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4 Crímenes 4 Poderes: Realidad-Ficción En 1978 cuando ya tenía un largo sendero transitado como funcionario policial, Fermín Mármol León publicó el libro 4 Crímenes 4 Poderes en el que narra las incidencias de 4 terribles delitos perpetrados entre octubre de 1961 y marzo de 1973 y en los que las personas que resultaron seriamente comprometidas por las evidencias terminaron liberadas de toda responsabilidad debido a la presión ejercida por los poderes fácticos. 20 años antes, Mármol León quien estudiaba Petróleo y Minas en una escuela técnica decidió ingresar, luego de muchas dudas, al naciente Cuerpo Técnico de Policía Judicial en calidad de detective. El muchacho que entonces era se debatía en un dilema: ¿Podía él como policía contribuir de manera honesta con la sociedad o simplemente con el pasar del tiempo terminaría convertido en un esbirro? ¿Sería finalmente odiado como lo eran aquellos hombres que formaron parte de la Seguridad Nacional? Tal vez no sabía Mármol León que más adelante tanto él como sus compañeros enfrentarían un dilema más grave, el que su trabajo como detectives se viera de continuo torpedeado por la acción de grupos poderosos que ejercerían una absurda solidaridad con algunos de sus miembros implicados en crímenes horribles. 4 Crímenes 4 Poderes aborda, desde la ficción una cadena de sucesos que constituyeron una bofetada a la ética. El autor identifica y denuncia a 4 poderes fácticos: El eclesiástico, el militar, el político el económico que intervinieron de manera grosera para impedir que se impartiera justicia en 4 crímenes; la violación y asesinato de la hermana de un sacerdote, el homicidio de la esposa de un capitán de la aviación, la terrible muerte por la explosión de una bomba de la esposa de un diputado y el secuestro y brutal asesinato de un niño.

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4 Crímenes 4 Poderes: Realidad-Ficción

En 1978 cuando ya tenía un largo sendero transitado como funcionario policial, Fermín Mármol León publicó el libro 4 Crímenes 4 Poderes en el que narra las incidencias de 4 terribles delitos perpetrados entre octubre de 1961 y marzo de 1973 y en los que las personas que resultaron seriamente comprometidas por las evidencias terminaron liberadas de toda responsabilidad debido a la presión ejercida por los poderes fácticos.

20 años antes, Mármol León quien estudiaba Petróleo y Minas en una escuela técnica decidió ingresar, luego de muchas dudas, al naciente Cuerpo Técnico de Policía Judicial en calidad de detective. El muchacho que entonces era se debatía en un dilema: ¿Podía él como policía contribuir de manera honesta con la sociedad o simplemente con el pasar del tiempo terminaría convertido en un esbirro? ¿Sería finalmente odiado como lo eran aquellos hombres que formaron parte de la Seguridad Nacional?

Tal vez no sabía Mármol León que más adelante tanto él como sus compañeros enfrentarían un dilema más grave, el que su trabajo como detectives se viera de continuo torpedeado por la acción de grupos poderosos que ejercerían una absurda solidaridad con algunos de sus miembros implicados en crímenes horribles.

4 Crímenes 4 Poderes aborda, desde la ficción una cadena de sucesos que constituyeron una bofetada a la ética.

El autor identifica y denuncia a 4 poderes fácticos:

El eclesiástico, el militar, el político el económico que intervinieron de manera grosera para impedir que se

impartiera justicia en 4 crímenes; la violación y asesinato de la hermana de un sacerdote, el homicidio de la esposa de un capitán de la aviación, la terrible muerte por la explosión de una bomba de la esposa de un diputado y el secuestro y brutal asesinato de un niño.

Este libro pese a sus deficiencias literarias se convirtió en un suceso editorial que produjo además dos películas y una interminable lista de artículos.

En este ensayo que presentamos hoy en Crónicas del Tánatos, luego de publicar los casos reales en los que se basa la novela haremos una comparación entre los elementos de la realidad y la ficción. Para los detalles de cada caso recomendamos leer las entradas que ya publicamos de cada uno de ellos, haciendo clic en las imágenes que se encuentran al final de este ensayo.

El protagonista / Los protagonistas

En la ficción, el sujeto conductor de la obra es el comisario Martínez León, una especie de alter ego del autor; a pesar de que no fue Mármol León el responsable de pesquisar todos los casos (solo del último, el caso Vegas Pérez).

En la vida real, la investigación de la mayoría de los casos fue responsabilidad del comisario Carlos Olivares Bosque (Biaggi, el crimen del ascensor y la estatuilla mortal).

El jefe mayor de la PTJ era el Dr. Rodolfo Plaza Márquez, quien fue el director que fundó la institución. Renunció a ella el 30 de junio de 1966 luego de ser objeto de innumerables presiones; ya en 1961 cuando sus hombres investigaban al sacerdote Luis Ramón Biaggi recibió la oferta de presidir un tribunal de reciente creación, cargo que al final no asumió. Al momento de renunciar afirmó a la prensa que su retiro de la PTJ no se debía a presiones de ninguna naturaleza; recordemos que justo en aquel momento esta institución tenía en sus manos dos papas calientes: el caso del capitán Rivero Pérez y el caso del diputado Martín Antonio Rangel, ambos acusados de asesinar a sus respectivas esposas. A favor de lo dicho por Rodolfo Plaza Márquez esta el hecho de que fue sustituido en el cargo por el propio Carlos Olivares Bosque.

EL CASO DE LA HERMANA DEL SACERDOTE (El caso Biaggi)

Fecha: 15 de octubre de 1961Indiciado: Luis Ramón BiaggiPersonaje en la novela: Padre Pedro Luis CuzatiVíctima: Lesbia Margarita BiaggiPersonaje en la novela: Lídice CuzatiEncargados de la investigación por Caracas: Comisario Carlos Olivares Bosque y Profesor Honorio ArangurenPersonaje en la novela: comisario Martínez León

Familiares y amigos en la vida real: Carmen Tapia de Biaggi (madre) Rigoberto Franceschi (novio), Nanzo Biaggi Tapia (hermano y abogado), Cipriano Perpetui (ex novio, de oficio mecánico) En la novela el ex novio de Lesbia Biaggi se llama José Gregorio Álvarez y trabaja como administrador de una firma constructora.

Personajes: Monseñor Juan José Bernal, Arzobispo de Ciudad Bolívar y el médico psiquiatra José Luis Vetencourt, quien examino al sacerdote encontrándolo en pleno uso de sus facultades mentales.

Responsable de la investigación en Ciudad Bolívar: Comisario Pedro Jesús Díaz Arvelo

Personaje en la novela: Pedro Díaz

Este funcionario falleció el 31 de octubre de 1961 en un lamentable accidente mientras efectuaba investigaciones en torno a un caso que corría paralelo al del padre Biaggi, algunos personeros de la iglesia quisieron hacer ver desde los púlpitos que se trataba de un castigo de Dios por haberse atrevido a señalar a uno de sus sacerdotes. Fermín Mármol León asignó al personaje de ficción el mismo nombre del real; suponemos que lo hizo como un homenaje al compañero caído en el cumplimiento del deber.

Esa pequeña historia paralela que corre al lado del caso de la hermana del sacerdote en la novela, es la de un minero de apellido Sánchez quien es reportado muerto por dos de sus

compañeros de nacionalidad brasilera. En la versión que dan los hombres a la PTJ, Sánchez muere de un sincope mientras dragaba piedras del fondo del río Caroní embutido en uno de aquellos pesados trajes de buzo con escafandra; la viuda del minero-buzo denuncia que los brasileros asesinaron a su esposo para quedarse con la totalidad de las ganancias. Los detectives de la ficción logran establecer que efectivamente Sánchez fue asesinado por sus compañeros.

En la vida real el minero se llamaba Rafael Antonio Núñez Villazana quien era natural de la ciudad de Barcelona en el estado Anzoátegui y tenía 37 años cuando perdió la vida, la noche del 16 de octubre de 1961, en las inmediaciones de la mina de El Merey. Núñez Villazana tenía poco tiempo de estar residenciado en la zona. El comisario Pedro Díaz encontró la muerte investigando este suceso.

En el film Cangrejo II, basado en esta historia, el director Román Chalbaud deja con vida al personaje Pedro Díaz (caracterizado por el actor Ramón Hinojosa) hasta el final de la trama, asignándole gran importancia en la misma. La muerte le llega cuando decide salir a pescar en un pequeño bote peñero; Chalbaud va intercalando imágenes de la detención del cura, el discurso televisado de Monseñor, la muerte del comisario Díaz y la celebración de una misa (filmada en la capilla del Cementerio del Este en Caracas) en la que el sacerdote, con voz estentórea advierte a sus feligreses que aquello no era más que un esperado castigo de Dios por la impiedad cometida contra el padre Pedro Luis Cuzati (Luis Ramón Biaggi).

El 6 de febrero de 1962, altos personeros de la iglesia que desde el comienzo de las investigaciones habían estado cuestionando los informes policiales, dejaron colar a la prensa la información de que los detectives a cargo del caso Biaggi podrían ser excomulgados ipso-facto de acuerdo al artículo 2343 del derecho canónico por “ofender gravemente a un sacerdote de la iglesia católica”. La excomunión privaría a los funcionarios de recibir o participar en sacramento alguno y de tener derecho a la sepultura eclesiástica.

Un cura polémico

Luis Ramón Biaggi Tapia nació el 12 de marzo de 1929 en la población de Pariaguán, al salir de la escuela primaria ingresó en el seminario de Ciudad Bolívar donde pasó 5 años, luego fue al seminario interdiocesano de Caracas en el que hizo 3 años de filosofía y 4 de teología. Fue ordenado el 31 de julio de 1955 por monseñor Juan José Bernal, curiosamente fue el único sacerdote que se ordenó ese año en Venezuela; al momento del asesinato de su hermana oficiaba como párroco de la iglesia de Santa Ana en Ciudad Bolívar. En los 3 años que estuvo preso, Luis Biaggi se graduó de abogado y escribió 2 folletos de autodefensa, al primero lo llamó “Mi Drama” y al segundo “Encarcelamiento Político”. En ambos hacía una severa crítica del estado venezolano y ponía en tela de juicio la confiabilidad del sistema judicial.

Este sacerdote recibió un inusitado apoyo por parte del grupo editorial Cadena Capriles que publicó una fotonovela por entregas en la revista Venezuela Gráfica. El folletín llamado “Mi hermano es inocente” fue escrito con la cooperación del abogado Nanzo Biaggi, hermano del indiciado. La revista lamentablemente no se conserva en los archivos oficiales.

El homicidio de Lesbia Biaggi fue uno de los dos casos llevados a la pantalla por el cineasta venezolano Román Chalbaud en la película llamada Cangrejo II. En el film la locación escogida para el desarrollo de la historia es la litoralense ciudad de La Guaira y el momento, las fiestas del Corpus Christi. Chalbaud pone su sello en la caracterización psicológica de los

personajes, muy típicos de su hechura como director. Introduce personajes que no están en la novela y construye una historia con vida propia, respetando sin embargo los elementos principales de la obra literaria.

El caso Biaggi, pese al tiempo transcurrido, sigue suscitando el interés del público y es fuente de numerosas especulaciones; hay quienes aseguran, por ejemplo, que el homicidio fue cometido realmente por la madre del sacerdote quien en un ataque de ira al descubrir que sus hijos sostenían relaciones incestuosas se abalanzó sobre ellos con un cuchillo, según unas versiones para atacar al hijo y según otras para atacar a la hija.

El mismo padre Biaggi, en el momento de las investigaciones ofreció a la policía dos versiones totalmente contradictorias; en la primera aseguró que en la mañana del 15 de octubre de 1961 salió de su casa sin saber que su hermana estaba muerta; que solo vio la puerta de su habitación entreabierta y como encontró la puerta de la calle abierta pensó que Lesbia había salido temprano. En la segunda declaración, luego de que los detectives encontraran inmensas lagunas en su primera versión, Biaggi se contradijo y aseguró que si vio muerta a su hermana pero que no quiso ser el portador de tan nefasta noticia para su madre así que optó por salir a dar la misa y esperar a que le fueran a notificar.

A los 3 años de estar detenido, Luis Biaggi fue puesto en libertad y se radicó en el barrio El Suspiro de Barquisimeto donde se dedicó a dar clases en la escuela Sagrado Corazón de Jesús.

En marzo de 1973, Luis Biaggi vivía en San Antonio de los Altos en el estado Miranda desde donde introdujo ante la Corte Suprema de Justicia una demanda de nulidad parcial del artículo 12 de la Ley para el Ejercicio del Derecho debido a que aquella impedía que los ministros de cultos ejercieran la abogacía. En el escrito Biaggi alegaba, con toda razón, que el artículo 12 violaba lo dispuesto en el artículo 61 de la Constitución Nacional que prohibía expresamente las discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo o la condición social

A lo largo de su vida Luis Ramón Biaggi siguió expresando críticas al sistema político y judicial de Venezuela, en una ocasión aseguró que la democracia puntofijista era demagógica porque ninguno de los partidos que la lideraban se preocupaba por instruir a sus partidarios en el conocimiento de las leyes.

El padre Biaggi luego se mudó a Caracas y prestó sus servicios como abogado en la Marina Mercante, Correos Aeronáuticos, el Instituto Nacional de Transito y el Ministerio de Comunicaciones. En 1982 publicó el libro “Verdades y mentiras en el caso Vegas” en el que hace un análisis de la forma como se investigaron y procesaron las evidencias en el caso del secuestro y asesinato del niño Vegas Pérez; como siempre con un enfoque acido.

Luis Ramón Biaggi Tapia falleció en la ciudad de Caracas en el año 2005, cuarenta y cuatro años después de ser acusado y procesado por la violación y el asesinato de su hermana Lesbia.

EL CRIMEN DEL ASCENSOR (El asesinato de la esposa del aviador)

 Fecha: 30 de julio 1965Indiciado: Capitán Roberto Rivero PérezPersonaje en la novela: Capitán Daniel Rondón PlazVíctima: Decia Morelia Paradisi de RiveroPersonaje en la novela: Dalia Padilla de Rondón PlazLa manzana de la discordia: Olga Guerrero, rubia que trabajaba como oficinista en las mismas dependencias del capitán. Fue acusada por Decia de ser la amante de su esposo.Personaje en la novela: No hay uno específico, se habla de varias amantesResponsables de la investigación: Comisario Dr. Carlos Olivares Bosque y Carlos Alberto Villavicencio

Personaje en la novela: comisario Martínez León

Para esta fecha el comisario Carlos Olivares Bosque ejercía ya el cargo de subdirector de la PTJ y se encargó junto con Plaza Márquez de la dirección general del caso, la dirección operativa de las investigaciones estuvo a cargo de Carlos Alberto Villavicencio, hombre de edad madura quien para la fecha ejercía la jefatura del Buró contra Homicidios.

El triangulo amoroso

El asesinato de Decia Morelia Paradisi de Rivero, en el que la PTJ halló serios indicios contra su esposo plantea los clásicos ingredientes de un teledrama: Un apuesto profesional en franco ascenso, una linda pero mortificante esposa y una despampanante rubia que viene a fracturar el matrimonio.

En la lluviosa mañana del 30 de julio de 1965, la señora Decia Morelia, esposa del capitán de la aviación Roberto Rivero Pérez, es asesinada en la planta baja del edificio Riverside en Colinas de Bello Monte cuando se dirigía a sus actividades cotidianas en compañía de su esposo. Según la versión dada por el militar, el suceso ocurrió cuando ambos fueron víctimas de un asalto por parte de dos antisociales.

El problema surge cuando los elementos existentes en la escena del crimen contradicen la versión dada por el capitán. El estudio planimétrico levanta las primeras sospechas de los detectives. Estas sospechas van aumentando a medida que recolectan información entre los vecinos del sector y el personal medico y de enfermería que atendió a la señora Decia en el centro hospitalario donde fue llevada.

Con preocupación, los funcionarios de la Policía Judicial encargados de la investigación ven como el supuesto agraviado se va convirtiendo en el primer sospechoso, la preocupación derivaba del hecho de que no trataban con cualquier persona. El Capitán Roberto Rivero Pérez era considerado dentro del estamento militar como una especie de héroe por las acciones que llevara a cabo en la lucha antiguerrillera. 

Al día siguiente del suceso, el director de la PTJ deja entrever a la prensa que se tenían dudas de la versión dada por Roberto Rivero Pérez.

- La Judicial – reveló Plaza Márquez- no esta en condiciones de afirmar si hubo o no asalto antes del crimen por lo que haremos una reconstrucción.

A la pregunta de uno de los reporteros sobre si se esperaba encontrar alguna contradicción con la versión dada por el esposo, Plaza Márquez respondió que prefería no estar entre la espada y la pared.

En la novela, Fermín Mármol León decide transpolar los hechos y ubica el asesinato de Decia en la misma línea temporal del levantamiento cívico militar de Puerto Cabello, que en realidad ocurrió tres años antes. Esta licencia le sirve de excusa para presentar al personaje principal de la trama, al que llamó Capitán Daniel Rondón Plaz y de paso el móvil del crimen.

Rondón Plaz es el encargado de dirigir el bombardeo contra los insurrectos de Puerto Cabello. Al finalizar la sangrienta jornada, se presenta ante su superior para informarle que ha recibido permiso del Estado Mayor para tomar unas cortas vacaciones en Miami. Alega que necesita salir pues esta muy afectado por los últimos acontecimientos. A la pregunta del coronel sobre si viajaría con su esposa, el capitán contesta que iría solo pues así era más saludable.

A continuación, Mármol León presenta a la víctima, llamada por él Dalia Padilla y a al mejor amigo de ésta y compañero de la universidad, al que llama Carlos D´León. Este personaje movido por el intenso afecto que sentía por Dalia decide acercarse hasta el comisario Martínez León y solicitarle una entrevista personal. Le promete ponerle al tanto de algunos detalles reveladores sobre la conducta del capitán, intrigado Martínez León lo cita para la medianoche. En la conversación Carlos deja entrever la posibilidad de que fuera el capitán el verdadero responsable de la muerte de Dalia, el investigador escucha con atención y toma nota de toda la información.

En la vida real no existió nadie paralelo a este personaje, Decia Morelia era muy apreciada por sus compañeros de estudios de la UCV y por las personas que la conocían desde Maracay, pero no mantenía una relación de amistad especial con alguien en específico. Tomemos en cuenta que en esa época era muy mal visto que una mujer casada tuviese amigos masculinos. Quienes revelan a la PTJ ciertos detalles inquietantes sobre la vida de la pareja Rivero-Paradisi son los tíos maternos de la occisa, Oswaldo y José María Carabaño, el primero de ellos un conocido y prestigioso médico.

Pese a que en los primeros momentos la familia de Decia se mantuvo hermética y en cierto modo al lado del capitán, deciden a mediados de agosto del 65 acudir a la policía para entregar algunos elementos de convicción que terminarían incriminándolo. Entre las cosas que llevaron figuraban una carta y un neceser; en la carta Decia le confesaba a su tío Oswaldo que temía ser asesinada por su esposo, el motivo estaba en el neceser: unas fotos y un lote de correspondencia amorosa entre el capitán y una compañera de trabajo llamada Olga Guerrero. En la misiva dirigida a su tío, Decia denuncia que ante los reclamos que le hacía por la relación con Olga, el capitán amenazó con asesinarla.

Con estos elementos, las pruebas de planimetría, las declaraciones de más de quince testigos y las imprecisiones de Roberto Rivero Pérez en sus declaraciones los policías sustanciaron el expediente que sirvió de base para que el juez tercero de primera instancia en lo Penal del estado Miranda dictara auto de detención al oficial de la aviación.

La misteriosa declaración del cura

 Un elemento clave en la trama que desarrolla Mármol León a partir de los hechos reales es la declaración dada por el capellán del Hospital Clínico Universitario, que en la novela ostenta el nombre de Padre Casieri. Esta declaración resulta incriminatoria para el oficial de aviación, pues en ella el sacerdote revela al comisario Martínez León que luego de la muerte de Decia en la emergencia del Clínico, el viudo se acercó a él muy compungido y dando muestras de arrepentimiento. Solo con verle le dijo:

- Padre, maté a mi esposa. Ella me atormentaba con sus celos por eso le disparé.

El sacerdote de los hechos reales se llamaba Ernesto Scanagatta, la declaración no la dio a ningún investigador policial sino al personal de enfermería y éste la difundió a la prensa. Días después al tratar de ser entrevistado por los periodistas, el padre Scanagatta desmintió categóricamente haber dicho eso. Tal vez no quería verse metido en problemas.                                                  

La intromisión militar

Desde la misma mañana que ocurren los hechos, la superioridad cierra filas en torno al aviador, es acompañado a declarar en la PTJ, y se obstaculiza la actividad de los reporteros, no dejándoles sacar fotografías. Antes de que Roberto Rivero se presentara a declarar, el propio Comandante General de la Aviación, General de Brigada Francisco Miliani acude a una reunión con el director de la PTJ, aunque no se puede hablar de intromisión directa, la labor de los militares se vio coronada cuando logran a través del abogado defensor del capitán la revocatoria del auto de detención y el pase del expediente a un tribunal que le fuera más proclive.

Aunque en 1965, las fuerzas insurrecciónales habían sido derrotadas militarmente, aún persistía cierto ambiente de desestabilización y si bien el partido comunista y el MIR habían arriado las banderas de la lucha armada; del seno de ambos partidos surgieron escisiones que tenían como objetivo mantener la rebelión. Este (aparte de la aberrante solidaridad automática institucional) pudo haber sido el motivo por el que se defendió a capa y espada la supuesta inocencia de Roberto Rivero Pérez. Se trataba de mantener en filas a uno de los mejores y más capaces oficiales que tenía la aviación formado en las academias de Estados Unidos; y que tenía como valor agregado la coincidencia ideológica con el partido de gobierno. En un momento como aquel era difícil prescindir de una ficha valiosa para el combate.

Muy poco se sabe del destino de este oficial después de su liberación, son datos muy sueltos que no nos permiten reconstruir qué pasó con él. La hermética vida militar y los sucesos en los que se vio envuelto lo convirtieron en polvo de estrellas.

Ensayo 4 Crímenes 4 Poderes (segunda parte)

Fecha: 5 de diciembre de 1965

Indiciado: Diputado Martín Antonio Rangel

Personaje en la novela: Diputado Pedro RosalesVíctima: Hilda Margarita Hernández de RangelPersonaje en la novela: Hilda de RosalesResponsables de la investigación: Comisario Dr. Carlos Olivares BosquePersonaje en la novela: Comisario Martínez León

El tercer caso en orden cronológico, es el segundo en la novela. Se trata de un crimen verdaderamente espeluznante. Una joven mujer es brutalmente asesinada en su propia casa, a pocos metros de sus pequeños hijos. El arma utilizada es un explosivo oculto en una pequeña estatuilla en yeso de la virgen María Auxiliadora.

La estatuilla fue enviada por el asesino el día viernes 3 de diciembre de 1965, utilizando el servicio de encomiendas de la compañía Avensa. En la guía, el remitente quedó registrado como José Antonio Colmenares; esta persona existía realmente, su nombre fue usurpado para hacer el envío, al ser investigado por la PTJ quedó finalmente descartado.

El peligroso paquete permaneció en los depósitos centrales de la agencia todo el fin de semana hasta el día lunes 6 cuando uno de los empleados lo llevó hasta la oficina de comunicaciones del extinto Congreso Nacional. En esa dependencia los empleados llegaron incluso a bromear con el paquete lanzándolo de un sitio a otro. Un dato llamativo es que nadie recordaba que existiese en el congreso un diputado con el nombre del destinatario: Martín Antonio Rangel, y es que a pesar de estar en el foro por excelencia del debate político, el hombre se mantenía de muy bajo perfil. Luego de averiguar quien era el destinatario el paquete le es entregado a eso de las seis de la tarde por la señorita Rebeca Betancourt. El diputado acciondemocratista muestra extrañeza y declara no conocer al remitente, rasga el paquete y al ver que contiene una virgen intercambia bromas con la empleada de comunicaciones diciendo al final que se lo llevaría a su esposa a quien seguramente si le agradaría el obsequio.

Martín Antonio Rangel entrega el paquete a Hilda a eso de las diez de la noche y sale al estacionamiento con la excusa de buscar la guía de envío. Es en ese momento cuando ocurre la explosión que termina con la vida de la joven.

La ficción

La primera escena de la novela es una sesión en la cámara baja que le sirve al autor para presentar al personaje principal y establecer ante los lectores su perfil psicológico y su historial. Este capitulo de 4 Crímenes 4 Poderes tiene al igual que los otros tres un desarrollo secuencial pero la acción se resuelve con rapidez al estar montada en dos planos que se vinculan de manera directa: la muerte de la esposa del diputado, a la que por cierto da el

mismo nombre de la persona real y la búsqueda y captura de un grupo de jovencitos vinculados al accionar subversivo.

Mármol León juega con los tiempos históricos al introducir hechos y personajes que en realidad pertenecieron a épocas distintas a la de la acción que se narra – recurso perfectamente válido, pues se trata de una novela -, está por ejemplo el hecho de que en la vida real, el comentario clave sobre el contenido del paquete no lo hace a la empleada del Congreso sino a un grupos de diputados en uno de los pasillos del Palacio Federal Legislativo, al final un parlamentario comunista le dice irónicamente que el regalo debe ser lógicamente para Hilda pues “Tú, Rosales no crees ni en tu partido”; recordemos que para ese momento todos los diputados y senadores del PCV estaban presos en el cuartel San Carlos.

El autor introduce un personaje – el chofer del diputado – de nombre Ramón Sarmiento quien da al comisario León las primeras razones para sospechar en firme del viudo al narrarle el trato despótico que éste le daba a la malograda esposa y la afición del político por tener amantes. En el plano real los esposos Rangel – Hernández no tenían chofer; el propio diputado manejaba el Oldsmobile que les servía de transporte. El diputado Pedro Rosales termina despidiendo al chofer unos días después del asesinato de la esposa. En la novela los hechos se van desencadenando con velocidad al punto de que el comisario León enfrenta al diputado Pedro Rosales casi de inmediato lo que le vale una regañina por parte de sus superiores.

La realidad

En el hecho real en el que se basa la historia, el diputado Martín Antonio Rangel es ciertamente interrogado por la PTJ en presencia de un fiscal del Ministerio Público en fecha temprana (10 de diciembre de 1965) pero se presenta todavía en calidad de testigo y agraviado, dos días después se filtran a la prensa las sospechas que recaían sobre el viudo, éste en una entrevista que concedió al vespertino El Mundo niega enfáticamente haber asesinado a su esposa y atribuye esas acusaciones a mentes aviesas.

Este caso después se va enfriando en la prensa; como siempre ocurre en Venezuela un escándalo tapa a otro y en aquella época ciertamente los escándalos estaban a la orden del día, sin embargo las investigaciones prosiguen de manera lenta pero segura.

El viernes 4 de marzo de 1966 El Nacional publica una extensa entrevista al diputado Martín Antonio Rangel firmada por el periodista Germán Carías en la que el político afirma que la muerte de su esposa fue planificada con el objetivo de provocar un golpe de estado dando así un rubicón a la tesis del atentado terrorista defendida por el gobierno.

El atentando se atribuye primero a las facciones de izquierda alzadas en armas, se dice que el objetivo era hacer estallar aquella carga en el hemiciclo de la cámara de diputados. A medida que pasa el tiempo van surgiendo nuevas hipótesis, se baraja la posibilidad de que se tratara de una venganza personal dirigida contra el diputado por Acción Democrática (AD) Martín Antonio Rangel. Éste, que había sido gobernador del Delta Amacuro tenía en la zona algunos enemigos. El más conspicuo de ellos, un ex militante de AD, llamado José Ramón Zacarías fue detenido al seguirse esta línea de investigación y posteriormente fue descartado; aquí como en el caso del capitán Roberto Rivero Pérez, fueron surgiendo de manera casi inmediata elementos que le daban un peligroso vuelco a la investigación.

En este proceso lo que llamaba la atención de los investigadores sobre el diputado era la tranquilidad pasmosa que exhibió ante la terrible muerte de su esposa, las contradicciones entre las declaraciones del diputado y los principales testigos, el notable deterioro de las relaciones con su esposa y el hecho de que el diputado llevara el paquete mortal a su casa en la maleta del carro y no en la guantera.

Tanto la defensa como los compañeros de su partido, acusaban a la guerrilla y esgrimían que el explosivo fue elaborado y montado en la fábrica de armas que los subversivos tenían en el cerro de El Garabato y que había sido allanada y desmantelada el 29 de octubre de ese mismo año. Sobre esto hubo una primera declaración del Ministro de la Defensa General Ramón Florencio Gómez negando de plano que la bomba hubiese sido fabricada en ese sitio, para esto se basó en el análisis de los componentes químicos de la bomba que hicieran los expertos en explosivos del ejercito. Años después cuando el diputado estaba a punto de salir en libertad, su compañero de partido, el Dr. Gonzalo Barrios, quien había sido Ministro de Relaciones Interiores cuando ocurrió el asesinato, aseguró que en el allanamiento hecho a la fábrica clandestina de armas se encontraron imágenes religiosas en yeso similares a la usada para albergar la bomba; esta afirmación como podrán imaginar ustedes no contó con ningún tipo de prueba material que la respaldara, fue solo el acostumbrado uso de los medios para establecer una verdad.

Los expertos en explosivos de la ficción y de la realidad

En 4 Crímenes 4 Poderes, el comisario León va recabando indicios contra el diputado interrogando a la gente de su entorno y a personas que lo conocían desde épocas pasadas. Es así como se entera de que Pedro Rosales fue un activo miembro de la resistencia contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y un destacado experto en explosivos. Esta información lo lleva a revisar los archivos hemerográficos en los que encuentra que Rosales fue detenido en octubre de 1955 como líder de un frustrado atentado con explosivos contra el dictador Pérez Jiménez, la información la corrobora entrevistándose con ex miembros de la Seguridad Nacional que purgaban condenas en la cárcel Modelo de Caracas. Este dato se convierte en un hecho clave dentro de la novela.

En la referida entrevista con Germán Carías, el parlamentario Martín Antonio Rangel niega de plano que fuese experto en explosivos.

En los primeros días de la investigación, la PTJ trabaja sobre una pista muy vaga proporcionada por el señor Efraín Salazar, quien fue la persona que recibió el paquete, (en la novela lo recibe una señora de nervios muy frágiles). Según Efraín Salazar, el paquete fue llevado por un hombre al que parecía faltarle el brazo derecho, en base a esto se detiene al mayor del ejército Arnaldo Montilla quien casualmente era cliente del servicio de encomiendas, le faltaba el brazo derecho y era experto en explosivos. Para colmo de males las características del retrato hablado hecho en base a lo descrito por Salazar coincidían casi en un ciento por ciento con las del militar. Éste fue detenido por averiguaciones pero tuvo que ser descartado pues se descubrieron muchas inconsistencias, la policía judicial lo pasó al Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA) que luego de completar los necesarios trámites burocráticos lo puso en libertad.

Interviene el poder político

Luego de que aparece la entrevista al diputado en el diario El Nacional, los detectives encargados del caso son amonestados y sacados del caso, a partir de ese momento las

investigaciones quedan “a nivel de dirección”. No sabemos si “a nivel de dirección” es un eufemismo para designar la amnesia pues a partir de ese momento El Crimen del Cafetal cae en un letargo glacial del que solo sale cuando el diputado contrae matrimonio nuevamente en agosto del 66 llamando la atención de la prensa con ese acto. No había pasado un año de la muerte de Hilda y él se casa con una menor de edad y la lleva a vivir a la misma casa en la que vivió con su difunta esposa.

Cuanto termina su periodo en el Congreso y cesa la inmunidad parlamentaria, Martín Antonio Rangel es detenido y puesto a la orden del juzgado Segundo en lo Penal, la acusación de la fiscalía: Homicidio calificado y la pena solicitada, 25 años de presidio.

El 10 de julio de 1972, el ex diputado fue puesto en libertad al considerarse que las pruebas recabadas en su contra eran insuficientes.

Este suceso fue bautizado por la prensa de la época como El Crimen del Cafetal, Fermín Mármol León lo tituló El Caso De La Estatuilla Mortal (el poder político). Para leer los detalles reales de éste suceso ocurrido en diciembre de 1965 haga clic en la imagen de abajo.

La estatuilla mortal

 Los pasos de la muerte

El hombre de complexión media, rostro pétreo y mirada fría descendió del Oldsmobile blanco y verde, cruzó los amplios jardines del Capitolio e ingresó al centenario edificio. Dirigió sus pasos hasta el buzón de correos de la cámara baja para verificar si tenía alguna correspondencia pero no halló nada. Antes de las diez salió de la sede del Congreso Nacional y se llegó hasta el Ministerio de Educación para tratar un asunto con el jefe de becas. Al terminar allí bajó hasta el edificio Atlántida en la avenida Universidad donde estaba la sede nacional de la organización política en la que militaba desde 1944, Acción Democrática (AD).

El diputado Martín Antonio Rangel, conocido por su parquedad parlamentaria y escaso carisma, era sin embargo estimado por los miembros del partido debido a sus dotes como organizador y el papel que había jugado en las luchas de resistencia contra la dictadura perezjimenista.

En la casa nacional de AD conversó largo rato con el dirigente agrario Eustacio Guevara y saludó a uno que otro de los cuadros que pasaron por allí. Faltando poco para las dos de la tarde llamó a su esposa Hilda María para anunciarle que ese día iría a comer en familia.

Caracas, viernes 3 de diciembre de 1965  - 4:00 p.m.

El paquete 01570

Efraín Salazar, encargado de la estación de servicio Tamanaco, ubicada a la vera del hotel del mismo nombre en la urbanización Las Mercedes, vio a un cliente que se acercaba hasta el buzón colocado allí por la empresa de encomiendas Avensa y del cual era también

responsable.  Al percatarse de que aquel hombre elegantemente enfundado en un traje beige portaba un paquete con llamativo envoltorio verde en la mano izquierda, se acercó hasta el escritorio para atenderlo. Tomó una guía urbana con el número 01570 y procedió a pedir los datos.

El sujeto que dijo llamarse José Antonio Colmenares indicó que el paquete debía ser entregado en el Congreso Nacional al diputado Martín Antonio Rangel. Salazar notó que la manga derecha del traje colgaba vacía y supuso que el hombre era manco. El encargado preguntó por el contenido del paquete a lo que el remitente contestó que se trataba de una figura, una estatuilla. Turbado ante la mirada curiosa de Salazar, el hombre le aclaró que se trataba de un regalo para una señora amiga. El encargado pudo ver entonces que pegado a la caja estaba un papel escrito a maquina con la palabra “frágil”.

Una vez que completó los datos y pagó los tres reales del servicio, el sujeto se retiró. Efraín Salazar arrojó el paquete verde en el buzón y siguió en lo suyo.

Caracas, lunes 6 de diciembre de 1965  - 2:30 p.m.

 El almuerzo

La vivienda de la familia Rangel-Hernández estaba ubicada en la urbanización El Cafetal, una apacible zona en la que el valle de Caracas se rinde ante los jóvenes cerros del sureste. Al estar frente a la quinta “Hil-Mar”, el diputado tocó la bocina varias veces para anunciar su llegada; al oírla, sus hijos Malva y Martín José corrieron eufóricos a recibirlo.  

El almuerzo transcurrió en armonía, tal vez por estar con los niños la pareja evitó reproducir una de sus frecuentes disputas por celos. Con ellos vivía desde el mes de abril de ese año la señora Pastora Jiménez quien les trabajaba como domestica. Cuando casi terminaba su almuerzo Martín Antonio Rangel recibió una llamada telefónica desde la administración del liceo Gustavo Herrera. Lo llamaban para avisarle que habían decidido adelantar las vacaciones por navidad. Su esposa estaba matriculada allí en las clases diurnas para cursar el cuarto año de bachillerato y él fungía como su representante legal; para poder hacer esto la chica fue inscrita como soltera.

Rangel salió con prisa pues se le hacía tarde para la reunión de su fracción parlamentaria, recordó que era lunes y su esposa tenía clases de contabilidad en una academia privada, acordaron que como siempre él la pasaría buscando en la noche por el apartamento de una amiga en la avenida Andrés Bello. Antes de irse sacó cinco bolívares de la cartera y se lo dio para que pudiera llegar al centro.

Tucupita,  abril de 1944

El hombre y sus circunstancias

Al extremo nororiental de Venezuela, las 42 islas que conforman el Delta Amacuro saborean al mismo tiempo las aguas dulces del Orinoco y las salobres del Mar Caribe. En su capital, Tucupita nació en 1928 Martín Antonio Rangel quien a temprana edad se interesó por la política, con apenas 16 años ingresa al partido Acción Democrática en el que pronto se destaca como líder juvenil en tareas de organización. Esto hace que cuando su partido tome el poder en 1945, se piense en él para el cargo de gobernador, función que cumplió sin mucho brillo.

Con el cuartelazo de noviembre del 48 contra el presidente Gallegos, Martín pasa a la clandestinidad. Con alma de relojero va armando las piezas del aparato clandestino de resistencia. En esa época se enamora de su paisana Ana Cointa Rojas con la que llega a tener dos hijos. En octubre de 1955, complicado en un frustrado plan magnicida contra Marcos Pérez Jiménez  es detenido por la Seguridad Nacional y enviado a la prisión de Guasina, reservada para los más peligrosos enemigos de la dictadura.  Al poco tiempo lo expulsan para México, país del que solo regresa cuando el gobierno militar es derrocado.

Al volver a Tucupita no regresa con la madre de sus hijos, en su lugar Martín escoge como esposa a una prima de nombre Emma Narváez con la que se casa en la población del El Tigre en el estado Anzoátegui. Este matrimonio es disuelto a los dos años y el hombre decide probar suerte con otra de sus primas; esta vez Hilda María Hernández quien para entonces tenía 18 años. En las elecciones de 1963 Martín Antonio Rangel pasa a ocupar una de las curules de la cámara de diputados. En esta nueva situación tampoco descollaba mucho, sus intervenciones eran esporádicas y cortas. Aquel hombre parecía más hecho para la acción que para la burocracia

Caracas, lunes 6 de diciembre de 1965  - 6:00 p.m.

La sesión

Al terminar la reunión de su fracción en el edificio La Perla, el diputado Martín Antonio Rangel se llegó de nuevo hasta el Congreso, antes de entrar a la plenaria revisó la cartelera; el punto a tratar ese día sería el presupuesto, a Martín le interesaba el tema pues por las noches sacaba la carrera de ecónomo en la Universidad Santa María pero precisamente por eso no podía estar presente. Su partido lo había autorizado a ausentarse de aquellas sesiones para que pudiera acudir a clases. Solo debía cumplir un requisito: entrar a la sala y estar presente cuando se verificara el quórum. Así lo hizo y al salir de nuevo al pasillo uno de los mensajeros se le acercó para informarle que en la oficina de comunicaciones había un paquete para él.

Caracas, sábado 4 de diciembre de 1965  

 La voz

En el sopor de un día más cercano a la fiesta que al trabajo, Eva Campos, telefonista del Congreso Nacional pensaba en la cercanía de la navidad cuando sonó el teléfono. Desde el otro lado una voz farragosa solicitó a un diputado de nombre Rangel. La chica preguntó si se trataba de José Vicente Rangel o de Rangel Quintero Castañeda; la voz solo dijo: “Dígale al diputado Rangel que sus días están contados”.

Caracas, lunes 6 de diciembre de 1965  - 6:10 p.m.

Los curiosos y el santo

Cuando Martín Antonio Rangel recibió el paquete 01570, éste ya había pasado por más de una mano. El sábado 4 a mediodía el empleado de Avensa Cirilo Betancourt lo recogió con cuatro encomiendas más del buzón de autocarga en la estación de servicios Tamanaco. De allí lo llevo a la central de la empresa donde el funcionario de guardia Carlos Rizo lo puso en el casillero del repartidor José Luis Villamizar.

Villamizar al ver que iba para el Congreso lo apartó y lo dejó allí para llevarlo el día lunes pues presumía que los sábados el edificio del Capitolio estaba cerrado.  El lunes lo metió en su motoneta y a las 10 de la mañana, un poco después de que Rangel se había ido lo entregó a unos empleados del parlamento que vacilaron un poco antes de recordar que Martín Antonio Rangel era un diputado de Acción Democrática. Ese día casualmente el Departamento de Comunicaciones había sido mudado al primer piso y todo estaba regado por el suelo; así que al ver que el paquete con envoltorio verde tenía escrita la palabra frágil, Rebeca Betancourt, Jefa del departamento ordenó que fuera directamente colocado en el escritorio del destinatario.

Sin embargo, un grupo de empleados trató de adivinar que clase de regalo contenía el paquete; por la cercanía de las fiestas navideñas presumieron que era una botella, como no podían ver de qué licor se trataba, agitaron el paquete cerca de los oídos y solo escucharon un sonido como de bombilla rota.

En la tarde, al enterarse de la presencia del diputado Martín en la sesión plenaria enviaron a un mensajero a informarle del paquete. El diputado entró en la oficina de Rebeca Betancourt, a quien conocía, a buscar el paquete, ésta amablemente le preguntó que si podía ir con su esposa a comer en su casa antes de la navidad y el diputado se disculpó diciéndole que tenía proyectado viajar con Hilda a la isla de Margarita.

Rangel tomó el paquete y rasgó un poco la envoltura verde, Rebeca le dijo que tal vez fuera algún frasco de perfume. El diputado mostró extrañeza por el nombre del remitente y manifestó no conocer a ningún José Antonio Colmenares. Cuando finalmente abrió el paquete notó dentro una colorida estatuilla de María Auxiliadora. Al ver aquello dijo:

- Es raro que me regalen una virgen

- De verdad es raro – bromeó Rebeca Betancourt – ¿Para qué le regalan santos a usted, cuando usted es un santo?

- Bueno – dijo finalmente el diputado- será mejor que le lleve esto a mi esposa, a ella seguramente le gustará como obsequio.

Tucupita, mes de Septiembre de 1965

 La hija del compadre

El señor Miguel Marín y su esposa Azucena García despidieron a su pequeña hija Maritza del Rosario; la chica que estaba a punto de cumplir los 17, salía a estudiar bachillerato comercial en el liceo Antonio José de Sucre en Caracas. La escena era la usual en estos casos: advertencias sobre los peligros de la ciudad y consejos de última hora aderezados con lágrimas y suspiros. Miguel Marín y Azucena eran amigos del diputado Martín Antonio Rangel y en fechas recientes, éste había bautizado al menor de sus hijos.

Caracas, lunes 6 de diciembre de 1965  - 9:55 p.m.

Ahora y en la hora…

El Oldsmobile detuvo su marcha frente a la quinta Hil-Mar, esta vez Rangel no quiso tocar la corneta para no despertar a los niños. En el trayecto, él y su esposa habían estado hablando del viaje a Margarita. Antes de recoger a Hilda en la avenida Andrés Bello, había ido a la universidad pero al llegar consiguió un cartel en la puerta que anunciaba el fin del periodo de clases. Como no tenía nada que hacer decidió llegarse hasta la casa de una familia que lo había ayudado mucho en su época de clandestinidad. Allá se tomó un café y conversó largo rato. Luego se fue a buscar a Hilda al apartamento de la amiga.

Ya dentro de la quinta, Martín quien tenía mucha hambre entró a la cocina a buscar algo de comer mientras su esposa subía al primer piso a preguntar a la domestica si había alguna novedad. El diputado notó dos paquetes encima de una mesita y preguntó a Pastora que cosa eran y quién los había traído; la mujer contestó desde su habitación que eran un regalo de un amigo. Martín abrió entonces uno de los paquetes y cuando vio que eran bocadillos de guayaba sacó uno y cortó un pedazo de queso para acompañarlo.

Cuando su esposa regresó del cuarto de Pastora, Martín había terminado de comerse el bocadillo.

- Terminaste y no me diste ni un pedacito – le dijo ella en actitud juguetona – Así que yo también haré lo mismo.

Martín le dijo entonces.

- En el carro te tengo un regalo que me llevaron al Congreso, espera un segundo.

Corrió hacia el garaje y sacó a la imagen del envoltorio, entró a la casa y al estar de nuevo frente a su esposa le pregunto:

- ¿Tú conoces a J.A. Colmenares?

Ella intrigada, tomó la estatuilla y le dijo que no conocía a nadie con ese apellido. Se puso a examinar la imagen como buscando la clave de algo; al ver la mirada desconfiada de Hilda, Martín, quien ya se había acostumbrado a sus escenas de celos, arrancó la tarjeta que estaba en el pecho de la virgen diciéndole:

- ¿Ves? No tiene nada de raro. Espera aquí, voy a traerte el envoltorio para que veas tú misma el nombre y la dirección completa del remitente.

Se dirigió de nuevo al vehículo. No había terminado de salir del pasillo que comunicaba la casa con el garaje cuando oyó una terrible explosión. El hombre se sintió en el epicentro de un cataclismo. La cabeza le dolía intensamente y no lograba captar sino un agudo zumbido. Desando corriendo el pasillo y al entrar en la estancia no podía ver nada, el humo cubría todo. Busco a Hilda en la puerta del comedor, donde la había dejado, pero ya no estaba allí, la onda expansiva arrojó su destrozado cuerpo hasta la cocina. Las paredes estaban completamente salpicadas de sangre. Martín Antonio Rangel solo se quedó allí, sin saber exactamente qué hacer. Eran las diez de la noche.

Pastora Medina despertó sobresaltada y en su habitación del segundo piso, los dos pequeños hijos del matrimonio, inocentes de lo que había pasado se quedaron sentados en la cama.

El estallido se sintió en toda la urbanización, un vecino de apellido Malva decidió acercarse hasta la quinta Hil-Mar, al entrar encontró al diputado cerca del cadáver y a la domestica con la mirada perdida. Martín vio que el hombre le decía algo pero no lograba oírlo; en ese momento ya con dominio de si mismo, les pidió que no tocaran nada y fue al teléfono a  llamar a la policía. Luego subió hasta el cuarto de los niños, los cubrió con una sabana, los bajó y los llevó a casa del señor Malva.  

 La fábrica de El Garabato

Gracias a una delación, un pelotón del ejército y unidades de la Dirección General de Policía (DIGEPOL) allanan una fábrica clandestina de armas que la guerrilla había logrado montar en esa zona con la colaboración de un químico español de nombre Vicente García Ucejo y el biólogo y explosivista Vicente Scorza. El sitio funcionaba como un centro de investigación y en el mismo se elaboraban armas y explosivos. Al momento del registro se incautaron subametralladoras, morteros, granadas y bombas.

Medianoche del 6 de diciembre de 1965

La noticia corrió por la ciudad como reguero de pólvora, al poco rato llegaron a la quinta Hil-Mar no solo las patrullas de la PTJ y de la DIGEPOL sino también el propio director de la policía científica Rodolfo Plaza Márquez acompañado del Fiscal General de la Nación Antonio José Losada. Algunos parlamentarios y compañeros de partido de Martín Antonio Rangel se hicieron presentes para manifestarle su solidaridad. Éste entregó a la policía el envoltorio verde, lo único que había quedado intacto del siniestro paquete.

Los técnicos procedieron a recolectar los fragmentos de la bomba y en la madrugada el cuerpo de Hilda fue retirado y llevado a la morgue del hospital Rísquez para efectuar la autopsia.

En un rincón de la casa el medico forense Miguel Victorino Cedeño comentaba con el funcionario dela PTJ Eduardo Alfredo Rodríguez el asombro que le producía la tranquilidad mostrada por el diputado. El policía ducho en este tipo de hechos, reconoció que extrañamente se le había hecho muy fácil tomar la declaración del viudo ya que en situaciones como aquella era imposible conversar con los familiares de la víctima por estar inmersos en un shock.

A las 8 de la mañana del martes, el presidente de la república Raúl Leoni llegó para dar el pésame al diputado Rangel, la casa se había convertido en un centro de peregrinación y personeros de distintos sectores daban sus impresiones a los medios de comunicación. La opinión general era que se trataba de un acto terrorista.

Las pesquisas

El aire denso y azulino a causa del humo de los cigarrillos apenas dejaba ver los rostros preocupados de aquellos hombres; como si no tuvieran trabajo ahora venía a ocurrir esto. Los efectivos de la Policía Técnica Judicial no se daban abasto ante la cantidad de casos que debían resolver. Entre el hampa común y los grupos subversivos los tenían copados.

El director, Rodolfo Plaza Márquez mientras hablaba a sus hombres recordaba la experiencia muy reciente del crimen de Decia Morelia de Rivero, esposa del capitán de la aviación Roberto Rivero Pérez en el que luego de un intenso trabajo terminaron con las tablas en la

cabeza. Ahora ocurría la muerte de esta dama, vinculada de manera indirecta con el poder político. La línea que se había dictado desde las altas esferas era la de encaminar las investigaciones por la tesis del atentado terrorista. Sin embargo Plaza Márquez y los detectives sabían que las cosas nunca eran tan sencillas, así que mientras políticos, empresarios, religiosos y los medios condenaban a los terroristas de izquierda y derecha ellos se pusieron a evaluar distintos escenarios.

Plaza Márquez en persona lideraba las pesquisas y compartiendo esa responsabilidad con él estaba el comisario Carlos Alberto Villavicencio. El director cedió la palabra a los técnicos para que dieran información de lo que tenían hasta ese momento.

- El medio usado para camuflar la bomba es una imagen de yeso de María Auxiliadora, de las más comunes, así que por allí es difícil que logremos algo. -dijo uno de los expertos en explosivos-

- ¿Y que tipo de bomba era? Preguntó Villavicencio.

- De las conocidas como “caza-bobos”. El que la armó usó una mezcla de clorato y azufre y aunque en las vísceras de la víctima había residuos de fosfato, logramos establecer que no se uso fósforo. La bomba explotó eléctricamente por medio de una pila japonesa marca Hitachi de 1.5 voltios. Estalló en la mano izquierda de la señora mutilándosela. La onda explosiva cubrió un radio mayor de30 metros propagándose de forma horizontal.

- El mecanismo que la detonó – intervino otro de los técnicos- fue la tarjeta que tenía en el pecho, al ser desprendida puso en libertad la lamina aislante del interruptor produciendo la explosión.

Plaza Márquez frunció el ceño para afirmar más que para preguntar:

- El que desprendió la tarjeta fue el propio viudo ¿verdad? Quiero que me investiguen a fondo que fue lo que ocurrió en esa casa desde que se levantaron ese día hasta que ocurrió el hecho. Interroguen a la domestica, los vecinos y en cuanto el diputado esté dispuesto tómenle declaración.

Caramba jefe – salto Eduardo Alfredo Rodríguez – la verdad es que yo ya tomé la declaración del hombre anoche mismo.

Plaza Márquez y Villavicencio cruzaron miradas.

- ¿Y eso? La experiencia en este tipo de casos nos indica que en casos como este es literalmente imposible conversar con los familiares – observó el director-

- Pues en realidad a mi me extrañó que el diputado estuviese tan tranquilo. Me dio detalles de todo lo que había hecho ese día y como había llegado la bomba a su poder.

- Bien, dijo finalmente Plaza Márquez, concentremos los esfuerzos en investigar un posible atentado terrorista; habrá que ver si la cosa iba dirigida al Congreso Nacional o directamente al diputado Rangel… y si ese fuera el caso establecer si la motivación era política o personal. Tengo entendido que él fue gobernador del Delta Amacuro, en esos cargos siempre se hacen enemigos.

Una vez que todos habían salido, el curtido jefe policial quedó bastante preocupado. En el pasado reciente él y sus hombres habían tenido que enfrentar dos poderes: el religioso y el militar. Solo esperaba que este nuevo caso no le trajera más complicaciones de las que ya tenia.

Poco a poco fueron desfilando por el edificio de la Policía Técnica diversos testigos: Efraín Salazar el hombre que recibió el paquete en la estación de servicios Tamanaco, los empleados de Avensa, los mensajeros del Congreso, Rebeca Betancourt, Jefa del Departamento de Comunicaciones, el señor Malva, los padres de Hilda de Rangel y sus compañeros de estudios. Por mera rutina se descartó la existencia de José Antonio Colmenares y se verificó la dirección dada por él así como su dirección. Los detectives se encontraron con que si existía alguien con ese nombre y que vivía en aquella dirección; pero no tenía que ver en absoluto con el hecho.

Al conocerse por la declaración de Efraín Salazar que el misterioso hombre que dejo el paquete parecía carecer de un brazo, comenzó la más despiadada cacería de mancos habida nunca antes en el país. Al final se descartó que se tratara de una persona lisiada.

En medio de todo esto, el diputado Alfredo Tarre Murzi denunció que el atentado había sido preparado por extremistas de la derecha con el objetivo de crear las condiciones psicológicas para un golpe de estado. Por su parte los dirigentes de Acción Democrática insistían en que aquello no era más que una acción de la extrema izquierda, acusando concretamente a los ilegalizados partidos Movimiento de Izquierda Revolucionaria y Comunista de Venezuela. La reacción de los comunistas no se hizo esperar, Los hermanos Gustavo y Eduardo Machado dirigentes del PCV, ordenaron desde la prisión la publicación de un remitido en el que condenaban cualquier hecho de ese tipo y negaban de plano la responsabilidad de su organización.

El 9 de diciembre de 1965 cobró fuerza la tesis de la venganza personal contra el diputado Rangel, debido a la llamada recibida por la telefonista Eva Campos, en la que una extraña voz le anunciaba que Rangel tenía los días contados. Siguiendo esa pista la policía detuvo en Tucupita al ex militante de AD José Ramón Zacarías que al parecer tenía disputas con Martín Antonio Rangel desde la época en que este ocupó el cargo de gobernador. Al final fue liberado pues no se encontró nada que lo vinculase al asesinato.

Desde Acción Democrática se insistió entonces en que los culpables debían ser buscados en los partidos de izquierda y se afirmó que la bomba había sido fabricada en el cerro El Garabato, esta tesis fue respaldada tanto por el director de la DIGEPOL J.J. Patiño como por el Director del Ministerio de Relaciones Interiores Luis Vera Gómez.

Así estaban las cosas cuando por obra de los hechos los detectives comenzaron a sospechar del propio viudo.

El comisario Carlos Alberto Villavicencio quien había interrogado personalmente a la mayoría de los testigos tenía ya en su poder información llamativa en torno a la vida de la pareja. Sabía por los padres de Hilda, que discutían constantemente por cuestiones de celos.

Al parecer la muchacha le reclamaba al diputado el ser un mujeriego empedernido. Se supo igualmente que Martín Antonio Rangel en algún momento trató de divorciarse. Otro elemento que llamaba la atención era que el hombre trasladó el paquete con la bomba, no en la guantera sino en la maleta del carro. – ¿Por qué lo hizo así, siendo que era un paquete pequeño? – se preguntaba Villavicencio.

Por otro lado estaba el hecho de que el diputado, a sabiendas de que su esposa era terriblemente celosa, solo le llevó el paquete y no el envoltorio completo con la guía del remitente – ¿Por qué hizo eso, si sabía que Hilda, de naturaleza desconfiada, iba a querer saber quien había mandado el regalo? Tal vez lo había hecho de esa forma para poder salir de la casa una vez desprendida la tarjeta que detonaba la bomba. La tarjeta que él mismo desprendió.

Además, existían contradicciones entre las declaraciones del parlamentario y la de varios testigos. Por ejemplo, él afirmó que cuando el paquete le fue entregado por Rebeca Betancourt, ésta le dijo que se lo regalara a la esposa. Afirmación que fue negada de manera categórica por la empleada del Congreso. Cuando uno de los mensajeros – que había sido testigo de la conversación entre Martín y Rebeca- confirmó la versión dada por ella, el diputado se retractó.

Y finalmente llamaba mucho la atención la pasmosa tranquilidad del diputado luego de ocurrida la muerte de su esposa, sobre todo si se tomaba en cuenta la forma tan espantosa como sucedió.   

En los últimos días el diputado evadía ostentosamente la comparecencia ante los detectives. En una ocasión en la que Villavicencio, en un esfuerzo en comunicarse con el, visitó el Congreso Nacional, Martín Antonio Rangel lo recibió acremente y llegó a amenazarlo con quejarse ante su partido por lo que consideraba una persecución.

El día 20 de diciembre el diario Últimas Noticias presentaba una declaración del parlamentario en la que negaba ser el autor del asesinato y mostraba su indignación por tan falaz acusación.

Por supuesto ocurrió lo que tenía que ocurrir y tanto Villavicencio como Plaza Márquez fueron llamados a botón por instancias superiores.

- ¿Qué era lo que pasaba? ¿Acaso se habían vuelto locos? Dedíquense a buscar a los verdaderos culpables.

Villavicencio pidió a Plaza Márquez que lo dejara proseguir con la investigación al viudo; el director de la PTJ quien ya estaba curado de espantos lo autorizó a seguir; pero le recomendó que lo hiciera con mucho tacto. Él mientras tanto se dedicaría a mantener a raya a sus superiores.

Cuando los restos de la bomba fueron analizados por expertos explosivitas del Ministerio de la Defensa se determinó que los varios de los componentes habían sido traídos del exterior  por lo que se descartó la tesis defendida en un inicio de que el explosivo fue montado en la fábrica clandestina que la guerrilla tenía en el cerro El Garabato.

Los meses fueron pasando y con ellos la percepción de la ciudadanía en torno a que este caso se convirtió en otro cangrejo para la PTJ. Sin embargo, Villavicencio seguía trabajando y

entre las cosas que logró averiguar había una fundamental: El diputado Martín Antonio Rangel era experto en explosivos. Este dato que le había llegado por parte de uno de los empleados del Congreso Nacional lo llevó a pensar en las actividades del político en la época en que formó parte de la resistencia. Villavicencio sabía también que Martín Antonio Rangel había sido detenido a mediados de los años 50 y luego de una estadía en la cárcel de Guasina fue expulsado del país.

El comisario se dedicó a investigar las causas de aquella detención y supo entonces que al dirigente adeco lo habían apresado por estar incurso en un atentado contra Marcos Pérez Jiménez programado para ser llevado a cabo el 12 de octubre de 1955. En esa acción se utilizaría una bomba de alto poder para eliminar al dictador en el momento en el que hiciera presencia en el acto oficial de la Plaza Colón. El plan fue develado y las personas involucradas fueron todas detenidas, entre ellos estaba Martín Antonio Rangel, quien era el que había fabricado aquel explosivo.

Villavicencio se llegó hasta la Hemeroteca Nacional y pidió los periódicos correspondientes a octubre de 1955. -Eureka- Allí estaba la información.

Otra información suministrada al comisario Villavicencio apuntaba a que el diputado mantenía relaciones con otra mujer, eso también habría que investigarlo.

El sábado 5 de marzo de 1966, se publicó en el diario El Nacional una extensa entrevista firmada por el periodista Germán Carías en la que Rangel desmentía que fuera experto en explosivos.

El caso fue cayendo en el olvido hasta que en agosto de 1966, el señor Miguel Marín acudió a la delegación de la DIGEPOL en Tucupita a denunciar a su compadre Martín Antonio Rangel por el delito de seducción en la persona de su menor hija Maritza del Rosario, la misma chica que se vino de su pueblo en septiembre de 1965 para estudiar bachillerato comercial. Seis días después de recibida la denuncia el diputado se casaba con la muchacha en la prefectura de la pequeña ciudad de Charallave en el estado Miranda. Una vez casada, la pareja estableció su residencia en la misma quinta Hil-Mar. El diputado se justificó diciendo que él tenía derecho a rehacer su vida y sus hijos necesitaban la presencia de una madre. 

Cerrado el caso policialmente, los fiscales se abocaron a solicitar la detención del diputado, cosa que no fue posible hasta 1969 cuando cesó su actividad parlamentaria y con ella la inmunidad de la que gozaba. Martín Antonio Rangel fue detenido entonces por orden del Juez Segundo en lo Penal Gonzalo Rodríguez Corro por homicidio calificado.

El 20 de noviembre de 1970 el Fiscal Segundo del Ministerio Público Doctor Vertilio Valecillos pidió 25 años de presidio para el ex diputado, la defensa se movió en un primer

momento buscando que se cambiara la pena de homicidio calificado a homicidio culposo y luego pidió que el caso pasara a una instancia superior para su revisión.

Así se hizo y el 10 de julio de 1972, el ex diputado fue puesto en libertad luego de que le fuera leída una sentencia absolutoria dictada por la Corte Superior Segunda en lo Penal. Curiosamente uno de los elementos que se tomo en cuenta para esta sentencia fue una declaración del ex Ministro del Interior Dr. Gonzalo Barrios según la cual él estaba dispuesto a certificar que en el allanamiento hecho a la fábrica de armas de El Garabato se había incautado un lote de imágenes de la virgen del Carmen similares a la utilizada para causar la muerte de Hilda de Rangel. Esta certificación como podrán imaginar ustedes jamás se hizo. Los abogados defensores Armando Lazo y Pablo Gutiérrez prometieron que revelarían una gran sorpresa en torno a la misteriosa figura del remitente José Antonio Colmenares, el manco que nunca apareció.

Al salir de la sala, el Fiscal Vertilio Valecillos anunció que intentaría un recurso de casación ante la Corte Suprema de Justicia.

Mientras todo eso ocurría, los funcionarios policiales responsables de la investigación sabían lo que vendría a continuación. Lo sabían como que estuviese escrito en un guion: la Corte dictaría libertad plena al político y ello los obligaría a reabrir el caso sin poder citarlo como indiciado.

La investigación jamás continuaría pues no tenía sentido; como no lo tuvo en los casos de Lesbia Biaggi ni en el de Morelia Paradisi de Rivero.

Transcribo aquí el párrafo final del capitulo correspondiente a este caso en  la novela 4 Crímenes 4 Poderes de Fermín Mármol León:

“Pero no todo fue color de rosa para el criminal, yo seguí su trayectoria política y tuve una satisfacción como profesional de la policía y como investigador del horrendo crimen cometido contra su esposa; su partido estaba convencido de su culpabilidad, por razones de alta política manejaron el expediente y le resolvieron el problema; pero lo eclipsaron políticamente,  jamás volvió a aparecer en una lista para diputados. Quedó fuera, execrado como hombre público y a solas con su conciencia.”