la derecha. Siendo el color rojo y el negro los predominantes en la manera de plasmar los mensajes, se les conocía como “libros de pinturas”. Es por eso que la expresión náhuatl “in tlilli, in tlapalli”, que refiere literalmente a la pintura de color negro y a lo colorido, se usaba en relación con aquellos escritores, pintores y ancianos que poseían o cultivaban “la tinta negra y roja o de colores”; esa expresión náhuatl, en resumen, hacía metáfora al respecto de una valiosa tradición de manufactura y conocimiento interpretativo de esos manuscritos. Vale señalarse, en este sentido, que el negro y el rojo fueron también símbolos de alta cultura, siendo la civilización de los Toltecas con quien comúnmente se les ha imputado los adelantos y el desarrollo de varias habilidades técnicas.Se desconoce el origen de los libros de pinturas, pero así como de los Olmecas (una civilización que apareció 1200 años antes de Cristo) provienen avances culturales tales como el calendario, la escultura o el juego de pelota, es muy probable que entre estos antiguos costeños del Golfo de México se haya cultivado, también, la escritura pictográfica plasmada en manuscritos. Si comenzó con los Olmecas y llegó hasta la punta del iceberg de la civilización mesoamericana, es decir, hasta los Mexicas, es en esta

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última en donde existen mayores elementos de interpretación de su uso y de su importancia. Al igual que sus antecesoras, los Mexica tuvieron una serie de grupos élite o privilegiados a los que les correspondía la planeación o la dirigencia de todas las actividades de trascendencia o de interés cósmico. De entre la nobleza, se adiestraba un sector, jerarquizado también, en el arte del diseño, confección, estudio, producción e interpretación de los libros de pinturas cuyos contenidos eran valiosas ilustraciones y representaciones de los relatos orales a propósito de toda la existencia de su cultura: historia, mitos, cuenta de los años, deudas con los creadores, etc., transmitidos de generación a generación. En el Calmécac, por ejemplo, la escuela de élite para los hijos de los nobles, se adiestraba y se enseñaba todo lo correspondiente a este arte y saber. Así, cada estudiante del Calmécac a una edad determinada, estaba obligado a perpetuar el uso y la interpretación correctas de los libros antiguos.Los temas a los que aludieron los libros de pinturas fueron sobre la vida religiosa y la vida cósmica cuyos aspectos como los rituales, los dioses, el calendario o la adivinación son característicos (de este tipo de temáticas se conservan un mayor número de todos los existentes); otros fueron de carácter histórico-genealógico, particularmente de grandes gobernantes o de familias prominentes; y otros fueron, de escasa cuantía hoy en día, sobre aspectos que nombramos administrativos. Tras la conquista española, contados libros antiguos sobrevivieron pues los frailes hicieron una sistemática destrucción de ellos por considerarlos idolátricos y contrarios a la fe cristiana.Los amoxtli originales provienen de la región Maya, de la región Mixteca, y de los valles de Puebla-Tlaxcala. No se conocen amoxtli antiguos originarios del altiplano central, es decir, de sello principalmente Teotihuacano, Tolteca o Mexica. De los que provienen del valle mencionado, que se cuentan varios, se los ha agrupado bajo el nombre Borgia mas cada libro de pinturas tiene su denominación particular; y los libros de pinturas mayas originales refieren a los nombres Dresde, Madrid y París. En el siglo XVI, después del contacto europeo y durante el transcurso de la evangelización, no se perdió del todo, entre algunos nobles indígenas e impulsados por varios motivos, la tradición de crear los también llamados códices pues se conservan numerosos y de temas variados, pero la manufactura ya asimiló elementos europeos, por ejemplo, anotaciones en escritura latina así como estilos españoles en el diseño y en el dibujo. Todos ellos son, sin embargo, fuentes valiosas para acercarse fehacientemente a la historia del México antiguo.Finalmente, nota curiosa es el hecho de que la mayor parte de las denominaciones particulares de cada amoxtli no refieran a la cultura, actividades o serie de hechos que tratan las pictografías sino al apellido de su primer poseedor o descubridor, nombres casi todos europeos, o a la ciudad cuya biblioteca más importante lo mantiene archivado, lugares muchas de ellas europeas. No cabe duda que el mundo de los antiguos mexicanos mantendrá un contacto constante con Europa.