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Edouard Manet. 1832-1883 No es, en sentido estricto, un impresionista, aunque se le considera el iniciador de todo el movimiento y el pintor que sienta la base de las vanguardias, al interpretar en clave moderna algunos temas de la pintura clásica (Almuerzo en la hierba, Olimpia, Pífano, fusilamiento de Maximiliano,...), en los que desprecia el sentido académico del dibujo, de la luz y del espacio. Los impresionistas consideran a Manet como su guía, pues ven en su pintura algunas de las características que ellos intentan llevar a sus últimas consecuencias: la importancia de la luz, de la sensación, la variación arbitraria de la perspectiva, su pincelada rápida y limpia que descompone en pequeños toques de color y los motivos cotidianos que el realismo elevó a la categoría de obra de arte. Así la sensación de volumen no se crea a partir del claroscuro y las figuras no se sitúan en un espacio ambiental sino que se funden en él. Además, a estas innovaciones Manet unió una forma directa y concreta de entender el desnudo que convirtió sus obras en sinónimos de vulgaridad y hasta pornografía.La crítica y público estaban acostumbrados a una pintura académica plagada de desnudos femeninos, muchos de los cuales utilizan abiertamente el erotismo como modo de captar la atención del espectador. Ahora bien, los desnudos se justificaban por tratarse de escenas alegóricas o mitológicas. La novedad aportada por Manet consiste en desnudar a una joven cualquiera, una muchacha parisina de su momento. Para Manet, y ahí estriba su gran aportación, el tema carece realmente de importancia. Su pintura es pintura pura, ni siquiera tiene el elemento ideológico de Courbet. Sus obras muestran su admiración por Velázquez, Goya, Rafael y Tiziano, al igual que por el arte japonés.

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Edouard Manet. 1832-1883No es, en sentido estricto, un impresionista, aunque se le considera el iniciador de todo el movimiento y el pintor que sienta la base de las vanguardias, al interpretar en clave moderna algunos temas de la pintura clásica (Almuerzo en la hierba, Olimpia, Pífano, fusilamiento de Maximiliano,...), en los que desprecia el sentido académico del dibujo, de la luz y del espacio. Los impresionistas consideran a Manet como su guía, pues ven en su pintura algunas de las características que ellos intentan llevar a sus últimas consecuencias: la importancia de la luz, de la sensación, la variación arbitraria de la perspectiva, su pincelada rápida y limpia que descompone en pequeños toques de color y los motivos cotidianos que el realismo elevó a la categoría de obra de arte.Así la sensación de volumen no se crea a partir del claroscuro y las figuras no se sitúan en un espacio ambiental sino que se funden en él.Además, a estas innovaciones Manet unió una forma directa y concreta de entender el desnudo que convirtió sus obras en sinónimos de vulgaridad y hasta pornografía.La crítica y público estaban acostumbrados a una pintura académica plagada de desnudos femeninos, muchos de los cuales utilizan abiertamente el erotismo como modo de captar la atención del espectador. Ahora bien, los desnudos se justificaban por tratarse de escenas alegóricas o mitológicas. La novedad aportada por Manet consiste en desnudar a una joven cualquiera, una muchacha parisina de su momento. Para Manet, y ahí estriba su gran aportación, el tema carece realmente de importancia. Su pintura es pintura pura, ni siquiera tiene el elemento ideológico de Courbet.Sus obras muestran su admiración por Velázquez, Goya, Rafael y Tiziano, al igual que por el arte japonés.

Música en las Tullerias OlimpiaCuando exponga su Olimpia, maravilloso cuadro que sigue la tradición de Giorgione, Tiziano, Velázquez y Goya, el público no sabrá apreciar su fabulosa firmeza de dibujo, la delicadeza del modelado ni el colorido espectacular. La mirada directa de una prostituta era mucho más de lo que la sociedad del momento estaba dispuesta a tolerar.

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Almuerzo sobre la hierba.1863.Óleo sobre lienzo 2,08x2,64 m. Museo de Orsay. París

El Salón oficial de 1863 rechazó exponer Almuerzo campestre. Como aquel año fueron miles las obras no aceptadas, el emperador Napoleón III optó por celebrar una contraexposición con los lienzos que no habían sido admitidos en el que fue llamado “Salón de los Rechazados”, donde pudo apreciarse esta pintura.La pintura representa una escena campestre. En primer plano, tres personajes se encuentran sentados en la hierba: una mujer desnuda y dos hombre vestidos a la moda de la época. La mujer, cuyo cuerpo está fuertemente iluminado, dirige su mirada fuera del cuadro y observa sin reservas al espectador. Los dos hombres parecen hablar entre ellos ignorando la desnudez de la dama. Delante del grupo, a la izquierda, encontramos la vestimenta de la mujer, una cesta de frutas y una pieza de pan, dispuestos como una naturaleza muerta. En segundo plano podemos observar otra mujer, con un vestido ligero, tomando un baño y una barca de remos. Este personaje es demasiado grande en comparación con los del primer plano y produce la sensación de estar flotando. El fondo es vaporoso y carece de profundidad, de modo que hace pensar en una escena interior. Esta impresión se ve acentuada por la escasez de sombras. La luz se proyecta a través de las hojas de los árboles sobre la cesta de alimentos y los tres personajes del primer plano y en el claro del fondo, sobre el otro personaje femenino, donde se ubica también el punto de fuga. El color está subordinado por los efectos luminosos. Manet declaró que el verdadero tema del cuadro era la luz: ese detalle y la pincelada rápida, empastada, que capta la realidad y fugacidad de la escena, constituirán los rasgos que identifiquen luego al impresionismo. Muchos críticos de arte consideraron esta tela como una ofensa; según comenta un crítico de la época: “Una mujer ordinaria, licenciosa y completamente desnuda descansa sin ningún tipo de vergüenza entre dos dandis vestidos de arriba abajo”. El motivo de escándalo no fue tanto la desnudez de la mujer, sino la ausencia de carácter mitológico

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que lo justificase, por tanto la presentación de un desnudo femenino, realista y no idealizado, en una escena de explícito contenido sexual, pero también a la trasgresión de las prácticas prescritas por las normas académicas: Color: Está aplicado con grandes manchas de colores planos, yuxtapuestas las zonas claras (desnudo, camisa blanca, pantalones grises) con las oscuras (zapatos, gorro, chaquetas) de forma violenta, sin gradaciones. Es el color quién sugiere los volúmenes. Bellos azules, amarillos y rojos en la naturaleza muerta del primer plano, con manifiesta influencia de Tiziano. Gran variedad de verdes en el paisaje. Dibujo: No tiene apenas importancia. Los cuerpos presentan formas recortadas, como figuras de una baraja, es decir, falta de integración en el paisaje de las figuras (que aprecen como sobrepuestas en el follaje, influencia quizás del arte japonés). Los fondos del follaje y los reflejos en el agua están sólo esbozados, insinuados con pinceladas flojas. Luz: los cuerpos parecen faltos de volumen porque ya no están modelados tridimensionalmente, ha desaparecido el claroscuro tradicional. Hay contrastes fuertes de luces y sombras, en las que ha desaparecido el negro sustituido por diversos matices de verde. El pintor ha invertido el foco lumínico, ya que la claridad procede del fondo, y existen diversos puntos de fuga transparentes (la hierba, el agua).Composición: La composición del cuadro es, de hecho clásica, de estructura piramidal.Manet rompe con la perspectiva tradicional al suprimir el fundido de los planos, También, anula el efecto de profundidad espacial mediante la elección de una línea de horizonte alto y la inversión del foco lumínico (la claridad procede del fondo y penetra en el bosque como a través de un tubo). Sólo en la naturaleza muerta, el pintor se atiene a la perspectiva tradicional, ya que hay profundidad, ligero modelado, quizá para demostrar que es buen pintor y cuando quiere sigue las normas académicas. , Los modelos retratados en primer plano son Eugéne, hermano del artista, el escultor holandés Ferdinand Leenhoff (su futuro cuñado) y la citada Victoria Meurent (su modelo favorita). Se desconoce la identidad de la mujer del arroyo.Manet solía realizar sus obras inspirándose en las de otros pintores. La pintura puede ser interpretada como una versión moderna de Concierto campestre, obra renacentista atribuida Tiziano o a Giorgione, según la fuente. En tanto que la composición, parece derivar de un grabado de Marcantonio Raimondi, El Juicio de París, del siglo XVI, basado a su vez en un dibujo de Rafael. Siguiendo esta interpretación, se puede inferir que Manet propone una recuperación al mismo tiempo que una trasgresión de la tradición pictórica.

Concierto campestre de Giorgione

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Juicio de París de Marcantonio Raimondi sobre una pintura de Rafael

Claude Monet (1840-1926)Es el paisajista del grupo y el único de los maestros que mantuvo fidelidad absoluta al movimiento impresionista.Su máxima preocupación es plasmar la vibración cromática-lumínica en sus lienzos. La luz engendra el color y la forma.Su pasión por la atmósfera le condujo a diferentes

ambientes europeos: Londres, el Midi francés, la Provenza; y los fiordos noruegos. Una consecuencia de esta ambición estética fue el serialismo: varias reproducciones de un mismo tema para comprobar los efectos cambiantes de la luz y del color en horas y estaciones diferentes.Sus series más conocidas son las referidas a la Fachada de la catedral de Ruán, y las 12 pinturas de nenúfares sobre el agua, tituladas genéricamente Ninfeas, donde las formas están disueltas en charcos de color.Cuando se intenta definir genéricamente el impresionismo, siempre se hace hincapié en el protagonismo de la sensación coloreada, en detrimento del motivo representado en el cuadro. También en la técnica de pequeñas pinceladas fragmentadas que los impresionistas inventaron para captar esa sensación. El mejor ejemplo de ambas cosas estaría en la famosa serie de cuadros de Monet que representan la fachada de la catedral de Rouen a la luz de distintas horas del día.

Catedral de Rouen: El color es el protagonista indiscutible. La línea se ha disuelto a favor de la mancha, de las pinceladas cortas y enérgicas que yuxtaponen los colores.

Al aire libre, bajo la luz solar, pudo minuciosamente observar y plasmar casi inmediatamente, a “brochazos”, a plena mancha, Monet los efectos de la luz sobre los objetos, los cambios, las vibraciones de esa luz; es por tal razón que la pintura de Monet nos resulta especialmente vital, aunque su vitalidad sea una serena vitalidad, llena de armonías.Su pintura se caracteriza también por utilizar una paleta colorista y por la aplicación ocasional de pintura sin mezclar directamente sobre un lienzo preparado con una capa de blanco puro. Esta superficie aumentaba la luminosidad de cada color.

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Impresión. Sol naciente. 1872. Óleo sobre lienzo, 48x63 cm. Museo Marmottan, ParísTres botes de remos navegan por el puerto de Le

Havre acercándose al espectador, navegan por unas aguas calmadas en las que se refleja la luz del sol, mientras al fondo, entre la espesura de la niebla matinal donde se insinúan los barcos mercantes con sus mástiles y las chimeneas de las fábricas que expulsan humos, sale el sol. La espesa niebla matinal dificulta la visión del círculo de color rojo intenso, el sol.Como comentó su autor, este lienzo no quería ser una representación topográfica del

puerto de Le Havre, sino más bien la impresión causada por su visión a la salida del sol; no quiso captar una escena, sino una atmósfera. Parece que Monet propuso el título de Impresión, pero el redactor del catálogo optó por añadirle Salida del sol para facilitar su comprensión.El nombre de impresionismo proviene de este cuadro de Monet que, con Renoir, Pisarro, Cézanne y Sisley, organizó una exposición, en 1874, en el antiguo estudio del fotógrafo Nadar.El comentario que se hizo más célebre fue el de Louis Leroy, que consideró este cuadro de Monet paradigma de la tendencia general del grupo y tituló irónicamente su crítica “Exposición de los impresionistas”. Los pintores aludidos se tomaron el nombre como un cumplido, hasta el punto de adoptarlo oficialmente.Los colores han sido aplicados con pinceladas rápidas y empastadas, apreciándose la dirección del pincel a simple vista. Las pinceladas sueltas y vigorosas persiguen un objetivo: conseguir sutiles efectos de luz. En este sentido son paradigmáticas las manchas de color naranja que representan los reflejos del sol en el agua y que van separándose a medida que se acercan al espectador. Sol naranja, cálido rodeado de azules fríos.

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La técnica utilizada es fruto de la espontaneidad e inmediatez que exige la pintura al aire libre para captar una impresión fugaz de la naturaleza. Por ello, las figuras están esbozadas de forma muy esquemática.En esta obra el artista pretendía reflejar lo cambiante de un mundo inestable, resultado de estar inmerso en una atmósfera en continuo movimiento; con este fin representó la bola de fuego del sol en el momento de elevarse en el horizonte y enviar sus rayos a través de las nubes para que se reflejaran en las tranquilas aguas del puerto.El disco rojo del sol y el arabesco de su reflejo en el agua centran toda la atención en medio de la delicada sinfonía de azules y rosas que nos transmiten casi el rumor de la ondulación de las aguas. Monet lo pintó desde la ventana de la casa familiar en El Havre.La perspectiva sugerida, los contornos borrosos y los volúmenes evanescentes rozan la abstracción.Pese a que fue este cuadro el que dio nombre de “impresionistas” a un conjunto de artistas, no es uno de los mejores ejemplos de la manera de pintar de éstos; son muchos más “impresionistas” obras como las que realizó Monet en Argenteuil, inspiradas en el río Sena.Pierre Auguste Renoir (1841-1920)Ofrece una interpretación más sensual del Impresionismo. Se pone en relación con los pintores del siglo XVIII que mostraban la sociedad galante del Rococó.En sus creaciones muestra la alegría de vivir, incluso cuando los protagonistas son trabajadores. Siempre son personajes que se divierten, en una naturaleza agradable. Contemplar sus cuadros supone una auténtica inyección de optimismo para el espectador. Sus temas, siempre ligados a la juventud (escenas dulces de niños y mujeres) y la diversión, aparecen envueltos en una atmósfera de radiante plenitud. La luz parece brotar del propio lienzo e inundar el espacio exterior con una fuerza irresistible. Prefiere como motivo al ser humano, sobre todo la mujer, que para él expresa la belleza, sus desnudos femeninos recuerdan a Rubens por las formas gruesas.Es el retratista con mayúsculas, Renoir fue un impresionista que se distingue de Monet, Pissarro y Sisley por dedicar un mayor esfuerzo al estudio de la figura humana, y por no cultivar el paisaje de manera destacada y casi exclusiva. En esto coincide con Edgar Degas, también interesado primordialmente por las figuras humanas (femeninas, sobre todo, como Renoir) y también por las escenas de interior. Su interés por la figura humana constituye su mayor contribución personal al Impresionismo. Renoir mantuvo siempre un gusto por el dibujo que le diferencia del resto de sus compañeros impresionistas. Pese a ello, durante diez años, entre 1874 y 1883, fue, junto a Monet, el verdadero líder del Impresionismo. Sus obras siguen los principios del movimiento con una fidelidad total: pintura al aire libre, pincelada suelta, colores puros, eliminación del negro, sombras coloreadas, disolución del dibujo, captación de la luz sobre los objetos, acabar con la perspectiva, la composición y el claroscuro, y en conseguir obras que transmitan visualmente lo inmediato y la frescura. Nadie como él supo armonizar los colores complementarios ni hacer vibrar los rayos del sol en los cuerpos. Cuadros como El columpio o El baile del Moulin de la Galette son claros exponentes del período.

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El almuerzo de los remeros El columpioEn 1883 Renoir entró en un período de crisis. Admirador de los clásicos, sobre todo de Rafael, comenzó a dudar de la viabilidad de la pintura impresionista e inició una etapa basada en la recuperación del dibujo, el volumen, la composición y al uso de una pincelada más académica, dando, en cierto sentido, la espalda al Impresionismo y recuperando la tradición. Los colores se hacen más fríos y ácidos. Es una etapa olvidada, en ocasiones, pero en la que pintó cuadros maravillosos como sus desnudos femeninos, caracterizados por una fuerte sensualidad, Las bañistas (1888), Los paraguas (1885)

En Las grandes bañistas, se muestra muy claramente esta evolución que aparecía incipiente en el Almuerzo de los remeros. Las figuras humanas, desnudas, tienen perfectamente definidos los contornos, que están claramente separados del entorno que les rodea (al contrario de lo que ocurría en el Baile del Moulin de la Galette, donde la suelta pincelada fundía colores de los personajes con su entorno). Usa una suave modulación tonal para dar volumen a las formas. El colorido muestra un contraste entre los tonos fríos del paisaje y los cálidos en los cuerpos de las bañistas.Hacia el final de su vida llega a un equilibrio sintético entre los efectos luminosos del impresionismo en los desnudos femeninos y el volumen, basado en un dibujo seguro.

El baile del Moulin de la galette. 1876 Museo de Orsay, París. Óleo sobre lienzo, 131x17 cm.

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El Moulin de la Galette era un lugar de ocio y recreo para estudiantes, obreros y artistas en la misma cima del enclave rural de Montmartre, por aquel entonces en los aledaños de París. En esta obra Renoir refleja lo que será una constante en su obra: la alegría de vivir expresada de manera sencilla, en este caso en un baile de la tarde del domingo.Los temas centrales de los cuadros de Renoir son el juego entre la luz del sol y la reproducción de los reflejos que ésta produce, pero especialmente la figura humana iluminada por la luz natural. En la terraza del Moulin de la Galette, la luz se filtra a través del tejado de hojas que forman las ramas de los árboles y baila en forma de innumerables pequeñas manchas en el suelo y sobre las figuras. Tanto el suelo como los personajes dan la sensación de vibrar en un juego de luces que se compone de manchas claras y oscuras. Las manchas intensas de colores primarios prestan a la composición una apariencia vibratoria, un temblor pocas veces conseguido. Podemos oír claramente las conversaciones de los distintos grupos, bajo multitud de manchas de luz, lleno todo por el ritmo alegre de un vals que agita faldas y reúne cuerpos. Renoir retrata, en la serie de personajes alrededor de la mesa y en la pareja que está bailando aislada a su izquierda, un conjunto de pintores y modelos que habían trabajado para él, y de esta manera convierte el cuadro en un documento "histórico" de la vida contemporánea de París. Así, la pareja que danza en primer plano, está compuesta por el pintor español Pedro Vidal de Solares y Cárdenas y la modelo Margot.Renoir confió completamente en el efecto descriptivo del color, con suaves pinceladas cortas y sutiles gradaciones cromáticas creó contornos delicados y borrosos, de forma que los elementos parecen fundirse entre ellos hasta casi desvanecerse (consigue crear el efecto del aire que hay entre ellos). A causa de estos velos cromáticos ya no pueden distinguirse los detalles. Sin embargo, gracias al procedimiento visual “sintético”, los cuadros de Renoir continuaron siendo comprensibles: el espectador compara las borrosas imágenes del cuadro, que sólo indican y describen levemente los objetos, con las imágenes “típicas” almacenadas en el subconsciente y las completa. Renoir, al igual

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que su amigo Monet, aborda a conciencia el procedimiento de recepción sintético, para que sus cuadros sean algo todavía más vivo gracias a la participación del espectador. Con ello hizo referencia a la técnica del difuminado de Leonardo y al mismo tiempo sentó una de las bases para la pintura abstracta del siglo XX.La pincelada se desenvuelve con gran libertad de acción, sin respetar los contornos del dibujo previo, de modo que los personajes adquieren una reverberación acorde con el ambiente luminoso que los envuelve. Los puntos de luz solar que se han filtrado por entre las hojas ponen acentos de extraordinario verismo en las figuras, vibrantes de color.Sus pinceladas dinámicas plasman perfectamente los efectos de la luz, tanto natural como artificial, y las formas se diluyen, por lo que fue criticado en su época. Con esta difuminación de las figuras consigue crear el efecto del aire que hay entre ellas.La composición se organiza mediante una diagonal que separa los dos círculos en los que se organiza la multitud: uno formado por los personajes en primer plano en animada conversación y otro por el resto, que se agrupan en torno a la pareja de bailarines. Cada uno de estos grupos tiene una perspectiva diferente: los bailarines se ven frontalmente, y las figuras en primer plano se ven desde arriba.No hay horizonte, todo esta lleno de figuras bailando o bien en reposo, sentadas o de pie. La acumulación de personajes sometidos a los juegos que produce la luz entre la arboleda, el vibrante diálogo entre el amarillo de los sombreros de paja y el azul de los vestidos, el forzado encuadre que no deja espacio para el cielo, todo ello contribuye a transmitir la atmósfera cargada y alegre de una tarde de fiesta.

El impresionismo en España. SorollaRepresentante del Impresionismo español, del que hizo una interpretación muy personal basada en el protagonismo de la luz y el movimiento de las figuras representadas.Durante algún tiempo cultivó los temas de historia, pero un viaje a París le inclinó hacia la mayor sensibilidad social por los temas del presente. La luz de Valencia termina de incorporarle a los módulos impresionistas; no obstante su parentesco con la escuela francesa es discutible. Sorolla mantiene en muchos de sus cuadros un dibujo poderoso y afronta problemas de composición y movimiento de los que poco se cuidaron los maestros galos. Ya que Sorolla buscó transmitir los efectos de la luz del sol en sus obras y lo consiguió con la asombrosa facilidad que se puede admirar, por ejemplo, en Niños en la playa, se ha considerado impresionista o posimpresionista. No obstante, él se negó a ser denominado así. Aunque pintó el instante que llegaba a sus ojos, y en sus apuntes parece aproximarse al impresionismo, sin embargo, mantuvo un realismo que resultó ser de un estilo muy personal.El estudio de Velázquez y Goya influye sin duda en su diseño de los temas. De su obra destacan sus escenas valencianas de playa y pesca, en las que con una técnica suelta de mancha gruesa capta la vibración lumínica del cielo mediterráneo y sus brillos en las velas, en las arenas y sobre todo en los cuerpos mojados de los niños que juegan en la orilla.En la obra de Sorolla llama poderosamente la atención el brillante tratamiento de la luz y, en concreto, de la luz solar en todas sus gamas, además de la maestría del artista para conseguir que esa luz ilumine al espectador.

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Niños en la playa 1910, óleo sobre lienzo.118 x 185 cm. Museo del Prado

Niños en la playa es una de las obras cumbres del pintor. Tres niños aparecen tumbados en la playa, muy cerca de la orilla, en el lugar donde el agua de las olas se mezcla con la arena. Los niños desnudos, como se bañaban en los primeros años de siglo los

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muchachos del pueblo, demuestran el perfecto dominio del pintor sobre la anatomía infantil. Pero el tema no deja de ser una excusa para realizar un estudio de luz, una luz intensa que resbala por los cuerpos desnudos de los pequeños. Las sombras para Sorolla no son de color negro tal y como dictaba la tradición, sino que tienen un color especial según consideraba el Impresionismo. Por eso aquí emplea el malva, el blanco y el marrón para conseguir los tonos de las sombras. Observa igualmente, los maravillosos reflejos del agua sobre la piel infantil expuesta al sol.Una de las preocupaciones del pintor eran las expresiones de los rostros, que ha sabido captar perfectamente en el niño que nos mira aunque su cara no esté claramente definida. Observando este cuadro, el espectador puede respirar la atmósfera del Mediterráneo, que Sorolla tan bien conocía. Sorolla acudía a menudo con su caballete a las playas de su Valencia natal (El Saler, Malvarrosa) para captar la esencia de la luz y la atmósfera mediterránea. En este caso los cuerpos desnudos de los niños son la excusa para tratar la luz y las sombras, los reflejos y el aire.Esta obra, que rezuma optimismo y sensualidad, capta a la perfección el instante; ésta fue, precisamente una de sus principales características: la rapidez de ejecución de su pincel. Sorolla, buen conocedor de los impresionistas, sabía de la necesidad de plasmar rápidamente esa luz en el lienzo, tan fugaz como un instante.La pincelada suelta para destacar el brillo intenso de la luz en los cuerpos desnudos de los niños es el valor dominante en esta tela.Con pinceladas amplias cargadas de colores brillantes, libertad y energía incomparable y una espontaneidad imposible de imitar, Sorolla parece trasladar al lienzo los efectos del sol chocando contra la piel mojada de los niños. Capta, con pinceladas rápidas los sutiles colores del oleaje. También con asombrosa destreza, fija las sombras percibidas debajo de los niños, así como los desnudos cuerpos reflejados en el agua y, con toques de azul, los destellos del cielo en la arena de alrededor. Pinceladas de blanco –aunque para Sorolla nunca existió un blanco total, ni en la naturaleza ni en la pintura- hacen destacar el efecto de los rayos del sol en contacto con la piel mojada.