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1 Actitudes hacia el género y maltrato en la pareja en internos condenados por delitos de violencia de género: Avance de resultados. Laura Mª Huertas Alonso. Universidad de La Laguna. [email protected] RESUMEN Trabajo en el que se presentan algunos resultados preliminares del estudio que se está realizando sobre las actitudes y creencias sobre el género y la violencia de un grupo de 170 internos condenados a penas privativas de libertad por delitos de violencia machista para la tesis doctoral titulada Actitudes hacia el género y maltrato a la pareja en hombres procesados por delitos de violencia de género y cuyo objetivo general es analizar las actitudes hacia el género y la violencia y la interiorización de los roles de género tradicionales de los hombres que maltratan a su pareja. Dentro de éste ámbito de estudio se presentan datos relativos al reconocimiento de la violencia que han ejercido los condenados contra sus parejas o ex parejas, destacando que admiten principalmente haber ejercido violencia psicológica emocional en mayor medida que otros tipos de violencia. Así mismo se realiza un breve análisis de las creencias que tienen en relación al género y los roles sociales atribuidos al hombre y a la mujer donde predominan las actitudes y creencias sexistas de tipo sutil o benevolente. Y finalmente se expondrán las creencias que tienen en relación al tratamiento público de la violencia de género, que si bien admiten que forma parte de un problema que afecta al conjunto de la sociedad también creen en gran medida que es un problema que se exagera, por ejemplo, desde los medios de comunicación, por lo que la violencia de género se muestra como un problema sobre representado en el espacio público. Palabras clave: género, maltrato, internos, construcciones culturales, relación de pareja.

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Actitudes hacia el género y maltrato en la pareja

en internos condenados por delitos de violencia de género:

Avance de resultados.

Laura Mª Huertas Alonso. Universidad de La Laguna. [email protected]

RESUMEN

Trabajo en el que se presentan algunos resultados preliminares del estudio que se está

realizando sobre las actitudes y creencias sobre el género y la violencia de un grupo de 170

internos condenados a penas privativas de libertad por delitos de violencia machista para la

tesis doctoral titulada Actitudes hacia el género y maltrato a la pareja en hombres procesados

por delitos de violencia de género y cuyo objetivo general es analizar las actitudes hacia el

género y la violencia y la interiorización de los roles de género tradicionales de los hombres

que maltratan a su pareja.

Dentro de éste ámbito de estudio se presentan datos relativos al reconocimiento de la

violencia que han ejercido los condenados contra sus parejas o ex parejas, destacando que

admiten principalmente haber ejercido violencia psicológica emocional en mayor medida que

otros tipos de violencia. Así mismo se realiza un breve análisis de las creencias que tienen en

relación al género y los roles sociales atribuidos al hombre y a la mujer donde predominan las

actitudes y creencias sexistas de tipo sutil o benevolente. Y finalmente se expondrán las

creencias que tienen en relación al tratamiento público de la violencia de género, que si bien

admiten que forma parte de un problema que afecta al conjunto de la sociedad también creen

en gran medida que es un problema que se exagera, por ejemplo, desde los medios de

comunicación, por lo que la violencia de género se muestra como un problema sobre

representado en el espacio público.

Palabras clave: género, maltrato, internos, construcciones culturales, relación de pareja.

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INTRODUCCIÓN

La violencia de género en el contexto de una relación de pareja es un problema social que

hasta hace bien poco no formaba parte de la agenda política y el interés social de la población

española. De hecho, la primera ley que reconocía la violencia en el ámbito de la pareja como

una violencia basada en el género no entró en vigor hasta el 28 de enero de 2005 (L.O.

1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de

Género). En ella se entiende éste tipo de violencia “como la manifestación de la

discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre

las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de

quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin

convivencia”.

A lo largo de las últimas décadas ha crecido el interés por estudiar éste tipo de ataques a

los derechos y libertades de la mujer, poniendo el énfasis tanto en víctimas como en agresores

y el contexto que rodea a ambos, con el objetivo primordial de conocer los mecanismos

individuales y sociales que influyen en la presencia y el mantenimiento de la violencia dentro

de una relación de pareja.

Atendiendo a las últimas cifras oficiales publicadas a nivel internacional, en primer lugar

se aportan las que hizo públicas La Organización Mundial de la Salud (OMS). Según éste

organismo, la violencia que se ejerce sobre la mujer está presente en todo el mundo, comporta

un riesgo para su salud, limita su participación en la sociedad y causa un gran sufrimiento. En

su informe sobre las estimaciones mundiales y regionales de la violencia contra la mujer,

publicado en el año 2013 (OMS, 2013) se estima que aproximadamente el 30% de las mujeres

a nivel mundial han sufrido violencia, ya sea física o sexual, alguna vez durante su vida a

manos de sus parejas o ex parejas y que el 38% de los asesinatos de mujeres fueron cometidos

en el contexto de la relación de pareja. Teniendo esto en cuenta, la OMS sitúa éste tipo de

violencia como un problema mundial y generalizado de salud pública añadiendo que el 42%

de las mujeres que han padecido algún tipo de maltrato en la pareja han sufrido lesiones como

resultado de tales comportamientos violentos.

La Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (EuropeanUnion

Agency for Fundamental Rights, 2014), en su informe publicado en 2014 estima que

aproximadamente el 34% de las mujeres mayores de 15 años y residentes en la UE han

sufrido algún tipo de violencia física a manos de su pareja o ex pareja en algún momento de

su vida, siendo las formas más comunes de tal violencia los empujones, bofetadas, tirones del

3

pelo y/o haber sido agarradas de forma violenta. Los episodios de violencia se producían en

un 91% durante la relación de pareja, dándose en el 33% además durante el proceso de

separación o ruptura, y un 16% afirmó que también se dieron durante el periodo posterior a

dicha ruptura. Así mismo se añade que 1 de cada 3 mujeres pertenecientes a los países de la

UE y mayores de 15 años han sufrido violencia física y/o sexual por parte de sus parejas, ex

parejas, u otros agresores como pueden ser el jefe, un pariente o incluso un extraño.

En España, pese a que desde el ámbito institucional se ha intentado intervenir para

disminuir y/o erradicar la violencia que sufre la mujer por parte de su pareja o ex pareja (por

ejemplo a través de la elaboración y puesta en marcha de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de

Diciembre, de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género), la realidad

social muestra que sigue siendo un problema actual y complejo. Prueba de ello son los datos

de la macro encuesta de violencia contra la mujer publicada por el Ministerio de Sanidad,

Servicios Sociales e Igualdad en el año 2015 sobre la población femenina residente en España

y mayor de 16 años (muestra de 10.171 mujeres). En dicho informe se analizan cinco tipos de

violencia que se pueden manifestar dentro de una relación de pareja, violencia que puede ser

física, sexual, psicológica de control, psicológica emocional y violencia económica. En dicho

informe se refiere que un 12,5% de las mujeres de 16 años o más residentes en España han

sufrido violencia sexual (8,1%) y/o física (10,4%) por parte de su pareja o ex pareja en algún

momento de su vida, y que un 13% de la población estudiada ha sentido miedo de su pareja o

ex pareja alguna vez. En cuanto a otras formas de manifestación de la violencia, se expone

que al menos el 25,4% de las mujeres mayores de 16 años han sufrido violencia psicológica

de control, 21,9% violencia psicológica emocional y un 10,8% ha sufrido violencia

económica en algún momento de su vida. Así mismo, destaca que 1 de cada 4 chicas de entre

16 y 19 años, y que cuenta con pareja en la actualidad, ha sufrido violencia de control,

porcentaje que va disminuyendo progresivamente a medida que va aumentando la edad de la

mujer.

En relación a las consecuencias padecidas por la mujer tras la violencia sufrida en el

ámbito de la pareja en España, destaca que un 42,1% ha sufrido lesiones a lo largo de su vida,

coincidiendo dicha cifra con los datos publicados por la OMS en su informe del año 2013,

lesiones de tipo moderado (cortes, rasguños, moretones, etc.) y de tipo grave (quemaduras,

fracturas óseas, etc.). Así mismo destaca que el 78,2% de las mujeres que han sufrido

violencia por parte de sus parejas o ex parejas les ha afectado negativamente a su bienestar

físico o mental. Pero, pese a que éste tipo de violencia está cada vez más rechazado

socialmente, los datos revelan que un 23,38% de las mujeres que sufren o han sufrido

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violencia por parte de sus parejas o ex parejas no han finalizado la relación con sus agresores

por dicho motivo, lo que invita a pensar en la necesidad de seguir concienciando sobre el

grave problema social de la violencia de género. De hecho, los datos de la macroencuesta

relativos a la motivación de las mujeres que han sufrido violencia para no denunciar a sus

parejas o ex parejas exponen que un 44,6% en que éstas no conceden la suficiente

importancia a la violencia sufrida, un 26,6% no denuncia por miedo y un 21,1% no lo hace

por vergüenza.

Ahora bien, analizando éste tipo de violencia desde una perspectiva jurídico-penitenciaria,

las estadísticas publicadas por el Ministerio de Sanidad, Servicios sociales e Igualdad y por el

Ministerio del interior, muestran un leve descenso de víctimas mortales en España en los

últimos años, pasando de 73 mujeres fallecidas a manos de sus parejas o ex parejas en el año

2010 a 54 en el año 2014, aunque ha habido un repunte de mujeres fallecidas a manos de sus

parejas o ex parejas en el último año, situándose la cifra en 60 mujeres y todo parece indicar

que, desgraciadamente, en el 2016 el número de mujeres fallecidas por violencia de género

aumentará ya que a última cifra publicada1 contempla el fallecimiento de 16 mujeres, más tres

casos que aún siguen en investigación.

Con respecto al número de denuncias por violencia de género se percibía la tendencia de

un descenso progresivo en los últimos años. Sin embargo, en 2014 aumentaron ligeramente

las denuncias por éste tipo de violencia y la cifra del primer semestre de 2015 induce a pensar

que seguirá en torno a las 125.000 al término de ese mismo año.

GRÁFICO 1

DENUNCIAS POR VIOLENCIA DE GÉNERO EN ESPAÑA 2007-20152

Fuente: elaboración propia a partir de los datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial.

1 Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, datos actualizados a fecha de 20 de abril de 2016. 2 Datos correspondientes al segundo trimestre de 2015.

126,293

142,125135,540 134,105 134,002

128,543 124,894 126,742

62,316

2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

5

Finalmente, en cuanto a la población reclusa en las prisiones españolas por delitos de

violencia de género se advierte que la cifra de hombres condenados por éste tipo de violencia

se mantiene desde que comenzó el tratamiento de datos de forma específica en el año 2012. A

fecha de 31 de Marzo de 2016 el número de internos hombres condenados por delitos de

violencia de género fue de 3.852, lo que supone un 7,97% del total de la población

penitenciaria masculina que se encuentra cumpliendo condena en los centros penitenciarios.

GRÁFICO 2

INTERNOS CONDENADOS POR DELITOS DE VIOLENCIA DE GÉNERO EN LAS

PRISIONES ESPAÑOLAS 2012-20163

Fuente: elaboración propia a partir de datos publicados por el Ministerio del Interior.

Por todo ello la violencia que sufren las mujeres por parte de sus parejas o ex parejas,

lejos de resolverse, se presenta como un problema enquistado en las sociedades a nivel

mundial, sociedades que no han sabido o no han podido llevar a cabo los cambios necesarios

para erradicar la injusticia de sufrir violencia dentro de una relación de pareja por el mero

hecho de ser mujer.

En este sentido, los estudios que se han publicado en las últimas décadas han centrado el

interés en la búsqueda de factores explicativos y hechos causales que orienten hacia dónde

dirigir las intervenciones para poder modificar comportamientos violentos y con ello reducir

la presencia de la violencia machista en la sociedad. Entre ellos pueden diferenciarse tres

planteamientos o líneas donde dirigir el foco de atención en el estudio de la violencia en la

relación de pareja: uno centrado en el contexto familiar donde se desarrolla el maltrato, el

segundo centrado en estudiar los factores individuales que conducen a perpetrar violencia de

3 Datos a fecha de 31 de Marzo de 2016.

3,882

3,9303,938

3,8413,852

2012 2013 2014 2015 2016

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género en un contexto de pareja, y un tercer enfoque de tipo cultural que estudia la violencia

de género en un contexto más amplio, analizando cuestiones como la presencia de machismo,

las tolerancia hacia la violencia sobre la mujer, los roles de género y/o la desigualdad de poder

entre los géneros, entre otras.

El primer enfoque explicaría la violencia de género dentro de una relación de pareja

teniendo en cuenta el contexto familiar (presencia de problemas comunicacionales, historial

de maltrato, conflictividad relacional, etc.). Algunos estudios analizan los factores de riesgo

que pueden aparecer dentro de las relaciones familiares, sin embargo, no existe unanimidad a

la hora de relacionar el entorno familiar con las causas o motivaciones para cometer actos

violentos contra la pareja, mujer. En éste sentido, Fernández y Echeburúa (1997) no

encontraron relación causa-efecto entre haber sido víctima de maltrato en la infancia y ser

agresor de género en la vida adulta. Sin embargo Rey (2002) observó como factor de riesgo la

historia personal de maltrato del agresor ya que, en el estudio que llevó a cabo, el 47% de la

muestra había sufrido algún tipo de maltrato en la infancia. Así mismo, Menéndez, Pérez y

Lorence (2013) también apuntan como factor de riesgo la historia de violencia del agresor en

su familia de origen.

En relación al segundo planteamiento de análisis de la violencia en la relación de pareja,

los estudios se han centrado en el análisis de las causas de las conductas violentas en el

hombre agresor, atribuyendo explicaciones individuales al fenómeno. Los trabajos han

focalizado el análisis en el estudio de la presencia de trastornos mentales (de personalidad y/o

de pensamiento) en los agresores y la existencia de consumo de sustancias que pudieran

explicar las conductas violentas que se ejercen sobre la mujer, entre otras variables

explicativas (Fernández y Echeburúa, 1997, 2005 y 2008; Echeburúa, Amor y Corral, 2009;

Echauri, Fernández, Martínez y Azcárate, 2011; Chérrez y Alás, 2014). Desde esta

perspectiva de estudio se considera que no necesariamente hay una única característica

presente en el individuo que determine que es, o puede ser un agresor de género, y se

entiende la posibilidad de una multicausalidad pero siempre centrada en los factores

individuales que presenta el hombre que maltrata a su pareja, entre las que se encuentran: que

tenga concepciones machistas, la adicción a alguna sustancia o sustancias, la presencia de

trastornos mentales (antisocial, paranoide, narcisista) o que el individuo sea inestable

emocionalmente (Fernández, 2009).En base a estas ideas, algunos autores han planteado la

existencia de distintos perfiles de agresores aunque, una vez más, no existe unanimidad a la

hora de tipificar a los hombres que maltratan a sus parejas. Algunos investigadores establecen

5 tipos de agresores de género: neurótico, psicótico, fásico, de renuncia tardía y el agresor con

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presencia de alcohol y drogas (Castellano, Lachica, Molina y Villanueva, 2004). Por su parte,

Cuhna y Abrunhosa (2013) establecen 3 tipos: antisociales, no patológicos y perturbados.

En definitiva, lo que subyace del análisis de los agresores de género desde ésta perspectiva

es la heterogeneidad que muestran y la dificultad de explicar el fenómeno de la violencia de

género atendiendo casi exclusivamente a los factores individuales presentes en los agresores.

Así mismo cabe mencionar que realizar el estudio y análisis de la violencia machista desde

éste enfoque podría favorecer la perduración de mitos que acompañan al fenómeno de la

violencia de género. En éste sentido algunos autores consideran inadecuado explicar la

violencia de género en relación al consumo de sustancias, como por ejemplo el alcohol,

puesto que ayudan a negar la existencia de la violencia de género y a justificar la

responsabilidad de los agresores (Bosch y Ferrer, 2012) aunque sí puede considerarse que el

consumo de alcohol pueda comportar un factor de riesgo en los episodios de maltrato en la

pareja (Matud, Marrero, Caballeira, Moraza y Aguilera, 2003).

Con respecto al tercer enfoque, éste no se centra exclusivamente en el individuo que

ejerce violencia de género para dar una explicación al problema de la violencia en el ámbito

de la pareja. Se trata de un enfoque de tipo sociocultural en el que los estudios plantean la

relación causal entre la violencia machista y las construcciones culturales sobre los roles de

género y las diferencias de poder entre hombres y mujeres. Así mismo, estudia el fenómeno

atendiendo no sólo a las características individuales del agresor sino también situándolo en un

contexto social y cultural que genera y reproduce conductas machistas y/o violentas dentro de

la pareja. Para desarrollar esta idea, se focalizan las causas de la violencia de género en la

asimetría presente en las relaciones de género (Arrigoni, Jiménez, Navarro, Mendoza, 2013),

asimetría derivada de los roles que tradicionalmente han ejercido tanto hombres como

mujeres basados en una concepción sexista y que distribuyen de forma desigual el poder en la

sociedad donde la mujer se ha subordinado históricamente a la figura del hombre (Ferrer y

Bosch, 2000; Casique y Ferreira, 2006; Ferrer, Bosch, Ramis y Navarro, 2006; Peixoto y

Mauricio, 2008; Lorente; 2009; Expósito, 2011). Desde esta perspectiva la violencia de

género se explicaría en relación al papel que desempeñan tanto los hombres (control y

dominación) como las mujeres (sumisión) en la sociedad, papeles que han sido aprendidos

culturalmente y que dan lugar a estereotipos que favorecen y estructuran una sociedad

desigual entre los géneros (Expósito, 2011). Dentro de éste contexto, autoras como Ferrer y

Bosch (2000) introducen la misoginia como elemento común en los agresores, aversión hacia

la mujer capaz de generar y mantener la violencia machista.

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En síntesis, lo que se analiza desde este tercer enfoque son las construcciones culturales

acerca de la función de la mujer y del hombre en la sociedad y el papel que juegan éstos en la

aparición y mantenimiento de la violencia de género en las relaciones de pareja. Sin embargo,

esta última perspectiva es la menos estudiada e incluso, como apuntan Menéndez, Pérez y

Lorence (2013) existe una carencia de estudios empíricos que estudien las actitudes

personales y sociales hacia la mujer y la igualdad de género en los agresores de pareja. La

OMS (2013) añade que existen evidencias sobre los factores que explican la variación de la

violencia de género a nivel global, señalando en primer lugar la situación económica y en

segundo lugar los factores socioculturales que permiten una cultura de violencia hacia la

mujer. Así mismo plantean la necesidad de estudiar las normas sociales y culturales acerca de

la masculinidad y las relaciones de poder entre los géneros en relación a la violencia que se da

en las relaciones de pareja.

En definitiva, conocer la relevancia de los patrones de socialización de género y la

relación de éstos con la aparición de conductas violentas dentro del ámbito de una relación de

pareja comporta el principal fundamento del presente trabajo, que forma parte de una

investigación más amplia4. A su vez ese conocimiento es fundamental no sólo para prevenir la

violencia de género, sino también para desarrollar y/o adaptar los programas de intervención

que se llevan a cabo con los agresores en contextos como el que nos ocupa: los centros

penitenciarios.

MÉTODO

Participantes

La muestra está formada por 170 hombres internados en distintos centros penitenciarios

de la comunidad Autónoma de Canarias que se encontraban cumpliendo condena de privación

de libertad por delitos de violencia de género en el momento en que se realizaron el pase de

pruebas. La participación de los mismos se realizó de forma voluntaria una vez explicada la

finalidad y metodología del presente estudio, dejando constancia de ello a través de la firma

del consentimiento informado y quedando a disposición de los Centros Penitenciarios copia

del mismo. La tasa de participación fue del 80,57% de los hombres invitados a participar en la

investigación y la tasa de renuncia a formar parte de la investigación fue del 19,43%.

4 Proyecto de Tesis Doctoral enmarcado en el doctorado de estudios interdisciplinares de género de la

Universidad de La Laguna y que lleva el mismo título del presente trabajo.

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TABLA 1

INTERNOS PARTICIPANTES POR CENTRO

Participantes

CP Las Palmas I 75

CP Las Palmas II 44

CP Tenerife II 51

Los criterios de selección de la muestra se basaron principalmente en el tipo delictivo por

el que están cumpliendo condena en prisión, incluyendo por tanto todos los hechos tipificados

en el Código Penal como delitos de violencia de género, tipos penales agravados al ser la

víctima la pareja o ex pareja del agresor; y el resto de delitos que no están agravados pero que

la víctima también había tenido una relación de pareja con su agresor (delitos de

homicidio/asesinato consumados o en grado de tentativa y delitos de índole sexual) y que el

código Penal no los contempla expresamente como delitos de violencia de género.

TABLA 2

DELITOS DE LA ACTUAL CONDENA5

Porcentaje

Malos tratos continuados de VG (173.2 CP) 22,4

Quebrantamiento de Orden de alejamiento VG (468.2 CP) 41,1

Amenazas VG (171.4 CP) 12,4

Tentativa de homicidio/asesinato (138 y ss. CP) 5,8

Homicidio/asesinato consumado (138 y ss. CP) 2,4

Coacciones VG (172. ter. 2) 2,4

Agresión sexual (Art. 168 y ss.) 2,9

Lesiones VG (148.4 CP) 10,6

La amplia mayoría de la población estudiada contaba en su historial penal con más de un

delito cometido (el 77,06%). Dentro de éste grupo de internos con varios delitos destaca que

el 45,5% de ellos habían cometido otros delitos de violencia de género, bien dentro de la

misma condena que estaban cumpliendo o bien en condenas anteriores que ya habían

cumplido.

5 Se incluye el artículo donde se encuentra tipificado el delito conforme a la Ley Orgánica 1/2015 de 30 de

marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal.

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TABLA 3

HISTORIAL DE DELITOS Porcentaje

Otros delitos de VG 45,5

Contra el patrimonio 22,45

Contra la salud pública 10,7

Contra la vida y/o la integridad física o psicológica 8,54

Contra la seguridad del tráfico 5,35

Otros 7,46

Para la elección de la muestra sólo se tuvo en consideración el tipo delictivo (hombres

internados en prisión por delitos de violencia de género) y que se encontraran condenados y

cumpliendo dicha condena en el momento en que se realizó el pase de pruebas por lo que los

internos que se encontraban en situación preventiva a la espera de la realización del juicio no

fueron incluidos en el estudio. La edad de los participantes osciló entre los 21 y los 68 años,

situándose la media etaria en los 41 años.

TABLA 4

RANGOS DE EDAD

Con respecto al origen de los internos que colaboraron en el estudio, la amplia mayoría

eran hombres españoles (el 85%) siendo el restante 15% hombres de procedencia extranjera,

siendo Italia y Senegal los dos países mayoritarios de origen detrás de España.

21,2%

30,6% 29,4%

14,1%

4,7%

21-30 31-40 41-50 51-60 61 y más años

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GRÁFICO 3

NACIONALIDAD

TABLA 5

ESTADO CIVIL

Porcentaje

Sin pareja 31,2

En pareja 23,5

Casado 15,8

Separado/divorciado 25,3

En trámites de separación/divorcio 2,4

Viudo 1,8

TABLA 6

NIVEL EDUCATIVO Y OCUPACIONAL Nivel Educativo Porcentaje

No sabe leer ni escribir 2,3

Abandono escolar 31,8

Estudios primarios 18,8

Estudios secundarios sin finalizar 19,4

Estudios secundarios completos 11,8

Formación Profesional 10,6

Universitarios 5,3

España85%

Comunitarios UE6%

África3%

América6%

12

Tipo de profesión Porcentaje

Trabajo manual no cualificado 41,8

Trabajo manual cualificado 44,0

Trabajo no manual 10,6

Profesiones técnicas (Nivel Universitario) 2,4

Jubilados/pensionistas 1,2

Ocupación Porcentaje

Desempleado 51,8

Activo 37,7

Pensionista/ jubilado 5,8

Autónomo 4,1

Excedencia 0,6

INSTRUMENTOS

La información relativa a variables de tipo socio demográficas y delictivo-penitenciarias

se han obtenido a través de una entrevista semiestructurada diseñada expresamente para ésta

investigación y configurada en base a seis áreas temáticas. En la primera de ellas se recoge la

información de los internos de los centros penitenciarios visitados relativa a los aspectos

sociodemográficos: edad, nacionalidad, estado civil actual y relaciones de pareja anteriores,

nivel educativo y situación laboral previa a la entrada en prisión, confesión religiosa y

finalmente si tenían hijos/as, preguntando también por el género y la edad en el caso de tener

descendencia. En la segunda área temática se trata la situación penal y penitenciaria de los

internos: tiempo de entrada en prisión, historial de delitos cometidos, número de entradas en

prisión y año en el que se cometió el primer delito. En el tercer y cuarto bloque se solicita la

situación familiar actual del interno y la información relativa a la salud del mismo,

respectivamente. Finalmente, las dos últimas áreas temáticas se centran en estudiar el historial

de maltrato, en primer lugar en relación a la pareja o ex pareja (la víctima del delito o delitos

por los que está cumpliendo condena) y en segundo lugar si hubo o no historial de maltrato en

la familia de origen.

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Para la evaluación de las actitudes hacia el género y su posible relación con el maltrato en

el ámbito de la pareja de los internos de los centros penitenciarios condenados por delitos de

violencia de género se han utilizado las siguientes escalas:

Cuestionario de Actitudes Hacia el Género y la Violencia (CAGV, Díaz-Aguado y

Martínez, 2001). Cuestionario tipo likert de siete puntos formado por 47 ítems relacionados

con afirmaciones sexistas y actitudes que favorecen la violencia. Entre ellos se encuentran 28

ítems con afirmaciones sexistas y el uso de la violencia, 8 sobre la relación entre lo biológico

y el sexismo, 8 acerca del problema de la violencia en el ámbito familiar como esfera privada

y finalmente, 3 ítems sobre el rol de la mujer en el ámbito profesional.

Sexismo Moderno (MS, Swim, Aikin, Hall y Hunter, 1995).Cuestionario tipo likert de

cinco puntos (desde totalmente de acuerdo a totalmente en desacuerdo) formado por 13 ítems

que evalúan la presencia de un tipo de sexismo encubierto o sutil. Para ello se proponen

afirmaciones acerca de creencias sobre el sexismo tradicional (6 ítems) y afirmaciones sobre

nuevas formas de sexismo a través del análisis del papel de la mujer en el ámbito público (7

ítems).

Escala de Abuso Físico, Psicológico y Sexual (APCM-M). Se trata de la versión para el

maltratador del APCM (Matud 1999). Se trata de un cuestionario tipo likert de cinco puntos,

que oscila desde nunca a casi siempre, y está formado por 57 ítems que abarcan diferentes

conductas violentas. De las conductas descritas 2 ítems hacen referencia a violencia

económica, 15 a maltrato físico, 4 a violencia sexual y 36 ítems a violencia psicológica. En

cuanto a la valoración de la escala, a mayor puntuación obtenida mayor será la presencia de

conductas violentas o de maltrato a la mujer en la relación de pareja.

Procedimiento

Los datos obtenidos para el presente estudio fueron recogidos a través del pase de escalas

a los internos que voluntariamente decidieron participar en el mismo junto con la realización

de una entrevista individual al término de la correcta cumplimentación de los cuestionarios.

Para realizar dichas labores se obtuvo el permiso preceptivo tanto de la Secretaría General de

Instituciones Penitenciarias como de los centros penitenciarios participantes: Dirección del

Centro Penitenciario de Las Palmas I, Centro Penitenciario de Las Palmas II y Centro

Penitenciario Tenerife II.

En cuanto a la realización de las entrevistas a los internos, éstas fueron realizadas por la

responsable del presente estudio, Graduada en Trabajo Social, maestría en Criminología

14

Aplicada a la Ejecución de las Penas y maestría en Intervención Social, codificando la

información verbalizada por los entrevistados debido a la imposibilidad de grabar las

entrevistas con audio en un contexto penitenciario, marcado por el exhaustivo respeto a la

privacidad y anonimidad de los usuarios de este tipo de instituciones.

RESULTADOS

Los datos que a continuación se exponen han sido realizados mediante el programa

estadístico Statistical Package for the Social Sciences, SPSS versión 22.0 para Windows.

La información obtenida a través del pase de pruebas se presenta de forma estructurada en

tres áreas de estudio: las acciones violentas que los internos reconocen haber cometido

durante la relación de pareja, las creencias que tienen en relación al género, y la

representación pública de la violencia de género conforme a las convicciones de los hombres

internos por delitos de esta índole.

I. VIOLENCIA EN LA RELACIÓN DE PAREJA.

Los siguientes resultados se han obtenido a través de la selección de algunos ítems de la

escala de abuso físico, psicológico y sexual (APCM-M, Matud, versión para el maltratador),

destacando algunas conductas relacionadas con los distintos tipos de violencia de género que

se pueden dar en una relación de pareja.

TABLA 7

VIOLENCIA FÍSICA No Sí

Le empuja o le aparta violentamente 68,2 31,8

Le pega o pellizca en el cuerpo y/o los brazos 86,5 13,5

Le tira al suelo, le da patadas y/o la pisa 97,6 2,4

Le pincha o golpea con objetos punzantes 97,6 2,4

En la muestra de internos condenados por delitos de violencia de género existe

notablemente la presencia de conductas violentas hacia su pareja, relación en la que se

cometieron los delitos por los que se estaba cumpliendo condena de privación de libertad en

el momento de realizarse el pase de pruebas. Al menos el 31,8% de los internos participantes

reconocieron haber empujado violentamente a la víctima durante la relación que mantuvieron

con ella. Sin embargo, pese a que el 25,9% de la muestra había cometido delitos de lesiones,

15

el porcentaje de ellos que reconocen haber cometido actos de violencia física es mucho menor

(véase por ejemplo que tan solo el 13,5% admite haber pegado a su pareja).

TABLA 8

VIOLENCIA ECONÓMICA No Sí

Usa su dinero o toma decisiones económicas importantes sin consultarle 77,6 22,4

No quiere que estudie o haga actividades que le promocionen 95,3 4,7

No le deja trabajar fuera de casa 94,1 5,9

En cuanto a la violencia económica se reconoce no haber contado con la pareja para tomar

decisiones importantes en al menos el 22,4%, sin embargo se encuentra que entre un 4-6% de

la muestra limitó la participación de la mujer en el campo profesional y educativo.

TABLA 9

VIOLENCIA PSICOLÓGICA EMOCIONAL No Sí

Le insulta o hiere delante de otras personas 55,3 44,7

Saca algo del pasado para herirla 64,7 35,3

Le grita y chilla 30 70

No le habla o actúa como si no existiese 45,9 54,1

El tipo de violencia que más reconocen haber cometido los internos condenados por

delitos de violencia de género son los tipos de violencia psicológica: violencia de control y

violencia emocional. El 54,1% admite haber ignorado a su pareja, el 44,7% le ha insultado

incluso de una forma pública y el 70% admite haber gritado en algún momento de la relación

a su pareja.

TABLA 10

VIOLENCIA PSICOLÓGICA DE CONTROL No Sí

Le controla el tiempo y le hace explicarle dónde fue 67,1 32,9

No quiere que salga con amigas 74,7 25,3

Le acusa de tener una aventura con otra persona 68,2 31,8

Interfiere en su relación con otros miembros de la familia 78,2 21,8

No le permite salir de casa cuando quiere hacerlo 90,6 9,4

16

En cuanto a la violencia de control destaca que casi el 33% de la muestra le había llegado

a controlar el tiempo a su pareja, llegando a prohibirle la libre circulación (9,4%) y la salida

con amistades (25,3%) e interfiriendo en las relaciones con la familia de origen de la víctima

en al menos el 21,8% de los internos participantes. Así mismo, 3 de cada 10 hombres admiten

haber acusado a su pareja de serle infiel y sin embargo el 54,7% reconoce ser siempre fiel en

las relaciones de pareja.

TABLA 11

VIOLENCIA SEXUAL No Sí

La fuerza físicamente a tener relaciones sexuales 97,1 2,9

Le hace daño cuando tienen relaciones sexuales 95,9 4,1

Le exige tener relaciones sexuales, lo desee ella o no 96,5 3,5

La violencia sexual tan sólo está presente en el 4,11% de la muestra estudiada y como se

observa en la tabla anterior, los comportamientos violentos de ésta índole también son

reconocidos por el 3-4% de los internos participantes.

TABLA 12

JUSTIFICACIÓN DE LA VIOLENCIA EN LA MUJER No Sí

Le acusa de causar la conducta violenta 63,5 36,5

Le echa la culpa cuando está alterado, aunque no tenga que ver con ella 76,4 23,6

Se enfada mucho si ella se muestra en desacuerdo con sus puntos de

vista 61,8 38,2

Una vez expuestas las conductas violentas reconocidas por la muestra resulta necesario

observar si existe algún tipo de justificación por parte de éstos a realizar dichas acciones. En

este sentido el 36,5% de los internos manifestó que la violencia surgía como respuesta al

comportamiento de la mujer, acusando a la víctima de haber causado la conducta violenta que

ella misma sufrió y con ello culpabilizándola de la propia violencia que sufría. Sin embargo,

cuando se pregunta concretamente por la violencia física, tan sólo el 8,8% expone que la

mujer provoca a su pareja, y como consecuencia de esa provocación el hombre le agrede,

datos que se pueden observar en la tabla 13 y cuyos resultados han sido obtenidos a través del

cuestionario de actitudes hacia el género y la violencia (CAGV, Díaz-Aguado y Martínez,

17

2011). Así mismo destaca que el 38,2% muestra una actitud de enfado si su pareja no está de

acuerdo con sus postulados.

TABLA 13

CULPABILIZACIÓN DE LA CONDUCTA VIOLENTA EN LA MUJER

En

desacuerdo

Ni de acuerdo ni en

desacuerdo De

acuerdo

Cuando una mujer es agredida por su marido algo habrá hecho ella para provocarlo 82,4 8,8 8,8

II. CREENCIAS HACIA EL GÉNERO.

A continuación se muestran los resultados extraídos de algunos ítems del cuestionario de

actitudes hacia el género y la violencia (CAGV, Díaz-Aguado y Martínez, 2001) sobre las

actitudes y creencias sobre el género que tienen los internos condenados por delitos cometidos

en el ámbito de la pareja.

TABLA 14

CREENCIAS Y ACTITUDES HACIA EL GÉNERO

En desacuerdo

Ni de acuerdo ni

en desacuerdo De acuerdo

El hecho de que en muchas empresas las mujeres cobren un menor salario que los hombres en el mismo puesto de trabajo probablemente se debe a que los hombres rinden más 82,3 7,1 10,6

Los hombres suelen conducir mejor que las mujeres 75,2 11,2 13,6

Lo más importante para una mujer es tener hijos 63,5 12,9 23,6

Por naturaleza, la mujer está más capacitada para cuidar un bebe 24,1 11,2 64,7

Es bueno que las niñas jueguen con muñecas pero no los niños 45,9 26,5 27,6

La mujer que parece débil es más atractiva 86,4 9,4 4,2

El trabajo de la mujer fuera de casa es un elemento básico de su desarrollo como persona 22,4 5,3 72,3

Para tener una buena relación de pareja puede ser deseable que la mujer sea a veces sumisa 80 9,4 10,6

La mayoría de las violaciones se podrían haber evitado si las víctimas hubieran vestido de forma menos provocadora o no hubieran ido por zonas y horas peligrosas 67,6 21,2 11,2

18

La prevención del embarazo es responsabilidad de las chicas 65,9 10,6 23,5

Los hombres deberían trabajar en las tareas domésticas el mismo tiempo que las mujeres 12,4 9,4 78,2

Las creencias en relación al género de la población estudiada difieren según el tipo de

creencias sexistas. Ello se observa al comparar creencias relacionadas con el sexismo

benevolente y creencias de sexismo hostil. En relación a las primeras, son ligeramente

superiores las creencias en relación las características especiales de las mujeres con respecto a

la maternidad (el 64,7% cree que están más capacitadas para cuidar de un bebé, 24,6% que

las mujeres son más completas cuando son madres y el 23,6% que opina que lo más

importante en la vida de una mujer es tener hijos). Sin embargo, en afirmaciones relacionadas

con el sexismo hostil el porcentaje de hombres que mantienen esas afirmaciones es menor: el

10,6% cree que los hombres rinden más en el trabajo, 10,6% prefiere la sumisión de la mujer

para llevar una buena relación de pareja, el 13,6% que el hombre conduce mejor que la mujer

y el 4,2% expone que la mujer de apariencia débil es más atractiva. Sin embargo, se

encuentran algunas afirmaciones cuyos resultados destacan sobre el resto. Es el caso de que

los niños jueguen con muñecas (le parece adecuado al 45,9%); que las mujeres podrían evitar

una agresión sexual cambiando su vestimenta o evitando determinados lugares (la rechaza el

67,6%) o el trabajo doméstico de los hombres el mismo número de horas que el que realizan

las mujeres (están de acuerdo el 78,2% de la muestra, sin embargo el 45,9% no hacía un

reparto justo de las tareas del hogar durante la relación de pareja con la víctima).

III. LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL ESPACIO PÚBLICO.

Los datos que a continuación se exponen se han extraído de algunos ítems del cuestionario

de actitudes hacia el género y la violencia (CAGV, Díaz-Aguado y Martínez, 2001) y el

cuestionario de sexismo moderno (MS, Swim, Aikin, Hall y Hunter, 1995).

19

TABLA 15

LA MUJER EN EL ESPACIO PÚBLICO (CAGV)

En desacuerdo

Ni de acuerdo ni

en desacuerdo

De acuerdo

El problema de la violencia contra las mujeres por parte de sus maridos o compañeros afecta al conjunto de la sociedad 19,4 10,6 79

Se debería utilizar dinero público para promover una mayor presencia de las mujeres en la política 37,1 21,2 41,7

Actualmente se está concediendo una importancia excesiva a las mujeres maltratadas 31,2 12,9 55,9

La violencia que se produce dentro de la casa es un asunto de familia y no debe salir de ahí 81,2 7,1 11,7

TABLA 16

LA MUJER EN EL ESPACIO PÚBLICO (MS)

En desacuerdo

Ni de acuerdo ni

en desacuerdo

De acuerdo

Es raro ver que a las mujeres se les trata de forma sexista en la televisión 47,6 20 32,4

La sociedad ha alcanzado un punto donde hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades para el logro 33,5 14,7 51,8

Es fácil de entender porqué en España las agrupaciones de mujeres siguen aún preocupadas por las limitaciones sociales de oportunidades que tiene la mujer 22,4 31,8 45,8

En los últimos años, el gobierno y los medios de comunicación han mostrado mayor preocupación por el tratamiento de las mujeres que lo que justifican las experiencias reales de las mujeres 13,5 12,9 73,6

La percepción de la violencia de género en el espacio público por hombres que se

encuentran cumpliendo condena en prisión por éste tipo de conductas es notoria en la medida

en que el 79% admite que ésta forma parte de un problema que afecta al conjunto de la

sociedad y tan sólo el 11,7% lo percibe como un problema de familia que no debe salir de ese

contexto. Ahora bien, centrando el foco en el tratamiento público que se hace sobre la

violencia de género, el 73,6% percibe una sobrerrepresentación del problema de la violencia

hacia las mujeres en los medios de comunicación y por parte de instituciones de carácter

público y el 55,9% cree que se le otorga una importancia excesiva a las mujeres que son

víctimas de maltrato en las relaciones de pareja. Así mismo, se observa que el 37,1%

aceptaría utilizar dinero público para promover una mayor presencia de las mujeres en la

20

política y el 45,8% acepta favorablemente la lucha de las asociaciones que trabajan en favor

de los derechos de las mujeres y la participación social de éstas.

CONCLUSIONES

A tenor de los resultados de las últimas investigaciones, tanto a nivel nacional como en el

espacio internacional, sobre la presencia de la violencia de género en las sociedades (OMS,

2013;EuropeanUnion Agency for Fundamental Rights, 2014, Ministerio de Sanidad, Servicios

Sociales e Igualdad, 2015) se hace imprescindible seguir trabajando en el conocimiento de los

factores, tanto individuales como sociales, que influyen en la aparición y reproducción de la

violencia machista en el contexto de una relación de pareja, que es el ámbito de estudio que

nos ocupa.

Como se apuntaba al inicio, los resultados expuestos en el presente trabajo son una

muestra de una investigación más amplia que tiene como objetivo principal estudiar las

actitudes y creencias hacia el género por parte de hombres condenados por delitos de

violencia de género y la relación de éstas con la mayor o menor propensión a cometer delitos

de violencia de género en el ámbito de la pareja para, posteriormente, comparar la

información obtenida del grupo de condenados con una muestra de hombres de la sociedad en

general que nunca han sido condenados ni denunciados por delitos de ésta índole. Con ello lo

que se pretende es poder detectar si existe algún tipo de relación causal entre las

construcciones culturales acerca del papel del hombre y el de la mujer en la sociedad y una

mayor o menor propensión a cometer actos violentos hacia la pareja. Ahora bien, es necesario

tener en cuenta la escasez de estudios empíricos con los que comparar los datos, tanto del

presente trabajo como los del estudio en los que se enmarca (Menéndez, Pérez y Lorence,

2013) si bien la OMS (2013) pone de manifiesto la relación existente entre las construcciones

culturales acerca de la masculinidad y la feminidad y las relaciones de poder entre los géneros

vinculado a la presencia o ausencia de conductas violentas en las relaciones de pareja.

La presente investigación se nutre de una muestra de 170 internos condenados por delitos

de violencia de género en la que se estudian las actitudes y creencias hacia el género, contexto

en que hay que tener en cuenta los hándicaps que rodean a los trabajos científicos que se

realizan con población penitenciaria. A la posible presencia de la deseabilidad social que

disminuye en cierta medida la veracidad de las respuestas, principalmente debido a la

obligatoriedad de exponer a cada interno de manera pormenorizada los detalles del estudio en

21

el que va a participar previo al consentimiento informado, se une el estigma carcelario (Boira,

Carvajosa yMarcuello, 2013) de los que participan en estudios sobre violencia de género

(tipos delictivos con concepciones muy negativas entre el colectivo de presos de las cárceles

españolas). Estas dos cuestiones pueden influir, por tanto, en la falta de veracidad de los datos

por lo que resulta necesario tenerlo en cuenta a la hora de interpretar y contrastar la

información. En éste sentido destaca la falta de relación entre las conductas violentas que

reconocen haber cometido los internos hacia sus parejas o ex parejas con las condenas que

realmente están cumpliendo en prisión. En este sentido, el 33% de la muestra estaba

cumpliendo delitos relacionados con violencia física (delitos de lesiones y malos tratos

continuados) y tan sólo el 13,5% reconocía haber pegado a su pareja en algún momento de su

relación. Por tanto se puede concluir la tendencia a minimizar el reconocimiento de las

conductas violentas que se realizan en un contexto de pareja, fundamentado en la objetividad

de las condenas firmes que han impuesto desde el ámbito judicial a los internos de los centros

penitenciarios.

Sin embargo, pese a las limitaciones anteriormente planteadas, sí se pueden obtener

algunas conclusiones relevantes para el estudio de la violencia de género. En primer lugar se

puede reafirmar la idea de la heterogeneidad presente en las características sociodemográficas

de los hombres que maltratan a las mujeres. Analizando variables de tipo socio demográficas

se encuentran hombres cumpliendo condenas por delitos de violencia de género con

características muy diversas. En el rango de edad se pueden encontrar chicos jóvenes desde

los 21 años de edad hasta hombres en edad de jubilación (68 años).En el nivel educativo se

distribuyen entre los distintos rangos, quizás destacando que el 34,1% no llegó a finalizar los

estudios primarios pero encontrando entre los agresores a hombres con niveles educativos

superiores e incluso universitarios. En el tipo ocupacional se distribuyen casi uniformemente

entre profesiones cualificadas (44,0%) y no cualificadas (41,8%), encontrándose el 51,8% en

desempleo en el momento de cometer el hecho delictivo frente al 41,8% que estaba activo

laboral. En cuanto a la nacionalidad, mayoritariamente son hombres españoles (el 85%) los

que son denunciados en España por cometer delitos de violencia de género. Y finalmente, en

relación al estado civil, los datos tampoco arrojan elementos determinantes para establecer un

perfil: en el momento en que se realizaron las entrevistas el 31,2% está soltero, el 23,5% tenía

pareja y el 15,8% estaba casado (el 18,8% de la muestra manifestaba seguir con la relación de

pareja con la víctima aún estando cumpliendo condena y con medidas de alejamiento) y el

25,3% se encontraba separado o divorciado en el momento de cometer el delito. Todo ello

refuerza la idea ampliamente aceptada de que no hay un único perfil de agresor, lo que hace

22

mucho más complejo estudiar el problema de la violencia de género (Boira, López y Tomás,

2010; Boira, Carvajosa y Marcuello, 2013; Cuhna y Abrunhosa, 2013).

Ahora bien, entrando directamente en el tratamiento de las diferentes conductas violentas

que se pueden producir dentro del contexto de pareja, los internos condenados reconocen en

mayor medida haber realizado conductas de violencia psicológica emocional (44,7% insultó a

su pareja delante de otras personas, el 70% gritó o chilló a su pareja, y el 54,1% dejó de

hablarle o actuó como si ella no existiese) y en segundo lugar conductas de violencia

psicológica de control (el 32,9% le llegó a controlar el tiempo y le obligaba a darle

explicaciones sobre sus salidas, el 31,8% le acusaba de serle infiel y al 25,3% manifestó no

querer que su pareja saliera con amigas).Estos datos coinciden con la macroencuesta sobre

violencia contra la mujer del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (2015), al

ser los dos tipos de violencia que más presencia han tenido conforme a las opiniones de las

víctimas. Sin embargo resulta preocupante que el 36,5% de la muestra acuse a la mujer de

causar la conducta de la que posteriormente es víctima, llegando incluso a admitir el 8,8% de

internos que la mujer provoca la agresión con su comportamiento.

En el análisis de las actitudes y creencias en relación al género, los datos obtenidos sí

pueden arrojar patrones mentales acerca de las concepciones sobre el género del grupo de

internos condenados por delitos de violencia en el ámbito de la pareja. Las concepciones de

índole sexista están notablemente presentes en la muestra estudiada sobre todo en formas de

sexismo benevolente, más sutil y más complejo de detectar y condenaren una relación de

pareja. Por ejemplo, los internos participantes le otorgan un gran protagonismo al rol de

madre que pueden ejercer las mujeres. En éste sentido el 64,7% expone que la mujer por

naturaleza está más capacitada que un hombre para atender y cuidar a un bebé, el 24,6% cree

que una mujer es más completa cuando es madre y el 23,6% opina que lo más importante en

la vida de una mujer es tener hijos. Con ello refuerzan la idea de que la mujer posee unas

características especiales y diferentes a la de los hombres, otorgadas de manera intrínseca por

la naturaleza, que les relega a un segundo plano cuando se trata de tareas relacionadas con la

maternidad/paternidad o simplemente les complementan las características que sí poseen los

hombres (la protección a la mujer y la familia, por ejemplo).

Ahora bien, centrándonos en el sexismo sustentado en el patriarcado, en la desigualdad de

poder entre hombres y mujeres y en la asimetría social de ambos géneros, los datos muestran

en mucha menos medida la afirmación de actitudes y creencias en base a éste tipo de sexismo.

En éste sentido la muestra estudiada admite en un 10,6% que los hombres rinden más en su

puesto de trabajo que las mujeres, que la incorporación de la mujer al mundo laboral no ha

23

empeorado la calidad de vida familiar (85,3%), que las mujeres que parecen débiles no son

más atractivas (86,4%) o que el 78,2% admita que los hombres deben trabajar en las tareas

domésticas el mismo tiempo que las mujeres (aunque si bien es cierto que el 45,9% de los

internos participantes no hacía un reparto equitativo de las tareas del hogar durante la relación

de pareja con la víctima). Sin embargo aún reproducen concepciones machistas, por ejemplo

tan sólo el 45,9% le parece adecuado que los niños jueguen con muñecas o que el 23,5%

piense que las mujeres se deprimen con mayor frecuencia que los hombres. En éste sentido

también destaca la creencia de la sumisión de la mujer al hombre, idea apoyada en el 42,3%

de los internos que manifiesta que no está bien que una mujer contradiga a su pareja en

público o que el 10,6% crea que la mujer debe ser a veces sumisa para tener una buena

relación de pareja. En síntesis, pese a que aún no se pueden comparar los datos de la muestra

de agresores con los datos de la población en general, sí se observa la presencia de creencias y

actitudes machistas en el colectivo de internos condenados por delitos de violencia de género.

Finalmente, el último elemento de análisis del presente trabajo lo comporta el estudio de

la violencia de género en el espacio público. Quizás sea este campo de análisis el que muestre

de forma más clara las concepciones erróneas que tienen los internos en relación al problema

de la violencia de género. Para el 73,6% de ellos, en los últimos años se ha exagerado el

problema de la violencia de género, tanto por parte de los medios de comunicación como por

parte de las instituciones públicas, en éste caso El Gobierno de España. Así mismo el 55,9%

cree que se le concede una importancia excesiva a las mujeres que son víctimas de éste tipo de

maltrato, aunque ciertamente el 79% cree que la violencia de género forma parte de un

problema a nivel social y no sólo perteneciente al espacio privado de las familias que lo

sufren. Sin embargo, queda constancia de que los internos no perciben mayoritariamente un

problema de desigualdad social entre los géneros en la sociedad española, el 51,8% cree que

la sociedad ha alcanzado la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, el 45,8%

entiende la lucha por la igualdad de las asociaciones de mujeres y el 47,6% cree que se trata

de forma sexista a las mujeres en la televisión.

Por todo lo anteriormente expuesto se concluye que en el estudio de la violencia de

género, y más concretamente en el ámbito de la pareja, no sólo es necesario conocer a las

víctimas y a los agresores, ni los elementos externos e internos que influyen en la presencia

del maltrato de género (trastornos mentales, consumo de sustancias, etc.) sino también

estudiar el contexto social y cultural en que se producen éste tipo de ataques a los derechos y

libertades de las mujeres, resulta fundamental indagar sobre todas estas cuestiones para

determinar en qué campos se debe trabajar, por ejemplo a nivel preventivo (en la educación

24

social), pero también a nivel intervencionista, en los programas de tratamiento que se llevan a

cabo con víctimas y especialmente agresores (como en el caso del Programa de Intervención

Para Agresores, PRIA 2010, diseñado para intervenir con éste tipo de agresores dentro de las

prisiones españolas), máxime cuando una de las finalidades constitucionales de la pena

privativa de libertad es la reeducación y reinserción social de los presos (art. 25.2 de la

Constitución Española).

25

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