ALZATE Y SUS ESTUDIOS DE ECLIPSES.web.uaemex.mx/iesu/PNovohispano/Encuentros/2012 XXV... · estudio...
Transcript of ALZATE Y SUS ESTUDIOS DE ECLIPSES.web.uaemex.mx/iesu/PNovohispano/Encuentros/2012 XXV... · estudio...
1
ALZATE Y SUS ESTUDIOS DE ECLIPSES.
MARCO ARTURO MORENO CORRAL
INSTITUTO DE ASTRONOMÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
CAMPUS ENSENADA
ENSENADA, BAJA CALIFORNIA, MÉXICO.
2
1. Introducción.
Una de las primeras aplicaciones de la ciencia occidental en el Nuevo Mundo, fue el
estudio de los eclipses solares y lunares, pues de su correcto uso, era posible derivar la
longitud geográfica del lugar desde donde se realizaba observación, parámetro de gran
importancia en una época de descubrimientos como el siglo XVI.
En fecha tan temprana como el 6 de octubre de 1541, el virrey Antonio de Mendoza
escribía a Gonzalo Fernández de Oviedo, autor de la Historia General y Natural de las
Indias, que “… por dos eclipses de luna que ha avido, después de que yo estoy en estas
partes he verificado la longitud que hay hasta Toledo, é son ocho horas, é dos minutos é
treinta é quatro segundos”.1 Recientemente se ha sabido que “una de esas tempranas
observaciones de eclipses fue la ocurrida el 16 de noviembre de 1537”, que fue realizada
por Mendoza, quien se informó con Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo de la Casa de la
Contratación de Sevilla, España, sobre la ocurrencia de esos sucesos.2 Conciente de la
importancia que para la cartografía de la Nueva España tenían sus determinaciones, el
virrey escribió al monarca español sobre el particular, diciendo: “Si V. M. quisiera
mandar averiguar la longitud que hay desde aquí a España por el eclipse que hubo el 16
de noviembre pasado, sepa que comenzó en esta ciudad en medio cuarto de hora después
de puesto el sol”.
Puede apreciarse entonces, que desde el comienzo del periodo colonial existió interés por
estudiar los eclipses ocurridos en el Nuevo Mundo. La importancia práctica de este tipo
de observaciones, hizo que a lo largo del siglo XVI, el rey de España enviara
Instrucciones a los gobernantes coloniales, para que se abocaran a su estudio.3 Debido a
la utilidad cartográfica de aquellas observaciones, las autoridades de la Metrópoli las
mantuvieron en secreto, para que las potencias rivales como Francia e Inglaterra, no
dispusieran de información derivada de la observación de los eclipses, pues esos datos
1 Citado por Orozco y Berra; Apuntes para la historia de la geografía en México, p. 150, § XI.
Observaciones astronómicas. Edición, México, 1851. 2 Portuondo. Secret Science Spanish Cosmography and the New World. 3 Véase p. ej. los trabajos de Vargas Rea y de Rodríguez-Sala citados en la bibliografía.
3
resultaron de gran valor estratégico, así que por siglos, los reportes surgidos de esa
actividad astronómica quedaron guardados en los archivos de la Casa de la Contratación.
Durante el siglo XVII el estudio de los eclipses siguió interesando a los novohispanos,
por lo que fue una actividad prioritaria para los cosmógrafos reales que viajaban a esa
colonia española, así como para los residentes interesados en la astronomía. En 1606
Enrico Martínez publicó en la capital de la Nueva España el Reportorio de los Tiempos,
donde incluyó el primer listado de eclipses que vio la luz en nuestro continente. Su
trabajo, calculado para el meridiano de la ciudad de México, incluyó todos los eclipses de
Sol y de Luna que habría en el mundo entre 1606 y 1620.4 Posteriormente personajes
como fray Diego Rodríguez y Carlos de Sigüenza y Góngora, ambos profesores en la
cátedra de Astronomía y Matemáticas de la Real y Pontificia Universidad de México,
también estudiaron los eclipses. De Rodríguez nos ha llegado su manuscrito Modo de
calcular cualquier eclipse de Sol y luna según las tablas arriba puestas del movimiento
de Sol y Luna según Tychon,5 así como el cálculo del eclipse de Sol que a de aver el año
de 1641. A los 9 días del mes de mayo en la ciudad de Lima del Perú, mientras que de
don Carlos, se conoce la descripción que hizo del eclipse total de Sol, que observó desde
la ciudad de México el 23 de agosto de 1691.6
El interés por ese tipo de sucesos continuó entre los novohispanos durante el siglo XVIII,
así que es frecuente encontrar reportes de observaciones de eclipses realizados por
personajes sobre todo de las ciudades de México y Puebla, quienes en particular durante
la segunda mitad de aquella centuria, estaban interesados en determinar con precisión la
longitud de la capital novohispana, pues se habían dado cuenta que en los mapas
europeos más recientes, esa ciudad y gran parte de la Nueva España, tenían asignada una
longitud geográfica errónea. En esta tradición de estudio de los eclipses, pero
principalmente encaminado a la rectificación de aquel error, es en la que se enmarca el
4 Marco Arturo Moreno Corral, “La Astronomía en el México del siglo XVII”, en Ciencias 54, abril-junio
de 1999, pp. 52-59. 5 Trabulse, Elías. El círculo roto, México, SEP/80-Fondo de Cultura Económica, Lecturas Mexicanas 54,
1984. Ver pp. 41-42. 6 Carlos de Sigüenza y Góngora, Alboroto y motín de los indios de México.
4
Eclypse de Luna del doce de Diciembre … publicado por Alzate en la capital mexicana
en 1770 que aquí nos ocupa.7
2. Eclipse lunar del 12 de diciembre de 1769.
El año de 1769 fue rico en sucesos astronómicos. Además de dos tránsitos planetarios,
fenómenos muy poco frecuentes; uno ocurrido el 3 de junio cuando Venus cruzó frente al
disco solar y el otro el 9 de noviembre, en el que Mercurio se interpuso entre el Sol y la
Tierra, ambos estudiados por José Antonio Alzate desde la Ciudad de México,8 también
tuvieron lugar dos eclipses solares, uno total el 4 de enero y otro parcial del 28 de junio,
que no fueron visibles desde México, y hubo dos de luna; uno ocurrido el 19 de junio y
otro el 12 de diciembre. Este último igualmente observado y registrado por Alzate. Como
resultado directo del estudio de este último, nuestro personaje publicó el Eclypse de Luna
del doce de Diciembre, que fue impreso en una de las imprentas capitalinas. Sin duda
para los investigadores del pensamiento novohispano, resulta valioso disponer de un
documento del siglo XVIII como éste, pues aunque es breve está completo, por lo que su
lectura brinda la oportunidad única de conocer en forma directa información sobre el
ambiente científico que imperó en la Nueva España durante nuestra Ilustración.
El opúsculo que ahora nos ocupa, está compuesto por 18 páginas y una lámina que
reproduce un grabado de la superficie lunar. Fue escrito por Alzate para informar a un
público amplio su observación hecha la noche del 12 de diciembre de 1769, razón por la
que se le puede considerar como un trabajo representativo de este destacado ilustrado
novohispano, quien siempre se preocupó por divulgar los conocimientos científicos.
Es importante señalar que un trabajo como el que ahora se analiza, hace ya mucho tiempo
que dejó de considerarse en la frontera del conocimiento astronómico, así que para
valorarlo correctamente, el lector debe situarse en la época en que fue escrito. Para
hacerlo, hay que recordar que el estudio científico moderno de la interacción Tierra-Luna,
así como el conocimiento completo de los mecanismos que ocasionan los eclipses, tanto
de Sol como lunares, se inició con los trabajos sobre mecánica celeste publicados por
Newton en 1687, como parte de su Philosophiae naturalis principia mathematica, que
fueron continuados de manera sobresaliente por Clairaut en su Théorie de la lune
7 La información completa de esta obra se consigna en la bibliografía. 8 Marco Arturo Moreno Corral, El astrónomo José Antonio Alzate, cap. II.
5
aparecida en 1752 y por Euler con sus Novas tabulae motuum solis et lunae, así como en
su Theoria motus lunae, publicaciones que vieron la luz en 1753. La comprensión de tan
importante interacción siguió en aumento, gracias a observaciones cada vez más precisas
y a los desarrollos teóricos de muchos investigadores que trataron diversos aspectos del
complejo problema del movimiento lunar, entre los que además de los ya mencionados,
sobresalieron D'Lambert, Lagrange y Laplace.
3. La información.
El eclipse del 12 de diciembre de 1769, que es el que Alzate reportó en el escrito que se
analiza, fue parcial, pues el máximo cubrimiento de nuestro satélite por la sombra
proyectada por la Tierra, fue solamente de un 77%. Sin embargo, para los habitantes de la
capital novohispana el eclipse fue notable, pues ésta se hallaba en una zona privilegiada
para observarlo, ya que desde ella se pudo ver a la Luna cubierta por la sombra terrestre
precisamente en esa cantidad.
El eclipse ocurrió durante la noche del martes 12 y la madrugada del miércoles 13 de
diciembre de 1769. Aunque fue parcial, Alzate nunca lo mencionó como tal en su texto,
sin embargo ese hecho se halla implícito en su trabajo, pues entre los datos que
proporcionó mencionó que “… la sombra llegó hasta cerca de Tycho, dexando ocultos los
Mares del Néctar, y de las Nubes.”
Como la mayoría de las publicaciones de aquella época, tanto europeas como americanas,
el trabajo de Alzate comenzó explicando generalidades sobre la Luna, como su forma; la
manera en que es iluminada por el Sol y por la Tierra; los movimientos que tiene y los
periodos asociados con ellos, así como la distancia a la que se encuentra de nosotros.
Luego describió lo que son los eclipses lunares y la forma en que se producen. Para esta
parte de su trabajo se ayudó con varias figuras que explican la disposición geométrica del
Sol, la Tierra y la Luna durante un eclipse.
A continuación presentó el resultado de sus observaciones, incluyendo información sobre
los instrumentos que utilizó, que fueron un reloj de péndulo, un telescopio refractor, un
termómetro, un barómetro y un mapa de la Luna. Los valores que Alzate utilizó en su
opúsculo, fueron los entonces aceptados por la comunidad científica internacional, lo que
habla sobre lo bien informado que estaba nuestro autor. La duración del mes sideral y del
sinódico usados por él, difieren del valor determinado actualmente en menos de un
6
minuto para cada caso, lo que muestra la precisión lograda por los astrónomos del siglo
XVIII. Por lo que respecta a los valores que Alzate usó para el perigeo, media y apogeo
de la órbita lunar, cabe señalar que también difieren de los contemporáneos, pero ello no
fue consecuencia de errores en las mediciones que entonces se hacían, sino a que el valor
del radio terrestre medido en esa época, era 195 km mayor que el que se obtuvo al
finalizar el siglo XX, cuando para determinarlo, se aprovechó la tecnología espacial y
nuestro conocimiento preciso de la forma real de la Tierra.
Al analizar la parte del reporte referente a la observación misma, puede apreciarse
claramente que aunque Alzate llevó a cabo su trabajo registrando los tiempos en que la
sombra verdadera (umbra) fue cubriendo los diferentes cráteres y otros accidentes
notables de la superficie lunar, su observación no resultó fortuita, pues fue consecuencia
de un plan de trabajo bien pensado, cuya correcta puesta en práctica le permitió obtener la
mayor precisión posible al recabar los datos correspondientes a un fenómeno de esta
naturaleza. Para ello aprovechó al máximo los instrumentos que tuvo disponibles, los que
previamente había probado para estar seguro de su bondad. Sobre este particular,
refiriéndose a su observación escribió que:
Para ejecutarla previne con anticipación de ocho dias un Pendulo Real de segundos,
construido por el inglés Juan Ebivort, de fabrica tan excelente, que en veinte y quatro
horas, no se adelantaba mas de doce segundos, lo que verifiqué por espacio de dichos
ocho dias, con una Meridiana tirada con todo cuidado, y comprobada con varios
métodos, y tambien con observar el pasaje por el Meridiano de dos Estrellas de la
constelación del Carro, ú ossa mayor, mediante un triangulo filar puesto en la
Meridiana, haciendo cargo, que de transito a transito de las fijas por el Meridiano, no
debe ser veinte y quatro horas cabales, sino veinte y tres horas, cincuenta y seis
minutos, quatro segundos.9
Aunque nuestro personaje no aclaró en forma explícita la motivación científica que tuvo
para llevar a cabo aquel estudio, debió buscar información que le permitiera intentar
esclarecer algunas interrogantes que por entonces había respecto al sistema Tierra-Luna,
así como la posible constitución física de nuestro satélite. Con el método que Alzate
siguió para observar ese eclipse, consistente en medir el avance de la sombra proyectada
9 José Antonio Alzate, Eclypse de Luna …, p. 9.
7
por nuestro planeta sobre la superficie lunar, es posible determinar el valor real del
tamaño de dicha sombra. Ese dato resultaba muy importante en aquella época, ya que en
1707 Philippe de Lahire había encontrado que en promedio, era un 2.5% mayor que lo
predicho por los cálculos desarrollados de acuerdo a la teoría newtoniana. La exactitud
que ya entonces tenían los aparatos de medición, indicaba que esa diferencia no podía ser
producto de un error de medición, sino que obedecería a otra causa. Para resolver el
problema, los astrónomos de la época de Alzate se dedicaron a observar todos los
eclipses lunares posibles con aquel método, así que si se considera al procedimiento que
siguió el novohispano, es factible pensar que al estudiar ese eclipse, buscaba obtener
datos que permitieran resolver esa cuestión. Esa también puede ser la razón por la que
nuestro astrónomo envió ejemplares de esta publicación a Francia; en particular a la
Academia de Ciencias de París.10
Las bondades de ese método de observación de eclipses lunares debieron ser bien
conocidas por Alzate, pues como ya se ha dicho era algo estándar, pero además había
sido publicado en un texto español muy conocido por nuestros ilustrados, que fue las
Observaciones Astronómicas y Physicas hechas de orden de S. Mag. En los reynos del
Perú, escrito por Jorge Juan Santacilia y Antonio de Ulloa, dos prominentes científicos
españoles del siglo XVIII. En esa obra publicada en Madrid en 1748, de la que consta que
estaba en bibliotecas mexicanas de la época de Alzate, se aplicó dicho método tal y como
lo hizo nuestro personaje, que como se verá más adelante, tomó la ilustración lunar que
utilizó en su opúsculo de ese texto.
Seguramente una motivación para Alzate tan importante o más que la de medir el tamaño
real de la sombra terrestre, fue la de conseguir nuevos datos que le ayudaran a reafirmar o
refinar sus cálculos previos sobre la longitud de la ciudad de México, problema que
mucho preocupó a los científicos novohispanos,11
y que fue resuelto de manera definitiva
hasta bien entrado el siglo XIX. Alzate tuvo gran interés en esas determinaciones, y llegó
incluso a establecer una polémica escrita con Joaquín Velázquez de León, sobre la
10 Patrice Bret, “Alzate y Ramírez et L’Académie Royale des Sciences de Paris: la réception des travaux
d’un savant du Nouveau Monde”, Patricia Aceves (editora), Periodismo científico en el siglo XVIII: José
Antonio de Alzate y Ramírez, pp. 123-205. 11 Trabulse, Op. cit.
8
primicia de ciertas observaciones, que sirvieron para determinar que la longitud de la
capital novohispana se hallaba mal en los mapas europeos de la época.12
4. Los resultados.
En el opúsculo, los datos que obtuvo los publicó en forma tabular. En la primera columna
consignó el tiempo y en la segunda el avance de la umbra sobre la superficie lunar, así
por ejemplo escribió que “A 10 h. 29' 25''. Todo Galileo en la sombra”. Observó durante
un total de 2h, 48m, 27s, pero en ese lapso hubo nublados intermitentes, que dificultaron
la observación. De acuerdo a cálculos actuales, ese eclipse tuvo una duración de tres
horas, dos minutos, mientras que Alzate reportó un valor algo menor. Esencialmente la
diferencia entre esos valores se debe que las efemérides contemporáneas que indican la
posición lunar a lo largo de toda su órbita, son más precisas que las del siglo XVIII.
También parte de esa diferencia fue causada por las nubes que cubrían la ciudad de
México durante el eclipse, lo que dificultó la observación exacta de las diferentes fases
del suceso; en especial su principio y su fin.
5. Algo sobre las fuentes usadas por Alzate.
Sin duda para los estudiosos del pensamiento novohispano, conocer las fuentes que
nuestros científicos ilustrados tuvieron a su disposición es importante, razón por lo que
ahora nos ocuparemos de las que usó Alzate en el Eclypse de Luna del doce de
Diciembre. Para que los lectores reconocieran los diferentes accidentes de la superficie
lunar, tocados por la sombra proyectada por la Tierra a lo largo de aquel eclipse, nuestro
personaje acompañó su opúsculo con un grabado de la Luna, que según lo que se lee en
la nota G de esa obra, debió tomar de la Selenographia sive Lunae descriptio publicada
por Hevelio en 1647. Sin embargo se presenta una ambigüedad, ya que la terminología
utilizada por Alzate fue introducida posteriormente en 1651 por Riccioli, quien en su
Almagestum Novum bautizó los cráteres lunares sobresalientes con nombres de filósofos
y astrónomnos como Platón, Arquímides, Eratóstenes, Tolomeo, Tycho, Copérnico,
Kepler y Galileo. Como el dibujo lunar que ilustra el reporte de Alzate tiene ya
incorporada esa nomenclatura, debió copiarlo no del texto de Hevelio, sino del de
Riccioli o de algún otro basado en este último. Esta aparente confusión se explica
12 Moreno, Roberto, Op. cit. pp. 203-207.
9
fácilmente si se acepta que Alzate dispuso de ambas obras, lo que no resultaba
improbable, pues se sabe que ambas fueron conocidas en México desde el siglo XVII.13
Mapa lunar incluido por Alzate en su trabajo sobre el eclipse.
13 Moreno Corral, Marco Arturo, Implantación de la ciencia europea en el México colonial. Siglos XVI y
XVII. Edición del autor. Ensenada, 2004.
10
Un mapa similar al publicado por Alzate, que usa la misma terminología e incluso igual
numeración para los accidentes de la superficie lunar, fue publicado por Jorge Juan
Santacilia y Antonio de Ulloa en el libro que ya se ha mencionado. Esa obra tuvo una
rápida difusión en España y Nueva España. En esta última formó parte de las bibliotecas
de José Ignacio Bartolache y de Antonio de León y Gama, e incluso Velázquez de León
la citó en su trabajo sobre el Valle de México, así que es razonable aceptar que Alzate la
hubiera poseído o cuando menos conocido.
El grabado que Alzate incluyó en su opúsculo está formado por cuatro figuras; la
principal que fue donde indicó los detalles de la superficie lunar y tres de menores
dimensiones, que sirvieron para que explicara la geometría y mecanismos de los eclipses
lunares. Fue hecho por José Mariano Navarro, notable grabador de nuestro periodo
ilustrado, que realizó otros grabados que ilustraron aspectos científicos de las
observaciones de los tránsitos venusino y mercurial realizadas por Alzate, así como la
versión del obispo Lorenzana sobre las Cartas de Relación de Hernán Cortés.
6. Comentarios.
La lectura del opúsculo de Alzate muestra que fue un buen astrónomo. Su preparación,
aunque autodidacta, indica que se hallaba al tanto de las técnicas y de la literatura sobre
el estudio de los eclipses. Sin embargo debe señalarse que aunque fue un gran promotor
de la introducción de la ciencia moderna entre los estudiosos de la Nueva España, en
algunos aspectos fue un hombre de transición, pues por ejemplo cuando en su trabajo
sobre el eclipse habló de Newton y de su importancia como científico, no pudo aceptar a
la gravedad como una acción a distancia, que no requería soporte material. También se ve
en ese documento que seguía refriéndose al Sol y a la Luna como planetas.
Es notable que buena parte de sus observaciones, incluidas la de aquel eclipse lunar, las
haya realizado usando telescopios que él mismo fabricó,14
lo que sin duda fue todo un
logro tecnológico y nuevamente sirve para valorar sus conocimientos científicos.
Para concluir se dirá que como resultado inmediato de su observación, nuestro personaje
escribió en ese reporte, que mientras la Luna se encontraba dentro de la umbra, no pudo
apreciar luz alguna en la parte obscurecida de la superficie de nuestro satélite. Por esa
14 Moreno Corral, Marco Arturo y Luna, Esteban. “Origen de la construcción de instrumentos ópticos en
México”. Revista Mexicana de Física E 57 (1) 96-101, junio 2012.
11
época la teoría mayormente aceptada para explicar los cráteres lunares, era la que
afirmaba que su origen se debía a procesos volcánicos similares a los terrestres, razón por
la que durante los eclipses, cuando la superficie lunar es oscurecida casi totalmente, se
esperaba poder ver luz proveniente de esa actividad. Esa teoría ya fue rechazada, sin
embargo debe recordarse que autoridades como Kant la sostenían, e incluso el gran
astrónomo Willian Herschel en 1787 reportó haber visto erupciones volcánicas en la
Luna.15
El que Alzate buscara evidencia del fulgor emitido por el magma producido por
los supuestos volcanes lunares, muestra nuevamente que al realizar el estudio de aquel
eclipse, actuó como un verdadero científico, tal y como lo hacían sus pares europeos.
Bibliografía.
Alzate Ramírez, José Antonio. Eclypse de Luna del doce de diciembre de mil setecientos
sesenta y nueve años. Observado en la Imperial Ciudad de México. Impreso en México
por el Lic. D. Joseph Jáuregui, Calle de San Bernardo. Año de 1770.
Bret, Patrice. “Alzate y Ramírez et L’Académie Royale des Sciences de Paris: la
réception des travaux d’un savant du Nouveau Monde”, Patricia Aceves (editora),
Periodismo científico en el siglo XVIII: José Antonio de Alzate y Ramírez.
Moreno, Roberto. Joaquín Velázquez de León y sus trabajos científicos sobre el Valle de
México. 1773-1775. UNAM, México, 1977. Véase los capítulos 2 y 3 de la tercera parte.
Moreno Corral, Marco Arturo. “La Astronomía en el México del siglo XVII”, en
Ciencias 54, abril-junio de 1999, pp. 52-59.
__________ Implantación de la ciencia europea en el México colonial. Siglos XVI y
XVII. Edición del autor. Ensenada, 2004.
__________ El astrónomo José Antonio Alzate, cap. II. Innovación Editorial Lagares.
México, 2010.
Moreno Corral, Marco Arturo y Luna, Esteban. “Origen de la construcción de
instrumentos ópticos en México”. Revista Mexicana de Física E 57 (1) 96-101, junio
2012.
15 Thomas Much, Geology of the Moon, New York, Princeton University Press, 1972.
12
Orozco y Berra, Manuel. Apuntes para la historia de la geografía en México, p. 150, §
XI. Observaciones astronómicas. Edición, México, 1851.
Portuondo, María. Secret Science Spanish Cosmography and the New World. The
University of Chicago Press. Chicago, 2009.
Rodríguez Sala, María Luisa (ed.) El Eclipse de Luna. Misión Científica de Felipe II en
Nueva España. Biblioteca Montaniana. Universidad de Huelva. España, 1998.
Sigüenza y Góngora, Carlos. Alboroto y motín de los indios de México. Biblioteca
Mexicana de Escritores Políticos. UNAM y Miguel Ángel Porrúa. México, 1986.
Trabulse, Elías. El círculo roto, SEP/80-Fondo de Cultura Económica, Lecturas
Mexicanas 54, México, 1984.
Vargas Rea (editor). Instrucción para la observación de los Eclipses de Luna. Biblioteca
de Historiadores Mexicanos. México, 1953.
.