Acusando la violencia - VP222C1 ubl.pdf

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ENFOQUES BÍBLICO - TEOLÓGICOS ensamiento Revista Teológica de la Universidad Bíblica Latinoamericana Volumen 22 Número 1 Primer Semestre 2002 San José, Costa Rica P V 5 JOSÉ DUQUE: Presentación 9 GERMÁN GUTIÉRREZ: Violencia y Paz en la coyuntura latinoamericana actual 33 ELSA TAMEZ: Justicia Infinita - Injusticia sin fin 51 JOSE DUQUE: Notas sobre los motivos ocultos de la “guerra santa” 61 JOSÉ ENRIQUE RAMÍREZ: Algunos aspectos de la violencia en el Antiguo Testamento 77 GUIDO MAHECHA: La violencia oculta e ignorada Una reflexión sobre Marcos 5.21-43 89 VICTORIO ARAYA: La guerra de Jesús Mesías de paz asesinado 103 EDWIN MORA: Violencia contra las personas sufrientes El caso de quienes padecían enfermedad en tiempos de Jesús 135 SARA BALTODANO: Sanidad interior ¿curación o agresión? 153 MIREYA BALTODANO: Violencia de género en las iglesias ida y Acusando la violencia:

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    E N F O Q U E S B B L I C O - T E O L G I C O S

    ensamientoRevista Teolgica de la Universidad Bblica Latinoamericana

    Volumen 22 Nmero 1 Primer Semestre 2002 San Jos, Costa Rica

    PV

    5 JOS DUQUE: Presentacin

    9 GERMN GUTIRREZ: Violencia y Paz en la coyunturalatinoamericana actual

    33 ELSA TAMEZ: Justicia Infinita - Injusticia sin fin

    51 JOSE DUQUE: Notas sobre los motivos ocultos de la guerra santa

    61 JOS ENRIQUE RAMREZ: Algunos aspectos de la violenciaen el Antiguo Testamento

    77 GUIDO MAHECHA: La violencia oculta e ignoradaUna reflexin sobre Marcos 5.21-43

    89 VICTORIO ARAYA: La guerra de JessMesas de paz asesinado

    103 EDWIN MORA: Violencia contra las personas sufrientesEl caso de quienes padecan enfermedad en tiempos de Jess

    135 SARA BALTODANO: Sanidad interior curacin o agresin?

    153 MIREYA BALTODANO: Violencia de gnero en las iglesias

    ida y

    Acusando la violencia:

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    Vida y Pensamiento es una publicacin semestral de la

    Universidad Bblica Latinoamericana, UBL, institucin teolgica-pastoralde carcter interdenominacional e internacional. En esta revista se ponen a

    disposicin de las instituciones afines, y de los cristianos estudiosos engeneral, los aportes de miembros de esta comunidad.

    Los autores y las autoras se hacen responsables por el contenido desus respectivos artculos, los cuales no necesariamente

    reflejan la postura de la UBL.

    Se solicita canje de publicaciones a instituciones y editoriales.

    Comit Editorial:JOS DUQUE,

    DirectorSILVIA DE LIMA

    VICTORIO ARAYAELISABETH COOK

    JOSE ENRIQUE RAMIREZ

    Diagramacin

    DAMARIS ALVAREZ

    Copyright 2002 Universidad Bblica Latinoamericana, UBLApdo 901-1000

    San Jos, Costa RicaTel.: (+506) 224-2791/283-8848/283-4498

    Fax.: (+506) 283-6826E-mail: [email protected]

    ISSN 1019-6366

    Institucin que da continuidada las labores educativasiniciadas por el SeminarioBblico Latinoamericano

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    ACUSANDOLA VIOLENCIA:

    enfoques bblico-teolgicos

    Vida y Pensamiento 22,1Primer Semestre 2002

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    Presentacin

    El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) ha lanzado unasignificativa campaa llamada La dcada de la superacin de laviolencia.1 Se trata de una campaa que busca crear un movimientopor la paz que involucre las iglesias, los grupos ecumnicos y lasinstituciones de educacin teolgica de todas partes del mundo. Ental reconocido esfuerzo, el CMI trata la violencia como una culturade agresin infiltrada hoy da en todos los niveles de la sociedadprovocando destruccin, dolor y muerte por donde quiera que pasa.

    El CMI, aun con tan importante iniciativa, no tiene la osadade superar la violencia en una dcada, porque ella ha maldecidosiempre la historia humana, y peor, porque hoy da, especialmentedesde el 11 de setiembre, tiene un lugar de cultivo en las mismas

    1 La dcada es del 2001-2010 y se propone tratar cuatro temas: a) el espritu y lalgica de la violencia; b) el uso, abuso y mal uso del poder; c) los problemas dejusticia, y d) identidad y pluralismo religioso.

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    estructuras sistmicas. Adems, segn las Escrituras, cuando laviolencia est superada estaremos en la plenitud escatolgica. Sinembargo, justamente porque ella est aqu y hace mucho dao, esmisin cristiana ineludible enfrentarnos a ella en cualquiera de susmanifestaciones. Porque luchar contra la violencia es luchar contrael pecado no solo para reducirlo, sino para ampliar los espacios depaz donde se establezcan relaciones de vida abundante.

    En Amrica Latina y el Caribe, la agresin violenta no es unasunto nuevo, siempre parece haber acompaado la historia humanaen esta regin del mundo. Pero adquiri un semblante invasor consabor a religin a partir de las apariciones occidentales con laconquista y la colonizacin.2 Sin embargo, creo que por primeravez se trat de una manera terico-estructural en la segunda mitad

    2 Cf. Rivera Pagn, Luis. Evangelizacin y violencia: la conquista de Amrica. (SanJuan : CEMI, 1990).

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    del siglo pasado. Recordemos por ejemplo, el aporte de Don HelderCmara en Espiral de la violencia. O cuando la cumbia cant:Violencia, maldita violencia, por qu te empeas en llenar de sangrela tierra de Dios?

    Decimos que es una cultura de agresin, porque hoy la podemosidentificar como una guerra global, como violencia callejera, comoagresin intrafamiliar, como tendencia racial, tnica o masculina.Por ello, su presencia suele ser tan cotidiana como estructural,torpemente agresiva o sutilmente cnica. Pero lo cierto es que ahsigue cultivndose.

    Por ello, el Consejo Editorial de Vida y pensamiento, hacredo oportuno intentar hacer una modesta contribucin en la reflexinteolgica-pastoral crtica frente a esta dolorosa cultura de agresin,aprovechando que la UBL realiza este ao un Seminario Integrado

    J. DUQUE: PRESENTACIN

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    sobre el eje temtico de la violencia titulado: Violencia , conflicto ymisin de la iglesia. De esta manera, este nmero de Vida ypensamiento lo dedicamos a ese tema.

    Los contenidos los hemos organizado en el siguiente orden: losprimeros aportes contienen artculos de anlisis general (Gutirrez,Tamez, Duque); seguidamente aparecen los anlisis bblicos(Ramrez, Mahecha, Araya); luego se encontrarn las contribucionespastorales (Mora, SBaltodano, MBaltodano). Esperamos que estoscontenidos no slo adviertan la gravedad del problema, sino queprovoquen un compromiso transformador.

    El EditorSan Jos, 29 de abril 2002

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    Violencia y pazen la coyuntura

    latinoamericana actual

    Cinco claves de entrada para la reflexin

    GERMN GUTIRREZ*

    INTRODUCCIN

    Una reflexin sobre la problemtica de la violencia en AmricaLatina exige de nuestra parte tomar en cuenta al menos cinco clavesde entrada para el anlisis de tan espinoso tema.

    La primera tiene que ver con el rumbo que ha tomado la actualestrategia de globalizacin, especial pero no exclusivamente, a partirde los acontecimientos del segundo 11 de septiembre.1 En este niveldebemos tomar en cuenta los planes hemisfricos que especifican lanueva estrategia planetaria. Resaltan el Plan Colombia para el rea

    G. GUTIRREZ: VIOLENCIA Y PAZ EN LA COYUNTURA L.A. ACTUAL

    * El licenciado Germn Gutirrez es investigador del Departamento Ecumnico deInvestigaciones (DEI).

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    andina, el Plan Puebla Panam para el rea centroamericana, y elALCA para todo el continente. Junto a estos planes regionales hayque tomar en cuenta tambin polticas especficas de creciente injerenciadel gobierno de Estados Unidos contra gobiernos como el de Ven-ezuela y Cuba, declarados enemigos de manera abierta en el llamadoInforme Santa Fe IV, o de injerencia sobre gobiernos y naciones encrisis como el caso de Argentina. Esta clave de orden geopoltico seconstituye en una fuente privilegiada de violencia en el continente.

    La segunda tiene que ver con el impacto destructivo que el modeloneoliberal ha producido en nuestras sociedades en los diversos mbitosde la vida social, no slo en el econmico, sino tambin en el poltico,cultural y tico. Constituye quiz la principal fuente estructural de laviolencia social y cotidiana que sufre actualmente Amrica Latina.

    La tercera clave de nuestro anlisis refiere al agotamiento de lapoblacin vctima de las polticas neoliberales, situada al borde de ladesesperacin y cada da ms convencida de la necesidad de un cambioprofundo de dicho modelo. Este es un campo latente de conflicto ymovilizacin social organizada o espontnea, que frecuentementegenera respuestas violentas de parte de los gobiernos y grupos depoder, aunque la resistencia, como los proyectos alternativos, seandbiles con relacin a los poderes hegemnicos nacionales y msan internacionales.

    En cuarto lugar no hay que perder de vista la dinmica de regionesy localidades. Ha habido una fuerte resistencia social y popular frenteal neoliberalismo, y a todo lo largo y ancho de nuestra geografa sedan miles de experiencias alternativas profundamente innovadoras yde impacto local efectivo, que logran afectar poderes locales. Estos,a menudo, emplean la violencia para defender y mantener susprerrogativas.

    Por ltimo, no podemos perder de vista que la magnitud de lastransformaciones que vive actualmente el continente, impone la idea

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    de que las demandas de justicia (estrechamente asociada a laproblemtica de la violencia) no pueden entenderse hoy solamentecomo demandas levantadas a partir de opciones de carcter moral,tico o religioso, sino que se trata de cuestiones de vida o muerte,necesarias, para la mayora de la poblacin latinoamericana, conindependencia de toda creencia. Del mismo modo, el carcter detales transformaciones nos exige una revisin profunda de losconceptos macro a partir de los cuales interpretamos la realidad yorientamos nuestra accin, incluidos los tradicionales conceptosreferentes a la violencia y las imaginaciones y paradigmas culturalesque al respecto pretenden imponerse hoy.

    1. GLOBALIZACIN Y VIOLENCIA

    La expansin del capitalismo liberal a nivel mundial encontr enel siglo XX tres obstculos importantes. El socialismo histrico, laemergencia de un nacionalismo desarrollista en el Tercer Mundo juntoa la derrota del colonialismo, y el llamado estado social de bienestar.Estos tres grandes movimientos de resistencia al liberalismoeconmico no impidieron el proceso de expansin de las relacionescapitalistas a nivel mundial, pero lograron regular y en cierto sentidoredireccionar las tendencias globalizantes de la economa. Puedenentenderse como fuerzas que establecieron, sobre las tendencias delsistema econmico, lmites polticos importantes en el campo de laconcertacin social y poltica de las clases y naciones, y tambin enlas relaciones internacionales. En ese contexto surgieron las NacionesUnidas y toda una institucionalidad y legislacin internacional decarcter progresista (a pesar de su ineficacia).

    No obstante, el conflicto entre la expansin capitalista a nivelmundial y los nuevos escenarios de intervencin social y poltica dela economa se mantuvo latente. De manera que en finales del sigloXX, tales proyectos entraron en franca crisis, al tiempo que se

    G. GUTIRREZ: VIOLENCIA Y PAZ EN LA COYUNTURA L.A. ACTUAL

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    fortalecieron los sectores ms agresivos y expansionistas del capitalinternacional. As fue posible un relanzamiento de la expansin glo-bal capitalista. Una nueva estrategia de globalizacin fue tomandoforma desde los aos sesenta y se impuso ya en los aos noventa.

    El pensamiento econmico y finalmente la ideologa que impulstodo este proyecto en los ltimos 30 aos, es lo que llamamosneoliberalismo. Por esta razn hablamos de globalizacin neoliberal,o globalizacin en curso, sealando que no es la nica posible, quees producto de una concepcin y estrategia determinada, que no esinevitable y puede ser modificada.

    Recientemente, la estrategia de globalizacin ha experimentadoun cambio sensible. De haber sido impuesta mediante mecanismosinternacionales econmicos (deuda) y polticos (presin de los organis-mos internacionales) combinados con gobiernos militares o democraciasmilitarizadas al interior de nuestras naciones, hoy esa estrategia seendurece con mecanismos polticos y militares de alcance planetario,impuestos unilateralmente por la nica superpotencia imperial queson los Estados Unidos. La respuesta dada por el gobierno de Bush alos atentados del 11 de septiembre puso en evidencia tendencias queya venan manifestndose, pero que tras el atentado terrorista, tomanfuerza y se manifiestan de manera cada vez ms clara.

    La primera, que el impacto de las polticas de ajuste ha sido tanalto para todos los sectores de la sociedad, que se hace cada da msdifcil imponerlas por los medios usuales. El fracaso del AcuerdoMultilateral de Inversiones (AMI) y la emergencia del movimientoantiglobalizacin, pusieron en evidencia que profundizar la estrategiade globalizacin requera instrumentos adicionales y reforzar laestrategia con fuertes componentes de carcter coercitivo, inclusode tipo militar (paso del mercado total al poder total).

    La pretensin del capital y el Estado norteamericano, de asumirel liderazgo de la nueva configuracin de poder mundial, expresa

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    una segunda tendencia que puede formularse como el paso de unapoca de imperialismos hacia una poca de Imperio. La quiebra delas economas asiticas producto de manipulaciones financieras, pusoen evidencia que tras los acontecimientos econmicos se estabandesarrollando estrategias geopolticas tendientes al debilitamiento delos pases asiticos incluido Japn. Tanto en la guerra del Golfo comoen la de Kosovo, el poder norteamericano cumpli un rol hegemnicoindiscutido entre las superpotencias. En este caso fue notable elmodo cmo impuso a Europa la guerra, y provoc de manera abiertaa China (al bombardear su embajada) y a Rusia (al bloquear el pasode sus submarinos). La respuesta norteamericana al atentado contralas torres demostr que esa postura no era ya una tentativa, sino unhecho al cual el mundo debe responder. Esto significa que entramospoco a poco en un nuevo mundo en el cual se erige un solo podermundial a cuyas iniciativas hay que adherirse o someterse si se quiereevitar una agresin total por parte del mega-poder.

    La guerra antiterrorista se ha convertido en el recursopretendidamente legitimador de este nuevo poder que emerge. A ladestruccin de Afganistn sigue la del pueblo palestino y su luchapor la independencia, la autonoma y el territorio. Esta poltica deexterminio (como lo refleja la masacre de Jenin) muestra lo que esperaa toda oposicin o disidencia en cualquier lugar del planeta, ya quela guerra antiterrorista ha definido su enemigo de una manera tanamplia que bien podra decirse que incluye a todo aquel que no aceptelas decisiones del gran poder, independientemente del contenido deellas.

    Este nuevo contexto augura un recrudecimiento de la violenciaespecialmente en todas aquellas regiones, naciones o movimientossociales y polticos que impugnan la estrategia de globalizacin y elentreguismo de las elites de la regin. En nuestro continentesobresalen los casos de Colombia, Venezuela, Argentina y Cuba, peroen cada nacin sobresalen actores especficos (movimiento sin tierraen Brasil, movimiento indgena en Ecuador, etc.)

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    En Amrica Latina, este nuevo momento de la estrategia deglobalizacin se manifiesta de una manera muy clara. Anuncia unintervencionismo mucho mayor que el conocido hasta el presente.2Anuncia un aumento del militarismo en el Continente, mediante elPlan Colombia y el Plan Puebla Panam. El Area de Libre Comerciopara las Amricas (ALCA), un autntico proyecto de control de laseconomas y recursos naturales de la regin por parte del capitalestadounidense, se presenta como el siguiente paso de la insercinde Amrica Latina a la globalizacin. El ALCA incluye las medidaspropuestas por el AMI y el control privado de los recursos naturalesdel Hemisferio (incluida el agua y la biodiversidad). El significadode este nuevo momento de la estrategia de globalizacin es enprincipio la mayor amenaza contra los derechos humanos en elcontinente, especialmente los econmicos, sociales y culturales.3

    Un caso bastante ilustrativo de la nueva poltica hemisfrica delgobierno de los Estados Unidos fue la reciente Cumbre de NacionesUnidas realizada en Monterrey, para analizar problemas globales comola pobreza y el financiamiento al desarrollo. Fue notoria, en esaCumbre, la absoluta negativa de los gobiernos a escuchar la voz delas organizaciones sociales, las ONG y las Iglesias. Es tal el poder depresin y sometimiento del poder norteamericano, que quiebra unatradicin mexicana de poltica internacional (con relacin a Cuba y alos derechos humanos). No deja de ser ilustrativo el que, tras laCumbre, Bush decida visitar El Salvador el mismo da del asesinatode Monseor Romero.

    Un anlisis sobre violencia y paz en nuestro continente no debe,pues, dejar de lado este primer aspecto de la cuestin. El fallidogolpe de Estado contra el gobierno de Chvez en Venezuela sealael nuevo camino de intervencin decidido por la Casa Blanca en elcontinente.

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    2. LA VIOLENCIA SOCIAL Y COTIDIANATAMBIN FORMA PARTE DE LA GLOBALIZACIN

    La globalizacin no slo se manifiesta violenta, o un foco deviolencia, por sus estrategias. Tambin se manifiesta como un focode violencia por sus efectos e impacto en la vida cotidiana de nuestrassociedades. Hablamos a menudo de violencia social, pero es muchoms que eso.

    En el ao 1992, tras fuertes debates internos, la ONU, por mediodel PNUD, public un informe sobre la pobreza mundial, que causmuchas reacciones a nivel mundial, desde sorpresa, indignacin,rechazo, etc. Dicho informe constataba la existencia de una profundadesigualdad mundial tendencialmente creciente.4 Constataba que seprofundiza el abismo entre pases desarrollados y pasessubdesarrollados, entre ricos y pobres al interior de cada uno de lospases, entre zonas urbanas y rurales, regiones centrales y perifricasdentro de cada uno de los pases.

    Segn dicho informe, los 350 ms ricos del mundo percibenanualmente rentas superiores a las del 45% de la poblacin mundial(cerca de 3.000 millones de seres humanos). Esto ya de por s esescandaloso. Pero el mayor escndalo del mundo de hoy es que ms dela mitad de esa poblacin pobre en el mundo, se debate a diario entrela vida y la muerte a causa de su pobreza. Este es el hecho mayorfrente al cual debe pronunciarse una autntica tica y teologacristianas. El escndalo mayor no es la profunda desigualdad en s,sino la condena de millones de seres humanos a una muerte prematura, o amal-vivir en la carencia total por causas asociadas a dicha desigualdad.

    En los ltimos cuarenta aos, Amrica Latina y el Tercer Mundohan sufrido una dramtica transformacin que se manifiesta en todoslos mbitos de la vida social. Esa transformacin puede designarsecomo el paso de un contexto utpico, inclusivo y con referentes

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    universalistas, a un contexto de incertidumbre y caos, de exclusin ycuyo principal referente es el de la guerra por la sobrevivencia.5

    Desde los aos sesenta result evidente que la bsqueda decaminos de desarrollo en el Tercer Mundo pasaba por trascendentalesdecisiones polticas que rompieran los marcos de la dependenciaeconmica, poltica y cultural respecto a los centros de poder impe-rial mundiales, y el capital transnacional en ascenso. En AmricaLatina, esa bsqueda fue violentamente sofocada por la va delterrorismo de Estado y la intervencin directa norteamericana. Elcambio de estructuras necesario para el desarrollo, fue reemplazadopor el ajuste estructural neoliberal. Las dictaduras militares no sloaplastaron los movimientos independentistas, sino que transformaronlas estructuras econmicas y polticas heredadas del desarrollismo.

    Las polticas de ajuste estructural significaron en grandes lneasla apertura total de los mercados internos a los bienes, servicios ycapitales financieros transnacionales, la reorientacin de la estructuraproductiva hacia la exportacin de materias primas y productosagrcolas, la eliminacin de toda estructura y responsabilidad socialpor parte del Estado, la privatizacin de los servicios pblicos yempresas estatales, el desmonte paulatino de la legislacin laboral ysocial, al tiempo que una guerra total contra los sindicatos y demsmovimientos sociales y polticos de corte reivindicativo.

    Este nuevo modelo profundiz an ms la dependencia de nuestrassociedades. A la apropiacin de excedentes por parte de los capitalesextranjeros va inversin directa, al intercambio comercialdesfavorable y la deuda externa cada da ms destructora, se sum laentrega, a precios irrisorios, de las empresas pblicas al capital privadoy extranjero; se abrieron espacios para los capitales especulativos yse crearon enclaves industriales que recuerdan los modos deexplotacin de principios del siglo XX.

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    A nivel social el costo es mayor. La quiebra de las pequeas ymedianas industrias, tambin de grandes empresas que no logran inser-tarse en los circuitos internacionales de capital. El empobrecimientocreciente de las capas medias, implantacin de contratos a trminofijo, desmonte de la seguridad social, aumento del desempleo, delsector informal y de la poblacin considerada en la lnea de pobrezay debajo de ella. En contraste, hay una elite cada vez ms reducida yopulenta, que ha perdido todo referente nacional, que vive y reclamauna ciudadana universal, acorde con la cotidianidad de su modode pensar y sus hbitos de trabajo y consumo totalmente globalizados.

    Hoy, todos los grupos de la sociedad viven una cotidianidad decreciente incertidumbre. Los pequeos y medianos empresarios vivenbajo la sombra de la casi inminente quiebra. El empleado vive bajola sombra del despido. El desempleado, el subempleado, el trabajadorinformal y el del rebusque, bajo la amenaza de una sobrevivenciacada da ms precaria y azarosa.

    La creciente incertidumbre y la precariedad traen consigo ladesesperacin, la prescindencia de los referentes de sociabilidad, lainseguridad, la migracin y la proliferacin de acciones econmicascomo el robo, la corrupcin, la prostitucin, el trfico de drogas, etc.El nuevo cielo que trae la sociedad consumista y que se presenta adiario a los ojos de la excluida y el precarizado como posible, exacerbala bsqueda desesperada y a menudo descriteriada de recursos.

    Esta situacin no es exclusiva de Amrica Latina. Es generalizadaen el Tercer Mundo y se hace presente tambin, en menor medida,en el primer mundo: desempleo estructural, drogadiccin, inse-guridad, informalidad, fragmentacin de la vida social, ruptura delos vnculos comunitarios fundamentales, incertidumbre laboral,desmonte del Estado social, especulacin financiera con los fondosde pensin y atencin a la vejez, creciente poder de las transnacionalessobre las decisiones nacionales, corrupcin, violencia social creciente,violencia contra los migrantes, etc. La globalizacin neoliberal, en

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    pocas palabras, ha aplastado en nuestros pases los derechos humanosde la persona, y los derechos econmicos, sociales y culturales denuestras naciones y pueblos. Esta violencia estructural no aparecenormal o usualmente asociada a las estrategias de la globalizacin.Es en este contexto de violencia estructural que emerge la violenciacotidiana, la que nos hace sentir cada da ms insegura la existencia.

    Quiz el impacto ms grave de esta creciente polarizacin einseguridad en nuestras sociedades, asociada a la crisis desobrevivencia y la exacerbacin de la competencia entre todos losgrupos de la sociedad y al interior de cada uno de ellos, es la crisis delos vnculos de sociabilidad y de la institucionalidad correspondiente en lamayora de nuestras naciones. En Amrica Latina ste es un foco deviolencia a menudo ms silencioso pero mucho ms letal que el delas estrategias de dominacin imperial con el cual est directamenterelacionado. Esta polarizacin creciente es una amenaza para todos ytodas y ya no slo para los sectores empobrecidos o excluidos.

    No es gratuito el crecimiento acelerado de la inseguridad.Inseguridad de quienes son lanzados a una vida delictiva a fin desobrevivir o encontrar un lugar en la sociedad, inseguridad de losincluidos que sienten constante asedio a sus recursos econmicos.El crecimiento de la inseguridad ciudadana y de inseguridad laboralpromueve nuevas esferas de mercado. Economas de la muerte,mercado de armas, de drogas, ocupan un lugar creciente en laeconoma mundial, en un sistema que hace tiempo abandon lasatisfaccin de las necesidades humanas como criterio de eficiencia,y se ha lanzado ciego a la bsqueda del lucro fcil en las esferasespeculativas e ilegales de la economa de mercado. Junto a estasactividades de alto riesgo, un creciente y promisorio mercadorelacionado con la seguridad privada. Hoy en da el 60 o 70% de laseguridad est en manos de compaas privadas. El mercado pro-duce la inseguridad y alimenta la criminalidad, pero al mismo tiempoofrece el antdoto: ms seguridad privada y ms militarizacin so-cial. Se trata de un camino hacia la autodestruccin de la sociedad

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    por la va de la violencia creciente en las sociedades, una violenciaque ya no brota slo de las estructuras de poder estatal, sino quebrota del propio interior de nuestras sociedades, producto del propioorden socioeconmico impuesto. Cuando el eje de la vida social es ellucro y el consumo desbordante aparejados de una exclusin creciente,la violencia es uno de los muchos caminos para sobrevivir, para elenriquecimiento rpido, para alcanzar las promesas de consumo a lavista, etc.

    La lucha desesperada de sobrevivencia se sita a menudo en lapropia lgica del sistema. Vendedores ambulantes, prostitutas y demstrabajadores informales se pelean entre s por un espacio de calle, sulugar de trabajo. Comerciantes limpian sus aceras de mendigos eindigentes que afean su frente y espantan al cliente. Muchasdisputas familiares o barriales se resuelven por medio de las armas omediante la contratacin de servicios especializados en quitar deen medio a quien estorbe. Bandas de barrio brindan seguridad alvecindario o logran imponerse a la comunidad mediante intimidaciny terror. Los grupos medios se refugian en sus condominios cerradoscon seguridad privada y los poderosos en sus bnkeres rodeados deguardespaldas. Parecieran escenarios propios del cine, pero sonpaisajes de muchas de las grandes urbes de nuestra Amrica Latina.

    La polarizacin social y la fragmentacin del tejido social queproduce el orden neoliberal de la sociedad en la que cada cual tieneque salvarse como pueda, conduce a la paramilitarizacin de lasociedad y a la exacerbacin de la violencia privada. Cada pequeogrupo o clan tiene necesariamente que armarse como pueda paraencontrar su nicho en la sociedad de mercado total o paradefenderlo. As, al tiempo que el orden neoliberal alimenta ladestruccin del Estado (en lo social) y fortalece la militarizacinestatal, al mismo tiempo alimenta la conformacin de grupos deseguridad privada que no son otra cosa que la antesala de laparamilitarizacin de la sociedad.

    G. GUTIRREZ: VIOLENCIA Y PAZ EN LA COYUNTURA L.A. ACTUAL

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    Las actuales tendencias, de creciente polarizacin y violencia so-cial, de inseguridad de la vida cotidiana, de expansin de las economasilegales (droga, armas, contrabando, venta de rganos, prostitucininfantil, etc), son todas ellas amenazas de muerte que pesan en nuestrodiario vivir. Una reflexin sobre la violencia en el continente pasanecesariamente por el anlisis de esta dimensin. Constituye un desafopara las iglesias, muchas de las cuales persisten en que la causa deesta situacin es la crisis de valores, enfrentndose a menudo con losefectos y no con las causas de la situacin.

    3. LA LUCHA POR LAS ALTERNATIVASY LOS ESPACIOS LOCALES Y DE REGIN

    En Amrica Latina, el modelo neoliberal se encuentra en unprofundo estado de deslegitimacin. En la gran mayora de lapoblacin genera un profundo desacuerdo y rechazo. Slo gruposmuy reducidos lo defienden. Es tal el rechazo, que los mismos gruposque lo implementan, tanto por inters propio como por presin ex-terna, lo hacen sin hacer de dicha poltica una bandera; al contrario,tratan hoy en da de negar que lo que hacen es neoliberalismo, oevitan caracterizar sus acciones y proyectos. Muy pocos,especialmente los fundamentalistas y los escritores a sueldo en losgrandes medios de comunicacin, son los que todava lo reivindicancon cada da ms cautela.

    Pero una cosa es legitimidad y otra poder. As como notamos queen los sectores populares, clases medias y sectores importantes de laempresa privada y del Estado, el rechazo al neoliberalismo escompleto, as mismo, dadas las relaciones de poder, muchos de estossectores callan e intentan mantener abiertos pequeos espacios denegociacin para bien propio. Esto es comn especialmente en lossectores empresariales, en los grupos medios y en los sectores de laburocracia estatal.

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    El rechazo al neoliberalismo en nuestras sociedades es tal que hasido retomado como bandera electoral muchas veces por propioscandidatos del sistema poltico tradicional o por algunas de susvariantes populistas. Sin embargo, una vez en el gobierno, losverdaderos dueos del poder, tanto nacionales como extranjeros, hanimpuesto sus decisiones y voluntades, y las promesas electorales sehan quedado en simples promesas. En realidad, es poco el margen decualquier gobernante hoy en da en Amrica Latina. Las decisionescentrales ya no se toman en el ejecutivo. Los gobiernos de turnoescasamente imponen su estilo; pero el contenido de fondo de laspolticas gubernamentales es trazado por los organismos interna-cionales de crdito, financiamiento y comercio, y por el Departamentode Estado norteamericano. La dificultad de deslindarse de estemodelo ha sumido a la mayora de partidos tradicionales delcontinente, al propio sistema poltico y al Estado, en una profundacrisis.

    No hay indicio alguno que nos permita esperar cambios sustantivosdesde las estructuras de poder. Al contrario, entre mayor es lainseguridad y el caos producidos por el modelo neoliberal de sociedad,mayor es la militarizacin de la vida social tanto estatal como privada.Por tanto, en vistas a un anlisis de las posibles alternativas, hemosde examinar las formas de resistencia y los proyectos de cambio quelos distintos grupos humanos y personas vienen adelantando de tiempoatrs, y los que pueden madurar en los prximos aos.

    Cuatro son las formas actualmente predominantes de esaresistencia y lucha por alternativas en Amrica Latina hoy.

    Primero, la impulsada por aquellos pases donde se desarrollanprocesos profundos de cambio; se da una dura lucha por la defensade la soberana y del inters nacional con contenido social, como sonlos casos de Cuba y Venezuela. Estos dos pases y gobiernos soportanen la actualidad el peso de una poltica de bloqueo y conspiracinnorteamericana, profundamente preocupada por la creciente

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    inestabilidad de la regin y la posibilidad de que estas dos experienciaspuedan ser alicientes fuertes a procesos de cambio en el continente.Tanto el reciente golpe de Estado contra el gobierno venezolano deHugo Chvez, orquestado por el gobierno norteamericano, como lapoltica de bloqueo y de aislamiento de Cuba, son la mejor prueba deque cualquier camino alternativo trazado por el sistema neoliberaldebe prepararse para enfrentar todo el poder de la desinformacin,el bloqueo econmico, la conspiracin, el aislamiento en las relacionesinternacionales y otros medios de guerra de que es capaz el Imperio.Aunque pocas son las naciones en las que se dan condicionesfavorables al establecimiento de gobiernos similares a los de estosdos pases, no deja de preocupar al Imperio la desestabilizacin tanprofunda que viven actualmente sociedades como la colombiana, laargentina y la ecuatoriana.

    La segunda se expresa en fuertes movimientos nacionales deprotesta que son, o bien, reacciones a una situacin de crisis antesque la maduracin de un proyecto social alternativo (como el casodel cacerolazo argentino), o bien, movimientos sociales o polticosde mayor consistencia organizativa pero que no logran articular unaclara alternativa nacional y popular (como el caso de Ecuador, Brasil,Mxico o Uruguay). Hemos asistido en los ltimos diez aos a laconsolidacin de proyectos polticos alternativos con posibilidadesde gobierno como el PRD en Mxico, el PT en Brasil, el Frente Ampliode Uruguay, el FSLN en Nicaragua. Tambin al surgimiento deimportantes movimientos y organizaciones sociales de carcternacional y con una gran influencia poltica en nuestras sociedades,como son el movimiento indgena en Ecuador, o el movimiento delos Sin Tierra en Brasil. Todos ellos expresan la maduracin deproyectos sociales y de centro izquierda que luchan por lademocratizacin de sus respectivas sociedades y la implementacinde un modelo de desarrollo alternativo al neoliberalismo. Enocasiones tienen muchos conflictos con movimientos locales,regionales y sectoriales sobre su concepcin de la poltica, de la

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    unidad, de la democracia al interior de los procesos alternativos, dela participacin en el campo institucional, etc. No logran convocarde manera contundente a las mayoras nacionales ni populares, ytampoco estn exentos de algunos de los vicios propios del sistemapoltico. Sufren estos proyectos el ataque de todo el poder disponibledel sistema (medios de comunicacin, instituciones estatales, capi-tal privado). A pesar del desgaste, y sus vaivenes internos, semantienen y son fuerzas de gran importancia a la hora de buscarconsensos y aliados en la lucha contra el neoliberalismo.

    En tercer lugar, la lucha desarrollada por movimientos armadosque, en el Continente, se reducen al caso de la insurgencia colombiana(Farc-Eln) y al zapatismo. Se sitan en una coyuntura absolutamentedesfavorable para este camino de confrontacin, en la cual la luchaarmada de carcter popular e insurgente se encuentra en un momentode no-vigencia a nivel continental y regional (a diferencia de losperodos de los aos sesenta y setenta en todo el continente, y de losochenta especialmente en Centroamrica). No obstante tienen ungran peso como factores de inestabilidad regional, particularmenteel caso colombiano para la zona andina. Especialmente en el primercaso, son cuestionados sus conceptos y mtodos de trabajo, en surelacin con las comunidades, a menudo autoritarias y de corte msmilitar que poltico, as como su dbil capacidad de enfrentar el poderde manipulacin meditica del poder. No han logrado encontrar unarespuesta adecuada y eficaz contra la estrategia paramilitar, lo cualha implicado costos altsimos a la poblacin civil. Tampoco lograntransformar una correlacin poltica y militar de fuerzas que les esdesfavorable, sin tomar en cuenta que en varias ocasiones han cadoen violaciones del derecho internacional humanitario lo cual les haacarreado importante prdida de legitimidad ante la comunidadinternacional y la sociedad civil. Caso distinto es el zapatismo queaunque militarmente es una fuerza muy dbil en comparacin conlas anteriores, en trminos polticos tiene una gran fuerza e influenciano slo nacional sino tambin internacional.

    G. GUTIRREZ: VIOLENCIA Y PAZ EN LA COYUNTURA L.A. ACTUAL

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    Dado el carcter del sistema actual, las fuerzas que propugnanalternativas de confrontacin armada provocan por parte del poderuna estrategia de tierra arrasada contra la poblacin civil, y deimplementacin del barbarismo paramilitar, de manera que no slono logran sus objetivos sino que agudizan el militarismo yautoritarismo del poder. El conflicto armado desemboca a menudoen un conflicto de aparatos en el cual el pueblo termina siendo elgran damnificado, independientemente de la intencionalidad de losmovimientos armados de izquierda. La estrategia contrainsurgenteactual del imperio consiste en descomponer social e ideolgicamenteel conflicto armado (como es el caso de Colombia).6 Slo el zapatismoha logrado neutralizar la estrategia contrainsurgente en la medida enque ha centrado sus esfuerzos en el accionar poltico y ha logradoelaborar un discurso alternativo que, ni ha podido ser instrumen-talizado por el poder, ni deslegitimado por la accin perversa de losmedios de comunicacin al servicio de la contrainsurgencia. A pesarde todo, el zapatismo tambin ha enfrentado la ceguera y la sorderadel poder, ha sufrido la provocacin constante, se enfrenta a unapoltica de mentira, de minimizacin e invisibilizacin del conflicto,y a una guerra constante de desgaste.

    Por ltimo, la forma de lucha ms generalizada en el continentees la autntica explosin de luchas especficas, locales, regionales opor sector, que intentan articular espacios concretos de sobrevivenciay resistencia, y en algunos casos intentan desarrollar experienciasalternativas de carcter local, destacndose en este campo laemergencia de los poderes municipales en manos de movimientoscvicos que intentan reorganizar la vida municipal de nuevo modo,con criterios ticos y sociales como rectores de la organizacin local.Economas informales, economas solidarias y comunitarias deresistencia orientadas por criterios de vida antes que por criteriosmercantiles, de competitividad, eficiencia y clculo; nuevosmovimientos sociales (cvicos, tnico-raciales, de mujeres, de jvenes,ecolgicos, etc.) y Organizaciones No Gubernamentales (ONGs);proyectos de recuperacin de las culturas autctonas locales;reconstruccin de las organizaciones ms antiguas de tipo sindical y

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    campesino con una mayor apertura hacia lo cvico y comunitario,muchas de ellas vinculadas a movimientos internacionales, sonexperiencias que se difuminan por miles en nuestro continente, queno logran conmover al poder, pero no por ello dejan de ser semillasde un nuevo mundo y sociedad por venir.

    En este concierto de voces plurales procedentes del mundo de lopopular y comprometidas con ese mundo, se enmarcan movimientoseclesiales de gran impacto local y regional, de corte tanto catlicocomo protestante, religiones populares, indias y afroamericanas eincluso algunos orientalismos vinculados ms a la salud natural y a lapromocin de estilos de vida alternativos al consumismo, almercantilismo y a la mentalidad de depredacin tpicas del modooccidental de cultura. Es interesante notar cmo todas estas formasalternativas, inmersas en su lucha econmica y poltica, vinculan comoelemento central la bsqueda de otro modo de vivir la vida ycomprender el mundo; se trata de una dimensin cultural quetrasciende las urgencias coyunturales y se sita en un terreno propiode las transformaciones profundas y de tiempo largo.

    Todas estas fuentes de desafo al orden productor de caos que esel neoliberalismo, se identifican en muchas de sus ideas bsicas, ancuando actan a menudo de manera separada y con dbilesarticulaciones. En pocas coyunturas convergen. Sin embargo, sonlos caminos que se expresan hoy en da.

    En trminos de la construccin de alternativas podemos decirque no vivimos tiempos de construccin de nuevas sociedades o detriunfos populares en el corto plazo. No obstante, el potencialdesestabilizador del neoliberalismo es tal que no podemos descartaren aos venideros situaciones que hagan posible el ascenso degobiernos democrticos que intenten al menos revertir los procesosdestructivos del neoliberalismo. Tampoco podemos descartarprocesos de militarizacin en el continente, exacerbacin de laviolencia, o resurgimiento de populismos de derecha.

    G. GUTIRREZ: VIOLENCIA Y PAZ EN LA COYUNTURA L.A. ACTUAL

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    Dentro de todo ese complejo panorama de las alternativas haycambios profundos y promisorios por los cuales apostar. Uno de elloses la emergencia de los procesos de control local y municipal porparte de las izquierdas y los movimientos cvico-populares, queintentan promover modos alternativos de convivencia y participacinpopular y ciudadana. No se trata de procesos de cambio estructuralpero se inscriben en esa lnea. No dejan de sufrir a menudo la ofensivade los poderes centrales, pero al arraigarse en las necesidades de laspropias comunidades y promover su participacin en la bsqueda desoluciones viables a los problemas ms urgentes, tienen una fuerzaque no es posible debilitar fcilmente. Estos nuevos espacios integrande mejor manera los nuevos movimientos y las nuevas demandassociales y culturales de la poblacin. Muestran que si bien las luchasalternativas en el continente no tienen la fuerza de doblegar lospoderes centrales, pueden enfrentar poderes regionales con mejoresposibilidades y reconstruir relaciones e instituciones de convivenciaen los espacios locales y de regin. Hoy en da la mayora de losgobiernos municipales en Amrica Latina han escapado del controlde los partidos tradicionales y aunque no todos se inscriben en unaalternativa popular, reflejan cambios profundos en el mapa polticodel continente, un mapa que an no se reorganiza con claridad. Esen el interior de ese proceso donde las izquierdas y los movimientossociales y populares han logrado sus mejores victorias. Victorias quizno definitivas pero s victorias de gran trascendencia en trminos deaprendizaje y construccin de alternativas, as como de debilitamientode los factores de violencia.

    4. NUEVAS TAREAS Y PERSPECTIVAS

    En una visin de conjunto, podemos afirmar que actualmenteasistimos en Amrica Latina a la emergencia de viejas-nuevaspreocupaciones y temas en la agenda de los movimientos populares,formulados de manera distinta a como se pensaron en el pasado;

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    temas que reaparecen, unos ya estn puestos en la agenda de muchosmovimientos, otros an no lo hacen con fuerza, otros se insinan,etc. Por ejemplo,

    4.1 La emergencia y construccin de una sociedad civil fuerte yalternativa, que se define a s misma como independiente delEstado pero tambin del sistema actual de propiedad privadacapitalista y de mercado total. Este es un proceso que se da alinterior de cada una de las naciones pero tambin a escala mundial,por ejemplo, en el movimiento anti-globalizacin y en el ForoSocial Mundial.

    4.2 La idea de que es urgente una nueva construccin de sociedad,nacin y pas como respuesta a la polarizacin econmica y so-cial, a la crisis de la convivencia y de las instituciones vinculantesde la diversidad social producidas por el neoliberalismo. Estoimplica asumir el reto y el costo de la soberana en el contexto deun mundo de creciente interdependencia.

    4.3 Recuperacin de lo local y comunitario fortalecido con gobiernosmunicipales. Este es un proceso que en Amrica Latina se dahoy a nivel muy amplio. En ese contexto, los nuevos movimientosy procesos se relacionan con el Estado de una manera distinta apartir de estas experiencias de control municipal.

    4.4 La posibilidad de recuperar la idea de desarrollo y de la polticaen el sentido de discernimiento de los rumbos de una nacin yde los modos de construir los consensos como camino necesariopara la bsqueda del bien comn.

    4.5 Tambin es evidente en la Amrica Latina de hoy, la conviccinde que nada de esto es posible sin la construccin de un nuevotipo de espiritualidad y subjetividad en lo cual juegan un rol cen-tral las culturas, el arte, la salud, las relaciones de gnero, el rolde los jvenes, las relaciones sociales ancestrales y populares,

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    las religiones y religiosidades populares, el ecumenismo prcticoy el verdadero dilogo y encuentro de religiones y culturas. Apartir de transformaciones en estos terrenos se modifican tambincampos de las relaciones sociales. Ya hace tiempo se est dandoun reencuentro con el universo simblico mtico de lo popular ycon los quehaceres y creaciones de los pueblos que a menudo nose manifiestan de manera pblica ni organizada y la lucha por lare-construccin de nuestras naciones como naciones pluritnicasy plurinacionales.

    4.6 Parte de esta reconstruccin de vnculos societales incluye concada da mayor fuerza a toda nuestra poblacin migrante quehoy lucha en los pases desarrollados por abrirse un espacio devida en este mundo excluyente, y dentro de la cual crece laconciencia, la organizacin y la accin solidaria hacia sus pueblosde origen y contra la discriminacin y exclusin que sufren dentrode los auto llamados fortines de la libertad, la democracia y eldesarrollo. Igualmente se integra dentro de un proceso global deresistencia y transformacin al actual proceso de globalizacin,uno de cuyos espacios privilegiados de encuentro es el delllamado Foro Social Mundial, espacio para compartir experien-cias y sueos, ampliar horizontes, aunar esfuerzos y promoveracciones que puedan contribuir a conmover los propiosfundamentos del orden mundial actual y avanzar en laconstruccin de alternativas.

    5. CONCLUSIONES

    La crisis producida por el neoliberalismo en todas las sociedadesdel continente dej ver en los aos noventa que la violencia polticaabri espacio a un modo de violencia mucho menos espectacularpero mucho ms destructiva: la violencia econmica, social ycotidiana, que ha transformado profundamente las maneras de viviry las estructuras e instituciones vinculantes y de convivencia. A la

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    crisis en las condiciones de vida de los pueblos latinoamericanos seha sumado la crisis institucional y con ello, poco a poco a la propiacrisis de deslegitimacin del neoliberalismo en el continente.

    A finales de los aos noventa esta crisis era evidente y pudimosconstatar el an dbil pero innegable fortalecimiento de los movi-mientos de resistencia y de bsqueda de alternativas tanto en el planopoltico como en el social y cultural. Ante tal crisis, el sistema harespondido con un nuevo proyecto de dominacin en el cual la fuerzay el componente militar vuelven a colocarse a la orden del da, y unanueva fase de contraofensiva imperial amenaza con recrudecer laviolencia y el terror en nuestras sociedades. Al tiempo se intentaprofundizar con el ALCA, el modelo neoliberal ya casi agotado.

    Ante esta situacin, mientras que crece en el continente el rechazoal neoliberalismo, crece el temor y la sumisin de los gobiernos frentea la nueva poltica norteamericana para el Hemisferio. Esto puedeconstatarse en acontecimientos recientes (fallido golpe de Estado enVenezuela y endurecimiento en la poltica hacia Cuba doblegandotradicionales relaciones de respeto mutuo a la soberana como lasexistentes entre Mxico y Cuba).

    Aunque se ampla el espectro de grupos sociales susceptibles dealinearse en un proyecto alternativo al neoliberalismo (en las capasmedias de la poblacin y sectores empresariales golpeados por laspolticas de apertura al capital transnacional), es la propia dinmicade los movimientos sociales y partidos polticos ms vinculados alos trabajadores y sectores ms pobres de la sociedad la que puedeconcitar la participacin decidida de todos los posibles aliados enproyectos que demandan un costoso acto de soberana y rebeldafrente al poder dominante.

    En esa lnea cuatro formas de resistencia son las ms relevantesen el continente: la de los gobiernos y pueblos de Cuba y Venezuela;la de los movimientos sociales de carcter nacional; la de los partidos

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    polticos de centro izquierda que en algunas de nuestras nacioneshan logrado importantes avances polticos y organizativos como elcaso de Ecuador, Brasil, Mxico, Nicaragua; y lo ms relevante, laemergencia de los poderes municipales, locales y de regin que sonlo ms generalizado en todos los pases de Amrica Latina. Casoespecial son la resistencia zapatista y la insurgencia colombiana, enun contexto donde este camino de resistencia se encuentra en unmomento de fuerte decada.

    Siendo estos procesos de resistencia modos de enfrentar laviolencia sistmica, enfrentan a su vez una respuesta violenta delpoder tanto a nivel hemisfrico como a nivel de nacin y tambin deregin. De este modo, esa naciente emergencia de alternativasconstatadas en finales de los aos noventa enfrenta actualmente unacoyuntura de fuerte regresin por parte del poder.

    Qu resultar de este nuevo momento es algo que no puedepreverse, por lo cual no pueden destacarse procesos de militarizacinde las sociedades latinoamericanas o de regiones importantes delcontinente. Pero al mismo tiempo no puede descartarse que en algunasnaciones puedan fuerzas progresistas promover polticas deenfrentamiento a la destruccin que ha producido el neoliberalismo,todo esto dentro de un contexto general en que las alternativas y lasvictorias populares no estn en el orden del da como posibilidad.

    La apuesta ms importante a resaltar es la proveniente de losprocesos locales y regionales que a todo lo largo y ancho del continentevienen fortalecindose y amplindose en medio de no pocasdificultades. Es al interior de esos procesos donde han podido confluirformas nuevas de los movimientos sociales y populares del continente,donde convergen movimientos eclesiales con organizaciones socialesy con organizaciones que promueven como importante componenteun cambio cultural profundo que transforme los modos tradicionalesoccidentales de vivir la vida, las relaciones humanas y concebir elmundo y la naturaleza; son los caminos donde transita hoy la

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    esperanza, se refuerza la utopa y se siembran las semillas del cambionecesario.

    Toda esta situacin implica un gran reto a las Iglesias latino-americanas, no slo en el campo de acompaar estos procesos deresistencia y bsqueda de alternativas a la crisis existente, sino tambincomo una de las pocas instituciones que a pesar de todas susdeficiencias y debilidades, pueden contribuir a establecer puentesentre los diferentes sectores de la sociedad a fin de construir de unnuevo modo nuestras sociedades, nuestras naciones y nuestros pases.

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    Notas

    1 El primer 11 de septiembre de nuestra historia reciente latinoamericana es el delgolpe militar chileno de 1974, orquestado desde la Casa Blanca, que signific elasesinato de Salvador Allende y de la experiencia democrtica del gobierno de laUnidad Popular, y que inaugur en el Continente un largo perodo de dictadurasmilitares, pero ms importante an, la emergencia de la dictadura del nuevo ordenneoliberal.

    2 Como lo revela el fallido golpe de Estado contra el gobierno de Chvez enVenezuela, orquestado por el gobierno norteamericano.

    3 Aunque no sobra recalcar, que el alcance de las amenazas depende tambin de lasrespuestas que los pueblos, las organizaciones sociales y las comunidades puedanarticular a nivel continental, en los espacios nacionales, en las regiones y tambin enlos municipios, como pudo notarse en Ecuador, en Argentina y ms recientementeen Venezuela.

    4 Para tal efecto pueden revisarse los Informe sobre Desarrollo Humano del PNUD,desde 1992 hasta el 2001.

    5 Si la dcada de los sesenta estuvo marcada por la gran esperanza de ver que seiniciaba un irreversible proceso de desarrollo a lo largo de todo lo que llambamosel Tercer Mundo, y especialmente Africa, hoy vivimos la poca de la desilusin. Eldesarrollo se ha parado, su teora est en crisis y su ideologa est en tela de juicio. Laconcordancia en comprobar el fracaso de desarrollo en Africa es, por desgracia,general; por lo que se refiere a Asia y Amrica Latina, las opiniones estn msdivididas... Amin, S., El fracaso del desarrollo en Africa y en el Tercer Mundo, (Espaa:IEPALA, 1994).

    6 Ver Gutirrez, Colombia: La estrategia de la sinrazn en Hinkelammert (ed.),El huracn de la globalizacin, (Costa Rica: DEI, 2000).

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    Justicia infinita -Injusticia sin fin

    ELSA TAMEZ*

    El presidente de los Estados Unidos., George Bush, en su segundomensaje a la nacin despus de los ataques al Centro Mundial delComercio y al Pentgono, llam justicia infinita a la operacin militarque programaba efectuar como represalia contra los culpables ocultosen Afganistn. El bombardeo se inici das ms tarde y continahasta hoy, noviembre del 2001. Los voceros de la Casa Blanca y delpentgono insisten en que la poblacin norteamericana, as comotodo el mundo, entienda que esta guerra, distinta a las dems porquees contra el terrorismo internacional, va para largo. No tiene undesenlace previsto.

    El discurso de Osama bin Laden transmitido por la televisinseal que los Estados Unidos, con el ataque a las torres, estaba

    E. TAMEZ: JUSTICIA INFINITA - INJUSTICIA SIN FIN

    * La doctora Elsa Tamez es profesora de Biblia en la UBL.

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    probando algo de lo que por muchos aos los musulmanes habansufrido por parte de ellos. Con eso queda tambin claro que el ataquedel 11 de setiembre era una venganza, igual que la respuesta de Bushal ataque. Y bin Laden adems amenaz que no habra seguridad enlos Estados Unidos mientras no la haya en oriente. Con estas palabrasbin Laden, est tambin gritando justicia infinita!

    El propsito de este artculo es hacer una lectura teolgica de miinterpretacin de los hechos. Una lectura teolgica es exponer cmo,desde la racionalidad de la fe, en mi caso cristiana, observo el devenirde esta guerra que nos introduce al tercer milenio, y hacia dnde,interpelados por la fe, se debern orientar los caminos.

    Todo hecho sobresaliente de la historia devela el estado de lahumanidad: quines somos y hacia dnde vamos. A la vez, desde laespecificidad, sale a la luz el quin es quin entre los humanos ycules son sus intereses o sueos. Pero la historia es una, si se vedesde fuera, y lo que afecta a una parte de la humanidad afecta altodo de ella. Y no solo eso, lo que afecta al mundo natural, dondemoran los humanos, afecta a los humanos y viceversa. En el mundoconviven civilizaciones y a la vez se experimenta una civilizacinglobalizada. Esto se palpa sobre todo frente a eventos deenvergadura.

    1. JUSTICIA INFINITA Y VIOLENCIA EN ELCORAZN DE LAS CIVILIZACIONES

    Los ataques a las torres del Centro Mundial de Comercio de NuevaYork y al Pentgono en Washington ocurridos el 11 de setiembre, yla represalia subsiguiente contra el rgimen talibn de Afganistn,hacen que la realidad de lo humano salga a flote. Las civilizacionesse perciben como violentas a gran escala. Se trata de lo humanoirredento visto por algunos mitos como propio de la fundacin de la

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    civilizacin humana. No estoy aludiendo a la antropologa pesimistade ciertas corrientes teolgicas de la historia del pensamiento cristiano,como San Agustn y Lutero, sino a los sabios que observaron eldesarrollo de la violencia en su civilizacin y no encontraron msexplicacin que achacar la existencia del crimen a la civilizacin mismadesde sus orgenes. Dos mitos tengo en mente. Uno procedente de laherencia cultural mexicana, el otro de la fe judeo-cristiana. Ambosmitos reflejan las civilizaciones como violentas.

    Empiezo por el mito mexicano. Tomo el mito narrado por RoldnPeniche, quien a su vez lo obtiene de las fuentes cronistas del sigloXVI y lo llama La abominable diosa Tlatecutli. El recolectordescribe negativamente a la diosa. Se trata de un monstruo sagradoque tena muchos ojos los cuales, repugnantes, provenan de todo suinmenso cuerpo. Posea adems infinitas bocas que mordan conrenovada furia. Haba tambin dos dioses descritos como impacientes:Tezcaltipoca y Quetzalcatl. Ellos la raptaron del cielo y lepermitieron caminar sobre las aguas. De lejos la observaron. Estosdioses masculinos, entonces, entendieron que de ese ente sagrado,que era el caos venerado, se fundara la tierra. Para ello los dioses setransformaron en serpientes gigantes y con violencia cayeron sobreella y la partieron en dos. Con ello se fund la tierra con una parte delcuerpo de la diosa y el cielo con la otra parte. El ultraje tan desgarradory violento que se le hizo a la diosa Tlatecutli caus horror a los diosesviejos y decidieron, como para compensar el dolor de la diosa, quede su cabeza germinara todo lo bueno para que los seres humanospudieran habitar en la tierra, as: hicieron de sus cabellos, rboles yflores y yerbas; de su piel yerba muy menuda y florecillas; de los ojos,pozos profundos y fuentes y pequeas cuevas; de la boca, ros ycavernas grandes; de la nariz, valles y montaas. Pero aqu notermina el relato. Segn el mito, la diosa sola llorar desesperadamentepor las noches, y entonces, para silenciar su terrible llanto, lossacerdotes, muy compasivos, le daban de comer a la diosa corazoneshumanos.1

    E. TAMEZ: JUSTICIA INFINITA - INJUSTICIA SIN FIN

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    Este relato mtico podra ser una etiologa. Es decir, un relato pormedio del cual se pretende explicar una costumbre, una institucin,un rito, un fenmeno, etc., cuyo significado original se ha perdido. Elmito aqu expuesto es complejo, da razn de varias cosas: la creacindel cosmos, la imposicin del orden, la dominacin del hombre sobrela mujer, las relaciones humano-naturaleza, el sufrimiento de la tierray la existencia de sacrificios humanos. Una descodificacin del mitopodra ser la siguiente. La diosa Tlatecutli es el caos, algo que losdioses masculinos temen. Ella tiene infinidad de ojos con los cualespuede dominar todo acontecimiento con su mirada, nada puedeaparecer desapercibido a sus ojos, lo que un ojo no alcanza a ver poralgn rincn, los otros lo abarcan. As mismo, posee innumerablesbocas, con ellas puede hablar sin cansancio y atacar por donde nadielo espera. Nadie puede taparle la boca, pues mientras se le tapa una,habla la otra, y si se le tapan las dos hablan las otras y as,indefinidamente.

    Segn el mito, el caos es de gnero femenino. Esto es tal vezporque lo femenino en la mayora de las culturas patriarcales ha sidovisto como misterio, incapaz de ser comprendido de acuerdo a losparmetros del razonamiento comn dominante masculino. Para unasociedad ordenada, el caos no tiene cabida. Es inmanejable. Por lotanto tiene que ser reprimido eternamente. La creacin del cosmosse basa en la represin del caos. Este es el hecho fundante del universoy de la civilizacin humana. La represin violenta marca el inicio delmundo. El orden, la ley, estarn a cargo de llevar adelante la creacincsmica y la civilizacin. El orden tambin tiene gnero, es masculino,y para acabar con el caos de una vez y para siempre necesita de unpoder superior al caos, por eso sern dos dioses varones, losencargados de hacer pedazos a Tlatecutli. Tezcaltipoca y Quetzalcatlson dos dioses que en otros mitos rivalizan, pero en este se unencontra el caos para imponer el orden. Raptan a la diosa del cielo conviolencia y la bajan a caminar sobre las aguas. La observan de lejos yplanifican la creacin. La creacin, o sea el nuevo orden de las cosas,dar fin al caos. Ellos tienen que luchar contra ella, el caos venerado,

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    y sacrificarla para lograr el objetivo, pues orden y caos no puedenexistir en el mismo espacio. Los dioses necesitan mutarse enmonstruos gigantes, como ella, y lo hacen transformndose en dosserpientes gigantes. Entonces, con las partes descuartizadas del cuerpode la diosa surge el cielo por un lado y la tierra por otro. Pero a pesarde su separacin, ambas partes de la creacin quedan unidas comotestigos de un crimen visto como necesario para dar inicio al universo.El dolor de la diosa ser infinito, pues no desaparecer jams.

    El crimen fundador de la creacin no es algo encubierto, laconciencia lo traer a la luz eternamente. Los dioses viejos,acostumbrados tal vez a la existencia de Tlatecutli, no lo podrnolvidar. Horrorizados por el ultraje, dice el mito, deciden justificar eldolor de la diosa. Quieren hacer ver que su sacrificio vale la pena, espara algo bueno, pues de su cabeza saldrn las bondadesimprescindibles para que la tierra sea habitada y civilizada por loshumanos. Estos la venerarn por su prodiga bondad.

    Sin embargo, la justificacin del crimen no fue suficiente para ladiosa, pues no calm su dolor. Se necesitarn ms sacrificios. Por lasnoches en medio del silencio, su llanto dramtico peda justicia.Fueron los sacerdotes, los ministros de los dioses, quienes secompadecieron de ella. Para silenciar su llanto generado por el cri-men, mostraron su compasin sacrificando para ella, todas las noches,a seres humanos. Los humanos son necesariamente sacrificados paracalmar el llanto de alguien el caos que tambin fue sacrificadanecesariamente para crear el mundo. Los dioses varones el ordeny los sacerdotes son quienes se vieron obligados a sacrificar a la diosay a los humanos, primero por acabar con el caos y crear el mundo,segundo por razones compasivas y humanitarias, o mejor dichodivinitarias, es decir por el dolor de la diosa.

    El crimen original exigi otros crmenes y justificaciones sucesivas.Hasta el recolector del mito emite su juicio de valor: Tlatecutli es ladiosa abominable, Quetzalcatl y Tecaztilpoca son los impacientes

    E. TAMEZ: JUSTICIA INFINITA - INJUSTICIA SIN FIN

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    dioses y los sacerdotes saca-corazones son seres compasivos.Definitivamente, los perdedores en el mito son la diosa y los humanos.La justificacin de los sacrificios de la diosa y los humanos es elbienestar. Bienestar de los humanos para disfrutar de la naturalezay de la diosa para calmar su llanto.

    Muy probablemente este mito ha sido catalogado como brbaro,pero no lo es, o si lo es, no solo est a la altura de los mitos de todaslas culturas, sino que simplemente est mostrando cmo son lascivilizaciones por ms que se ufanen de cultas. Los acontecimientosactuales de guerra no sealan ms que esa actitud humana brbara,tanto de los terroristas como de los gobiernos promotores de la guerra,otra forma de terrorismo.

    El mito mexicano recuerda el mito bblico de Can y susdescendientes, especialmente Lmec. Can estaba construyendo unaciudad cuando engendr a su hijo Henoc. Henoc fue el nombre de laprimera ciudad del mundo. Esto no tiene nada de malo si uno noasocia Can, el asesino de su hermano Abel, con ciudad o civilizacin.Para la Biblia el asesinato de Can es el primer crimen de la humanidad,y la primera ciudad con su civilizacin fue fundada por un criminal.El crimen est en la base de la civilizacin. Can es del campo y porsu asesinato fue echado de ese espacio. No le queda alternativa queconstruir una ciudad para no andar errante y ser atacado porcualquiera. Can es perdonado de su crimen. Esa hubiera sido la salidaperfecta para evitar ms crmenes. Sin embargo el relato quiere mostraralgo ms, como si fuera algo intrnseco en las civilizaciones: laviolencia ascendiente. Frente al temor de Can de ser herido, Dios lepromete que ser vengado siete veces, si alguien le hiere o mata. Laseal que le pone Dios a Can es la ley que prohibe matarlo; an ms,si alguien se atreve a hacerlo sabr, a travs de ella, que siete vecesser vengado. Esto refleja una concepcin de violencia al interior dela civilizacin si se transgrede el orden. La ley implantada a travs dela seal, dice no matar a Can, la condena aparece inmediatamentesi se transgrede esa ley: Si matas a Can, sers matado siete veces.La funcin de la ley es aqu, entonces, empeorar la violencia.

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    El mito llega al clmax cuando uno de los descendientes de Canllamado Lmec, cuyos hijos de sus dos mujeres Sila y Ad, llegan aser los inventores de la cultura (ctara y flauta) y la industria (forjadoresde cobre y hierro), canta a sus mujeres el siguiente verso: Yo mat aun hombre por una herida que me hizo y a un muchacho porgolpearme, Can ser vengado siete veces, mas Lmec lo ser setentay siete (Gn 4.23-24). El mito refleja, al parecer, que entre ms avancey progreso haya en la civilizacin, ms violencia vengativa aparece.Lmec mata por una herida, no importa si a quien mata es viejo ojoven. Lmec no se ajusta ni a la ley del talin ni a la prohibicin dematar. Pero s se ajusta a la lgica inherente de la venganza, y laacrecienta. Se apropia de la seal de venganza de su antepasado Can,primer asesino de la humanidad de acuerdo al mito bblico, y latrasciende a la infinitud. Lmec, se jacta de ser vengado infinitamente,an ms que su antepasado Can. Lmec aqu es smbolo de podero.No es fortuito que el verso se lo cante a sus mujeres Silla y Ad. ParaLmec, ser vengado setenta veces siete, significa hacer justiciainfinita.

    Repetimos, los dos mitos no buscan consagrar o legitimar laviolencia en las civilizaciones, aunque pueden ser utilizados parareforzarla o justificarla. Estos mitos, en tanto relatos etiolgicos,reflejan realidades vividas, pero como no se entienden por s mismas,los mitos intentan explicar el por qu de su existencia. En este caso,de la violencia siempre presente y su ascendencia sin lmites. Estosdos mitos en su esencia, al develar la violencia sin ropajes ideolgicosse convierten en voz crtica de esta violencia sin fin. Curiosamente,los mitos sobre la fundacin de la polis griega, no tienen esta funcincritica de la civilizacin. En ellos aparecen los dioses como losfundadores de la polis. La ciudad, dej atrs el subdesarrollo y laincertidumbre humanos para dar paso a la plenitud de la civilizacincon todas las virtudes. Tal vez por eso la civilizacin occidental esreticente a la autocrtica.

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    Ahora bien, afirmar que las civilizaciones en s, por sus leyes,instituciones, costumbres, etc. tienden a la criminalidad osacrificialidad en espiral, implica ver de cerca las particularidades delos hechos criminales. Es decir, hay que distinguir asesinos devctimas; pero ms que los sujetos mismos, las constantes y losmecanismos visibles en los actos, pues los sujetos concretos sernvctimas en determinada situacin y homicidas en otras.

    En el mito mexicano hay claridad en las condiciones de los sujetos.Los dioses aliados y poderosos matan a la diosa, la otra; y lossacerdotes, que controlan el poder de la religin, matan humanospara acallar la conciencia del primer asesinato. A ambos crmenes seles llama sacrificio para el bien. Los dioses masculinos tienen poderpara matar a la diosa Tlatecutli. El hecho de que los descuartizadoressean varones no es casualidad. Se hace alusin a una sociedad violentaporque es patriarcal. Sin embargo, tambin habra que entender losgneros simblicamente y ver en el gnero femenino el miedo al otro,el desconocido, el diferente, aquel visto como caos porque no encajaen el razonamiento familiar. La historia humana est llena de ejemplosde este tipo, sobre todo en las conquistas de los imperios.

    En el mito bblico, quienes pueden matar impunemente, comoLmec y a la vez ser vengados infinitamente (setenta veces siete)son quienes controlan la cultura y la industria, son los jefes de lasciudades. De manera que si es posible hablar de un pecado originalen las civilizaciones por sus mecanismos de funcionamiento a travsde leyes, instituciones y costumbres, tal como nos la plantean losdos mitos vistos arriba, habra que sealar tambin que el pecado dela violencia infinita es ms cercano a quienes controlan esosmecanismos.

    Los mitos ayudan a leer los acontecimientos actuales en los cualesse desat la guerra. Leamos la realidad a la luz de esos mitos, peroahora con nombres propios. Unos locos fundamentalistas hirieron alos Estados Unidos, causando terror en vctimas inocentes y Bush

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    canta como Lmec: justicia infinita!, o sea venganza setenta vecessiete. El terrorismo es el caos para occidente, por lo tanto hay queexterminarlo est donde est. Para ello hay que sacrificar vctimasinocentes, efectos no intencionales de la guerra, en este caso, losmoradores de Afganistn, pero como los medios de comunicacinno pueden ocultar a la opinin pblica la ridiculez en la correlacinde fuerzas, ni la miseria y terror de los afganos civiles frente a losmisiles norteamericanos, tiene que haber un mnimo de compasinpor estas gentes, por eso muchas bombas y algunas bolsas conalimentos caen del cielo como ayuda humanitaria. La justificacin:salvar del terrorismo al mundo y del hambre a uno que otro afgano.No hay diferencia entre las imgenes espantosas de los avionescomerciales estallndose en las torres, y la de los aviones de guerradescargando bombas en el desbastado pas de Afganistn. Losterroristas nunca admitirn que los aviones tenan como objetivomatar a vctimas inocentes. Sus objetivos fueron claros: el CentroMundial de Comercio y el Pentgono, las vctimas inocentes que porazar estaban en el avin o en las torres o en el Pentgono, son, paralos llamados terroristas, los sacrificios necesarios para alcanzar elobjetivo, son los efectos no-intencionales de los atentados. As mismo,Bush por supuesto, jams afirmar que su objetivo es matar al puebloafgano, sino eliminar los centros militares, las instituciones peligrosas,incluyendo escuelas de entrenamiento religioso. Las vctimasinocentes que son alcanzadas por las bombas son los sacrificiosinevitables para lograr los fines. Nadie se propone atacar a vctimasinocentes, pero todos lo hacen sin querer. Unos con la legalidad yotros sin ella. Justicia infinita es en realidad injusticia infinita.

    Realmente Lmec se ha encarnado en Bush y en bin Laden. Quno decir de los fundamentalistas Talibanes que son la cara protectorade bin Laden. Ellos asumieron el poder para salvar a su pueblo dela perdicin de occidente; conocidas son las cartas de las mujeresafganas sobre la realidad miserable que padecieron de un da paraotro, cuando los Talibanes asumieron el poder. El mito mexicano serepite con cierta variacin, los dioses varones matan a la diosa para

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    ordenar el mundo, las mujeres lloran sin cesar su propio ultraje. Lossacerdotes sacrifican la libertad de las mujeres para salvarlas de loimpropio segn la tradicin.

    El espiral de la violencia se desata en el mundo globalizado. Bushse lanza contra los Talibanes por no entregar a bin Laden, quien moraen Afganistn. Y Afganistn se convierte en el lugar en donde lossalvadores de un lado y de otro se encuentran para matarse. Lasmujeres afganas, vctimas del rgimen de los Talibanes y de las bombasde Occidente son las vctimas mximas in situm, de la justicia infinita.Ojal que su llanto no haga que los compasivos sacerdotes acudan aellas con corazones humanos. O ser que ya llegaron junto con losmisiles? Si, de carambola, son los corazones de civiles y soldadosmuertos. Su procedencia, no importa.

    El pecado original de la violencia generada por la venganzainfinita sale a la luz al inicio del Tercer Milenio. Los sacrificios no-intencionales son las vctimas de los dos bandos. Tan aterrado est elpueblo norteamericano por un posible atentado o una guerrabacteriolgica, como el miserable pueblo afgano que espera ansiosoel fin de la justicia infinita de la civilizacin globalizada.

    Vistos los hechos de esta manera pareciera que hay dos bandosantagnicos bendecidos por sus dioses respectivos. Pero no es as.Aunque los mitos pueden aplicarse tanto a los Talibanes como algobierno de los Estados Unidos o a otras culturas, lo que se expe-rimenta hoy da es un mundo globalizado, cuya racionalidadeconmica absurda tiende hacia la autodestruccin. La historiahumana es una, manifestada en la diversidad de civilizaciones, perounificada por la poltica de la globalizacin, en la cual los intereseseconmicos de las naciones ricas son prioritarios. Por eso no es extraoque Europa, encabezada por Inglaterra y seguida por Francia,rpidamente se haya aliado con los Estados Unidos. para combatirAfganistn y otros posibles pases considerados peligrosos a losintereses de la globalizacin. Los Estados Unidos, Inglaterra y Francia

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    son, en ese orden, los pases que ms se benefician del negocio de lasarmas. Todo ocurre dentro de la globalizacin: bin Laden, se ha dicho,es producto del Centro de Inteligencia de los Estados Unidos, ascomo los Talibanes.2 As, pues, la denuncia de los mitos se aplicatanto a las civilizaciones particulares como a la civilizacin humanaactualizada hoy da en la globalizacin donde occidente lleva la batutae impone las reglas.

    2. JUSTICIA DE DIOS -MISERICORDIA INFINITA

    Una lectura teolgica de los hechos de la historia requiere tambinapuntar hacia posibles salidas. Como yo soy teloga cristiana me tocaubicarme desde esa fe. Y como en esta guerra se habla con frecuenciade justicia, la pregunta lgica es qu significa justicia de Dios hoyda? El interrogante resulta difcil porque palabras teolgicas estnsiendo cooptadas por la ideologa de la guerra. Hablar de libertadduradera o justicia infinita en medio de discursos guerreristas esechar a la basura conceptos muy preciados para la tradicin cristiana.Lo mismo podramos decir del trmino guerra santa, en el cualpareciera que se invita a los dioses a participar en las matanzas.

    No obstante, en tanto cristianos y cristianas, es importanteplantearnos a la luz de los hechos de hoy el significado bblico de lajusticia de Dios. En primer lugar porque se contrapone a la justiciacatalogada como infinita para desquitar los crmenes y, segundo,porque ofrece pistas para cambiar en algo el rumbo autodestructivode la civilizacin globalizada.

    La clave para ingresar al concepto est en el breve dilogo entrePedro y Jess que aparece en Mt 18.21-22. Pedro se acerc entoncesy le dijo: Seor, cuntas veces tengo que perdonar a mi hermanoque peque contra m? Hasta siete veces? Jess le contest: no te

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    digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Definitiva-mente, Jess tena en mente el relato de Can y su descendienteLmec. Frente a la venganza infinita, la fe cristiana propone el perdninfinito. Perdonar setenta veces siete significa perdonar infinitamente.

    Para las civilizaciones particulares y la civilizacin globalizadaesta propuesta es muy difcil de acoger. Pues es tocar el coraznmismo de su funcionamiento. Adems, por un lado, los crmenes nopueden quedar impunes, de lo contrario la injusticia y opresin delos pueblos no tendra fin. Por otro lado, la venganza infinita seconvierte inevitablemente en crmenes justificados, y a la largadesaparece la lnea divisoria entre injusticia y justicia, verdad ymentira. Por tal razn, es la verdad de los hechos, no los discursos, laque debera guiar a repensar los acontecimientos para asumir otrasactitudes, nuevos discursos y compromisos. La verdad ntida de loshechos frente a los ojos del mundo entero son las vctimas inocentes;y estos generalmente son los ms pobres, hombres y mujeres, losdespreciables por su gnero o color, excluidos, insignificantes, losms dbiles: los nios y nias, ancianos y ancianas. Tambin lo sonaquellas personas vctimas del terrorismo que sin tener parte en losconflictos, son sacrificadas por un objetivo. Todas son vctimas, noimporta su raza, cultura o religin. Las muertes no tienen precio, ono deberan tenerlo. La vctima norteamericana vale igual que laafgana o latinoamericana.

    Una de las palabras ms sabias durante los ltimos acontecimientosfueron las de una pareja que perdi su hijo el 11 de setiembre de2001. En el nombre de su hijo, vctima del ataque a las torres, rogabano hacer la guerra para evitar ms vctimas.3 As debera ser elcomportamiento de los humanos, pues el respeto a la vida humanade todos y todas es la bandera blanca que pide paz o el espantapjarosque ahuyenta los misiles.4

    La justicia de Dios se define dentro del campo semntico delperdn. Estamos conscientes que, afirmarlo as a secas, suena muy

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    barato. Sobre todo para nosotros los latinoamericanos, testigosfrecuentes de la impunidad. Por eso hay que hacer quiebres o precisarniveles. Es el apstol Pablo, en su carta a los romanos, quienexplcitamente discurre sobre la justicia de Dios. Dediquemos unosprrafos a este tema siguiendo el pensamiento del apstol.

    En el discurso teolgico de Pablo, la justicia de Dios aparececontrapuesta a la justicia humana; en trminos histrico-cronolgicos,el autor la contrapone especficamente al imperio romano. Algo ascomo al mundo antiguo globalizado por la cultura greco-romana ylos intereses del imperio. Tambin en el mundo antiguo habra querecurrir a la verdad de los hechos, es decir a las vctimas y excluidos,pues hay que abanicar el humo de la ideologa imperial, es decir, parahacer a un lado los eslganes comunes de ese entonces como paz yseguridad, paz y concordia o los ttulos del Csar como salvador,liberador, pacificador, divino Csar, y otros. Cabe decir quemucho del lenguaje teolgico paulino es el lenguaje poltico de supoca aplicado al Csar.5 Pablo habla de otro evangelio, contrapuestoal del sistema imperial. Sabemos que los decretos o noticias delemperador sobre triunfos de guerra, nacimientos o aniversarios eranllamados evangelios.6 Para Pablo, por supuesto, estos no eranevangelios o buenas noticias. l contrapone otro: el evangelio deJesucristo, en el cual se revela la justicia de Dios (Ro 1.17). Estosuena rarsimo para quien no est familiarizado con la teologa y suenatal vez tonto para quien est tan familiarizado con los dogmas, queno es capaz de ver ms all que trminos vacos. En realidad, la frasees densa y debe ser analizada despacio.

    Evangelio significa buena nueva, nos preguntamos qu hay en elevangelio que puede ser buena nueva y que revela la justicia de Dios?Pablo dice a sus comunidades que el verdadero evangelio est encreer que el Mesas crucificado fue resucitado. Este es el contenidode su evangelio. Queda la pregunta por qu es justicia de Dios? Paracontestarla debemos referirnos al meollo del evangelio: la crucifixiny resurreccin de Jess, el Mesas esperado. Analicemos pues, lossignificados de Mesas, cruz y resurreccin.

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    Mesas, sabemos, era el personaje esperado por Israel para queliberase al pueblo del Imperio Romano. Se entiende que por mediode un triunfo militar. Sin embargo, el movimiento del Mesas galileotom otro rumbo. En su anuncio del Reino de Dios incluy no soloel amor al prjimo, sino al enemigo. Gran decepcin para algunosseguramente. El hecho de que el Mesas fue crucificado era motivode escndalo para todos, tanto para los israelitas como para losromanos. Para los primeros, el Mesas no poda haber sido colgadoen un madero, para los segundos era ridculo hablar de un Dioscrucificado. La ley romana estipulaba la crucifixin como la penacapital de esclavos y subversivos.

    Detengmonos ahora en el hecho de la cruz y Jess como vctimade la justicia romana. La crucifixin era el arma terrorista del estadoromano, y se utilizaba como escarmiento para quienes se sublevaban,por eso colocaban a los crucificados en las vas principales a la vistade la gente, y dejaban sus cuerpos expuestos para ser comidos por lasaves de carroa o los perros. Pocos eran los cuerpos sepultadosdespus de haber sido crucificados. Los casos abundaban en Palestina.Los historiadores de la antigedad narran cmo los judos eran testigosde innumerables crucifixiones, en distintas rebeliones antiimperialistas.Se dice que durante la toma de Jerusaln en el ao 70 d. C. ocurrieron500 crucifixiones diarias y ya no haba lugar para ms cruces.7 sta,podramos decir, era la justicia infinita del Imperio Romanoempleada para evitar nuevas rebeliones.

    Jess de Nazaret, considerado Mesas por sus seguidores, fuecrucificado siendo inocente. Para la fe cristiana, el que Dios emerjaen la historia a travs de un crucificado es un hecho sumamentesignificativo. Este Crucificado es la vctima inocente por excelencia,o como dice 1 Pedro 2.7, la piedra desechada por los constructores.En este evento de la cruz, considerado central para la fe, se constatandos hechos. Por un lado en tanto inocente, el Crucificado es, anteDios y los humanos, el representante de todas las vctimas inocentes.Y por otro lado, en tanto hijo de Dios para la fe cristiana es, asimismo,

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    el representante de Dios en esos acontecimientos de la historiahumana. En el centro de la teologa cristiana aparece, entonces, unDios solidario con las vctimas. As, una lectura teolgica ve en eseacto divino su solidaridad mxima con los excluidos y vctimasinocentes de la historia. Aqu ya percibimos algo del significado de laJusticia de Dios.

    Ya Jess de Nazaret, nacido en un pesebre, en su prctica por lajusticia y la proclamacin del Reino, dejaba ver parte del significadode esa justicia de Dios. Una justicia de Dios parcializada, marcadapor su misericordia por los excluidos.

    Pasemos ahora al evento de la resurreccin. Pablo, en su lecturateolgica de la realidad de su tiempo, como dijimos arriba, afirmaque la justicia de Dios se revela a todos aquellos que creen que elMesas o el liberador crucificado, condenado por la justicia romanaes vindicado y resucitado por Dios. En otras palabras, el crucificadoes el resucitado, o como dice el telogo salvadoreo, Jon Sobrino, elresucitado no es otro que el crucificado. Otra vez: qu significanestas palabras, tan comunes a nuestros odos, a la luz de los hechos?

    Volvamos al evento original del Glgota. Si el Mesas fuecondenado por la justicia romana, y resucitado por Dios, tendramosque leer que su resurreccin es producto de la justicia de Dios, es eljuicio de Dios, y de all analizar por dnde va dicha justicia, cmo sealcanza y por qu es evangelio, es decir buena noticia para todos ytodas.

    Viendo el hecho simple, esta justicia que procede de Dios, y que,al dictaminar la resurreccin del crucificado se pone del lado de lasvctimas, contradice la legalidad imperial y sistmica que asesina ainocentes y se muestra intolerante frente a quienes se oponen a ella oafectan sus intereses. Eso se observa con claridad al afirmar que estajusticia de Dios es absolutamente desinteresada, se realiza por puroamor a sus criaturas, es fruto de su misericordia. Por eso se afirma

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    que esa justicia no exige ningn mrito previo para que Dios muestresu amor revelando su justicia. Dios es gracia porque se mueve pormisericordia. Se podra decir que en ltima instancia es la misericor-dia de Dios la que est en el centro del evento crucifixin-resurreccin.As, pues, la distincin indiscutible del ser cristiano es la misericor-dia; slo de esa manera se imita mejor a Dios. De acuerdo a Sobrino,en Jess y en Dios se da esa dimensin ms como principio que comovirtud. La misericordia, seala, est en el origen de lo divino y de lohumano. Segn ese principio se rige Dios y deben regrse los humanos,y a ese principio se supedita todo lo dems.8 De manera que, unmundo sin misericordia remite a la ausencia de Dios y cuestiona laactitud de quienes nos llamamos cristianos.

    Pablo no menciona explcitamente al imperio romano en lacontraposicin de las dos justicias, la romana y la de Dios, solo loalude a travs de su lenguaje. El imperio romano es un nombreespecfico de una historia particular, antes ya hubo varios imperios yse sabe que vendran otros. El anlisis de Pablo trasciende el nombrepropio del sistema romano porque lo aplica a todos los sistemas,imperiales o no, los cuales se muestran ciegos seguidores a susaparatos institucionales, imprescindibles para su funcionamiento. Espor eso que Pablo ubica la Justicia de Dios en el mbito de la fe,independientemente de la ley (y esta en sentido genrico). Ubicar lajusticia en el mbito de la fe y no de la ley, lo hemos dicho en otrosescritos, significa optar por una manera diferente de vivir, libre ymadura con respecto al relacionamiento entre los sujetos y la lgicade toda ley intrnseca en las instituciones, las leyes mismas, lascostumbres, las tradiciones, etc. Los sujetos sometidos sindiscernimiento a la Ley con mayscula, es decir a toda ley sea legal,cultural, religiosa, institucional, pasan de ser sujetos a ser objetos.Sus actos son condicionados por las normas y, como Pablo dice, seconvierten en esclavos de la ley. Los mitos mexicano y bblicomanifiestan esta lgica de la ley que al cumplirse ciegamente pro-duce muertes. En el caso del mito mexicano, los sacrificios, productodel primer sacrificio son imparables hasta que alguien interfiera y

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    rompa el crculo de la violencia sacrificial, en el mito de Can-Lmec,la lgica de la venganza infinita tampoco parar hasta que seainterferida por una nueva conciencia.

    Y finalmente entramos a un aspecto fundamental y sorprendentede la justicia de Dios. Si bien es cierto sta tiene como punto departida la solidaridad con las vctimas, ellas no son las nicasbeneficiadas de esa justicia. Al afirmar que Dios acta por miseri-cordia, dicha misericordia alcanza a todos los humanos, vctimas,cmplices y victimarios. Pues aunque en varios textos bblicos se leeel castigo a los malos con la frase Ma es la venganza, dice el Seor,en la prctica acontece la misericordia para todos y todas. Si la Bibliareitera la venganza como parte de Dios y no de los humanos, es pararomper el ciclo de la venganza infinita que se experimenta en lascivilizaciones particulares y en la civilizacin globalizada.

    La justicia de Dios es extraa pues no condena al homicida. Estocuesta comprenderlo en el terreno de lo concreto cuando se caminaentre cadveres de vctimas inocentes, como las vctimas de NuevaYork o de Afganistn. Sin embargo, si se penetra en la lgica de lascivilizaciones proyectada por los mitos analizados arriba, no hay mejorsalida que interferir y romper de una vez por todas el crculo sacrifi-cial o de venganza infinita por medio del perdn infinito: setentaveces siete. Los seres concretos son vctimas del sistema cuya lgicaexige la guerra o la venganza para hacer la justicia o para traer paz ysalvacin. A esto Pablo lo llama pecado estructural, y propone lajusticia de Dios para salvarnos de la ley (su lgica), del pecado y dela muerte. La justicia de Dios no justifica los crmenes pero proponeotra lgica que a travs del perdn, la humanidad se transforme yreconcilie entre s. Y todo eso lo hace por amor a las vctimas, paraque no haya ms crmenes. El perdn de la justicia de Dios es gratuitopero no barato, hay un proyecto humano detrs. La motivacinprimera del perdn no es pasar por alto los crmenes, sino acabar conel sistema de la justicia infinita vengativa y crear una nuevahumanidad, misericordiosa, justa y solidaria.

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    Ya es tiempo que se establezca una comisin internacional de laverdad de la civilizacin humana para que escriba un libro que narrelos horrores de las civilizaciones con nombres y apellidos. Un librode la vida que lleve como ttulo NUNCA MS!.

    Notas

    1Roldn Peniche B. Mitologa mexicana. (Mxico: Panorama Editorial, 1995), pp.1-2.2Justo antes del asaltos a las estatuas de Buda en Bamiyn, Selig Harrison, experto

    norteamericano en asuntos del Asia del Sur, hizo esta afirmacin en una conferenciatitulada Terrorismo y seguridad regional: Manejando los retos de Asia, frente alos expertos de la Seguridad en Londres. Tomado de Noam Chomsky en una cartacircular recibida por internet.

    3Cf. La carta lleva por ttulo: Not in Our Sons Name, y fue escrita por Phyllis yOrlando Rodrguez, padres de Greg, la vctima. Carta recibida por internet.

    4Figura obtenida de una caricatura que apareci en el peridico La Nacin de CostaRica, octubre, 2001.

    5Cf. Richard A. Horsley, ed. Paul and Empire (Harrisburg, PA: Trinity Press Inter-national, 1997).

    6Cf. La famosa inscripcin de Priene del siglo 9 a.C., que alaba al emperador quientermin la guerra y orden la paz. Para el mundo de ese entonces, el nacimiento delDivino Augusto es el comienzo del evangelio de paz.

    7Cf. Neil Elliot, Liberating Paul, The Justice of God and the Politics of theApostle. (Maryknoll, NY: Orbis, 1994), pp.93-99.

    8Cf. Jon Sobrino, El principio misericordia. (San Salvador: UCA, 1992), p.38.

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    Notas sobre losmotivos ocultos

    de la guerra santa

    JOS DUQUE*

    Los acontecimientos de terrorismo y guerra en la actual escenamundial, nos obligan a la urgente necesidad de analizar y rebuscar elhorizonte de sentido para esta sociedad aparentementedesequilibrada. Es justamente en estos momentos que nos debemospreguntar con cierta urgencia: Dnde est la reserva de sentidohumanista para recobrar la esperanza en la convivencia de nuestrosdas? Qu se han hecho los espritus humanos de buena voluntad?Cul es la reserva humana acumulada a la cual podamos acudir enestos tiempos oscuros, para cultivar el bien comn? Quines tienenla palabra ecunime para calmar los nimos violentos e invitarnos ala concertacin tolerante, a fin de cambiar las condiciones de estacasa convulsa por una donde podamos habitar en un ambiente dejusticia y paz igual para todos y todas?

    J. DUQUE: NOTAS SOBRE LOS MOTIVOS OCULTOS DE LA GUERRA SANTA

    * El licenciado Jos Duque es profesor en la UBL.

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    En estos ambientes de guerra desenfrenada, los espritus humanossanos tenemos que acudir a la reserva humanista heredada, a fin decultivar la sensibilidad para escuchar el gemido de las vctimasinocentes de este mundo globalizado, aniquilados por las armas, elhambre, la exclusin y la opresin racial, tnica y d