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HISTORIA DE LA FUNDACIÓN1

(1970-2000)

1. Introducción

En esta exposición vamos a hacer un breve recorrido por algunos momentos impor-

tantes de nuestra historia de 1970 a 2000; procuraremos identificar lo que a través de to-

dos esos acontecimientos el Espíritu Santo ha querido ir modelando en la Fraternidad

Misionera Verbum Dei. Generalmente hablamos de “etapas”, y en cierta manera pode-

mos delimitarlas; no obstante, es importante tener en cuenta que no son “etapas” neta-

mente definidas que se suceden unas a otras cronológicamente; se trata más bien de di-

ferentes acentos u orientaciones que Jaime iba marcando, resaltando un aspecto u otro

del carisma, en diferentes momentos de nuestra historia; estos aspectos –todos constitu-

tivos de la espiritualidad y misión del Verbum Dei− se entrelazan unos con otros y a ve-

ces son incluso contemporáneos, vividos con variada intensidad en los diferentes países

en los que a través de los años se ha ido haciendo presente la Fraternidad.

2. Breve recorrido 1970-2000

Podríamos decir que en los años 70 (más o menos de 1970 a 1977), se va

configurando la identidad de las tres Ramas, aprobadas como un solo Instituto en 1969.

En 1971, la sede y la dirección del “Instituto Apostólico Verbum Dei” se trasladan

a Madrid. El Cardenal Vicente Enrique y Tarancón, el 1 de julio de 1976, aprueba la

comunidad como Pía Unión. Este reconocimiento hizo posible las fundaciones que se

hicieron por todo el mundo a partir de 1977.

En agosto de ese mismo año, por iniciativa de Jaime Bonet, y después de unos

ejercicios de mes, un grupo de misioneras inicia una experiencia de vida contemplativa

en Arangoiti (Artzanda-Bilbao): María Forteza, Isabel Fornari y Margarita Llauger.

Llevaban una vida de oración y silencio, con la casa abierta a quien quisiera ir a orar, y

en contacto con la comunidad apostólica que vivía en Bilbao. Otras misioneras se

incorporaron posteriormente; la experiencia duró solamente un año, pero es un signo de

lo vital que era para Jaime y las primeras misioneras la dimensión contemplativa del

1 Lucía Aurora Herrerías Guerra

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carisma Verbum Dei.

Un acontecimiento importante fueron los primeros Ejercicios Eclesiales, que

tuvieron lugar en Villanubla (Valladolid, España), del 3 al 30 de julio de 1975,

predicados por Jaime Bonet, María Forteza y José Guasp.

A principios de enero de 1976, un grupo de matrimonios hizo unos días de

ejercicios en Villanubla; al final del retiro, quisieron formarse para ser matrimonios

misioneros. Para responder a esta necesidad, los responsables de la comunidad vieron

necesario realizar un Curso de Formación Eclesial; para llevarlo a cabo, se eligió la

ciudad de Madrid; así, misioneros y misioneras empezaron a buscar casas, apartamentos

y porterías, para alojar a todos los miembros de la comunidad que iban a integrarse en

ese Curso de formación. Era un momento importante, de consolidación y toma de

conciencia de la identidad eclesial de la comunidad, integrada por las Ramas de

misioneros, misioneras y matrimonios misioneros. Jaime mandó llamar a las misioneras

que se encontraban en las fundaciones fuera de España (Italia, Perú y México), para que

participaran en el Curso, cerrando temporalmente aquellas comunidades. Así, el 8 de

noviembre de 1976 dio inicio el Primer Curso de Formación Eclesial, en la calle de

Francisco Cea; posteriormente se trasladó a la calle Marqués de Santa Ana, a una

antigua panadería que fue encontrada precisamente ese año; fue acondicionada por los

miembros de la comunidad, bajo la dirección de Asunción Gomila, para que sirviera

como casa de misioneras y sede del Curso de formación eclesial. El 8 febrero de 1977 el

Cardenal Dn. Vicente Enrique y Tarancón bendijo la capilla, acompañado por el Sr.

Obispo Ramón Echarren.

Del 9 de abril al 14 de mayo de 1977, las misioneras, incluyendo a las recién

salidas del Curso de Formación, hicieron unos Ejercicios espirituales dirigidos

exclusivamente por Jaime, en Cercedilla (Madrid). Al final, todas las misioneras

hicieron votos públicamente (algunas de las primeras misioneras los habían ya hecho en

secreto). Después de estos Ejercicios, las misioneras volvieron a las comunidades que se

habían cerrado temporalmente a causa del Curso de Formación Eclesial (Roma, Piura,

Lima, ciudad de México) y se abrieron muchas otras comunidades por los cinco

continentes, por lo que ese año es recordado como “el año de la expansión misionera”.

Era un momento de gran entusiasmo por la misión, de ilusión desbordante por ir por

todo el mundo. El último día, cuando se iban anunciando los destinos, el ambiente era

verdaderamente de fiesta.

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Después de esta expansión de la Rama de misioneras, también los misioneros y

matrimonios fueron siendo enviados en misión, destinados a ciudades donde ya estaban

las misioneras, las cuales tomaban la responsabilidad eclesial de los lugares.

Fue también en ese tiempo que Margarita Llauger, María Antonia Albertí, Fer-

nando García, José Manuel Sanz y Jaime Barceló iniciaron la búsqueda de un centro

para la formación eclesial; las misioneras habían ya vivido en un centro, Santa Lucía,

como lugar de evangelización, pero ahora Jaime hablaba de “un poblado” en donde pu-

dieran vivir las tres Ramas. En marzo de 1977 encontraron en Siete Aguas (Valencia) un

campamento militar ya abandonado. El Ayuntamiento cedió el campamento al Verbum

Dei, y misioneros, misioneras y matrimonios se pusieron a trabajar en su reconstruc-

ción. Los trabajos empezaron el 1 de septiembre de 1977. La “Caja de ahorros” de Va-

lencia prestó una casa en Ventamina, cerca de Siete Aguas; empezaron a vivir allí los

misioneros y los matrimonios; en diciembre se les unieron las misioneras del curso de

formación, que estaban en Valencia. Desde Ventamina iban todos los días a trabajar al

“Poblado”, bajo la dirección de Magdalena Picornell. Jaime daba todos los días las pau-

tas de oración, y hablaba de cómo ese centro que estábamos reconstruyendo con nues-

tras manos, sería un día un lugar al que vendría gente de todo el mundo para prepararse

para la misión. Lo veíamos como un sueño lejano, pero no tardó mucho en realizarse. Se

inauguró el “Poblado” con la celebración de la Pascua de 1978, a la que asistió mucha

gente, más de la que se esperaba.

En el Centro de Siete Aguas, en 1978, se realizó un año de formación teológica

eclesial, como filial de la facultad San Vicente Ferrer, de Valencia; el curso se inició el

15 de octubre, bajo la dirección de Margarita Llauger.

A partir de 1979 se hace una adaptación del Temario original de Vida y Amor, y se

empiezan a predicar unas convivencias más breves con el “Temario de hombre nuevo” o

“Temario de identidad”. Era una predicación muy incisiva y profética en la línea de la

doctrina social de la Iglesia y de un fuerte compromiso social en favor de los más po-

bres y desprotegidos de la tierra, que en el Verbum Dei cobró un significado de fuerte

compromiso con la evangelización. Pocos años antes había sido publicada la Evangelii

nuntiandi, verdadera carta magna de la Evangelización y que identifica el espíritu que el

Verbum Dei vivía en ese tiempo.

A lo largo de la década de los 80 continúa la expansión misionera y se sigue

fraguando la identidad eclesial de la Fraternidad; ayudaron a ello los centros eclesiales,

“Centros internacionales de evangelización”, que, después del “Poblado” de Siete

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Aguas, se fueron construyendo en varias partes del mundo como “El Cedralito”, en

Venezuela; “El Copo”, en México; “San Pedro” y “Casablanca” en Colombia;

“Calatayud-Basilé” en Guinea Ecuatorial; Isla de Wight, en Inglaterra2. La idea era que

las tres Ramas vivieran como las primeras comunidades cristianas, teniendo todo en

común, para que la gente viera que el evangelio se podía vivir; los Centros querían ser

también un anuncio-denuncia profética de una sociedad dominada por el afán del

consumo; en Siete Aguas se tenía una granja, se hacía el pan… se quería presentar un

pueblo de Dios, como un pueblo de hermanos unidos solamente por el amor de Cristo y

no por otros intereses extraños al evangelio.

En esos años Jaime escribe los Estatutos, que están impregnados de ese espíritu; a

los Centros de evangelización se dedica todo un apartado (E. 189-200). Leemos allí que

“Los hombres congregados en uno por el amor de Cristo, serán el mejor signo de la

presencia de Jesús y de su Espíritu entre nosotros” (E. 74), y continúa: “Para ello es

necesario que la fraternidad Verbum Dei conviva y revista estos caracteres propios del

amor universal de Cristo y de la catolicidad de su Iglesia. Que se distribuya por el

mundo en centros eclesiales de evangelización que respiren y propaguen fraternidad

universal sin acepción de personas ni discriminación alguna” (E. 75); son “Centros de

vida evangélica donde reside la comunidad Verbum Dei y son a la vez centros de

evangelización para todos los hijos de Dios” (E. 190).

Los centros de evangelización –aunque es importante recordar que siempre hubo

comunidades de misioneros y misioneras fuera de los centros– fueron una respuesta a

los signos de los tiempos. En esa época, en varios lugares de Europa surgieron otras

comunidades de ese tipo, que querían presentar un estilo de vida alternativo a la

sociedad de consumo y de competencia. Jaime las visitó todas o casi todas. Entre ellas,

le impactó especialmente, en Francia, la comunidad de “El Arca”, de Lanza del Vasto3,

inspirada en Gandhi y su doctrina de la no-violencia, en un modo de vida que prescinde

de todo lo que no sea estrictamente necesario para vivir, y que defiende el amor fraterno

con especial radicalidad. Fue también muy significativo para Jaime su encuentro con

Hans Urs von Baltahsar y su comunidad “Asís”. En ese contexto histórico, resultaba

muy atractivo para mucha gente lo que queríamos presentar en los Centros: “...un

ambiente sencillo, humilde y acogedor propio de Jesús de Nazaret o del Nazaret de

Jesús, en el marco de una pobreza real y solidaria con la suerte temporal y eterna de

2 ¿Puente Piedra, en Perú?3 Murió en Murcia en enero de 1981, mientras visitaba una de las comunidades de El Arca.

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todos los hombres” (E. 194). En su predicación de ejercicios espirituales, Jaime

resaltaba la conveniencia de los Centros para visibilizar el Reino de Dios y dar

credibilidad a la evangelización.

La etapa en que muchos miembros de la comunidad vivían en los Centros de

evangelización fue muy rica para crecer en la conciencia de lo esencial del ejercicio de

oración y de una vida orante −la dimensión contemplativa del carisma Verbum Dei−

como fundamento y fuente de nuestra misión de predicar el Evangelio; por parte de la

rama masculina, los misioneros de todas las comunidades fueron llamados a

congregarse en Siete Aguas. Asimismo, se subrayó la importancia del testimonio de

vida, y se afianzó la conciencia de ser un pueblo de Dios formado indisolublemente por

las tres ramas. Precisamente en el Centro de Siete Aguas tuvo lugar el primer curso de

formación internacional de la Rama de matrimonios, en 1983, con matrimonios de

España, Francia, Guinea Ecuatorial, México y Perú.

Nuestra misión consiste en transmitir lo que oramos y vivimos. Por eso, a lo largo

de nuestra historia, hemos ido subrayando en nuestro apostolado lo que en cada

momento veíamos fundamental para nosotros: en esos años, en muchas de nuestras

comunidades, el medio privilegiado de apostolado eran las “Escuelas de oración”; el

acento de la misión estaba puesto en enseñar a orar, y es significativo que en algunas

fundaciones, nuestras casas se llamaban “Casa de oración”.

Tanto en los Centros de evangelización como en la comunidad en general, había

un matiz marcadamente contemplativo –ciertamente más acentuado en unos lugares que

en otros–.

A principios de los 90, se fue recuperando en toda la Fraternidad la consciencia de

que no bastaba con formar “Escuelas de oración”; la misión del Verbum Dei no era

solamente “enseñar a orar”; así como nuestra oración desembocaba en la predicación,

también la oración que enseñábamos tenía que desembocar en el anuncio explícito de la

Palabra; se empezó a hablar de “Escuelas de la Palabra” y se volvió a hablar de

“Escuelas de apóstoles”, término que estaba ya en el Breve Ideario pero había casi

desaparecido de nuestro vocabulario; aunque las primeras generaciones lo habían tenido

siempre presente, para las nuevas tenía mucho de novedad. En algunos lugares fue un

paso difícil para la gente: habituada a ir a nuestras casas a aprender a orar, muchas

personas no pudieron o no quisieron dar el paso a predicar lo que oraban. Otras,

siguieron acompañándonos en el camino.

Otro momento clave fue cuando se empezó a dejar de vivir en los Centros de

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evangelización. Influyeron varios factores. Uno de ellos, fue que había gente que iba a

nuestros Centros y decía que nosotros podíamos vivir el evangelio porque estábamos

allí, “fuera del mundo”, pero que ellos no lo podían vivir, en la ciudad. Por otro lado, la

vida en los Centros empezó a ser poco adecuada para los matrimonios con hijos

adolescentes. Muchos miembros de la Fraternidad pensaban que nuestra misión exige

vivir en las ciudades, en medio de la gente, viviendo como ella pero con los valores del

evangelio; era necesario ir a buscar a las personas, no esperar a que vinieran a los

Centros. Así, aunque algunos miembros de la Fraternidad viven actualmente en Centros

como Siete Aguas o Loeches, la mayoría de Centros de evangelización dejó de ser lugar

de residencia habitual del Verbum Dei, y misioneros, misioneras y matrimonios

misioneros se distribuyeron por las ciudades. Escuchamos los ecos del Breve ideario:

“Nuestra aspiración será formar incansablemente células vivas y nuevas comunidades

dinámicas que ‘compartan con todos la vida eterna para alabanza del Padre´ (Ef. 1,12;

Pleg. Euc. II). Así los miembros del Verbum Dei, viviendo en medio del mundo (…) se

irán renovando y creciendo constantemente al ritmo vital de la Iglesia”.

Vino así un tiempo de creación y expansión de Escuelas de la Palabra y Escuelas

de Apóstoles. Se retomó el temario de “Vida y Amor”, con un fuerte acento de consa-

gración, y se inició el modelo apostólico de discipulado. Fue un tiempo de gran auge

apostólico en Latinoamérica. Un hecho importante en la década de los 90 es que más

misioneros fueron recibiendo la ordenación sacerdotal, y se empezaron a abrir fundacio-

nes de misioneros en ciudades en donde no estaban las otras dos ramas. Son los años en

que los misioneros fundan en León (México), Porto (Portugal); Córdoba (España);

Yaounde (Camerún); Trujillo (Perú); Santiago (Chile); Guatemala (Guatemala). Fue un

tiempo de crecimiento y de entusiasmo misionero dentro de esta Rama, trabajando con

todo el pueblo de Dios y suscitando vocaciones de jóvenes de ambos sexos. De igual

modo, los matrimonios empezaron a fundar en ciudades en las que estaba presente sola-

mente su Rama: Sevilla y Zaragoza (España), Texas (Estados Unidos), Colima, Irapua-

to, Querétaro y Tabasco (México). Aunque no todas esas fundaciones prosperaron, la

sana distancia de misioneros y matrimonios con respecto a la rama femenina favoreció

el crecimiento de aquellas ramas en su identidad específica.

Otro elemento importante en estos años es el “Instituto Teológico Verbum Dei”,

que ha ido acompañando la búsqueda y experimentando en sí mismo las distintas etapas

de la comunidad. Una primera experiencia se había tenido en Siete Aguas, como hemos

dicho, en el curso 1978-1979. En 1984 se realiza otro curso de teología, esta vez como

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filial de la Universidad Urbaniana, en Siete Aguas. En 1986 el Instituto Teológico se

traslada, con el apoyo de Monseñor Ángel Suquía, al antiguo Palacio Arzobispal de

Alcalá de Henares. El 25 de marzo de 1987, la Sagrada Congregación para los Institutos

Católicos concede la afiliación del Centro Teológico Verbum Dei a la Universidad

Urbaniana, por un quinquenio. El Centro Teológico tuvo su sede en Alcalá de Henares

de 1986 a 1990, y en 1991 se trasladó a su actual sede en Loeches (Madrid).

Fue precisamente en Loeches, en 1996, donde tuvo lugar un acontecimiento muy

importante, que ha pasado a la historia como “el parón del 96”. Jaime Bonet inició una

escuela de charlas, en la que primero los profesores y luego los estudiantes iban

predicando las charlas del Temario de Vida y Amor. A mitad del cursillo, una estudiante

predicó la charla de Inconsciencia; en esta charla hizo un llamado, entre otras cosas, a la

urgencia de la misión. Esa misma tarde Jaime convocó a los responsables y profesores,

y al día siguiente ya no hubo clases. Jaime consideró que si los estudios de Teología no

estaban dando los frutos que se esperaban para la misión, había que parar. Un equipo de

misioneros y misioneras reorganizó los estudios tomando como eje el Temario de Vida y

Amor, estructurados en lo que se llamaron “Ciclos”. Este sistema se puso en práctica en

Loeches y los otros Centros de Teología que la comunidad tenía en ese entonces:

Camerún, Filipinas y México. El estudio de la Teología por ciclos se mantuvo hasta el

año 2001.

Entre 1994 y1996 Jaime se dedicó a recorrer el mundo dando cursillos sobre el

Temario de Vida y Amor: Loeches, Medellín, Guadalajara, Siete Aguas. En 1998 se

realizó un Simposio Internacional de Teología y Apostolado en Guadalajara, en la

búsqueda de que los estudios apuntalaran de manera más clara nuestra misión de

oración y ministerio de la Palabra. Durante todos estos años, el acento estuvo puesto en

la profundización en nuestra misión y la búsqueda de hacerla más eficaz. Es el tiempo

de la espiritualidad de la Palabra, de profundización y práctica de Convivencias, de

estudio y oración sobre el Temario de Vida y Amor. Creemos que uno de los frutos de

estos años fue el “Temario de la Palabra”, que no ha tenido todavía mucha difusión;

Jaime lo empezó a trabajar con un equipo de misioneras y misioneros en Guadalajara

(México), y lo fue enriqueciendo hasta 2003.

Conclusión

Podemos ver cómo, a lo largo de los años, se han ido consolidando los diferentes

aspectos del carisma, a través de los diferentes acentos que Jaime ha ido marcando.

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Guiado por el Espíritu, y a través de lo que observaba y lo que escuchaba por parte de

misioneros, misioneras y matrimonios, detectaba lo que en cada etapa hacía falta y

buscaba los medios para reforzarlo.

Así, en una primera etapa se tuvo que ir consolidando cada Rama; en un segundo

momento se fue afianzando la conciencia y la vivencia de una comunidad eclesial con

tres Ramas inseparables porque compartían una identidad común, y el testimonio de

vida fraterna en el marco de una sencillez evangélica −los Centros de evangelización−.

Después, sin salir de los Centros, vino la etapa “contemplativa”, de reforzar la

esencialidad de nuestra vida de oración −Escuelas de oración−, y por último el

redescubrimiento de la fuerza del ministerio de la Palabra y su urgencia inaplazable

−Escuelas de la Palabra, Escuelas de apóstoles−-, con la recuperación del “Temario de

Vida y Amor”4.

El proceso que acabamos de describir fue desconcertante para muchos. Personas

que habían entrado a la comunidad en una determinada etapa, atraídas exclusiva o

predominantemente por el aspecto que en ese momento se subrayaba, se alejaron de la

comunidad cuando Jaime marcaba otro paso, pues ya no se sentían identificadas o a

gusto con esa nueva “afinación” del objetivo; por ejemplo, muchas personas entraron a

la comunidad atraídas por la oración, pero la predicación les resultaba demasiado dura;

otras fueron atraídas por la vida en los Centros como oferta alternativa a la sociedad,

pero no se identificaron cuando se volvió a marcar con fuerza la misión.

Muchas personas dentro de la Fraternidad leían este camino como “bandazos”,

pero no lo eran en la intención de Jaime. Es muy importante tener en cuenta que cuando

él acentuaba un aspecto, daba por supuesto que los otros aspectos se mantenían en la

vivencia diaria5. Se sorprendió muchísimo de que, en cada nueva etapa, no se siguiera

manteniendo en la vida concreta el aspecto que había marcado antes: faltaba, en la

mayoría de los casos, la experiencia suficiente para ir integrando cada paso con lo ya

adquirido.

Obviamente, la oración, el testimonio de vida y el ministerio de la palabra han

estado presentes desde los inicios como elementos constitutivos del carisma Verbum

Dei: en los Centros nunca se dejó de predicar la Palabra, nuestra oración nos llevaba a la

búsqueda de una vida coherente, al predicar la Palabra se seguía orando y procurando

4 A lo largo de estos años, Jaime Bonet fue desarrollando también algo que ha llegado a constituir como un “eje” en las Escuelas de apóstoles: los “Cuatro ejercicios” (oración, fraternidad, cruz, predicación).5 Esto me consta por una conversación personal que tuve con Jaime, sobre este tema.

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vivir lo que se predicaba. Resaltando en cada etapa unos aspectos u otros, se han ido

afianzando los tres pilares del carisma Verbum Dei, y se ha ido haciendo cada vez más

clara nuestra identidad “contemplativo-activa plenamente apostólico-misionera” (Const.

1), unidas las tres Ramas por “la misma vocación y compromiso mutuo de aspirar a la

perfección de la caridad y de propagar, por medio del ministerio de la Palabra, este

mismo amor fraterno, núcleo vital del Reino de Dios, por todo el mundo” (Const. 9).

COLOQUIO

Década 70 Inician a formarse comunidades llevadas por los discípulos y por la familia

VD Primeros ejercicios eclesiales en el 77, donde por primera vez misioneros y

matrimonios hicieron votos Pobreza real, pero con un gran espíritu de solidaridad, todo lo

compartíamos. Todo lo teníamos en común.

Década 80 Centros: deseo de visibilizar el Reino, quasi sacramento de la Trinidad Escuela en Siete Aguas Integración contemplación y acción cuando se contraponía en el la Iglesia y

el mundo la acción y la espiritualidad (teologías políticas, liberación) Evolución de las fuentes de la espiritualidad: Eucaristía -> Trinidad; Cuerpo

Místico, María Matiz fuerte de la radicalidad (radicalidad afín). Años 84-86.

Década 90- Trabajo muy importante de preparación a la predicación. Preocupación por la

predicación: temarios del niño, adolescente…- Crecimiento de los sacerdotes de 9 sacerdotes en el 89 a 62 sacerdotes en el 95- Creación de las fraternidades de vida evangélica… semilla de fraternidades- 93-96… expansiones por todo el mundo- Lo que recibes dalo, el espíritu del “hacer hacer”… - Siempre la providencia de Dios y la colaboración de las personas han hecho

posible la misión a través de sus ángeles…. Y que ellos mismos recibían a Dios.